DIRECCION Y ADMINISTRACION: BALDERAS, 37

Director: MANUEL ALBAR I Administrador: Víctor SALAZAR

. Año I. - Núm. 7 NUMERO EXTRAORDINARIO México, D. F., 4 de Mayo de 1942 Precio: 15 ctvs. " CONFESIONES Y K E CT I F I C A C I O M E S Discurso de Indalecio Prieto ante los socialistas españoles residentes en México

HOMENAJE A MUERTOS Y PRESOS clase obrera habría seguido igual, sin que en el mar proceloso e infinito de la contienda social hubiese sido Hace dos años que me puse en contacto con los socialis­ En este número de ADELANTE, que se ^ublica con carácter de extraordinario, recogemos el texto ínte­ fructífero el sacrificio de patronos atentos a la voz del gro del discurso pronunciado por Indalecio Prieto el día lo. de Mayo en el Centro Español, ocupado totalmente tas españoles residentes en México, en la sesión inaugural Padre de la Iglesia. del Círculo Pablo Iglesias, que hoy figura, con la Comisión por un público heterogéneo atento a la palabra del orador. Con atención debe ser leído también el discurso de Entre la corriente socialista y la corriente católica Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español, el Gru­ Indalecio Prieto, en el que no faltan, ciertamente, motivos de meditación. De acuerdo con su propósito, Indale­ surge briosamente otra: la anarquista, que basaba sus po Parlamentario Socialista y la Unión General de Tra­ cio Prieto expone su nensamiento sin veladuras de ninguna clase, mérito al que sólo pueden aspirar los hombres aspiraciones ácratas en un supuesto que yo vengo a ne­ bajadores, como organizador de este acto. Largo ha sido que, como él, tienen plena conciencia de la honradez de sus ideas, júzguense equivocadas o no, porque la verdad gar esta noche, en el supuesto de que los hombres pode­ el período de silencio. Cierto que durante él he sido ob­ absoluta no le está discernida a nadie. Mucho menos cuando el criterio personal se proyecta sobre un panora­ mos alcanzar grandes perfecciones morales que nos capa­ jeto de frecuentes requerimientos para hablaros; siem­ ma social tan complejo como el presente. Las generaciones actuales no han conocido un período histórico tan citen para sacrificarnos mútuamente unos por otros. Yo pre los rehusé. Esta vez, a decir verdad, y escrutando mi grave y, a la vez, tan aleccionador como el que vivimos desde hace unos pocos años. Una realidad implacable, digo que el altruismo, santa virtud, puede corresponder ánimo, no sé cómo explicar la debilidad que me hizo ce­ ante la cual no valen efugios dialécticos, arroja luz cruda sobre los problemas de nuestra existencia colectiva. Si­ a un grupo diminuto, insignificante de hombres, que los der ante la invitación cariñosa de signfiicados correli­ tuarse ante esa realidad con la pretensión —no vanidosa, sino humilde y sincera—, de interpretarla y esclarecerla, hay, que los ha habido, y muy excelsos; pero que la gran gionarios y queridos amigos. En los dos anos, ya cumpli­ es el papel más noble, pero también el más difícil que podemos asumir ahora ante las masas. Eso es lo que pode­ masa humana está impregnada de egoísmo, del que dos, hemos registrado en nuestras filas bajas tan dolo- mos hoy tomar a nuestro cargo. Eso es lo que ha hecho Indalecio Prieto al aceptar el requerimiento insistente vengo a decir que, siendo indestructible, debe aprove­ rosas como las de Julián Besteiro, Julián Zugazagoitia y de quienes solicitamos sli concurso para la fiesta conmemorativa del Primero de Mayo. Probablemente, algunas charse como elemento de progreso, evitando que sea cau­ Francisco Cruz Salido. Suele ser costumbre, en estas de las opiniones expuestas por Indalecio Prieto suscitarán discrepancias. No importa. Están dichas para ser exa­ sa de opresión. He ahí, en síntesis, las consideraciones minadas, no para ser acatadas sin discusión. Indalecio Prieto no incurre nunca —y es otro mérito suyo— en el evocaciones, costumbre que nació de la otra Gran Güe­ que os quiero hacer. ña, pedir un minuto de silencio para los desaparecidos. pecado de sentar afirmaciones intangibles. Elabora su verdad y la proclama limpiamente, sin perifraseo esco­ Los dos procedimientos, tan distintos, tan opuestos, No lo voy a solicitar yo. Creo que basta la pausa que la lástico. Eso es todo. Y el discurso que editamos hoy es un centón de verdades, tal como las siente el orador, en tan reñidos, el de los católicos y el de los anarquistas, emoción pone' en mis palabras para rendir con vosotros el que conviene fijar nuestro entendimiento. Porque incluso los que en él encuentren algo que rechazar, halla­ rán también no poco que aprender. eran procedimientos inútiles. Ni servían las palabras de homenaje a nuestros mártires. (Prolongada ovación.) piedad para conmover a nadie, ni era capaz la dinamita, Claro es que escogemos sus nombres como nombres se­ lanzadora de metralla, de imponer pavor para que los ñeros, porque no son sólo ellos los hombres abnegados y * * * dueños de la fortuna cedieran a las muchedumbres los virtuosos que nos han sido arrebatados. Los elijo como El acto fué organizado por el Círculo Cultural Pablo Iglesias, con el respaldo de la Comisión Ejecutiva del destinos de la sociedad. Dos procedimientos inútiles y símbolo que sirva de recuerdo para todos los caídos. Y dos ideales inaccesibles. Durante la media centuria a sería egoísmo execrable que el recuerdo emocionado que­ Partido Socialista Obrero Español, del Grupo Parlamentario, del Comité Nacional de la Unión General de Tra­ que alcanzan mis recuerdos personales, el socialismo ca­ dara, por afanes partidistas, encuadrado dentro del mar­ bajadores de España y de la Juventud Socialista. Al discurso de Indalecio Prieto precedieron unas palabras de tólico se disipó como una quimera, sin haber dado en co de nuestras Organizaciones. Envolvemos en él a to­ salutación de Francisco Azorín, presidente del Círculo. parte alguna resultados prácticos. Y el anarquismo es dos cuantos cayeron: republicanos, comunistas, anar­ ahora simplemente la sombra de un romanticismo deca­ quistas, liberales, amantes de España. Y al evocar el re­ dente. Junto a esos dos fracasos, absolutos e irremedia­ cuerdo de los muertos queremos también que palpite nues­ bles, podemos aún en medio de la intensa crisis mundial, tra voz confiándola a las ondas hertzianas para que, si de abajo y en los de en medio. Sobre la indestructibilidad proclamar el triunfo innegable del socialismo, expresa­ fuere posible, llegue hasta las rejas de las cárceles y has­ la fuerza pública bajo el mando directo del gran caci­ ae ese sentimiento quiero basarme yo para disertar ante que Chávarri. Y la chiquillada, con audacia infantil do en los progresos conseguidos hasta la fecha. Los le­ ta las empalizadas de los campos de concentración. Se­ vosotros. El mundo" está compuesto de hombres, no de mas —los circunstanciales, no los del ideal remoto— de pan nuestros presos que el corazón de los socialistas re­ que sólo los pocos años podían justificar, de plantarme en santos. Además, la mayor parte de los santos fueron actitud agresiva y provisto de piedras ante una sección las banderas socialistas en las manifestaciones del Pri­ fugiados en México late al unísono con el de ellos. (Aplau­ antes pecadores, acogiéndose muchos al ascetismo, para mero de Mayo están logrados, e incluso rebasados, mer­ sos.) de miñones que hacía fuego, me llevó, con mis ojos en­ ganar la canonización, cuando se les derrumbaron las fermos y mi blusa desgarrada, a un retén donde estaban ced a la acción inteligente del socialismo. Fijaos en La primera pregunta que me hice cuando los comi­ energías físicas, derrumbe que suele llevar consigo gran­ aquel que se repetia en los paños rojos: "Ocho horas de sionados de las entidades citadas vinieron a requerirme presos varios socialistas. Recuerdo de dos: Felipe Me- des desfallecimientos espirituales. Antes fueron hom­ rodio, candidato en aquellas elecciones, y Juan Re­ trabajo, ocho horas de instrucción, ocho horas de des­ para participar en este acto, fué la siguiente: “ ¿Qué po­ bres como los demás. Por tanto, serán ilusos los propa­ canso.” Eso, cuando menos en la limitación de la jor­ dré yo decir en tan memorable jornada?” Otras veces, dondo, que varias veces presidió la Agrupación de Bil­ gandistas y dementes los gobernantes que, al pretender bao. Allí, en el estrecho calabozo donde nos apiñábamos nada, está obtenido, por los obreros de la ciudad, por los mi verbo, inflamado por mi temperamento, ha valido la transformación de la sociedad, olviden aue ésta se obreros industriales, disfrutadores de una mejora con­ para enardecer a las multitudes; y otras ha servido para más de treinta detenidos, solicité mi ingreso en el Par­ compone de hombres y que la mayoría de los hombres tido Socialista. Me dijeron que no podía ser aún, porque quistada con esfuerzos y sacrificios, pero si nos acorda­ interpretar el criterio, el parecer, la opinión del audi­ no saben arrancarse voluntariamente del pecho el mos que la piedra fundamental de nuestro credo es la torio, lo cual suele ser misión preferentemente desempe­ egoísmo. la organización exigía la edad mínima de dicieséis años para el ingreso. Esperé a cumplirlos. Los cumplí el año igualdad, nos daremos cuenta de que en casi ninguna ñada por los oradores. Ni una ni otra cosa quiero hacer parte han obtenido igual ventaja los obreros del campo. hoy. Empiezo por confesaros que mi ánimo no está pre­ 99 y desde entonces pertenezco, sin interrupción alguna, TROZOS DE LA ESTAMPA al Partido Socialista. Y eso tampoco se corrige con la solidaridad obrera, edi­ dispuesto a la perorata ni a la soflama, y que en las con­ ficio que ofrece a mis ojos miopes grandes grietas. El fusiones producidas por la derrota —fenómeno perfec­ Vuelvo al relato de aquella jornada del 31 de mayo de El año 1911, justamente hoy se cumplen treinta y un socialismo, al avanzar, consiguió el bienestar relativo de tamente explicable— , no me siento con fuerzas para in­ 1891, y del cual me han desviado las digresiones que aca­ años, me posesioné del primer cargo de representación extensísimas masas obreras, si bien ese bienestar no esté terpretar criterios ajenos, ni, además, quiero hacerlo. báis de oir. Celebrábase, como digo, en el Teotro Romea, pública: el de diputado provincial de Vizcaya. Después unlversalizado como la justicia y la igualdad demandan. Voy, simplemente, a interpretar mi propia opinión, mi un mitin de panaderos huelguistas. Y un policía, que por fui, en 1915, concejal de , y desde 1918 diputado propio parecer. El socialismo ha participado en los gobiernos de Euro­ aquel hecho y por otros posteriores se hizo famoso, el a Cortes. En 1931 ascendí, por voluntad del pueblo es­ pa, ha controlado algunos de ellos y a veces los ha diri­ Desligo de toda responsabilidad por cuanto yo diga a inspector Marsal, suspendió violentamente el acto. Pro­ pañol, a la gobernación del Estado, que he ejercido des­ gido. Además, el proletariado tiene ante sí, como faro los organismos que han prepaiado este acto y a quienes testó la concurrencia y uno de los protestantes, un meta­ luminoso, una República genuina, totalmente socialista, advertí previamente de cuál sería mi actitud a¡ ocunar la de cuatro Ministerios y por cerca de cinco años. Pertenecí lúrgico apellidado Vergara, cayó, con la sién hendida de mucho tiempo —aun pertenezco— a la Comisión Ejecu­ la República rusa, para cuyo valor, desplegado en de­ tribuna. Lo que voy a decir, pues, representa opiniones un balazo por un disparo alevoso de Marsal, a la puerta puramente personales, que no nretendo sirvan de lema a tiva del Partido Socialista Obrero Español, y hoy he fensa no sólo de las conquistas proletariado, sino tam­ misma del Teatro. Encorajinóse la muchedumbre contra sentido gran recreo espiritual al ver en las primeras co­ bién de las enseñas de libertad del mundo entero, os pido ninguna bandera; tampoco quiero que detrás de ellas se c.1 asesino. Corrió éste a refugiarse en el próximo cuartel vea el menor afán de proselitismo. Vengo simplemente lumnas de nuestro semanario ADELANTE el manifiesto un homenaje, poniéndoos en pie. (El público, en pie, de San Francisco y de allí salieron a poco las tropas, de 1921, en que tras las firmas de dos ilustres muertos, ovaciona largamente a la U. R. S. S.). a descargar mi conciencia en alta voz y ante"vosotros a:ordonando el barrio y declarando el estado de guerra. como muchas veces, unas en tnomentos dominado por la Pablo Iglesias y Julián Besteiro, figura también la mía Pero es más, compañeros de lucha, hermanos de do­ Vivía yo en una habitación cuyo balcón daba precisamen­ como miembro de la Comisión Ejecutiva de entonces. lor, camaradas de exilio: el socialismo ha arraigado de irritación y otras avasallado por el dolor, la descargo en te a uno de los silencio y a solas ante mí mismo. Solicito de vosotros Gran oportuni­ tal manera en el mundo, que la misma tiranía —la nazis­ cruces de las ca­ ta, la falangista y la fascista— para engañar a los inge­ atención á la que creo tener derecho, porque os voy a ex­ lles más batidas dad ha sido la poner los frutos de mi propia experiencia, de la expe­ reproducción de nuos, tiene que disfrazarse de socialismo. (Aplausos.) por el tumulto. No sé si elegí bien o mal el título de mi conferencia, riencia de un socialista ya muy veterano, veteranía que Tumbado en el dicho documen­ no alcanza más mérito que el de haberme afiliado al to, porque vale al compendiarlo en estas palabras: “Confesiones y rec­ suelo, aguanté tificaciones.” Luego de pensar lo que iba a decir, que Partido apenas asomado a la pubertad. Son cuarenta y aquella noche para demostrar tres años los que llevo militando bajo la bandera del que nuestra ac­ responde a profundas convicciones, comprendo que el 1 a s descargas enunciado hubiese sido más exacto asi: “Democracia y Partido Socialista. Y ésa, y otras circunstancias de las cerradas de fu­ titud, 1 a d e 1 que luego hablaré, me dan derecho a exponer las obser­ Partido Socia - eficacia.” Porque las confesiones que voy a hacer, es­ silería con que casas y de poco interés, y las rectificaciones que he de vaciones recogidas a lo largo de tan dilatada vida polí­ la fuerza públi- lista es h o y tica; experiencias de la realidad, del contacto diario, con exactamente 1 a apuntar, cuyo volumen queda a vuestra apreciación, por­ c a replicaba a que yo no sé medirlo, van encaminadas, en su esfera la vida, del choque constante con los hombres. Si alguno algunas voces misma definida de vosotros quisiera tener la exigencia de que, con bri­ cuando se pro­ deductiva, a lograr que la democracia sea eficaz y a eli­ aislados y au ­ minar los estorbos que para la democracia surgen den­ llantez o con defectos, hiciera yo una síntesis de teorías, daces q u e se dujo la escisión rechazaría la reclamación, porque yo —lo digo sin jac­ oían en la sole­ comunista. tro de su mismo campo. tancia, pero también sin humillación— , no soy hombre de L a experien­ dad de la no- EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DE 1934 libros, soy hombre de la calle, y por eso traigo aquí el c h e gritando: cia, de la cual eco de la calle. Tal va a ser la lección —conscientemen­ quiero yo sacar “ ¡Muera la bur­ La primera confesión estaba implícita en mis prime­ te uso el vocablo— que pretendo daros esta tarde. guesía!” Al día frutos para es­ ta lección, tie­ ras palabras, aquellas por las cuales os dije que yo pocha siguiente, u n a ofreceros frutos de experiencia y no síntesis de teorías. FASES DEL EGOISMO HUMANO sección de caba­ ne, pues, las si­ guientes cifras: He frecuentado ñoco los libros y deambulado quizá en llería mandada demasía por la calle. De ello se deduce que me adscribí Permitidme —en lo que haya de egolatría me acojo por un teniente cuarenta y tres a vuestra benevolente dispensa— que dibuje una estam­ que luego se hi­ años en el Par­ al socialismo por sentimiento, no por convicción teórica. pa por la cual se vea cómo me puse, oor primera vez, en zo célebre en la tido Socialista, Y si esto podía ser de absoluta legitimidad, porque mis relación con las luchas sociales. Pertenecía yo en Ovie­ campaña de treinta y uno en dieciséis años y mi miseria no me habían consentido do a una familia de clase media que, por desventuras del 94, la vida pública estudiar, acaso no la tenga para vosotros la siguiente que no son del caso, se vió lanzada de aquella tranquila daba cargas fu­ española, y cin­ afirmación: sigo siendo un socialista por sentimiento, y ciudad que “Clarín” llamó “vetusta”, hasta la Bilbao que riosas p o r la s co en el Gobier­ no comparto, en su integridad, todas las teorías socia­ ror entonces empezaba a transformarse en gran urbe. calles cuyas no, parte de es­ listas y menos aún todos los fundamentos, supuesta o Llegué a Bilbao en enero de 1891. Aún recuerdo —re­ calzadas y an­ tos últimos du­ lealmente científicos, de ellas. Por consiguiente, brindo cuerdo evocado antes de ahora— el dolor que me produ­ denes las ocu­ ra n t e nuestra a los críticos la ocasión de hundir su escalpelo en cuan­ jeron los arcos voltaicos de la luz eléctrica hasta enton­ paban los caba­ guerra, que ha to yo pase a decir ahora por lo que contradiga las teo­ ces desconocida para mí. Mis oios enfermos repelían llos que, lanza- sido para mí el rías clásicas del colectivismo. aquella intensísima luminosidad. La familia, con restos, d o s al galope, libro más alec­ No me he arrenentido nunca de militar donde milito. que todavía no eran harapos, de sus vestimentas de clase atropellaban a cionador q u e El arrepentimiento, de existir, me habría empujado a media, fué a radicar al barrio más intensamente obrero la gente. En un podía haberse marcharme hacia otras filas que pudieran estar más en de la villa. Alguna vez contaré lo que son las entrañas descanso del pe­ puesto ante mis consonancia con mis ideas personales. Nunca encontré, de un barrio obrero en una urbe industrial en formación. lotón, un hom­ ojos. ni las busqué, esas agrupaciones. Donde mis ideas han El 31 de mayo de 1891, cumplidos recientemente mis ocho bre pequeño y Ante estos da­ estado siempre acopladas, y siguen estándolo, es en el años —recuerdo la jornada en todos sus detalles—, des­ magro, que lle­ tos, creo contar Partido Socialista, acaso no por resplandores de mi inte­ pués de desfilar la cabalgata cascabelera del circo con la v a b a arrollada con títulos sufi­ ligencia, sino por afectos de mi corazón que me dice, que banda de música, los “clowns”. los gimnastas, las “écu- debajo de la cientes nara ha­ me ha dicho, y creo que me seguirá diciendo hasta yéres” y, presidiendo el cortejo, el aeronauta, que era en­ chaqueta su blu- blar de un modo la hora de morir, que la verdadera justicia está con nos­ tonces ídolo de las multitudes, a poco de apagarse los s a de pintor, personal ante otros, en la igualdad de los hombres, en el socialismo. ecos de la música jubilosa, estalló en el barrio la trage­ con audacia in­ vosotros, expo - (Aplausos.) Además, en parte alguna descubrí tanta ab­ dia. Celebrábase en el Teatro Romea, después Casa del creíble salió de niéndoos 1 o s negación y tanto sacrificio como entre las huestes so­ Pueblo, un mitin con motivo de una pequeña huelga de un portal nava­ frutos de mi ex­ cialistas. panaderos. Todavía Bilbao permanecía agitado por la ja en mano y periencia, por si Mi segunda confesión viene a un plano de relativa gran huelga de 1890, huelga de mineros, la primera gran cortó las bridas pueden serviros actualidad y será más sugestiva para vosotros y más do­ huelga en España, la huelga que resolvió justicieramen­ al caballo d e 1 de algo. lorosa para mí. Aquí he de empalmar mis palabras de te con un bando el entonces capitán general de las Pro­ teniente. Echó- Vamos a exa­ hoy con otras que pronuncié en el discurso de 21 de abril vincias Vascongadas, general Loma, marqués de Oria, sele encima la minar, a gran­ de 1940, al inaugurarse el Círculo Pablo Iglesias, palabras suprimiendo militarmente los barracones y las cantinas tropa y quedó d e s rasgos, el que abarcan, en cierto modo, todo este período trágico obligatorios, zahúrdas miserables donde los obreros de las preso. A poco el desenvolvimien­ de la vida española. Me refiero al movimiento revolu­ minas se veían forzados a albergarse, v sucias cantinas teniente, cuyo to de las luchas cionario de 1934. Me declaro culpable ante mi concien­ donde se les sometía a una alimentación antihigiénica, distintivo e r a sociales en me­ cia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de pues hacia los montes de Triano iban los garbanzos con indudablemente dia centuria, en mi participación en aquel movimiento revolucionario. gorgojo, el tocino agusanado y las alubias podridas. ¡Ah!, la crueldad, ordenó que amarrasen de un brazo al hom­ medio siglo, que Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. pero este es un detalle que formará parte de la urdimbre a tanto abarca mi experiencia, incluyendo los años de Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel brecillo a la cola de su caballo. Se cosieron las bridas mocedad, en que hube de limitaime a ser espectador, y de mi oración. Aquella huelga de 1890 no había sido de­ de la cabalgadura y el pelotón partió de nuevo en trom­ movimiento, pero la tengo plena en su preparación y clarada contra la gran burguesía, contra el capitalismo. sumando a ellos otros de vida plena, de vida que entre­ desarrollo. Por mandato de la minoría parlamentaria ba, llevando a aquel hombre como un guiñapo. Pren­ gué por entero a la causa del proletariado. El capitalismo vizcaíno se contentaba con convertir en dido a la cola del caballo, y mientras éste galopaba, pa­ socialista hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi el oro de las libras esterlinas el hierro de las montañas escaño del Parlamento. Por indicaciones, a las que luego recía un muñeco de trapo. No sé qué fué de él. Jamás FRACASO DEL SOCIALISMO CATOLICO de Vizcaya, logrando fabulosas ganancias. La huelga se he olvidado la figura de aquel pintor, pequeño y magro, aludiré, hube de trazar en el Teatro Pardillas, el 3 de fe­ hizo contra los capataces y contratistas que, amparados que tuvo la temeridad, al impulso de justa indignación, Y DEL ANARQUISMO brero de 1934, y en una conferencia que organizó la Ju­ por los propietarios de las minas, concluían de esquil­ ventud Socialista, lo que creí que debía ser e7 programa de ir a cortar las riendas al caballo del teniente para El año 91, a uno de cuyos días pertenece la estampa mar a los obreros. Os pido atención en este detalle, por­ luego quedar, seguramente, destrozado por las herradu­ del movimiento. Y yo —algunos, que me están escuchando que el leitmotif de mi disertación lo va a constituir, ras del pelotón. que he querido presentaros, inícianse, en cuanto al pro­ desde muy cerca, saben a qué me refiero— acepte misio­ blema social, tres corrientes: una._ la marcada por nos­ si la palabra se acomoda al pensamiento, el realce, no Junto a mi casa estaba el Centro Obrero de la calle nes que rehuyeron otros porque tras ellas asomaba, no para alabanza, sino para reconocimiento de su indestruc­ otros, los socialistas; otra, la iniciada por León X III sólo el riego de perder la libertad, sino el más doloroso de la Laguna, que fué clausurado. Las autoridades sella- quien por primera vez hace presente a la Iglesia católi­ tible existencia, del egoísmo humano, factor que ha de ion sus puertas. Una guardia militar estuvo permanente­ de perder la honra. Sin embargo, las asumí. tenerse en cuenta en todas las aspiraciones sociales. La ca en las luchas sociales mediante su famosa encíclica Aquel movimiento pudo haber sido innecesario. Fué mente, durante meses, custodiándolo. Al cabo, luego de “Rerum Novarum’\ De esa encíclica son estas palabras, huelga fué contra obreros que explotaban a sus cama- libertados los presos, que fueron entre otros, Zenón y Pe- inútil en cuanto a resultados prácticos y glorioso por el íadas. Explotaciones, también inhumanas, en la urbe que que sintetizan la doctrina católica: “La tranquilidad y espíritu de sacrificio de nuestras masas, que se mani­ rezagua, el Centro se abrió. Mi curiosidad de chiquillo la paz han de buscarse principalmente en una abundan­ crecía, y cuya población aumentaba con ritmo más ace­ se había concentrado en aquellas puertas tan miste­ festó de manera tan heroica y sangrienta en las mon­ lerado que el de la construcción, corrían en aquel centro te efusión de caridad.” El documento pontificio, que lle­ tañas de Asturias. riosamente cerradas. Y, desde que se abrieron, mi única gó a hacerse famoso, tuvo una réplica contundente, aquel de miseria, a cargo de obreros que explotaban a otros distracción nocturna fué la de entrar en aquella estancia Os dije el 21 de abril de 1940 —ahora quienes me es­ obreros al subarrendarles habitaciones, logrando can­ mismo año, en una carta abierta de Henry George al cucháis sois muchos más que entonces— , esto que trai­ humilde, con los muros cubiertos ñor banderas rojas, unas Papa, recogida en un libro titulado “ La condición del tidades superiores a las que pagaban al propietario del cuantas mesas de pino distribuidas por el local y en go aquí: “El primer error —terrible error— fué (4 aisla­ inmueble. Entre mis oyentes hay un número considera­ trabajo” ; Henry George demostraba incontrastablemen­ miento en que nos hubimos de situar los socialistas en ble de trabajadores del campo, los cuales saben mejor que medio de éste el estrado desde donde las Juntas direc­ te que la caridad no era válida para resolver el proble­ tivas presidían las asambleas de las Sociedades de re­ las elecciones de 1933, cuando, al producir, en casi to­ yo hasta dónde la usura, la insolidaridad, el afán inicuo ma, pues se estrellaba contra el egoísmo de las gentes. das partes, una desunión profunda con respecto a las de explotación prende también en campesinos para es­ sistencia y las de la Agrupación Socialista. Mi deleite Si León X III hubiese llegado a tocar el corazón de algu­ era oir ensayar al orfeón socialista y aprenderme los fuerzas más sanas del republicanismo, se dió la parado­ trujar a camaradas mediante los subarriendos agrícolas. nos capitalistas católicos —y no tocó el de ninguno—, ja de que, habiendo obtenido las izquierdas mayor nú­ himnos, de rpúsica sencilla y letra ingenua, que han los habría arruinado, sin resolver prácticamente nada, No es la burguesía —desechemos tan extraordinaria sim­ seguido viviendo en mi recuerdo. mero de sufragios que las derechas, éstas lograran ma­ pleza— el único obstáculo al bienestar. El obstáculo más porque los problemas sociales no se rigen por corrientes yoría en el Parlamento y se adueñaran del Poder. Los sentimentales. Pensad en que grandes burgueses ceñi­ considerable es el egoísmo humano, que anida en todos ACTUACION EN EL PARTIDO SOCIALISTA votos de las izquierdas quedaron repartidos anárquica y los pechos, incluso en el de los humildes, que dejan de dos a los consejos pontificios, hubieran mejorado volun­ estúpidamente en una porción de candidaturas, cuando, serlo cuando las circunstancias les hacen subir en la taria y espontáneamente la condición de los trabajado­ agregados todos ellos a una sola, hubieran afirmado en Verificáronse unas elcciones municipales. El triunfo res de sus industrias. Pues la competencia de sus rivales Vida un peldaño más; en todos, en los de arriba, en los socialista en los distritos obreros fué ahogado a tiros por el nuevo Parlamento la misma voluntad izquierdista que les habría expulsado del mercado y la explotación de la estuvo plasmada en las Cortes Constituyentes. Error, tan fácil de evitar, nacido de nuestra petulancia, condu­ tinadas a conquistar la vieja ciudad aragonesa, a un sin­ dicatos podrían desempeñar muchas funciones que aho­ NECESIDAD DE LA INICIATIVA PRIVADA jo a que las derechas (período Gil Robles-Lerroux) se dicato se le ocurrió declarar la huelga de los encende­ ra asume defectuosamente el Estado. Podrían y debe­ apoderaran del Gobierno y nos llevó a la rebelión de oc­ dores de locomotoras en . No sé de nadie que rían, con el importe de las cuotas de sus afiliados y con tubre de 1934, que llegó a cuajar heroica y sangrienta­ desde la cumbre de las organizaciones sindicales conde­ la participación en los beneficios de las empresas, fo­ Muchos más puntos tengo anotados. Comprendo que mente en Asturias, y la cual sirvió para hacer más pro­ nara el hecho. ¡Ah!, si el ministro hubiese tenido ver­ mentar la cultura de los sindicados, es decir, cumplir no los puedo desarrollar. No he sabido disciplinar mi pa­ fundo el abismo político que dividía a España. Tras la dadera fuerza propia, que no tenía, porque al Gobier­ una parte del lema de las viejas banderas del Primero labra, sometiéndola a la necesaria síntesis, para abordar represión de Asturias toda concordia parecía imposible. no le era imposible domeñar a los sindicatos, si el mi­ de Mayo, la de las ocho horas de instrucción; podrían, con desenvoltura la parte fundamental de mi diserta­ La estela de sucesos de aquella naturaleza no se disipa nistro hubiera tenido verdadera fuerza propia, os juro además, asegurar el confortable reposo en la cumbre de ción, que es en la que he entrado hace eccasos minutos. en el breve períodó de unos meses, como no se podrá des­ que los muros del depósito de locomotoras de la esta­ las montañas o a orillas del mar durante las vacaciones Ni puedo prolongar vuestro cansancio, ni puedo, tampoco, hacer en muchos años la estela del franquismo sangui­ ción de Barcelona hubiesen sido el paredón contra el cual impuestas a favor del proletariado; podrían, también, agotar mis energías, que, visiblemente, están a punto de nario. A un régimen que al cabo de año y pico ahorca y habrían sido fusilados aquellos insensatos que... (Los cuidar de la infancia asegurando la salud y cultivando agotarse. fusila — ¡año y pico entonces, ahora son ya tres años!— aplausos impiden percibir las palabras finales del párra­ el espíritu de los hijos de los sindicados, hasta verles ¿Son rectificaciones fundamentales las apuntadas? a quienes en lucha abierta se opusieron a él; le asfixiará fo.) Si fueron grandes los estorbos de origen sindical, si a llegar a hombres verdaderamente libres; podrían cui­ No lo sé. Hay otra de más volumen. Veámosla, auhque el oprobio, y durante largo tiempo no podra extinguirse consecuencia de ellos la producción de material de guerra darse de la perfección profesional... Todo eso pueden y sea muy a la ligera. Entiendo que le resta todavía mu­ el rencor originado por tanta vileza y tanto crimen de­ se veía perturbada desastrosamente, lo que se llamó deben hacer los sindicatos, sin renunciar jamás a la lu­ chísimo que hacer a la iniciativa privada. Cierto que los cretados desde el Poder. La rebelión de Asturias, el sa­ “colectivizaciones” fué un sarcasmo. Aunque el hecho cha contra los capitalistas, pero no contra el Estado. teorizantes del socialismo predicaron siempre el respeto crificio de Asturias, el desgaste ocasionado por el movi­ resulte cómico, si bien en su fondo palpita cierto sentido Aquí viene a mi memoria —la congruencia no es per­ a la pequeña propiedad, confiando en que el desarrollo miento revolucionario de 1934 —todo movimiento de ese trágico, me referiré al llegar aquí, a un socialista, hoy fecta, pero no debo desperdiciar la anécdota— el re­ económico del mundo acabaría automáticamente por ha­ género ocasiona quebrantos, aun cuando salga triunfan­ exilado en México, propietario de una peluquería en la cuerdo de una visita que' hice, en la Dehesa de la Villa, cerla desaparecer; cierto, también, que el respeto a esa te, y entonces nos acompañó la derrota— pudieron y de­ calle del Prado, de , quien, a impulsos de su de­ de Madrid, al magnífico edificio del Colegio de Huérfa­ pequeña propiedad ha figurado siempre en uuestros pro­ bieron haberse ahorrado. Con el ejercicio inteligente del ber, marchó a la Sierra del Guadarrama a combatir; y nos de Ferroviarios. Acampañábame un camarada de gramas, y cierto, igualmente, que lo consigna la propia derecho electoral en noviembre de 1933, se habría asegu­ cuando regresó, encontróse con que su establecimiento, Valladolid, ferroviario, que no había tenido ocasión de Constitución de la U. R. S. S., reconociendo incluso el rado, sin trastornos, el régimen republicano. Aquel ab­ producto del esfuerzo de muchos años, se lo habían co­ conocer de cerca institución tan magnífica, y, al salir, derecho a traspasarla por herencia. Pero yo no me surdo aislamiento electoral fué nuestra primera gran lectivizado. Quienes no habían ido al frente se apodera­ como le viera no sé si entristecido o preocupado, le pre­ quedo ahí. La experiencia me dice que ese respeto ha de culpa.” ron de la peluquería, y quien fué a luchar por sus idea­ gunté el motivo de su estado de ánimo, que a mi se me extenderse también a propiedades e industrias más vas­ les quedó expoliado. A estas horas el expoliado se halla antojaba singular, luego de haber contemplado aquella tas, pues no se debe luchar baldía y quizá desastrosa­ De esta parte inicial yo me declaro exento de culpa, aquí. No me sorprendería que los expoliadores siguieran maravilla. Y me dijo: “Es que salgo pensando si no estoy porque trabajé hasta donde pude para que la coalición mente contra afanes privados que son, al presente, el tranquilamente en Madrid. ¿Y aquellos excesos a cargo en la obligación de suicidarme para que mis hijos pue­ mayor acicate de progreso. Al Estado le quedan funcio­ electoral de 1931 se repitiera, como el sentido común de los incontrolados? Hay una familia en España —res­ dan venir a disfrutar de tantas ventajas como las que exigía, en 1933. Nuestra representación parlamentaria, nes amplísimas. Yo quise desarrollar algunas desde el tos de una familia, porque de ella apenas si queda más se cobijan bajo la techumbre de este inmueble”. Pues Gobierno de la República. Hay industrias básicas que que en las Cortes anteriores fué de 110 diputados, bajó que el elemento femenino— que podía ser, en nuestra bien, no se debe alentar directa ni indirectamente al sui­ a 60; pero el número de sufragios no descendió, porque deben ser socializadas o nacionalizadas; industrias en lucha, un símbolo. La familia Martínez de Aragón, casi cidio para lograr el bien de los hijos, sino extender, pro­ pérdida, que no podría acometer jamás ningún interés sólo las candidaturas del Partido Socialista recogieron todos cuyos hombres cayeron en el frente, murieron pagar, universalizar las ventajas en forma que el hombre, en noviembre de 1933 dos millones de votos. Bien dis­ privado, y de las cuales no se debe prescindir, como las fusilados o se les recluyó en prisión. Cuando las mujeres cuando, agobiado por el trabajo en las naves del taller o comunicaciones y las grandes obras hidráulicas, que pue­ tribuidos estos sufragios, uniéndolos a los de los republi­ de aquella familia, enlutadas, fueron a buscar refugio herido en el campo por los rayos del sol, ve su cuerpo em­ canos, hubiesen hecho inútil la subversión, a la que ape­ den ser, en España, la verdadera revolución, acabando a su pena en la playa alicantina de Benidorm, miembros papado en sudor, se sienta oreado por la divina brisa de con la servidumbre del campesino encadenado a los bár­ lamos para conseguir lo que habíamos tenido al alcance de un sindicato, sin respeto para el dolor, sin conmover­ saber que sus hijos, al amparo del propio sindicato, es­ de la mano. baros orígenes de la propiedad agrícola de cuando los se ante el llanto, las sometieron a vejámenes ¡a unas tán bien alimentados, bien vestidos, cultivan su espí­ reyes repartían las tierras entre sus cortesanos, sus gue­ No creáis que camino hacia la apostasía, porque la mujeres que tenían asidas a sus piernas los huérfanos ritu, labran su inteligencia y pueden ser los hombres rreros y sus concubinas. Estimo que no se quebranta el edad o cualesquiera desfallecimientos morales me ha­ de hombres que acababan de darlo todo, incluso la vida, libres de mañana, porque la ilusión de que lo seamos principio fundamental del socialismo, de que el producto yan rendido el ánimo. El ideal sigue librando dentro de por la República! Ganará la guerra, dije, quien tenga nosotros, los hombres de esta generación, hemos de de­ íntegro del trabajo lo perciban los trabajadores, cap­ mí con la misma intensidad que eñ los años mozos; pero más sana la retaguardia. La nuestra iba pudriéndose a secharla, no entristecidos, sino alegres, si confiamos en tando el exceso de ganañeias el Estado, para distribuirlo tengo experiencia suficiente para asegurar que, a veces, ojos vistas... Estas lecciones de la guerra son también que nuestro esfuerzo inteligente, limpio de insensateces, después equitativamente entre las masas sociales por el hemos sido víctimas de los engaños que nos han produci­ lecciones para la paz. Yo, socialista y reconociendo el hará un mundo nuevo para el porvenir. ejercicio de funciones que, a mi juicio, le pertenecen en do la petulancia, la ilusión o la ceguera. papel formidable de los sindicatos en las luchas sociales, forma inalienable. A mí, en el Ministerio de Hacienda, Colaboré en ese movimiento con el alma, acepté las ni puedo aprobar los excesos sindicales, ni siquiera guar­ no se me ocurrió, porque la aventura hubiese sido insen­ misiones a que antes aludí y me encontré — ¡hora es ya darlos en silencio. Cuando la ocasión llega, y creo que DEMOCRACIA Y EFICACIA, COMPATIBLES sata, socializar el Banco de España, pero con la ley de de confesarlo!— violentamente ultrajado. Porque cuan­ ha llegado, vengo a execrarlos, para ver si consigo que Ordenación bancaria le arrebaté gran parte de beneficios, do regresé de Asturias — ¡noche memorable en la . des­ los demás los execren, también, haciendo imposible su volcándolos en las arcas del Estado, para desparramar­ embocadura del Nalón y en la playa de Aguilar, querido repetición. El recelo de algunos oyentes irá por este camino: los entre la masa ciudadana española. Pretender la ab­ Belarmino (aludiendo a Belarmino Tomás, que ocupa Prieto carece de formación sindical, es hombre exclusi­ sorción por el Estado de factores de progreso que des­ un asiento en el estrado), cuando regresé de Asturias vamente político. No voy a discutirlo, pero el reproche cansan principalmente en el egoísmo humano, es caer después del alijo del “Turquesa”, me encontré envuelto EL ESTADO SOBRE LOS SINDICATOS sería justo si en estas rectificaciones que simplemente en la misma candidez reflejada por la encíclica de León en un ambiente de recelo y de desconfianza que suponían esbozo y cada una de las cuales exige disertaciones tan X III y en la ingenuidad romántica de los ácratas. No para mí la mayor injuria, y destituido, sin saber ppr qué, largas como la mía general de hoy, las circunscribiera somos socialistas católicos, ni somos ácratas; somos so­ de mi misión de enlace con los militares. ¡Sustituido yo, Creo concluido el capítulo de las confesiones. Ya yo a la esfera sindical. Por ser político conozco mejor cialistas revolucionarios, y no debilita este adjetivo una un hombre de mi historia, por un advenedizo! (¡Muy habréis visto que carecen de importancia, siendo menor los defectos de la política, y por ser parlamentario, de­ acción por la cual los principios legítimos de igualdad, biendo mi fama al Parlamento, conozco aún mejor los bien! Aplausos.) todavía por reflejarse en episodios puramente persona­ que son la medula de nuestra doctrina, puedan aplicarse les. He dicho antes que venía a confesarme en público, defectos del Parlamento. Sería, pues, injusto si limitara desde el Estado mediante la captación de las ganancias ante vosotros, como muchas veces, me confieso a solas, mis críticas a los abusos desbordantes del sindicalismo excesivas. y no parara atención en los abusos de la política. MOTIVOS DE DISENTIMIENTO durante arrebatos de ira o períodos de pesadumbre. Os ¿Son éstas rectificaciones fundamentales?, vuelvo a hablé del egoísmo individual como factor indestructi­ Soy demócrata por encima de todo. No vengo aquí a renegar de la democracia; vengo a exponer mis observa­ preguntar. ¿Tienen mucho volumen? Vosotros lo medi­ ble, a mi juicio. Es preciso que analicemos, aunque sea téis. Pero si lo fueran, yo me apego a estas palabras, Pero yo que, sin razón, he sido, a veces, tildado de someramente, lo que yo llamaré el egoísmo sindical, el ciones, por si en ellas hubiese atisbos del modó de hacer más eficaz la democracia. Hemos visto en esta guerra justas a mi juicio, que pronunció en cierta ocasión don indisciplina, callé mi indignación, sofoqué mi cólera egoísmo gremial, para llegar a la conclusión de que, por Antonio Maura: y seguí sirviendo al movimiento. Sólo en una peasión, encima de los sindicatos, debe hallarse siempre el Es­ que la democracia está enmohecida, que camina perezo­ durante mis cuarenta y tres años de socialista militante, tado, cuando el Estado sea fiel expresión de la voluntad samente y siempre llega con retraso a todas partes. He­ “Las contradicciones, cuando son desvergonzadas mu­ marqué públicamente mi disensión, dimitiendo el cargo nacional y que nadie, parapetado en las filas sindicales, mos visto — ¡cómo negarlo!— que el totalitarismo, en or­ danzas de significación por interés, por ambición, por de vocal en la Comisión Ejecutiva. Fué el año 1924, cuan­ tiene derecho a estorbar la acción del Estado. Conviene den a la agilidad indispensable al Poder público, ofrece una sordidez cualquiera, son tan infamantes como los do entendí que no le era lícito, moralmente, al Partido una aclaración. Distingamos entre acción política y ac­ enormes ventajas. ¿Debemos por ello abominar de cuan­ motivos del cambio; pero yo os digo que si alguna vez Socialista la actitud que parecía señalar cierto sector ción sindical. Yo no niego a las legiones de obreros agru­ to ha formado nuestros ideales? Jamás. El quid está en oyese la voz de mi deber en contra de lo que hubiera con respecto a la dictadura del general Primo de Rivera. pados en los sindicatos el derecho a adueñarse del Es­ que democracia y eficacia sean compatibles: en que los con más calor toda mi vida sustentado, me consideraría Mas cuando la disensión se producía como en 1934, cuan­ tado por la vía legal o por la revolucionaria. Lo que nie­ regímenes democráticos tengan la misma agilidad de indigno de vuestra estimación, y en mi conciencia me do las cartas estaban echadas, hallándose en juego la go a los sindicatos es el derecho a mediatizar al Estado, los regímenes totalitarios. Hay que librar a los pueblos tendría por prevaricador si no pisoteaba mis palabras vida de miles de correligionarios, yo no tenía opción y estorbando su acción. O en la cumbre del Estado, ellos, democráticos de la costra política que los daña moral anteriores y ajustaba mis actos a mis deberes.” y materialmente. no debía separarme de aquel movimiento con cuyos rum­ gobernando desde allí, o en el llano dejando gobernar. Hago mías esas palabras. Ninguna ambición inspiran bos estaba ya disconforme, y no, ciertamente, por ese ul­ Hay en la vida sindical abusos gremiales análogos a No creáis que vaya a deshacerme en vituperios con­ las que os estoy dirigiendo. Ignoro si significan contra­ traje, que todavía nje duele, sino por las razones siguien­ los que en la Edad Media cerraban las puertas del gremio tra la política, por entre cuyos campos caminé. Los aza­ dicciones con palabras mías anteriores. Quizá no, quizá tes: primera, porque se había escamoteado el programa a quienes no pertenecían a las familias de los agremia­ res me han llevado, en rebote, de uno a otro país, y hoy, sí. Vosotros lo diréis. Pero si constituyeran rectificacio­ del movimiento, y no se concibe ningún movimiento re­ dos. Eso es intolerable. El sindicato podrá y deberá con esa serenidad que da la alta atalaya desde la cual nes, no me avergonzaría de ellas. De lo que me avergon­ volucionario sin decir a los partícipes en él por qué deben apretar sus filas en forma de evitar que la concurrencia contemplo los panoramas de mi país y de otros, vengo zaría es de seguir sustentando algo que en el recinto de realizarlo, y aunque yo pronuncié un discurso de carácter de mano de obra destruya o debilite las ventajas sociales a proclamar, con tono encendido, la honestidad de los mis convicciones se hubiera derrumbado ya. ‘ personal, como este que pronuncio ahora, en el Coliseo qpe él alcanzó con su lucha; pero a lo que no hay dere­ políticos españoles, de todos, de los políticos de la Mon­ Pardiñas, el 3 de febrero de 1934, ni aquel programa tuvo cho, a título de exclusivismos, es a cerrar las puertas arquía y de la República; de los de la dictadura y de respaldo oficial ni surgió ningún otro con lema claro de acceso al gremio a otros obreros que, por su aptitud, los del régimen constitucional. La honestidad política de LA MUSA DE LO NACIONAL para saber a dónde y para qué íbamos; segunda, porque inteligencia y destreza, tienen pleno derecho a trabajar España puede ser ejemplo del mundo. En España la po­ no podía aceptar que, a causa de unas insensatas ilusio­ en las mismas especialidades. No olvidemos tampoco el lítica no enriquecía a nadie y arruinaba a muchos... nes, de las cuales yo no participaba, se desdeñara, como fenómeno de las luchas intersindicales, la pugna de unos Cuando España llegó a la plenitud democrática, se en­ Mi musa ha sido siempre lo nacional, lo español; se desdeñó, incluso en tono ofensivo, la colaboración de sindicatos con otros. Sabéis todos que cuando una orga­ contró con una costra que le dificultaba los movimien­ sigue siéndolo, seguirá siéndolo. Jamás abdicaré del tí­ sectores republicanos, esencial en aquellos instantes, y, nización obrera se rotula “Sindicato único” , es porque, tos. Esa es la que hay que suprimir. Y, valiéndome de tulo preclaro de español, más bruñido por el sol en estas tercera, porque adrede se habían dejado manos libres a las cuando menos, hay dos en pugna y que la pugna deja una frase popular rebosante de injusticia, os diré que horas de desgracia que deben conducir a la exaltación- Juventudes Socialistas a fin de que, con absoluta irres­ trazas sangrientas, y que las trazas sangrientas debilitan es preciso suprimir los políticos profesionales. y no a la claudicación. Pronuncié en Cuenca el discurso^ ponsabilidad, cometieran toda clase de desmanes, que im­ la fuerza moral de las masas obreras organizadas. Tengo El Parlamento, tal como lo encontró la República de Primero de Mayo de 1936, discurso para mí inolvida­ pulsados por frenético entusiasmo, resultaban dañosos en esto mi criterio y tengo también mi historia acoplada española, el Parlamento a usanza del siglo XIX, tribuna ble, en el que, luego de susurrarlo al oído de los gober­ para la finalidad perseguida. Nadie ponía coto a la ac­ a mi criterio. Por ello dudo de si, realmente, lo que llamo soberbia para el esplendor de la oratoria, tornavoz de nantes y de decirlo a gritos a mis camaradas, hube de ción desaforada de las Juventudes Socialistas, quienes, rectificaciones lo son. Por encima de los intereses sindi­ la elocuencia, ese Parlamento es organismo casi inútil hacer, en forma que se difundiera por el ámbito entero sin contar con nadie, provocaban huelgas generales en cales están siempre, para mí, los intereses nacionales. —os lo dice un parlamentario—, porque la complejidad de la nación, el anuncio del movimiento acaudillado por Madrid, sin darse cuenta de que frustraban la huelga Siendo ministro de Hacienda y entendiendo que el Tra­ de la vida estatal moderna no consiente su torpe mar­ Franco. Aquel discurso fué comentado, desde la celda general clave del movimiento proyectado, pues no se pue­ tado de comercio con Inglaterra era un bien para la cha. No es admisible que medio millar de hombres, la de la Cárcel Modelo de Madrid, por José Antonio Primo de someter a una gran ciudad a ensayos de tal natura­ nación, aunque determinara daños para la industria hu­ mayoría indoctos, se pongan a redactar leyes, palabra de Rivera,, comentario que yo no conocí hasta después, leza. Además, ciertos hechos que la prudencia me obliga llera asturiana, pues había de ser admitido en gran can­ por palabra, sílaba por sílaba, cuidando, incluso, de pun­ cuando me dediqué, no por curiosidad, sino por deber, a silenciar, cometidos por miembros de la Juventud So­ tidad, carbón inglés, me puse en frente del Sindicato tos y comas. Eso —os lo dice, repito, un parlamentario—, a revisar los papeles que José Antonio Primo de Rivera cialista, no tuvieron reproches, ni §£ les puso freno ni Minero de Asturias, porque el volumen de los intereses constituye un desatino. Y es también desatentado que el dejó en la prisión de Alicante. Primo de Rivera había originaron llamadas a la responsabilidad. Y yo digo, aho­ representados por nuestros vinos generosos y nuestros régimen parlamentario, de sesiones continuas, clave escrito: ”E1 discurso del tribuno socialista se pudo pro­ ra que se está gestando aquí la formación de una Juven­ frutos levantinos superaba a los del carbón asturiano. Y diariamente horas y horas en el banco azul, con aban­ nunciar, casi de la cruz a la fecha, en un mitin de Fa­ tud Socialista, que, o vive dentro de la disciplina del Par­ procedí así aun siendo queridos amigos míos los líderes de dono de empeños más útiles, a los ministros, para asis­ lange Española. Algunos párrafos, párrafos enteros, me tido o debe actuar fuera, sin conexión alguna con éste. aquel sindicato, miembros de la U. G. T. y afiliados al tir unas veces a debates solemnes e interesantes, y aguan­ han oreado el espíritu como encuentros felices con vie­ (Muy bien. Aplausos.) Partido Socialista. Posteriormente, desde el ^Ministerio tar otras, de modo humilde, impertinencias inspiradas jos amigos que uno había dejado de ver. Aquí, en mi cel­ De aquel glorioso movimiento fracasado, en el que nos de Obras Públicas, arrostrando la impopularidad perso­ por ambiciones personales. Eso no puede seguir. El Par­ da, tengo la colección del semanario “Arriba”, donde acompañó, aun siendo repelido, el auxilio moral de muy nal, que eso poco o nada valia, y llevando a arrostrarla lamento concebido como está, es retardatario e infecun­ está impreso el texto literal de los discursos pronuncia­ sanos elementos republicanos, auxilio realzado con su también a los hombres dirigentes del Sindicato Ferro­ do y obstrucciona la obra del Gobierno. dos en actos de la Falange. Es un deleite comprobar dimisión de la presidencia del Tribunal de Garantías viario cuya historia política y sindical tenía estela lu­ oóme frases casi textuales nuestras y sobre todo pensa­ Constitucionales por don Alvaro de Albornoz, aquí pre­ minosa, me opuse rotundamente a que fueran satisfe­ mientos característicos, han sido trasplantados al dis­ sente (aplausos); de aquel movimiento que pudo y de­ chas de modo completo las demandas de los obreros fe­ CONCEPCION DEL NUEVO PARLAMENTO curso del orador de Cuenca.” Primo de Rivera, a fin de bió evitarse manteniendo por medio del sufragio las an­ rroviarios, porque hubieran hundido la industria del fe­ demostrar esta identidad de pensamiento, reproduce fra­ teriores posiciones políticas y parlamentarias, nacen los rrocarril, y mi obligación ministerial era defenderla opo­ ses y extracta párrafos de aquella oración mía, para daños que padecemos a la hora presente. Cuando el mo­ niéndome a las aspiraciones de los sindicatos. Por eso, Voy a ofreceros la estructura de un Parlamento nue­ añadir: “ ¿Qué lenguaje es éste? ¿Qué tiene esto que vimiento fracasó y yo hube de refugiarme por tercera mi actitud de hoy no significa una rectificaciión súbita, vo. Si entre vosotros asoman irónicas sonrisas acerca de ver con el marxismo, con el materialismo histórico, con vez en la expatriación, me juré en secreto no ayudar ni, mucho menos, improvisada. Si la rectificación existe, la originalidad que yo os pueda presentar, me anticiparé Amsterdam ni con Moscú? Esto es preconizar exacta­ jamás a nada que, según mi criterio, constituyese una es de antes, porque responde a mi historia política y a a cortarlas diciendo que no traigo nada nuevo, nada mente la revolución económica con sentido nacional. La vesania o una insensatez. mi conducta de gobernante. ¿Cabría remediar la ten­ original; que lo que os propongo lo he visto y ejercitado revolución nacional. La de la Falange. Y hasta con la dencia abusiva del sindicato de una industria determi­ como militante de la Unión General de Trabajadores de cruda descalificación de la España caduca que la Fa­ Llegó 1936. ¿Es que yo reincidí entonces en el mismo nada cuando riñe con los intereses nacionales, en la con­ España y del Partido Socialista Obrero Español. No con­ lange fulminó muchas veces.” Y para probar la simili­ pecado antiguo y rectifiqué la línea de conducta que me federación de todos los sindicatos? Mi experiencia me cibo el Parlamento más que con la estructura y el fun­ tud de lenguaje, Primo de Rivera termina exhumando había trazado de permanecer en discreto apartamiento inclina a respuesta negativa. Puede más la solidaridad cionamiento de los Congresos nacionales de las O rgani­ palabras suyas pronunciadas el 19 de mayo de 1935 en de quienes me habían ultrajado y seguían ultrajándome, sindical que los intereses nacionales, y, en último caso, zaciones citadas, siempre, naturalmente, descansando en el Cine Madrid. Acerca de estos comentarios escribí en y con la firme decisión de no secundar nada que mi ra­ siempre le quedaría al sindicato el recurso de separarse la voluntad popular, expresada mediante el sufragio uni­ Santiago de Chile, a fines de 1938: “No es ahora propó­ ciocinio me dijese que constituía una locura? No, no rec­ de la confederación. Pocas veces se allanan los sindica­ versal, quedando sometidos los poderes del Estado a la sito mío analizar si son reales o aparentes las coinciden­ tifiqué en 1936. Cuando se me requirió para formar parte tos a los intereses públicos, cuando éstos constituyen voluntad del pueblo, pero dándoles a todos mayor agili­ cias apuntadas por el fundador de Falange. Me limito a del Gobierno, acepté con los ojos cerrados, y fui a don­ valla para sus aspiraciones gremiales. Recuerdo, sin em­ dad. Y a los Gobiernos, eespecialmente más libertad, consignar que nada nuevo dije en Cuenca. Precisamente de se me mandó, y cuando me echaron del Gobierno, salí bargo, un caso maravilloso, y quiero exponéroslo aun porque la necesitan. lo que Primo de Rivera copia de mi discurso con más frui­ sin otras palabras que las de recomendar se auxiliase a a trueque de aumentar vuestra fatiga. Allá por los tiem­ ción, es un pasaje.en el cual repetí algo que hube de pro­ quien nie expulsaba. Las circunstancias eran distintas. Los diputados de la nación equivaldrían a lo que son pos heroicos de iniciación de las luchas sociales, él Ayun­ o han sido los delegados a los Congresos nacionales del clamar tres años antes, a orillas del Guadiana, al inaugu­ Entonces no provocábamos nosotros; se nos provocaba, tamiento de Bilbao se enfrentaba inútilmente contra rar, como Ministro, las obras del pantano de Cijara. El se agredía a la República, se acometía contra nuestras Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores poderosos capitalistas, dueños del coto minero de Ollar- en España, modelo copiado por otros partidos políticos lector encontrará en el discurso de Cuenca ideas ex­ conquistas. Y si todos los Códigos declaran circunstancia gan, que vertían al río Nervión los residuos del lavado de puestas por mí en Torrelodones el 6 de agosto de 1933. eximente la legítima defensa en las peleas individuales y por otras organizaciones sindicales. Cada seis meses, minerales, obstruyendo las cañerías que surtían de agua o cada año, el Parlamento tendría un período ordinario No pudo, pues, haber de mi parte la trasplantación que entre hombres, la legítima defensa es más santa en los no potable a la villa, perjudicando al vecindario y da­ Primo de Rivera me atribuye. Lo nacional ha sido siem­ regímenes políticos que se dan los pueblos libremente, de sesiones, acudiendo el Gobierno a dar cuenta de su ñando los intereses del Municipio. Los clamores del Ayun­ gestión y a someterse al voto de los representantes po­ pre musa de mi propaganda y de mi conducta, de todos como, para honra y gloria suya, el pueblo español se dió tamiento se estrellaban ante la influencia política de dos mis actos. Si se quisiera encontrar antecedentes más le­ la República. (Aplausos.) pulares. Trazarían éstos las líneas generales de la polí­ magnates que se llamaban Chávarri y Gandarias. Fue­ tica a seguir y podrían redactar las bases generales de janos, podríamos, pasando por mis campañas parlamen­ ron los obreros de los lavaderos de minerales quienes las leyes, pero, realizadas tales funciones, e instituida tarias, retroceder hasta los albores de mi vida pública, dieron la solución. ¿Sabéis cómo? Abandonando el tra­ cuando, elegido diputado provincial de Vizcaya, comen­ EXPERIENCIAS DE LA GUERRA una Diputación permanente que equivaldría a nuestros bajo y volviendo a sus misérrimos labrantíos de Casti­ Comités Nacionales, el Gobierno quedaría libre de actuar zó mi zarandeo por tribunas de teatros, plazas y prade- lla, para salvar así los intereses del Ayuntamiento. hasta el nuevo período de sesiones, sin esclavizar en nin­ rar. Recuerdo un mitin que, con motivo de las elecciones Excepción honrosa y magnífica. Recuerdo aquella tarde gún instante la voluntad de la nación representada por edilicias, se celebró el año 1911 en el frontón de Ortuella, Nada más de todo esto. Quiero ahora hablaros de la en que, al partir de la estación del Norte, de Bilbao, el donde el tema de mi disertación fué el encadenamiento experiencia de la guerra que, cual dije antes, fué para el Congreso. La Diputación permanente tendría siempre tren que los llevaba a sus tierras, fui, con emoción, es­ la facultad de convocar al Parlamento en cualquier fe­ armonioso de las actividades municipales, provinciales mí la experiencia más aleccionadora que se me ha ofre­ trechando una a una la mano de tantos trabajadores, y nacionales, para señalar a los representantes socialistas cido desde los puestos de mando, desde la atalaya del cha, y por si la Diputación permanente no ejerciese este que sacrificaban sus intereses personales en aras del in­ derecho, quedaría también estatuida la iniciativa a fa­ salidos de los comicios el deber primordial de defender Gobierno, desde donde se contempla todo; desde donde terés ciudadano. Pero eso fué una excepción; eso no es los intereses del respectivo sector local o regional sin se divisa, alegrándonos el alma, el heroísmo, y desde vor de cierto número de representantes, la sola expresión la regla. de cuya voluntad determinaría que, de modo automático, otras limitaciones que las impuestas por el supremo in­ donde se ven también, acongojándonos, el desfalleci­ terés de la patria. Y entonces no había nacido Falange miento y la locura. Yo dije por entonces que ganaría la el Congreso se reuniera, es decir, tal cual lo establecen los estatutos del Partido Socialista y de la Unión Gene­ Española, y José Antonio Primo de Rivera ¡contaba sólo guerra quien tuviese más sana la retaguardia, y si lo FUNCIONES DE LOS SINDICATOS ocho años!” dije fué porque veía cómo nuestra retaguardia iba pu­ ral. Dejar el Parlamento con la estructura de ahora, exacerbado el fuero parlamentario y consintiendo, al am­ Esa fué mi musa siempre, sin creer que al dejarme driéndose. ¿Quién osará decir una sola palabra que pon­ inspirar por ella, traicionaba las ideas socialistas que ga en duda el heroísmo del pueblo español, represen­ paro de los privilegios de la función legislativa, que cual­ Los sindicatos, en una forma u otra, deben actuar quier hombre con asiento en la Cámara, lastimado en su llevo dentro de mí desde que tengo uso de razón. Tam­ tado por las fuerzas de su entraña que se batieron en bajo el dominio del Estado. No admito la pugna de nin­ poco creo traicionarlas en este instante. He desnudado los frentes? Nadie, y menos que nadie, yo. ¿Pero quién, amor propio, herido en sus intereses particulares o insa­ guna clase de elementos contra el Estado cuando el Es­ tisfecho en sus ambiciones personales, pueda, él, o en mi pecho, y os he enseñado mi corazón, mostrándoos mi por muchos que sean los cuidados que acumule en de­ tado —repito la aclaración— expresa fielmente la volun­ estado de conciencia. He cumplido, como otras veces, fensa de las respectivas agrupaciones políticas y sindi­ grupo con otros despechados, cerrar el paso a la volun­ tad nacional. tad del pueblo, reflejada en la Cámara y en el Gobierno, con mi deber, sin importarme las consecuencias. (Aplau­ cales, podrá negar que en la retaguardia hubo muchas sos.) desvergüenzas? No seré yo quien las niegue. Las procla­ Es vieja práctica de todas las naciones civilizadas es intolerable. Tal como yo lo concibo, el Parlamento se­ mo, no con alborozo, sino con profunda tristeza; pero prohibir asociaciones militares. ¿Por qué? Porque los mi­ ría un órgano flexible e impediría, además, la subsisten­ me parecería cobarde callarlas. De la guerra yo saqué litares son depositarios de la fuerza de la nación y cia de lo que podríamos llamar burocracia parlamentaria. esta lección, que quiero clavar en vuestras mentes: ni no sería lícito consentirles que, abusando de tal depó­ El diputado, cumplidos sus deberes en los períodos de se­ en la guerra ni en la paz, por ninguna clase de motivos, sito, avasallaran al Estado. Pues bien, mis dudas son siones, percibidas sus dietas por ellas y los viáticos de grandes sobre la licitud de sindicatos de servidores de se puede entregar las facultades directivas del Estado a traslado, se reintegraría al trabajo, a sus funciones ha­ La Comisión Ejecutiva del Partido Socialista Obrero los sindicatos. La fuerza del sindicato, cuando es des­ la nación, cuando esos sindicatos son solamente instru­ bituales, en vez de formar a especie de costra política, bordante, muestra con frecuencia síntomas de degene­ mentos de lucha contra el Estado. ¿Creéis que soy par­ propicia, cuando menos, a la ambición, y, desde luego, a Español y la Dirección del periódico ADELANTE, tidario de la absorción de facultades por el Estado? ración. Ello es explicable, porque toda fuerza sin freno, la vanidad. acaban de poner a la venta las fotografías de los todo poder sin contención tiende fatalmente al abuso. Prontamente, si llego con felicidad al fin de esta ya Recuerdo las beneméritas Cortes Constituyentes de Los sindicatos, que aportaron masas inmensas de heroi­ larga disertación, veréis que no. Repugno el totalitaris­ 1931, aquellas Cortes sin par en la historia legislativa de inolvidables compañeros cos combatientes, estorbaron, a través de süs elementos mo. Soy un liberal, un partidario de las libertades indi­ España. Todo no fué gloria. Cuando las Cortes, en mo­ directivos, la acción del Gobierno. Yo, ministro de De­ viduales, tan fervoroso que llego a defenderlas, si me mento inoportuno, se disolvieron a un número consi­ fensa Nacional, he asistido a perturbaciones en la pro­ permitís una palabra exagerada,^ pero muy gráfica, derable de honrados representantes del pueblo se les PABLO IGLESIAS, hasta el salvajismo. Entiendo que las libertades del in­ ducción de material de guerra, ocasionadas por instruc­ plantearon terribles problemas. Los médicos habían per­ Fundador del Partido Socialista Obrero Español, ciones, órdenes y ukases de elementos directivos de los dividuo, incluso la de asociación, no deben ser recortadas dido su clientela, los jurisconsultos habían abandonado sindicatos, y he sonreído tristemente cuando conocí más que mínimamente, podando de sus árboles frondo­ sus bufetes, los empleados habían dejado su colocación aquí la noticia de que quien más perturbaba en Cataluña sos las ramas que puedan dificultar la marcha del Es­ y los obreros su trabajo. Constituye capítulo de los más y de la producción con exigencias y cortapisas a todas horas tado. En lo demás, libertad plenísima. honrosos de la República española el esfuerzo de aque­ era un señor Vallejo, protegido de los sindicatos más Creo que a los sindicatos, bajo acción múltiple, les llos hombres por volver a buscar el pan en colocaciones JULIAN BESTEIRO poderosos, que pasea hoy tranquilamente por Barcelona. cumple un papel verdaderamente magnífico, aprovechan­ que sustituyeran a las que perdieron durante el perío­ ¿Se trataba de hechos aislados? Ojalá quedaran redu­ do el egoísmo sindical, es decir, no matando la emula­ do legislativo. Ni a eso se puede obligar a nadie, ni tam­ Dichas tarjetas postales pueden solicitarse a la Di­ cidos a proporciones tan insignificantes que permitieran ción, sino estimulándola. En todos los regímenes, en to­ poco se debe consentir que quienes carezcan de valor su señalamiento total con las citas siguientes. Quien fué dos, oídlo bien, la acción estatal será siempre defectuo­ moral para reconstruir penosamente su vida anden men­ rección y Administración de nuestro periódico: calle Ministro de Defensa Nacional en diciembre de 1937 os sa si se la relaciona con la acción privada: más rápida, digando la representación parlamentaria por querer de Balderas, 37. México, D. F. debe revelar hoy que las operaciones que dieron por re­ más inteligente, más flexible, estimulada día a día por el asirse, como medio de vivir, a la política, cuando su me­ sultado la toma de Teruel se retrasaron cuatro días por­ egoísmo de que os vengo hablando y que juzgo por aho­ dio de vivir debe ser exclusivamente el trabajo, al cual que, a la hora crítica del transporte de las tropas des­ ra indestructible. Mediante una noble emulación, los sin­ estuvieron antes consagrados... Precio de cada una: 0,30 centavos