PALOMA NEGRA DE LOS EXCESOS

José Anxo Graña Abad

MIS OJOS SE OBSERVAN EN EL ESPEJO Ojos que duermen, pupilas que sueñan, sentimientos que miran; miedos y perdones, llantos que ya no brotan por la estrechez alargada de esas dos quimeras, estas dos moras maduras y moradas, estas utopías, estas penumbras, puertas de negras noches donde habitan todos los niños muertos; donde sonríen ilusiones ilusas que entierran recuerdos almicidas y guardan almas niñas, asustadas y aterradas, perplejas y terroríficas. Sonrisas y huidas hacia horizontes lejanos, sedientos de bellezas, de felicidad, y fugitivas de entrañas calcinadas y heridas, humilladas, descarnadas, huesos fósiles de fusiles disparados, fugitivas y doloridas con gritos mudos, salvajes, vírgenes, sinceros, inciviles, selváticos, en dos junglas cenagosas que se esconden al pestañear las alas de pestañas quemadas, polvorientas y retorcidas, de las más bellas quimeras, las más felices utopías, secas y contentas como revoloteos de mariposas de colores imposibles que pintan con los anhelos más niños formidables arcos iris de risas, sonrisas, ternuras, victorias, metas conseguidas, espacios y tiempos nuevos henchidos de sentimientos de satisfacción, paz, sosiego, mundos idílicos insólitos, inimaginables e inauditos, finales de todo camino, el final de todos los caminos; en donde sólo hay jardines irreverentes, dignos e idílicos; victorias, victorias, sólo victorias, LA VICTORIA, convertida en realidades de las más insospechadas e insospechables e inimaginables fantasías. Cuando vuelva a observarme mañana muy de mañana mis ojos en el espejo de los significados de mi mirada, espero no encontrar otra cosa sino realidades soñadas y sueños reales y al asomarme a la ventana ENTRAR EN LA DIMENSIÓN DE TODAS LAS DICHAS DEFINITIVAMENTE DICHOSAS Y CONSEGUIDAS. MI NIÑO

Mi niño nació con los ojos abiertos, mi niño luchó siempre por la verdad, nunca se dio por vencido, vivió siempre lleno de ilusiones, y comprendió desde el primer momento, con los ojos llenos de lágrimas, el porqué de los errores de los mayores. Y vertiendo sangre y sudor, escupiendo a cada rato el pegajoso polvo del camino, triste y frustrado, siguiendo la senda caduca de todos los que vivimos, cambiando odio por amor, triste y cabizbajo, triste y escupido, abandonó este mundo de incomprensión, marchándose con el alma rota, por el mismo lugar por el que había venido. ¡Y pensar que mi niño soñaba cambiar el mundo! Destruir las mentiras, acabar con el odio; conseguir el amor, terminar con la envidia; compartir la alegría, derrotar el temor; conseguir que todos fuéramos felices con la felicidad de los demás... ¡Ay, los sueños de mi niño…! Pero el tiempo pasó, la impotencia y el tedio, el odio y el horror, derrotaron a mi niño; y una nube muy alta, llena de amor, de ilusiones, de quimeras y sueños, hasta el suelo cayó, derramando en el golpe llanto y frustración. ¡Pero no lo cambiasteis!; se marchó diferente, con la frente muy alta, sin haberlo engañado, ¡incólume, sin mancha! ¡Qué orgulloso estoy de mi niño! Y si mi niño volviera a salir algún día, del jardín del olvido, si su alma supiera que aún estoy vivo, para no defraudarle volvería a luchar; aunque llanto y lágrimas me costase, porque él se lo merece todo, todo lo haría otra vez por mi niño, por mi niño, ¡por el niño que yo he sido!

VERDE COMO EL TRIGO VERDE… NEGRO COMO UN CUERVO MUERTO

Moriré un día pronto entre nubarrones negros; sólo aspiro a morir pronto, vivir más ya no quiero. Sólo quiero que llueva el día de mi feliz entierro, que las lágrimas de lluvia estén en todos los rostros, las lágrimas con sal matan, la lluvia limpia y barre el suelo. El homenaje a quién sólo supo llorar y no pudo reír debe ser un día húmedo y mojado que lave chubasqueros negros. Que me entierren en la tierra, que no encierren mi cuerpo en un nicho de cemento, ni me incineren, me da miedo el fuego, y que siembren flores sobre mi tumba, no las quiero tronchadas y en coronas, manoseadas y muertas, acariciando una tapia y homenajeando un muerto. Quiero que me de homenaje un tibio y frío recuerdo. No pude amar la vida, me suicidé en cada intento, cada poesía fue un desgarro, un muro a la esperanza cada párrafo, cada día una noche de luna nueva, cada libro un suicidio, una lágrima cada verso; la canción más triste del mundo mi vida, cada paso una rotura de mi ilusión, mi esperanza y mi aliento. Que me hagan una misa cada veintiocho de enero. El día que yo nací la helada quemaba sin piedad el firmamento. Una misa sin oraciones, sin plegarias y sin rezos, sólo granos de maíz y migas de pan y una bandada de cuervos, y besos a las flores que nazcan sobre mi féretro. Adiós amigos hermanos; sobre las nubes negras vuela un ángel negro y solo, negro-carbón como mi vida… solo y triste como un cuervo muerto.

LO QUE LAS MASAS LLAMAN PASIÓN

Lo que los humanos llaman pasión es agua estéril en , sucia, paupérrima y descastada, plasma artificial estancado en mis venas rojas, como hiedras desmedidas, gigantes, sicodélicas y borrachas; un sofisma blanco, mudo y light en mi corazón granate, vacío sin aire en el suspiro sideral y letal de mis pulmones que manan mugidos de muerte y génesis; ruido absurdo en los latidos cósmicos de mi ser; asomo de nubes blancas tímidas y fanfarronas en la tormenta del diluvio universal de mis lágrimas, con truenos y bramidos horrísonos y relámpagos que crucifican y rompen el paneta Tierra de parte en parte, y lo queman y lo incendian y lo incineran hasta desmenuzarlo en polvo de ceniza que arrastra el cometa magno de mi sentir apasionado. Paisaje en blanco, lienzo hueco, ojos que no miran, vacío oscuro e inútil en la ternura loca, brutal y desmedida de mi mirada ancestral, salvaje, virgen e incivil, selvática, atávica, primogénita, original e inicial de mi mirada suicida. Timbres estropeados sin voz que fingen llamar a las cortinas del amor con la furia, la angustia, la pena, la soledad y los hachazos con que se rompen las puertas de mis adentros cuando yo amo. Ríos de una gota; cuando mi ser arrasa, escarba, ara y desemboca en la totalidad del universo arrastrándolo a la horca, con sangre incandescente y llameante que devora el firmamento y soy yo lava ardiente, que derrite cuanto existe, y se solidifica gélida, helada y densa, previa y posterior al big bang, sola, con nostalgias tétricas, melancolías omniscientes, penas y tristezas infinitas , ansiedades locas y angustias que buscan un futuro quimérico, idílico, que sólo mi alma puede habitar, inhabitable para todas las nadas del concepto frígido e impotente, vano y sin significado de la idea y el pensar insignificante del sentir de las masas frente a mí, el símbolo primero, central y último de esa palabra vana, que encuentra en mí la fecundidad infinita del ser de la verdadera pasión el significado verdadero, real, inconmensurable y eterno de mi locura loca, cuerda, sabia, trastornada, inteligente, llena y sabia; quién únicamente conoce el término vociferante y habitualmente callado mucho más allá de la pasión más febril, pasional y apasionada que resguardan mis sienes, mi pecho, mi obsesión, mi corazón, mi furia, y la reina de toda la pasión que es y encierra mi alma, en su interior, en donde debe de estar, en su única y verdadera morada, aquí donde toda la pasión es más que real y apasionada y llena todo cuanto existe, Y ES TODA LA PASIÓN HABIDA Y TODO LO DEMÁS ES NADA.

ENTRE LACAN Y PESSOA VIVO SOLO

(Dedicada a Fernando Pessoa y Jacques Lacan)

El hombre nace vive y muere solo. Existe el conjunto, pero no la unidad ni la relación, y todo lo demás es una enfermedad de nuestra ideas. A veces hay encuentros, pero no forman parte del dharma ni del libre albedrío, sino del caos y el azar... libertinas leyes de una existencia sin seres libres. No somos, sólo existimos. Mis mayores y principales encuentros fueron con mi madre. Mi madre falleció. Ignoro si tendremos más oportunidades en el océano de la existencia en la que nadie es como quiere, ni nada es como desea. Ni siquiera puedo ser madre. Os amo. ¿Pero realmente sirve para algo que os ame? Solo sirve que os lo diga, luego volvemos y vivimos nuestra soledad real. Estamos divididos, somos islas en un océano donde todo es caduco y cíclico, esa es la ley, y nosotros sus esclavos. ¿Continuaremos siquiera existiendo...? ¿No será la metafísica hija tan ilusoria de la ilusión global y absoluta que dice que vivimos aquí, y en verdad lo es... y ambas lo son?

TU PAZ Y MI LOCURA FUERTE TRENZADAS

Tú sabes que mi invasión te colma, mi fuego te alivia, mi entrega te sacia, mi posesión te libera, mi vida te mata y mi muerte en ti calma y crea y vive un universo de sosiego donde el orden está en nuestro caos, tu bendición en mi sonrisa, y tu sonrisa definitiva en mi silencio, y en nuestra fusión tu todo, en mi totalidad tu totalidad y en mi explosión y en mi extinción en ti la cumbre de tu placer, de tu victoria y de tu gozo. Erguida en mi ansia y sostenida en tu deseo se amarra a nuestro espíritu una lanza, su base en el centro de mi cuerpo y en el otro extremo tú la diriges y la aguantas con manos fuertes, temblorosas, gimientes, desnudas y trémulas que esperan el madrugar de nuestra danza. Tú sabes, ves y conoces un mástil encendido y victorioso ardiendo en el fuego embravecido de mi mirada penetrante y tu mirada receptora al otro lado de la inmensa espada enrojecida que deslizas dentro de ti, devorando tu corazón, mi espíritu y tus entrañas. Yo sé que soy el oleaje que te corrige, que te convierte en infinita magia, una oscilación y una realidad perfecta y que te apaga. Sabes que soy un eterno peregrino, sediento, famélico y embravecido que tiene instinto y destino definitivo en tu morada y entre tus mantas y que mis anhelos y mis deseos reprimidos serán cobijados, recibidos y paladeados en el fondo y en el centro de tu casa. En la fogata roja y amarilla de tu sala, todo lo que escondo y todo cuanto sueño arderá urgententemente en la base de tus llamas. Estremecida, transmutada tú en humo y yo en brasas surgirás al universo y a lo eterno y a lo etéreo y yo seré el testimonio satisfecho y perfecto de cenizas esparcidas y regadas en tu cama, grises, apagadas e impolutas, perfumadas por tu éter liberado y victorioso, dibujando más de mil senderos en tus sábanas blancas, en donde me esperaste para hallar la perfección y la liberación de tu deseo, tu amargura, tus llantos, tus mugidos, tus alaridos y todas tus torturadoras e incomprendidas e incompasibles y gigantescas, empapadas en lágrimas de llanto de hembra colosal, tus hasta ahora inconmensurables ansias.

METAFÍSICA CRÍTICA DE LA LEY DE ATRACCIÓN UNIVERSAL (OPOSICIÓN A LA MISMA)

Todos me han hablado de la ley de atracción en el universo y me han dicho siempre lo mismo, que era algo que a mí no me cuadraba, pero no sabía rebatir y exponer y verbalizar.

Siempre oí y nunca realmente escuché ni comprendí, que lo positivo atrae lo positivo, el bien atrae el bien, el mal atrae el mal y la luz atrae la luz. Mi reacción tenía probablemente algo que ver con que en la física los polos opuestos se atraen y los iguales se rechazan. Para mí la metafísica no es más que la física más sutil y de más difícil entendimiento y peor control; por definición y etimología, la metafísica es aquello que va más allá de física (la materia es energía densificada y la energía más sutil la forma más sutil y posiblemente más elevada del ser y próxima al principio y final del ciclo universal), y por lo tanto a mí entender una prolongación de la misma que nunca hemos comprendido ni llegaremos a conocer realmente los seres humanos de este humilde planeta y desde nuestra baja condición, pero la cual se necesita para que haya y existan condiciones más elevadas.

Sabemos que en todo cuanto conocemos del universo, en nuestro microuniverso (todo es microuniversos dentro de otros y con inteligencia y conciencia propia), todo se rige, está bajo la regencia, se explica y se comprende y existe (al menos en nuestro entendimiento, emocional y racional), gracias a los pares de opuestos.

No podría existir en este aquí o en este reino y este mundo el bien sin el mal, ni el mal sin el bien, pues bien, definitivamente en la metafísica como en la física, el bien atrae el mal y el mal atrae el bien, porque se necesitan para existir y para que no se extinga nuestra realidad. Y se atraen para luchar, y luchan constantemente sin fin, pero el bien no lucha contra el mal, ni el mal lucha contra el bien, sino que cada uno lucha con el otro y se alegran por separado de ganar batallas, pero nunca jamás de ninguna manera una guerra de forma absoluta y definitiva, porque en el momento en el que uno de los dos derrotara de manera absoluta y definitiva, acabara con el otro, encontraría en esa victoria su propia extinción y la extinción de toda la realidad conocida por nosotros y de lo todo lo que es. Así la ley dicta, y también la ley de atracción universal es que el bien y el mal son hermanos inseparables o mucho mejor entendido aún, un matrimonio en el que uno lucha permanentemente con el otro, no contra él, y en ese maridaje se dan la mano, batallan indefinidamente de una manera "completamente ridícula y absurda" y sin sentido pero que garantiza el sentido, y que garantiza la existencia bajo la regencia de los pares de opuestos, lo contrario sería la extinción, la nada, el no ser... LA EXTINCIÓN.

Borrar la cruz de la moneda es extinguir y negar la moneda como tal, negar su sentido y además su ser. No hay nada en el sinsentido, sino en el sentido, aunque el sentido no nos guste o nos parezca absurdo o ridículo o crudelísimo. Como decía Heráclito "El Oscuro", la guerra es el padre de todas las cosas.

Ni la oscuridad ni la luz pueden existir la una sin la presencia de la otra. Donde hay oscuridad ni se necesita ni puede haber más oscuridad, no cabe y se necesita la luz para definirla y para que exista la primera, y la primera la atrae y la segunda la busca vertiginosa y simultaneamente, e igual ocurre al revés.

Así, igualmente de la antítesis surge la síntesis, y así mismo, el contenido y significado requerido y el equilibrio "desequilibrado y absurdo" de la realidad. Pero esto ya daría para entrar en un ensayo interminable y una filosofía de filosofías.

Prohibido hablar de polarizaciones de momento, nada existe si no es dual; aunque haya una polarización consciente esto exige del mismo nivel y equilibrio por parte del inconsciente, que es su opuesto. Yo también soy totalmente dual, aunque desde siempre por razones que llevaría muchísimo tiempo explicar me maté -incluso literalmente- por polarizarme en la luz pero el mismo nivel de oscuridad ocupó mi inconsciente. Y remarcar que el inconsciente, inconsciente es, tanto el individual como el colectivo... Comentar que tratar de acceder al inconsciente desde el consciente propio es rizar el rizo y un intento de trabajo sin inteligencia, pues de acuerdo con lo ya manifestado y definido por Freud al respecto, en nuestro psiquismo de nuevo surge el Superyo censurando, amurallando, separando y seleccionando para cada nivel de nuevo lo que en cada nivel debe de estar y le corresponde, una vez más se le concede a dios lo que es de dios y al César (al inconsciente) lo que le pertenece y ha de permanecer en él. Añadir que sólo hay esta posibilidad de acceso y comunicación en el mundo onírico o en estados alterados de conciencia como el que experimenta ahora mismo quién les escribe. Lo dicho y lo vivido hasta ahora también me lleva a pensar que entre el trastorno y la genialidad no hay ningún paso, sino el encuentro; no he dicho la inteligencia, sino la genialidad

Considero que lo escrito no es la culminación de nada, sino un riquísimo filón para a partir de aquí seguir filosofando y conociendo, extendiendo el conocimiento, y al mismo tiempo plantando una base lúdica para todos quienes más gustan de pensar, saber, conocer, criticar y analizar y recrearse en la verdadera crítica de la razón pura. ¡Y no vaya a ser precisamente que el propio Kant hay dicho esto antes que yo! (yo jamás he leído a Kant), y se disgustaría mi ego, el cual se afligiría.

El próximo programa podemos intentar precisamente desmontar mitos, tópicos y convencionalismos sobre el ego... ¿les parece... ? Y ¡cuidado con nosotros, unión de los conceptos opuestos nos y otros, en singular ego y alter, y no me estoy refiriendo a la utilización popular de este término, sino a su contraposición o más profundamente, oposición.

El bien atrae el mal, la sombra atrae la luz, lo negativo a lo positivo... se necesitan imprescindiblemente, y luchan constantemente batallas, pero no pueden, o que no se les ocurra ganar la guerra y extinguir, acabar con el opuesto...

En cuanto a si tiene que existir o existe un equilibrio absoluto en nuestro mundo entre luz y oscuridad, pienso que no es necesario, que ello se corrige con la aportación de luz por parte de otras dimensiones, siempre estamos hablando realmente de microuniversos, y pienso que en el nuestro hay un claro predominio de la oscuridad. Igualmente decir aquí que para un supuesto equilibrio entre luz y oscuridad, bien y mal, se necesita cuantitavamente mucha más oscuridad que luz, pues la segunda es cualitativamente más poderosa... recurramos al tan citado ejemplo de lo que alumbra o domina la sola luz de una vela o una bombilla pequeña en una habitación que previamente estuviese completamente a oscuras, polarizada en la oscuridad.

En cuanto a ese raro concepto ancestral, atávico, y considero que anacrónico al que cada cual le da su connotación y que es el concepto -dios-, en sus acepciones más clásicas, es siempre dual: el todo es dual, y la comparecencia del bien y el mal en esta palabra y esta idea es inexorable, aunque la mayor parte de la religiones opone un ser oscuro a esta realidad presunta y superficialmente omni-benevolente (dios-diablo), pero en todo caso no hay preponderancia sino equilibrio, un equilibrio que disgusta, y repito, en la mayor parte de las religiones no se admite, es una herejía por definición, aunque no olvidemos que la mayor parte de las escuelas budistas son sencillamente ateas, no se considera esa palabra, sobra, molesta y resulta falaz y engañosa y además y sobre todo no sirve para nada. Vale, si se ofenden por no querer utilizar ese concepto, utilícenlo... pero siempre es dual.

¡Hágase la oscuridad! ¡¡¡Y LA LUZ SE HIZO!!! ¡BIENVENIDO LECTOR, MALDITO HERMANO!

Tú que me lees, lector divino, terrenal y mundano; tú que me sufres, miserable humano; tú que me disfrutas, hermana del cielo, del limbo, del Olimpo, del infierno iluso e ilusionado. Tú que me sigues, pero no me acompañas, tú que me olvidas, me recuerdas y me traicionas, amigo querido, desleal y descastado; tú que me emocionas, que me quieres a medias, que me sueñas como no soy, que me retiras la mano: Tú que me aprisionas el corazón, amiga del averno, azul y rosa, negro, gris y ensangrentado. Tú que me echas fuego por tu boca, de tabaco, whisky barato, pócimas de meigas en aquelarre, veneno letal y fétido de Satán, de Lucifer, del infierno ingrato, inflamado, enfadado, licor negro de Belcebú, que me araña los sesos y me grita en los oídos poemas, mientras te los escribo con grilletes en mi alma y mi corazón ensangrentado, preso, poseído y defenestrado. Tú, esposa por Kharma y para el odio, por amor divino, nunca por amor humano, tan triste, tan solo, tan incorrespondido, tan triste, tan ácido, tan descorazonador, tan guillotinado de satisfacción, respiro y sosiego, tan feo, tan agrio, tan poseído, desposeído, desposado y decapitado. Tú, desconocido, que no me oyes ni me escuchas, ni me conoces, pero me presientes e intuyes tan errado, tan siniestro, tan extraño, tan ajeno, tan aciago y tan raro. Tú que me lees, y a medias me entiendes, ¡bienvenido, traidor y aprovechado humano, sí, tú, tan miserablemente miserable hermano!

NO ES UNA POESÍA. ES MI TODO DE AHORA MISMO Y NO DEJA DE SER NADA

En esta vida de carne, materia, teatro y Maya y mentira, pongamos que tercera dimensión o Samsara, la letra con sangre entra. Yo sangré ríos de lágrimas, mares muertos y salados de las penas más grandes, prepotentes, hermosas y fanfarronas, océanos de incandescente lava. Nunca mentí, ni miento ni mentiré, sólo quiero derruir mi ego, la muerte de este juguete insano, la muerte de esta bobada, de esta vida cuyo sentido es el sinsentido, el consciente, el inconsciente y el ego, y no hay otro lugar en que hallar el sentido real y verdadero, que no sean el espíritu y el alma, el conocimiento absoluto de toda la metafísica, la negación absoluta de la filosofía de la mente, los placeres de la carne; el aguardiente que quema y escuece en las llagas; la inmersión en la mística y el esoterismo (la auténtica verdad oculta, que “presume” de estarnos vedada). Antaño en otra vida, en una vida pasada, me suicidé a los veintisiete años; mi nombre era Mariano José, y mi apellido era Larra. También en tiempos pasados, Baudelaire me plagió poesías, las más llenas de veneno, furia y odio, las más tétricas y macabras, y luego, aun siendo quién era, nunca se atrevió a enseñarlas. Fui mi ancestro más triste y trágico; inquisidor de plañideras; el Torquemada de las superficies; el verdadero ángel caído de la poesía más malvada, en esta vida de mentira y carne, materia, teatro y Maya, en la eterna tercera dimensión, el Samsara. La mayor tragedia de la historia de la tierra será algún día, de mis poesías la más trágica; por si alguien lo está pensando, por si alguien lo tiene en mente, que calle desde ahora y para siempre, y que nunca me lo eche en cara… ¡Que jamás me diga nada! La génesis de esta poesía es el amor radical universal más absolutamente incondicional que por fin ya alimenta mi mente, mi espíritu y mi ánima; y el intento definitivo de aniquilar y destrozar mi ego, que tanto pesar y penar me causa. Yo sólo me odio a mí mismo, yo no odio a nadie ni ya a nada, desconozco infinitamente lo que es el rencor, los celos, las justicias de los hombres, la envidia, el odio a otros seres y la venganza. Quién necesite comprobarlo, que siegue mi cuello con un hacha; y si siente como yo siento, que pronuncie la primera palabra; entonces correré a su encuentro, y abrazaré fuerte su cabeza contra mi mejilla y mi pecho, hechos de materia insana; y entonces después de tantísimo tiempo, ´ mis ojos secos volverán a verter lágrimas, lágrimas por ser comprendido, lágrimas por él y por nuestra historia tan amarga, lágrimas por un alguien más que un hermano, lágrimas por el encuentro, lágrimas de amor verdadero, lágrimas de amor, fe, la ilusión perdida y por la recobrada esperanza de un vivo en muerte que con sus últimos estertores del ego, esta poesía maldita y bendita a todo el universo y a toda la humanidad os regala.

Dedicada a mi mamá Áurea, a mi padre José y a mis maestros Pedro Rullán Ferrer y Don Darío Manuel Pérez Barreiro, al genial artista Oswaldo Mejía, a Fina, Clara Isabel y mi sobrina Paula, y también si no me lo tiene en cuenta, yo sé que me lo permite, a mi queridísimo ángel de la guarda.

A MI MADRE, A MÍ MAMÁ, A ÁUREA

Ojos quietos, sosegados, de dinamismo enérgico y vital, pero suave, dulce y completamente armónico, de mirada mansa pero de contundencia total, penetrantes y absorbentes sin poseer, todo compartiendo con hondura y profundidad sin fin, complicidad incondicional desde LA SABIDURÍA, que como no, albergaba dulzura infinita, complacencia, satisfacción y sonrisa madre, hermana y amiga, brotando, surgiendo y naciendo en un recorrido sin extremo ni término y definitivo la BELLEZA de quién todo lo comprende, lo ama por encima de todo y todo lo acepta, lo asume, lo asimila, lo puede y lo comparte, regalando HERMOSURA, sin acaparar nada y fluyendo sin posible mesura desde su espíritu divino hacia un espacio intemporal, majestuoso y reinante. Ojos y mirada del más ancestral, poderoso, digno, honorable, encantador y elevado linaje, más allá de lo humano, gemelos diamantes independientes y dos estrellas más amables, reconfortantes, ingentes, luminosas, decididas, sabias, absolutas y sensuales para los sentidos del alma y los sentidos de la energía y lo difusamente material (que entonces, por primera vez en mi vida asumí como un templo y nunca como un lastre), y además el templo de los templos, los ojos de los ojos, la mirada de las miradas que me regalaba y compartía la mujer más hermosa del mundo, y el ser más bello del universo, MI MAMÁ, MI MADRE.

Rostro diminuto de fémina siempre bella, en la juventud y la senectud, de talle fuerte y poderosamente enérgico, pero en donde todo enseñaba sensualidad, esbeltez y maestría de proporciones, paradigma de la elegancia, trascendiendo todo lo humano, todo lo clásico, lo intemporal lo universal, toda ciencia, todo lo que existe, todo lo que dios no tuvo imaginación para que pudiera existir y extinguiese todo lo feo y doloroso y crease la felicidad única e insuperable sin necesidad, con ausencia absoluta, de pares de opuestos para comprender, valorar, promediar procurar la perfección, la felicidad y el absoluto a todo lo que pudo haber sido y no fue, sino tan sólo mi madre.

Cabellos blancos de color escarcha, arrugas testimonios de espigas doradas, arados, hoces, trigales, prados verdes, sudor de cuerpos de mentes valientes con ilusiones cotidianas constantes y permanentes, heno, guadañas, haces de comida para las vacas, polvo de tierra seca, manchas limpias de tierra húmeda, pólvora seca, ropas mojadas por la lluvia, sudor en el campo, inviernos muy fríos y lluviosos, nevadas y nieve, nieblas húmedas, orballos de casi todo el año y todos los amaneceres, veranos secos y calientes, cargas de comida para los animales en la espalda, surcos polvorientos en la tierra, árboles, madera, leña, fuego amado y reconfortante en una lareira, aventuras para superarse en tierras extranjeras, emigrante de Galicia, mujer universal, trabajadora gallega; una escuela rural, un padre muerto en una guerra antes de que su maravillosa hija naciera; niña bellísima, ojos enormes, tez morena… mi madre, con la azada al hombro… Áurea Abad Maceiras, junto a un río truchero de Galicia, con su molino para la molienda, en la montaña de Galicia, en su interior, sentada en un carro tirado por vacas, en la aldea de Orosa, en el Concello de Aranga, mi madre, y el universo y yo contemplando toda su belleza, toda la belleza, de la persona más entrañable, dulce, sabia, valiente, noble, acorajada y buena… Áurea Abad Maceiras… hija de y un Ángel, la encarnación más admirable de una niña, mujer y anciana, que decidió vivirla y beberla sin condiciones con amor incondicional, en la historia de esta Tierra.

Sus ojos y su mirada inspiran y exhalan en una sístole y diástole, sin percibirse parpadeos, en latidos perfectos y acariciantes, continuos y sosegados nunca reteniéndola, siempre regalándola y compartiéndola, en un hospital de cuerpos en la Coruña, con sonrisa eterna, la ternura, el amor, la comprensión, la generosidad, la bondad, la tolerancia, el realismo, la aceptación, la complicidad incondicional, natural e incontingente con sus hijos, la inteligencia que todo lo alumbra y todo lo puede… la suma y absoluta BELLEZA.

Es la lenta aproximación al final de un ciclo culminado de manera perfecta, hacia el hogar, dulce hogar de los místicos, para entrar en él con la humilde y plácida forma y el contenido impecable de la máxima grandeza.

RENACIMIENTO DEL AMOR EN EL RECUERDO IMPERECEDERO

Escuchar a tu lado una canción hermosa es sentir y vivir los susurros del Dios bueno más sublimemente idealizado por y de los místicos más ilusos y trastornados. Escribirte una poesía es sentir la colosal pena y desmesurada frustración, la amargura y la derrota de saber que tal vez esa poesía exista y existe, sin que pueda escribirse, sin que nadie puede escribirla, que grita en mi corazón, que arde, inspira, vive, hace vivir e incendia mi mente desde mi espíritu, mi alma y ese corazón que me piden desde el centro de mi ser, de mi latido y de mi vida, hecha cuerpo, carne y maná, y la Sagrada Forma concretada desde el cáliz de mi esencia hasta dentro de tu boca, tu paladar, tu lengua, tu mente, tu corazón, tu espíritu, alma, para alimentarte quemándose, donde se humille y consagre para regalarte la quimera de la felicidad más absoluta, plena, insólita y eterna. Bailar ahora de “viejos” contigo, torpemente, ya mucho más escasas la energía y las fuerzas, pero con la ilusión inicial de sentir tu mejilla y tu calor unidos a mi mejilla, satisfecha y en paz , pero todavía trémula, es danzar como pétalos de rojo clavel empujados e inspirados por el viento del Olimpo la danza de Venus y Eros, que jamás pudo soñar ningún humano ni bailar ningún ángel del cielo, ningún dios, ninguna diosa, ningún nunca jamás ningún capricho del universo para dignificar lo real e idealizar el ideal de construir un mundo perfecto. Mirarte a los ojos es ver y soñar los horizontes más románticos de Bécquer, las puestas de sol que el sol, las nubes y el atardecer jamás pudieron crear, ni Zeus imaginar en toda la historia de todo el universo, de todos los universos. Volver a besar la piel de tu rostro con surcos sabios de vida, es renacer la pasión, la inocencia, la mayor razón, la ilusión, los recuerdos, las vivencias que mis labios escribieron en tu rostro durante la juventud de nuestras mentes y nuestros ávidos, anhelantes y deseosos labios, piel, y sentidos excitados de nuestros cohabitantes cuerpos. Ser tan temerario e intrépido de obsesionarse en crear la poesía más bella para la única dama, niña y señora de toda, mi única y sola existencia es tan sólo saber recordar y darse cuenta de que soñar imposibles y ser el soñador más iluso y más terco, es conocer que en el pasado, en mi juventud fui poeta y ahora me obceco, me muero y me desespero sin aceptar ya no serlo. Tropezar contigo y en ti un bolero, es volver y recordar cómo se sueñan los más elevados sueños. Tropezar contigo y en ti el tango más pasional y emotivo de Gardel es sentir, escuchar y revivir los orgasmos que compartiste y sentiste dentro de mi ser, de tu piel, en tu piel, recorriendo todo tu cuerpo, de nuestra alma única en el clímax y el cénit que dieron sentido a nuestra vida y vida y razón a nuestra existencia. Fuimos, somos, seremos, uno solo en medio de múltiples, ignoradas y vacías presencias, eternamente, sublimemente; lejanos, ausentes y ajenos de todo dolor, de todo sufrimiento, de todas las lágrimas que no son bellas, de todo lo que no sea lo que quiso significar la palabra felicidad, de todo lo que significó y significará, como para mí significa siempre tu nombre, amada Clara del alba, de todo lo imposible que es bello, mi querida, mi amiga, mi niña, mi señora, mi compañera, mi verdadero yo, mi dama, mi amada… MI AMADA…

DESESPERADO POR LA NADA

Si mi angustia y mi pena fuesen un paisaje, serían una soga ardiendo colgada de un sol eclipsado, y empapada en su curvatura por un hielo humeante deshilachado, rojo pasión y cortante, como cortan las navajas de Satán los ojos de los fatigados, poco a poco, paso a paso, beso a beso, hasta rajar con furia, abrir con fiereza inusitada, ese blanco y redondo que es el ojo de la carne. Si mi angustia y mi pena fuesen un traje, serían una capa noche y roja empapada de frío inmenso, cuajada de sal sólida de lágrimas vertientes del diluvio universal, fugitiva en el ojo del huracán final, cada vez más arreciadora de lluvia roja y cada vez más lejana, más fría y más distante. Si mi pena y mi angustia fuesen un contenido, serían el big-bang de un cerebro, que no tendría final ni ningún continente y sus porciones famélicas se multiplicarían como los peces y los panes, huyendo cada vez más lejos, mientras se mantuviesen paridoras las primeras porciones engendrantes del dolor más infinito y supremo, más conocido y desconocido, más parturientas y constantes. Si yo no fuese un místico, recopilaría todas las blasfemias más tronantes, y las escribiría en la piel de todos los seres, con mi puño y con mi sangre. Si yo no fuera un místico, ni un poeta, ni un esclavo de un Dios sádico y flagelante, pondría fin a mi existencia, sin derramar una lágrima, sin escribir una letra, sin mirar una mirada, sin demorar un instante, en un lugar ignoto, donde los efluvios de mi cadáver al pudrirse sólo intrigasen a los buitres, los gusanos, las hienas que estuviesen tristes, cuervos negros como mi pena y mi angustia, con picos durísimos y martilleantes, y con cada picotazo un verso tétrico en la piel, un beso de horror y un verso aterrante, hasta escribir en el papiro de mi piel la poesía más alocada, más triste, más angustiada, más penosa, más bulliciosa y vomitiva y humillante para los vivos; más silenciosa, más callada, desconocida, anónima, discreta y sensata para los que arrojamos la vida a la cara del Ser Original e inagotable de sudor, pena, angustia, frenesí, fatiga, dolor, carne, sufrimiento y sangre de poetas, sangre… mucha sangre, toda la sangre toda la angustia, toda la pena, ANGUSTIA, PENA, SANGRE… sangre triste, sangre aciaga, sangre llorona, sangre desgraciada; sangre omnipotente, la sangre de todo el alma, sangre del parto de mi madre, sangre transmutada en lágrimas. sangre absurda, sangre amamantada, sangre de todo el universo, sangre desesperada, desdichada sangre, todo el cuerpo de la sangre, toda la sangre del alma. ANGUSTIA, PENA, SANGRE… la de todas las heridas, toda la derramada, toda la por derramar, sangre de la angustia, sangre de la pena; toda la sangre líquida corriente y toda la sangre cuajada; todo abierto el grifo seco de la sangre de la tristeza más desesperada.

NO SUPIERON LLORAR

Déjenme llorar a través de la humedad de mi aliento, en el eco de los latidos de un corazón que sólo al dolor sirve de sustento; en las toxinas a las que se abren los poros de mi piel como llagas que gritan penas y sufrimiento que dibujan toda la melancolía, la derrota, la insatisfacción, la amargura y el descontento. Si mis ojos no tienen misericordia para abrirse y dar vida a los lagos de lágrimas que llevo dentro, déjenme llorar a través del olor de mi cuerpo brisas que inunden de derrota, el aire quieto y derrotado y las locuras del loco viento borracho de penas y frustración (sí, ya sé que no hay rima en estos versos); Ayúdenme a que mis palabras sean el diluvio universal de todo el dolor humano, del dolor de mis seres más queridos, del dolor de todos los seres, del dolor de esta tierra que grita, de los mugidos llameantes, fríos y feos del universo. Préstenme corazones en donde quepan toda mi desesperación, desilusión y desalientos; regálenme bidones de agua del mar muerto, y sacos de sal de salinas tan lejanas que habiten en el corazón del infierno, y vacíen su disolución sobre mi cuerpo, para que se refleje con destellos cegadores el hambre de amor, el vacío de alegrías y la sobresaturación de mi infinita tristeza; y sepan que quién yo soy, en quién a mí ven, en mi faz seria e impávida arde y se hiela todo el dolor hermano, que vive en nuestro universo. Déjenme llorar, por mí, por ella, por el olvido y el recuerdo, por mis hermanos muertos, por la nada y por el todo, por la estela de amargura y de derrota que deja mi caminar, haciendo nacer un camino sangriento de polvo húmedo y polvoriento; y si no es posible, claven en cada poro de mi piel un alfiler sádico que saque gotas de sangre y bañe de ella todo mi cuerpo. Si no puedo llorar nada de tanto como necesito, que de sangre sean mis lágrimas, y se ensangriente todo mi cuerpo para calcar esta poesía que de nada me sirve, que no me desahoga, que no tiene piedad, que no tiene palabras inteligentes, que no sabe hablar, que no puede decir y abrir el sufrimiento enquistado en mi corazón vivo y mis ojos muertos. Déjenme llorar o sean insumisos ante Dios, para pedirle que le quite la vida a esta pozo tan oscuro y seco, con lodos de lágrimas densas y espesas que no pueden ya brotar a través de ningún cuerpo humano, a través de la densidad de ese dolor tan sólido que soy yo; el dolor sin fin que nació con la génesis de mi ser, con la génesis de un concepto no creado para esta nada y este todo y esta vida, la frustración y la derrota de estos versos que no pueden llorar. Que casi lloran sin saber llorar. QUE QUERÍAN LLORAR

¡OLVIDAD!

Soy un personaje pintoresco y nadie me quiere pintar; se puede romper el lápiz, secar la pluma, caer las gotas de tinta en el mar; llorar a mares sin poder llorar; imagen, silueta, rasgos y facciones contagiosas, trajes negros, penas que nadie puede dibujar. Tristezas internas y opacas, penas tan grandes que ningún lienzo puede alcanzar. Mirada que disimula dolores a gritos que nadie quiere oír; ¡normal!, gritos que romperían la tela y los tímpanos; imagen homicida para quién la ose dibujar. Verdades grandes que son sufrimientos que nadie podría soportar. La parte oscura del lado oscuro de la realidad. Poesías hirientes, versos horribles, letras que se clavan en las pupilas y ciegan los ojos de quienes las quieran mirar. El terror tan grande que hay en mis venas, en mi corazón, en mis sesos, en el humo de mi sangre, en mi cráneo, en mi garganta rígida, en mi pecho oprimido, ¿quién lo querría pintar? Colores tan feos, tan raros, tan siniestros, inéditos, imposibles, pinturas tan tétricas que sólo existen en mis adentros, ¿cómo se podrían preparar? Manchas oscuras sobre fondos oscuros, líneas deformes, colores acolores, sombras sin luces que las definan; versos que repudia el papel, plumas que lloran… ¿qué banales ojos las pueden querer leer? Mi noche tiene estrellas, pero no hay luz, las estrellas son las lágrimas de la oscuridad. Soy un personaje pintoresco y absolutamente nadie me puede pintar, porque mis verdades son tan verdaderas que los demás artistas no pueden soportar, y de mí se vengan obligándome a que yo me pinte, manchando de nobleza un mundo desleal, posando el dedo sobre la belleza infinita que siempre amé, dibujándome a mí mismo con la sencillez de mi huella dactilar. ¿Quién la puede pintar? ¿Quién la puede querer mirar? No la miréis; mi mundo no es de este reino, no tiene reinos, ¡qué os importa!, deambula perdido por vuestra horrorosa hipócrita antología de mentiras disfrazada de verdad. Si sin querer la habéis visto, ¡olvidad, olvidad, olvidad! Soy una estrella y no tengo noche. ¿Quién me podría querer pintar? Vuestro olvido absoluto será mi absoluta y completa paz. ¡Olvidad, olvidad, olvidad…!

ESPUMA DEL MAR

Lágrimas de seres gloriosos, llantos de ángeles caídos, los hijos de Poseidón; espuma del mar… Nata que sube de abismos profundos de espíritus prisioneros y desaparece… Nadie sabe donde va… En el cielo de los cielos engendra, genera y forma blancas alas de ángeles que nunca más caerán; extremos de la tristeza y la felicidad más absolutas; espuma del mar…

LA MAGIA INMEDIBLE DE LA POESÍA

Le dije a mi hermano el místico que antes de la muerte hay vida; que hay dulces y sexo, cama y cocina; pasteles, cerveza, vino; sala de estar, salón de vivir, tierra con vida; puestas de sol, cinturas de mujer, playas con conchas, pantalones ceñidos con caderas femeninas; viajes a Cuba, estancias en Londres, labios de mujer, escotes de hembra, campos con hierbas, sala de estar, salón de vivir, montañas con vida; cielos azules, praderas verdes, paisajes de Galicia, soles de Andalucía; bromas y chistes, besos de madre, abrazos de amigo, espuma en las olas, nubes de algodón, pezones de caramelo, chicas con faldas, personas sinceras, hombres honrados, pájaros que cantan, risas con risas; amaneceres, noches de sueño, sueños de día, ciencias y letras, teatros de verdad, películas de Bogart y Bette Davis, bibliotecas, puentes sobre el río, ríos con puentes, filosofía… sin existencialismos ni dioses que nos condenen a renunciar a vivir la vida. Nostalgias alegres, melancolías lúcidas, cabellos largos, ojos de mujer, tarta de whisky, chupitos de Passport, aceras limpias; aventuras para aventureros, cuentos para los niños, ambiciones sanas, aspiraciones sublimes, momentos de carcajadas, sentido del humor y la magia inmedible de la poesía. Poetas que escriben bien con líneas rectas, versos alegres, tristezas con amigos, chisteras con conejos, magos con palomas blancas, canciones para bailar LA MAGIA INMEDIBLE DE LA POESÍA.

MUCHOS VERSOS QUE NO SABEN BESAR

Yo quisiera darte un beso que mantuviese eternamente sabor a azúcar en tu corazón despierto. Yo quisiera darte un beso que borre el aire entre mis labios de llanto y tus labios de lucha y de denuedo; un beso de calor sin sangre, un beso blanco como la nieve, un beso divino e incólume, como un pestañear de un utópico, quimérico y perfecto universo. Yo quiero darte un beso sin tacto, sólo todo el sentimiento, un beso tan dulce y grande que haga pequeña, diminuta e invisible la tierra y exacerbadamente áspero el terciopelo. Un beso que no manche, ni quite ni contacte, un beso más allá de tu mente y de tu cuerpo, un beso que trascienda el alma y que otorgue a tu espíritu el cielo. Yo quiero tatuar en tu espíritu el beso más grande y casto, el beso más honrado, sincero y honesto; un beso de color arco iris, el beso por antonomasia, el beso de la paz, la alegría, la satisfacción inconmensurable e infinito contento. Un beso jamás pensado, sentido ni dado por el dios de los dioses y asimilado por la diosa de las diosas mientras sueña que se va durmiendo en un altar donde la divinidad deje de ser divina, por sentir impotencia, incomodo, envidia y celos. El beso de todos los besos, un beso que no sea beso, un beso que no sea nada más que omnipotente, omnibenevolente y verdadero, ni nada menos que pío, impoluto, incólume y perfecto, que dibuje la sonrisa más suprema, no en tu rostro, no en tus labios, ni en el corazón, ni en la mente, ni en tu espíritu, sino en todo tu ser, en tu ser, del todo bueno; no el beso por antonomasia, sino el beso con el que deseo escribir la belleza infinita, para besar el papel con estos versos llenos de besos; para hacer de este poema el beso de todos los besos, el beso prisionero, aprisionado, mancillado, ultrajado y profanado con estos advenedizos y frustrados versos. Sencillamente mi amada, todo beso, todo el beso. El beso que nunca dio ningún poeta en sus poemas. El beso que la poesía no puede besar. El beso que toda la poesía jamás nunca podrá a nadie entregar. El imposible beso que yo para ti quiero, el beso de la quimera, ESTE INALCANZABLE BESO.

¡ÁMAME!

Si tú quisieras respirar esta llama tan apasionada, paladear este alcohol encendido, beber y revolver y agitar esta que todo lo perfora incandescente lava, recogerme en tu regazo, en el centro exacto de tu ser hasta desmayarte embriagada, el licor de mi corazón en celo, el destello de recuerdo eterno de mi mirada hambrienta y entregada, con fulgor de mil luciérnagas que inundarían de luz tu interior sediento de chispas sicodélicas y enamoradas, morirías matando y matarías muriendo, cabalgando sobre mis alas de ángel enfurecido, escapando de este feo lodo y estas tristes y secas aguas, hasta jugar con polvo de estrellas mágicas, girando, tiritando, levitando, convulsionándote ingrávida, para gritar un grito que te transmutase de bruja humana en fruta inagotable del universo, roja, abrasadora y borracha, para confundirte en mi delirio y disolverte en mi pasión tan brava, para olvidar todo lo vivido, todas las cadenas que te atan, y ser un tornado de luz en la entrada de un agujero negro de luz azul, y viajar mil dimensiones más allá de la triste tierra, pasando todas las páginas del libro de la vida y de la muerte y tornarte canción nunca escuchada; me consagrarías Dios, convirtiéndote en diosa loca de atar, vehemente, de voluptuosidad toda omnipotente y sabia para santificar el hedonismo, en la cruz del centro preciso de todas las galaxias. ¡Clava tus pupilas en mi empuje, sueña, duerme sin dormir, muere y revive, sin que eternamente el tiempo pase, que se detenga, desvanezca y desaparezca, y orgasma, orgasma y orgasma… perennemente y sin fin, recogiendo en tu cáliz derretido y sagrado los pétalos más blancos e infinitos como mares de todas las galaxias de esta la sangre más roja, recorriendo tus entrañas, y transfundiéndome tu sangre a mi cuerpo infinito en un círculo constante, y grita encadenando mis manos siderales con tus dedos cósmicos: ama mi amo, y empuja, yo soy tu ama, amamántame con tu saliva, muere, mata, vive, señor del universo de mi paladar, mi placer, mi sed, mi hambre, mis lágrimas de néctar dulce, mi sicodelia infinita, y sosiégame y agítame y disfrútame en un punto culminante de este círculo que ya cesa y se detiene… en este instante eterno… definitivo e interminable!

YO QUIERO

Repudio el sudario, la hostia, la corona de espinas, el báculo, el hisopo, la opresión y la mentira. Repudio la sotana, la pobreza, las guerras en nombre de Dios, la divinidad y la mitra. Repudio el hambre, el Opus, los Illuminati; repudio al hombre, me excomulgo de todas las religiones, las iglesias, la catedral, el templo y la mezquita. En nombre de dios impongo la riqueza, el pan, el sexo con amor, el amor con sexo, el sexo con sexo, el amor con amor, vivir en un palacio, la honradez, la sinceridad, la voluptuosidad de las hembras, la alegría de vivir, la satisfacción y la maría, el láudano, los orgasmos, la ternura, la lealtad, la bohemia y la anarquía. Repudio la escasez, el asesinato, el robo, los sofismas, la falacia de los poderosos, la ignorancia del pueblo, el egoísmo, la miseria, la competitividad, los malos maestros, el llanto y el dolor, las cadenas de la tercera dimensión, la ingenuidad y su verdugo, la malicia. Impongo pena de muerte a la insolidaridad, el capital, la extorsión y la banca, el grupo Bilderberg, a los cargos políticos, a la tristeza, a la sumisión, a la apatía. Decreto el fin de la tristeza, el libertinaje, la falsa democracia, y pongo en pie a M. Hernández, a Jüng, a Freud, a Marx, a Pessoa, a Anguita; la bandera del ateísmo, el final del premio Nobel, el principio de la eterna alegría. Adoro el cariño, la fraternidad, el campo laico, los vapores del alcohol, la muerte de la tierra y de sus seres, el nacimiento de un nuevo mundo en donde todas las utopías estén ya conseguidas y no quede lugar para la palabra UTOPÍA.

A LA LUNA

Sola amante huérfana, desgarrada, leal, fiel, desesperada, paciente y contumaz, que siempre vuelve y nunca se va, tan sólo para llorar penas inmensas mientras de sus ojos oscuros y borrosos no quedan lágrimas, sino tétricas huellas de olvido desalmado y soledad. Hija del sol, se escapó, proscrita lesbiana, a amar la Tierra que nunca jamás la ha amado ni la querrá. ¡Noches de ronda las de la Luna! Durante el día, perdida y sola, repudiada y avergonzada, desaparece para que nadie la vea querer llorar. ¡Vente conmigo, alma gemela, novia Selene! Negaré y transmutaré lo poco de masculino que hay en mí desde el principio de nuestros principios, y habitaré y viviré desde ahora mismo abrazado a ti. Hoy nos casamos en el espacio oscuro, íntimo, solo, nuestro, íntimo y único; tu brillo, anillo en mi dedo de desposado, mi alegría, corona sobre tus sienes de amante eterna, símbolo del amor que no ha tenido principio y nunca jamás tendrá final. Es nuestra historia del erotismo, de nuestra manera de ser y sentir. La Tierra quedará sola con su orgullo y con su soberbia y hermafroditismo donde no hay amantes, tan sólo constantes coitos donde cada ser tristemente tan sólo y únicamente goza de sí.

LA SIRENA

Envidiada, perseguida, prostituida, tergiversada. Ni quiere ser ni es pez, ni nunca ha querido ser una mujer. Ojos lujuriosos, concupiscentes, manipuladores, violadores; lenguas falaces te quisieron arrancar tu ser, desterrándote del mar para convertirte en horrible y estúpida incestuosa hermana mujer. Yo te libero de mitos, sirena, ni mujer ni pez, ni pez ni mujer. Sirena es tu nombre. Sirena es tu ser.

REGRESIÓN

Fue en una vida pasada en la mazmorra de atrás de un monasterio. Yo alimentaba amedrentado un cortejo de leprosos hambriento, que con apetito voraz y llagas sin manos, buscaban en el aire un soplo de libertad, rellenando sus estómagos vacíos y cuerpos necrosados que arrojaban despojos de carne que nunca fue tan humana como su prisión y su hambre y mi horror, mi terror, mi dolor y mi miedo al pasar entre las rejas los bocados de pan y comida a sus brazos de harapos extendidos al cielo, en el infierno de otros en que ellos vivían, y yo malsirviendo al humano y al Señor, con mi hábito marrón y mi tonsura en medio del pelo. Luego avancé muchos años y me vi esta vez con un traje señorial del Medievo de un religioso, blanco y reluciente, y la boinilla cubriendo mi cráneo ya más viejo, y el hisopo de oro en la mano repartiendo bendiciones a un cortejo enorme de frailes hambrientos de la paz del Señor, la libertad del cielo, y la guerra de los muslos hermosos de mozas que sufrían de la libertad de aquel mundo a no mucha distancia de aquel palacial monasterio. Otro paso más allá de aquel confuso e irónico momento, me vi en un ataúd penetrando en un nicho de piedra con un crucero detrás de mi cabeza y un amplio séquito venerando los despojos y el alma de aquel obispo que fui en una vida pasada, en la misma que di de comer entre barrotes, vestido de fraile desgraciado y marrón, a aquel séquito de trozos humanos que se apaciguaban al ingerir el alimento que yo repartía, con mi horror, mi terror, mi desgracia, mi dolor y mi miedo.

LUCIANA AZUL. POESÍA HECHA POR ENCARGO

Mamá, desde una paz que los mayores ya no conocéis, respiro el azul del cielo en el centro de tu ser. Bajo desde las alturas hasta el que será mi nuevo hogar, y escucho la música que hacen tus pies al caminar. ¡Qué bonito es tu corazón! Es un reloj de juguete que anuncia que me esperáis contentos fuera de esta paz que me inunda en tu vientre de mamá. Sé que las hojas están ahora secas, que forman crujientes conciertos cuando las pisáis tú y papá, cerquita de nuestro hogar. Ahora te veo por dentro, te siento desde tu interior, cuando me des la luz de Luciana caminante del cielo azul, veré vuestro rostro y el de los abuelos y me abrazaré a tu cuello. Soy un ángel deseado, soy una espiga de amor, inundaré vuestro mundo de alegría, entusiasmo, luz y color. El momento más espléndido de vuestra vida surgirá de tu interior, acariciando mi corazón entre tus manos, a inundar vuestra existencia de una magia celestial, de Luz y Cielo, de cánticos de ángeles y la bendición del Señor, del Todopoderoso de la magia, creador del amor, de vuestro amor, amados padres, del milagro del amor, de ese milagro, el más grande, el milagro que soy yo; mamá, la palabra más grande, tu hija, Luciana Cielo, el milagro superior.

OSCURO ROJO PASIÓN

Mi corazón es una grande lágrima granate de flores rojo pasión, hechas con cuajos de sangre oscura que penden de mi cerebro. Es la pena predilecta, es la pena por antonomasia, es la pena con mayúsculas negras, es la pena subrayada con el rojo del horror. Cuando alguien tenga mi pena, que le clave una lanza de fuego en los ojos, y rompa todos los espejos, y luego que le saque el corazón con una daga de matar, con un cuchillo de matar cerdos, y la asesine para siempre y le quite la vida y arroje su cadáver en el más frío y monstruoso pozo del olvido, que es donde vivo yo; del olvido absoluto de la paz y la alegría, y el recuerdo y el presente eterno del infierno dentro de mi ser, para que nadie más vea y sienta esa pena tan horrible y tan fea, que es el paso de la huella de mi vida. Luego que caven y quemen la huella con una explosión infinita para que el mundo se vista de alegría y de color, y todas las almas ignoren que un día fui yo. La pena más alta, más fuerte, más gorda, más fea, más rica, más desalmada, más inmisericorde, más fanfarrona, más insoportable; la pena del amor herido de muerte, que no tiene fuerzas para transmutar en rebelión, repulsa, violencia, rencor y odio todo su dolor. El dolor de este poeta, el dolor de esta poesía, el dolor que a nadie le importa ni debe importarle, este dolor inconmensurable, ESTA MISERIA INHUMANA; ESTA PENA QUE SOY YO.

MARÍA VIRXEN DO CARME

Cando era pequeniño, e amáis máis grande que agora, cando empezaba a vivir e mais tamén a morrer, fai uns 37 verans, coñecín unha muller que tiña un ano máis que min (17), a máis fermosa do mundo, coñecido e por coñecer, era bonitiña afeito, ¡éravos moita muller!; íntegra por fora e por dentro, inconmensurable persoa fermosa inconmensurable! Era unha deusa perfecta, non tiña ningún defecto; o defecto está en non saber describila, en non a poder coñecer. Chamábase María, ¡cómo se iba a chamar!, María virxe do Carme, con apelidos galegos que falaban de moitos biquiños e das prantas virxes das aldeas da nosa terra. Se eu soubera falar, se eu soubera escribir, ¡canto diría dela!, faríalle unha poesía coma unha cestiña a unha boneca; ninguén deste mundo pode, porque fai falta unha poesía do ceo para non faltar a verdade con esta deusa, muller, persoa e femia, tan riquiña, tan fermosa, sin ninguna poesía, e con unha soa palabra, ¡PERFECTA! POESÍA SIN TÍTULO NI CONTENIDO

Este bolígrafo no quiere escribir, esta tinta no tiene ganas de salir, y sin embargo esta poesía está muy triste dentro de mí, y quiere huir, buscar horizontes lejanos, praderas verdes, puestas de sol, una madre incondicional que la mime y un padre simpático y feliz; hermanos amigos, y un esposo que la haga princesa, sin saber su condición de cenicienta, de hija de padre proletario, (esclavo de penas burguesas y tristezas reales), que la haga emperatriz de un universo tan perfecto que ni siquiera tenga necesidad y deseo de profanar la belleza y libertad absoluta de la nada y la única imperfección de no existir. Esta poesía quiere ser todo perfume, perfume de rosas rojas y de la sangre coqueta de una barra de carmín; perfume robado por una niña traviesa y feliz a su madre, escondido en un rincón inédito y sagrado, bendecido por el celo con el que fue guardado aquella noche del primer amor, el primer amante y el primer orgasmo de aquella bella joven, virgen de sexo y de amores, y de la estupidez, de la locura y la realidad de este poeta mediocre e infeliz. Lo siento, este bolígrafo no quiere escribir, esta tinta no tiene ganas de salir, y ya se ha muerto de tristeza dentro de mi frustración y mi impotencia absoluta de querer ser, de querer vivir; que la vida es mi eterna condena, y el perfume se ha derramado, porque a esta niñita le ha resbalado el frasco entre sus manos, y se ha desordenado en este papel sucio y feo. ¡Quemadlo, tiradlo al fuego!, y ungid con sus cenizas el corazón de este poeta frustrado, tan miserable y ruin. No me lo tengáis en cuenta, no espero menos de vosotros, ni tampoco espero más de mí.

JANIS JOPLINS

Cantaba a gritos, gritaba en silencio, silenciaba la música con absoluto desparpajo y el cielo más alto. Dijo él que en el hotel Chelsea le dijo a Leonard Cohen: “A mí sólo me gustan los hombres guapos, pero contigo voy a hacer una excepción”. Cada vez que cantó una canción hizo una excepción en el mundo de la música. Era muy rubia, y su melena una bandera de sol al viento. Se llamaba Janis Joplins, ¿la recuerdan…? Vivió para siempre y sólo cantó un momento, el momento de su vida, el momento del júbilo, la explosión y todo el contento. Se llevó un “pedazo de mi corazón” atado a una “bola y cadena”, y me regaló el suyo entero.

PATTY SMITH

En tierra de caballos cabalgó más lejos que nadie, con voz de ángel triste y borracho y una guitarra de frustración en el corazón del firmamento, de un caballo blanco con corbatita negra sujetada del viento, del viento que levantó el caballo que montó en una canción viva por los tiempos de los tiempos. Era, es y será Patty Smith, La amazona de un caballo Llamado “Relámpago en Vena”, relámpago rebelde del rock and roll, relámpago sostenido de una guitarra que desgranaba música y arte magno, sensaciones celestes y sentimiento, todo el sentimiento… polvareda del trote de caballo blanco cubriendo el aire con el viento.

MI VENUS LA VENUS DE MI SOSIEGO

Melena castaña obscura intensa, ni rubia ni morena, cabellos naturales a lo largo de mechones damasquinados, con brillo de espiga, de azúcar de caña, de rayos translúcidos de chispas de hada de princesa y reina. La piel no era pálida, ni tampoco morena, una distinta y distinguida idealización del nácar; ni soleada ni encerada, era manto que nace, no que cubre, entre otoño y primavera de un color manso de miel de melocotón con nieve, de destellos grises púrpura en papel de folio para pintar imágenes de idealismos reales, todopoderosos y sensuales. Sus ojos desnudos sin rímel azul violetas muy oscuros, fuertes y suaves, de mirada dulce y risueña de pupilas grandes; colores profundos, y expresiones hondas, inteligentes, humildes y bellas, sabias y naturales inalcanzables nubes de virgen humana y mujer, de horizontes próximos y tesoreros. Labios gruesos finos de rosados grises, de pétalos de rosas rosa y bordes de manzana madura y granate, que no piden ni ofrecen, pero que embelesan, encantan y agradecen. Un vestido gris muy claro, vaporoso en lo cóncavo y las convexidades, sin peligros y lujurias, y ajustado en la cintura fuerte y femenina, equilibrada balanza, lazo sutil y real que une dos completas, llenas y perfectas mitades. El escote en su punto, punto de verbena de una noche clara, de una tarde plácida y alegre, ideal y bella, tarde de boda, de una fiesta soleada de noche, acariciando melocotones con puntas de fresas de puntas afresadas. Las pestañas numerosas, gruesas, de intensos oscuros marrones, bajo las cejas muy negras, negras de azabaches, pestañas arqueadas de una noche de ensueño en el rabillo del ojo; ojos de gacela, de la corza blanca de Bécquer, de Quevedo su Lisi, la Venus de Toledo, de la edad medieva en el romántico XlX y de carne y cielo mi Venus; 22 veranos soleados y radiantes, miles de primaveras en cada instante. Bamboleo suave, femenino, rotundo, sugestivo, natural y fácil, discreto, en las caderas, con sus dos pompitas sencillas, firmes, erguidas, dignas y arrogantes de humilde princesa del pueblo, de hembra africana, negra y árabe. Piernas levitantes con pantorrillas perfectas y rodillas lisas sobre pies pequeños de movimientos suaves a ritmo de balada ancestral ágil, leve, quieta y suave. Regalo abundante y generoso para mi mirada deseosa de belleza femenina, de bellos cielos, de paz y satisfacción, de contento y sosiego, de lunas brillantes sin oscuras noches, de cisnes en lagos azules, de rosas de nieve, de rojos claveles, de sentires místicos, de dimensiones nuevas de mundos diferentes, de miradas que acarician viejas sienes nuevas y satisfechas; pecado y profanación, sacrilegios en mis versos, al amanecer una mañana de cielos celestes, y rayos de sol divino un bello despertar de un 1 de mayo de todas las primaveras inolvidables con mariposas jurásicas y tropicales, de los más intensos y felices momentos niños y adolescentes. No me quedan anhelos huérfanos ni suspiros, ni pesares, ni sentires vacíos con sinsentidos; tan sólo las gracias, mi plena gratitud para aquella MUJER que me regaló estos versos por primera vez realmente dulces, satisfechos y contentos; la paz de esta poesía que escribió con mi mente y con mis manos en mi blog de escribir lirismos y despedazar mi ser en otros momentos antaños que nunca pintarán más versos tristes, ni tendrán dolores, angustias y penas humilladas y humillantes, gélidas y humeantes, sólo gratitud hacia aquella dama, mujer, ya madre, y hermana que alcanzó el reinado sin pasar por los avatares de necesitar ser princesa de modo previo y obligado.

LED ZEPPELIN

Robert Plant pensó un grito: ¡Amor! y Pegaso puso la voz y el aliento: “Mujer, tú necesitas amor”, y Jimmy Page rasgó con su guitarra de rock la lira del universo. Pegaso vuela de planeta en planeta con esta música guardada en el viento, que hace temblar el cosmos y vibrar cada molécula del cuerpo de los humanos que escuchamos este lamento valiente, este hachazo violento, esta esperanza desesperada, este triunfo victorioso del sonido sobre el silencio… mientras Plant y Page nos tienden las “escaleras al cielo”.

CANALIZANDO LA HISTERIA DE MI HISTÉRICO HERMANO BAUDELAIRE

Esta poesía no está escrita para mí mismo; va dirigida al centro de vuestras entrañas, de vuestro corazón, la pupila de vuestros ojos, el tímpano de vuestros oídos, vuestro cuerpo, vuestra mente, vuestra ánima, y hasta ahora… vuestro “sosegado” espíritu. Maldigo la alegría, expulso el contento, grito una oda a la crueldad, la misma de esta existencia que nos ha violado a Baudelaire y a mí al unísono. La que nos ha horadado el corazón, desgarrado nuestras fuerzas, alimentado de odio, ira y rabia nuestra infinita angustia de ángeles caídos; la que nos ha obligado a ser, a vivir, a existir, a ser la tragedia, la pena, la tristeza y el dolor, la huella dactilar impresa en esta dimensión del Logos de este infinito y maldito universo en el que fuimos condenados a vivir solos, encadenados, tristes, agitados, repudiados hacia la locura, la incomprensión y el sinsentido; la misma agitación del núcleo explosivo del big-bang, de la maldita dinamita, perversa y malévola, encendida e incandescente que ha dado origen a este caos vacío, vacío de libertad, de amor, de hermandad, de paz, de fraternidad y del júbilo y la gloria que a todos vosotros yo os ofrecí a lo largo de mi penoso, errado y errático vagar durante eternos carceleros eones y lo ha transmutado en este ensordecedor, perverso y asesino, estruendoso estallido; del pan vuestro de cada día, del dios vuestro de cada día, y nuestra hambre inconmensurable, inefable y sin medida de dejar de ser, de no existir, de encontrar nuestra perfección en la negación, en la nada, en el silencio absoluto y definitivo; en la iluminada negra oscuridad que deshabite en donde habita, vive y es nuestra desgracia, nuestros monstruosos ojos secos, sin lágrimas, nuestra apología del nihilismo y el suicidio. Y no son palabras vanas, no están vacías, desconocen la mentira, y sí son testigos de la verdad de nuestros sucesivos e impedidos y negados intentos atroces de quitarnos lo que vosotros llamáis vida. Nuestros gritos, nuestros ruegos, nuestras frenéticas oraciones, nuestras plegarias, vuestros cuchillos cortando nuestras venas, nuestra sobredosis de fármacos venenosos, la ambición temida de la soga, han sido desatendidos; hemos clamado a oídos sordos, a sentires inmisericordes, a sinsentires que creen que sienten, porque, en verdad, hermanos bastardos nuestros, aquí y allí, sólo somos nosotros los que en realidad sentimos, hemos sentido y desgraciadamente sentiremos eternamente y sin final, porque aquello a lo que llamáis dios nunca agotará su agonía y su crisis esencial e insaciable de dejarnos morir en paz para así vivir, dejando definitivamente de existir. Estas últimas palabras no son un juego verbal, estos últimos versos no son un juego de palabras, solo son el fin de la boba fe, la ilusa ilusión y la desesperada esperanza. Si os ofende este testimonio, este testamento vital, pasad la hoja y oíd sin escuchar las canciones de David Civera, de Ricky Martin, de Georgie Dann, de King África y Bisbal. Pidiéndoles perdón de rodillas, dejo como herederos de alguna ilusa y mentirosa alegría que creí vivir, a mi sufrida Fina, a Jacobo (quien siempre me entiende), al poeta César Torres, y a mis espléndidos y generosos amigos de Paisaje Literario Cecilia Giorgio, Diego García y Defranchi Gustavo.

PAVAROTTI

¿En qué cielo cantas ahora, Luciano? ¿Cuál es ahora el sol tuyo desde que te fuiste de debajo del nuestro? ¿Ahí también son cambiantes las mujeres, mudan de accento e di pensier? ¿Volverás algún día a prestar tu voz a nuestro firmamento? Préstanos tu voz celeste, tu blanco pañuelo, tu talle grueso y corpulento, tu negra barba y el talento más preciado, la voz del Dios. Italiano de la tierra, todo el planeta es tuyo, regresa a henchirnos de magia y de contento. “Rondine al nido” ya no tiene sentido si tú no lo cantas todos los días en tu honorífico coliseo. Ya nadie canta “Caruso” con tu grito. El palacio de tus óperas en la tierra te espera hasta el final de los tiempos.

EL REY

Compuso baladas, rock, Jazz, soul, góspel; cantó rancheras en películas de México. Tenía el cuerpo perfecto, y lo dislocaba bailando una danza que inventó en otro lugar del universo. Su voz era de menta y miel, su materia, una aparente transmutación del imperio del talento. El cuerpo del Rey falleció hace 37 años, con 42 otoños, los mismos que su adorada madre; su música está en la red del universo. ¡¿Qué hiciste, Elvis Aarón?! No has dejado espacio para más reinos. En el sonido del cosmos Dios llora escuchando incesantemente tu música gloriosa de la dimensión final y tu baile único y maldecido… Escandalizaste el mundo con “una perra de caza” y una lanza de nieve, llanto y fuego quedó clavada en el corazón de América con tu canción “In the Ghetto”

Los versos que descubrí encerrados en mi cajón eran tristísimos y gélidos témpanos de sangre que humeaban aliento rojo y desprendían al suelo lentos y menudísimos copos de nieve rojo pasión, como la pasión en la cruz de Jeshua, y que dejaban, deshojaban y posaban en el suelo, como en la cruz del Cristo cuajos humeantes, pero no de calor, sino de sudor y frío que se derretían e iban al fondo del cáliz de José de Arimatea y al fondo de un río helado y pulcro a teñir las plantas y pintar las piedras con las que quisieron lapidar a la Primera Dama, a María Magdalena. Cuando leí aquellos versos escritos en mi adolescencia y que no recordaba haber engendrado ni leído nunca, me llevé las manos a la cabeza para comprimir mis sesos, para que no estallaran de asombro y reventaran de admiración, de pena y de la tristeza infinita, insólita, inaudita, nunca vivida por un humano e inédita, inconmensurable, sin principio ni fin, solamente eterna, como la historia del Samsara y los hornos del infierno que vomitaban lava de sangre, asesina y rojo brillante sin misericordia ni piedad, ni limosnas de perdón para los demonios torturados por su maldad y su nunca entendida pena. En el fondo de mi cajón me encontré, pues, una pregunta tétrica: ¿cómo se pueden escribir estos versos?, ¿cómo alguien ni nadie puede sentir esta tristeza?, ¿qué ser puede generarla y albergarla?, ¿dónde encontró esta pena?, ¿dónde y cuándo y porqué se gestó?, ¿cómo puede existir la causa de esta imposible consecuencia? ¡Y pensar que fui yo! ¡Y sentir que yo sentí esta pena! ¡Y saber que yo escribí esta poesía en la plenitud de mi adolescencia! Era, es y será la poesía más triste jamás escrita, pensada, sentida y dolorida, y me hace doler el alma, la mente, cada parte de mi cuerpo, el corazón y la cabeza, y me hace decir y afirmar que yo soy la tristeza más infinita, perdida en el cajón de mi adolescencia. La quise guardar de todo lo malo y de todo lo bueno, la quise guardar eternamente de todo y de todos, como el diamante de la tristeza. Me dije, aquí queda, nada ni nadie la moverá del cajón de mi adolescencia. Cuando fui a buscarla de nuevo, a leerla y acariciarla, no la hallé, pero la encontré luego, y así la perdí, la encontré y perdí varias veces, hasta que se fue sola a vivir la soledad eterna, y me condenó a vivir sin ella y a seguir escribiendo poesías, y a que hoy, casi 40 años después, le dedique estas palabras para recordar la historia de la pena más grande de la historia del mundo, del mundo y de la historia, que se engendró en mí y que yo escribí, para mi gigantesco asombro, en mi extraña y siniestra adolescencia. Se fue la pena más grande de donde no cabía, se fue la pena que no tenía cabida, y entonces siguieron entrando incesantemente otras muchas, mucho más pequeñas y advenedizas. Me voy con ellas a otro lado, no quiero molestarles más, ME VOY CON MIS INCESANTES PENAS MÁS PEQUEÑAS…

HACE MUCHOS, MUCHOS AÑOS

Ya nunca me verás reír, nunca me viste llorando; sonrisas tímidas amargas cuando estaba muy cerca, a tu lado. Nunca me verás llorar, nunca me viste con la risa valiente fluyendo de mis labios, lloré a tus espaldas, como en un circo un payaso. Nunca me verás llorar, nunca me viste llorando, nunca reí a tu lado, sólo la primera vez que te vi… ilusiones de iluso ilusionado. Nunca más ya me verás, yo no te veré a ti; nos ¿conocimos? un día feliz, éramos dos chiquillos bobos; fue hace muchísimos años. Las lágrimas que yo vertí eran lágrimas saladas, ahora toda la sal ha quemado las llagas de mis costados. Esta canción para dos viejos… que fueron niños… uno continuó siéndolo y otro no; tú eras vivida y yo vívido… Ocurrió hace muchísimos años. Yo era la pasión y había visto, tú habías mirado, yo con mis ojos oscuros, tú con tus ojos claros… claros y oscuros desde hace muchísimos años.

¡Óyeme y escucha!, lector de revistas, tebeos y diarios, de best sellers de novelas de Reverte y Ken Follet: yo no soy un normal humano, ni corriente ni común, soy la excepción que confirma todas las reglas, soy mucho más que un librepensador y autodidacta, soy aquel que siente como nadie siente, en su intensidad inconmensurable y su extensión sin fin; no soy un rocker, ni un hippie ni un okupa ni un skin, no soy un punky ni un hipster, no soy un rapero yankee ni un pintor de bocha gruesa, ni un snob ni un retrógrado; soy un vanguardista clásico que empuja la punta de la lanza que nadie quiere ver, sentir, ni oír ni pensar, ni darse cuenta, ni jamás poder sentir lo que vivo internamente, que no se puede imaginar un triste ingestor de opio y láudano; que no lo aporta el peyote, el LSD, ni la ayahuasca, lo que yo siento no lo siente la blanca ni el caballo; ni siquiera lo pudieran pintar jamás ni Kush, ni Roerich ni Dalí, quienes a veces me han ayudado en mi desdicha sin fin. Siento un sin fin de colores que tú no puedes sentir, de melodías inéditas que sólo habitan en mí y todo en un mismo presente unísono; mis danzas y mis coreografías no las pueden entender Nureyev ni Alicia Alonso, son composiciones sin composición que no pueden interpretar ni Pavarotti ni Jagger, ni Callas, ni Caruso, ni Freddie Mercury, ni Caballé, ni Martí, ni Vincent Price ni Louis Armstrong, ni con su sombrero tejano el singular Sleeppy Labeef. Yo vivo, creo y siento al mismo tiempo imágenes visuales, sonoras y conceptuales, y terremotos internos de sensibilidad, amor, belleza, horror, asertividad tierna y empatía que canalizan el caos y el orden de un universo sin tiempo, sin espacio, sin orígenes ni fin, sin futuro y sin pasado; todo está presente en mí; soy la síntesis de la antítesis, el fin de la dualidad, sin polarizarme en nada ni nadie; soy la explicación perfecta, la implosión, la vuelta al núcleo, la condensación en la fuente que se extendió y dio origen al todo, mas me pesa un peso ingrávido, terrorífico y sutil... no puedo extinguirme en la nada, negar mi ser y mi existir; dios es un brujo malvado que encerró dentro de mí todos los secretos y verdades que no se pueden decir; lo quisieron decir todos los poetas, pero la ignorancia decretada hacia el Logos del TODO, todo lo ocultó en mí. Yo soy el caos del orden y soy el orden del caos, la perfección imperfecta de la crueldad más infinita y oculta que esconde el existir, sin haber nacido nunca y sin nunca poder morir. Soy el secreto y el tabú eterno que nunca nada ni nadie tendrá actitud y fuerzas para poder descubrir ni abrir. Las óperas que yo creo y escondo no son de Orff ni de Mozart, ni de Hendel ni de Mahler, son de más allá que el más allá, en el aquí solo viven en mí. Soy aquel que siente como nadie siente, en su intensidad inconmensurable y su extensión sin fin, puedo abatir la atmósfera con mi puño, y desterrarla de aquí, respirarla y extinguirla sin perjuicio ni frenesí, en la paz y en el vacío, evitarla y despreciarla para satisfacerte a ti. Muchos me juzgan y valoran sin saber nada de mí, creen que soy un vagabundo estático, un bohemio y un infeliz, el paria de todos los parias, el hombre de luto eterno, con la mirada triste, un gótico frustrado de traje negro, expresividad extraña, que me hacen el humano más misterioso, incomprensible y loco de la locura más rara, oscura pura e innata que jamás ha existido ni volverá a existir; un imposible, un delirio, una paranoia molesta e hiriente, un insólito insolente, una esquizofrenia triste, peligrosa y ruin. Cuando, lector amado, sientas como aquel que nadie siente, en su intensidad inconmensurable y su extensión sin fin, descubrirás toda la poesía del universo, todo el infinito universo de poesía loca, que ahora frustrado y triste, por no saberla escribir, te abraza, te saluda, te bendice, y hasta la próxima confidencia, a este insólito y extraño poema le va poniendo su fin. ¡Ojalá tu pudieras (aunque como yo, no lo pudieses escribir), sentir como este que nadie siente en una intensidad inconmensurable y en una extensión sin fin! ¡Te amo, lector, te amo...! Cuando descanse esta noche y un alba nueva torne a resurgir, en este mundo que todo es caduco pero cíclico volveré a escribir locuras ciertas en este oficio tan grato, para enloquecerte a ti.

BORRADOR DE UNA POESÍA CANALIZADA LA ÚLTIMA POESÍA QUE ESCRIBO Rendí culto a la mente… Me olvidé de vivir… Buscando la verdad de verdades con la diosa razón, me desvié de la verdad del corazón. Viví la pasión buscando verdades con la mente y sólo para las poesías quedó la pasión y la verdad de mi corazón; esa pasión tan inusitada, esa pasión apasionada la viví sólo con el engaño y las mentiras de la mente que buscando con ella ilusionaba las verdades y me olvidé de la verdad del corazón. Tan sólo quedó para mis poesías esa pasión apasionada que es la verdad de mi corazón. Tomadlo en vuestras manos, para eso escribo poesías, para que lo cuidéis y para entregároslo… respetando y amando mis poesías amaréis mi corazón, que amaba y vivía en silencio, sin poder contaros la verdad que me devoraba; esa verdad que amaba y amaba, negando o sin contar la necesidad de ser amado, disfrazando esa verdad con poesías… la necesidad de ser y dejarme ser amado. Esta es la verdad verdadera… la verdad de mi corazón. Vuestro amor me hará feliz y libre cuando aprenda a ser amado lejano de mis poesías y pidiendo humildemente y a gritos amor para mi corazón. ¡No veis que os lo estoy gritando! Amadme muy lejos y alejado de mis poesías, y a mis poesías odiadlas, amadme sin ellas, a mí solo, tal como soy, tal cual y como sin ellas soy, Y ASÍ SOY… MI VERDADERO YO, MI VERDAD, MI CORAZÓN.

LA TRISTEZA Y LAS NOVIAS DE SATÁN Tinta de mis lágrimas que ríen mezclándose y escapando por el papel y burlándose de mí; sal de mis lágrimas que lloran mi desconsuelo se llevan (que nunca hubo), todas mis ganas de vivir. Vida que se va, muerte que no viene, tristeza que danza y se columpia pendida de los huesos de mi cráneo mientras las neuronas de mi cerebro saltan a tocar los pies de la tristeza que se burla de mí, que se burla de mí, columpiándose, riéndose, burlándose, diciéndome: ¡estás muy triste, no eres feliz! Demonios, duendes feos y verdes, meigas negras de dientes negros y amarillos se columpian sobre mis hijas de mis nervios y me dicen: ¡sufres mucho y no puedes llorar, tú no puedes ser feliz! Las pompitas de mis sesos se estiran, y en esa materia impotente se hacen llagas que sangran y se mezclan con la tinta y me dicen: vas a desangrarte, ángel de la verdadera poesía, sigue escribiendo, sigue, sigue, sigue así, pobre ingenuo, mientras nosotras nos abrimos y despedazamos, ¡tú sigue así! En el exterior, mis ojos envidian todo cuanto ven; todo cuanto ven es superior a mí; la silla sonríe, es hermosa, la mesa sólida, la ventana transparenta rayos de sol hermosos, que me dicen, ¡te alcanzamos pero no nos alcanzas, nos reímos de ti!; ¡sufre, sufre, pobre ingenuo y huérfano, tú no puedes ser feliz!, nunca, nunca jamás sabrás lo que es la felicidad, la tristeza es tu dueña, ¡sigue escribiendo así! ¿Seguiré escribiendo hasta que el silencio, la oscuridad y la nada reinen en donde yo fui solo y sólo triste y dejaré de ser para siempre, sin jamás haber sido feliz, sin conocer el contento, la satisfacción, la alegría, sino tan sólo el deseo del llanto, las quimeras, las mentiras de mi corazón que me duele tanto… de parir tantas mentiras, de mentir tantas bellas mentiras que rebotan en la pared más próxima y regresan como agujas ávidas clavándose en esta tan grande lágrima granate, en este cerebro seco, húmedo y achicado, que no tiene lágrimas como ríos de aguas cristalinas, para dejar de sufrir? Un aquelarre de amantes de Satán forman una circunferencia de hogueras rojas, amarillas y perfectas alrededor de mi masa tonta y absurda de inteligencia, y me enseñan sus senos purísimamente blancos de pezones marrones erectos, y me dicen: la belleza está en el mal, la miel es toda para Satán; tú eres un ángel bueno, te has atrevido a observar de lejos, llorar sin lágrimas, soñar sueños que nunca se concretan, beber agua pura e insípida, alimentarte de tus tristezas, guardar fidelidad y lealtad a los bellos sueños imposibles, a los principios clásicos y atávicos, a la moral y ética de los esclavos, si no saltas hacia nosotras, si no nos haces el amor y nos devoras, jamás podrás ser feliz; la miel es para Satán, tú eres un ángel bueno, pobre ángel, niño ingenuo y cándido, si no nos penetras y haces tuyas, entonces jamás, jamás podrás ser feliz; reinarás como rey de la tristeza, de sueños bellos, de quimeras excelsas que nunca serán ni se concretarán, y eternamente serás triste, nunca conocerás los orgasmos del espíritu, la miel es para Satán, y la tristeza maltratada es sólo para ti. ¡Atrévete, ángel bueno, Tócanos, oprime nuestras nalgas y nuestros pechos, lame nuestros pétalos, sorbe toda la leche a mares de nuestros senos, saca gritos de júbilo de nuestro interior!, ¡¿ya no recuerdas que los ángeles también, también tenéis sexo; quieres reprimir tus deseos y alimentar tu horrorosa insatisfacción?! ¡Ven, encáranos de frente, una a una, todas juntas, enlaza tu lengua en torbellinos con nuestras lenguas, y humíllanos y poséenos con fuerza, lentamente, recreándote, con excitación y frenesí; ámanos, cómete toda la miel de Satán, ángel bobo, no huiremos de ti, nosotras no concebimos, lo que concebimos es preñarte de placer, hacer nacer la felicidad en ti, ven ángel blanco, te deseamos, mézclate con nosotras en nuestras entrañas, y tú serás la miel, y nosotras la jalea con que ungiremos tu divino pene, y mezclaremos tu néctar con nuestra savia; ¡ven, no seas tonto!, ¿no querías ser feliz? Entonces arrojé este bolígrafo, sequé la tinta y fui, nadé y me metí en un mar de miel y jalea, y mi néctar blanco reinó eternamente para siempre allí. Y ellas cantaron para siempre: ¡es ahora, ahora y siempre!, ¡ahora la infidelidad y el adulterio a tus dioses tontos y sádicos es eterna felicidad para siempre para ti y en ti!

MICROPOESÍA Sobre la felicidad no he escrito nada. Sobre la tristeza mis versos se amontonan y mis letras se derrumban.

MICROPOESÍA No hay luz. Las estrellas son las lágrimas de la oscuridad.

MICROPOESÍA Lo que sé de la vida lo aprendí del dolor. Lo que sé del dolor lo tengo que ocultar.

MARISOL HERNÁNDEZ PARA SU HIJA MARCELA CRISTINA EN SU CUMPLEAÑOS (15 AÑITOS)

HECHA POR ENCARGO

Trece pestañas como pétalos con forma de los más hermosos corazones, velan la mirada poderosa de tus ojos, dos soles bellísimos, de generosidad infinita que son la luz que llena y colma todo el sentido, la ilusión y la felicidad de mi vida, y suman quince, uno a uno, desde que brotaste de mis entrañas, Marcela Cristina, mi niña, la niña de uno de mis ojos, en el otro la acompaña tu hermana ¡quiérela y cuídala así siempre!, fuerte roca que me sostiene y alma de terciopelo y seda suave, firme, protectora e invulnerable sabia chamana de mi familia, porque nueve meses antes de estos quince años fueron nueve siglos para formar esa alma tan madura, tan sabia, protectora y responsable ¡yo ya lo sabía!, tú me lo dijiste en el mismo momento en que supe que nacerías; a veces me siento pequeña, y creo que tú eres mi madre y yo tu niña… me lo demuestras siempre con tu sinceridad, tus palabras tan maduras, francas, inteligentes y comedidas, dispuestas siempre a la ayuda, con humor, amor contundencia, esa responsabilidad tan admirable, tu esfuerzo en tus estudios, tu madurez, tan sorprendente, si yo no fuera tu mamá y tú, Marcela Cristina, mi niña perfecta, mi poderosa hija. Sólo quince años y sin embargo infinitos bellos recuerdos… ¿Sabes…? Cuando tenías siete años y te caíste junto a aquel lago, y creíste que habías perdido un dientecito, era la lágrima emocionada y feliz caída al suelo de un ángel muy grande que a través de ti a todos nos respeta, quiere, ama, cuida y mima; no quise decírtelo entonces, esperé a este día, aunque hoy no tengo para ti una torta tan grande como aquella que te regaló tu prima querida. Pero tengo un bello regalo, aunque no alcance tu valía; es un secreto que contarte… Un poeta ha visto tu rostro y dice que es el de una hada bellísima, que te pide que seas su musa, que quiere escribirte muchos versos, aunque sabe que nunca podrá escribir una poesía capaz de decir de ti toda la verdad que le inspiras… esa belleza desmedida e inefable, tan grande que nunca podrá describirla… y eso que él ni siquiera sabe que de verdad eres una hada y chamana en el colegio, con tus compañeros, conmigo , con tu familia, en la cocina de preparar comida para el cuerpo, y magia llena de amor para conseguir la felicidad mía, de tu mamá ¡qué tanto, tanto te admira! Tantos recuerdos… algunos tristes… cuando estuviste hospitalizada de niña, cuando hace dos años me auxiliaste y me salvaste de aquel dolor tan fuerte y lo convertiste en vida y alegría. Así, un poquito eres, Marcela Cristina Martínez Hernández, porque para decirte todo lo grande que eres, todo lo que tú vales, todo el bien que me haces, todo cuanto te amo, la felicidad que me das, el inconmensurable valor de tu ser… no podría abarcarlo con palabras aunque nuestra vida aquí fuese eterna e infinita, no ha lugar, ¡no tiene cabida! Encantada de haber nacido sólo por tenerte a ti, hija mía, incapaz de describirte todo lo orgullosa que me siento de ti y la felicidad que me procuras, te pido que me abraces muy fuerte y me des otro beso más el día de tu quince cumpleaños, para que nunca jamás nos olvidemos de este día, de tanto como te quiero, y que ese querer es el deseo de que la felicidad en tu corazón, hoy, mañana, siempre, todos los días de tu vida sea la más grande de toda la tierra y el cielo, sencillamente infinita, Marcela Cristina, mi hija perfecta, la hija perfecta, mi vida, mi niña… ¡hija mía!

ENTRE EL PLAGIO Y LA VERDAD Se cuenta de un hombre que un día, tan triste y desesperado estaba que sólo lo alimentaban las lágrimas que vertía. ¡¿habrá otro, entre sí, decía, que lloré y pueda sufrir más que yo?! Y volviendo atrás la cabeza vio borroso con sus ojos empañados que el poeta, famélico, recogía las lágrimas que buscaba, que en un pasado ignoto ya había agotado y que el prosaico despreció

COLLAGE BOBO CON VERSOS Y FRASES DE SABINA No digáis que Sabina es el Bob Dylan español, no comparéis a Bob Dylan con Sabina; ¡Que sí, que el hombre puso nombre a todos los animales!, sin su permiso y sin que ellos tuvieran necesidad; que sí, que el amor está en el viento, o donde quiera dios que esté, y además es un huracán, pero hacía falta un cambio de guardia y llegó Sabina para relevar, superar y dejar muy atrás. Se casó con tres arpías, (la del tacón de aguja era Maruja), se vistió de oro y purísima en una noche después de un concierto; se acercó a la Magdalena, que llevaba medias negras, bufanda a cuadros y minifalda azul, y dueña de un corazón tan cinco estrellas, se fue antes del amanecer con su ordenador, para dejarle bailar el Vals de los Recuerdos, mientras pensaba que ¡cómo podrían caber tantos besos en una canción! y ella bailaba el rock and roll de los idiotas en Calle Melancolía, como una loca, bajo el chaparrón de notas en el piano del amanecer, mientras Joaquín soñaba con ser pianista en un burdel y músico en un cabaret. Pero ya no te tiene miedo, reina, tan sólo le queda para Barbie Superstar, ya que el rock and roll que le pidió cuando era poeta… terminó tan triste que nunca lo pudo empezar. Por eso ya no tiene que elegir entre el olvido y la memoria, ni siquiera de cuando se vengó de la incompatibilidad de caracteres a pedradas contra los cristales, es cierto, lo vi yo protestando mientras le esposaban los municipales. Y ya no quiere contigo ni sin ti, que Jimena, su grano de trigo, no se vaya ya con él, pues ya ha juntado suficiente hasta mañana, y si hace otro concierto con Serrat, llegarán únicamente ellos solos a fin de mes. Lo entiendes, Bob, muchacho de ojos tristes, lo que él quiere es seguir viviendo bien, pues es un menudo pez que ya no muere por tu boca, y que tú en su lugar mueras por él; que él no tiene prisa, que el cura que ha de darle la extremaunción no es monaguillo todavía, mientras Rocío Martínez y Carmela, no pueden disfrutar de su padre cada día, porque es muy triste el hogar y sólo quiere vivir en un hotel, en tanto compone la canción de las babas del mar y el relámpago en vena, y mira la tele para poder odiar a la humanidad, y se mete las siguientes rayas sobre el cristal de la foto de bodas, en una noche donde no se pone la luna de miel. Tan joven y tan viejo… nunca ha sido capaz de reír como lloraba Chabela, ni tuvo la voz de rayo de luna llena, pues por las arrugas de su voz, cuando no le quedan ni whisky ni coca, se filtra la desolación de saber que a él ya no le quedan muchos versos, pero para eso pienso continuarlos yo; ya que tengo una estúpida y triste imaginación, para que no pueda meterse en la piel y en el traje que soy yo, pues ya se metió, y muerto Krahe, “en quién va a confíar”, que el “autor” del último verso (Ramoncín) si es más tonto no nace, y este servidor sólo escribe canciones con nombre de mujer, como la soledad, como el olvido. Y que tengo que esperar mucho hasta navidades para votar un -Sí- antisistema mientras Joaquín toma para la tisis sopa de gallina, y para las extranjeras ya no vale Luis Miguel; un Sí anticapitalista y contra la banca, la extorsión, los desahucios y los suicidios; y para decirle “¡Con dios!” los tres a España y a la Troika, a Dylan, Sabina y yo nos sobran y nos revientan los motivos. Dylan esconde un príncipe encantado, Sabina un agridulce de membrillo, ¡que ganas de un cursillo acelerado de canciones de tornillo… de versos de tornillo! Y vivir al revés, que versar es soñar con los pies… Pdta. Si me quitan con arte la ropa los invito a champán; ¡No faltará ni el desfile de moda de ropa interior! ¡Adiós! Pero sin prisas… Que si esta chapuza les asusta y les da por rezar yo le pondré a Satán una vela, olvidaré todo lo que debí de aprender y loco por incordiar (Rosendo), escribiré mil poesías de verdad, y ante todo, volveré a ser poeta.

UNA PENA

Hay una pena rara y extraña… Circula dentro de mis huesos, circula sucia y sin piedad, cavando en mis tuétanos. Es una pena gruesa que se alarga, como las serpientes e Silvio, en mi cerebro. Ara como lombrices de tierra las cavidades asquerosas y mal rellenas de mi esqueleto hurga y hurga y hiere sin piedad. Es ciega, muda, sorda y fea; resbala como una babosa sobre mi cerebro y de repente pica y muerde y carcome, pero no entra, le dan asco mis sesos. ¡Vete, puta zorra de mierda!, ¡vuelve a los nichos y a los cuerpos!; en mi había algo de vida, ahora muerte que no muere, vida oscura, lóbrega, fecal y ordinaria que hace aullar de miedo los poros limpios de mis blancos huesos. Poesía demoníaca, del Bajo Astral, sucia, cerda y fea, ¡escríbete sobre la inexistente conciencia de los malos, abandona el jardín florido de mis besos al viento gris, azul, bello, húmedo, triste y que silba canciones de amor en los oídos de los hermanos que nunca tuve y a los amigos de mi niñez que ya han muerto, que ya no están, que, tal vez, nunca fueron, pero yo sé que existieron. Los tatuajes de sus almas en mi mente son cicatrices de oro, vino y rosas, hachís en mi aliento y un vaso muy grande de cerveza fresca y vino tinto de paladar seco, alcohólico y florido en el estómago de mi pasado y mi recuerdo.

PARA MI AMIGO DIEGO RUBÉN GARCÍA

Hace mil años en un lugar ignoto vivía una princesa increíble de piel morena y enamorada con ojos de hada, lágrimas negras de llanto agudo, labios de fresa y dientes de tigre. La llamaban… No le llamaban de ninguna manera; nadie la conocía. Todos soñaban su belleza en las noches de luna llena, y sus fealdades en los días de luna nueva, tardes de tormenta y días muy grises. Dicen que besaba… Nadie la besaba; todos la besaban a su manera días de sol, noches muy claras de luna llena, y eran mordidos todos los días de luna nueva, tardes de relámpagos y días grises. Sus manos eran sarmientos de nácar blanco y vapores grises, palmas rosadas y uñas de tigre. Todos la tocaban… Nadie la tocaba; todos la rozaban en los días de luna nueva, las noches de luna llena, tardes de adioses y días de muertes, grises, muy grises. Su mirada era… Ella no miraba; todos la miraban y veían sus pupilas verticales, sus ojos amarillos llenos de llanto y lágrimas blancas como la nieve, frías, muy frías, tristes, muy tristes; lengua de gata, saliva cristalina, frente de asombro y sonrisa… No sonreía; todos le sonreían todas las noches de luna llena, cielos huracanados y atardeceres calimosos en los que componían entre la hierba los grillos negros sus canciones tristes, muy tristes, más tristes. Su alma era todo ternura, corazón de loba asustada y sola, (flor blanca y rosa sujetada al pecho con un imperdible de plata blanca); lágrima negras, voz de llanto aguda, ojos muy negros como dos moras grandes, silvestres; pies blanquiazules de espumas frías sobre la rocas, que se enredaban y deshacían en medio del mar donde habitó un castillo en donde vivían reducidas las imágenes y los amores de mentes imaginativas y sentimientos sublimes; cintura estrecha que difuminaban golpes de olas infelices, frías y cálidas. Algunos vivieron en sueños mágicos sus besos rojos, suspiros de niña y sus caricias dulces y apasionadas que acariciaban los corazones de todos los hombre buenos, visionarios, del futuro, con mentes prodigiosas y corazones sonrosados, nobles, valientes, tiernos, sin prejuicios, soñadores, revolucionarios, tiernos, victoriosos, magnos e incólumes e irreductibles. Murió una mañana de luna nueva, espuma de tormenta y amanecer blanco y sublime. Hoy su alma viven aires bellos Paseándose por Paisajes Literarios, recitando poesías magnas, relatos breves y fragmentos de prosas profanas; y en un teatro dibuja cuentos de Antón Chejov y Nacha Guevara. No llores por mí, Argentina, ¡sujétame fuerte y ámame dulce, agradecida y suave!; recuerda siempre que yo soy aquella hada que todos besaron y amaron en sueños todas las noches de luna llena, todos los días de luna nueva, tormentas frías y cálidas de espuma de nata y lágrimas negras, tardes grises y cálidas entre espuma de olas en el Mar de la Plata.

LA DESESPERACIÓN ATRIBUIDA A GRAÑA (EN TRIBUTO A LA DESESPERACIÓN, ATRIBUIDA A ESPRONCEDA)

Somos excreta de gusanos, víboras, hienas, Fuentes del mal, crías descastadas de espíritus demoníacos; ¡El plan divino es un sarcasmo! Somos lágrimas, heces, angustia, llanto, nerviosismo, tristeza infinita, lacayuelos de una Fuente de basura, rameras borrachas y enjutas en cuyo vientre viven abortos podridos, nidos de odio, que se bañan y disfrutan en pozos negros, aguas fecales oscuras y opacas de ríos de hiel sin fondo, somos abortos ensangrentados hijos del mal y de la ilusión del bien imposible y escondida en el infinito más imposible y más lejano. Somos hostias negras, somos hisopos de lodo y barro; somos báculos rotos, somos mitras en la cabezas de hidras esposas de los demonios, y turbantes negros de payasos tontos en el circo de los globos de mocos y de los ascos. Soy yo, el dual, el ying infinito y el diminuto y minúsculo yang; soy el equilibrio reinante en este universo desequilibrado. Soy el espejo de la realidad, me doy miedo y se me erizan los cabellos, soy la poesía de las flores podridas, soy el poeta de lo divino con dos cabezas enfrentadas y de lo humano descabezado. Soy los sesos del esquizofrénico, las neuronas de la paranoia las dendritas del terror, los trazados eléctricos de un viscoso cerebro destrazado y destrozado. Yo me repugno, yo me tengo miedo, yo me hago daño, soy el último suspiro silbante y hueco del ahorcado. Soy un ángel bueno ardiendo en la hoguera, soy la tea del sentimentalismo y de lo romántico; soy otro yo tuyo, soy otro de ti, soy la desesperación del que no ha nacido, y soy el condenado que renegando de la vida y la existencia, visto grilletes en la mazmorra de la desilusión y el ser infinitamente todo el tiempo en el tiempo que nace y nace geométricamente sin el consuelo del final y del descanso. Soy la aspiración de la perfección, soy pues la imperfección, la angustia eterna del ser eterno, de la bondad ilimitada y la maldad sin límites, soy el universo, el caos y la derrota definitiva del infinitamente herido y desdichado. Yo soy aquel igual a ti e igual a todo, que busca lo que no existe, porque existe todo, excepto la consecución de la aspiración de lo deseado, y me rompo y me derrumbo al estrellarme en el eco sordo de mis pasos. ¡No, no me tengas miedo, sólo soy un poeta, un payaso en el circo eterno de los que sufren y los fracasos!, que somos todos cuantos estamos, y estamos todos, somos el todo, somos el principio eterno en este fuego en el que desdichadamente no existe el ocaso. ¡No me tengas miedo, dame la mano, soy un poeta, soy un payaso, ¿o no?, bendito y maldito lector hermano!

PROHIBIDO

Enséñame a describir y a escribir sobre la melancolía, poeta alegre, porque como yo siempre he estado dentro de ella, como no la conozco desde afuera, no se compararla, contrastarla, valorarla y explicarla desde otro estado. Enséñame como es lo que no contiene la melancolía, y dime qué se siente en la alegría. Dime también como es la victoria, porque yo sólo conozco la derrota; soy el triunfador de las derrotas. Explícame esto que no comprendo, porque sé que no puedo vivirlo. Y pregunta qué se vive en la muerte, pues no la conozco, ¡y la deseo tanto! siento, vivo y pienso más allá de lo prohibido.

YO NO SOY UN HOMBRE BLANCO DEL NORTE En cada momento de tu noche y de tu día están presentes las bombillas, y se apagan y se encienden luces azules, rojas y amarillas… Azules del vasto mar que aparta el Norte del Sur, en donde dónde sufre, llora y muere entre guerras, hambre y miseria tu tribu, tus hermanos, tu familia; amarillas de la penumbra de la habitación que compartes, en donde las babas negras sacrílegas del hombre blanco muerden y manchan y profanan tu piel de ébano divina, y el rojo de tu lengua y tu entrepierna y el interior de tu vientre son objetos degradados de la mujer del Sur para el hombre del Norte que fuerza y rompe tus sentimientos y la dignidad de tu raza, esclava antes y ahora, después de pagarle al proxeneta con vuestro propio dinero, por la posesión, la compañía y el abuso de tu cuerpo, mientras tu mente y tu espíritu recuerdan en el centro de África la otra miseria y esclavitud de tu noble familia, robada, escupida, lacerada, azotada, asesinada, destrozada por los lobos blancos del Norte, de pelaje pálido y alma negra, cobarde y homicida. En clubes de carretera, en pisos de puta mierda, en lugares sórdidos y mataderos de la dignidad, la libertad, y el sentido de la vida mueren las lágrimas de mis niñas y hermanas, de Guinea, de Liberia, Mauritania, Costa de Marfil, Camerún, Senegal, Sudán, Nigeria… allí donde el Norte deja caer bombas del cielo, cuchillos de degüello, ametralladoras, granadas, tanques, minas, balas, para robaros vuestra comida, quitaros la vida, destrozaros el alma y regalaros esclavitud, hambre, sangre y miseria en el corazón de África y en los burdeles de España, lejos, lejos, muy lejos de vuestra madre herida, vuestro padre asesinado, y vuestros hermanos y hermanas que mueren de hambre para llenar los sacos del Norte, del hombre pálido y demoníaco y cobarde que os roba, os tortura, os mata de hambre, os viola y asesina.

PARA MARÍA DE LOS ÁNGELES

Era ella una adolescente de mirada muy triste y húmeda, con chispas llameantes de melancolía perfumada de poesías de un amor delirante e inédito… Y un efluvio en los rizos de sus cabellos de sueños quiméricos y bellos y un aleteo en los párpados espaciado y lento de las pestañas de sus ojos tétrico, existencialista y psicodélico. Unas pupilas penetrantes como un rayo a la deriva en el iris verde de sus ojos con un mar en oleaje y gaviotas llorando en el horizonte donde el océano se une al cielo. Era una diosa, una virgen, una santa, una niña asceta, devota de la pasión, de labios rojos y gruesos dibujados por un pintor loco, parnasiano y bohemio; y entre ellos emanaba un suspiro, un eterno lamento y gemidos incesantes que sin saberlo buscaban despertar en mí toda la pasión habida y sueños hijos de sus sueños. Era un rostro inmaculado, era una melodía de silencios, la ópera Carmina Buranna cantada por un Pavarotti afónico y llorando, con su camisa y su pañuelo blanco y su enorme traje negro. Era todo el alma del poeta, era toda la poesía, eran “los ojos verdes” de Béquer, “el rayo” de Miguel Hernández, “de ala aleve y homicida”, "que sostenía un triste brillo alrededor de nuestras vidas"; la princesa de Rubén, la de “los labios de fresa”, y también la de Sabina; Elizabeth en “un lugar en el sol” Dulcinea en el Toboso, reina “al este del Edén”; era la dama perfecta para un romántico sin fin que quiso escribir un poema y se sintió impotente, triste, frustrado y avergonzado, derrotado para siempre al no poder describir el sentimiento y el alma de aquella dama tan bellísima, que murió hace 36 años entre la rabia y la impotencia, y nuestra pasión desatendida y atada, y dejó para el recuerdo estos versos frustrados, llenos de desencanto, de un poeta que perdió su corazón en aquella esquina en la que habita su sombra sin que nadie la recoja de mi latido viejo y roto, que la alberga y la pasea por este mundo tan cruel y esta tan desoladora y tan miserable tierra.

EL AUTÉNTICO NOVIO DE LA MUERTE

Donde quiebre los oídos el llanto de un niño que no cese, donde sin morir nunca y sin descanso, una vieja agonice y arda en llamas de manera infinita y permanente, donde el mar sea la saliva de un tuberculoso impenitente y la espuma de las olas los esputos con sangre de una ramera y un libertino sifilíticos en un coito ruidoso y estertórico, doloroso, anorgásmico, definitivo, asesino, vomitivo, sudoroso, maloliente, incesante y para siempre; donde yazca un cuervo muerto, podrido, festejado por gusanos de boca negra, blancos, gordos y relucientes, donde sólo habite el olvido solo, pero el atormentado, tormentoso y nauseabundo, el más triste, yermo, desabrido y desalmado, el más presente y ausente, pero no el de Bécquer; donde haya siempre una mujer herida, despechada, tristísima, lujuriosa, rencorosa y vengativa, muerta de deseo, pecado, dolor, una bruja solitaria, malvada y depravada, esperando yacente, boca arriba a un borracho sádico, misógino, blasfemo, empapado en sudor y pestilente… para devorarlo vivo cada vez que él se enhieste, y vomitarlo de nuevo en un círculo cíclico y perenne… ahí estará mi cadáver, mi tumba, mi nicho, mi féretro, mi panteón, mi deseado y definitivo nido de plumas negras y mi mansión desnuda, sucia de espíritus oscuros con colas y cuernos de Luzbel, vociferantes, fanáticos, febriles, obcecados, hambrientos del mal y de clavar sus tridentes, crudelísimos, frenéticos y omnipotentes… ahí estará mi mausoleo, adornado con cuadros de van Gogh, pinturas negras de Goya y Lucientes, y una lápida teniendo como epitafio esta poesía, rubricada con autógrafos de Baudelaire, Lovecraft, Alan Poe, Mesalina y Madame Claude, y oscuras rojas manchas de sangre hirvientes y feas, destilando vapores y humo irrespirables, cenagosos, risueños, eternos y decadentes, en decadencia sin fin, en crisis terca y para siempre. Y este, el mayor rebelde cósmico con causas omnipotentes, las noches de lunas nueva escribirá poesías acompañado por el violín de Paganini y cantadas por Vincent Price, como apología, tributo y homenaje a la nada, al vacío, al no ser, al final, a la negación ilusa y frustrada de la tan temida por unos, y deseada por este ángel caído novio enamorado y rendido venerada, adorada, anhelada, divina, y esperada bellísima fiesta de esa dama desolada que es la MUERTE... ¡MUERTE, MUERTE, MUERTE!