Zahora nº 36

LETUR Vidas y Vivencias

Anneliese Grasreiner Zahora. Revista de Tradiciones Populares, n¼ 36

Director José García Lanciano

Colabora Julián Ángel García Rivas Coordinador de la Universidad Popular de Letur

Fotografías Anneliese Grasreiner Página 12: Forti Páginas 3, 47 y 87: Archivo fotográfico del Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel” Fondo cubierta:“El Cortijo de La Longuera”, dibujo de Cristina Muñoz

Diseño y Maquetación Servicio de Publicaciones Diputación Provincial de

Dep. Legal: AB-78-1993 Nueva Época ISSN: 1132-7030

Imprime Servicio de Publicaciones. Diputación Provincial de Albacete

6 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Sumario

Presentación • Página 9

Introducción • Página 11

El “Nochebueno”: El Tocón de Navidad • Página 15

El burro • Página 19

La hornera • Página 23

El barquero del Almazarán • Página 27

La casa de Remedios en Las Casas • Página 31

El horno de pan • Página 41

Los pineros • Página 45

Relatos al calor de la lumbre • Página 49

Gitanos • Página 57

Vida en un cortijo a medias • Página 63

El maestro itinerante • Página 69

La Madalena • Página 79

Los cárabos • Página 81

Cómo perdí mi inocencia • Página 83 PRESENTACIÓN

onozco a Anelís desde hace algunos de unos años e incluso ahora mismo, los más años. Sabía del esfuerzo que estaba jóvenes leerán estos relatos a través de los Crealizando, y de la riqueza que con- cuales descubrirán como vivían sus antepa- tenían sus trabajos. Hace tiempo que Anelís sados próximos y aún así ¡tan lejos de nues- venía acariciando la idea de poder publicar- tras costumbres!. Cuando vean que aquellas los. Como bien dice ella “esto no es para gentes, sus gentes, eran capaces de vivir de que se quede en un cajón”. De hecho Anelís sus manos, de ser autosuficientes; que un lega al Ayuntamiento el conjunto de la obra pueblo como Letur, bastante aislado, produ- realizada; entiende ella que ésta le pertene- jese lo necesario para cubrir las necesida- ce al pueblo de Letur. Para dar una idea de des de una vida, naturalmente austera, ¡qué la magnitud de esta obra indicaré que lo aquí maravilla!. publicado no alcanza más de un 10% de la Al presentar esta publicación, me ha co- totalidad de su esfuerzo. rrespondido el honor, de agradecer en nom- Suelo decir que, lo mismo a nivel indivi- bre del Municipio de Letur, a Anelís “la Ale- dual o familiar y en este caso a nivel pueblo, mana” y a todas y todos los que con la apor- determinadas circunstancias son un lujo. En tación de sus experiencias y conocimientos mi opinión tener a Anelís como vecina de han hecho posible este legado. Sirva ésta como Letur, es uno de estos lujos. homenaje a estas personas y de recuerdo en- Hay que pensar que gracias a ella se van trañable para quienes ya nos han dejado. a conservar tradiciones, modos de vida, cos- Con el agradecimiento a la Diputación tumbres, oficios, tareas, afanes, que de otra Provincial de Albacete por haber seleccio- manera habrían desaparecido junto con sus nado este trabajo para su publicación en una protagonistas; Anelís está haciendo posible revista de tan alta calidad como es Zahora. que lo hereden las generaciones futuras y que Es nuestra intención seguir publicando puedan conocer la forma de vida de sus an- estos estudios hasta completar el conjunto tepasados. No se trata de que los tiempos pa- de la obra. sados fueran mejores o peores “cada época Un saludo tiene su afán”: fueron lo que fueron. Se trata Juan José Leralta Jiménez de rescatarlos para que se conozcan. Dentro Alcalde de Letur

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 9 INTRODUCCIÓN

uizás se preguntarán algunos lec- Pero fue así. Claro que en este pueblo don- tores, cómo una extranjera llega de todos son como una familia, nadie me Qa hacer un reportaje sobre la vida conocía. Pero fui bien recibida, me sentía de un pueblo español. Por cierto, al venir como adoptada. a vivir aquí a Letur, hace unos doce años, Entonces, mis ojos de extranjera se ma- no ha sido mi propósito hacer un estudio ravillaron con lo que vieron; y mi corazón etnológico; solamente buscaba para mis acostumbrado al anonimato y a la prisa de años de jubilada un lugar tranquilo y natu- la vida moderna se alegró del calor huma- ral, favorable para la salud del cuerpo y no repartido gratis. Parecía una maravilla. del alma. Encantada de la facilidad de los contactos Había dejado atrás varias etapas de mi de intercambios, me acercaba a la gente vida: estudios universitarios, vida de pa- con curiosidad y admiración por todo lo reja y de familia, durante ocho años, con artesanal, lo antiguo, lo sencillo y verda- mi familia, la experiencia de vida en Es- dero. Y ellos, con buenas ganas me lo ex- paña, en Barcelona; luego a partir de 1970, plicaban todo; no se cansaban de mis pre- como viuda, la responsabilidad de la edu- guntas insistentes. cación de mis tres hijos, con casa y jardín Así, poco a poco se iba acumulando en Friburgo, Alemania del Sur, también una documentación escrita y fotográfica una etapa de profesora de alemán para jó- que no se podía dejar almacenada en un venes estudiantes extranjeros. Todo muy cajón sin utilidad para nadie. Este trabajo, bien en su momento. para mí, es una muestra de agradecimien- Pero vino el momento que era eviden- to al pueblo. te que había de cambiar, y esto era una En realidad el tema escogido “Vidas y oportunidad para ir a buscar lo que real- Vivencias” es solamente una pequeña par- mente yo deseaba. Y así encontré Letur. te, pero espero que guste y que refleje un Eso de sentirse a gusto en un sitio más poco aquellos tiempos ya pasados, pero tan que en otros, tal vez no tiene explicación. vivos en la memoria de los mayores. Que

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 11 Letur. Vidas y Vivencias

Anelis la alemana, en el centro. Abril de 2001. Foto de Forti

eran tiempos a veces durísimos, pero los común nos ha hecho amigos. afrontaron con un admirable espíritu de Los relatos son, cada uno, el resultado fraternidad, de ayuda mutua, de buen hu- de varios diálogos o entrevistas de la Ale- mor y alegría. Eran vidas muy cortas en mana con sus interlocutores. No usaba el recursos materiales, pero muy ricas en ge- casete, que no me facilita el trabajo de ela- nio e improvisación, vidas activas donde boración, y sobre todo puede resultar un no cabía el aburrimiento. ¡Ojalá pudiéra- obstáculo entre las personas que se están mos en nuestros días rescatar algo de es- comunicando vivamente cara a cara. Lue- tos valores ya en peligro de extinción! go, en casa, venía la tarea de juntar las pie- Esta revista es obra de muchos; todas las zas del puzzle para que formen un solo personas entrevistadas han dado su tiempo y texto coherente, eliminando mis pregun- su paciencia para contar sus vidas y explicar tas que solamente tenían la función de sa- como se hacían las cosas. Les agradezco a car a la luz lo que tiene que decir la perso- todos y todas de todo corazón. El trabajo en na que está enfrente.

12 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

La otra cara de mis limitaciones lin- relatan sus vivencias y sus emociones en güísticas es, a mi parecer, la ventaja de que su propio lenguaje. Las recibimos de pri- estos relatos no están transformados ni co- mera mano, y así nos permiten una parti- mentados. Las personas entrevistadas nos cipación más auténtica y más íntima.

Letur, marzo de 2001 Anelís “la Alemana” 

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 13 EL “NOCHEBUENO”: EL TOCÓN DE NAVIDAD

se tocón gordo en la foto que no Voy a explicar esta tradición. da mucha llama, no lo puse para En las aldeas se tenía la costumbre de Eguisar el caldo de pollo, sino en para la Nochebuena poner un tocón muy recuerdo de mi padre que lo hacía así to- gordo en la lumbre para calentarse toda la das las Navidades. Siempre me acuerdo de familia mientras cenaban, y para que si- él y procuro tener uno por Navidad. guiera ardiendo toda la noche.

El Tocón de Navidad en el humero de Práxedes

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 15 Letur. Vidas y Vivencias

Porque, en esta noche pasaban muchos Cuando llegaban a una casa que había teni- vecinos pidiendo los “aguilandos” (agui- do una desgracia y por eso no habían he- naldos), cantando villancicos, y encontra- cho dulces, pasaban allí también un rato, ban el fuego encendido, la casa caliente, dejándoles lo que llevaban en el canastillo. con la gente que se había quedado en casa Toda la noche iban así de casa en casa esperándolos, y allí pasaban un rato. Lle- hasta que amanecía, algunos desde las vaban guitarras, zambombas, panderetas Tobillas hasta el Molino de Papel, y otros y su bota de mistela. Y como en esa época con otro recorrido. En todo el valle se oían la matanza estaba recién hecha, se colga- las zambombas. ban ristras de chorizos al cuello, y a la lum- Volvemos a lo del tocón: bre de la casa las asaban. Los de la casa Lo que había quedado sin quemar en la sacaban los dulces que habían hecho y Nochebuena, lo apagaban y lo guardaban vino, y entre todos lo pasaban bomba, bai- aparte de la otra leña para no quemarlo. lando y cantando. Cuando venían las tormentas de vera- no y los granizales terribles, ponían el to- cón en la calle con la parte quemada dere- cha a la tormenta para que se fuese a des- Cuando venían las tormen- “ cargar la granizada a la montaña y no en tas de verano y los graniza- la vega, para que no estropeara la cose- les terribles, ponían el tocón cha. Los hombres eran los que se encarga- en la calle con la parte que- ban de sacar el tocón, mientras las muje- mada derecha a la tormenta res tiraban puñados de sal a la calle dicien- para que se fuese a descar- do la oración siguiente: gar la granizada a la monta- ña y no en la vega. Santa Bárbara bendita que en el cielo está escrita con papel y agua bendita, Luego, lo que quedaba,” lo echaban en los moros en la peña, las canastillas y se lo llevaban. nosotros en la cruz, Pero, si había habido algún difunto en Padre nuestro y amén, ÁJesús! esa familia, como se conocían todos, lo sa- bían, y entonces, al llegar a la puerta, pre- Creo que lo hacían porque era el único guntaban: “¿se canta o se reza?”. Si el fa- consuelo al sentirse tan impotentes ante ese miliar había muerto recientemente, contes- fenómeno que quitaba el trabajo del año y taban: “Se reza”, y entraban y rezaban. la comida. Se quitaba el arroz, se quitaba

16 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

que para ello no se necesitaba permiso. Los hombres los arrastraban con las vacas a su casa, rambla abajo y camino arriba. De las tormentas hay una anécdota que habla del sacerdote Don Pedro, tío de Don Joaquín, de la familia de los dueños de La Longuera. Un labrador le dijo un día: “Us- ted, Don Pedro, ¿no podría traer, cuando venga a La Longuera, una botella de agua bendita, para echar cuando llegase la tor- menta?” Y el sacerdote contestó: “¿Qué? ¿agua bendita? - Ácohetes! Ácohetes!” El hombre no esperaba aquello, espe- raba un consuelo para su desesperación, porque el uso de los cohetes entonces ya estaba prohibido. Entre los labradores, ese diálogo con el sacerdote se repetía como un chiste, aunque no les hacía ninguna gra- cia. Hubieran preferido el agua bendita. Pidiendo el aguilando Pero se veía que el sacerdote mismo no creía tanto en el milagro del agua bendita. el trigo, la hortaliza y los frutales. Los la- Existían cohetes especiales para espan- bradores seguían esa costumbre segura- tar la tormenta. Pesaban cerca de medio mente porque creían que servía para algo. kilo y para tenerlos y usarlos había que Yo recuerdo unas veces que vino el cielo pedir un permiso. En El Almazarán se como noche, el granizo cayendo, que se reunían los vecinos y acordaban comprar partía la nube y se iba a la montaña a des- diez o quince cohetes. Lo que costaban, lo cargar. Pero no siempre era así. dividían entre ellos. Tenían un puesto de Para que nunca falte un tocón en casa unos tres metros de altura con dos púas para la Nochebuena, la gente iba a las ram- haciendo horquilla, allí ponían el cohete, blas y los barrancos cuando había pasado cuando la tormenta empezaba a descargar. una crecida, porque a veces el agua había Con otra caña igual de larga, con una me- arrancado los tocones de los pinos corta- cha le daban fuego al cohete. Este se subía dos, o el viento había arrancado el árbol a la nube y al explotar partía la nube. Daba entero. Entonces aprovechaban los tocones, miedo de ver las nubes partiéndose dando

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 17 Letur. Vidas y Vivencias

remolinos. Pero entonces la nube daba la protestas de los vecinos llevaron al acuer- voltereta y se maliciaba, y descargaba en do de prohibirlo en todos los cortijos. el cortijo siguiente haciéndole más daño No quedó entonces otro remedio que que si lo hubiesen dejado. Por eso, los del los métodos ancestrales, el tocón de No- Almazarán no querían que los de La chebuena, o la sal, o las tenazas tiradas a Longuera tirasen cohetes, y viceversa. Las la calle en forma de cruz...

Letur, febrero de 1998 Práxedes 

18 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ EL BURRO

n mi casa en Los Pradillos siem- Ahora, cuarenta años después, tenemos pre hemos tenido burro. Decíamos otro burro, que se llama Macario, al que le E que el burro era como uno de la tenemos un cariño parecido. El otro día familia. vino un conocido y dijo que si habíamos Teníamos un burro que se llamaba Li- ya vendido el burro, que mi marido había bertado. Era de estatura pequeña pero muy dicho que lo quería vender. Yo me sorpren- grande en servicio. Lo compraron mis pa- dí y le dije: “Antes se va mi marido de la dres de pollino cuando se casaron, porque casa que mi burro. El burro me ayuda más, un burro era imprescindible. Tenía la mis- hace todo lo que le mando sin rechistar, se ma edad que mi hermano mayor y se cria- come todo lo que le echo sin protestar...” ba a la vez que nosotros. Ya era muy an- y nos reímos. ciano, porque el burro a los veinte años es Ya no tenemos necesidad de burro para como una persona de setenta. trabajar, pero ha sido tan importante este Mi padre quería venderlo, porque no- animal para la vida en el pueblo que lo que- sotros eramos ya mayores y mis herma- remos conservar por amor y agradecimien- nos trabajaban con mi padre en el campo, to al burro. por eso se necesitaban más bestias fuer- En el pueblo nuestro Macario es uno tes. Pero mi madre, sabiendo que todos lo de los últimos que quedan. Se ha hecho queríamos mucho, dijo: “No lo vendas al muy popular. Turistas que lo ven atado en burro. Como tenemos muchas gallinas, los bancales de cerca del camino, comien- quito unas cuantas y la cebada que se han do hierba, lo enseñan a sus niños como una de comer esas gallinas la echamos al bu- curiosidad, lo piden para hacerse fotogra- rro. Y así queda con nosotros como un fías, hijos del pueblo que vienen de vaca- abuelo a cuidar.” ciones lo quieren para darse un paseo en Cuando miro la foto vieja que tenemos él o llevarles la merienda/comida al cam- con El Libertado, todavía me emociono de po para pasar el día allí. También lo piden recordar mi infancia. para fiestas como despedir a los solteros,

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 19 Letur. Vidas y Vivencias

Macario con su amo el Canuto

subir la novia en las bodas, acompañar las Los días que tiene que trabajar más carrozas de la feria... Hoy en día, tener un fuerte, además de la paja de todos los días burro parece más un capricho que una ne- se le echa cebada, alfalfa seca y el “ver- cesidad. de”. Este es panizo y avena verde. Sin embargo, aún hacemos con él pe- El maíz para los animales se siembra queños trabajos que con fuerza animal se muy espeso para que salga fino, es comi- hacen mejor que con la máquina: sacar las da de verano. La avena se siembra en oto- patatas, o llevar alguna carga por caminos ño y se siega verde en invierno y primave- donde no hay carriles. De esta manera, te- ra. En aquellos tiempos cuando se trabaja- niendo un burro, se pueden cultivar tierras ba con animales, se dedicaba una buena fértiles pero difíciles de acceso, que si no parte de la tierra para sembrarles a ellos. estarían yermas. Además de este verde aprovechaban Si el burro es un ayudante infatigable, los burros las copas del maíz que se quita- en cambio también necesita su cuidado. ban para que madure mejor la panocha, y

20 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 todos los desperdicios de verdura. En su macia, para que no acudan las moscardas tiempo libre se ata el burro en los bancales a poner sus larvas en la herida. que no estén sembrados y en los ribazos, y - Otras heridas son causadas por el roce también en prados, y él solo se coge su del apero de trabajar, o por un accidente. comida, y los deja limpios. Para curarlo antes de que se infecte, se lava Aunque es un animal sufridísimo, tam- con agua de cañamillo, una planta rara en bién suele tener enfermedades típicas: el monte, especie de tomillo, que hay que constipados, “la boca caliente”, escarzo y tener en casa para si se ofrece el caso. esparaván. Cuando el burro está enfermo, - Cuando el problema que tiene el ani- se le ve triste, luego miramos que le pasa. mal parece ser de la tripa, se le da una in- - Contra los constipados le damos una fusión de ruda cocida con aceite crudo. camisa de culebrón que guardábamos cuan- Y si todos estos remedios caseros no do la encontrábamos por el campo. Se le funcionaban, había que acudir al veterina- daba de comer metida en un trozo de pan. rio de o de Elche; había uno por - Si babea y no quiere comer, y tiene la tres o cuatro pueblos. Hoy hay más veteri- boca más caliente que lo normal, hacemos narios, todos especializados. una mezcla de agua, sal y vinagre, y con un Cuando un burro ya no valía para tra- “guisopo” (un trapo atado a un palo) se le bajar, se solía vender a los gitanos o mar- lava la boca. El se deja hacer con confianza. chantes, que lo vendían a un zoo para que - El escarzo es lo más frecuente que le lo comieran las fieras. pasa. Entre la uña y la raya del pelo se in- No quiero pensar lo que pasará con flama la piel hasta que se revienta y echa nuestro Macario cuando llegue ese día. pus. Cuando se ve que se inflama y el bu- Aunque esté muy distinta la vida del rro empieza a cojear, no se deja que se moje primer burro que teníamos cuando yo era la pata, por ejemplo pasando un arroyo. joven, de la vida del que tenemos hoy, son Se deja cuatro o cinco días sin trabajar. estos dos los que más hemos querido, en- Cuando echa pus, es mejor que ande para tre todos los que hemos tenido. que se vaya limpiando la herida. Entonces Lo queremos porque lo tenemos, y lo le echamos zotal, que se compra en la far- tenemos porque lo queremos.

Letur, 2 de junio de 2000 Práxedes 

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 21 LA HORNERA

uando yo era soltera, en los años níamos mucho calor donde dormíamos los cuarenta, había cinco o seis hor- hijos; los padres tenían su dormitorio aba- Cnos en el pueblo. Había uno en jo. Las cosas de entonces, ¡qué lástima! Las Moreras, donde hoy la Caja Castilla- En aquellos tiempos se amasaba en to- La Mancha, otro en la calle Aire/Cantón, das las casas, que no había panadería. Para otro el del Chulo, en las Ánimas. una familia de seis u ocho personas se Mi madre tenía el horno muy grande amasaba quizás una vez a la semana; otros en la Cuesta de Los Lirios, donde ahora la amasaban dos veces. Casa de la Cultura. Era de Don Paco y le Para que no se secara muy pronto el pagábamos un alquiler, además de dos li- pan, se metía en la artesa. También mez- bras de pan cada día. claban la harina de trigo con centeno, tam- Allí vivíamos también. El horno esta- bién con panizo, pero esto porque era más ba dentro de nuestra casa, y encima había barato, lo hacían los pobres. una cámara que le decían capilla del hor- El horno de Los Lirios lo tenía ya la no. Se subía por una escalera y se pasaba madre de mi madre que le decían Jerónima. por dormitorios. En invierno se secaba allí Durante veinte años mi madre llevó el hor- la ropa tendida en unas cuerdas. no. Yo era la menor de cuatro hermanos, y En aquellos tiempos se hacían muchas de soltera le ayudaba a mi madre. Cuando migas, y llevaban el panizo a secar a la me casé, todavía tenía mi madre el horno capilla. Se secaba extendido en el suelo y yo seguía ayudándole hasta cuando es- para llevarlo luego al molino a moler. Allí taba embarazada. se estaba muy a gusto y calentico en in- El horno se calentaba con leña. Los vierno. El techo estaba bajico y la luz en- hombres tenían la tarea de ir a buscarla en traba por una teja que se corría. A los ma- el monte. Casi todos los días salían a por yores les gustaba mucho estar allí; me leña, cogían ramas secas de sabinas y pi- acuerdo de mi abuelo Pedro sentado allí nos y los traían con el burro. Para ayudar a haciendo pleita. En verano, en cambio, te- mi padre con la leña, cuando mis herma-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 23 Letur. Vidas y Vivencias

El horno público de Los Lirios en el año 1990

nos ya estaban casados, iba un chico de atada a la punta, y mojada un poco, y ya se unos doce o quince años, se llamaba Án- podía echar el pan. gel, era huérfano y nieto de una pareja Cuando cocíamos mucho, y estaba coci- pobre que vivía en frente de nosotros. Iba do un horno lleno de panes, había que que- y venía con el burrico cargado de leña. Le mar otras ramas para avivar el horno otra vez, dábamos de comer y lo vestíamos, y él para cocer el pan crudo que traían luego. estaba a gusto con nosotros. Hacíamos panes para la familia y los Se encendía un montón de ramas en el cocíamos en nuestro horno, y sobre todo horno, con la puerta abierta hasta que es- cocíamos para clientas. Venían al horno y taba hecho ceniza. Entonces se apartaba decían a mi madre: “Encarnación, id por la brasa y ceniza y se amontonaba a la iz- mi tabla.” quierda, y se barría muy bien el suelo del La que iba a por la tabla era yo. Me iba horno, con un palo largo con ropa vieja a la casa donde me habían avisado y me

24 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Francisco con su burra cargada de leña en 1991

ponía la tabla en la cabeza, en una almo- daban de comer a sus esparteros y a los hadilla, y así la llevaba al horno. En una que cogían la aceituna, etc.) tabla había ocho o diez panes, más o me- Cuando ya había llevado las tablas al nos grandes, algunas con panes de dos a horno, vigilábamos las horneras, que éra- tres libras cada uno. Esto pesaba. Lo hacía mos mi madre y yo, que los panes estuvie- yo cada día varias veces. Yo no sé como ran bien crecidos, entonces se podían co- podía con aquello. cer. Venían las dueñas del pan a echarlo y El horno se llenaba tres o cuatro veces esperaban que se cociera. al día. Iba a buscar tablas hasta en Las Eras, Lo vigilábamos las horneras, y cuan- en El Alto, en el barrio de Santiago. A Don do estaba cocido, entonces las clientas lo Paco y Doña Pepa hacía tres o cuatro via- sacaban, lo ponían en su tabla y me de- jes de tablas de pan a su casa, más arriba cían: “Llévame la tabla otra vez a mi del puente. (Tenían mucha gente a comer; casa”. Y la llevaba.

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 25 Letur. Vidas y Vivencias

Era yo una muchacha muy fuerte y alta. por el calor. ÁCuantas veces nos tuvimos Pero cuando la gente está mayor, sale todo. que levantar de la cena para coger latas!. Los médicos dicen que la columna la ten- Y no nos pagaban. go muy desviada por llevar tanto peso. Esto Cuando yo estaba casada, amasaba en ha hecho doblarme tanto. mi casa. A mí me salía muy bien el pan. Y ¿cómo nos pagaban nuestro traba- Era trabajoso, pero así lo hacía todo el jo?. Como entonces no había mucho dine- mundo. ro en las familias, se pagaba el trabajo por Avisábamos al molino cuando se nos una pieza de pan por tabla. Cada una lo acababa la harina. Entonces venían a bus- que quería dar. Estos panes los vendíamos car el trigo y nos traían después la harina. a gente que no amasaba. Los mejores, cla- Lo primero que había que hacer entonces, ro, los comíamos nosotros. era cernerla con los palos y el ciazo. Des- ÁTambién los dulces y las latas que nos pués se hacía la creciente en una perola, trajeron! En la Navidad no paraban de con un poco de la masa que se había em- traer. Nos daban por una lata llena por pleado el día de antes, que se conservaba ejemplo de madalenas, una madalena. Y en la artesa y que estaba bien fermentada. de las latas con patatas, que se asaban Esta se ponía en remojo una noche y al mucho, sin aceite, solamente con sal, en otro día se ponía agua a calentar y se ama- el suelo del horno, no nos daban nada. Y saba la creciente con sal y harina. Se deja- costaba mucho quitarlas que se pegaban ba crecer y se formaban los panes y se lle- al suelo y había que rascarlo. Era un abu- vaban al horno. so. “¿quieres una patata?” decían, y mi Eso de amasar en las casas se fue de- madre: “No, si quiero las echaré”. jando cuando se iba yendo mucha gente del En verano venían mucho con latas de pueblo, y El Chulo puso su panadería. En- patatas para no echar lumbre en sus casas, tonces se perdieron los hornos particulares.

Letur, mayo de 2000 Dolores Alcántara Beylet 

26 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ EL BARQUERO DEL ALMAZARÁN

o soy María. Cuando era peque- Yo era la más pequeña y mi padre me ña, -ahora tengo 75 años- íbamos quería mucho. Me ponía en una de las cua- Ytodos los años a la fiesta de San tro aguaderas, se montaba él en la burra y Blas en . A mi me gusta- los otros iban andando: mi hermano, mi ba mucho ir, porque me montaban en la hermana, (los dos mayores que yo) y mi barca, en El Almazarán. madre, toda la familia. Cuando uno se can- Cuando ya faltaba poco, estábamos saba de andar, se turnaban en la burra. Tam- deseando que viniera el día de San Blas, bién venían unas vecinas jóvenes amigas que es en febrero. Hacía frío. Llevábamos de mi hermana, a veces se agregaba mu- bufandas de lana hechas en casa para abri- cha gente de la que tenía familiares en El- garnos. che. Por el camino que duraba unas tres o A la burra se le ponía un ropón con unas cuatro horas hasta El Almazarán y luego bolas de lana coloradas, rojas, negras y otras tres horas hasta Elche, se cantaban verdes, y se le ponía el atarre (que se pasa canciones del Santo. Era como una rome- por debajo de la cola) adornado igual para ría. Los tres días que duraba la fiesta nos que haga juego. En la frente de la burra se quedábamos con unos familiares que te- le ponía una cabeza también de bolas de níamos en Elche. Cuando llegábamos al colores. Para montar a la burra se ponía Almazarán había que cruzar el río, que lle- un cojín y una manta también adornada, vaba siempre mucha agua porque enton- cubriendo las aguaderas. Ahí se iba muy ces llovía más que ahora. También exis- cómodo. Iba la burra muy bonica. tían vados en otros sitios del río, pero a mi En las aguaderas echábamos comida me gustaba mucho ir en barca. Para com- para el viaje y ropa para cambiarse al lle- placerme pasábamos por ese sitio. gar, y también cosas para la familia que Había allí un hombre muy viejecito que nos acogía, lo que ellos no tenían, porque tenía al otro lado una pobre caseta donde no vas a llegar con las manos vacías. Todo vivía con su mujer. Allí tenía un torno que eso era el atuendo para la fiesta. era de madera todo, parecido a una garru-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 27 Letur. Vidas y Vivencias

El burro del Antolín de fiesta

cha de la obra, hecho por él mismo, y lle- tender la ropa de una ventana. Había un vaba una cuerda metálica muy fuerte que cortado a cada orilla para bajar y subir la se pasaba por otro torno a la otra orilla en gente directamente a la barca, sin tocar el frente, y volvía, igual que las cuerdas para agua, y poder la barca arribar sin tocar la

28 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 arena. A la cuerda estaba atada la barca; la de entonces no había barca en El Almaza- tenía amarrada a un pino grande que había rán. al lado de la caseta. La gente de Letur, para ir a Elche, tuvo Ahora, cuando llamaba una persona al que tomar el camino que pasa por Férez. otro lado, el hombre podía devolver la bar- Yo me acuerdo de cuando ya tenía unos ca con su torno para que se montara la gen- 15 años, que iba con mi padre a la fiesta de te, y luego traerla a su caseta otra vez, sin Elche. êbamos con la mula por La Casilla, tener que moverse del sitio. el camino antiguo a La Abejuela, luego un Diez o doce personas cabían, incluso atajo hasta El Molino de Quilor, luego la animales. No tenía baranda, y a mí me po- carretera de ahora, pero en las curvas siem- nían en el medio para que no me cayera. pre había atajos para la caballería y la gen- Yendo con mi padre no tenía miedo de te andando. Se gastaban también tres o nada. Cuando llegábamos a la caseta, le cuatro horas. En la mula montábamos los pagábamos lo que valía, una peseta o tres dos, el padre detrás y yo delante de él. reales por persona. Este hombre no se ha- Y ahora, a los 70 años, he visto un fur- cía rico. Siempre tenía que estar allí, y al- gón de Murcia en el mercadillo de Letur gunos días no venía nadie. De su mujer que llevaba un rótulo diciendo “Antonio me acuerdo, algo más joven que él, con su el Barquero”. Me dio mucha alegría ver pañuelo negro en la cabeza; ella siempre ese coche, porque me recordó los barque- salía a ver quien llegaba. Los hijos eran ros del Almazarán que todos llevaban ese recoveros, vendían sardinas, pimiento mo- apodo y eran conocidos por todo el mun- lido, bacalao, legumbres secas, yendo de do. Me acerqué al chico preguntando si era pueblo en pueblo y de casa en casa. Con de los barqueros del Almazarán y me dijo lo que ganaban, ayudaban a sus padres. que no, sino que había comprado el fur- Mientras vivía, el barquero no dejó de ha- gón de ellos y aún no había cambiado el cer este servicio. Justo antes de la guerra rótulo, pero que era muy amigo de ellos. murió el abuelo, los hijos se fueron a vivir Es el hombre que vende cacharros, sarte- a Murcia y se llevaron a la madre. A partir nes, latas y otras cosas de hierro.

Letur, octubre de 1996 María Sánchez Ortega de Mora (Sacristana en la Iglesia de Letur) 

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 29 LA CASA DE REMEDIOS EN LAS CASAS

sta casa era de mi padre que la ha- ba mi madre la ropa que había, que no bía heredado de su padre. Las pa- era mucha. Eredes son de tapial, los techos de Y por la mañana se recogían los col- palos y cañas, tierra y cal. chones, se ponían doblados uno encima del Allí nacimos todos, yo y mis seis her- otro. Estaban llenos de paja de centeno o manos, y vivimos en ella hasta que nos fui- perfolla de panizo, metidos en una funda mos a vivir a otra casa que obraron mis tejida en el telar por mi madre, la parte de padres, muy cerca. La vieja la compró una arriba de lana y la parte de abajo de tela de prima mía, y después la compré yo a sus hilo, comprada. La cama de los padres sobrinos que ella no tuvo hijos. Yo no que- consistía en un somier de cuatro patas, el ría que se cambiara esta casa por los mu- colchón y una manta retalera. chos recuerdos que tiene. En la cocina estaba el telar, entre la Nos hemos criado con mucha cicha puerta y el humero; ocupaba gran parte (desdicha, miseria). Se ha padecido mu- de la cocina. Además del telar había allí cho porque eramos muchos y poca ayuda. unas sillas bajas; mesa no teníamos, tam- Espacio en la casa no había más que poco platos, cubiertos, vasos..., no hacían la cocina, el dormitorio de los padres y falta: comíamos de la sartén y bebíamos la cámara que tenía que servir para guar- del botijo. dar la comida y dormir los siete herma- En un poyo de piedra estaban los dos nos, los más pequeños al lado de los pa- cántaros con el agua, y debajo de la esca- dres. Cuando llegaba la noche, extendían lera las sartenes y trastos. los colchones al suelo, uno grande para La luz, en la cocina entraba por la puer- las cuatro muchachas y unos colchones ta y por la chimenea; en el dormitorio y la pequeños, para cada chiquillo uno, y los cámara había unas ventanicas, pero sin que no cogían arriba se bajaban a la co- cristales. cina, y uno encima del arca grande en la De los siete hermanos era yo la terce- habitación de los padres, donde guarda- ra. Los niños hacían mucha falta a los pa-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 31 Letur. Vidas y Vivencias

Remedios en la puerta de la casa donde nació

dres para trabajar. Madre mía, yo no había ba a mi madre a criar los pequeños, lavar ido nunca a la escuela, ni yo ni nadie, pues la ropa a la acequia o al arroyo. aquí no había ni maestro ni escuela. Ya de Aquí no había agua de grifo; solo hace pequeña, a partir de los siete años, ayuda- doce o quince años que pusieron el agua

32 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

En el humero

potable en las casas. La buscábamos en que lavar todos los días la ropa de los chi- cántaros en la acequia que baja del monte, quillos, porque los críos se estaban meando yendo muy arriba para cogerla limpia. De siempre y hay que cambiarlos a menudo. tanto bajar con los cántaros puestos en el Por la noche lavábamos los pañales y la lado derecho de la cadera se le rompió la ropita de los chiquillos para ponersela lim- ropa a mis hijas. pia al día siguiente. La lavábamos en un Para lavarnos las personas, con un cubo cubo y la secábamos a la lumbre. y una palancana subíamos arriba. Ahora vamos a hablar del telar. Lo te- Para lavar la ropa, teníamos una losa de nía mi madre en la cocina y ocupaba gran madera y llevábamos la ropa sucia en cu- parte de ella. Era de cuatro pedales. De bos y canastas al arroyo que pasa abajo, estos telares no había más que tres en la donde está hoy el puente, que hace solamen- aldea. Mi madre sabía tejer, ella trabajaba te unos veinte años que lo hicieron. Había en eso, le encargaban más que podía. Siem-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 33 Letur. Vidas y Vivencias

pre estaba tejiendo hasta la noche, con luz Era un trabajo duro, pero nos moríamos de tea o candil colgado. Este telar, lásti- de hambre si no se cultivaba. Ese trabajo ma, ya no existe, lo quemaron. valía para muchos años, no se echaba ni Cuando tenía críos pequeños, niños de estiércol ni abono; en el secano nunca se pecho, mi madre colgaba una espuerta del echaba estiércol ni se regaba; con la lluvia techo, ponía trapicos debajo para acostar del cielo se criaba. Entonces había mucha el crío, y mientras tejía, lo estaba mecien- lluvia, en verano y en invierno. La cose- do con otra cuerda atada a la espuerta para cha era bastante buena. estirarle cuando lloraba. Yo sé tejer también, ella me lo enseñó. Todo lo que sé lo aprendí de ella. Cuando mi madre estaba a punto de dar Cuando mi madre estaba a a luz, le pusieron una colchoneta estrecha “ punto de dar a luz, le pusie- al lado del telar, y los críos nos tuvimos ron una colchoneta estrecha que subir a la cámara hasta que naciera la al lado del telar, y los críos criatura. Comadrona no había, algún fa- nos tuvimos que subir a la miliar asistía. Los médicos no venían o cámara hasta que naciera la venían muy tarde. Una vecina nuestra que criatura. tuvo un parto complicado, al cabo de tres días murió con el crío en el vientre. Mi padre, que lástima, tenía muy poca tierra propia, para hortaliza nada más. Tra- Con mi padre íbamos” también al mon- bajaba en el campo con patronos. te a segar espliego para llevarlo a vender a De pequeña, con unos 13 años, iba con los que tenían calderas. Esto lo hacía por él al monte a arrancar romero y demás bro- su propia cuenta, cuando no había trabajo za, para sembrar trigo; era tierra de los ri- con patronos. cos (por ejemplo del dueño de La Alber- En la época de coger aceituna iba toda quilla). Mi padre y mucha gente más vivía la familia, los que podían andar. Para co- así: arrancaban monte, labraban con sus mer se llevaba un poco de pan y tajás de burros y sembraban trigo, pagando la se- los gorrinos (marranos) de la matanza, y milla de su bolsillo, lo segaban y se traía fruta. La oliva no se partía sino que el pa- la mies, a veces de muy lejos, del monte trón la pagaba por fanegas. aquí a la era nuestra y se trillaba con nues- También íbamos a segar. Yo fui a La tros burros, y el grano entonces lo partía- Mancha con diecisiete años, a Ciudad mos, de cuatro fanegas una para el amo. Real, El Infante, Valdepeñas. Íbamos con

34 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 burros, cuatro personas para dos burros, la treinta kilos. Y volvíamos a casa, arrastran- mitad del camino andando, mi padre, tres do la caña, llevando el hacha en la mano y hermanos y yo. Íbamos con esparteñas, lle- el haz en la espalda. Teníamos la espalda vábamos unas de recambio porque se gas- “esollá” (herida) de tanta carga. taban. A los cinco días llegamos y nos que- Para amasar el pan y cocerlo en el hor- damos cincuenta y dos días segando, y no que teníamos en la puerta de la casa, ganábamos entre los cuatro, mil pesetas. buscábamos el romero que en invierno Esto lo hice solamente un año; después habían tirado los que “esmontaban” (lim- segaba mucho por aquí. piaban) las atochas. Lo atábamos igual que Cuando nos llamaban a las muchachas, la leña y formaba un haz enorme. íbamos a escardar el trigo, es decir, lim- Más tarde, cuando yo tenía más de cua- piarlo de hierba mala. Todas las mucha- renta años, teníamos una burrica que nos chas que había por aquí de mi edad, como traía la leña, tres haces en cada viaje, uno eran todas pobres, tenían que trabajar como a cada lado y la tercera encima. yo también. En los días que hacía bueno, echába- mos dos o tres viajes a por leña que hacía La leña falta para la lumbre, todos los días del año. Entonces, no había gas ni electricidad; Esto lo hacía desde pequeña, en compañía se guisaba en la lumbre, y se necesitaba de mi madre y hermanos. Y luego, cuando mucha leña. La teníamos que buscar en el estaba casada, iba muchas veces con mi monte. No necesitábamos permiso para re- madre que me ayudaba bastante. Y cuan- coger la leña seca; la verde no se podía do mis hijos tenían de cinco a diez años, tocar. iban también. El que tenía una bestia la traía con la bestia, y el que, como nosotros, no tenía, Sirviendo en La Alberquilla la traía a cuestas, un haz en cada viaje. Cuando yo tenía trece o catorce años, Madre mía, teníamos que ir cuatro o cinco estuve catorce meses en La Alberquilla sir- kilómetros camino arriba hasta donde los viendo con el tío Frasquito Picón, era ya pinos. bastante viejo, ya tenía muchos nietos. Íbamos con caña muy larga que for- Mi trabajo: por la noche a ese señor maba con un gancho en su parte de cepa que era mi amo, con un calentador le ca- para tirar los palos secos de los pinos. Las lentaba la cama. Se le ponían ascuas y se ramas que caían las partíamos con un ha- pasaba cuatro o cinco minutos entre las cha y las atábamos en un haz. Un haz pe- sábanas. Le ayudaba a otra criada que te- saba de dos a tres arrobas que son unos nían, que ya era mayor, a amasar, a fregar.

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 35 Letur. Vidas y Vivencias

También me mandaba la Señorita Juliana, en cambio no se guardaban. Hace veinte o la mujer de Frasquito, a coger hierba para veinticinco años, no había iglesia en La los gorrinos. Dehesa, íbamos a misa a Letur andando, Hay que echarles a los marranos la hier- para las fiestas grandes. ba cuando esté tierna; cuando está curada, En invierno se bailaba en las casas par- ya no se la comen. Con la hoz no se puede ticulares. Hacían música con guitarras, a cortar la hierba chica, porque no se puede veces cantando. Mi marido sabía tocar la agarrar con la mano izquierda; por eso se guitarra: jotas, malagueñas... coge con la mano o la navaja, como las Me casé con diecinueve años, entran- collejas. do en los veinte. Mi marido era de Tazona, El labrador de la finca engordaba y venía aquí para resinar. Trabajaba mucho, mataba sus propios marranos que había me llevé bien con él. A los dos años de ca- criado con su parte de las hortalizas que sados tuve mi primer hijo. He tenido ocho cultivaba. El amo también tenía que en- hijos, la última con cuarenta años y un poco gordar gorrinos para la matanza, para toda más. No se podía evitar la cosa como lo esa gente que comía en su casa: cuatro o hacen hoy. Costaba mucho criarlos. cinco muleros, dos pastores, un guarda, He tenido una vida muy dura. Pero lo una o dos mozas y yo, y los hijos que te- peor llegó cuando a mi marido le tocó la nían hasta que se casaron y se fueron a quinta de ir a la guerra, en el último pla- Letur, y los nietos cuando venían de vaca- zo, en el año 1939. Él tenía unos cincuen- ciones. ta años. Ya teníamos tres hijos y estaba yo Los nietos cuando venían de Letur en embarazada del cuarto. las fiestas, Semana Santa y verano, Navi- Mi marido, Pepe, estuvo un año en la dad, también los cuidaba yo y me los lle- guerra, por Castellón, y cuando terminó la vaba a buscar caracoles al huerto. Eran los guerra lo cogieron con muchos más en un niños García: Juliana, Esperanza, Sacra- campo de concentración en Almería. Dos mentos, Fuensanta, Jesús, y Don Juan el meses estuvo allí, y cuando lo soltaron, se abogado, todos eran niños. vino para Letur, y al llegar al pueblo no lo Yo me sentía a gusto en La Alberqui- dejaron ir a su casa en La Dehesa, sino que lla, casi como hija de la casa. Los amos lo metieron en la cárcel de Letur que ins- me apreciaban. talaron en la esquina de la Plaza Mayor, Las Casas, octubre 1998 (Remedios) cerca de la casa del Sabio. Al enterarme de esto, cogí mis cuatro Aquí, antes nos divertíamos mucho hijos, los puse en el macho que teníamos con bailes, para las fiestas. Los domingos y los traje a Letur a que los viera su padre.

36 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

El más pequeño, el Pepe, tenía un añito y eso era poco. En Yeste podíamos cocinar su padre no lo había visto todavía. Deja- en casa de algunos conocidos o amigos, y ron pasar a los hijos pero a mí no. traerlo al carcelero para que lo diera a los maridos. Así lo hacían muchas, porque la (Ahora habla María, la del Fortunato): cárcel estaba llena. Yo era la mayor de los cuatro, tenía unos nueve o diez años. Nos llevaron al sótano de la casa. Allí había solamente la luz de la puerta al patio. En la penumbra En la penumbra“ vi que esta- vi que estaba todo el suelo lleno de cabe- ba todo el suelo lleno de ca- ceras tendidas y los hombres acostados allí beceras tendidas y los hom- sin moverse ni poder hablar de las palizas bres acostados allí sin mover- que les habían dado. Mi padre, tendido se ni poder hablar de las pa- boca abajo, ni siquiera podía vernos. lizas que les habían dado. Al salir se lo conté a mi madre, y no Mi padre, tendido boca aba- digo más. jo, ni siquiera podía vernos. Al salir se lo conté a mi ma- (Sigue Remedios): dre, y no digo más. En la cárcel de Letur estuvo cinco me- ses, y la comida la teníamos que traer de La Dehesa, si no se morían de hambre. ” Todas las mujeres que veníamos a traer la Teníamos unos familiares en Yeste y comida cada mediodía, hacíamos la cola con ellos nos quedábamos una noche o dos, delante de la cárcel, y una por una le podía es que el mismo día no podíamos ir y ve- entregar el puchero al guardia que la daba nir, que era muy largo, cuatro horas andan- al recluso y devolvía los platos vacíos. do para ir y cuatro para venir. Unos días Para venir de La Dehesa a Letur an- llevábamos cosas de fiambre para pasarle, dando se necesitaban casi dos horas, cua- algún día le guisábamos cocido para que tro para ida y vuelta. comiera algo caliente. Pero eso eran pocos A los cinco meses, se lo llevaron al días, porque teníamos que volver a nuestra castillo de Yeste. Allí ibamos las mujeres casa a cuidar las criaturas pequeñas. una vez a la semana, para llevarles en ces- La comida la tomaban los guardias que tos los alimentos que podíamos. En el cas- había a la puerta del castillo. Se lo entre- tillo les daban un vale para que los centi- gábamos, pero a ellos no los veíamos, ni nelas les compraran algo de comer, pero hablar, ni cartas tampoco se podían pasar.

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 37 Letur. Vidas y Vivencias

En el castillo, en la torre, había una podían probar nada, con muchos testigos ventana muy alta. No los dejaban asomar- que fueron a aclarar que era cierto que no se, pero algunas veces, cuando tenían la lo había hecho él. Así finalmente lo tenían ocasión, se ponía alguno en la ventana. Mi que librar. Esto era al acabar la guerra. Pepe chico que tenía un añico y su padre Letur, año 2000 (Remedios) no lo había visto todavía, lo llevaba en bra- zos de Las Casas a Yeste, para ver si me También he trabajado en los gusanos dejaban enseñárselo, pero no lo dejaron de seda. Cuando tenía unos dieciséis o die- salir a verlo. Entonces me puse allí en la cisiete años, nos fuimos, mis tres herma- calle debajo de la torre, esperando si lo nas y yo, a un cortijo entre Letur y La De- podía ver. Mi marido, como le habían en- hesa que se llama Agua Vieja. Allí no vi- tregado la comida, sabía que yo estaba allí, vía nadie, solamente encerraban el gana- e hizo, no sé como, para subir a la venta- do por la noche. Había un poco de huerta na, y lo vi un momento, y el vio a su hijico, que arreglábamos a medias para el amo, acostado en mi brazo. Tío Picón de La Alberquilla. Un año estuvo en Yeste. Luego lo tras- Había allí muchas moreras, y cuando ladaron a Hellín, y yo, durante un año, se- llegó la temporada de la cría de los gusa- guía trayéndole comida a Hellín. En vera- nos que dura del mes de marzo hasta julio, no íbamos, cuatro o cinco mujeres, andan- nos fuimos a vivir allí para echarles de do por La Alberquilla al río, de allí a El- comer las hojas de las moreras, tres veces che, y en Elche cogíamos la carretera. al día. Por la mañana les echábamos en Otras veces íbamos al Pantano de la Fuen- los zarzos las hojas que ya teníamos cogi- santa a llevar un paquete al coche de línea das, y después nos íbamos a coger hojas para que se lo llevara. Le dábamos un duro frescas para todo el día. Cuando la morera cada vez para llevar el paquete. No tenía- era vieja, se cortaban ramas enteras, su- mos perras para ir nosotras en coche, qué biendo con escaleritas y se escurrían las lástima. hojas en el suelo, y de las moreras jóvenes Cuando estaba en Albacete, íbamos escurríamos las hojas de las ramas en el cada dos o tres meses a llevarles comida. árbol. Las llevábamos a casa en canastas Íbamos con el coche de línea. Algunas ve- mientras los gusanos eran pequeños, pero ces teníamos ocasión de un coche de un cuando eran gordos, se tenían que cargar amigo que nos llevaba y no cobraba nada. burros con cestos de paja llenos de hojas. No había justicia, y no sabíamos cuan- Los gusanos cuando nacen se ven bu- do lo librarían. Le acusaron de haber mata- llir como hormiguinas pequeñicas, y al do a dos o tres, pero él era inocente y no le cabo de cuatro meses son largos como un

38 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 dedo. Se criaban en zarzos primero, y cábamos del campo, y la poníamos en el cuando ya no cabían allí, se les echaba al suelo en forma de “casas”, y en medio de suelo también. Cuando eran gordos, se les cada casa dos o tres kilos de gusanos, has- echaba un palmo de hojas encima y esto ta llenar toda la habitación de casas de boja. tres veces al día. Comían mucho. En julio sacábamos los capullos y por Al final se ponen dorados, no comen: el día de Santiago se vendían al señor que es su cuarto y último “sueño”. Entonces había vendido la simiente. Antes se criaba es el momento de echarles boja del campo mucho de eso, y en los campos había mu- para que “trabajen”. Toda esa boja la arran- chas moreras.

Las Casas, 17 de febrero de 1999 Remedios Valero Rodríguez 

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 39 EL HORNO DE PAN

uando se quiere cocer el pan en Para bajar la temperatura hay que vol- el horno, primero se limpia ba- ver a barrer con el barreor bastante más hú- Crriéndolo con movimientos circu- medo, después se vuelve a hacer la prueba... lares con el “barreor”, que es un palo con Ahora está el horno a punto de cocer un trapo en la punta, atado con un alambre la primera “horná” (hornada). Se pone el y un poco húmedo. pan y se cierra la puerta. A los cinco mi- Ahora se pone leña fina, como ramas nutos se vuelve a abrir y controlar el pan de árboles, sin recargar. Se enciende y se de “cara” (de arriba). Si está tomando deja quemar totalmente. Entonces se le da mucho color demasiado pronto, habrá que la vuelta a la brasa con un palo largo, el bajar la temperatura del interior para que “palón”, para que el horno quede bien cal- no se arrebate lo que se está cociendo. deado por todo el suelo, y se vuelve a po- Para eso se pone una olla de agua fría ner leña otra vez, ahora alguna menos, se- cerca de la brasa. También se puede tapar gún el calor que se requiere, más calor para la brasa con un latón (una chapa) o con el pan que para los dulces. Se deja que- ladrillos, o dejar la puerta un poco abierta. mar hasta que las brasas queden casi apa- Si al contrario tenemos poca temperatura, gadas. movemos la brasa una chispica con el Las brasas se “orillan” a un lado, pri- palón. mero con unas ramas verdes atadas a un Puede ocurrir que el horno tenga ya palón, y luego con el barreor húmedo. Para poquísimo calor de arriba y al pan le falte ver la temperatura del horno, se echa un color en la cara; entonces se echa un puñado de harina blanca al suelo; si se “hacho” (esparto viejo, seco) se enciende quema muy pronto, es que está demasia- y se pone en la brasa, y ese calor le da el do caliente, es decir que se quemaría el colorcito que le faltaba. pan o se formaría una costra dura que im- Cuando se están cociendo dulces, si pediría entrar el calor a la miga que se que- están “tomando” (tomando calor) de aba- daría sin cocer. jo, se mete la lata dentro de otra para ais-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 41 Letur. Vidas y Vivencias

Horno de pan. “Dehesa” de

larla del suelo, y si el calor de arriba es ponemos otra vez leña, pero menos, por- mucho, se puede tapar la lata con otra lata que toda la capilla del horno ya está ca- boca abajo, o con papel. liente. Haciendo varias hornás seguidas se Si se quiere cocer más y el horno ve- gasta menos energía; y también menos mos que ya no tiene suficiente calor, pues tiempo; mientras se cuece el pan se pue-

42 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 den preparar unos dulces que luego le cue- estaba ya amasando en la artesa, en un cen rápidamente. cuartito aparte. Ponía varias tejas con bra- Todo esto es una cuestión de mucha sas debajo para dar calor a la masa. experiencia, depende de muchos detalles. Cuando terminaba de hacer la masa, Todo lo que aquí explico lo sé de mi hacía una cruz en la bola diciendo: madre, a la que adoro y se lo agradezco todo. Vivíamos en Los Pradillos, y ya des- “Que esta masa sea crecida de los cuatro años me recuerdo bien como como Jesús fue crecido mi madre hacía el pan. Cada uno de los en el vientre de María” seis hijos que tenía ayudábamos en la me- dida que podíamos. Así, haciéndome ma- y la dejaba crecer, tapada con un tendido yor lo había aprendido todo. calentado a la lumbre y un poco de salva- En Los Pradillos cada grupo de casas do cubierto con otro tendido, para que no tenía un horno en común. Entre las veci- se enfriara la masa. Porque “la masa y el nas había buen entendimiento. Por ejem- niño en verano tienen frío”. Al cabo de una plo una decía: “¿Tú, amasas hoy? Avísa- hora aproximadamente, antes de que la me y haré unos dulces detrás de tu pan”. familia empezara a bullir, ya estaban he- Esta compañía para las mujeres era impor- chos los panes y puestos en la tabla sobre tante; como los maridos estaban en la huer- dos sillas, con su tendido bien limpio. ta, las mujeres con los niños pequeños ne- Según el tiempo que hacía, si hacien- cesitaban ayudarse. do la prueba del cuchillo, se veía que los El día de amasar pan era todo un con- panes necesitaban crecer un poco más, se junto. Había que pensarlo todo bien para dejaban las tejas calientes otro rato. que el pan estuviera cocido a la hora de Luego mi madre nos pedía ayuda. Te- volver a casa, para que cuando los hom- níamos que sacar dos sillas iguales de la bres volvierann del campo o de la huerta, casa y colocarlas a la puerta del horno. la comida estuviera y el pan cocido. Mi Sacábamos la tabla de la casa entre ella y madre tenía ese talento de organizar, man- uno o dos de nosotros, porque pesaba bas- dar y trabajar más que ninguno de la casa. tante con sus doce o catorce (Ánunca tre- Solía madrugar mucho, los días de ce!). Panes de más o menos un kilo cada amasar aún todavía más. A veces, si no uno, y la poníamos en las sillas delante del hacía mucho frío y bastante claridad, se horno, esperando que “baje la brasa”. levantaba a las tres de la madrugada para Mientras tanto mi madre, con su de- traer la leña al horno, que los días anterio- lantal, aunque viejo, limpio, las mangas res no había podido hacerlo. Sobre las seis subidas y el pañuelo en la cabeza, rociaba

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 43 Letur. Vidas y Vivencias

Cociendo pan en un cortijo de la sierra

la calle alrededor del horno y la barría, para Decía eso porque el refrán era ese, pero que en el momento de echar el pan, nin- no lo hacía. Al contrario decía, “desgra- gún aire levantara polvo. Así no lo hacían ciada la casa en la que no entra nadie”. todas, pero mi madre tenía un sentido es- Siempre estaba dispuesta a compartir. En pecial de hacer las cosas ordenadas, lim- nuestra casa mucha gente que iba por el pias y de prisa, y quería que siguiéramos camino real pasando por El Almazarán, su ejemplo. entraban y comían y dormían, y a los que Cuando el pan estaba dentro del horno tenían hambre, en aquellos años de mise- y cuando iba a cerrar la puerta, mi madre ria, y venían pidiendo, nunca se les nega- decía: ba un trozo de pan.

“Que seas crecido Letur, noviembre de 1998 y que no seas quemado, Josefina y de la boca de los huéspedes  seas librado”.

44 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ LOS PINEROS

ara aprovechar la madera del mon- dirección del agua, siempre a condición te, hacían falta cortadores de pino, que baje una cierta cantidad de agua ca- Ppeladores y los ajorradores. Estos paz de arrastrar la madera. Tanto proble- hacen el primer trabajo. Pocos propieta- ma que tenemos ahora, de que no haya bas- rios de monte organizaban toda esta ope- tante agua no existía entonces. Los ríos lle- ración; preferían vender la madera en pie vaban mucho más caudal que ahora. a los contratistas. El empleo de pinero era muy impor- Hacían un contrato que especificaba el tante para las familias de la zona de la sie- número y diámetro de las piezas a cortar, rra. Era una manera de ganarse la vida y el precio. Entonces el contratista busca- durante los inviernos y primaveras, pues ba la gente y corría con todos los gastos. la madera se cortaba de otoño a invierno. La corta y la pela y el ajorro se paga- Empezamos el día de los Santos, a princi- ban a destajo, cada operación por separa- pios de noviembre. do. El ajorro era más caro porque se reali- Yo tenía dieciocho años, por el año 66, zaba con caballos y mulos, arrastrando la cuando hice este trabajo en El Almazarán, madera abajo. adonde bajaba de Letur a trabajar. Se me En cada cuadrilla había un encargado presentó ese trabajo temporal y lo aprove- o manigero para ponerse de acuerdo con ché, porque había que trabajar en lo que el contratista sobre el precio y luego re- salía. Fue un contratista de Yeste que com- partirlo entre toda la colla. pró la madera en pie y se encargó de El segundo trabajo es el de los pineros. ajorrarla a su destino a pie del río Segura Voy a explicar: El agua corriente de un río porque entonces al Almazarán no llegaba tiene la tendencia de colocar los objetos carril ninguno. que se encuentran en su camino de mane- Para esta operación de transportar la ra que se les presente el mínimo obstácu- madera por el río estuvimos trabajando lo. Para los palos de pino eso significa que aproximadamente veinticinco o treinta se ponen de punta, o al hilo, en la misma personas venidas alguna de Letur y los

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 45 Letur. Vidas y Vivencias

vez que “mojaba” uno en la sartén, se po- nía dos o tres pasos atrás para dejar espa- cio a los demás. Ahora el proceso: Los ajorradores habían formado cambras (montones) de palos a la orilla del río, lo más cerca posible pero guardados de las riadas. Entonces lo primero que se hacía era un fuerte en el “saque”, que es el final del viaje donde se sacan los pinos del río para cargarlos en los camiones. El sa- que lo hicimos en La Longuera, donde ya Herramientas: la sierra, el hacha y el gancho existía carril. Se cortaban dos o tres pinos de los más demás de Yeste. Dormíamos en el cortijo gordos en la misma orilla, dejando sin ter- de La Longuera en los pajares; cruzando minar de cortarlos del todo, y se dejaban el río andando el agua llegaba a media pier- caer al agua, donde formaban, todos liga- na, fría como el granizo. Tuvimos a nues- dos entre ellos, el fuerte o sea una barrera tra disposición una casa desocupada con que evite que se vaya la madera. su cocina. Había un ranchero encargado Una vez que ya está el saque prepara- de la comida. do, se empieza a echar la madera rulando al río. Se necesitaban para eso al menos dos o tres personas. En el recorrido del río hay puntos donde la madera se puede Una vez que “ya está el saque atrancar, sobre todo si el río lleva poca preparado, se empieza a agua. Por eso se va “esturreando” (repar- echar la madera rulando al tiendo) la gente allí para empujar la made- río. ra y guiarla para que el agua se la lleve, así hasta el punto de saque. La mayoría de las personas todas las no- ” ches bajaban al cortijo, de cintura para abajo Para almuerzo nos llevábamos un tro- mojados. Se aguantaba como Dios quería. zo de pan con dos sardinas, y como para cenar eramos tantos, se ponía la sartén en Letur, noviembre de 1999 el centro y todos se quedaban de pie, y cada Francisco Peña

46 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Los pineros

Recuerdos de los pineros terneros, nuestros dos burros y una yegua. en Los Pradillos Dormíamos cerca de ellos, es mejor vigi- Cuando yo era niña, tenía unos ocho larlos, porque podían enredarse en sus años, siempre cuando cortaban pinos en cuerdas o pelearse, o bien podían estar a los montes cercanos al Almazarán y Los punto de parir. Las cabras y gallinas esta- Pradillos, había muchos pineros trabajan- ban en otra cuadra, a la vuelta de la esqui- do en el corte, la pela y el ajorro de la na. En la época que las cabras tenían que madera. La mayoría venían de fuera, y por parir, es decir, en invierno hasta primave- la noche se quedaban en casa de Pedro José ra, mil veces iba mi padre en la noche con y Juana, que eran mis padres. el candil -y se le apagaba-, y un trapo en la Nosotros teníamos dos casas. Una para mano, para ayudar a las cabras primerizas comer y guardar la ropa, y otra con una al parto o por si tenía que secar el cabritillo. cuadra muy grande donde teníamos nues- Pues esta casa con el corral grande, mis tros animales de trabajo: dos vacas con sus padres la dejaban a los pineros con sus

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 47 Letur. Vidas y Vivencias

animales, y repretábamos nuestros anima- dormir. Contaban cosas de sus vidas y otras les donde cabían, y las personas también: historias y se reían con nosotros. A nues- los padres y cinco hijos, dos o tres en cada tra madre la tenían como si fuera su ma- cama. Esto durante los meses de invierno dre. Ella les cosía algún roto, les lavaba lo en los años que venían a cortar. más preciso, y si alguno se lesionaba con Para nosotros, los niños, era una tem- un hacha o un porrazo de un madero o un porada muy divertida. A la noche venían animal, ella corría a romper una sábana y los hombres a calentarse a la lumbre de le vendaba. Le daba agua destilada y alco- nuestra cocina hasta la hora de cenar y hol o iodo que tenía siempre en casa.

Letur, diciembre 1999 Josefina 

48 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ RELATOS AL CALOR DE LA LUMBRE

ivíamos en El Collado, en La De- No era bueno, pero era después de la gue- hesa, mis padres, una hermana y rra y pasábamos hambre. Tendría unos diez Vun hermano menores, y yo. Allí años. Y estaba mi madre amasando en el éramos un puñado de familias pasando horno y mi padre y mi hermana en la casa, hambre, las familias de Samuel, Angelillo, y yo no hacía más que ir al horno y decir Remundo, Alfredo, Antón Guerra, Juan de “¿ya está?”. En fin, sacó dos tortas. Una Jacinto, Pepe del Rebato, Pepe el Viudo, torta pesaba un kilo y nos las comimos Isidoro, Antonio el de la Fortina, también entre mi padre y yo. Por cierto, aquel día estaba “a por el pan pedir”, y su hermano era el primer día que vi a mi padre llorar. Pepe el Esquilado, y el Julián Zanca... ¿Por qué lloró?, porque estábamos infla- Y un rico: Ángel Perete. Y el Ángel se dos ya y si comíamos más reventábamos. comportaba bien. Si ibas a su casa por lo Lloró de ver el hambre que teníamos, y él que fuera, te lo daban. Pero ¡como éramos también. tantos...! Eran tiempos de guerra, y allí estuve rebuscando cortezas de naranja para Allí éramos un“ puñado de fa- comérmelas, y pidiendo también. El Ma- milias pasando hambre, las nolo Ortuño, con el primer camión que familias de Samuel, Angeli- tenía, traía las naranjas desde Murcia, se llo, Remundo, Alfredo, las comían y tiraban las cortezas a la calle. Antón Guerra, Juan de Ja- Eran gente de perras. cinto, Pepe del Rebato, Pepe Hemos vivido pasando hambre. Yo, el Viudo... bien no he comido nunca hasta que se ter- minó la guerra. Entonces tenía siete u ocho años, pues nací en el 1932. Una vez, después de cuatro meses pro- Esto era en la primavera.” Entonces, du- bé yo el pan, era de cebada y de panizo. rante cuatro meses solo comíamos collejas,

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 49 Letur. Vidas y Vivencias

garbanzos, higos secos. Almendras no. Y Pues, se necesitaba para hacer carbón ya. La fanega de trigo valía a cincuenta y un permiso al menos de un forestal, y si el jornal lo pagaban a diez pesetas. no, tenías la denuncia encima, y había que Había una escuela en Las Casas, deba- pagar lo que fuera, más o menos. jo del Collado donde nosotros vivíamos. El sitio donde se ponía la carbonera Pero yo no fui. Yo aprendí a leer y es- tenía que ser llano. Si no había sitio llano, cribir y de cuentas, yo solo y con mi pa- siempre se hacía donde más leña había. dre. Porque mi padre, que estaba arrancan- Con el pico y con el azón de roza tenía- do esparto, sabía bien leer y escribir, y yo mos que hacer el sitio. A lo mejor se pasa- con seis años estaba delante de él estudian- ban veinte o treinta años sin cortarlo otra do, y por la noche me daba algo de cuen- vez, pero una vez que se volvía a cortar, el tas. Yo no he ido a ninguna escuela. Gra- antiguo sitio servía para otra vez. Estos cias a Dios me defiendo bien de letra, de sitios todavía hoy en día se pueden encon- cuentas y leer. trar, se conocen por los trocitos de carbón Porque había una libreta grande con las mezclados en la tierra. cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar y Por regla general, en un invierno se dividir. Y también con el ciclopedia (la en- corta y en el invierno siguiente se quema. ciclopedia). Estos libros los vendían y los Hay dos maneras para hacer el carbón: compró mi padre para enseñarme. A mi her- el horno y la carbonera. mano lo enseñé yo, a la hermana también. La carbonera es larga, de unos doce a En el colegio, la verdad, estaba yendo quince metros de largo y unos tres o cua- con un señor, yo pensaba que él sabía más tro metros de ancho, y unos dos metros de que yo, pero a luego luego tenía yo que altura. En la carbonera se cuecen los des- darles clase a los alumnos. pojos cuando se han cortado los pinos y se La letra me sale muy bien. Yo me pega- han llevado la madera. Pero el lentisco es ba tortazos cuando no me salían las cosas distinto. Sirve para la lumbre. ÁMenuda bien, Áde los berrinches que pillaba cuando leña esa! Nace en el monte. Por aquí aho- no sabía las cosas! Yo estudiaba solo y lue- ra hay poco, porque lo cocían todo para go mi padre me repasaba las cosas. carbón. La mejor leña que había era esa, da mejor carbón que el pino. La leña de El carbón lentisco es más corta y hay que hacerla en De niño iba yo con mi padre a cocer horno redondo. También se quema en él la leña en el monte. Esto era en invierno. Si cepa del lentisco. quiere le explico como hacíamos el car- El horno es redondo y se le da fuego bón de leña. por encima, y el fuego baja de arriba aba-

50 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

punta por dos agujeros que se le dejan al suelo. Se ve salir la llama más dorada que las candelas. Si la carbonera quema demasiado fuer- te, sale ceniza. Por eso se iba vigilando, por lo menos cuatro o cinco veces durante cada noche y de día dos o tres veces. Para ver si quemaba bien había que pisarla. Si cruje el carbón, es que va quemando bien. Para que no se haga ceniza, para quitarle fuego, había que tapar los agujeros de arri- ba un poco. Cuando el carbón estaba hecho, las burras tenían que sacarlo al cargadero de camión hasta la carretera, en unos cestos que se hacían entonces, que se ponía uno a cada lado del animal. Una carbonera da veinte o veinticinco cargas de carbón. Una carga de burra pesa unos cien kilos. Cada día quema dos car- Pepe “Chiscales” en 1993 gas de burra de carbón, así que para que- marla toda hacen falta unas dos semanas. Teníamos nosotros nueve carboneras jo, y una vez que termina ya echan el fue- ardiendo, repartidas en varios sitios. Noso- go por dos agujeros que se le deja junto al tros hemos cobrado la carga de carbón a suelo. tres duros. Tres duros no te daban para nada. En el brasero si no tiene uno respira- En resumen, el trabajo del carbonero ción, se asfixia. Y en el carbón pasa lo consiste en: mismo, porque la leña no es quemada, es Hacer la leña, juntarla, armarla, aterrar- cocida. Y eso echa humo por dos coperos la, encenderla, vigilarla, descubrir la tie- que se le abren encima de la carbonera. A rra, sacar el carbón, llenarlo en cestos y la carbonera se le pega fuego por una pun- cargarlo a la burra y por último llevarlo al ta, y conforme vaya el fuego adelantando, cargadero de camión. los copos se le van corriendo para adelan- Claro que no podíamos volver a casa te. Cuando ya termina, el fuego sale por la durante ese tiempo. Se echaba hato y se

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 51 Letur. Vidas y Vivencias

iba al monte uno y a lo mejor podíamos necesitaban muchos brazos, porque esto se estar doce o quince días allí trabajando, hacía segando a mano, con la hoz. mi padre y yo. Dormíamos a ratos, en una El hombre que estaba encargado de cueva, echando lumbre sin parar, y tapán- reunir la cuadrilla, el manigero, al poder, donos con una manta. cogía los mismos cada año. Estábamos El agua la buscábamos adonde estuvie- deseando que nos llamaran todo el año, ra, con cántaros que llevábamos en la porque el mes de siega que echábamos era aguadera de la burra. Se usaba para hacer lo que ganábamos para todo el año. de comer y para beber, y afeitarse de cuan- El jornal, a diecisiete duros. Teníamos do en cuando, porque al cabo de unos días a lo mejor cinco o seis duros de gastos, picaba la cara mucho ya y uno parecía un para migas, cardos, la olla y el vino. Cuan- oso. Llevábamos un espejo y una maqui- do volvíamos a casa de segar, entonces te- nilla. Para ducha, Ánada! Era más marrano níamos que dejar casi todo lo que traía- el carbón que la siega. Parecía uno un ne- mos a la gente de la tienda que nos había gro o un tiznajo. fiado cuando no podíamos pagar la com- Para calzar no teníamos botas como hoy, pra. Poco dinero quedaba. Entonces tenía- todo era de esparto, las caras, las suelas. mos que engancharnos a arrancar esparto En los pies nos poníamos calcetines de lana, por esos montes. metíamos el pie en la esparteña y ya. Cuando el trigo estaba por segar, nos Cuando llovía, el que tenía paraguas, llamaban, y teníamos que irnos andando. se lo ponía. Y el que no, nada. Teníamos Para cada dos siempre iba una bestia, para sólo una muda. llevar el hato, la ropa y la comida. De aquí Todo esto hace a lo mejor ya cuarenta a Orán tardábamos un día pasando por El años. Y luego vino el carbón de las minas Almazarán, Elche de la Sierra, Liétor, que echó por tierra el de leña, y pronto lle- , Campillo el Hambre... Orán gó el petróleo y el gas. se encuentra entre Pozohondo y Albacete. Letur, 19 de octubre y 30 de noviembre de 1995 En la siega el que va el primero se lla- (Pepe “Chiscales”) ma el cortaor y el que sigue el golpero y todos los demás detrás. El manigero nos La siega vigilaba, teníamos que estar todos a las Todos los años íbamos a segar una cua- órdenes de él. drilla de Letur. Entonces no había máquinas La mies segada se ataba con ramales ni tractores tampoco. Con los mulos tenían formando gavillas, que luego los del cortijo que hacer el barbecho y sembrar, y con ellos la acarreaban para llevarla a la era. Allí se trillar también. Y para recoger la cosecha se hacinaban hasta el momento de trillarlas.

52 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Una familia de Elche cogiendo esparto en agosto de 1981

¿Cuántas horas segábamos? Pues se ba una cola (un cigarrillo corto) un cuarto trabajaba de sol a sol. Dos horas para co- de hora. Esto eran nuestras pausas de re- mer y echar un rato de siesta. A la una a creo. Pues para almorzar, había migas con comer y a las tres a enganchar. El sol en tajadas de tocino frito y vino. este tiempo sale a las cinco o las seis, y se Allí había un hatero, también de nues- pone a las nueve. Esto hace trece horas tra cuadrilla, que iba con la bestia a com- segando. Dolía la espalda y los riñones. prar el hato. Y había también un ranchero ¿Dónde dormíamos? Pues en el rastro- que era el encargado de hacer la comida. jo, allí mismo donde estábamos segando. Estos dos cobraban igual que los demás. Y cuando llovía, ¡lo que Dios quería! El ranchero hacía el fuego con sarmiento Mojarnos. de parra en unas piedras puestas como ¿Qué comíamos? Al levantarnos nada. trébedes. Para comer nos hacía una olla, y Ni café, ni leche, ni chocolate, nada, ni oscureciendo patatas fritas. pintado. Sobre las nueve nos reuníamos Comíamos debajo de una carrasca, si para almorzar. Antes de almorzar se echa- pillaba cerca, y si pillaba la carrasca lejos,

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 53 Letur. Vidas y Vivencias

al sol. El sol quemaba mucho y sombra no a casa. Entonces las mujeres que estaban había, salvo unas carrascas allá en los cam- allí lo tenían que lavar. Era muy trabajoso pos. Teníamos sombreros de paja. lavar aquella ropa, que estaba tiesa de tan- ¿Y qué bebíamos? Pues agua. Allí hay to sudor y quemada del sol. norias que sacan el agua con mula, con ¿Y médico? Médico no había, ni en- alcaúces. La mula la ataban a la rueda. fermera. Si te daba un dolor, te daban una Llevaba los ojos tapados, y mire Ud. que manzanilla y aceite crudo, y Átirando! espabilada, la mula no paraba. El amo es- Una vez un compañero por descuido taba lejos como de aquí a La Cruz Blanca, me cortó el tendón del dedo gordo del pie y la mula dando vueltas. Cuando llegaba izquierdo. Entonces el amo me tuvo que el amo la paraba para descansar. Nosotros llevar a Albacete en su moto al hospital y bebíamos agua de ésta, en cántaros y boti- yo detrás sangrando. Y allí ya me curó el jos que nos traía. médico y estuve veintinueve días y medio con la baja. De tres partes, lo que ellos, los segadores ganaban, a mí me daban una parte de baja, más la comida del hospital. Una vez un compañero por “ El amo tenía que pagar al médico y la baja descuido me cortó el tendón mía. del dedo gordo del pie iz- En Orán nosotros íbamos ciento vein- quierdo. Entonces el amo me te hoces (hombres con hoz). El amo: Don tuvo que llevar a Albacete en Mateo Sánchez. De Pozohondo, un su moto al hospital y yo de- manigero, de Ayna otro, y de Letur otro. trás sangrando. En una sola finca a lo mejor se echaba un mes de siega. Entonces nos veníamos a casa, a Letur. Y entonces yo me iba a la ¿Y para lavarnos?” Nos lavábamos si Sierra y a lo mejor echaba quince o veinte acaso teníamos agua. El que iba a por agua días yendo de un sitio a otro. sí que se podía lavar en la acequia, los de- Un año nos fuimos, mi padre y yo y más no. No íbamos a gastar el agua que otros dos, a rumbo perdido, a la siega de nos llevaban para beber. Podíamos tirar- abajo, a Lorca. Echamos veintidós días con nos un mes sin afeitarnos, Áhechos unos pan de cebada y habas cocidas. Nos vini- gitanicos íbamos! mos a casa y estuvimos dos días, entonces Tampoco podíamos lavar nuestra ropa. salimos para Puertollano, cinco días y A lo mejor para un mes llevábamos dos o medio andando, cada día doce o catorce tres mudas, y todo esto nos lo llevábamos horas andando, con nuestras esparteñas.

54 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Salimos de aquí a Villanueva de la Fuente, Terminamos allí y nos vinimos por pasando por Las Fábricas de Riopar, La , , a casa. En Vianos echá- Virgen de Cortes, Los Hornos, Valenzuela, bamos cuatro días. Torrealba, Manzanares, Solana, y ya a Esto lo hacíamos año tras año. La pri- Puertollano, al pie de Sierra Morena. mera vez yo tenía diecisiete años. La sie- Una vez allí donde teníamos que segar ga me se daba muy bien; es decir, que no el pedazo, el primer día, cenando nosotros me ha perjudicado la salud para nada. Es- y los lobos al lado. Por cierto el amo em- tábamos más fuertes que hoy. Además que peñado que teníamos que dormir en el cor- la siega me ha gustado mucho. He canta- tijo, y nosotros cabezones que no. ¿Y por do mucho y gastado bromas, sin pelearme qué? Nosotros nos quedábamos en el pe- con ninguno y siempre contento. dazo para que los animales comieran gra- Diciembre 1993 (Pepe) no, de lo que se estaba segando, trigo, ce- bada, avena. Unos amos nos dejaban que Cuando volvíamos a casa descansaba echáramos comida a los animales, gavi- uno, dos o tres días. Entonces se hacía baile llas de trigo por ejemplo. Pero si el amo en cualquier casa y allí se reunían veinte o no nos dejaba, se echaba a escondidas, de treinta y bailaban. Se echaban juegos, se noche. Atábamos los animales y allí co- jugaba a la gallina ciega y se jugaba al mían toda la noche. No los dejábamos so- anillo, y una vez hartos de bailar se hacía los para que no se soltara alguno y se per- cuerva y entonces se liaban a cantar. Y un diera, o que los atacaran los lobos. señor tocando la guitarra o el laúd. Y to- Dormimos tan solo una noche en el dos a la buena fin, como si fuera familia, pedazo, y no nos pasó nada gracias a una éramos como hermanos. perra blanca que llevábamos que estuvo Eso también se hacía en invierno y en toda la noche luchando con ellos. Y tuvi- los nevazos mucho más porque no se po- mos que estar toda la noche echando lum- día salir a ningún sitio. bre para que no se acercaran a nosotros. Entonces no había agua en las casas y El lobo le teme al fuego y a las fajas. las mozas iban al pilar con los cántaros. Y Aquellas fajas que había antiguas, la echa- los muchachos íbamos detrás de ellas. Y ba uno a rastro y ya no se acercaban, por- entonces cuando se hacían novios, lo pri- que la anilla que lleva la faja a su extremo, mero que teníamos que hacer, contar con suena, y esto les asusta y no se acercan. los padres de la novia. Y ya trato hecho. Y Las otras noches dormimos en el cor- si quedaba mal con ella tenía que decirlo a tijo, y el amo mismo les echaba a los los padres por lo que había sido. animales en la cuadra.

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 55 Letur. Vidas y Vivencias

Cuando se ponía uno novio, siempre Una vez a mi padre Ðentonces yo esta- estaba la madre delante de la hija, no era ba en el servicio en AlbaceteÐ se le per- como hoy. Había mucho más respeto por dieron los burros y a los cuatro días los todo que hoy, porque hoy no hay ninguno. encontró aparejados. Ellos comían allí. Los Pues el esparto. Esto era en Las Jun- llamó y vinieron. tas. Es el lugar donde se juntan el río Ahí estábamos de contino hasta que se Taibilla con el río Segura. Allí hemos te- secaba el esparto. Nos costaba un mes y nido en propiedad nuestra, una parte de medio. Veníamos a casa cuando se acababa tierra y esparto. Y mi padre y yo, que era el hato, o bien íbamos a Juan Quílez y mi tía el mayor, nos íbamos allí. Nos llevábamos Manuela, pos lo que tenía, nos daba también. una miajica de hato y dormíamos en la En Las Juntas mismo teníamos noso- choza, hecha con muros de piedra y cu- tros un balsón, lo menos como una arroba bierta de romero y barro. de peces. Los peces los pescábamos en el A los animales que llevábamos, a lo río y los poníamos en la balsa para tener mejor se les segaba una miaja pasto o que comer. Una vez la nutria se lo comió lastón (hierba silvestre). También ellos todo. Y los peces que comíamos, por no solos se buscaban la vida en el monte con tener aceite nos los teníamos que comer lo que podían pillar. siempre asados.

Letur, invierno 1995 Pepe “Chiscales” 

56 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ GITANOS

Frasquito el gitano lo conoce Pero no había tiempo que perder. Dijo: todo el pueblo. Él y su familia “Sea lo que Dios quiera, voy”. A vivían en una cueva en El Llani- Cogió todo lo que necesitaba: tijeras, co Perales. Los padres ya eran mayores y cordones, trapos, una zafa, y subió a la sus hijos iban y venían a la manera de los cueva con el Frasquito. Allí encontró una gitanos. Nosotros entonces vivíamos en el situación fatal. Ni agua tenían, había que cortijo “Lloroven”, debajo del Llanico buscarla a la acequia más cerca. No tenían Perales. lumbre ni cama. La muchacha estaba tira- Una noche de primavera, ya acostados da en un aparejo de burro, el respaldo en en nuestro cortijo, nos despertamos asusta- una piedra, pariendo. Salió el niño mora- dos por unos golpes a la puerta: “Ábreme la do, medio asfixiado. Con suerte y la ayu- puerta, Aurorica, por el amor de Dios”. Y da de Dios y de la señora Aurora, se salvó. mi madre, conociéndolo por su voz que era Desde entonces sigue nuestra amistad el gitano, antes de abrir preguntó qué le pa- con esta familia gitana. Dejaron la cueva saba, y contestó: “date prisa, que mi hija está cuando ya se retiraron todos los gitanos pariendo y está muy mala”. Y mi madre: de por aquí. Había muchos entonces, so- “¿Por qué no buscas la partera del pueblo, bre todo en San Antón y La Dehesa. Vi- la Isabel?”. “No puedo, por favor ven tú, vían en todas las cuevas y también al aire que a mi hija la están buscando los Civiles, libre, donde pillaban un resguardo; deba- que se escondió con nosotros, porque su jo de un árbol o lo que fuera, se ampara- marido está en la cárcel”. ban. Allí hacían sus canastillas. Tenían Entonces mi madre le abrió la puerta muchos hijos y pasaban hambre. Busca- temblando por la situación en la que se ban su vida como podían. No eran todos encontró metida: si no lo amparaba, malo. malos, pero muchos iban por la huerta y Si lo amparaba, peor. Porque si le pasaba todo lo que veían lo cogían. algo a la criatura, era ella la responsable y Para tantos no había vida por aquí y la no tenía autorización para partera... Guardia Civil los apretaba mucho. Se fue-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 57 Letur. Vidas y Vivencias

Las Cuevas en El Llanico Perales

ron por la parte de Hellín y también a El- tando: “¿Pero no es usted la Ludia, la del che de la Sierra. Por los años cincuenta ya Frasquito, de la cueva del Llanico Pera- no se veían gitanos por aquí. El plástico les?”. Entonces ella me preguntó: “¿Pero había aparecido en el mercado y las ca- quién es usted?” Y yo: “Soy la Aurora, nastillas ya no se vendían. Ahora los gita- hija de la Aurora que ayudó a a nacer a tu nos se dedican a la compra y venta de ropa, hijo.” Entonces ella se me tiró al cuello y retales y cosas de segunda mano. Compran dijo: “Te tengo que besar, porque quería en las ciudades y van a todos los merca- mucho a tus padres”. Me contó su vida y dos de pueblo. me invitó a su casa. Habían pasado muchos años. Un día Letur, marzo de 2000 (Aurora) en una panadería de Elche de la Sierra, veo aquella chica gitana y le digo: “¿No se lla- Gitanos y guardias civiles ma usted Ludi?” y ella dice: “No, no me Cuando yo era niña y vivía en Los llamo así”. Pero yo, porque le parecía tanto Pradillos solían ir por los cortijos muchas y tenía esta pinta de la familia de la cueva familias de gitanos, acompañados de sus que a mí no se me borró, insistí pregun- animales.

58 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Entonces se trabajaba mucho con los de paja para acostar mis churumbeles” animales, y los gitanos eran los que com- decían, y la ponían tan rápido que sorpren- praban y vendían o cambiaban caballos, día en gente con fama de ser gandul. Se mulos y burros. Eso era su oficio. Para que hizo de ellos un refrán que dice: comieran, los llevaban a las orillas del río y de los caminos, a la era, o en los ribazos “Si quieres ver trabajar de los arrozales. mete un gitano en el pajar” Las mujeres hacían canastas blancas, de salga pelada en verano, y sin pelar, de salga o mimbre, en invierno. Cogían su Un cuñado de un tío mío, material en los cauces de los arroyos y del “ payo por supuesto, se hizo río. Llevaban un cacharro metálico como Guardia Civil, y llegó un gi- un cubo, para quemar azufre. Al humo de tano que había jugado mu- azufre colgaban sus canastas blancas. Lo cho con él, y al ver la foto- veía pero no sabía porqué lo hacían. grafía que había colgado la Cambiaban sus canastas en los corti- madre del hijo en su casa jos por pan, aceite, patatas y legumbres vestido de uniforme, se que- para su comida. dó el gitano mirándola y di- Los gitanos llegaban en grupos fami- ciendo: “¡qué lástima, tan liares, no se sabía nunca cuándo ni de dón- bonica persona que era el de venían. Acampaban con sus bestias va- Juan, y él solico se ha echao rios días en La Tinada de Raspa. Para lavar a perder!” iban a la acequia o al arroyo y buscaban aguas con un cubo. Subían al monte para buscar leña para hacer la comida. Ponían tres piedras y la sartén encima. Cazaban Eran muy pícaros.” ranas y topillos y pescaban peces. En Los Pradillos pedían hasta ponerse Para soportar el mal tiempo del invier- pesados. Las mujeres leían la mano dicien- no se metían en las tinadas donde en estas do: “Te voy a decir la buena ventura”. Pero temporadas no había ganado, y hacían allí no robaban nada. En esto les podíamos sus canastas. tener confianza. Dormían al lado de sus animales en Engañaban todo lo que podían. Sabían colchones de paja. Nada más llegar iban un montón de trucos al vender los anima- pidiendo de casa en casa para llenar de paja les. Si el animal era cocero (que daba pa- sus colchones de ropa. “Dame un puñaíco tadas), decían que era manso. Si era lento,

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 59 Letur. Vidas y Vivencias

Una gitana en el mercadillo de Letur, en el año 2000

se montaban y disimulando le pinchaban vivos y alegres. A nosotros nos gustaba en las cruces (entre los omoplatos) y así el jugar con ellos. Ellos sabían más juegos animal corría, porque le molestaba. Si era que nosotros. Jugábamos a la rayuela, las viejo, le quitaban años (como hacemos las pedretas, y nos enseñaron a jugar a los ca- mujeres). No nos podíamos fiar mucho. rros de nueces. Siempre querían vender mucho más caro Cada niño hizo su carro, poniendo cua- de lo que lo habían comprado. tro o cinco nueces, con mucho pulso, una Mi padre, cuando hacía un trato con encima de la otra, tres en la base y las otras ellos, les decía: “Prefiero que me enga- encima. ñéis en el dinero que en la bestia”. Luego cada niño tiraba en su turno dos A nosotros, los niños de los cortijos, tejos, y el carro que él derribaba era suyo. nos alegraban, que eran simpáticos con Mucho tino se necesitaba para esto. nosotros. Y siempre iban cargados de sus Para saber el que tenía que empezar se churumbeles que por cierto estaban muy hacía una raya a una distancia de unos cin-

60 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 co metros de donde estaba la fila de ca- gitano que había jugado mucho con él, y rros. Desde las nueces cada uno tiraba su al ver la fotografía que había colgado la tejo a la raya y él que estaba más cerca madre del hijo en su casa vestido de uni- empezaba a tirar, y así seguido en el orden forme, se quedó el gitano mirándola y di- de la cercanía a la raya. ciendo: “¡qué lástima, tan bonica persona La mayoría de las veces los gitanillos que era el Juan, y él solico se ha echao a ganaban y se llevaban las nueces para su perder!” cena. Los gitanos tenían entre ellos como un Aunque había familias muy honradas pacto y un jefe al que respetaban. Este era entre estos gitanos, ellos tenían mala pren- el Sebastián que vivía con su familia en sa de ladrones y de mala gente, y estaban La Era del Rosal, donde ahora hay una car- muy perseguidos por la Guardia Civil. Si pintería, como un vecino más del pueblo. ocurría una cosa sospechosa, siempre los Él les decía a esas familias ambulantes que culpaban a ellos. no quería escuchar ninguna queja. La pareja de la Guardia Civil solía pa- El Sebastián era muy honrado. Una vez sar por Los Pradillos por lo menos una vez a mi padre, cuando se subió a la burra para a la semana, y siempre preguntaban que si cruzar el río, se le cayó la petaca sin darse habíamos visto a gitanos. Y nosotros siem- él cuenta. En la otra orilla se cruzó con el pre lo negábamos. Temíamos más a la Sebastián y se saludaron. Al otro día el Guardia Civil. Para asustar a los niños los Sebastián llegó a nuestra casa preguntan- mayores decían: “Si no eres bueno, lla- do por mi padre y cuando lo vio le dio la maremos a la Guardia Civil”. Pero a los petaca: “La vi en el suelo y pensé que era gitanos los considerábamos como amigos tuya, porque eras la última persona con y los protegíamos. la que me crucé ayer”. Y los dos, muy con- Un cuñado de un tío mío, payo por su- tentos, echaron un cigarro sentados allí puesto, se hizo Guardia Civil, y llegó un juntos.

Letur, febrero 2000 Práxedes 

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 61 VIDA EN UN CORTIJO A MEDIAS

Habla Julio: de estar nosotros aquí, quitó el pastor y Aquí en la Alberquilla vivían cuatro nos dio a nosotros las ovejas a medias y familias, y cada una llevaba su tarea. Una entonces, si sacábamos cien corderos, eran se preocupaba de su rebaño, su ganado, cincuenta para el amo y cincuenta para otra de las labores de su tierra, otra de sus nosotros. El ponía los pastos y nosotros el olivares, a recoger la oliva, y de la viña, trabajo. que había viña aquí. Aparte había aquí otra Antes, la mano de obra no contaba familia, la del guarda jurado que se dedi- como ahora. No conocíamos otra cosa, no caba a vigilar la finca. había trabajo en aquellos años, había ham- La tierra la teníamos a medias. El amo bre y la gente se tenía que conformar con “partía”, se llevaba lo que le tocaba del gra- lo que había. Entonces buscaba el amo, no, de la oliva, del aceite. Tenía también el para cavar la oliva, vamos a suponer, un dueño de la finca un par de mulas y un jornalero y le pagaba ocho o diez pesetas mulero; él le labraba. Lo que no hacían los al día. Poco podían hacer con esto. labradores lo hacía el amo por su cuenta. Como labradores nos llevábamos la Hace precisamente treinta años (1965), mitad de las cosechas y luego también del el día siete del mes de los Santos vinimos ganado, eso era suficiente para comer no- aquí, que yo tenía cuarenta años, casado y sotros y para comprar las pocas cosas que con cuatro hijos. Vinimos como labrado- no podíamos producir nosotros mismos. res a ocupar la casa de abajo donde está la Comprábamos casi nada, la ropa que ne- bodega y la prensa de vino. Los que vi- cesitábamos, arroz, azúcar, café, pero no vían allí antes de nosotros se ocupaban de mucho. la viña, pero ya quedaba poca viña, estaba El que estaba colocado en una finca perdida, y la prensa no se usaba. como ésta, recogía para comer y vivir con Cuando nosotros vinimos aquí, el amo su familia. tenía un pastor al que le pagaba. Lo que Las Casas, Dehesa de Letur, marzo 1995 salía del ganado era para el amo. Al año Julio

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 63 Letur. Vidas y Vivencias

El cortijo de La Alberquilla

Habla Iluminada: berquilla, y nos fuimos allí, ya con los cin- Donde me he criado, en El Sabinar, una co hijos nacidos. aldea cerca de Pedro Andrés, nos tuvimos Usted me pregunta cómo se vivía en que marchar porque allí no quedaba cris- un cortijo en aquel tiempo. ÁPues traba- tiano y nosotros nos fuimos también, por- jando mucho! que mi padre, pobre, se murió y mi madre, No teníamos luz cuando nos vinimos. ya sin vecinos, no quiso quedarse. Yo te- ¿Sabe Ud que son pabas? Servían para nía entonces veinte años, era la que sigue alumbrarse, pero no era un candil, porque a la mayor, fuimos tres hermanas y un her- el candil se parece a una sartén y la paba a mano. un botijo. El candil se quedaba colgado en Entonces me fui a vivir con Julio, a un la cocina o la habitación, mientras que con sitio que le dicen El cortijo Rojo, eso cae la paba se podía ir al sitio que se quería, y más arriba de Pedro Andrés. Mi marido no se apagaba tan fácilmente. Le echába- tenía una hermana en La Dehesa que nos mos un mecha hecha de un trozo de ropa dijo que había un cortijo libre en La Al- vieja de algodón igual que a los candiles.

64 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Julio e Iluminada en 1995

La cocina abandonada

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 65 Letur. Vidas y Vivencias

También se usaba la hoja seca de una plan- cía las cenejas y las cuerdas y cosía las ta, la yesca. También teníamos quinqués suelas. para salir a la calle o al corral, eso iba con En invierno hacía frío, llevábamos cal- petróleo, y linterna de cristal. cetines en las alpargatas. Los hacíamos las mujeres con agujas de la lana de nuestras Ahora el tema del agua ovejas. Entonces la lana de las ovejas era Cuando yo vivía en el cortijo de abajo, mejor que hoy, que ya no sirve para hilar. entonces con un cubo traíamos agua de la Unos esquiladores venían a esquilar las fuente de arriba y la echábamos en los cán- ovejas, luego lavábamos la lana en una taros de la cantarera, y de allí la echába- canasta que poníamos en la fuente. Para mos, en las zafas para lavarnos cada día la que se secara la tendíamos en unas mantas cara y las manos, y en el caldero o la olla retaleras. Luego la cardábamos con unos para cocinar a la lumbre. Yo tenía una latica peines y la hilábamos con una rueca o con vacía de aceitunas que le puso el hombre el huso. Y con el devanadero hacíamos las un asa, y la tenía siempre a par de la lum- madejas. Hacíamos los calcetines, y tam- bre para tener agua caliente para cuando bién jerseys. Los colchones de las camas la necesitábamos. se llenaban también con lana. Los sábados por la noche traía un ba- La tela la teníamos que comprar, por- rreño a la cocina y allí se duchaban todos, que mi telar, el que yo tenía de joven, lo hombres y mujeres por separado, echán- dejé en nuestra tierra, más allá de Nerpio; dose el agua por encima, como una ducha. era viejo y cuando nos marchamos lo más Para lavar la ropa, el barreño no valía. feo lo dejamos allí, y así el telar se quedó. En la fuente hay una pila de lavar y allí Para coser vestidos y también pantalo- lavábamos las vecinas. Para tender, donde nes de hombres, chalecos, camisones, yo mismo se lavaba, en una soga de esparto; tenía una máquina de coser y la tengo to- eso no mancha ni se estropea. El jabón lo davía, se mueve con el pie. hacíamos con aceite pringue y sosa. Cuando vivíamos en La Alberquilla, Ahora le voy a explicar como nos ves- los niños eran pequeños. No había ni telé- tíamos. fono ni coche. Cuando un niño se ponía ¿Zapatos?. Entonces no llevábamos malo, teníamos que arrear con un animal zapatos. Llevábamos alpargatas, esparte- a Letur a buscar el médico. Y si no podía ñas. Las hacía el hombre con suelas de venir el médico, teníamos que arrear con esparto. Aquí era esa costumbre, el espar- el niño al médico. Yo también me subía a to lo trabajaban los hombres. Pues el Julio la mula, a manera de mujeres, de lado, en buscaba el esparto, lo cocía, lo picaba, ha- el aparejo, sin silla; es incómoda la silla

66 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 para ponerla, corre prisa cuando tienes un hasta Las Casicas. Venía el cura de Letur. chiquillo malo. Dejamos de vivir en La Alberquilla Para los niños había en Las Casas un hace ocho o nueve años, porque las hijas colegio, allí iban a aprender a leer y escribir. querían venirse donde estaba la gente jo- Otro tema: La Iglesia. A mí me gusta ven, y compramos esta casa y montaron el ir a misa todos los domingos, me encanta. bar. Los otros vecinos ya se habían ido No es por distraerme o ver a la gente, ten- antes. go yo esa religión de rezar, el cura no te da Aún viviendo en Las Casas, seguimos mal consejo. Si no venía el Julio y los ni- cuidando las tierras de La Alberquilla, Ju- ños, iba yo sola. Teníamos que ir andando lio el ganado, y el hijo las tierras.

Las Casas de La Dehesa, octubre 1995 Iluminada 

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 67 EL MAESTRO ITINERANTE

n su taller de la Calle Animas está gaba para esquilar, los niños llegaban co- charlando Blas el zapatero con rriendo. Me querían mucho porque les con- EAnelís, la alemana. Dice el Blas: taba muchas cosas. Veía yo que tenían “Cuando se habla de alumbrado y de teas, muchas ganas de saber y nadie les enseña- me acuerdo de cuando daba clase con la ba. Entonces me dejé de esquilador y me lumbre de tea”. Se asombra la Anelís: puse de maestro particular. “¿Cómo eso? Yo pensaba que eras zapa- El primer sitio donde estuve de maes- tero”. “¿No sabías tu que en otros tiem- tro fue en Sorbas, en el año 48. Y recorría pos yo era maestro particular, o maestro todos los días a pie desde Sorbas a Los itinerante?” “Cuéntame eso” pide la ale- Riberos, Casa Quemada (hoy en ruinas) y mana, y así fue. Ahí está la historia de Blas, Las Casicas (también en ruinas, en una el maestro itinerante: colina donde hay sepulcros prehistóricos). Cuando yo era joven, había falta de Dormía en Sorbas, en una casa de un alum- maestros, porque no había posibilidades de no donde tenía una habitación. En otra casa colegio en las aldeas. Y en los pueblos tam- de Sorbas daba las clases, los críos senta- poco los enseñaban bien, porque los maes- dos en sillas, escribiendo en una carpeta tros no se preocupaban de los niños. En- sobre las rodillas. Había siete niños en to- tonces los padres tenían que recurrir a unos tal, dos subían del Nevazo. maestros particulares sin título. Ellos se A las ocho de la mañana les daba una empeñaban bien, porque les pagaban di- lección y después de almorzar me iba a rectamente y ya se preocupaban los maes- Los Riberos. Allí había dos y acudía una tros de enseñarles a los niños mejor. niña de Casa Quemada, la que hoy hace el A mí se me daba muy bien eso. Tenía pan casero en La Guardia. En las Rejas no veintiseis años. Antes mi oficio fue había niños. Comía allí en la casa de un esquilador de bestias, que lo aprendí con alumno el día que me tocaba, cada día en mi abuelo en Yeste. Entonces pasaba yo un sitio diferente. Y al comer les daba la de cortijo en cortijo y siempre cuando lle- otra lección.

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 69 Letur. Vidas y Vivencias

Las Casicas

Entonces me iba a Las Casicas, donde terminé el último de junio del mismo año. ya me esperaban los otros alumnos para En estos seis meses los que eran analfabe- darles una lección, y yo ya a descansar un tos aprendieron a leer y escribir y las cua- ratico. Y a la noche, que en invierno llega- tro reglas de cuentas. Un día que fue Don ba pronto, les daba la otra lección. Allí Paco, el médico de Letur, dueño de Sor- dormía. Al día siguiente por la mañana, les bas, a ver mi clase, se quedó asombrado al daba la otra lección antes de emprender la ver los niños que hacían cuentas de divi- marcha para el otro sitio. dir de veinte cifras. Les daba una hora aproximadamente dos Como en invierno hacía frío, poníamos veces al día. Cuando solamente daba una lumbre y los niños se encargaban de traer lección por las mañanas, para no volver has- la leña. Cada uno, cada mañana llegaba con ta el día siguiente, esta lección era más in- su carpeta y con sus tres o cuatro palicos tensiva, para que todos aprendieran igual. de leña debajo del brazo. Para alumbrar- Empecé en estos cortijos de La Fuente nos había pabas de petróleo o candiles de de la Sabina el 1 de enero del año 1948 y aceite o quinqués.

70 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

A los mayores les daba unas dos horas todos en su casa. Me traían vino y aguar- antes del amanecer y otras dos o tres a la diente y me obsequiaban de todo lo mejor tarde, hasta las once o doce de la noche. que había. ÁTenían un sueño! Pero aguantaban. Con Los ratos que tenía libres de la escuela ellos venían los niños de siete a nueve años me dedicaba a la barbería, les afeitaba y que tenían que irse después a guardar ca- les cortaba el pelo a todos, así no tenían bras. Así tenía yo dos grupos en la misma que ir a la barbería de , los sába- aula: los niños que iban en una escala y dos. Eso de la barbería yo lo aprendí en la los mayores que iban en otra. mili. Y cuando llegaba el tiempo de pelar Para enseñar tenía dos libros, uno ex- las bestias, también las pelaba, como yo plicativo que se llamaba “El manual del era esquilador. Estaban los hombres muy maestro”, y otro práctico que se llamaba contentos conmigo, porque lo sabía hacer “Soluciones y analítica”. todo y no faltaba a nadie. Además había dos muchachas. Eran de Desde Sorbas, cuando llegó la siega, padres ricos y no tenían que guardar ca- me fui a Albacete y eché treinta días de bras. Ellas venían de nueve a la una de la siega, y hasta el invierno fui a esquilar bes- mañana y de tres a siete de la tarde. Esta- tias yendo de cortijo en cortijo, tal como ba yo solo con ellas que eran ya desarro- estaba acostumbrado. lladas, con sus tetas. La una, que se llama- En enero del año 49 me fui de maestro ba Ignacia, tenía unos trece años, y la otra a Los Collados, del municipio de Molini- Benilde, que estaba enamorada de mí. Me cos. En esta aldea vivían unas ciento vein- traía cada día aguardiente de su casa en te personas. Estaba todo poblado, los cor- una botellita escondida debajo de su man- tijos, las aldeas, todo. Mi padre que era dil, y más cosas que ahora no voy a con- carbonero, había estado haciendo carbón tar. Yo dejaba la hoja de la puerta abierta, en Los Collados y tenía grandes amista- y de vez en cuando notaba una sombra y des allí. Así fue que me pidieron que vi- sabía que me estaban vigilando para que niera a enseñarles como maestro particu- no hiciera nada a las muchachas. Pero yo, lar. Empecé el día 1 de enero de 1949 y cuando ejercía una profesión, lo hacía terminé el 1 de junio, no llegó a seis me- siempre lo mejor que podía. Respetaba a ses, porque me tuve que ir a segar. las chicas como si fueran hijas mías. Reunía veinte alumnos. La clase la Me daban por cada alumno quince pe- daba en una casa de planta baja que perte- setas al mes, y de comer en las casas y necía a la abuela María, ella vivía en otra dormir en la casa de la abuela. No tenía casa arriba, y allí es donde dormía yo en gastos. Bar no había entonces, hacían vino una habitación. Por el aula ella no cobra-

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 71 Letur. Vidas y Vivencias

Haciendo la raya con las tijeras

ba nada. Esta era una cocina grande y un La tea se sacaba de unos pinos que se dormitorio que no servían. La puerta era llamaban turcos y todo el tronco por den- de dos hojas, servía también de ventana. tro es de tea. Los maderistas no quieren Dentro nos alumbrábamos con teas de pino madera turca por su gran contenido de tea, o de candiles de aceite. Pero más con teas no vale para muebles ni construcción. La porque allí había pocos olivos y mucho tea se forma justamente en estos pinos que monte. Luz eléctrica no había en Los Co- crecen en la piedra, con poco alimento, y llados. se quedan “enratonados”, es decir raquíti-

72 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 cos. No vale nada más que para lumbre. cribir los alumnos, los tinteros puestos al La gente cortaba los troncos en piezas del suelo. Que era una cicha en aquellos tiem- largo de teas, o sea unos treinta centíme- pos. Yo les ponía muestras en su libreta a tros, y los troceaba en tiras anchas de una cada uno y las iban copiando. muñeca. La tea se raja muy fácilmente. Por la mañana, antes de amanecer, acu- Estas teas se guardaban siempre al lado del dían los mayores que luego tenían que ir a humero aparte de la leña para el fuego. Para trabajar. Eran unos dieciocho zagales y encenderla las ponían en un poyo que se zagalas, hasta algunos tenían mi edad. Eran encontraba en la pared del humero. Eran analfabetos y tenían mucho afán en apren- esos humeros enormes como en la casa del der y aprovechar de que hubiera un maes- Zapa en El Alto, o la casa de Los Lirios en tro en el pueblo. La Cuesta de Los Lirios. Así el humo que A mí no me faltaba nada, a pesar del echaban se iba directamente arriba por la hambre que se pasaba en general en todos chimenea. los sitios, en la posguerra. La vida estaba Para poder ver bien, los chiquillos se muy mal, y en las familias numerosas, la acercaban con sus sillitas en un círculo cosecha no bastaba para alimentarse todo estrecho, a la vez que se calentaban con la el año. Dinero no había. Voy a contar una lumbre. Así es que yo daba clase a la luz cosa que va a ilustrar del hambre que ha- de tea, ¿ves? bía: En Los Collados la tea también servía Un vecino de enfrente de la escuela, para ir por las calles, de noche, o al campo un hermano del Eliodoro y de la Encarna, para regar, o de una aldea a la otra. Enton- se fue a Molinicos con una carga de leña ces colocaban astillas de tea en una sartén para venderla, y le encargué que me traje- vieja con rabo largo para no quemarse, y ra medio litro de vinagre para hacer ensa- unos agujeros en el culo para que le dé el ladas. Es que me gustaba mucho la ensa- aire y caiga la ceniza. Y con esta sartén en lada y la abuela no tenía vinagre. El po- la mano, como si fuera una antorcha, se bre, cuando regresaba de vender la leña, alumbraban en su camino, a veces grupos no había comido en todo el día. Cuando enteros que iban de baile a un cortijo ale- pasó por mi casa, me dijo, con una cara jado. A las chicas las acompañaban hasta cohibida como si lo fuera a renciñar: las madres para no dejarlas solas. “Mira, Blas, aquí tienes el vinagre, pero Habían puesto sillas bajas en el aula, perdona, Blas, que tengo que decirte que eso era todo. Ni mesa había, ni pizarra, ni me he bebido la mitad, porque tenía mu- nada. Sobre una tabla de caja de sardinas cha hambre”. Al ver este hombre con tan- empentada en las rodillas tenían que es- ta pesadilla me dio lástima y le dije: “¿Por

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 73 Letur. Vidas y Vivencias

qué no te lo has bebido todo, si lo necesi- Nos enamoramos los dos. Pero una vez tabas?” Y quedamos amigos. que los padres se enteraron, el padre le En Los Collados estaba yo tan a gusto prohibió que bailara conmigo y ordenó a como un niño entre brujas. Tenía veinti- la madre que me vigilara. Pero era en el séis años, sin novia. Las chicas allí esta- baile solamente donde nos podíamos ver ban todas chifladas por mí. Hacíamos bai- y hablar y en la fuente, si iba ella a por un le casi todas las noches en las casas de las cántaro de agua. muchachas, con el fin de controlar los pa- Entonces hacíamos un simulacro, un dres a sus hijas. Estaban las muchachas amigo mío y yo y las chicas. Ellas, como sentadas todas juntas, y los muchachos en estaban avisadas, se pusieron a bailar jun- frente. Y cuando me levanté para sacar una tas, y nosotros íbamos a sacar a bailar yo a muchacha a bailar, ya se venían dos o tres la novia del otro, y el amigo a la mía. Pero diciendo que las había mirado a ellas y que en este momento, como había poca luz, la les debía un baile. Así no paraba yo de madre no se dio cuenta de que las chicas bailar. se cruzaron y cada una bailaba con el suyo. Así podíamos bailar, una pieza sola, y ha- blar un poco. En estos momentos del bai- Así lo hacían“ todas las que le, la María me daba la carta que tenía es- se “juntaban” con su novio: condida en el seno, porque nos entendía- para obligar a sus padres a mos casi solamente por cartas. Cada día consentir, se escapaban de me escribía y yo le contestaba. noche de la casa de sus pa- Cuando no había baile, nos hizo de dres, muy despacico, tirando mensajera una futura cuñada suya, llama- su ropa metida en un saco de da Juana Antonia, que era novia de un her- tela por la ventana, y se iban mano de la María que era un poco cojo. Él con su novio. no sabía nada de la versión de nuestro no- viazgo y no tenía que saberlo. Una vez que estaba yo escribiendo una Había en Los Collados” una chica que carta en el colegio, ese hermano, el cojo, se llamaba María. Era de unos padres de se asomó a la media puerta, y rápidamen- los más ricos de la aldea. Tenía diecinue- te yo escondí la carta debajo de unos pa- ve años, una hembra de estas superior, de peles para que no la viera, porque era para lo mejor que había en la aldea. Era buena su hermana. Pero él me dijo: “Enséñame chica, y sabía leer y escribir, que le habían esta carta que estás escribiendo” y yo le puesto a ella un maestro particular. dije que eso no se podía preguntar que era

74 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

Blas como esquilador en los años noventa cosa privada y no le interesaba lo que yo migo a por ella, y que le anunciara que estaba escribiendo. Se enfadó conmigo y veníamos, tirando un cohete en “El Colla- se fue mosqueado, sospechando que la do de Yeste” que es muy cerca de la aldea, carta era para su hermana y que ella y yo a la otra parte del arroyo. Esta era la señal teníamos algunos secretos. para estar preparada ella con su ropa y sus Después de todo esto, cerca del mes enseres. de junio, le escribí una carta a la María Así lo hacían todas las que se “junta- preguntándole que qué íbamos a hacer con ban” con su novio: para obligar a sus pa- el noviazgo, porque me iba a ir de la al- dres a consentir, se escapaban de noche de dea. Y ella me contestó otra carta dicién- la casa de sus padres, muy despacico, ti- dome que estaba dispuesta a irse conmi- rando su ropa metida en un saco de tela go, que ya nos pondríamos de acuerdo por la ventana, y se iban con su novio. Tam- cuando viniera yo de la siega. Me indicó bién era costumbre que algún pariente de también que tenía que venir mi madre con- la familia acompañara al novio, para que

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 75 Letur. Vidas y Vivencias

fuera la cosa seria, para tener seguridad ella que disponer a ir yo a Los Collados en que luego se casarían por la Iglesia. Una persona a enterarme de lo sucedido. Vi a vez escapada la hija, los padres, ¿qué iban la Juana Antonia y ella me lo explicó todo. a hacer?, pues conformarse. La hija ya no Me contó que no estaba ella en casa la iban a recibir deshonrada, se tenía que cuando vino el cartero, pero que su padre, casar. Entonces el sacramento de matrimo- el Ceferino y el de la María, el Bernardo, nio de la Iglesia le devolvía la honradez. que eran vecinos, estaban sentados en la Ahora viene lo más importante. Me sombra de la parra del Bernardo fumando dijo en aquella carta que cuando viniera un cigarro. Al llegar el cartero dijo: “Aquí de la siega que le escribiera una carta di- tiene una carta, Ceferino”. Y como la car- ciéndole la noche cuando iba a recogerla ta no tenía remite, sino solamente una pe- y que le mandara una fotografía mía. queña cruz como consigna para que ella Efectivamente, al volver de la siega que supiera que era mía y se la pidiera a su pa- era a principios de septiembre, le escribí dre, que de todos modos no sabía leer, en- una carta diciendo que estaba de vuelta y tonces el Ceferino la pasó al Bernardo que que ella me indicara la noche que quería le dijera de quién era y que se la leyera. Y que fuera a por ella, y que mi madre esta- este, al abrirla dijo: “¡Pero esta carta es ba dispuesta a venirse conmigo, a pesar para la María, con la foto del maestro den- de no haber medios económicos para po- tro! Luego se la daré”. Y se quedó con ella. der estar nosotros en mi casa, la de mis Le vino muy bien al Bernardo de ente- padres. También puse mi foto que ella me rarse de todo. Se fue a su casa y les pegó había pedido, y dirigí esta carta al padre una paliza terrible a todos, desde la madre de la Juana Antonia para que se la diera. hasta el más pequeño de los siete hijos. El padre mismo, el Ceferino no sabía leer. Eso, cuando lo supe, me sentó como si me Se pasaron quince días y no recibía la hubieran dado un tiro. contestación, y me preocupaba. Y a los La María le había dicho a la cuñada veinte días recibí la carta de ella. Lo más que si venía yo a verla que me explicara grave era: Áestaba mi foto dentro, me la todo lo que había pasado, y que ella no devolvió!. Me ponía: “Blas, lo siento mu- tenía culpa ninguna, porque su padre ha- cho, pero tenemos que dejar esto porque bía sido el que había escrito la carta, y “dile mis padres se han enterado del caso”. que voy con él cuando él quiera”. Luego salió que era el padre el que me Pero yo estaba muy cabreado por lo escribía esto, con la letra igual igual a la mucho que me despreciaban, con esta re- de ella. Pero esto entonces no lo sabía. Y acción brutal conocida por todos, como si yo extrañado, no sabía que pensar. Me tuve fuera nadie porque no tenía bienes como

76 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36 ellos. Me sentía tocado en mi honor, que rros. Estaba mantenido del dormir y co- no me merecían como persona. mer, cada día a una casa. Me arreglaron Le dije a la Juana Antonia que diga al un local para dar clase, que yo era el pri- Bernardo que la casara con quien le convi- mer maestro, no habían tenido jamás otro. niera y que diga a la María que lo sentía En el primer mes de estar de maestro tanto como ella y que la seguiría querien- en Los Pradillos estaba yo sin dinero, por- do, pero que al llevarla conmigo sería un que había gastado mis últimos tres duros infierno interminable para las dos familias, para comer en el viaje de Yeste al Campo y que era mejor, también para ella, dejarlo. San Juan y de allí a La Abejuela, y de allí Desde Los Collados, el día 5 de junio, a Los Pradillos. Y en este viaje, todo an- fui a la siega con una cuadrilla de segado- dando, se me rompieron los calcetines por res de Los Collados. Fuimos a Chinchilla, la planta, que eran de borra y no duraban treinta días. Al venir de la siega, me fui a nada. Pero me daba un poco de corte pe- esquilar los dos meses de otoño. dirles a los padres de los alumnos un anti- Luego tenía que buscar otro sitio para cipo, y quería disimular que llevaba los ser maestro particular, porque los padres no calcetines rotos, siendo como era el maes- podían pagar nada más que una temporada tro respetado, entonces, para que no se vie- de seis meses. El mejor tiempo para ellos ra el roto de los calcetines, me los iba me- era de enero a junio porque después ya em- tiendo poco a poco abajo, en mis alparga- pezaban todas las tareas del campo. Para mí tas hellineras (que eran de lona con suela el ser maestro me gustaba más que otra cosa de cáñamo), hasta que no me quedó más y además era más rentable. Pero me tuve que tres dedos de cana. Así tuve que aguan- que ocupar yo mismo de buscar el sitio. tar hasta el final del mes de enero. Cuando Así, en el mes de diciembre del año 49 me pagaron mis trescientas pesetas, subí fui con un amigo al Campo de San Juan, y al pueblo y me compré calcetines nuevos nada. A La Abejuela, y nada. Al final nos en Casa del Sabio, y me los puse y encon- pusimos de maestro yo en Los Pradillos y tré gran alivio. él en El Peralejo. El Peralejo comprendía Estando en Los Pradillos, subía al cine El Molino, La Máquina, El Niño Sánchez, todos los domingos. El cine estaba insta- El Terrero y La Fuente Siora. En Los lado en donde antes estaba el castillo ára- Pradillos había diecisiete alumnos, y tres be que lo habían derrumbado. Un día me niños venían del Almazarán. encontré con el padre de unos alumnos que Me pagaban quince pesetas al mes por tuve en Sorbas, José el Campesino, que alumno; con los veinte alumnos cobraba ahora vivía en La Era del Rosal. “Maes- yo trescientas pesetas al mes para mis aho- tro, ¿qué hace usted aquí?” dijo. “En Los

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 77 Letur. Vidas y Vivencias

Pradillos estoy de maestro”, le contesté. to lo aprendí practicando. Así me hice za- “Se tiene usted que subir aquí, porque en patero. Pero todavía estando de zapatero La Era del Rosal no tenemos maestro.” Me seguía dando clases a mayores que acu- contó que el maestro que tenían en Letur dían a la zapatería para aprender a leer y no podía con todos los alumnos que había escribir y las cuatro reglas. en el pueblo. El sistema ese de maestros itinerantes Me estuve siete meses en La Era del se terminó por el 65. Entonces se instala- Rosal, en el año 1951. Vi que no había za- ron en las aldeas colegios públicos del patero en Letur, y me establecí de zapate- Estado, con sus maestros con título. Mu- ro al año siguiente de estar de maestro. Esa chas veces había una sola clase para todas idea me vino de cuando vivía en Yeste con las edades, con un solo maestro. Por ejem- mi abuelo. Entonces tenía amistad con el plo, para La Dehesa construyeron un co- carcelero de la cárcel del castillo de Yeste, legio en Las Casas, este servía para El ese era zapatero remendón y tenía allí su Collado, Casicas, Casas del Pino y corti- zapatería. Me enseñó él un poco, y el res- jos. ÁMejor esto que nada!

Blas Molina 

78 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ LA MADALENA

ara la casa tenían los Rodríguez dos Era muy ignorante, no tenía muchas lu- criadas, una la Teresa, para ama- ces, pero era buena persona. Cuando le pre- Psar y cocinar, y la otra, la Madale- gunté: “¿Te vas a ir de aquí?”, contestó na, que era profinca y también dormía en “Cualo quiera Don Pedro”. Era muy obe- la casa, para limpiar, lavar, barrer y hacer diente, conforme a lo que le dijera su amo. todos los mandaos. Así pasó toda su vida, no se puso novia ni tuvo pretendientes. Cuando yo era niña, por el año 25, la Madalena ya era mayor. Siempre iba ves- tida como las mayores, con falda y blusa o Siempre iba vestida“ como las bata, todo de negro. No era muy alta, ni mayores, con falda y blusa o gorda, trabajadora sí. bata, todo de negro. No era La Madalena iba a lavar los trapos al muy alta, ni gorda, trabaja- arroyo. No existía todavía el lavadero, y dora sí. agua no tenían en la casa. Entonces tenía la gente losas de madera, bajaba con su losa y su pozal o canasta llena de ropa su- ” cia, para lavarla al arroyo. Los amos poco a poco se fueron mu- La Madalena traía agua en cántaros del riendo, hasta que quedaron Don Pedro y pilar de la plaza, a casa. Entonces había ella solos. Entonces, como era muy ma- un pilar de piedra debajo del castillo. yor ella, una tarde de invierno que hacía No creo que le dieran un sueldo. Lo mucho frío, puso los pies encima de las que necesitaba, se lo compraban. No en- ascuas de la lumbre y se le tostaron las tendía ella nada de números, y cajas de plantas de los pies que no había cura. Don ahorro no había. Sus padres eran gente Pedro, también mayor, la llevó a Hellín pobre y contentos de ponerla a servir para directamente al asilo, y no se la vio más que esté vestida y comida. en Letur.

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 79 Letur. Vidas y Vivencias

Los Rodríguez le habían dado a ella asilo y vendieron la casa y el huerto para de herencia una casa con un huerto allí los gastos del asilo. abajo en la calle Atún. Vinieron los del

Sagrario 

80 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ LOS CÁRABOS

os cárabos es cicha (desdicha) a chos y los chafaban en el suelo. Los col- manta, era una lástima. Había ca- chones también los ponían a orear al sol. Lsas donde por la misma cocina Eran de perfolla o de paja de arroz o de entraban los animales, vacas y burros para borra. Para el verano tiraban la perfolla y ir a sus cuadras, y también gallinas que las borra y toda la mierda de los colchones, y soltaban en la calle y las llamaban para en- los llenaban otra vez. cerrarlas por la noche. Una vez se fue una madre a lavar al Por ejemplo, al entrar en una casa es- lavadero, y cuando volvió a casa, su crio taba la lumbre en una esquina y en la otra pequeño había caído de la cama en la cal esquina una cama para los padres, y deba- viva que guardaban debajo de la cama. Hay jo de la cama tenían las cosas de comer, que imaginarse el susto de la madre al ver como patatas, y también la cal para enjal- a su niño todo blanco de cal y llorando. Si begar. la cal cae en los ojos, se queda uno ciego. Las familias solían tener mucha gente: Pero gracias a Dios lo salvaron. los padres, los abuelos, cinco a siete hijos, En algunas de estas casas el humo sa- bebés que iban naciendo cada año o dos, y lía por la puerta de la calle que la tenían quedando todos en la misma casa que no que dejar abierta. Porque el humero que se podía ampliar, porque no había dinero estaba hecho de adobe y no de ladrillos, se ni espacio. Las casas estaban colgadas en- rompía a consecuencia de las tormentas y cima del peñasco y pegadas una a la otra la lluvia que deshacía el barro, y la gente como “piojos en costura”. Para dormir, de no tenía suministro para repararlo. “La noche se extendían los colchones en el cicha acude donde hay cicha”. suelo y se apilaban de día para poder pa- Tú no te imaginas la mierda que había sar. Algunos dormían en silla. Tenían que en esta calle. Si nosotros ahora viviésemos sacar los somieres y los colchones a la ca- allí habíamos muerto de una infección. lle para matar los chinches: echaban agua Pero la gente de entonces, ¡no sé como po- hirviendo en los somieres, salían los bi- dían sobrevivir!

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 81 Letur. Vidas y Vivencias

La calle Los Cárabos en 1989

Ropa para vestirse tenían muy poca, no a la noche lavaban el hato y se tendía en la se la podían comprar. Había personas que lumbre para otro día ponérselo. Letur, febrero 1999 Ascensión 

82 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ CÓMO PERDÍ MI INOCENCIA

los cinco o seis años perdí mi y aquella era brillante y tan limpia, y ade- inocencia. La perdí con el reco- más sólo había que enchufarla a la luz para A vero de La Abejuela. Era buen que funcionara. Estaba yo boquiabierta mozo y además una buena persona. ante ese invento. A los mayores contaba cosas que pasa- Mi madre estaba haciendo su compra ban en otros cortijos; era una especie de pe- y yo empecé a insistirle que comprara un riódico. Era cariñoso con los niños, nos daba chocolate. Al final me puse tan pesada que caramelos, o una naranja si llevaba para ven- el recovero destapó la caja y mi madre, der. Iba con un burro cargado de alimenta- resignada, dijo: “coge una”, y la pagó. Y ción, naranjas y lo que le habían pedido, por ¡mira por donde atiné a coger la de la plan- ejemplo, calzado, todo esto en sus corbos, cha!. Yo que nunca había tenido Reyes ni y un fardo de telas encima. Él mismo iba regalos de cumpleaños y de Santo, Ácomo andando. Lo llamabamos el Pañero. estaba de contenta! Cada semana, un día, solía pasar por Pero me duró poco. Yo pensaba decír- nuestros cortijos de Los Pradillos. Llega- selo a todas las vecinas cuando llegaran a ba a mi casa sobre el mediodía, descarga- comprar, pero el recovero le dijo a mi ma- ba en nuestro portal que estaba cubierto y dre: “Juana, tienes que hacerme un favor. era ancho y siempre limpio, y extendía sus Tienes que dejarme la plancha hasta que artículos en el suelo. Luego nos mandaba venda el chocolate, porque sin este pre- a avisar a los otros vecinos. mio no lo vendo”. Y mi madre dijo: “bue- Un día, entre las mercancías, llevaba no”. Yo no quería dejar la plancha, porque una caja de tabletas de chocolate con pre- ya era mía. Pero mi madre me dijo: “sí mio, sin empezar, y otra caja con los pre- que es tuya. Pero déjasela al Pañero y mios que tenían que salir de la envoltura cuando pase de vuelta del Almazarán te de las pastillas. Entre los premios era el la deja. Pero no digas nada a nadie”. mejor una plancha eléctrica. Sólo había- Llegaban las vecinas, compraban cho- mos visto las planchas negras de carbón, colate y decían; “Ay, a mí dame otra a ver

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 83 Letur. Vidas y Vivencias

Un cortijo en Los Pradillos, donde vivía Práxedes

si me sale la plancha”. Y yo tenía que ca- ban ocultando la verdad y obligándome a llar y pensaba: “aunque compres la caja callar. Yo lo veía mal, pero comprendía que entera, no te va a salir, porque os estamos tenía que ser así, para que no saliera el re- engañando”. Mi alegría de ganar la plan- covero perjudicado. Pero también veía que cha se transformó en un conflicto. No sa- otro día podíamos ser engañados nosotros. bía que pensar de tan buenas personas ¿De quién me podía fiar yo? como eran mi madre y ese señor, que esta- Así, aquel día perdí mi inocencia de niña.

Letur, noviembre 1998 Práxedes 

84 ¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ Zahora 36

PERSONAS QUE HAN COLABORADO CON SUS VIVENCIAS

AÑO NOMBRE APELLIDOS APODO NACIMIENTO Práxedes Muñoz Marín 1946 José López García Chiscales 1932 Valentina Martínez Iluminada 1926 Deogracias Melgares González Julio 1926 Francisco Peña López 1948 Josefina Peña Muñoz 1951 Remedios Valero Rodríguez 1912 María Sánchez Ortega La Sacristana 1921 Dolores Alcántara Beyret 1918 Aurora Álvarez Cabeza 1931 Ascensión Moreno Cano La Chencha 1937 Blas Molina Gil El Zapatero 1922 Sagrario Tomás Valero 1915

¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥¥ 85 Este número 36 de la revista Zahora, dedicado a Letur, se acabó de imprimir en el mes de agosto de 2001 en los talleres de la Imprenta Provincial