Masarykova univerzita Filozofická fakulta

Ústav románských jazyků a literatur

Magisterská diplomová práce

2013 Bc. Magdaléna Kolmanová Masarykova univerzita

Filozofická fakulta

Ústav románských jazyků a literatur

Španělský jazyk a literatura

Bc. Magdaléna Kolmanová

Lenguaje y funciones dramáticas de los consejos del gracioso lopesco

Magisterská diplomová práce

Vedoucí práce: Mgr. Daniel Vázquez Touriño Ph. D.

2013

Prohlašuji, že jsem diplomovou práci vypracovala samostatně s využitím uvedených pramenů a literatury,

a že tištěná verze je totožná s verzí elektronickou.

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Doy las gracias a mi director de tesina, Mgr. Daniel Vázquez Touriño Ph.D., por su cuidado y porque comprobó la importancia de los buenos consejos.

Índice

1. Introducción ...... 9 1.1. El marco de la investigación ...... 9 1.2. «El imperio de la fábula» ...... 11 1.3. El lenguaje de los consejos ...... 12 1.4. Objetivos ...... 13 1.5. Metodología ...... 14 1.6. Corpus ...... 15 1.7. Papel consiliario del gracioso en la crítica moderna ...... 18 1.8. Esbozo de otros enfoques al papel consiliario ...... 22 2. Reflejos del papel consiliario del gracioso en las obras ...... 24 3. El lenguaje de los consejos ...... 29 3.1. Volumen textual ...... 30 3.2. Recursos lingüísticos ...... 35 3.2.1. Consejos dirigidos a otros personajes ...... 35 3.2.1.1. Imperativo ...... 36 3.2.1.2. Recomendación ...... 39 3.2.1.3. Indicativo ...... 43 3.2.1.4. Pregunta ...... 44 3.2.2. Consejos generales...... 47 3.2.2.1. Sentencias y otras figuras pragmáticas ...... 47 3.2.2.2. Paremias y sus citas ...... 52 3.2.2.3. Historias ejemplares ...... 55 4. Funciones dramáticas ...... 60 4.1. Consejos apelativos ...... 63 4.1.1. Empujar y activar ...... 63 4.1.2. Apaciguar ...... 67 4.1.3. Escapar y esconder ...... 68 4.1.4. Urdir enredo ...... 69 4.2. Consejos referenciales ...... 73

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4.2.1. Consejos de amor ...... 73 4.2.2. Cuidado con ...... 83 4.3. Consejos expresivos ...... 91 5. Conclusiones ...... 96 6. Bibliografía ...... 102 7. Anexos ...... 106

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1. Introducción

La ambición de la comedia no es de otra naturaleza [que la de la tragedia], si bien es cierto que se limita al paisaje más prosaico de la sociedad y de las relaciones humanas, con la diferencia de que se propone ayudar a la transformación del mundo: instruir, corregir costumbres, desmontar los mecanismos de los vicios, las manías y alienaciones, lo cual señala su carga polémica y crítica. (Abirached, 2005, pág. 30)

1.1. El marco de la investigación

El presente trabajo enlaza parcialmente con nuestro estudio anterior que se dedica a la función poética del personaje de gracioso en varias obras de Lope de Vega (Función poética del gracioso: Análisis de las funciones de los diálogos del personaje del gracioso en el teatro de Lope de Vega con enfoque a la función poética, 2011). Uno de los resultados más importantes del análisis de sus diálogos poéticos es la gran porción de sentencias, historias ejemplares y otros recursos que el personaje utiliza para aconsejar, de lo que surgió un mayor interés por los consejos de este personaje. Al enfocar el asunto hemos descubierto que se trata de un tema muchas veces mencionado pero nunca resumido en un estudio complejo y consistente. El tema provoca varias cuestiones: ¿cómo puede un criado aconsejar a su amo? ¿Por qué aconseja con tanta frecuencia? ¿Cuáles son los recursos más frecuentes que utiliza para ello y por qué? etc. Se nota que se trata de una temática que ofrece varios enfoques y, por tanto, resultó conveniente situarla dentro de un marco más amplio. Los consejos del gracioso no son solamente una decoración de su lenguaje, ni siquiera representan solamente unos hechos sociales de la época, sino que es un elemento que incluye varios niveles del personaje teatral. Por tanto, hay que utilizar un eje que nos ayudará a pasar por todos los enfoques. Uno de los compendios más complejos y actuales sobre la teoría del personaje teatral lo ofrece el libro La crisis del personaje en el teatro moderno (1ª edición 1994), de Robert Abirached, en cuya parte introductoria se dedica al personaje teatral en general desde varios puntos de vista. Francisco Ruiz Ramón vincula el personaje de gracioso con la teoría de Abirached diciendo: «le convienen los tres aspectos definitorios que al personaje dramático asignaba la retórica latina, aspectos destacados por Robert Abirached [...]: persona («máscara»),

9 character («señal o marca que se imprime, pinta o esculpe en una cosa», según el Diccionario de la Real Academia), y typus («modelo, ejemplar»)» (2005, pág. 124). No obstante, la estructura del estudio de Abirached es más amplia. En seis capítulos describe seis aspectos que configuran la mímesis del personaje teatral, «cada uno unido estrechamente al precedente y complementado por el posterior» (Abirached, 2011, pág. 21). Sin profundizar mucho en la explicación de los aspectos mismos podemos decir que se trata de: 1. Persona El primer aspecto de los tres que menciona Ruiz Ramón se refiere a la «máscara», es decir, al exterior del personaje, representado sobre todo por el disfraz y por el lenguaje. Más en general, la distancia que se establece entre el actor y el personaje. 2. Carácter Según Abirached, el carácter es «la huella de lo real» del personaje mientras que el tipo representa «lo imaginario» y estos dos aspectos se complementan mutuamente. El carácter es «un conjunto de disposiciones cualificativas y de índices de coherencia mínima que fundamentan un comportamiento, sin acotar necesariamente todas sus motivaciones» (Abirached, 2011, pág. 33). El autor menciona dos caras del carácter del personaje teatral: la identidad o función y las pasiones o los genios que los mueven. 3. Tipo Como ya hemos dicho, el tipo, según Abirached, son las marcas del imaginario colectivo en el personaje. El autor distingue tres categorías, que pueden entecruzarse en una figura; se trata del tipo que proviene de la memoria del público (p. ej. de la religión o de la historia), del imaginario social o del inconsciente colectivo (el arquetipo). 4. Fábula Es la acción dramática en la que se materializan los tres aspectos mencionados del personaje y en la que, de hecho, el personaje empieza a existir. En palabras de Aristóteles: «los personajes no actúan para imitar a los caracteres, sino que reciben sus caracteres por añadidura y en razón de sus acciones» (apud Abirached, 2011, pág. 57). 5. Actor El «doble» del personaje, como dice Abirached, quien desempeña tres funciones respecto al personaje: lo encarna, actúa y lo interpreta. Los tres aspectos pueden separarse solamente a la hora del análisis teórico; en la práctica no funciona ninguno sin los otros dos.

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6. Público Abirached describe en este último enfoque la interacción del personaje teatral con el público y explica que solo la percepción por el público les da sentido a la obra y al personaje. Solo en la percepción las palabras y actos del personaje se hacen «objeto de comunicación». El autor habla de tres nociones que pueden definir la relación entre el personaje y el espectador: placer, liberación y pedagogía. Al comprender el personaje teatral en toda su complejidad como lo describe Abirached se ofrece la inmensa «aventura intelectual» de enfocar los consejos del gracioso desde todos estos puntos de vista. Tal estudio tendría que ser, sin embargo, mucho más extenso que el presente y por tanto nos gustaría plantearlo para el futuro como una posible tesis doctoral. Esta tesina, por tanto, va a representar el punto de partida para la investigación recién esbozada. Resulta de la enumeración de los aspectos que, para empezar a entender el sentido del papel consiliario del personaje del gracioso, hay que fundar nuestro estudio en la parte más importante de la teatralidad, donde confluyen todos estos enfoques: en la fábula.

1.2. «El imperio de la fábula»1

Antes de empezar el propio análisis, aclaremos qué es lo que se entiende por la fábula, qué es «lo dramático» del personaje teatral. Abirached vuelve a buscar apoyo en las teorías de Aristóteles, quien dice en su Poética: «llamo la fábula al conjunto de acciones consumadas» (apud Abirached, 2011, pág. 56). Citando la misma obra explica por qué la fábula «impera» sobre el resto de los elementos que influyen en la construcción del personaje: «los personajes no actúan para imitar a los caracteres, sino que reciben sus caracteres por añadidura y en razón de sus acciones» (apud Abirached, 2011, pág. 57). Abirached añade que «la mímesis no representa sus modos de ser – que vienen dados por la acción, sin construirles una “interioridad” – sino su manera y capacidad de obrar» (2011, pág. 57). Es decir, aunque no dice que podría haber acción dramática sin otros elementos que forman el personaje teatral, la fábula es la base de ella. Por lo tanto, al estudiar la función dramática de los consejos del personaje de gracioso o, más bien, su aconsejar, hay que tener en cuenta que no lo hace por ser «consejero», sino que puede asumir la función consejera por tener muchos diálogos con la función dramática de

1 Utilizamos el nombre del capítulo del libro de Abirached (2011, pág. 55). 11 aconsejar. Vamos a tratar de investigar su «manera de obrar» para entender el funcionamiento de su aconsejar en la obra y su sentido para el argumento de la obra. Esto es, nos va a interesar casi exclusivamente qué papel tienen los consejos del gracioso para la estructura interna, dramática de la obra. En palabras de Gómez:

El estudio de los personajes, dentro de sus propias convenciones literarias, es necesario para comprender el sentido del texto teatral, como se propone en la poética aristotélica sobre la que se proyecta la comedia nueva durante el siglo XVII. [...] El personaje sobrevive, a pesar de todo, y también la necesidad de comprender su funcionamiento dentro de la comedia. (2005, pág. 21)

1.3. El lenguaje de los consejos

Para llegar a conclusiones más complejas, vamos a analizar, en la primera parte, la cara formal de los consejos del gracioso, es decir, también nos va a interesar cuáles son los recursos lingüísticos que utiliza para aconsejar. El lenguaje es, no obstante, un rasgo que ya pertenece al «imperio» de la persona del personaje. «El lenguaje teatral se basa siempre en un sistema de desviaciones que lo aleja de la práctica vivida de la palabra. Funciona, respecto a la palabra, como una máscara y como un conjunto de moldes: él mismo es “persona”» (Abirached, 2011, pág. 28). El propio Lope advierte en su Arte nuevo de hacer comedias que el lenguaje de los consejos es diferente del estilo vulgar:

mas cuando la persona que introduce persuade, aconseja o disuade, allí ha de haber conceptos y sentencias, porque se imita la verdad sin duda, pues habla un hombre en diferente estilo, del que tiene vulgar, cuando aconseja, persuade, o aparta una cosa. (vv. 250-256)

Por estas razones pensamos que hay que conocer y entender los recursos lingüísticos de los consejos de la figura del donaire, así como la porción de éstos en las obras, porque pueden indicar varios hechos sobre el funcionamiento del aconsejar del personaje en general. Es

12 decir, para entender la función de los consejos en la fábula es necesario analizar también la forma de estos consejos, y a ello dedicaremos una parte importante del trabajo. En fin, resumamos los objetivos concretos del presente trabajo, cuyos resultados nos van a servir de base para la investigación más amplia que mencionamos en el primer apartado y que puede ser una continuación de de esta tesina.

1.4. Objetivos

El objetivo básico de nuestro trabajo es el de analizar la función dramática de los consejos de la figura del donaire en las comedias de Lope de Vega, es decir, cuál es el sentido de sus consejos para la fábula de las obras. Las preguntas que nos vamos a hacer para llegar a conclusiones pertinentes se van a referir al volumen textual de los consejos del gracioso tanto en las obras enteras como en los actos particulares. Para el análisis se van a utilizar diez comedias (véase Corpus) que cubren todas las épocas creativas del autor para investigar si hubo algún desarollo en el uso de los consejos del gracioso en el tiempo. A la vez se van a analizar los recursos lingüísticos que el personaje utiliza para aconsejar y por qué ésos. Posteriormente vamos a dedicarnos a los consejos en la propia estructura dramática de las obras para investigar en qué situaciones, y porqué en ésas, aconseja el gracioso y a quién. Se van a clasificar tanto los consejos dirigidos a otros personajes como los consejos generales, tan específicos del gracioso, que no sólo tienen sentido para el argumento de la obra sino que pueden dirigirse también al vulgo y sustituir así hipotéticamente la función del coro. No vamos a dedicarnos en este trabajo, no obstante, a la cuestión del personaje-coro ya que ésta pertenece a los aspectos mediadores y, por tanto, exteriores a la fábula. En fin, preguntaremos qué, cómo y cuándo aconseja el gracioso para obtener una imágen más o menos compleja sobre este extraordinario papel suyo.

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1.5. Metodología

En este lugar hay que describir cómo intentamos llegar a las conclusiones que acabamos de enumerar. Citemos, primero, las palabras de Lázaro Carreter, quien expresa de manera más oportuna nuestra visión:

los hechos literarios deben hallar su primera justifiacción en la literatura misma, y [...] las exigencias del proyecto que el autor intenta realizar en la obra son la clave para explicar muchas de sus circuntancias de forma y de contenido (1992, pág. 160)

Es decir, como nos interesamos por las funciones dramáticas, vamos a trabajar sobre todo con la literatura primaria, cuya selección explicamos en el Corpus. El primer paso después de la selección y lectura de las obras es, por supuesto, la identificación de los diálogos que tienen la función dramática de aconsejar. Utilizamos la definición de la función dramática del diálogo teatral del libro Cómo se comenta una obra de teatro (2003), de José Luis García Barrientos (pág. 59), donde explica que cada diálogo tiene dos funciones básicas: la caracterizadora y la dramática. En cuanto a la última no es relevante preguntar qué dice el personaje sino qué hace y cuando la respuesta es, en nuestro caso, que aconseja, podemos considerar el diálogo de función dramática de aconsejar. En el capítulo que dedicamos al volumen textual de los consejos siempre explicaremos más exactamente cómo hemos llegado a los resultados presentados. Se evaluará en ese capítulo tanto el porcentaje de los consejos en las diez comedias, para llegar a saber si hay un desarrollo en el uso de los consejos durante la época de creación del autor, así como el porcentaje de los consejos en todos los actos de las obras, para investigar si existe un desarrollo de su uso en la estructura interna de la obra. Después de identificar y computar los consejos, nos fijaremos en los recursos lingüísticos que utiliza el personaje para aconsejar. En general existen dos grupos de consejos en cuanto a su forma: los que se dirigen a otro personaje (normalmente al personaje del galán) y los generales, cuyo fin suele ser el de enseñar algo al caballero pero también tienen una validez universal. Los recursos de los consejos dirigidos los vamos a distinguir en la mayoría de los casos según sus modos verbales (p.ej. imperativo, indicativo) y los generales clasificaremos normalmente según las figuras rétoricas utilizadas (p. ej. sentencias).

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En cada grupo no faltarán, por supuesto, ejemplos de los consejos de las propias comedias. Al final de los capítulos sobre los recursos lingüísticos añadiremos la evaluación porcentual de cada de los dos grupos de los consejos. Un caso particular lo es el tipo de diálogos consiliarios que dice el gracioso cuando está bajo un disfraz. Como se trata del «teatro en el teatro»2, y por eso estos diálogos suyos no corresponden a su papel auténtico, decidimos no incluir este tipo de consejos en la estadística y en las tablas del anexo estarán marcados. En la última parte del análisis enfocaremos las varias funciones dramáticas de los consejos lo que presupone otra lectura de las obras y la fijación de unos criterios según los que se clasifiquen las funciones de los consejos.

1.6. Corpus

En este apartado intentaremos explicar los criterios que utilizamos para la selección de las obras. Otra vez nos concentramos en el teatro únicamente lopesco ya que el personaje estudiado se considera introducido en la comedia nueva por este autor. Como sabemos, su gracioso se puede considerar casi una «entidad» distinta de, por ejemplo, el gracioso calderoniano3, por lo tanto nos quedamos en este universo que todavía tiene mucho que explorar. La extensión de su obra también obliga a seleccionar con mucho cuidado y en consideración a los fines del estudio. Hemos decidido utilizar diez obras respecto al tamaño deseado del trabajo. Tal número de obras no permite sacar conclusiones universales sobre el asunto estudiado pero puede demostrar algunos rasgos típicos. Hemos tratado de elegir las obras más famosas e importantes junto con otras que no sean tan famosas para llegar a unas conclusiones más generales, es decir, evitar las semejanzas que puedan tener las comedias únicamente muy famosas. La fama, por supuesto, no es un rasgo formal y es un criterio más bien relativo. No disponemos de estadísticas de la nombradía de las comedias lopescas, aunque es sabido que, por ejemplo, El perro del hortelano es una de los más famosos, por tanto hemos considerado como las más célebres las que tienen el mayor eco en la literatura especializada en las

2 De acuerdo con el comentario de Alfredo Hermenegildo de los imperativos de Beltrán disfrazado de médico en El acero de Madrid: «Se trata de un desdoblamiento propio de las escenas en las que Beltrán “juega al doctor“ en un ejercicio que constituye esa estrategia dramática que llamamos “teatro en el teatro“ y que es tan típicamente carnavalesca.» (pág. 147, 1992) 3 Véase, por ejemplo, un trabajo de Marc Vitse donde, hablando del gracioso calderoniano menciona «la definitiva disgregación de la pareja amo-criado, tan indisoluble en el teatro lopesco» (pág. 1068, 1983). 15 comedias lopescas4. Además, hemos elegido algunas obras que no aparecen mucho en ella y cumplen otros criterios dados (p. ej. El amante agradecido). Otro de éstos es el género. Para asegurar la presencia del personaje del gracioso elegimos solamente las comedias (es decir evitamos las tragedias y tragicomedias, aunque en estos dos géneros aparece también) y nos concentramos en la mayoría de los casos en las urbanas, que son las que por lo común cuentan con este personaje. Joan Oleza comprueba la importancia de la figura del donaire en las comedias urbanas cuando, en su base de datos electrónica que se dedica al teatro lopesco (Artelope), determina el género de El mayor imposible: «es de señalar el papel relevante del criado gracioso en la realización de los engaños amorosos, factor más bien típico de la comedia urbana» (2012). En la misma base de datos encontramos una breve y útil definición de los «subgéneros» de la comedia lopesca:

Si se interpreta que la obra es una comedia, puede representar un universo de irrealidad o un universo de verosimilitud. Si es de irrealidad, puede ser de libre invención (c. palatinas) o de tradición literaria (c. pastoriles). […] Si es un universo de verosimilitud, entonces puede ser de vida y costumbres urbanas, entre caballeros y damas de clase media (la llamada comedia urbana o de capa y espada), o entre soldados, rufianes, mujeres de vida licenciosa… (la c. picaresca); o de vida y costumbres rurales (la c. villana o villanesca).

El hecho de enfocar en nuestro trabajo solo uno o dos de estos subgéneros es importante para no confundir sus rasgos típicos. Por ejemplo, el gracioso de las comedias picarescas podría demostrar características generalmente diferentes del de las comedias urbanas y eso podría influir en la investigación5. Incluimos solamente dos obras que se consideran palatinas: El perro del hortelano y El mayor imposible. Las razones para su selección son sobre todo: el volumen textual y la importancia de los graciosos en la obra y la importancia de las obras mismas. La única gran diferencia de las comedias urbanas en este caso es el hecho que la mayoría de los protagonistas pertenece a la alta nobleza lo que, sin embargo, no consideramos un obstáculo para su inclusión en el análisis. Como elegimos, en la mayoría de los casos, las comedias urbanas, cuya característica casi intrínseca es la de la importancia del gracioso para la (véase más arriba), ya no

4 El propio dramaturgo solía atribuir a los títulos varios calificativos, p.ej. «Comedia famosa» y en algunos casos «Gran comedia». Este último adjetivo aparece en algunos de los títulos de nuestras comedias seleccionadas, se trata de: El mayor imposible (1613) y La noche de San Juan (1631). Y aparece, no obstante, también en comedias más tempranas. Es decir, no podemos considerar este calificativo del autor como determinante de la fama o importancia de la obra. 5 No obstante, podría resultar interesante llevar a cabo una investigación que se concentre en los consejos de los graciosos de comedias de distintos géneros. 16 tenemos que «controlar» si es relevante el análisis del personaje en cada obra concreta. Incluso la importancia del papel del gracioso en las obras concretas no lo consideramos un criterio decisivo porque otra vez podría distorsionar los resultados de la investigación: si incluyéramos solamente las obras en las que destaca el gracioso por su importancia para la trama, se podría, por ejemplo, sobreestimar el papel de sus consejos en la conclusión. Es decir, hay en nuestro corpus obras con gracioso muy significante para la intriga pero también obras que destacan por otros criterios y creemos que la variedad en este sentido es conveniente para las estadísticas y conclusiones que intentamos realizar. Un último y no menos importante criterio es el de la datación de las obras. La determinación de ésta suele ser un asunto muy discutido6 en el caso de las obras de Lope de Vega entonces para unificar el punto de vista utilizamos la reconocida Cronología de las comedias de Lope de Vega (1968) de Griswold Morley y Courtney Bruerton. La datación nos sirve para excluir comedias antecedentes a La francesilla (1596) y para elegir obras que representen todos los períodos creativos del autor, es decir, que las fechas tengan intervalos más o menos regulares entre sí. Como es sabido, La francesilla es la obra en la que «oficialmente» aparece la figura del donaire por primera vez (o su presencia está confirmada por primera vez por el propio autor). Hemos decidido incluirla en la investigación para averiguar qué papel tienen los consejos del gracioso en la comedia en la que éste «nace», es decir, si es posible considerar su frecuente aconsejar un rasgo fundamental ab initio. En fin, introducimos la lista de las obras elegidas, junto con sus supuestos años de surgimiento:

1. La francesilla (1596)

2. El amante agradecido (1602)

3. La discreta enamorada (1606)

4. El acero de Madrid (1608 – 1612)

5. El perro del hortelano (1613)

6. El mayor imposible (1615)

6 Por ejemplo en el caso de Amar, servir y esperar Morley y Bruerton proponen el intervalo 1624-1635 mientras que otra pareja de autores, Américo Castro y Hugo A. Rennert, hablan en La vida de Lope de Vega de los años 1618-1623, sus estimaciones no se cruzan entonces ni en un año (apud Oleza, 2013). 17

7. Quien ama no haga fieros (1620 – 1622)

8. Amar, servir y esperar (1624 – 1635)

9. La noche de San Juan (1631)

10. Las bizarrías de Belisa (1634)

1.7. Papel consiliario del gracioso en la crítica moderna

En los párrafos siguientes pretenderemos resumir los hechos más importantes de la literatura especializada que se refieren a los consejos de la figura del donaire. Intencionadamente, nos dedicaremos sobre todo a las menciones que se ocupan del funcionamiento interno de los consejos, ya que en este trabajo, como hemos explicado más arriba, no profundizaremos en otras características. Hay entre los críticos y autores que se ocupan de la figura del donaire del teatro áureo un acuerdo casi unánime en lo que se refiere a la esencia de este personaje tipo: siempre hay que tener en cuenta su carácter funcional. En palabras de Felipe B. Pedraza: «Nos inclinamos, como otras veces, a subrayar el carácter funcional de este personaje» (1980, pág. 82). José Antonio Maravall opina en este asunto que «El gracioso – como representación más plena del tipo de criado a que se orientaba el teatro barroco – no tiene personalidad» (1977, pág. 21). Asimismo Lázaro Carreter explica en la conclusión de su famoso artículo que la figura del donaire carece de personalidad y «se limita a estar en el artilugio de la intriga» (1992, pág. 164). Jesús Gómez tampoco se opone a esta opinión resumiendo que el personaje tipo debe considerarse «más que como una esencia psicológica, como una función dramática» (2005, pág. 13) y ofrece, más adelante, la explicación del personaje como «actante» según el formalismo ruso y el estructuralismo. De hecho, el gracioso «nace» en el teatro y, según suelen subrayar los teóricos, no es su misión imitar a los criados y lacayos de aquella época. Volvamos a citar el artículo de Lázaro Carreter en que dice que: «ha de descartarse que reproduzca una realidad social: otros criados literarios coetáneos, que parecen más verdaderos, ni de lejos se asemejan al del teatro» (pág. 159). Y se nos ofrece también una «observación» proveniente de la literatura barroca misma acerca del papel del lacayo en el teatro. En el capítulo XLVIII de la primera parte de Quijote

18 se critica la inverosimilitud de varias novedades de la comedia nueva (una clara expresión del entre Cervantes y Lope). Entre los mayores «disparates» se enumera también «un lacayo retórico» o «un paje consejero». Es decir, se consideraba inverosímil que un criado aconsejara a su amo y si, según la teoría literaria, ni tenía que ser verosímil, ¿qué fines tenía el personaje de lacayo consejero? Y, más concretamente, ¿qué funciones tiene, entonces, el hecho de que aconseja? Si nos ponemos a buscar en la literatura especializada encontramos varios reflejos de la función dramática de sus consejos. Como no hay pocos, sigamos el orden cronológico. El primer estudio moderno dedicado a la figura del donaire y su funcionamiento es, sin duda, la de José F. Montesinos de 1925. Así como la mayoría de otros teóricos, habla de su papel consejero en el contexto de la dicotomía gracioso-galán («la carne y el espíritu» 1967, pág. 60), observando que en Los milagros del desprecio, entre otras cosas, «sostiene con sus consejos la claudicante voluntad de su amo» (pág. 59). Luego se concentra más bien en su papel de la «inteligencia práctica» (pág. 60) y lo vincula con su tendencia de definir las acciones («El lacayo siempre sabe cómo se califican las acciones.» pág. 60). Es decir, menciona solamente dos funciones de los consejos del personaje: la de animar y la de referirse a varios aspectos del mundo (véase 4.2. Funciones referenciales). Casi a finales del famoso estudio encontramos, no obstante, una exhortación importante: «En un estudio más extenso – pues resumirlos llenaría muchas páginas – merecerían clasificarse los consejos de prudencia y buen vivir.» (pág. 62). A ver si en los trabajos posteriores aparece un intento semejante. En los siguientes años la crítica parece no dedicarse mucho a la problemática (Inter arma silent Musae), solo encontramos unas observaciones generales en los enayos de otros campos lingüísticos: «He was very inteligent, full of tricks, and always giving advice.» (1936, pág. 149) dice Joseph E. Jones sobre el gracioso en su trabajo de las contribuciones de Lope para el teatro áureo español. En el año 1963 se publica la Teoría sobre los personajes de la comedia nueva en la que Juana de José Prades afirma que el gracioso es un criado fiel del galán y «consejero sagaz, pleno de gracias» (apud Gómez, 2005, pág. 13). En la Historia de la literatura española publicada en 1974 dedica Juan Luis Alborg todo una capítulo exclusivamente al gracioso pero enfoca más bien el surgimiento del fenómeno7 y cuando se refiere a las características del personaje solamente cita a Montesinos. En cuanto a su papel del consejero destaca la mención de Montesinos de la «comicidad moral» del gracioso.

7 En este sentido solo es interesante para nuestro asunto la mención de que Ch. D. Ley, según Alborg, admite buscar los antecedentes de la figura del donaire también en El conde Lucanor, eso es, vincula los consejos del gracioso con los exempla de Patronio. (apud Alborg, pág. 287, 1974) 19

Después de unos años aparece un trabajo sumamente interesante de José Antonio Maravall con el título «Relaciones de dependencia e integración social: criados, graciosos y pícaros» y se ocupa del contexto histórico-social de estos personajes, por tanto, vamos a dedicarle más atención en otra parte de la introducción. No obstante, también en lo que se refiere al papel consejero del gracioso, el autor nos ofrece unas nuevas observaciones. Dice sobre el origen de este papel que en la comedia española del XVII: «a pesar de las alteraciones experimentadas, se escuchen a veces ecos que proceden de la comedia latina o de la literatura de “espejos morales” del Medievo» (1977, pág. 8) y cita dos obras de Ruiz de Alarcón en las que se menciona que el criado es el mejor consejero. Además, advierte que el papel del criado, a pesar de sus consejos en cosas personales, nunca llegó a ser el del amigo del galán. Ya hemos citado la opinión de Felipe B. Pedraza acerca de la importancia del papel estrictamente funcional del gracioso. En el mismo apartado sobre el gracioso no presta atención a su aconsejar pero ya en las primeras líneas define su función como «director de escena que lleve a buen puerto las trapisondas amorosas de los protagonistas» (1980, pág. 82). Se nota, por tanto, que sus consejos formarán una parte imprescindible de la intriga. En 1987 aparece el estudio «Funciones de la figura del donaire» de Lázaro Carreter y en 1992 su reproducción parcial que ya hemos citado. Además de sus funciones «mediadoras», habla aquí también de las «funciones internas» del personaje, que nos interesan más en este lugar. Sus observaciones son de mucho valor en lo que se refiere a sus funciones o varios aspectos del papel consejero del personaje (p. ej. en cuanto al uso de los cuentecillos), no obstante, no se pronuncia en cuanto a esta función suya en general. Francisco Ruiz Ramón vuelve a mencionar que la figura «tiene un agudo sentido práctico de la realidad, que le hace inestimable como confidente y consejero de su amo» (2000, pág. 140). Su función dramática interna más importante es, según él, la de contrapunto del galán. En 2005 se publica el libro La construcción de un personaje: el gracioso que reúne los varios enfoques de los investigadores modernos de este campo. El propio director de la edición, Luciano García Lorenzo, se encarga en su capítulo del análisis del gracioso de La discreta enamorada y subraya la importancia de su lenguaje: «Con la palabra se define, con la palabra hace reír y con la palabra se convierte en moralista impenitente» (pág. 124). Adelante distingue dos caras del gracioso Hernando, una cómica y otra seria, y se pone a describir los recursos utilizados en ambas. La cara seria se expresa, según él, en su sentido común y lucidez frente a la ceguera del galán (causada por los celos).

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Jesús Gómez pretende resumir en su capítulo de este libro lo más importante escrito sobre la figura del donaire por la crítica actual diciendo en uno de los últimos párrafos que «las aportaciones más relevantes sobre la figura del donaire siguen siendo los dos artículos mencionados, el de Montesinos (1925) y el de Lázaro Carreter (1987)» (2005, pág. 21). Gómez mismo insiste en el contrapunto humorístico del personaje como base para todas sus funciones que asume en relación al galán, una de también es, según él, la del consejero de su amo. Dentro de un año el autor publica una monografía sobre el gracioso en las comedias lopescas en la que se ocupa de la evolución del personaje y de su funcionamiento. Aquí ya se hallan varias páginas dedicadas al papel consiliario del personaje. Como el autor polemiza con la datación del primer gracioso, a pesar de la creencia común de que éste aparece por primera vez en La francesilla (1596), llega a la siguiente afirmación: «la función consiliaria de la figura del donaire se desarrolla, sobre todo, en comedias posteriores a 1596» (2006, pág. 98). Este papel del gracioso se opone, según Gómez, a «las protestas del propio Lope en este sentido cuando afirma en su Arte nuevo que “el lacayo no trate cosas altas”» (pág. 98) y documenta con una serie de ejemplos de varias comedias lopescas que «existen figuras del donaire que asumen, con toda confianza, funciones del consejero» (pág. 102). Son ejemplos sobre todo de las advertencias en cosas de amor y acerca de un ejemplo comenta Gómez: «En este caso, los consejos del gracioso van más allá de las habituales advertencias sobre posibles fraudes o engaños amorosos.» (pág. 101), es decir, no saca unas conclusiones muy generales sobre la problemática. No obstante, ve en los consejos el medio con el que el personaje influye en la trama y adquiere así una progresiva importancia dentro de ella «ya que condiciona o determina lealmente las decisiones de su amo, a pesar de los preceptos en sentido contrario» (pág. 102). Aunque Gómez no ofrece una vista general o compleja, sus líneas son las más enriquecedoras y actuales en la cuestión del papel consiliario de la figura del donaire y comprueban su importancia para la obra.

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1.8. Esbozo de otros enfoques al papel consiliario

En los primeros apartados insinuamos diferentes enfoques de la investigación del papel consiliario del personaje. En este lugar resultaría interesante revelar unos fragmentos de estas varias capas. Uno de los enfoques más interesantes lo ofrece José Antonio Maravall en su ensayo sobre el contexto socio-histórico de los criados, graciosos y pícaros de la literatura barroca española8. Su enfoque, por tanto, pertenece al aspecto del typus, o sea según Abirached, «lo imaginario» del personaje teatral. Al mismo tiempo demuestra unas posibles respuestas a las preguntas de por qué el gracioso aconseja a su amo. Según Maravall, el propio personaje del gracioso servía como recurso de la integración social de la capa de los criados en tiempos de inquietud entre la capa de éstos y la nobleza.

Se trata de utilizar la fuerza de la comicidad a favor de la integración en la sociedad, que el teatro defiende, por parte de grupos que pueden ser tratados cómicamente. [...] Entonces cabe utilizar estos recursos [cómicos], con cierta novedad, con renovada eficacia, a fin de promover la solidaridad de los individuos de la esfera de los servidores con el régimen social de privilegio que soportan a diario. (Maravall, 1977, pág. 24)

Es decir, el gracioso utiliza su comicidad y sabiduría popular para romper «la barrera social de incomunicación entre estamentos altos y bajos» (1977, pág. 25). Maravall también menciona a Freud quien «señaló que el placer cómico requiere la comunicación social» (1994, pág. 25). La figura del donaire tiene que ser en este sentido un elemento conservador de los valores de la época. Un enfoque semejante pero con conclusiones casi contrarias lo presenta F. Wiliam Forbes un año después de la publicación del ensayo de Maravall. Mientras que éste ve la comunicación entre las distintas capas sociales como un recurso a la conservación de los valores de la sociedad estamental, Forbes opina que el personaje de gracioso «is a structural entity or device which allows for an openness to change, an expansion of alternative modes of behavior» (1978, pág. 83) porque sin el personaje, el teatro habría llegado a ser «an intellectual construct without the revivifying attraction of enjoyment, fun, or “play”» (pág.

8 El estudio se llama «Relaciones de dependencia e integración social: criados, graciosos y pícaros» (1977). Además, intencionadamente no decimos «personajes» de criados, ya que el autor se ocupa también de las condiciones reales de la servidumbre, de la noción del trabajo y de varios cambios sociales relacionados. 22

83). Según él, los valores son poseídos por los personajes de la capa alta («main characters are truly “value-bearers”» pág. 81) mientras que el gracioso los facilita al público. Con estas cuestiones ya llegamos al último aspecto del personaje teatral destacado por Abirached: la interacción con el público (el «testigo» del personaje). Los mayores aportes acerca de este tema relacionado con la figura del donaire los tenemos que atribuir a Lázaro Carreter quien se ocupa, en su ensayo citado más arriba, de la función mediadora del gracioso. De hecho, habla de la función «triplemente mediadora». Según él, el personaje hace de puente entre los espectadores y el espectáculo, entre el espectáculo y los espectadores y, por último, entre el dramaturgo, concretamente Lope en este caso, y los espectadores. También otros autores pueden estar entre los espectadores: por ejemplo Góngora (se refiere, por supuesto, a las disputas entre estos dos autores que tenían lugar en sus versos). En cuanto a la línea espectadores – gracioso opina que el personaje es «alter ego de cada uno de los espectadores, a quienes con su pobreza y frecuente vulgaridad representa en el tablado» (1994, pág. 160) y con sus historias ejemplares y consejos intenta hacer más persuasivo lo que pasa allí. En la dirección contraria «ayuda a que el público admita la materia dramática que la escena propone» (1994, pág. 161). Por supuesto, hay muchos más enfoques y observaciones interesantes que van más allá de nuestro trabajo presente, y cabe esperar que en la investigación futura consigamos resumirlos y utilizar para el análisis.

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2. Reflejos del papel consiliario del gracioso en las obras

Este capítulo va a servir de resumen de las menciones de los consejos y sabiduría de la figura del donaire en las diez obras estudiadas. Nos hemos fijado en que su papel consejero es comentado a veces por el personaje mismo o por otros, lo que puede ayudarnos a comprender la esencia de esta función suya. Empecemos con los diálogos del propio gracioso con los que él mismo evalúa su papel consiliario. Creemos que la mejor síntesis de todos la encontramos en El perro del hortelano, una de las comedias cumbre del dramaturgo. El lacayo gracioso Tristán habla en el primer acto con la condesa para arreglar los líos de su amo, el secretario Teodoro. Primero pide perdón por sus «calzas» y trata de sacar provecho material de la situación explicando que su amo lo descuida porque no le da ropa nueva. A nosotros nos interesa, sin embargo, cómo él mismo estima su papel en esta relación lacayo-amo:

Y hace mal un caballero sabiendo que su lacayo le va sirviendo de espejo de lucero y de cortina en no traerle buen puesto. (vv. 607-610)

Las metáforas que utiliza son muy demostrativas. El espejo (que va a aparecer también en otros reflejos) significa justamente su función del contrapunto al galán que se nota también en sus consejos, con los que trata de enseñarle el lado contrario del asunto, poner límites a su idealismo o simplemente resumir lo que hace para que el caballero pueda reflexionar. Hemos encontrado otro ejemplo similar, y muy explicativo, de esta comparación con el espejo en Las bizarrías de Belisa, una de las obras más maduras9 y que, por lo tanto, puede ofrecer la mayor conciencia del papel consiliario del personaje. Incluso se trata del primer diálogo del personaje en la obra, que suele tener un gran valor caracterizador. Salen don Juan y su criado Tello a la escena:

JUAN Tello, el amor no gusta de consejos y más del inferior. TELLO ¿Qué mayor prueba de que el amor es loco sin los consejos, de la vida espejos? (vv. 369-372)

9 Se data de mayo de 1634 y la muerte de Lope de agosto de 1635. 24

En efectivo, vamos a ver que en sus consejos generales se refleja la vida (el contexto, el referente). A la hora de hablar de la metáfora de espejo podemos citar otro diálogo que resume muy bien esta función de los consejos. En el segundo acto de El acero de Madrid (1608 - 1612) aparecen músicos que cantan para alegrar a la dama Belisa sobre las penas de la niña enamorada. Gracias a esta canción, su padre llega a darse cuenta de que su hija ya estará lista para el casamiento y alaba la sabiduría de los consejos:

¡Oh cuánto a un hombre avisan y aconsejan las canciones suaves, y poesías, para enseñar los hombres inventadas! No en valde se inventaron las comedias primero en Grecia que en Italia y Roma: allí se ven ejemplos y consejos, porque son de la vida los espejos. (vv. 337-343, [subrayado nuestro])

Prudencio recuerda en este diálogo un hecho importante: en la comedia clásica griega el coro fue el elemento que unía el público con el drama, y con sus canciones revelaba hechos sobre los personajes y las acciones importantes. Como sabemos, una de las características básicas de la figura del donaire que se suele mencionar es la función del personaje-coro10. El círculo se cierra: Beltrán, el gracioso de El acero de Madrid, disfrazado de médico, mandó los músicos para alegrar a Belisa y así Prudencio, el padre de Belisa, llegó a entender el problema. Volviendo al primer ejemplo citado, de Tristán de El perro del hortelano, vemos que además del espejo se equipara al lucero. Podemos interpretar esta metáfora de dos maneras: primero como un elemento que lo protege, no obstante esta función suya se refleja más bien en la cortina. Por tanto, será más adecuado entender el lucero como algo que con su brillo ilumina y enseña el camino. De hecho, también en otros diálogos del personaje se nota la «conciencia» de tener el papel del que enseña, porque, si el personaje mismo habla de su papel funcional en el teatro, el público puede llegar a percibirlo como su característica inherente. Ya en La discreta enamorada (1606) Hernando conluye su largo sermón sobre las mujeres «libres» diciendo: «Afréntate de que yo/ te enseño el vivir.» (Acto I, vv. 375-376). En El perro del hortelano introduce otro largo diálogo sobre el olvido con estos versos: «Liciones te quiero dar/ de cómo el amor se pasa.» (Acto I, vv. 377-378). Añadamos en este lugar también un reflejo de su papel del «maestro» de otro personaje de la comedia. En el primer acto de El acero de Madrid Florencio, pretendiente de Marcela,

10 Más en nuestro estudio anterior: La función poética del gracioso, 2011, pág. 19. 25 habla con esta dama «chismeando» de otros personajes y revela que ayer vio a Belisa dejar caer un guante y que Beltrán, el gracioso, lo tomó:

pero yo sé que un picarón lacayo, injerto en truhán, que sirve al dicho galán ya de Mentor11 ya de alcon, lo tomó disimulado (vv. 629-634)

Es decir, el gracioso tiene que ser percibido aquí como un verdadero consejero del galán. Asimismo la denominación «halcón» es interesante por que insinúa su importancia para la intriga amorosa12. En este contexto, aparecen en las obras también numerosos reflejos de la habilidad del personaje, de su ingenio y sabiduría. Tanto en los diálogos del gracioso mismo (p.ej. «No me falta ingenio y arte» El amante agradecido, Acto III, v. 394) como en los de otros personajes. Cuando Tristán de El perro de hortelano inventa cómo unir a la condesa con el secretario, a pesar de la evidente imposibilidad social, ocurre la siguiente conversación:

TRISTÁN Si te diese remedio ¿qué dirás? TEODORO Que a ti se pasa de Ulises el espíritu. (Acto III, vv. 2543-2546)

Esta comparación del gracioso con el héroe griego aparece también en El mayor imposible (1615) cuando el galán lo presenta como el remedio del conflicto a la Reina:

LISARDO […] Si bien de aqueste criado, gran confianza he tenido, pues sobre ser atrevido, tiene un ingenio estremado. Con este norte navego. REINA ¿Tanto sabe? LISARDO Es de manera que, en Troya, otra vez pudiera meter el caballo griego. (Acto I, vv. 1133-1140)

11 Está escrito con letra grande ya que la palabra «mentor» proviene del personaje Méntor, consejero Telémaco en La Odisea. (apud Diccionario RAE) 12 El Diccionario de la Real Academia española de 2001 explica el término con siguientes palabras: «En el ámbito político, partidiario de medidas intransigentes y del recurso a la fuerza para solucionar un conflicto.». Vamos a ver en los siguientes apartados del estudio que sus consejos, de hecho, pueden llevar a la solución de conflictos. 26

Y cuando se encuentra con la Reina, sigue la alabanza:

REINA Llegaos más, mucho me huelgo de veros. RAMÓN ¿Qué jardín, o qué edificio soy yo? REINA El mayor artificio, desde los siglos primeros de la gran naturaleza, fue el ingenio, y el más digno de estimación. (vv. 1168-1175)

Si incluso la reina llega a creer que Ramón tiene la capacidad de resolver el conflicto:

RAMÓN Principio a esta empresa di, con pecho determinado; lo demás haga, señora, la fortuna. REINA Tú has de ser la fortuna. (vv. 1187-1192) no sorprende que el pasivo galán se confíe en él también. Dice Lisardo unos versos más abajo: «Yo pienso,/ Ramón, que también mi amor/ tendrá remedio en tu ingenio.» (vv. 1250-1252) y luego: «Pues yo me pongo en tus manos.» (Acto III, v. 2580). Una semejante fascinación por su ingenio se encuentra también por ejemplo en La noche de san Juan (1631), cuando la dama Leonor pregunta por él a su criada: «¿Quiéresle bien?» responde Inés: «Es discreto.» (Acto I, vv. 210-211). Tales son los ejemplos de los reflejos de la sabiduría del personaje y seguramente hay muchos más en el teatro lopesco. No obstante, a nosotros nos queda por descifrar o aclarar la última metáfora del gracioso de El perro del hortelano cuando se denomina a sí mismo como la cortina del caballero. Ya hemos dicho que esta expresión podía tener algo que ver con la protección que facilita a su amo. En el primer ejemplo de Las bizarrías de Belisa hemos visto que el gracioso intenta proteger al galán de la locura del amor con sus ingeniosos consejos. También otro reflejo del personaje se refiere a este hecho, esta vez en la comedia Amar, servir y esperar (1624 - 1635). El gracioso empieza a desesperar diciendo: «Ejemplos me faltan ya/ para templar tu locura.» (Acto III, vv. 672-673). Se refiere a las frecuentes historietas ejemplares que forman una gran parte de sus diálogos consiliarios y es, al mismo tiempo, uno de los recursos de sus consejos más divertidos.

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Su natural tendencia a protegerlo se nota también en el segundo acto de El perro del hortelano cuando rechaza recibir el mensaje para su amo de la criada Marcela. Expresa aquí con una enumeración de metáforas que se considera su fiel y leal protector:

que soy vaina de esta espada, nema de aqueste papel, caja de aqueste sombrero, fieltro de este caminante, (vv. 1494-1497)

En resumidas cuentas, hemos visto que en las comedias que vamos a analizar aparecen varios ejemplos de diálogos que demuestran que la figura del donaire tiene la función de aconsejar, sobre todo a su amo. El hecho más importante que resulta de los párrafos antecedentes es que se trata de su característica inherente. Los consejos del gracioso se vinculan en las obras estrechamente con su «ingenio» y capacidad de resolver conflictos. El personaje mismo suele autocaracterizarse como un elemento que enseña al galán el lado contrario de sus ideas (espejo), el camino apropiado (lucero) y como el que cumple su papel de fiel criado protegiéndolo (cortina). En los apartados siguentes intentaremos analizar la cara formal de sus consejos así como el papel funcional de sus consejos en la estructura dramática.

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3. El lenguaje de los consejos

Antes de profundizar la función de los consejos del personaje hay que determinar claramente qué es y qué no es un consejo. A la hora de identificar los consejos hemos considerado la función dramática del diálogo y hemos preguntado si se trataba de la función dramática de aconsejar13. Puede parecer irrelevante aclarar un asunto tan lógico pero es importante para no cometer el error de falsa analogía. Por ejemplo, hemos establecido varios tipos de consejos según los recursos lingüísticos utilizados, uno de ellos es el imperativo que a menudo está usado por el personaje y suele tener una importante función dramática. Un imperativo que sí podemos considerar un tipo de consejo representa el siguiente ejemplo: «Aquí, señor, te asienta,/ mientras que voy a ver de rama en rama/ quien con tanto dolor la muerte llama.» (Amar, servir y esperar, Acto I, vv. 68- 70). Sin embargo, hay imperativos que seguramente no tienen la función dramática de aconsejar. En la mayoría de los casos se trata de fórmulas o locuciones de época como: «Dadme esos pies» (El mayor imposible, Acto II, v. 1496). Ya hemos dicho que nuestro objetivo era investigar todos los consejos del personaje del gracioso, es decir, no excluir los que se refieran a otros personajes que al galán ni los consejos que vamos a llamar generales. Éstos no se refieren solamente al galán sino también indirectamente al público y están representadas por figuras pragmáticas como sentencias y definiciones, varios tipos de paremia e historias ejemplares. Sobre todo en el caso de la sentencia ha habido que tener cuidado con no confundirla con una frase en indicativo que se refiriera únicamente a la estructura dramática. Vamos a describir los recursos lingüísticos de los consejos más concretamente en el apartado adecuado.

13 Como ya hemos mencionado en el apartado de metodología, utilizamos la definición de la función dramática del diálogo teatral del libro Cómo se comenta una obra de teatro (2003) de José Luis García Barrientos, p. 59. 29

3.1. Volumen textual

Este capítulo va a dedicarse a la cuestión del volumen textual de los consejos del personaje de gracioso, o sea, vamos a investigar cuál es el porcentaje de sus consejos en las comedias estudiadas. Nos va a interesar el porcentaje en las obras particulares y el de los actos para llegar a conocer la importancia del volumen de sus consejos en las comedias, así como en sus tres partes. La porción de los diálogos consiliarios en los actos puede revelar hechos importantes sobre su funcionamiento en la fábula ya que, como se sabe, cada jornada tiene su función dada en la obra (véase pág. 33). Para llevar a cabo la estadística hemos contado el número de los versos en los que el personaje aconseja a diferencia de algunos estudios que cuentan el número de intervenciones de algún personaje. La razón está fundada en nuestro interés por el espacio dedicado a los diálogos del personaje en la comedia. Por ejemplo, las historias ejemplares de la figura del donaire suelen ocupar decenas de versos, un hecho que importa a la hora de evaluar el valor de sus consejos en las obras. Los números de los versos concretos, clasificados según actos y recursos, se encuentran en las tablas del anexo. Enterémonos primero de los porcentajes de los consejos en las obras en el siguiente gráfico, las obras están ordenadas cronológicamente. Una nota importante: se trata de los porcentajes de versos de consejos del total de los versos del personaje en la obra, es decir, no es el por ciento de todos los versos de la obra. (Por ejemplo, en La francesilla el 16 por ciento de los versos del gracioso tiene la función de aconsejar.) Obra completa (%)

50 45 45 40 34 35 34 35 28 30 25 23 25 20 16 15 15 15 10 5 0

30

A pesar de no tener un número suficiente de obras para valorar pertinentemente el desarollo del volumen de consejos en ellas, un hecho es obvio a primera vista: no hay aumento ni decrecimiento evidentes del porcentaje de los consejos a lo largo de la creación del dramaturgo. Otro hecho importante que se puede deducir de la estadística es que el porcentaje de los consejos del gracioso en sus diálogos oscila entre 15 y 45 por ciento. Al promediar los versos de los consejos con el total de sus versos hemos llegado al 27 por ciento. Es decir, casi una tercera parte de lo que dice el personaje tiene el fin de aconsejar. Ahora vamos a ver los números absolutos de los versos lo que nos va a aclarar más unos casos particulares.

Números absolutos de versos 800 otros 700 consejos 600

500

400

300

200

100

0

Resumamos los hechos más importantes que se dejan ver en el gráfico. Se cambia sobre todo el punto de vista de los casos extremos: el mayor porcentaje de consejos lo tiene la obra Quien ama no haga fieros mientras que en los números absolutos se trata de 143 versos, un número mediano. El perro del hortelano, que en el porcentaje tiene el «segundo puesto», en realidad cuenta con 229 versos de consejos lo que es mucho más y es el mayor número de todas las comedias estudiadas. Otra paradoja que vale la pena mencionar es el caso de Las bizarrías de Belisa que demuestran 34 por ciento de consejos y El amante agradecido con 25 31 por ciento. Como el gracioso de El amante tiene casi dos veces más diálogos en total que el de Las bizarrías parece aconsejar menos pero en realidad tiene 170 versos de consejos mientras que el otro solamente 136. Aunque no podemos deducir de nuestra estadística alguna relación entre la relativa gloria de las comedias y el número de los consejos puede resultar llamativo e interesante el hecho que la comedia con el mayor número de consejos es al mismo tiempo la comedia probablemente más famosa de las que tenemos en nuestro estudio. En lo que se refiere a La francesilla, la obra que incluimos para averiguar si haya una gran atención a sus consejos de parte del autor siendo la primera obra con gracioso, podemos decir que la porción de sus consejos es más o menos pequeña. No obstante, como hemos descubierto, la datación de la obra no es un rasgo relevante a la hora de evaluar los consejos del gracioso. Otra prueba de ello es el hecho de que El amante agradecido, la segunda obra más antigua de las analizadas, tiene el segundo mayor número de consejos de todas las que escogimos. La última cuestión que intentamos responder en este apartado se refiere al porcentaje de los consejos en los tres actos de las comedias. Concretamente nos interesa si en uno de los tres actos el gracioso tiende a aconsejar con mayor frecuencia y cuál pueda ser la razón si hay tales tendencias. Al computar los versos de consejos en cada acto y contar el porcentaje de éstos respecto a todos los versos de consejos en la obra (es decir la porción no el número absoluto ni la porción respecto a todos los diálogos) hemos llegado a la siguiente estadística: Actos (%) 90 80 70 Acto I Acto II 60 Acto III 50 40 30 20 10 0

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En este caso sí tenemos un resultado unívoco. En siete obras de las diez el gracioso dice la mayoría de sus consejos en el primer acto, en la mitad de los casos se trata incluso de más de 50 por ciento de sus consejos en la obra. En dos casos (La francesilla y La noche de San Juan) de los tres que quedan, el segundo y el tercer acto están más o menos en equilibrio en lo que se refiere al porcentaje de los consejos (alrededor del 40 por ciento) mientras que en Amar, servir y esperar la porción es totalmente invertida, prevalece el tercer acto y el primero cuenta con solo un 8 por ciento de consejos del gracioso en la obra. No podemos buscar la razón en el cómputo de todos los versos del personaje en los tres actos ya que éste es más o menos equilibrado (Acto I: 110; Acto II: 158; Acto III: 165). Donde sí podemos buscar la razón es en la estructura dramática de la comedia. En el primer acto se presentan todos los personajes principales y se plantea la intriga como siempre, no obstante, en este caso el enredo es muy complicado e incorpora muchos personajes por lo tanto no se dedica tanto espacio a la pareja del galán y su criado, y menos a las sentencias y paremias del gracioso que sirven muchas veces «como recurso de amplificación del contenido discursivo con la misma doble finalidad, intelectual (filosófica, persuasiva) y ornamental (que es la que más importa aquí).» (García Barrientos, 2007, pág. 75). Cada uno de los tres actos de la comedia lopesca tiene su función tradicional, recordemos los versos de Lope de Vega en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo:

En el acto primero ponga el caso, en el segundo enlace los sucesos, de suerte que hasta medio del tercero apenas juzgue nadie en lo que para (vv. 298-301)

En el primer acto, entonces, se plantea la intriga y se presentan los personajes. El lenguaje es, por supuesto, uno de los rasgos más llamativos de los personajes-tipo de la comedia nueva14. Cuando el personaje sale al escenario el público tiene que reconocerlo lo antes posible, lo que puede ser una de las razones por las que la figura del donaire suele tener la mayoría de sus típicos diálogos consejeros ya en el primer acto. Se distingue así de otros criados u otros personajes. El segundo y el tercer acto están dedicados más a la complicación del enredo y el desenredo y no siempre puede haber espacio para los «sermones» del gracioso.

14 Abirached dice sobre el discurso de la comedia: «obedece a una mecánica que tiene una cadencia muy precisa; para dar una imagen de la vida social, el lenguaje no reproduce su hablar, sino que lo somete a un trabajo de estilización» (1994, pág. 28). 33

Se puede presumir que en el segundo y el tercer acto prevalezcan los consejos dirigidos al galán u otros personajes y que tengan sentido más bien para el propio desarollo del desenredo, es decir, no tanto los consejos generales. Cuáles y cuántos son los recursos que utiliza el personaje para aconsejar es, sin embargo, la cuestión que pensamos resolver en el siguiente apartado.

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3.2. Recursos lingüísticos

Para clasificar los recursos lingüísticos que utiliza el personaje para aconsejar es conveniente establecer un número limitado de categorías, lo que puede resultar simplificador, no obstante, describiéndolas y presentando ejemplos trataremos de explicar su establecimiento y uso. Un hecho que justifique las categorías que inventamos es la presencia de casi todos los tipos de recursos en todas las comedias estudiadas, las excepciones son siempre las obras en las que los diálogos del gracioso no forman una parte muy grande. En este apartado también vamos a dar una vista general del uso de los recursos particulares, en las obras enteras y en los actos, lo que va a ayudar a la hora de analizar los consejos dentro de la estructura de las obras, es decir, cuando investiguemos en qué situaciones aconseja el gracioso y por qué (objetivo del apartado siguiente a éste). Como ya hemos mencionado en los Objetivos, hemos dividido los consejos, en un nivel más general, en los dirigidos a otros personajes (normalmente al personaje del galán) y los generales que siempre tienen la función dramática y caracterizadora y al mismo tiempo, no pudiendo llamarla función metadramática15, pueden transmitir un mensaje más universal que toca, indirectamente, también al público16.

3.2.1. Consejos dirigidos a otros personajes

Empecemos con el primer grupo de consejos, que contiene los dirigidos a otros personajes y su función suele ser importante para la estructura dramática. Al identificar los versos consiliarios hemos contado que el 90 por ciento de los consejos del gracioso que se dirigen a algún personaje de la obra se dirigen al galán. Es decir, su papel consiliario está, por lo menos dentro de este análisis nuestro, claramente orientado a su amo. En los casos relevantes vamos a demostrar, no obstante, también los consejos que da a otros. En la mayoría de los casos llamamos las categorías según su modo gramatical: Imperativo, Indicativo, Pregunta y un tipo de consejos que para nuestros propósitos clasificamos como Recomendación.

15 El diálogo de función metadramática es el que «se refiere al drama que se representa» (García Barrientos, 2003, p. 62) y se dirige únicamente al público. 16 En el capítulo sobre el papel del público en el teatro Robert Abirached habla sobre «tres nociones susceptibles de definir la relación entre personaje y espectador: placer, liberación y pedagogía» (p. 83, 1994). La última es, por cierto, la que expresa esta función de los consejos del gracioso. Como hemos explicado en la Introducción, en este trabajo no nos ocupamos de este aspecto pero intentamos investigarlo en el estudio futuro. 35

Vamos a explicar los criterios que utilizamos para esta distinción en los respectivos apartados siguientes.

3.2.1.1. Imperativo

En la introducción del análisis ya hemos dicho que el propio imperativo no siempre debe tener el valor de mandar. Se trata de los casos de las fórmulas y también de las situaciones en las que el gracioso no manda sino «recomienda», es decir, utiliza imperativo pero su diálogo expresa más bien su juicio. Vamos a explicar esta diferencia más detalladamente en el apartado sobre la Recomendación. Aunque hay opiniones contrarias nosotros hemos llegado a la conclusión de que la figura del gracioso ocasionalmente sí manda. Alfredo Hermenegildo escribe en su trabajo que se dedica sobre todo al personaje de Beltrán, el gracioso de El acero de Madrid: «Los criados no “mandan” a los señores en la comedia barroca. Sólo “mandan” a otros criados.» (1992, pág. 147). Es probable que los criados no pero los graciosos parecen hacerlo. La figura del donaire suele pertenecer al universo social de la servidumbre, no obstante, es sabido que la función dramática de este personaje tipo se difiere en muchos aspectos del resto de los criados. La verdad es que en El acero de Madrid no hay muchos imperativos utilizados en los diálogos del gracioso excepto las escenas en las que actúa disfrazado de médico17 pero en otras comedias manda y no solamente a los criados sino también a su amo, el galán, o incluso a los reyes. Como muestra ofrecemos los ejemplos siguientes. En el segundo acto de La discreta enamorada el galán Lucindo habla con Gerarda, de la que está enamorado. Sale su criado gracioso Hernando quien trata de retirarlo de ella (porque es una mujer «libre» que ha «perdido el honor») diciendo:

HERNANDO Déjala, ¡triste de mí! que te ponen culpa a ti. LUCINDO Gerarda, hablemos después. (vv. 327-329)

No sólo que el gracioso le mandó sino que el amo obedece inmediatamente. En la misma obra encontramos un ejemplo parecido, ahora utilizado con un grado social más alto,

17 Este hecho ya está descrito y destacado por Alfredo Hermenegildo en el citado estudio: «cuando Beltrán se difraza carnavalescamente de “doctor“, entonces sí asume repetidas veces la función imperativa frente a personajes del espacio señorial» (p. 147). 36 con el capitán Bernardo, padre de Lucindo. Al fin del segundo acto se quedan solos el gracioso y el Capitán, pasan dos caballeros que acaban de hablar con Lucindo:

HERNANDO Habla esos hombres. CAPITÁN ¡Ah, señores! Creo [...] (vv. 1045-1046)

Unos versos más abajo el capitán se enfada al averiguar que su hijo intenta casarse con su prometida y manda a Hernando que haga las maletas porque quiere enviarlos a Portugal:

CAPITÁN [...] Notifícale luego la partida. Cálzate las botas. HERNANDO Cásate primero. (vv. 1091-1093)

Este segundo caso no es un mandato propiamente dicho sino más bien un reniego e ironía, sin embargo, se nota muy bien que al gracioso no le importa usar el imperativo. La suprema capa social a la que el personaje osa mandar es la real. En la Jornada II de El mayor imposible el gracioso está presentado a la reina de España como «la fortuna» que puede resolver un asunto importante18. Al explicar a la reina su plan dice ésta:

REINA ¡Qué notable fingimiento! Haz prevenir seis caballos. HERNANDO Manda que vengan cubiertos de ricas mantas. (vv. 1228-1231)

Su diálogo no tiene solamente la función caracterizadora que demuestre su afición por el lujo sino también la dramática de necesitar caballos más decorados para que su fingimiento sea más verosímil; no se trata, por eso, de una broma, un comentario gracioso, una recomendación ni de un ruego sino de un verdadero mandato. El imperativo del gracioso lo hemos encontrado en todas las diez comedias analizadas y en todos los actos excepto dos. Se trata, en la mayoría de los casos, de uno o dos versos dirigidos al galán. Pongamos los ejemplos más típicos y demostrativos. La francesilla, Acto II: «Manda menos y anda más.» (v. 20); «Disimula, Feliciano.» (v. 428); «Camina, que te verán.» (v. 527); El amante agradecido, Acto I: «Déjalos tú que me esperen,/ que a fe que has

18 Como hemos señalado en el capítulo 2. Reflejos del papel consiliario del gracioso en las obras. 37 de ver y oír.» (vv. 427-8); La noche de San Juan, Acto III: «No hagas/ exclamaciones, que pueden/ oírte.» (vv. 686-7); «Mira que dan a Leonor;/ di que es tuya, llega y habla.» (vv. 837- 8). Los consejos en imperativo dirigidos al galán forman el 51 por ciento de todos los imperativos, el 31 por ciento lo forman los imperativos dirigidos a otros personajes y el resto (18 por ciento) es el caso especial de los imperativos que utiliza el personaje bajo un disfraz. Los imperativos «disfrazados» se refieren a las escenas de El acero de Madrid (comentadas por A. Hermenegildo) y al tercer acto de El amante agradecido. El gracioso Guzmanillo se difraza aquí de indiano rico para probar la honra de Lucinda ofreciéndole varios regalos fabulosos, al mismo tiempo que obliga a sus criados fingidos a que los traigan. Se demuestran aquí también otros rasgos típicos del personaje: la capacidad de inventar palabras o lenguas no existentes (p.ej. en el último acto de El perro del hortelano o el famoso latín macarrónico), la parodia y la autoironía que se nota en la exclamación de su último diálogo. Ponemos por lo menos un trozo de esta escena tan cómica:

GUZMANILLO Corre, tú, y trae por otra parte algo que alegrarla pueda LUIS Pienso que cerrado queda. GUZMANILLO Pues las llaves quiero darte. Trae treinta oritus. LUIS ¿Qué son, que no entiendo? GUZMANILLO Papagayos. LUIS ¿Treinta? GUZMANILLO ¡Qué necios lacayos! Treinta y cinco, y un millón; traigan un millón aquí de papagayos. ¿Qué es esto? (vv. 437-450)

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3.2.1.2. Recomendación

En este lugar resulta importante explicar el significado de la recomendación dentro de este trabajo para que se note el contraste del imperativo y este «imperativo suave». Ya no se trata, entonces, de un mandato en imperativo sino de un consejo que utiliza varias formas gramaticales y el personaje normalmente intenta sugerir la solución de un problema diciendo su opinión. Este tipo de consejo lo utiliza el gracioso más bien para persuadir aprovechando su arte de tratar a los nobles. Dentro de la recomendación hemos distinguido también varias especies que están utilizadas con mayor frecuencia. Empecemos con la mencionada solución de un problema que a veces lleva al desenredo de la obra entera (más sobre ello en el apartado de las funciones dramáticas). Un ejemplo típico de la recomendación-solución se nos ofrece en el tercer acto de El amante agradecido, que citamos unas líneas más arriba, cuando Guzmanillo inventa cómo probar el honor de Lucinda. Fijémonos que aquí también utiliza el imperativo gramatical pero ya no se puede considerar un mandato:

GUZMANILLO Enciérrale tres días donde a nadie pueda hablar, porque no pueda tomar incienso ni hechicerías. Así teniendo encerrada, esta bendita mujer donde no pueda tener hierba ni agua destilada ni otras cosas astringentes fruncíferas, juntatrices, podrás saber lo que dices con los medios aparentes. JUAN Bestial consejo. (vv.195-207) . GUZMANILLO Y cuanto toca a saber si es varia de condición y admite conversación por orden de esta mujer fíngeme indiano, y verás, con hábito disfrazado de ti y de otro acompañado que estéis oyendo detrás, cómo le saco la vida, el alma y la condición. JUAN No has dicho mejor razón,

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Guzmán. (vv. 212-223)

No será coincidencia que otra recomendación-solución también propone un disfraz, sin embargo, fijémonos aquí en los recursos utilizados. Beltrán, de El acero de Madrid, propone en el primer acto hacerse el médico utilizando el imperativo gramatical y la fórmula «si queréis» (refiriéndose al galán Lisardo y su compañero Riselo) y a propósito pretende humildad repitiendo «un poco que sé»:

BELTRÁN Ponedme a mí, si queréis, un hábito doctoral: que yo sé que no haré mal lo que los dos pretendéis. Un poco sé de latín de los récipes, y haré con esto poco que sé que tenga salud. (vv. 222-229)

Hay más recursos que utiliza para «suavizar» el consejo, por ejemplo presentándolo como su deseo o intento. El perro del hortelano, Acto I: «Liciones te quiero dar/ de cómo el amor se pasa.» (vv. 377-8); Acto II: «Por mí quiero que le des/ la mano esta vez, señor.» (vv.1922-3); El mayor imposible, Acto II: «Sangrarte mañana quiero/ de aquestas desconfianzas» (vv. 1260-1261). O simplemente utilizando palabra como «convenir» en vez del imperativo, Amar, servir y esperar, Acto II: «Que te vuelvas te conviene.» (v. 761). Un consejo concreto que podemos encontrar en muchas obras es cuando el gracioso propone a su amo que se vayan, lo incluimos en las recomendaciones ya que normalmente se utiliza en primera persona de plural y tiene por eso más bien la forma de sugerencia: La francesilla, Acto II: «Vámonos de aquí, señor» (v. 906); La discreta enamorada, Acto II: «Vámonos de aquí, señor.» (v. 85); Amar, servir y esperar, Acto III: «Porque acabemos los dos/ con necedad tan forzosa./ Vámonos de aquí, señor,» (vv.178-9); Las bizarrías de Belisa, Acto III:

Vámonos de aquí, señor, que si esto adelante pasa, te han de sentir y vendréis los dos a sacar la espada. (vv. 379-382)

Fijémonos en la oración condicional utilizada en el último ejemplo. Se trata de otro tipo frecuente de este consejo que calificamos como una recomendación. El gracioso no manda

40 directamente sino suele advertir qué podría pasar malo o bueno. La francesilla, Acto II: «Si no huyes, ten por cierto/ que no escapas de ser muerto.» (vv. 743-44); La discreta enamorada, Acto I: «Si vieres esta doncella,/ te doy palabra, señor,/ que olvides tu loco amor» (vv. 172- 174) etc. Mientras que muchos de los consejos del gracioso suelen ser «no solicitados» y criticados por su amo, hay consejos que son pedidos por él. Este hecho tiene gran valor para el presente análisis ya que se nota que el papel consiliario del personaje es muy importante. Casi un cuarto de las recomendaciones que concede el gracioso al galán, su amo, en nuestras obras estudiadas están directamente solicitadas y las encontramos en todas las obras, excepto La noche San Juan que contiene el menor número de consejos y no identificamos ninguna recomendación allí. No se trata de respuestas a varias «quejas» generales del galán sino de consejos realmente requeridos. Veamos unos ejemplos interesantes. En el segundo acto de La francesilla Feliciano y Tristán se encuentran en una situación peligrosa:

FELICIANO [...] ¿Qué haré, Tristán? TRISTÁN Solicita, señor, el postrer remedio, porque te tienen en medio la cruz y el agua bendita. (vv. 738-741)

En el mismo acto se presenta la dama francesa disfrazada de un lacayo español e intenta escapar con la pareja:

FELICIANO ¿Qué me dices? TRISTÁN Que la lleves. (vv. 1009-1010)

En el tercer acto incluso le da miedo al galán a volver a su casa, necesita un consejo:

FELICIANO [...] Tristán, ¿me iré o entraré? TRISTÁN Entra en tu casa, señor. (vv. 491-492)

Después de un verdadero sermón del gracioso Hernando en el primer acto de La discreta enamorada el galán sigue estando desesperado:

LUCINDO ¿Qué he de hacer? HERNANDO Buscar, señor, 41

una bella cifra. LUCINDO Luego ¿el amor se descifra? HERNANDO Sí. LUCINDO ¿Con qué? HERNANDO Con otro amor. (vv. 344-350)

Si el consejo está pedido forzosamente puede resultar poco serio porque el gracioso nunca quiere decepcionar a su amo y siempre inventa algo. Entonces cuando a finales del segundo acto de El acero de Madrid Lisardo y Riselo ven que sus damas están acompañadas por otros, dice Lisardo:

¿Qué me aconsejas, Beltrán? BELTRÁN Oíd. LISARDO Di presto. BELTRÁN El sol arde: una exclamación decid a los aires de Madrid porque en las nubes aguarde: que si crece el sol que arde, volveráse la niña: dirá que es tarde. (vv. 1179-1186)

La huida pertenece a los remedios favóritos del gracioso:

FELICIANO Pues Andrés, ¿qué puedo hacer cuando estoy fuera de mí? ANDRÉS Irte. FELICIANO ¿Cómo? ANDRÉS Con los pies. (Amar, servir y esperar, Acto II, vv. 780-784)

Por último, un ejemplo que demuestra que el personaje no siempre quiere dar consejos no solicitados. Se trata de la escena del tercer acto de El amante agradecido que ya hemos citado dos veces y vemos cómo empieza el plan de Guzmanillo. Después de un largo parlamento del galán en el que describe su situacion miserable, dice:

GUZMANILLO ¿Téngote de responder? JUAN Ahora quiero yo ver qué Cicerón vive en ti. GUZMANILLO Cuanto a temer si es doncella, llevarla a casa podrías y encerrarla quince días para que lo diga ella. JUAN ¿Qué dices, bestia? (vv.182-188)

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3.2.1.3. Indicativo

Este tipo de consejo es muy difícil de reconocer en el texto, no obstante, incluirlo en los recursos es imprescindible. Es cierto que la mayoría de todos los diálogos son en indicativo y no tienen que asumir la función dramática de aconsejar. Otra parte de los indicativos puede pertenecer a los consejos generales en forma de sentencias o paremias. Nosotros llamamos el indicativo tales diálogos que tienen la función de aconsejar sin que se trate de un consejo general. Quedémonos en la comedia recién citada para presentar unos ejemplos. En el primer acto se encuentran Juan y Guzmanillo con Leonarda y Lucinda, el gracioso siente una falsedad y le advierte a su amo diciendo aparte:

GUZMANILLO [...] (Esta mujer es un sacre. Cogerte quiere.) JUAN (Eso no, que la he visto enamorada.) GUZMANILLO (Mal conoces las garduñas. Tiene encogidas las uñas para darte guiñarada. [...]) (vv. 255-259)

Se nota, además, el famoso contraste del idealismo hasta ingenuidad del galán con el materialismo pero lealtad de su criado. De hecho, el criado aconseja sin mandar, sugerir ni utilizar sentencias ya que habla de un personaje concreto de la comedia. Hay muchas advertencias que el gracioso dice a su amo, pero solo algunos llegan a ser un consejo. Otro indicativo utilizado para tal propósito se encuentra por ejemplo en el tercer acto de Las bizarrías de Belisa. El gracioso Tello dice aparte: «El conde es éste. Gran sospecha tengo/ que te viene a matar con sus criados.» (vv. 165-166). Uno de los casos del indicativo utilizado por el gracioso en función de un consejo lo encontramos también en el tercer acto de La noche de San Juan cuando el galán con su lacayo están en busca de la dama, se nota que el indicativo consejero suele tener forma de una metáfora:

TELLO Estar aquí no es partido, que no es aguja Leonor para buscarla, señor, donde la habemos perdido. (vv. 157-160)

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Tampoco se debe confundir el indicativo consejero con las meras críticas que dice la figura del donaire y que hay muchas. Vemos que el ejemplo citado más arriba no podemos considerar una queja, sino más bien una argumentación para otro consejo en indicativo que da a finales de este diálogo: «Vamos a casa, que creo/ que allí la habemos de hallar.» (vv. 160- 162).

3.2.1.4. Pregunta

El último tipo de consejos dirigidos son las preguntas. Las hemos encontrado en ocho de las diez obras analizadas. Se trata del tipo de consejos de, probablemente, la menor representación estadística pero otra vez es imprescindible a la hora de calificar los recursos de los diálogos consiliarios. Por supuesto, no hablamos aquí de todas las preguntas que hace el personaje sino únicamente de las que tienen una clara función consejera. Nuestra categoría de preguntas se parece a la figura retórica de interrogación, descrita por García Barrientos como «uso de la forma interrogativa, no para preguntar, sino para reforzar una afirmación o la expresión de un sentimiento» (2007, pág. 84). No obstante, las preguntas del gracioso de las que vamos a hablar aquí se refieren únicamente al aconsejar. A veces las preguntas del gracioso pueden ser decisivas para el desenredo. Por ejemplo, en el último acto de El acero de Madrid aconseja Beltrán a la dama Belisa, indirectamente por la pregunta, cómo le ha de librar de la prisión:

BELTRÁN ¿Pues por dó quieres que vuele? ¿Nunca leíste la historia de Fernán González? BELISA Sí. BELTRÁN ¿Y de la Infanta que allí ganó tan alta memoria? BELISA Ya sé que con un vestido de mujer librarlo pudo; pero ponértelo dudo. (vv. 740-748)

Luego, de hecho lo disfraza y lleva así la trama al final feliz. Encontramos gran frecuencia de este tipo de preguntas a principios y a finales del primer acto de La discreta enamorada, siempre forman aquí parte de sus «liciones de amor» y son muy sugestivas. En el principio habla en contra de Gerarda utilizando preguntas como: «¿Ves cómo es cosa muy clara/ que con celos te enamora?» (vv. 353-354) o

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¿No te afrentas que una cosa que a todo viento blandea para estribarte sea enemiga poderosa? A tu hacienda pone cebo de celos hace sedal; pues ¿cómo que en hilo igual cuelgue discreto mancebo? (vv. 359-366)

Al final del acto, después de un largo diálogo en favor de Fenisa y sugiriendo una cita con ella dice el galán Lucindo: «Cosas me dices extrañas.» y Hernando responde: «¿Qué se pierde en que las pruebes?» (vv. 1198-1199), es como si dijera «Pruébalas.». Por último vamos a evaluar el volumen textual de estos recursos de los consejos dirigidos a otros personajes para averiguar cuál es el más utilizado y por qué. Hemos contado tanto el número de los versos de respectivas categorías (primera columna) como el número de los diálogos en estas categorías (segunda columna).

Consejos dirigidos 300

250 núm. de versos 200 núm. de diálogos 150

100

50

0 Imperativo Recomendación Indicativo Preguntas

Vemos que las porciones de los versos de los recursos se difieren de las de los diálogos sobre todo en el caso de las recomendaciones. Está causado por la ya mencionada brevedad de los imperativos (uno o dos versos) y la relativa longitud de los diálogos de las recomendaciones ya que éstas pueden tener la forma de oraciones condicionales o cualquier otra. Al mismo tiempo es evidente que prevalece el uso de los imperativos y de las

45 recomendaciones por el personaje y que, aunque el indicativo tiene un volumen textual comparable con el imperativo, el indicativo y las preguntas son recursos más bien marginales. El hecho más interesante de esta estadística puede ser el predominio de los diálogos en imperativo considerando que se trata de un personaje del ámbito de la servidumbre. En el siguiente apartado vamos a ver cuáles son y qué papel tienen los consejos generales del personaje.

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3.2.2. Consejos generales

Vamos a dedicarnos en este apartado a la presentación del segundo grupo de consejos, que para nuestro propósito llamamos generales. Como ya hemos mencionado, se trata de los consejos que no se dirigen únicamente a un personaje dentro de la obra sino tienen una validez general. Este tipo de consejos también sirve al personaje para aconsejar de manera discreta y un tanto indirecta. Cuando un consejo se generaliza no resulta ser una crítica directa y por eso suele ser conveniente en el trato del criado con su amo. En la mayoría de los casos se trata de las sentencias u otras figuras pragmáticas, historias ejemplares y un caso particular forman varios tipos de paremia, como refranes y proverbios. Es, no obstante, difícil reconocer todos los refranes populares de aquel tiempo y distinguirlos de las sentencias del personaje que están inventadas para la propia situación. Para la búsqueda e identificación de los refranes hemos utilizado el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas, publicado en 1906. No obstante, no conseguimos encontrar las sentencias «sospechosas» de ser refranes populares de aquella época (excepto un refrán de La francesilla) para comprobar su uso y distinguirlas de las sentencias del personaje. Por lo tanto vamos a considerar paremias solamente las sentencias que cita, es decir, cuando el gracioso indica en la obra que su sentencia no está inventada por él mismo.

3.2.2.1. Sentencias y otras figuras pragmáticas

La sentencia pertenece a las figuras pragmáticas y según García Barrientos (2003) es una «expresión breve y rotunda de un pensamiento profundo que se pretende de validez general» (pág. 73). Adelante el autor menciona que por ser una figura dialéctica19 «su sentido consiste en aplicar esa verdad universal al caso particular que se trata» (pág.73). Ya hemos dicho que la sentencia es uno de los recursos consiliarios más frecuentes del gracioso y se puede decir que el personaje muchas veces llega a ser el maestro de la aplicación de las verdades. Las sentencias, a menudo formadas por varios tropos, conceden mayor fuerza y gravedad a los consejos del gracioso. En este apartado no vamos a profundizar en el contenido

19 Diccionario general de la lengua española (2006): «Dialéctico - de la dialéctica o relacionado con ella»; «Dialéctica – Teoría y técnica rétorica de dialogar y discutir para descubrir la verdad mediante la exposición y confrontación de razonamientos y argumentaciones contrarios entre sí.» 47 de sus sentencias ni en las situaciones más típicas en las que las utiliza sino solamente pondremos unos ejemplos muy representativos. En el segundo acto de El amante agradecido el gracioso Guzmanillo utiliza sentencias (marcadas en la cita) para persuadir a su amo a que se fije en otras mujeres:

GUZMANILLO En viendo vuesa merced la caza, sin duda creo que hará un tiro. JUAN ¿Yo? GUZMANILLO El deseo le irá metiendo en la red, que antes los enamorados andan siempre a montería porque traen la puntería hecha en sus mismos cuidados. JUAN Maldito seas, amén. ¡Qué agudeza tan extraña! GUZMANILLO En estando en la montaña, todo hombre hace leña. (vv. 150-159)

La mencionada aplicación de las verdades al caso particular, como vemos, puede formar parte de un diálogo de distintos recursos retóricos. Lo mismo pasa también, por ejemplo, en el primer acto de El mayor imposible cuando el galán Lisardo expresa que tiene miedo del hermano de la dama a la que debe conquistar. Fijémonos en que la sentencia aparece en el diálogo como un tipo de paréntesis, el personaje suele aplicar las verdades de tal manera. El criado gracioso responde:

Bien puedes, que es temerario su hermano, pero no hay muro tebano, puestas torres, ni paredes, para amor que es para entrar sol, y para el alma fuego, y como ha tanto que es ciego, sabe cómo ha de cegar, mas si tú la quieres bien, por mujer te la dará, pues a ti tan bien te está, y a Roberto está tan bien. (vv. 542 – 552)

La sentencia es concluida a menudo con un epifonema (o aclamación), otra figura pragmática definida por García Barrientos (2003) como «Sumaria reflexión exclamativa que

48 cierra, como resumen y conclusión, un enunciado.» (pág. 74). Por ejemplo, en Amar servir y esperar conluye así el gracioso su sentencia sobre las mujeres:

Cuando las discretas callan, más negocian de secreto que cuando las necias hablan. ¡Oh, cuáles son las mujeres! (Acto III, vv. 807-810, subrayado nuestro)

. Otra figura pragmática, utilizada por el gracioso, que está estrechamente vinculada con la sentencia es la definición. El personaje se pone a definir con frecuencia varios conceptos para facilitar a su galán, e indiretamente a todo su entorno, otro trozo de su sabiduría. Hemos encontrado unos ejemplos de la definción en la mitad de las comedias estudiadas. Vamos a ver en los siguientes ejemplos cómo utiliza el gracioso este recurso. En el último acto de El amante agradecido Guzmanillo conversa con Belisa, una mujer no joven a la que Guzmanillo llama «mujer honrada» y la pone en contraste con las «muchachas»; explicando por qué éstas le son «enojosas» las define:

Muchachas todo es comer, dormir, trocar y vestir, ir a las fiestas, al río, a la procesión, al campo. (vv. 61-64)

Otra vez se pone a definir lo femenino en Quien ama no haga fieros en relación con los celos:

[...] son las mujeres, si hay revuelta de celos de su galán, baile de a cuatro, que están con otro hombre a cada vuelta. (Acto III, vv. 370-374)

En la misma obra encuentra una definición también para los celos mismos: «La puente de amor son celos» (Acto II, v. 772). Otro tema amoroso que le gusta tratar son los enamorados y sus relaciones. Una de las definicones más célebres se halla en El perro del hortelano donde describe a los amantes como «boticarios de amor» y sus cartas amorosas como «récipes». «Basta; que sois los amantes/ boticarios del amor;» (vv. 1374 – 1375) dice en el segundo acto y continúa con su

49 sermón hasta el verso 1407. En El mayor imposible comprueba esta visión suya definiendo «Todos los amantes son/ cifras o engaños.» (Acto I, vv. 505-506). Tratando los temas de las relaciones entre hombres y mujeres persuade a menudo a su amo a que olvide. En Amar, servir y esperar llega a inventar una definición de la memoria para que el galán entienda el caso y dice:

no es de bronce la memoria sino tabla con barniz, que se borra fácilmente y encima se sobreescribe. (Acto II, vv. 55-58)

Sin embargo, hay también varios temas que no tienen mucho que ver con el amor y el gracioso los tiene definidos. El juego, como recurso para ganar dinero: «Pues en faltando, es el juego/ un arte noble que gana/ con poca pena el sustento.» (El perro del hortelano, Acto I, vv. 626 – 628), los vecinos:

Vecinos esos son los que refieren toda una historia de amor, que no atendiendo a su casa, ven lo que en las otras pasa. (Quien ama no haga fieros, Acto I, vv. 51-56)

Ya hemos dicho que a menudo utiliza varios tropos en las sentencias y vemos que lo mismo pasa, por supuesto, también en las definiciones. En Amar, servir y esperar encontramos una de las alegorías más desarolladas e irónicas cuando «define» el lenguaje culto:

Por hablar con cascabeles, que es linda cosa el ruido, aunque no se diga nada, esta lengua disparada, que tan dilatada ha sido, tabaco de ingenios es, que los hace estornudar, toman humo para hablar y es todo viento después. (Acto III, vv. 24-32)

El resumen de las definiciones del personaje ya insinúa cuáles serán los temas más destacados e importantes de sus consejos, no obstante, antes de enfocarlos, veamos otros recursos que emplea el personaje en los generales.

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El último tipo de figura pragmática que encontramos en sus consejos de las diez obras es el dialogismo combinado con el apóstrofe. El dialogismo (o sermocinación) es «ficción de diálogo (incluido el soliloquio): el autor finge que su discurso lo pronuncia otra persona, cuyo estilo y voz imita; o, dicho de otra manera, pone en forma de diálogo las ideas, sentimientos etc. de los personajes. Es recurso constitutivo del género dramático, cuya modalidad discursiva es precisa y forzosamente el dialogismo.» (García Barrientos, 2003, pág. 76). El dialogismo es una figura pragmática de ficción enunciativa, es decir, en este caso el gracioso modifica la realidad para demostrar algo al galán. En el siguiente ejemplo vamos a observar cómo lo utiliza en un ejemplo concreto. Allí nos encontraremos también con el mencionado apóstrofe, otra figura retórica que, entre otras cosas, decora el lenguaje del gracioso. El mismo autor define el apóstrofe (marcado en nuestro ejemplo) como «personificación del destinatario del discurso, al que se apela, produciendo un brusco y efectivo giro en la exposición.». Que es precisamente lo que el gracioso hace en el siguiente ejemplo. En el primer acto de Las bizarrías de Belisa la pareja galán-gracioso está en busca de Lucinda en el Soto de Madrid. Es una dama de la que el galán, Juan, está enamorado. Ella corresponde su amor pero luego lo desprecia porque Juan pierde su riqueza. Como siempre, su criado inventa una manera de ayudar aconsejando.

TELLO Preguntemos por ella. JUAN ¿A quién? TELLO A este Soto, éjército de conejos. Diga, señor Manzanares, sacamanchas de secretos, a quien debe su limpieza la información de los cuerpos, el que lava en el verano lo que se pecó en invierno, cuya espuma es de jabón, cuyas orillas de linzo, ¿ha visto vuesa merced una mujer de buen gesto, muy enemiga de amores, muy amiga de dineros, que desde pobres acá la perdió don Juan por serlo, y con ella una criada, centella de aqueste fuego, que le hurta los borradores, como los poetas versos? Habla el río “Esa mujer

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que habéis perdido, escudero, está en casa con Octavio almorzando unos torreznos, con sus duelos y quebrantos. Tal me vinieran los duelos!” ¿De qué lo sabéis buen río? “De que estoy en su aposento en un cántaro, que al rostro le doy el primer bosquejo.” ¿Oyes lo que dice el río? JUAN Oigo que vienes muy necio. (vv. 757-791)

El enojo de Juan del último verso no se debe únicamente a la forma lúdica del diálogo de Tello sino también a la crueldad de sus verdades, cubiertas en este «juego». Precisamente tales verdades son las que el gracioso suele emitir en sus consejos generales.

3.2.2.2. Paremias y sus citas

Antes de resumir el volumen textual de los varios tipos de los consejos generales hay que mencionar un hecho interesante en este lugar. En La francesilla, como la primera comedia lopesca con gracioso, no hemos encontrado ni una sentencia. Los únicos consejos generales son el refrán20 a finales del segundo acto y un «refrancete» citado a finales del tercero. No obstante, se encuentran algunas sentencias en cada una de las obras posteriores que investigamos aquí. Este hecho puede indicar que la capacidad de sentenciar del personaje no fue pensada como su característica básica sino que se desarolló con el tiempo y con el número de comedias del autor21.

20 Diccionario general de la lengua española (2006) define las voces de manera siguiente: «Refrán - frase de origen popular repetida tradicionalmente de forma invariable, en la cual se expresa un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza; particularmente la que está estructurada en verso y rima en asonancia o consonancia»; «Proverbio - frase de origen popular repetida tradicionalmente de forma invariable, en la cual se expresa un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza» e introduce la misma definición también para la voz «Paremia». El Diccionario de la lengua española de la Real Academia española (2001) ofrece estas definiciones: «Refrán - dicho agudo y sentencioso de uso común.»; «Proverbio. (Del lat. proverbĭum). Sentencia, adagio o refrán.»; «Paremia. (Del gr. παροιμία, proverbio). Refrán, proverbio, adagio, sentencia.» 21 Una posible explicación la podemos encontrar en el hecho que en 1605 se publica Don Quijote. El personaje de Sancho Panza es uno de los mayores «propagadores» de las sentencias, refranes y otros recursos lingüísticos de la sabiduría popular. Como el éxito del libro fue inmediato podríamos presumir que Lope se hubiera inspirado en este personaje, justamente en los recursos retóricos de los consejos. Por otro lado, en lo que se refiere a nuestras obras estudiadas: aún en La discreta enamorada (1602) encontramos más consejos generales que en El acero de Madrid (1606). Es decir, el Quijote podría ser una de las influencias, pero siempre depende de las obras 52

Incluso el refrán del segundo acto de La francesilla es el único que hemos podido encontrar en las fuentes literarias. Se trata de los dos versos marcados en la siguiente cita22:

Bueno fuera haber callado y no tener que llorar, que el ganso, por el graznar, muere a manos del soldado. (vv. 838-841)

Veamos ahora los casos de las paremias citadas. Ya hemos mencionado que el primero se encuentra a finales de La francesilla. El gracioso Tristán explica a su amo que es posible dejar de querer a la esposa después de la boda y hace su consejo más serio recordándole:

¿No has oído el refrancete del sacristán de san Pablo que de tratar el retablo no le quitaba el bonete? (vv. 1079-1082)

En Las bizarrías de Belisa no habla de un refrancete sino de un aforismo, otro recurso de sabiduría popular.

Como la sirve el conde, ser podría que se enojase, y nunca el que es prudente hizo pesar al hombre poderoso por no dar en sus manos algún día; que el desigual lo que es posible intente tengo por aforismo provechoso. (Acto III, vv. 163-168, [subrayado nuestro])

En el resto de los casos el personaje siempre menciona que se trata de una cita de un sabio o de un poeta:

Es [la memoria] enemigo que vive asido al entendimiento, como dijo la canción de aquel español poeta; (El perro del hortelano, Acto I, vv. 409-412)

individuales. Además, para comprobar la influencia no tenemos un corpus bastante extenso. Quizás en un estudio futuro podamos dedicar una parte a la evaluación de tal influencia y de la influencia histórica de Sancho en los consejos del gracioso en general. 22 Una mención de esta paremia aparece en el artículo «El soldado en el refranero (II)» y está comentada con palabras siguientes: «recomienda no hacerse notar en demasía por aquello de que podría tener malas consecuencias, como sucede al ganso que grazna sin saber que en las proximidades merodea un soldado hambriento» (Álvárez Díaz, 2006, pág. 45). 53

Toda es vana arquitectura; porque dijo un sabio un día que a los sastres se debía la mitad de la hermosura. (El perro del hortelano, Acto I, vv. 423-426)

Cierto poeta decía que eran todos los amantes unos vestidos danzantes, a quien son el tiempo hacía; que como no es la razón la que ha de guiar la danza, no hay más duda en la mudanza, que en hacer el tiempo el son. (El mayor imposible, Acto I, vv. 509-516)

En el primer acto de La discreta enamorada podemos encontrar una paráfrasis de un proverbio de Solón23, en que se nota la influencia por la sabiduría de la Antigüedad:

Lo que aquel sabio decía por las leyes, muy mejor por la mujer de amor ahora decir podía. Son como las telas de araña, pescan moscas débil gente; mas no el animal valiente, que las rompe y desmaraña. (vv. 367-374)

Podemos observar que sus refranes citados se ocupan otra vez, ante todo, de los temas de amor, mujeres y relaciones entre hombre y mujer. El tema de la memoria y el olvido vuelve a tener un puesto importante aquí también. Vamos a ver si lo mismo encontramos en sus historias ejemplares que es el objeto del siguiente subapartado.

23 Solón de Atenas (638 a. C. – 558 a. C.) fue un poeta y estadista griego. Según Diógenes Laercio su frase original suena: «Las leyes como las telarañas; pues éstas enredan lo leve y de poca fuerza, pero lo mayor las rompe y se escapa.» (, 1887, pág. 49). 54

3.2.2.3. Historias ejemplares

Este tipo de consejos se considera en el teatro del Siglo de Oro casi un género especial, por lo menos podemos decir que es un recurso muy típico de la comedia nueva y muy frecuentemente utilizado24. En la introducción del trabajo de Vern G. Wiliamsen se nos recuerda cómo satirizó este hecho Juan Ruiz de Alarcón en su obra Los favores del mundo de 1617-1618. Wiliamsen dice al respecto: «Alarcón satirized the tendency of other contemporary Spanish dramatists to insert short stories or ejemplicos in a comedia» (1971, pág. 62) y cita:

Y estando en lo más famoso, grave, fuerte y apretado, saliera el señor criado con un cuento muy mohoso o una fábula pueril de la zorra y el león, y la más alta cuestión concluyera un hombre vil. (Acto II, vv. 92-99)

Es una ironía (probablemente intencionada) que se trata de un diálogo del gracioso Hernando. Joseph E. Jones incluye la popularización del cuentecillo en la lista de las contribuciones de Lope de Vega25, un hecho que también puede resultar del papel de Lope en la popularización del teatro en general. Además, hemos descubierto que en las comedias lopescas existe una relación evidente entre el año del surgimiento de la obra y el uso de las historias ejemplares por el gracioso. El recurso no aparece hasta El perro del hortelano (1613-1615), es decir, no lo hemos encontrado en las comedias anteriores (La francesilla, El amante agradecido, La discreta enamorada y El acero de Madrid) mientras que en El perro, y en las obras posteriores, la historia ejemplar ya se encuentra siempre26. Este hecho probablemente esté vinculado con la madurez del gracioso de la que habla Jesús Gómez en su libro sobre la figura del donaire27 y menciona aquí El perro del hortelano como una de las primeras obras de madurez. Unos de los rasgos más importantes del gracioso son, según Gómez, la comicidad y la importancia

24 Véase más en Buchanan, Milton. «Short stories and Anecdotes in Spanish Plays». Modern language Review 4 (1908): 178-184; 5 (1910): 78-89. 25 «Lope also popularized the “little story”» (1936, pág. 155). 26 Una excepción es La noche de San Juan en la que el gracioso tiene muy bajo número de consejos y diálogos en general. 27 La figura del donaire o el gracioso en las comedias de Lope de Vega (2006), pág. 111. 55 para la trama. Las dos cosas tienen algo que ver con las historietas ejemplares ya que suelen tener la función cómica y consiliaria a la vez. El objetivo de las historias ejemplares no se difiere mucho en varios dramaturgos. Wiliamsen dice al respecto «most of the stories were intercalacted by the poets of Siglo de Oro as ornamentation or for didactic purposes related to the inmediate scene in which they appear» (1971, pág. 62). El autor explica adelante qué función dramática tienen los cuentecillos en las obras de Mira de Amescua, un contemporáneo de Lope. En la mayoría de los casos cita historias ejemplares de la figura del donaire. También según Joseph E. Jones podemos atribuir el uso de este recurso lo más corrientemente a este personaje tipo, no obstante, menciona sobre todo el objetivo cómico de las historias, afirma en su trabajo: «These stories were used for comic effect and usually related by the gracioso» y añade un hecho importante «to prove some point he had made.» (1936, pág. 155). Lázaro Carreter afirma lo mismo e incluso lo vincula con la verosimilitud de la fábula: «Cuentos y consejillas que los graciosos narran, muchos de origen popular, funcionan como exempla que ayudan a hacer persuasivo lo que en la intriga sucede.» (1992, pág. 162) El gracioso realmente utiliza los cuentecillos para comprobar un consejo que da. Hemos encontrado solamente una historia, contada por este personaje, en las diez comedias que no tiene el fin de aconsejar o comprobar algo sino solamente el de divertir, en comparación con quince historietas suyas que tienen una clara función consiliaria. Ahora bien, pongamos unos ejemplos de sus historietas ejemplares para ver cómo las utiliza. La temática otra vez gira, en la mayoría de los casos, alrededor de lo amoroso: las mujeres, cómo son, cómo olvidarlas y cómo conquistarlas. Lo importante en este lugar es que normalmente las historietas comprueben un consejo (muchas veces en forma de sentencia), ésta puede anteceder la historia o ir detrás de ella. El gracioso Tello trata de enseñar a su amo en Las bizarrías de Belisa que el favor de una mujer no se consigue sino haciendo piropos:

Mira que se suele cubrir con capa de verdad, y el que se llama galán, no ha de aguardar a que la dama le requiebre primero. Iba un fraile devoto caballero, y cuando tanta espuela le metía a la mula, decía; "Arre, por caridad, hermana mula." (Acto III, vv. 179-187, [subrayado nuestro])

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Encontramos un consejo pospuesto a la historieta por ejemplo en Amar, servir y esperar en una escena en la que se trata el tema de la comedia: esperar demasiado.

A su señora un villano se atrevió necio una siesta, y ella a matarle dispuesta tomó una daga en la mano. Creciendo más su porfía el golpe no ejecutaba, por ver en lo que paraba, aunque la daga tenía. Tanto esperó, que el villano salió con lo que intentó, pero vio en lo que paró siempre la daga en la mano. Señor, ¿adónde camina tu loca imaginación?, ¿es tema o es afición que el alma te desatina? No se cuenta de hombre humano tanto amar, tanto esperar, mira que te has de quedar con la esperanza en la mano. (Acto III, vv. 215-234, [subrayado nuestro])

Quien ama no haga fieros es una obra muy rica en las historietas del gracioso, solo en el primer acto encontramos tres y en el último hay un «doble cuentecillo» especial. El galán Feliciano se queda asombrado por la «mudanza» de Ana. Aunque se había declarado enamorada de él, en seis horas de ausencia de Feliciano se casó con otro. Como no lo consuela una sentencia de Gastón, el gracioso, éste decide utilizar dos historias ejemplares encadenadas, la primera más bien para divertir (aliviar), la segunda para educar:

Seis dices, de eso te espantas, pues tu ingenio no adivina que son casas de la China, compuestas de piezas tantas que en un hora un caballero muda a otro barrio su casa pues así esta gente pasa su casa al barrio primero. Preguntaron a un letrado, como firmeza tendría una mujer, y aquel día, después de haberlo estudiado, dijo, mil libros leídos, y advirtiendo en sus antojos como naciera sin ojos, y tapados los oídos.

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(vv. 278-293; [subrayado nuestro])

Hemos visto que el personaje cuenta con una serie de recursos gracias a los que reparte su sabiduría divirtiendo y refiriendo a la sabiduría popular. En los siguientes párrafos nos va a interesar con qué frecuencia utiliza los varios tipos de consejos generales y si, según nuestra hipótesis del primer capítulo sobre el volumen textual, la mayoría de los consejos generales se halla en el primer acto donde el personaje se caracteriza.

Consejos generales 300

250 núm. de versos 200 núm. de diálogos 150

100

50

0 sentencia historia ejemplar definición paremia dialogismo

Vemos en el último gráfico que, sin menor duda, «gana» la sentencia con 77 diálogos y 272 versos en las diez obras. El segundo recurso más utilizado para dar consejos generales son las historias ejemplares que cuentan con 15 diálogos pero 194 versos y se comprueba así lo dicho en el capítulo del volumen textual: las historias suelen ser muy largas y ocupar más versos en comparación con otros recursos. Lo mismo pasa con el dialogismo, aunque hemos encontrado solamente un caso, ocupa más de treinta versos. La definición y la paremia, citada o no, son más bien unos casos más especiales de la sentencia. Concluyamos diciendo que el gracioso, de hecho, sentencia mucho. ¿Cuándo da sus consejos generales con mayor frecuencia? Nos responde el siguiente gráfico.

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Consejos generales 400

350

300 núm. de versos 250

200 núm. de diálogos

150

100

50

0 Acto I Acto II Acto III

Hemos contado todos los versos y todos los diálogos de los consejos generales en cada acto y hemos llegado a un resultado evidente: en el primer acto se utiliza la mayoría de las sentencias y otros consejos generales del gracioso, en concreto 349 versos en 58 diálogos contra 154 versos en el segundo y tercer acto (una interesante coincidencia de números) en 25 y 27 intervenciones consiliarias del personaje. Se comprueba así nuestra presunción del primer capítulo que el gracioso utilice la mayoría de sus consejos generales en el primer acto. Ya hemos insinuado en el mismo lugar la razón por la que el gracioso da en la primera jornada más consejos generales que en el resto de la obra: es el lugar donde se caracteriza y se hace reconocible. Otra razón puede ser que en este acto normalmente no hay tanta acción y por eso queda espacio para sus «sermones» e historias ejemplares.

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4. Funciones dramáticas

En este apartado trataremos de responder la pregunta cuál es la función dramática de los consejos del gracioso y, más concretamente, en qué situaciones y qué aconseja el personaje a su amo, a otros personajes o, indirectamente, al público. Detrás de cada de estas cuestiones se encuentra el omnipresente, y muchas veces el más importante e interesante, por qué. No intentamos resolver en este trabajo el por qué de todos los tipos de consejos pero una de nuestras conclusiones podría llegar a insinuar si existe alguna pedagogía de este personaje dentro de la obra, es decir, hacia el galán. Podemos observar que las funciones de los consejos del gracioso corresponden a las funciones del lenguaje de Roman Jakobson. Éste describe seis funciones básicas del lenguaje según seis factores de la comunicación verbal28. El propio autor de la teoría la explica de manera más breve y comprensible:

«El DESTINADOR manda un MENSAJE al DESTINATARIO. Para que sea operante, el mensaje requiere un CONTEXTO de referencia [...] que el destinatario pueda captar, ya verbal, ya susceptible de captar; un CÓDIGO del todo, o en parte cuando menos, común a destinador y destinatario [...]; y, por fin, un CONTACTO, un canal físico y una conexión psicológica entre el destinador y el destinatario» (1975, pág. 353)

La función determinada por el destinador la llama emotiva29 (o expresiva), del mensaje se deduce la función poética, el destinatario determina la función apelativa (o conativa), el contexto la función referencial (o representativa), el contacto la función fática (o de contacto) y el código la función metalingüística. Para el propósito de la investigación de los consejos, las más importantes serán la emotiva, la apelativa y la referencial ya que la figura del donaire suele con sus consejos: llamar la atención sobre sus rasgos característicos (expresiva), influir en la acción de otros personajes (apelativa) y educar con el contenido de sus consejos generales (referencial). La función poética también es muy importante en los diálogos del gracioso pero no se trata de un

28 Amplía así los tres factores de Karl Bühler (el destinador, el mensaje y el destinatario) y las tres funciones que provienen de estos elementos (emotiva, referencial y apelativa). Para nuestro trabajo hemos utilizado la característica de Jakobson porque es posterior y más avanzada. 29 Para los propósitos de nuestro estudio vamos a utilizar la palabra «expresiva» porque concuerda con el hecho que la figura del donaire expresa sus cualidades. Como no se cuenta con una psicología del personaje-tipo la voz «emotiva» no resulta conveniente. 60 rasgo constituyente de sus consejos sino de su lenguaje como conjunto30. Las funciones fática y metalingüística también aparecen en sus diálogos pero tampoco tienen importancia en sus intervenciones consiliarias. Según Jakobson, el mensaje no suele tener una única función sino que «la estructura verbal de un mensaje depende, primariamente, de la función predominante.» (1975, pág. 353). Por lo tanto nosotros también vamos a distinguir los consejos según la función que prevalece. Es cierto que el consejo como tal siempre tiene la función apelativa porque se orienta al destinatario pero no predomina en todos sus diálogos que tienen el fin de aconsejar. Ahora bien, expliquemos mejor en qué consisten las tres funciones básicas de sus consejos. «La llamada función EMOTIVA o “expresiva”, centrada en el DESTINADOR, apunta a una expresión directa de la actitud del hablante ante aquello de lo que está hablando.» (1975, pág. 353) dice Jakobson. La función expresiva prevalece en los consejos que representan y subrayan los rasgos característicos de la figura del donaire. Concretamente se trata de los consejos que expresan su afición a comida, bebida, comforte y dinero, y al mismo tiempo los consejos que revelan su lealtad y cierto valor. El personaje normalmente no influye en la acción de otros en este tipo de consejos por eso la función expresiva predomina aquí sobre la apelativa. Esta última función con «orientación hacia el DESTINATARIO [...] halla su más pura expresión gramatical en el vocativo y el imperativo» (1975, pág. 535), prevalece en los consejos que tienen gran influencia en la acción de otros personajes, normalmente en su amo: el galán. Se puede tratar de las situaciones en las que el gracioso empuja la acción del galán o de otro personaje y empuja así la trama en general. Otros consejos, al contrario, tienen el fin de calmar o apaciguar la acción de otro personaje. También hay un tipo especial pero muy frecuente de consejos apelativos con los que aconseja a escapar o esconderse. Podemos incluir en estos también los consejos en los que el gracioso urde el enredo, lo que muchas veces es muy importante para el desenredo, ya que suele «regular» así la acción de varios personajes. Los consejos en los que la función más importante es la referencial, por orientarse al referente (o contexto), correspenden muchas veces a los consejos que en el apartado sobre recursos lingüísticos llamamos generales. Aquí vamos a enfocarlos, sin embargo, desde el punto de vista de su función dramática por lo tanto nos concentraremos en el contenido y los

30 Hemos dedicado nuestro trabajo anterior a la cuestión de la función poética de los diálogos de la figura del donaire: La función poética del gracioso: Análisis de las funciones de los diálogos del personaje de gracioso en el teatro de Lope de Vega con enfoque a la función poética, 2011. 61 temas de estos consejos que remiten una información sobre el mundo que rodea los personajes, eso es, sobre el contexto. Ya hemos visto que muchos de los consejos se refieren al amor y temas relacionados pero hay también temas diferentes que se repiten en sus consejos en las distintas comedias. El número de los tipos de consejos (p.ej. consejos referenciales de amor) que aparecen en las comedias aumenta desde La francesilla de acuerdo con los años, «culmina» en La discreta enamorada donde hemos encontrado nueve tipos de consejos, y luego se estabiliza en unos cinco o seis tipos de consejos en las comedias de madurez. Como si el autor buscara la mejor forma del personaje y sus consejos. Se trata solo de una hipótesis porque, por supuesto, no podemos presumir que Lope contaba los varios tipos de consejos pero la verdad es que llegó a preferir ciertos tipos. Ya hemos comentado que en toda La francesilla solo hay dos consejos generales (también referenciales) y podemos añadir que el número de los consejos referenciales aumenta en las comedias posteriores e incluso prevalece en algunas (p.ej. en El mayor imposible). Trataremos de presentar las categorías y los tipos de consejos en los siguientes apartados y vamos a poner ejemplos junto con características más concretas y más profundas. Empecemos por los consejos con la predominante función apelativa que suelen ser las más importantes para la trama.

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4.1. Consejos apelativos

Ya hemos dicho que se trata de los consejos que el gracioso da para influir en la acción de otros personajes, en la mayoría de los casos en la del galán. Vamos a ver ahora cuándo y de qué manera regula la trama con sus consejos.

4.1.1. Empujar y activar

El personaje del gracioso es considerado a veces por varios teóricos como el elemento activo en la pareja galán-gracioso. Ya José F. Montesinos opina que «el gracioso es inteligencia práctica y la verdadera figura activa en muchos casos.» (1967, pág. 29) y su actividad también proviene lógicamente de su papel de la contrafigura del galán que «perdido en sus ensueños, no da con la llave que le abra la puerta de lo real.» (Ruiz Ramón, 2000, pág. 140). Esta capacidad del personaje se puede relacionar también con su función económica de la que habla Lázaro Carreter. Esta función no se refiere, según él, «solo al ahorro de personajes, sino también, y principalmente, de escenas o de fragmentos de diálogos cuyo desarrollo frenaría el ritmo rápido de la acción» (1992, pág. 164). Por lo tanto una de las funciones dramáticas más importantes de sus consejos es la de empujarlo a la acción. Por ejemplo, en la escena típica de los primeros actos cuando el gracioso trae una carta (normalmente amorosa) a su amo31 y se inicia así la intriga, casi siempre el criado tiene que incitarlo a que no hable más y lo abra, y empuja así la trama. Ya en La francesilla dice: «Abre más quedo la nema/ si no es que el papel te comas.» (Acto I, vv. 122-3); «Lee, español o francés.» (Acto II, v. 889) así como en El acero de Madrid: «Lee, señor, por tu vida.» (Acto I, v. 169) y en El perro del hortelano: «Léele, por vida mía» (Acto II, v. 1356). Otro tipo de situación que hace que el gracioso empuje a su amo a una acción es cuando hay que contactar con otro personaje.

Franceses son de Lyon. Bien es que hablallos procures, que, al fin, caballeros son. Llega. (La francesilla, Acto II, vv. 189-192)

31 Además de los ejemplos presentados, la carta amorosa a principios del primer acto en nuestras comedias estudiadas también aparece en Quien ama no haga fieros y en El mayor imposible. 63

Y en La discreta enamorada, como sabemos, incita también al Capitán: «Habla esos hombres.» (Acto II, v. 1045). Muchas veces lo persuade a contactar con una dama y se nota el papel de alcahuete del gracioso.

JUAN ¡Ay, puerta! ¡Ay, dulces rejas! A Lucinda llevad mis tristes quejas. TELLO Pues ya que llegas, llama. JUAN Aun llegar a llamar teme quien ama. (Las bizarrías de Belisa, Acto I, vv. 444-447)

En casi todo el primer acto de La discreta enamorada aconseja a Lucindo a contactar con Fenisa y le explica su comportamiento de ella:

HERNANDO [...] Dejóle caer adrede, si la vista no me engaña, y lo que a tu padre dice de que la escribes y cansas, es decirte que la escribas, y que por las rejas bajas vengas a hablarla de noche. LUCINDO Cosas me dices extrañas. HERNANDO ¿Qué se pierde en que las pruebes?

En el primer acto de El perro del hortelano Tristán se pone a unir a su amo con la criada de la condesa casi violentamente:

TRISTÁN [...] Haz cuenta que fue cometa aquel amor. Ven acá, Teodoro. [...] TEODORO: ¿Si ya Marcela, a Fabio sujeta, dice que le tiene amor, por qué me llamas, Tristán? TRISTÁN ¡Otro enojado! TEODORO Mejor los dos casarse podrán. TRISTÁN ¿Tú también? ¡Bravo rigor! Ea, acaba, llega, pues, dame esa mano, y después que se hagan las amistades. TEODORO: Necio, ¿tú me persüades? TRISTÁN: Por mí quiero que le des la mano esta vez, señor. TEODORO: ¿Cuándo he dicho yo a Marcela

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que he tenido a nadie amor? Y ella me ha dicho... TRISTÁN: Es cautela para vengar tu rigor. MARCELA: No es cautela; que es verdad. TRISTÁN: Calla, boba. ¡Ea, llegad! ¡Qué necios estáis los dos!

El papel del gracioso en El mayor imposible es bastante importante ya que su «ingenio» tiene que resolver el conflicto de «el mayor imposible» en favor de la reina. Ésta afirma que lo más imposible es guardar una mujer mientras que el hermano de la dama Diana dice lo contrario. La reina decide ganar la disputa enamorando a Diana y Lisardo, el galán. En este momento sale el lacayo gracioso y, además de advertirle sobre la complejidad de la mujer, le anima y empuja a actuar. Utiliza para ello una bonita alegoría que compara al galán con una abeja que no tiene que temer a las hojas que protegen la rosa, es decir, no temer al hermano. Subrayamos en la cita las partes que consideramos los consejos que «empujan».

RAMÓN Todo pensamiento es vano contra ingenio de mujer; dame tú que se te incline, que aunque más hermanos tenga que hay en la capacha, y venga por donde amor la encamine, no ha de impedir que te quiera, con todos los requisitos de amor, si ejemplos escritos tu presunción considera. Naturaleza, a la rosa, cinco hermanos puso en torno, que a sus hojas y a su adorno sirven de basa lustrosa. Y con estar cinco hermanos de la rosa, alrededor, llega la abeja menor y come sus rubios granos. Vuela tú, que no podrá todo el mundo defendella. LISARDO Esta noche he de ir a verla. Tú, Ramón, alerta está, que mi Mercurio has de ser. RAMÓN Camina, y nada te asombre, que no hay valor en el hombre contra industrias de mujer. (vv. 599-624)

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Amar, servir y esperar es una comedia cuyo tema central es justamente la exagerada pasividad o incapacidad del galán de actuar, por supuesto, en cuanto a la conquista de una mujer. El gracioso Andrés se pone a reprochárselo a principios del último acto, aconseja o escapar o actuar. Cuando Feliciano rechaza escapar («No puedo volver atrás.» v. 195), Andrés dice: ¿Pues cómo esto quieres ver? ¿esperanza puede haber que obligue a que esperes más? [...] Esta noche esta mujer se casa, ¿y esperas tú? ¡Jesús mil veces, Jesús! de piedra debes ser. (vv. 196-206)

Luego utiliza una historia ejemplar para ilustrar qué puede causar el exagerado esperar (véase la cita en pág. 57) y luego continúa:

Señor, ¿adónde camina tu loca imaginación?, ¿es tema o afición que el alma te desafina? No se cuenta de hombre humano tanto amar, tanto esperar, mira que te has de quedar con la esperanza en la mano. (vv. 227-234)

Ejemplos de consejos que animan hay, de hecho, numerosos. El gracioso es, en este sentido, realmente un elemento activador. Por último, pongamos otras pruebas interesantes:

TELLO Qué sientes de esto? JUAN Estoy loco. TELLO Ama, quiere aquí, porfía. (Las bizarrías de Belisa, Acto II, vv. 384-6)

En el último acto de Quien ama no haga fieros Gastón persuade en un resumen brusco a la dama a que deje de sus enojos y a su amo a que deje de ser tan pasivo:

Desenójate por Dios, que ya bastan cuatro días de vuestras melancolías, ea, que os miráis los dos. Si os morís por abrazaros, acerca a doña Ana Inés,

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y tú mueve ya los pies. (vv. 165-171)

Al presentar su plan de disfrazarse de médico para conquistar la dama, persuade Beltrán de El acero de Madrid a su amo a la acción con palabras acertadas: «Prueba, intenta.» (Acto I, v. 246). Sus estímulos a entrar o de cualquier manera avanzar son muy corrientes también: La francesilla, Acto III: «Entra en tu casa, señor.» (v. 490); a Clavela: «¿De qué tienes miedo? Vamos.» (v. 500). En el mismo acto el galán explica que ama a Clavela y que desea casarse con ella, Tristán lo interrumpe diciendo: «Basta. ¿Llamaréla?» (v. 1087). El amante agradecido, Acto II: «Entra en casa, vive y goza/ mil años.» (vv. 134-135).

4.1.2. Apaciguar

Otro tipo de consejos que de cierta manera regulan las acciones de otros personajes, normalmente del galán, tienen el fin de calmar, es decir, el contrario de empujar. No son tan frecuentes, sólo hay unos diez casos en todas las diez comedias y suelen estar vinculados con el idealismo o enamoramiento del galán. Vamos a ver que tales diálogos surgen muchas veces cuando el amante amenaza con suicidio. Los consejos del gracioso que calman aparecen con mayor frecuencia en las comedias de madurez. No obstante, ya en La discreta enamorada encontramos a finales del primer acto una escena en la que el gracioso Hernando se pone a tranquilizar a su amo. Lucindo está furioso porque cree que Gerarda va a casarse con su padre de él:

HERNANDO ¿Qué te parece? LUCINDO Hoy me he de matar. Rompe esas puertas. HERNANDO Aguarda. LUCINDO Sal aquí, infame Gerarda. HERNANDO Con más tiento; espera un poco. (vv. 1000-1005, [subrayado nuestro])

Otro caso muy demostrativo lo encontramos en el segundo acto de Quien ama no haga fieros, donde aparece un paralelismo interesante con la criada Inés que también apacigua a su ama en la pelea de dos enamorados:

FELICIANO No has acertado en dejarme, que en llegando a no querer, ¿qué piensas que puedo hacer,

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sino vengarme o matarme? GASTÓN Señor, ten por Dios cordura. INÉS Señora, ten más acuerdo. ANA Déjame necia. GASTÓN Señor, advierte. FELICIANO Déjame necio. (vv. 584-592, [subrayado nuestro])

En La noche de San Juan los criados tienen que apaciguar a la dama, Leonor, que no puede aguantar la noticia de que su amado, don Juan, va a salir de la ciudad y ella tendrá que casarse con otro:

LEONOR [...] Voy a echarme del balcón. INÉS ¿Señora? TELLO ¡Señora! INÉS Tente. TELLO Detente. INÉS ¿Estás loca? LEONOR Sí. Mataréme desde aquí luego que don Juan se ausente. Por eso dile que venga a verme, o que muerta soy. TELLO Espera, yo iré, ya voy. (Acto II, vv. 485-497, [subrayado nuestro])

Otros casos se refieren a las escenas en las que el galán está demasiado emocionado en público, el gracioso dice por ejemplo: «No hagas/ exclamaciones, que pueden/ oírte.» (La noche de San Juan, Acto III, vv. 686-7) o «No hagas extremos./ Mira que en la calle estás.» (Las bizarrías de Belisa, Acto I, vv. 464-5).

4.1.3. Escapar y esconder

Ya hemos hablado un poco sobre este tipo de consejos en el capítulo sobre recomendaciones. El gracioso muchas veces recomienda a su amo que escape, que se esconda o que de cualquier manera disimule, es decir, que lo hagan los dos. Es interesante que tales consejos aparezcan con gran frecuencia en las primeras obras, por ejemplo en La francesilla encontramos once intervenciones de este tipo, en El amante agradecido y en La discreta enamorada cuatro y en las posteriores normalmente una o dos. Este hecho puede referirse a la acentuación de la cobardía del personaje a principios de su «carrera» mientras que en las obras de madurez parece ser un rasgo tan propio del personaje que no hace falta subrayarlo

68 más veces. Vamos a ver que la misma tendencia aparece en los consejos con los que se caracteriza: la cobardía se acentúa mucho más en las primeras obras. Típicamente, se trata de situaciones de peligro. Además de la cobardía del gracioso se manifiesta así también su tendencia a proteger a su amo de la deshonra. En La francesilla, por ejemplo, Feliciano y el gracioso Tristán se encuentran con el hermano de la dama cuando éste no debe saber que Feliciano y su hermana están comprometidos. Tristán dice: «Disimula, Feliciano.» (Acto II, v. 428) y luego «Camina, que te verán.» (Acto II, v. 527). En el mismo acto hay más ejemplos, los hemos citado más arriba en el capítulo de recomendaciones, así como otros consejos de este tipo de otras comedias.

4.1.4. Urdir enredo

Hemos mencionado la importancia de la figura del donaire para la trama que es más evidente en las comedias de madurez. Jesús Gómez dice en su libro sobre el personaje: «En las comedias de madurez, además, el gracioso actúa no sólo como consejero del amo, con el que colabora para superar los obstáculos que impiden o que dificultan el feliz desenlace, sino que puede asumir un papel todavía más decisivo en la trama, ante la completa pasividad de su amo» (2006, pág. 111) y en la conclusión resume diciendo: «la figura del donaire se define por su valor funcional en la intriga, derivado de la estrecha asociación del criado con el amo» (2006, pág. 127). Lázaro Carreter expresa lo mismo lo diciendo: «Construye, como lanzadera de telar, la urdimbre de la comedia.» (1992, pág. 163). En fin, ya Montesinos menciona esta función del personaje: «Su cerebro planea ardides, es sugeridor de tramas y el que pone remedio a los males» (1967, pág. 58). Para poder realizar su plan que solucione el enredo, o sea, cuando inventa una intriga (en el sentido de «maquinación»), muchas veces tiene que utilizar un consejo que influye en la acción de otros personajes32. Hemos demostrado unos ejemplos de este tipo de consejos en el apartado de recursos lingüísticos y en este lugar podemos observarlos más bien desde el punto de su funcionamiento en la estructura dramática. «Uno de los procedimientos que utiliza la figura del donaire para urdir el enredo es el recurso al disfraz» (2006, pág. 104) dice Gómez y advierte que en las comedias tempranas el

32 No siempre. Por ejemplo en El perro del hortelano toma el desenredo completamente en sus manos sin aconsejar a su amo. Es justamente el caso del «papel todavía más decisivo» del que habla Gómez. En el tercer acto sólo pregunta Tristán si su amo está de acuerdo con la solución y después le informa de su plan (vv. 2543- 2556) pero ninguno de sus diálogos tiene la función dramática de aconsejar. 69 gracioso no se disfraza «por iniciativa propia sino a instancias de su amo o de otros personajes en la comedia» (2006, pág. 105). Menciona El amante agradecido (1602) como una de las primeras comedias en las que este personaje asume el disfraz por su propia iniciativa para ayudar al desenlace feliz de la trama. Recordemos los consejos que da Guzmanillo en el tercer acto de El amante agradecido para urdir el enredo:

Cuanto a temer si es doncella, llevarla a casa podrías y encerrarla quince días para que lo diga ella. (vv. 185-188)

Enciérrale tres días donde a nadie pueda hablar, porque no pueda tomar incienso ni hechicerías. Así teniendo encerrada, esta bendita mujer donde no pueda tener hierba ni agua destilada ni otras cosas astringentes fruncíferas, juntatrices, podrás saber lo que dices con los medios aparentes. (vv. 195-206)

Y cuanto toca a saber si es varia de condición y admite conversación por orden de esta mujer fíngeme indiano, y verás, con hábito disfrazado de ti y de otro acompañado que estéis oyendo detrás, cómo le saco la vida, el alma y la condición. (vv. 212-221)

Se nota que esta recomendación está inventada por el propio Guzmanillo y cuando luego de hecho está realizada el honor de la dama está comprobado lo que lleva a un final feliz. Un caso similar encontramos en El acero de Madrid. El gracioso Beltrán propone disfrazarse de médico para que el galán y la dama puedan reunirse a pesar de la presencia de la rigurosa madre de ella.

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Ponedme a mí, si queréis, un hábito doctoral: que yo sé que no haré mal lo que los dos pretendéis. Un poco sé de latín de los récipes, y haré con esto poco que sé que tenga salud. (vv. 222-229)

Esta propuesta, no obstante, aparece ya en el primer acto y no lleva directamente a un desenlace feliz sino que permite el desarrollo de la intriga. Donde sí el consejo de Beltrán es muy importante para el desenredo es en el último acto cuando está encarcelado y aconseja a la dama Belisa que lo libre con un disfraz para que puedan escapar de la casa y por fin unir la pareja central. Ya hemos citado la escena en el apartado sobre los consejos-preguntas:

BELTRÁN ¿Pues por dón quieres que vuele? ¿Nunca leíste la historia de Fernán González?33 BELISA Sí. BELTRÁN ¿Y de la Infanta que allí ganó tan alta memoria? BELISA Ya sé que con un vestido de mujer librarlo pudo; pero ponértelo dudo. (vv. 740-748)

En lo que se refiere a la iniciativa propia del gracioso en el desenredo, hemos visto que aparece ya en El amante agradecido y una señal de este comportamiento se nota también en La discreta enamorada cuando el galán manda a Hernando que hable con Gerarda y pregunte por unas mujeres para darle celos a ella. El enredo todavía lo urde el galán pero Hernando replica: «Bien dices; déjame hacer.» (Acto I, v. 888). A pesar del importante papel del gracioso en el desenredo no encontramos en las comedias estudiadas que son posteriores a El acero de Madrid un verdadero consejo que exprese una solución, o sea una intriga del gracioso, que lleve al desenredo. En las comedias de madurez el gracioso no suele consultar mucho sus planteamientos con su amo, tal como en El perro del hortelano, y pues no aconseja, sólo actúa.

33 Se refiere al Poema de Fernán González del sg. XIII que trata la historia de este conde. En la parte XXV de hecho la Infanta doña Sancha libra al conde pero no con difraz de mujer sino ofreciéndole el matrimonio. En cuanto al modo de la liberación sólo se dice: «Quando todo aquesto hobieron afirmado/ Luego sacó la dueña al conde don Fernando». 71

Por otro lado, el gracioso suele aconsejar a su amo progresivamente en las comedias en las cosas de amor y otras esferas de la vida real. Para tal propósito normalmente utiliza consejos en los que prevalece la función referencial (o representativa).

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4.2. Consejos de función referencial

Tal como estudiamos estos consejos desde el punto de vista formal en el apartado sobre los consejos generales, o sea no dirigidos únicamente a otro personaje de la comedia, en este capítulo vamos a analizarlos desde el punto de vista funcional, o temático. Hemos llegado a la conclusión de que la figura del donaire utiliza sus consejos generales en un número de tipos de ocasiones más o menos limitado. Es decir, que hay una serie de «temas» de estos consejos que se repiten. Hemos dividido estos temas en tres grupos más generales, en concreto: consejos de amor, consejos de advertencia y otros consejos. En el último grupo, no obstante también hay asuntos reiterados con frecuencia.

4.2.1. Consejos de amor

Este grupo es probablemente el más extenso y cargado de la sabiduría que presenta y representa el personaje. Asimismo, hay aquí varios subtemas de esta «problemática». Para establecer un sistema en la descripción de esta esfera consiliaria decidimos seguir un orden «cronológico» del fenómeno del amor. Eso es, primero vamos a ver cuáles son las opiniones del personaje en cuanto a la conquista de una mujer deseada o, eventualmente, al olvido de una inconveniente y conquista de otra. Adelante vamos a demostrar qué opina a la hora de juzgar el transcurso de la relación amorosa y luego qué aconseja refiriéndose al matrimonio y al tiempo que viene años después de contraerlo. En los grupos que van a seguir (los de advertencia y otros) podremos observar, entre otras cosas, qué cuidados hay que tener en el trato con los varios tipos de mujeres etc. Antes de encontrar la dama ideal el galán muchas veces ama a una mujer que no lo es. Según los diálogos consiliarios del gracioso, si el amor no es correspondido o de cualquier modo inconveniente hay que olvidarlo. «Para los delirios de su amo, el lacayo no tiene sino una fórmula: olvido; olvido en otro amor.» (Montesinos, 1967, pág. 44). Por supuesto, también presenta un abanico de instrucciones por qué y cómo conseguirlo. El mejor manual de olvido lo encontramos en el primer acto de El perro del hortelano cuando Tristán aconseja a Teodoro olvidar la criada para que la condesa no tenga celos y no le(s) quite el puesto. Como Teodoro no sabe cómo hacerlo, dice: «Liciones te quiero dar/ de cómo el amor se pasa.» (vv. 377-378) y continúa:

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Con arte se vence todo oye, por tu vida, el modo por tan fáciles caminos. Primeramente has de hacer resolución de olvidar, sin pensar que has de tornar eteramente a querer que si te queda esperanza de volver, no habrá remedio de olvidar, que si está en medio la esperanza, no hay mudanza. ¿Por qué piensas que no olvida luego un hombre a una mujer? Porque, pensando volver, va entreteniendo la vida. Ha de haber resolución dentro del entendimiento, con que cesa el movimiento de aquella imaginación. ¿No has visto faltar la cuerda de un reloj, y estarse quedas sin movimiento las ruedas? Pues de esa suerte se acuerda el que tienen las potencias, cuando la esperanza falta. (vv. 380-404)

Al dudar Teodoro de que la memoria no sea más fuerte, Tristán la define:

Es enemigo que vive asido al entendimiento, como dijo la canción de aquel español poeta; mas por eso es linda treta vencer la imaginación. (vv. 409-414)

Y cuando Teodoro pregunta cómo hacerlo, explica:

Pensando defetos, y no gracias; que olvidando, defetos están pensando que no gracias, los discretos. No la imagines vestida con tan linda proporción de cintura, en el balcón de unos chapines subida. Toda es vana arquitectura; porque dijo un sabio un día que a los sastres se debía la mitad de la hermosura.

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Como se ha de imaginar una mujer semejante, es como un disciplinante que le llevan a curar. Esto sí; que no adornada del costoso faldellín. Pensar defetos, en fin, es medicina aprobada. Si de acordarte que veías alguna vez una cosa que te pareció asquerosa, no comes en treinta días; acordándote, señor, de los defetos que tiene, si a la memoria te viene, se te quitará el amor. (vv. 415-442)

Acaba utilizando una historia ejemplar que siempre le sirve para defender un consejo. No vamos a citarla ya que ocupa más que cincuenta versos, que es un hecho que basta para justificar su importancia. No obstante, este consejo larguísimo no basta para persuadir a Teodoro ya que, como sabemos, al final se casa con la condesa (con ayuda de Tristán). Encontramos una escena muy semejante a principios del primer acto de Las bizarrías de Belisa donde el gracioso Tello enseña a su amo el arte del olvido:

TELLO [...] Cuando tu amor Lucinda agradecía estaban disculpados tus sentidos; pero agora que quiere bien a Octavio es infamia de Amor sufrir su agravio si no buscar remedio. JUAN ¿Qué remedio? TELLO Poner otros amores de por medio; que así se curan cuantos han querido porque otro amor es el más breve olvido. JUAN ¿Con qué dinero, necio? TELLO No todos los amores tienen precio. Méritos tienes, ama. ¿Ha de faltar una mostrenca dama que te quiera por gusto? JUAN ¡Majadero! ¿Amores en la corte sin dinero, y más agora que tan caro es todo? TELLO Pues yo no sé otro modo, ni hay médico en el mundo que, tomando el pulso a un amador aborrecido, no le recete otra mujer.

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Y luego, cuando Juan no está convencido de que sea posible olvidar su amor, el gracioso utiliza una historia ejemplar sobre un hombre que, al contrario, se quejaba de que no podía amar a todas las mujeres, y pone una enumeración de varios tipos de mujeres, que ocupa veintidós versos. Montesinos explica la incapacidad del galán de entender sus consejos de olvido por su distinta visión del amor: «El lacayo enseña a olvidar a su amo; pero el espíritu del afligido escapa a aquel bien intencionado esfuerzo para dejarse atormentar voluptuosamente por sus penas de amor» (1967, pág. 45). «Otra mujer», como dice Tello más arriba, es justamente lo que prescribe Hernando a su amo en La discreta enamorada:

Si vieres esta doncella, te doy palabra, señor, que olvides tu loco amor, porque es sabia, honesta y bella; [...] (vv. 172-175)

Como el galán no llega a entenderlo hasta depués de otros sermones del gracioso requiere un consejo concreto y también lo recibe:

LUCINDO ¿Qué he de hacer? HERNANDO Buscar, señor, una bella cifra. LUCINDO Luego ¿el amor se descifra? HERNANDO Sí. LUCINDO ¿Con qué? HERNANDO Con otro amor. (vv. 344-350)

Encontramos unas muestras ya en El amante agradecido cuando el galán Juan lamenta estar en Sevilla, lejos de su amor. Guzmanillo responde: «En viendo vuesa merced/ la caza, sin duda creo/ que hará un tiro.» (Acto II, vv. 146-148) y luego aconseja sentenciando:

El deseo le irá metiendo en la red, que antes los enamorados andan siempre a montería, porque traen la puntería hecha en sus mismos cuidados. (vv. 150-155)

En estando en la montaña, todo hombre hace leña. (vv. 158-159)

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Todos estos consejos están muy bien resumidos por el gracioso Andrés de Amar, servir y esperar en una sentencia y definición de memoria:

Amor con amor se cura no con las cosas contrarias, tantas hermosuras varias tendrán alguna hermosura, que con suceso feliz alcance mayor vitoria; no es de bronce la memoria, sino tabla de barniz, que se borra fácilmente, y encima se sobreescribe. (Acto II, vv. 49-59)

Una vez olvidado el amor loco o imposible hay que conseguir el amor de la nueva dama. No cabe duda de que el procedimiento de conquista más propagado por la figura del donaire sean los celos34. El primer consejo del gracioso que se refiere a los celos lo encontramos en nuestras obras estudiadas en La discreta enamorada. De hecho, el galán es quien tiene la idea de dar celos pero el donaire la comprueba «oficialmente» diciendo: «Bien dices; déjame hacer./ Pues no agradas porque amas/ celos serán menester.» (Acto I, vv. 888-890). En el segundo acto de la misma obra, no obstante, pone los celos en oposición del amor («Celos ríen y amor llora.» v. 51) porque su amo los utiliza para conquistar una mujer, según el gracioso Hernando, inconveniente. En El acero de Madrid ya se hallan los celos como un medio verdadero. Sin haber sido preguntado, el gracioso Beltrán aconseja a Riselo cómo conseguir el amor de Marcela35:

Habla y escribe a Teodora aunque blasone, verás

34 Steven Wagschal, ocupándose del tema de celos en el teatro barroco español, dice: «What does the emotion offer these writers, just as Spain is beggining its long decline from the apex of European hegemony? In answering these questions, I draw the conclusion that jealousy is a tool in their texts for working through a series of political and cultural problems involving power. Long misunderstood by literary critics as a simple plot device, jealousy, I argue, is a flexible, polyvalent designation that resists simple reduction.» (pp. 1-2, 2007). A base del análisis de varias obras lopescas llega a comprobar esta opinión suya. Afirma, por ejemplo, que los constantes celos del personaje de la condesa Diana en El perro del hortelano tienen que representarla como incapaz de controlar sus pasiones y por tanto como una gobernante de poca confianza y, por tanto, demostrar que las mujeres, según su papel tradicional, no son destinadas a estas funciones en la sociedad. El autor, no obstante, ignora otras obras, en las que la mujer demuestra capacidad de gorbernar (p. ej. El mayor imposible). Además, en sus análisis nunca cuenta con el personaje del gracioso que, como vamos a demostrar en este capítulo, aconseja sin excepción al amo a utilizar los celos. Se podría polemizar con Wagschal en más puntos, no obstante, por ahora nos dedicamos al funcionamiento dramático interno de este «plot device». 35 En este consejo tiende a predominar la función apelativa sobre la referencial, no obstante, como trata de celos la incluimos entre los consejos de amor. 77

si llora y lo siente más que lo ríe, y burla ahora. (Acto II, vv. 841-844)

En El mayor imposible ya habla de los celos como de un remedio universal contra cada agravio causado por el amor. El galán Lisardo se enamora de Diana y tiene que conquistarla para cumplir el deseo de la reina, se queja a su criado gracioso de que está perdido y éste le responde:

Sangrarte mañana quiero, de aquestas desconfianzas que en purgándote de celos quedarás como un halcón. (Acto II, vv. 1260-1264)

Es interesante que en este caso los celos no sean un remedio relevante para una conquista, el enredo consiste aquí en el hermano temerario de Diana que la protege demasiado. Por tanto ya se ve que es un recurso universal. Donde su «teoría de celos» llega a su mayor esplendor es, entre las comedias analizadas, en el segundo acto de Quien ama no haga fieros. Cuando el galán don Félix pide consejo en cosas de amor, Gastón se pone a sermonear:

No hay, señor, un discurso tan amoroso, tan frágil es la condición humana, que no importe tal vez darle a cautela celos, que son de amor famosa espuela. No siempre se ha de amar como tú quieres. (vv. 93-97)

En el último verso se nota la omnipresente ambigüedad: el idealismo del galán contra el pragmatismo de la figura del donaire. Éste continúa unos versos más abajo:

Yo conozco, señor, a las mujeres, la que se queda atrás con celos anda: sosiégala diciendo que te mueres, si nunca amor sin celos se desmanda, inquiétala, y obliga a mil desuelos, que amor se hace gigante con celos. (vv. 99-104)

En la segunda mitad del acto el galán decide partir de la casa de su dama ya que no aguanta los continuos fingimientos, Gastón insiste en la fuerza de los celos:

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FÉLIX Ya todo lo estimo en poco, pero partamos con brío, celos, yo mismo os provoco, que todo aqueste accidente, es hasta pasar la puente. GASTÓN La puente de amor son celos, paga el portazgo en consuelos, y pasarás fácilmente. (vv. 767-774)

Tal es el procedimiento favórito del personaje, sin embargo, en la comedia últimamente citada el gracioso aconseja no sufrir los celos. El diálogo se encuentra ya entre los primeros versos del primer acto lo que podría ser una ironía intencionada por el autor: los celos son justamente lo que el galán tendrá que sufrir en la trama. Gastón cuenta de «un cortesano hablador» quien dijo que el amador tenía que hacer dos cosas: gastar y sufrir. Don Félix opina que «de buena gana gastara,/ sufrir no.» (vv. 30-31). Su criado responde: «Sufrir, repara,/ que agravios y celos no.» (vv. 31-32). Además de los celos, el gracioso recomienda también otro recurso: piropos, o sea, otro tipo de disimulo. Lo considera, más bien, un procedimiento automático y si el caballero no lo domina tiene que recibir una «lición». En Las bizarrías de Belisa se critica otra vez la pasividad del galán, el gracioso se lo reprocha con un diálogo irónico: «¡Sí, pero en su presencia/ estar como un novicio de convento,/ que no ve tierra más de lo que pisa!» (Acto II, vv. 168-170). Desarolla su idea unos versos más abajo:

Mira que se suele cubrir una mentira con capa de verdad, y el que se llama galán, no ha de aguardar a que la dama le requiebre primero. (vv. 179-183)

Adelante concluye con una historieta ejemplar, que ya hemos citado en otro apartado, sobre el fraile que pedía a su mula que arrese. El cuentecillo forma, como siempre, una efectiva coronación de su consejo. Al considerar que el olvido y los celos son los medios más recomendados por el gracioso hay que fijarse en un hecho: los dos recursos sirven para empujar y mover la trama. Si el personaje aconsejara, por ejemplo, que el galán perdonara los males de la dama o que no se fijara en otras, no habría acción y la fábula no avanzaría tanto.

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En lo que se refiere al propio transcurso del amor, la figura del donaire no deja de aconsejar. En la mayoría de los casos está encargado de criticar el «amor loco»36. Así como en la mayoría de sus consejos referenciales acerca del amor, mujeres etc. se nota aquí indirectamente su experiencia vital vinculada con la supuesta edad mayor. Aunque no se suele mencionar la edad de los personajes, porque en el teatro clásico no es un rasgo relevante, hay varias señales de este hecho37 y la crítica de la locura del amor puede ser un ejemplo. Ya hemos mencionado la escena de El perro del hortelano en la que Tristán se enoja porque Teodoro rasga la carta amorosa de Marcela y se pone a comparar a los amantes en general con «boticarios de amor» mientras que en El mayor imposible los compara con «cifras y engaños» y «unos vestidos danzantes,/ a quien son el tiempo hacía» (Acto I, vv. 511-512). En Amar, servir y esperar Andrés opina: «Quien anda por imposibles/ no está lejos de ser loco» (Acto II, vv. 175-176) y en el tercer acto persuade a su amo que escape de la dama «no de honor» preguntando:

¿Quién ha de tener paciencia amando tan locamente, para verla diferente del estado de inocencia? (vv. 183-186)

Una pregunta semejante la hace el gracioso en La noche de San Juan: «¡Oh, amantes! ¿Qué atrevimiento/ perdona vuestra locura?» (Acto II, vv. 689-690). Y por último, revela en Las bizarrías de Belisa (en el diálogo que ya hemos citado en el capítulo sobre los reflejos de su sabiduría) que impedir el amor loco es una de las funciones más importantes de sus consejos: «¿Qué mayor prueba/ de que el amor es loco/ sin los consejos, de la vida espejos?» (Acto I, vv. 371-373). A veces se pone a comentar los pleitos de los amantes que, según él, forman parte inseparable del amor. En El perro del hortelano cuenta una picante historia ejemplar sobre una pareja que no dejaba de reñir y la adecua a la condición de su amo y la condesa:

Contáronme que un doctor, catedrático y maestro, tenía un ama y un mozo que siempre andaban riñendo. Reñían a la comida,

36 Conocemos este tópico literario de furor amoris (amor apasionado, loco) ya de la antigua literatura y, por ejemplo, de las novelas de caballería medievales. 37 P.ej en El anzuelo de Fenisa dice el lacayo Tristán: «Pero señor, por Jesús…/ ¡A mí con ese tús tús/ que soy más viejo que Adán!» (Acto I, vv. 345-347). 80

a la cena, y hasta el sueño le quitaban con sus voces; que estudiar, no había remedio. Estando en lición un día, fuéle forzoso corriendo volver a casa, y entrando de improviso en su aposento, vio el ama y mozo acostados con amorosos requiebros, y dijo: «¡Gracias a Dios, que una vez en paz os veo!» Y esto imagino de entrambos, aunque siempre andáis riñendo. (Acto II, vv. 2300-2317)

En Quien ama no haga fieros se mofa de la regularidad de estas continuas riñas diciendo:

que había de estar quien ama siempre a la vista del pleito, como mano de reloj, sobre las letras del cerco, dijo un sabio, y dijo bien, pues de hora en hora acudiendo, había de dar vueltas, desde los ojos al pecho. (Acto I, vv. 481-488)

Así como los pleitos, también el valor no debe faltar en el amor. El gracioso de El mayor imposible describe el amor como una cosa fuerte, aunque ciega, y anima a su amo:

pero no hay muro tebano puestas torres ni paredes, para amor, que es para entrar sol y para el alma fuego, y como ha tanto que es ciego, sabe cómo ha de cegar, mas si tú la quieres bien, por mujer te la dará, (Acto I, vv. 543-550)

No debemos, no obstante, confundir esta opinión con el idealismo. Ramón de El mayor imposible anima a una acción a Diana diciendo: «No ama quien teme» (Acto II, v.1654) pero, como sabemos, el gracioso está animado por la recompensa prometida por la reina, si Diana y el galán se quedan juntos. Aun si los dos, por fin, se quedan juntos no para la corriente de sabiduría de la figura del donaire. Ya en La francesilla expresa sus opiniones acerca del matrimonio. No es que critique

81 la institución misma, hecho impensable en aquella época, sino de ninguna manera tiene una visión idealista del casamiento:

FELICIANO Mas pues a Clavela adoro, quiero casarme con ella. TRISTÁN No te arrepientas después. FELICIANO Si la adoro y mi bien es, ¿puedo dejar de querella? TRISTÁN Podrás con la posesión cuando la veas tu esposa; aunque, por Dios, que es forzosa y justa la obligación. ¿No has oído el refrancete del sacristán de san Pablo que de tratar el retablo no le quitaba el bonete? ( Acto III, vv. 1072-1082)

A diferencia del galán, quien prefiere el amor puro, el gracioso lo considera el amor loco y destaca los rasgos formales de una novia:

LISARDO No me quiero yo casar sin que conquiste su amor. RAMÓN Pues dícenme que es mejor después de casado amar, que muchos que se han casado forzados de un amor loco, suelen después hallar poco de lo mucho que han pensado. Quien se quisiere casar, ha de mirar en la dama buena cara, honesta fama, ¡y adiós!, que me echo a nadar. Casarse es azar, o encuentro, como quien bebe con jarro, donde bebe el más bizarro aquello que viene dentro. (Acto I, vv. 555-568)

Y subraya su opinión con una historia ejemplar muy cómica:

Cuentan que dos se casaron, y la noche de la boda, en quietud la casa toda... Ya entiendes: se desnudaron. Él dijo: «Ya no hay que hacer secretos impertinentes, postizos traigo los dientes; paciencia, sois mi mujer». Ella, quitando el tocado,

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el cabello se quitó y en calavera quedó, como un guijarro pelado, diciendo: «Perdón os pido, postizo traigo el cabello, no hay que reparar en ello; paciencia, sois mi marido». (vv. 569-584)

La figura del donaire, por supuesto, también critica las desventajas materiales que lleva consigo la boda. Cuando conversa con la criada Inés en Quien ama no haga fieros de su relación de ellos introduce el gracioso, esta vez, su sentencia con una historia ejemplar muy interesante:

Jugando a la argolla, dijo que estaba Cisneros, cuando le llamó su amo, y él respondió: Yo voy luego, que poco me falta ya, va a doce y dos bocas tengo: Quien duda que los criados del desposado moderno tendrán a visa merced llena la testa del viento. (Acto I, vv. 876-885)

Las mujeres y las cuestiones del estado social parecen ser dos temas que ocupan los consejos referenciales del gracioso con mayor frecuencia. Se nota su necesidad de advertir de varios peligros en estos campos. Observemos los ejemplos concretos en el apartado sobre advertencias que sigue.

4.2.2. Cuidado con…

Pertenecen a las advertencias del gracioso, como hemos dicho, varios tipos de mujeres. Las mujeres tacañas representan uno de los mayores peligros. Al encontrarse con una, dice Guzmanillo a su amo en El amante agradecido:

Mal conoces las garduñas. Tiene encogidas las uñas para darte guiñarada. Tente en buenas, que estas tretas yo las sé. (Acto I, vv. 257-261)

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Otro tipo de mujeres que hay que evitar son las «mujeres libres», como por ejemplo Gerarda en La discreta enamorada. Hernando explica por qué y se trata de su discurso más largo de la comedia, y uno de los sermones más largos del gracioso en todas las comedias estudiadas. Es que las mujeres libres pueden representar un peligro especial para el honor del galán, es decir, el gracioso demuestra así su lealtad no solo a su amo sino también hacia los valores de la época.

Mujeres libres, señor, son siempre las más queridas, y aun iba a decir perdidas, pues han perdido el honor. Llora la mujer honrada el siempre injusto desdén del hombre que quiere bien; y a él no se le da nada, porque sabe que ha de estar pudriéndose en su aposento; pero cuando el pensamiento se pone aquí no hay burlar; que apenas con los enojos sacarás de casa el pie, cuando consolada esté con mil hombres a tus ojos. (Acto I, vv. 304-319)

En sus diálogos que siguen después del último encontramos otra prueba de que su edad es mayor a la del galán:

Cuelgan de celos y espadas hombres de poca cordura..., quiero decir poca edad. Ya espero verte algún día lejos de aquesta porfía y cerca de esta verdad. (vv. 322-327)

Una mujer libre y loca es como mona que coca a los niños que la miran; pero cuando llega el hombre que tiene gobierno y palo, espúlgale con regalo, y no hay voz que no le asombre. A los mozos sin consejo las mujeres hacen cocos, poque son niños y locos;

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no al hombre maduro y viejo. Ya te ha visto en los anzuelos; y aunque no pueda sacarte, alarga cuerda, con darte celos, celos y más celos. (vv. 329-343)

Luego persuade a su amo que olvide esta Gerarda libre y busque «otro amor». Lucindo responde: «No tratemos de eso ahora;/ vamos a ver en qué para.» (vv. 351-352). Sin embargo, Hernando no lo deja y concluye con un diálogo aun más largo e insistente.

¿Ves cómo es cosa muy clara que con celos te enamora? ¡Qué bien, Lucindo, un discreto cañas de pescar las llama! Pescan honra, hacienda y fama, aunque cañas en efecto. ¿No te afrentas que una cosa que a todo viento blandea, para estribarte sea enemiga poderosa? A tu hacienda pone cebo, de celos hace seda; pues ¿cómo que en hilo igual cuelgue un discreto mancebo? Lo que aquel sabio decía por las leyes, muy mejor por la mujer de amor ahora decir podía. Son como telas de araña, pescan moscas, débil gente; mas no el animal valiente, que las rompe y desmaraña. Afréntate de que yo te enseño el vivir. (vv. 353-376)

En Las bizarrías de Belisa el gracioso, no obstante, lamenta el supuesto engaño de Belisa y confiesa que no es fácil conquistar incluso a las mujeres de honor.

Ah, señor, ¿cuántas de aquéstas que nos hacen gazapas con los ojitos de miz, tienen el zape en el alma? Las más ricas del honor quiebran tal vez y se pasan como mal papel, que deja en cada letra un mancha. (Acto III, vv. 351-358)

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En el tercer acto de Amar, servir y esperar da una advertencia breve sobre las mujeres listas:

Cuando las discretas callan, más negocian de secreto que cuando las necias hablan. ¡Oh, cuáles son las mujeres! (vv. 807-810)

Las mujeres jóvenes también representan algo que es preferible evitar, el gracioso Guzmanillo expresa sus gustos en un extenso diálogo (vv. 56-94) donde alaba a la mujer madura y desprecia la joven, no obstante, es una ironía que al fin se casa con la joven. La definición de la joven ya la hemos presentado en el apartado sobre recursos lingüísticos (véase pág. 49) y en los versos 75-78 añade otras razones:

Quieren confites por puntos, rompen medias y zapatos, que no hay plata en treinta platos ni en treinta plateros juntos. (El amante agradecido, Acto III)

Además de los varios tipos de mujeres de los que advierte, también hay una serie de rasgos de las mujeres con los que hay que tener cuidado. Se trata sobre todo de su inmensa imprevisibilidad. Ya hemos citado las opiniones de Gastón de Quien ama no haga fieros acerca de esta «problemática»:

Preguntaron a un letrado, como firmeza tendría una mujer, y aquel día, después de haberlo estudiado, dijo, mil libros leídos, y advirtiendo en sus antojos como naciera sin ojos, y tapados los oídos. (Acto III, vv. 286-293)

[son] las mujeres, si hay revuelta de celos de su galán, baile de a cuatro, que están con otro hombre a cada vuelta. (Acto III, vv. 371-374)

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Andrés de Amar, servir y esperar añade: «mas lo que una vez agarran/ difícilmente lo dejan/ y fácil cuando se cansan» (Acto III, vv. 815-818). Encontramos también varias advertencias de su crueldad y astucia innatas:

Yo te digo que no hay vasos de veneno a los mortales sentidos, Teodoro, como los ojos de una mujer. (El perro del hortelano, Acto II, vv. 1782-1785)

Ramón dice en el primer acto de El mayor imposible: «Todo pensamiento es vano/ contra ingenios de mujer» (vv. 599-600) y luego «que no hay valor en el hombre/ contra industrias de mujer» (vv. 623-624). En fin, toda esta comedia es una celebración sorprendente de la intrínseca independencia de la mujer ya que se comprueba en el desenlace que «el mayor imposible» es guardar a una mujer. En los últimos versos resume Ramón el tema de la obra y el diálogo se puede considerar una advertencia muy general (hasta podemos hablar de la función metadramática, típica de los últimos versos de la obra)38:

porque en el mundo se entienda que si no quieren guardarse dueñas, doncellas y viejas, es imposible guardarse (vv. 3106-3110)

Hemos dicho que el gracioso se ocupaba en sus advertencias también del estado social o más bien advierte cuando está en peligro. Como pertenece a la servidumbre tiene mucho respeto (por lo menos formal) a capas más altas. Quedémonos todavía un momento en la temática de las mujeres. Al hablar del largo sermón de Tristán en El perro del hortelano sobre el olvido de la criada Marcela, hemos dicho que está causado por su miedo a la condesa. Si la mujer misma no es de tan alta condición, su «dueño» puede representar la amenaza:

Ser de noche, y no saber si tras aquesta mujer vendrá algún dueño que tenga y que a su gusto la goza, y de una en otra costilla nos dará para Sevilla despachos de Zaragoza. (El amante agradecido, Acto I, vv. 414-420)

38 Además, se trata de una alusión a la copla popular: Madre, la mi madre,/ guardas me ponéis,/ que si yo no me guardo,/ no me guardaréis. 87

Encontramos otra advertencia de los poderosos en el tercer acto de Las bizarrías de Belisa cuando don Juan sospecha que Belisa ha vuelto con el conde:

Como la sirve el conde, ser podría que se enojase, y nunca el que es prudente hizo pesar al hombre poderoso por no dar en sus manos algún día; que el desigual lo que es posible intente tengo por aforismo provechoso. (vv. 135-140)

Y hay una advertencia general de la importancia del estado social y la hipocresía de la gente en el segundo acto de El perro del hortelano. Cuando Teodoro rechaza leer la carta de la criada Marcela dice Tristán entre otras cosas:

Cuando está en alto lugar un hombre – y ¡qué bien lo imitas!- ¡qué le vienen de visitas a molestar y a enfadar! Pero si mudó de estado como es la Fortuna incierta todos huyen de su puerta como si fuese apestado. ¿Parécete que lavemos en vinagre este papel? (vv. 1336-1345)

En la pregunta final vemos que insinúa que su amo se deje una puerta abierta, lo mismo hace Ramón en el primer acto de El mayor imposible cuando le lleva una carta amorosa a su amo y él la desprecia:

Los que juegan, si lo apruebas, que consejos me acobardan, las barajas viejas guardan para remendar las nuevas; tengámosla para un día que de esa nueva cruel te dé acaso algún papel enfado o melancolía. (vv. 525-528)

Y vemos que vuelve a mofarse en los dos últimos versos de la locura de los amantes. Al mismo tiempo se nota que «el gracioso es inteligencia práctica» (Montesinos, 1967, pág. 29) y siempre se ocupa del bienestar de su amo.

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Hemos resumido más arriba todo tipo de consejos y advertencias con predominancia de la función referencial que se ocupan del amor, mujeres y la amenaza del estado social que puede ser vinculado con ellas. En los siguientes ejemplos vamos a presentar los consejos referenciales del gracioso que tratan otros temas. Ya hemos presentado sus interesantes definiciones de vecinos y del lenguaje culto (véase pp. 49-50), otro tema que se repite en su consejos referenciales es la condición del forastero, eso es de su amo cuando llega en busca de mujer a otra ciudad. «Forastero y señalado,/ a todas lleva los ojos.» (vv. 9-10) dice Andrés en Amar, servir y esperar cuando la pareja llega a Sevilla. Vuelve a mencionar el tema en el tercer acto de El acero de Madrid en una escena de celos con su novia. Beltrán está celoso de otro lacayo, Salucio, con quien la criada Leonor habló en el Prado. Salucio tiene, según Beltrán, la ventaja de ser forastero: «¡Vive Dios que el forastero/ es el que priva!» (vv. 551-552) y unos versos más abajo se pone a explicar:

¡Ay Leonor! es forastero, y no hay forastero malo, porque en efecto se va; y así lo poco que da se tiene por más regalo. (vv. 574-578)

El gracioso es desconfiado sobre todo en lo que se refiere a la curiosidad de otros, éste es casi el único consejo de función referencial que da en La noche de san Juan:

No hay secreto sin espía: las dos escuchando están; que mujeres, por saber, y más cuando hay que temer, ventanas en bronce harán. (Acto I, vv. 292-296)

Encontramos un comentario semejante también en Las bizarrías de Belisa:

JUAN Loco estoy. Escucha atento, pues este cancel nos tapa. TELLO Nadie se fíe en cancel si hablare mal en la sala. (Acto III, vv. 359-362)

A pesar de su propia desconfianza se mofa de la «paranoia» de los mayores diciendo al Capitán:

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¿Yo enredo? Siempre piensas que te engañan; propia condición de viejos. (La discreta enamorada, Acto I, vv. 1132-1134)

Tales son sus consejos con función referencial prevaleciente en las obras estudiadas. Hemos visto que se dedicaban sobre todo a la temática de las relaciones amorosas. Se comprueba que la figura del donaire es en la mayoría de los casos el elemento que empuja la trama cuando aconseja olvidar una dama y conquistar otra utilizando los celos. Al mismo tiempo es un crítico persistente del amor loco. Le ayuda al galán a evitar las mujeres inconvenientes, sobre todo las que podrían amenazar el honor del amo y le advierte las características de las mujeres que representan algún peligro. La pérdida del honor y posición social es también la razón por la que le aconseja a tener cuidado con los señores o señoras poderosos. En resumidas cuentas, se notan dos tendencias en su «pedagogía» amorosa: por un lado la de empujar al galán a la acción, a la conquista de una mujer, que lleve a la boda por supuesto, y por otro lado, la tendencia de retirarlo de mujeres y situaciones que puedan amenazar su honor o condición social. La última tendencia mencionada es causada, por supuesto, por la naturaleza del gracioso como contrafigura del galán, una voz que siempre trata de poner límites a su idealismo. Hay incluso consejos cuya función casi única es la de llamar la atención sobre estas cualidades de la figura del donaire. Se trata de los consejos en los que prevalece la función expresiva.

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4.3. Consejos expresivos

Hemos resumido las características básicas del personaje del gracioso en nuestro estudio anterior (Función poética del gracioso, 2011, pp. 16-19). Se trata sobre todo de la comprensión del gracioso como contrafigura del galán, de su comicidad, cobardía, materialismo, nobleza de carácter y su supuesta función como un tipo de «personaje coro». En los siguientes párrafos vamos a ver cuáles de sus características básicas se demuestran en sus consejos, eso es también: cómo intenta influir en la acción de otros personajes resaltando sus propias cualidades. Ya hemos dicho que el número de sus consejos en los que prevalece la función expresiva está vinculado con el año de la obra. En las primeras obras encontramos mucho más consejos que presentan su carácter que en las últimas. La razón la podemos buscar en el supuesto que durante los años el personaje-tipo ya se hizo tan bien reconocible que no necesitaba caracterizarse tan evidente y frecuentemente. La propiedad que aparece en sus diálogos consiliarios con mayor frecuencia es su afición a la comodidad, comida, bebida y al dinero, que puede facilitar todo lo enumerado. Este rasgo lo podemos incluir en su materialismo. En La francesilla aconseja Tristán, cansado del viaje, a su amo:

Métete en cas de un figón y comamos como grandes, que no habrá Francia ni Flandes de mayor recreación, y estemos en caponera con aquestos mil escudos. ( Acto I, vv. 350-355)

Señor, no andéis ahora tan solícito, que no hay caballo aquí, freno, ni jáquima; mas pues baja la noche melancólica, apercibid la cama y la bucólica; haya sustento honrado y limpias sábanas. (Acto II, vv. 69-73)

En El amante agradecido, obra solo unos seis años más moderna que La francesilla, encontramos incluso más intervenciones de este tipo. Don Juan heredó mucho dinero y a principios de la obra discute con su criado cómo gastarlo. El galán quiere viajar «por toda España» (v. 122) y «extender las alas» (v. 123), mientras que Guzmanillo aconseja:

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ponte en extremo galán, y en la dorada vajilla, mesa limpia y regalada, come de aquel avariento lo que has comido de viento en toda aquesta jornada. Y con la carroza sal con pajes que crujan seda, una tarde a la Alamenda y otra tarde al Arenal. Hagámonos de los godos, y haya pescadas también, que salir de un mal a un bien es el mayor bien de todos. (vv. 102-115)

Y cuando se topan con las damas en el mismo acto, Guzmanillo no deja de hablar de la riqueza, se hace el pobre e incluso les pide dinero:

Señoras, si son discretas, echen de ver lo que pasa por la bolsa del señor en ver el talle al criado (vv. 182-185)

Déjense de imaginar que burlo, y si llevan algo, dénselo a este pobre hidalgo, que sale en cueros del mar, que a fe que es obra piadosa. (vv. 239-243)

A principios del segundo acto persuade a su amo «que disfrute de y de las ocasiones de amor que le ofrece Sevilla» (Oleza, 2013) en un diálogo de veinte versos. En el primer acto de El perro del hortelano la condesa pregunta si Teodoro, su escribano, juega, el gracioso Tristán le explica en un largo diálogo con definiciones e historia ejemplar que eso no es posible, porque «a quien juega, nunca faltan,/ de esto o de aquello, dineros» (vv. 616-618). Es decir, no pierde la posibilidad de sacar más dinero de su ama (al mismo tiempo guarda el honor de su amo). Ya la primera intervención de Ramón en El mayor imposible tiene la función expresiva y el público sabe enseguida de quién se trata:

RAMÓN Que vengo a darte un papel. LISARDO ¿De Estela?

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RAMÓN Sí, mas dame albricias primero de él, y de quererte hablar. (vv. 483-487)

Cuando se encuentra con la reina en el segundo acto utiliza una breve historieta ejemplar para insinuar que quiere una recompensa por su fingimiento que le va a ayudar a la reina:

Soy indigno del favor de Vuestra Alteza, mas tal vez Isopo fue, al filósofo su dueño, de provecho; y un pequeño ramo levantar se ve, sobre un muro, si él le ayuda. (vv. 1176-1181)

Sus consejos del tercer acto no necesitan comentario: «Si no hay bufa, no hay pecunia» (v. 2565);

RAMÓN Si queréis darme salud, alegradme el corazón. FULGENCIO ¿Queréis algunas tabletas? RAMÓN No, sino cuarenta tragos de vino. (vv. 2704-2707)

En las últimas dos obras estudiadas encontramos solo un consejo con predominancia de función expresiva y siempre se refiere al materialismo. La sentencia del tercer acto de La noche de san Juan es muy clara: «Gran fuerza tiene el oro» (v. 2) así como el consejo de Las bizarrías de Belisa:

JUAN Más de treinta mil ducados de dote, sin esta casa, tiene Belisa. TELLO Y las joyas, ricos vestido y alhajas, ¿son barro? Dichoso eres, y advierte, que, si te casas, me des también a Finea. (Acto II, vv. 923-929)

Otra cualidad del personaje que se refleja en sus consejos es su lealtad hacia su amo la que podemos atribuir a su nobleza de carácter. Por ejemplo, ya en La francesilla dice a Alberto, al padre de su amo, que castigue mejor a él mismo que a Perote (Clavela difrazada de

93 hombre) y salva así el honor de la dama y del galán: «Pues, señor, por él me pringa,/ que aunque Perote respinga/ jamás a yegua ofendió.» (Acto III, vv. 911-913). Cuando Leonarda llama a la puerta de don Juan en El amante agradecido, Guzmanillo está desconfiado y protegiendo a su amo se hace el valiente: «Diga el nombre,/ porque si no ¡vive Dios!,/ que haya orinal temerario.» (Acto I, vv. 1019-1021). En La discreta enamorada aparece una situación paradójica: Hernando expresa en su consejo lealtad y cobardía a la vez cuando tiene que actuar bajo un disfraz de mujer:

Yo iré; mas defenderme te toca, y si hacerlo no quisieres, no te espantes si me vieres con la barriga a la boca. (Acto II, vv. 112-116)

La última muestra de su lealtad en un diálogo consiliario la podemos encontrar en el segundo acto de El perro del hortelano cuando la criada Marcela intenta enviar un recado al galán por Tristán, éste defiende el honor de su amo en un famoso diálogo donde rechaza recibir el mensaje («No me digas nada» v. 1494) y luego caracteriza la relación con su amo en una enumeración de metáforas y concluye diciendo que es «la uña de aqueste dedo,/ que en cortándome, no puedo/ decir que con él estoy» (vv. 1505-1507). Podemos comprender esta expresión como una muestra de su gran lealtad. Si escuchara a Marcela y luego entregara el mensaje no sería tan leal como se espera y además podría enojar a la condesa. Esto nos lleva a la última esfera de sus consejos expresivos: las que revelan la cobardía del gracioso. La cobardía se nota en muchos de sus diálogos pero en las comedias estudiadas hay solamente un diálogo consiliario que subraya esta característica del personaje. En el segundo acto de Amar, servir y esperar navegando en un barco advierte a su amo de otros barcos pero es evidente ya del diálogo escrito que el único que tiene miedo es él mismo: «Hasta que las señas veas/ no te acerques, que estos barcos/ me han dado alguna sospecha.» (vv. 260-262). Además de estas sus cualidades inherentes, hemos encontrado un rasgo especial que aparece en sus consejos de las primeras comedias. Se trata de cierto tipo de rebeldía o protestas hacia sus amos. Por ejemplo en La francesilla dice Tristán a Feliciano: «Manda menos y anda más.» (Acto II, v. 20) o «Déjame.» (Acto III, v. 390) cuando lo llama. Y ya hemos citado sus réplicas hacia el Capitán en el segundo acto de La discreta enamorada: «Cásate primero.» (v. 1093) y «Que templarás aquese enojo, espero.» (v. 1097). Este comportamiento no aparece en las posteriores obras estudiadas. Si consideramos que los 94 consejos que apaciguan aparecen, al contrario, en las comedias posteriores, podemos divertirnos con la idea de que las comedias «de madurez», de las que habla Gómez, pueden significar también una verdadera madurez moral del personaje. Una razón de esta rebeldía la podemos encontrar también en el propio carácter del género cómico. Según Abirached, el imaginario social «ofrece una vía de escape a las impaciencias provocadas por su estructura monolítica», así que en la comedia «pueden verse amos apaleados por sus criados, mujeres que aterrorizan a sus maridos» etc. (2011, pág. 48).

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5. Conclusiones

Vamos a resumir en este apartado las conclusiones que resultan de nuestro análisis del lenguaje de los consejos de la figura de donaire y de las funciones dramáticas de éstos.

El lenguaje de los consejos (persona)

En el primer capítulo hemos investigado el volumen textual de los versos del gracioso con función de consejo desde dos puntos de vista: los versos con esta función entre todos los versos del personaje en las comedias particulares y su proporción en cada uno de los tres actos. A pesar de no contar en nuestro estudio con un número suficiente de obras para sacar conclusiones generales sobre el desarrollo de la creación del autor, hemos descubierto al respecto que la datación, de hecho, no es un rasgo relevante en cuanto al volumen textual de los consejos del gracioso. El caso de La francesilla, obra incluida para llegar a saber si es posible considerar el papel consiliaro como su función ab initio, documenta lo mismo. El «primer» gracioso sí aconseja, pero no mucho. No obstante, el gracioso de la segunda obra estudiada (El amante agradecido), solo seis años posterior, tiene el segundo porcentaje más alto de versos consiliarios de todas las obras estudiadas. Gracias al análisis, no obstante, llegamos a saber que la datación sí es un rasgo relevante en cuanto al uso de los consejos generales. Por ejemplo, en La francesilla no hemos encontrado casi ningún consejo general, mientras que en las comedias posteriores el número de éstos va creciendo. Según nuestra hipótesis, este crecimiento podría ser causado también por la publicación de Don Quijtote en 1605 que podía influir en la popularidad del uso de las sentencias y refrancetes populares gracias al personaje de Sancho. En general, casi la tercera parte de todos los diálogos del gracioso tiene la función dramática de aconsejar, o bien a otro personaje de la obra o bien generalmente. El porcentaje de los consejos del gracioso en las obras oscila entre 15 y 45 por ciento de todos sus versos y el promedio de sus versos consiliarios en las diez obras es el 27 por ciento. La obra con el mayor número absoluto de versos consiliarios del personaje es El perro del hortelano, la comedia probablemente más famosa de las que hemos incluido en el estudio. El papel consiliario del gracioso Tristán es muy importante aquí, sobre todo en el primer acto, donde enseña a su amo en los largos diálogos cómo comportarse en cosas de amor.

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Resulta del análisis del volumen textual de los consejos del gracioso en los actos particulares, así como del análisis de los reflejos de su papel consiliario en los diálogos de los personajes de las obras, que su aconsejar es una función intrínseca del personaje con la que se cuenta y que lo caracteriza. La razón la basamos en el hecho descubierto que, en la mayoría de los casos, el gracioso tiene el mayor número de consejos en el primer acto, donde los personajes-tipo se presentan para hacerse reconocibles. Los consejos generales prevalecen significantemente en el primer acto, aparecen ahí incluso más que en el segundo y tercer acto en conjunto. Se aprovecha así también del espacio del primer acto en el que no suele prevalecer la acción tanto como en los dos que quedan. Esta inherencia de su función consiliaria se nota también en el siguinte capítulo sobre los recursos lingüísticos utilizados por el personaje en los consejos. La mayoría de los consejos dirigidos a otros personajes (aproximadamente el 90 por ciento) se refiere al amo del gracioso y hemos descubierto que una gran parte de la categoría de las recomendaciones (el segundo recurso más utilizado) está formada por los consejos requeridos por el galán, lo que vuelve a demostrar la inherencia del papel consiliario del gracioso. El caballero busca consejo en su criado porque sabe que lo va a recibir y podemos decir que, recíprocamente, también porque los busca, el gracioso asume la función consiliaria. Este hecho se evidencia por ejemplo en algunos casos cuando el galán requiere consejo y el gracioso lo inventa forzosamente solo para satisfacer a su amo. El personaje del gracioso demuestra en los recursos retóricos de sus consejos una gran capacidad de tratar con los miembros de las capas altas. Justamente la categoría de las recomendaciones no es otra cosa que un imperativo ablandado por varias fórmulas corteses u oraciones condicionales con los que regula la acción de su amo o, eventualmente, de otros, como podíamos ver en el capítulo sobre las funciones. Las categorías del indicativo y de las preguntas tienen una menor representación en las obras pero de la misma manera ayudan al gracioso a aconsejar indirecta y efectivamente y cumplir así con su papel del criado subordinado pero funcionalmente importante. Una función semejante la tienen los consejos generales que destacan justamente por su carácter indirecto (se van a tratar más adelante). No menos efectivo es el recurso lingüístico más utilizado por el gracioso, el imperativo. Hemos llegado a la conclusión de que en algunas ocasiones realmente manda a su amo o incluso a personajes pertenecientes a la alta nobleza. A veces este mandato puede tener carácter de una mera protesta, sobre todo en las comedias tempranas, pero hemos descubierto que en otras ocasiones sus mandatos influyen de manera significante en la acción de otros.

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Además, el gracioso parece reforzar con este recurso su importancia para la trama ya que, si no se trata solamente de la mencionada protesta, los personajes lo «obedecen». Otro recurso retórico con el que el personaje influye en la acción de otros, normalmente en la del galán, e indirectamente en el vulgo, son los consejos generales. A la hora de «esparcir» así su sabiduría y sentido común, y decorar así el lenguaje de la comedia, el donaire aplica con ellos las verdades universales a las situaciones concretas e interviene así en gran medida en el avance de la trama. Es que la figura de los consejos generales utilizada con mayor frecuencia es la sentencia que posee justamente esta función de la aplicación de las verdades, como señala García Barrientos. Lo mismo facilitan sus numerosas definiciones o paremias y sus citas. En concreto, hemos encontrado un refrán citado, un aforismo, una sentencia un poco transformada de un estadista antiguo y varias sentencias citadas de fuentes inconcretas. Cuando hay que defender un consejo el gracioso utiliza una historia ejemplar, el segundo recurso más frecuentemente utilizado, porque tiene, además de la función decorativa, una fuerte función persuasiva y, generalmente, un tono popular. No obstante, podemos decir que el recurso persuasivo cumbre del gracioso es el dialogismo. Mientras que la sentencia y la definición pertenecen a las figuras pragmáticas referenciales (según García Barrientos), y se refieren a la «realidad», en el caso del uso del dialogismo, una figura pragmática de ficción enunciativa, el gracioso se pone incluso a transformar lúdicamente (carnavalescamente) esta realidad el mundo real para revelar al galán las verdades crueles de la vida. Es decir, consigue que el amo lo oiga, ya que se divierte así, y al mismo tiempo influye en su pensamiento e indirectamente en sus hechos. En nuestro caso lo hace para retirarlo de una mujer inconveniete. Ya sabemos que este tipo de intrigas amorosas es el tema más importante de sus consejos. Tratamos las funciones de éstos en el siguiente apartado.

Funciones dramáticas de los consejos (fábula)

A la hora de evaluar las varias funciones dramáticas de los consejos hemos descubierto que es posible dividirlos en tres categorías más generales. Éstas corresponden a las tres funciones del lenguaje de las que habla Karl Bühler y que Roman Jakobson amplía con otras tres más. En nuestro caso se trata de las funciones apelativa, referencial y expresiva. Aunque todo consejo asume la función apelativa ya por su naturaleza de tratar de influir en la acción del destinatario, hay consejos en el habla del gracioso en los que prevalecen otras funciones y

98 por tanto distinguimos tres grupos de consejos según la predominancia de la función apelativa, referencial o expresiva. En general, podemos resumir que hay dos funciones dramáticas más importantes de los consejos del gracioso: hacen avanzar la trama y protegen al galán de la deshonra gracias a la inteligencia práctica de la figura del donaire que se opone al idealismo del caballero, cuyo valor más importante es justamente la honra. Resumamos ahora las conclusiones que nos han llevado a estas afirmaciones. Primero, el avance de la trama. Los consejos del gracioso de la predominante función apelativa destacan por el intento de influir tanto como pueda en la acción de otro personaje, en la mayoría de los casos en la del galán. Muchas veces trata de empujar al galán a la acción y activarlo en general. Se comprueba así la a veces mencionada pasividad del caballero contra la actividad e «inteligencia práctica» del gracioso39. Este tipo de activación se nota sobre todo en las situaciones en las que hay que contactar a otros personajes de la obra, ante todo a las mujeres, y cuando hay que empujar al galán a la conquista activa de éstas. Otra función dramática de sus consejos apelativos que hace que la trama avance es la de urdir el enredo. Este hecho está relacionado con el desarrollo de la función del personaje en las obras. Según Gómez, el gracioso tiene esta función del urdidor de la trama más bien en las comedias maduras (más o menos desde El perro del hortelano) y, como hemos descubierto, en éstas suele actuar más o menos solo, es decir, sin dar consejos. Cuando aconseja para urdir una intriga, muchas veces se ofrece a disfrazarse para que la pareja central pueda comunicarse. También los consejos referenciales, en gran medida, asumen esta función de empujar la fábula. El referente, o sea, el hecho del que habla el gracioso con mayor frecuencia en sus consejos es, por supuesto, el amor. Gracias al análisis de estos hemos podido llegar a establecer casi un tipo de «metodología» que recomienda el gracioso a su galán cuando se trata de cosas de amor. Primero, insiste en olvidar el amor inconveniente, es el amor imposible y siempre el que hace sufrir en vez de «gozar». El recurso más eficaz para el olvido, según la figura del donaire, es otra mujer. Al encontrarla hay que conquistarla. ¿Recurso? Celos. El gracioso sigue esta técnica casi sin excepción. Hay que entender este fijo procedimiento como otro elemento que hace avanzar la fábula ya que sin empujar al galán a

39 Por ejemplo, el tema principal de Amar, servir y esperar se ocupa de la pasividad del galán quien espera demasiado en vez de conquistar activamente a la dama. Gracias al personaje de gracioso, quien le empuja a actuar, la pareja central se une. 99 los hechos de este tipo no habría acción. Gracias a él surgen intrigas amorosas y también gracias a él este tipo de comedia se llama «de enredo». Expliquemos ahora cuáles son los tipos de consejos de la figura del donaire que ayudan al galán a proteger su honor. Esta función también se manifiesta a través de los consejos apelativos, aunque no es tan frecuente como la de activar, es la de apaciguar a su amo. Lo hace en situaciones de exagerada exaltación emocional del galán, muchas veces cuando éste o la dama amenazan con suicidio. Se demuestra aquí otra vez el sentido pragmático del gracioso, que forma el contrapunto al idealismo del galán, y su infinita lealtad. Le ayuda a conservar el honor, el valor más importante de un caballero tranquilizándolo cuando este es demasiado emotivo en público. En las primeras obras estudiadas, mucho más que en las «de madurez», el gracioso aconseja en el marco de los consejos con predominante función apelativa al galán escapar, esconderse o de cualquier manera disimular para evitar el peligro. Se enfatiza así la cobardía típicamente atribuida al lacayo pero también se evita así indirectamente la pérdida del honor. En cuanto a los consejos referenciales, el gracioso sentencia con frecuencia sobre la locura de los amantes para conducir al galán al amor más práctico y más «de honor». La misma tendencia se nota también en sus advertencias que analizamos en el otro apartado. Las mujeres más peligrosas, según el gracioso, son las «libres». También aconseja evitar las que son demasiado listas y por eso calculadores e imprevisibles. Todos son rasgos que pueden amenazar el honor y por tanto a la par advierte a su amo en las situaciones cuando un noble puede perjudicar la condición social del galán, y así también la de su criado, por supesto. La última categoría funcional de los consejos son aquellos con los que el gracioso se caracteriza a sí mismo, sin influir con ellos notablemente en el argumento. En estos consejos donde prevalece la función expresiva se refleja su materialismo, pereza, lealtad y cobardía. Justamente la lealtad que se nota en algunos es la razón primaria de su tendencia a proteger al amo de la deshonra y, si vamos más allá de la fábula, podemos presumir que es también el recurso más importante de la «reconciliación» de las capas baja y alta de la que habla Maravall (véase 1.8.). La razón secundaria (o segunda) de la protección facilitada por el gracioso es, por supuesto, también la cobardía, porque la deshonra del galán significa también la amenaza de la condición de su criado. Ya hemos dicho más arriba que estas características expresivas se enfatizan en sus consejos sobre todo en las primeras comedias y van desapareciendo con los años,

100 probablemente porque el personaje-tipo se hizo tan bien reconocible que no hacía falta recordar estos rasgos suyos con tanta frecuencia. Como se explica en la introducción, el presente estudio tendría que servir también como un punto de partida para el estudio más extenso, cuyos fines hemos esbozado en el primer capítulo. Creemos que hemos llegado a conclusiones interesantes y fundamentales para la investigación de otros enfoques del papel consiliario de este personaje-tipo tan extrardinario y que hemos ayudado así a eliminar un pequeño trozo de la «penuria actual en los estudios sobre el personaje del gracioso» (Gómez, 2005, pág. 22).

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6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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7. Anexos

En las siguientes tablas se pueden observar los números de los versos de los consejos del gracioso distinguidos según los recursos lingüísticos utilizados. Los consejos que da bajo un disfraz están marcados y no se cuenta con ellos en las estadísticas por razones que hemos explicado (véase 1.5. Metodología). En las sumas están separados con un +. También hemos indicado el personaje a que se dirige el consejo cuando no se trata del galán.

La francesilla (1596)

Acto I II III Núm. de versos Imperativo 122-123; 20; 69-73, 428; 390; 500; 890 (a Juana); 929 28 350-355 527; 889; 891; (a Alberto); 943-946 (a Alberto); 980 (a Clavela); 1087 Recomendación 189-192; 738- 493; 911 (a Alberto); 927 (a 22 742; 743-744; Alberto), 955-956 (a 837-839; 906; Alberto); 1072 1010 Pregunta 526 1 Refrán 840-841 1075-1082 10 Núm. de versos 8 29 24 61 De total 185 103 131 419 Por ciento 4% 28% 22% 16%

El amante agradecido (1602)

Acto I II III Núm. de versos Imperativo 101-113; 218 (a L. 134-135; 96 (a Belisa); 421- 26+17 y L.); 260-261; 142-143; 423; 437-439; 442; 358; 384; 427-428; 169; 992-995 449-450; 455; 467; 497; 728; 756; 475; 482-484; 489- 1019-1021 (a 490; 504 Leonarda) Recomendación 147-152; 182-185 185-8; 195-206; 52 (a L. y L.); 239-243 208-210; 212-221 (a L. y L.); 388- 389; 734-736; 757- 759 Sentencia 114-15; 674-645 150-155; 75-94; 190-193; 761 37 158-9

106

Definición 61-64 4 Indicativo 253-254; 257-259; 83-86; 107- 32 359-360; 414-420; 114 463-465; 621-622 Pregunta 87-102 16 Núm. de versos 65 46 59+6 170+17 De total 285 166 228 679 23% 28% 26% (29%) 25%

La discreta enamorada (1606)

Acto I II III Núm. de versos Imperativo 183-184; 199-200; 204; 52-53; 327; 519; 70; 890 18 375-376; 888; 1003; 1045; 1093 1005 Recomendación 172-177; 154; 156-160; 74-75; 85; 113-116; 45 325-327; 345-346; 350; 328; 504-510; 1097 889-890; 928-936 (al Capitán) Sentencia 139-140; 304-319; 51 263-264 62 322-324; 329-343; 355-356; 357-358; 367-374; 806-810; 1133-1134; 1030-1032 Pregunta 353-354; 359-362; 92-93 14 365-366; 1199; 1218- 1220 Indicativo 363-364; 1182-1184; 963-966 29 1186-1197; 1212-1217 Núm. de versos 132 29 4 165 De total 206 110 171 487 64% 26% 2% 34%

El acero de Madrid (1608-1612)

I II III Núm. de versos Imperativo 119; 169; 156-160 (a 581 (a Leonor); 15+20 246; 361; Octavio);181-182 917 (a Belisa); 369-370;469- (a Belisa); 187 (a 1037; 1076; 1161- 474; 771; Belisa); 242-243 1166 (a Prudencio) (a Salucio); 296 (a Prudencio); 1179 Recomendación 221-229; 413- 247-9 (a 1031-1032 30+16 421(a Belisa); Octavio); 438-442; 460- 841-844 a Lis. y 468 Ris.; 1181-1186 107

Pregunta 134 741-742 (a Belisa); 5 744-745 (a Belisa) Indicativo 219; 927-930 5 Sentencia 557-558; 566; 575- 7 578; 695-696 Núm de versos 28 + 23 11+13 23 62+36 De total 189 115 122 426 15% (27%) 10% (20%) 19% 15% (23%)

El perro del hortelano (1613)

I II III Núm. de versos Imperativo 343-4; 506-7 1356; 1494 (a 2912 (a 22 Marcela); 1883+ 1888 Furio); 3262- + 1889 (a Marcela); 3263; 3318 1908-10; 1918-20; 1929 + 1933 + 1936 (a Marcela); 217-18; Recomendación 371-5; 381-388; 1922-1923; 1984- 2433-2434 55+2 393-8; 415-422; 1986 (a Marcela y 427-432; 435-442; Teodoro) 453-8; 509-10 Indicativo 340-2; 346; 629- 1410-11; 1884-7 18 636 Sentencia 367-369; 380; 389- 1336-1343; 1782-5 24 390; 413-4; 433-4; 617-18; Definición 409-10; 626-8 1374-1407 2934-7 33 Refrán 423-426 8 Pregunta 391-2; 399-401 5 Historia ejemplar 459-502; 619-25 1418-1427; 2300- 78 2317 Núm de versos 142 79 8+2 229 + 2 194 177 276 647 73% 45% 3% (4%) 35%

El mayor imposible (1615)

I II III Núm. de versos Imperativo 485-486; 1230 (a Reina); 1259; 2581; 2630-2632 + 19 1505-1507 (a 2638 (a Diana); 2657 Roberto); 1614-1615 (a Diana y + 1658-1659 + 1669 Fulgencio) (a Diana); 1752 (a Lisardo y Albano)

108

Recomendación 601-608; 1260-1264; 1661- 2704-2705 (a 35 617-618; 1668 (a Diana) Fulgencio); 3081- 622 3087 (a Príncipe) Definición 505-506 2 Refrán 509-516 9 Sentencia 544-549; 1654 2565; 3107-3109 19 599-600; 623-624; 1038-1040 Indicativo 550-553 4 Historia ejemplar 555-585; 1176-1181 45 609-616 Núm de versos 81 33 19 133 De total 198 203 168 569 41% 16% 11% 23%

Quien ama no haga fieros (1620-1622)

Acto I II III Núm. de versos Imperativo 891-893 (a 165-170 (a Anna); 171; 17 Anna) 321; 380; 910-14 (a Flora)

Sentencia 17-22; 24; 25- 93-97; 99-104; 271-272 60 28; 31-32; 35- 671-675 39;122; 150- 151; 154- 159;163-4; 476- 8; 480-487; 882-5 Historia 62-77; 107-118; 279-285; 286-293 48 ejemplar 876-881 Definición 51-56 772 370-374 12 Recomendación 89-90; 588; 6 590; 773-774 Núm de versos 81 26 36 143 De total 190 66 63 319 43% 39% 57% 45%

Amar, servir y esperar (1624-1635)

I II III Núm. de versos Imperativo 68-70; 495 + 103 (a Esperanza); 375-376 (a Dorotea) 13 504 (a Rufina) 260-262; 287; 930 Pregunta 28 936-937 183-186; 196-198; 16 203-204; 227-230

109

Sentencia 130-133 9-10; 13-16; 49- 193-194;231-232; 38 54; 139-141; 153- 807-810; 815-818; 5;175-6 825-827 Definición 55-58 24-32 13 Recomendación 761; 782; 931-935 33-37(a Esperanza); 24 177-182; 191-192; 233-4 Indicativo 162 187-190 4 Historia ejemplar 215-226 12 Núm de versos 10 40 70 120 De total 110 158 165 433 9% 25% 42% 28%

La noche de San Juan (1631)

I II III Núm. de versos Imperativo 368-369 387-388 + 489 + 497 25; 161-162; 14 + 521 (a Leonor) 686-687; 837-838 Indicativo 273-275 779-784 + 788-9 (a 157-160 15 Leonor y Juan) Sentencia 292; 293-296; 831 2 9 981-982 Pregunta 689-690; 858-859 835-836; 839-41 9 Núm de versos 11 18 17 47 97 128 92 317 11% 14% 18% 15%

Las bizarrías de Belisa (1634)

I II III Núm. de versos Imperativo 446; 1028 (a Finea) 927-8 4 Refrán 136-8 3 Sentencia 376-7; 384-6; 179-183 139-140; 355-8; 26 388-9; 395-7; 404- 361-2 6 Indicativo 368-82; 394; 125; 135; 165-6 45 416-37 Pregunta 390-1 350-354 7 Recomendación 465 168-170; 386 226-8; 379-82 12 Historia ejemplar 408-414 184-7 11 Dialogismo 760-790 31 Núm de versos 94 15 27 136 117 183 96 396 80% 8% 28% 34%

110