ILUSTRACIÓN DECENAL INFANTIL AÑO V. i I MADRID 20 DE DICIEMBRE DE 1891 11 KÚMERO 36

NÜESTBOS SUSOBIPTOBES PEEDILE0T03 D.VMAKÍÁ BULNE8 MOCEJÓN Y D. ÁNGEL LÓPEZ 8EYILLA Uñ EL MUNDO DE LOS NlSOS.

SUMARIO en espera de mejores tiempos y ocasión más oportuna. TEXTO: Conversación familiar, por M. Ossorio y Bernard.— slSTo se qué tal parecerá á V. mi determi­ Explicación de los cromos.—La curiosidad, por D. Mariano del Todo y Herrero.—El hermano Amoldo.—Máximas.—La nación, por mi parte, le aseguro que el tomar­ maledicencia (conclusión), por Luis Coloma, s. j.—Cuento de la me ha costado contrariar en extremo mis ánimas.—Juegos de imaginación. — índice. gustos y aficiones. CROMOS.—D.'' María Bulnes Mocejón y D. Amgel López Sevi­ lla.— Los aguinaldos.—La Salamandra. »Una cosa me envanece, y es el linico be­ .•s GRABADO.—Cuento de ánimas. neficio que he conseguido en esta campaña: el cultivo de su buena amistad, á la que he pretendido corresponder con cariño y respeto CONVERSACiÓFNf FAMILIAR entrañables. »Sabe V. que será siempre su más devoto El editor de EL MUNDO DE LOS NIÑOS, admirador y amigo q. b. s. m., D. Julián Palacios, me escribe la carta que sJULIÁN PALACIOS.» copio á continuación: «D. Manuel amigo: mi primer paso cuan­ A la anterior carta me he apresurado á do pensé fundar un periódico de niños, fué responder: yer á V., consultarle y ofrecerle la direc- Sr. D. Julián Palacios. ión—¿á quién mejor?—de la publicación; us­ ted acogió la idea con el entusiasmo que le DISTINGUIDO Y QUEKIDO AÍIIGO: Eecibo ha inspirado siempre todo lo que tiende á su carta de hoy y aprecio en todo cuanto difundir entre la juventud la moral sana y valen las razones en que se funda su deter­ los conocimientos propios de sus años. minación de cesar en la publicación del pe­ riódico á que durante cinco años hemos lleva­ »Cinco años de lucha asidua y de esfuer­ do ambos nuestros entusiasmos y levantados zos morales y materiales, no han sido sufi­ propósitos. Y no tan sólo no me quejo de su cientes para hacer que tome carta de natura­ determinación, sino que debo á la vez lamen­ leza en España un periódico dedicado á la tar los sacrificios materiales que le ha costa­ infancia; ni más ni menos que en otras épo­ do, sacrificios doblemente sensibles en quien cas consiguieron otros iguales ó parecidos tiene como V. gravísimas atenciones que re­ propósitos, más por incuria y abandono de claman todo el fruto de su activo y fecundo los padres, que por falta de deseos y entu­ trabajo. Pero, como quiera que estos sacrifi­ siasmos de la gente tnenuda, de la cual con­ cios han sido hechos en empresa tan digna servamos ambos inolvidables pruebas que con­ y meritoria, cual es la enseñanza y cultura firman este atrevido aserto. de los niños, yo, fervoroso creyente en la jus­ »¡Qué hemos de hacerle! ticia providencial, abrigo la firme experanza, «Cuando los españoles lleguemos á con­ más aún, la seguridad completa de que muy vencernos de que la base más sólida del pro­ en breve verá resarcidas sus pérdidas con la greso, es la ilustración de la juventud, en prosperidad y desarrollo de la industria á cada casa, al lado del imprescindible silaba­ que se consagra. rio, habrá siempre una Revista que instruya deleitando al niño, y como en otros países, Más, mucho más, tendría que decirle á us­ las publicaciones infantiles conseguirán vida ted; pero como es muy probable que si se lo próspera y éxitos crecientes. dijera en una carta no me autorizara para publicarlo, y como yo quiero y debo decirlo, »Como hace cinco años, también hoy me «me las echaré de Director por iiltima vez», dirijo á V.; pero no con aquellas halagüeñas y cerrando aquí ésta, con un abrazo muy esperanzas, sino con pesadumbres de realida­ apretado para V., diré cuatro palabras más á des que se imponen, para darle á conocer nuestros suscriptores. mi propósito decidido de suspender la publi­ Suyo inolvidable amigo, cación de EL MUNDO DE LOS ÍÍ'IÑOS antes de verla arrastrar una vida premiosa y anémica, OssoBio Y BERNARD. EL MUNDO DE LOS NIÑOS. 563

Q,UEKiDlsiMOS LBCTOKES: Ya habréisleído vuestros hermanitos y acaso más tarde vues­ lo que Julián Palacios me escribe y la con­ tros hijos y tal vez podrán influir en algunos testación que le lie dado: os bable, pues, por arrepentimientos y propósitos de enmienda última vez, desde las columnas de EL MUH- para remediar pecadillos infantiles. No hace DO DE LOS NiSos, y creedme si os digo que aún ocho días que pasando por un puesto de lo hago profundamente conmovido, y aun libros viejos, colocado en la vía pública, lla­ añado que algo extraño me pasa en los ojos maron mi atención unos volúmenes viejísi­ impidiéndome ver lo que voy confiando al mos y mal tratados, vi su título y me apre­ papel. ¿Qué queréis? Me había encariñado de suré á adquirirlos. T ¿sabéis cuál era aquél tal modo con nuestro periódico, que ha de cos- tesoro? Pues precisamente un periódico de tarme grandísimo esfuerzo, el renunciar si á niños, un periódico de que era yo suscritor ello me veo precisado por otros deberes, á cuando contaba siete ú ocho años y en el que mi diaria visita á la Administración, donde leía artículos y cuentos que he de volver á sólo encontraba inmerecidas distinciones y saborear ahora, para ver si me quito de enci­ cariñosas fraseg de interés, lo mismo en el ma unos cuantos anos y me restituyo momen­ Editor, que en toda su amable familia, y en táneamente á épocas más felices. cuantos prestan al primero leales y antiguos Debo manifestaros también, que el editor servicios. Igual sentimiento ha de producir­ D. Julián Palacios—cuyo nombre debéis re­ me el interrumpir con vosotros mi periódica cordar y repetir siempre con carino—llevan­ comunicación, para alentaros al trabajo, ofre­ do conmigo sus bondades hasta el último lí­ ceros ejemplos de virtud, excitar vuestro in­ mite, me autorizó para que prosiguiera por terés y aun motivar vuestra inocente risa con mí mismo la publicación ó la refundiera en algunos asuntos alegres- alguna otra, y como precisamente existe en Por lo demás, y prescindiendo de lo que á Madrid la revista La edad dichosa; que edita mí se refiere, la determinación de Julián Pa­ con tanto lujo como inteligencia el Sr. D. Eu­ lacios era inevitable. Durante cinco años, en genio de Carlos, y como su director y queri­ los que he podido aquilatar todo lo que vale dísimo amigo mío Carlos Frontaura se encuen- como hombre, como industrial y como ami­ tra tan recargado de trabajos administrativos go, he tenido ocasión de verlo haciendo in­ y literarios que era para él un verdadero sa­ creíbles esfuerzos en pro de EL MUNDO DE crificio continuar dirigiéndola con la asidui­ LOS NIÑOS; repitiendo las propagandas; ocu­ dad que siempre le caracterizó, de común y pando en la gestión del mismo un tiempo qne amistoso acuerdo editores y escritores, se en­ para el es oro y unos elementos que consa­ carga el Sr. de Carlos de cumplir los poquí­ grados á otros trabajos le habrían dado posi­ simos compromisos de EL MUNDO DE LOS tivos beneficios en lugar do pérdidas también NIÑOS, confiados en que los suscritores de positivas; olvidando su tranquilidad, sus per­ éste seguirán favoreciendo á La edad dichosa, sonales dolores y hasta la salud para cumplir y al frente de esta acreditadísima revista fi­ los compromisos contraídos con el público; y, gurará desde l.o de Enero el humilde nom­ en ocasiones difíciles, cumpliendo sus com­ bre literario de vuestro amigo verdadero. promisos todos con verdadera religiosidad y M, OssoKio Y BERNARD. ' hasta con exajeración. Sírvala de consuelo al saber que sus sacrificios no serán estériles y que sus desembolsos constituyen una cuenta EXPLICACIÓN DE LOS CROMOS corriente que ha de abonarle con creces. Aquel que no se olvida del bien y del mal Los aguinaldos. que se hace en la vida. Porque estas hojas sueltas que constituyen el periódico, tienen Asunto de palpitante actualidad, y en el que son protagonistas todos los niños de todas las clases socia­ existencia mucho más dilatada que acaso pue­ les. Lo malo verdaderamente no es el tributo, sino las da creer el mismo editor: en , lo mismo condiciones en que se satisface, pues sobre dar nuestro que habéis leído vosotros, leerán mañana dinero, tenemos que sufrir en unos casos las poesías de repartidores y demás industriales que acuden á este Los kguinaldos. 56'j EL MUNDO DE LOS NIÑOS. medio de comunicación, y en otros el ruidoso y des­ que parecen maravilla, agradable concierto de los instrumentos propios de esta época del año. y una idea se me ocurre oyendo lo que me explicas. La salamandra. Podemos de un corto vuelo Género de los reptiles, orden de los Batracios, y posarnos sobre esas cintas, que en su aspecto exterior parecen lagartos. Su cola es larga, y en las especies acuáticas les sirve para na­ sorprendiendo algún secreto dar cuatro patas laterales y cortas, con cuatro ó cinco dedos sin uñas, cabeza aplastada y muchos dienteci- que de provecho nos sirva. llos. En el estado adulto tienen respiración pulmonar. ¿Apruebas mi plan? Se distinguen varias especies de salamandras, que han dado origen á cuentos maravillosos y leyendas. Se ha —Lo apruebo dicho que pueden vivir dentro del fuego, y que su mor­ y te invito á que me sigas.— dedura es venenosa; pero este último extremo es com­ pletamente inexacto, pues la salamandra es completa­ Y desplegando las alas mente inofensiva; y en cuanto á la leyenda del fuego, hacia el sitio de sus miras, reconoce por origen la propiedad que tiene de produ­ cir un licor acuoso que las permite dentro del fuego sobre el alambre tirante defenderse algunos momentos. se encontraron en seguida. Ya sobre el plomo, inclinaron LA CURIOSIDAD á un tiempo sus cabecitas para conseguir su objeto; FÁBULA pero bien pronto, aturdidas Próxima al ferrocarril por la eléctrica corriente, se alzaba una vieja encina, cayeron sobre la vía... y sobre una de sus ramas Trepidó el tren á lo lejos, dos pájaros departían: y avanzando á toda prisa, —Fíjate en esos alambres los desvanecidos cuerpos (una ave á la otra decía), de las pobres avecillas, que se pierden á lo lejos aplastó bajo sus ruedas en varias y rectas líneas. y los convirtió en cenizas. Por esos hilos metálicos los hombres se comunican, ' De igual modo que en los pájaros y por su extensión circulan héroes de esta fabulilla, innumerables noticias. frecuentemente en los niños :, Por ahí, secretos de Estado la curiosidad domina, y negocios de familia; y también con más frecuencia operaciones de Bolsa les daña ó les perjudica. y premios de lotería; MARIANO DEL TODO Y HERRERO. lo que se aplaude á los unos y á los otros se critica; EL HERMANO ARNOLDO óbitos y nacimientos, Antes de que Lutero predicase su desastrosa re­ ascensos y cesantías: forma había muchos Monasterios en las montañas todo el alambre recorre, y colinas de Alemania. Bajo su cielo triste y ne­ todo por el se desliza.— buloso descollaban estos vastos edificios con sus modestos campanarios, que se^elevaban en medio Callóse el ave parlera, de bosques, y donde anidaban centenares de palo­ y le replicó su amiga: mas. AUí sus moradores sólo pensaban en el cielo —Cosas tan raras me cuentas. por el que suspiraban días y noches en prolija y tranquila oración. EL MUNDO DE LOS NISOS. 567

---Citábase, sobre todo, en la comarca el Monas- las brumas y se disipan las nieblas, aparecen poco ' terio de ülmutz, célebre en la piedad y sólidas vir­ á poco los lagos, los valles y los ventisqueros de tudes de sus monjes. Uno de estos, el hermano las montañas. Amoldo, era sencillo como lo son los savios enca­ La voz enmudeció; la luz que iluminaba la sel­ necidos en el estudio, y que á medida que crece va se obscureció, y Amoldo, como si despertase su ciencia se aumenta su humildad; pero fatigado de un sueño placidísimo, miró á su alrededor, in­ de demostraciones é investigaciones científicas, se tentó andar, y sus pies permanecieron rígidos e in­ iiab:a consagrado totalmente á la fe de los niños móviles. Pudo al fin recobrar el movimiento, y que­ y á la oración como al puerto ansiado de sus celes­ riendo regresar al monasterio, porque avanzaba la tiales esperanzas- noche, apresuró su marcha. 3in embargo, las tentaciones de la inteligencia Su sorpresa fué grande cuando vio todo cam­ acosaban algunas veces su mente; entonces acome­ biado en el campo desde que salió del monasterio; tíalo profunda tristeza y vagaba por los campos; árboles que dejó recién plantados eran seculares sentábase al borde de los torrentes, escuchaba I5s encinas. Buscó el puentecillo de madera, tapizado murmullos de las selvas, interrogaba á la naturale­ de yedra, que tenía costumbre de pasar, y vio en za, y los cielos las montañas y los ríos sólo le res­ su lugar uno de piedra, con sus sólidos arcos de pondían una palabra: Dios. mampostería. Al pasar junto a un estanque, oyó á una de las mujeres que allí lavaban y secaban las El hermano Amoldo observó que todo lo bello ropas en los floridos sauces, estas palabras: pierde con el tiempo sus encantos, que los sentidos se hastían, y se preguntaba cómo podría hallarse —Ese anciano viste el hábito de los Monjes de la eterna alegría en el cielo para el alma tan in­ Olmutz; conozco á todos, pero á ese no le he vis­ constante. «La eternidad, decía, sin diversidad, ni to nunca. canr.bios, ni pasado, ni porvenir, ni deseo, ni espe- —Esa mujer.está loca—se dijo Amoldo, y pro­ ran;:as...» siguió su camino. Al fin divisó el monasterio, y qnedó inmóvil de Una mañana salió Amoldo muy temprano del estupor. Era más vasto, muchas de sus dependen­ monasterio y descendió al valle. Siguió los sende­ cias para él desconocidas. ros de la colina, trinaban los pajarillos en enmara­ Llamó á la puerta, y un pobre lego le abrió. ñados zarzales, y pintadas mariposas posábanse en — ¿Qíié ha pasado? — preguntó Amoldo.—¿No el suelo para secar al sol sus alas húmedas por el es ya Antonio el portero del monasterio? rocío de la noche. —No conozco á ese Antonio—contestó el por­ Amoldo pensaba en la brevedad de la vida y tero . en la eternidad celeste. Inclinaba la cabeza sobre Amoldo se llevó las manos á la cabeza. el pecho, andaba sin ver nada, engolfado en sus —¿Me he vuelto loco? — dijo — ¿z^caso no soy de pensamientos, y pasaba bosques, ríos y colinas. El este monasterio de donde salí esta mañana? pueblo de Olmutz desapareció en el horizonte con El joven le miró atentamente. sus iglesias, casas y murallas, y las montañas des­ — Cinco años—dijo — hace que soy portero, y vanecíanse como nubes vagas y casi trasparentes. no os conozco. De pronta, el monje se detuvo á la entrada de Amoldo llamó á varios monjes que pasaron, y una selva, que se extendía á lo lejos como nu océa­ ninguno respondió á los nombres que citaba. no de verdor; oíanse dulces y suaves murmullos, y — ¿No hay aquí—dijo ya fuera de sí — alguno circulaban brisas olorosas que embalsamaban el que conocía al Hermano Amoldo? ambiente. Avanzaba el monje en la selva, y árbo­ —Amoldo—dijo entonces un monje muy ancia­ les cuajados de flores se presentaban á sus ojos no,—oí decir á algunos monjes ya difuntos, que •con tal profusión y tan desconocido perfume, que era un sabio que amaba la soledad. Bajó un día al fortalecía y producía una fruicción muy deliciosa, valle, y no se supo más de él, y desde aquel tiem­ como el espectáculo de una acción buena ó la apro­ po ha transcurrido un siglo. ximación de celestiales espíritus, y una luz resplan­ Al oir estas palabras. Amoldo lanzó un grito, deciente é indifinible difundía por todas partes su porque todo lo había comprendido. Cayó de rodi­ benéfica y tranquila claridad. llas, y juntando las manos con fervor, exclamó' Oyó Amoldo después, el canto de una voz tan —- ¡Dios mío 1 habéis querido probarme cuan in- suave y dulce, que ni la más ligera brisa, ni el háli­ sesato era en comparar las alegrías de la tierra con to clel niño que duerme en la cuna, ni el susurro las del cielol |Un siglo ha pasado para mí como si del aire besando las rosas, podíale dar una idea fuese un día oyendo vuestra voz; ahora entiendo de 3u inesplicable melodía. Y aquella voz era cien­ lo que es el Paraíso y sus eternas alegrías; sed ben­ cia, poesía, sabiduría y caridad, que transportaban dito. Dios mío, y perdonad á vuestro siervo! el alma á regiones ignoradas, y escuchándola pa­ Y Amoldo extendió sus brazos, besó la tierra saban siglos, y no cansaba, á la vez que inspiraba y murió. amor á la virtud y descubría sin cesar inefables misterios, así como en los Pirineos cuando se alzan ••'^.

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•'•^•-:-:- La Salamandra.

IVIAXIMAS

No hay más que un bien, que effia ciencia, más á mi patria que á mi familia; pero toda-* íc ni más que un mal, que es la ignorancia. El amo más al género humano que á mi patria,— que conoce el biea y obra mal, es un insensato; Fenelón. nunca cree el sabio que sabe lo que ignora: No hagas con otro lo que no quieras que concebirá desde luego que no sabe nada, y pro­ hagan contigo; no tienes necesidad más que de curará instruirse.—Sócrates. esta ley: ella es el fundamento y principio de Un sabio conoce á un ignorante, porque él todas las demás.—Confucio, lo ha sido antes; pero un ignorante no puede La limpieza es una semivirtud. juzgar de un sabio, porque no lo ha sido nunca. La limpieza es para el cuerpo, lo que la dc- —Máximas orientales. C3iicia para las costumbres.—Bncon. Generalmente no juzgamos discretos más Cada uno tiene su carga, cada uno tiene sus que á los que son de nuestra misma opinión.— defectos: nadie se basta á sí mismo, ni es bas­ La Bochefüucauld. tante para sí mismo; debemos, pues, sufrirnos, El que honra á sus padres, hallará en sus consolarnos, ayudarnos é instruirnos mutua­ hijos su alegría.—Eclesiastes. mente.—Imitación de J, G, Más amo á mi familia que á mí mismo; amo EL MUNDO DE LOS NIÍÍOS. 'm

SECCIÓN RECREATIVA • prudente dicho de Bacon, no alas, sino plomo, y para dar mayor vigor á la defensa esperaba el ata­ que, que no tardó mucho en presentarse. Una se­ LA MALEDIGEICIA ñora seca y tiesa como una escoba, se había encar- • gado de ello; dio un codazo á su vecina como quien dice—\allá voy\—y aprovechando un momento de (Conclusión,) silencio para hacer más cruel la puñalada, dijo con •voz melosa, echándose lánguidamente fresco con , V el abanico. La Condesa se levantó de un salto como si le —Duquesa... ¿Tienes noticias de Pilarito?... hubiese pinchado una aguja clavada en la silla, y Media hora hacía que esperaba la Duquesa el salió al encuentro de la nueva tertuliana, diciendo golpe, y sin embargo una ficha de marfil se rom­ cariñosamente: pió entre sus dedos al recibirlo, y un relámpago — ¡Gracias á Dios que pareció la perdida!... Si de ira brilló un momento en sus ojos. ¡Tanto vene­ hubiera periódicos en esta población, te hubiése­ no traía entre sus sencillas palabras, aquella melo­ mos anunciado en la sección de pérdidas... sa pregunta!... Volvióse en el acto con los naipes Y cogiendo ambas manos á la Duquesa, le dio en la mano, y miró cara á cara á la turba que cu­ un beso tan sororo y tan traidor como el de Judas chicheando irónicamente esperaba su respuesta. Iscariote. •—¿Cómo quieres que esté la pobre?—-contestó —Pues ya me tienes aquí sin necesidad que pa­ al fin, con esa expresión triste y grave que infun­ gues el hallazgo,—replicó la Duquesa, de siempre un recuerdo doloroso... Sin separarse Y en vez de sacarle los ojos, le devolvió su beso un momento déla cabecera deDieguito... Anoche con igual cariño. por primera vez en tres días, pude hacerla dormif — ¿Pero dónde has estado metida cinco días con dos horas... cinco noches?... Abriéronse todas las bocas y enarcáronse todas La Duquesa entornó los párpados, ladeó la ca­ las cejas al oir aquella salida inesperada, y la beza, y apoyando la barba en el extremo del aba- dama que había hablado preguntó llena de estupor. 'nico, dijo con misteriosa .sonrisa: — ¿Pero está pilar en tu casa?... —]Hija mía . altos negocios de estadol .. La Duquesa pareció reflexionar un momen — ¡Ah picara carlista!—gritéi ¡a otra. ]Tú cons­ y contestó al fin con su firmeza: piras de firme!... —¡Sí!.. Hace cinco días que la tengo allí esc( — [Calla y no me denuncies!... que el General dida con su marido. va á prenderme, — replicó la Duquesa enviando á Y dirigiéndose á la Condesa, que participal éste con el abanico un ami.=toso saludo. del general asombro, añadió con triste sonrisa: Y cambiando acá y allá esas delicadas frases —Estos son los altos secretos de Estado, que te con que las veteranas del gran mundo, lo dicen explicarán mi ausencia. todo, lo disimulan todo, ó hablan mucho sin decir La curiosidad, esa terrible picazón del entendi­ nada se acercó la Duquesa á las m.esas de tresillo, miento, se apoderó de tal manera del auditorio, y ocupó en ella su sitio de siempre. que hubiérase podido oir el aleteo de un mosquito. •—¿Qué tal ha administrado V mis intereses Nadie estaba dispuesto á creer á la Duquesa, por­ durante mi ausencia, D. Lorenzo?—preguntó al que iba á defender á un ausente y á combatir una sentarse á un caballero gordo y peludo que juga­ calumnia; pero esperaban mucho de su habilidad y ba gravemente. su talento, é inspiraba lo que iba á decir el interés —Estamos en alza. Duquesa;—replicó D. Lo­ que inspira en día de crisis el discurso del ministro renzo presentándole los naipes. Si es cierto que encargado de hacer frente á las interpelaciones pe­ V. conspira, ya podremos hacer á los carlistas un ligrosas que amenazan al gabinete. Harto conocía empréstitoi . al diez por ciento. por su parte la Duquesa el terreno que pisaba: ar­ — ¿Al diez por ciento? —]jesús!... Ni que fuera móse, pues, de la astucia de la serpiente porque V. Samuel Leví, el tesorero del Rey D. Pedro. . era hábil, y sin abandonar la sencillez de la palo­ En tal caso les haríamos un donativo. ¿No es ver­ ma, porque era piadosa, refirió con esa ingenua sen­ dad, General?... cillez que brilla siempre en la verdad como un re­ — Haré la vista gorda, Duquesa; — contestó el flejo del cielo, la siguiente historia, en que con veterano. Lo sabré como caballero y lo ignoraré maestría consumada iba midiendo las palab.''as y' como Rey; que dijo el gran Carlos V. calculando los efectos. —¡Cuidado, General, que le cojo á V. la pala­ Al frente de su batallón había rechazado Diej, bra!—replicó la Duquesa ordenando sus naipes. de Quiñones las tropas republicanas queocupabí 'i Y sin tomar más parte en la conversación, pa­ las alturas de Talayamendi. Diego se batía com* . reció atender exclusivamente al juego, con grande un león, rugiendo con esos gritos sobrenaturales, impaciencia del General, que menos astuto que la superiores al aparato eufónico . del hombre, que dama, no comprendía su táctica. Seguía ella el arranca el combate á la ira, al furor, á la vengan- .570 EL MUNDO DE LOS NIÑOS. za, íil espanto, al vértigo que causa la sangre que Sin perder un momento refirió la Duquesa á corre y la pólvora que humea... Incautamente se su marido, la desgracia que ocurría. El buen señor alejó dfe los suyos, internándose hacia el caserío se quedó anonadado; comenzó á llorar como un chi­ de Azcoeta, en la parte del monte comprendida co, y á duras penas pudo disuadirle su esposa de todavía en la zona republicana. De repente se en­ tomar en el acto el camino de Azcoeta, para echar­ contró rodeado de enemigos, sólo con Chomin, le una peluca al ingrato sobrino, que después de su hermano de leche, el hijo de Pachica, que era haber muerto para él al ponerse la boina, se obs­ también su asistente. Un barranco se abría á sus es­ tinaba en morirse de nuevo sin pedirle antes per­ paldas , y hacia allí se replegaron ambos dejándo­ miso La Duquesa avisó al General Urbano, y por se caer de improviso hasta el fondo, y ocultándose mediación suya obtuvo del brigadier, jefe de la co­ entre las espesas matas que lo cubrían. Desorien­ lumna, la traslación del herido á su propio palacio; tados los enemigos comenzaron á retirarse, y Die­ hízose esto con el mayor sigilo, por no estar en go se levantó entonces ileso; Chomin tenía rota la las atribuciones del brigadier el dejar de conside­ pierna izquierda. El Coronel no vaciló un instante rar á Diego, una vez descubierto, como prisionero cargóse á la espalda al asistente, y comenzó á co­ de guerra. Entonces escribió el Duque al General rrer ocultándose tras árboles y matas, en dirección en jefe, y aquella misma mañana había recibido del caserío de Azcoeta, que á un cuarto de hora una cariñosa carta de éste, autorizando á Diego escasoise ocultaba en el bosque. Una descarga sonó para disfrutar de la libertad más absoluta, con lo de repente al otro lado del barranco, y ambos ro­ cual cesaba todo peligro, y se hacían inútiles todos daron por el suelo; muerto el asistente, sin sentido los misterios el coronel, con un balazo en el pecho. En cuatro palabras refirió la Duquesa todos es­ Cuando Diego volvió en sí, encontróse en el tos hechos, con esa concisa elocuencia que, sin ha­ caserío de Azcoeta, á donde algunos de los suyos ber leído á Tácito ni á Plutarco, tienen las muje­ le habían conducido. A su lado estaba Pachica, su res en circustancias apuradas. Con la maestría de nodriza, que sin derramar una lágrima le curaba la un orador parlamentario, puso en primer término herida. Las primeras palabras de Diego fueron aquellos hechos más de bulto, que podían destruir para saber de Chomin.—\Junac-jun... DiegoduA (i) mejor la calumnia levantada; y su voz, siempre in­ le contestó Pachica con entereza. Y jamás volvió sinuante, supo tomar tal tinte de ternura, al des­ á hablarle de su hijo. cribir el valor de Diego, el heroísmo de Pilar y el La noticia de la herida de Diego llegó en efec­ infortunio de los nietos de Pachica, que algunos to á Pilar de Trelles, por el conde prusiano, que se de los presentes se sintieron conmovidos. Ella lo hallaba en Biarritz para asuntos de la guerra. El estaba en efecto, y sus grandes ojos negros, llenos amor á su marido infundió entonces en aquella mu­ de lágrimas se paseaban por toda aquella concu­ jer, débil y casi niña, alientos para llevar á cabo rrencia sin encono ni rencor, como si creyese en­ una resolución heroica; porque el cauterio del do­ contrar en todos aquellos corazones, un eco frater­ lor comunica á veces un temple de acero, á ciertas nal de la emoción que el suyo sentía... Más quiso la almas que parecían enervadas por la prosperidad mala estrella de Pimpollo que al terminar la Du­ y las delicias. Sin confiar á nadie su intento, por quesa su relación, le divisaran sus ojos á dos pasos miedo á los espías, embarcóse aquella misma no­ de ella, escuchando atentamente con incrédula che en Socoa, en un lanchón de pescadores; acom- sonrisa. La mujer se acordó de que era mujer, y paiíábala tan sólo el hijo menor de Pachica que no le fué posible resistir á la tentación de la ven­ ella tenía á su servicio, y corriendo graves riesgos ganza. La sombra de P'ulvia, picando con un alfiler llegaron milagrosamente al caserío de Azcoeta La de oro la lengua del orador romano, debió pasar herida de Diego no era grave; más su mujer lo en­ en aquel momento ante su vista. contró moribundo. Habíase obstinado en no dar —Aquí está la carta del General en jefe,—dijo aviso á nadie de su estado, temeroso de que algu­ sacando una del bolsillo. Es digna de leerse, por- ' na imprudencia revelase á los enemigos su asilo que se acredita en ella de cumplido caballero. y sin más socorros que los escasos que Pachica po­ Y enjugándose las lágrimas, ó haciendo como día prestarle, hallábase ya en grave peligro de que se las enjugaba, alargó con la mayor naturali­ muerte. Por orden de Pilar avisó Pachica aquella dad la carta al Marquesito, diciendo: misma noche á la Duquesa, y ya hemos visto —Hazme el favor de leérnosla, Pimpollo... Jus­ como la noble señora acudió á su llamamiento, lle­ tamente trae para tí una postdata. vándole la más estimada de sus joyas; el rosario " El Marquesito creyó reventar de satisfacción al fe la DuqiLesa Santa, que ella misma colgó al cue- saber que el General en jefe se ocupaba de su per­ .o del herido, con esa piadosa fe, consuelo siem­ sona, y poniéndose en el ojo derecho el lente de un pre del que sufre, y remedio tantas veces de su sólo vidrio, que en su última expedición había traí­ desgracia. ' _ , • do de Inglaterra, leyó solemnemente. «Querido Duque: Jamás te perdonaré que no (I) ¡tos idos, idos... Dieguito!—Dicho popular vascongado, hayas tenido en mí la suficiente confianza, para es­ que eq^uivale á los mucríüs no vuelven. cribirme desde luego la gloriosa desgracia de tu EL MTÍTOO DE LOS NIÑOS. 571 sobrino, y en penitencia te pongo la carga, de es­ los alcanzó en alguna parte, que hubo estocadas cribirme cada dos días el estado en que se encuen­ y... ]tahlcan\... tre. Por telégrafo aviso al Brigadier Z'-''*, que Die­ •—] Eso es! I Sí, sí!... No puede ser otra cosa. go es libre para ir á donde mejor le plazca, sin que —Para mí como si lo viera... Y esa Clara, que nadie le moleste. El batirse con enemigos como es capaz de urdir un enredo en la punta de una tu sobrino, es una honra para el ejército, y puedes aguja, se ha traído al matrimonio á su casa, y ha decirle de mi parte, que si D. Carlos le dá como inventado toda esa historia... merece, la cruz de San Fernando, yo le enviaré de —No faltarán inocentes que se la traguen. regalo la misma placa que llevo en el pecho. Pon- —Lo que es yo, ya soy vieja... quiero decir me á los pies de Clara y de Pilar, y aprende á no que he visto mucho, y no comulgo con ruedas de desconfiar nunca de tu antiguo amigo X**.» molino. El Marquesito registró la carta por todos lados —Pues mira que la fresca que le soltó á Pim- y no encontrando postdata alguna, preguntó sor­ pillo, fué de padre y muy señor mío. prendido á la Duquesa: — Quita allá, mujer; que me dio lástima el po­ — ¿Pero'no decía V. que ponía para mí una bre muchacho... No sé cómo la Condesa permite postdata?... en su casa semejantes groserías. — ¿Pues no la ves, hombre?—replicó la dama —En fin, querida, no va encontrando una de tomando la carta; y poniendo el dedo en el espa quién fiarse... CÍO en blanco que por debajo de la firma quedaba, —Tienes razón, hija... Mañana mismo voy á acercó el papel á las narices de Pimpollo, y dijo á escribir á Cauterets, para prevenir á mi hermana... media voz con una frescura sin igual en los fastos Al fin tiene hijas jóvenes, y bueno es que sepan de la crueldad femenina: estos ejemplos para que vivan precavidas. —« El botarate difamador de sus sobrinos, no —l'ambién yo voy á escribir á las de la Tijera, merece que le castigue la espada de un caballero... que han vuelto ya á Madrid, y les contaré ce por Clara puede encargarse de cortarle la puntita de be toda la aventura. la lengua, con sus tijeras de bordar...» La berlina se detuvo, y la viudita puso final, diciendo: —Pero mire V. por dónde ha salido la Pilarito, VI con su cara de Pilotea... A lo cual contestó la solterona elevando los ¿Consiguió la verídica relación de la Duquesa, ojos al cielo , con un púdico suspiro: destruir por completo la calumnia referida por el —¡Ah mon Dieu de la France!... Marquesito?.,. Ni nosotros lo aseguramos, ni osará LUIS COLOMA, .S. J. asegurarlo nadie que conozca cuan difícil es arran­ car á la maledicencia la tajada de honra en que ha hincado ya el diente. Es, sin embargo, cierto, que al terminar aque­ CUENTO DE lla noche la tertulia, una señora anciana se acercó á la Duquesa, y poniéndola en la mano dos mone­ das de oro, le suplicó casi con lágrimas en los ojos, ¡Otro tronco al fuego! ¡Así!... Que sus rojizas que las hiciese llegar en su nombre á los nietos de llamaradas alegren nuestra vista, y sirvan para dar Pachica. calor á nuestros cuerpos! Mirad, hijos míos, cómo Es igualmente auténtico, que cierta viuda ale­ el hogar, reanimándose, hace presa en su nuevo gre, y cierta solterona triste, sostenían entre los huésped. Mil lenguas de fuego giran y se retuer­ azules almohadones de la preciosa berhna que de cen en torno suyo sin prestar atención á sus la­ la tertulia las conducía á casa, el siguiente diá­ mentos. El leño cede, y al cabo del tiempo viene logo: á quedar convertido en cenizas. Tal es la imagen —¿Pero has visto qué actriz tan consumada?... de nuestra vida. ¡Lucha, sufrimientos... después, —Cruces me estaba yo haciendo... Ni á Matil­ nada!... de Diez ni á la Ristori le cede la palma. Pero no hablemos ahora de esto. Acercaos —Por supuesto, que lo de la herida de Diego, más, hijos míos. Venid á mi lado y bendigamos será" filfa... filfa completa. todos á Dios, que tan bondadoso se muestra para —No lo creo... La herida debe de ser cierta: con nosotros. Clara es lista y ata bien los cabos... ¿Qué dices, Julián? ¿Que Dios es bueno y nun­ —¿Entonces?... ca puede faltarnos? Es verdad. Gracias á su bon­ —Entonces, es menester estar ciega, para no dad, hoy por hoy no nos falta el sustento necesa­ ver de dónde ha salido la herida... rio, y contamos con este albergue conque defen­ —] Ah 1... I Ya caigo 1... ] Algún desafío 1... 4 dernos de las inclemencias del tiempo. ¿Pero —]Pues claro está!... Si eso se cae de su peso... podemos afirmar que mañana sucederá otro tanto? Que Diego fué en persecución de los fugitivos, que ¿Podemos tampoco decir que todos nuestros her- EL MUNDO DE LOS NlJÍOS. manos se hallan ,á estas horas como nosotros á liabitantes de la comarca amasen y venerasen á su • cubierto del temporal que reina? joven señor. Observa con cuánta furia el agua azota en los Su madre habíale reconvenido m.uchas veces cristales de la ventana. Asómate á ésta y verás por lo irreflexible de su carácter y el descreimien­ las pesadas ramas de los árboles agitarse como to que tenía de cuantas cuestiones se relacionaban débiles juguetes del viento. Presta aún más aten­ con nuestra santa religión; pero Arturo, con cua- • ción, y escucharás á lo lejos el rugido del huracán. tro caricias y sus generosas acciones, conseguía El temporal arrecia por momentos, ¡ y desgracia­ sin gran esfuerzo acallar las inquietudes de aque­ dos aquellos á quienes haya sorprendido por esos lla. Esto no obstante, su falta de obediencia y caminos de Diosl... Ya ves, querido, si tenemos descreimiento habían de tener su castigo, y así fué por qué dar gracias á su infinita bondad. en efecto. —¿Pero es posible que á estas horas y con este Era una noche de ánimas como la presente; • tiempo haya quien se atreva á viajar? Además, es las campanas del castillo y las del pueblo inme­ noche de ánimas, y mamá me ha dicho lo peligro­ diato habían estado incitando con su lúgubre ta- * so que es viajar en noche semejante, por hallarse nido á la oración; el viento silbaba honrtblemente aquellas en libertad exigiendo á los caminantes el en el bosque; de cuando en cuando el relámpago alivió de sus penas. ¿Es esto verdad, abuelito? rompía con sus siniestras luces la obscuridad; á El anciano á quien iban dirigidas estas pala­ esto seguía el fragor del trueno repercutiendo en bras, sonrióse del gesto de espanto retratado en las cumbres de la montaña". .Era una noche pavo­ los rostros de su juvenil auditorio, constituido en rosa y horrible, capaz de inspirar por sí sola te- , primer término por tres herm.osos niños, y con­ mor al más osado. testó: En el hogar del castillo hallábanse reunidos —Mamá no te ha engañado, hijo mío. Las al­ cuatro ó seis caballeros de la comarca, compañe­ mas de los que fueron nuestros semejantes, no pue­ ros de armas de Arturo, y los ancianos padres de den esperar de sus hermanos otra cosa que ora­ éste. ciones para alivio de su purgatorio, y no es de ex­ Como nosotros, aquella reunión felicitábase trañar que traten de recabar aquellas. Ahora, ¿de de hallarse al abrigo de la intemperie, y como qué medio se sirven para ello? Materia es esta nosotros también la conversación hubo de recaer ' muy difícil de explicar. La tradición declara que en la libertad dada por Dios á las ánimas la no­ uno de ellos es el citado por la mamá. Creámosle che de su conmemoración. ya que con esto no se causa daño á nadie, y ben­ Varias extrañas historias habían sido referidas digamos á la tradición si tales resultados consigue sobre el particular. Arturo ni siquiera había pres­ con sus fantásticas narraciones. Sobre este punto tado aellas atención, limitándose á mirar'á sus cuéntanse millares de ejemplos, y en este momen­ compañeros con desdeñosa sonrisa. to recuerdo uno que no deja de encerrar prove­ —Todas esas historias—exclamó de pronto— chosa enseñanza, cual es ios perjuicios que siem­ son muy buenas para dormir á chicos rebeldes, : pre lleva én sí la desobediencia á nuestros mayo­ pero ya han pasado de moda. ¿Quién cree ahora res. ¿Queréis oirle? —añadió—que las ánimas puedan andar por ahí ; —|Sí, sí!—contestaron los niños á una, rodean­ campando por sus respetos? do al anciano. —¡ArturoI—exclamó su anciana madre.—El Este guardó silencio por espacio de algunos poder de Dios es absoluto. momentos, y después, con voz lenta y pausada, —Lo creo, madre mía; pero respecto á las áni­ comenzó: mas, dispensad que tenga mis sospechas. «Arturo de Bretaña era un joven apuesto y —¡No blasfemes! valeroso, para el cual la palabra temor se hallaba — Nada de eso. Lo digo tal cual lo siento; y demás en el Diccionario. Hijo único de padres no­ para demostrarlo, apuesto ir y volver al pueblo bles, y poderosos dueños de extensos territorios, inmediato, sin que por eso crea que pueda ocu- poseía la educación propia que correspondía á los rrirme ningún incidente. señores de la antigua nobleza. Era voluntarioso —Eso es una locura. " hasta el exceso, pues adulado por sus servidores —No; es demostrar la verdad. , y mimado por sus padres, sus menores caprichos Y el joven, sordo á toda súplica, insistió en habían sido siempre satisfechos. llevar á cabo su descabellado propósito. Ciñóse la , Su pasión favorita era la de las armas, y era espada al cinto, y desafiando la furia de la Natu­ tal su destreza en el manejo de las mismas, que raleza, salió resueltamente al campo. rayaba casi en temeridad. El vendabal silbaba cada vez con más furia; Aparte de esta fiereza y de lo indomable de los relámpagos se sucedían sin cesar, y el trueno su carácter, Arturo poseía excelentes cualidades, dominaba en la campiña. Arturo, sin preocuparse , sobresaliendo entre todas ellas un corazón de oro, de nada, avanzaba con paso firme. enemigo de toda injusticia, y paladín constante Sin embargo, el terrible espectáculo que á sus contra toda tropelía, lo cual hacía que todos los ojos se presentaba; lo tenebroso de la noche; los ., EL MUNDO DE LOS NIÑOS. mil ruidos que llegaban á sus oídos, y sobre todo, Largo tiempo debió pasar así para Arturo, y el recuerdo de las extraigas apariciones referidas cuando volvió á darse cuenta de su situación, diri­ en las historias que acababa de oir, comenzaron gió en torno suyo una mirada de asombro. por hacer presa en su corazón. Tuvo un momento Hallábase metido en su propio lecho; sus pa­ de duda; sus piernas flaquearon, y trató de retro­ dres y algunos servidores le rodeaban, prodigán­ ceder. Pero esto era imposible. Había comprome­ dole toda clase de cuidados. tido su palabra, y no había ahora de sentar plaza —¿Dónde estoy?—preguntó.—¡Oh! ¡Dejadme, de asustadizo ante sus compañeros. dejadmel—añadió delirando aún. Continuó, pues, avanzando, pero ya con me­ —Tranquilízate, hijo mío; te hallas entre nos­ nos tranquilidad. Sentía en sus oídos ruidos in­ otros. ¿Qué deseas? comprensibles, así como carcajadas sardónicas, —]Ohl Por favor, decidme cómo he podido yo burlándose de su valor. Apretó el paso, pero aquel venir aquí? ruido le perseguía sin cesar. Es más, creyó escu­ —De una manera muy sencilla: anoche, cuando char á lo lejos nuevos rumores que se iban apro­ desoyendo nuestros consejos saliste para realizar ximando. tu descabellada empresa, tu padre dio orden para Por más que pensaba en huir, aquellos ruidos que te siguiesen desde el castillo, llegando á en­ le perseguían. En esto un relámpago rasgó la at­ contrarte sin sentido y con la espada desnuda al mósfera, y el joven Arturo quedó como petrifica­ pie de un árbol. do. Una horrible visión habíase presentado á sus —¡Perdón, perdón, madre mía! Sin duda ha sido ojos. Sus formas eran colosales. una advertencia del cielo. Ahora recemos por las Instintivamente echó mano al cinto. La hoja ánimas benditas. La enseñanza ha sido prove­ de su espada brilló en la obscuridad, y comenzó chosa.» , . . ,..,../,,,.. . á dar tajos y mandobles como si luchase con un fantasma invisible. -

SOLUCIONES A LOS DEL NUMERO 35. CCXLVI.—Problemas numéricos: 254- .;., :, .' [." 6

30

2^ = 4

3-" =81 8 + 1=9 3 + 1=4 4." 5 + 1 = 3 CCXLVII.—Charada: Gri-jo-ta. ... CCXL VIII.—Intríngulis: Mar-ce-li-no. CCXLIX.—Criptografía: EL MUNDO DE LOS NIÑOS CCL.—Triángulo: DOLORES Este, sin embargo, debía saber defenderse, OLORES porque Arturo no cejaba en su empresa. Las fuer­ f LORES zas ya le rendían y el fantasma debía perseguirle ORES con tesón. De pronto, un trueno espantoso resonó SES . en la campiña, y Arturo, lanzando un terrible gri­ ES to, cayó al suelo sin sentido. Una sombra blanca S.,,,... fuese aproximando á él, Detrás de aquella sombra veíanse brillar algunas luces sostenidas por manos CCLL—Acertijo: desconocidas. Re-be-ka. 574 EL MUNDO DE LOS INIÑOS.

ÍNDICE DE LAS MATERIAS íjüE CONTIENE ESTE TOMO

TEXTO Págs. CoU y Bofill (Juan), Higiene de la infiuicia 430 Consejos sanos 345 Acino (Eduardo), Reinado de Luis 1 283 Cordavias (Luis), Sopa en vino 105 Aguilucho 4~>f> Cormorán y Pingüin 328 Aicard (Juan), La madre ,131 • Cuento ruso 359 Al que madruga Dios le ayuda ii)[ Cuentos viejos 5.5 AlcaLie Valladares (Antonio), El viejo y el niño 71 Curiosidad matemática 295 Amigos de los niños (Los) 118 Chapí y Selva (Miguel), Descripción de la provincia de Andrade (Olegario V.), Hl consejo maternal 70 Alicante 375 Anécdota o,)() Dar posada al peregrino 160 Antipatías 23'2 Dedo cortado (El) 333 Aprendiz de Santo (El) 8(10 Degetau y González (Federico), Jup y Tom 510 Arciniegas (Ismael Enrique), Amor filial 414 Diderot, El camino de la fortuna 387 Arco iris (El) 78 «El huérfano infeliz, tras largo lloro» 425 Arnao (Antonio), El olivo del monte l(i!) En el arroyo 236 ¡Asi va el mundo! 44 En el palomar 489 Balbín de Unquera (Antonio), A propósito de los exá­ «En la senda de la vida» 329 menes 9,16 Escudero y Perosso (F.), La mujer 7 •— Pensamientos.,.. 472 y 488 Espigas (Las) 400 Ballesteros (Federico F.), Higiene de la infancia ;^42 Explicación de los cromos (todos los números). Ballesteros (J. M.), Los locos de Zaragoza 262 Fabiany (Antonio), El niño artista 54 Beorlegui y Oyaregui (Margarita^, Descripción de la Felicitaciones (Las) 403 provincia de Navarra 473 Fernández Grilo (Antonio), El crucifijo de mí madre. 301 Berrio y Rando (Anselmo), Herencia de lionor 364 ^ El ángel de la Guarda, 509 — El blasón del lié roe ,S24 Fernández Núñez (Rodrigo), Descripción de la provin­ Blanco (Ramiro), ¡Un estudie! (comedia) 153 cia de León 515 Blázquez (Antonio), Ideas acerca del descubrimiento y Fernández y González (Pío), La abeja y la mariposa.. . 43Ü conquista de América 233 Ferrer y Lozano (Justiniano), Lo que piensan las Borrachín 15 aves 22 y 35 Brissa (José), La venganza de Roberto 151 — El yeso y la caliza 57 y 73 Bueno (Ángel), Escrituras libres 411 — Narraciones de un glóbulo rojo.. . 00, 355, — Religión de los antiguos españoles 541 .507 y 521 Buffón, Un amigo del hombre 185 — Rectificación necesaria 127 Byrne (B.), Los niños 294 — Historia de un grano de arena 137 Cables eléctricos submarinos (Los) 71 — Bl Kaolín de los chinos 1 (13 Calcaño (J. A.), Las tumbas húmedas 340 Filosofías 60 Camino de la estación 260 Flórez y Sánz (Ramón), Reinado de los Reyes Católicos. 467 Campoamor (Ramón de). La fe de las mujeres 50 Fraile y el soldado (El) 424 -— La muerte todo lo iguala 87 García Gutiérrez (Antonio), Oración al Ángel de la — El gato y el milano 188 Guarda 440 Caplin Padilla (Cándida), La moneda 208 García del Canto (Antonio), Soneto 515 Castigo providencial. 70 García y Osuna (Manuel, José), El triunfo de la virtud. 278 Carvajal y Camino (Adriana), Teoría de la numeración. 230 — Barcelona 323 Caza mayor 26^) Gimnasia higiénica 413 Ceballos Qiiintana (Enrique), Colón 86 Gironi (Gabriel), El engrudo 7 — La existencia de Dios 09 — La ortiga 44 — Esperanza 130 — Soldaduras 50 — Resignación 170 — Cajas de herramientas 67, 87, lOí), — El cristianismo 180 147, 170 y 183 — Teatro contemporáneo 199 — Las ostras 130 — Ala Virgen María 222 — Preocupaciones contra los reptiles 202 —• Bretón de los Herreros 246 — El clavo 207 — Ley de la vida 471 •— Clavar un clavo 221 •— Cuentos de color de rosa 489 — Los eucaliptos madrileños . 222 — La cantinera 507 — Las armas de fuego 235 — La casa en el campo. . ; «. . . . 523 —• La buena educación 2/0 — Cantares 536 — La langosta 270 Cenicienta (La) 365 y 374 — Las trufas , 3:)9 Colecciones de sellos 376 — Los cazadores de nidos 348 Coloma (Luis), ¡Porrita, componte! 61 — Contra el torpe deseo de atesorar riquezas.. . 382 — Periquillo sin miedo 265 — Las industrias agrícolas 303, 409, 477, — Mal alma 313 492, 409 y 550 — ¡Paz á los muertos! 347 Gente menuda 540 — El anillo de Pío IX. . . , 422 Gomis (Celso), El tiempo 30 — El cazador de venados 425 — El campesino y los pájaros 105 ~ La maledicencia 537 y 553 González (Ernesto), Canto de Navidad 551

.j;u.j-a-t»*H«!l'I'ltJi1?l> 1. fl-'=^'SH."'Íf" ^ EL MUNDO DE LOS NIÑOS. 575

Págs. r&g3.

González Ansótegui (Lino), ¡Pobre niño! 78 Mayorga (Ventura), Cogida en sus propia redes 186 — Contraste 187 '— Guerra fratricida 202 — Burlas costosis •218 — Las flores de Mayo 203 — Soneto '. - . . 22Ü —• Dar de comer al hambriento 217 Groizard (Pedro), Grandezas efímeras 397 — La escapatoria 254 — Arrepentimiento 41>) — ^Quién es el loco? 349 Guerola (A), Lo que vale un pedazo de pan _, 142 Mejía (Epifanio), La paloma del Arca 491 Gutiérrez (Carlos), A mi hija Julia 131 Menéndez (Rodolfo), Juegos de la infancia 445 Gutiérrez de Alba (José María), Los diez mandamientos. 4(51 Miel del eucalipto (La) 46 — Pensamientos 520 Mingarro (Leonardo), El cloruro de sodio 106 — La mariposa 526 Modas de niñas 76 Hartzenbusch (Juan Eugenio), El envidioso 327 Montólo (Luis), *** 215 Hernández (Salvador Guillermo), ¡Huérfanos! 92 Morales de Ceballos (Eloísa), A mi María 238 Hernández Miyares (E), Ni un árbol ni una cruz 237 — A la virgen de la Soledad 463 Higiene 539 Morsa 344 Higiene de los niños 24B Mosaico, todos los números Higiene en las escuelas (La) 8 Mujeres francesas de 1870-7 i (Las) 206 Historia triste 503 Navarro Reza (J.), El niño poeta 55 Hombre y el día (El) 31)0 Niños y las bellas artes (Las) 462 359 No es oro todo lo que reluce 239 Huidobro y Hernández (Manuel), La carida 1 270 Hundimiento (Un) O, y B,, El nido -. 30 Jerique (Pose), ¡Cuadros tristes! — La cometa 57 Jiméuez Campaña (Francisco), L? campana de las es­ — FabuliUa 103 cuelas Pías 382 — Cuento viejo 188 439 — Pastores y guerreros 217 Juegos de imaginación (todos los números). — La estatua del teniente Kuiz 297 Larrubiera (Alejandro), Rafael 131 Observaciones 120 y 152 — Los cuentos de la abuela 198 Occeania (La). 157 — La hormiga ambiciosa 219 Origen de la hora (El) 168 — Frutos de la hülga^a. .^ 422 Ortiz (P. Samuel), Consejos de oro para los niños 342 — Firfán- % . ,%, 4§9 Orgullo insano ,. . . . 361 — Mariposas ». 455 Ossorio y Bernard (Manuel), Conversación familiar, (to­ — Enrique .•-•;,••• 48G dos los números) — Mil por uno.....;...' 493 Correspondencia particular 2 Lasso de la Vega (Ángel), Arión Precocidad infantil 121 •— La noche del Viernes Santo 135 Los niños abandonados 184 — El ángel del perdón 183 El niño en el bosque 343 — La mano de mi madre '. . 259 Ossorio y Gallardo (Ángel), La distracción. 11, 27 y 41 — El consuelo V 423 — Lección de piano 19 — La torre y el campanario 487 — El invierno en los campos 19 — La moda .....' 503 — El gato fugitivo ;)1 — La paloma 511 — Los gu rriatos 83 • — El sol y el polvo 519 — La toña 92 — La hormiga 519 — Don Claudio Ciruela 140 Lcdesma, A las lágrimas del niño Jesús 46 — Orgullo y Abnegación 377 Segorve (E), Falta de exactitud 407 — La isla de la perfección ^i41 y 457 Ley del más fuerte (La) 40 Pajaren (Agustín), El caballo y la hormiga 167 Libro notable (Un) 108 Palacio (Manuel del), Las clases menesterosas '. . . 478 López Núñez (Alvaro), Papalaguinda 171 Pastor y el rebaño (El) 189 Llórente Vázquez (Manuel), Ave María 519 Penas 235 Llórente (Teodoro), La ventana de la casa paterna. . . . 75 Pensamientos 24, 72, 88, 104, 392 y 408 Mal sueño (Un). 249 Pérez Eclievarría (Francisco), Junto á la cuna vacia. . . 502 Mano derecha y la izquierda (La) 291 Pérez Nieva (Alfonso), Toma puntapiés 89 Martín y Ortíz de la Tabla (Soledad), Descripción Je la — El último esfuerzo 269 provincia de Santander 361 — En la playa , 414 Martínez (Juan), Descripción de la provincia de la Co­ Pérez Ruiz (Félix) Del uso de las llores 75 rana 394 Perros (Los) 234, Martínez Fernández (José), Física recreativa 93 Perros célebres (Los) 250 — El picapedrero de Pekín 300 Pesadilla (La) 201 —• Bu rgos 505 Peza (Juan de Dios), Magdalena 173 — Animales curiosos — Como es Margot 182 Masíp (Juan), Las líneas geométricas 247 Pobreza y trabajo 494 — Ventajas de la agricultura ,301 Poleró (Vicente), Varios métodos de copiar dibujos. ... 44 — Gusano y mariposa 317 Polo y Peyrolón (Manuel), Las bodas de oro de un maes- — José Buonaparte 345 l^tro cristiano 102 — Anécdota comentada 406 — La Fuentecilla auíbiciosa 150 Mauricio 317 — Como verdura de las eras 427 Má.ximas 234 , 280, 29(1 y 312 Preceptos de sabiduría antigua 552 Máximas y pensamientos 137, 200 y 216 Princesa encantada (La) 284 Mayorga (Ventura), Los novillos 90 Religión (La) 205 — Las malas compañías 60 Rengífero 56 — El defecto de Julio 94 Rendición de Granada (La) 531 — Andresillo el periodista 115 Romero González (Fernando), La educación 39 576 EL MTMDO DE LOS NIÑOS.

Págg. Páginas,

Jíostoptcliíne (Lidia), La protegida de las hadas...... 275 A cara ó cruz • 212 y 213 Rubio y Pérez Caballero (Jerónimo), Reinado de don Papagayos enanos • 216 Fernando I de Aragón 307 Retrato de D. Féli.x Lecea 225 Ruiz Aguilera (Ventura), La noche de Navidad 547 Una lección de caza ... . . 228 y 9Í9 Salvador de Salvador (José), A una niña de ocho años.. 7 Arfango de las nieves 232 Sbarbi (José Maria), Juego del alfabeto 141 Retrato de Doña María Rodríguez Aria.s, 241 —. La gula 179 Un mal encuentro 244 y 245 Segur (Marqués de), ¡Por chiripa ! 215 Mariposa llamada cabeza de muerto. 248 Selgas (José), La madre 391 Lección de baile 257 Sepúlveda (Pedro), Montañeses 183 En la playa 260 y 261 Sepúlv.eda.(Ricardo), La Caridad., 204 Cachalote macrocéfalo 264 — El pajariilo muerto 221 Vuelta de la pesca 273 Servicio obligatorio ,3?3 Vida campestre 276 y 277 ¡Siempre abierta! 248 Egócero ó antílope negro 280 Tercer concurso de EL MUNDO DE LOS NLSOS 210 Retrato de D. José Manuel García de Osuna...... 289 Todo y Herrero (Mariano del). El gato y el pito 35 Distracción tr.anquila 292 y 293 —. El sapo 8Í1 Jabalí con orejas de pincel 296 — _ . i Buena receta 1 119 Retrato de Doña Elisa Caplín 305 —. Mala disculpa 253 La niña hacendosa 308 y 309 —, , Fábulas breves 504 El Ai.. 312 Valencia (Carolina), Las dos naves 174 Diversión económica. 321 y.alor del tiempo (El) • 107 ¡Castigada! 324 y 325 Vallespino.sa (Adolfo), El niño delincuente 3 Cornorán y Pingüin '328 Viela (E.), Tres tristezas 311 ¡Al agua, perros! 337 Visitas (Las) 234 Los amigos leales 340 y 341 Zabala (A. Jaime de). El café 438 Mossa 344 Zahonero (José), El Doctor Hormigillo íl y 25 Los primeros pasos.' 353 — El saurio camaleón 981 En la quinta.—Un paseo por la ría 356 y 357 — Huevos de oro , 294 Avispa, abejón y libélula 360 Carrera de obstáculos. 369 He sabido dos lecciones -.....•... 372 y' 373 CROMOS Elefante de la India 376 Pelotarismo 385 ¡Voló!. 1 Justicia militar 388 y 389 Visita á la abuela 4 y o Buey arni 392 Gamo 8 Los huérfanos ' 401 Lección de piano 17 El barquillero ...•.- 404 y 405 El invierno en los campos 20, y 21 Gato tig re 408 Ave del Paraíso 24 Ilusiones 417 Camino del Colegio 33 Las ferias 420 y 421 Temporal de nteve 3() y 37 Cabra de cachemira. . . 424 La ley del más fuerte 40 Hablar en razón 433 ¡Arre, caballito! ^ 49 La hora del almuerzo '136 y 437 El gato fugitivo 52 y 53 Gamo 440 Rengífero 5G Amor maternal 449 El carnaval económico 05 Camellos de carga .- 452 y 453 Baile de Piñata Ü8 y 69 Aguilucho 456 Grulla, de las Baleares 72 i Suene V. fue rte! ; 465 Caza de mariposas. ,., 81 Día de difuntos 468 y 469 TJna historia cruel 84 y 85 Liebre común 472 Balderraya 88 Caballos de carrera . 481 Retrato de D. Francisco Alberolo 97 Como perros y gatos. •...... 484 y 485 Domingo de Ramos 100 y 101 Cocod rilo .- 488 Lavandera y zarzal J04 Capricho artístico 497 Retrato da D. Manuel Hnidobro 113 Cazar con trampa 500 y 501 Regreso de las golondrinas '. 11 (i y 147 Tetrodonte \ 504 El camello . ., 120 iOri! 513 íletrato de D. Rodrigo Fernández 129 Gimnástica de niñas 51 6 y 517 Ronda de gnomos 132 y 133 El hipopótamo 520 Mígala 136 Ensayo de villancicos . .• 529 Retrato, de Doña Leonor Meléndez 145 Los cisnes 532 y 533 ¡Una estereta velleta pera San Jnsep! 148 y 149 El boa 536 Pico-grueso y canario 152 Retrato de Doña Josefina Ruiz y Porcinai 545 Retrato de Doña Cándida Caplín 161 Misa del gallo 548 y 549 Cazadores furtivos...,..., 164 y 165 Águila de cabeza blanca...... ' 552 Tortuga de mar 168 Retratos de Doña María Bulnes Mocejóu y D. Ángel Se­ El auxilio del gato. 177 villa ...".•...... :...... '...'... 561 En el Circo ; 180 y 181 Los aginaldos •..•.•.•...... '.•...' 564y 565 El zorro azul...... ,, . . l84 La Salamandra .•. •. 568 Retrato, de D. Baltasar de Granda 193 A tapar la calle, que,no pase nadie 196 y 197 Oso gris 200 Imp. y Lit. de J. Palacios. Arenal, 27.—Madrid. Qhimp;(ncé.doméstico. ,. 209 -

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