Aragón en la Edad Media XXI (2009) pp. ISSN 0213-2486

PLEITOS ENTRE MAGALLÓN Y MAZALCORAZ () POR CUESTIONES DE RIEGO EN LOS SIGLOS XIV Y XV

Lawsuits between Magallon and Mazalcoraz (Zaragoza) for irrigation in the fourteenth and fifteenth century.

Francisco Saulo Rodríguez Lajusticia* Universidad de Zaragoza

Resumen: Dans cet article on étudie Abstract: In this article, it’s been stud- cinq procès entre Magallón et Mazalco- ied five lawsuits between Magallón and raz, noyau propriété de l’abbaye cister- Mazalcoraz, grange dependent on the cienne de Veruela et situé entre Magal- Veruela’s cistercian monastery, sited lón et Agón, aux siècles XIV et XV pour between this village and Agón, along l’usage de l’eau du canal d’irrigation the XIV and XV century because of the majeur. Le but est montrer les causes du use of water of the main irrigation ditch. conflit : les tours d’arrosage, le travail The objective is showing the causes of des Zabacequias, l’entretien de l’infras- the conflict: first of all, the irrigation tructure, les impôts qui sont appliqués et turns, the zabazequias works, the main- des autres questions comme des condui- tenance of the infrastructure, the fees tes sociaux ou des sanctions imposées. applied and other questions like social Mots-clés : Litiges, Magallón, Veruela, behaviours or imposed punishments. Moyen-Age, Irrigation. Keywords: Lawsuits, Magallón, Veruela, Middle Ages, Irrigation.

* Quiero agradecer a Mª de los Desamparados Cabanes y Juan J. Utrilla la supervisión del trabajo, a Elisa Martínez y Roberto Viruete la confección de los resúmenes en inglés y francés respectivamente y a Alfre- do Ruiz, Susana Catalán y Elisa Plana sus consejos y puntos de vista para mejorar este estudio.

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Estado de la cuestión En los albores del siglo XXI, el tema de los regadíos en Aragón durante la Edad Media empieza a ser conocido en su conjunto puesto que, si bien conta- mos con muy destacados estudios regionales a los que se hará alusión poste- riormente, no existe por el momento un trabajo a gran escala que abarque todo el reino de Aragón y en el que confluyan cuestiones tan importantes a la hora de hablar de este tema como la ocupación del espacio, la reconstrucción de los sistemas hidráulicos y el uso que se hacía de los mismos, el paisaje agrario, el reparto del agua y los conflictos sociales que se generan como consecuencia de ello, etc. En este sentido, Agustín Ubieto se mostraba tajante en 1980 al afir- mar que “la historia de los regadíos medievales aragoneses está por hacer por completo”1, situación ésta a día de hoy que, si bien han salido a la luz nuevos aportes, tampoco ha cambiado todo lo que nos gustaría. Ante esto, el objetivo de este trabajo es analizar una serie de pleitos que tu- vieron lugar entre el monasterio cisterciense de Veruela y la villa de Magallón en la Edad Media por temas relacionados con el riego. Isabel Falcón destaca cómo el historiador puede recurrir a distintos tipos de fuentes para estudiar los regadíos como libros de alfardas, registros de merinos, cabreos, compraventas, testamentos, mojonaciones, etc. en los que se encuen- tran con frecuencia menciones a acequias, azudes, cultivos y otros datos de in- terés, centrándose esta historiadora en la documentación municipal y resaltando de manera especial privilegios, ordenanzas, libros de Actos Comunes y procesos civiles y criminales, apartado éste último en el que Isabel Falcón incluye los pleitos y analiza brevemente el mantenido entre los siglos XIII y XV por los regantes de la acequia de Candiclaus, al norte de la ciudad de Zaragoza2. Siguiendo con este tema, Luis Benito y María Jesús Monter señalaron igualmente el valor indiscutible que tienen las sentencias arbitrales como una fuente más para el estudio del regadío, centrándose en una otorgada en abril de 1434 sobre el azud y el riego en la acequia de Albalate de Cinca y ofrecien- do una propuesta metodológica que consiste en la localización de topónimos sobre un mapa y la agrupación de la información en varios temas como los turnos de riego, el nombramiento de responsables o las referencias a la vida cotidiana de los litigantes3.

1.- Agustín UBIETO ARTETA, «Estado actual de los estudios sobre los regadíos aragoneses medievales», III Jornadas del estado actual de los estudios sobre Aragón, 2, 1980, p. 885. 2.- Mª Isabel FALCÓN PÉREZ, «Los regadíos medievales: fuentes para su estudio y metodología», II Jor- nadas de metodología de la investigación científica sobre fuentes aragonesas, (1986), pp. 249-255. 3.- Luis BENITO LUNA y Mª Jesús MONTER DOMEC, «Las sentencias arbitrales sobre pleitos de aguas: una fuente para el estudio del regadío medieval», II Jornadas de metodología de la investigación cien- tífica sobre fuentes aragonesas, 1986, pp. 265-270.

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Admitiendo con esto la validez de pleitos y sentencias arbitrales como fuente para este tema, pasaré a continuación a señalar los más destacados tra- bajos que se han hecho en Aragón sobre regadíos para posteriormente centrar- me en los que atañen al monasterio de Veruela (en la temática que estoy estu- diando) y a Magallón, labor para la que resulta especialmente útil la consulta de estados de la cuestión como el ya citado de Agustín Ubieto4 u otros como los realizados por Esteban Sarasa5 o Gloria López6. El primer trabajo reseñable que abordó en algunos capítulos los regadíos en Aragón fue una obra de Andrés Giménez Soler7 de 1922 que tiene plantea- mientos que todavía resultan innovadores. El autor realiza un estudio sobre el clima durante la Antigüedad y la Edad Media, abordando temas, entre otros muchos, como el caudal de los ríos, sus variaciones de nivel, los periodos de sequía, la navegación por el Ebro o, lo más interesante para el tema que esta- mos viendo, los regadíos medievales, haciendo un recorrido por las cuencas de su afluentes y concediendo más o menos importancia a cada una de ellas en función de lo que le parece más relevante. En lo que se refiere al Moncayo, Giménez Soler destacó (pp. 99-100) la gran cantidad de pleitos que hubo en esta zona, intentando demostrar la exis- tencia de todo un sistema de riegos anterior a la Reconquista y resaltando un enfrentamiento entre y Malón en 1188, un pleito de 1303 en el que el objeto de disputa era el agua de la acequia de Ambel, otra cuestión de 1308 en- tre Magallón, el monasterio de Veruela, la granja de Gañalur y el comendador de Alberite de la que luego se hará mención y, por último, las acciones de la rei- na María, esposa de Alfonso V, para resolver problemas entre Ambel y Borja. Desde esa fecha, dejando para más adelante el artículo de Ángel González Palencia sobre los riegos de la región de Veruela, hay que esperar a la segun- da mitad de los años setenta para empezar a ver trabajos interesantes sobre diversas regiones. Así, sin ánimo tampoco de ofrecer una lista exhaustiva de artículos y monografías, hay que destacar los trabajos de Vicente Bielza sobre el río Jalón8; de Francisco Castillón y de los citados Luis Benito y María Jesús

4.- Ver nota 1. 5.- Esteban SARASA SÁNCHEZ, «La memoria del agua: la economía hidráulica en el valle medio del Ebro, ¿un ejemplo de supervivencia o de nueva implantación tras las conquista cristiana en el siglo XII?», Ara- gón en la Edad Media, VIII (1989), pp. 633-646. Si bien no hay una pretensión clara de convertirse en un estado de la cuestión, la bibliografía citada por este autor en notas a pie de página lo convierten en tal. 6.- Gloria LÓPEZ DE LA PLAZA, «El Ebro», en Los regadíos hispanos en la Edad Media, AL-MUDAY- NA (Asociación Cultural), Madrid, Cuadernos de Investigación Medieval, 1992, pp. 17-20. 7.- Andrés GIMÉNEZ SOLER, «El problema de la variación del clima en la cuenca del Ebro», Memorias de la Facultad de Filosofía y Letras, I (1922), pp. 1-129. 8.- Vicente BIELZA DE ORY, «Aportación al estudio de los regadíos del Jalón: las vegas bilbilitanas en el pasado», Estudios Geográficos, 138-139 (1975), pp. 63-91.

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Monter sobre el Cinca9; de Elena Piedrafita sobre las CincoV illas10; de Carlos Laliena como coordinador sobre Huesca11 o como ofrecedor de una reciente panorámica sobre el tema en las Edades Media y Moderna12, los aportes de María José Sánchez Usón sobre los regadíos del Flumen en Alborge13 o de Jean-Pierre Barraque sobre el río Ebro en Zaragoza14. Mención aparte merece el libro modélico que sobre el río Aguasvivas ela- boraron los profesores de Ángel Sesma, Juan Utrilla y Carlos Laliena en el año 200115, monografía que ha servido de inspiración a todos los que hemos trabajado con posterioridad estos temas y en el que cabe destacar la ardua la- bor de clasificación de fuentes y el trabajo en equipo que unió a especialistas en varias disciplinas. Centrándome en los trabajos realizados sobre el monasterio de Veruela y su dominio y que guardan relación con este tema, el primero de ellos por or- den cronológico y un auténtico clásico de referencia ineludible es el citado de Ángel González Palencia16. En él, el autor analiza un documento en árabe de 1245 en el que el monasterio de Veruela compra a un exarico de Magallón el octavo de su agua en la acequia mayor de Magallón, lo cual permite a Gonzá- lez Palencia hacer unas reflexiones sobre la condición social de los exaricos y el régimen de riegos en la región a partir de textos que recogen compras de azumbres de agua por parte de los monjes en la granja de Mazalcoraz, situa- da entre Magallón y Agón, y en Ambel y acuerdos de riego con poblaciones como o Alcalá de Moncayo.

9.- Francisco CASTILLÓN CORTADA, «Política hidráulica de Templarios y Sanjuanistas en el valle del Cinca (Huesca)», Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 35-36 (1979), pp. 381-445, y L. BENITO y Mª Jesús MONTER, «La acequia de Albalate en el siglo XV: aproximación al estudio del regadío medieval en el valle del Cinca», Argensola, 100 (1986), pp. 167-176. 10.- Elena PIEDRAFITA PÉREZ, «Infraestructura económica de los concejos de las Cinco Villas: regadíos, molinos y hornos (siglos XII-XIV)», Aragón en la Edad Media, XII (1995), pp. 29-60. 11.- Carlos LALIENA CORBERA, Agua y progreso social. Siete estudios sobre el regadío de Huesca (si- glos XII-XX), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1994. 12.- ÍDEM, «Agua y progreso social en Aragón, siglos XII-XVIII», en ¿Agua pasada? Regadíos en el Ar- chivo Histórico Provincial de Zaragoza, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2008, pp. 53-84. 13.- Mª José SÁNCHEZ USÓN, «El regadío de : un medio productivo en la política económica del monasterio de Santa Cruz de la Serós», Aragón en la Edad Media, VI (1984), pp. 125-154. Como ad- vierte la propia autora (p. 129), no se trata de la actual localidad situada a orillas del Ebro, sino de un despoblado oscense que hoy se conoce como La Alborja. 14.- Jean Pierre BARRAQUÉ, «Vigne et irrigation à Saragosse au début du XIV siècle», Revue Historique, 574 (1990), pp. 193-204. 15.- Estos autores tienen varios trabajos sobre el río Aguasvivas, de los cuales sin duda la mejor síntesis es José Ángel SESMA MUÑOZ, Juan UTRILLA UTRILLA y Carlos LALIENA CORBERA, Agua y paisaje social en el Aragón medieval. Los regadíos del río Aguasvivas en la Edad Media, Zaragoza, Ministerio de Medio Ambiente y Confederación Hidrográfica del Ebro, 2001. 16.- Ángel GONZÁLEZ PALENCIA, «Notas sobre el régimen de riegos en la región de Veruela en los si- glos XII y XIII», Al-Andalus, X (1945), pp. 79-88.

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Tras este trabajo, y prescindiendo de monografías en las que sólo se hacen menciones sueltas dentro de una temática mucho más general17, cuarenta años más tarde María de los Desamparados Cabanes presentó una comunicación en el IV Simposio Internacional de Mudejarismo18 sobre la población mudéjar de la granja de Mazalcoraz en la que analiza cuestiones como su condición social, la convivencia con los cristianos o la propiedad de la tierra, ofreciendo además un listado de personas y un apéndice documental compuesto por regestas de los documentos que relacionan Veruela y Mazalcoraz en el siglo XII. En lo que se refiere al uso del agua, los problemas surgidos por este tema no pasaron desapercibidos para Amparo Cabanes que enumeró en nota a pie de página los pleitos de los siglos XIV y XV que se estudian en este artículo, destacó la influencia musulmana en el sistema de riegos y cultivos que here- daron los cristianos (tesis en la que coinciden todos los autores) y destacó las menciones a la acequia mayor de Magallón y a la de Agón. En los años noventa, el trabajo más importante sin ninguna duda sobre el monasterio de Veruela es la tesis doctoral de la brasileña Simonne Teixeira sobre el aprovechamiento por parte de los cristianos de la infraestructura de riego creada por los musulmanes en la zona19. Trabajo muy completo y ex- haustivo en lo que se refiere a la toponimia, lo más interesante para este tema es un breve léxico de la terminología relacionada con el riego (pp. 62-67) y el análisis del término de Magallón y sus sistemas hidráulicos de Marbadón, Lugar del Plano y Agua Baja (pp. 306-326), procediendo a una metódica re- construcción del espacio agrario de la zona y ubicando los topónimos que aparecen en la documentación. A finales de esta década, hay que destacar el estudio realizado por Javier Lerín acerca de los pleitos mantenidos entre el monasterio de Veruela y las poblaciones de su entorno durante la Edad Media y parte de la Moderna20, ar- tículo de gran interés que ordena temáticamente las principales cuestiones que fueron causa de litigio entre los monjes y sus vecinos durante medio milenio, basándose sobre todo en la información proporcionada por un Libro Registro

17.- P. BLANCO TRÍAS, El Real Monasterio de Santa María de Veruela, Mallorca, Imprenta Mosén Al- cover, 1949. 18.- Mª Desamparados CABANES PECOURT, «Los mudéjares de Muzalcoraz y el monasterio de Veruela: datos de una economía en el siglo XII», IV Simposio Internacional de Mudejarismo: Economía, Te- ruel, 1987, pp. 143-149. 19.- S. TEIXEIRA, El dominio del monasterio de Veruela: la gestión de un espacio agrario andalusí, Bar- celona, 1995 [Tesis doctoral en microficha]. 20.- Javier LERÍN DE PABLO, «Relaciones económicas y pleitos del monasterio de Veruela con sus conve- cinos en los siglos XII al XVII», Cuadernos de Estudios Borjanos, 41-42 (1999), pp. 43-99.

225 FRANCISCO SAULO RODRÍGUEZ LAJUSTICIA de finales del siglo XVIII que fue transcrito por María de los Desamparados Cabanes21 y que se organiza por poblaciones. Como no podía ser de otra manera, Javier Lerín concede un apartado especial a la importancia del control del agua, los pastos y las tierras, ha- ciendo un recorrido por los pleitos y describiendo de forma muy somera y prácticamente calcada del Libro Registro lo principal de cada uno de ellos. Además de éste, el autor dedica un capítulo específico a la granja que él llama de Muza Alcorax22, deteniéndose especialmente en las sentencias ar- bitrales objeto de comentario en este trabajo y siempre limitándose a lo que dice el Libro Registro sin contrastarlo con la documentación en pergamino, única traba que se puede poner a un trabajo muy meritorio cuyo colofón es una utilísima cronología con los principales acontecimientos de la vida de Veruela entre 1145 y 1661. Además, hay que citar dos trabajos de Manuel Ramón Pérez que abordan estos temas. El primero de ellos es una comunicación presentada en el XVII Congreso de Historia de la Corona de Aragón en la que el autor hace una panorámica del sistema de riegos y pastos de Veruela y de Borja y cita los enfrentamientos que tuvieron lugar entre ambos entre los siglos XVI y XIX, limitando la Edad Media, pese al carácter tan general del título de su artículo23, a lo que ya expresaron con anterioridad Pedro Rújula y Herminio Lafoz24. El segundo trabajo a tener en cuenta de este autor es su tesis doctoral, si bien tampoco nos sirve de gran ayuda para el periodo medieval ya que, pese a analizar los enfrentamientos entre Veruela y Magallón en varios apartados25,

21.- Mª Desamparados CABANES PECOURT, El libro registro de Veruela, Zaragoza, Anubar, 1985. 22.- Son muchas las denominaciones que podemos encontrar de este lugar, comenzando por la propia do- cumentación medieval en donde nos puede aparecer como Maçalcorach, Macalcorach, Maçalcoracx, Maçalcorag, Maçalcorage, Maçalcoraig, Mazalcorach, Mazalcoracx, Mecalchorag y Meçalcorag. El nombre de Muza Alcorax que utiliza el libro registro (cf. Mª D. CABANES, El libro registro, p. 150) y también Javier Lerín (cf. J. LERÍN, «Relaciones económicas», p. 85) tiene una explicación en un libro de 1585 en el que se hace derivar de un tal Muça de Alcorax (cf. Archivo Histórico Nacional (=AHN), Clero, libro 18725), lo que lleva a María de los Desamparados Cabanes a usar el nombre de Muzalco- raz en sus trabajos. Simonne Teixeira lo hace derivar del árabe Manzil Qurays que, según ella, quiere decir “parador de los Qurays” (cf. S. TEIXEIRA, El dominio del monasterio de Veruela, p. 166). En mi caso, teniendo en cuenta que en la documentación medieval hay un claro predominio de la sílaba inicial “Ma-”, adoptaré el nombre de Mazalcoraz. 23.- Manuel Ramón PÉREZ GIMÉNEZ, «Agua y pastos; luchas y alianzas por el control del valle de la Huecha entre la ciudad de Borja y el monasterio de Santa María de Veruela», XVII Congreso de Histo- ria de la Corona de Aragón, 2003, pp. 737-753. 24.- Pedro RÚJULA LÓPEZ y Herminio LAFOZ RABAZA, Historia de Borja. La formación histórica de una ciudad, Borja, Ayuntamiento de Borja, 1995, pp. 85-87. 25.- Manuel Ramón PÉREZ GIMÉNEZ, El Señorío del Real Monasterio cisterciense de Santa María de Veruela en la Edad Moderna (1400-1877), Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1995, pp. 570-571, 599-602, 604-610, 625-626 y 808-809 [tesis doctoral en CD-ROM].

226 PLEITOS ENTRE MAGALLÓN Y MAZALCORAZ (ZARAGOZA) POR CUESTIONES DE RIEGO teniendo en cuenta que este autor considera el siglo XV como Edad Moderna, es poco lo que dice sobre los pleitos que tienen lugar en esta centuria26, remitiendo siempre a fuentes modernas como el citado Libro Registro publicado por Ampa- ro Cabanes27 o el Lumen Domus28 y con un desarrollo del tema muy escaso. Por último, varios trabajos míos y mi tesis doctoral han estudiado también con diferentes grados de profundidad lo relacionado con el regadío medieval en el dominio verolense, encontrándose en todos ellos información sobre la villa de realengo de Magallón y, por supuesto, sobre el monasterio de Veruela29.

Sistema de riegos de Magallón y Mazalcoraz

Desde la Edad Media hasta nuestros días, salvo algunos pequeños tramos, se ha conservado prácticamente inalterable el sistema de riegos del valle bajo del río Huecha, por lo que una descripción de las acequias actuales permite perfectamente concebir los lugares de paso de los antiguos canales de riego que motivaron los pleitos que se estudian en este artículo. Prescindiendo de la visión general de los regadíos del valle del Huecha que ya han realizado otros autores30, las acequias del que más nos interesan para estudiar los riegos de Magallón y de la granja de Mazalcoraz en la Edad Media son tres: la de Marbadón, la del Plano y la del Lugar. La

26.- M. R. PÉREZ, El Señorío del monasterio de Veruela, pp. 519-521. Las menciones sueltas a los pleitos entre Veruela y Magallón se encuentran bajo el epígrafe “La presencia verolense en la boda de los Re- yes Católicos y durante su reinado”, en el cual se habla de multitud de temas diferentes. 27.- Ver nota 21. 28.- Se trata de un Cabreo de 3 volúmenes que fue realizado a partir de 1676 por fray Atilano de la Espina. El primer volumen tiene 848 folios y se divide por títulos en los que, entre otras cosas, se habla de los privilegios de los que se había beneficiado el cenobio y de las granjas y lugares del dominio (cf. AHN, Clero, Códice 172B); el segundo es de 1681 y es un compendio de todos los treudos que poseía la aba- día (cf. AHN, Clero, Libro 18731) y el tercero se encuentra en paradero desconocido. Para una infor- mación más detallada, cf. Natividad DE DIEGO, «Fuentes documentales sobre el Císter zaragozano», en El Císter. Órdenes religiosas zaragozanas, VV.AA., Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1987, pp. 101-118. 29.- Francisco Saulo RODRÍGUEZ LAJUSTICIA, «Pleitos relacionados con el uso del agua en el monaste- rio zaragozano de Veruela desde su fundación hasta el año 1400», Miscelánea Medieval Murciana, 32 (2008), pp. 143-155; ÍDEM, El dominio del monasterio cisterciense de Santa María de Veruela desde su fundación hasta 1400, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2010, e ÍDEM, «Mudéjares y agua en los dominios del monasterio cisterciense de Santa María de Veruela durante la Edad Media», XI Simposio Internacional de Mudejarismo, Centro de Estudios Mudéjares, Teruel, 2009, pp. 409-421. 30.- P. RÚJULA y H. LAFOZ, Historia de Borja, pp. 84-94, Eusebio GARCÍA MANRIQUE, Las comarcas de Borja y Tarazona y el Somontano del Moncayo. Estudio geográfico, Zaragoza, Institu- to “Juan Sebastián Elcano”, 1960, pp. 124-129 y otros estudios regionales como Eusebio GARCÍA MANRIQUE, : un municipio del somontano ibérico, Zaragoza, Institución “Fer- nando el Católico”, 1958, pp. 75-77.

227 FRANCISCO SAULO RODRÍGUEZ LAJUSTICIA primera de ellas nace entre Maleján y Borja y recorre por la margen izquierda del Huecha los términos municipales de Borja, , y Magallón, vertiendo sus aguas en la acequia del Lugar. En cuanto a la acequia del Plano, nace en un azud que se encuentra muy próximo a la localidad de Alberite de San Juan, discurriendo igualmente por la margen izquierda y a la cual se añaden nada más nacer las aguas de la ace- quia del Molino, procedentes de . Siguiendo por este lado izquierdo del río Huecha, la acequia del Plano se divide al llegar al eje que une Magallón y Alberite de San Juan, existiendo en este punto una balsa que supone el origen de la acequia del Lugar y que se dirige directamente a Magallón, mientras que la del Plano fluye hasta el lejano término de La Loteta, como puede verse en el siguiente mapa:

Mapa extraído de E. GARCÍA MANRIQUE, Las comarcas de Borja y Tarazona, p. 126 y retocado para eliminar elementos sobrantes e introducir las Gamellas y la propia granja.

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Esta acequia que nace en un azud en Alberite y que recorre las huertas de Magallón al este del pueblo es la citada en la documentación medieval como acequia mayor de Magallón31 que, tras hacer este recorrido, se dirigía luego hacia Agón, cruzando por Mazalcoraz, si bien en la actualidad, y he aquí una de las salvedades que comentaba, lo que hoy es la acequia del Lugar no pasa por los términos en los que se situaba la granja cisterciense. Teniendo en cuenta la descripción del recorrido, es fácil imaginar cuál es la base de los problemas que se comentarán a posteriori: el agua de la acequia llegaba antes a Magallón y sus términos que a Mazalcoraz, por lo que la granja debía ejercer un control continuo sobre la villa de realengo para asegurarse el suministro y velar por que no hubiera ninguna alteración ni uso abusivo por parte de los magalloneros. La propia documentación medieval describe los lugares de tránsito de la acequia mayor, confirmando los párrafos anteriores. Así, en la sentencia de 1368 puede leerse la hagua de la çequia mayor que se prende del rio de la Huecha sobre Alberit y va a las Gamellas et pasa por el molino clamado “de la Torre” et dally ha yuso va ha Magallon et depues a las heredades de la granja clamada de Maçalcorach32. Junto a esta acequia mayor, hay que señalar la existencia de otra llamada “las Canales”, cuyo origen también es un azud que se sitúa unos metros más abajo del que suponía el nacimiento de la acequia mayor, que permitía el rie- go de las tierras de Magallón situadas en la margen derecha del río Huecha y que de nada servía a una granja de Mazalcoraz ubicada en la izquierda. Así, la acequia de Canales se menciona también en la documentación cuando se prohíbe que los vecinos de Magallón desvíen el agua de un curso al otro para impedir que el agua llegara a la granja: la agua de la huna gamella o partidero que va por el molino de la Torre et despues a Magallon et despues a la dita granja los honbres del dito concello et singulares de aquel non puedan ytar ni mudar la dita agua al otro partidero, siquiere gamella, que va a las Canales (sent. 1368). Una vez descrito el recorrido de las acequias, conviene hacer algunas acla- raciones sobre palabras y topónimos que aparecen en estos dos fragmentos de documentación. En primer lugar, en lo que se refiere a las Gamellas, en la documentación se utiliza indistintamente como nombre común y como nom- bre propio (el qual lugar es clamado “las Gamellas” o partidero del agua de

31.- A partir de aquí será ésta la denominación utilizada al analizar la documentación, puesto que es la que se corresponde con la documentación medieval. 32.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3776, docs. 16 y 17. En lo sucesivo me referiré a ésta como “sent. 1368”.

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Magallon et de la granja fasta las heredades de la granja33), topónimo éste que no existe en la actualidad. Considerando que “gamella” y “partidero” son claramente palabras sinónimas y que la primera es polisémica, el significado de ambas es el lugar de donde se derivan varios ramales de una acequia prin- cipal o el punto de ésta en la que existe una compuerta o una tajadera34. En cuanto a su ubicación, es evidente por lo que dice la documentación que se encontraba entre el azud de Alberite y la villa de Magallón. Simon- ne Teixeira relaciona las Gamellas con la palabra “almenara”35, que aparece como apellido toponímico en más de una ocasión en la documentación del monasterio de Veruela del siglo XIV36 y que es una palabra que, según Juan Antonio Frago, tiene un significado entreT udela y Alagón de “edificación que protege las compuertas de una acequia madre”37. Con todo esto, aceptando el significado de gamella o partidero como el punto en el cual se dividen las aguas de un canal para dar origen a otro, lo más probable es que las Gamellas que citan la documentación se encontraran cerca del lugar donde hoy en día hay la balsa que supone el nacimiento de la acequia del Lugar, a la izquierda de la del Plano y que provoca una pequeña modifica- ción del recorrido, hipótesis que ya apuntó igualmente Simonne Teixeira38. En lo que se refiere al molino de laT orre, la incertidumbre es mayor toda- vía puesto que no existe ningún resto ni ningún recuerdo por parte de la gente del pueblo. Por lo visto, el molino pertenecía al monasterio de Veruela desde el 18 de diciembre de 1275, momento en el que Martín Jiménez de Agón y su mujer Sancha Romero lo venden a los monjes; sin embargo el documento sólo dice que era un molino con dos muelas y que se encontraba entre Magallón y

33.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3780, doc. 7. Es la sentencia arbitral que tiene lugar el 7 de mayo de 1382 en Agón y a la que, en adelante, me referiré como “sent. 1382”. 34.- Juan Antonio FRAGO GRACIA, Toponimia del Campo de Borja. Estudio lexicológico, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1980, pp. 107-108. Además del significado relacionado con el rie- go, una gamella es también una artesa para dar de comer a los cerdos, un recipiente de madera curvo empleado para el trasvase del mosto y un arreo de labranza. Puesto que en la documentación se utili- za tanto como nombre común como de lugar, lo pondré con la letra inicial mayúscula o minúscula en función del contexto. 35.- S. TEIXEIRA, El dominio del monasterio de Veruela, p. 322. 36.- Por citar unos ejemplos, un Domingo Almenara se cita en un documento de agosto de 1328 (cf. Archi- vo de la Corona de Aragón (=ACA), Diversos, Varia, carp. 24, doc. 76), un Guillyem de Almenara que es propietario de una viña en Monzalbarba en un diploma de 1333 (cf. ACA, Diversos, Varia, carp. 31, doc. 6) y un Garci López de Almanara, jurado de Borja en 1334 (cf. AHN, Clero, Veruela, carp. 3774, doc. 16). Todos estos documentos se encuentran transcritos en la colección diplomática del siglo XIV, de próxima aparición: Francisco Saulo RODRÍGUEZ LAJUSTICIA, Documentos del monasterio cis- terciense de Santa María de Veruela (siglo XIV), Zaragoza, Anubar [en prensa]. 37.- J. A. FRAGO, Toponimia del campo de Borja, p. 32. 38.- S. TEIXEIRA, El dominio del monasterio de Veruela, p. 326.

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Alberite, sin que se dé ninguna indicación más39. Ateniéndose a las sentencias arbitrales, es evidente que este molino se encontraba entre las Gamellas y Magallón; sin embargo, hoy en día no resulta posible situar con exactitud el punto exacto en el que se ubicaba.

Conflictos entre Magallón y Mazalcoraz a) Planteamiento general del tema. Como se ha visto, el agua de riego procedente del azud de Alberite atrave- saba primero las tierras de Magallón antes que las de la granja de Mazalcoraz, con lo que, en un contexto en el que el agua es escasa, la granja dependiente de Veruela tenía la obligación para su propia subsistencia de estar muy pendiente de que le llegara el caudal necesario y que un excesivo uso del agua por los magalloneros no supusiera déficit para Mazalcoraz. El primer punto de batalla se encontraba en el azud de Alberite, nacimiento como ya se ha dicho de la acequia que riega Magallón y Mazalcoraz y cuyo mantenimiento en buen estado era trascendental para ambos, con lo que, pese a las disputas que pudieran tener en otros momentos, no es infrecuente ver a la villa y a la granja asociadas para hacer presión en una causa común ante el comendador, primero templario y después hospitalario, de Alberite. De esta manera, en el Archivo Municipal de Magallón se conservan varios documentos inventariados por Juan Antonio Frago40 de entre los que desta- can uno de 1249 por el que se fijan los derechos de riego de unos huertos de Alberite con el agua de la acequia de Magallón, otro de 1308 en el que Jaime II ordena al comendador templario que sufrague los gastos de reparación del azud que, por pura necesidad, habían costeado los vecinos de Magallón y de Mazalcoraz sin que fuera su responsabilidad, un pleito de 1407 de nuevo por el tema del mantenimiento del azud y, por último, una concordia de 1459 entre ambos lugares sobre el término de Bargas y la acequia del Plano. Como ha señalado Carlos Laliena41, la insuficiencia de precipitaciones ca- racterística de las regiones mediterráneas hace constantemente necesario el desarrollo y mejora de sistemas de riego que palien este déficit, con lo que la preocupación de Magallón y Mazalcoraz por el mantenimiento en buen esta-

39.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3769, doc. 3. Sobre el molino se dice que “afronta de la una part en carrera que va ad Alberit e de la otra part en cequia vicinal et en la dita pieça que fue de Santa Cristina”. 40.- J. A. FRAGO, Toponimia del campo de Borja, pp. 225-227. 41.- Carlos LALIENA CORBERA, «El Císter en el valle medio del Ebro: repoblación y roturaciones en el dominio del monasterio de Rueda», Anuario de Estudios Medievales, 17 (1986), p. 100.

231 FRANCISCO SAULO RODRÍGUEZ LAJUSTICIA do del azud de Alberite es algo perfectamente comprensible y que constituye uno de los numerosos conflictos que por este tema se produjeron en Aragón durante el medievo. En este sentido, por poner un ejemplo muy similar, lo mismo sucede en este periodo entre el municipio turolense de Azaila, de señorío laico, y Roma- na, granja del monasterio cisterciense de Santa María de Rueda, que tuvieron numerosos pleitos relacionados con el riego al situarse en Azaila un azud que quedó insuficiente para las necesidades de Romana42 ante las maliçias et impe- dimentos que los moros del dito lugar de Çaylla fazian al agua que venia por la cequia del dito lugar de Romana43. Sin embargo, al margen de estos asuntos que esporádicamente provocaban una confluencia de intereses entre Magallón y Mazalcoraz, lo más frecuente fueron unas relaciones exentas de cordialidad por diversos motivos, ya que Mazalcoraz había sido entregada en 1177 a los monjes de Veruela por parte de Alfonso II44, donación que también incluía Pozuelo de Aragón y que supuso una importante frenazo a los intereses que Magallón pudiera tener en estos territorios, con lo que a lo largo de la Edad Media van a ser constantes los enfrentamientos al pretender Magallón hacerse con la jurisdicción de unos terrenos muy cercanos que la monarquía había entregado a los monjes45. De esta manera, las sentencias arbitrales objeto de estudio, sobre todo las de 1368 y 1382, no sólo se refieren a cuestiones de riego, sino que también contienen enfrentamientos por el uso de las dehesas de pasto, mientras que un análisis detenido de la documentación hace aflorar otros conflictos como los que se produjeron en 1348 al solicitar los magalloneros a la granja trescien- tos sueldos jaqueses por los gastos que habían tenido reparando sus muros, argumentando que los de Mazalcoraz tenían casas en Magallón y requisando ganado de los religiosos46 o en 1381 cuando la granja pretendía continuar la fortificación de sus límites, comenzada durante la guerra contra Pedro I de Castilla, y Magallón y Agón impedían sistemáticamente los trabajos, proble- ma éste que motivó la intervención de Pedro IV47.

42.- Sobre todo, destaca un pleito de 1328 que llega hasta la corte del Justicia de Aragón : cf. Concepción CONTEL BAREA, El Císter zaragozano en los siglos XIII y XIV: abadía de Nuestra Señora de Rueda de Ebro, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1977, vol. 2, pp. 168-172. 43.- Juan UTRILLA UTRILLA, «Aprovechamiento hidráulico, distribución del agua y conflictos sociales en el valle medio del Ebro: el ejemplo del río Aguasvivas (siglos XII-XV)», en Tecnología y Sociedad: Las grandes obras públicas en la Europa Medieval, XXII Semana de Estudios Medievales de Estella, 1995, Pamplona 1996, p. 103. 44.- Mª D. CABANES, «Los mudéjares de Muzalcoraz», citado, p. 143. 45.- M. R. PÉREZ, El Señorío del monasterio de Veruela, p. 808. 46.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3772, doc. 16. 47.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3780, doc. 4.

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Dada la extensión del tema, me centraré únicamente en las disputas que tuvieron ambos lugares en los siglos XIV y XV por cuestiones de riego. Una de las ventajas que presenta este grupo de cinco sentencias arbitrales es que, por lo general, no son nada repetitivas, sino que en cada caso la cuestión prin- cipal era una diferente, con lo que contamos con una interesante muestra en la que, en distintos momentos a lo largo del tiempo, nos aparecen las principales causas que, sobre este tema, solían generar problemas entre comunidades y que, como se verá, tienen no pocos paralelos en el reino de Aragón e incluso en otros puntos de la Península Ibérica. b) Los turnos de riego Este es uno de los temas omnipresentes durante el medievo en todos los lugares que comparten un mismo cauce de agua ante la situación general de déficit de este elemento líquido en la mayoría de las cuencas de la Penínsu- la Ibérica, razón por la cual la normativa del uso del agua se encuentra con frecuencia especificada en los fueros locales, de los cuales el de Teruel es un buen ejemplo de la importancia concedida a este tema48. No obstante, como afirma Juan Ramón Romero49, con el paso del tiempo la legislación foral se mostró claramente poco práctica al no dar siempre solución real a los proble- mas que se planteaban, razón por la cual entra en juego el derecho consue- tudinario a través de ordenaciones, pleitos, concordias, privilegios, acuerdos concejiles, etc. Como señaló Miquel Barceló, hay dos principios fundamentales a la hora de hablar del reparto del agua que son “el volumétrico, cuya expresión es la tanda, y el temporal, cuya expresión es el turno”50, por lo que siempre que se estudia el régimen de riegos de varias comunidades que comparten un cauce es ineludible hablar de turnos de riego.

48.- Jaime CARUANA GÓMEZ DE BARREDA, El fuero latino de Teruel, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1974, y Carmen ORCÁSTEGUI GROS, «El régimen de utilización de las aguas en el Teruel medieval: jurisprudencia, tradición y continuidad», Aragón en la Edad Media, VIII (1989), pp. 499-510. 49.- Juan Ramón ROMERO FERNÁNDEZ-PACHECO, «El Ebro», en AL-MUDAYNA (Asociación Cultural), Historia de los regadíos en España (… a. C.- 1931), Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1991. 50.- Miguel BARCELÓ PERELLÓ, «Saber lo que es un espacio hidráulico y lo que no es o Al-Andalus y los feudales», en José Antonio GONZÁLEZ ALCANTUD y Antonio MALPICA CUELLO, El agua. Mitos, ritos y realidades. Coloquio Internacional. Granada, 23-26 de noviembre de 1992, Barcelona, Anthropos, 1995, pp. 242-243. De gran interés también resulta Miquel BARCELÓ, Helena KIRCH- NER y Carmen NAVARRO, El agua que no duerme: fundamentos de la arqueología andalusí, Gra- nada, El Legado Andalusí, 1996.

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En lo que se refiere a las cinco sentencias arbitrales de laB aja Edad Media entre Magallón y Mazalcoraz, el turno de riego es el tema principal de la pri- mera de ellas, que tiene lugar en junio de 1356 y que, pese a su apariencia y las fórmulas, es más bien un compromiso entre ambas partes, representadas por una persona cada una, en donde no se profundiza tanto en el problema como en las posteriores sentencias51. Así, en este primer documento se establece que el agua sea puesta en vez52 cada año para el primer domingo de abril, de manera que los monjes puedan tomar el agua cuando les corresponda sin ningún problema ni impedimento por parte de los de Magallón (que entren et puedan entrar luego en su augua en su vez los ditos abbat et convento, siquiere granja de Maçalcorach, et prender aquella sines de contrast et enbargo alguno sent. 1356), permitién- dose también la posibilidad de organizar los turnos de riego antes del primer domingo de abril en caso de que algún año fuera necesario. Igualmente, cuando se habla de cualquier reglamentación, hay que tener en cuenta las sanciones que se estipulan para los posibles infractores por medio de unas cláusulas muy típicas de la diplomática medieval que, en este caso, tampoco faltan. Así, las multas que se fijan son de cinco sueldos jaqueses si la infracción se comete durante el día y de sesenta si ocurre durante la noche, medida ésta que, como puede verse, no solo sanciona el hecho de saltarse los turnos de riego, sino también de hacerlo recurriendo al ocultamiento. El tema de los turnos de riego se trata también en la sentencia de 1368, ratificando lo expresado en la de 1356, pero dando más detalles. Así, en este documento se amplía la información en cuanto al periodo en el cual se esta- blecen turnos de riego y que comprende del primer domingo de abril hasta el día 24 de junio, festividad de San Juan Bautista, algo que por otra parte era costumbre (segunt que en los livros del tiempo pasado se contiene et y es constunbrado sent. 1368). Fuera de esos casi tres meses en los que hay un turno de riego, el proce- dimiento es el siguiente: en primer lugar, el derecho de riego corresponde a los vecinos de Magallón (sian susanos et primeros en dreyto en regar sus heredades sent. 1368) y, una vez éstos han satisfecho sus necesidades, enton- ces deben dejar que el agua discurra por su cauce en dirección a Mazalcoraz no girandola a perdicion de manera que las heredades de la dita granja se

51.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3773, docs. 13 y 14 (copia de 1367). En adelante, me referiré a esta sen- tencia como “sent. 1356”. 52.- “Poner en vez” equivale a establecer un turno, en este caso, para regar (cf. Rosa Mª CASTAÑER MARTÍN, Forma y estructura del léxico del riego en Aragón, Navarra y Rioja, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1983, p. 55).

234 PLEITOS ENTRE MAGALLÓN Y MAZALCORAZ (ZARAGOZA) POR CUESTIONES DE RIEGO puedan regar. Tras esto, una vez que las heredades de la granja han quedado convenientemente regadas, el concejo de Magallón tiene potestad para vender el agua sobrante, pero consultando previamente al granjero y siempre y cuan- do allí no tuvieran necesidad de riego. Es evidente que la necesidad de Mazalcoraz era un criterio muy subjetivo si la decisión se dejaba exclusivamente en las personas de allí, por lo que, pre- viendo esta posibilidad, se decreta que en este caso se designen dos personas, una por cada parte, de manera que fueran ellos los encargados de juzgar esta necesidad y obrar en consecuencia. En definitiva, en esta sentencia de 1368, pese a esa preeminencia de Maga- llón a la hora de regar entre el 24 de junio y el 1 de abril, se ve perfectamente la tónica general que se va a adoptar en el resto de disposiciones y que consiste en la adopción de un sistema de turnos en los periodos de mayor necesidad hídrica y en la condición de que las necesidades de Mazalcoraz deben quedar convenientemente cubiertas antes de emprender ningún tipo de operación con el agua. Por último, la cuestión de los turnos de riego se retoma en el último de los documentos estudiados, concordia del 12 de enero de 1496, en el que la pri- mera determinación que se adopta es la restitución al monasterio de Veruela de sus turnos de riego sobre la acequia mayor que habían sido suprimidos tras una sentencia del lugarteniente del Justicia de Aragón53. Una vez que Veruela, y por lo tanto la granja de Mazalcoraz, vuelve a con- tar con sus derechos de riego, se ratifica la costumbre de organizar turnos entre el primer día de abril y el de San Juan, concediéndose en este caso la delantera a Mazalcoraz y otorgándole derechos de riego durante cuatro días para dar paso a ocho que pertenecerán a Magallón y así alternativamente durante los más de dos meses y medio en los que funciona este sistema: que las heredades de la dita grancha hayan quatro dias los primeros e las otras heredades de la dicha villa ocho dias e apres la grancha otros quatro dias e las otras hereda- des de la dicha villa otros ocho dias e assi se serve el dicho orden entre las dichas partes hasta el dia et fiesta de Sanct Juan Baptista(sent. 1496).

53.- En la concordia de 1496 (AHN, Clero, Veruela, carp. 3789, doc. 2; en adelante, “sent. 1496”) se da la información relativa a esta sentencia del lugarteniente del Justicia de Aragón que, por lo visto, respon- día a un pleito entre Alduncia de Bardají, viuda del señor de Agón, y el monasterio de Veruela por las aguas de riego de la acequia mayor y por el cual el cenobio había perdido sus derechos. El original no se conserva y el libro registro del siglo XVIII nada dice sobre un posible pergamino, pero sí que infor- ma de unas “letras decisorias de la corte del justicia de Aragón sobre el drecho de regar las heredades de la Granja, que estaba aprendida (según dice el padre Escrivano desde el año 1488) y por ellas se nos concede el poder regar de la forma que siempre lo havemos echo”, documento éste de junio de 1542 (cf. Mª D. CABANES, El libro registro de Veruela, pp. 160-161).

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En cuanto al periodo en el que el riego no está regulado por turnos, se permite que los vecinos de Magallón utilicen el agua como crean convenien- te, comprometiéndose a entregarla a la granja de Mazalcoraz en cualquier momento en que éstos la necesiten y tras haberlo notificado el granjero a las autoridades magalloneras (Et si por ventura el grangero de la dita grancha o el detenedor de aquella…tiene neccessidad de regarse, que le den la dita agua de la dita gamella…). Resumiendo pues, los turnos de riego tan solo se establecen durante los meses de abril, mayo y casi todo junio, teniendo Magallón la primacía en lo que se refiere al uso del agua y plena disponibilidad en el resto del año. No obstante, pese a esta preponderancia, hay que señalar que las sentencias arbi- trales y concordias cuidaron en todo momento que el abastecimiento de Ma- zalcoraz estuviera garantizado e impidiendo que se pudiera especular con el agua en momentos en los que el asentamiento cisterciense tuviera necesidad. Este planteamiento general del uso del agua para regar tiene gran cantidad de paralelos en la Península Ibérica. Por citar un ejemplo de la provincia de Guadalajara, la misma disposición se adopta entre las poblaciones de Albalate de Zorita y de Almonacid de Zorita en la Edad Media al decretarse que los días que se pueda utilizar el agua sin respetar un turno puedan tomarla libremente los vecinos de Almonacid, dándose plena libertad a los de Albalate para regar en el momento que les surja una necesidad sin ningún tipo de impedimento por parte de los de Almonacid54 En definitiva, como cierre a esta cuestión, hay que confirmar los criterios de distribución social del agua que establecieron A. Sesma, J. Utrilla y C. La- liena para el río Aguasvivas55 y que, entre otras cosas, procuran que el reparto sea equitativo y proporcional a la extensión de tierra regable —y de ahí la mayor cantidad de agua que se lleva Magallón— y que prevalezca el derecho prioritario de los núcleos que, aunque sea por poco como en este caso, se en- cuentran aguas arriba. c) Cargos oficiales relacionados con el regadío En los espacios hidráulicos en donde varias comunidades compartían una misma agua era necesario la existencia de lo que hoy llamaríamos funciona- rios encargados de vigilar que se cumplieran las disposiciones acordadas en

54.- Plácido BALLESTEROS SAN-JOSÉ, «Regulación del regadío en la tierra de Zorita durante la plena y la Baja Edad Media», en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, ed. J. Valdeón Baruque, Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1983, tomo 6, p. 130. 55.- J. A. SESMA, J. UTRILLA y C. LALIENA, Agua y paisaje social. El río Aguasvivas, p. 129.

236 PLEITOS ENTRE MAGALLÓN Y MAZALCORAZ (ZARAGOZA) POR CUESTIONES DE RIEGO las sentencias y/o a los que se encargaba una misión específica tales como la limpieza de cauces o la supervisión del estado de la infraestructura de riego, tal y como se verá posteriormente, o, una cuestión trascendental, en relación con el apartado anterior, velar por el cumplimiento de los turnos de riego persiguiendo a los posibles infractores. Estos encargados reciben el nombre más frecuente de zabacequias con todas sus variantes, si bien también los po- demos encontrar con la denominación de guardas de reguera, reguladores56, acequieros o, en el caso de la documentación de Veruela, messegueros (sents. 1.382 y 1.496)57. La sentencia de 1382 nos proporciona amplia información sobre el nom- bramiento y cometidos del zabacequia de Mazalcoraz ya que, ante la preten- sión de los magalloneros de que el zabacequia de Mazalcoraz fuera de Maga- llón, se establece que fuera elegido por el granjero, pero con la condición de que fuera vecino de este lugar y de que jurara su cargo ante las autoridades de allí y el propio granjero, comprometiéndose a custodiar las heredades de los cistercienses, asegurar el cumplimiento de los turnos de riego y denunciar cualquier infracción que pudiera cometerse en un plazo máximo de tres días. Es interesante también señalar cómo los árbitros decretan que, puesto que hay una gran distancia desde las Gamellas hasta la granja para una sola perso- na, este zabacequia vecino de Magallón pueda ser acompañado por gente de Mazalcoraz para ayudarle a hacer su trabajo (si… querran yr, que puedan yr a guardar, regir, guiar et procurar la dita agua et çerrar las ditas filas et cequias de aquellas et levar con moços de la dita granja sent. 1382), lo que sin duda es una inteligente maniobra y un logro del granjero para poder controlar la actividad de un oficial que, por la propia sentencia, debía ser vecino de la otra parte litigante a la vez que una garantía de que se cumplieran los intereses de la granja. En la concordia de 1496 vuelve a hablarse del zabacequia y de sus funcio- nes, especificándose con detalle de qué manera debían regarse las heredades de Mazalcoraz cuando le tocara el turno (que el meseguero que es o por tiem- po sera no pueda lebar la dita agua en otra manera, sino fila debant fila sent. 1496), siendo declarado perjuro —no hay que olvidar el juramento del que se ha hablado antes— e inmediatamente relevado de su cargo si era sorprendido

56.- R. Mª CASTAÑER, Forma y estructura del léxico del riego, p. 59. 57.- Un meseguero (palabra que procede del latín vulgar, messicarius) es el encargado de custodiar las mie- ses (messis en latín), es decir, el cereal maduro o también, y por extensión, las viñas. Si bien no es lo mismo que un zabacequia, la documentación que estamos estudiando los utiliza como sinónimos, lo que incide en su doble misión de vigilar aguas de riego y campos (“que el dito çavacequia o messegue- ro bien et leyalment et por todo su poder guardara las ditas heredades de la dita granja de Maçalcorach et las aguas”, sent. 1382), razón ésta por la cual se estudian sus actividades en este apartado.

237 FRANCISCO SAULO RODRÍGUEZ LAJUSTICIA haciéndolo de otra manera que pudiera redundar en beneficio de Mazalcoraz y/o desaprovechar agua que luego pudiera utilizar Magallón. Como se ve, el control de una parte a la otra era algo constante en todas las facetas de las sentencias. Poniendo algún ejemplo de otro sitio, el acompañamiento al zabacequia por gente del lugar como una medida de presión y de apoyo en todas las de- cisiones que les favorecieran se observa también en y el poder que este concejo ejercía a través del zabacequia de la Ribera al ser acompañado por gentes armadas que no dudaban en usar la violencia para castigar a los infractores de las normas58. Igualmente, en ocasiones el zabacequia no sólo se encargaba de controlar los turnos de riego, sino también de procurar que la infraestructura estuviera en el mejor estado posible (en otros casos, como se verá más adelante, hay un oficial específico que sólo se dedica a esto), como por ejemplo sucede con el zabacequia del canal de Rascanya, en la huerta de Valencia, que en 1414 actuó contra un grupo de regantes que se habían negado a participar en la limpieza de los frontales de sus campos que lindaban con la acequia59, actividad ésta que también se practicaba en Magallón. d) Mantenimiento en buen estado de la infraestructura. Otra cuestión de gran importancia y que se encuentra presente en casi to- dos los pleitos medievales por este tema es el mantenimiento de la infraes- tructura hidráulica, es decir, canales, azudes, presas, acequias, etc., puesto que un mal estado de conservación repercutía negativamente en todo el cauce del conducto correspondiente. En este sentido, son muchas las causas que provo- caban deterioro en los canales de agua como, por ejemplo, el crecimiento de la vegetación a ambos lados, la acumulación de elementos sólidos que restaban fluidez al caudal, los efectos de erosión y sedimentación causados por una excesiva o muy escasa velocidad del agua, inclemencias meteorológicas de efecto devastador, la propia acción del tiempo que provocaba derrumbes… Considerando pues el beneficio común que suponía mantener una infraes- tructura hidráulica en buen estado, los documentos que estamos estudiando tratan también este tema en más de una ocasión. Así en la sentencia de 1368, si bien el códice 319-B del A. H. N. va más lejos de lo que dice el documento al

58.- J. UTRILLA, «Aprovechamiento hidráulico», p. 93. 59.- Th. F. GLICK, «Conflict in irrigation communities: one decade in medieval Valencia (1407-1416)», en Irrigation and hydraulic technology, Th. F. GLICK, Great Yarmouth, Variorum, 1996 [recopilación sin paginar de artículos del autor].

238 PLEITOS ENTRE MAGALLÓN Y MAZALCORAZ (ZARAGOZA) POR CUESTIONES DE RIEGO afirmarse en elL ibro Registro que los beneficios que sacaran los de Magallón por la venta de agua debían invertirse en reparar el azud y la acequia60, cuan- do en el original sólo pone que puedan vender la dita agua et proveytarse de los bienes de la dita vendicion, segunt todos tiempos han costumbrado (sent. 1368). Las sentencias del siglo XV incluyen también algunas cláusulas que in- ciden en este tema. En la de 1487 se advierte de la necesidad de reparar las gamellas (Item, se ayan de reparar las gamellas dentro deste anyo con que el dicho reparo no sia perjudicio a ninguna de las partes61), mientras que la de 1496 no habla de reparaciones concretas, sino de una obligación colectiva como era la de mantener limpios los frontales de todas aquellas propiedades que lindaban con la acequia mayor (Item, es concordado entre las dichas par- tes que qualquiere que tendra su heredad o heredades que conffrontan a la cequia mayor desde la fila de la Rambla enta baxa hasta el campo de Teresa Blasco del Salzillo que afruenta con el limite de la grancha que en cadaun anno hasta el quinzeno dia del mes de março sian tenidos de limpiar sus fron- teras e el que no lo fara que encorra en pena de cinco sueldos sent. 1496), buscando siempre la colaboración de todos en lo que resultaba beneficioso a la vez que necesario para la comunidad. Al igual que sucedía con los turnos de riego, el mantenimiento en buen es- tado de la infraestructura hidráulica y de la calidad del agua es una preocupa- ción omnipresente en el resto de casos en los que se aborda este tema durante la Edad Media. De esta manera, la sentencia de 12 de abril de 1434 sobre el azud y la acequia de Albalate de Cinca prohíbe tajantemente lavar vísceras o arrojar desperdicios al agua e insiste de manera especial en la limpieza del cauce mediante un oficial específico que decide cuándo debe hacerse esta la- bor o cuándo es necesario llevar a cabo una reparación del azud62. Igualmente, por poner un ejemplo de fuera del reino de Aragón, la misma preocupación se encuentra en Almería en la transición de la Edad Media a la Moderna cuando el concejo reclama al cabildo catedralicio, responsable del buen mantenimiento de los aljibes, de no cumplir con su función y de beber agua sucia como consecuencia de ello, con las enfermedades que ello implica. Del mismo modo, un documento de 1578 da noticia de la existencia en Al- mería del cargo de limpiador de acequias y de guiador del agua63, lo que pone

60.- Las palabras exactas son: “y el interese que se sacare lo an de gastar en reparos del azud y cequia de todos” (cf. Mª D. CABANES, El libro registro de Veruela, p. 153). 61.- AHN, Clero, Veruela, carp. 3788, doc. 10. En adelante, se utilizará la denominación de “sent. 1487”. 62.- L. BENITO y Mª J. MONTER, «La acequia de Albalate», pp. 170-172. 63.- Cristina SEGURA GRAIÑO, «El abastecimiento de agua en Almería a fines de la Edad Media»,En la España medieval, 4, vol. 2 (1984), pp. 1009-1010.

239 FRANCISCO SAULO RODRÍGUEZ LAJUSTICIA suficientemente de relieve la importancia que todas estas cuestiones tenían en una sociedad en la que no existía el agua corriente que disfrutamos hoy en día. e) Impuestos relacionados con el riego. Un apartado distinto merecen las contribuciones que debían realizar los beneficiarios de un espacio hidráulico y que reciben el nombre de alfardas o cequiajes. J. Corominas define la alfarda como “cantidad que se paga por la limpieza de las acequias”64, si bien el impuesto no siempre cubría esta activi- dad que, como se ha visto, en ocasiones era responsabilidad de cada propieta- rio, con lo que el significado que parece más conveniente en función también de lo que nos dice la documentación es el de un impuesto por el derecho de aprovechamiento de las aguas65. La sentencia que habla con mayor detenimiento de las alfardas es la que tiene lugar en 1487, dedicándose casi exclusivamente a esta cuestión. En pri- mer lugar, establece que la competencia de recaudar el impuesto corresponde a Magallón pero con la obligación de avisar al granjero de Mazalcoraz por si quiere supervisar esta función, pudiendo hacerlo el concejo en solitario si éste último o alguien designado por él no comparece66. Por otra parte, en la sen- tencia se deja bien claro en qué tramos de la acequia se aplicaba el impuesto y que, tal y como se ha descrito anteriormente, comprendía desde el azud de Alberite hasta las Gamellas y desde allí el ramal que iba a Magallón y luego se dirigía a la granja. Es muy evidente en esta cláusula la preocupación de Mazalcoraz ante la posibilidad de tener que pagar por el agua de la acequia de Canales que no les beneficiaba para nada, razón por la cual Mazalcoraz paga sobre la acequia de la que se aprovecha y en la otra no por quanto no se sirve della la granja (sent. 1487). Finalmente, hay que decir que en el documento no se habla de cantidades concretas, sino que se sigue el principio de que el que tenga más superficie regable sea el que más contribuya (cadauno por lo que tiene se ayan de partir sent. 1487), lo que refuerza el binomio de “a mayor cantidad de tierra, más

64.- Juan COROMINAS, Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1954, p. 112. 65.- Es lo que señalan otros diccionarios, que también incluyen el significado de “canon incompleto o re- ducido que pagan algunas tierras en compensación de no recibir todas las ventajas del riego” (cf. Real Academia Española (RAE), Diccionario de la lengua española, Madrid, 1984, p. 63). 66.- Nuevamente hay un error de interpretación del autor del libro registro cuando afirma que el granjero tenía un plazo de un día para presentarse a hacer esta faena (cf. Mª D. CABANES, El libro registro de Veruela, p. 158), cuando lo que en realidad dice el documento original es que, una vez asignada la cantidad a pagar, Mazalcoraz tiene un plazo de diez días.

240 PLEITOS ENTRE MAGALLÓN Y MAZALCORAZ (ZARAGOZA) POR CUESTIONES DE RIEGO agua” que se ha comentado con anterioridad, a lo que habría que añadir tam- bién “mayor contribución”. Recurriendo una vez más a la perspectiva comparada, la presencia de las alfardas se observa en todos los cauces de Aragón y, por extensión, de la Pe- nínsula Ibérica. Por poner un ejemplo similar al tema objeto de estudio, este mismo impuesto bajo la denominación de cequiage existía en el ámbito de influencia del monasterio femenino deS anta Cruz de la Serós: así, las monjas eran privadas de agua por parte del señor de Alborge cuando dejaban de abo- nar la cantidad correspondiente, quedando exentas de dicho pago únicamente si se producía un desperfecto en el azud o en el resto de la infraestructura que no era posible reparar67. f) Otras cuestiones de interés. Además de lo explicado hasta el momento, hay que destacar otras cues- tiones presentes en los documentos que estoy analizando que, pese a no tener un apartado específico, son interesantes en tanto en cuanto proporcionan in- formación sobre las relaciones entre Magallón y Mazalcoraz, eso sin olvidar que las sentencias de 1368 y 1382 contienen también numerosos datos sobre derechos de pasto y otros asuntos. En primer lugar, una lectura detenida saca a la luz numerosas actitudes y “comportamientos sociales” de unos sobre los otros, tema interesante, porque, como opina Juan F. Mira, los textos legales, entre otras cosas, constituyen emanaciones de situaciones sociales existentes en el momento de su promul- gación68 siendo una constante el que los de un lugar intentaran causar perjuicio a los del otro. Un buen ejemplo de ello es lo que ya se ha apuntado al hablar de la acequia de Canales cuando en la sentencia de 1368 se prohíbe que la gente desviara agua de un canal de riego a otro (que la agua del hun partidero o de la una gamella non puedan ytar ni meter en el otro partidero o en la otra gamella; ante lexen yr la agua por quascun partidero, siquiere gamella sent. 1368), lo que de alguna manera pone de manifiesto una práctica que tenía lugar y que perjudicaba a Mazalcoraz al derivarse el agua intencionadamente a un con- ducto que no regaba sus propiedades.

67.- Mª. J. SÁNCHEZ USÓN, «El regadío de Alborge», citado, pp. 138-139. 68.- Joan Francesc MIRA, «Establiments de la vila del Boixar. Ensayo de análisis sociológico de las or- denanzas de una villa medieval valenciana», Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, IX (1973), p. 185.

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Por su parte, el diploma de 1382 contiene también alusiones interesantes a este tema cuando se ordena que las personas de Mazalcoraz que acompañaran al zabacequia de Magallón en el ejercicio de sus funciones respetaran las pro- piedades de los de la villa y no les causaran ningún daño ([non] faziendo mal ni danyo en las heredades de Magallon ni en los fruytos, obras o lavores de aque- llas et si lo fazian que paguen la pena de suso establida sent. 1382), situación que, casi con toda seguridad, se habría producido en más de una ocasión. Aquí el problema es más complejo porque, ante el permiso concedido a los terratenientes de Mazalcoraz de acompañar al zabacequia, el concejo de Magallón va a procurar en todo momento que sean vecinos de allí los que se hagan con las posesiones de la granja. Siendo concedido por los árbitros en un primer momento, el monasterio protestó y se llegó a una solución mixta en la que el granjero se comprometía a ofrecer primero las propiedades de la granja a vecinos de Magallón y, si éstos no las querían o tras tres días no renovaban el dominio útil mediante el pago del censo anual, quedaba libre para entregarlas a quien considerara oportuno. El pleito se vuelve un tanto enrevesado en este tema, pero, sin embargo, dejando de lado palabras de aparente cordialidad y leyendo entre líneas, se observa con claridad una constante preocupación de cada parte por contrarrestar la fuerza y poder de la otra. Por último, y enlazando con las estrategias para dificultar el riego de unos sobre los otros, el Libro Registro menciona una protesta efectuada en noviem- bre de 1480 por el abad Pedro Jiménez de Embún a los de Magallón porque dejaban discurrir el agua de la cequia, sin raçón, por partes contrarias a las concordias de los números antecedentes69, lo que en parte también pone en tela de juicio la eficacia de las distintas sentencias y concordias que se produ- cían a lo largo de todos estos pleitos tan dilatados en el tiempo. Otro pequeño apartado merecen las “sanciones a infractores” que pueden verse a lo largo de los cinco documentos estudiados, en los que hay un pre- dominio absoluto de la multa como castigo. En este sentido, se encuentran dos grandes tendencias en la documentación: la primera de ellas consiste en adoptar una única multa aplicable a todas las cláusulas y sin diferenciar el delito cometido, algo que sucede en las sentencias de 1368, 1382 y 1487; en cambio, la segunda opción que se utiliza en el resto diferencia según el delito cometido y el momento en el que se produce la transgresión de las normas, haciéndose especial incidencia en el no respeto de los turnos de riego y en las estratagemas para apropiarse de más agua de la consensuada y penalizándose con mayor dureza, tal y como hemos visto, la nocturnidad.

69.- Mª D. CABANES, El libro registro de Veruela, p. 157. No he podido encontrar el documento original.

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En relación con esto, es interesante también señalar como en la documen- tación aparece un amplio muestrario de “monedas”. Así, frente a la preponde- rancia lógica del sueldo jaqués, se citan otras monedas como los florines de oro (sent. 1368), que habían sido introducidos en Aragón por Pedro IV imi- tando lo que entonces se acuñaba en Florencia, o los maravedíes alfonsinos de oro (sent. 1382) cuyo origen está en época de Alfonso VIII de Castilla70. Finalmente, y dentro del capítulo de las sanciones, en la sentencia de 1496 llama la atención una cláusula sobre el procedimiento a seguir en el supuesto de encontrar una heredad regada en un momento en el que no corresponde el turno. Así, el documento establece que en este caso se obligue a jurar al pro- pietario o usufructuario de la tierra que él no ha cometido la infracción y que, en caso de negativa, se le aplique la sanción correspondiente como si lo hubie- ra hecho: que en tal caso el senor de la dicha heredad pueda ser compellido a jurar si el o otri por el de su mandamiento o alguno de su casa ha cortado o fecho cortar la dita agua pora regar la tal heredad; e si recusara jurar, en tal caso sea encorrido en la dicha pena (sent. 1496).

Conclusiones

Resumiendo las principales ideas, la documentación de los siglos XIV y XV permite hacer un seguimiento bastante preciso al tema del uso del agua de la acequia mayor de Magallón, cuyo nacimiento estaba y sigue estando hoy en día en el azud de Alberite de San Juan, y a las disputas que se produjeron entre esta villa de realengo y la granja de Mazalcoraz, situada aguas abajo. Como se ha visto, eran múltiples las causas que provocaban fricciones en- tre ambos lugares, siguiéndose por lo general la tónica que se observa en otros lugares de la Corona de Aragón e incluso de la propia Península Ibérica entre poblaciones que comparten un mismo cauce de agua y que deben organizarse para regar sus propiedades. De esta manera, las cuestiones fundamentales que aparecen en las cinco sentencias arbitrales y concordias que nos han servido para ilustrar las relaciones entre Magallón y Mazalcoraz en lo que se refiere al uso del agua tratan sobre todo del reparto del agua y de los turnos que se organizan para ello, de la necesidad de mantener en buen estado la infraes- tructura de riego, el nombramiento de oficiales que se aseguren del perfecto funcionamiento de todo, los impuestos que se aplican, etc.

70.- Felipe MATEU LLOPIS, Glosario hispánico de numismática, Barcelona, Consejo Superior de Inves- tigaciones Científicas, 1946, p. 118.

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Por último, ni que decir tiene que todo este asunto no acabó en la Edad Media. En la Edad Moderna se siguieron produciendo numerosos choques de intereses entre ambos lugares que tuvieron lugar en 1542, 1582-1590, 1610 —recurriendo en este caso a la sentencia arbitral de 1382— y 172771 y en donde, como sucede en el periodo medieval, no sólo se habla de riego sino de muchas más cosas que escapan al objetivo de un artículo como éste que era únicamente apuntar los conflictos entre ambos lugares por motivos de riego en los siglos bajomedievales.

71.- M. R. PÉREZ, «Agua y pastos: luchas entre Borja y Veruela», pp. 744, 749 y 750.

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