Historia Caribe ISSN: 0122-8803 [email protected] Universidad del Atlántico Colombia

Conde Calderón, Jorge CIUDADANOS DE COLOR Y REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA O EL ITINERARIO DE LA PARDOCRACIA EN EL CARIBE COLOMBIANO Historia Caribe, vol. V, núm. 14, 2009, pp. 109-137 Universidad del Atlántico Barranquilla, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=93717337006

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JORGE CONDE CALDERON♦

RESUMEN

Luego de acalorados debates políticos y movilizaciones de los sectores populares, los cons- tituyentes cartageneros de 1812 extendieron la calidad de ciudadano a los varones libres de color. Con la revolución política de 1810, siguió utilizándose esa denominación, cuyo em- pleo se prolongó hasta los primeros decenios de la República para diferenciar los individuos en razón de su clase, raza y estatus. Sin embargo, la participación política de los ciudadanos de color generó una verdadera revolución igualitaria que no fue recibida de la mejor manera por la mayor parte de los notables blancos. Estos, desde el poder elaboraron estratagemas y discursos para excluir a los individuos pertenecientes a esa clase o raza.

PALABRAS-CLAVE

Ciudadanía, pardocracia, miliciano, república.

CITIZENS OF COLOR AND THE REVOLUTION OF INDEPENDENCE OR THE ITINERARY PARDOCRACIA IN THE COLOMBIAN CARIBBEAN

ABSTRACT

After heated debates and mass political mobilizations, the constituents of Cartagena in 1812 extended the quality of citizens to colored free men. With the political revolution of 1810, the use of that name continued until the first decades of the Republic to differentiate between individuals because of their class, race and status. However, the political participation of citizens of color generated a real igualitarian revolution that was not well received by the best of the most notable white people. The later, with their official power, designed some stratagems an speeches to exclude ther people belonging to thar colores etnia or social class.

♣♣♣ Artículo Recibido en Noviembre de 2008; Aprobado en Febrero de 2009. Artículo de Investigación Científica. El presente artículo es una versión revisada de la ponencia presentada en el V Congreso Internacional “Los Proce- sos de Independencia en la América Española”, Puerto de Veracruz (México), 25-28 de noviembre de 2008. ♦ Docente, Universidad del Atlántico. Codirector Grupo de Investigaciones Educación e Identidad Nacional.

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KEY-WORDS

Citizenship, pardocracia, militiaman, republic.

Vecinos, milicianos y artesanos, o tuar ajustes desde el primer momento simplemente pardos de la reforma. En Cuba, el reglamen- to de Alejandro O’Reilly, quien reco- A comienzos del siglo XIX, los par- noció el valor de incorporar a las de- dos habían logrado cierta preeminen- fensas de la isla a la numerosa gente cia política en algunos centros urba- de color, proveyó batallones de mo- nos distantes de Cartagena, la “ciu- renos (negros) y pardos (mulatos), dad cabeza de provincia”. En 1801, cada uno con una plana mayor de ve- los vecinos de la villa de Tolú, en el teranos blancos en cuyas manos des- marco de un republicanismo munici- cansaba el mando efectivo. En pal característico del Antiguo Régi- Cartagena, el alto nivel de integración men, que en la sociedad neogranadina racial en las distintas comunidades tenía sus raíces profundas en las no- hizo difícil, si no imposible, que los ciones de república y bien público militares formaran cuerpos de una u como valores fundamentales, reco- otra clase social exclusiva, la cual mendaban “como buenos padres de confrontaron con una “confusión de la República, ciudadanos y compa- colores”. Aunque en la ciudad se con- triotas” para la buena marcha de la formaron dos batallones, uno de blan- corporación, el “bien público y eco- cos y otro de pardos, fue necesario nómico”.1 Sin embargo, al año si- utilizar tres compañías establecidas en guiente vecinos blancos reclamaban otros lugares de la provincia para los cargos del cabildo de la villa, los completar cada uno, las cuales eran cuales eran desempeñados ocasional- denominadas de “todos colores”. Ello mente por pardos, quienes, según las era una manifestación irrefutable de normas del derecho indiano no podían la imposibilidad de mantener clasifi- ocuparlos.2 caciones claras. Así, en los llamados partidos de Barranquilla, Lorica y Por otra parte, la formación de una Mompós funcionaron compañías de milicia disciplinada según real orden blancos, pardos, zambos, pardos-zam- de 18 de marzo 1773, aplicando el bos, cuarterones, morenos y de todos modelo cubano, en cuanto al pardo, colores. En estas últimas se podían en Cartagena presentó limitaciones encontrar quinterones, cuarterones, concretas frente a las realidades demo- mestizos, zambos, cholos, mulatos, gráficas que hicieron imposible efec- morenos, blancos y pardos.3

1 Archivo General de la Nación (AGN), Cabildos, tomo 2, fo. 518v.

2 Ibíd., fo. 588.

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Los descendientes de parientes negros disruptivo. En síntesis, el estatus del presentaban dos clasificaciones: “mo- pardo fue mantenido sin importar las reno”, es decir, con un parentesco ne- tensiones raciales y sociales que ello gro más directo; el otro, pardo, incluía podía suscitar.6 A pesar de la igualdad varios tipos de mulatos, algo del privilegio, existían diferencias que “achocolatados”, “café con leche” o se extendían hacia el sistema de vida “piel canela”.4 En el interior de la mi- social externa al cuerpo militar. Por licia la diferencia solo se presentaba ejemplo, los militares pardos no po- en la remuneración que recibían los dían asistir a las fiestas de sus simila- pardos. Los oficiales no percibían o no res blancos o participar en sus espa- distinguían las sutiles diferencias ra- cios de sociabilidad. ciales y llamaban a todos pardos. Sin embargo, la incorporación de las cas- Tanto en Cuba como en Cartagena, la tas a las milicias planteó una cuestión flexibilidad racial impulsada por las crucial en las diferencias inherentes a autoridades españolas intentaba man- la estructura militar. La evaluación pri- tener la tranquilidad doméstica y con- maria del estatus en los militares con- trarrestar las pretensiones de poder de sistía en el ejercicio de los privilegios los notables criollos y españoles para y la expresión de una identidad corpo- lo cual el pardo costeño, rativa.5 específicamente, era considerado como un aliado político de suma im- El privilegio o fuero concedido a los portancia. Pero, mientras ellas busca- pardos planteó un dilema especialmen- ban explotar tensiones raciales, para el te escabroso que podría amenazar el pardo costeño significó la obtención orden social. Antes de la reforma mili- de prestigio y estatus incluidos en los tar, los negros y sus descendientes no privilegios militares reforzados por el eran importantes desde el punto de vis- fuero militar. Este elemento, en manos ta de la movilidad social. Ahora am- de los soldados y milicianos pardos y pliado, el fuero adquirió otro signifi- mulatos, originó fuertes enfrenta- cado social y por lo tanto, político. La mientos con la jurisdicción ordinaria, Corona española lo extendió a los par- dominada por criollos que veían ame- dos para igualarlos a los notables blan- nazados sus empleos por privilegios de cos y así mantener equilibrada la ba- tanto prestigio, en poder de la clase hu- lanza social y contener un potencial milde y los sectores plebeyos.7

3 KUETHE, Allan J. “Flexibilidad racial en las milicias disciplinadas de Cartagena de Indias”, Historia y Cultura, no 2, 1994, pp. 177-191. 4 Para estas definiciones, véase, LANGUE, Frédérique, “La pardocratie ou l’itinèraire d’une «classe dangereuse» dans le des XVIIIe et XIXe siècles”, en, Caravelle, n0 67, 1997, pp. 57-72. Traducción de Julio Maldonado Arcón. 5 KUETHE, Allan J. “The status of the free pardo in the disciplined militia of New Granada”, Journal of black history, vol. 56, no 2, 1971, pp. 105-117; p. 109. Traducción de Julio Maldonado Arcón. 6 Ibíd., pp. 110-111. 7 MARCHENA FERNÁNDEZ, Juan, Ejército y milicias en el mundo colonial americano, Madrid, Editorial

Mapfre, 1992, p. 173.

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En 1780, el regente visitador Juan neogranadina el mundo de los artesa- Francisco Gutiérrez de Piñeres le es- nos como verdadero grupo social, asu- cribía al Ministro de Indias deploran- mido como clase social identificado en do la presencia de las unidades de co- la época de la colonia y que se impuso lor en el cuerpo militar, ya que “el más en el transcurso del siglo XIX. La re- vil negro, mulato, tercerón, etc., se valorización de los oficios manuales considera ya igual a cualquier hombre durante el reinado de Carlos III, per- blanco, y en lugar de respetar como mitió a los artesanos gozar de algunos antes a la nobleza, sino que se pone al privilegios: primero por el reconoci- nivel de ella, por lo menos ha desapa- miento teórico a falta de serlo en la recido aquella subordinación que tan- práctica y en lo cotidiano. En adelan- to servía para conservar la armonía que te, no podían ser encarcelados por resulta de las jerarquías y se ha disipa- cuestiones de deudas, ni tampoco se le do el ascendiente que la sostenía”.8 podían decomisar sus herramientas de trabajo. Al tiempo, algunos pardos aco- Una de las razones que explican la modados económicamente, empezaron importancia adquirida por los pardos a solicitar la dispensa de su condición a comienzos del siglo XIX, dentro de porque aspiraban a lograr por medio la sociedad del Caribe neogranadino, de algunas compensaciones económi- se basa en algunas evidencias demo- cas, el título de “don” que autorizaban gráficas que, sin embargo, no explican las Reales Cédulas de Gracias al Sa- lo suficiente el papel jugado por estos car en 1801. En el interior de esta élite actores sociales y que la variable edu- urbana de pardos sobresalían cativa no ayuda a aclarar sino en casos merecidamente los artesanos quienes e individuos bien precisos.9 se verían estigmatizados por los repre- sentantes de los cabildos. Pero al mis- Además de los empleos milicianos y mo tiempo, los cabildos debían preocu- los ocasionales en los cabildos, las ac- parse por la formación educativa y pro- tividades productivas de los pardos, es fesional sin tener en cuenta el origen decir, su papel en lo económico, pre- racial de los interesados.10 sentaba, por el contrario, un interés superior si se analiza el fenómeno his- También, sin tener en cuenta los con- tórico que constituía en la sociedad flictos jurisdiccionales entre el cabil-

8 “Gutiérrez de Piñerez a Gálvez, Santa Fe, 31 de marzo de 1780, Archivo General de Indias, Quito, 574”, citado en, Allan J. Kuethe, “Flexibilidad racial en las milicias disciplinadas…”, pp. 186-187. 9 La historiadora Aline Helg cita el caso de José Noble, vecino de Cartagena, en 1801, “solicitando se declare a Diego su hijo y demás hermanos por Españoles, libres del origen de pardos, y hábil para ser admitido en el colegio de San Carlos de Cartagena”, HELG, Aline, Liberty and equality in Caribbean Colombia, 1770-1835, University of North Carolina Press, 2004, p. 284. Asimismo, Alfonso Múnera cita la dispensa que, en 1810, Pedro Romero, imploró al rey para que su hijo mayor Mauricio estudiara leyes, MÚNERA, Alfonso, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1777-1810), Bogotá, Banco de la República-El Ancora Editores, 1998, p. 200.

10 LANGUE, Frédérique, Op. cit., p. 66..

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         do secular, el eclesiástico y el gober- En resumen, un pardo podía ser según nador de la provincia de Cartagena, los las circunstancias, vecino, compadre, pardos artesanos participaban de las comerciante, miliciano, artesano, ofi- fiestas religiosas en la ciudad. Por cial o maestro de un gremio, miembro ejemplo, en la celebración de la “San- de una cofradía religiosa o de una fac- tísima Inmaculada Concepción”, ellos ción política, o simplemente pardo, es- construían y decoraban los templetes, tigma que por regla general él trataba organizaban las comedias, las corridas de evitar. Con la nueva situación ge- de toros e introdujeron los fuegos arti- nerada luego de 1810, la cual recono- ficiales como parte de la celebración ció en todo vecino útil como en el ciu- religiosa. También participaban en la dadano honrado, aunque pobre, la fa- procesión y en los rituales consagra- cultad de nombrar sus representantes, dos a la virgen, en un lugar presidido algunos pardos lograrían participar en por “el Ylustre gobernador y coman- la vida social en calidad de iguales a dante General, vuestra excelencia se- los blancos. Políticamente el hecho sig- ñor Deán y cavildo de esta Santa igle- nificó una verdadera “revolución de la sia, señores ofiziales, reales capitanes igualdad”.12 del batallon de esta plaza, cabos y sar- gentos de el gremio de mercaderes y La republica ante la clase peligrosa el de los pardos; cada cual de su res- de los pardos pectivo día con toda solemnidad en adorno de iglesia, altar y, concurso sin Pero esa nueva situación generada por otros festejos publicos a excepción de la Independencia, originó calificativos los dichos pardos que siendo como son tendenciosos sobre los pardos, los cua- tantos han adelantado su funcion a los les comenzaron a ser considerados demas con hazer varios fuegos la no- como una clase peligrosa o multitud che antes del día de su fiesta, unica peligrosa.13 El calificativo surgió en- variedad y aumento que ha observado tre los notables. Estos actores en las expresadas festividades cartageneros del proceso de indepen- haviendo oydo que en el presente año dencia consideraron que paralelo a quieren los señores ylustre cavildo se- este, se consolidaba una forma repu- cular añadir a los demas a una o dos blicana de gobierno. En ella, la ciudad comedias, toros y fuegos”.11 era el verdadero actor y centro del pro-

11 AGN, Milicias y marina, tomo 73, fo. 768. Cursivas nuestras. 12 Véase, ROSANVALLON, Pierre, La consagración del ciudadano, México, Instituto Mora, 1999, principal- mente la “Introducción: La revolución de la igualdad”, pp. 9-35. Una ilustración apropiada sobre el impacto de la revolución igualitaria en la vida social colombiana, desde una perspectiva diferente, la proporcionó un viajero inglés, quien presenciaba un baile, al cual habían sido invitados miembros de “todas las clases sociales”, y en el que se confundían “la esposa del ministro de finanzas entre las señoras de los latoneros, sastres, camiseros, etc., bailando a la española, en la mejor demostración de igualdad del republicanismo”, STUART COCHRANE, Charles, Viajes por Colombia 1823 y 1824, Bogotá, Banco de la República, 1994, p. 196. (Cursivas nuestras). 13 La expresión “clase peligrosa, es de, LANGUE, Frédérique, Op. Cit. La de “multitud peligrosa” (la multitude dangereuse), en, HEBRARD, Véronique, Le Venezuela Indépendant. Une nation par le discours, 1808-1830,

Paris, Editions L’Harmattan, 1996, pp. 52-56. Traducción de Julio Maldonado Arcón.

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         ceso junto con los cuerpos que la cons- conservadora de los derechos de Fer- tituían: su sanior pars, la parte más nando VII el 22 de mayo de 1810, con sana del pueblo, reunida en junta su- la jornada del 14 de junio de 1810, en prema, era el patriciado urbano;14 la cual la movilización del pueblo fue igualmente, las castas o libres de to- fundamental para deponer y expulsar dos los colores, denominada a veces al gobernador provincial Francisco populacho, plebe, clase tumultuaria; Montes, con el pretexto de practicar así como los esclavos e indios, los cua- una conducta afrancesada. También la les estaban excluidos del discurso re- declaración de independencia absolu- publicano. ta el 11 de noviembre de 1811, junto con una participación popular Por “ciudad” o “República” se aludía radicalizada influyó en la convocato- a un sujeto colectivo compuesto por ria de una Convención general encar- quienes detentaban los empleos públi- gada de redactar la Constitución del cos: alcaldes ordinarios de primera y Estado de Cartagena de Indias promul- segunda elección o nominación, gada en junio de 1812.17 regidores o capitulares, el alférez real, el procurador del común, el alguacil Antes y simultáneamente con esos mayor, los escribanos del cabildo y el acontecimientos, ocurrieron otros he- fiel ejecutor.15 El concepto de Repú- chos que marcarían las relaciones en- blica, señala Richard Morse, se vincu- tre “todas las clases del pueblo”. Por la a la idea de una polis agrourbana ejemplo, en la misma fecha de la crea- constituida por grupos funcionalmente ción del gobierno provisional en la ciu- según el oficio y el rango social.16 dad de Cartagena era una carta anóni- ma, en la cual se señalaba que, “los En la nueva situación, el ideal patricio pardos se han asumido á un tono ya proyectó la República como resultado casi insoportable, capaz de imponerse de un proceso que comenzó con la no solamente a la Junta sino también a constitución de esa Junta de Gobierno toda la familia blanca, lo que nos trae

14 Archivo Restrepo (AR), vol. 9-14, fos. 2-3, “Bando publicado por el muy ilustre cabildo de esta ciudad de Cartagena de Indias sobre el establecimiento de una Junta de Gobierno por el estilo y principios de la estableci- da en Cádiz, Cartagena de Indias, 22 de Mayo de 1810”. Sanior pars, “parte más sana”, expresión que se utilizaba para aludir al patriciado urbano considerado la “parte más sana del pueblo”. 15 En este tema se mantenía la tradición hispánica conforme a la Ley II del Titulo VII, libro IV de la Recopila- ción de Leyes de los Reinos de las Indias, la cual establecía: “Que haviendo elegido sitio, el Governador declare si ha de ser Ciudad, villa, ó Lugar y assi forme la república”, en, CORRALES, Manuel Ezequiel, Documentos para la historia de la provincia de Cartagena hoy Estado Soberano de Bolívar, en la Unión Colombiana, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1883, tomo 1, p. 71. 16 MORSE, Richard “The urban development of colonial Spanish America”, en, The Cambridge History of Latin America, CUP, vol II, 1984, pp. 90-141; citado en, LEAL CURIEL, Carole, “Del Antiguo Régimen a la “modernidad política”. Cronología de una transición simbólica”, Anuario de Estudios Bolivarianos, Universi- dad Simón Bolívar, , Año IX, nº 10, 2003, p. 77. 17 Conde Calderón, Jorge, “11 de noviembre de 1811: Independencia de Cartagena, El pueblo en armas”, en, 50 días que cambiaron la historia de Colombia, Bogotá, Revista Semana-Editorial Planeta, 2004, pp. 71-74.

18 AR, vol. 26, fo. 25, “Carta del 22 de Mayo de 1810”.

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         a todos bastante consternados con sus que por nacimiento, la propiedad, el importunas pretensiones de igualdad matrimonio y por otras razones son en todo derecho a fuero, y privilegios; hijos del país y que tienen una Patria parece que se cuenta con armar y dis- que defender y de la cual pueden es- ciplinar a todos los blancos para con- perar alguna recompensa cuando sus tener tanta audacia”.18 acciones lo ameriten. Modificar esos principios y negarles la igualdad de En conjunto, se trataba de un momen- derechos es una injusticia manifiesta, to durante el cual Cartagena transita- una usurpación y una política odiosa ba de un período de lealtad al monar- que nos llevará a la ruina. Considero ca, a la declaración de su Independen- que la revuelta y los males de Valen- cia. En 1811, el debate suscitado a pro- cia no tienen más origen que ese”.19 pósito de la concesión de la ciudada- nía a los libres de color, y particular- Al mismo tiempo otro diputado, ya mente a los pardos, se realizó no solo concedida la ciudadanía a los mulatos, en medio de una profusa circulación plantearía unas preguntas sutiles que de impresos, sino también con la in- en el largo plazo se convertirían en el tención, y a la vez el temor, de evitar principal problema social y político de que su rechazo originara conflictos ra- los vecinos notables de aquellas pro- ciales signados por un radicalismo po- vincias en las cuales la presencia de lítico de tinte jacobino. los mulatos era inquietante y podría convertirse en un factor de A este riesgo se sumaba el peligro de radicalización igualitaria: “¿Los mu- que los mulatos se alzaran en armas latos, iguales en todo aquí, gozan de para obtener por la fuerza un derecho sus derechos de ciudadanos que les son adquirido por sus iguales en otras pro- negados allá, no emigrarían en gran vincias del reino. También estaba la- número porque le causarían un daño tente otro peligro: la mayoría demo- directo a su agricultura, a sus trabajos gráfica de los pardos en algunas de esas y al ejército? ¿al recibir en su seno a entidades político administrativas. un buen número de individuos, no des- Además, como lo reconoció un dipu- truiría el equilibrio entre sus habitan- tado venezolano, a mediados de ese tes en materia de propiedad, de cos- año, en medio de los debates origina- tumbres de propiedades, de abusos y dos sobre la concesión de la ciudada- otras cosas y no se vería también ex- nía a esa clase: “Los mulatos son ins- puesta a ser dominada por el más fuer- truidos; conocen sus derechos, saben te?”.20

19 “Sesión del 31 de julio de 1811”, Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela, 1811-1812, Caracas, 1960, vol. 1, p. 259-260. Citado en, HEBRARD, Véronique, Le Venezuela Indépendant. Une nation par le discours, 1808-1830, p. 112. 20 Sesión del 31 de julio de 1811, Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela. 1811-1812, Caracas,

1961, vol. 1, p. 255. Citado, en, HEBRARD, Véronique, Op. Cit., p. 112.

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Se puede inferir entonces que tres pro- plan preveía la creación de una Divi- cesos articularon y revelaron el ideal sión de Artilleros integrada por los patricio que presidió la formación de “patricios vecinos, que á la par con los la Junta cartagenera del 22 de mayo europeos estaban alistados para volun- de 1810 y correspondían al imagina- tarios”. rio de los notables. En primer lugar, se celebraría la acción de los primeros El tercer momento correspondió pre- patriotas cartageneros que constituye- cisamente al surgimiento de las prime- ron la Junta Conservadora de los De- ras amenazas importantes para el nue- rechos de Fernando VII, e inmediata- vo orden. La de mayor dimensión fue mente considerada como ejemplo. El la insurrección del Regimiento “Fijo”, patriotismo se conjugaría entonces a en la mañana del 4 de febrero de 1811. la manera de los hombres ilustrados, La causa del levantamiento fue el nom- los cuales, pacíficamente, se entrega- bramiento realizado por la Junta como ron a la defensa de la Nación españo- jefe interino del Regimiento del Te- la. El segundo tiempo de este proceso, niente Coronel del Regimiento Auxi- corresponde a la preparación de la liar de Santafé José María Moledo. “elecciones parroquiales, las de Parti- Aunque el teniente general Antonio do y en las capitulares para el nombra- Narváez, quien dirigió la “operación miento de Diputados en la Suprema indiscreta” para controlar la insurrec- Junta de la Provincia de Cartagena” ción, afirmaría que todo era obra de con la publicación, en diciembre de “algunos que pensaban abolir la Junta 1810, del primer Reglamento Electo- y restablecer el antiguo gobierno”, en ral.21 el fondo, había razones más podero- sas.23 Aunque el imperativo pacifico de la empresa fue reafirmado sin cesar, el de Moledo, uno de los instigadores del 20 defensa, interior y exterior, formaba de julio en Santa Fe de Bogotá, poseía parte de las prioridades del gobierno. una personalidad que causó desconten- Desde el mes de mayo, se adoptó un to entre los soldados, la mayoría ma- primer plan de organización militar nejados por los oficiales, quienes los ante el denuncio de estar preparándo- indujeron a la desobediencia so pre- se “una conmoción popular contra el texto de que él no era nativo de la ciu- Gobierno y cuerpos militares”.22 El dad. Una vez movilizados por el Capi-

21 AR, vols. 9-14, fos. 20-25, “Instrucción que deberá observarse en las elecciones Parroquiales, en las de Partido, y en las Capitulares pare el nombramiento de Diputados de la Suprema Junta de la Provincia de Cartagena, Diciembre 11 de 1810”. 22 “Oficios cambiados entre el señor Gobernador de Cartagena y Alcaldes ordinarios, sobre temores de una subversión del orden. Cartagena, Mayo 15 de 1810. Josef María García de Toledo y Miguel Díaz Granados. Señor Gobernador Don Francisco de Montes”, CORRALES, Manuel Ezequiel, Op. Cit., p. 65. 23 “Oficio del Teniente General don Antonio Narváez al Secretario de Estado del Despacho Universal de Indias, Cartagena, 7 de febrero de 1811”, en, RESTREPO, José Manuel, Documentos importantes de Nueva Granada,

Venezuela y Colombia. Apéndice de la Historia de Colombia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1969, tomo I, p. 19.

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         tán Miguel Gutiérrez y algunos oficia- En términos generales, esta situación les, los soldados se dirigieron en co- fue aprovechada por los pardos, y en lumna hacia el lugar donde se reunía general por la “gente de color”, para la Junta de Gobierno. Para sofocarlos, demostrar su potencial político. La el poder civil que ellos trataban de in- narración de los mismos acontecimien- timidar con su poder insurreccional y tos realizada por el mulato Manuel Tri- desfile marcial, movilizaron “para sos- nidad, quien era teniente del batallón tener a la Junta las cinco compañías de voluntarios pardos, permite inferir del cuerpo de voluntarios blancos y el carácter radical adquirido por la cinco del de pardos, que con el nom- movilización de estos sectores. Manuel bre de Patriotas había formado ésta, y Trinidad narró que una multitud “de hecho instruir algunos meses hace, y más de 400 hombres con lanzas, sa- agolpados delante de la plaza y calles bles, machetes y hachas… siguieron a inmediatas multitud innumerable del las prisiones”, y en la noche todo “fue pueblo con machetes, lanzas, trabucos de revolución”. A la mañana del día y escopetas para el mismo efecto”.24 siguiente la furia de la multitud arre- ció con la vinculación de “más de 200 En realidad, la insurrección del Regi- zambos armados”.26 Indudablemente, miento “Fijo” no fue una oposición que en ese momento el gobierno de política de los regentistas al nuevo Cartagena ya había olvidado el oficio poder juntista: era el reflejo de la an- del 15 de mayo de 1810, en el cual se tigua rivalidad entre las ciudades. La ordenaba acuartelar las milicias y re- Junta de Santa Fe nombró a Moledo coger “todas las armas del poder del y, en esa época los nombramientos en armero Pedro Romero”.27 cada localidad o provincia eran parte del poder autonómico de la respecti- Sin embargo, estos hechos no modifi- va Junta, en este caso la cartagenera. caron las disposiciones electorales, Por tal razón, y en aras de corregir aunque obligaría a definir, en contra- “el motivo más poderoso de la queja punto de la familia de los patriotas, la del regimiento”, Narváez les hizo ver, de los traidores y facciosos y publicar “que ya la Junta, por mi representa- las primeras medidas a excluirlos, in- ción, ya había revocado [el nombra- cluso eliminarlos físicamente. Esto miento de Moledo] y dejádolo a mi permite la aparición en la escena de arbitrio”.25 los hombres en armas, quienes oficial-

24 Ibíd., p. 20. 25 Ibídem. 26 “Carta en que se refieren muchos hechos relacionados y consiguientes a la sublevación del Regimiento Fijo de Cartagena”, CORRALES, Manuel Ezequiel, Efemérides y anales del Estado de Bolívar, Bogotá, Casa edito- ra de J. J. Pérez, 1889, tomo II, pp. 65-67. 27 “Oficios cambiados entre el señor Gobernador de Cartagena y Alcaldes ordinarios, sobre temores de una

subversión del orden”, CORRALES, Manuel Ezequiel, Op. Cit., p. 66.

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         mente estaban llamados a sostener, in- y 270 individuos de la tropa española, cluso a impulsar la acción política, por quienes estaban destinados al servicio cuanto algunos de ellos eran en parte y obras de mantenimiento. El propósi- actores políticos de primera fila. to del grupo de asalto era ejecutar a los prisioneros españoles, en Al respecto, la constitución de retaliación por el sitio y para cumplir Cartagena no cambió, reconociendo la con lo que “gentes exaltadas” pedían “utilidad” de la milicia y los cuerpos a las autoridades: “que los oficiales patriotas y evitando de esa manera un fueran pasados por las armas”. La ac- conflicto inmanejable con la clase par- ción se frustró y sólo fueron “degolla- da.28 Este reconocimiento no disminu- dos” once prisioneros. Para capturar y yó los conflictos; por el contrario, la castigar a los responsables, el gobier- aparición del hombre en armas impri- no comisionó al coronel Remigio mió un carácter peculiar a las accio- Márquez, quien capturó a los presun- nes de algunos individuos, alentadas tos responsables del atentado, quienes por la dinámica de la lucha de emanci- “pertenecían a la marina y a la artille- pación. Un factor que convirtió a la ría, casi toda formada por gente de co- ciudad de Cartagena, en el puerto en lor de Getsemaní y pueblo de la ba- el Caribe con la mayor concentración hía”.29 de militares de otros países. Un buen contingente de venezolanos había arri- Márquez destituyó y redujo a prisión bado a la ciudad luego del desastre de a los sospechosos, en los mismos ca- las fuerzas patriotas en ese territorio. labozos de la Inquisición. El coman- Otro grupo de soldados negros dante de la plaza, el general Manuel haitianos al mando de Histoy también del Castillo, partidario de castigarlos estaba presente en el puerto caribeño. con la vida por su delito, ofició a Esto último proporcionaba razón sufi- Márquez para que acelerara el proce- ciente para que los notables siguieran so. Las noticias llegaron a Getsemaní insistiendo en llamar clase peligrosa a originando un “estado de fermento” los pardos. Igualmente, los aconteci- que obligó al gobierno a llamar a las mientos parecían contribuir a reforzar armas las tropas de línea y encargar la semejante caracterización. custodia de las prisiones a los haitianos comandados por Histoy. Los negros Durante el sitio de la ciudad por las haitianos le notificaron al comandante fuerzas españolas dirigidas por Pablo de la plaza que ellos no “estaban obli- Morillo, un grupo de militares irrumpió gados a batirse sino con los españo- en los calabozos de la Inquisición, en les”. Castillo entendió “que no debía donde estaban prisioneros 18 oficiales seguir confiándoles las prisiones por-

28 “Constitución política del Estado de Cartagena de Indias expedida el 14 de Junio de 1812”, Ibid., pp. 136-137. 29 JIMÉNEZ MOLINARES, Gabriel, Los mártires de Cartagena de 1816 ante el consejo de guerra y ante la

historia, Cartagena, Imprenta departamental, 1950, tomo II, p. 191.

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         que se habían inteligenciado con las y mucho menos en nuestros países tropas de color” cartageneras. Final- compuestos de tan diferentes clases… mente, los sospechosos fueron dejados nuestras [características] exigen que libres y a cambio deportados, con lo detestemos el mortal veneno de la oli- cual el gobierno creyó eliminar “firme garquía, y temamos al mismo tiempo y ciertamente el peligro que entrañaba los males que causará una popularidad la exaltación de las fuerzas de color, tumultuaria”.31 con el enemigo a las puertas”.30 El fusilamiento de Piar o el anuncio El problema con los pardos consistía de una derrota en que ellos se sentían iguales y como tales sus acciones estaban encamina- La aplicación de principios básicos del das a reforzar lo que entendían por li- liberalismo como libertad e igualdad, bertad e igualdad ciudadana. Estos que tanto entusiasmo generó entre los principios estaban consagrados en la mulatos, pardos, negros libres y escla- Constitución del Estado de Cartagena vos del Caribe insular, contagió a esos de Indias, la cual reconocía como ciu- mismos sectores sociales del Caribe dadanos a los individuos libres de “to- colombiano. El carácter racial de los dos los colores”. Sin embargo, esto no eventos revolucionarios y era un remedio definitivo. Los conflic- posrevolucionarios entre 1793 y 1835, tos se mantenían por igual. Parece ser en el Caribe, le sirvió a los notables que a medida que el estatus y condi- blancos para calificar de pardocracia ción social y política reconocida a los las pretensiones políticas y la lucha por pardos cambiaba, sus aspiraciones el poder de la “clase emergente” de par- igualitarias se multiplicaban. Al res- dos y mulatos. pecto, las reflexiones de un observa- dor alertaban a sus contemporáneos Por consiguiente, pardocracia no fue sobre las acciones de la “clase peligro- una expresión acuñada por ellos; todo sa” de los pardos, las cuales, recomen- lo contrario: correspondió a una estra- daba, debían enfrentarse con “pruden- tagema lingüística de los notables para cia” y “sabiduría”, ya que “por evitar disfrazar su miedo por una guerra so- a Caribdis nos estrellemos contra Es- cial o, como la llamaron los contem- cila porque ambos efectos son peligro- poráneos, por una eventual “guerra de sos. Una igualdad absoluta es quimé- colores”, la cual fue convertida en el rica, jamás existirá entre los hombres enemigo que podía aparecer de un

30 Ibíd., p. 196. Según declaraciones de Castillo, durante el consejo de guerra que le siguieron las autoridades españolas de reconquista, los haitianos “eran todos negociantes artesanos o capitanes de barcos”. 31 “Continúan las reflexiones sobre nuestro estado”, El Argos Americano, 5 de Noviembre de 1810, n0 9. Carib- dis y Escila eran dos rocas opuestas del mar de Sicilia. Homero y los poetas latinos las personificaron en dos monstruos que acechaban a los navegantes. El empleo de “entre Caribdis y Escila”, remite a la frase “entre dos peligros, de manera que es difícil evitar uno sin caer en el otro”; véase, Diccionario General Ilustrado de la Lengua Española, prólogos de Don Ramón Menéndez Pidal y Don Samuel Gili Gaya, sexta reimpresión, Bar-

celona, Bibliograf, 1980.

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         momento a otro. Al respecto, Georges hubo en Mompós, Cartagena y Santa Lefevbre, refiriéndose al “gran páni- Marta algunos movimientos de negros co” francés de 1789, señala que “cuan- que se creen conectados con . do una asamblea, un ejército o pobla- Felizmente se descubrieron las tramas ciones íntegras esperan la aparición del y han sido fusilados los autores. Con enemigo, es indudable que en algún esto y con la subyugación de los ne- momento se creerá que ha llegado”. El gros rebeldes de Jamaica, esperamos rumor del enemigo ya próximo afecta que todo calmará”.34 Al respecto, el significativamente a las personas más gobernador de Cartagena informaba, emotivas, quienes darán la alarma. Al- proporcionando cifras quizás exagera- gunas veces solo basta con la presen- das, del numero de participantes de lo cia de un individuo sospechoso. En ese que él calificaba “horrorosa revolución mismo tipo de personas interviene la de 12.000 esclavos negros armados de autosugestión y creen ver y oír. En los Jamaica que estaban dispuestos a des- momentos de pánico, el poder de la truirlo todo”.35 policía se vuelve puramente nominal. Entonces la milicia y la masa Así como aparecieron estos informes tumultuaria se lo atribuyen a sí mis- que oscilaban entre la exageración y mas.32 lo apocalíptico, surgieron opiniones despectivas sobre los pardos y su ca- En el caso del miedo que despertaron pacidad para administrar la Repúbli- los pardos así como el temor que se ca. El citado Restrepo, refiriéndose a sentía por los separatistas, conspirado- los acontecimientos revolucionarios res, sediciosos, individuos señalados del año 1831 que acabaron con el “omi- de profesar jacobinismo o noso” sistema departamental, señala- robespierrismo, siempre aparecieron ba: “En Cartagena hay sus movimien- asociados en el espíritu de los notables tos. El partido demagógico ha querido y muchas veces en el de la sociedad en deponer a las autoridades y nombrar general.33 Por ejemplo, José Manuel gobernador a un [Juan] Madiedo, que Restrepo, un representante de los no- es loco charlatán. Se impidió esta aso- tables con larga trayectoria burocráti- nada y seguía la causa. En Santa Mar- ca que le permitió tener acceso a todo ta y Mompós se temían, según las últi- papel oficial, en 1831, señalaba con un mas noticias, movimientos de los par- dejo de felicidad: “En el mes anterior dos contra los blancos, y se tomaban providencias para impedirlos”.36 Si-

32 LEFEBVRE, Georges, El gran pánico de 1789, Barcelona, Ediciones Paidós, 1986, pp. 70 y 123. 33 Ibíd., p. 190. Aunque es pertinente señalar que también puede existir algún interés en propagar el miedo entre determinados sectores sociales, ya que ello puede reportar algún beneficio a una o varias personas, como plan- teamos más adelante. 34 RESTREPO, José Manuel, Diario político y militar, tomo II, p. 230-231. 35 “Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre una revolución de negros esclavos en Jamaica”, AGN, República, Gobernaciones, t. 42, fo. 2.

36 RESTREPO, José Manuel, Op. Cit., p. 220.

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         multáneamente, daba muestras de re- las dos Repúblicas venezolanas por la gocijo porque “en la noche del 14 de acción de pardos y negros cuyos resen- agosto último se descubrió en timientos de “clase” contra los Cartagena una junta de conspiradores mantuanos estimularon a blancos como de la clase baja que tramaban contra el caudillo asturiano José Tomás Boves. las autoridades. Más de 14 fueron con- En los años siguientes, Bolívar se em- ducidos a la cárcel y se les seguía su peñó en captar las simpatías de los par- causa; eran de los pardos, que son te- dos, mulatos, negros y llaneros procla- mibles en aquella ciudad”.37 Pero de mando en 1816 la liberación de los es- inmediato parecía perder parte de su clavos. Pero al año siguiente, hizo fusi- felicidad cuando afirmaba que “los par- lar al mulato-pardo Manuel Piar, acu- dos y esclavos serán aún más temibles sado de deserción y de promover una si pasan en el parlamento inglés las “guerra de colores” –como le llamaba leyes o resoluciones por las que se da Bolívar a la guerra social-. Así, lograba libertad a todos los negros esclavos.38 mantener en un doble juego, las lealta- des criollas e imponer discretamente Pero no solo Restrepo y el gobernador una disciplina racial que profundizaría de Cartagena mostraron un profundo en otros escritos privados hasta sus úl- temor por los pardos. Bolívar, quien timos días.40 conoció de cerca la presencia inquie- tante de pardos y negros en Cartagena Los acontecimientos posteriores al fu- y vivió la de Caracas, tendría en cuenta silamiento de Piar el 16 de octubre de ambas experiencias al momento de 1817, oscilaron entre las mayores am- plantear en su célebre Carta de Jamai- bigüedades respecto al tema de la ca: “Seguramente la unión es la que nos pardocracia. El día posterior a la eje- hace falta para completar la obra de cución, Bolívar la justificó en la pro- nuestra regeneración […] por fortuna, clama que dirigió a los pueblos de Ve- entre nosotros, la masa ha seguido a la nezuela y a los soldados del ejército li- inteligencia”.39 Tener en cuenta ambas bertador, señalando que con ella no solo experiencias es imprescindible para se evitaba “la guerra civil, sino la anar- comprender a qué se refería el Liberta- quía”, las cuales sepultarían “la igual- dor en ese pasaje. Sin embargo, la ex- dad, la libertad y la independencia [que] periencia venezolana es la de mayor son nuestra divisa” y solo mediante ella peso en la redacción del texto, ya que fue que recobramos los más elementa- se realiza luego de la caída, en 1814, de les “derechos por nuestras leyes, roto

37 Ibíd., p. 294. 38 Ibíd. 39 BOLÍVAR, Simón, Escritos políticos, Selección e introducción de Graciela Soriano, Madrid, Alianza Edito- rial, 1975, p. 83. 40 GRASES, Pedro, comp., Pensamiento político de la emancipación venezolana, Caracas, Biblioteca Ayacucho,

1988, pp. 386-387.

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         las cadenas de los esclavos” y abatida Indudablemente, el Libertador no se para siempre “la odiosa diferencia de había asustado con un fantasma cual- clases y colores”.41 quiera. El de un hombre soñador o un hombre solitario con la idea de hacer El proceso criminal, según la expre- una “guerra de colores” sino con un sión de la época, seguido a Piar tuvo individuo con un proyecto e ideario elementos que no es fácil encontrar en político, el cual la memoria histórica los realizados contra otros pardos de luego construyó como “símbolo de rango inferior en el cuerpo militar, autonomía regional y de las raíces mientras que él estaba “decorado del múltiples del mestizaje”.44 La lectura último grado de la milicia”.42 Las an- atenta del proceso seguido a Piar, re- teriores expresiones, tomadas de la vela como un conflicto de dimensio- proclama dirigida por Bolívar “a los nes sociales y raciales intentó ocultar- Pueblos de Venezuela” el 5 de agosto se con el planteamiento de una polé- de 1817, junto con otras, como su con- mica sobre su origen. El propio Bolí- dición racial y el peligro de que se des- var fue prisionero de esa discusión ina- atara una guerra social, en esta ocasión ne. En la proclama citada señaló: “En- dirigida por un Boves criollo, permi- greído el General Piar de pertenecer a ten concluir que el castigo impuesto al una familia noble de Tenerife, negaba general pardo debía ser ejemplarizante. desde sus primeros años, ¡¡¡qué horri- Y aunque la retórica bolivariana señaló ble escándalo!!! Negaba a conocer el como único propósito “emplear la es- infeliz seno que había llevado este pada de la Justicia contra un ciudadano aborto en sus entrañas. Tan nefando en que fue benemérito de la Patria”, pero su desnaturalizada ingratitud ultrajaba que cometió “el crimen más atroz que a la mima madre de quien había reci- ha podido cometer un hombre contra la bido la vida por el solo motivo de no sociedad, el Gobierno y la Patria”43 , lo ser aquella respetable mujer del color esencial del acontecimiento fue la im- claro que él había heredado de su pa- portancia que le atribuyó Bolívar. dre. Quien no supo amar, respetar y

41 BOLÍVAR, Simón, Discursos y proclamas, Buenos Aires, El Cid Editor, 1999, pp. 188-189(Cursivas nuestras). 42 POOL Y DANÍES, John de, BOLÍVAR y los Proyectos de Gobierno del Libertador. General CARLOS MA- NUEL PIAR, Conquistador de la Guayana, Panamá, Impreso en los Talleres de The Star & Herald Co., 1946, p. 115. Entre las páginas 109 y 278 están recopilados todos los documentos sobre Piar, desde su proceso hasta los relativos a la reclamación de sus bienes militares. Los documentos sobre proceso (pp. 109-199) fueron publica- do por primera vez en 1881 en las Memorias del General O´Leary (Caracas, Imprenta Nacional, 1946), pero reducidas. 43 Ibíd., p. 11. 44 SALAS DE LECUNA, Yolanda, “La construcción simbólica del héroe histórico según las voces de la memo- ria colectiva”, en, MATO, Daniel(Coordinador), Teoría y política de la construcción de identidades y diferen- cias en América Latina y el Caribe, Caracas, Editorial Nueva Sociedad, 1994, p. 154. El trabajo de Yolanda Salas realiza la reconstrucción histórica de Piar a partir del testimonio oral vinculado con la tradición histórica local y la memoria colectiva en la región de Guayana, “ámbito de la hazaña de Piar, fragua del mestizaje y cuna de la nacionalidad”, señala en otro trabajo la autora; véase, SALAS, Yolanda, “Piar, el héroe mártir de la Inde- pendencia”, Anuario de Estudios Bolivarianos, Universidad Simón Bolívar, Caracas, Año IX, nº 10, 2003, pp.

195-219.

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         servir a los autores de sus días no po- voy a Maturín, y al fin del mundo si es día someterse al deber de ciudadano y necesario, a ponerme a la cabeza de menos aún al más riguroso de todos, los que no tienen otro apoyo que sus el militar”.45 propias fuerzas, estoy seguro que ha- ciendo resonar por todas partes la jus- Con este tipo de caracterización resul- ticia de mis sentimientos y la necesi- ta difícil aproximarnos al conocimiento dad en que nos ponen de tomar las ar- de las estrategias que Piar emplearía mas cuatro mantuanos, por la ambición para ponerse, junto con el General San- de mandarlo todo, y de privarnos de tiago Mariño, “a la cabeza de los ne- los derechos más santos y naturales, gros” porque sino “estos [mantuanos] no quedará un solo hombre que no se pícaros se burlan de nosotros”.46 Nue- presente a defender tan digna causa”.48 vamente, el proceso proporciona pis- tas que nos aproximan a lo que podía Indudablemente, que entre la celeridad haber pensado Piar sobre su causa, a con que se llevó el juicio y la ejecu- pesar de que fue silenciado durante el ción de Piar mediaron otros elemen- juicio. El tribunal y los jueces no lo tos, principalmente el miedo por Hai- dejaban responder, hablar; luego de ser tí, un fantasma que recorría el Caribe. “preguntado” más de cinco veces, es Por otro lado, el arma de la “Reconvenido”(sic!) solo dos veces, conscripción de los negros, libres de en las cuales siempre comienza: color y esclavos confirió una base so- “Cómo dice que su conducta…”; cial y militar a un oficial pardo o mu- “Cómo dice que desde…”.47 Aún así lato, que hubiese alcanzado el “último aparece su voz, hasta en la versión del grado de la milicia”, para llevar a cabo proceso reducido de O´Leary, en la una “revolución de colores”. Entonces, boca del teniente coronel Juan Fran- el miedo resurgía renovado, lo cual ex- cisco Sánchez, quien afirmó que Piar plica también el fusilamiento del ge- le habló del siguiente modo: “Yo he neral Manuel Piar, quien, luego de par- sido elevado a General en Jefe por mi ticipar en la revolución haitiana como Espada y por mi fortuna, pero soy soldado, las circunstancias colocaron mulato y no debo gobernar en la Re- a la cabeza de los ejércitos pública; no obstante, yo he penetrado independentistas durante el exilio de el gran misterio de la administración, los jefes militares y políticos. Por otra y he jurado a mi honor restituirle la parte, su arresto y ejecución revelarían, libertad a tanto inocente que esta de- para los pardos, una ausencia de “con- rramando su sangre por encadenase ciencia de clase”: Manuel Cedeño, el más en una esclavitud vergonzosa; me compadre mulato de Piar, fue quien lo

45 POOL Y DANÍES, John de Op. Cit., pp. 111-112. 46 Ibíd., p. 134. 47 Ibíd., pp. 153-160.

48 Ibíd., pp. 119-120.

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         entregó a la justicia del estado mayor líticas con miembros de la “clase emer- bolivariano frente a sus hombres y gente” de mulatos y pardos. En otras también frente a su casta.49 El discur- palabras, en el Caribe colombiano tam- so pronunciado por el Libertador para bién existió un miedo interesado como reunir las tropas de negros, pardos y ha señalado Ada Ferrer, en su estudio zambos bajo la bandera de la Repúbli- sobre las representaciones originadas ca planteaba que la revolución –por en la sociedad esclavista cubana res- fuerza política- se había alcanzado con pecto a la revolución haitiana.52 En la proclamación de la igualdad de de- este caso, la reacción de los cubanos rechos.50 En realidad, todo conduce a notables, criollos y españoles contra la creer que Bolívar eliminó en la perso- revolución de los esclavos, fue produc- na de Manuel Piar un rival mucho más to menos del miedo que del cálculo. peligroso que un agitador mulato. Para Observando el derrumbe de la otrora lograr sus fines, esgrimió, en sus nu- próspera colonia francesa de Saint- merosos discursos, la amenaza de la Dominique (luego Haití), ellos se apre- “guerra de las razas”. Con esta sutile- suraron a llenar el vacío, importando za política buscó asegurarse el apoyo un número creciente de esclavos y de los mestizos guyaneses a quienes amasando una fortuna cada vez mayor poco preocupaba exterminar a los blan- gracias a sus plantaciones de caña de cos. El estigma racial aquí todavía, está azúcar. La revolución bien podía pro- lejos de eliminar el significado de la gresar y los franceses perderían la vida, conducta de los actores; es una varia- sus propiedades y sus tierras, se de- ble, entre otras, de su identidad.51 clararon partidarios de una línea de acción recordando viva y explícita- Aunque la desaparición de Piar no sig- mente a Cuba, lo que los franceses ha- nificó el de la amenaza latente de la bían hecho en Saint-Dominique. En pardocracia, su tratamiento político no pocas palabras, ellos buscaban conver- fue el mismo entre los notables des- tirse en lo que Haití había sido, recrear pués del decenio de 1820. Ella, real o una sociedad próspera fundada sobre inventada, también tuvo otras conno- el cultivo de azúcar, la esclavitud y el taciones basadas en el interés de algu- colonialismo, todos esperaban impedir nos notables por fomentar el miedo la sublevación que estas mismas insti- entre sus pares quienes consideraron tuciones habían llevado consigo a la posibilidad de realizar alianzas po- Saint-Dominique. Es así como las re-

49 Véase las declaraciones de Cedeño, en, POOL Y DANÍES, John de Op. Cit., pp. 122-123, 130-131. Sobre el compadrazgo y camaradería de Piar y Cedeño, véase el testimonio del cabo primero José Claro Sixto, en, pp. 150-151. 50 BOLÍVAR, Simón, Discursos y proclamas, pp. 188-189. 51 THIBAUD, Clément, «Coupè têtes, brûlè cazes» Peurs et dèsirs d’Haïti dans l’Amèrique de Bolivar”, Annales Histoire, Sciences Sociales, 58e année – n0 2, mars-avril 2003, (pp. 305-331), p. 328. Traducción de Julio Maldonado Arcón. 52 FERRER, Ada, “La société esclavagiste cubaine et la revolution haïtiene”, Annales Histoire, Sciences Socia-

les, 58e année – n0 2, mars-avril 2003, pp. 333-356. Traducción de Julio Maldonado Arcón.

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         percusiones de la revolución haitiana gran isla vecina. Aquí el interés por en Cuba, no pueden ser comparadas suministrar pruebas del miedo o de solo con la idea del miedo y el terror. refutar su existencia en el propio te- En efecto, el impacto de la sublevación rreno de los notables cubanos y espa- tuvo efectos contradictorios en Cuba: ñoles es menor que el de explorar los al tiempo que se creaba una concien- medios por los cuales, el derrumbe casi cia más amplia y una obsesión en tor- simultáneo de la revolución de escla- no a la rebelión y al poder de los es- vos en Haití y el rápido progreso de la clavos, se suscitaba un aumento masi- esclavitud en Cuba, han afectado los vo del número de quienes tenían un esquemas de interpretación de los con- estatus nuevo de “minoría”, para los ceptos de sociedad y de poder.53 blancos y un impulso económico se- mejante al del Saint-Dominique fran- En el caso del Caribe colombiano vale cés. plantearse: ¿Constituyeron los pardos una amenaza para la República? ¿Fo- Pero los cálculos y las suposiciones no mentaron entre los notables el miedo cegaron a los plantadores y al Estado. que los discursos, las acciones de al- Todo resaltaba la diferencia entre Cuba gunos pardos como agentes del gobier- y Saint-Dominique y afirmaba que allí no y, aun la retórica bolivariana, trans- no existía temor alguno de que Cuba mitían?. Lo más probable es que no. A se convirtiera en una sociedad partir del reconocimiento de la ciuda- esclavista; deliberaban, enviaban re- danía a los libres de color, aunque la portes y consultaban sobre el mejor igualdad absoluta y la democracia ra- medio para mantener un equilibrio en- cial seguirían siendo quiméricas, co- tre el beneficio y la supervivencia. Su menzó a presentarse una transición propuesta tenía dos objetivos. Por una desde una visión racial a una política, parte, la suspicacia respecto a posibles en las acciones de los pardos, mulatos amenazas externas de los Estados eu- y zambos lo cual ocurrió en medio de ropeos rivales y cada vez más de la conflictos que finalizaban en acuerdos, misma Haití; por otra, la vigilancia pactos, alianzas, negociaciones tácitas escrupulosa de su propio territorio. De entre ellos y los notables. hecho, el ejemplo haitiano conducía a los propietarios esclavistas y funcio- La revolución igualitaria liberal había narios a dar otra mirada sobre la so- dado origen, sobre el plano constitu- ciedad local y a su propia población, cional, a un mundo sin reparo de color su territorio y sus relaciones sociales ni de estatus, aún a expensas de man- en función de la imagen que tenían de tenerse solo en el nivel retórico. Sobre Haití. En esta forma de retorno se pue- algunos blancos de los estratos altos de detectar la toma de conciencia que pesó la mácula del blanqueamiento la revolución haitiana entraña para la racial y social, ya que la fórmula fue

53 Ibíd., pp. 340-341.

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         utilizada con éxito por los sectores in- En el mismo año le escribió a José termedios de mulatos y pardos, quie- Antonio Páez señalándole que veía la nes multiplicaron los resultados de su tensión entre razas venezolanas como victoria en la medida en que se convir- un “inmenso volcán que está a nues- tieron en ciudadanos. Esto acontecía tros pies”.57 Similares temores le ex- sin olvidar los recuerdos de los le- presaba al vicepresidente Santander vantamientos de las gentes de color y con relación a una revolución de par- la masacre de los blancos en el Caribe dos descalificando a sus promotores, insular, las movilizaciones de los par- entre ellos Páez, con palabras punzan- dos cartageneros durante la Primera tes y dibujando un cuadro que tal vez República o las insurrecciones en los exageraba la real situación de las rela- Llanos venezolanos en noviembre de ciones entre las facciones. Con la nota 1813. Peor: a este terror de identidad marginal “Reservadísimo”, que desper- se sumaba un miedo netamente políti- taba una mayor curiosidad en cualquier co.54 lector desprevenido, escribió: “Le te- men a los ingleses para ligarse con El mismo tipo de temor lo encontra- ellos, y no le temen a la revolución de mos en todo el mundo hispánico, es- colores, porque el pueblo es muy su- pecialmente en la región andina. En miso…] mi hermana me dice que en Quito, “La población americana se Caracas hay tres partidos, monárqui- compone en gran parte de indios y ne- cos, demócratas y pardócratas[…] gros, gobernados según las normas del demagogos (amigos de Páez) sugieren antiguo régimen […] ¿Qué podríamos ideas napoleónicas[…] esos caballeros hacer para igualar súbitamente a todas han sido federalistas primero, después estas clases sin que el edificio social constitucionales y ahora napoleónicos, se vea trastornado?”.55 En 1826, una luego no les queda más grado que re- carta de Bolívar a Juan Paz del Casti- cibir que el de anarquistas, pardócratas llo revela los temores de los patricios o degolladores”.58 de la ciudad vecina de Quito: “De Gua- yaquil me han escrito cosas bastante Dos años después, en una carta a Pe- alarmantes con respecto a la dro Briceño Méndez le ampliaba el pardocracia […] Tenga Ud., pues, espectro de los elementos que según mucha vigilancia y avíseme con tiem- él causaba la inestabilidad de la repú- po, para poder hacer yo lo que se pue- blica: “Las antipatías que existen en da a fin de impedir tamaños males”.56 Colombia, la violencia de las opinio-

54 THIBAUD, Clément, Op. Cit., p. 320. 55 Gaceta de Quito, n0 29, 22 de agosto de 1829, citado en, DÉMELAS, Marie-Danielle, La invención política, p. 120. 56 “Bolívar al general Juan Paz del Castillo, Magdalena, 2 de marzo de 1826”, LECUNA, Vicente, Cartas del Libertador, Caracas, Litografía y Tipografía del Comercio, 1929, tomo V, nº 936, pp. 262. 57 “Bolívar A. S. E. el general José Antonio Páez, Lima, 8 de agosto de 1826”, Ibíd., tomo VI, nº 1041, p. 50. 58 “Bolívar A. S. E. el General F. De P. Santander, Magdalena, 21 de febrero de 1826”, Ibíd., tomo V, nº 911, pp.

222-223.

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         nes exageradas, la enemistad natural gogia”, expresión empleada en la épo- de los colores y la administración de ca como si fuera equivalente a demo- Santander, tiene reducida a la repúbli- cracia.61 Si ello llegaba a ocurrir, Bo- ca a una situación desesperada”.59 lívar veía imposible detener el ascen- so de “tiranuelos casi imperceptibles Las permanentes alusiones de Bolívar de todos los colores y razas” y la for- a “los colores” puede generar la im- mación de “una nueva aristocracia des- presión de que fue enemigo acérrimo tructora de la igualdad”.62 Parece ser de los pardos y, en general, de las gen- que sus sospechas no eran infundadas tes de color. Al respecto, él tuvo claro el problema de la relación con estos La razón por la cual Bolívar conside- sectores sociales. No los consideró el raba a la pardocracia un problema gran peligro como algunas veces lo político, se basaba en el hecho eviden- quisieron hacer aparecer autoridades te de que los pardos eran un compo- locales, simpatizantes o sus amigos nente indispensable del ejército. En las más próximos. Por el contrario, su in- difíciles circunstancias de la guerra, la terpretación de la pardocracia fue po- esclavitud había sido nominalmente lítica. Así lo demostró hasta sus últi- abolida por algunas constituciones en- mos días. Pero siempre rechazó las tre 1812 y 1814. Tan pronto como la movilizaciones tumultuarias estimula- situación militar de un campo se hacía das por una “súbita reacción de la ideo- intolerable, los jefes militares prome- logía exagerada” proclive a una tían la libertad a quienes se unieran al radicalización igualitaria de los colo- ejército. Durante estos años, tanto rea- res, la cual terminaría imitando el listas como patriotas emplearon la mis- jacobinismo tanto de “la primera re- ma estrategia. También Bolívar aplicó volución francesa” que “hizo degollar un procedimiento bien calculado en las Antillas”, como de la segunda que cuanto a la abolición de la esclavitud, causaría “el mismo efecto en este con- en su retorno al continente en julio y tinente”, llenándolo “de cuantos ma- luego en diciembre de 1816. La con- les nos faltaban o más bien los van a cesión, puramente circunstancial, no completar”.60 Pero también estaba obligaba a nadie. Por otra parte, el consciente del peligro que se levanta- congreso de Colombia restableció la ba sobre la nación si “todo el mundo esclavitud en 1821, so pretexto de acor- va a entregarse al torrente de la dema- dar la libertad de vientres.63

59 “Bolívar al señor general Pedro Briceño Méndez, Bucaramanga, 7 de mayo de 1828”, Ibíd., tomo VII, nº 1497, p. 257. 60 “Bolívar A. S. E. el general Juan José Flores. Barranquilla, 9 de noviembre de 1830”, Ibíd., tomo IX, nº 2074, p. 376. 61 Ibíd., p. 377. 62 “Bolívar A. S. E. el General F. De P. Santander, Magdalena, 21 de febrero de 1826”, Ibíd., tomo V, nº 911, pp. 224. 63 Véase, BIERCK, Jr. Harold A. “Las pugnas por la abolición de la esclavitud en la ”, en, BEJARANO, Jesús Antonio, comp., El siglo XIX en Colombia visto por historiadores norteamericanos, Bogo-

tá, Editorial La Carreta, 1977, pp. 309-344.

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Desde el punto de vista militar, la Re- Venezuela morir a gente libre y per- pública ganaba soldados leales al ré- manecer viva la servil; no sé si esa es gimen, el cual, en retribución, los la política, pero sé que si en sacaría de la nada; desde el político, Cundinamarca no alistamos los es- se destruiría toda amenaza de una “re- clavos, nos sucederá lo mismo”.64 volución de los colores” y se anexa- ría un sector de la sociedad al proce- En conclusión, Bolívar aceptó la igual- so de construcción estatal republica- dad de todos los americanos sin dis- no. De esta manera, se escuchaban tinción del color de la piel, si ella esta- los argumentos de Simón Bolívar, solo ba fundamentada constitucionalmente algunos meses antes de que el decre- en las leyes y la justicia. Planteó, res- to de la libertad de vientres fuera ne- pecto a los colores, el principio sutil gado por el congreso: “Las razones de la disciplina racial que consistía en militares y políticas para ordenar la el acatamiento del orden republicano liberación de los esclavos son eviden- y su obediencia a las leyes soberanas tes. Necesitamos hombres robustos y de la nación. Reconoció que “nuestra fuertes, acostumbrados a la dureza y populación no es de franceses en nada, la fatiga, que abracen la causa y la nada, nada. La república ha levantado carrera [de las armas] con entusias- el país a la gloria y la prosperidad, dado mo; de hombres que identifiquen su leyes y libertad. Los magistrados de causa con la causa pública y para quie- Colombia no son Robespierre ni nes el valor de la muerte sea apenas Marat. El peligro ha cesado cuando las menor que el de su vida […] Las ra- esperanzas empiezan: por lo mismo, zones políticas son también más po- nada urge para tal medida. Son repú- derosas. Se ha declarado la libertad blicas las que rodean a Colombia, y de los esclavos de hecho y de dere- Colombia jamás ha sido un reino. Un cho. El congreso ha considerando la trono espantaría tanto por su altura máxima de Montesquieu: “En los go- como por su brillo. La igualdad sería biernos moderados, para la libertad rota y los colores verían perdidos to- política, la libertad civil es preciosa y dos sus derechos”.65 quien está privado de la una lo está de la otra”. Está entonces probado por Las dificultades con que tropezó Bolí- las máximas de la política y de los var -facciones de poder, oligarquías ejemplos de la historia, que todo go- locales, conspiradores de toda “laya”, bierno libre que comete el absurdo de la administración de Santander- lo lle- mantener la esclavitud es castigado varon a afirmar en una lacónica y con la rebelión y quizá por el exter- agónica frase: “Sin muchas exagera- minio como en Haití. Hemos visto en ciones, se puede llamar a este hemis-

64 “Bolívar a Manuel Valdés, San Cristóbal, 18 de abril de 1820”, AGN, Guerra y marina, tomo 325, f. 387. 65 “Simón Bolívar al Exmo. Señor general en jefe José Antonio Páez. Magdalena, 6 de marzo de 1826”,

LECUNA, Vicente, Op. Cit., tomo V, nº 924, p. 240.

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         ferio el de la anarquía”.66 Por esa ra- cipó en algunos acontecimientos rela- zón, urgía del gobierno la entrega de cionados con los sectores populares de su pasaporte para salir cuanto antes pardos y mulatos venezolanos por lo hacia Europa y así evitar “groserías cual fue capturado, logrando huir, para infames”, “nuevas calumnias” y “mil esconderse en alguna isla caribeña. diabluras” que lo suponían, a pesar de estar “trabajando noche y día en man- A tierras caribeñas colombianas arri- tener el orden público y predicar la bó de Los Cayos(Haití) este “gran pi- unión”, un “vil conspirador”.67 rata”, luego de ser “sumariado por el almirante Brion” en la isla Margarita. El fusilamiento de Padilla o la de- Una vez en su lugar natal influyó no- rrota anunciada de la revolución de toriamente en los pueblos de Barú y la igualdad Santa Ana, también de pescadores y cercanos a la ciudad de Cartagena. Los La más grave acusación contra el juez movimientos de Pita agitaron “los es- de letras Ignacio Cavero y Cárdenas píritus inquietos y turbulentos” de tal por la “reconocida ineptitud” que le forma que “algunos zambos de atribuyeron, quienes firmaron como Getsemaní” llegaron a considerar “los litigantes” en un papel impreso como algo natural que “la tropa no te- que circuló en 1825 en Cartagena, fue nía otro crimen que pedir por jefe al su incapacidad para “evitar una con- coronel Padilla”.69 El movimiento fue moción popular la más peligrosa”.68 El rápidamente debelado y casi de inme- objeto de semejante acusación hacia diato Padilla elevado al grado de gene- referencia a los “tumultos populares” ral, mientras los desórdenes de la adua- ocurridos a principios del año 1822, na departamental, que a diario eran de- dirigidos al parecer, por Juan Josef nunciados por Montilla, fueron olvida- Pita, un mulato oriundo del pueblo de dos. Los señalamientos que por esos he- pescadores de Bocachica, lugar cerca- chos recayeron sobre Mauricio Rome- no a Cartagena. Este personaje parti- ro y Calixto Noguera fueron desviados.

66 “Bolívar a Patrick Campbell, Quito, 26 de mayo de 1829”, en, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1956, nº 154, p. 131. 67 “Del Libertador al Excmo. señor Domingo Caicedo, Turbaco, 1º de junio de 1830”, en, Archivo Epistolar del General Domingo Caicedo, tomo II, nº 395, pp. 103-104. 68 “A tal causa tales defensores. Contestación a los abogados que pretenden contradecir la ineptitud del Sr. Ignacio Cavero”, Cartagena de Colombia, Imprenta de Juan Antonio Calvo, 1825-15, Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), Fondo Pineda 469(151). Ignacio Cávero y Cárdenas fue presidente de la Junta Suprema de Gobierno, en 1810, en reemplazo de José García de Toledo. Natural de Mérida (Yucatán, México), llegó a Cartagena el 29 de junio de 1777 como familiar del arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora, se educó en Bogotá, abogado de la Real Audiencia y desde 1796 fue administrador de la Real Aduana de Cartagena, murió en 1834. Véase, Carnicelli, Américo, La masonería en la Independencia de América, Bogotá, 1970, tomo I, p. 250. 69 “Mariano Montilla al general F. de P. Santander, Cartagena, 30 de abril de 1822”, en, CORTÁZAR, Roberto, Correspondencia dirigida al general Santander, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1964-1970, vol.

VIII no 2720, p. 131.

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A ambos se les señaló solamente como los habitantes de la región esas prácti- los incitadores de “cabecear a Padilla cas les parecieron algo natural, ya que cuando más quieto lo cree uno”.70 convivían desde hace trescientos años y constituían las principales fuentes de Quienes, como en el caso de Montilla, sus ingresos. sufrieron permanentes inquietudes por los desórdenes de la aduana, aparenta- Enfoques como los del militar vene- ban desconocer que el contrabando era zolano, que en nada se diferenciaban secularmente el motor del intercambio de los de otros grupos de poder como comercial directo en el Caribe colom- los de bogotanos y payaneses, contri- biano, del cual participaban no sólo los buyeron a la formación de la percep- notables, sino también otros grupos ción y representaciones sociales de un sociales, constituyendo una peculiar Caribe desordenado, periférico o mar- organización espacial de los nego- ginal. Independientemente de ellas, lo cios.71 Esta actividad era la base de las cierto es que en este territorio surgió grandes fortunas del patriciado urba- una sociedad más abierta, no obstante no y las modestas fortunas de algunos existir algunos grupos sociales locales pardos, zambos y mulatos de los sec- que se negaban a aceptar a “los otros” tores intermedios. por incultos y que hicieron de las lo- calidades y de las provincias su espa- La alarma de Montilla ante ese hecho, cio de un dominio aparente. Sectores surgió al observar que a través de di- que por su contacto con el extranjero, cha actividad estos últimos sectores no lograron algún grado de ilustración o solo acumulaban alguna riqueza sino luces, como se estilaba afirmar en la que también, por la amplia participa- época, aunque siguieron practicando ción de la mayor parte de los habitan- las viejas exclusiones nobiliarias a pe- tes en actividades ilegales, se relaja- sar de estar inmersas en un amplio pro- ban los principios de autoridad y ceso de criollización.72 ampliaban los ofrecimientos de los canales de ascenso social a los mula- Los sectores intermedios de mulatos y tos, pardos y mestizos. Mientras que a mestizos también se beneficiaron con

70 “Mariano Montilla al general F. De P. Santander, Cartagena, 30 de marzo de 1822”, en, Ibíd., n0 2715, p. 120. En esta comunicación Montilla escribió lo siguiente: “Aún hay desórdenes; el contador de tabacos de Mompós, Durana, acusa judicialmente a Conde, el administrador[de correos], sobre fraude y ventas por alto del género estancado a precios subidos como los de las ventas y aún a cambio de géneros. El doctor Mauricio Romero, que administró con Noguerita esta aduana, al entrar las tropas y mientras vinieron los nuevos productos, se ha establecido grandemente; y tiene una gran tienda, un buen alambique y el otro día estaban limpios como una pátena. Ya he dicho a usted antes de ahora algo sobre esos dos niños y ahora repito que Noguera quiera saber cuál empleo le dará usted par ver si se le acomoda, pues no quiere salir de aquí con incertidumbre; así me lo ha contestado cuando le noticié lo que usted me dijo en su carta”. 71 Un análisis detallado de estos aspectos, en: MOUTOUKIAS, Zacarías, “Lazos débiles/lazos fuertes y la organización espacial de los negocios en Hispanoamérica colonial (segunda mitad del siglo XVIII”, en, BERTRAND, Michel (coordinador), Configuraciones y redes de poder, Caracas, fondo editorial tropykos,

2002, pp. 15-25.

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         ese contacto con el extranjero, por la gar a Noguera como sedicioso enemi- condición de territorio fronterizo y go de los blancos, y aún diré más, lo portuario del Caribe colombiano. Por reputo perjudicial a la república en esa vía conocieron teorías, autores y cualquier clase o condición que sea ensayistas, principalmente, europeos y colocado [… y sobre algunos otros que otras visiones de la política que circu- puedan semejársele en sus opiniones laron en espacios de sociabilidad como y resentimientos por razón de derechos las tertulias literarias, la masonería y de desigualdad”.73 los centros académicos universitarios. Esos “otros” de quienes recelaba Todo ese conjunto de factores desper- Montilla, pero de los cuales no men- taron los mayores recelos y preocupa- cionaba nombres, formaron “un parti- ciones entre los más firmes opositores do que puso en trastorno la plaza de a la pronunciada movilidad social y Cartagena” durante los días 6, 7, 8 y 9 política de los sectores intermedios. El de marzo de 1828. Entre ellos estaban opositor más visible y, tal vez, también el General de división José Padilla, más virulento en sus sindicaciones a “principio agente o factor de hecho tan la “gente de color”, el general venezo- escandaloso”, Raimundo Meléndez, lano Montilla, afirmó sin embozo al- Capitán Alejandro Salgado, alférez de guno que estaba procurando “entrete- navío José María Palas, Comandante jer las diferentes clases e individuos de milicias Damián Berríos, capitán de de este departamento dirigiéndolos a la misma arma Diego Martínez, la más perfecta unión y armoniosa so- Subteniente Francisco Sánchez, ciedad”. Aunque señalaba ver con sor- subteniente Nepomuceno Hernández, presa que algunos individuos de la teniente Joaquín García, subteniente Vi- misma clase de los mulatos y mestizos cente Díaz, teniente José Arias, aspi- impidieran el desarrollo de su rante Fidel Rivas, y los paisanos Calixto filantrópica obra de regeneración so- Noguera, Antonio Castañeda, Ignacio cial. En particular, Calixto Noguera, a Muñoz y José Pantaleón Pérez. En la quien consideraba un individuo “de noche del primero de los días señala- espíritu turbulento y malicioso en que dos todos se reunieron en la casa del despierta este desconocido hijo de la último de los mencionados con el obje- patria. Yo aseguro V. E. que mi con- to de acordar un plan para “deponer a ciencia no vacila en momento en juz- las autoridades del Departamento”.74

72 Véase, VALENCIA LLANO, Alonso, “Una nueva visión de la historia local y regional del Caribe colombia- no”, en, Revista Historia y Espacio, Cali, 16, 2000, que es una excelente reseña del texto de Alfonso Múnera, El fracaso de la nación. 73 “Mariano Montilla al general F. De P. Santander, Cartagena, 10 de abril de 1822”, CORTÁZAR, Roberto, Op. Cit., vol. VIII, n0 2717, p. 125. 74 “Tumultos populares en Cartagena (Año de 1828)”, en, Revista del Archivo Nacional, Bogotá, IV, 4, 1942, pp. 263-294. Todo el documento constituye la transcripción del proceso contra “Padilla y demás amotinados que el 6 de marzo de 1828 propalaron en Cartagena la división de clases”, el original reposa en el AGN, Sección República, Criminales, tomo 44. En el presente trabajo se citará como “Tumultos populares en Cartagena (1828)”

y respectiva página.

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En el proceso contra los principales marginalidad cultural reafirmando en implicados en los “tumultos populares” tono despectivo, la presencia africana apareció otro relativo a la desobedien- en el mestizaje racial, con declaracio- cia de siete oficiales, quienes se nega- nes como las del teniente, de ascen- ron a firmar una exposición de moti- dencia mulata, Pablo Alcázar, cuando vos dirigida por la División del Mag- refiriéndose al Comandante Ibarra, lo dalena a la gran convención que se re- primero que afirmó fue: “que es de uniría por la misma época en Ocaña. color africano”.76 En segundo lugar, La gravedad de la falta cometida por los pardos y mulatos manejaron la no- esos oficiales se aumentaba por haber ción de que habían sido los fundado- sido “inducidos para esto por el señor res y constructores de la patria, pero Padilla”, quien por su parte ofrecía para gozar de su libertad debían “con- protección a quienes no la firmaran.75 cluir” (destruir) a los vecinos blancos, Sin embargo, la parte central del pro- pues, declaraba el sargento primero de ceso estuvo atravesado por aspectos re- artillería José María Flores haberle es- lacionados con los “tumultos popula- cuchado al General Padilla “que el res”, y aunque denominado así, la au- pueblo lo que quería era gozar de su sencia del pueblo cartagenero fue to- libertad, pues para eso habían pelea- tal. La fuerza del movimiento descan- do; que advirtiera que el día que se só en los milicianos proclives a ofreciera, él estaba a la cabeza del pue- Padilla. Tal vez ese fue su gran talón blo, y se lo digo a usted para que se lo de Aquiles. Las respuestas de los ofi- avise a los otros compañeros y que se ciales implicados permiten aproximar- dejen de eso”.77 nos a la compleja realidad social del nuevo orden político en una ciudad Por último, llama la atención el signi- republicana, al imaginario de los acto- ficado que tienen en los actores expre- res involucrados y al lenguaje utiliza- siones tales como honor, notables y do para describir las diversas situacio- política. La primera constituía algo nes. logrado y reforzado por el amor a la patria. Las dos últimas se referían a En primer lugar, la profunda desigual- personas notables sin distinción de cla- dad social en Cartagena era un hecho se y a los actos de cortesía propios de reconocido y utilizado para intentar los hombres de bien; es decir, algo más aislar a los sectores intermedios. A los relacionado con lo urbano a la manera estratos medios y bajos de la población de lo propio de la urbanidad. Un testi- se les buscó silenciar extendiendo la go declaraba no haber “tenido confian- desigualdad en los confines de la za con el General Padilla; nunca ha

75 “Tumultos populares en Cartagena (1828), p. 291. Los oficiales eran: 2º comandante Mariano Gómez y los capitanes Tomás Herrera, Ramón Acevedo, Marcelo Buitrago, Francisco de Paula Espina, y los tenientes An- drés Escarra y Francisco Buitrago. 76 Ibíd., p. 266.

77 Ibíd., p, 278.

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         estado en su compañía, solo en las fies- ranía” de los principios contenidos en tas de La Popa lo ha visto, y ha estado “la Carta boliviana”, lo cual “no sería en su unión en el bohío del señor Juan de ninguna ventaja a la segunda clase Andrés Brid, donde se encontraban [la de pardos, mulatos y zambos], pues diferentes personas notables de esta ésta era la que había peleado en los ciudad; pero que si le había observado campos de batalla para ahogar la tira- al señor General Padilla que cuando nía; que arengaba Muñoz al General lo encontraba por la calle lo saludaba Padilla que de ningún modo cediese y con política”.78 llevase la contienda hasta el ultimátum; que el general Padilla dijo que él sos- En cuanto a las razones expuestas so- tendría a todo trance la constitución y bre la causa de la efervescencia de leyes, manifestando que él había dado Padilla y algunos otros individuos, es- pruebas de haberlo hecho así, que [por tas fueron confusas y los testigos res- este motivo] en La Aguada se habían pondieron según lo que habían logra- armado más de trescientos hombres do saber de terceros. Todos, al pare- con lanzas y machetes y carabinas, cer, recurrieron a esa estrategia verbal suministrados por el oficial de marina para evitar señalamientos y Palas y Salgado”.79 sindicaciones. Solo en una encontra- mos una relación de los eventos, algu- De hecho, Padilla fue aclamado co- nos de los cuales fueron repetidas en mandante general de las armas “con el otras de las declaraciones. Se trató de objeto de calmar la agitación que ha- la del capitán Francisco Pacheco, quien bía”. Así lo certificó en oficio el escri- a la llegada de un oficial para el reco- bano de la municipalidad de Cartagena, nocimiento de Montilla como coman- debido al vacío de poder causado por dante general departamental, afirmó la negativa de Montilla a aparecer en que este se ocultó, por “lo que no se público para responder a los requeri- verificó en la orden de ese día”. Seña- mientos realizados por los sublevados. ló a Ignacio Muñoz, que siempre iba Sin embargo, en el agitado escenario montado sobre un caballo, y a Padilla, en que ocurrían los “tumultos popula- como los que siempre dirigían las aren- res”, como la convocatoria a una con- gas a los milicianos. El primero de los vención donde medirían fuerzas las mencionados dijo a los “milicianos y facciones agrupadas alrededor de Bo- parte del pueblo” reunidos a la puerta lívar y Santander, Montilla, apoyado del cuartel: “muera el General principalmente por militares venezo- Montilla” y que este era un jefe con lanos, restableció su mando e inició un claras “intenciones” de someter al res- proceso que terminó con la destitución to de la población colombiana “a la ti- y prisión de los supuestos implicados.

78 Ibíd., p. 267.

79 Ibíd., p. 276.

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Por su parte, Padilla fue señalado por yar la “conducta” de su hermano en los algunos periódicos por responder a di- tumultos populares. Dirigida a los “pa- rectrices de Santander, quien también triotas más ilustres y a los ciudadanos fue identificado como otro actor más estimables”, la representación era una de la “comedia” que se iba a escenifi- contestación a las “opiniones peregri- car en la “gran convención”.80 Al pa- nas” aparecidas en los periódicos El recer, las estrechas relaciones políticas Amanuense, El Calamar y La Corneta entre Santander y Padilla no eran un y contra los “degradados enemigos” de secreto para nadie. En pleno desenla- su hermano. De hecho, esto último no ce de los “tumultos populares”, el pri- era más que una sutil referencia a mero le escribió a Juan Madiedo: “Ha- Montilla y los militares venezolanos, blen ustedes en sus papeles de Padilla quienes en otra parte del documento con dignidad y justicia, presentándolo fueron calificados como “enjambre de como el mejor apoyo a la causa de la aventureros infelices”.83 libertad y el acérrimo defensor de los decretos de la convención. Yo le escri- Lo paradójico en la representación de bo divinamente”.81 Magdalena Padilla, es que con ella se termina invocando “la moral del ejér- En otra comunicación le insistía en que cito” y la “fiel” amistad entre el Liber- era necesario que realizaran también tador y su hermano. Pero al final, en “el más justo elogio de Padilla en es- decreto firmado por Bolívar se estable- tas circunstancias”. A este lo conside- ció aplicar la máxima pena para el raba un “benemérito soldado de la li- General Padilla. La decisión del Liber- bertad” con el cual había que “contar tador pudo ser interpretada como un ciegamente” ya que era una “garantía “castigo ejemplar” para evitar la repe- para la buena causa!”.82 tición de los hechos experimentados por él durante la primera república ve- La hermana de Padilla, Magdalena, nezolana. Pero también pudo estar es- impuesta por “el honor y la naturale- timulada por los señalamientos tenden- za” publicó una representación a tra- ciosos realizados por algunos jefes del vés de la cual intentaba explicar y apo- Estado Mayor. Uno de ellos, entre las

80 “Gran Convención”, El Arlequín, Cartagena, Abril 4 de 1828, n0 1. 81 “Francisco de P. Santander a Juan Madiedo, Ocaña, 10 de marzo de 1828”, CORTÁZAR, Roberto, Cartas y mensajes de Santander, Bogotá, 1955, vol. VII, n0 2707, p. 396. Juan Ignacio Madiedo Muñoz, hábil escritor y periodista cartagenero, activo e inquieto era el intelectual del grupo santanderista, que dirigía y agitaba política- mente esa sección del país en marzo de 1828. Véase, CARNICELLI, Américo, Op. Cit., tomo II, p. 175. 82 “Francisco de P. Santander a Juan Madiedo, Ocaña, 17 de marzo de 1828”, CORTÁZAR, Roberto, Cartas y mensajes de Santander, n0 2713, p. 404. Tal parece que Santander tenía claro las capacidades y virtudes de cada uno de sus copartidarios. A Madiedo y su grupo con inquietudes intelectuales les señaló el lugar donde debían mantenerse y le prestarían el mejor servicio a esa causa. Mucho antes de los tumultos populares les escribió: “Ustedes con sus plumas hacen a la causa de los pueblos más servicios que un soldado en el campo de batalla con su espada”, “Francisco de P. Santander a Juan Madiedo, Ocaña, Febrero 29 de 1828”, Ibíd., n0 2705, p. 393. 83 “A la postura y la intriga. La justicia y la verdad, por Magdalena Padilla, Cartagena 25 de marzo de 1828”,

Cartagena de Colombia, Impreso por Manuel M. Guerrero, año 1828, AR, vol. 170, fo. 168.

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         instrucciones que le daba al coronel neradas por U., pues, que ha tenido la Federico Adlercreutz destinado a la gloria de ser su más célebre defensor, comandancia de armas de la provincia debe alejar de si la injuriosa sospecha, de Mompós, le ordenaba recoger in- por una conducta intachable y un pro- mediatamente las armas de fuego, cu- ceder franco y varonil. La mejor prue- chillos y machetes portadas por los ba de su inocencia, a mi modo de ver, milicianos; tener cuidado con el gene- sería abrazar el partido que me tomo ral Padilla, ya que podía ser “alentado la confianza de aconsejarle. U. me ha por el partido que dirige aquí la fac- dicho que el general Santander es su ción que él capitaneaba” y también por- amigo. No tengo inconveniente en que que había “derramado en su tránsito, U. le someta esta carta, y yo apelo a la el veneno de la sedición de que es cóm- sinceridad y buena fe de su amistad por plice”.84 Posteriormente, Montilla lo U. para que diga si el partido que le alertó sobre ciertos personajes de propongo no es el que conviene a U. Mompós que lo tenían disgustado, es- en estas circunstancias, y el más con- pecialmente, el “bribón” de Calixto ducente a remediar radicalmente las Noguera, de quien decía tener “prue- heridas de la ley y los males de bas de que reside al lado de su padre Cartagena”.86 en esa ciudad”.85 Padilla le respondió con el tono altivo Lo cierto fue que tanto los tumultos que parecía caracterizarlo, su decisión populares como el tránsito de Padilla de regresar a Mompós por cuanto no por algunos pueblos hasta llegar a podía resistirse a las razones que tenía Ocaña, acontecieron en medio de un “por superiores, y que no atrevo a es- ambiente caldeado por el enfrenta- perar que U. no podrá rehusarles su miento faccional entre los partidarios asentimiento”. Consideraba que no de Bolívar y de Santander. El motivo debía entrevistarse con el Libertador principal de la lucha era asegurar el ya que sus amigos, sabiendo la amis- control de la convención que tendría tad distinguida con que lo honraba lugar en aquella ciudad. Por tal razón, Bolívar, “dirán seguramente que voy un general cercano a Bolívar le reco- personalmente, no con el objeto de im- mendó a Padilla, en un tono signado plorar su justicia, sino con el influir por la ambigüedad: “La posición de U. en su voluntad y atraerme su protec- en el día es falsa y delicada. Hombres ción en contra de los que me persigan”. amantes de las leyes las suponen vul- Manifestaba un considerable respeto

84 “Instrucciones a que debe conformarse el señor coronel Federico Adlercreutz, en la comisión a que está destinado en la Provincia de Mompós por la Comandancia General del Departamento. El jefe del Estado Mayor: Pedro Rodríguez, Cartagena, Marzo 21 de 1828”, en, PARRA-PÉREZ, Carraccioli, La cartera del Coronel Conde de Adlercreutz, Paris, Editions Excelsior, 1928, pp. 40 a 43. 85 “Mariano Montilla al Coronel Federico de Adlercreutz, Cartagena; Febrero 25 de 1829”, Ibíd., p. 80. 86 “Daniel F. O´Leary al Benemérito señor general José Padilla, Ocaña, a 21 de marzo de 1828”, Memorias del

General Daniel Florencio O´Leary, Caracas, imprenta nacional, 1952, t. III, pp. 171-172.

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         por el Libertador, por lo cual no que- Finalmente, se aplicaron medidas ría “dar margen a que se dude de su patibularias a los capturados; otros imparcialidad”. Mientras que sus ene- huyeron y algunos como Santander se migos verían su entrevista con el Li- refugiaron en oficinas públicas hasta bertador como un acto mediante el cual cuando el poder ejecutivo les permitió buscaba su “perdón; y mi conciencia salir del país. me dicta que no he dado motivo para implorarlo. No creo, pues, que yo deba Los temores por los movimientos de hacer este sacrificio, cuando no es ne- los pardos cuya respuesta era la apli- cesario”. Además, por encontrarse cación de las máximas penas se con- Bolívar en Mérida, Padilla había “re- virtió en un recurso permanente de las flexionado también que si salgo de los autoridades republicanas aprobado por límites del departamento mis enemi- las oligarquías locales o nacionales. gos me calificarían de desertor, y de Poco valor tuvo lo comunicado por aquí tomarían pretexto para intentar mi Bolívar a Briceño y Páez cuando les ruina con mayor encarnizamiento”.87 reveló en donde residía la real amena- za contra la república y quienes obte- La situación de Padilla entró en un ca- nían las mayores ganancias políticas llejón sin salida que se estrechaba con de la anarquía: “La gaceta de hoy que el paso de los días por el calentamien- le incluyo, le impondrá del resultado y to del ambiente político luego de la condena de los conspiradores y asesi- convención de Ocaña y el atentado nos. Mi existencia ha quedado en el contra el Libertador la noche del 25 de aire con este indulto, y la de Colombia septiembre de ese año.88 Tres días des- se ha perdido para siempre. Yo no he pués de la “horrible conspiración”, podido desoír el dictamen del consejo Bolívar solicitó investigar si esta era con respecto a un enemigo público, una continuación de “los conatos que cuyo castigo se habría reputado por se hicieron en Ocaña por disolver y ani- venganza cruel. Ya estoy arrepentido quilar la república”, tener cuidado con de la muerte de Piar, de Padilla y de la conducta de los que en la conven- los demás que han perecido por la mis- ción aprobaron la revolución hecha por ma causa: en adelante no habrá justi- Padilla en Cartagena, y en caso de en- cia para castigar el más atroz asesino, contrarse conexión en todos ellos, porque la vida de Santander es el pen- “echarlos del país”, pero si el acto fue dón de las impunidades más escanda- conspirativo “juzgarlos en el acto, y en losas. Lo peor es que mañana le darán el acto imponerles la pena de la ley”.89 un indulto y volverá a hacer la guerra

87 Ibíd., pp. 172-173. 88 Desde Bogotá, José Manuel Restrepo escribió una carta a José Maria Montoya Zapata de fecha septiembre 28 de 1828, en la cual le señalaba: “Padilla y los demás presos de la conspiración de Cartagena también salieron del cuartel y esto empeora su causa”, Archivo Historial, p. 472. 89 “Bolívar al señor general Jacinto Lara, Intendente del departamento del Orinoco, Bogota, 30 de setiembre de

1828”, en, LECUNA, Vicente, Op, Cit., tomo VIII, nº 1626, pp. 69-70.

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         a todos mis amigos y a favorecer a to- Sin embargo, ya poco valor podían te- dos mis enemigos. Su crimen se puri- ner las lamentaciones y excusas. La ficará en el crisol de la anarquía, pero eliminación física de los dos genera- lo que más me atormenta todavía es el les mulatos fue un modelo seguido por justo clamor con que se quejarán los cuanto “infame blanco” llegó al poder de la clase de Piar y de Padilla. Dirán luego de lo ordenado por Bolívar. El con sobrada justicia que yo no he sido fusilamiento, como medida débil sino a favor de ese infame blan- ejemplarizante, fue convertido en el co que no tenía los servicios de aque- recurso más idóneo y perverso para llos famosos servidores de la patria”.90 sellar la derrota definitiva de la revo- lución de la igualdad.

90 “Bolívar al señor general Pedro Briceño Méndez, Bogotá, 16 de noviembre de 1828”, Ibíd., nº 1660, pp. 117-

118; “Bolívar al señor general José Antonio Páez, Bogotá, 16 de noviembre de 1828”, Ibíd., nº 1661, p. 119.

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