RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA México en las Relaciones Geográficas de Felipe II

GRANADA 2007 © Rafael López Guzmán

© EDITORIAL UNIVERSIDAD DE GRANADA ISBN: 978-84-338-4528-3 Editorial Universidad de Granada. Antiguo Colegio Máximo. Campus Universitario de Cartuja. Granada.

© EDITORIAL ATRIO, S.L. ISBN: 978-84-96101-56-8 • Depósito Legal: Gr.:970/2007 C./ Dr. Martín Lagos, 2 - 1.º C 18005 - Granada Tlf.: 958 264 254 e-Mail: [email protected]

Diseño de la cubierta: José María Medina Alvea

Imprime: Gráficas la Madraza A mi hijo Alfredo, que me hace feliz. A mi padre, que siempre quiso conocer América.

1 INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

En la época de Felipe II el imperio español en América se extendía en un eje norte- sur de unos ocho mil kilómetros, desde Zacatecas al río Bio-Bio en el sur de Chile. Aparte de las islas antillanas, en menos de cincuenta años los españoles se habían apoderado de unos dos millones y medio de kilómetros cuadrados en el continente americano. El territo- rio mesoamericano era el centro del virreinato de Nueva España y se regía con tres Audien- cias (México, Guadalajara y Guatemala). Además, desde aquí se inició una importante pro- yección asiática, a partir de las expediciones de Legazpi y Urdaneta (1565-1568), que tendrían su centro en las Islas Filipinas con la instauración de la Audiencia de Manila en 1583. Esta cuantificación que hoy podemos hacer con conocimientos científicos muy aleja- dos de la ciencia del siglo XVI nos permite, igualmente, señalar la variedad y riqueza de culturas, gentes, paisajes y conjuntos bioclimáticos. No obstante, con los métodos limita- dos del momento, el Consejo de Indias 1 intentó tener la imagen más exacta posible de es- tos territorios para su control y explotación. Entre estos intentos ocupan un lugar señero las denominadas Relaciones Geográficas derivadas de la encuesta de cincuenta preguntas en- viada por Felipe II a partir de una Real Cédula fechada el 25 de marzo de 1577 en San Lorenzo de El Escorial (la cual sería nuevamente remitida, con ligeras modificaciones, en 1584). Intentar analizar, a través de las mismas, la visión de América por sus contemporá- neos en el último cuarto del quinientos es el objetivo genérico de este trabajo. La investigación que aquí desarrollamos parte de mi propia condición de viajero, en el sentido ochocentista de la palabra, por tierras americanas. Solo la degustación del territo- rio, de las obras artísticas y de las gentes permite, a la postre, valorar en su exacta cualidad histórica el documento mudo de los archivos. Sobre esa experiencia vital se inicia este es-

1. Se había instituido nominalmente en 1519 y en 1524 estaba organizado como cuerpo colegiado con el nombre de Real y Supremo Consejo de Indias. 10 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN tudio que se apoya en varios cimientos y que constituyen, a su vez, la metodología y líneas de trabajo seguidas. Mis primeros contactos con América, y más concretamente con México, comienzan en 1987. Desde entonces mi preocupación por el urbanismo y por la arquitectura del siglo XVI me llevó a viajar por lugares apartados de los diversos Estados de la República, intentando vislumbrar las características urbanas de las realizaciones del quinientos, no contaminadas por la especulación y por las sustituciones lógicas en el devenir constructivo de la ciudad. El acopio de material de campo en diversas campañas, la última en la primavera del 2002, se iba cotejando y analizando a la luz de la información proveniente de dos elementos bási- cos: los archivos (en este sentido ha sido fundamental el Archivo General de la Nación de México) y la producción historiográfica, cuyas búsquedas se centraron en las bibliotecas Nacional de México y las de los Institutos de Investigaciones Estéticas, Geográficas e His- tóricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. De vuelta a España, en la soledad del gabinete de investigador, iría elaborando con el transcurrir de los años toda la documentación, fotografías, planimetría y bibliografía traída periódicamente desde América. No obstante, tendría que completar mis trabajos documen- tales en el Archivo General de Indias de Sevilla y en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid. Lógicamente, añadir las consultas bibliográficas y hemerográficas en la Biblioteca Nacional de Madrid, Biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, Biblioteca de la Agencia Española de Cooperación Interna- cional, Laboratorio de Arte de Sevilla y Escuela de Estudios Hispanoamericanos en la mis- ma ciudad. A estas consultas se unieron las propias del ámbito local donde desarrollo mi trabajo. Entre estas últimas destacar el fondo Damián Bayón del Instituto de América de Santa Fe (Granada) que guarda interesantes libros de difícil adquisición que fueron dona- dos por el investigador argentino. A partir de aquí se inicia el trabajo de elaboración teórica que he dividido en seis gran- des capítulos, a los que antecede la introducción, de la que forman parte estas líneas, y cul- mina con las conclusiones. Se añade un breve «Apéndice Documental» como punta del iceberg de la ingente do- cumentación consultada y citada en cada capítulo. La selección de textos se completa con las referencias concretas de los tres archivos donde actualmente se conservan las Relacio- nes Geográficas (Real Academia de la Historia de Madrid, Archivo General de Indias de Sevilla y la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas en Austin (USA). Lógicamente, se concluye el trabajo con la extensa bibliografía sobre el tema de estudio. Entre esta se incluye un amplio número de ediciones de carácter local, de difícil localiza- ción, pero que han sido fundamentales para nuestro estudio y que solo pudieron conseguirse en paralelo al trabajo de campo realizado. Se intercalan en el mismo un amplio número de fotografías que incluyen los dibujos conservados actualmente que se realizaron para el cuestionario de Felipe II, así como planimetría de las poblaciones más significativas y referencias de su arquitectura. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 11

Volviendo a los seis capítulos fundamentales que forman el grueso de esta investiga- ción, y que aparecen numerados desde el 2 al 7; comenzaremos por el titulado «Las Rela- ciones de Felipe II». En el mismo se trata de centrar la temática de estudio, partiendo del análisis historiográfico, del uso que ha hecho la comunidad científica de las Relaciones Geo- gráficas. Ello nos permite constatar que, aunque eran conocidas desde el siglo XIX, no han sido utilizadas con profundidad para estudios de carácter histórico y, menos aún, en lo que respecta a reflexiones de carácter arquitectónico, urbanístico y artístico. Solo algunas de sus «pinturas» han servido para ilustrar ediciones o se han mostrado con ocasión de alguna exposición. Una historiografía que comienza con don Marcos Jiménez de la Espada y que, a lo largo del siglo XX, ha primado el carácter recopilatorio mas que el documental. De hecho, han sido historiadores norteamericanos (Howard Clyne, Alexander Tait, Donald Robertson, Bárbara Mundy) los que comenzaron a utilizar las Relaciones Geográficas como apoyo documental en sus investigaciones, casi todos valorando lo que significan de mante- nimiento de tradiciones prehispánicas frente a los valores culturales hispanos o de mestiza- je que pudieran tener. Solo trabajos como los de Erwin Walter Palm que busca influencias en los modos de representación de la antigüedad romana, retomados por el Humanismo del siglo XVI, o mas recientemente los de José Miguel Morales Folguera que incluye las Rela- ciones Geográficas dentro del programa organizativo y político de Felipe II, valoran estos textos como propios de los objetivos de una administración y de una cultura que tiene mu- cho de española. La idea, desde casi el comienzo del encuentro con América de conocer lo mejor posi- ble el nuevo continente, hizo que se solicitaran continuamente relaciones y descripciones a navegantes, conquistadores y burócratas pero, no será hasta la encuesta de 1577 cuando se obtengan un número elevado de respuestas que permitan el estudio sincrónico de las mis- mas. Además, el cuestionario de 50 preguntas, perfectamente sistematizado con temáticas concretas (geografía, historia, población, recursos económicos, lenguas habladas, etc.), nos aproxima a la necesidad de conocimiento de la realidad americana en los conceptos que comprendía el hombre del siglo XVI. El sistema de ejecución utilizado por el Consejo de Indias facilitaba, además, que las repuestas fueran paritarias ya que, una vez que llegaba el impreso a la capital virreinal, se distribuía entre los alcaldes mayores y corregidores principalmente, aunque a veces se de- legó en otros funcionarios, frailes o curas. Pero, en general, fueron los primeros los que condujeron estas Relaciones, contando, casi siempre, con los gobernadores indígenas y los «mas viejos del lugar», facilitando, de esta forma la información histórica; así como con traductores de las distintas lenguas autóctonas. No olvidemos que el relato comunitario era la forma de mantener la memoria colectiva en las sociedades prehispánicas, a veces utili- zando códices como repositorios de esa memoria, algunos de los cuales fueron consultados en la redacción de estas Relaciones. Lo que implica, en definitiva, un sistema altamente científico en el horizonte cultural del dieciséis. Una vez concluidas las respuestas, redacta- das y dando fe del texto el escribano público se enviaban de nuevo a México, desde donde 12 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN se remitían al Consejo de Indias. En varias preguntas se pedía una «pintura» que represen- tara la traza de la población o el perfil de las costas. Los resultados, cuando se hicieron, son desiguales, variando en calidad y en comprensión del territorio, pero el conjunto de imáge- nes que acompañaron a las Relaciones de vuelta son, actualmente, el grupo más significati- vo de dibujos sobre la geografía urbana de México en el siglo XVI. Para nosotros constituye un material de gran relevancia si tenemos en cuenta la ampli- tud del mismo y la realización en un arco cronológico mínimo (1578-1585), en el momento en que la Nueva España está casi plenamente estructurada con el organigrama virreinal. Este carácter comparativo se aumenta al evaluar que los redactores de las mismas fueron fundamentalmente gentes de América, bien naturales o descendientes en primera genera- ción de los españoles llegados con la conquista. Luego es una visión americana de su pro- pio mundo acorde, claro está, con las condiciones culturales del momento. Desgraciadamente muchas de estas relaciones se han perdido o se han fragmentado, desconociéndose la ubicación actual de los textos o de las pinturas. Además, los avatares de su conservación han hecho que el conjunto documental se haya fragmentado en tres ar- chivos básicos (Real Academia de la Historia de Madrid, General de Indias de Sevilla, Bi- blioteca de la Universidad de Texas), a los que hay que añadir la Relación de Tlaxcala que pasó del archivo personal de Felipe II a la Biblioteca de la Universidad de Glasgow. El segundo de los capítulos lo dedicamos a «Las ‘pinturas’ adjuntas a las Relaciones Geográficas». Aquí analizamos las distintas posibilidades de información que nos brinda el conjunto de imágenes. Las hemos dividido en tres grandes apartados: las urbanas, las terri- toriales y las referidas al perfil de las costas. Estas últimas responden a planteamientos di- ferentes a nuestros objetivos ya que la información se solicitaba para conocer las posibili- dades de comunicación, atraco de barcos, defensa de potencias enemigas, recursos naturales o las condiciones de las islas cercanas. Las otras dos tipologías son las que nos aportan los datos urbanísticos y de comprensión del territorio que nos interesan. Esta compartimentación tampoco es estanca ya que, en ocasiones, las vistas genéricas del territorio acogen repre- sentaciones puntuales de carácter urbano, permitiendo una doble lectura. En general dire- mos que las primeras se refieren a la población en sí, mostrándonos la traza de calles y los elementos mas representativos como la iglesia, las casas de comunidad, cárcel, fuentes, ca- sas del gobernador, matadero, plazas, etc. En la segunda tipología es el territorio circun- dante de la cabecera el representado atendiendo a formulas que reducen a esquemáticos ele- mentos representativos las poblaciones (generalmente con la fachada de la iglesia es suficiente) pero mostrando accidentes geográficos, ríos y vías de comunicación. A veces, ya lo hemos comentado, la información dentro del mapa de conjunto sobre alguna pobla- ción es más preciso y permite alumbrar datos sobre su urbanismo. Ahora bien, el modo de representación nos remite a distintas propuestas que están fun- cionando paralelamente en estos momentos. Por un lado, y básicamente, tenemos a los tlacuilos (artesanos dedicados a plasmar el conocimiento en códices) que a modo de ilustradores transmitían sus conocimientos con glifos y pictogramas necesitados de inter- TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 13 pretación. La adaptación de sus conocimientos y técnicas a la cosmovisión hispana es uno de los aspectos mas sobresalientes de estas pinturas. Adaptación que es relativa, dejando fluir en muchos dibujos su cultura mas rica y profunda. La presencia de glifos de lugar o la representación de genealogías de gobernantes son indisolubles de estas pinturas; las cuales, en muchas ocasiones, se intentan «traducir» o comprender mediante glosas explicativas en castellano o náhuatl, no olvidemos que el náhuatl era la lengua franca de Mesoamérica cuan- do llegaron los españoles. Pero también existen pintores españoles. Los mismos funciona- rios, por iniciativa propia o por falta de artesanos como se indica en alguna Relación, deci- dieron realizar ellos mismos las pinturas con aciertos tan indudables como la de Meztitlán (Hidalgo), realizada por el alcalde mayor don Gabriel de Chávez, o las correspondientes a Tequizistlán (México) y Teutitlán (Oaxaca) de la mano del corregidor don Francisco de Castañeda. Hemos utilizado para la interpretación de estas pinturas metodologías provenientes de la Geografía de la Percepción 2, en tanto que se basa, al igual que nuestros informantes, en la experiencia individual o colectiva del espacio que les circunda. La percepción de un lu- gar «…no sólo se alimenta del relieve y las condiciones físicas sino también de todo dato observable: político, demográfico, económico, cultural, etc.» 3. La ciudad y su imagen, por tanto, no es única sino que varía con el individuo y su capacidad cognitiva, pasando a ser múltiple y variada. Decía que las representaciones pictóricas de carácter territorial permitían visualizar los caminos que unían distintas poblaciones o las direcciones de los mismos. Esto nos permite el tercero de nuestros capítulos «La Red de Comunicaciones». El interés por las infraes- tructuras viarias fue fundamental en la apropiación del territorio, aprovechándose los cami- nos existentes y, a la vez, abriendo o potenciando otros adaptados al organigrama económi- co-político español. En este sentido destacaremos los abiertos para facilitar el acceso a los nuevos polos económicos que representan las minas del norte (Zacatecas y Guanajuato) o las vías de intercambio entre Acapulco-México-Veracruz, poniendo en contacto al Galeón de Manila y las Filipinas con la Flota de Nueva España y, por tanto, con Sevilla. El acondi- cionamiento, la seguridad y el control de las distancias aparecen como elementos priorita- rios para las autoridades virreinales, ofreciendo las Relaciones Geográficas datos suficien- tes como para plantear algunos cuadros de distancias que adjuntamos.

2. Cfr. BOSQUE MAUREL, J. Percepción, comportamiento y análisis geográfico. pp. 7-34; CAPEL SÁEZ, H. Percepción del medio y comportamiento geográfico, pp. 58-150; ESTEBANEZ ÁLVAREZ, J. Consideraciones sobre la Geografía de la Percepción, pp. 5-22. 3. BOSQUE SENDRA, J.; CASTRO AGUIRRE, C.; DÍAZ MUÑOZ, M. A. y ESCOBAR MARTÍNEZ, F. J. Prácti- cas de geografía de la percepción y de la actividad cotidiana, p. 9. 14 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Sin duda, uno de los capítulos fundamentales de este estudio es el referido a «Las Tra- zas Urbanas». Estas se instituyen en una fuente de información básica, en documentos so- bre ellas mismas. Para poder leer las trazas atendemos al método propuesto por la UNESCO y plasmado, a nivel teórico por Alain Borie y François Denieul 4. Estos urbanistas conside- ran cuatro niveles de análisis morfológico: el de tipo arquitectónico, el de trama urbana, el de forma urbana (la relación entre la traza y la estructura urbana constituida por elementos tales como los grandes ejes estructurales, el equipamiento y los monumentos) y el del sitio urbanizado (la relación entre la forma urbana y la morfología del sitio natural). Nosotros utilizaremos los aspectos relativos al tipo arquitectónico y a la trama urbana, lo que no quiere decir que no empleemos los dos niveles restantes cuando lo consideremos necesario para una mejor explicación. En este trabajo manejamos dos concepciones sobre la traza urbana. La primera se basa en considerarla como una estructura teórica que organiza el espacio. Es decir, va más allá del análisis de la red vial, espacios abiertos (plazas) y lotificación de las manzanas. Esta concepción supone una adaptación a los condicionantes culturales de cada sociedad. Con este planteamiento tenemos que admitir que la ciudad americana no es exclusivamente un diseño europeo sino que habrá que tener en cuenta las necesidades específicas de cada gru- po cultural mesoamericano y, por tanto, las soluciones no serán únicas ni uniformes. Por otro lado, también podemos definir la ciudad desde el campo de la arquitectura, siendo esta el resultado de las edificaciones que se construyen paulatinamente 5. En esta concepción la traza resulta de la construcción física de la misma ciudad; es decir, no puede existir sin edificación. Aunque no podemos obviar en este estudio la rica historiografía sobre el tema, hemos intentado cimentar nuestra trabajo en la realidad urbanística que se propone a través de los textos de las Relaciones Geográficas, lo que nos ofrece una diversidad de poblaciones mas rica que los anquilosados planteamientos de ciudades regulares e irregulares, además de integrarlas con sus condicionantes culturales y geográficos. Hemos subdividido el capítulo en varios apartados: Ciudades administrativas y de españoles, Pueblos de Indios, Enclaves mineros y Poblaciones de Frontera. Creemos que estos cuatro sistemas urbanos permiten vislumbrar las posibilidades urbanísticas del siglo XVI facilitando una lectura fragmentada de los elementos constitutivos de la ciudad y sus orígenes precisos en cada lugar. La importancia de las fundaciones urbanas en América y su celeridad constructiva han sido siempre valoradas positivamente por la historiografía, convirtiéndose en uno de los objetos de investigación mas interesantes de la cultura hispánica. Sírvanos de ejemplo el

4. BORIE, A. y DENIEUL, F. Méthode d’Analyse Morphologique des Tissus Urbains Traditionnels. 5. Cfr. ROSSI, A. La arquitectura de la Ciudad. p. 60 TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 15 dato que nos ofrece en 1586 don Juan López de Velasco en su «Geografía y descripción universal de las Indias» 6, señalando que se habían fundado 227 nuevos núcleos urbanos. Lógicamente las comparaciones con la otra gran cultura urbana, Roma, son siempre fáciles y evidentes. El siguiente capítulo lo dedicamos a «La Arquitectura». No intentamos en el mismo hacer un estudio de todas las construcciones realizadas durante el quinientos en México, sino reflexionar a la luz de las Relaciones Geográficas sobre una serie de tipologías funda- mentales en la ciudad y en la sociedad del momento. Para ello subdividimos en varios epí- grafes comenzando por el dedicado a los «materiales constructivos» que, junto al siguiente referido a la «arquitectura doméstica», constituyen una aproximación fundamental para en- tender los sistemas constructivos adaptados al medio y la utilización de materiales del en- torno en la arquitectura popular, basándonos en documentos precisos de carácter histórico al margen de metodologías procedentes de la antropología y etnología. El subcapítulo tercero se dedica a las «edificaciones religiosas», posibilitando la com- prensión y datación de algunos conjuntos conventuales. Allí se precisan formas, espacios, ornamentos y funcionamientos que nos transportan al siglo XVI y a esa primera arquitectu- ra de la evangelización, brindándonos, a veces, noticias inéditas y propuestas arquitectóni- cas que han desaparecido y estaban vigentes en el último tercio del quinientos. «Los hospitales» también ocupan un lugar importante si tenemos en cuenta el número elevado de enfermedades contagiosas que se derivaron del encuentro con los europeos. Ade- más, en el caso de Michoacán, debido a la actividad de don Vasco de Quiroga, los hospita- les se convirtieron en espacios no solo sanitarios sino de convivencia comunitaria. Es nece- sario señalar que estos lugares fueron puntos de encuentro entre la medicina europea y la indígena, facilitando el reconocimiento de las posibilidades terapéuticas de tradiciones bien diferentes. En el caso de los «edificios institucionales» se mezclan los rollos y picotas que venían, desde el mismo momento de la fundación de la población, a significar la presencia de la justi- cia española, con los «cabildos indígenas» que permitieron el mantenimiento por parte de los naturales de su propio gobierno siguiendo, eso sí, esquemas de los municipios españoles. Des- graciadamente estos edificios, citados y dibujados en las Relaciones Geográficas, han des- aparecido a excepción del de Meztitlán (Hidalgo), fundamental para la historia de la arquitec- tura. Esta ausencia tipológica convierte las noticias documentales sobre los que existieron en básicas para el conocimiento de su funcionamiento y presencia urbanística. Una de las razones esgrimidas y lógicas para las congregaciones y reducciones que lle- varían a la nueva traza de poblaciones fue la necesidad de encauzar agua que permitiera el

6. LÓPEZ DE VELASCO, J. Geografía y descripción universal de la Indias. 16 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN desarrollo de las distintas comunidades. Estas conducciones y sus remates en fuentes y ca- jas de agua las hemos estudiado bajo el epígrafe de «arquitectura hidráulica». No olvide- mos, a favor de su importancia, el ejemplo, siempre citado, del acueducto de Zempoala, del que se aportan noticias interesantes sobre su construcción, así como el papel jugado en el desarrollo de la zona geográfica, incluso como espacio comercial en la vía de comunica- ción entre la capital del virreinato y el puerto de Veracruz. En relación con el agua añadimos un pequeño capítulo dedicado a los «temascales», baños de vapor utilizados en las culturas prehispánicas que sobreviven con usos medicina- les. Las citas aparecen a lo largo de las Relaciones y también, algunas imágenes, ilustran Códices. Su utilización se ha mantenido hasta la actualidad en zonas rurales de México. El capítulo séptimo lo dedicamos al «Análisis Regional de la Nueva España». Clasifi- camos las poblaciones por Estados y, a su vez, cuando ha sido necesario subdividimos aten- diendo a zonas geográficas, corregimientos, alcaldías mayores o cualquier otra posibilidad de relación que nos conjunte una zona geográfica. Este extenso epígrafe permite obtener toda la información, acorde con nuestros intereses, contenida en las Relaciones Geográfi- cas. Aquí se amplían, documentan y se valoran todos aquellos datos que, con anterioridad, se han utilizado, cuando ha sido necesario, en la elaboración de los capítulos previos. Cons- tituyen, la suma de todos los análisis, una lectura completa y compleja de las respuestas que constituyeron el grupo documental de las Relaciones. Cada Estado va precedido por un esquemático mapa que permite situar la distintas poblaciones estudiadas, las cuales, en oca- siones, han variado su nombre desde el siglo XVI (en este caso aparece el actual entre pa- réntesis) o han desaparecido; lo que nos ha obligado a la consulta de numerosas fuentes relativas a la Geografía Histórica. La identificación de poblaciones ha sido una labor im- portante, al igual que su inclusión en los Estados de la actual República de México. En este sentido, también, hemos incluido entre paréntesis, a lo largo del texto, el Estado a que per- tenece cada población citada para facilitar la lectura y ubicación geográfica y cultural de los diversos enclaves urbanos. Lo cierto es que la presencia española y los nuevos organigramas político-sociales cam- biaron para siempre el ámbito americano. Pese a la asimilación de estructuras políticas prehispánicas y la conquista de grandes áreas geográficas de forma no traumática, la llega- da de españoles supuso cambios en la población creando rutas migratorias (unas en que los naturales huían de los encomenderos hacia zonas de difícil acceso fuera de control o, por el contrario, otras que tendían a la concentración humana en las nuevas ciudades ante las pers- pectivas económicas que allí se desarrollaban) que modificaron la estructura demográfica de Mesoamérica. Por otro lado se modificaron la jerarquías en las vías de comunicación y se adaptaron a nuevos sistemas de transporte (animales de carga y tiro). Estos cambios es- tuvieron relacionados con los nuevos focos económicos (puertos y minas) y político-admi- nistrativos (capitales de Audiencias y obispados). También se alteraron los sistemas agríco- las tradicionales con la introducción de especies llegadas de Europa (trigo, cebada, frutas, verduras), así como nuevas técnicas de roturación con el arado. Además, se desarrolló la TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 17 ganadería, que pronto fue una continua amenaza para las milpas, con un ritmo creciente impensable para el mas positivo estudio de prospectiva. Por último, la concentración de la población mediante congregaciones con fines evidentes de control se generalizaron y fue- ron en alza a lo largo del siglo XVI debido, en paralelo, a las epidemias que disminuían el número de indígenas drásticamente y que obligaban a nuevas concentraciones para mante- ner la mano de obra necesaria para los sistemas economicistas españoles 7. Todos estos te- mas, desde el punto de vista de la historia de la arquitectura y del urbanismo, se tratan en esta investigación, a partir de los documentos conservados de las respuestas a los cuestio- narios enviados por Felipe II en 1577 y 1584 a Nueva España. Existe, por último, un capítulo ajeno a la investigación pero básico para la misma don- de es necesario señalar aquellas personas que me han brindado su apoyo para este trabajo que ha significado, a nivel personal, un peldaño profesional importante al ser presentado como investigación en el concurso oposición para el acceso a Cátedra de Universidad 8, te- niendo un final feliz el 19 de noviembre de 2003. En esos difíciles momentos de exámenes fueron muchos los amigos que me apoyaron con su presencia y que siempre tengo que re- cordar: María Guzmán, Miguel Morán Turina, Fátima Roldán, Luis Méndez, Luis Martínez Montiel, Juan Carlos Hernández, Mercedes Fernández Martín, Juan Arenillas, Elena Díez Jorge, Esther Galera Mendoza, Esperanza Guillén y Sergio Fernández-Villamor. Especial- mente, Alfredo Morales y Miguel Ángel Castillo compartieron conmigo la mayor parte del desarrollo de la oposición. Su confianza y apoyo continuado mostraron el valor de su amis- tad, de la cual me enorgullezco. Pero el trabajo tuvo toda un génesis a ambos lados del Atlántico. En México, Teresa Suárez Molina fue la responsable de la elaboración planimétrica, fundamental en el estu- dio. Desde mi primera llegada a México, hace ya 20 años, ella ha sido mi referente princi- pal sin cuyo apoyo y amistad poco hubiera conseguido. A ella se unen los amigos que me acompañaron en mis viajes o me facilitaron textos o indicaciones de interés: Ignacio Henares Cuéllar, José Antonio Terán Bonilla, Juan Benito Artigas, Alejandro Villalobos, Víctor Hugo Ruiz, Igor Cerda Farias, Guadalupe Tolosa, Elisa García Barragán y Clementina Díez y de Ovando. Es el momento de agradecer a todos su atenciones y preocupaciones. En paralelo, en España, tuvimos que ir dando forma a los gráficos, documentación y maquetación final. Primero fue Gloria Espinosa, en el trabajo bibliográfico y de archivo. A continuación, las elaboraciones planimétricas de Alfredo Ruiz y Jesús Caracuel. Más ade- lante Antonio Narváez en la redacción de los textos; y, finalmente, el trabajo de Javier

7. Sobre estos temas Cfr.: CROSBY, A. W. El intercambio transoceánico. Consecuencias biológicas y cultu- rales a partir de 1492. 8. El tribunal que juzgó este trabajo estaba formado por los doctores Emilio Gómez Piñol, José María Martínez Frías, Carmen Pena López, Joaquín Garriga Riera, Aurea de la Morena Bartolomé, María Luisa Sobrino Manzanares y Jesús Palomero Páramo. A todos ellos mi agradecimiento. 18 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cervilla y Miguel Ángel Sorroche fue fundamental, tanto en la fase de oposición como en la edición de este libro. A ellos dos debo el haber acabado esta investigación y los resulta- dos positivos de la misma. Existe una persona que me ha ayudado con la fría labor de ordenación documental, con sus silencios y apoyo incondicional durante muchos años y a la que jamás podré agradecer cuanto me ha dado: Yolanda López Arquelladas. Por último quiero mostrar mi agradecimiento a María José Osorio, Vicerrectora de Ex- tensión Universitaria y Cooperación al Desarrollo; Rafael Peinado, Director de la Editorial Universidad de Granada; Lourdes Gutiérrez Carrillo y José Alberto Sánchez del Castillo, Vocal y Presidente, respectivamente, del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Téc- nicos de Granada; y, a Jerónimo Páez, Director de la Fundación El Legado Andalusí, los cuales siempre han sido sensibles a los proyectos de investigación que he llevado a cabo. 2. LAS RELACIONES DE FELIPE II

2.1. HISTORIOGRAFÍA

La valoración histórica de las Relaciones Geográficas comienza en el siglo XIX con el discurso de entrada en la Real Academia de la Historia de don Fermín Caballero bajo el título «Las Relaciones Topográficas de España» (8 de diciembre de 1866), prestándole sólo atención a las realizadas en Castilla, aunque conocía algunas de Nueva España. A partir de este momento se suceden distintas iniciativas que ponen de manifiesto la riqueza del mate- rial documental contenido en las mismas. Entre ellas destacan los trabajos del más insigne americanista del siglo XIX, don Marcos Jiménez de la Espada. Su personalidad viajera (rea- lizó una expedición científica por América del Sur entre 1862 y 1865), su capacidad de observación (su formación inicial era en Ciencias Naturales) y su marcado entusiasmo ante las posibilidades de conocimiento que significaban las Relaciones, hizo que invirtiera sus últimos años (muere en 1898) en sistematizar y publicar las referidas fundamentalmente a Perú 1. En paralelo, Don José María Asensio, auspiciado por la Real Academia de la Histo- ria, hacia lo mismo con las correspondientes a Yucatán (México) 2. También correspondió a don Marcos Jiménez de la Espada la denominación de «Rela- ciones Geográficas», su antecesor don Fermín Caballero les había denominado «Topográ- ficas» y, en la realidad documental, la petición de Felipe II era «Relaciones y Descripcio- nes de los Pueblos de Indias». El término «Geográficas» lo aplicó Jiménez de la Espada: «…por dos razones: 1.ª, porque muchas de ellas, mas que de lugares, son de provincias o

1. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, M. Relaciones Geográficas de Indias, Perú. Madrid, 1881-1897, 4 Vols. (reimpresión, Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1965). En la edición de 1965 don José Urbano Martínez Carreras hizo un esbozo bio-bibliográfico de Jiménez de la Espada fundamental para valorar la obra del erudito ochocentista. 2. ASENSIO, J. M. «Relaciones de Yucatán». En: Colección de Documentos inéditos relativos al descubrimien- to, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar. Vols. 11 y 13. Madrid, 1898-1900. 22 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN comarcas enteras, corográficas, como ya Pinelo las denominó, y era preciso un calificativo mas general que comprendiese á unas y otras; y 2.ª porque, aun dando caso que todas fue- ran de la segunda especie, yo entiendo por topográfico lo que se refiere al terreno, al suelo, al sitio, no a la población, sus habitantes, etc.» 3. Desde luego, al margen de las explicacio- nes de nuestro erudito, el término acabó imponiéndose en la historiografía. La senda marcada por don Fermín Caballero continuaría a lo largo del siglo XX con la edición y comentario de las Relaciones realizadas en la Península Ibérica bajo la denomi- nación de Topográficas que ascienden, las conservadas, a 715 y que se circunscriben al centro de Castilla 4, mientras que las americanas seguirán con el calificativo de «Geográficas» acu- ñado por Jiménez de la Espada. Volviendo al ámbito americano, en los primeros años del siglo XX, tenemos que citar una serie de iniciativas entre las que podemos señalar la de don Francisco del Paso y Troncoso y su magna obra «Papeles de Nueva España» editada en ocho volúmenes (Madrid, Rivadeneira, 1905-1906), de los cuales dedica los volúmenes 4 al 7 a la publicación de las Relaciones Geográficas de la Nueva España 5. Paso y Troncoso, que era Director del Mu- seo Nacional de México, había sido enviado a España por el gobierno mexicano para reali- zar investigaciones sobre la época virreinal basadas en los documentos conservados en ar- chivos españoles. Otros trabajos que hay que reseñar en los inicios del siglo XX son los de don Manuel Serrano y Sanz que edita las «Relaciones históricas y geográficas de América Central» (Ma- drid, 1908) y las «Relaciones históricas de América. Primera mitad del siglo XVI» (Ma- drid, 1916). Ahora bien, la dispersión de estos documentos en diversos archivos obliga a publica- ciones y estudios fragmentados en relación a los textos disponibles. Es el caso de los traba- jos de Germán Latorre que se centran en el Archivo General de Indias de Sevilla 6. Ese in-

3. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, M. Relaciones Geográficas de Indias, Perú. Tomo I, p. CXXI. 4. La historiografía sobre las Relaciones Topográficas a lo largo del siglo XX ha sido importante, citar los trabajos de Carmelo Viñas Mey y Ramón Paz que editaron, entre 1949 y 1971, las correspondientes a la Ciudad Real, Madrid y Reino de Toledo. Como análisis y valoración de los trabajos realizados sobre el tema, véase: LÓPEZ GÓMEZ, J. y LÓPEZ GÓMEZ, A. Cien años de estudios de las «Relaciones Topográficas de Felipe II» después de Caballero, pp. 33-72, y ALVAR EZQUERRA, A. Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid (Estudio introductorio). 5. Don Francisco del Paso y Troncoso publicó 52 Relaciones copiadas de la Real Academia de la Historia de Madrid y del Archivo General de Indias de Sevilla. Tenía pensado publicar las 43 que se encontraban en México, en aquel momento, en manos de los herederos de García Icazbalceta pero nunca llegó a transcribirlas. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 11-12. 6. LATORRE, G. Relaciones geográficas de Indias (contenidas en el Archivo General de Indias). La Hispa- noamérica del siglo XVI. Virreinato de Nueva España; y Relaciones Geográficas de Indias. La Hispanoamérica del siglo XVI: Colombia, Venezuela, Puerto Rico, Republica Argentina. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 23 vestigador se consideraba a sí mismo continuador de la labor de don Marcos Jiménez de la Espada. De igual forma hay que destacar el esfuerzo de don Luis Vargas Rea por continuar la interrumpida serie de don Francisco del Paso y Troncoso (1945-1952) publicando rela- ciones de Michoacán. También, la tesis doctoral que presentara don Leoncio Cabrero Fernández en la Universidad Complutense de Madrid en 1959 sobre las de Nueva España 7. Modelos de investigación que abarcarán buena parte del siglo pasado 8. Los esfuerzos continuaron de forma puntual. No obstante, la importancia documental de las Relaciones era reconocida en el XXXIII Congreso Internacional de Americanistas cele- brado en Costa Rica en 1958. Allí se adoptaba la resolución de catalogar las publicaciones hechas sobre las mismas, identificar los archivos que contenían originales y promover su edi- ción. Incluso se nombró una comisión internacional para el «Inventariado de las Relaciones y Descripciones Geográficas de Indias». Los resultados se debían exponer en el siguiente con- greso a celebrar en Viena en 1960. La Comisión no dio ninguna muestra de actividad si ex- ceptuamos, a título personal, los trabajos de uno de los comisionados: Howard Cline 9. Es quizás la obra de Howard Cline 10 la que con criterios historiográficos modernos co- menzó a sistematizar el contenido de las Relaciones Geográficas, subdividiéndolas en: sim- ples, compuestas y complejas. «Es simple, cuando el oficial que la preparó se limitó a descri- bir su corregimiento; compuesta, cuando, después de enumerar brevemente los lugares más importantes de su jurisdicción, procedió a preparar una relación mas o menos extensa para cada uno de ellos; compleja, cuando, en el proceso de responder a cada capítulo del cuestio- nario, proporcionó información sobre otros pueblos sujetos a la cabecera» 11. El mismo es- quema organizativo seguiría Donald Robertson que publica en ediciones coordinadas por Cline su «Catalog of pinturas (maps) of the Relaciones Geográficas», en el que la divide estilísticamente definiendo un «estilo europeo», un «estilo nativo» y un «estilo mixto» 12. Esta

7. CABRERO FERNÁNDEZ, L. Historia de las relaciones geográficas de Indias: (Nueva España, siglo XVI). 8. Sobre las publicaciones fragmentarias de relaciones, Cfr. CLINE, H. The Relaciones Geográficas of Spain, New Spain and the Spanish Indies: An annotated Bibliography, pp. 370-395. 9. CLINE, H. The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1586, pp. 341-374. 10. CLINE, H. The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1648, pp. 183-242. 11. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Guatemala, p. 11, nota 6. 12. Cfr. ROBERTSON, D. Mexican manuscript painting of the early colonial period; The Relaciones Geo- gráficas of Mexico, pp. 540-547; The pinturas (maps) of the Relaciones Geográficas, with a Catalog, pp. 243- 278; y, ROBERTSON, D. y BARTON ROBERTSON, M. Catalog of pintures (maps) of the Relaciones Geográficas, pp. 265-278. 24 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN restringida clasificación permitió una primera metodología de análisis de conjunto que fue, prontamente, superada al precisar los diversos elementos representados. En este sentido, hay que destacar el estudio de Alexander Tait que establece cinco tipologías basadas en la estruc- tura de la representación y en las temáticas. Así distingue: «Cartas náuticas», «Perspectivas paisajísticas», «Planos de ciudades», «Planos de ciudades dentro de planos regionales o co- marcales», «Planos regionales» y «Otras categorías» 13. Mucho más interés desde el punto de vista interpretativo de las pinturas que acompa- ñaban las Relaciones tiene la obra de Bárbara E. Mundy 14. Nuestra investigadora analiza las pinturas en relación con la comprensión del mundo prehispánico, señalando la capaci- dad de los pintores indígenas de mantener una información topográfica e histórica, a la vez que responden de forma parcial a los intereses del nuevo poder establecido. Sus análisis pormenorizados, muestran su profundo conocimiento de las culturas mesoamericanas y la función de la imagen en sus valores simbólicos y de relato dentro de las mismas. Es, sin duda, el mejor trabajo realizado hasta la actualidad sobre las pinturas de las Relaciones 15. Entre los trabajos básicos para cualquier estudioso de la cultura virreinal mexicana se encuentran los de Peter Gerhard. Sus tres publicaciones sobre la Geografía Histórica de la Nueva España, que aparecen entre 1972 y 1982 en las universidades de Cambridge y Princeton, son fundamentales 16. Están basadas, fundamentalmente, en la utilización de los textos de las distintas Relaciones Geográficas elaborados a lo largo de los siglos de la Edad Moderna. Gerhard reconstruye el panorama de cada población, enmarcada en la jurisdic- ción que le corresponde, atendiendo a los epígrafes de datos generales, gobierno, iglesia, población y asentamientos, y fuentes documentales. Además de la correcta utilización de los datos extraídos por las Relaciones aporta sugerencias de archivos y líneas de investiga- ción a seguir. La mayor parte de estos trabajos generados en Estados Unidos intentan recuperar y va- lorar la pervivencia de las culturas indígenas, un planteamiento bien distinto enmarca los estudios de Erwin Walter Palm que relaciona las pinturas que representan las ciudades y sus áreas circundantes con los sistemas propios de los agrimensores romanos que perviven

13. Cfr. TAIT, A. Cartography and Colonial Society. Maps of the Relaciones Geográficas of México and Guatemala. El trabajo de Tait está estudiado en MORALES FOLGUERA, J.M. La construcción de la utopía. El pro- yecto de Felipe II (1566-1598) para Hispanoamérica, pp. 122-124. 14. MUNDY, B. The mapping of New Spain. Indigenous Cartography and the Maps of the Relaciones Geo- gráficas. 15. Cfr. MORALES FOLGUERA, J.M. La construcción de la utopía. El proyecto de Felipe II (1566-1598) para Hispanoamérica, pp. 124-127. 16. Cfr. GERHARD, P. Geografía Histórica de la Nueva España, 1519-1821; La Frontera Sureste de la Nue- va España; y, La Frontera Norte de la Nueva España. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 25 en la Edad Media y que se vuelven a estar en vigor durante el siglo XVI 17. Palm analiza estas imágenes de las Relaciones de Felipe II como rasgos humanistas en tanto que recupe- ración de la Antigüedad. De hecho, algunos de los trabajos de los gromáticos romanos, en- tre los que figura Frontino 18, tuvieron bastante éxito durante el quinientos acompañándose sus ediciones con dibujos en los cuales se combinan los sistemas planimétricos reticulados con la elevación de los elementos principales, al igual que algunas de las pinturas que acom- pañan las Relaciones Geográficas de 1577 19. En paralelo a los estudios de la escuela norteamericana se comenzó, en el último cuar- to del siglo XX, la edición sistemática de los textos de las Relaciones Geográficas. En este sentido han sido fundamentales para nuestro caso los estudios y ediciones del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México que, bajo la dirección de René Acuña, ha ido publicando las Relaciones Geográficas del siglo XVI co- rrespondientes a Nueva España. Este esfuerzo historiográfico en diez volúmenes se realizó entre 1982 y 1988. El primero se dedicó a Guatemala y los nueve restantes a Nueva Espa- ña. Los que a nosotros nos interesan recogen un total de 112 Relaciones. Se organizaron por diócesis episcopales y, a veces, una relación abarca varias poblaciones. El esquema de esta magna obra para México es la siguiente: 34 Relaciones de Antequera (Oaxaca) (Vols. 2 y 3), 16 Relaciones de Tlaxcala (Vols. 4 y 5), 33 Relaciones de México (Vols. 6, 7 y 8), 17 Relaciones de Michoacán (Vol. 9) y 12 Relaciones de Nueva Galicia (Vol. 10). Estos textos se acompañan de introducciones utilísimas, en cada volumen y en cada Relación. No faltan las notas explicativas, atinados vocabularios de palabras poco usuales en español y de tér- minos de lenguas nativas, índices onomásticos y toponímicos, así como una completa bi- bliografía. En el ámbito español, paralelamente, un proyecto de investigación dirigido por Fran- cisco de Solano desde el Departamento de Historia de América «Fernández Oviedo» del Centro de Estudios Históricos de Madrid, ha ido sistematizando las distintas encuestas pro- puestas entre los siglos XVI y XVIII y valorando el alcance de las mismas 20.

17. Cfr. PALM, E. W. Rasgos humanistas en la cartografía de las relaciones geográficas de 1579-1581, pp. 109-112; y, Estilo cartográfico y tradición humanista en las relaciones geográficas de 1579-1581, pp. 195-203. 18. Cfr. RESINA SOLA, P. Frontino. De Agri Mensura. 19. Cfr. PASTOR MUÑOZ, M. y LÓPEZ GUZMÁN, R. Los sistemas de representación en los gromáticos lati- nos y su pervivencia en las imágenes de las ciudades Hispanoamericanas, pp. 465-478. 20. Cfr. SOLANO, F. Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias, pp. XIII-XV. 26 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

De forma puntual las pinturas de las relaciones geográficas han servido de apoyo a tra- bajos sobre la arquitectura y urbanismo novohispanos del siglo XVI 21, han sido utilizadas en exposiciones 22 o como ilustraciones de diversas ediciones sin análisis explicativos para- lelos 23. Entre las obras que fragmentariamente analizan las Relaciones Geográficas tenemos que citar a Richard Kagan y su trabajo titulado «Imágenes urbanas del mundo hispánico, 1493-1780». En él nuestro conocido hispanista plantea las formas de representación del pai- saje urbano durante el periodo virreinal, centrándose en aquellas imágenes realizadas con la finalidad de ser expuestas al público, obviando las que se denominaban secretas y que entraban, generalmente, en los ámbitos administrativos. La obra es fundamental desde el punto de vista metodológico, pues señala la diferencia entre las imágenes corográficas, que responden a la idea de ver la ciudad, frente a las comunicéntricas, que suponen el conoci- miento de la población y que revela aspectos socioculturales más profundos que la simple arquitectura representada. En este último ámbito incluye las que acompañan a las Relacio- nes Geográficas, dedicándole un capítulo con el título de «mapas» donde analiza pormenorizadamente algunas como Tejupan o Teozacoalco 24. Un último hito historiográfico encontramos en la monografía publicada por José Mi- guel Morales Folguera 25. En ella se plantea una visión genérica de la política urbana y poblacional de Felipe II para América. Se analizan las principales legislaciones y su puesta en práctica. Igualmente, hace un análisis historiográfico certero de las aportaciones de los distintos investigadores en la interpretación y clasificación de las pinturas derivadas de las Relaciones Geográficas, así como su alcance como fuente de investigación. Trabajo, por tanto, que ofrece a la comunidad científica claves interpretativas no conocidas e interrelacionadas en un proyecto común. En ocasiones, las Relaciones Geográficas han sido publicadas de forma individual por editoriales e investigadores de ámbito regional que, a veces, han realizado estudios críticos e interpretativos de gran valor historiográfico. Sirvan como ejemplos los llevados a cabo en Michoacán y, mas concretamente, en Tiripetío 26. Allí, Igor Cerda Farias ha publicado el

21. Cfr. ESPINOSA SPINOLA, G. Arquitectura de la conversión y evangelización en la Nueva España durante el siglo XVI; o, LÓPEZ GUZMÁN, R. Imágenes urbanas en las Relaciones Geográficas de Felipe II, pp. 211-233. 22. Cfr. AA.VV. Los siglos de Oro en los virreinatos de América, pp. 195-197; y, AA.VV. Obras Hidráulicas en América Colonial, pp. 220-229. 23. Cfr. SARTOR, M. Arquitectura y Urbanismo en Nueva España, siglo XVI; y, TOVAR DE TERESA, G., LEÓN PORTILLA, M. y ZAVALA, S. La utopía mexicana del siglo XVI. 24. Cfr. KAGAN, R. Imágenes urbanas del mundo hispánico, 1493-1780. pp. 186-192. 25. MORALES FOLGUERA, J. M. Op. cit.. 26. Relación Geográfica de Tiripetío, 1580 (Trascripción, notas y estudio de Igor Cerda Farías). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 27 texto correspondiente con un ingente número de notas aclaratorias propias de un investiga- dor que ya había utilizado estas fuentes documentales en otros trabajos sobre la historia de este importante centro agustino en el siglo XVI 27.

2.2. LAS RELACIONES DE 1577 Y 1584: OBJETIVOS Y ANÁLISIS

Las Relaciones solicitadas por la Corona española durante el siglo XVI tenían como ob- jetivo un mejor conocimiento del territorio para configurar una administración más eficaz. Las peticiones comienzan desde el mismo momento del descubrimiento, solicitando siempre a los navegantes, conquistadores y administradores de las Indias descripciones de las tierras ocupadas, pero se sistematizan, por primera vez, en Reales Cédulas de 1530 y 1533 28. No obstante, tenemos que esperar a la labor centralizadora y organizadora de Feli- pe II para concebir un proyecto coherente y con resultados positivos como sería la encuesta enviada en 1577. El espíritu del monarca tiene su plasmación mas directa en la figura Juan de Ovando que ocupará la presidencia del Consejo de Indias entre 1570 y 1574. Su gran contribución será proponer unas ordenanzas de funcionamiento que sistematizaran el traba- jo del Consejo. En ellas se daban normas precisas sobre las funciones de los cargos de cro- nista mayor y cosmógrafo real. Al primero de ellos correspondería, entre otras atribucio- nes, la formación de un archivo que debería contener todos los documentos descriptivos de América. Aprobadas las ordenanzas se nombró a Juan López de Velasco (1571-1591) cro- nista y cosmógrafo real 29. Posiblemente este personaje, que había sido secretario de Ovando, sea el autor de las instrucciones y cuestionario de 1577. En este sentido tenemos que rese- ñar el interés de Juan de Ovando por las Relaciones, ya que había enviado en 1569 una encuesta de 37 preguntas, otra de 200 en 1570 y una más de 135 en 1573 30. Todas las noti- cias existentes en el Consejo de Indias se reunirían en libros que abarcarían los siguientes

27. Cfr. CERDA FARÍAS, I. El siglo XVI en el pueblo de Tiripetío. 28. Cfr. SOLANO, F. (Ed.) Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias. Docu- mentos 1 y 2. 29. Anteriormente a la existencia de los cargos de cronista y cosmógrafo reales, tenemos que reseñar la obra de Pedro Mártir de Anglería que recopiló en su libro «Décadas del Nuevo Mundo» (1530) los conocimientos que se tenían hasta ese momento. Parece que el primero que ocupó el cargo de Cronista de Indias fue Fray Antonio de Guevara, en 1526, desconociéndose su obra. En 1532 era nombrado como Cronista General de Indias don Gonzalo Fernández de Oviedo, el cual había publicado en 1526 el «Sumario de la natural historia de las Indias». En 1535 publicaba la primera parte de su «Historia general y natural de las Indias» (la segunda no aparecería hasta 1851). Mas adelante sería cosmógrafo Alonso de Santa Cruz; Cfr. CUESTA DOMINGO, M. Alonso de Santa Cruz y su obra cosmográfica. 30. Cfr. MORALES FOLGUERA, J. M. Op. cit., pp. 39-41. 28 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN títulos: Cosmografía General, Historia Natural, Historia Moral y sucesos de las Indias, Re- pública cristiana en lo temporal (por provincias y núcleos urbanos), Legislación, Oficios públicos, Censos urbanos y rurales, Hacienda (funcionarios, repartimientos de indios, puer- tos y aduanas, minas, casas de moneda, diezmos, penas de cámara, situados, censos demo- gráficos y padrón general) y Descripciones (geográficas, eclesiásticas y civiles). Propuesta ambiciosa que no se llevó a cabo pero que muestra el ánimo organizador del Consejo de Indias y la búsqueda continua de nuevos datos sobre los sucesos y realidad de América. No obstante, Juan López de Velasco sistematizaría parte de la información en su manuscrito «Geografía y descripción universal de las Indias». 31 Esta necesidad de información es lo que hizo que el Consejo de Indias enviara a lo largo del periodo virreinal una treintena de peticiones entre 1531 32 y 1812. No se trataba de realizar un control exhaustivo del territorio, hubiera sido impensable, sino de codificar, lo mas certeramente posible, las condiciones de gobernabilidad en el sentido mas amplio de la palabra, sirviéndose de las Relaciones que eran archivadas inmediatamente como in- formaciones puntuales en casos determinados o para la confección de esos proyectos de libros nunca realizados 33. Es cierto, igualmente, que funcionó una especie de secretismo oficial ante el peligro que suponía el conocimiento de textos y planos para potencias ene- migas. De hecho, Felipe II ordenó al Consejo de Indias en 1581 guardar bajo llave los ma- pas e informes recogidos junto con las Relaciones Geográficas 34. Esta prohibición genera- lizada se mantuvo hasta mediados del siglo XVIII, siendo rota por la política de Felipe V tendente a contrarrestar la imagen negativa de España en Europa 35. De las Relaciones requeridas durante el siglo XVI a América y, en concreto, a Nueva España, a nosotros nos interesa las que tuvieron como origen una Real Cédula firmada por Felipe II en San Lorenzo el 25 de mayo de 1577, la cual sería nuevamente enviada, con ligeras modificaciones, en 1584 36. La razón de nuestro interés estriba en las rápidas y abun-

31. Esta obra fue publicada integra en 1894. LÓPEZ DE VELASCO, J. Geografía y descripción universal de las Indias. 32. En 1531 se enviaba al Gobernador de Santa Marta una Real Provisión pidiendo noticias sobre la tierra y sus calidades, núcleos urbanos, población aborigen y recursos. Cfr. SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispa- noamericana, 1492-1600. pp. 96-99. 33. Cfr. PONCE LEIVA, P. «Los cuestionarios oficiales: ¿un sistema de control del espacio?» En: SOLANO, F. (Ed.) Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias, pp. XXIX-XXXVI. 34. KAGAN, R. Imágenes urbanas del mundo hispánico, 1493-1780, pp. 131. 35. Ibidem, pp. 152. 36. El profesor Morales Folguera considera que los cambios en las preguntas se debieron a la influencia del Con- cilio de Trento ya que se eliminaron las preguntas sobre los cultos y ritos prehispánicos, así como lo concerniente al significado del nombre de la ciudad en lengua nativa; Cfr. MORALES FOLGUERA, J. M. Op. cit., p. 40. Realmente la única exclusión que he encontrado en el texto de 1584 con respecto al de 1577 es de «ritos» en la pregunta 14 que ya está contenido y es repetitivo por tanto en el concepto que si se mantiene de «adoraciones». TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 29 dantes respuestas conservadas. Posiblemente el éxito de la Cédula Real estaba en la peti- ción basada en un cuestionario prudente y ponderado. Eran cincuenta preguntas 37. Los re- dactores podían dejar sin responder aquellas que no supieran. Además, había un número de preguntas que sólo afectaban, según su cualidad, a determinadas poblaciones (de indios, de españoles, situadas en la costa). Esto significaba que las cincuenta preguntas podían, en numerosas ocasiones, reducirse a un máximo de cuarenta. Consideramos que la reimpresión de 1584 supone la prueba más evidente de que el cuestionario estaba teniendo éxito dentro de los parámetros de valores que habían supuesto en el Consejo de Indias. La Cédula Real especificaba el envío a los Virreyes o Audiencias y, desde este nivel, se distribuirían a los Gobernadores, Corregidores o Alcaldes Mayores. Estos, a su vez, podrían ir delegando en los concejos, curas o religiosos encargados de las doctrinas. Las respuestas se remitirían lo más rápidamente posible siguiendo el sistema en cadena, ahora ascendente. Además se solicitaba a los redactores de la Relación que se iniciaran con su nombre y el de los demás informantes, así como el de la persona y cargo que le había solicitado su realiza- ción. Esto significaba un control y un sistema de organización que permitía a los responsa- bles últimos crear un mapa de la repercusión y alcance de la muestra 38. Impresa en 1577 llegó a la Real Cédula a Nueva España a fines de 1578 comenzándose a distribuir en 1579, siendo virrey don Martín Enríquez. Las respuestas se escalonaron desde esta fecha hasta 1582. Reimpresa en 1584, una nueva serie de respuestas se sucedieron durante 1585. El éxito de la empresa porcentualmente lo podemos evaluar si tenemos en cuenta que se conservan de la Nueva España unas 166 respuestas frente a las cuarenta del Virreinato del Perú 39. Aunque estos números dependen de si integramos las distintas relaciones den- tro de sus corregimientos o las tratamos como independientes. De todas formas las corres- pondientes a México al menos cuadriplican las de Perú y, además, conservan un número importante de dibujos frente a los escasos en las de América del Sur. Hemos de suponer, no obstante, que en muchos casos no se respondió el cuestionario y que, incluso, no llegó a algunos territorios. Si se hubiera culminado el proyecto en su tota- lidad el volumen documental sería ingente. Siguiendo a Raquel Álvarez Peláez 40, podemos establecer los siguientes grupos de pre- guntas y temas patentes en el cuestionario de 1577:

37. Una de las razones por la que la petición de Relaciones de 1573 no se respondió es porque incluía el excesivo número de 135 preguntas. 38. Sobre la estructura jurídica de la Nueva España, Cfr. OTS CAPDEQUÍ, J.M. El Estado español en las Indias. 39. SOLANO, F. Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias, p. XXV. 40. ÁLVAREZ PELÁEZ, R. «El cuestionario de 1577. La «Instrucción y memoria de las relaciones que se han de hacer para la descripción de las Indias» de 1577». En: SOLANO, F. (Ed.) Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias, pp. XCIII-CVI. 30 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

1.—Datos generales de la Comarca o Provincia (preguntas 1 a 5). Temáticas: historia local, clima, características geográficas, población y lenguas habladas. 2.—Pueblos de españoles (preguntas 6 a 10). Temáticas: situación geográfica (orienta- ción, distancias, comunicaciones), historia, población y recursos económicos. Se pide tam- bién la traza del pueblo. 3.—Pueblos de indios (preguntas 11 a 15). Temáticas: historia local desde época prehispánica y etnografía (vestidos, alimentación, salud, medicina, ritos y costumbres). 4.—Noticias puntuales de todos los pueblos (preguntas 16 a 37). Podemos subdividir- las en varios grupos: datos geográficos (preguntas 16 a 21), recursos vegetales y animales (preguntas 22 a 27), recursos minerales (preguntas 28 a 30), aspectos generales de la vida del pueblo, incluidos los tipos de edificios (preguntas 31 a 37). 5.—Pueblos marítimos (preguntas 38 a 47). Temáticas: descripción de las costas, puer- tos, accidentes, capacidad de navegación, avituallamiento, vientos e islas. Se pide también un dibujo de la costa. 6.—Datos generales de la encuesta (preguntas 48 a 50). Temáticas: pueblos desapare- cidos, cuestiones a destacar no preguntadas específicamente y firmas de los participantes en la redacción. De esta estructura general nosotros vamos a extraer las noticias que nos interesan para nuestro preciso estudio de carácter urbanístico y arquitectónico. A veces la información útil está envuelta en respuestas a puntos teóricamente ajenos. No obstante, podemos centrar nues- tro interés en las preguntas y números siguientes: 10.—El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto o en bajo, o llano, con la traza de ellos. 22.—Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y provechos que de ellos y de sus maderas se saca, y para lo que son o serían buenas. 29.—Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles y otras señaladas y de estima que asimismo hubiere. 31.—La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos pueblos o en otras partes, de donde los trajeren. 35.—La iglesia catedral y la parroquial o parroquiales, que hubiere en cada pueblo con el número de los beneficios y prebendas que en ellas alguna capilla o dotación señalada, cuya es y quién la fundó. 36.—Los monasterios de frailes o monjas de cada orden que en cada pueblo hubiere, y por quién y cuándo se fundaron y el número de religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere. 37.—Asimismo los hospitales, colegios, y obras pías que hubiere en los dichos pue- blos y por quién y cuándo fueron instituidos. 42.—Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos en pintura, como quiera que sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que tienen. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 31

Como vemos, en algunas de estas preguntas se sugiere la posibilidad de informar me- diante pinturas. Estas, cuando las hay, se convierten en documentos imprescindibles bien sean de carácter genérico o puntual, al describir pormenorizadamente una población.

2.3. LOS FONDOS DOCUMENTALES

Las Relaciones que habían llegado al Consejo de Indias comenzaron a sufrir cierto tra- siego tras el abandono del edificio que ocupaba en Madrid. En 1718 fueron enviadas a Simancas. En 1783 retornaron a Madrid y, desde aquí, fueron a incrementar los fondos del Archivo General de Indias de Sevilla fundado en 1785. No llegaron todas. Cuarenta y seis relaciones acabaron en el Archivo de la Real Academia de la Historia de Madrid. Fueron adquiridas en 1863 provenientes, posiblemente, de los papeles america- nos de don Juan Bautista Muñoz y Ferrandis 41. El interés de la Real Academia de la Histo- ria en los temas americanistas provenía de un Real Decreto de 1755 por el que se nombraba a esta institución como «Cronista de Indias». Otras cuarenta y una, que habían desaparecido, fueron adquiridas en 1853 por don Joa- quín García Icazbalceta a un tal Francisco González de Vera. Un nieto de éste, Luis García Pimentel y Elguero, las vendió en 1937 a la Universidad de Texas 42. Teóricamente una vez elaboradas las encuestas serían devueltas a la autoridad virreinal y ésta las remitiría al Consejo de Indias, pero no siempre pasó así. La Relación Geográfica de Tlaxcala (que engloba las cabeceras de Ocotelulco, Quiyahuiztlán, Tepeticpac y Tizatlán) se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Glasgow (Gran Bretaña). El texto especi- fica la existencia de un mapa que se ha perdido y va acompañado de dos escudos (uno el de Felipe II y otro desconocido), dos ruedas calendáricas coloreadas y 156 dibujos a tinta. La historia de esta relación es compleja. Alonso de Nava, Alcalde Mayor de Tlaxcala (1579- 1583) encargó la realización de la misma a Diego Muñoz Camargo, un mestizo bien forma- do y con conocimientos lingüísticos. Fue redactada entre 1581 y 1584 sin seguir el orden

41. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, M. Relaciones Geográficas de Indias. Perú. Tomo I, p. XV. Existe una contra- dicción importante en cuanto a las fechas. Los papeles de Juan Bautista Muñoz fueron recogidos a partir del encar- go, en el siglo XVIII, de Carlos III de redactar una Historia de España. A su muerte sus manuscritos fueron legados al rey, debiendo ingresar en la Biblioteca de los Reyes de España. Tras hacer un inventario el rey ordenó que pasa- ran a la biblioteca de la Academia de la Historia 107 volúmenes. Si en este grupo estaban las Relaciones Geográfi- cas, que suponemos tuvo en sus manos ya que muchos documentos utilizados provenían del Consejo de Indias, no entendemos la fecha de 1863 que señala Marcos Jiménez de la España como año de entrada de los documentos en la Academia, máxime cuando la fecha era tan inmediata al momento de realizar sus trabajos, Cfr. CONTRERAS, R. Las Colecciones documentales sobre América de la Real Academia de la Historia y su contribución al V centenario del descubrimiento del nuevo mundo, pp. 86-87 y 94. 42. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Guatemala, p. 9. 32 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN de las preguntas y, aunque responde a la mayoría de ellas, lo hace con una larga extensión, a veces repitiendo conceptos. Durante el proceso de elaboración y en paralelo, Tlaxcala en- vió una embajada ante Felipe II en 1583 de la que formaba parte Diego Muñoz Camargo como teniente del Alcalde Mayor y traductor 43. Una copia de la Relación fue preparada y encuadernada en Madrid para obsequiársela al monarca. Esta circunstancia especial hizo que la Relación Geográfica de Tlaxcala no siguiera el trámite burocrático normal y que, además, el Consejo de Indias no la reclamara. La Relación formaría parte de la Biblioteca Real hasta la muerte del rey en 1598, según consta en el inventario levantado en ese mo- mento y que sería consultado y citado por León Pinelo en 1629 44. Durante el siglo XVII existen algunos datos que permiten afirmar su permanencia en Madrid, perdiéndose su hue- lla durante el siglo XVIII para aparecer formando parte de la colección del médico y bi- bliófilo escocés William Hunter que debió adquirirla, no se sabe a quien, entre 1770 y 1783. En esta última fecha se donó parte de la colección del erudito a la Universidad de Glasgow, trasladándose a esta institución en 1807. La falta de catalogación de los manuscritos hizo que hasta 1908 no vuelva a localizarse. Finalmente, como señalamos, René Acuña, que supo de la existencia de la Relación en Glasgow en 1979, pudo transcribir el texto y darlo a la imprenta (1984) con las anotaciones y seriedad de todas sus investigaciones 45. En paralelo a esta historia, Diego Muñoz Camargo debió entregar el original al alcalde mayor de Tlaxcala, don Alonso de Nava. De este manuscrito se conservan algunas partes y fue, sin duda, el utilizado para la redacción de la «Historia de Tlaxcala» 46 del propio Muñoz Camargo; fuente de la que fueron bebiendo los cronistas posteriores 47. El resto de Relaciones Geográficas conocidas se encuentran agrupadas en tres institu- ciones: La Real Academia de la Historia de Madrid, el Archivo General de Indias de Sevi- lla y la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas en Austin. Los manuscritos conservados en Austin (Texas), ya lo hemos indicado, pertenecieron a la colección de don Joaquín García Icazbalceta que las había adquirido a mediados del si- glo XIX. En su biblioteca, heredada por don Luis García Pimentel, permanecieron hasta 1937. No obstante, existe un manuscrito que corresponde a la Relación de Tezcoco que tie-

43. En la embajada acompañaba a Diego Muñoz Camargo don Antonio de Guevara, gobernador indígena. Partió para España en abril de 1583 y debió regresar en septiembre de 1585. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográfi- cas del Siglo XVI: Tlaxcala I. pp. 13-14. 44. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 14. 45. Ibidem, pp. 13-22. 46. Cfr. MUÑOZ CAMARGO, D. Historia de Tlaxcala (Ed. de Germán Vázquez). 47. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I. pp. 17-18. El manuscrito de la «His- toria de Tlaxcala» también ha tenido una vida agitada que le llevaría a la biblioteca del convento de San Francisco en México, después pasó a la colección Boturini, mas adelante a la Pontificia Universidad y al Museo Nacional. Finalmente, Joseph Aubin la trasladó a Francia, conservándose, en la actualidad en la Biblioteca Nacional de París (Ms. Mexicain, 210). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 33 ne un origen diferente y, a su vez, interrelacionado. Se trata de la trascripción manuscrita que hizo don Joaquín García Icazbalceta en 1841 del texto existente en el extinguido cole- gio de San Gregorio. El manuscrito original pasó a don José María de Agreda y Sánchez donde lo volvió a consultar García Icazbalceta en 1891. Mas tarde fue adquirido por don Genaro García y, en 1927, se incorporó conjuntamente con los manuscritos y libros de la Colección Genaro García a la Biblioteca de la Universidad de Texas (signatura G 57-59). Ahora bien, esta relación no es la original sino una copia adulterada que realizó don Fer- nando de Alva Ixtlilxóchilt hacia 1608. De este pasó a su hijo, don Juan Luis de Alva Cor- tés. A continuación a don Carlos Sigüenza y Góngora, quedándose a su muerte en la biblio- teca de los Jesuitas. Tras la expulsión de estos, 1760, la dispersión consiguiente hizo que la copia se situara en el colegio de San Gregorio ya comentado 48. La Relación de Cuzcatlán es interesante para señalar alguna de las condiciones de con- servación de estos documentos. Hoy día, existen dos versiones que debieron producirse en el momento de la redacción por el mismo escribano. Los dos manuscritos llegaron al Con- sejo de Indias de Sevilla ya que ambas se numeraron (nos. 126 y 187). Ahora bien, la n.º 126 pasó al Archivo General de Simancas y desde allí al Archivo General de Indias de Se- villa. La n.º 187, en cambio, se pierde en el tiempo hasta que fue adquirida por el bibliógra- fo mexicano Joaquín García Icazbalceta lo que hace que, en la actualidad, se conserve en la biblioteca de Austin 49.

2.4. EL SISTEMA DE EJECUCIÓN

El método elegido para conseguir los datos requeridos por el Consejo de Indias, fue el de enviar un cuestionario a las autoridades indianas que lo harían circular hacia los dirigen- tes político-administrativos de los diferentes corregimientos y alcaldías mayores, obtenien- do, de esta forma, una información equivalente y rápida. Para comprender el alcance de las Relaciones Geográficas y el sistema de ejecución necesitamos, aunque brevemente, con- cretar algunas de las líneas básicas de conformación administrativa y jurídica del virreinato de la Nueva España.

2.4.1. Estructura del gobierno virreinal

Tenemos que partir de la aceptación de una inicial afirmación y es que la conquista española se basa en el enfrentamiento con otra potencia expansiva, la azteca, que había co-

48. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III. pp. 27-41. 49. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 89. 34 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN menzado en torno a 1429 y que suponía la reducción de otros pueblos y situaciones con- flictivas en los límites de su territorio. Luego, la presencia española se cimenta, primero en la canalización de las fuerzas disidentes y, segundo, en apropiarse de los sistemas de ocu- pación y dominio político de los mexicas. Después de la falta de cohesión derivada de la ocupación territorial por parte de los conquistadores fueron las primeras Audiencias las que intentaron unificar política y jurídi- camente el territorio, aunque tenemos que esperar a la conformación del virreinato de Nue- va España en 1535 para que exista un sistema imbricado entre el monarca español, el Con- sejo de Indias y el virrey. A partir de aquí, las Audiencias solo detentaron el poder en los momentos de ausencia de los virreyes. No obstante, entre 1531 y 1535 se había introducido la institución del corregimiento. La Audiencia de México nombró a más de cien corregido- res que se superpusieron sobre las encomiendas. Para 1570 el sistema funcionaba en toda el área geográfica. Estos corregidores eran funcionarios nombrados por el rey que participa- ban en los Cabildos Municipales sobre los regidores. Sus funciones en Nueva España se ampliaron a administradores de la población indígena (de ahí que intervengan en las reduc- ciones), magistrados, recaudadores de impuestos y alguaciles. Es decir, aunaban en sus te- rritorios las cuatro ramas civiles del Estado: Gobierno, Justicia, Militar y Hacienda 50. En el caso de pueblos de españoles se nombraban Alcaldes Mayores que venían a tener las mis- mas funciones. De hecho, era normal que se les nombraran, a su vez, corregidores de los pueblos de indios comprendidos en su jurisdicción. Las alcaldías mayores vinieron a con- formar auténticas provincias, quedando el sistema estructurado entre 1550 y 1570, de tal forma que Nueva España se dividió en unas cuarenta provincias gobernadas por alcaldes mayores de los que dependían un número variable de corregimientos. El momento álgido de funcionamiento de este sistema corresponde al último cuarto del siglo XVI, coincidente, por tanto, con el ámbito cronológico de nuestras Relaciones. Mas adelante desaparecieron algunos corregimientos por reducciones o descenso de la población, los cuales fueron fagocitados por otros vecinos. A mediados del siglo XVII no existía ninguna diferencia real entre las funciones de un corregidor y un alcalde mayor, y ambos términos se usaban como sinónimos. Por otra parte, la configuración político-territorial de las sociedades prehispánicas se estructuraba en torno a serie de señoríos, denominados altepetl, que agrupaban al conjunto poblacional que habitaba en un territorio dado. La división social era piramidal en cuya cúspide se encontraba el Tlatoani, que era el dirigente supremo de la comunidad y que ejer- cía las funciones de gobierno, judiciales, rituales y militares apoyándose en las personas de su linaje. El señor y sus allegados eran mantenidos por una serie de recursos económicos destinados por la colectividad para este fin. Cada señorío se subdividía en calpulli o

50. Cfr. GERHARD, P. Geografía Histórica de la Nueva España. pp. 11-14. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 35 tlaxilacalli (también se denominaban tecpan o tecalli) que venían a ser, digamos, casas se- ñoriales que, a su vez, tenían un señor de rango menor que el Tlatoani. Cada grupo humano comprendía a los nobles (pipiltin) y a la gente común (macehuales). Cuando estos señoríos se integraban en alianzas o imperios quedaban subordinados pero no desaparecían como tales. Estos conceptos de independencia y, paralelamente, subordinación, fueron empleados, ya desde Hernán Cortés, manteniendo al Tlatoani como máxima autoridad local en los pue- blos de indios sobre la base de una alianza política y militar con los españoles. Los tlatoani o caciques subsistieron y fueron reconvertidos en gobernadores, regidores o alcaldes. Cuando estos no eran reconocidos o se rompía la línea hereditaria, los cargos eran elegidos por la comunidad y confirmados por el virrey, hasta 1563 en que el rey otorgó esta facultad a los corregidores 51. Aunque estas autoridades indígenas eran controladas por el corregidor y muchas veces designadas por el mismo, tenían la facultad de apelar directamente al virrey del que, además, recibían el bastón de mando.

2.4.2. Los redactores

La Cédula Real especificaba su envío a los Virreyes o Audiencias y, desde este nivel, se distribuirían a los Gobernadores, Corregidores y Alcaldes Mayores. Estos, a su vez, po- drían ir delegando en los concejos, curas o religiosos encargados de las doctrinas. Las res- puestas se remitirían lo más rápidamente posible siguiendo el sistema en cadena, ahora as- cendente. Además, se solicitaba a los redactores que iniciaran los textos con su nombre y el de los demás informantes, así como el de la persona y cargo que les había solicitado su realización. Esto significaba un control y un sistema de organización que permitía a los responsables últimos crear un mapa de la repercusión y alcance de la muestra. Ya hemos señalado que la Real Cédula se imprimió en 1577 y que llegó a México a fines de 1578, siendo virrey, en aquellos momentos, don Martín Enríquez. El encargado directo de la distribución fue Gordián Casasano, contador y administrador de la renta de la alcabala de Nueva España. Las respuestas se escalonarán desde esta fecha hasta 1582. Reimpresa en 1584, una nueva serie de respuestas se sucedieron durante 1585 52. Este modelo organizativo hacía recaer, en principio, sobre los cargos municipales de- pendientes de la Corona la responsabilidad del proyecto. Al analizar los distintos textos de las Relaciones se aprecia que el esquema fue seguido, perfectamente, en la mayoría de los

51. GONZÁLEZ-HERMOSILLO ADAMS, F. (coord.) Gobierno y Economía en los pueblos de indios del Méxi- co colonial, p. 186. 52. Estas nuevas encuestas afectaron sobre todo a las provincias del norte de Nueva España, siendo remiti- das por la Audiencia de Guadalajara. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia. 36 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN casos. El Corregidor o el Alcalde Mayor reunían ante el Escribano, si no existía se nombra- ba al efecto, a los gobernadores, alcaldes y regidores indígenas, caciques y principales de cada población, así como a los «mas viejos y ancianos». Contaban, además, con uno o va- rios traductores o intérpretes, según las lenguas que allí se hablaran. Una vez cotejada toda la información se trasladaba al texto final y firmaban todos los presentes. Hay que observar que casi todos los indígenas, independientemente de su rango o car- go, tenían nombres castellanos pero, la mayor parte de ellos, necesitaban de intérprete. En algunas ocasiones también estaba presente el cura como en las Relaciones de Tlacolula (Oaxaca) 53, de Tilantongo (Oaxaca) 54 o de Xocotlán (Jalisco) 55. En el caso de Texupa (Oaxaca) estuvieron presentes Fray Antonio de la Serna, vicario del convento, y el padre Fray Pascual de la Anunciación, morador de dicho convento, lo que nos hace pensar que, posiblemente, fueran los verdaderos autores de la Relación 56. En la correspondiente a Los Peñoles (Oaxaca) estaba Diosdado Treviño, cura beneficiado 57. La presencia de frailes y curas beneficiados fue una constante a lo largo de las Relaciones lo que nos permite con- firmar la importancia del clero en la vida social, no solo religiosa, de las poblaciones. Como sabemos, la legislación prohibía que españoles vivieran en pueblos de indios, no obstante existían excepciones y era posible, además, que estos pudieran tener explotacio- nes agrícolas o ganaderas, con sus respectivas residencias, en la jurisdicción de pueblos de indios. En estos casos era frecuente que los españoles fueran convocados a la redacción de la Relación. Es el caso del pueblo de indios de Teutitlán (Oaxaca) están presentes tres espa- ñoles 58. Lo mismo sucede en Guaxilotitlán (Oaxaca) en que se citan a los españoles Agustín Salinas, Juan de Valverde (que hizo de escribano) y Rodrigo Ordóñez de Jerez, todos resi- dentes en el pueblo 59. Se dio el caso, en varias ocasiones, que los corregidores y alcaldes mayores delegaron en otras personas, bien en una por cada población de su jurisdicción 60 o sólo en una de su confianza que recorría los distintos enclaves urbanos 61. Los casos de delegación estaban

53. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 264. 54. Ibidem, p. 248. 55. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 325. 56. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 219. 57. Ibidem, p. 45. 58. Ibidem, p.195. 59. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 213. 60. Ejemplo la Relación de Chichicapa en que Nicolás de Espíndola, corregidor y justicia mayor, delega en Juan Ortiz para Amatlán, Pedro Franco para Miahuatlán, Pedro de Mendoza para Coatlán y Esteban Ramos para Ocelotepeque. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 65-93. 61. Fue el caso de nombramiento de Tenientes de Alcalde Mayor como en Teucaltiche (Jalisco) en que Hernando de Gallegos realiza la encuesta en nombre del alcalde mayor don Juan de Avellaneda, Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 299. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 37 previstos en la propia cédula real. Hueco legal que permitió, digamos, cierta dejación por parte de algunos cargos. Uno de los mas significativos es el del Licenciado don Pedro de Ledesma, alcalde mayor de Antequera (Oaxaca) y corregidor, al menos, de Iztepec. Delega por «estar ocupado» en Fray Andrés Méndez, vicario del pueblo de Iztepec de la orden de Santo Domingo 62; en Pedro Franco, clérigo de la Catedral de Oaxaca, para la realización del texto de la capital 63; en Fray Juan de Mata, vicario, para el pueblo de Teozapotlán 64; y, por último, en Fray Agustín de Salazar, vicario de Cuilapan, para esta población 65. Eviden- temente, nuestro Alcalde Mayor debía estar muy ocupado. Excepcional fue la redacción de Veracruz. Allí el alcalde mayor, don Álvaro Patiño de Ávila, se encontraba enfermo, delegando en el médico Alonso Hernández Diosdado para dirigir la encuesta. Esta situación queda plenamente justificada con una carta personal del alcalde mayor al virrey Martín Enríquez, que acompaña el texto final, en la que informa de su enfermedad 66. En el caso de Quatlatlauca y Huehuetlan (Puebla) el corregidor don Antonio de Vargas encomienda la redacción a los agustinos Fray Juan de Miguélez y Fray Agustín de Aranda, los cuales procedieron como era habitual contando con escribano y cargos indígenas pero, también ellos, actuaron como intérpretes 67. Por el contrario hubo una serie de personajes que participaron mas de lo debido aten- diendo a circunstancias particulares. Es el caso de Don Francisco Castañeda que en febrero de 1580 realiza como corregidor las relaciones del partido de Tequizistlán (Estado de México) y, en 1581, ahora como corregidor de Teutitlán (Oaxaca) las correspondientes a este parti- do. Además, en ambas Relaciones aparece Francisco de Miranda, español, que actuó alter- nativamente como intérprete y escribano 68. En Misantla (Veracruz) el Corregidor don Diego Pérez de Arteaga no solo dirige la en- cuesta sino que actúa de escribano. También son de su puño las glosas en castellano de la pintura 69. Como corregidor y escribano actuó don Pedro de Mojaraz Zamorano en la Rela- ción de Quauhquilpan (Hidalgo) 70. Algo similar sucede en la Villa de Celaya (Guanajuato)

62. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 269. 63. Ibidem, p. 31. 64. Ibidem, p. 164. 65. Ibidem, p. 182. 66. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI. Tlaxcala II. pp. 309 y 331-332. 67. Ibidem, pp. 201-213. 68. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 240; y Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 213. 69. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 184. 70. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 103. 38 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN y su partido donde Cristóbal de Vargas Valadés era alcalde mayor de Celaya, corregidor de Yuririapúndaro y justicia de Acámbaro y, a la vez, hace de escribano 71. En el caso de los escribanos ya hemos señalado que eran de oficio, pero que se podían nombrar ex profeso para la redacción de la Relación cuando no había ninguno en la pobla- ción. Un ejemplo sería el texto de Tilantongo (Oaxaca) en que se nombra a Juan Alonso Rodríguez en base a su «habilidad y suficiencia» 72. Se dan casos de escribanos reales que van a participar en varias relaciones. Por ejemplo, Baltasar de Ribera interviene en Teticpac, Tlacolula, Cuautla, Talistaca y Macuilxuchilt, poblaciones del valle de Oaxaca relativamente cercanas pero pertenecientes a distintos corregimientos. A veces, los escribanos fueron los auténticos responsables de algunas encuestas. Es el caso de Coatepec (Estado de México) donde el corregidor Cristóbal de Salazar solo está presente «a la ver hacer», recayendo la realización en el escribano e intérprete Francisco de Villacastín 73. Este personaje volvería a aparecer, fuera de nuestro espacio geográfico, en Guatemala, realizando la Relación de Santiago Atitlán 74. Se repite el caso para Querétaro, donde el Alcalde mayor Hernando de Vargas delega en el escribano Francisco Ramos de Cárdenas 75. Igualmente sucede en la Relación de las Villas de San Martín y Llerena (Zacatecas) donde el alcalde mayor, Rodrigo de Balcázar, confía en el escribano Gutierre de Segura que, a su vez, había sido el introduc- tor de esclavos y azogue en las minas de esas poblaciones en el año 1556 76. Esta situación especial de las poblaciones mineras cuya fundación estaba ligada a los descubrimientos de filones hace que su población sea de españoles y de reciente fundación. Así, en las Minas del Fresnillo (Zacatecas) el alcalde mayor don Alonso Alcaraz de Mesa busca para la re- dacción en cada uno de los enclaves a personas implicadas en su explotación: en las Minas de San Demetrio a Pedro de Medina (vecino, minero y descubridor del lugar), en las Minas del Peñol a Francisco Ruiz (vecino y minero), en las Minas del Fresnillo I a Alonso Tabuyo (vecino y minero), en las Minas del Fresnillo II a Juan de Huidobro (vecino y minero) y en las Minas de Fresnillo III a Pedro Gaitán (vecino y poblador) 77. Incluso encontramos algunos escribanos con doble función. Es el caso de Melchor de Vargas en Zacatula (Michoacán) que también era regidor 78; o el de Francisco de Villafuerte en Citlaltomahua y Anecuilco (Michoacán) que es nombrado intérprete y escribano 79.

71. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán. pp. 55 y 72. 72. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas de la Nueva España: Antequera II, p. 227. 73. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 176. 74. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Guatemala, p. 79. 75. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 215. 76. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 268. 77. Ibidem, pp. 103, 110, 114, 119 y 126. 78. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 439. 79. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I. pp. 109 y 122. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 39

También tenemos que señalar el caso de Amula ((Jalisco) donde encontramos dos es- cribanos, uno nombrado al principio de la Relación (Bonifacio Martínez) y el segundo que es el que firma finalmente (Juan Bautista de Orozco). Posiblemente, por razones que des- conocemos, se produjo la sustitución durante la redacción 80. Respecto a los intérpretes ya hemos comentado que, generalmente, eran indios con al- gunas excepciones 81. También hubo frailes que sabían la lengua nativa (como ejemplo se- ñalemos a Juan Ruiz Zuazo, beneficiado del pueblo de Teozacualco —Oaxaca—) 82. En al- gunas ocasiones, la presencia de comunidades de distinto origen lingüístico obligaba a varios traductores. Es el caso de Suchitepec (Oaxaca) en el que se cuenta con tres traductores de las lenguas náhuatl, zapoteca y chontal 83. Curiosa es la relación de Huexutla (Hidalgo) donde participan dos intérpretes uno español (Alonso Ortiz de Zúñiga) y otro indio (Martín Vázquez), el primero no sabía escribir por lo que no pudo firmar el texto 84. Existen algunos casos excepcionales que debemos comentar. En Nexapa (Oaxaca) el Alcalde Mayor, don Juan Díaz Canseco, delega la realización en Fray Bernardo de Santa María, el cual provenía del convento de San Pablo de Sevilla y se había formado en len- guas indígenas por lo que no se necesitó de intérprete 85. En Nochiztlán (Oaxaca) estaban presentes más cargos de los requeridos. Junto al co- rregidor, don Rodrigo Pacho, estaba el anterior corregidor, Juan González de la Borbolla. Los dos firmaron el documento final 86. Otro caso interesante es el relativo a Mexicaltzingo y su partido. Esta Relación incluía los pueblos de Iztapalapa, Culhuacán y Mexicaltzingo. Dirige la encuesta el corregidor don Gonzalo Gallegos que firma las tres relaciones. Cuenta para su elaboración con los gober- nadores indígenas de cada población y con el intérprete Diego de Paz que está presente en los tres lugares. Ahora bien, también se asesora con tres religiosos, uno en cada población, el agustino Fray Juan Núñez (Culhuacán), el canonista doctor Francisco de Loya (Iztapalapa) y el franciscano Fray Pedro Caballero (Mexicaltzingo). De estos, los dos últimos, sabían náhuatl. Por el contrario, en Iztapalapa el gobernador don Alonso Axayaca, que pertenecía a la nobleza azteca, sabía español 87.

80. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia. pp. 57 y 82. 81. En el caso de Cuzcatlán (San Luis Potosí) era español. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 94. Lo mismo sucedía en Epazoyucan (Hidalgo) donde actúa de intérprete el español Juan de Umaña; Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 74. 82. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 151. 83. Ibidem, p. 59. 84. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 254. 85. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 343. 86. Ibidem, pp. 365 y 371. 87. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II. pp. 31-47. 40 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Doble era la situación de don Diego Nieto Maldonado que exhibía los títulos de Juez de Comisión y Justicia Mayor de Jerez de la Frontera y Tlaltenango (Zacatecas), ya que el prime- ro era un pueblo de españoles y el segundo de indios, aunque vivían en él algunos españoles. La primera de las relaciones parece ser que la realizaron los alcaldes ordinarios, Juan Vicente y Hernán García, y el regidor, Esteban García. En el caso de Tlaltenango intervienen los espa- ñoles residentes y las autoridades indígenas, lo que obliga a la presencia de un intérprete 88. En la Villa de la Purificación (Jalisco) la encuesta fue enviada por el Licenciado Anto- nio Maldonado, Oidor de la Audiencia de Guadalajara, al cura beneficiado don Luis Gómez de Alvarado. Este procedió como era habitual reuniendo ante el escribano a los alcaldes y regidores. Lo extraño es que en la respuesta número once señala la existencia de tres corre- gidores y un alcalde mayor en la provincia, especificando que el último reside en la misma. El procedimiento no era el habitual pero, al igual que en las demás ocasiones, se cubrieron los objetivos 89. En general, los encomenderos de los territorios que aparecen en las Relaciones se sue- len citar pero no intervienen en el procedimiento. Existe alguna excepción como el caso de Tenamaztlán (Jalisco), donde el encomendero Martín Monge de León firma en calidad de asistente y testigo. La Relación fue dirigida por el Corregidor don Pedro Ávila 90. Interesante es el procedimiento de la Relación correspondiente a la provincia de Moti- nes (Michoacán). En ella actúa como intérprete el propio alcalde mayor de todo el distrito, don Baltasar Dávila Quiñónez. Ahora bien, va a delegar en dos hacendados españoles, Sebastián Romano (natural de Carrión de los Condes —Palencia—) y Juan Alcalde de Rue- da, para la redacción de poblaciones menores 91. En las Minas de Zimapán (Hidalgo) nos encontramos con un territorio que aglutina un pueblo de españoles en torno a la explotación minera y varios de indios. Esto hace que la Relación esté encabezada por el juez repartidor, Alexo de Murguía, y que actúen dos intér- pretes, uno de náhuatl (Garcí Gómez) y otro de otomí (Pedro Nicolás). Este último, además de intérprete, era alcalde de tres pueblos 92. En Pátzcuaro el encargado de realizarla fue el bachiller Juan Martínez que actúa como teniente de alcalde mayor. Había sido delegado por el Doctor Alonso Martínez, alcalde ma- yor. Además intervienen Fray Diego de Fuenllana (guardián del convento de San Francis- co) que hizo de intérprete. Pero con la misma función actuaría don Juan Puruata que era, además, natural, gobernador y principal de la ciudad 93.

88. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia. pp. 142-144. 89. Ibidem, pp. 209 y 212-213. 90. Ibidem, pp. 284 y 292. 91. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán. pp. 135, 144 y 156. 92. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 99. 93. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán. pp. 195-196. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 41

Un personaje especial dentro de los autores de las Relaciones Geográficas es, sin duda, don Gabriel de Rojas, corregidor de Cholula (Puebla). Este es calificado como erasmista por René Acuña 94. Es cierto que su observación crítica de la realidad y su acercamiento a las explicaciones cientifistas le alejan de la mentalidad imbuida por la religión propia de la época. Dos son los momentos en que podemos apreciar su personalidad a lo largo del texto. La primera con motivo de la construcción por parte de los religiosos de una gran cruz en la parte más elevada del cerro que vino a sustituir la gran pirámide prehispánica. El que caye- ran varios rayos sobre la misma hizo que los frailes concibieran la existencia de algún mis- terio que le llevó a excavar infructuosamente para encontrarlo. Nuestro corregidor señala: «Y, quien considera bien la naturaleza de los rayos, y que en esta ciudad y comarca de ordi- nario caen muchos, no tendrá a milagro (como algunos historiadores quieren) el haber de- rribado dos veces aquella cruz, por estar, como está dicho, mas alta que los mas altos edifi- cios de la ciudad en cuarenta varas» 95. La misma postura lógica y racional exhibe cuando señala las razones del hundimiento de la denominada Capilla Real, achacable solo a que no estaban los materiales fraguados sin la participación de ningún hecho milagroso. El único milagro es que fuera de noche cuando estaba vacía, pensando en la tragedia humana que se pudo producir si hubiera sucedido durante alguna celebración religiosa 96. Dentro del cuestionario, una de las preguntas que quedaron frecuentemente en blanco o con una respuesta incompleta fue la número seis en que se pide: «La altura o elevación del polo…». Un caso excepcional encontramos, en este sentido, en la relación de Tepeaca donde está presente Andrés de la Vega, piloto examinado de la Carrera de Indias y residen- te en Tecamachalco, el cual tomó las mediciones correspondientes a la región con su astro- labio 97. Una de las Relaciones más excepcionales y peor conocidas es la de Texcoco ya que, en realidad, el texto conservado es una copia adulterada realizada por Fernando Alva Ixtlixóchitl entre 1609 y 1626 98. El autor de la Relación de Texcoco fue don Juan Bautista de Pomar, era hijo de un español y de una india nieta de Nezahualcóyotl; es decir, pertenecía, aunque mestizo, a la nobleza azteca. No se sabe, exactamente, si la genealogía que exhibía era co- rrecta o tenía algún punto de bastarda, ya que fue utilizada y criticada cuando pretendía ser gobernador de Texcoco. La Relación fue encargada a Juan Bautista Pomar por el alcalde mayor don Juan Velásquez de Salazar y en el procedimiento de realización consultó a «in- dios viejos y antiguos, inteligentes de lo que en la dicha Instrucción se contiene» 99.

94. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II. pp. 123-124. 95. Ibidem, p. 143. 96. Ibidem, p. 144. 97. Ibidem, p. 260. 98. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 39. 99. Ibidem, pp. 33-46. 42 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Si la relación de Texcoco podemos considerarla como una redacción de autor, algo si- milar tenemos que hacer para hablar de la correspondiente a Tlaxcala. Esta fue encomenda- da por el alcalde mayor, Don Alonso de Nava, a Diego Muñoz Camargo. Se trataba de un mestizo acomodado y formado en letras, reconocido en la ciudad había actuado como intér- prete oficial ante los tribunales. Como escritor había realizado el texto para el Recibimien- to del obispo Diego Romano en 1579 y sería el autor del manuscrito denominado Historia de Tlaxcala, concluido entre 1592 y 1594. La redacción de la Relación Geográfica le ocupó entre 1581 y 1584, al tiempo que pre- paró una embajada de la ciudad ante Felipe II, de la que formaría parte y que le llevaría a la corte de Madrid, momento en que hizo entrega del manuscrito de la Relación al monarca. La embajada fue un éxito, siendo nombrado a su regreso procurador (1586) 100.

Relación de San Juan Teotihuacán

100. Sobre la obra de Diego Muñoz Camargo, Cfr. MUÑOZ CAMARGO, D. Historia de Tlaxcala (edición de Germán Vázquez). pp. 7-65. 3. LAS «PINTURAS» DE LAS RELACIONES GEOGRÁFICAS

Richard Kagan en su obra «Imágenes urbanas del mundo hispánico, 1493-1780» trazó una metodología de interpretación cultural de los modos de representación de las poblacio- nes durante el Antiguo Régimen. Estableció una serie de cualidades que le permitieron crear una nomenclatura terminológica que seguiremos de forma general. Para Kagan existen dos tipos de vistas fundamentales: la corográfica y la comunicéntrica. La primera es el resulta- do de «ver» una ciudad, mientras que la segunda respondería al término «conocer». A nivel de ejecución, la corográfica sería realizada por alguien ajeno a esa urbe que, además, la representa, generalmente, desde la periferia atendiendo a distintos puntos de vista desde los que se resaltan las características básicas del lugar. Por el contrario, la vista comunicéntrica es obra de personas integradas y conocedoras de esa urbe por lo que muestra no solamente su arquitectura y traza sino la historia, las relaciones sociales y las manifestaciones cultura- les 1. Estas formas de representación se relacionan, según Kagan, con los conceptos de «Urbs» y «Civitas»; ambos se refieren a la ciudad, pero el primer término se centra en su arquitec- tura vacía, mientras que el segundo se refiere a la comunidad de individuos. Diríamos que a la imagen de la «urbs» corresponde la vista corográfica, mientras que la «civitas» se rela- ciona con la modalidad comunicéntrica. Tampoco podemos olvidar las vistas geográficas,

1. El término «comunicéntrico» fue utilizado con anterioridad refiriéndose a mapas por Bárbara Mundy en el sentido de concebir la comunidad como centro geométrico o simbólico de un territorio. «I make such comparisons to planimetric maps not to impose an exterior criterion of planimetric accuracy upon these maps, but rather to suggest that the Teozacoalco map, with its boundary markers creating a geometrically perfect frame, uses a projection that I call «comunicentric». Such a communicentric projection is centered on the heart of the community, often a place or temple structure. On the map, spatial relations are manipulated to emphasize this center, often by increasing its size, and to yield an overall form for the community that is a geometrically perfect one». MUNDY, B. The Mapping of New Spain, p. 116. 46 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN relacionadas con el término «descriptio», que abarcan la totalidad de una región con cuali- dades expresivas diversas 2. Es quizás, en este momento, en que debemos hacer referencia al modo de representación que Kagan denomina «typus» y que hace alusión a la utilización de los elementos mas destacados de una ciudad o de un espacio geográfico introducido en una composición convencional que para nada tiene que ver con lo representado. Así, por ejemplo, en una masa de edificios que corresponden al concepto ciudad se añade una porta- da, una iglesia, una torre o una fortaleza que son los elementos característicos de una ciu- dad concreta lo que permite que el resultado se identifique falsamente con la realidad. Lo mismo sucede con la geografía territorial donde un río, una montaña o cualquier accidente

2. El cosmógrafo Alonso de Santa Cruz en su «Libro de las Longitudes» precisa las siguientes diferencias entre Geografía y Corografía: «Geografía es una demostración o figura de toda la Tierra conocida con las partes más principales que de ella depende; y difiere de la corografía porque ésta, describiendo todos los lugares particu- larmente, manifiesta cada uno por sí y lo que en ellos se contiene, describiendo hasta las más pequeñas partes que en ellos se hallan, como son puertos, aldeas, vueltas de ríos y cosas de esta cualidad; y lo propio de la geografía es mostrarnos que la Tierra habitada y conocida es una y continua y el sitio y naturaleza de ella, tratando solamente de las mayores partes y más principales que en ella hay, como son grandes lugares y ciudades, montes y ríos muy señalados y allende de esto las cosas que son más notables y señaladas acerca de cada especie, porque el fin de la corografía consiste en representar sucesivamente una parte del todo, como queriendo pintar o remedar un ojo o una oreja, pero la geografía tiene atención al todo conforme a su proporción, como si se quisiese pintar toda la cabeza. Y así como en la pintura de cualquier cuerpo primero se proporcionan las partes principales en su proporción y medida y después para que queden distintas para recibir colores donde conviniere, nos apartamos con la vista cuanto es necesario para juzgar por el sentido si está en su perfección o le fallece alguna cosa, así también a la corografía atribuimos representar las partes menos lo que no hace la geografía, que representa las provincias ente- ras con aquellas cosas que universalmente le pertenecen para la figura del todo, como partes más principales, pero los sitios de las regiones de que trata la corografía son las más veces diferentes de los sitios que tienen, porque más se ocupa en representar la cantidad de los lugares más señalados, trabajándose por hacer muy prima semejanza en todo, no teniendo tanto respeto en la conmensuración de los sitios. Mas la geografía tiene más respecto a la cantidad que a la cualidad de las cosas que se describen, porque tiene providencia a la proporción de las distancias y no cura de semejanza sino en la descripción de las partes mayores, y esto tan solamente en la figura de ellas, por tanto, en la corografía hay necesidad de la pintura de los lugares y así ningún hombre será corógrafo si no fuere pintor. Mas la geografía es, por el contrario, porque se esfuerza de mani- festar, por muy sutiles trazas y puntos, los sitios y figuras generales de todo el mundo, y por esta razón no tiene la corografía necesidad de instrucción matemática, lo que para la geografía no hay cosa más necesaria, porque en esta se cumple considerar la figura y grandeza de toda la Tierra y el sitio que tiene en comparación del cielo para poder- se decir de cualquier parte conocida de ella la cantidad y calidad que tiene y debato de qué paralelo esté cualquier lugar, para que se puedan saber las cantidades de los días y de las noches y qué estrellas fijas nos pasan por encima de la cabeza y cuáles están manifiestas sobre la Tierra y cuáles nos son ocultas debajo de ella perpetuamente y todo lo demás que acerca de cada habitación se debe de considerar, las cuales cosas son de muy alta o muy hermosa especulación, y como quiera que por consideraciones de hombres y razones matemáticas se pueda mostrar el cielo ser de naturaleza que se nos pueda mostrar por muchas partes cercándonos a la redonda, pero la Tierra sólo se mostrará por la semejanza de ella, porque puesto que sea cierta y grande, ni toda ni parte de ella nos cercará por eso alrededor ni tampoco se podrán dar por aquellos que osan escudriñar todas las partes del cielo». Cfr. CUESTA DO- MINGO, M.. Alonso de Santa Cruz y su obra cosmográfica. Vol. I, pp. 203-204. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 47 particular convierten en legible una representación que no difiere en su conjunto de otro espacio sin relación alguna con el nominado. De forma simplificada Kagan, sobre todo en lo que se refiere a vistas corográficas, nos resume las posibilidades de puntos de vista atendiendo al ángulo del observador sobre el conglomerado urbano. Así, la «vista de perfil» equivale a la altura de los ojos de un hombre de pie (ángulo de unos 5.º), la «vista caballera o ecuestre» que representa el punto de vista de un hombre a caballo (ángulo de unos 10.º), la «vista oblicua» equivaldría a unos 30.º, la de «pájaro» a unos 45.º, la denominada «en perspectiva o cartográfica» a 60.º y, por último, la «icnográfica u ortogonal» que corresponde a la línea vertical (90.º). La opción de cada uno de los ángulos antedichos supone una imagen final diferente. Estas ideas básicas permiten enfrentarnos con las diversas imágenes, en su cualidad específica, que acompañaron las Relaciones Geográficas. Se conservan un total de sesenta y siete pinturas más las 158 que integran la Relación de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo. El conjunto, sin embargo, no es homogéneo. Aunque la mayoría de ellas están relacionadas con el texto que las acompaña, también hay que señalar la particularidad de las que están aisladas (San Miguel de los Chichimecas —Guanajuato—), las duplicadas (Cuzcatlán —San Luis Potosí—), las que se han extraviado (a veces se especifica en el texto el envío de las mismas 3), las que no formaron parte de las Relaciones originalmente y se unieron a las mismas (Veracruz) 4, las que han podido utilizarse en otros documentos (es posible que

3. Así sucede en Atlitlalaquia (Hidalgo), Tepeaca (Puebla) o Nexapa (Oaxaca). En esta última se dice: «… la cual pintura va en un lienzo de la tierra y, en él, todos los pueblos y estancias, ríos, cerros, grutas, y otras cosas como en ella se contiene, con las leguas que hay de un pueblo a otro». ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 345. Similar es la información que aparece en Tepeapulco (Hidalgo): «En la pintura que va con esta aclaración, va pintado este pueblo de Tepeapulco, con todas las iglesias de los pueblos sujetos a esta cabe- cera, cuyos nombres están escritos al pie de las iglesias de cada uno, y barrios del dicho pueblo…». ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 181. En Tetela (Puebla) igualmente se ha perdido la pintura pero no la descripción: «… dicen que el asiento deste pueblo es en alto, y está poblado en unas lomas y quebradas, como parecerá por la pintura que va con esta descripción, donde se aclaran y especifican las calles y plazas, y barrios e iglesia que hay en el dicho pueblo. En la cual pintura, se declara la parte deste pueblo cómo mira la nor- te». ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 405. 4. En este caso las dos pinturas que acompañan la Relación se han entendido siempre como parte de la mis- ma cuando en realidad, según observó René Acuña, son obra de Alonso de Santa Cruz que debió realizarlas entre 1545 y 1554, representando la situación de las costas antes del traslado de la ciudad desde el primitivo estableci- miento de Hernán Cortés que es la que está representada. La autoría esta confirmada pues aparece en las leyendas situadas en el reverso de las pinturas. Es mas, allí se especifica el nombre de don Andrés García de Céspedes que fue cronista y cosmógrafo real desde 1596 hasta 1611, momento en que debieron anexarse las pinturas a la Rela- ción. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, pp. 303-308. Es cierto que en la carta que Don Álvaro Patiño, alcalde mayor, escribe justificando el no haber llevado a cabo personalmente el cuestionario por razones de salud, se dice que se ha encargado una pintura a los pueblos de indios en la que deberían constar «… el asiento dellos, y las calidez y cosas que en su tierra cada uno tiene». Esta pintura no debió realizarse o se ha extraviado. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 332. 48 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN el Códice Ixtlilxóchitl —Biblioteca Nacional de París— utilizara seis imágenes de la Rela- ción Geográfica de Texcoco 5), o las que pudieran provenir de códices bien directamente o inspiradas en los mismos 6. Por último, señalar la presencia de otros dibujos que no tienen carácter urbano o geográfico como el calendario de la Relación de Meztitlán (Hidalgo), la representación del granero y del curich (sacerdote) en la de Tiripetío (Michoacán), el mo- delo de arquitectura doméstica en Ameca (Jalisco), el Iquipal (sistema de andas en forma de cruz para llevar al cacique) en Epatlán (Michoacán) o el centenar de Tlaxcala referidas a las costumbres prehispánicas, a la conquista de México, evangelización, y galería de retra- tos de conquistadores y reyes. Ahora bien, para el correcto análisis de las pinturas necesitamos introducirnos en el conocimiento de los códices y modos de representación prehispánicos 7. Estos «libros» fue- ron una de las prácticas que distinguieron a las culturas mesoamericanas del resto del con- tinente. En ellos se registraban datos concernientes a diversas actividades (religión, calen- dario, genealogías, historia, hacienda…) mediante el lenguaje pictográfico. Aunque debieron elaborarse desde la época clásica, los conservados solo se remontan a fechas cercanas a la conquista. Es más, en un primer momento, los frailes y conquistadores optaron por que- marlos por considerarlos, sin interpretarlos, como heréticos. Significativa es la información que Juan Bautista Pomar nos da en la Relación de Texcoco sobre el fin del archivo de códi- ces de aquel lugar: «Y, demás desto, faltan sus pinturas en que tenían sus historias, porque, al tiempo que el Marqués del Valle Don Hernando Cortés, con los demás conquistadores, entraron la primera vez en ella, que habrá sesenta y cuatro años, poco más o menos, se las quemaron en las casas reales de Nezahualpiltzintli, en un gran aposento que era el archivo general de sus papeles, en que estaban pintadas todas sus cosas antiguas, que hoy día lloran sus descendientes con mucho sentimiento, por haber quedado como a oscuras, sin noticia ni memoria de los hechos de sus pasados. Y los papeles que habían quedado en poder de algunos principales, unos de una cosa y, otros, de otra, los quemaron de temor de Don Fray Juan de Zumárraga, primer arzobispo de México, porque no los atribuyese a cosas de idola- tría; porque, en aquella sazón, estaba acusado por idólatra, después de ser bautizado, Don Carlos Ometochtzín, hijo de Nezahualpiltzintli. Con que, del todo, se acabaron y se consu- mieron, y, así, han hecho mucha falta para hacer copiosa esta relación, y tanto más se ha trabajado de buscar y escudriñar lo que se ha hecho; de manera que, si en ello pareciere

5. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, pp. 31-32. 6. En algunas Relaciones se especifica que los naturales consultaron códices para responder correctamente. Es de suponer que si esta información sirvió para la redacción del texto, dado su carácter pictográfico también pudo influir en las pinturas, sobre todo en aquellas con mayores rasgos prehispánicos. Entre las Relaciones que citan la consulta de «pinturas antiguas» están Itztepexic (Oaxaca) y Misantla (Veracruz). 7. Sobre los códices, Cfr. Los códices de México. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 49 faltar algo y quedar en otras corto, se atribuya a lo dicho, y no a falta de diligencia…» 8. Estas pérdidas del patrimonio cultural fueron frecuentes. Otro ejemplo encontramos en la Relación de Quiotepec (Oaxaca) donde se señala: «Y, recién entrados los padres francisca- nos, queriendo plantar la fe, determinaron sacar y buscar los ídolos para quemarlos y que- brantarlos. Y habiendo recogido todos los que había, algunos indios verdaderamente con- vertidos, que no querían se encubriese cosa alguna, avisaron a los dichos padres que tenían escondido un libro al cual tenían por dios, el cual había muchos años que lo tenían en gran veneración porque un hombre blanco, viejo, se lo había dejado escrito todo, y que, yéndo- se, lo dejó, ora olvidado, ora para que se lo guardasen. Mandolo sacar el padre francisco y, no entendiendo la letra ni sabiendo leerla, lo quemó con los ídolos. Era deste papel blanco y de este tamaño, encuadernado y con unas cintas atado, y adoraban en él a sus dioses» 9. Se trataba, sin duda, de un códice. Esta criticada actitud de los españoles hay que entenderla, sin justificarla, dentro del ámbito de creencias del siglo XVI y situarla en paralelo con la quema de códices por parte de los mexicas cuando consumaron su victoria sobre Azcapotzalco en un intento de hacer peder la memoria de las comunidades conquistadas 10. Más adelante, los propios españoles fomentaron su realización y uso en temáticas, sobre todo, relativas a propiedades, impues- tos, aspectos judiciales e, incluso, historia. Sí cambio el soporte, sustituyéndose el papel de amate y la piel de venado por papel europeo, aunque se siguió utilizando con mucha fre- cuencia el amate 11; incluso se abandonaron las tiras horizontales dobladas en forma de biom- bo 12. Además, los cronistas religiosos comenzaron a utilizar los códices como fuentes de información para el conocimiento de las costumbres y civilizaciones mesoamericanas. Uno de los ejemplos más notables es el denominado Códice Mendocino que debió ser encarga- do por el Virrey don Antonio de Mendoza en torno a 1541. Costa de tres secciones: la pri- mera es una historia de los mexicas hasta 1521, la segunda es un registro de los tributos de la Triple Alianza (imperio azteca), y la tercera presenta un panorama de la vida cotidiana prehispánica. En él se unen los sistemas de representación tradicionales de los códices con

8. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, pp. 46-47. 9. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 236. 10. Cfr. ESCALANTE GONZALBO, P. Los códices, p. 4. 11. «La fabricación del papel de amate (nombre general para varios árboles del género Ficus) tiene una larga tradición en nuestro país, a juzgar por los hallazgos de piedras con acanaladuras que para ello se empleaban. Para hacer el papel se desprenden tiras de la corteza, se dejan remojar, se desprende el interior de la corteza y las largas tiras se cortan en trozos mas cortos, de tamaño uniforme adecuado al que tendrá el papel; luego se colocan varios de estos trozos sobre una tabla lisa y se golpean con un mazo que tiene estrías paralelas. Con los golpes, los trozos se unen por los bordes y, para dar mas grosor y consistencia se repite la operación poniendo sobre la primera capa otros trozos cruzando los anteriores. Este proceder se repite varias veces». Los códices de México, p. 24. 12. Cfr. SEPULVEDA, M. T. Anales Mexicanos: Puebla, Tepeaca, Cholula. p. 14. 50 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN conceptos proporcionales, de perspectiva e información escrita que denotan la clara influencia europea. El sistema de registro de los códices que conocemos, con excepción de los mayas, se compone de tres elementos básicos: a) figuras que representan seres humanos, animales, plantas y objetos, llamados pictogramas; b) signos que expresan ideas, denominados ideogramas; y c) signos con valor fonético. A estos dos últimos se les conoce como glifos: ideográficos o fonéticos. Los mensajes básicos transmitidos por los códices se formulan por medio de pictogramas y son complementados por los glifos ideográficos. Los glifos fonéticos son escasos y se utilizan por lo general para precisar la pronunciación de los locativos. Por eso definimos el sistema de registro de los códices como predominantemente pictográfico, con un complemento ideográfico y un incipiente fonetismo 13. Podríamos decir que el lenguaje pictórico prehispánico se basa en representaciones semántico-temporales, en tanto que son susceptibles de ser interpretadas, «leídas», median- te la transmisión oral y revelan, a su vez, una historia situada en un tiempo largo. Frente a este modo, la imposición pictórica española supone la comprensión sin más de la realidad, lo más objetivamente posible, mediante la perspectiva y las tres dimensiones, el claroscuro, el color y la información añadida y clarificadora de glosas. Es decir, se intenta crear un espacio real dentro del cual suceden las acciones, mientras que en los códices las relaciones entre los personajes y los objetos son básicamente conceptuales. Mientras el tlacuilo indí- gena recoge mediante pictogramas y glifos la información cultural que trasmite, en la cul- tura occidental hay una perfecta diferenciación entre el lenguaje escrito y el lenguaje pictó- rico. El primero es posible de ser captado auditivamente y el segundo solo visualmente. En cambio los glifos prehispánicos son recordatorios de la memoria colectiva que son «leídos» y ampliados en el relato comunitario, los cuales son plasmados visualmente por el tlacuilo. El valor artístico de los pictogramas de tradición prehispánica, que de forma conjunta podemos apreciar en los códices, no es desdeñable y, en este sentido, hemos de cotejar que los motivos utilizados en estas representaciones coinciden en buena parte con los hallados en cerámicas y paramentos de edificios restituidos tras excavaciones arqueológicas en los que dominan los relieves que trasmiten informaciones similares. Aunque no se conservan pinturas con representaciones exclusivas de carácter topográ- fico de época prehispánica, ni de la traza de las ciudades y de sus edificios, sí tenemos algunas referencias documentales (los planos entregados por Moctezuma a Cortés de Tenochtitlán y de la costa del Golfo, por ejemplo) que hacen pensar que los naturales eran capaces de representar la geografía 14. De hecho, los pleitos y demandas que se van a gene-

13. Cfr. ESCALANTE GONZALBO, P.. Op. cit., p. 8. 14. Cfr. MENDOZA VARGAS, H. (coord.). México a través de los mapas, pp. 15-17. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 51 ralizar a fines del siglo XVI, después de las Congregaciones, estarán acompañadas de nu- merosos planos, mas o menos esquemáticos, que sirven de apoyo y documentación en los juicios 15. Esta abundante presencia de «pinturas» de carácter topográfico nos permite vis- lumbrar una larga tradición, mutada por la llegada de la cultura española, pero cultura autóctona al fin y al cabo. El códice de Santa María Asunción (c. 1550) o el denominado «Plano de Maguey» (c. 1543) de México 16, atienden fundamentalmente a temas catastrales y, aunque realizados ya en época virreinal, no es razonable pensar solo en la asimilación rápida de nuevos modos de representación 17. Richard Kagan señala en esta línea: «Para decirlo de manera más sencilla, los tlacuilos, como guardianes de la historia, interpretaban el mundo más en términos humanos que geo- gráficos. Desde su perspectiva, el espacio no tenía una existencia abstracta independiente, sino que pertenecía a la gente que lo habitaba y consistía en una serie de jalones —lugares, para entendernos— asociados cada uno a diversas divinidades o momentos —o movimien- tos— extraídos de un pasado comunitario. De ahí que los «mapas» preparados por los tlacuilos no fuesen especialmente útiles para servir de guía en una zona determinada» 18. Es cierto que estos tlacuilos pronto tuvieron que adaptarse a las formas de representa- ción europeas y, sobre todo, que comenzaron a servir a los intereses de los nuevos dirigen- tes. De hecho, los conventos se llenaron de pintura mural donde se emplearon a aquellos artífices formados en las escuelas de artes y oficios de las órdenes mendicantes 19. Los mo- tivos principales fueron europeos, pero las técnicas y los elementos complementarios si- guieron invadidos de formas prehispánicas. La facilidad de aprendizaje resaltada por los cronistas no está en las cualidades genéticas de los indígenas sino en las cimentadas tradi- ciones artesanales. La pintura como técnica de representación no les era ajena. La informa- ción fue variando pero soportes, pigmentos, útiles y técnicas fueron mas estables en el tiempo. Además, entre los pintores nativos había buenos y malos técnicamente hablando. Son po- cos los nombres que se conocen de estos artistas, sólo se citan en las Relaciones los de Martín Cano (Iztapalapa) 20, Pedro de San Agustín (Culhuacán) y Domingo Bonifacio (Mexicaltzingo) 21. Podemos conjeturar la autoría de otras pinturas como la de Meztitlán

15. Cfr. MUNDY, B. The Mapping of New Spain, pp. 183-187. 16. Cfr. TOUSSAINT, M., GÓMEZ DE OROZCO, F. y FERNÁNDEZ, J. Planos de la ciudad de México, siglos XVI y XVII, pp. 57-84. 17. Sobre este tema Cfr. KAGAN, R.. Imágenes urbanas del mundo hispánico, 1493-1780, pp. 90-92. 18. Ibidem, p. 95. 19. Cfr. REYES VALERIO, C.. El pintor de conventos. Los murales del siglo XVI en la Nueva España. 20. Cfr. MUNDY, B. Op. cit., pp. 202-209. 21. Estas tres poblaciones se encuentran actualmente dentro del Distrito Federal de la capital. De las tres pinturas se conservan las dos primeras son, sin duda, de las mejores por sus características técnicas. 52 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

(Hidalgo) realizada, posiblemente, por el alcalde mayor don Gabriel de Chávez y que dibu- ja una correcta vista corográfica 22. Las de Temazcaltepec (México) presentan rayados rela- cionados con las técnicas xilográficas y pudieron ser elaboradas por el escribano Melchor Núñez de la Cerda 23. El mismo modelo técnico fue utilizado en la pintura de Ixcatlán (Oaxaca) atribuible al Corregidor Gonzalo Velázquez de Lara 24. Dos pinturas, la de Tequizistlán (México) y la de Teutitlán (Oaxaca), en territorios di- ferentes presentan criterios formales similares debido a la participación en ambas Relacio- nes del corregidor don Francisco de Castañeda. La primera se redactó entre el 22 de febrero y el 1 de marzo de 1580, la segunda entre los días 15 y 22 de septiembre de 1581. Es decir que el corregidor terminó su función en Tequizistlán y fue nombrado para el mismo cargo en Teutitlán. Por esta razón no es extraño que la estructura del texto de ambas poblaciones sea idéntico: una introducción que presenta el partido completo y una descripción individualizada de cada una de las cabeceras. Respecto a las pinturas, ambas presentan se- mejantes modos de representación en las esquemáticas montañas, caminos señalados por herraduras, identificación de las poblaciones mediante los mismos dibujos de iglesias y glosas con idéntica letra (solo cambia el término «levante» de Teutitlán por el de «oriente» en Tequizistlán). Hay dos personajes que intervienen en ambas Relaciones: el corregidor 25 y Francisco Miranda 26, como intérprete en la correspondiente a San Juan Teotihuacan dentro del partido de Tequizistlán y como escribano en Teutitlán. Si cotejamos el tipo de letra de los dibujos y el de la Relación de Teutitlán vemos que es el mismo y que corresponde con el del Corregidor. Luego don Francisco de Castañeda es el autor de las pinturas, demos- trando un conocimiento exacto de sus jurisdicciones, valoración positiva ya que en la se- gunda no hacía mas de un año que había tomado posesión. Entre las formas dibujadas, a lo largo de la serie de dibujos de las Relaciones Geográ- ficas, de carácter europeo, no prehispánico, señalaremos, como ejemplos, la luna en cuarto creciente o menguante (representada por una cara de perfil), el sol antropomorfizado (se

22. MUNDY, B. Op. cit., pp. 39-44. 23. Cfr. Ibidem, pp. 45-47; y, MORALES FOLGUERA, J. M. La construcción de la utopía, p. 133. 24. Cfr. MUNDY, B. Op. cit., pp. 47-49; y, MORALES FOLGUERA, J.M. Op. cit., p. 132. 25. René Acuña señala la renuncia del primer escribano Juan de Vera lo que obligó a Castañeda a redactar de su puño el texto que quedaba de San Juan Teotihuacan; Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, pp. 215-216. Si cotejamos la letra de esta Relación con la firma de Castañeda no parece que hiciera de escribano. 26. Este Francisco de Miranda es el mismo en ambas Relaciones ya que hemos cotejado las firmas, pero no escribe ninguno de los textos ni fue, como afirma Bárbara Mundy, autor de las pinturas. Esta investigadora lo con- sidera erróneamente como escribano en ambos textos; Cfr. MUNDY, B. Op. cit., p. 33. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 53 observa como una cara circular rodeada de rayos), arquitecturas de templos y construccio- nes domésticas a la manera occidental (con líneas que los delimitan y representados frontalmente o en perspectiva), los personajes indígenas masculinos vestidos a la usanza española, conquistadores, cargos de la administración y frailes (a veces sentados en sillas de tradición occidental). Considero que el análisis de las pinturas que acompañan a las Relaciones Geográficas tenemos que hacerlo atendiendo a los espacios representados: geográficos (muestran una porción genérica del territorio), poblaciones y perfiles de costas. Los tres sistemas pueden mezclarse entre ellos, aunque el tercero responde mas a problemas de conocimiento y car- tografía relativas a los navegantes como veremos en su momento. Las vistas geográficas que proponen la comprensión genérica de la topografía circun- dante de las poblaciones especificadas en los textos, vienen a responder a la representación del espacio territorial donde se introducen las cabeceras y las estancias dependientes de las mismas. Para ello se utilizan elementos esquemáticos que estructuran el conjunto como ca- minos, ríos, montañas y construcciones que, metonímicamente, vienen a identificar los dis- tintos enclaves urbanos. Generalmente son iglesias y su tamaño está acorde con su impor- tancia jurídica 27. A veces la jerarquía se especifica con el aumento de detalles o elementos. Por ejemplo, en el caso de Yecapixtla (Morelos) cada población dependiente se reduce a la fachada del templo respectivo. En la capital aumenta el tamaño del dibujo y se le añade una torre-campanario, el atrio y el mercado adjunto. Estos elementos básicos presentan diferen- cias en su representación y, a veces, se les intenta otorgar rasgos naturalistas como sucede en el dibujo de las arboledas en los montes de Atlatlauhcan (México), Temazcaltepec (Méxi- co), Tetela (Puebla) y Meztitlán (Hidalgo). Es decir, sin variar los elementos simbólicos, la calidad del dibujo, el empleo del color, el sombreado y el uso de la perspectiva otorgan valores estéticos a las representaciones que permiten juzgar técnicamente al ejecutante. Se pueden añadir otros elementos que completan los paisajes como pueden ser la vegetación del entorno o las explotaciones agrícolas, ganaderas y pecuarias. Temáticas que se especifi- can mediante interesantes dibujos como los animales de Hueytlalpa 28 (Puebla), San Mi- guel de los Chichimecas (Guanajuato) y Macuilxochilt (Oaxaca); los peces de Tecuicuilco (Oaxaca) y Tuzantla (Michoacán); o los nopales y plantaciones de maíz de Epazoyucan y Tetliztaca (Hidalgo). También tenemos que señalar la presencia de figuras humanas que tienen valores ilustrativos de acciones, de jerarquías o simbólicos. Dentro de los primeros estarían la pre-

27. Sobre el valor de estas representaciones centradas por las iglesias, Cfr. MUNDY, B. Op. cit., pp. 68-76. 28. La Relación de Hueytlalpa tiene siete pinturas que corresponden a Zacatlán, Matlatlán y Chila, Papantla, Tecolutla, Tenanpulco y Matlactonatico, Jujupango y Hueytlalpa. 54 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN sencia de indios chichimecas en Meztitlán (Hidalgo), Temazcaltepec (México) y San Mi- guel de los Chichimecas (Guanajuato), así como los carreteros y ganaderos a caballo en esta última y en Yuriria (Guanajuato). Entre los segundos tenemos la de Amoltepec (Oaxaca), donde aparecen dos personajes enfrentados dentro de un calli-casa que podemos identificar con los caciques o autoridades locales; Atengo (Hidalgo), en que aparecen junto a las po- blaciones los glifos de los señores locales; Cempoala (Hidalgo), con 13 representaciones de señores identificados con glosas, a excepción de dos, y donde se aprecia la diferencia del alcalde mayor de Pachuca sentado sobre una jamuga; Suchitepec 29 (Oaxaca), es una de las mas importantes al dibujar a los señores identificados con glosas con su nombre y cargo en cada una de las cinco pinturas individualizando, además, al gobernador español por sen- tarse en una silla de tijera frente a los icpalli o petates de los demás 30. En cuanto a exclusi- vos valores simbólicos hay que estudiar las tres figuras, dos masculinas de perfil y una fe- menina de frente, que aparecen en la pintura de Macuilxochilt (Oaxaca) situadas en el interior de una montaña con el glifo de la población. Su identificación solo es posible por el texto nahuatl que las acompaña por lo que sabemos que eran zapotecas y que quitaron el poder al señor natural, sus nombres eran: Coqui Pilla (señor culebra?), Ciqui Piziat (señor águila real) y la señora Yozi Xonaga Pela Laa (…? 3-casa) 31. Como simbólicas también habría que interpretar las cabezas de Muchitlán (Guerrero) que sirven para contabilizar el número de tributarios de tal forma que cada una equivale a veinte y las fracciones se dibujan con pequeños círculos 32. En el caso excepcional de Teozacoalco (Oaxaca), junto a la represen- tación geográfica del territorio, existen una serie de figuras humanas, la mayor parte en- frentadas, que son la genealogía completa de las dinastías de gobernantes desde su inicio

29. La Relación de Suchitepec incluye cinco pinturas que corresponden a la cabecera y a los pueblos sujetos de Tlacotepec, Zozopastepec, Macuipilco y Tlamacazcatepec. 30. Curiosamente todos los caciques indígenas aparecen cubiertos con sombrero, un elemento propiamente europeo que será generalizado en Nueva España como distintivo en la búsqueda de una nueva forma de vestir que les iguale con los cargos españoles. Las citas sobre el tema están presentes a lo largo de las Relaciones. Como ejemplo señalemos el texto de Cuitzeo (Michoacán) que sirve también para matizar la diferencia en la asimilación de las influencias españolas entre géneros: «El hábito que ahora traen: algunos andan como españoles y, general- mente, traen sus sayos de algodón, o van de sayos de lana de ovejas, y sus mantas, que se las ponen y atan; a diferencia de las gitanas de España, usan zaragüelles de algodón tan estrechos como es la pierna y, ansimismo, traen camisas de algodón con cuellos de ruan con sus marquesotas; traen sus sombreros, y andan motilados como los españoles. El vestido de las mujeres es cuatro varas de lienzo de algodón, revuelto de los pechos para abajo, y, de allí arriba, un Huipil, que es la vestidura que solían usar los hombres en tiempo antiguo: no tiene cuello y, para ornato del cuello, traen sueltos los cabellos ordinariamente». ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 84. 31. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 340. 32. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 277. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 55 en Tilantongo hasta don Francisco de Mendoza, cacique de Teozacoalco desde 1571 y que como tal ejercía en el momento de la ejecución del dibujo 33. Estas visiones, llamémosle geográficas, se completan con glifos. Estos vienen a tener distintos significados dentro de las pinturas. En numerosas ocasiones se sitúan junto a las poblaciones identificadas mediante fachadas de iglesias, significando, en estos casos, el nom- bre prehispánico del lugar (Culhuacán, Iztapalapa, Chimalhuacán y Chicoloapan —Valle de México—, Hueytlalpa —Puebla—, Tetliztaca —Hidalgo—, Tejupan —Oaxaca—, Yuriria —Guanajuato—). En otras se anexan a accidentes geográficos como ojos de agua (Oaxtepec —Morelos— y Zumpango —Guerrero—). En un tercer nivel se refieren a los límites del espacio jurisdiccional. El caso mas significativo de este último tipo lo representa Teozacoalco (Oaxaca) donde el tlacuilo dibuja 46 glifos de lugar formando una circunferencia que mar- can la frontera de su concepción territorial. El mismo modelo interpretativo, no tan llamati- vo en la ejecución técnica y artística, volvemos a encontrar en Amoltepec (Oaxaca), Aten- go (Hidalgo), Misantla (Veracruz) y Zumpango (Guerrero). La comprensión de estas pinturas responde a distintos grados de dificultad, haciendo más fácil la lectura en algunas donde existen textos en castellano o náhuatl que identifican la dirección de los caminos o los nombres de cada población. En ocasiones es perceptible como el tlacuilo dejaría pequeños recuadros en blanco para ser rellenados por grafías reali- zadas por el escribano que había hecho la Relación uniendo, de esta forma, la imagen lite- raria con la pictórica. A veces, esa información textual es fundamental para la comprensión del conjunto; citemos el caso de Iztapalapa donde se dice: «En el pueblo de Iztapalapa, a postrero día del mes de enero de mil y quinientos y ochenta, el ilustre señor Gonzalo Galle- gos, corregidor del dicho pueblo, mandó su merced hacer a los naturales del dicho pueblo hacer esta pintura, para poner con las diligencias que su merced tiene hechas. Ante mi: Gaspar de Acebo, escribano real». Otras pinturas se centran en la traza urbana, bien ocupando la totalidad del espacio o resaltándose en una vista geográfica genérica de las analizadas. Estas representaciones pue- den recurrir metonímicamente a aquellos elementos fundamentales de la urbe como la igle- sia, atrio, plaza, cabildo, etc.; o representar la traza geométrica como si fuera una vista icnográfica u ortogonal. En el caso de Yecapixtla (Morelos) la representación de conjunto de la geografía de la zona se completa con la información mas precisa del centro urbano resumido en el alzado de la fachada de la iglesia conventual, el atrio que la precede y la plaza con el mercado adjunto. Similares son las representaciones comprendidas en la Relación de Hueytlalpa (Pue- bla) que se acompaña de siete dibujos en los que se representa la cabecera con la iglesia

33. Cfr. MUNDY, B. Op. cit., pp. 112-116. 56 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

(más detallada que las otras), el atrio o la plaza y alguna construcción civil (casos de Hueytlalpa, Zacatlán, Matlatlán y Chila). Mas completo es el caso de Ameca (Jalisco) don- de es visible la retícula ortogonal marcada por sus calles, dibuja el alzado de las fachadas de la viviendas dentro de las manzanas y el centro se reserva para la plaza con la cárcel, el mesón, el atrio y la iglesia que se representa en alzado y con mayor volumen que el resto de las construcciones 34. La solución es similar en Coatepec (Valle de México), auque, en este caso, el espacio reticulado solo aparece cubierto por las edificaciones religiosas y una arquitectura en la plaza con fachada adintelada que debe referirse al Cabildo indígena. Lo mismo sucede en Culhuacán y Chicoloapan (ambas en el Valle de México). En el caso de Zimapán (Hidalgo) la concentración de pequeñas arquitecturas domésticas sin orden signi- fican la urbe centrada con una plaza, bien orientada (rosa de los vientos), rodeada por los alzados de los edificios institucionales («Casa del Señor Juez»). En Huexutla (Hidalgo) apa- rece la retícula, aunque las casas que ocupan las distintas parcelas parecen estar un tanto mal distribuidas en su interior. El centro de la urbe es ocupado por el gran atrio con sus capillas posas representadas en alzado al igual que la iglesia donde se pueden observar, in- cluso, elementos constructivos como los contrafuertes. Pese a que con las diferencias de calidad de los tlacuilos el sistema metonímico fun- ciona de forma genérica, a veces existe cierta diferenciación en el tratamiento de cada uno de los conceptos iglesia = pueblo. Es el caso de Itztepexic (Oaxaca) donde, además, se aña- de a la arquitectura una traza cuadriculada formando manzanas con garabatos que repre- sentan las viviendas. Se potencia de esta forma la cabecera y, por el tratamiento, se iguala su importancia con la Antequera (capital de Oaxaca) que aparece representada de manera marginal, pero que sirve para entender la geografía regional más allá de los límites jurídi- cos de la población de Itztepexic. Si hemos señalado la reducción a un solo edificio para identificar la población o la interrelación de varios para significar el carácter urbano complejo, en ocasiones, como en Iztapalapa (Valle de México), se reduce a dos figuras contrapuestas, autónomas y represen- tativas de esa urbe: iglesia de San Lucas y Cabildo Indígena («Estas son las casas de la comunidad») con glosas que autentifican la identificación y con un tratamiento espacial que potencia la construcción cívica sobre la religiosa. Con un dibujo individualizado de cada uno de los edificios que muestran la pericia del pintor podemos apreciar la correspondiente a Oaxtepec (Morelos) en que contraponen la iglesia con su atrio almenado, la Casa de la Justicia, el mercado y el Hospital de españoles 35. Imágenes que se reducen a la traza urbana son escasas pero en todas ellas destaca la retícula cuadrada o rectangular con pequeños dibujos dentro de las manzanas significando

34. Cfr. MORALES FOLGUERA, J.M. Op. cit., p. 129. 35. Ibidem, pp. 146-147. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 57 la construcciones domésticas (Epazoyucan —Hidalgo— y Nochistlán —Oaxaca—) y una mejor definición en la zona central con la plaza, la iglesia en alzado y alguna otra edifica- ción pública identificada como, por ejemplo, «çeldas» (cárcel) y «çasas reales» en Quatlatlauca —Puebla—. Un caso excepcional es Cholula ya que une a la retícula las edifi- caciones domésticas bastante individualizadas, las iglesias con sus glosas identificativas, el nombre y centro ceremonial prehispánico («Tollan Cholulan Tlahichual tepetl») y el con- vento de San Gabriel (con su atrio y capilla abierta), plaza mayor y edificios institucionales en alzado. El dibujo de algunas de estas arquitecturas con colores, sombreado, realismo y proporciones acercan al tlacuilo (utiliza el náhuatl en algunas glosas) a la pintura europea, por lo que hemos de suponer que se había formado en las escuelas conventuales. Es nece- sario centrarnos en las seis iglesias representadas, aparte del convento, que se identifican como cabeceras y que vienen a significar los seis linajes o grupos étnicos (calpulli) del Cholula prehispánico. Estos eran: San Miguel Tianquiznahuac, Santiago Mizquitla, San Juan Texpolco, Santa María Quauhtlan, San Pablo Tecama y San Andrés Colomoxco. El hecho de referirse en la pintura a estos barrios o iglesias como cabeceras «… hace pensar en un gobierno indígena compartido, donde los caciques locales de cada porción de la ciudad man- tenían autonomía para con su población. Por su parte, el hecho de abandonar tal denomina- ción y adoptar el generalizado título de «barrios» en los documentos de fines de ese siglo (XVI) y subsiguientes, nos delata que la progresiva implantación de la estructura municipal para el gobierno indígena dio unidad a esta atomización de poderes locales: por un lado, la sede del cabildo indio localizada en el centro y los barrios sujetos por otro. No obstante, los «barrios» mantuvieron su jurisdicción territorial proyectada desde el barrio mismo, inte- grante de la ciudad, hasta las fronteras del distrito español. Así, cada barrio siguió siendo la cabecera de varios pueblos sujetos, rotándose sus dirigentes en el gobierno de toda la repú- blica» 36. Un tratamiento individualizado tenemos que hacer de Teutenango (México) ya que re- úne varios aspectos a tener en cuenta. Por un lado la traza en damero tanto de la cabecera, que ocupa la mitad de la totalidad del dibujo, como de las estancias. Estas sitúan como úni- ca construcción identificativa el alzado centrado de la fachada de las correspondientes igle- sias. En cambio, Teutenango desarrolla una amplia plaza mayor que le permite dibujar en su perímetro el convento (con su atrio almenado y los alzados de la iglesia y de la capilla abierta), la fuente, la horca y las casas de comunidad, del clérigo y del corregidor. Además, marca las carnicerías en el extrarradio urbano y, sobre una montaña anexa, los restos prehispánicos de su anterior asentamiento. Todo ello se explica mediante glosas, siendo la

36. HERMOSILLO, F. G. Cholula o el desplome de un asentamiento étnico ancestral, p. 26. Véase, también: MUNDY, B. Op. cit., pp. 118-120. 58 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN principal la que dice: «Este pueblo de Teutenango descendió del peñol a este llano, y está por sus calles derechas y traviesas, como México». Tenemos que preguntarnos, llegado este momento, si las pinturas que acompañan las Relaciones Geográficas hay que interpretarlas, en el sentido definido por Kagan, como imá- genes comunicéntricas. Desde luego, todas venían a responder a las diversas preguntas de la encuesta de Felipe II y no tenían como finalidad inmediata la visualización pública de las mismas. Solo las autoridades virreinales y el Consejo de Indias llegarían a verlas y, di- gamos, solo la última institución a evaluarlas e interpretarlas dentro de los objetivos plan- teados en la Instrucción Real. Por tanto, estas pinturas eran documentos oficiales privados que formaban parte de un cuestionario ofreciendo rasgos comunes y una suma de variables tan amplia como el número de pinturas conservadas. De hecho habrían influido en su reali- zación, de forma determinante, la capacidad técnica de los tlacuilos o pintores que se tuvie- ran a mano y las exigencias y compromiso de los encargados de la redacción. Así, en la zonas correspondientes a Oaxaca, Puebla y Valle de México donde existían tradiciones pic- tóricas indígenas los logros son mucho mas estimables que en el resto, incluso que la pro- pia Michoacán que contaba con un grupo cultural importante como los tarascos. En otro nivel, la mayor o menor imbricación de los resultados pictóricos con las con- cepciones y formas de representación precortesianas nos permitirá una lectura coherente del conjunto y la evaluación concreta de las influencias hispánicas. De hecho existen un grupo de dibujos que no tienen nada que ver con las culturas preexistentes. Suelen corres- ponder a lugares periféricos o Reales de Minas, aunque, a veces, se encuentran en el centro de zonas culturalmente desarrolladas 37. En estos casos no podemos hablar de vista comunicéntrica en sentido estricto sino, más bien, en la visión que los colonos y autorida- des españolas tenían del territorio. Los resultados oscilan entre pinturas esquemáticas re- sueltas por alguna persona con ligerísimas nociones técnicas (Compostela —Nayarit— o Los Peñoles —Oaxaca—) y otras con preocupaciones paisajísticas que las proponen, ya lo hemos indicado, como auténticas vistas corográficas (Meztitlán —Hidalgo— 38 o urbanísti- cas (Ameca —Jalisco—). En ellas se resaltan los accidentes geográficos, los lugares de asentamientos, la riquezas y posibilidades de explotación y los puntos conflictivos, sobre todo en aquellas zonas límite con los indios chichimecas (Ejemplos, la pintura de San Mi- guel de los Chichimecas —Guanajuato— o la de Meztitlán —Hidalgo—). Otro grupo de pinturas presentan puntuales elementos identificativos prehispánicos que se reducen a, por ejemplo, los esquemáticos pies que señalan los caminos mezclados con herraduras propias de la presencia de caballos ya europeos. No obstante, siempre son fre-

37. En estos casos es posible que la falta de esa pintura o su poca calidad esté en relación con la dejadez de los responsables políticos de la redacción. 38. Cfr. MORALES FOLGUERA, J.M. Op. cit., pp. 132-133. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 59 cuentes algunos glifos de lugar y los relativos a los nacimientos de agua. Otros dibujos más complejos componen las pinturas basándose en glifos mostrando, por tanto, una visión comunicéntrica de las sociedades indígenas. Quizás los casos de Teozacoalco, Amoltepec, Macuilxochilt, Texupan (los cuatro en Oaxaca) y Cempoala (Hidalgo) nos sirvan como ejem- plos significativos. Lógicamente estos dibujos no presentaban ninguna dificultad compren- siva para las jerarquías indígenas y los tlacuilos marcaron con sus conocimientos culturales la perfecta relación territorial y humana de sus poblaciones. Pero estos dibujos eran filtra- dos por las autoridades que encargaban directamente las Relaciones y ello obligaba a una primera interpretación que limita los contenidos expresivos. Así, bien en náhuatl o en cas- tellano, se explican los glifos, se identifican lugares o se relatan genealogías o hechos his- tóricos. Luego la visión, exclusivamente comunicéntrica, se transforma en oficial. Tanto es así que en la Relación de Teucaltiche (Jalisco), de la que desgraciadamente se ha perdido la pintura, se describe el procedimiento e, incluso, la posibilidad de explicar correctamente lo expresado en el dibujo: «Y, con los dichos naturales, hice que hiciesen una pintura de toda esta provincia, y de los pueblos y estancias, ríos y sierras y otras cosas della, que es el or- den que ellos tienen para darlo a entender. La cual hicieron a su modo, que es esta que con esta relación va; y, en ella, se escribió lo que convino para su declaración. Y, si su merced del dicho señor Licenciado Maldonado fuere servido de informarse mas particularmente de lo contenido en la dicha pintura mediante intérpretes, irán a la ciudad de Guadalaxara in- dios antiguos que hagan declaración della; aunque, lo que en ella se escribió, es lo que dello se pudo saber con toda diligencia» 39. La imagen final, por tanto, no es una expresión autónoma de su cosmovisión, sino la ima- gen oficial, de síntesis, pero interpretada en algún grado por las autoridades españolas inme- diatas. Cuando llegaron al Consejo de Indias suponemos que también fueron comprendidas en el nivel necesario por los receptores ya que, en caso contrario, hubieran cambiado o defi- nido conceptualmente los ítems en la nueva impresión de la Cédula Real de 1584. Estoy en desacuerdo con aquellos autores que califican de fracaso el cuestionario de 1577 40. Es posi- ble que no cumpliera los ambiciosos objetivos del Consejo de Indias y, mas concretamente, de Juan López de Velasco, pero ello no impide que su valoración final sea positiva. Incluso, cuando analizamos pormenorizadamente las pinturas donde diversos estudio- sos han potenciado los valores culturales prehispánicos podemos encontrar ciertas contra- dicciones a estas afirmaciones cuando las cotejamos con la realidad. Una de las bases mas importantes de este estudio reside en el trabajo de campo, lo que nos ha permitido sopesar lo simbólico y lo real.

39. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 308. 40. Cfr. MUNDY, B. Op. cit., pp. 23-27 y 213-216. 60 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

En el dibujo de Texupan (Oaxaca) aparece un paisaje imaginado con varios accidentes mezclados con glifos. Entre las estribaciones montañosas corren una serie de ríos que se unen parcialmente en medio del pueblo y, finalmente, fuera del mismo. También se mez- clan varios caminos cuyas direcciones se marcan con glosas en castellano. Sobre la traza urbana de pueblo aparece el glifo principal sobre un calli y una montaña coronada por un chalchihuite (piedra preciosa azulada). Indica el nombre de la población en mixteca «Ñundaa» que significa tierra azul y en náhuatl «Texupa». Lo interesante es que el calli está situando el asentamiento primitivo frente a la cuadrícula que marca la nueva urbe. So- bre la mayor de las montañas aparece un nuevo glifo con una espiga de maíz (miauatl), de ahí el nombre de Miahuatltepetl, y unas murallas y personajes que nos hablan del carácter defensivo. Es evidente que hace referencia a hechos históricos concretos. El convento se encuentra representado en alzado con una huerta lateral en la parte llana de la población, digamos hacia la zona de vega y cultivable. Es, por tanto, un paisaje simbólico con conte- nidos culturales concretos pero, y aquí el problema, coincide con la realidad de la situación geográfica de Texupan. Los dos grandes montes separados por un río, el lugar del enclave antiguo de la población, el diseño en damero de la nueva, el establecimiento periférico del convento y los caminos con direcciones correctas. Simbología y realidad que, sin duda, no fue difícil interpretar por el Corregidor Diego de Avendaño y los frailes encargados de la realización del texto cuando cotejaron su información, la geografía del entorno y el dibujo, por mucho que el tlacuilo potenciara con sus glifos la historia y los antiguos asentamientos, por lo demás también referidos en el texto. Es mas, en algunos casos se ha interpretado la superposición de los caminos con sus pies, modo de representación prehispánica, como una fórmula de crítica o no aceptación por parte de los tlacuilos de la traza urbana de los nue- vos conquistadores. Se olvidan apreciar que junto a los pies también aparecen herraduras que hacen pensar que eran caminos capaces de permitir el tránsito de caballos, animal que viene de Europa y que fue decisivo en la conquista de América. Otro de los dibujos valorados dentro de la tradición prehispánica y como superviven- cia de modos de representación es la correspondiente a Macuilsuchil (Oaxaca). Aquí es el glifo central de la montaña con los tres personajes en su interior el que otorga, fundamen- talmente, el carácter comunicéntrico. Es cierto, pero no basta la imagen al tlacuilo o al co- rregidor Don Gaspar de Asensio ya que requiere de la explicación en náhuatl, la lengua franca de mesoamérica, no la propia zapoteca del lugar. Pero cuando cotejamos el esquema paisajístico representado de nuevo viene a coincidir con la realidad. La montaña referida como simbólica y como centro de la composición, existe y es el centro geográfico de la zona, lo que nos obliga a pensar que el pintor recoge desde este punto de vista el conjunto topográfico. No es, por tanto, una pintura centralizada de carácter prehispánico sino una forma de representación a partir de la cabecera que ocupa ese lugar en la topografía de la región. El río pasa bordeando la montaña y junto a él se encuentra, en la actualidad la po- blación de Macuilxochilt. Al igual que en la pintura al noreste está el enclave de Santiago Macuilsúchil (Santiaguito, hoy día), al noroeste aparece Teotitlán, al sureste tenemos San TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 61

Francisco Macuilsúchil (San Francisco Lachigolo), al sur Tlacochahuaya y, por fin, al su- roeste San Juan Macuilsúchil (San Juan Guelavía). El esquema responde a la realidad ac- tual, aunque el moderno sistema de comunicaciones se aparta relativamente de esta lectura, incluso el desarrollo de Tlacochahuaya y de Teotitlán frente al descenso de población de Macuilxochilt, modifica la comprensión de la estructuración político-administrativa origi- nal. Según el documento de Relación, Macuilsúchil se refiere a «pueblo de cinco rosas, pusieronle este nombre los antiguos naturales, por cinco piedras grandes que están sobre un cerro grande redondo que esta junto al pueblo». El glifo cinco flor es correcto como observamos en el interior de la montaña, pero no hay rastro de las cinco piedras grandes, lo que si es cierto es que son precisamente cinco los pueblos que forman la jurisdicción de Macuilxochilt, a los cuales se podría referir la interpretación simbólicamente 41. Por último, la pintura que acompaña la Relación de Cempoala también esta llena de glifos (un total de 51), incluyendo en ellos los personajes que se identifican con los señores de cada lugar. De nuevo la información simbólica y comunicéntrica del tlacuilo se comple- ta con glosas explicativas, pero la pintura representa un paisaje muy esquemático marcado por dibujitos de especies vegetales perfectamente identificables y montañas de diversa cua- lidad centradas por una de mayor tamaño que coincide con el glifo de Cempoala que signi- fica «veinte». Aquí pudo haber una confusión por parte del Corregidor don Luis de Obregón cuando aceptó el dibujo ya que el glifo de Cempoala se puede confundir con el elemento que prima y que rige la composición geográfica del lugar: el cerro denominado Tlecaxtitlán (cerro hecho a la manera de brasero) reconocido como elemento básico del paisaje en el texto de la Relación. Imágenes que, en su conjunto, mezclan dos concepciones del mundo basadas en la tra- dición medieval europea y en la cultura prehispánica, ambas imbuidas de simbolismo. Es, quizás, la nueva percepción renacentista mas apegada al conocimiento empírico la que las distancia. Pero, en el último cuarto del siglo XVI, en América ya existe una nueva socie- dad, con todas sus contradicciones, que mezcla naturales y europeos. Y, esa nueva situación comunitaria, se dibuja a sí misma por primera vez en las Relaciones Geográficas. Este es uno de los grandes valores de estas pinturas, ser la primera representación de conjunto del territorio mesoamericano por sus propios habitantes. Luego es la imagen perceptiva de su realidad y así tenemos que estudiarla. Profundizar en la idea de la percepción subjetiva o comunitaria nos parece importante. La carga cultural influye indudablemente, pero la imagen que se tiene es una parte veraz de la realidad objetivable. Nunca la imagen es falsa en tanto que la comunidad la acepta como real. Cuando observamos algunas de las pinturas de las Relaciones Geográficas que repre-

41. Sobre la significación en zapoteca de Macuilxochilt, Cfr. MUNDY, B. Op. cit., pp. 161-163. 62 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN sentan de forma desproporcionada rasgos geográficos estamos ante la captación subjetiva de la realidad, pero cuando cotejamos estas imágenes con la realidad geográfica observa- mos perfectamente las razones de esa elección. Ejemplos como Macuilxochilt o Cempoala pueden servirnos. Cuando cualquiera de nosotros describe, por ejemplo, una calle lo hace marcando los elementos que considera principales, otra persona puede centrarse en otros, pero si leemos los dos textos ante la realidad, ambos, posiblemente, nos permiten identifi- car sin duda esa calle y no otra. Todos seleccionamos perceptivamente la realidad a partir de las sensaciones recibidas. Las razones electivas son diversas. Solo la fotografía capta el instante tal y como sucede (incluso con limitaciones), las demás artes seleccionan las sen- saciones, pero no por ello se alejan o falsean la realidad, sino que revelan los aspectos fun- damentales de esa realidad, ahora subjetivada. Relacionada con esa compleja sociedad novohispana de fines del quinientos tiene sen- tido la reflexión de Richard Kagan: «La cartografía científica tendía a reducir las ciudades a una serie de formas y contornos elementales y a reproducirlos posteriormente, de forma ortogonal o en perspectiva, con arreglo a una cuadrícula matemática. En el siglo XVI ese tipo de vistas se agrupaba bajo la denominación de «descripción», término que sugería un mínimo de exactitud y verosimilitud topográfica. En cambio, la vista comunicéntrica, aunque a menudo incorporase determinados ele- mentos cartográficos relacionados con la descriptio, por lo general no pretendía ofrecer una representación medida y topográficamente exacta de una ciudad concreta. De hecho, la ob- jetividad no era su mayor virtud. Antes bien, primaba la subjetividad, contemplando el mun- do, por así decirlo, a través de la lente de la comunidad que se proponía representar. La vista comunicéntrica tendía, pues, a ser deliberadamente idiosincrática, llena de distorsiones topográficas destinadas a realzar el tamaño y la importancia general de la ciudad» 42. La diferencia fundamental entre las vistas comunicéntricas que define Kagan y las imá- genes de las Relaciones Geográficas radica en los públicos a quienes van dirigidas. Mien- tras que las vistas comunicéntricas sirven como información a los propios habitantes o a gentes cercanas que comprenden su historia, costumbres y tradiciones; en el caso de las segundas van destinadas a un público restringido y lejano, el rey y el Consejo de Indias. Es decir, gentes que no tienen la experiencia de cercanía y que necesitan comprender el dis- curso. ¿Qué esperaban las autoridades del Consejo de Indias como respuesta a la pregunta 10: «El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto o bajo, o llano, con la traza de ellos»?. Quizás la respuesta esté en las imágenes que en ese momento existían en los fondos de la institución que no eran otras que los planos fundacionales de ciudades como Mendoza en Argentina (1561). Es decir, la traza urbana con sus manzanas, calles y plazas;

42. KAGAN, R. Op. cit., p. 173. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 63 a lo que se añade la orientación. Faltaría, si tomamos como ejemplo Mendoza, su localiza- ción geográfica que llevaría, para su respuesta, a un texto complementario o a una repre- sentación corográfica. Creo que esto es lo que se esperaba de las respuestas y nada más. Es cierto que estos planos fundacionales eran teóricos y que la ciudad se iría confor- mando en los años sucesivos, a veces no respetando la imagen cuadriculada perfecta pre- vista. Lo que comunicaban con este esbozo al Consejo de Indias era la realidad jurídica, la «civitas», siguiendo a Kagan, frente a la «urbs» que aún tenía que construirse. Que esta imagen fuera ficticia no quiere decir que no fuera un modelo poblacional ya que, como comprobaremos, las retículas se confirmaron y son, en la actualidad, uno de los mas ricos patrimonios urbanísticos de América y, concretamente, de México. Diferente era el caso de las poblaciones situadas en el litoral. Allí se demandaba: «Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos en pintura, como quiera que sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que tie- nen» (pregunta 42) y «Los nombres de las islas pertenecientes a la costa y por qué se lla- man así; la forma y figura dellas, en pintura si pudiere ser, y el largo y ancho y lo que bajan; el suelo, pastos, árboles y aprovechamientos que tuvieren; las aves y animales que hay en ellas, y los ríos y fuentes señaladas» (pregunta 47). Las informaciones solicitadas implicaban más que un conocimiento básico del territorio o una imagen comunicéntrica del mismo. Remitían al conocimiento de los perfiles geográficos generales, de la navegación, de las rutas y de la protección contra posibles enemigos. Sus cualidades las convertirían, lógicamente, en secretos. Su realización significaba materia informativa para la Casa de la Contratación y su finalidad era bien diferente. Así lo entendieron en las costas del Golfo de México cuando encargaron a Francisco Stroza Galli la realización de las correspondientes a Tlacotalpa (Veracruz) y Coatzacoalco (Veracruz) 43. Stroza Galli, marino de profesión, había nacido en 1539 en Sevilla, conocedor de las costas americanas debía encontrarse en 1580 en alguna misión oficial. En 1581 el virrey de Nueva España le confió una expedición a Filipinas. Falleció en la ciudad de México en 1591 44. Aunque con menor calidad y precisión cartográfica, no son nada desdeñables los dos dibujos que acompañan la Relación de Tehuantepec (Oaxaca). La primera de ellas, citada como respuesta a la pregunta 10, es una visión geográfica de la región con las poblaciones mas importantes, las montañas, salinas y el perfil del litoral Pacífico. La segunda, en con- testación a la pregunta 42 representa una mayor extensión geográfica definida con medidas precisas («Toda la costa está de leste a oeste, y en altura de latitud septentrional de diez y seis grados justos») que obliga a pensar en la participación de un personaje con formación en cartas náuticas y manejo del astrolabio; aunque la aparición, en el primero de los dibu-

43. Cfr. MORALES FOLGUERA, J.M. Op. cit., p. 135. 44. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, pp. 281-282. 64 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN jos, de un tigre o jaguar subiendo a un monte tras la iglesia de la población funciona como glifo locativo ya que Tehuantepec significa «cerro del tigre»; remitiéndonos, por tanto, a un pintor indígena 45. La Relación de Compostela (Nayarit) incluye una pintura donde se reúnen la descrip- ción geográfica del territorio y el perfil de la costa. Aunque el dibujo carece de la precisión y calidad de los realizados por Stroza Galli. Es cierto que responde a los requerimientos de las preguntas 42 y 47 del cuestionario, precisando las islas y su distancia a la costa, los embarcaderos y bahías con su tamaño en leguas y la orientación 46. Con textos ilustrativos como el siguiente: «Caleta de Chacala: descargadero de la sal que se trae de Culiacán en barcos, por no haber otro puerto más cercano a la ciudad de Compostela, que está della a siete leguas» 47. Poco interés tiene la pintura de Cuahuitlán (Oaxaca) donde el Océano Pacífico se dibu- ja con una simple grafía propia de la representación de montañas como nos advierte el au- tor con la glosa: «Toda esta cordillera es mar braba». El resto de información del litoral se reduce a un círculo donde se lee «laguna de pescado». El conjunto del texto de la Relación no es rico en información, reduciéndose, aún mas, la referida a la costa que, ni siquiera, sigue el orden del cuestionario 48. Algo similar sucede con la representación del puerto de Tecolutla (Veracruz) que se simplifica en la desembocadura del río del mismo nombre y el dibujo de un barco 49. En otras zonas litorales, por último, como Guatulco (Oaxaca) y su partido se obvia el dibujo por no existir nadie capaz de realizarlo: «Y no hubo en el dicho pueblo ni en toda esta jurisdicción, quien supiese pintar la tierra y costa della, que, por las cartas de marear desta Mar del Sur, se podrá ver en pintura» 50, remitiendo, incluso, a cartografías existentes.

45. Es posible que no fuera el mismo pintor el responsable de ambos dibujos. Esto facilitaría la atribución del perfil de la costa a Francisco Stroza Galli por parte de Bárbara Mundy; Cfr. MUNDY, B. The Mapping of New Spain, pp. 51-55 y 195-202. 46. Este dibujo puede relacionarse con el denominado plano del Nuevo Reino de Galicia realizado en fechas próximas, Cfr. MORALES FOLGUERA, J. M. La construcción de la utopía, p. 131-132. 47. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 98. 48. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 135. 49. Este puerto pertenecía a la Alcaldía Mayor de Hueytlalpa (Puebla). Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográ- ficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 179. 50. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 202. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 65

Instrucciones para la redacción de las Relaciones de Felipe II, 1577. 66 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

San Miguel y San Felipe. Estado de Guanajuato (Real Academia de la Historia. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 67

Villa de Celeya y su partido. Estado de Guanajuato (RAH. Madrid). 68 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Yuririapúndaro. Estado de Guanajuato (Archivo General de Indias. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 69

Atengo y su partido. Estado de Guerrero (Benson Latin American Collection. Universidad de Texas). 70 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Minas de Zumpango. Estado de Guerrero (RAH. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 71

Muchitlán y su partido. Estado de Guerrero (BLAC. Universidad de Texas). 72 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cempoala y su partido. Estado de Hidalgo (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 73

Epazoyucan. Estado de Hidalgo (BLAC. Universidad de Texas). 74 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Huejutla. Estado de Hidalgo (AGI. Sevilla).

Meztitlán y su partido. Estado de Hidalgo (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 75

Minas de Zimapán. Estado de Hidalgo (AGI. Sevilla). 76 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tetliztaca y su partido. Estado de Hidalgo (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 77

Ameca y su partido. Estado de Jalisco (BLAC. Universidad de Texas). 78 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Atlatlahucan y su partido. Estado de México (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 79

Chimalhuacán. Estado de México (AGI. Sevilla). 80 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Chicoloapan. Estado de México (AGI. Sevilla).

Coatepec. Estado de México (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 81

Minas de Temazcaltepec y su partido. Estado de México (AGI. Sevilla).

Minas de Temazcaltepec. Estado de México (AGI. Sevilla). 82 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tequizistlán y su partido. Estado de México (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 83

Teutenango y su partido. Estado de México (AGI. Sevilla). 84 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Texcaltitlán (Minas de Temazcaltepec). Estado de México (AGI. Sevilla).

Texupilco (Minas de Temazcaltepec). Estado de México (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 85

Temazcaltepec (Minas de Temazcaltepec). Estado de México (AGI. Sevilla). 86 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Culhuacán. México D.F. (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 87

Iztapalapa. México D.F. (BLAC. Universidad de Texas). 88 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Yecapixtla y su partido. Estado de Morelos (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 89

Huaxtepec. Estado de Morelos (BLAC. Universidad de Texas). 90 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Compostela y provincia. Estado de Nayarit (RAH. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 91

Amoltepec. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). 92 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Atlatlauca y Malinaltepec. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 93

Cuahutitlán y su partido. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). 94 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Ixcatlán y su partido I. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 95

Ixcatlán y su partido II. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). 96 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Iztepexic y su partido. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 97

Los Peñoles. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). 98 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Macuilxochilt y su partido. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 99

Nochixtlán. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). 100 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Texupan. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 101

Tecuicuilco y su partido. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). 102 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tehuantepec. Perfil de la costa. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 103

Tehuantepec y su partido. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). 104 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Teozacoalco y su partido. Estado de Oaxaca (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 105

Teutitlán y su partido. Estado de Oaxaca (RAH. Madrid). 106 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Suchitepec. Estado de Oaxaca (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 107

Tlacotepec (Suchitepec). Estado de Oaxaca (AGI. Sevilla).

Macupilco (Suchitepec). Estado de Oaxaca (AGI. Sevilla). 108 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tlamacazcatepec (Suchitepec). Estado de Oaxaca (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 109

Zozopastepec (Suchitepec). Estado de Oaxaca (AGI. Sevilla). 110 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cholula. Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas).

Huehuetlán y su partido. Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 111

Hueytlalpa y su partido. Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas). 112 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Jujupango (Hueytlalpa). Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 113

Matlatlán (Hueytlalpa). Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas). 114 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Quatlatlauca. Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 115

Tetela y su partido. Estado de Puebla (AGI. Sevilla). 116 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Xonotla y su Partido. Estado de Puebla (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 117

Zacatlán (Hueytlalpa). Estado de Puebla (BLAC. Universidad de Texas). 118 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cuzcatlán y su partido. Estado de San Luis Potosí (AGI. Sevilla). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 119

Cuzcatlán y su partido. Estado de San Luis Potosí (BLAC. Universidad de Texas). 120 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Convento de San Francisco. Relación de Tlaxcala (Biblioteca de la Universidad de Glasgow).

Bautismo de los Señores de Tlaxcala. Relación de Tlaxcala (BUG). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 121

Plaza Mayor. Relación de Tlaxcala (BUG). 122 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Coatzacoalcos. Perfil del río. Estado de Veracruz (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 123

Jalapa y su partido. Estado de Veracruz (AGI. Sevilla). 124 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Misantla y su partido. Estado de Veracruz (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 125

Papantla (Hueytlalpa). Estado de Veracruz (BLAC. Universidad de Texas). 126 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tecolutla (Hueytlalpa). Estado de Veracruz (BLAC. Universidad de Texas). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 127

Tenanpulco y Matlactonatico (Hueytlalpa). Estado de Veracruz (BLAC. Universidad de Texas). 128 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

exas).

eracruz (BLAC. Universidad de T

Tlacotalpa. Perfil de la costa. Estado de V 4. LA RED DE COMUNICACIONES

El establecimiento de una red de comunicaciones que permitiera la movilidad huma- na y comercial dentro de los virreinatos americanos fue prioritaria en el concepto teórico del Estado hispánico. Estas vías fueron necesarias para aunar las distintas regiones y facili- tar las tareas de gobierno. Al igual que se asumieron conceptos del sistema sociopolítico prehispánico, también se reutilizaron y mantuvieron los caminos, aunque se abrieron nue- vos o se potenciaron otros atendiendo a nuevas necesidades. El objetivo final del sistema era el drenaje económico hacia la metrópoli lo que generó, por un lado, la Carrera de Indias que permitía atravesar los océanos Atlántico y Pacífico y, por otro, la facilidad de movi- mientos entre los centros mineros y los puertos. Es decir, se asumieron las vías prehispánicas, en tanto que ocupación jurídica del territorio, y se potenciaron o se abrieron nuevas comu- nicaciones en relación con la pujante economía derivada de la extracción de metales pre- ciosos. El sistema de la Carrera de Indias, regulado desde 1564, consistía, básicamente, en la partida de dos flotas anuales (El Galeón de Tierra Firme y la Flota de Nueva España) que ponían en contacto los dos grandes virreinatos del siglo XVI. El Galeón de Tierra Firme llegaba a Cartagena de Indias y, de ahí, a Portobelo donde se hacía la Feria. En contraparti- da desde Lima salía la Escuadra Peruana hasta Panamá. Desde aquí, atravesando el istmo, las mercancías llegaban a Portobelo facilitando el intercambio. Por su parte, la Flota de Nueva España tenía como punto de llegada el puerto de Veracruz en el Golfo de México. Allí recalaban los productos del virreinato y los de Filipinas que utilizaban el denominado Galeón de Manila entre esta ciudad del archipiélago filipino y Acapulco. Una vez que se realizaban las consiguientes Ferias e intercambios, ambas flotas se reunían en La Habana para hacer juntas y bien protegidas el viaje de vuelta hasta Sevilla. Lógicamente la comunicación entre estos puertos, las capitales virreinales y de audien- cias, así como con los centros mineros fueron prioritarias. Generalmente, en Nueva Espa- ña, se hacían por tierra aprovechando tanto los animales de carga y tiro como a los indíge- 132 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN nas (tamemes), al menos durante el siglo XVI, aunque excepcionalmente se utilizaron par- cialmente vías fluviales. La arriería fue, sin duda, el principal sistema de transporte durante los siglos virreinales. Esto obligaba al mantenimiento de una serie de servicios, concreta- dos en mesones, posadas y ventas, tanto para las personas como para las recuas. Tenemos noticias del establecimiento de muchas de ellas en poblaciones y aisladas en trayectos lar- gos. Su funcionamiento fue regulado, para impedir el abuso, desde sus inicios a través de Cédulas Reales 1. La estructura administrativa de la mesoamérica cortesiana mantuvo la capital azteca, ahora redefinida, como centro jurídico y político. Mas tarde su elevación a capital virreinal la convertirían en una de las ciudades mas pobladas e importantes del mundo moderno. Pero esa decisión del conquistador significaba, también, heredar el sistema de comunicaciones de los mexicas potenciándose una imagen radial dada su situación geográfica en el centro del altiplano. Desde México tenían origen y era, a su vez, el punto de llegada de las principales rutas las cuales, genéricamente, se dirigían a los cuatro puntos cardinales. Hacia el oeste estaba el camino a Toluca, denominado «de las Harinas» ya que servía para llevar cereales desde el rico valle de Toluca a la capital 2. En dirección noroeste partía la mas importante que comunicaría todos los territorios septentrionales. Se trataba del denominado Camino Real de Tierra Adentro que tenía un nudo fundamental en Querétaro, donde comenzaban las de- rivaciones hacia Michoacán y Nueva Galicia (Guadalajara), continuando la vía principal hacia las zonas mineras de Zacatecas y Guanajuato a partir de mediados del siglo XVI 3. Al sureste, el eje principal se dirigía hacia la Audiencia de Guatemala pasando por Oaxaca y Chiapas. Al sur, la ruta llevaba a Acapulco, lugar de partida y atraque del Galeón de Manila 4. Al este, por último, se unía con el puerto de Veracruz, punto de llegada de las flotas de Nueva España y lugar donde se inició, siguiendo el camino prehispánico, la conquista de Hernán Cortés 5. Este esquema genérico habrá que completarlo con derivaciones y con ca- minos de intercambio regionales y locales. Lógicamente esta red principal fue objeto de atención para las autoridades españolas ya que su inutilización significaba pérdidas económicas e interrogantes en el sistema admi- nistrativo. No es de extrañar, por tanto, que la hacienda pública invirtiera dinero en la con- servación de las mismas. A veces, con el parecer de importantes ingenieros militares, como

1. Cfr. Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias. Libro IV. Titulo Diez y Siete. De los Caminos Públicos. Fol.112. 2. Cfr. GONZÁLEZ TASCÓN, I. Ingeniería española en Ultramar (siglos XVI-XIX). Vol. 2, p. 477. 3. Cfr. SERRERA, Ramón. Tráfico terrestre y red vial en las Indias españolas, pp. 39-45. 4. Ibidem, pp. 31-39. 5. Sobre la vía México-Veracruz, Cfr. Ibidem, pp. 24-31. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 133 el caso de Bautista Antonelli que realiza un informe en 1590 de la vía entre Veracruz y México que, además, se acompaña de un magnífico plano de la ruta 6. Era el camino más importante de México a nivel económico y el más representativo pues por allí llegaban los altos funcionarios y, sobre todo, los virreyes. Estos tardaban en hacer el itinerario hasta dos meses debido a los protocolos oficiales y recibimientos de las poblaciones por las que pa- saban. El camino comprendía entre ochenta y cien leguas, dependiendo del trayecto, de las cuales tres cuartas partes eran transitables con carros, pero la parte restante solo era practi- cable con bestias de carga no solucionándose este problema hasta los primeros años del siglo XIX, a lo que hay que añadir el paso del río de la Antigua que era necesario cruzarlo con barcas 7. El tiempo que se empleaba dependiendo de las condiciones climatológicas era de 16 días. Además, este camino presentaba varias alternativas. Un primer tramo, siempre igual, iba desde el puerto hasta Jalapa y Perote (lugar donde se realizaría un importante fuerte en el siglo XVIII); a partir de aquí había distintas posibilidades. El denominado Ca- mino Viejo de los Virreyes continuaba con las siguientes poblaciones principales: Huamantla, Tlaxcala, Puebla, Cholula, Apán, Otumba y México 8. En cambio, el denominado Camino Directo iba desde Perote hasta Apán, obviando las grandes ciudades, y de allí a Otumba y México 9. El camino real de México a Guatemala y Honduras pasaba por Oaxaca. Los hitos prin- cipales eran, además, Puebla de los Ángeles y, ya en el mar del Sur, Tehuantepec 10. Es interesante constatar que las pequeñas poblaciones enclavadas en el mismo valoran su si- tuación privilegiada dentro de la red viaria y la resaltan en los textos de las Relaciones Geo- gráficas. Es el caso del pueblo de Cuicatlán donde se dice: «Esta este pueblo de Cuicatlán como a sesenta leguas, poco más o menos, de la ciudad de México, donde reside la Real Audiencia y el señor Visorrey, que es la metropolitana de la Nueva España, y a cuarenta de la ciudad de los Ángeles, y a casi veinte de la ciudad de Antequera, en cuyo obispado cae. Y este pueblo está sentado en el camino real que va de la dicha ciudad de Antequera a la de México y de los Ángeles, y aun para ir o venir de México a Guatemala, o Nicaragua y Hon-

6. Cfr. «Relación y calidad del camino que abrió el Doctor Palacios por Orden del Virrey Marqués de Villamanrique, empezando desde las Ventas de Buitrón hasta dar en la Venta del Pinar, que es en el camino que se anda de presente, como se parecerá por su descripción.» Archivo General de Indias, México 257. «Descripción del camino que se pretende hacer empezando de la Venta de Butrón hasta la Ciudad de México…». México, 8 de mar- zo de 1590. AGI, Mapas y Planos, México 39. 7. Cfr. SERRERA CONTRERAS, R. Op. cit., pp. 28-29. 8. Cfr. GONZÁLEZ TASCÓN, I. Op. cit., Vol. 2, p. 452. 9. Ibidem, p. 455. 10. Esta vía también se denominó entre Tehuantepec y México como Camino de los Salazones ya que, a través de ella, se transportaba pescado salado desde la costa a las principales ciudades del itinerario. Cfr. GONZÁLEZ TASCÓN, I. Op. cit., Vol. 2, p. 480. 134 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Bautista Antonelli. Ruta entre Veracruz y México. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 135 duras, se ha de pasar por este pueblo» 11. Dentro de este camino real destaca también la población de Quiotepec, en el partido de Ixcatlán, situado junto al Río Alvarado que pre- sentaba dificultades estacionales: «Y viene tan crecido en el verano, que no se puede va- dear si no es en balsas. Y es continuo el pasaje para Guaxaca y Guatemala» 12. El Camino de Tierra Adentro, como ya hemos indicado, fue uno de los principales del virreinato que estuvo marcado por el enfrentamiento con los indios chichimecas y el pro- gresivo descubrimiento de minas de plata cada vez más al norte. La fundación de Querétaro en 1540 y el descubrimiento de las minas de Zacatecas en 1546, son fechas claves que per- mitirán el funcionamiento completo del trayecto en 1550. En años posteriores, y corriendo paralelamente al encuentro de nuevos filones, el itinerario se continuará hasta Fresnillo, Som- brerete, Durango y, mas al norte, hasta llegar a Santa Fe del Nuevo México. Este camino minero fue el mejor acondicionado por las autoridades, labor facilitada por las condiciones genéricas de su topografía. De hecho, en él, funcionaban con normalidad las carretas. La introducción de estos vehículos en la Nueva España se atribuye a Sebastián de Aparicio, lego franciscano en sus últimos años. En 1531 ya había montado un negocio flore- ciente en Puebla de los Ángeles desde donde traficaba con Veracruz y, más tarde, en la ruta México-Zacatecas 13. En cambio, sería Pascual Carrasco el introductor de los carros 14. Las autoridades virreinales se preocuparon desde el inicio de la explotación de las mi- nas de Zacatecas de la seguridad en los caminos dado el continuo bandidaje de los indios chichimecas. Para ello se aconsejaba agruparse formando carreterías que irían protegidas. Además, se fundaron presidios en los que guarniciones militares intentaban mantener con- trolado el territorio asignado. Entre estos, destaca la fundación de Celaya (Guanajuato) por el virrey don Martín Enríquez en 1571. El mismo objetivo habían tenido las fundaciones de San Miguel de los Chichimecas y San Felipe (Torres Mochas), ambas en el Estado de Guanajuato. La pintura que se conserva, y que debía acompañar el texto perdido de la Re- lación de estas poblaciones, presenta las vías de comunicación marcadas por líneas rojas con carros tirados por bueyes y protegidos por soldados a pie y a caballo (armados con arcabuces). Incluso se representa a los chichimecas en actitud amenazante en distintas par- tes del itinerario, así como el ajusticiamiento de alguno de ellos. Los personajes y grupos dibujados deben relacionarse con algunos hechos acontecidos en esta vía de comunicación 15.

11. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 166. 12. Ibidem, p. 235. 13. Cfr. GONZÁLEZ TASCÓN, I. Op. cit., Vol. 2, pp. 443-445. 14. La diferencia entre los carros y las carretas estriba en que los primeros utilizan dos yuntas de bueyes y las carretas solo una. Los carros se utilizaban para cargas mas pesadas. Ambos sistemas tenían un solo eje de rue- das. Cfr. GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, S. J. Las comunicaciones en América, pp. 107-108. 15. Esta pintura se relaciona por el modo de representación y la cercanía territorial con el que dibuja a Nue- va Galicia fechado en 1541 —AGI, Mex. 560— y que presenta a los chichimecas en actividades bélicas, incluso quemando casas. 136 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Relación de San Miguel y San Felipe. Detalle.

El camino entre México y Acapulco no fue herencia prehispánica pues no hubo intere- ses en esa parte de la geografía para el imperio azteca. El litoral del Pacífico no tuvo gran importancia inicialmente, siendo el efímero puerto de Navidad (hoy Barra de Navidad en el Estado de Jalisco) desde donde se iniciaron las expediciones de descubrimiento y, mas tar- de, el fondeadero de la expedición de don Miguel López de Legazpi que conquistaría las islas Filipinas en 1565. No obstante, el perfecto enclave de la bahía de Acapulco facilitó su preeminencia, confirmada en 1593 por Felipe II cuando lo instituya como único puerto le- gal para negociar con Asia. Desde allí izaría velas, anualmente, la Nao de la China con destino Manila hasta 1815 en que se hizo el último recorrido. El trayecto entre México y Acapulco duraba, aproximadamente, entre 12 y 15 días teniendo que salvar dos ríos con barcas, el Papagayo y el Mezcala (también denominado Balsas o Zacatula) 16. El sistema de barcas está descrito en la Relación de Ohuapa (población sujeta de Iguala -Guerrero-) don- de se atraviesa el río Mezcala: «… no se vadea en todo el año y se pasa por él en unas balsas, que, en todo lo que se sabe, no se ha visto tal género de barcas: que es una reja de cañas de una braza en cuadra y, debajo, toda de calabazas, que la llevan nadando dos y tres indios asidos a ella contra la corriente, que es mucha, y va un hombre y dos en ella, que no lleva de vivo sobre el agua mas de cuatro dedos; y los caballos pasan a nado, y

16. Cfr. SERRERA CONTRERAS, R. Op. cit., pp. 31-39. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 137

Río Coatzacoalcos. hartos se ahogan» 17. Una ciudad que crece al amparo de esta vía es Iguala, a 25 leguas de México y 50 de Acapulco señalándonos el texto de la Relación: «Y es camino pasaje- ro, y pueblo de contratación de cacao y ropa de la tierra; y hay un tianguez o mercado de cinco en cinco días…» 18. Un camino alternativo a las grandes vías de comunicación centralizadas por la capital virreinal fue el que existió en el istmo de Tehuantepec, entre Coatzacoalcos en el Golfo de México y el puerto de Tehuantepec en el Pacífico. Incluso, en algunos momentos de fines del siglo XVI cuando se buscaban alternativas a Nombre de Dios en la ruta hacia Perú, cambiado finalmente por Portobelo, esta ruta tuvo posibilidades de establecerse como la gran vía de comunicación interoceánica. La ventaja residía en la capacidad de realizar bue- na parte del trayecto por vía fluvial hasta San Bernardo Utlatepec (denominado Puerto Vie- jo) y, más tarde, hasta el embarcadero de la Cruz 19. Las ventajas de este itinerario llevarían

17. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 350. El sistema fue utilizado también en 1697 por el viajero italiano Gemelli Careri, Cfr. SERRERA, R. Op. cit., p. 37. 18. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 343. 19. Cfr. GONZÁLEZ TASCÓN, I. Op. cit., Vol. 2, p. 426. 138 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN a proponer, ya en el siglo XVI, un canal interoceánico. El proyecto se retomó en el siglo XIX creándose, incluso, empresas decididas a intentarlo 20. La Relación Geográfica de la provincia de Coatzacoalco especifica que había hasta Tehuantepec 65 leguas parte de las cuales «vase en canoa el río arriba», exactamente «se va por agua hasta el puerto ocho días, según los tiempos, donde hay montes y sierras» 21. La Relación de Tehuantepec es mas descriptiva: «…a la banda del norte, pasada la cordillera de sierras que dicha está, está como a veinticuatro leguas desta villa de Tequantepec, el río que llaman de Coazacualco, el cual es muy caudaloso: y nace de las sierras de la cordillera que está declarada, y corre al norte. Por el cual dicho río han subido, y suben, canoas, en las cuales suelen traer muchas y anclas y tiros de bronce de su Majestad, que se han llevado, y llevan, a las Islas del Poniente y a otras partes. El cual dicho río entra, en Coazacualco, en la Mar del Norte. Y, desde el Puerto de la Veracruz, vienen las municiones y mercadurías, y otras cosas, en barcas hasta la villa de Coazacualco y, de allí, en canoas, como está dicho, suben las dichas municiones y mercadurías por el río arriba en canoas cuarenta leguas, hasta a veinticuatro leguas desta villa de Tequantepec, en un puerto que está nuevamente descubierto de un año a esta parte. Y, hasta este tiempo, subían las dichas municiones y mercadurías con mucho trabajo y riesgo, por causa de los muchos raudales que había por el dicho río, hasta llegar a otro puerto viejo que llamaban de Utlatepec, que solía ser. Y el que ahora se ha descubierto nuevamen- te, es seguro y se salvan, por venir a él, ocho o nueve leguas de raudales y de camino muy trabajoso. Y el camino que hay de aquí al puerto nuevo es llano y camino abierto, y que se puede andar con carretas, desde el dicho puerto nuevo, hasta la costa de la Mar del Sur, donde, de presente, se pusieron ocho anclas grandes de su Majestad, que son para navíos que han de ir a las Islas del Poniente, las cuales subieron por el río arriba de Coazacualco y se trujeron, desde el puerto nuevo, a la dicha costa y Mar del Sur, en carretones, en ocho o nueve días, por ser, como dicho está, de camino llano. Y, ansimismo, suelen subir personas particulares por el dicho río arriba, o bien de la Veracruz o de Coazacualco, con muchos géneros de mercadurías de Castilla, y, desta pro- vincia de Tequantepec, suelen bajar por el dicho río abajo cantidad de cueros de toro, que, en lo uno y en lo otro, son muy aprovechados» 22. Esta vía de comunicación transversal pudo tener otro devenir histórico si Cortés no hu- biese situado la capital sobre la azteca y hubiera fundado una nueva ciudad mas acorde con el organigrama conjunto del imperio español, tal y como hizo Pizarro con Lima. Este cami-

20. Cfr. GUTÍERREZ ÁLVAREZ, S. J. Las Comunicaciones en América, pp. 61-65. 21. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, pp. 117-118. 22. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 124. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 139 no era mas practicable, corto y fácil entre los dos océanos que el largo desde Veracruz a México y, desde aquí, a Acapulco. De hecho aparte de los datos aportados hay una anécdo- ta, relatada por Humboldt, sobre la extraña presencia de artillería fundida en Luzón (Filipi- nas) en las fortificaciones de Veracruz. El incomprensible viaje de una carga tan pesada se resolvió cuando se certificó que la vía de arribo era el istmo de Tehuantepec 23. La utilización de vías fluviales era aprovechada muy puntualmente en otros itinerarios como en el que llevaba desde Tlacotalpa (Golfo de México) hasta Puebla de los Ángeles. La distancia era de cincuenta leguas, salvándose las doce primeras por agua hasta la laguna de Tlaliscoya (estuario del río Blanco) 24. La importancia de la estructura vial para la administración española queda reseñada en las Relaciones Geográficas. El cuestionario de 1577 dedica las preguntas 7 y 8 a informar- se sobre distancias y condiciones de comunicaciones en los pueblos de españoles: «Las le- guas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere de la ciudad donde residiere la au- diencia, en cuyo distrito cayere, o de pueblo donde residiere el gobernador a quien estuviere sujeta: y a qué parte de las dichas ciudades o pueblos estuviere» (pregunta 7); y «Asimismo las leguas que distare cada ciudad o pueblo de españoles de los otros con quien partiese términos, declarando a qué parte cae de ellos, y si las leguas son grandes o pequeñas, y por tierra llana o doblada, y si por caminos derechos o torcidos, buenos o malos de caminar» (pregunta 8). Con respecto a los pueblos de indios tenemos la preguntas 11 y 12: «En los pueblos de indios solamente se diga lo que distan del pueblo en cuyo corregimiento, o jurisdicción estuvieren, y del que fuere su cabecera de doctrina» (pregunta 11), «Y asimismo, lo que distan de los otros pueblos de indios, o de españoles que en torno de sí tuvieren, declarando en los unos y en los otros, a qué parte de ellos caen y si las leguas son grandes o pequeñas, y los caminos por tierra llana, o doblada, derechos o torcidos» (pregunta 12). Estas cuatro preguntas permiten hacerse una idea de lo importante que era para el Con- sejo de Indias establecer un mapa de distancias y el sistema de dependencias jurisdicciona- les para tener efectivamente un control del territorio. Incluso, para que no existieran dudas en las respuestas se repiten para los pueblos de españoles y de indios, especificidad que no deja lugar a dudas sobre el interés del tema. Es mas, en la pregunta 34 vuelven a solicitarse distancias, ahora en relación con el ámbito religioso: «La diócesis de arzobispado u obispa- do, o abadía en que cada pueblo estuviere, y el partido en que cayere; y cuántas leguas hay, y a qué parte del pueblo donde reside la catedral y la cabecera del partido, y si las leguas son grandes o pequeñas, por caminos derechos o torcidos y por tierra llana o doblada». Mien-

23. Cfr. GONZÁLEZ TASCÓN, I. Op. cit., Vol. 2, p. 423. 24. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 285. 140 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN tras que las preguntas 6-7 y 11-12 dan una información muy variable en relación con la extensión del texto y con la peculiaridad de cada población, en cambio la 34 si permite establecer unos cuadros específicos de distancias con los obispados instituidos en ese mo- mento: México, Antequera (Oaxaca), Tlaxcala (la sede estaba en Puebla de los Ángeles), Valladolid (Morelia) y Guadalajara. Hemos creado los cuadros de distancias de las pobla- ciones de cada sede episcopal, atendiendo a los datos que nos dan las Relaciones. No obs- tante, señalar que no todas las cabeceras ofrecen esta información y que, por el contrario, algunas de ellas nos dan cifras, incluso, de las poblaciones sujetas. Todo ello queda refleja- do en los cuadros anexos. También, en ocasiones, se señalan las distancias con la capital virreinal por lo que hemos considerado de interés mostrar otro cuadro con las distancias conocidas.

DISTANCIAS A MÉXICO. CAPITAL VIRREINAL. (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Acámbaro (Guanajuato) 30 Querétaro (Querétaro) 29 Acatlán (Guerrero) 35 Quiotepeque (Oaxaca) 55 Acolman (México) 5 San Juan del Río (Querétaro) 22 Alahuiztlán (Guerrero) 30 San Juan del Río (Querétaro) 22 Ameca (Jalisco) 100 San Juan Teotihuacán (México) 6 Anecuilco (Guerrero) 45 San Martín Tuzanapa (Puebla) 37 Antequera (Oaxaca) 80 Santiago Ecatlán (Puebla) 41 Atengo (Hidalgo) 14 Sinagua (Michoacán) 62 Atlitlalaquia (Hidalgo) 11 Sirándaro (Guerrero) 40 Axocopan (Hidalgo) 14 Suchitepec (Oaxaca) 120 Celaya (Guanajuato) 35 Taimeo (Michoacán) 30 Cempoala (Hidalgo) 12 Tancítaro (Michoacán) 62-66 Chicoloapan (México) 6 Taxco (Guerrero) 22 Chiconauhtlan (México) 4 Tecolutla (Oaxaca) 52 Chilapa (Guerrero) 45 Tecpatepec (Hidalgo) 14 Chilchotla (Michoacán) 47 Teguantepec (Oaxaca) 120 Chimalhuacán (México) 5 Teloloapan (Guerrero) 32 Chinantla (Oaxaca) 80 Temazcaltepeque (México) 22 Cholula (Puebla) 20 Tenamaztlán (Jalisco) 110 TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 141

DISTANCIAS A MÉXICO. CAPITAL VIRREINAL. (continuación) (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Citlaltepec (México) 9 Teozapotlán (Oaxaca) 80 Citlaltomahua (Guerrero) 50 Tepeaca (Puebla) 27 Coatepec (México) 7 Tepeapulco (Hidalgo) 12 Coatepeque (Guerrero) 30 Tepeucila (Oaxaca) 16 Coatzacualco (Veracruz) 125 Tepexpan (México) 5 Cuauhtla (Oaxaca) 56 Tepoztlán (Morelos) 12 Cuetlaxta (Veracruz) 55 Tequixquiac (México) 8 Cuezala (Guerrero) 34 Tequizistlán (México) 5 Cuicatlán (Oaxaca) 60 Tetela (Guerrero) 40 Culhuacán (México D.F.) 2 Tetela (Morelos) 16 Cusalapa (Jalisco) 130 Tetela (Puebla) 26 Epazoyucan (Hidalgo) 13 Tetliztaca (Hidalgo) 13 Huaxtepeque (Morelos) 12 Teutenango (México) 11 Huexutla (Hidalgo) 48 Teutitlán (Oaxaca) 50 Hueyapan (Morelos) 16 Texcaltitlán (México) 19 Hueypuchtla (Hidalgo) 8-11 Texupa (Oaxaca) 58 Hueytlalpan (Puebla) 34 Texupilco (México) 22 Ichcateupan (Guerrero) 28 Tezcatepec (Hidalgo) 10 Iguala (Guerrero) 25 Tezcuco (México) 3-7 ú 8 Ihualapa (Guerrero) 90-100 Tistla (Guerrero) 44 Ixcatlán (Ixcatlán) 58 Tlacotalpa (Veracruz) 70 Iztapalapa (México D.F.) 2 Tlacotepeque (Guerrero) 44 Jalapa (Veracruz) 50 Tlaxcala (Tlaxcala) 19 Jujupango (Puebla) 34 Tolnacuchtla (Hidalgo) 14 Matatlán y Chila (Puebla) 38 Totolapan (Morelos) 12 Mexicaltzingo (México D.F.) 1’5 Tuchpan (Jalisco) 85 Meztitlán (Hidalgo) 25 Tuscacuesco (Jalisco) 120 Minas de Zimapán (Hidalgo) 25 Tutultepeque (Guerrero) 32 Minas de Zultepec (México) 20 Tuztla (Veracruz) 75 Misantla (Veracruz) 60 Ucila (Oaxaca) 70 Motines (Provincia) 100 Utatlán (Guerrero) 50 142 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

DISTANCIAS A MÉXICO. CAPITAL VIRREINAL. (continuación) (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros)

Muchitlán (Guerrero) 44 Veracruz (Veracruz) 66 Nanahuaticpac (Oaxaca) 50 Xonotla (Puebla) 40 Necotlán (Michoacán) 40 Yecapixtla (Morelos) 12 Nexapa (Oaxaca) 100 Yetecomac (Hidalgo) 14 Nochistlán (Oaxaca) 60 Yuririapúndaro (Guanajuato) 40 Ocopetlayucan (Puebla) 18 Zacatlán (Puebla) 24 Oztuma (Guerrero) 32 Zacatula (Guerrero) 90 Papalotipac (Oaxaca) 60 Zapotitlán (Jalisco) 110-115 Papantla (Veracruz) 50 Zapotlán (Hidalgo) 85 Pátzcuaro (Michoacán) 47 Zayula (México) 13 Quacoman (Michoacán) 90 Zumpango (Guerrero) 40 Quauhquilpan (Hidalgo) 10 TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 143

ARCHIDIÓCESIS DE MÉXICO. SEDE: MÉXICO. (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Acolman (México) 5 Quauhquilpan (Hidalgo) 10 Alahuiztlán (Guerrero) 30 San Juan del Río (Querétaro) 22 Anecuilco (Guerrero) 45 San Juan Teotihuacán (México) 6 Atengo (Hidalgo) 14 Taxco (Guerrero) 22 Atlitlalaquia (Hidalgo) 11 Tecpatepec (Hidalgo) 14 Axocopan (Hidalgo) 14 Teloloapan (Guerrero) 32 Cempoala (Hidalgo) 12 Temazcaltepeque (México) 22 Chicoloapan (México) 6 Tepeapulco (Hidalgo) 12 Chiconauhtlan (México) 4 Tepexpan (México) 5 Chimalhuacán (México) 5 Tepuztlán (Morelos) 12 Citlaltepec (México) 9 Tequixquiac (México) 8 Citlaltomahua (Guerrero) 50 Tequizistlán (México) 5 Coatepec (México) 7 Tetela (Guerrero) 40 Coatepeque (Guerrero) 30 Tetela (Morelos) 16 Cuezala (Guerrero) 34 Tetliztaca (Hidalgo) 13 Culhuacán (México D.F.) 2 Teutenango (México) 11 Epazoyucan (Hidalgo) 13 Texcaltitlán (México) 19 Huaxtepeque (Morelos) 12 Texupilco (México) 22 Huexutla (Hidalgo) 48 Tezcatepec (Hidalgo) 10 Hueyapan (Morelos) 16 Tezcuco (México) 3-7 ú 8 Hueypuchtla (Hidalgo) 8-11 Tlacotepeque (Guerrero) 44 Ichcateupan (Guerrero) 28 Tolnacuchtla (Hidalgo) 14 Iguala (Guerrero) 25 Totolapan (Morelos) 12 Iztapalapa (México D.F.) 2 Tutultepeque (Guerrero) 32 Mexicaltzingo (México D.F.) 1’5 Utatlán (Guerrero) 50 Meztitlán (Hidalgo) 25 Yecapixtla (Morelos) 12 Minas de Zimapán (Hidalgo) 25 Yetecomac (Hidalgo) 14 Minas de Zultepec (México) 20 Zayula (México) 13 Ocopetlayucan (Puebla) 18 Zumpango (Guerrero) 40 Oztuma (Guerrero) 32 144 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

DIÓCESIS DE ANTEQUERA. SEDE: ANTEQUERA (OAXACA). (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Amatlán (Oaxaca) 16 Pochutla (Oaxaca) 40 Amoltepeque (Oaxaca) 25 Puctla (Oaxaca) 35 Atengo (Oaxaca) 6 Puerto de Guatulco (Oaxaca) 45 Atlatlauca (Oaxaca) 14 Quaxoloticpac (Oaxaca) 11 Chichicapa (Oaxaca) 9 Quiotepeque (Oaxaca) 22 Chinantla (Oaxaca) 30 Santa María Magdalena Tepecimatlán (Oaxaca) 5 Coatlán (Oaxaca) 20 Suchitepec (Oaxaca) 40 Coatzacualco (Veracruz) 90 Talistaca (Oaxaca) 1 Cozauhtepec (Oaxaca) 42 Tamazola (Oaxaca) 12 Cuautla (Oaxaca) 20 Tanatepec (Oaxaca) 13 Cuicatlán (Oaxaca) 18 Tecolutla (Oaxaca) 28 Cuilapan (Oaxaca) 2 Tecomahuaca (Oaxaca) 25 Elotepec (Oaxaca) 17 Tecomaxtlahuaca (Oaxaca) 35 Eztitla (Oaxaca) 9 Tecuicuilco (Oaxaca) 7 Guatulco (Oaxaca) 42 Teguantepec (Oaxaca) 40 Guauhtla (Oaxaca) 30 Teozacualco (Oaxaca) 14 Guaxilotitlán (Oaxaca) 5 Teozapotlán (Oaxaca) 2-4 Huiztepec (Oaxaca) 12 Tepeucila (Oaxaca) 16 Ihualapa (Guerrero) 62 Teticpac (Oaxaca) 4 Itzcuintepec (Oaxaca) 6 Tetiquipa (Oaxaca) 26 Itztepexic (Oaxaca) 7 Teutitlán (Oaxaca) 30 Ixcatlán (Oaxaca) 22 Teutitlán (Oaxaca) 4 Iztepec (Oaxaca) 7 Texupa (Oaxaca) 22 Justlahuaca (Oaxaca) 35 Tilantongo (Oaxaca) 16 Macuilsúchil (Oaxaca) 3 Tlacolula (Oaxaca) 5 Malinaltepeque (Oaxaca) 10 Tlecaxtongo (Oaxaca) 3’5 Mazatlán (Oaxaca) 25 Tonameca (Oaxaca) 40 Miaguatlán (Oaxaca) 17 Totomachapa (Oaxaca) 14 Miquitla (Oaxaca) 7 Tututepetongo (Oaxaca) 18 Mitlantongo (Oaxaca) 20 Tuztla (Veracruz) 65 TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 145

DIÓCESIS DE ANTEQUERA. SEDE: ANTEQUERA (OAXACA). (continuación) (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Nanahuaticpac (Oaxaca) 30 Ucila (Oaxaca) 33 Nexapa (Oaxaca) 20 Xaltepetongo (Oaxaca) 18 Nochistlán (Oaxaca) 14 Xicayan (Oaxaca) 42 Ocelotepeque (Oaxaca) 22 Xocoticpaque (Oaxaca) 20 Papalotipac (Oaxaca) 20 Xuchitepec (Oaxaca) 3 Pinotepa (Oaxaca) 56-54 Zacatepeque (Oaxaca) 42

DIÓCESIS DE TLAXCALA. SEDE: PUEBLA DE LOS ÁNGELES. (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Acatlán (Guerrero) 20 Papantla (Veracruz) 54 Ahuatlán (Puebla) 10 Petlaltzingo (Puebla) 23 Ayusuchiquilazala (Oaxaca) 40 Piaztla (Puebla) 26 Ayutla (Guerrero) 70 Quaquautzintlan (Veracruz) 26 Chila (Puebla) 24 Quautlatlauca (Puebla) 9 Chilapa (Guerrero) 40 San Martín Tuzanapa (Puebla) 33 Cholula (Puebla) 1’5 Santiago Ecatlán (Puebla) 31 Coatzinco (Puebla) 8 Tepeaca (Puebla) 5 Cuetlaxtla (Veracruz) 35 Tetela (Puebla) 20 Huehuetlan (Puebla) 6 Tistla (Guerrero) 40 Hueytlalpan (Puebla) 30 Tlacotlalpa (Veracruz) 50 Jalapa (Veracruz) 33 Tlaxcala (Tlaxcala) 5 Jujupango (Puebla) 34 Veracruz (Veracruz) 42 Matatlán y Chila (Puebla) 36 Xonotla (Puebla) 30 Mixtepeque (Oaxaca) 30 Zacatlán (Puebla) 18 Muchitlán (Guerrero) 40 146 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

DIÓCESIS DE NUEVA GALICIA. SEDE: GUADALAJARA. (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Ameca (Jalisco) 12 Nuchiztlán (Zacatecas) 16 Compostela (Nayarit) 30 Poncitlán (Jalisco) 9 Cuiseo del Río (Jalisco) 30 Purificación (Jalisco) 30 Cusalapa (Jalisco) 36 San Martín (Zacatecas) 60 Jerez de la Frontera (Zacatecas) 36 Tenamaztlán (Jalisco) 15 Minas de El Peñol (Zacatecas) 40 Teucaltiche (Jalisco) 21 Minas de San Demetrio (Zacatecas) 40 Tlaltenango (Zacatecas) 22 Minas del Fresnillo I (Zacatecas) 38-40 Tuscacuesco (Jalisco) 24 Minas del Fresnillo II (Zacatecas) 40 Xocotlán (Jalisco) 18 Minas del Fresnillo III (Zacatecas) 45 Zapotitán (Jalisco) 24-25

DIÓCESIS DE MICHOACÁN. SEDE: VALLADOLID (MORELIA). (Distancias en leguas. 1 legua mexicana = 3.000 pasos = 4.200 metros).

Acámbaro (Guanajuato) 10 Sinagua (Michoacán) 22-23 Ajuchitlán (Guerrero) 36 Sirándaro (Guerrero) 26 Celaya (Guanajuato) 17 Taimeo (Michoacán) 6 Cuitzeo de la Laguna (Michoacán) 7 Tancítaro (Michoacán) 22 Maquili (Michoacán) 56 Tarécuato (Michoacán) 30 Motines (provincia) 37-40 Tingüindín (Michoacán) 25 Necotlán (Michoacán) 2 Tiripetío (Michoacán) 4 Pátzcuaro (Michoacán) 7 Tlapaltepeque (Michoacán) 32 Peribán (Michoacán) 25 Xiquilpan (Michoacán) 30 Pinzándaro Arimao (Michoacán) 30 Yuririapúndaro (Guanajuato) 15 Quacomán (Michoacán) 44 Zacatula (Guerrero) 47 Querétaro (Querétaro) 20 TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 147

No obstante, debemos señalar que las respuestas dadas son variadas oscilando entre la nula información y aquellas que nos permiten crear un mapa perfecto de la zona geográfica referida. Incluso, en ocasiones, los datos textuales se completan, como veremos, con las pinturas que los acompañan. Como ejemplo de las posibilidades de información que pueden ofrecer las Relaciones, pese a lo largo de la cita, transcribimos las respuestas del pueblo de indios de Ajuchitlán (Guerrero) que pertenecía al obispado de Michoacán: «11. La cabecera principal es Ajuchitlán, de la real Corona. Hay otras tres, de particu- lares, que son Coyuca, y Pungaravato y Cuzamala, como es dicho. Y, en Ajuchitlán y sus sujetos, hay un cura; y, en Coyuca y Pungaravato y los suyos, hay otro; y, en Cuzamala y los suyos, hay otro. Ajuchitlán tiene treinta sujetos, que son: San Lucas, que está a una le- gua; Santa Lucía, a media; y San Pedro, a una y media; San Francisco, a una y media; San Miguel, a dos; Santiago, a cuatro; Santo Tomás, a siete; San Martín, a seis; San Felipe, a una; San Agustín, a una; Santa Fe, a cuatro; La Concepción, a cuatro; San Cristóbal, junto, el río en medio, como Sevilla y Triana; San Mateo, a una; La Magdalena, a una y media; San Sebastián, a dos; San Marcos, a una; San Jerónimo, a una; Santo Andrés, a tres; San Gregorio, a dos; San Jusepe, a cuatro; San Juan, a cuatro; San Gaspar, a tres y media; Santa Ana, a tres; San Bartolomé, a dos; Santa Catalina, a cuatro; San Pablo, a cuatro; Santo Antón, a seis; San Simón, a seis; San Hipólito, a ocho; San Gabriel, a cuatro. Y, en todos lo sujetos y cabecera, hay ochocientos y treinta tributarios. Coyuca dista de Ajuchitlán seis leguas, el Río Grande abajo, que irá declarado en su lugar, hacia el oeste. Tiene doce sujetos que son: San Pedro, a media legua; San Juan, a una; La Concepción, a una y media; Andomuqua, a una; Inchamacua, a una y media; San Miguel, a una; Santiago, a una; Arocutín, a dos; Tarepuato, a dos; Tacanbariretio, a cinco; Queruseo, a cinco; Tiringueo, a cuatro. Y, todos ellos y la cabecera, tienen trescientos y cincuenta tributarios. Pungaravato dista de Ajuchitlán seis leguas, el dicho pueblo abajo, al noroeste y a una legua de Coyuca. Tiene siete sujetos, que son: San Jerónimo, el río en medio, como Sevilla y Triana; Tiringueo, a cuatro leguas; Santa Catalina, a cuatro; Ziringueo, a tres; Acasequaro, a cuatro; Sirandarillo, a cinco; Amaquareo, a cinco. Y, en todos ellos y la cabecera, hay quinientos y cuarenta y nueve tributarios. Cuzamala dista de Ajuchitlán ocho leguas al norte, y está a dos de Pungaravato. Tiene veinte y un sujetos, que son: Jalpa, a tres leguas; Tupátaro, a tres; Arocutín, a tres y media; Tetilican, a seis; Cuaulutitlán, a siete; Punguario, a seis; Tecomatlán, a seis; Pacapetaro, a cuatro; Conpaseo, a dos; Quataseo, a tres; Tinguisman, a cinco; Santo Andrés, a seis; San Agustín, a seis y media; Jacona, a tres; Sacango, a seis; Tupatarillo, a dos; Las Salinas, a tres; Sacapuato, a cinco; Copuyo, a siete; Copuamuato, a tres; Huitziltepec, a siete. Tienen, todos estos sujetos y la cabecera, ochocientos y trece tributarios. 12. Toda la jurisdicción tiene, por circunvecinos, pueblos de indios, y no ninguno de españoles. Ajuchitlán tiene, por la parte del leste, a Tetela, que está a nueve leguas, y a tres 148 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN de sus términos; y, por la parte del sueste, a Capulalcolulco, a doce leguas, y a nueve de sus términos; y, por la parte del sur y del sudoeste, montañas despobladas; y, por la parte del oeste, la dicha cabecera de Coyuca, y, por lo demás, cerros y sierras despobladas; y, por la parte de Pungaravato, asimismo, sierras; y, por la de Cuzamala, tiene, a la parte del oeste, a Sirándaro y Cuiseo, a seis leguas, y, por la del norte y noroeste, montañas, y, por la del nordeste, a tres leguas, un pueblo muy pequeño, y, por la del leste, a Tololoapan, a ocho leguas de la jurisdicción. Y, para ir a ellas, es todo sierras ásperas, y las leguas grandes y los caminos torcidos. 34. Es de la diócesis del obispado de Mechuacán, y hay, de aquí a Guayangareo, a do se pasa la catedral, treinta y seis leguas, la vía del noroeste: las leguas son grandes por toda esta tierra; y, de Coyuca a Pungaravato, hay una legua, medida por cuerda, y será como tres cuartos de legua respecto de las demás: la tierra es doblada y los caminos torcidos. Y la cabecera desta jurisdicción es Ajuchitlán, como está dicho» 25. Las respuestas a las preguntas 7 y 8 referentes a las villas de españoles suelen ser me- nos específicas. Por ejemplo, Celaya que se había fundado por orden del virrey don Martín Enríquez en 1570: «Está a treinta y cinco leguas de la ciudad de México, de leste a oeste con ella» (respuesta 7) y «Está a siete leguas de la Villa de San Miguel, que es de españo- les, y está con ella de norte a sur; las leguas son algo grandes, y es tierra llana» 26. Con respecto a la cabecera episcopal que era Valladolid (Morelia): «está a diecisiete leguas de la catedral y tiénela a la banda sur. Caminase por tierra llana» 27. Un tema que necesitamos tratar es la medida que se usa para las distancias ya que se habla de «leguas largas» y «leguas cortas», tal y como se solicita en las preguntas de la encuesta. Los adjetivos «corta» y «larga» hacen referencia al tiempo empleado en el reco- rrido que va a depender de los accidentes del terreno y del desnivel del mismo. De forma genérica podemos decir que una legua corta se tardaba en recorrerla unos cuarenta y cinco minutos, mientras que la larga se hacía en una hora 28. En la relación geográfica de Justlahuaca (Oaxaca) se especifica que desde la cabecera de Ayusuchiquilazala a la sede de la diócesis episcopal había siete jornadas correspondientes a cuarenta leguas. Es decir, una media de 5’71 legua por día 29. Algo similar sucedía entre Ohuapa y Mayanalán (Guerrero) que estaban separadas cinco leguas pero «Es camino muy doblado, de grandes sierras sin monte, que hay un día de andadura» 30.

25. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 33-34 y 44. 26. Ibidem, p. 56. 27. Ibidem, p. 58. 28. Cfr. ALVAR EZQUERRA, A. Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid, p. 64. 29. En leguas mexicanas serían unos 24 kilómetros. 30. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 350. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 149

Este modelo de medida espacio-temporal también era el utilizado por las culturas prehispánicas según nos informa Diego Muñoz Camargo: «Y, antes de pasar más adelante, es bien saber cómo los naturales no sabían esta cuenta de leguas; porque se regían en dos maneras para saber la distancia que había de unos lugares a otros, en esta forma: hay, de aquí a tal lugar, tres descansos, que un descanso es una legua que llaman los naturales Cenecehuilli, que son ‘descansos’. Ansí mismo, tienen por una legua una corrida que lla- man Cen Netlaloli, que quiere decir ‘una corrida’, que es lo propio que una legua. Y la misma cuenta es decir ‘una corrida’ que ‘un descanso’, por manera que no había otra cuen- ta de leguas más de ésta; aunque, por la misma forma, tenían otro modo de cuenta para entenderse, en que usaban otra regla bien llana y de poco momento, por el sol y por la luna, como si dijésemos y preguntásemos ‘¿a qué hora llegaremos a tal lugar?’ Responden ellos y dicen, ‘cuando esté el sol en tal parte’, señalando con la mano al cielo y diciendo, ‘aquí el sol’ o ‘al salir del sol llegaremos a tal lugar’, o ‘allí el sol’, o ‘a medio día’, o ‘cuando declinare por occidente’, o ‘a la tarde’, o ‘a puesta del sol’. Usaban decir también, lo mis- mo que nosotros decimos, «una jornada» o «dos jornadas»; y, para decir que hay una jorna- da de aquí a tal parte, dicen que hay un día, y, para tantas jornadas, hay tantos días. Por manera que, si hay cuatro o cinco jornadas de alguna parte a otra, diremos ‘hay tantos días de aquí a tal parte’. Tienen los naturales, por un día natural, desde que el sol sale del orien- te, hasta que se pone en el occidente. Y la misma cuenta es la de las lunas, y se cuenta por noche entera, desde que el sol se pone, hasta que otro día sale. Finalmente, que entre ellos no había otra cuenta de más evidencia que ésta. Hanos sido conveniente hacer esta relación de leguas al principio, para que adelante se entienda de las leguas que se trataren por tierra, porque de navegación sabían muy poco, en especial en esta provincia de Tlaxcallan, a cau- sa que estuvieron los naturales della muchos tiempos oprimidos y cercados por los culhuaques mexicanos, como a su tiempo diremos» 31. En cuanto al tamaño de la legua tenemos que diferenciar entre la legua castellana que equivale a cuatro mil pasos (5.572 metros y 7 decímetros) y la legua mexicana que vienen a ser tres mil pasos (4.200 metros). Como vemos hay una diferencia de casi mil cuatrocien- tos metros, una cifra nada desdeñable cuando ajustamos grandes distancias. De hecho se especifica en las Relaciones Geográficas cuando se utiliza como medida la legua castella- na. Así, en la Relación de Iguala se dice: «Dista Iguala, de México, 25 leguas al tamaño de las de Castilla…» 32. El resto de medidas entendemos que están dadas en leguas mexicanas. Muñoz Camargo lo especifica en su Relación de Tlaxcala: «En esta relación hase de considerar que, como

31. MUÑOZ CAMARGO, D. (Ed. René Acuña) Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala I, pp. 35-36. 32. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 343. 150 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN los españoles son los que han tratado de leguas en esta tierra, hanse tasado a poco más o menos, que serán de a tres mil pasos cada legua, de cinco tercias cada paso (del paso que dicen de Tolomeo). Y de esta suerte se han marcado todas las leguas desta tierra, según que las marcaron los primeros españoles que a esta tierra vinieron, y ansi se han quedado hasta hoy, que todas estas leguas son de a poco más o menos. Y, por algunas leguas que he medi- do, hallo que son de a tres mil pasos, de la medida que he significado. Y destas leguas usa- remos en toda esta descripción» 33. Los mismos conceptos de medidas aparecen en otras Relaciones como la de Guaxilotitlán (Oaxaca) donde se dice que: «Son las leguas que en esta Nueva España hay, ordinarias, de 3.000 pasos» 34. Idea repetida en la de Nexapa: «El tamaño de las leguas, a discreción (poco más o menos) de tres mil pasos cada una…» 35. Aunque alguna información como la que aparece en la Relación de Cuicatlán (Oaxaca) sea contradictoria: «… las cuales leguas son de la medida ordinaria que se mide en España, de donde se tomó la regla y medida en esta Nueva España» 36. Es, sin duda, una equivocación del redactor ya que cuando se trata de leguas castellanas se especifica en el texto como ya hemos comentado. Los caminos estaban, genéricamente, en malas condiciones. Se describe en algunos tex- tos de las Relaciones su situación señalando que eran «muy ásperos», «torcidos», «malos, y de muchas cuestas y quebradas», «de tierras dobladas» o «de muchos pedregales» lo que, a veces, impedía que pudieran «andar bestias cargadas» solo «hombres a la ligera». No obs- tante, una topografía menos quebrada permitía otro tipo de calificativos como en el caso de Zayula (Hidalgo): «Está este pueblo de Zayula metido entre tres pueblos en triángulo, que son pueblos señalados: que es, el primero, Tula, que cae al nacimiento del sol, que hay del uno al otro dos leguas; no son grandes: es tierra llana y camino derecho. Hay, al pueblo y provincia de Xilotepec, cinco leguas; no son grandes: es camino torcido hacia el sur; hay en él algún pedregal, y todo lo más es tierra llana. Hay, al pueblo de Chiapantongo, legua y media; éste cae hacia el norte: es buen camino, salvo una cuesta de pedregal bien ruin, que será de un tiro de arcabuz» 37. Desde luego el camino mejor aderezado de la red viaria era el que llevaba a las minas, sobre todo a las de Zacatecas pero también a otras secundarias. También es cierto que atra- vesaba zonas mucho menos accidentadas que el resto de territorio, pero también el precia- do metal obligaba a su continuo mantenimiento y mejora. Así, por ejemplo, en la Relación de Atlitlalaquia (Hidalgo) se dice: «Toda esta es tierra llana y buena de caminar, pues hay

33. MUÑOZ CAMARGO, D. (Ed. René Acuña) Op. cit., p. 35. 34. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 214. 35. Ibidem, p. 347. 36. Ibidem, pp. 166-167. 37. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 172-173. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 151 por toda ella carriles de carretas, que van a las Minas de Zacatecas y de Izmiquilpa, Cimapán, y a otras partes…» 38. Un caso específico en el ámbito de las comunicaciones lo constituía la ciudad de México por su situación aislada dentro de la laguna, comunicándose con la tierra firme mediante tres calzadas principales: Tacuba, Tepeyacac e Iztapalapa. Estas vías principales y las pri- meras leguas del entorno inmediato estaban bien acondicionadas y podían circular por ellas todo tipo de transportes, incluso carros. No obstante, existía la posibilidad, utilizada por los pueblos del entorno, de la navegación por el lago. Se accedía a la ciudad mediante canoas ya que, no solamente se llegaba al embarcadero, sino que muchas de las calles, hasta la propia plaza mayor, eran practicables por canales. Un ejemplo de estas posibilidades nos lo brinda la Relación de Texcoco al hablar de sus comunicaciones con la capital: «Tiene esta ciudad de Tezcuco a México a la banda del poniente, a distancia de tres leguas, porque sólo esto hay por vía derecha, por la laguna que está entre ambas ciudades, en medio de la cual termina la una con la otra, corriendo la línea y mojonera de norte a sur. Navegase por ésta, en canoas, de la una ciudad a la otra. Y, para ir de Tezcuco a México por tierra, hay dos caminos: el uno es saliendo hacia el norte y dando vuelta sobre mano siniestra, bojando la dicha laguna; es camino de 7 leguas, llano, y que se anda con carros. Y, queriendo ir por la parte del sur, a la ribera de la dicha laguna y bojando por mano derecha, hay espacio de ocho leguas, llano y de carros, y más apacible, por la frescura de las fuentes de agua dulce de los pueblos por donde se pasa 39. Aunque en ninguna de las preguntas del cuestionario referidas a las distancias se pide su plasmación en pintura, lo cierto es que un buen número de las que dibujan los pueblos y su entorno geográfico las recogen y representan. La mayor parte de las veces los caminos que unen las distintas poblaciones se marcan con líneas paralelas sobre las que se sitúan esquemáticos pies. Modo de representación prehispánica pero que también obedece a la cua- lidad de estos malos caminos. De hecho los textos hablan, en ocasiones, que «solo se pue- den hacer a pie». Es mas, en algunos casos, en estos caminos dibujados se combinan los pies con herraduras que permitirían la circulación a caballo o mediante recuas. Del primer caso son ejemplos las pinturas de Epazaoyucan (Hidalgo), Santo Tomás Tetliztaca (Hidal- go), Muchitlán (Guerrero), Cuauhitlán (Oaxaca), Atlatlauca (Oaxaca) y Atlatlauhcan (Méxi- co); y del segundo Macuisuchil (Oaxaca) y Texupan (Oaxaca). A veces no solamente se dibujan los caminos con los símbolos señalados sino que un texto explica su dirección. En el caso de Tequizistlán (México) podemos leer glosas referi- das a las comunicaciones con el entorno inmediato («Camino de Otumba a San Juan», «Ca-

38. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 61. 39. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 48. 152 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Relación de Texupan. Detalle.

Relación de Tetliztaca. Detalle. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 153 mino a Tezcuco», «Camino que va a Otumba», «Camino de México a Acolman») u otras que imbrican la zona con las red viaria del virreinato («Camino de México a Tezcuco», «Camino que va a Tlaxcala», «Camino a la Veracruz», «Camino que va de México a Pachuca») 40. Esta imbricación de la provincia con el espacio virreinal se vuelve a apreciar en uno de los dibujos que acompaña la Relación de Tehuantepec (Oaxaca) donde se identi- fican el «Camino real de Chiapa» y el «Camino real de Soconusco y Guatemala». Aunque, lo mas frecuente es que se reduzca la información al entorno próximo exclusivamente como en el caso de Texupan (Oaxaca) («Camino de Yanhuitlán», «Camino de Coixtlahuacan», «Camino de Tepuzculula» y «Camino de Tamazulapa») 41. A veces no se conforman con darnos la dirección sino que nos aportan algún dato so- bre las características de los caminos. Es el caso de Atengo (Hidalgo) con leyendas como: «Aquí, Tula, a una legua de Atengo; es tierra llana, junto al río. Pásase por una puente». Lo mismo sucede en el magnífico dibujo de Itztepexic (Oaxaca) con textos como «Este cami- no sale de Guaxaca y viene hasta el pueblo de Itztepexic, y se aparta aquí» 42. O bien, como si se interpretara la respuesta a la pregunta 11 del cuestionario en el dibujo. Así, en el caso de Yuririapúndaro (Guanajuato) en el texto solo se citan las poblaciones sujetas, en la pin- tura se representan mediante una pequeña iglesia y una glosa que indica el nombre y la distancia a la cabecera (Ejemplo: «Marabatio: hay dos leguas») 43. En el dibujo de la Relación de Los Peñoles (Oaxaca) aparecen representados los dife- rentes pueblos mediante el esquema de iglesia y una línea que los une con una leyenda («Ca- mino de seis leguas») que indica la distancia como si fuera el recorrido normal de un viaje- ro que hubiera partido de Antequera para finalizar trayecto en Elotepec.

40. Esta dualidad aunque mucho mas regional aparece en la pintura de Yecapixtla (Morelos) con las leyen- das: «Camino que va desta villa para el pueblo de Xumiltepeque», «Camino que va por Chimalhuacán y a Méxi- co», «Camino que va de Ayacapistla para el pueblo de Ocuituco», «Camino desta villa para el pueblo de Atlatlauca, y también para México», «Camino también para Ocuituco» y «Camino que desta villa para la villa de Huaxtepeque». 41. La imbricación general con el espacio virreinal y, a la vez, con su provincia, aparece en Ameca (Jalisco): «Camino de Içatlán», «Camino de la çiudad de Guadalajara», «Camino de las minas de Guachinango», «Camino del Palmarejo», «Camino de la Purificación» y «Camino para México y la provincia de Ávalos». 42. Esta información, en realidad viene a resumir la perfecta descripción del camino que aparece en el texto de la Relación: «…está la ciudad de Guaxaca a siete leguas grandes deste dicho pueblo, de mal camino, y sierras y montañas, y de muchas vueltas, y que se pasa un río (que sale de los montes de Talistaca) diez veces y, en tiempo de aguas, va ahocinado y que se pasa con dificultad, y de mal camino: que, desde que salen de Guaxaca, hasta llegar a Talistaca (que está a una legua de Guaxaca, poco más), que es tierra llana, dende allí se empieza a subir una cuesta o sierra, que tiene de subida casi tres leguas y otras dos de bajada, para llegar a este dicho pueblo. Del cual salen otros dos caminos: el uno, para Chinantla, y otro para Zoquiapan, que está a legua y media deste dicho pue- blo, hacia el poniente, y Chicomesuchitl Santa Catalina, hacia el nacimiento del sol, que está a cuatro leguas deste dicho pueblo, como se verá por la pintura que está al principio desta relación». Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográ- ficas del siglo XVI: Antequera I, p. 252. 43. En la pintura de las minas de Zumpango (Guerrero) aparecen junto a los pueblos sujetos el número de leguas que le separan de la cabecera y el de tributarios. 154 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Es interesante constatar como el dibujo que acompaña la Relación de Teozacualco (Oaxaca), posiblemente el que mejor representa los sistemas de comprensión del territorio prehispánico, fue filtrado por el responsable español situando sobre cada una de las pobla- ciones un texto identificativo del lugar y su distancia con la cabecera. Por ejemplo: «Esta es la estancia e iglesia de San Mateo, que por otro nombre se dice Indigüi. Dista de la cabe- cera dos leguas». En este sentido, constatar también, que en el perfecto plano urbano de Cholula las indicaciones de caminos no están escritas en castellano sino en nahuatl: «Huexotzinco ohtli» (camino de Huejotzingo), «Angeles ohtli» (camino a la ciudad de los Ángeles), «México ohtli» (camino de México) y «Acapetlahuacan ohtli» (Camino de Acapetlahuacan) 44. Por último, señalar que, aunque la Instrucción no requería de pintura para representar las vías de comunicación, en ocasiones se dice en el texto que estas van representadas en el dibujo anexo. Desgraciadamente, esta información nos es útil para identificar algunas pér- didas de mapas. Son los casos de Nexapa (Oaxaca) 45 y Tepeapulco (Hidalgo) 46.

44. En náhuatl también están las direcciones de los dibujos de Suchitepeque (Oaxaca). 45. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, pp. 348-349. 46. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 181. 5. LAS TRAZAS URBANAS

La historia del urbanismo en América ha sido una de los objetos de investigación cen- trales de los científicos sociales en las últimas décadas. Sus análisis han partido desde dis- tintas ópticas y campos del conocimiento (Sociología, Geografía, Demografía, Etnohistoria, Antropología, Arqueología, Urbanismo, Semiótica, Historia de la Arquitectura, etc.) lo que ha enriquecido, sin duda, el debate. Pero, además, el alto número de nuevos asentamientos desde el encuentro de 1492, que son la base de las ciudades actuales, convirtieron a las trazas urbanas en modelo ideológico utilizado para la defensa de intereses ahistóricos, de carácter nacionalista o imperialista. El origen de las retículas ortogonales y su funciona- miento sociopolítico y económico significaron propuestas cargadas de reivindicaciones muy al margen de la reflexión crítica. Cargando las tintas sobre el origen europeo, hispánico o, exclusivamente, americano, se llegaba a conclusiones reivindicativas alejadas de la reali- dad. La complejidad surge cuando se trabaja sobre propuestas poblacionales concretas pero, de forma genérica, existen condicionantes históricos básicos de los que debemos partir para crear nuestro marco de estudio. Cuando en 1573 se publican las Nuevas Ordenanzas de Población de Felipe II un núme- ro importante de enclaves urbanos ya están construidos. Es cierto que, con anterioridad, solo pinceladas rápidas, nada concretas, eran dadas por las Cédulas Reales expedidas a conquista- dores y funcionarios de América. Pero que existió una conciencia urbanística es indudable. Lo importante para nosotros es que la redacción de las Relaciones Geográficas se produce en la horquilla cronológica de 1577-1585. Es decir, que las trazas urbanas en ellas reflejadas son anteriores a la normativa regia, con lo cual entrarían dentro de esa idea de hechos consuma- dos que son recogidos en las Ordenanzas, que mezclan aspectos funcionales con otros teóri- cos incapaces de llevarse a cabo, en su propia contradicción, en la realidad. Estas Nuevas Ordenanzas venían a significar otro episodio en el afán burocratizador y organizativo del presidente del Consejo de Indias don Juan de Ovando. Para ello recopilaba las leyes dictadas con anterioridad y hacía una ordenada relación de normas urbanísticas 158 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN basadas en Vitrubio. De hecho, en paralelo, podemos decir que estaba concluyendo el epi- sodio de conquista de territorios y se pasaba a la colonización precisa de los mismos 1. Las poblaciones fundadas con anterioridad a las Ordenanzas responden, en general, a trazas reticulares con las precisiones que analizaremos. Buscar sus orígenes es sumergirnos en la última cultura medieval que nos lleva a la tradición de la castramentación romana que se había mantenido a lo largo de la Edad Media de forma puntual y que se potencia a fina- les del siglo XV y a lo largo del XVI con fundaciones como Santa Fe (Granada), Vera (Almería), Puerto Real (Cádiz) o Mancha Real, Los Villares y Valdepeñas (las tres en la Provincia de Jaén). Cierto es que en todas ellas la plaza principal es importante, pero no genera, de forma absoluta, la traza urbana. También sabemos que fundaciones como la Santo Domingo de Nicolás de Ovando en la Isla de la Española (1503) ya recoge el sistema reticular antes del contacto con las grandes culturas prehispánicas continentales. Traza que sería va- lorada por el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su «Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano» (1536) al calificarla: «…como algo nuevo y extraordinario: las calles son tanto más anchas y sin comparación de derechas» 2. Auque las instrucciones dadas al franciscano en 1501 son mas que escuetas: «…porque en la isla Española son necesarias de hacer algunas poblaciones y de acá no se puede dar en ello cier- ta forma, veréis los lugares y sitios de la dicha isla; y conforme a la calidad de la tierra y sitios y gente de los pueblos que ahora hay, hareis hacer las poblaciones y del número que os pareciere y en los sitios y lugares que bien visto os fuere» 3. Experiencia dominicana que serviría pronto como ejemplo en otros procesos de poblamiento 4.

1. Cfr. SOLANO, F. Ciudades Hispanoamericanas y pueblos de Indios, pp. 59-80. 2. Ibidem, p. 71. 3. Cit. En: SOLANO, F. Normas y Leyes de la ciudad Hispanoamérica, 1492-1600, p. 22. 4. Por ejemplo, en las instrucciones dadas en 1505 a Vicente Yánez Pinzón para poblar San Juan de Puerto Rico se dice: «… señalaréis a dónde los dichos vecinos puedan poblar una villa, o dos o tres o cuatro, … se haga según de la forma y manera que se han hecho y hacen en la dicha isla nombrada Española…» Cit. En SOLANO, F. Normas y Leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600. Es en las instrucciones dadas en 1513 a Pedrárias Dávila para poblar la zona de Panamá donde aparecen las primeras normativas urbanas con cierta precisión: «Vis- tas las cosas que para los asientos de los lugares son necesarias, y escogido el sitio mas provechoso, y en que incu- rren mas de las cosas que para el pueblo son menester, habéis de repartir los solares del lugar para hacer las casas. Y estos han de ser repartidos según las calidades de las personas. Y se han de dar comienzo por orden: por manera que hechos los solares el pueblo parezca ordenado: así en el lugar que se dejare para plaza, como el lugar en que hubiere la iglesia, como en la orden que tuvieren las calles; porque en los lugares que de nuevo se hacen dando la orden en el comienzo sin ningún trabajo, ni costa, quedan ordenados y los otros jamás se ordenan.» Cit. En SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600, p. 37. Lo cierto es que la práctica llevada a cabo en la traza de Natá tradujo perfectamente estas instruc- ciones basándose en solares cuadrados de 201 pies. Cfr. SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad hispanoamerica- na, pp. 68-69. El mismo texto se incluiría en las instrucciones dadas a Hernán Cortés de 1523; Cfr. SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600, p. 71. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 159

En paralelo, señalaremos que las culturas mesoamericanas tenían una larga tradición urbanística que concluía en la construcción compleja, por el asentamiento en medio de la laguna, de Tenochtitlán. El manejo de sistemas viarios en ejes bien definidos y la estructuración de grandes espacios abiertos ceremoniales en el centro de las urbes eran fre- cuentes y conocidos por las distintas sociedades que entran en contacto con los españoles. Es decir, los modelos urbanísticos ya existían, si no redactados específicamente, en las propuestas de habitabilidad de los españoles antes de conocer las ciudades mesoamericanas; pero, estos, no entraban en contradicción con los sistemas existentes por lo que la acepta- ción se produjo casi de forma natural. Creo que es la verdadera razón de la proliferación de la traza reticulada, el haber sido una propuesta no rechazada por ser coherente con sus cul- turas anteriores, donde la plaza mayor, generadora de la planificación, venía a suplir las explanadas cultuales y sociales prehispánicas. Otro factor a debate en estas primeras décadas es el papel de las órdenes religiosas. Se constituyen en frente colonizador y, con su función catequizadora, en aglutinadores socia- les y, por tanto, en organizadores de nuevas poblaciones. Estas órdenes tienen también su propio proyecto urbano, la ciudad cristiana que no se aleja de los sistemas ordenados en retícula aunque cambian la jerarquía de las instituciones en favor de las que representan a la iglesia. Incluso, separan las actividades civiles de las religiosas. Los conceptos urbanísti- cos se rastrean en las reflexiones teológicas de los ideólogos de cada orden, pero, quizás, sea la obra Crestiá de Francisco Eiximenic, franciscano valenciano, la mas influyente en este momento 5. Esta triple conjunción, la tradición prehispánica, la organización del Estado absoluto y las propuestas religiosas, convergen en la gran geografía mexicana para plasmar lo que sería el primer gran urbanismo americano que, después, sería modélico para el resto del continente. Las Relaciones Geográficas, como documento base, nos sirven para evaluar esta se- cuencia urbana, huyendo de las afirmaciones manidas y de los grandes ejemplos (México,

5. Entre las síntesis de este fenómeno urbano se pueden consultar: AA.VV. La ciudad Hispanoamericana. El sueño de un orden; BENÉVOLO, L. «Las nuevas ciudades fundadas en el siglo XVI en América Latina. Una expe- riencia decisiva para la historia de la cultura arquitectónica del «cinquecento»; CERVERA VERA, L.. Francisco de Eiximenis y su sociedad urbana ideal; GUARDA, G. Santo Tomás de Aquino y las fuentes del urbanismo indiano; PALM, E. W. Los orígenes del urbanismo imperial en América; PÉREZ RODRÍGUEZ, V. «Primer urbanismo colonial en la provincia de Jaén, y su implantación como antecedente del diseño urbano para las ciudades Hispanoamerica- nas»; ROJAS-MIX, M. La Plaza Mayor. El urbanismo, instrumento de dominio colonial; SOLANO, F. Ciudades His- panoamericanas y Pueblos de Indios; SALCEDO SALCEDO, J. Urbanismo Hispano-Americano. Siglos XVI, XVII y XVIII; LÓPEZ GUZMÁN, R. «Urbanismo español en América. Un modelo de transferencia»; y, CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos. Vol. II. El Periodo Virreinal. Tomo I. El encuen- tro de dos universos culturales. 160 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Puebla, Oaxaca, Morelia), que utilizaremos pero matizadamente. Serán las poblaciones me- nores las que por su número nos lleven, finalmente, a detectar las características comunes y la diversidad de respuestas en las ciudades americanas, no las grandes realizaciones que tienen valor simbólico y de ejemplo, pero que apenas suman en la cuantificación conjunta. Cada región ofrece unas características propias, no olvidemos la extensión geográfica y las diferencias climáticas y de paisaje, pero a grandes rasgos dividiremos este capítulo en los cuatro tipos de urbanismo que creemos aglutinan la mayor parte de las construcciones del siglo XVI: Ciudades administrativas y de españoles, Pueblos de Indios, Enclaves mineros y Poblaciones de Frontera.

5.1. CIUDADES ADMINISTRATIVAS Y DE ESPAÑOLES

Hernán Cortés tenía conocimientos urbanísticos y comprensivos del territorio. Su pre- ocupación por el sistema viario prehispánico, su mejora y apertura de nuevas vías de con- quista, así como la decisión de asentarse sobre la destruida Tenochtitlán nos permite atisbar rasgos valorativos de la práctica urbanística y su significación. Cuando leemos algunas de sus cartas de Relación afloran juicios de interés. Así, en la segunda enviada al emperador Carlos V dice sobre la capital azteca: «Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son las calles de ella, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas de éstas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua, por la cual andan en sus canoas, y todas las calles de trecho a trecho están abiertas por donde atraviesa el agua de las unas a las otras, y en todas estas aberturas, que algunas son muy anchas hay sus puentes de muy anchas y muy grandes vigas, juntas y recias y bien labradas…» 6. Conceptos de carácter arquitectónico a los que añade otros valorativos de la «civitas»: «Finalmente, que entre ellos hay toda manera de buena orden y policía y es gente de toda razón y concierto, tal que lo mejor de África no se le iguala» 7. Esta Carta de Relación estaba, además, acom- pañada de la famosa planta de Tenochtitlán (publicada en Nuremberg en 1524) que permi- tía cotejar, aunque no exactamente, la descripción con la imagen. Luego, Cortés manejaba términos de crítica urbana empleados y utilizados, mas tarde, en las Relaciones Geográfi- cas y, sobre todo, en la práctica urbanística del siglo XVI. Ahora bien, sobre esta ciudad, ya ordenada según sus palabras, Cortés interviene a tra- vés de Alonso García Bravo redefiniendo el centro para situar una gran plaza mayor con las instituciones del Estado y una retícula aprovechando las grandes calzadas prehispánicas que le sirva para lotificar el perímetro central y repartir entre conquistadores y allegados espa- ñoles. Esta limitada intervención urbanística, que se irá ampliando a las chinampas periféricas

6. CORTÉS, H. Cartas de Relación, p. 75. 7. Ibidem, p. 49. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 161 a lo largo del siglo XVI, no permite hablar de una ciudad de nueva planta, ni siquiera de una perfecta reordenación 8. Ahora bien, la imagen de la misma desde mediados del siglo era la de una correcta urbe acorde con la teoría del urbanismo renacentista, lo que se apre- cia a través de discursos literarios, como el de Cervantes de Salazar 9, o se visualiza en la tardía imagen de Juan Gómez de Trasmonte de 1628 en la que no existen los barrios indí- genas y en la que se integra el paisaje circundante con la racionalidad del conjunto. Esta imagen no es solo concebible y asumida en la distancia desde Europa, sino que en el propio territorio americano se justifica el perfecto damero de Teutitlán (México), a unos 100 kiló- metros de la capital, ya que «el pueblo está en llano y tiene la traza de México» 10. El damero como propuesta urbana podía estar en Hernán Cortés y en Alonso García Bravo, pero México no era exactamente una cuadrícula. En cambio, ambos, conquistador y tracista, vuelven a conjuntarse en la realización de Antequera (Oaxaca) y aquí si encontra- mos una traza de manzanas cuadradas 11.

Oaxaca. Plano.

8. Cfr. VALERO DE GARCÍA LASCURAIN, A. R. La ciudad de México-Tenochtitlán, su primera traza (1524- 1534), pp. 63-92. 9. CERVANTES DE SALAZAR, F. México en 1554. 10. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 279. 11. Alonso García Bravo también sería el tracista de la villa de San Esteban del Puerto o Panuco (Veracruz). 162 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tras las desavenencias entre Hernán Cortés y los altos funcionarios de la Corona, fue- ron las Audiencias quienes ejercieron el control de la Nueva España. Es esta institución colegiada la que, a petición de los religiosos de los ricos valles agrícolas de Tlaxcala, asu- me la definición de la ciudad de Puebla de los Ángeles como pueblo de españoles al mar- gen de las comunidades indígenas regentadas por los frailes. La segunda Audiencia estaba presidida, en esos momentos, por Juan de Salmerón y de ella formaba parte Vasco de Quiroga. El objetivo de esta fundación era situar colonos españoles en un lugar apto para el desarro- llo urbano (tierras fértiles, agua, materiales de construcción, mano de obra disponible,…) sin entrar en colisión con los intereses de los indios. El encargado directo de la fundación sería Hernando de Saavedra, sobrino de Hernán Cortés y nombrado Corregidor de Tlaxcala, el cual parece que tenía cierta experiencia en la fundación de ciudades (anteriormente había sido Gobernador de Trujillo —Honduras—) 12. El oidor don Juan de Salmerón enviaba el 30 de marzo de 1531 una carta al Consejo de Indias señalando que se procedía a la construcción de la nueva urbe «según la traza habi- tual en este tipo de poblaciones» 13. Quiere decir que existía una normativa concreta o unas ideas urbanísticas precisas entre los dirigentes civiles de ese momento. De hecho se mane- jan dos fechas de fundación. La primera el 16 de abril de 1530 en que se dice se comenzó la construcción y se celebró la primera misa, la segunda el 9 de abril de 1531, fecha en que el oidor Salmerón visitó las obras y procedió a nombrar alcalde, regidores y jueces. Es de- cir, se constituyó la «civitas». En paralelo el obispo de Tlaxcala, Fray Julián Garcés había enviado una carta a la Cor- te solicitando permiso para fundar una ciudad de españoles en su obispado. La llegada del Presidente de la Segunda Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal, en septiembre de 1531 iba acompañada de una Real Cédula firmada por la Emperatriz Isabel autorizando el deseo del obispo. Se aunaban las propuestas de la Audiencia y del Obispado, trasladando la sede en 1550. La traza urbana elegida era generada por la plaza mayor y constituía una parrilla rec- tangular de 100 x 200 varas castellanas (una vara equivale a 83’59 cm., luego tendría unos 83’59 x 167’18 metros). Cada manzana se dividía en ocho solares. Las calles tenían de an- cho 14 varas (11’70 metros). Tanto la proporción de la plaza, que ocupaba una manzana completa mas el ancho de las ocho calles angulares que partían de la misma, como la de las calles era extraordinaria para la época, siendo celebrada por cronistas y viajeros a lo largo de la historia de la ciudad.

12. Sobre la fundación de la ciudad de Puebla y su evolución urbana, Cfr. CASTRO MORALES, E. Desa- rrollo urbano de la Ciudad de Puebla; BÜHLER, D. Puebla. Patrimonio de arquitectura civil del virreinato; MÉNDEZ SÁINZ, E. Urbanismo y Morfología de las ciudades novohispanas. El diseño de Puebla; y, TERÁN BONILLA, J. A. El desarrollo de la fisonomía urbana del centro histórico de la ciudad de Puebla (1531-1994). 13. Cfr. BÜHLER, D. Op. cit., p. 34. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 163

Compostela. Vista aérea.

México. Vista de Juan Gómez de Trasmonte, 1628. 164 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Una experiencia casi paralela a Puebla sería la fundación de Compostela (Nayarit) por Nuño de Guzmán en 1532 con cien «hombres conquistadores» y una traza reticular. Su de- sarrollo estaría condicionado por las minas del Espíritu Santo que pronto dejaron de produ- cir cambiando la Audiencia y la sede episcopal a Guadalajara. Para 1584 la población se había reducido a 20 vecinos 14. Un tercer momento fundacional será el llevado a cabo por el primer Virrey don Anto- nio de Mendoza. Este llegó a la Nueva España en 1535. En la ciudad de México va a clari- ficar el urbanismo y a aplicar conceptos de separación social. Lo primero le lleva a derribar los adoratorios que aún quedaban en pie y a obligar, bajo pena de expropiación, a los pro- pietarios a cercar sus solares y construir en el plazo de un año. En el ámbito social señalará barrios para españoles y para indígenas. Esta separación dentro de la ciudad remite a mode- los medievales donde las morerías, juderías y mozarabías fueron frecuentes en el ámbito geográfico hispánico, así como la fragmentación profesional de los barrios. Aunque, tam- bién, como ha señalado Guillermo Tovar aparece como principio básico en la teoría arqui- tectónica de León Batista Alberti, y no podemos olvidar que nuestro virrey llevó y anotó un ejemplar del humanista italiano con citas comparativas con la situación mexicana 15. Si la ciudad de México estaba condicionada en su estructura por la capital prehispánica y por las intervenciones de los dignatarios anteriores, quizás tengamos que recurrir a Valla- dolid (Morelia) para entender el alcance de las ideas urbanísticas de Mendoza. Su andadura comenzó el 18 de mayo de 1541 en que tomó posesión del terreno, por orden del virrey, una comisión integrada por el italiano Luis de León Romano, Juan de Alvarado y Juan de Villaseñor (encomenderos, estos últimos, de Tiripetío y Puruándiro, respectivamente) de- nominándola «ciudad de Michoacán». Para su realización se recurrió a Juan Ponce que rea- lizó, en 1541, una parrilla de manzanas cuadradas en una zona geográfica que respondía a las condiciones ideales formuladas por Platón, según recoge el cronista Fray Diego de Basalenque en 1673: «En él se hallan las siete condiciones que Platón dijo había de tener una ciudad. Lindo puesto, y fuerte para los edificios, y que nunca le inunden las muchas aguas. El puesto es una loma, adonde por todas partes se sube, de modo que los edificios están seguros como lo están los que hoy hay, con ser tan lindos; y aunque los dos ríos que la ciñen, salgan de madre, no pueden hacer daño a las casas porque es tan seco, que habien- do tantas casas bajas, no se siente humedad en las habitaciones. Lo segundo que pedía Platón era que estuviese descombrada de montes y sierras para que el sol la bañe, luego que nazca,

14. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 90. 15. Cfr. TOVAR DE TERESA, G. La ciudad de México y la utopía en el siglo XVI. El estudioso mexicano ha afirmado en alguno de sus trabajos que, a excepción de George Kubler, ninguno de los investigadores dedicados a la arquitectura mexicana del siglo XVI han leído realmente a Alberti. En este sentido señalar que, personalmente, he trabajado sobre la edición realizada por la Editorial Akal en Madrid (1991), con prólogo de Javier Rivera. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 165 y los aires la purifiquen, como le sucede a este puesto que por estar descombrado más de una legua en contorno, el sol la baña luego que nace, y los aires la purifican de las inmun- dicias de la tierra. Tiene dos ríos, que es tercera calidad para la buena ciudad, y de tanto provecho, que pueden entrar como entra el uno por la ciudad, y puede en sus haldas y ba- jíos tener lindas huertas. Tiene asimismo cuarta calidad, mucha leña, pues a dos leguas tie- ne montes inagotables para ciudades muy grandes. Tiene asimismo abundancia de pan, quinta calidad, pues tiene a ocho leguas en contorno muchos valles para maíz y para trigos de riego. Tiene abundancia de pescado y carne, sexta calidad, pues toda la provincia está llena de estancias de todos ganados mayores y menores, y de aquí se provee gran parte de la Nueva España. Pues el pescado, si hay curiosidad, siempre se puede comer fresco y de mu- chos géneros, que por eso se llama Michoacán, tierra de pescado. Pues el regalo de sus frutas, no sé yo que haya ciudad que le sobrepuje en tantas y tan vecinas. No entran en este cuento los regalos de dulce, que de éstos no se acordó Platón, los cuales se añaden por la cercanía de los ingenios y trapiches, y su lindo temple, que ni es caliente ni frío, sino una medianía muy suave y saludable a los cuerpos humanos. Sólo le falta la séptima condición, que es ocasión de comerlos, porque ni es puerto de mar ni tiene minas, ni tiene beneficio en que los naturales se entretengan, si bien que algunos puede tener, que la necesidad y el au- mento de la gente los platicará. Viendo pues tan buenas y lindas calidades, se determinó a hacer aquí una ciudad» 16. Esta ideas de forma simplificada habían sido valoradas por el Virrey en un mandamiento fechado en 1543 en el que decía para justificar la fundación de la ciudad: «… ha sido for- zoso dar asiento a los españoles de aquella Provincia, porque todos andaban derramados e que ellos os mostraron un sitio para poblar seis leguas de la dicha Ciudad (se refiere a Pátzcuaro) e que habiéndole paseado y andado todo particularmente, os pareció muy bien porque concurren en él todas las buenas cosas que son necesarias para un pueblo, así de tierras baldías, de regadías, como de pastos y fuentes y río y madera y piedra y cal y expe- riencia de ser muy sano y que se dan buenas viñas y trigo y morales y que en conformidad de todo, se los señalasteis y que no mudasteis el nombre que nos le tenemos dado de Mechuacán, por ser así las provisiones de los Regidores y que para que se pueble había necesidad que nos lo favorezcamos para que hagan sus casas y que esto no os parece que se debe hacer, repartiendo indios de servicio, como en los Ángeles, sino que nos hagamos mer- ced de los tributos de los pueblos que en aquella Provincia están en nuestra cabeza, a los indios de ellos para que hagan por ello las casas y a los que tienen indios encomendados que se las hagan ellos, haciendo alguna satisfacción a los que no están relevados de los tributos que les fuesen mucha carga, porque de otra manera tenéis por imposible acabar así

16. BASALENQUE, D. Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, p. 98. 166 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN en muchos años…» 17. Tras la fundación de esta ciudad en el valle de Guayangareo estaba la pugna entre el virrey y el obispo don Vasco de Quiroga que había concentrado, desde 1538, la población indígena y española, en tanto que centro político, en Pátzcuaro. El vi- rrey planificó una ciudad para españoles que, finalmente, acabaría convirtiéndose en la sede del obispado michoacano a partir de 1580, momento en que se comenzó a denominar como Valladolid. Todas estas intervenciones fechadas antes de 1545 ejemplifican la configuración de una teoría urbanística que había realizado pueblos para españoles atendiendo al damero (Antequera —Oaxaca— y Valladolid —Morelia—) o a la retícula rectangular (Puebla de los Ángeles). Ahora bien, estas ciudades concebidas para españoles siempre fueron, en rea- lidad, sociedades mixtas ya que en barrios periféricos o poblaciones cercanas vivieron un alto número de naturales que trabajaban para los españoles y que, con el paso de los años, se fueron mezclando e integrando en la totalidad de la arquitectura de la urbe. Estos pueblos de españoles entre los que se encontraban las grandes ciudades preten- dían formar entre ellos una especie de red que superpuesta al territorio y sobre el entrama- do de pueblos de indios permitiera el control absoluto de mesoamérica. En esta clave hay que entender las preguntas números siete («Las leguas que cada ciudad o pueblo de espa- ñoles estuviere de la ciudad donde residiere la audiencia, en cuyo distrito cayere, o del pue- blo donde residiere el gobernador…») y ocho («Asimismo las leguas que distare cada ciu- dad o pueblo de españoles de los otros con quien partiese términos…») del cuestionario de 1577. También la pregunta duodécima referida a los pueblos de indios le piden la distancia que hay con los pueblos de españoles del entorno. Esto posibilita la creación de un mapa de establecimientos que controlan el territorio al margen de la mayor o menor integración en el sistema de los naturales 18. Incluso estas preguntas se reflejan en algunas pinturas como Itztepexi (Oaxaca) que representa en un extremo de la misma a Antequera (Oaxaca) o Atlatlauhcan (México) que representa la ciudad de Toluca. También hay que señalar que, aunque los ejemplos citados fueron modélicos a nivel urbano, también existieron otras alternativas como la Villa del Espíritu Santo o Coatzacoalcos (Veracruz), que fue fundada con ochenta vecinos españoles y que estaba «mal ordenada» 19.

17. Cfr. TOVAR DE TERESA, G. La ciudad de México y la utopía en el siglo XVI, p. 177. 18. La relación de pueblos citados como de españoles en las relaciones geográficas son los siguientes: Villa de Carrión de Atlixco (Puebla), Minas de Pachuca (Hidalgo), Minas de Taxco (Guerrero), Minas de Temazcaltepeque (México), Toluca (México), Minas de Zultepec (México), Texcoco (México), Tlaxcala (Tlaxcala), Minas de Zimapán (Hidalgo), Villa de San Miguel (Guanajuato), Villa de Colima (Colima), Zamora (Michoacán), Valladolid (Michoacán), Guadalajara (Jalisco), Villa de Jerez (Zacatecas), Zacatecas (Zacatecas), Villa de los Lagos (Jalisco), Compostela (Nayarit), Zumpango (Guerrero), Antequera (Oaxaca), Villa Alta de San Ildefonso (Oaxaca), Purifica- ción (Jalisco). 19. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 116. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 167

Puebla. Plano.

Algo similar sucedía en una ciudad tan importante como Jalapa (Veracruz) que se ha- bía instituido en el centro de la vía de comunicación entre el puerto de Veracruz y la capital virreinal. Incluso, durante el siglo XVIII, tuvieron lugar allí las ferias cuando llegaba la Flota de Nueva España. En 1580 la habitaban 20 vecinos españoles, pero la mayor parte de la población era indígena y la traza irregular: «El pueblo está algo junto la mayor parte dél y, por las quebradas y sin orden, hay alguna parte dél. Están derramados en esta forma, porque están en sus casas entre sus sementeras, como es general en toda la Nueva Espa- ña» 20. Las condiciones orográficas obligaban a estos trazados que se repetían en las pobla- ciones sujetas menos en Xicochimalco que «Está asentado en un llano: tiene traza de aje- drez y la iglesia en medio» 21. Afirmación que podemos cotejar perfectamente en el plano actual.

20. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 344. 21. Ibidem, p. 369. 168 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

5.2. PUEBLOS DE INDIOS

Claro está, la mayor parte de la población no estaba en estas ciudades administrativas, sino distribuida en centros menores poco agrupados y con nula presencia española si ex- ceptuamos los frailes y las visitas esporádicas de corregidores y encomenderos. Sobre esta población indígena se va a imponer muy pronto la filosofía de la congregación o reducción. Se trataba de reunir en poblaciones a los grupos diseminados para facilitar la evangeliza- ción y el cobro de impuestos. Además, esta concentración demográfica permitía, también, la organización de las tierras de labor con nuevas tecnologías que mejoraban su explota- ción, posibilitando la cesión a españoles que estructurarían en ellas sus estancias ganade- ras 22. Es decir, tras las congregaciones había intereses económicos, no meramente religio- sos o civilizatorios en el concepto de «vivir en policía». También fueron las epidemias una de las razones para esta concentración ya que la disminución traumática de la población suponía el descenso de mano de obra disponible en los lugares claves de la nueva organiza- ción del Estado. Si en los pueblos de españoles tenemos que hablar realmente de una sociedad mixta, en el caso de los enclaves de indios se intentó mantenerlos al margen de otras razas (blan- cos, negros, mestizos, mulatos) que con su ejemplo pudieran deteriorar los hábitos sociales indígenas y los procesos de evangelización por parte de los frailes. Las prohibiciones y pe- nas impidiendo que vivieran en los pueblos de indios personas no pertenecientes a la co- munidad fueron reiteradas y aplicadas; ampliándose, incluso, al propio encomendero. Ade- más se regularizaron las jornadas en que podían estar en ellos comerciantes y viajeros de forma rígida. El resultado fue óptimo sobre todo en zonas rurales pero, con el paso del tiempo, la sociedad mesoamericana estaba abocada hacia el mestizaje 23. Los proyectos congregacionales trataban de movilizar a la población indígena cambiando su lugar de asentamiento, o bien permaneciendo en el mismo pero modificando la estructu- ra por la reacomodación de otros pobladores provenientes de lugares mas o menos cerca- nos (pueblos sujetos o estancias). La forma de ejecutarlas constaba de varias fases. La pri- mera consistía en que un juez demarcador hacia el reconocimiento del sitio que se iba a

22. Aunque en un principio en el espíritu de las reducciones estaba la idea de que mantuvieran los indios sus viejas propiedades, así se colige de una Real Cédula de 1560. Cit. En: SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600, p. 167: «Y porque con más voluntad y de mejor gana se junten los indios en pobla- ciones estaréis advertidos que no se les quiten a los que así poblaren las tierras y granjerías que tuvieren en los sitios que dejaren, antes proveeréis que aquellas se les dejen y conserven como las han tenido hasta aquí». Pero en una instrucción de 1568 ya están desvelados estos intereses: «Y que de esta manera (se refiere a la realización de reducciones) se desocuparía mucha tierra en que se pudiesen hacer algunos pueblos de españoles y mestizos». Cfr. SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600, p. 184. 23. Cfr. MÖRNER, M. La Corona Española y los foráneos en los pueblos de indios de América. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 169 congregar, señalando las características geográficas, clima, número de tributarios, distan- cias entre los pueblos, etc.; luego un juez congregador, con base en el anterior informe ele- gía los pueblos que se reubicarían y lo comunicaba a los indígenas, quienes podían objetar la orden, siempre dentro del marco legal; por último se procedía al traslado de los natura- les 24. Cuando se emitía la orden esta era obligatoria amenazando con destruir sus casas y arrasar sus cosechas si no era acatada. Para facilitar el cambio se les hacía una serie de exenciones tributarias y se les daba la misma tierra que tenían, bien manteniéndola si la distancia no era grande u otorgándole parcelas en la nueva población. Cuando la reducción se realizaba llevando población a un pueblo ya constituido se intentaba que los habitantes allí radicados recibieran a los mismos con regalos y les ofrecieran sus casas mientras cons- truían las propias. En el caso de que fuera un nuevo asentamiento se solía primero sembrar la milpa y volver al año siguiente en el momento de la recolección para comenzar la cons- trucción de la nueva ubicación. Excepcionalmente, en algunas zonas chichimecas se cons- truyeron sus nuevas casas y se les mantuvo de productos básicos y alimentarios (carne, maíz, vestidos) a costa del erario publico 25. El aspecto final de estos pueblos congregados aparece perfectamente definido en el texto de la Relación de las minas de Taxco al referirse a los pueblos del entorno asentados en zonas llanas: «Otros pueblos hay que están en tierra mas llana, cuyas casas están puestas por orden, formándose calles muy derechas que llegan de campo a campo. Y es de saber que cada casa, con sus terrezuelas, se cuenta por una casa, y, para formar las calles, hacen desde una casa a otra un seto de cañas de maíz, o de otros palos, malezas o arbolillos, con que hacen pared y se continúa la calle, por no dejar vacíos aquellos espacios que hay entre casa y casa, que se ocupan con las tierras y hortezuelas de los indios. Y esta es la orden que, generalmente, tienen los pueblos de indios de la Nueva España» 26. Orden que es iden- tificado continuamente con el que tienen «los pueblos de españoles» o «al modo español». Esta mezcla de habitación y producción en la misma parcela condicionaba la traza urbana dando como consecuencia manzanas alargadas que, en ocasiones, podían estar condiciona- das en su direccionalidad por la existencia de cauces de agua. Así la traza de una gran po- blación de indios como es Iguala (Guerrero), tenía 840 tributarios en 1579, se define de la siguiente forma: «La poblazón está bien trazada por sus calles anchas y derechas, desvia- das las casas unas de otras, que tienen en medio sus milpas y frutales» 27.

24. Cfr. PAREDES MARTÍNEZ, C. (Dir.) Arquitectura y espacio social en poblaciones purépechas de la épo- ca colonial, p. 51. 25. La normativa mas clara de la forma de llevar a cabo las congregaciones fue instaurada por el virrey don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey, quien gobernó entre 1595 y 1603. Sobre su actividad, Cfr. TO- RRE VILLAR, E. Las congregaciones de los pueblos de Indios, pp. 20-43. 26. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 119. 27. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 341. 170 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Estas experiencias se van a escalonar a lo largo del siglo XVI con mas o menos éxito. Entre las razones del fracaso estuvieron la concentración de diferentes etnias y hablantes de diferentes idiomas 28. En ellas intervienen las autoridades civiles y, también, las religio- sas con prácticas diversas pero con objetivos similares. El estudio de esta casuística y la situación en el momento de la realización de las Relaciones Geográficas (1577-1585) cen- tran las reflexiones que siguen. A nivel documental la necesidad de las reducciones comienza bien temprano, ya en las instrucciones dadas en 1503 a Nicolás de Ovando se señalaba que «…se hagan poblaciones en que los dichos indios puedan estar y estén juntos, según y como están las personas que viven en estos nuestros reinos…» 29. Para el área geográfica que estudiamos, el punto ini- cial del desarrollo de las reducciones está en la carta que envía en 1535 el obispo de Guate- mala, Francisco Marroquín, a Carlos V en que señalaba la imposibilidad de adoctrinar a los indios si no se juntan por estar «una casa de otra a mucha distancia» 30. El resultado de las peticiones del prelado se concreta en una Real Cédula de la reina regente de 26 de febrero de 1538 en la que se señala que: «… si no se juntan los dichos indios no pueden ser doctrinados. Y que para el remedio dello convenía que se llamasen a todos los principales indios y se les diese a entender cuán conveniente cosa les era juntarse. Y que porque esto se podría hacer sin que se les alzase el servicio y tributo que dan a sus amos, era necesario que se mandase suspender el dicho servicio por todo el tiempo necesario para este efecto. Y que sólo entendiesen en se juntar y hacer sus casas y sementeras, porque de ello redundaría muy gran bien para sus ánimas» 31. A partir de aquí se suceden una serie de Cédulas Reales instando a las congregaciones en toda América. Para México, antes de mediar el siglo XVI, se concretan en la fechas de 1538, 1540 y 1549 32. La leyes de Indias dedican el título tercero del libro VI al tema, pudiéndose ver el escalonamiento de normativas a lo largo del siglo XVI. Es significativa la orden de Felipe II de 1573, año en que se emiten las Ordenanzas de Nuevas Poblaciones, en que se aboga por la calidad de los pueblos reducidos señalando «Los sitios en que se han de formar Pue- blos, y Reducciones, tengan comodidad de aguas, tierras y montes, entradas, y salidas, y labranças, y un exido de una legua de largo, donde los indios puedan tener sus ganados, sin que se rebuelvan con otros españoles» (Libro VI. Titulo III. Fol. 199 r.).

28. Cfr. SOLANO, F. Ciudades Hispanoamericanas y Pueblos de Indios, pp. 348-349. 29. Cit. En: SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamérica, 1492-1600, pp. 24-25. 30. Cit. En SOLANO, F. Ciudades Hispanoamericanas y Pueblos de Indios, p. 362. Sobre la reducciones en Guatemala, Cfr. SÁENZ DE SANTAMARÍA, C. La «reducción a poblados» en el siglo XVI en Guatemala, pp. 187-228. 31. En: SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600. p.127. 32. Cfr. SOLANO, F. Ciudades Hispanoamericanas y Pueblos de Indios, p. 338. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 171

La división jurídica y administrativa de estos pueblos de indios fue idéntica a los de españoles. El territorio comprendía un número más o menos elevado de enclaves poblacionales (sujetos o estancias) que dependían del centro mas destacado (cabecera), creán- dose así una red productiva y, a la vez, evangelizadora ya que las ordenes religiosas convir- tieron los enclaves secundarios en visitas desde el convento situado en la cabecera 33. Qui- zás el espíritu colaboracionista entre caciques y frailes, unido a la municipalización de la sociedad como método idóneo para conseguir las castellanización de los indígenas, sean las claves para valorar positivamente el proceso de congregaciones. En una Real Cédula de 1549 se decía: «Y que en todos los pueblos que estuvieren hechos, y se hicieren, era bien que se crearan y proveyesen alcaldes ordinarios, para que hicieran justicia en las cosas ci- viles, y también regidores cadañeros, y los mismos indios que los eligiesen ellos: los cuales tuvieran cargo de procurar el bien común y se proveyesen así mismo alguaciles y otros fis- cales necesarios como se hizo y acostumbra hacer en la provincia de Tlaxcala y en otras partes» 34. La zona de Michoacán presenta algunas de las acciones mas tempranas e interesantes en el tema de las congregaciones. Allí se ponen en escena tres personajes de primera mag- nitud: el obispo don Vasco de Quiroga, el franciscano Fray Juan de San Miguel y el agusti- no Fray Juan de San Román. Los tres intervienen en la urbanística de la zona con propues- tas comprensivas de la sociedad tarasca, ya que hay que entender que no basta con imponer una traza sino que la consolidación de la misma dependerá exclusivamente de la aceptación por el desarrollo cotidiano de esa comunidad. En este sentido, consideramos que la identi- ficación de los grandes espacios abiertos purépechas con las plazas mayores es uno de los aciertos de los tracistas que aseguraron con las mismas el devenir de las poblaciones. Es mas, encontramos grandes atrios y plazas anexas que sobrepasan espacialmente las posibi- lidades de congregación de la población primigenia y de las mejores expectativas de creci- miento. Luego, la escala de estos espacios abiertos hay que ponerla en relación con formas de vida al aire libre propiamente prehispánicas donde se abordaban funciones como eran la impartición de justicia, el intercambio de productos o las narraciones colectivas de su his- toria 35. Aunque la plaza era un concepto importado de España, la realización práctica enraizó en relación con los espacios abiertos americanos que aumentaron, con el paso del tiempo, y otorgaron nuevos matices de funcionamiento a las mismas. Este acierto urbano, incluso, se intentaría, mas tarde reimplantar en la Península Ibérica con las grandes plazas mayores realizadas a fines del siglo XVI y durante el siglo XVII.

33. Cfr. Ibidem, p. 25; y ESPINOSA SPINOLA, G. «Poblados y conventos rurales de México (Siglo XVI)». En: AA.VV. Estudios sobre el territorio Iberoamericano, pp. 73-86. 34. Cit. En SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600, p. 150. 172 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cuando don Vasco de Quiroga traslada la capital de Tzintzuntzán a Pátzcuaro e inicia la transformación de la ciudad así como los grandes proyectos edilicios como la catedral, la población diseminada comienza a concentrarse en torno a las poblaciones del lago para ofre- cer su mano de obra, atentos, también, a la actitud comprensiva e integradora del obispo. Don Vasco llevará a cabo dos políticas urbanísticas paralelas y diferentes. La primera es la fundación de los denominados pueblos-hospitales como fueron el de Santa Fe de México y el de Santa Fe de la Laguna, el primero cerca de la capital virreinal y el segundo en la lagu- na de Pátzcuaro. Se trataba de comunidades nuevas con estructuras arquitectónicas comu- nitarias y actividades productivas y sociales participativas con propiedades y responsabili- dad común, regidas por las ordenanzas otorgadas por don Vasco. La segunda experiencia consistía en señalar, sobre las poblaciones existentes o de nue- va planta, la construcción de un hospital que se convertía en el centro de la vida social del pueblo con atención sanitaria, espiritual (capillas dedicadas a la Concepción) y cívica (allí se asentaban los cabildos indígenas). Fueron numerosísimas las fundaciones por todo el ámbito geográfico de Michoacán, aunando esfuerzos, en este campo, con las propias reali- zaciones de franciscanos y agustinos. Ahora bien, la bondad de las realizaciones de don Vasco ha sido reconocida y poten- ciada por la historiografía pero tenemos que atender a planteamientos cronológicos y polí- ticos que nos pueden dar algunas claves interpretativas. Cuando Quiroga funda en 1533 el hospital-pueblo de Santa Fe de la Laguna actúa como Oidor de la Segunda Audiencia y colabora estrechamente el sucesor del cazonci (monarca purépecha) don Pedro Patze Cuiniarángari. Luego es un experimento civil que sería bien recibido en los círculos de la monarquía e, incluso, valorado por Fray Bartolomé de las Casas. La labor congregadora del pueblo-hospital no era solo una experiencia de carácter asistencial, sino que significaba la plasmación de un modelo de estructuración cívico-religiosa que, por otro lado, pudiera tener relación con formas de reciprocidad y redistribución de los bienes entre los distintos estratos de la sociedad en el ámbito cultural tarasco 36. Si pasamos a algunos ejemplos concretos tenemos que constatar que en las primeras poblaciones que se conforman en torno al lago de Pátzcuaro aparece la cuadrícula, pero el convento con su atrio están en la periferia o al margen de la traza. Son los casos de Tzintzuntzán y Erongarícuaro. Esto hace suponer que primero fue el convento que atendía a la dispersa población y, después, se hace la reducción en su entorno. La dualidad de crite- rio entre espacio cívico y religioso es, no obstante, el sistema que domina en la capital Pátzcuaro donde la catedral se construye en una colina en la periferia de la traza y al mar- gen del sistema vial. En el caso de Tzintzuntzán la plaza cívica se reduce a un pequeño

35. Cfr. ETTINGER MCENULTY, C. R. La transformación de los asentamientos de la cuenca lacustre de Pátzcuaro, p. 51. 36. Cfr. PAREDES MARTÍNEZ, C. (Dir.). Op. cit., p. 32. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 173 ensanchamiento entre dos manzanas, pero si observamos el denominado plano de Beaumont, fechado en torno a 1540, muestra la relación urbana entre el asentamiento prehispánico, los espacios abiertos y el convento. El damero queda marginado. En el caso de Erongarícuaro hay una dualidad evidente entre el atrio y la plaza cívica de grandes dimensiones (50 x 70 metros) capaz de acoger el mercado periódico 37. Por lo que respecta a Santa Fe de la Lagu- na se trata de una población nueva con acopio de población dispersa, la definición con es- pacios abiertos concatenados (plaza pública, atrio y patio del hospital) y su imbricación con las manzanas alargadas estarían, posiblemente, en relación con el uso de los lotes donde se combinarían las funciones de habitación y cultivo de la milpa 38. Volviendo a Pátzcuaro vemos que la traza urbana se organiza con manzanas que tien- den a la cuadricula ortogonal en torno a la plaza principal quedando desplazado el asenta- miento de la catedral. No obstante, esta se construye sobre la plataforma prehispánica don- de convergían las vías de comunicación de la zona y, su situación elevada, le hacen marcar su jerarquía sobre la población y el entorno. Es mas, los restos de la red vial prehispánica son visibles en una serie de calles o callejones en disposición radial que parten del antiguo centro ceremonial 39. Esto hace que el texto de la Relación diga: «Está asentada esta dicha ciudad en un lugar áspero y pedregoso y entre quebradas, y hay en él poco llano, y, a esta causa, las calles no están tan en orden en algunas partes como en otros pueblos. La plaza principal, donde están las casas reales, está en una hoya, y allí tienen los más vecinos espa- ñoles sus casas, por ser el puesto más llano; miran, las dichas casas reales, al oriente» 40. Otras posibles intervenciones de don Vasco de Quiroga se centran en Taimeo 41 y en el partido de Chilchotla donde existían hospitales fundados por el obispo, documentando su origen en la Relación como congregación 42. En la zona de la sierra michoacana fueron los franciscanos, y sobretodo Fray Juan de San Miguel, quienes llevaron a cabo las primeras congregaciones, aunque apenas hay do- cumentación y noticias de las mismas. Tenemos, no obstante, algunas referencias en los textos de las Relaciones Geográficas y la realidad de su planimetría urbana revela la exis- tencia de las reducciones. Tales son los casos de Xiquilpan, Tingüindín 43, Tarécuato y Peribán

37. Cfr. ETTINGER MCENULTY, C. R. La transformación de los asentamientos de la cuenca lacustre de Pátzcuaro, pp. 90-108. 38. Ibidem, p. 153. 39. Cfr. CHANFÓN OLMOS, C. Arquitectura del siglo XVI. Temas escogidos, p. 123; y, RAMÍREZ ROMERO, Esperanza. Catálogo de Monumentos y sitios de la región lacustre. Tomo I. Pátzcuaro, pp. 57-60. 40. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 197. 41. «Habrá, en él, como doscientos vecinos que viven por sus calles, y tiene su traza como pueblo espa- ñol…». Ibidem, p. 277. 42. Ibidem, pp. 105 y 115. El diseño se realizó mediante una cuadrícula. 43. Existe un dato contradictorio con respecto a esta población ya que hay dos Relaciones, en una se consi- dera la fundación del hospital como de Don Vasco de Quiroga y en la otra se atribuye a Fray Juan de San Miguel. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 327 y 423-424. 174 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN donde se documenta la presencia de Fray Alonso de Pineda, Fray Juan de Pavía y Fray Juan de San Miguel entre 1539 y 1550 44, respondiendo la traza urbana de todos ellos a retículas cuadrangulares. Igualmente, debieron intervenir en Acámbaro (Guanajuato) ya que se do- cumenta la dotación de dos hospitales fundados por Fray Juan de San Miguel en torno a 1550. La razón de la doble construcción estribaba en que allí se habían congregado indios tarascos y otomíes, con una perfecta retícula, que mantenían de esta forma su individuali- dad 45. La realización mas importante y modélica fue Uruapan donde no solo trazó la po- blación sino que conformó la guatápera, siendo valorada su traza como «…la mejor dispo- sición que pudiera la aristocracia romana» 46. También intervinieron los franciscanos en la zona de la costa, concretamente en la pro- vincia de Motines van a congregar a los naturales en la población de Quacomán: «… los cuales estaban repartidos por cerros y quebradas, y, de allí, los pasaron al asiento donde ahora están unos Frailes Franciscos, que, por haber ocurrido hace mucho tiempo, no se acuer- dan de sus nombres; y, así, los congregaron en este dicho asiento, donde viven con mucha sanidad porque, demás de ser humedad, es tierra muy sana» 47. En lo que se refiere a la labor de los agustinos en los procesos de urbanización hay que citar a Fray Juan de San Román que es el responsable de la traza de Tiripetío. Allí coincide con las claras intenciones congregacionales y participativas del encomendero Juan de Alvarado. El agustino era enviado en 1537 a Tiripetío acompañado de otro hermano, Fray Diego de Chávez y Alvarado, sobrino del encomendero y que llegaría a ser obispo de Michoacán. El interés de las distintas partes en este asentamiento hizo que, incluso, se tra- jeran albañiles de México para realizar las construcciones. San Román tenía experiencia en fundaciones, habiendo participado en pueblos como Chilapa y Tlapa (ambas en el Estado de Guerrero) 48. El resultado sería una retícula con manzanas rectangulares ocupando un lugar preeminente el convento con su atrio y, anexo al mismo, la plaza. Habría como dos ejes que se unían en el atrio conventual, el primero que señalaría las manzanas de vivien- das y el segundo, o público, que uniría los espacios abiertos. Esquema visible en el actual plano de Tiripetío y que se recoge en la descripción que hace de la población la Relación Geográfica: «Este pueblo de Tiripitío está sentado en una loma que corre de oriente a po- niente, y, ansí, las calles y casas van a la larga por el propio rumbo; de manera que, desde las primeras casas que están al oriente, hasta las postreras que están al occidente, hay mas

44. Ibidem, pp. 411-435. 45. Ibidem, p. 68. 46. RODRÍGUEZ PAZOS, M. Reducciones franciscanas en México, pp. 156. 47. ACUÑA, R. Op. cit., p. 137. 48. En Chilapa había realizado la congregación en 1533, construido el convento y trazado la población «…como los pueblos de españoles, por sus calles derechas…» Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI. Tlaxcala II, p. 111. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 175 de mil pasos tolomeos. Algunas casas caen en el llano, debajo de la loma, hasta llegar a una ciénaga, que empieza desde estas casas o calles bajas que caen en el llano» 49. La instalación en el convento de un Colegio de Estudios permitió a los indígenas apren- der una serie de oficios, entre ellos los de la construcción, que extenderían por el área geo- gráfica inmediata. No hay que olvidar en este sentido la participación directa de Fray Diego de Chávez en la organización y construcción del convento de Yuririapúndaro (Guanajuato) 50. En los valles de Puebla la organización de las reducciones recae sobre los francisca- nos 51. De hecho cuando termina el gobierno de don Antonio de Mendoza se han concluido los asentamientos y las capas superiores de la sociedad indígena dan muestras de su proce- so de hispanización a través de sus atuendos e incluso formación lingüística. A ello se aña- den sus perfectos poblados y sus cabildos funcionando correctamente. Son los casos de Tepeaca, Tecali, Acatzingo, Tecamachalco y Quecholac. Todos pertenecían a la alcaldía ma- yor de Tepeaca y sufrirán esta intervención urbanística en torno a 1540-1545, una vez que se pusieron de acuerdo los caciques, frailes y españoles asentados en estas tierras, se orde- naron las congregaciones. Todos los pueblos son definidos en el texto de la Relación con «muy buena traza de plaza y calles, con toda limpieza y buena orden» 52. En todas estas poblaciones había españoles que vivían integrados en la traza urbana sin un lugar preciso en la misma. Las retículas de estas poblaciones eran cuadradas a excepción de Acatzingo que mantenía el modelo de Puebla de los Ángeles con una parrilla rectangular. En todas ellas el convento franciscano se situaba en la plaza mayor, menos en Tecamachalco que aparecían diferenciados los ámbitos civil y religioso. Las proporciones de estas poblacio- nes así como de sus plazas principales las sitúan entre los proyectos urbanos mas acabados de Nueva España, permitiendo su análisis comprobar cuales eran los criterios urbanísticos manejados por autoridades y religiosos en la década de 1540-1550. En la zona de Oaxaca fueron numerosas las reducciones con intervención de los domi- nicos y, en la mayoría de los casos, de acuerdo con las autoridades indígenas. Un caso pa- radigmático es Nochistlán donde intervino el cacique y un clérigo llamado Bernardino López, realizándose en torno a 1560. Lo interesante es que el dibujo que acompaña la Relación de 1582 es un damero y el texto dice: «Y están poblados en un pueblo trazado de calles y casas, y hablan en general una sola lengua que llaman mixteca» 53. Aunque no siempre el hecho de congregar a los indios significaba la realización de una traza reticular. De hecho Cuilapan se reduce en torno a 1550 pero la nueva población «…no esta ni tiene las calles

49. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 346. 50. Sobre Tiripetío, Cfr. CERDA FARIAS, I. El siglo XVI en el pueblo de Tiripetío. 51. Cfr. GONZÁLEZ-HERMOSILLO ADAMS, F. Gobierno y economía en los pueblos indios del México colo- nial, pp. 116-117. 52. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 231. 53. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 366. 176 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN llanas; y, por estar así abarrancado, están los indios desparramados, que apenas se hallarán cuatro casas que vayan continuadas, como en otros pueblos. Y, por esta razón, ocupan mu- cha tierra, porque, en diámetro, tomaran como un cuarto de legua y, de circunferencia, cua- tro. Y las razones esta: por ser la tierra del pueblo desproporcionada en su asiento» 54. También tenemos documentadas reducciones realizadas directamente por orden de los virreyes. Es interesante la ordenada por don Antonio de Mendoza en la provincia de Moti- nes en la que se cumplieron los objetivos de concentración pero, en cambio, no se concre- taron en trazas urbanas regulares. Dice el texto de la Relación: «Los pueblos que en esta dicha comarca y costa hay son pequeños y de poca gente, aunque los naturales dicen que habían más en tiempo de su infidelidad. Están poblados en lugares y partes comodadas, porque, gobernando en esta Nueva España el ilustrísimo visorrey Don Antonio de Mendoza, de feliz memoria, mandó a un caballero que se llamaba Hernando de Alvarado, que era al- calde mayor de la provincia de Colima y destos Motines, que entonces era toda una juris- dicción lo que ahora no es, que los pueblos que estuviesen en quebradas y arcabucos y lu- gares no acomodados, que los sacase de allí y poblasen en partes y sitio de buenos asientos, donde pudiesen ser visitados de sus curas y religiosos, y de las justicias de su Majestad. Y, así, el dicho Alvarado, con el mejor acuerdo y consejo que pudo, mudó los dichos pueblos de sus antiguos sitios adonde al presente están, por ser mejores asientos y lugares; aunque dicho mudamiento de pueblos costó a muchos indios e indias las vidas, por sacarlos, como se sacaron, de sus rincones y naturaleza, a otras aguas y asientos nuevos. La forma y manera de los pueblos, en esta tierra, es que las iglesias están en medio del pueblo, con sus cementerios cuadrados, y cercado enfrente de la puerta principal della. Los indios están poblados a la redonda de ella, como que la cercan, sin tener calle ninguna ni plaza ninguna, si no es algún patiecico que hay, adonde hacen Tianguez algunas veces, y allí ponen la picota para corregir y castigar a los delincuentes. Sólo el pueblo de Pomaro, en esta comarca, tendrá cien vecinos, y, el de Tlatictla, deste río, casi otros tantos; y aun dudo que lleguen a ciento. Los demás serán como de a veinte o treinta, y de cuarenta, y de cincuenta y dos o tres, que hay hasta de a cinco indios…» 55. La ausencia de la traza reticular es asumida como problema por Juan Alcalde de Rue- da, uno de los hacendados españoles de la zona que redacta la Relación. Así, cuando habla del pueblo de Oztutla dice: «Tiene este pueblo cuatro calles: una, a un costado de la iglesia, y otra, al otro; y otra, delantera, después del cementerio, y otra, en las espaldas della, que yo hice trazar para ponerla en alguna policía» 56.

54. Ibidem, p. 181. 55. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 158. 56. Ibidem, p. 163. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 177

El virrey don Luis de Velasco fue el que ordenó la reducción de Santiago de Nexapa (Oaxaca) en 1560 siendo una de las razones que se alude en la Relación de 1580 sobre la disminución de la población: «Ha sido tierra muy poblada de indios, y ahora no hay tantos. Hay diversas opiniones: una de las principales es haberlos mudado de sus naturales asien- tos para poblarlos en lo llano y bajo, en república, para que tuviesen doctrina y policía; aunque su natural era vivir en los cerros airosos» 57. Ahora bien, las razones políticas y tributarias parece que primaron en la ejecución: «Comenzose a poblar con treinta vecinos; trazose para cincuenta. Poblose, para acabar de asentar en sujeción la nación de los chontales, que, hasta entonces, no habían acabado de reconocer con tributos a la Real obediencia, y dende entonces acá tributan» 58. Existen un grupo de poblaciones en que podemos documentar las congregaciones pero no tenemos noticias de quienes las ejecutaron. Es el caso de Misantla (Veracruz) se realizó en 1564 mediante una retícula pero con resultados nefastos, ya que cuando se hace la Rela- ción en 1579: «Hay trescientos y setenta y ocho indios tributarios en todo este pueblo y sus sujetos: dicen había, hará ahora quince años, mas de ochocientos tributarios. Dicen ser la causa de haberse muerto muchos, que antes estaban poblados en unas serranías a cuatro leguas deste pueblo, en un lugar alto, tierra templada; pero hiciéronlos bajar donde al pre- sente están, porque se juntaran: es puesto enfermo, muy cálido, metido en un valle metido entre unas muy grandes y espesas montañas y serranías» 59. Lo mismo sucede con Ameca (Jalisco) que parece que ya existía en 1530 atendido por un fraile franciscano. Los indios de esta población se revelaron en 1539-40, matando a Fray Francisco Lorenzo. Después se volvieron a asentar, señalando el texto de la Relación que: «…está poblado y fundado en tierra llana baja, con traza de calles, casas del rey, iglesia y mesón; hay dos calles en cuadra, con dos encrucijadas, a todas partes de oriente, poniente, norte y sur; mira este dicho pueblo al poniente» 60. Esquema urbanístico cotejable en la pin- tura que acompaña al texto con manzanas en retícula, aunque de diferente tamaño, identifi- cándose en torno a la plaza los edificios principales. En Oaxaca es el caso de Itztepexic que se había formado en 1575. La Relación especi- fica: «De cuatro años a esta parte, se bajaron a poblar a donde ahora están poblados por sus calles y solares, porque, antes, solían estar en el cerro que dicen Itztepexic, de donde toma el nombre este dicho pueblo…» 61. Esquema urbano cotejable perfectamente en la pintura que acompaña el texto.

57. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 347. 58. Ibidem, p. 348. 59. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 188. 60. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 33. 61. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 251. 178 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

La caída demográfica, que se acentúa con cada epidemia a lo largo del siglo XVI, obli- garía a nuevas reducciones entre 1595 y 1603 pero, en estas, se utilizarían como cabeceras, generalmente, poblaciones ya formadas por lo que el resultado de las mismas fue acrecen- tar y potenciar morfologías ya definidas antes que la realización de nuevas poblaciones. Además, estas cabeceras contaban ya con una arquitectura, civil y religiosa, nada desdeña- ble. Un caso paradigmático serían un grupo de pequeños enclaves situados en el entorno de Huejotzingo (Puebla) en que el juez encargado de la congregación, don Juan Maldonado, señala que: «Atento a lo qual desde agora lo señalava y señalo, y escogía y escogió, por ser como es tan bueno y no haver como no hay en toda la jurisdiçion de esta dotrina otro tal, para que en esta dicha çiudad de Guaxoçingo sean congregados todos los indios de todos los treynta y ocho barrios que tiene visitados y demarcados …» 62. Pese a que sea en este periodo final cuando los resultados fueran más visibles y de consecuencias inmediatas, lo cierto es que desde don Antonio de Mendoza (1535-1549) hasta don Rodrigo Pacheco y Osorio (1624-1635), todos los virreyes se preocuparon con más o menos ahínco de este tema 63. De igual forma no es nada desdeñable la actividad de las tres órdenes mendicantes con sus particularidades. Aunque numéricamente tengamos que vol- ver al último periodo, cualitativamente las bases y el sentido de las congregaciones ya esta- ban en los procesos que se ejecutaron antes de las Relaciones Geográficas de 1577. Estas congregaciones supusieron un avance importante en el control del territorio y de la población por parte del gobierno virreinal, tanto a nivel productivo como ideológico. Por el contrario, los efectos negativos supusieron cambios en los modos tradicionales de explo- tación de los recursos naturales, diluyó los nexos de parentesco y modificó las formas de relación social integrando grupos étnicos y lingüísticos diferentes.

5.3. ENCLAVES MINEROS

Los establecimientos mineros durante el siglo XVI van a puntear la geografía mesoamericana con distinta fortuna. Su evolución está marcada por la productividad que, al descender o agotarse, amenazaba a los asentamientos con la desaparición o la búsqueda de alternativas económicas de subsistencia. Por otro lado, están aquellos que crecen poten- ciando su capacidad de explotación, lo que les llevará a integrarse en los ejes de comunica- ción y a concebir zonas geográficas y económicas dependientes. Muchos de estos enclaves ya eran conocidos en época prehispánica, pero es ahora cuando adquieren una nueva proyección al transformarse en «Reales de Minas» y perfeccionar los sistemas de extracción como pudo ser la almagama con mercurio inventada en las minas de

62. Archivo General de la Nación (México). Archivo Histórico de Hacienda. Vol. 2323. Fol. 1. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 179

Taxco. Vista General.

Guanajuato. Vista General. 180 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Pachuca. Estas poblaciones crecen desorbitadamente necesitando de mano de obra abun- dante, de alimentos y ganado, de bienes técnicos y de caminos para la salida de su produc- ción. Cuando los españoles llegaron a México no existía una explotación sistemática de ya- cimientos mineros. Los objetos de oro que poseían las distintas culturas mesoamericanas procedían de las pepitas encontradas en ríos. No obstante, pronto comenzaron a aparecer ricos filones cerca de la ciudad de México como Sultepec (México), Taxco (Guerrero), Tlalpujahua (Michoacán) y Pachuca (Hidalgo); pero, pocos años después, aparecerían los de la zona de Guanajuato y Zacatecas en tierras de los hostiles chichimecas. Estos enclaves no podemos solo analizarlos atendiendo a sus características propias sino que tenemos que imbricarlos en una óptica mas generalista de ocupación del territorio. De hecho con la fundación de Valladolid en 1541 el virrey no solo pretendía consolidar un pueblo de españoles y oponerse a la política indigenista en exceso del obispo Quiroga, sino que también era la forma de establecer un sitio apropiado desde donde controlar los hostiles territorios del Bajío (actual Estado de Guanajuato) bajo dominio chichimeca y con capaci- dad de desarrollo con sus centros argentíferos 64. En esa concepción genérica del territorio Valladolid se enclavaba en las rutas hacia Guadalajara (capital de la Audiencia y obispado de Nueva Galicia) y las ya comentadas de las zonas mineras de Guanajuato y Zacatecas, posibilitando el acopio de bienes alimentarios. Esta concepción del territorio en torno a los centros mineros revela su verdadera con- dición cuando, en fases históricas posteriores, decaen y se agotan los filones. Esos enclaves agrícolas y ganaderos continuaron su actividad buscando nuevos mercados para sus pro- ductos beneficiándose, entre otras cosas, de la privilegiada red viaria de los reales de mi- nas. Los ejemplos del mantenimiento y desarrollo de las poblaciones del Bajío (Guanajuato) y del entorno de Zacatecas cuando estas minas dejaron de ser el motor económico son elo- cuentes. Otra ciudad que crece en relación con las minas es Jerez (Zacatecas) que pronto se es- pecializó en el suministro de cereales a las minas de Zacatecas. Se trataba de bajar los pre- cios de los bienes alimentarios que llegaban en recuas de mulas, carros y carretas desde México o desde la más cercana Michoacán 65. Por otra parte estaba la necesidad defensiva. Así, el diseño de la población minera de Zimapán hay que entenderla en relación con la protección de los ataques de indios no paci-

63. Cfr. TORRE VILLAR, E. Las congregaciones de los pueblos de indios, pp. 7-65. 64. Cfr. PAREDES MARTÍNEZ, C. (Dir.) Op. cit., p. 94. 65. Era frecuente que los precios del maíz en Zacatecas fueran seis veces superiores a los de México y en algunos momentos de hambruna se vendió el maíz sesenta veces mas caro que en Guadalajara. Cfr. BAUDOT, G. La vida cotidiana en la América Española en tiempos de Felipe II, pp. 228-229. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 181 ficados. De hecho en 1580 el virrey Enríquez autorizaba a los propios mineros para que constituyeran una fuerza militar que saliera y castigara a los chichimecas que asaltaban y robaban en las cercanías de la población. Esta se defendía con su diseño urbano: una plaza central totalmente rodeada de edificios que formaban un cerco defensivo. Además, todas las casas tenían los techos planos lo que permitía que sirvieran como barbacanas y, además, estaban realizadas: «… de piedra y de adobes y algunas piedras de cantería, blanca y colo- rada, de que hay canteras de donde se sacan…» 66. El origen impreciso de las poblaciones mineras hace que, en general, no obedezcan a trazas constituidas regularmente ni a la dotación de un perímetro agrícola dependiente con sus ejidos, dehesas y parcelas privadas. De hecho, una ciudad que crece a fines del siglo XVI es Taxco (Guerrero) entrando en conflicto las sementeras de los indios que trabajan en las minas, que las habían adecuado junto a sus viviendas, con la falta de ejidos para el nú- mero elevado de mulas y caballos necesarios para la explotación minera. Estos animales producían numerosos daños a los naturales por lo que el virrey ordenará la creación de un ejido en 1576 67. Es una muestra de ciudades que no obedecen a un plan genérico de ocupa- ción territorial y que carecen del sistema jurídico marco de las fundaciones novohispanas. Tampoco podemos señalar en los Reales de Minas la diferencia entre pueblos de indios o españoles. Allí, se supone que los empresarios son españoles que emplean a los naturales sacándolos de sus poblaciones de origen. De hecho en las Relaciones Geográficas no se especifica la composición segregacionista de la población. En cambio, podemos apreciar los conceptos economicistas en la respuesta a la pregunta quinta («De muchos o pocos in- dios, y si ha tenido más o menos en otro tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren…») del cuestionario en las Minas de Fresnillo I: «Es tierra de pocos indios y, los que hay, viven entre españoles; aunque hay algunos pocos pueblos dellos. Solía haber más indios en los pueblos de españoles y minas, y la causa principal porque hay tan pocos es por ser todo este reino tierra de guerra, y porque los indios salteadores nos matan a los indios y ganados de que nos servimos, y a nosotros mismos, junto a nuestras casas y en los propios pueblos, sin darnos vado ni sosiego alguno» 68. Además los enclaves mineros solían estar en zonas montañosas que hacían difícil una retícula como en las Minas de Xocotlán (Jalisco) donde: «…las calles y casas destas minas y provincia están fundadas no con orden ni concierto, porque, como la tierra es áspera, hace cada uno casa adonde le parece asiento mas cómodo; y los pueblos, por esta misma razón, están, unos, en quebradas y, otros, en lomas» 69. La fundación de este establecimiento se

66. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 103. 67. Cit. En SOLANO, F. Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600, p. 234. 68. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 115. 69. Ibidem, p. 319. 182 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN había producido en 1550 por orden de la Audiencia teniendo en su entorno una serie de pueblos de indios para la explotación minera los cuales, al igual que la cabecera: «…unos, están en cerros y, otros, en valles, y, todos, en quebradas, según la comodidad que hallan para hacer sus milpas, que son las sementeras en donde siembra maíz y legumbres para su sustento» 70. En cuanto al modo de representación hay que individualizar algunos ejemplos. En el caso de las Minas de Temazcaltepec (Michoacán) la respuesta a la pregunta décima dice: «Está asentado el pueblo y traza de minas según queda dicho, y la pintura y modelo es de la forma siguiente:» 71. Después de los dos puntos viene una página con un dibujo en el que se representa un conglomerado de casas y una iglesia que no aportan absolutamente nada so- bre su traza.

Minas de Zumpango. Plano.

70. Ibidem, p. 321. 71. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 142. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 183

Otro sistema de explotación consistía en establecer poblaciones cercanas a las minas lo que permitía que estás tuvieran un desarrollo poblacional no comprometido con la orogra- fía ni con la evolución de las bocas de mineral. Es el caso de Minas de Zumpango que resuelve una traza en cuadrícula, pese a que desde 1536 se estuvieran explotando las minas que estaban en sus términos. La imagen de esta población aparece en la pintura que acom- paña la Relación y en el propio texto donde se dice: «Y este pueblo está formado por su orden, como pueblos de españoles, por sus calles derechas…» 72. Lo mismo sucede con el enclave de Tolnacuhtla (Hidalgo) que junto a sus pueblos dependientes habían venido a me- nos en 1579, fecha de la redacción del texto de la Relación, debido a la decadencia de las minas que, incluso, llevarían al cambio de cabecera como alcaldía mayor a Hueypuchtla. Pero lo interesante es que la traza de estos pueblos mineros responden al concepto: «Esta poblado con orden, por su calles» 73. Curiosamente esta ordenación está ausente de Hueypuchtla, cabecera de la nueva alcaldía: «Este dicho pueblo, y sus sujetos, están en tie- rra llana, y la poblazón dellos no está con orden ni con calles, antes están apartados los unos vecinos de los otros…» 74. La economía de este nuevo centro se basaba en la explota- ción de caleras y de canteras de donde extraían columnas y basas para portadas 75.

5.4. POBLACIONES DE FRONTERA

Hacia el norte de la capital del virreinato se abría un gran espacio continental con den- sidad de población baja, de culturas poco desarrolladas en el momento de la llegada de los españoles y sin unas connotaciones económicas que le hicieran susceptible de conquista inmediata frente a los territorios hacia el sur y oeste. No obstante, pronto comenzaron a aparecer en estas tierras de la denominada frontera norte yacimientos argentíferos que mo- dificarán la relación con los mismos. El descubrimiento de las minas de Zacatecas en 1546 inició un nuevo desarrollo. El asentamiento peligroso de los mineros ante el acoso de los belicosos chichimecas obligará a un sistema de ocupación del territorio basado en estable- cer presidios que controlen los caminos y aseguren la explotación de los filones 76.

72. Ibidem, p. 195. 73. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 138. 74. Ibidem, p. 142. 75. Ibidem, p. 145. 76. El concepto de presidio se explica perfectamente en relación con el concepto de posesión. «En una acep- ción literal posesión equivale a tener una cosa y ocuparla sin ningún otro requisito, es el acto de poseer o tener para sí una cosa corporal con ánimo de conservarla. Poseer viene de latín «posedere», derivado del verbo «sedere», que significa estar sentado y es la misma raíz de la palabra presidio, «precederé», que quiere decir sentarse adelante, lo que encabeza; sentarse, hacer asiento, es lo que la institución presidial va a lograr a través de la posesión del terri- torio». ARNAL SIMÓN, L. El presidio en México en el siglo XVI, p. 19. 184 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Estos presidios, con sus variantes, suponen una opción urbanística que no siempre se rige por patrones de cuadrícula sino que hay que entenderlos mas bien en relación con un concepto genérico de ocupación del territorio; de hecho, lo que importa en estas poblacio- nes es la calle que tiene como función comunicar las partes de esa población o los siguien- tes puntos de la frontera. El dibujo de las manzanas y de la plaza no es fundamental e, in- cluso, puede estar diluido en su perímetro al concebirse dentro de territorio no controlado. Son cabezas de puente que posibilitan y aseguran la conquista. La inseguridad marcó su primera evolución. Además, el enfrentamiento con estos pueblos nómadas no era igual en todas las zonas ya que bajo la denominación de chichimecas se agrupaban pueblos muy distintos y con grado de organización diverso 77. En el control de estos territorios se utilizaron diversos sistemas siendo el de la guerra el último recurso. Se intentó congratularse con los caciques y jefes ofreciéndole regalos e intentos de fijación a la tierra mediante la enseñanza de sistemas de organización y explo- tación agraria; incluso, situando poblaciones de indios socializados en el entorno. Además, las ordenes mendicantes y, en una segunda fase, los jesuitas intentaron congregar a los in- dios en estructura urbanas fijas en torno a fundaciones conventuales. El objetivo final era el sometimiento nunca el exterminio y, ni siquiera, la expulsión hacia las tierras desconoci- das del norte. Como hemos señalado la necesidad de ocupación de estos territorios y pacificación de naturales se aceleró con el descubrimiento de las minas, cada vez mas al norte. Por el con- trario, desde el punto de vista indígena esto supuso una mayor agresión por parte de los españoles que se defendieron con la escaramuza y el asalto, tanto a poblaciones como al continuo deambular por caminos de carretas, recuas, ganado y personas. Por tanto, la elección de lugar de fundación de estos presidios no obedecía a razones de tipo económico, catequístico o en relación con asentamientos poblacionales anteriores. Se situaban en aquellos puntos de mayor peligro en los trayectos, o que podían proteger los yacimientos o las zonas de producción agrícola y ganadera necesarias para el abastecimien- to de los centros mineros. La arquitectura del edificio presidial fue muy variada, aunque de forma genérica tendría los siguientes apartados: muralla y torres, habitaciones para solda- dos, caballerizas, corrales, almacenes, talleres, capilla y patio de armas. Este último servía para proteger a la población y a los animales, uniéndose, finalmente, como plaza pública a la población 78.

77. Entre ellas se encontraban con el mas alto grado de organización tribus tarascas y otomíes; pero además hay que citar en los espacios geográficos correspondientes a los actuales Estados de Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí, Durango y Sinaloa a: guamares, macolias, copuces, pames, cazcanes, tepecanes, zacatecos, guachichiles, tepehuanes, acaxees, xiximes, totorames, tahues y ocoronis. Cfr. ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., p. 13. 78. Ibidem, pp. 205-220. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 185

Estas poblaciones tuvieron un carácter muy provisional, incluso levantando murallas y estructuras defensivas que irían desapareciendo cuando el aumento de población y las cons- trucciones estables evitaban por si mismas la vulnerabilidad del asentamiento. También se utilizaron para establecerse primitivos establecimientos tarascos que habían constituido fron- tera en época prehispánica y que tenían ciertos recursos defensivos y ocupaban lugares es- tratégicos, como serían Yuririapúndaro, Maravatío, Acámbaro y Zinapécuaro. Estos presi- dios, por tanto, eran, en principio, pueblos de españoles y como tales comenzarían a admitir profesionales de distintos ramos (artesanos, mercaderes, comerciantes, colonos) y de razas diferentes. Además, desde aquí se controlaban los pueblos de indios que se iban formando conforme avanzaba la pacificación. Estos orígenes tienen su plasmación en la traza y su evolución. Luis Arnal comenta: «Aunque la distribución ortogonal fue la más práctica y económica en términos de reparto del suelo, esto no quiere decir que se estableció una tipología en ese sentido. Al contrario, quizá lo característico fue una zona central más o menos ordenada pero a su alrededor un cambio en la vialidad, en el tamaño de las manzanas y en las orientaciones era producto de la incorporación de los pueblos de indios a la traza. El valor del suelo, el uso del espacio público, la interpolación de elementos de apoyo a la población, como plazas, templos, servicios, dieron una morfología que no se repitió; así, cada poblado, cada fundación, cada origen, era acorde a sus pobladores, su vialidad y sus orígenes, pero, sobre todo, a su uso del espacio urbano, lo cual conformaría la estructura urbana, que no se repetiría» 79. Las tierras de la frontera norte se convirtieron frecuentemente en lugar de asentamiento de colonos españoles ya que la no existencia de naturales fijados a la tierra convertían a ésta en hectáreas interminables para otorgar mercedes por parte del Rey. Su valor consistía en la capacidad de explotación. Así, en San Miguel de los Chichimecas (San Miguel de Allende) al constituirse en 1555, los pobladores recibían una «vecindad» que estaba formada por un lote de tierra para casa y huerta y animales en un cuadrado de seis leguas, con la condición de que no la vendieran durante un periodo de diez años y que vivieran allí. Además tenían la obliga- ción de tener arma y caballo 80. La mezcla de intereses defensivos y colonizadores son claros. Lo mismo sucedía en la fundación de Celaya (Guanajuato) por el virrey Martín Enríquez en 1571 otorgando a los vecinos: «… tierras de riego y sequedad para en que sembrar trigo, maíz, viñas, olivares y otras cosas; y solares y suertes de tierra para huertas, y estará en comarca donde se proveerán de bastimentos las minas de Guanajuato, Zacatecas y las villas de San Felipe y San Miguel y otras partes de que redundará gran bien y por ser una tierra segura donde antes estaban levantados y rebelados del servicio de Su Majestad los indios chichimecas,

79. Ibidem, p. 17. 80. Ibidem, pp. 41-42. 186 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN huachichiles, guamares y de otras naciones» 81. Queda perfectamente explicado en el docu- mento la imbricación del sistema económico en la zona de estudio. Además, Celaya se estruc- tura con traza reticular: «Está asentada en un llano, y en traza de calles derechas y anchas, que corren de leste a oeste y cruzan de norte a sur, con su plaza grande» 82. Los caminos se convirtieron en la verdadera frontera que se fue ampliando con los pre- sidios, con las tierras de su entorno y, poco a poco, con los asentamientos de chichimecas pacíficos que iban aceptando puntualmente las nuevas condiciones de convivencia. En este sentido, la evangelización bien manejada resultó un arma mucho mas poderosa que las ar- mas de fuego. En la larga lucha contra los chichimecas hubo un intenso esfuerzo misionero en las tierras de frontera a lo que añadimos el trasplante de indios sedentarios a las zonas conflictivas para que sirvieran de ejemplo de un modo de vida civilizado. Este método con- siste en una infiltración ideológica en el seno mismo de las sociedades nómadas no integra- das. Estos factores a los que se une el lógico cansancio de una guerra sin objetivos precisos para los chichimecas fueron determinantes en la solución final del conflicto. La intervención de los frailes condujo a la formación de los denominados presidios de congregación que no eran otra cosa que poblaciones formadas en torno a establecimientos conventuales que aseguraban un cierto número de indígenas que, además, servían de ejem- plo a los demás. En estos casos el convento, si lo había, podía funcionar como lugar de resguardo y la pequeña guarnición aseguraba la defensa. Generalmente estos conventos ca- recían de atrio, tal y como se concebía en los valles centrales de México. Incluso, hay noti- cias de frailes que salían armados y a caballo en defensa de su grey 83. Un caso paradigmático sería el proceso de evangelización y ocupación del territorio por parte de los franciscanos hacia Tampico con la actividad misionera de Fray Andrés de Olmos. Fray Agustín de Vetancourt describe así el presidio de Tamaholipa (luego San Car- los) señalando la conformación mediante indios Olivas que había traído el padre Olmos: «… trujo de los campos que están entre la Florida y Tampico una «nación» que por ser donde se crían olivos les llaman los Olivas y pueblo Tama, que quiere decir Olipa de los Olivas … fundóse al pié de unas cerranías donde viven bárbaros chichimecas para ir con- quistando aquella gente indómita que por estar entre espesas cerranías y tan fragosos riscos y barrancas no han podido llegar los españoles, tiene cerca de manera de muralla con puer- tas que se cierran de noche y centinelas que por sus cuartos hacen posta por estar cerca de estos bárbaros vencidos, por diez Olivas bastan para cincuenta de los demás, son diestros en el arco, animados y robustos … tiene treinta familias de indios y algunos españoles con sueldo…» 84. El programa de los presidios está bastante claro: una traza urbana cercada con

81. Ibidem, p. 42. 82. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 57. 83. Cfr. ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., pp. 70-71. 84. VETANCOURT, A. Teatro mexicano. Tomo III, p. 4. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 187 indios pacíficos traídos de otra parte y una pequeña guarnición de españoles armados a suel- do. Lógicamente, cuando se terminara la guerra las defensas desaparecerían y la traza ortogonal se expandiría. El mantenimiento de estos presidios, en cuanto a soldados armados, fue, en ocasiones, financiado por los empresarios de minas. Así, sabemos que entre 1580 y 1583 los mineros de Zacatecas mantenían 14 presidios: Fresnillo, Bocas, Aguascalientes, Tepezala, Mazapil, Palmillas, Malpaso, Tlaltenango, Colotlán, Sombrerete, Villa de Lagos, Chalchihuites, Cié- naga de Portugal y Charcas 85. Estos establecimientos protegían rutas de comunicación, ha- ciendas agrícolas y ganaderas, o nuevas zonas mineras en la que habían invertido los zacatecanos. También los agustinos intervinieron en esta fase de crear presidios de congregación como fueron los de Ixmiquilpan (1548-1550) y Yuririapúndaro. Este último ofrece la imagen de un convento presto a la defensa. De hecho, su fundación en 1540 por Fray Diego de Chávez venía a sustituir al clero secular que era incapaz de atender a toda la población del entor- no 86. A este pueblo le confirmaba el virrey don Martín Enríquez sus derechos y actividades visibles en el dibujo que acompaña la Relación Geográfica con la mole arquitectónica del convento y las estancias ganaderas en el entorno. Dice el documento: «… se pueble un pueblo de indios, siendo con cuarenta indios casados y para bien construirlos en la fe católica … para lo cual le di y concedí asimismo en nombre de S.M. la merced de todas las tierras que así pertenecieren … que le hizo donación el rey de la gentilidad (al pueblo de indios) de siete sitios, cuatro de ganado mayor y tres de menor, para que desando en ellas las tierras suficientes para la dicha fundación del dicho pueblo de Yuririapúndaro como era la dicha cantidad en que se hallaban 748 indios de quinta (tributo) fuesen poblados … dividiéndolos en tres barrios los cuales assi mismo han de tener la disposición que se les impusiere y el repartimiento de tierra en las de dichos solares y fuera de ellos sea en las partes e lugares más cómodos fuera de la otra población desando libre el sitio y paraje en que está señalado el de la iglesia…» 87. La función de Fray Diego de Chávez, que venía de fundar Tiripetío junto a Fray Juan de San Román, fue la de organizar la población mediante una traza con sus calles, ampliar la plaza existente y señalar ejidos. El lugar fue atacado en varias ocasio- nes por chichimecas, refugiándose la población en el convento. Sería, en sentido estricto, un presidio de congregación agustina ya que estos intervienen desde el diseño de la traza hasta la defensa de la población. Todos estos procesos de ocupación territorial con presidios apoyados por la penetra- ción de órdenes religiosas tuvieron una alternativa en la fundación de poblaciones-presi-

85. ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., p. 166. 86. Cfr. BASALENQUE, D. «Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán». En: MO- RENO GARCIA, H. Los agustinos, aquellos misioneros hacendados, pp. 122-129. 87. Cit. en: ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., p. 104. 188 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN dios donde el establecimiento de conventos se realizó en una segunda fase. Es el caso de Celaya, fundado en 1570 y que retrasará a 1573 la llegada de los franciscanos. Algo similar sucedió en San Felipe (San Felipe Torres Mochas) que fue fundado en 1561 por el virrey Velasco, no teniendo establecimiento religioso hasta 1586 88. Los objetivos de su estableci- miento eran claros: «…una población de españoles e indios amigos en las chichimecas, ca- mino real de Zacatecas para asegurar aquel camino y asimismo para dar a la población títu- lo de villa con las libertades, franquezas y privilegios que tienen las ciudades y villas… para que la dicha población vaya adelante y aumento y honra por la gran necesidad que de la dicha población hay en aquellas partes, por los grandes males y muchas muertes de espa- ñoles e indios amigos tratantes que por allí han sido muertos y robados de los chichimecas…» 89. En 1570 estaba cercado por un muro de adobes que pasaría a formar parte de los paramentos de las casas. En cuanto a la traza urbana teniendo en cuenta que se diseñó para nueva familias españolas fue la siguiente: «La solución adoptada fue el cuadra- do, ya que era lo más fácil de repartir y acomodar y, después, amurallar. Esto produjo una estructura urbana estática con un crecimiento limitado, ya que al sur está el río que separa- ba la población del pueblo de indios y al norte se ubicaban las llegadas de San Luis y Zacatecas y la muralla que confinaba la villa» 90. El sitio de San Miguel (San Miguel Allende) tuvo un origen fundacional franciscano en 1542, pero fue arrasado por los indios chichimecas en varias ocasiones hasta que final- mente se fundó como presidio por orden el virrey que daba ordenes a Ángel de Villafañe: «…por la presente os encargo y mando que vais al dicho pueblo de San Miguel que está comenzado a poblar de españoles y llegado a el veáis el sitio del y en la parte que os pare- ciese que estará bien la dicha villa de los españoles la señaléis e tracéis por la orden que más converna de manera que biban en toda pulecia e buena traca y en la dicha parte les señalareis solares de casa huertas y tierras para labrancas y criancas y hasta cincuenta espa- ñoles conforme a la calidad de cada uno que parece por el presente será suficiente número de vecinos hasta que la espiriencia muestre lo que adelante converna proveerse…» 91. Esta población no tuvo convento hasta principios del siglo XVII y se atendió, a nivel religioso, mediante un curato. La experiencia de trasladar indios pacíficos de unos territorios a otros fue una práctica interesante para nuestros intereses urbanísticos ya que contaban en el momento de los nue- vos asentamientos con la convivencia «en policía» de mas de medio siglo. Nos estamos refiriendo concretamente a la participación de Tlaxcala en esta política. Lo cual viene a

88. Esta población había sido fundada por el virrey Mendoza y refundada como presidio por el virrey Martín Enríquez en 1570. 89. Cit. en: ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., p. 272. 90. Ibidem, p. 273. 91. Cit. en: Ibidem, pp. 96-97. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 189 significar una opción de ayuda al gobierno español que, incluso, fue comparada por las au- toridades tlaxcaltecas como una rememoración del apoyo prestado a Hernán Cortés en la conquista de Tenochtitlán. Es cierto, también, que cuando los tlaxcaltecas se decidieron a colaborar en la pacificación de la Chichimeca, fue en el momento en que comenzaba a en- trar en crisis el modelo social y económico de Tlaxcala 92. De hecho en el momento de pros- peridad de Tlaxcala el virrey don Luis de Velasco solicitó el traslado de mil familias hacia San Miguel de los Chichimecas (San Miguel Allende) en 1560, negándose estos pese a que se expidió una Real Cédula ordenando el traslado.

San Miguel de Allende.

92. Cfr. GIBSON, Ch. Tlaxcala en el siglo XVI, pp. 174-175. 190 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

La solución a este conflicto fue la sustitución de tlaxcaltecas por indios de Xilotepec. «Según este convenio, 600 colonos de Xilotepec participarían en la empresa. De ellos, 400 estarían casados e irían acompañados por sus familias. El alcalde mayor haría la nueva tra- za, fijando primero el sitio de la iglesia y luego para el cabildo, la cárcel y otras construc- ciones. Los frailes franciscanos se encargarían de ser los ministros de la nueva población, la cual se llamaría La Nueva Villa de San Luis de Xilotepec; tendría un gobierno indio re- gular compuesto de gobernador, alcaldes, regidores y alguaciles. A los colonos se les daría bueyes y aperos de labranza y además en la región no se permitirían ni españoles ni ran- chos ganaderos. Se concedería además exención de impuestos por no menos de 16 años» 93. El modelo de colonización quedaba jurídicamente enmarcado y, de nuevo, a fines del siglo XVI se volvería a plantear una nueva petición a Tlaxcala, a solicitud de las autorida- des de Durango. Será el virrey don Luis de Velasco II quien entre en contacto con los frai- les de Tlaxcala y el gobernador español para tratar el asunto. Así se especificaba en una carta al rey enviada en 1590: «… me ha parecido muy conveniente enviar a esta poblacio- nes algunos indios de paz de esta Nueva España para que estos les sean ayuda y los aficio- nen a imitarlos y seguir su modo de vivir y cultivar, que consiguiéndose esto cesaría la ma- yor parte del gasto que hoy se hace, porque si ellos quisiesen la tierra les produciría con mucha abundancia por ser tan buena, para esto comienzo a tratar con los indios de Tlaxcala que me envíen cuatrocientos indios para hacer poblaciones y poner en cada una con su iglesia y casa de religiosos…» 94. En 1591 el cabildo de Tlaxcala accedía a la propuesta pero con una serie de condiciones además de las que se habían planteado treinta años antes para Xilotepec. Estas se basaban en la situación excepcional de Tlaxcala que no querían perder en el nuevo asentamiento. Así, se pedía que se les reconociera todos los privilegios que tenía o pudiera tener en el futuro la ciudad de origen. Se pedía, igualmente, que tanto los colonos como sus descendientes fueran hidalgos, libres de tributos y de servicios persona- les, que los principales gozaran del privilegio de montar a caballo y de llevar armas, que se les diera ropa y comida para dos años, que los mercados estuvieran exentos de la alcabala real, que las tierras estuvieran separadas de las tierras de españoles y chichimecas, que las haciendas de ganado mayor estuvieran a cinco leguas de distancia y que se prohibiera que el ganado menor pastara en sus terrenos. «El virrey no accedió a todas estas peticiones, pero sí convino en que los tlaxcaltecas fueran hidalgos, estuvieran libres de tributos y de servicios personales, separados de otros pueblos, y que se les diera comida para dos años. Redujo a tres leguas la distancia propuesta de haciendas de ganado mayor y a dos leguas la de ganado menor. Los colonos tendrían además todos los privilegios de Tlaxcala y a los

93. Ibidem, p. 175. 94. Cit. en: ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., p. 79. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 191 principales se les permitiría montar a caballo y llevar armas. Pero sostuvo que el ganado menor podría pastar en las tierras a fines del invierno y redujo la duración de las libertades generales a un periodo de 30 años» 95. Se realizaron seis presidios de congregación: Asunción Tlaxcalilla (sería San Luis Po- tosí), San Miguel Mezquitic, Agua de Venado, San Esteban de la Nueva Tlaxcala, Colotlán y San Andrés. Estas poblaciones constituyeron cabildo a imitación del de Tlaxcala y, poco a poco, fueron asentando y mezclándose con indios chichimecas. Desde estos establecimien- tos primigenios partieron nuevos colonos hacia el norte, llegando, al cabo de varias genera- ciones, hasta Texas y Nuevo México. Ahora bien, tenemos que constatar un dado importante, y es que una de las personas que participa en esta colonización es Diego Muñoz Camargo, el autor de la Relación de Tlaxcala, que tendrá a su cargo el establecimiento de San Miguel Mezquitic. Lo que nos interesa de esta coyuntura son las ideas sobre urbanismo que tenía nuestro erudito que ha- bía planteado en la Relación de Tlaxcala tanto la necesidad como la forma de hacer reduc- ciones en el ámbito geográfico de esta región 96. Querétaro, ciudad fundamental en la vía de la plata, es un caso excepcional dentro del conjunto de pueblos de frontera puesto que su diseño, siguiendo una traza cuadriculada, se realiza mediante un pacto con los otomíes allí asentados dirigidos por el mítico Conín. El centro de la malla urbana venía a ocuparlo el convento franciscano precedido por un atrio, quedando la plaza principal en el lateral norte del mismo. En cambio, en la zona posterior al convento la traza comenzaba a peder su regularidad. Anteriormente a Querétaro, un poco más al sur, se había fundado San Juan del Río. Luis Arnal nos relata así el proceso de constitución: «En San Juan del Río decidieron hacer una fundación reuniendo algunos indios dispersos en rancherías. Después de las misas y de los protocolos de fundación (paseo, trazo de calles, que fueron ocho, delimitación del fun- do y fabricación de la capilla en una ramada). Se tocaron clarines y tambores y un abande- rado recorrió todo el campo proclamando la susodicha fundación; inmediatamente se pro- cedió a levantar la «planta del presidio», que fue hecha de sabino con su techo. El fundo se limitó con una muralla y en cada una de las esquinas se fabricaron unas troneras; además, otras se levantaron a cada tramo haciendo un total de 32, en las cuales se puso una bandera blanca y las armas de Castilla. Estas troneras fueron habitadas por los capitanes principales. Después se nombraron las autoridades alcaldes, fiscales y doctrineros; en ese lugar se establecieron 100 indios católicos y sus familias que se acomodaron en las calles trazadas. El 24 de junio de 1531 se firmó el acta de fundación.

95. GIBSON, Ch. Op. cit., p. 176. 96. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala I, pp. 99-103. 192 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

El fundo tenía 2500 varas cuadradas. Sus esquinas se señalaron con unas cruces de sabino verde. Más que presidio, esta verdadera ciudad amurallada resultó fundamental para la pacifi- cación de toda la provincia, porque su situación estratégica lo convirtió en lugar de control de la Sierra Gorda, por un lado, y de Michoacán, por otro. Fue uno de los pueblos más importan- tes durante el siglo XVI; en 1557 se le dio el título de pueblo … Las troneras levantadas des- de la fundación quedaron vinculadas entre sí por una muralla dentro de la cual quedaba com- prendido no sólo el pueblo sino los terrenos de huertas y tierras para animales» 97. San Juan del Río no tuvo una traza correcta desde el principio frente a Querétaro que, en 1582, se dice que: «…está muy galanamente fundado en forma de un juego de ajedrez, según lo trazó el dicho Juan Sánchez de Alaniz, con muy grandes y espaciosas calles y puestas por muy buen concierto y orden» 98. En definitiva, los presidios no solo fueron lugares de abastecimiento o de protección de los enclaves mineros y de los caminos, sino que de ellos surgieron centros poblacionales. De hecho, nunca tuvieron grandiosas construcciones como las que se hicieron en los puer- tos para protección de la piratería. Se trataba de recintos amurallados con madera, adobes y mampostería. Arquitectura efímera que tenía más una función teórica de dar confianza a la población que le permitiera asentarse definitivamente y desarrollarse urbanísticamente. No quedan restos de estas construcciones pero hay que tenerlas en cuenta como alternativa en el desarrollo urbanístico de la Nueva España. Estos presidios fijaron en su entorno la po- blación bien de indios pacíficos llegados de otros lugares o de, poco a poco, chichimecas que iban aceptando las nuevas formas de convivencia. Esto dio como consecuencia nuevos barrios que se iban uniendo al presidio original. Estos podían seguir la traza reticular del presidio, pero también podían cambiar el módulo de calles y manzanas aunque mantenien- do la retícula. No obstante, también fue frecuente un urbanismo desordenado atendiendo a consideraciones de orden vial o topográfico; o bien, la integración de distintos barrios obli- gó a la larga a formas de cosido urbano irregulares.

97. ARNAL SIMÓN, L. Op. cit., pp. 130-131. 98. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 232. 6. LA ARQUITECTURA

6.1. MATERIALES CONSTRUCTIVOS

En el cuestionario enviado por Felipe II había una serie de preguntas cuyas respuestas nos informan, con distinta profundidad, de los materiales que se utilizaban en la construc- ción, de donde se extraían y la problemática técnica de su uso. Concretamente la pregunta 31 se refería a «La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos pueblos, o en otras partes donde los trujeren». Menos información, pero tam- bién necesarias de consulta, son las respuestas a las preguntas 22 («Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y provechos que dellos y de sus maderas se saca, y para lo que son o serían buenas») y 29 («Las canteras de piedras precio- sas, jaspes, mármoles, y otras cosas señaladas y de estima que asimismo hubiere»). En general, los indígenas y los españoles construyeron sus poblaciones con los mate- riales cercanos a su lugar de habitación. Estos materiales eran fáciles de obtener, preparar y utilizar, razón por lo que el problema económico de su adquisición disminuye considera- blemente y solo requiere de la pericia técnica en su utilización. Era evidente que los indíge- nas de cada región mantendrían técnicas consuetudinarias que habían pasado de unas gene- raciones a otras y que suponían una perfecta adecuación a la climatología de cada lugar. Ahora bien, también tenemos que tener en cuenta la fragilidad de los mismos, lo que obli- gaba a una rehabilitación continua que significaba la práctica reconstrucción de la totalidad en periodos cíclicos manteniendo las mismas técnicas y aspectos formales. Razones éstas por las que se tipifica a la arquitectura popular sin cronología precisa 1.

1. Un ejemplo de ello podemos apreciar en la Relación de Chichicapa (Oaxaca) donde se especifica que las casas tenían una duración de quince o veinte años. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 69. 196 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Artesanos realizando adobes.

Las maestrías de los artesanos indígenas están valoradas en las Crónicas, sobre todo las procedentes de órdenes religiosas, y en los Códices. En los textos de las Relaciones Geo- gráficas se perciben algunos aspectos de su pericia. Así en Tiripetío (Michoacán) eran destacables los trabajos de carpintería, tanto en muebles como en arquitectura, lo cual era posible. «… por haber aquí muy buenos y pulidos carpinteros indios, y muy primos; y, todo lo dicho, se da a pintar a pintores, que hay en este pueblo los mas pulidos y curiosos que hay en esta Nueva España para este efecto; que se pueden dar y presentar los escritorios y escribanías a cualquier príncipe. Asimismo, estos pintan y doran cualquier imagen muy bien» 2. También en Coatepec (Valle de México) existían profesionales dignos de mención: «En este pueblo hay oficiales albañiles y canteros, carpinteros y herreros y encaladores, que son buenos oficiales y entienden bien el oficio» 3. En cuanto a los materiales utilizados en construcciones tenemos que estudiarlos aten- diendo a una triple clasificación, según su origen y manipulación. Los dividimos en vegeta- les, inorgánicos y artificiales. Su análisis y utilización en cada zona geográfica nos permiti- rá una visión del territorio y de los procedimientos de construcción racionales que garantizaban la estabilidad y economía de las diversas poblaciones. A veces, los materiales

2. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 354. 3. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México, p. 153. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 197

Angahua. Iglesia de Santiago.

había que traerlos de espacios lejanos encareciéndose por el transporte, lo que nos habla, también, del desarrollo económico de algunas poblaciones. Ejemplo sería el caso de Cuitzeo (Michoacán) donde había que transportar la madera desde los montes de Guango situados a 5 leguas 4. La mayor o menor utilización de materiales vegetales está en relación directa con la presencia de masas forestales en el entorno, permitiendo identificar los distintos árboles que se explotaban en cada región y, a su vez, reconstruir los bosques históricos. También pode- mos saber el tipo de piezas que se obtenían de cada árbol, señalando para que parte concre- ta de la arquitectura eran necesarias y su funcionamiento correcto. Los datos que obtenemos de las Relaciones Geográficas, clasificados por Estados actua- les de la República Mexicana 5, nos ofrecen el siguiente panorama de especies existentes: — Michoacán: pino, roble, encina, oyamel. — Morelos: pino blanco, encina, cedro y madroñal. — México y periferia del Distrito Federal: oyamel, pino, cedro y ciprés. — Veracruz: mangle blanco y colorado, nogal, zapotes, chicozapote, cedro, ayacahuite (se utilizaban para hacer navíos), pino, mamey y peruétano (peral silvestre).

4. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 86. 5. Sobre las especies arbóreas mexicanas Cfr. CAMACHO URIBE, D. La madera, estudio anatómico y catálo- go de especies mexicanas. 198 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

— Guanajuato: roble y pino. — Jalisco: pino, roble, cedro, abeto, palma, encina y fresno. — Zacatecas: pino, roble, encina, palma, sabina, sauce, fresno y capulín. — San Luís Potosí: pino, sauce, madroño, roble, encina, abeto, drago, ceiba y palma montesa. — Nayarit: encina, roble, palo blanco y zapotillo. — Puebla: cedro, pino, oyamel, roble, encina, ciprés, copalxocotl, quaumochitl, mizquite y papaloquahuitl. — Oaxaca: roble, encina, pino, madroño, cedro, nacastle, zapote, moral montés, ayacahuite. De los árboles se obtenían distintos tipos de madera que respondían a términos que indicaban tipologías y características en su funcionamiento constructivo. Entre ellos seña- lamos los siguientes: vigas, soleras, tablas, tablazones, tejamaniles, horcones, morillos, soleras, rollizos y varas. Estos términos son frecuentes en el uso del español en la Península Ibérica pero me pare- ce de interés aclarar el significado de alguno de ellos. El «morillo» era una pieza de madera alargada de sección mas o menos circular, trabajada con hacha, que funcionaba como pie de- recho, como viga para techo o para sostener o asegurar alguna parte de la construcción 6. El «horcón» era un tronco o rama robusta, mas o menos derecha, que servía como pie derecho pero que terminaba la parte superior formando una —Y—. Esta terminación per- mitía fijar la viga horizontal 7. El «tejamanil» es una palabra de origen náhuatl que se refiere a tablas delgadas corta- das en forma de listones que se colocan como tejas en las techumbres. Tienen aproximada- mente un metro de largo por quince centímetros de ancho y unos tres de espesor. El lugar desde donde se generalizó este elemento constructivo fue Michoacán. Veamos, por ejem- plo, la descripción de su uso en la Relación de Tiripetío a partir de la tala de árboles deno- minados oyamel: «Hácense deste árbol tablas y Taxamaniles, que son unas tablas de nueve pies de largo y un palmo de ancho. Sácanse estos Taxamaniles deste árbol con mucha faci- lidad, porque, derribado el árbol, y hecho trozos del tamaño que han de ser las dichas tablas y Taxamaniles, a dos golpes de hacha sale de largo a largo; sácanse, de un árbol, diez y quince carretadas de Taxamaniles, y más. Es buena granjería en todas las Indias desta Nue- va España, porque entablan con ellas los terrados y sobrados, téchanse casas e ingenios de minas, y, en provincias, hay lugares en que no se cubren las casas con otra cosa, en lugar de teja. Son estos árboles tan altos, que, en algunos dellos, tiene harto una ballesta en llegar a

6. MOYA RUBIO, V. J. La vivienda indígena de México y del mundo, p. 36. 7. Ibidem, p. 36. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 199 la punta del árbol, tirando con una lanceta, que son los tiros de acá; y tan gordos, que a muchos dellos no los pueden abrazar tres hombres asidos de las manos» 8. Otros materiales de origen vegetal utilizados en la construcción serían los denomina- dos carrizos, cañas, cañas de maíz, palos, paja larga, paja prima, carrizos, varillas, hojas de plataneros (se usaban para cubrir tejados, por ejemplo en Tlatictla 9). La mayor parte de ellos se utilizaban para realizar paramentos creando una malla que después se completaba con lodo que formaba el revoco y cerraba las posibles grietas. Ade- más, se podía terminar con una capa de cal que formaba una costra y evitaba el deterioro acelerado. También se utilizaban para crear un cerco que limitaba las propiedades o las di- ferentes funciones dentro de las mismas. Generalmente así se definían las milpas, que eran las sementeras donde se sembraba el maíz y las legumbres para el sustento de la unidad familiar. Estas milpas solían estar delimitadas junto a las viviendas. El tipo de paramento más utilizado y conocido es del denominado bajareque o bahareque. Se realiza situando una hilera de horcones hincados en el suelo con separaciones entre 50 centímetros y 1 metro, que forman la base de la pared. Entre estos soportes se coloca un entramado de varas entretejidas, que después se rellenan por un lado o por ambos con revocos de barro o lodo, algunas veces mezclado con zacate o paja seca para darle mayor consisten- cia. En el bajareque no se usan elementos metálicos y las uniones se hacen con amarres vegetales. Este sistema estaba generalizado en las culturas prehispánicas y muestra de ello es su presencia gráfica en el Códice Florentino. Para atar los distintos elementos vegetales se utilizaban bien mecates (a manera de tomizas de esparto) o bejucos 10. Los distintos tipos de pajas, el zacate (hierba) y las grandes hojas de los plataneros y de las palmas (palapa) se utilizaban también para cubrir los tejados, denominándose, gené- ricamente, como jacales. Dentro de los materiales inorgánicos podemos encontrar la utilización de varios tipos de piedra y su tratamiento, así como la tierra que manufacturada será la base de la mayor parte de las construcciones populares. La piedra sin tallar se utilizó para la realización de los cimientos y la cantería para portadas y edificios institucionales, sobre todo iglesias. En época prehispánica se labraba utilizando piedras duras, introduciéndose herramientas metálicas con la llegada de los es- pañoles; así se refleja en dibujos del Códice Florentino o en textos como el que encontra- mos en la Relación de Tiripetío: «… y labran la cantería con picos, que solían labrar con una piedra. Yo lo he visto, estar martillando con una piedra en obras de iglesias, por no tener picos, y, de verlo yo hacer con tanta prolijidad, me angustiaba; y esto se hacía en

8. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 353-354. 9. Ibidem, 170. 10. Relación de Guatulco; en: ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 201. 200 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN muchas partes» 11. En general, esta utilización se especifica en los textos. Así, en el caso de Tiripetío se dice: «Hay la de cantería, y muy buena y mucha, para portadas de iglesias y casas…» 12. La cercanía de canteras permitía su utilización con bajo presupuesto. Los ejem- plos se multiplican en las Relaciones Geográficas. En Tancítaro (Michoacán) existía en las cercanías del pueblo una cantera de muy buena piedra de labrar 13. Lo mismo sucedía en Pátzcuaro 14. En el caso de Xiquilpan se especifica la utilización de una piedra rojiza que se empleó para hacer el convento 15. En el pueblo de Hueypuchtla (Hidalgo) se habla de unas canteras donde hay una piedra de color rosado importante para la construcción aunque no se aprovechaba suficientemen- te: «En este dicho pueblo se sacan, de las canteras que en él hay, piedras de molino, y son las mejores que se han hallado en esta tierra; tienen muchas caleras, y otras piedras que tiran a color rosado, de que se hacen columnas y basas y portadas: es piedra recia, no se come jamás de salitre, ni de otra cosa que las pueda dañar; que, de todas estas cosas, po- drían tener los naturales, si quisiesen, grande aprovechamiento y, por ser perezosos y para poco, no se aprovechan; aunque los años pasados, hasta la mortandad que pasó de setenta y siete, tuvieron desto mucho aprovechamiento» 16. En realidad la piedra más utilizada y de mejor rendimiento en la arquitectura de Nueva España fue el tezontle que, aunque su uso se generalizó durante el periodo barroco, ya se empleaba en el siglo XVI por influencia prehispánica. La valoración era muy positiva. Así en la Relación de Texcoco (valle de México) se dice que es: «… un género de piedra colorada, esponjosa y liviana, que se llama tetxontli, la mejor que hay en esta tierra para edificar» 17. Excepcionales eran las canteras de alabastro de la Villa de la Purificación (Jalisco), en el cerro denominado El Pecoso, las cuales no se explotaban suficientemente en la fecha de la Relación (1585), aunque se proponía su utilización para hacer grandes edificios 18. Lo mismo sucedía en Tecali (Puebla) que ya era famosa por sus canteras de onix. Se dice en la Relación: «… hay canteros de jaspes, de donde se sacan aras, y se hacen cruces y otras cosas muy preciadas» 19.

11. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 359. 12. Ibidem. 13. Ibidem, p. 287. 14. Ibidem, p. 202. 15. Ibidem, p. 415. 16. Incluido en la Relación de Tolnacuchtla. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III, p. 145. 17. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III, p. 50. 18. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 215. 19. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 256. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 201

Mitla. Paramento de Adobe.

Ya hemos señalado la utilización de la arena que solía combinarse con tierra y cal for- mando lo que denominamos calichal o calicanto, y que constituyó uno de los sistemas mas importantes en la construcción de paramentos de las edificaciones novohispanas 20. En Tepoztlán (Morelos) existían canteras de una piedra colorada denominada Tezontal que se molía convirtiéndola en arena para su utilización en la construcción 21. La cal no era excesivamente abundante y, en ocasiones, requería de un traslado impor- tante que era justificado por su importancia sobre todo en obras de carácter duradero. En el caso de Tiripetío (Michoacán) se traía desde Iztapa que estaba a tres leguas 22 y Tetela del Volcán (Morelos) se proveía de Tlacotepeque situada a dos leguas 23. Su utilización era en lo meramente constructivo mezclada con otros elementos o con finalidad decorativa y de protección de los paramentos en los denominados encalados. El yeso no es un material citado en los textos de las Relaciones Geográficas, solo apa- rece en el caso de Tenamaztlán (Jalisco) para señalar su existencia y su no utilización en arquitectura 24. El barro (tierra mas agua) fue la base de materiales manufacturados (adobe, ladrillo, teja) pero también se utilizó, ya lo hemos comentado, como aglutinante en paramentos con estructura vegetal o como base de los mismos en el sistema de tapiería. Sería frecuente su

20. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, pp. 167-168. 21. Ibidem, p. 195. 22. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 360. 23. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 270. 24. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 290. 202 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN utilización en las zonas de bajo índice pluviométrico en las techumbres bajo la denomina- ción de «terrado», formado sobre una estructura de madera o esteras tejidas con materiales vegetales. A veces características específicas permitieron que adquiriera nombre propio. Es el caso de Culhuacán (Valle de México) donde se extraía un barro denominado tlaltzacutle 25. Hemos denominado materiales artificiales a aquellos que necesitan de la manipulación técnica del hombre para su uso, cambiando sus características naturales. Estamos hablando de las posibilidades que ofrece la tierra en sus distintas variedades y componentes. La for- ma mas frecuente de uso fue en forma de adobes. Estos constituyen la formula mas útil en la construcción popular por su resistencia, economía y facilidad de manejo técnico. Como definición podemos utilizar la referida en la Relación de Ameca (Jalisco). Allí se dice que las casas son de adobe: «… que es un género de tapia de tierra y paja, más fuerte que tapia, que se hacen en unos moldes cuadrados, a manera de ladrillos, de vara de medir en largo, y media de ancho…» 26. El adobe se realizaba mezclando barro o lodo con paja teniendo, aproximadamente el tamaño de los ladrillos. Los ladrillos (denominados en algunos lugares como tabiques), por el contrario, nece- sitaban de un mayor conocimiento técnico al tener que utilizar arcilla, lo mas limpia posi- ble de impurezas, batirla, moldearla y cocerla en un horno con los conocimientos anexos que ello suponía. En el mismo sentido tenemos que citar la teja que era una forma importa- da de España y que se generalizó en las zonas lluviosas en sustitución del tejamanil que era menos duradero en el tiempo. Hemos señalado como una característica fundamental de la vivienda popular la utiliza- ción de los materiales del entorno. Ahora bien, en algunos lugares como en las villas de San Martín y Llerena (Zacatecas) había que importar incluso la tierra. Las especificaciones técnicas y de materiales nos parecen de gran interés al describirnos los procesos constructi- vos: «las casas desta villa de San Martín y Llerena, y de las poblazones desta jurisdicción, son bajas y no tienen altos; son, las paredes, hechas de tapia de tierra y, otras, de adobes. Y, porque la tierra destas villas no es buena para tapias ni para hacer adobes, porque la tierra desta villa de San Martín es colorada y muy fuerte, y ella en sí misma se resquebraja y no se abraza una con otra: es un barro muy pegajoso que, cuando llueve, se pega en las suelas de los zapatos de dos y tres dedos de alto; y la tierra de la villa de Llerena, como es ciéna- ga, es una tierra negra, fuerte, que ansimismo se resquebraja y no se abraza una con otra: por lo cual, para hacer las dichas casas y edificios, se trae la tierra a las dichas villas de cerros y partes que están cerca dellas; y así hacen las dichas casas, de obra de tres tapias en alto, y el cimiento, y lo cubren de vigas y tablas y, encima, echan una torta de tierra; y después hacen unos pilares de adobes y echan unas tijeras y, encima, unas latas que se asierran

25. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 35. 26. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 31. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 203 de las mismas vigas, de tres o cuatro dedos en cuadra, las cuales se ponen clavadas y, sobre éstas, se cubre de tajamanil, que es unas tablas de pino muy delgadas, que se sacan y traen de la provincia de Mechoacán a más de cincuenta leguas destas villas: las cuales se ponen, clavadas con clavos, de tillado. Y, con la corriente que se le da, despide y corre el agua: esto es a manera de tejas de Castilla» 27. Sirva como conclusión el proceso constructivo referido en la Relación de Coatepec in- dicándonos las fases arquitectónicas, materiales, elementos y maestrías: «La forma y edifi- cio de las casas que los naturales tienen, son: que sacan el cimiento de piedra, y este ci- miento le alzan del suelo medio estado y, desde allí, comienzan las paredes de adobe. La techumbre es de azoteas y, algunos principales y caciques que tienen posible, las labran y edifican de la manera que las labran los españoles, porque tienen curiosidad: de calicanto las paredes, el argamasa y materiales son de cal y arena y tierra, todo mezclado para su fortaleza, con altos y bajos, corredores, puertas y ventanas, portadas de piedra de cantería, y encalados con pinturas de colores. En este pueblo no se hace cal, por no haber recaudo de piedra para ello; tráenla de ciertos pueblos fuera desta provincia, donde se hace y hay hornos della, a doce leguas deste pueblo. La madera de vigas, y tablas para enmaderar y entablar las casas, se sacan de los montes deste pueblo, porque, como está dicho, hay cantidad. Y, lo mismo, piedras blancas de cantería para las portadas, pilares, arcos y ventanas. En este pueblo hay oficiales albañi- les y canteros, carpinteros y herreros y encaladores, que son buenos oficiales y entienden bien el oficio» 28.

6.2. ARQUITECTURA DOMÉSTICA

Las noticias que podemos extraer de los distintos textos comprendidos en la Relacio- nes Geográficas son riquísimas en cuanto a la información que se nos brinda relativa a las viviendas populares donde se imbrican perfectamente las tradiciones constructivas prehispánicas con las aportaciones españolas, predominando siempre las primeras. Estas viviendas van a estar condicionadas por la climatología, lo que se denomina «Tie- rras Frías» y «Tierras Calientes», a lo que se une la cercanía con la costa. También son elementos a tener en cuenta los materiales constructivos que se analizan en otro capítulo pero que dependiendo de la utilización de unos u otros el resultado será diferente. En cuanto a la distribución interior hay dos razones presentes en la arquitectura do- méstica: su relación con el ámbito productivo y la condición social. En este último sentido

27. Ibidem, p. 266. 28. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 153. 204 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN es necesario analizar las diferencias en volumen y alturas cuando se hacen especificaciones entre los señores y los macehuales. Vamos a analizar las características mas sobresalientes en cada zona geográfica de Nueva España tomando los casos mas representativos, aunque no tenemos que olvidar que esta- mos buscando información a través de la pregunta número 31 del cuestionario de Felipe II en la que se pide: «La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificar- las en los dichos pueblos, o en otras partes de donde los trujeren». Es decir, que en la ma- yor parte de las Relaciones hay información al respecto, de ahí que seleccionemos las res- puestas mas completas y que ofrezcan la mayor variedad posible de tipologías. En Oaxaca podemos apreciar la división climatológica y social. Así por ejemplo, en el caso de Atlatlauca se especifica la imposibilidad de utilizar terrados por la frecuencia de lluvias. De igual forma se describe la diferencia entre las viviendas de los macehuales y las de los principales o caciques. Las primeras tenían una sola altura con uno o dos aposentos donde vivían tres indios casados con sus mujeres e hijos. En cambio, las de los principales se estructuraban en torno a dos o tres patios distribuyendo habitaciones en su entorno 29. Las condiciones meteorológicas son perceptibles en las construcciones de Coatlán y Ocelotepeque. En la primera se dice: «Las casas son, y siempre las han tenido, de terrados, bajas, y algunas cubiertas de paja; que, por ser tierra muy fría, hacen paredes porque hay mucha piedra y se hace con poco trabajo. Y, en los sujetos en que no hace tanto frío, hacen las paredes de cañas como cañizos y embárranlas por de fuera y dentro, y cúbrenlas de paja; y, así, son mas frescas y se hacen con poco trabajo» 30. El segundo texto señala: «Las casas en que viven y moran son de piedra y adobes, todas cubiertas de paja porque, como es tie- rra de muchas neblinas, no se puede sustentar el terrado en ellas, y es mas provechoso para ello y así las cubren todos. Y, aunque es tierra muy fría, hay tanta leña que lo pasan sin pesadumbre» 31. En cuanto a los sistemas constructivos se utilizaban para los cimientos mezcla de piedra y cal. Las paredes eran embarradas con armazón vegetal amarrado con bejucos (bajareque), de adobe (a veces encaladas), de tapias o de piedra (generalmente su uso se reducía a los huecos). Para las cubiertas se utilizaba paja (denominada jacal) o terrado, según el índice pluviométrico de cada lugar. La utilización de unos materiales u otros no siempre estaban condicionados por los recursos económicos sino por la presencia de los mismos en las cerca- nías de la población. A veces tradiciones sociales justificaban lo efímero de las construccio- nes. Es el caso del pueblo de Chinantla donde: «Hay cal y piedra para poder edificar, pero no lo usan porque la casa que hace el padre no la habita el hijo, porque, en muriendo aquel, hu- yen de la casa y hacen otra. Son malos edificadores y poco permanentes en sus vivienda, por-

29. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 58. 30. Ibidem, p. 86. 31. Ibidem, p. 93. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 205 que con facilidad se van de una parte a otra» 32. Estos datos resumen numerosos textos, como en la Relación de Los Peñoles 33. Este tipo de viviendas, tradicional en la zona de Oaxaca, curiosamente algunos redactores la consideraban como forma constructiva específicamente «cristiana». Así en la Relación de Tetiquipa (Río Hondo) se dice: «La manera del edificio de sus casas, en que viven después que vinieron los españoles, son de adobes y cubiertos de paja, y, dellas, hechas de palos hincados y cubiertos de la dicha paja por encima, y cercados con palos a la redonda. Y, en su gentilidad, solían habitar entre peñascos, y debajo de una peña que tienen en la dicha cordillera de serranía donde viven, que se llama la dicha peña Tetiquipa» 34. Lógicamente esta tendenciosa afirmación está contrapuesta en la Relación del pueblo de Amatlán donde se dice: «Las casas que antiguamente tenían son como las que aho- ra tienen, que son de piedra y adobes y cubiertas de paja, que es una cubierta a manera de choza de España; y, cuando la cubierta es buena, dura quince o veinte años la paja, y mas» 35. En cuanto a los vanos, generalmente, solo tenía el de entrada (no siempre con puerta) lo que hacía que muchas de ellas presentaran el interior ahumado por falta de chimeneas 36. Era frecuente que junto a estas casas aparecieran cercados de cañas que servían para deli- mitar la milpa en la traza urbana 37. Las viviendas de los caciques y principales solían tener dos plantas, varias estancias, puertas e incluso patio. Los sistemas constructivos eran los mismos que los empleados en las casas de los macehuales. Las casas de los principales se pueden cotejar en ocasiones en los dibujos que acompañan las Relaciones Geográficas. Así en Teozacoalco junto a la re- presentación de la iglesia con su atrio aparecen cuatro crujías que abren a un patio central con la leyenda «Estas son las casas de don Felipe y de don Francisco, su hijo, señores natu- rales deste pueblo» 38. Lógicamente esta vivienda en torno a patio contrasta con la defini- ción de la casa tipo del pueblo: «Las casas que hay en este pueblo y sus estancias, son unas chozas de paja, armadas sobre unos paredoncillos, aunque algunas hay de azotea. Todas son poco curiosas» 39. Propuesta arquitectónica básica que se refrenda en la vecina Amoltepec: «Las casas en que los naturales viven, y que comúnmente hay en todas las tie- rras calientes, son unos bohíos de paja; porque no puede haber casas de techado, por las muchas aguas y por ser la tierra arenosa, que luego se desborona» 40.

32. Ibidem, p. 108. 33. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera II, p. 52. 34. Ibidem, p. 188. 35. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 72. 36. Ibidem, p. 273. 37. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera II, p. 236. 38. Ibidem, p. 139. 39. Ibidem, p. 146. 40. Ibidem, p. 150. 206 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

En la zona del actual Estado de Puebla, que concentraba en el siglo XVI una parte muy importante de población y, por tanto, de desarrollo urbano, encontramos informaciones de enorme interés pues nos remiten a una arquitectura mucho más estable con pretensiones, incluso, señoriales. Es el caso de Cholula donde se dice: «Las casas están edificadas, y se labran hoy, al modo que labran los españoles: de piedra tosca, ladrillo y adobe, cubiertas de azoteas encaladas. Las portadas son todas, o de piedra parda y negra labrada de sillería, o de ladrillo que aquí se hace. La cantera de la piedra parda está a media legua desta ciudad, en su término, y la negra tráenla de Calpan, a tres leguas de aquí. Las esquinas de las calles son todas de la dicha piedra, labrada. Tienen las salas y aposentos, que son más pequeños que los que labran españoles, bien adornados por de dentro, lucidos con cal y con una tierra amarilla lustrosa, y con historias pintadas, o colgados y esterados con petates muy pinta- dos. Y no hay casa donde no haya un altar con muchas imágenes de santos. Todas las ace- ras que miran a las calles están labradas de ladrillo, que es una buena vista, y, en general, es la mejor casería de indios que hay en toda la Nueva España: junto con estar las calles tan bien trazadas y derechas como un juego de ajedrez, no hay en todo el pueblo sola una teja. La madera y tablazón se traen del monte de Tlaxcalla y, la cal, de la ciudad de los Ángeles; aunque, para la iglesia y comunidad, tienen sus canteras cerca de la ciudad de los Ángeles, de donde traen la piedra y, en hornos que dentro desta ciudad tienen, la cuecen» 41. Esta larga cita viene a confirmar la imagen urbana que acompaña la Relación con vi- viendas dibujadas mediante rectángulos donde se abren huecos para ventanas y puertas, di- ferenciando algunas de las situadas en la plaza mayor como la referida al corregidor que muestra una galería abierta en el segundo nivel y una chimenea humeante. Es interesante constatar la utilización de pintura mural en los interiores domésticos y el empleo de petates como mobiliario, en cambio, de tradición prehispánica. También es importante la especifi- cación de materiales (piedra, ladrillo, adobe, cal) y la ausencia de teja. En el mismo ámbito geográfico de Puebla destaca la extensa descripción de Tepeaca y sus sujetos en la que se especifican técnicas, materiales, distribución interna y relación con la trama urbana: «La forma y edificio de las casas desta provincia comúnmente son muy pequeñas y bajas, sin ningunos sobrados y hechas de adobes, que son a manera de tapias pequeñas, y cubiertas de palos delgados y paja, cosa muy baladí. Y alguna gente principal va imitando a los españoles, y hacen casas de piedra y barro, encalada, cubiertas con vigas y tablas y de azotea. La forma dellas es dos piezas, una que sirve de dormitorio y, otra, de cocina; y hacen los naturales unos trojas para guardar su maíz, que son de hechura de tina- jas grandes (como las de España en que se hace el vino), las cuales hacen de paja y barro, y llámanlas Cuezcomatl. Y las puertas de las casas no las sacan a las calles, sino a la parte

41. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 142. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 207 mas escondida, haciendo vueltas y entradas de setos de cañas del maíz, por ser enemigos de que les vean sus casas» 42. En el resto de poblaciones del Valle de Puebla se vuelven a repetir los conceptos que encontrábamos en Oaxaca atendiendo a razones climáticas, sociales y de materiales. Un ejem- plo significativo aparece en la Relación de Xonotla: «… que las casas de sus moradas son de palos cercadas y cubiertas de paja a manera de ramadas, salvo las del gobernador y de algunos principales, que son de piedra y lodo las paredes, y encaladas de blanco. Y que, para esto, no han menester ir fuera, porque en su pueblo tienen recaudo para ello» 43. La situación de las viviendas en el Estado de Guerrero responde a los condicionantes ya comentados. No obstante, es interesante señalar la configuración urbana que implicaba la unión entre casa y milpa. Esto es visible en pueblos situados en el entorno de Taxco. Se dice: «Y es de saber que cada casa, con sus terrezuelas, se cuenta por una casa, y, para formar las calles, hacen desde una casa a otra un seto de cañas de maíz, o de otros palos, malezas o arbolillos, con que hacen pared y se continúa la calle, por no dejar vacíos aque- llos espacios que hay entre casa y casa, que se ocupan con las tierras y hortezuelas de los indios. Y esta es la orden que, generalmente, tienen los pueblos de indios de la Nueva Es- paña» 44. Esta unidad productiva y de habitación condicionaría la realización de nuevas po- blaciones con manzanas muy alargadas solo justificadas por estas razones de habitabilidad. En este sentido es plenamente aclaratoria la Relación de Tlaxcala: «Y hase de advertir que, a salido del ámbito de la ciudad, que una casa de cada indio tiene en torno de sí su heredad y hacienda de frutales y magueyales, que se llaman metles, y maizales y tunales de granas cochinilla, a cuya causa toman mucho término los semejantes poblazones, y no en tanto grado que fácilmente no se reconoce lo que está en un barrio formado, lugar o pueblo, ya que, al fin, hay poblazones espesas y muy juntas, donde hay reconocimiento de pueblos grandes y medianos» 45. En cuanto a las tipologías, materiales y distribución espacial la Relación de Taxco, vol- viendo al Estado de Guerrero, nos sirve como modélica: «Generalmente, las casas de los indios son bajas y angostas, de uno o dos aposentos, hechas de adobes o piedra y cubiertas de paja, y, algunas, de terrado; excepto algunas casas de principales, que tienen mas apo- sentos, con algunos altos de poca altura y anchura: y pocas están blanqueadas por dentro con cal, y pocas son de piedra, que las mas son de adobes, como he dicho. La cal hacen los indios con mucha facilidad, y piedra hay mucha y, en algunas partes, hacen ladrillo. Las

42. Ibidem, p. 256. 43. Ibidem, p. 388. Veáse también la Relación de Ocopetlayuca, p. 90, y Hueytlalpa, pp. 158-159. 44. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 119. 45. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 42. 208 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN casas de los españoles son de adobes y piedra, cubiertas de madera de encina, roble, y, la cobertura de encina, de taxamanil, y, otras, de paja» 46. Las condiciones climáticas, junto al Océano Pacífico, y telúricas condicionaban las vi- viendas de Zacatula: «Las casas que hay en esta provincia son, todas, casas bajas, armadas sobre unos horcones de madera, con unas varas atravesadas y embarradas que hacen pared, y son cubiertas, todas, de paja. La tierra no sufre otras casas, a causa de los grandes tem- blores de la tierra» 47. Algo más complejas eran las viviendas de zona de las Minas de Zumpango: «Común- mente, las casas en general de toda esta provincia son de horcones, y algunas de adobes, y cubiertas con paja, que es la armazón de los techos dellas; y, de poco acá, usan algunas casas de terrado, y son pocas» 48; o bien las especificaciones que se hacen en el caso de Ichcateupan: «Las casas, por la mayor parte, son bajas, y algunas, que son de los principa- les, tienen algunos altos. Lábranlas, algunos, de piedra con barro, y, la piedra, pequeña, y otros, con adobes. Cubren las casas con zacate. Son, por la mayor parte, pequeñas, y cércanlas, como corral, de cañas de maíz, y las puertas son de las mismas cañas» 49. En general, la vivienda del Estado de Morelos repetía las condiciones comentadas para las zonas interiores de Guerrero 50. Sirva como ejemplo el caso de Tepoztlán en que se dice: «… que las casas desta villa son de piedra y barro, y otras de adobes, cuadradas y peque- ñas, de mala traza en la vivienda, porque están las piezas en contrario unas de otras, y cu- biertas todas de azoteas, encaladas de cal, que hay mucha cantidad 51. La vivienda popular en la costa de Veracruz estaba adaptada al clima marítimo. Así en Coatzacoalco se dice: «… la forma y edificios de las casas deste villa y provincia son cu- biertas de paja, armadas sobre pilares de madera de cuacuahuite, y no tienen paredes, mas son de unos emplentes o tabiques de cañas con barro» 52. De igual forma en Misantla: «Ha- cen sus casas de paja: cercan un cercadillo de cañas, y luego cúbrenlo con paja, sin piedra ni tierra ni otra cosa, porque entre el aire por todas partes, porque hace gran calor» 53. Lógicamente las mejores construcciones se centraban en la ciudad de Veracruz que crecía atendiendo a la importancia de su puerto. Allí nos encontramos con la siguiente explicación respecto a la arquitectura doméstica: «La forma y edificio de las casas desta ciudad es de la misma manera que se edifica en España, de calicanto, como dicen, y ladrillo y tapiería,

46. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 130. 47. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 459. 48. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III, p. 201. 49. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 267. 50. Cfr. Relación de Totolapan en ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III, p. 164. 51. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 195. 52. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 123. 53. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 192. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 209 porque hay de todos los materiales muy buen recaudo, y de vigas y tablazón, de cedro y pino, para los enmaderamientos. Las mezclas se hacen de cal y arena, que lo hay muy bue- no en esta ciudad y su comarca; aunque, por tener los oficiales a la arena deste río por poco jugosa y mas seca de lo que conviene, acostumbran mezclar alguna tierra en las mezclas que, de cal y arena se hacen. La cubierta de las casas principales es de teja, ansí de la que se hace en esta ciudad, como de la que se trae por la mar de la provincia de Coatzacualco; pero, en general, las casas ordinarias están cubiertas de cierto género de ripia, o tablillas delgadas, que el vulgo llama aquí tejamanil, de que se trae grande abundancia a esta ciudad de la tierra de México» 54. Las poblaciones situadas en el entorno de la capital virreinal significaron centros urba- nos importantes, muchos de ellos subsidiarios económicamente de México. Esto hace que se desarrollaran algunas arquitecturas domésticas de cierto interés. En el caso de Texcoco vamos a encontrar aspectos en los que se nos señala la reutilización de materiales de edifi- cios prehispánicos, la continuidad en su uso y la estructuración de funciones internas, así como los materiales utilizados. Más concretamente se describen las casas de Nezahualcoyotzín que venía a ser un palacio situado en la plaza mayor con posibilidad para albergar hasta mil hombres: «La forma y edificio de sus casas: Son bajas, sin sobrado nin- guno; unas, de piedra y cal, y otras, de piedra y barro simple; las más, de adobes, de que más usan en esta ciudad por ser muy buenos, porque los hallamos hoy día en edificios vie- jos, hecho de mas de doscientos años a esta parte, tan enteros y sanos, que largamente pue- den servir en edificios nuevos. Tienen las cubiertas de sus casas con vigas y, en lugar de tablas, con muchas astillas muy menudas, tan bien puesta, que no cuela por entre ella nin- guna tierra de la que ponen encima para terrado. La mayor parte dellas tienen su patio y, a la redonda dél, los aposentos que han menester, en que tienen sus dormitorios y recibimien- tos para hombres en un cabo y, en otro, para mujeres; y despensas, y cocinas y corrales. De las casas de los principales y señores, especialmente la de los reyes, son muy grandes, y de tan poderosas maderas, que casi parece imposible que industria ni fuerzas humanas las pu- dieran poner en sus lugares, como por las ruinas dellas hoy se ven en esta ciudad, especial- mente en las casas de Nezahualcoyotzín, que están en la plaza; que, según su grandeza, y el sitio y término dellas, pudieran aposentarse en ellas mas de mil hombres. Son sobre terraplenos, de un estado el que menos; de cinco o seis, el que mas. Los principales aposen- tos que tenían eran unas salas de veinte brazas y más de largo, y otros tantos en ancho, porque eran cuadrados. Y, en medio dellos, muchos pilares de madera de trecho a trecho sobre grandes brazas de piedra, sobre los cuales ponían las madres en que cargaba la demás maderazón. No tenían estos aposentos puertas, sino unas portadas de madera, como pilares de

54. Ibidem, p. 325. 210 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN la propia forma de los de adentro, a tres brazas uno de otro, por donde se mandaban para entrar y salir. Y, como eran de madera y estaban descubiertos al sol y al agua, duraban poco, porque, en comenzándose a pudrir por los pies los pilares de las portadas, venían por allí a perderse, y toda la casa. Y no duraban tan poco, que, destos aposentos que ha más de ciento y cuarenta años que se edificaron, hay algunos todavía en pie y que se viven; de donde se juzga que, si la maderazón della estuviera guardada y cubierta del agua, durara mucho más, sin com- paración, de lo que ha durado. Tenía esta casa un patio muy grande, con un suelo de argamasa muy enlucido y encalado, cercado de gradas, por donde se subía a los grandes aposentos y salas que a la redonda tenía. Había, en estas casas, aposentos dedicados para los reyes de Méxi- co y Tacuba, donde eran aposentados cuando a esta ciudad venían; tenían aposentos para los demás señores inferiores del rey, sin otras muchas salas, en que hacían sus audiencias y juz- gados; y otras, de concejos de guerra; y otras, de la música y cantos ordinarios; y otras, en que vivían las mujeres; con otros muchos palacios, y grandes cocinas y corrales. El modo y la traza de las demás casas de principales y hombres ricos es por la misma traza, pero muy pequeñas a respecto de las reales; aunque todas, como se ha dicho, se fun- dan sobre terraplenos. Porque lo tienen por punto y blasón, de largo tiempo introducido, el preciarse de proceder de casa conocida con terrapleno, como decir, los hidalgos de España, ser de casa y solar conocido» 55. Esta magnífica descripción de Texcoco era excepcional. La mayor parte de las vivien- das respondían a otros criterios constructivos, sirvan de ejemplo las respuestas a la pregun- ta 31 en las Relaciones de Iztapalapa: «…la forma y edificios de las casas de los naturales son bajas, pequeñas y de adobe, poco recias, hechas con sus terrados. En lugar de vigas, tienen morillos puestos, y, a las veces, unas cañas de madera recias. Los cimientos son de piedra pesada, por razón de haber mucha en el dicho pueblo y haber canteras della de mu- cho valor, de donde se saca gran suma de piedra liviana para los edificios de la ciudad de México» 56; y de Mexicaltzingo: «…que la forma y edificios de las casas es bajo y humilde y es de adobes, hechas con sus terrados, y, en lugar de vigas, tienen puestos morillos y, a veces, unas cañas de madera recia; y los cimientos son de piedra pesada que la traen de fuera en canoas, y, por razón de los suelos y casas grandes que en el tiempo de su gentili- dad edificaron en el dicho pueblo, de algunas dellas se saca esta piedra; y las cercas y ata- jos son de cañas y carrizos, y de la propia caña de maíz, que cada año se reforma. Sírvese este pueblo, en su contratación del zacate, con canoas a manera de chalupillas» 57. Interesante es la completa descripción en la Relación de Chimalhuacán. En ella se dice: «La forma y edificio de las casas de los indios son: que hacen el cimiento de piedra, como

55. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III, pp. 112-113. 56. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 41. 57. Ibidem, p. 46. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 211 lo hacen los españoles, y las paredes son de adobe y la techumbre de azoteas. Los caciques, gobernadores, y otros principales e indios que tienen posible, labran sus casas del arte y manera que las labran los españoles, las paredes de calicanto; los materiales son de cal, tierra y arena, todo mezclado, y con esto tiene gran fortaleza. Hácenlas con sus altos y ba- jos, corredores, portadas y ventanas de piedra, con sus encalados y pinturas de colores. La cal que han menester la traen de doce leguas deste pueblo, porque en él no se hace. La madera para enmaderar y entablar las casas la compran los indios en los pueblos de Coatepec e Iztapaluca… La piedra blanca que han menester para las portadas y ventanas, se saca deste cerro de Chimalhuacán, que hay cantidad. Hay oficiales carpinteros, albañiles y encaladores, que son buenos oficiales» 58. En el Estado de Michoacán se distinguen diferencias constructivas en las viviendas aten- diendo a la climatología. No obstante, las características repite los esquemas ya conocidos (cercanía de materiales, diferencias sociales), aunque será la zona geográfica donde mayor- mente se generalice el tejamanil como elemento de cubrición. Sistema técnico extendido por toda Nueva España y, lógicamente, mas intensamente en la tierras cercanas a Michoacán. Así lo encontramos en las minas de Xocotlán (Jalisco): «… que las casas de españoles son al modo de las de España, salvo que, algunas dellas, están cubiertas de paja, sin terrados, y, otras, con ellos. Y que, en esta provincia, no usan teja, mas, en lugar della, muchas casas cubren con ciertas tablillas del tamaño de las tejas, un poco mas largas y casi del propio anchor, empero son llanas y gruesas de un dedo: las cuales clavan sobre el maderamiento de la casa, y danle suficiente corriente para que no reparen en ellas el agua. Llamanse en lengua mexicana Taxamaniles, y dura su cobertura diez y doce años, y hacense de un cierto género de pino que hay en la provincia de Mechuacan, que hiende muy fácil y derecho, de donde las traen a esta provincia» 59. El resto de materiales utilizados en Michoacán son semejantes a los ya comentados. Cuitzeo puede servirnos como situación tipo: «Las casas son hechas de adobe, de paredes bajas, cubiertas de paja; aunque, algunos indios ricos, tienen sus casas a la forma de las nuestras de España, con sus cuartones de pino y portadas de cal y piedra, que con mucha facilidad se ha, por estar asentado este pueblo de Cuiseo sobre una veta de cal» 60. Más esquemática es la propuesta de Xiquilpan: «La forma y edificio de las casas deste dicho pueblo son de adobes y barro: solos los cimientos dellas hacen de piedra; son de poco sostén y cubiertas de paja, y la madera dellas es de pinos monteses» 61. Información que se completa en otras localidades de este partido como Chocandirán («Las casas deste dicho pueblo son pequeñas: los cimientos son de piedras y, las paredes, de adobes; son cubiertas

58. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, pp. 167-168. 59. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 324. 60. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 89. 61. Ibidem, pp. 415-416. 212 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN de paja. Encalan las paredes con un barro que hay en el dicho pueblo, muy colorado, y añil» 62) y Tarécuato («La forma y edificios de las casas deste dicho pueblo son, de piedra, los cimientos, y las paredes de adobes hechos con un barro muy colorado que hay en el dicho pueblo: son casas pequeñas, cubiertas de paja. Son de poco sostén y fortaleza, porque las paredes que los naturales hacen son de anchor de un palmo y medio poco mas» 63). Si el tejamanil fue el sistema tradicional de cubrición 64, no obstante, también se utili- zaron los techos de paja que eran resistentes a las muchas lluvias que se producían, por ejemplo, en la zona de Pátzcuaro 65. Es más en Tiripetío se valora muy positivamente este tipo de cubiertas cuando se señala: «Cubren los altos con paja, y ponenla por el mejor or- den y más lindo primor que en ninguna parte de las que los descubridores han visto. Y creo yo que, en el mundo, no hay mejor manera de cubrir con paja; y esto es cosa notoria, y que todos lo saben» 66. Significativas son las técnicas constructivas utilizadas en las viviendas de la provincia de Motines. Así cuando habla de las casas de Quacomán dice: «…son de adobes (a manera de ladrillos grandes, son hechos de lodo y paja revuelta) y cubiertas las casas con paja lar- ga, con dos corrientes a una parte y a otra» 67; para Alimanzi se especifica: «La forma y edificios de las casas destos dichos pueblos son de unos horcones de madera y, sobre estos, edifican unas tijeras y otros artificios, todo de madera, y cierran con una varazón, juntán- dola, y echan barro; y así hacen las paredes, que, con un puntillazo, harán portillo por do quisieren, y los techos cubren de paja; y otras casas hacen de adobes» 68; y, por último, en el caso de Tlatictla se dice: «El modo de sus casas, generalmente, son de horcones, encima de los cuales arman palos atados con corteza de árboles, y otros géneros de cuerdas que tienen, y, sobre aquellos palos armados, a los que llaman tijeras, ponen unas varas menudas y, sobre estas varas, atan paja espesa; y, así, quedan armadas, y se meten dentro en ellas a vivir. No tienen otra forma de casas…» 69. La identificación que se hacía en la Relación de Cuitzeo entre las viviendas de mayor nivel social y las «españolas» vuelve a repetirse en Tiripetío cuando habla de las habitacio- nes señalando: «Las demás piezas son cuadradas como las nuestras, y, lo que van labrando ahora, es a nuestro modo español, porque en todo nos van imitando…» 70. En cambio, el funcionamiento interior de la vivienda indígena aparece referido en la Relación de Chilchotla:

62. Ibidem, p. 423. 63. Ibidem, p. 428. 64. Cfr. Relación de Temazcaltepec, en ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 152. 65. Ibidem, p. 202. 66. Ibidem, p. 360. 67. Ibidem, p. 142. 68. Ibidem, p. 153. 69. Ibidem, pp. 178-179. 70. Ibidem, p. 359. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 213

«Las casas son de adobe las paredes y, la cobertura, de paja muy prima. Tienen casas pe- queñas: viven dos y tres casados en una casa; duermen, en el suelo, en unas esteras que ellos usan de cañas, y, algunos, en barbacoas…» 71. En la zona de Hidalgo se repiten los esquemas genéricos conocidos. Sirvan de ejem- plos la Relación de Huexutla en que se dice: «Las casas deste pueblo y su comarca son hechas, las paredes, de palos y barro, y cubiertas de paja, y la madera es de caña maciza, que la cojen de la ribera de sus ríos» 72; o bien, Quauhquilpan: «Las casas deste pueblo de Quauhquilpan son de adobes, bajas y pequeñas; algunas, de terrados, y otras, cubiertas de paja. Van por la madera a los montes de Pachuca, a cuatro y a cinco leguas» 73. Quizás sea conveniente comparar la información de los textos con la descripción que nos ofrece Raúl Guerrero de la observación actual en la huasteca hidalguense: «Debido al clima caluroso, la casa habitación de las comunidades está hecha con troncos de otate y varas delgadas, atadas una junto a otra, colocadas verticalmente para formar las paredes, las que en algunas casas se hallan recubiertas con barro. El piso es de tierra suelta ligera- mente aplanada, apisonada, y el techo es de paja … La puerta de entrada es de madera fina, por ejemplo cedro. Una sola pieza constituye la casa y excepcionalmente cuenta con dos. En las que sólo tienen un cuarto, éste sirve de cocina, comedor y dormitorio, aprovechán- dose un rincón o un tapanco para almacenar el producto de la cosecha» 74. En Hidalgo podemos concretar la diferencia entre las viviendas cuando están integra- das en una trama urbana reticular y cuando la población está desarticulada por razones de funcionamiento o topográficas. En este último caso el mantenimiento de las tradiciones prehispánicas es más perceptivo. Sería el caso de Meztitlán donde se dice: «En las casas hay poca diferencia. Del tiempo antiguo, al presente, las moradas han sido y son de una misma manera: altas del suelo algunas gradas, la cobertura es de paja, en especial en la sierra, por las continuas neblinas que hay y ser la tierra tan húmeda. Las moradas de la gente baja son viles y pequeñas; las de los señores tienen patio y, a la redonda, muchos aposentos: como recibimientos, dos salas muy grandes, y todo el demás servicio de la casa, dormitorios, despensas, cocinas, son retretes con entradas y salidas por callejas angostas y secretas casi a manera de laberinto, y, por la mayor parte, no van continuados ni seguidos los aposentos» 75. Estas diferencias entre las casas de los principales y de los macehuales se suelen reducir sencillamente a la utilización de una o dos alturas 76.

71. Ibidem, p. 105. 72. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 252. Es interesante cotejar esta descrip- ción con los dibujos que acompañan la Relación. 73. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 102. 74. GUERRERO GUERRERO, R. Un recorrido por la Huasteca hidalguense, p. 44. 75. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, pp. 73-74. 76. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 35. 214 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Otra de las diferencias que ya señalamos en la zona de Michoacán, era el mantenimiento de la tipología de vivienda prehispánica por parte de los macehuales y la imitación del modo español de los caciques y principales. En el caso de Hidalgo estas afirmaciones vienen re- feridas en la Relación de Tepeapulco: «…el edificio y traza de sus casas, los macehuales, gente baja, hacen las casas al uso de su antigüedad, y, los principales que pueden, edifican sus casas a nuestro uso, con piedra y cal que traen de fuera desta comarca, y madera labra- da, y edifican los aposentos de las casas un poco estrechos» 77. Quizás donde podemos apre- ciar, de modo genérico, la influencia española sea en la utilización de la teja como forma de cubrición que estaba generalizada en Zempoala y las poblaciones anexas 78. En los espacios geográficos de los Estados situados más al norte se repiten los caracte- res que venimos señalando. El ejemplo de la ciudad de Compostela (Nayarit) es representa- tivo: «En esta ciudad son las casas de adobes y cubiertas con sobrados y cobertor de paja, entresuelos sin altos, si no es los bajos. Y ansí es en general en toda la provincia, salvo en la tierra caliente, en que los indios usan bohíos pequeños de paja» 79. La situación precaria de muchas de ellas se aumentaba por la inseguridad creada por la guerra con los chichimecas; idea referida en la Relación de Querétaro: «… la forma y edificio de las casas de los natu- rales, por la mayor parte, son pajizas, chicas y ahumadas, como tengo dicho; algunos no echan las puertas a la calle. Hay algunas hechas de adobes, por miedo de los chichimecos; pero todas son chicas, y bajas y ruines» 80. Quizás la excepción más notable esté en Celaya (Guanajuato) que era una villa de españoles cuyo objetivo era poblar y controlar las comu- nicaciones de acceso a las minas de Zacatecas. Allí: «Las casas son de paredes hechas de adobes, y cubiertas con buenas vigas y tablas y de terrado, que no las pasa el agua» 81. En Zacatecas la definición genérica de sus viviendas está redactada en el pueblo de Nuchiztlán: «La casería es hecha de adobes, hechos de tierra y yerba, que son como ladri- llos grandes, y las paredes hacen con estos, y el techo es de azotea» 82. Es más, apenas en- contramos diferencias entre las viviendas para indígenas y españoles: «… los edificios de las casas del dicho valle, en que viven los españoles y naturales del, son de adobe y tierra muerta, con sus cubiertas, algunas, de terrado y, otras, de paja; y dijeron que, en el dicho valle, no hay otros materiales con que poder hacer otros edificios» 83. Incluso, los españo- les habían adaptado perfectamente las técnicas prehispánicas como el tejamanil de Michoacán en sus viviendas como puede verse en las Minas de Fresnillo: «Las casas y edificios que hay en esta comarca son hechas de tapiería y adobes; las cubiertas son de una forma de

77. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 179. 78. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 79. 79. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 93. 80. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 246. 81. Ibidem, p. 58. 82. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 172. 83. Cfr. Relación de Tlaltenango en: ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 148. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 215 tablas muy angostas y delgadas que llaman tajamanil, y estas se clavan en unas latas de pino con mucha corriente, a trecho de una vara de medir, que su largor es poco mas, y por ellas corre el agua sin mojarse las casas; sirve en lugar de la teja, con que se cubren las casas de Castilla generalmente» 84. En el Estado de Jalisco apreciamos las características constructivas, climáticas y su re- lación con el uso cotidiano. En la provincia de Tenamaztlán se dice: «La forma y edificio de las casas en que viven, son labradas de adobe muy mazorral. Hacen unas galeras largas, de un estado en alto las paredes, las cuales hacen angostas del ancho de un adobe, y allí arman maderos, rollizos y mal labrados, y sobre ellos ponen paja mal puesta para defender- se del agua y del sol. Duermen fuera de sus casas, en los patios que tienen delante, y, si no es cuando llueve, no se sirven de ellas. El frío nunca les da pena, por ser tierra templada. Viven, juntas, tres y cuatro familias; en una galera destas, suelen habitar treinta y cuarenta personas» 85. Completa esta información el texto de Ameca: «… la forma de casas y edifi- cios son casas bajas, de poco mas de un estado, de adobes y de cimientos de piedra redonda movediza que hay en los cerros de esta comarca: no son nada fuertes. Pocos dellos usan echar puertas a sus casas; los mas dellos, cierran sus puertas con petates, que así llaman a las esteras, y con unas puertas hechas de caña. Duermen en el suelo, todos, sin cama ni barbacoa. Tienen poco aparato en sus casas: lo mas que en ellas se halla, son ollas y escudi- llas y piedras de moler; las mejores casas que hay, son las del rey. Y esto se responde a este capítulo» 86. Los sistemas constructivos basados en la utilización de productos vegetales del entor- no están muy bien explicados en la Relación de Cuiseo del Río (Jalisco). Allí se dice: «La forma y edificio de las casas, y materiales dellas, es de piedra y lodo y, algunos, de adobe. Cortan de los árboles ya nombrados, y los atan punta con punta, de que hacen tijeras, y los arman sobre las paredes, y atan otros palos que atraviesan de una parte a otra, unos con otros, con hojas de las pencas de maguey; y, encima desta armazón, atan cañas de Castilla, o maciza o varas de poco trecho, unas con otras, y luego, la paja que llaman Zacatl, van atando con un mecates y otras cañas, hasta cubrir todo el armazón susodicho, y, desta ma- nera, queda hecha la casa. Y después de poco acá usan, algunos azotea» 87. En las representaciones gráficas de las Relaciones la vivienda que no tiene una función determinada sino que su presencia solo indica la población vienen a ser pequeños rectángu- los verticales con una puerta central. Estos rectángulos se pueden curvar hacia formas de

84. Ibidem, p. 126. 85. Ibidem, pp. 290-291. 86. Ibidem, p. 47. 87. Ibidem, p. 193. 216 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN choza o cabaña que podrían referirse a su construcción mediante horcones y paja 88. En Nochiztlán (Oaxaca) aparecen representadas tres viviendas rectangulares adinteladas sin nin- guna especificación, a excepción de una que tiene en el dintel decoraciones de chalchihuites, posible referencia al cabildo indígena. A veces, estos rectángulos con abertura pueden pre- sentar una terminación de la cubierta a dos o cuatro aguas como sucede en la pintura de Huexutla (Hidalgo). Uno de los dibujos que acompaña la Relación de Temazcaltepec (Michoacán) presenta el núcleo urbano mediante representaciones de diversas viviendas en perspectiva con la fachada en que se abre la puerta y un paramento lateral, cubriéndose con tejados a dos aguas. Las mismas, aunque más esquemáticas, aparecen en el dibujo de Ameca (Jalisco). En Teutenango (México) encontramos representadas en la plaza mayor las casas del corregidor con una galería abierta en el piso superior del mismo modo que sucedía en el dibujo de Cholula (Puebla). De dos plantas con ventanas en ambas es también la casa del clérigo de Teutenango 89.

6.3. ARQUITECTURA RELIGIOSA

No se trata en este capítulo de hacer una historia de las construcciones religiosas mexicanas del siglo XVI. El objetivo es cotejar las descripciones que las Relaciones Geo- gráficas nos dan de una primera arquitectura provisional que ha desaparecido y de la que tenemos noticias aisladas provenientes de documentos referidos a transformaciones de las primeras fábricas 90. Lo interesante de los datos que aportamos es la objetividad en la des- cripción y la imagen conjunta que se deriva de textos casi contemporáneos. No serán, por tanto, las especificaciones de sistemas rudimentarios con la utilización de horcones, cubier- tas de paja, barro o adobe precisiones de una arquitectura ya pasada sino la cotejación vi- sual del observador directo que nos permite señalar las características principales de un nú- mero importante de poblaciones del virreinato de Nueva España. En paralelo encontraremos edificios de gran calidad arquitectónica que son reconoci- dos por los informantes y que se convierten en auténticas monografías y, a veces, en docu- mentos únicos sobre el estado y cualidades artísticas de la arquitectura quinientista. Una de las poblaciones más significativas del virreinato, al haber sido un importante centro ceremonial prehispánico y estar situada en el rico valle agrícola de Puebla, es Cholula.

88. Cfr. Dibujos de la Relación de Suchitepec. 89. Cfr. Relación de Teutenango en ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, pp. 278-279. 90. Algunas de estas construcciones sufrieron incluso transformaciones en el Siglo XVI. Son los casos, por ejemplo, de Tuxpan (Jalisco) y Tamazula (Jalisco). La primera se cayó por un temblor y la segunda sufrió un incen- dio. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 385 y 396. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 217

Cholula. Atrio y Capilla Real.

Allí los franciscanos construyeron uno de los conventos más importantes de toda América, tanto por su volumen como por su valor artístico. Debido a la convivencia entre indios y españoles la iglesia de San Gabriel atendía a ambas comunidades. No obstante se constru- yó en el atrio una capilla abierta que constituye una excepcionalidad por su profundidad y espacialidad que la relacionarían con la desaparecida de San José de los Naturales de Méxi- co 91. Tanto la iglesia como la capilla abierta aparecen perfectamente representadas en el plano que acompaña la Relación, presentando los alzados de las fachadas y torres con esca- sas variaciones respecto a la realidad construida. En el texto se describen los avatares cons- tructivos de la capilla abierta: «Este monasterio se fundó luego que se descubrió esta tierra y, porque el gran concurso de los naturales no cabía en esta iglesia, hicieron junto a ella, dentro de su mismo circuito, una capilla grande casi en cuadra, con dos torres a los lados, fundada sobre muchos arcos. Y, estando ya acabada de bóveda, para celebrar una fiesta so- lemne en ella, le quitaron las cimbrias de los arcos y bóvedas, y aquella noche, después de celebrada la fiesta, como la obra estaba tierna, dio en el suelo toda la bóveda, sin quedar más que las paredes. Que fue milagro que Dios obró en que cayese de noche, que, de ser el día antes, hiciera un estrago notable, por haber más de cuatro mil personas dentro. Estas

91. Cfr. ESPINOSA SPÍNOLA, G. Arquitectura de la Conversión y Evangelización en la Nueva España duran- te el Siglo XVI, pp. 184-186. 218 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN ruinas se han quedado así porque, como los indios van en disminución no la tornan a reedi- ficar. Esta fábrica era la mas suntuosa que en estas partes, entre los naturales, se había edi- ficado» 92. En el ámbito de la región de Puebla se encuentran, también, las poblaciones de Tepeaca, Acatzingo, Tecali y Quecholac. Del convento franciscano situado en la primera se dice que tiene una iglesia «de bóveda, de una nave grande y bien acabada, y su huerta y un patio antes de entrar a la puerta de la iglesia, y todo cercado de cal y canto…» 93, imagen que responde a la construcción existente que ha sido desposeída del importante atrio con cons- trucciones modernas que desdicen con su arquitectura tanto del convento como del períme- tro de la plaza mayor en que se hayan enclavadas 94. Los conventos de Quecholac y Santiago de Tecali presentaban interesantes iglesias de tres naves que han sufrido importantes modificaciones posteriores. La de Tecali perdió su techumbre en el siglo XX y la de Quecholac se rehizo en el siglo XVIII con una sola nave. De ahí que las breves descripciones nos recuperen su arquitectura histórica. En Tecali: «es

Tepeaca. Interior de la iglesiam conventual.

92. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, pp. 142-145. 93. Ibidem, p. 235. 94. Sobre la historia constructiva, Cfr. KUBLER, G. Arquitectura mexicana del Siglo XVI, pp. 581-582. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 219

Tecali. Fachada de la iglesia.

Quecholac. Exterior de la iglesia. 220 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN un templo muy grande de tres naves, y, lo alto, cubierto de madera» 95. Este construcción bajo la advocación de Santiago Apóstol debió realizarse entre 1554 y 1579 96. El espacio se cubría con uno de los proyectos de carpintería mudéjar mas interesantes de México que, desgraciadamente, fue desmontado para construir una plaza de toros a principios del siglo XX 97. El de Quecholac era: «… un templo de tres naves y, lo alto del, cubierto de madera, muy bien hecho y acabado, de la vocación de la Magdalena» 98. Esta construcción se termi- nó en torno a 1585 y estaba en pie en 1685 99. Durante el siglo XVIII se arruinó y se re- construyó con una sola nave y crucero. No obstante, aun queda en pie la estructura de la fachada de la iglesia de tres naves y un incomprensible patio al haber acortado la longitud de la nave actual por los pies. Por último, la iglesia del convento de Acatzingo, que estaba terminada en 1580, era de una sola nave cubierta con bóveda de ladrillo bajo la advocación de San Juan Evangelista 100. Entre las descripciones más extensas e importantes está la del convento franciscano de Tlaxcala 101. No olvidemos que fue una de las primeras fundaciones y, además, lugar desde donde se produjo la expansión de la orden. No en vano en la Relación refiere la estancia de veinte frailes de continuo. Es interesante señalar algunas informaciones que aparecen en dicho texto. En primer lugar, la importancia que se da al atrio en la evangelización frente a la iglesia. Esta es «pequeña y moderada», mientras que en el atrio «caben mas de 100 mil ánimas»; ciertamente que este número exagerado se matiza a continuación: «Hase de con- siderar que toman más campo 100 españoles que mil indios, porque éstos se aprietan más y no tienen estorbo de ropa abultada como los nuestros…» 102. Espacialmente la iglesia res- ponde a un proyecto mudéjar de una sola nave con capilla mayor diferenciada mediante arco toral. Las techumbres resueltas con armaduras de limas bordones, atienden a una co- rrecta utilización de la tecnología de la carpintería de lo blanco que sería expuesta teórica- mente en el primer tercio del siglo XVII por Diego López de Arenas en Sevilla y Fray An- drés de San Miguel en México 103. El texto describe el interior: «Esta iglesia es de una nave, y tiene cuatro altares, que es el altar mayor y altar del Santo Sepulcro, y dos colaterales que están debajo del arco toral, donde hace fación la capilla, todo pequeño y de muy buena

95. ACUÑA, R. Op. cit., p. 237. 96. KUBLER, G. Op. cit., p. 578. 97. Cfr. LÓPEZ GUZMÁN, R. et altrii. Arquitectura y Carpintería Mudéjar en Nueva España, p. 134. 98. ACUÑA, R. Op. cit., p. 236. 99. KUBLER, G. Op. cit., pp. 576-577. 100. ACUÑA, R. Op. cit., p. 237 y KUBLER, G. Op. cit., pp. 557-558. 101. Sobre el convento de San Francisco de Tlaxcala, Cfr. ESPINOSA SPINOLA, G. Op. cit., pp. 197-199. 102. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, pp. 50-51. 103. Cfr. LÓPEZ GUZMÁN, R. et altrii. Op. cit., pp. 124-127; GONZÁLEZ, O. L. y BUITRAGO, G. La techum- bre mudéjar de la Catedral de Tlaxcala, México; y TOAJAS ROGER, M. A. Diego López de Arenas. Carpintero, Alarife y Tratadista en la Sevilla del Siglo XVII. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 221 traza y proporción, aunque no es muy ancha. Está cubierta de madera muy bien labrada, de cedro; tiene su coro alto, de muy buen tamaño; está cubierta de tejado» 104. No obstante, la valoración arquitectónica y de funcionamiento más positiva que hace Diego Muñoz Camargo es la integración de espacios en el atrio (capilla abierta, posas y escuelas), propuesta visible en el dibujo que acompaña la Relación. La descripción puntualiza como sigue: «Antes que entremos a esta iglesia, está una capilla que llaman de señor San José, cuya capilla es de singular edificio y de obra maravillosa, ochavada y arqueada, de piedra blanca muy bien labrada, de pedestales, basas y columnas de lo propio, formada de cinco naves, que, de cual- quiera parte del patio, se puede oír misa y ver al Santísimo Sacramento del altar mayor. Tiene dos altares colaterales donde, los días solemnes y pascuas, se dice misa, ya que, por no caber en la iglesia tanta gente, se dice misa en esta capilla los domingos y fiestas. Tiene dentro de si esta capilla dos coros altos, que el uno sirve para los ministriles y, el otro, para los cantores desta capilla. Salen y corresponden, a una mano y a otra, las es- cuelas donde los naturales aprenden a leer y a cantar, y los religiosos tienen especial cui- dado de enseñarlos. Estas casas son de maravillosa traza y hechura, todas de piedra y argamasa, y arquería de piedra blanca labrada a lo romano. Demás de estas casas que sirven de escuelas, hay en torno de este patio cinco capillas pequeñas con altares cubiertos de bóveda, que sirven de estaciones y humilladeros para cuando hay procesiones. Y está todo el patio cercado de medio estado en alto de muy buena pared de argamasa, encima de la cual pared va todo almenado de muy buenas almenas. Sirven también estas capillas para doctrinar a los niños, los cuales vienen cada día por sus barrios, niños y niñas de edad de seis años hasta diez, a deprender las oraciones y doctrina cristiana» 105. Otro de los grandes conventos mexicanos del siglo XVI sería el de Acolman pertene- ciente a los agustinos que incluso situaron allí un estudio de Gramática 106. Su importancia arquitectónica está referida en la abundante bibliografía sobre arquitectura del siglo XVI donde hay que reseñar la posible participación de Claudio de Arciniega en su fachada 107. Los datos especificados en el texto de la Relación Geográfica son significativos de su im- portancia: «Tiene un templo muy solemne de bóveda y una muy suntuosa portada de cante- ría, con su arquitectura, y una buena huerta dentro del monasterio, en que se coge cantidad de nueces de España, y guindas y cerezas y ciruelas en cantidad. Fundóse el monasterio el año de mil y quinientos y treinta y nueve, siendo provincial de la orden de San Agustín el venerable padre Fray Jorge Dávila» 108.

104. ACUÑA, R. Op. cit., p. 51. 105. Ibidem, pp. 51-52. 106. Sobre Acolman, Cfr. ORTIZ LAJOUS, J. San Agustín de Acolman. 107. KUBLER, G. Op. cit., p. 130. 108. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, pp. 231-232. 222 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Acolman. Convento agustino.

No lejos de Acolman, aunque ya en el Estado de Hidalgo, se encuentra el conjunto con- ventual de Epazoyucan 109. Este conjunto, integrado en la traza urbana, conserva en la ac- tualidad su atrio (con tres posas, cruz y capilla abierta), la iglesia y el claustro con impor- tantes restos pictóricos murales, aparece bien definido en el texto de la Relación: «Y el pueblo tiene sus calles: tiene doce calles, y otras doce que atraviesan; y el monasterio coge dos calles. Y la iglesia tiene un cementerio, y, debajo de las gradas, está una plaza donde se hace el tianguez cada ocho días, que es el sábado, a donde acude toda la comarca; vienen de doce leguas. La iglesia o templo mira al poniente, y el cerro está hacia el oriente. La iglesia tiene, de largo, cincuenta brazas y, de ancho, siete y media, y de hueco, quince bra- zas de alto, y la torre tiene veinte brazas» 110. En el Estado de Michoacán encontramos, hoy día, un número importante de conventos agustinos y franciscanos que se catalogan entre los más destacados de México. Un ejem- plo, sin duda, es el convento de Cuitzeo de la Laguna. Aunque la zona estuvo inicialmente

109. Cfr. AZCUE Y MANCERA, L.; TOUSSAINT, M. y FERNÁNDEZ, J. Catálogo de construcciones religiosas del Estado de Hidalgo. Tomo I, pp. 247-254; ESPINOSA SPÍNOLA, G. Arquitectura de la Conversión y Evangeliza- ción en la Nueva España durante el Siglo XVI, pp. 118-119; y ABUNDIS CANALES, J. El convento agustino de San Andrés Epazoyucan, pp. 33-50. 110. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 90-91. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 223 bajo dirección franciscana, en 1550 los agustinos se hicieron cargo de la misma. El conven- to se comenzó por iniciativa de Fray Alonso de la Veracruz en 1551 y estaba terminado su claustro en 1579, habiéndose construido con cal, piedra y cubiertas abovedadas 111. La igle- sia seguía el plan espacial de Yuriria pero sin crucero, reducción del modelo que también es visible en la portada. El claustro se abría al atrio con una arcada con doble funcionamiento de compás y capilla abierta, completándose con un interesante programa pictórico en sus muros 112. De Tancítaro sabemos que la iglesia respondía a un modelo espacial mudéjar con la techumbre «labrada de madera de muy buenos pinos», con los paramentos encalados y to- rre. Es interesante las especificaciones que se nos hacen del mobiliario y ornatos interiores: «Tiénenlo adornado de buenos ornamentos con guarniciones y torzales de oro, casullas, fron- tales y capa, todos ricos y de seda; dos cálices dorados y otros de plata, llanos; un buen retablo grande, dorado, con imágenes devotas y de buena mano; su custodia de plata, en que está encerrado el santísimo sacramento» 113. El conjunto franciscano se completaba con un atrio y una capilla abierta que servía para las grandes celebraciones en las cuales «… se junta entonces toda la tierra y porque no caben en la iglesia». Este espacio tenía su barda atrial y entre los árboles existentes dominaban los naranjos. También servía de enterramiento aunque los principales lo hacían dentro de la iglesia. La Relación de Tiripetío se convierte en una perfecta monografía del convento funda- do, en 1540, por el agustino Fray Diego de Chávez que fue, posteriormente, obispo de Michoacán. En ella se nos informa del funcionamiento de la iglesia como lugar de enterra- miento de prelados y comendadores, la existencia de capillas de música y cantores y la cu- bierta mudéjar que era «una de las más galanas y curiosas que hay en esta tierra, y yo he visto en España, de muy agraciadas pinturas y dorados y talla». El atrio estaba delimitado mediante una barda almenada, existiendo un segundo muro interior que marcaba el ámbito de las procesiones. También se utilizaba como cementerio 114. Más sencillo era el proyecto de Chilchotla aunque no carecía de dignidad, sin olvidar el tema musical y la decoración que podría señalarnos la presencia de propuestas más tarde desarrolladas en los denominados artesones historiados de Michoacán: «Tiene un templo muy bueno; son las paredes de adobes, que, desta tierra, es fuerte y dura mucho. Es templo mediano y está todo pintado, y tiene órganos que adornan la iglesia; hay dos indios orga- nistas que los tañen 115.

111. Cfr. ACUÑA, R. Relación Geográfica del Siglo XVI: Michoacán, pp. 89-90. 112. Cfr. KUBLER, G. Op. cit., pp. 613-614 y ESPINOSA SPÍNOLA, G. Op. cit., pp. 152-153. 113. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 289-291. 114. Ibidem, pp. 363-367. Sobre Tiripetío, Cfr. CERDA FARIAS, I. El Siglo XVI en el pueblo de Tiripetío, pp. 137-166. 115. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 107. 224 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

El tema de la música fue utilizado en los procesos de aculturación y las representacio- nes pictóricas en los muros conventuales referentes a ángeles músicos y cantores fueron constantes, a la vez que mostraban el interés de los religiosos por estos sistemas. Tanto es así que de la Relación de Sirándaro (Guerrero) se especifica el siguiente concepto: «Tiene esta cabecera, y algunos sujetos, sus iglesias formadas, y bien adornadas y servidas de can- tores y ministriles, trompetas, chirimías y flautas, lo cual los naturales hacen sin costa nin- guna, sino por su curiosidad y condición natural, que es hacer lo que hacen otros pueblos, aunque sean poblados de mucha cantidad de gente y monasterios; aunque sean pueblos chi- cos, como éste lo es, y otros. Porque, si no siguen lo que los demás, les parece que no son cristianos» 116. Las razones de capacidad de los indígenas y los elementos ideológicos de carácter espiritual están bien patentes. En la geografía correspondiente al Estado de Oaxaca existían fundaciones de distinto origen. En la villa de Tehuantepec el monasterio dominico había sido financiado en torno a 1550 por el marqués del Valle, don Hernán Cortés, habiéndose construido con ladrillo y sistemas abovedados 117. También se debía al mecenazgo del marqués el monasterio de la cercana Xalapa (1565), en este caso utilizando cal y canto y bóvedas en su arquitectura. Más pobre era el situado en Tequecistlán, fundado en 1572 por los dominicos sin aportes económicos del marqués. Este convento estaba en 1580 en parte «cubierto de teja y, parte, cubierto de paja» 118. Destacables eran el convento de Justlahuaca, que se define construido con «piedra y cal muy buena», y las iglesias de la provincia que: «… tienen cubiertas de madera, de vigas y tablazón muy buena» 119. La relación entre la categoría arquitectónica y la capacidad sur- ge en el convento de Guaxilotitlán de la orden de Santo Domingo «en el cual residen ordi- nariamente tres religiosos; pero es monasterio en el que pueden estar doce frailes, porque es de cantería y, razonables, tiene catorce celdas» 120. Lógicamente la información que aparece en el texto de la Relación de la capital, Antequera (Oaxaca), es la más importante ya que describe desde la catedral a los conventos de distintas órdenes, pasando por el colegio de la Compañía, algunas iglesias y ermitas. No obstante, la información arquitectónica se margina en favor de los fundadores, capellanías existentes y rentas 121.

116. Ibidem, p. 264. 117. Kubler señala que la construcción se hizo con la aportación económica de un cacique zapoteca, Cfr. KUBLER, G. Op. cit., p. 636. 118. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera II, p. 121-122. 119. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 290. 120. Ibidem, p. 221. 121. Ibidem, pp. 38-41. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 225

En paralelo a las fundaciones de las órdenes religiosas existieron numerosas iglesias que eran atendidas mediante visitas bien por el clero regular o secular que respondían en general a edificaciones muy precarias cubiertas de paja 122, sobre estructuras de madera 123 o sobre «paredes de piedras y lodo…» 124. Estas sencillas formas constructivas se extendían por todo el virreinato. Un programa constructivo perfecto se describe en las Minas de Zumpango (Guerrero): «La iglesia es de horcones y cubierta de paja; tiene una capilla chi- ca de calicanto, cubierta de terrado y madera labrada, y no alta, por amor de los temblo- res» 125. Así por ejemplo encontramos referencias en la región de Coatzacoalco 126. Por ci- tar otra zona geográfica señalamos el convento de Ameca (Jalisco): «Este monasterio, o casa cural deste dicho pueblo, ha que se fundó cincuenta años: es de una galera de paja cubierta, con dos corrientes, con una sacristía, y un aposento y sala donde vive el clérigo. Fundó, o mandó hacer esta casa, un fraile de la Orden de San Francisco llamado Fray Fran- cisco Lorenzo, al cual mataron los naturales deste dicho pueblo cuando se rebelaron estas provincias, que habrá cuarenta años, después de haberles dicho misa» 127. En cuanto al mecenazgo en las construcciones religiosas ya hemos referido la inter- vención de particulares (el caso del marqués del Valle), cargos institucionales (virreyes) u órdenes religiosas, pero también los indios, en ocasiones, no sólo trabajaron en la construc- ción sino que aportaron su propio peculio 128. En el Estado de Guerrero, el partido de Iguala presenta algunas noticias interesantes acerca de sus construcciones religiosas. En el caso de la cabecera se define el atrio con su capilla abierta y un gran número de árboles entre los que se encontraban naranjos, limone- ros y ceibas, las cuales aseguraban la sombra ante las altas temperaturas del lugar 129. Entre los pueblos dependientes habría que señalar el caso de Colula con dos iglesias, San Fran- cisco y la Concepción, que atendían independientemente a mexicanos y cuixcas 130. A nivel espacial hay que reseñar la iglesia de San Agustín de Ohapa que era: «… una muy buena iglesia de tres naves, con su altar mayor en alto, y coro, y muy buenos ornamentos: es la mejor desta provincia, que ansi parece a todos los que la ven» 131. De gran interés debió ser el proyecto conventual de Tepecuacuilco que no llegó a terminarse por razones climáticas y

122. Cfr. Relación de Atlatlauca y Malinaltepec; en: Ibidem, p. 59. 123. Cfr. Relación de los pueblos de Tecuicuilco y su provincia; en: ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera II, p. 102. 124. Cfr. Relación de Chinantla; en: ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 108. 125. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México III, p. 201. 126. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 118. 127. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 48. 128. Cfr. Relación de Oaxtepec; en: ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 211. 129. Ibidem, p. 341. 130. Ibidem, p. 345. 131. Ibidem, p. 350. 226 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN del que destacaba su magnífica huerta por las especies allí cultivadas: «Solía tener la igle- sia monasterio de frailes Agustinos, do hicieron principal casa, de salas, claustros e iglesia, aunque la principal no la dejaron acabada. Desmamparáronla, por el mucho calor y mos- quitos. Hicieron una huerta que, por parecerme tan principal, pondré aquí: está cercada de altas paredes, que tiene más de trescientos naranjos y limones, muchos plátanos, árboles de la tierra, mas de 40 palmas dátiles, que dan suma de ellos y buenos, mucha hortaliza, y su anoria, que está el agua a braza, que me pareció huerta real. Tiene naranjas muy gruesas, de lindo agro, para quien las quisiere llevar, que hay para toda la comarca» 132. Quizás sean las iglesias de la zona minera de San Martín y Llerena (Zacatecas) las que nos brindan una mayor información referida no solo a las construcciones sino también a los objetos artísticos, cofradías, religiosidad y fundaciones. Así, en las minas de Sombrerete 133 se dice que hay: «… una iglesia parroquial grande y templo muy suntuoso. Esta por acabar, y no esta encalada mas de la capilla mayor. Tiene buena sacristía, y tres puertas grandes con buena clavazón; tiene el altar mayor y, a los dos lados, dos altares: en el de la mano derecha tiene un crucifijo muy grande y, en el de la mano izquierda, una imagen de bulto de la sacratísima Virgen María, madre de Dios y señora nuestra. Tiene dos lámparas de pla- ta. La una arde delante del santísimo Sacramento, que ordinariamente esta encerrado en la dicha iglesia, y, la otra, delante de la imagen de Nuestra Señora. Hay en esta iglesia cofra- días del Santísimo Sacramento, de Nuestra Señora y de Nuestra Señora del Rosario, y del Dulcísimo Nombre de Jesús y de las Animas del Purgatorio. Hay otra iglesia en esta minas, que fue la primera que se hizo para parroquia, que está de la otra parte de la ciénaga, que se llama la santa Veracruz al presente, en el cual se con- gregan los hermanos de la cofradía de la Santa Veracruz; y, dende ella, salen a hacer su procesión de disciplina el Jueves Santo en la noche. Y, el Viernes Santo en la tarde, se hace otra procesión de disciplina por los hermanos de la Cofradía de la Soledad de Nuestra Se- ñora, que estas dos cofradías están en la dicha iglesia. Asimismo hay, en las dichas minas, fundado un monasterio de señor San Francisco, en el cual, de ordinario, asisten de cuatro frailes para arriba; porque, como estas minas están en la escala y pasaje de las minas de los Zacatecas para la tierra dentro, y para otros monas- terios que hay en esta custodia, hay frailes de ordinario. En este monasterio no esta hecha la iglesia, mas de un cuarto que es para refectorio y De Profundis, en el cual se celebran los oficios divinos y sirve de iglesia; y, encima, tiene un cuarto para dormitorio. Fueron los fundadores el padre Fray Francisco Martínez que fue guardián, y Fray Antonio de Liñán, predicador» 134.

132. Ibidem, p. 346. 133. Cfr. BARGELLINI, C. La Arquitectura de la Plata, pp. 247-258. 134. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, pp. 255-256. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 227

La de la villa de San Martín se define de la siguiente forma: «tiene un templo muy devoto, en el cual está de ordinario el santísimo Sacramento; tiene, a los lados de la capilla mayor, dos altares: el de la mano derecha tiene un crucifijo muy devoto de bulto y, a los lados, dos imágenes, una, de la sacratísima Virgen María y, la otra, del glorioso San Juan Evangelista, y está con un dosel; y, en el otro altar de la mano izquierda, en un tabernáculo, está una imagen de bulto de la sacratísima Virgen María con su sacratísimo hijo en brazos, y con sus coronas de plata y un dosel de damasco carmesí. Hay asimismo, a los lados destos dos altares, dos capillas bien labradas que, en la de la mano derecha, está en su tabernáculo el bienaventurado señor San Martín de bulto, a caballo, y comparte la capa con Nuestro Señor Jesucristo; y, en la otra capilla de la mano izquierda, está otro tabernáculo y, dentro dél, el glorioso señor San Jerónimo de bulto, como estaba en el desierto, haciendo peniten- cia, con el crucifijo delante y un león de bulto junto a él. Y, ansimismo, hay en este templo, como entran en él, a la mano izquierda, un tabernáculo y, en él, el dulcísimo Jesús, de bulto y de buena estatura, que es española la cofradía de su dulcísimo nombre, que es de los Ju- ramentos. Y, frontero deste tabernáculo, está otro altar con un retablo del glorioso señor San Miguel Arcángel y, a los lados, los bienaventurados San Pedro y San Pablo: está dibu- jado de pincel, en lienzo. Tiene este altar, fundado en él, una capellanía que dejó un Pedro Verdugo, difunto, instituida sobre ocho pares de casas que dejó en esta villa, de las cuales la mayor parte están caídas por causa de las razones que dicho y declarado es, que se va despoblando esta villa. Y, asimismo, hay en este templo tres lámparas de plata, aunque son pequeñas: la una arde delante del santísimo Sacramento y, la otra, delante del santísimo crucifijo y, la otra, delante de la imagen de la sacratísima Virgen María, madre de Dios y señora nuestra. Está esta iglesia toda encalada de dentro y fuera, y, la capilla mayor y los altares que están dichos, muy pintados. Tiene su tribuna y sacristía, ésta adornada de orna- mentos, y tiene dos puertas grandes y principales. Hay, de ordinario, un clérigo que es vica- rio y beneficiado. Hay en esta villa, asimismo, otra iglesia que se intitula de la Santa Veracruz porque, en ella, se llegan y congregan los hermanos de la Cofradía de la Santa Veracruz, y de allí salen a hacer la procesión de disciplina el jueves Santo en la noche. Hay, ansimismo, Cofradías del Santísimo Sacramento, y de Nuestra Señora y de las Ánimas del Purgatorio, las cuales se sustentan de las limosnas que se recogen entre los vecinos, que no tienen otra renta» 135. En los dibujos que acompañan las Relaciones Geográficas los edificios religiosos vie- nen a significar y sustituir el concepto de población. De hecho cuando encontramos repre- sentaciones genéricas de un territorio son iglesias representadas con el alzado de su facha- da, a veces reducida esquemáticamente a la torre-campanario, las que identifican los pueblos (ejemplos como Tehuantepec o Tecuicuilco, ambas en el Estado de Oaxaca). Presentando, gene- ralmente, mayor proporción y detalles aquellas que identifican las cabeceras (ejemplos: Xalapa

135. Ibidem, 258-259. 228 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Yecapixtla. Capilla posa y barda atrial.

Calimaya. Capilla abierta. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 229

—Veracruz— o Cuzcatlán —San Luis Potosí—). Este elemento básico se puede completar con añadidos que representan los claustros o los atrios conventuales. Ejemplos serían los dibujos de las Relaciones de Cuahuitlán (Oaxaca), Yecapixtla (Morelos) o Ameca (Jalisco). Algunas construcciones destacan y adquieren individualidad propia mediante la repre- sentación pictórica. Entre ellas podemos señalar el dibujo correspondiente a Teutenango (México), uno de los que mejor representa la arquitectura religiosa del siglo XVI en todos sus conceptos. En un lateral de la plaza mayor se encuentra el atrio definido por una barda almenada, la fachada de la iglesia con su campanario y la capilla abierta que mantiene una proporción similar a la iglesia y que se abre con una triple arcada, lo que nos hace pensar en el modelo cercano de Calimaya, ya que esta capilla abierta de Teutenango no existe en la actualidad. La imagen comentada solo es comparable en información y diseño artístico con la de Huexutla (Hidalgo) que nos muestra el atrio con la cruz central, las capillas posas y el muro lateral de la iglesia con sus contrafuertes y un arco que debe representar la capi- lla abierta. Además se marca la jerarquización espacial mediante escalinatas que crean tres planos diferentes: la iglesia, las capillas posas cercanas a la misma y el resto del atrio.

6.4. HOSPITALES

La preocupación de la Corona española por la salud pública fue una constante desde los primeros años de la llegada a territorios americanos, máxime si tenemos en cuenta los contagios que se produjeron y la aniquilación o disminución drástica de poblaciones que no podían enfrentarse a enfermedades virulentas llegadas de Europa. Este capítulo era tan im- portante que se contemplaba en el cuestionario de Felipe II en la pregunta 37 («Asimismo, los hospitales y colegios y obras pías que hubiere en los dichos pueblos, y por quién y cuándo fueron instituidos»). Esto quiere decir que en la mayor parte de los textos conservados hay algún tipo de referencia a los edificios asistenciales que, como veremos, no se distribuyen equitativamente por toda la geografía novohispana 136. Por otro lado, será la zona geográfica de Michoacán donde se concentren, aparte de la capital virreinal, el mayor número de establecimientos. Allí confluyen las iniciativas de don Vasco de Quiroga, que extenderá sus propuestas desde su jerarquía como obispo, al que se unen los franciscanos con la labor de Fray Juan de San Miguel y, por último, los agustinos que asumirán y conciliarán sus propuestas con las de don Vasco. Estas iniciativas han sido bien estudiadas aunque la historiografía aún debate quienes fueron los primeros, Quiroga o los franciscanos, en plantear el concepto y llevar a cabo las iniciales fundaciones 137.

136. Sobre Hospitales Cfr, MURIEL, J. Hospitales de la Nueva España. Tomo I. Fundaciones del Siglo XVI; y, GUERRA, F. El Hospital en Hispanoamérica y Filipinas, 1492-1898, pp. 211-338. 137. Cfr. MURIEL, J. Hospitales de Nueva España. Tomo I, pp. 57-115. 230 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Lo interesante de estas realizaciones estriba en las bases ideológicas y las finalidades de los mismos. Intentaban convertirse en elementos nucleares del funcionamiento social, dinamizando el trabajo comunitario y sirviendo como eje estructural de nuevas poblaciones basadas en congregaciones. Además, en los hospitales junto a los servicios de asistencia a enfermos y peregrinos, actuaban como lugares de adoctrinamiento y, por último, mediante la constitución de cofradías que repartían distintas responsabilidades entre la comunidad servían, ya lo dijimos, como formula de estructuración social 138. Otra cuestión presente en los hospitales se refiere a la medicina que allí se practicaba. En este sentido son las ordenanzas de los establecimientos franciscanos las que nos aportan más luz. Entre ellas destacan las realizadas por Fray Alonso de Molina hacia mediados del siglo XVI, conservándose una copia de 1552 139. Allí vemos claramente como la medicina indígena ocupa un lugar primordial, especificándose la necesidad de buscar y traer a los hospitales a «los sabios» indígenas con conocimientos sanadores, especificando claramente la diferenciación con los brujos. En esta coyuntura no nos puede extrañar, por tanto, otra de las preguntas contenidas en el cuestionario de Felipe II para la obtención de las Relaciones Geográficas. Nos referimos a la número 17: «Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, por qué causa (si se entendiere), y las enfermedades que comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas». Esta búsqueda del conocimiento y, a la vez, aplicación de métodos autóctonos no sería incompatible con la medicina europea que sería ejercida por los propios frailes y, poco a poco, iría generalizándose con los procesos de mestizaje y avances científicos. Pero lo importante, sin duda, fue la apuesta decidida por el conocimiento prehispánico. Dentro de las fundaciones hospitalarias comenzaremos por reseñar la actividad y per- sonalidad de don Vasco de Quiroga. Había llegado a México en 1531 formando parte como oidor de la Audiencia presidida por Sebastián Ramírez de Fuenleal. Rápidamente se perca- tó de las condiciones en que vivían los indios e imaginó la construcción de los denomina- dos pueblos-hospitales que tendrían como objetivos la asistencia medica, espiritual, pro- ducción económica y vida en comunidad de los indígenas. Este proyecto, basado en la literatura utópica del momento, pudo llevarlo a cabo en dos ensayos: Santa Fe de la Laguna y Santa Fe de México. Ahora bien, estos proyectos gozaron de aceptación entre los indíge- nas debido a que implicaban la recuperación de algunos aspectos de su tradición económi- ca, basada en la organización comunal, sobre todo en el ámbito tarasco de Michoacán 140. El proyecto de Santa Fe de la Laguna, en el entorno del lago de Pátzcuaro, sirvió como ejemplo a seguir e imitar en toda la diócesis cuando don Vasco sea nombrado primer obis-

138. Ibidem, pp. 85-88. 139. Ibidem, pp. 84-85. 140. Cfr. QUIROGA, V. (Ed. de Paz Serrano Gassent). La Utopía en América, p. 38. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 231

Santa Fe de la Laguna. Galería y capilla del hospital. po de Michoacán 141. Este nombramiento se produjo en 1538, cinco años después de su fun- dación que había sido acogida favorablemente y aprobada por Carlos V en 1534. La arqui- tectura correspondiente específicamente al hospital pensamos que se estructuraba en torno a un patio cuadrangular, enfrentando en dos laterales las crujías correspondientes a enfer- mos contagiosos y no contagiosos; y reservando las otras dos para las estancias administra- tivas (mayordomo, despensero) y la capilla 142. Del conjunto de don Vasco en Santa Fe de la Laguna nos queda la traza urbana centra- da en torno a la plaza cívica, rectangular con pórticos de madera en sus cuatro lados. Uno de ellos corresponde a la barda del atrio de la iglesia. Detrás de la iglesia se encuentra lo que resta del hospital, posiblemente la enfermería con varias habitaciones anexas precedi- das de un pórtico sobre pies derechos de madera y, en el centro la pequeña capilla 143. Este concepto hospitalario intentó don Vasco extenderlo a toda la diócesis ordenando que: «… en cada pueblo se fabricase, a no mucha distancia de la parroquia una casa, con la decencia posible en la que hubiese separación división de piezas para diversos usos: unas

141. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 67-69. 142. Cfr. ARTIGAS, J.B. Pueblos-Hospitales y Guatáperas de Michoacán, p. 42. 143. Sobre la arquitectura de este conjunto, Cfr. ARTIGAS, J.B. Pueblos-Hospitales y Guatáperas de Michoacán, pp. 44-47 y ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 203. 232 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN para alojamiento de los enfermos, otras para asistencia de los que les ministraban, y final- mente, para unirlos más estrechamente y con más amor a esta casa, otras para el Ayunta- miento de la República de los Indios. Aquí deben concurrir cada semana por su turno ocho o diez de ellos con sus mujeres que asistan a los enfermos y cuiden el ornato y decencia de una Capilla, que mandó también fabricase contigua al Hospital cuya titular es, por voluntad de su fundador, la Concepción de Nuestra Señora» 144. Se trataba de proyectos mas restrin- gidos que el de Santa Fe de la Laguna pero que intentaban, no obstante, regir la vida de la comunidad 145. Podemos documentar, según los textos de las Relaciones Geográficas, diversos hospi- tales fundados por el obispo de Michoacán 146. En el caso de Chilchotla se nos dice que el hospital era «muy bueno» habiendo una especial diligencia por parte de los vicarios y justi- cias para su buen gobierno. Es más, siguiendo el modelo de los pueblos-hospital, se señala la existencia de la iglesia junto al hospital y de las casas reales, entendemos cabildo indíge- na. Las fundaciones realizadas por don Vasco se ampliaban a diversos sujetos de esta cabe- cera como eran: Tenaco, Anzitácuaro, Acarhuen, Oren, Sopoco, Ichan, Carapa, Guanastao y Mascuaro 147. También corresponden a don Vasco los hospitales de Necotlán (Santiago Undameo) 148 y el de Taimeo 149. Ambos se sustentaban de limosnas, aunque el primero te- nía también tierras concedidas por el obispo 150. Por supuesto, fue fundación de don Vasco el hospital de Pátzcuaro que se sustentaba de las rentas del obispado aunque después le dejaron algunas mandas de particulares llegando a tener dos mil pesos de renta, los cuales se pasaron al hospital que se fundó en la ciudad de Valladolid (Morelia) cuando se trasladó la sede episcopal 151. No obstante, el hospital siguió funcionando creando en su entorno cofradías durante el siglo XVII y cediendo, en el XVIII, su capilla como iglesia del recién fundado convento de monjas dominicas 152. Algunos de estos hospitales no han sido estudiados, siquiera citados, con anterioridad. Juan Benito Artigas ha señalado la existencia de hospitales en la diócesis de Michoacán que no podía documentar, los aquí señalados aparecen en los textos consultados como fundacio- nes de don Vasco de Quiroga con lo que se amplía la nómina cierta de edificaciones 153.

144. Cit. En: ARTIGAS, J.B. Op. cit., p. 42. 145. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 69-78. 146. Sobre los hospitales fundados por don Vasco de Quiroga en Michoacán, Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 78-82. 147. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 113-119. 148. Ibidem, pp. 186-187. 149. Ibidem, p. 267. 150. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, p. 82. 151. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 202-203. 152. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 71-78. 153. Cfr. ARTIGAS, J.B. Op. cit., p. 54. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 233

Volviendo a Santa Fe de la Laguna señalaremos que las tierras comunales se mantuvie- ron hasta 1872, repartiéndose individualmente a los antiguos miembros de la comunidad. No fueron enajenadas, ya que no eran de la Iglesia, sino propiedad de los indios, pero el individualismo subsiguiente destruyó el primitivo proyecto. No obstante, permanece arrai- gada en el estado de Michoacán la figura del obispo Quiroga y su obra. En Santa Fe de la Laguna los indios continúan con la obligación, derivada del proyecto utópico, de cuidar el terreno del hospital, rotándose cada semana una familia del pueblo, los semaneros, con la función de atender y proteger un espacio, ahora vacío, transformado en lugar de culto a la memoria de don Vasco 154. Esta labor de don Vasco tiene su paralelo en las fundaciones franciscanas de Fray Juan de San Miguel. Estos plantean una labor mas de carácter urbanístico acorde con el espíritu de las congregaciones. Juan Benito Artigas resume así su actividad para el caso de Uruapan basándose en la Crónica de la Provincia Franciscana de los Apóstoles San Pedro y San Pa- blo de Michoacán escrita por Isidro Félix de Espinosa en 1751: «… luego que tenía a los indios ‘congregados, emprendía la fundación… dividiéndola en calles, plazas y edificios, que aunque no eran muy costosos, eran de mucha decencia y servían de ornato al nuevo pueblo’. En Uruapan, ‘dio a cada vecino su posesión, mandando que desde luego hicieran casas y que en cada una pusiesen su huerta, plantando todo género de frutas, plátano del muy pequeño y exquisito, ate, chicazapote, mamey, lima, limón real y ordinario…’, y construyó una iglesia de calicanto. ‘Después de esto, emprendió la obra de un hospital para la cura- ción de los indios enfermos y lo concluyó a toda satisfacción … púsole su retablo y órgano, fundándole su renta’… Fundado el pueblo, hecha la iglesia y acabado el hospital, repartió él la población en sus barrios, dándole a cada uno de ellos su capilla… Como cada capilla está en los remates de las calles, unas a otras se están mirando y hermoseando la disposición del pueblo; y como está dividido en nueve barrios, son nueve las capillas…» 155. Entre la numerosa serie de fundaciones franciscanas 156 las Relaciones Geográficas de Michoacán nos citan los de Peribán (fundado por Fray Juan de San Miguel en torno a 1539- 1540) 157, Tarécuato (fundado por Fray Juan de Pavía en 1543), Chocandirán (fundado por Fray Miguel en 1540) 158 y Xiquilpan (fundado por Fray Alonso de Pineda en 1549). Todos ellos se mantenían exclusivamente con las limosnas que daban los naturales 159. En Acámbaro

154. QUIROGA, V. Op. cit., , p. 44. 155. Cfr. ARTIGAS, J.B. Op. cit., pp. 50-51. 156. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 95-96. 157. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 435. 158. El nombre del pueblo original era Tingüindín que tiene otra Relación fechada en 1581. En ella, contra- riamente, se dice que el hospital fue fundado por don Vasco de Quiroga, cfr. ACUÑA, R. Op. cit., p. 327. 159. Ibidem, pp. 417-429. 234 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Uruapan. Guatapera.

(Estado de Guanajuato) también fundaba Fray Juan de San Miguel dos hospitales que, cu- riosamente, atendían separadamente a las dos etnias indígenas allí existentes: tarascos y otomíes 160. También era fundación franciscana el hospital de Tancítaro (1548-1550) que estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción y tenía una renta de 100 ducados prove- nientes de ciertas heredades donadas por los naturales 161. En la Relación de Cuiseo del Río (Jalisco) se especifica la fundación por los frailes franciscanos de los hospitales de las po- blaciones de Poncitlán, San Miguel y Mexcala que hacían pocos años que se habían cons- truido 162. En el actual Estado de Jalisco, aunque históricamente era diócesis de Michoacán, los franciscanos tenían en funcionamiento en el momento en que se realizó la Relación de Tuchpan (Tuxpan) tres hospitales en Tamazula, Zapotlán y Tuchpan. Todos ellos eran po- bres y serían construidos en torno a 1550-1560 163. Del hospital de Quacomán (Cualcomán de Matamoros -Michoacán-) no tenemos noti- cias del origen de su fundación, pero el hecho de que los franciscanos realizaran la congre-

160. Ibidem, p. 68. 161. Ibidem, p. 290. 162. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, pp. 195. 163. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 389, 395 y 401. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 235 gación de la población los sitúa como posibles constructores. En el texto de la Relación se dice que el fundador fue un tal Jalavera o Talavera. La institución atendía no solo a los naturales sino, también, a los «viandantes, forasteros que caen…» 164. La participación de los franciscanos en la construcción de hospitales se extendía por otras zonas de Nueva España, como el caso de los situados en Tepeaca, Tecamachalco, Quecholac y Tecali (actualmente en el Estado de Puebla), los cuales se sustentaban de li- mosnas y no tenían ninguna dotación. Se nominaban «Reales» o de «Nuestra Señora» 165. También construyeron, concretamente Fray Andrés de Olmos, el hospital de Nuestra Seño- ra de la Concepción de Tepeapulco 166. Una de las primeras fundaciones franciscanas en Nueva España debió ser el hospital de Tlaxcala que se inauguraba el 25 de marzo de 1537 167. De el aparece una explicación bastante extensa sobre su arquitectura y funcionamiento en la Relación firmada por Diego Muñoz Camargo: «…hay un hospital, el cual llaman el hospital real de la Anunciación de nuestra Señora donde se curan muchos enfermos, pobres y peregrinos. Este hospital funda- ron los religiosos de la orden del señor San Francisco para ejemplo y doctrina de los natu- rales, y que tomasen documento para seguir estas obras de caridad. Y así, hicieron muy buenas casas para enfermerías y otros repartimientos necesarios, como el día de hoy pare- ce. Y así como fue en aumento la cristiandad, dejaron de tener cargo dél los religiosos y quedó su Majestad por patrón dél. Finalmente, que este hospital es muy necesario para in- dios y españoles, y se debía tener más cuidado del que el día de hoy se tiene, lo uno, por- que los indios conociesen el cuidado que los españoles tienen en frecuentarlo, y para que entiendan tan alto beneficio como es esta obra de misericordia y caridad, porque está muy relajado por el mucho descuido que tienen los principales desta ciudad y las justicias. Hay en este hospital una cofradía, que es de la Anunciación de nuestra Señora: tiene muy poca renta. Sustentase de limosna y, della, se han llegado a hacer 70 pesos de renta. La obra de la iglesia y casa es de cal y canto muy fuerte, y de muy buena traza y obra. Todo lo cual hicieron los indios desta ciudad a su costa, que otra obra como ella no se hará con 6 mil pesos, porque es de piedra blanca labrada, toda haz y mampostería» 168. Respecto a los agustinos podemos analizar su presencia en Michoacán apoyando las propuestas de don Vasco de Quiroga. Si los franciscanos justificaron sus proyectos hospita- larios en relación con las epidemias que afectaban a los indios, los agustinos siempre reco- nocieron las ideas quiroguianas como ideario de su actividad 169.

164. Ibidem, p. 143. 165. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 258. 166. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 181. 167. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 120-121. 168. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 57. 169. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, p. 96. 236 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

El primero, y uno de los principales asentamientos agustinos en la región, fue Tiripetío. La actividad de Fray Diego de Chávez y Fray Juan de San Román se apoyó en el encomendero Juan de Alvarado que dio rentas para el hospital y su propia casa junto al convento 170. El edificio estaba bien trazado, habiéndose realizado en cal y canto con varias habitaciones. El texto de la Relación Geográfica nos especifica: «Tiene, para los enfermos, una sala alta que se sube por de sí seis escalones, todos de cantería de la dicha, y lo mismo las portadas y ventanas. Caben en esta sala cincuenta enfermos. Tiene tres patios: el uno, que es el principal (que es primero), que es como azaguán o recibimiento; deste, damos luego en otro más grande, con muchos naranjos, sobre el cual caen los cuartos de la enfer- mería, que es la sala dicha; hay otro para servicio, donde tienen también algunas cosas sem- bradas de verduras, y, en él, caen las despensas y aposentos de los oficiales del dicho hos- pital, enfermeros y mayordomo. Hay, en este patio, corredores altos y bajos, donde había telares de sayal y de jerga, todo para el hospital, o para quien los religiosos querían, como lo es todo y está a su voluntad» 171. Fray Diego de Chávez, después de la construcción de Tiripetío, se desplazaría a Yuririapúndaro (Estado de Guanajuato) donde funda el convento y un hospital del que aún quedan algunos restos arquitectónicos como su capilla y lo que pudo ser parte del patio o del pequeño atrio que le precedía 172. Otras fundaciones agustinas que aparecen en los textos de las Relaciones Geográficas serán Tuzantla, fundado por Fray Juan Bautista Moya 173, del que se dice: «Hay en este pueblo un hospital, y en cada sujeto, otro, en que se curan los indios enfermos y le dan de comer y lo necesario, lo cual pagan de una sementera de maíz y chile que se hace de comunidad para este efecto» 174. Aunque la fundación de Copándaro se relaciona con Fray Francisco de Villaverde 175 en el texto de la Relación se especifica que lo construyeron los indios con consejo de los frailes y que el mantenimiento dependía de «cuatrocientas o quinientas ove- jas» propiedad de la institución 176. Fundaciones de Fray Juan Bautista Moya serán los hospi- tales de Sirándaro y Cuseo 177, poblaciones situadas actualmente en el Estado de Guerrero 178. Contradictorias son las informaciones que tenemos acerca del hospital de Ajuchitlán (Guerrero) que está relacionado con las fundaciones del agustino Fray Juan Bautista Moya,

170. Cfr. Ibidem, pp. 97-101 y CERDA FARÍAS, I. El Siglo XVI en el pueblo de Tiripetío, pp. 167-172. 171. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 367-368. 172. Cfr. MURIEL, J. Hospitales de la Nueva España. Tomo I, p. 102. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 71. 173. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, p. 106. 174. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 161. 175. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, p. 105. 176. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI. Michoacán, p. 90. 177. Ibidem, pp. 264-268. 178. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 106-107. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 237

Yuririapúndaro. Iglesia del hospital. Fachada.

pero en el texto de la Relación se dice que se debía a la iniciativa de don Vasco de Quiroga, al igual que los situados en sus cuatro cabeceras 179. En la Relación de Cuiseo del Río (Jalisco) se especifica, junto a varias fundaciones franciscanas, el hospital de Ocotlán realizado por los agustinos Fray Baltasar y Fray Gon- zalo en el año de 1575 180. La arquitectura hospitalaria de la zona de Michoacán ha sido estudiada por el citado Juan Benito Artigas que tras una intensa labor de campo señalaba la necesidad de conserva- ción de estas débiles construcciones y la desgraciada desaparición de muchas de ellas. «En los recorridos —señala Artigas— que hicimos por la Meseta Tarasca y por los alrededores de la Laguna de Pátzcuaro, en sucesivos viajes de investigación de campo, en visita a va- rias decenas de poblaciones, encontramos hasta diez edificios de hospitalitos que pueden considerarse completos, como son: Santa Fe de la Laguna, Uruapan, Angahuan, Zacán, Charapan, San Lorenzo, Turícuaro, Nurío y Ocumicho, además de Pamacuarán, con ciertas reservas. Todos ellos monumentos excepcionales. Recabamos información y realizamos los levantamientos arquitectónicos… Es seguro que debe haber varias guatáperas más en luga- res que nosotros recorrimos, o donde no las supimos ver, pero es improbable que queden

179. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 44-45. 180. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 201. 238 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN muchas más» 181. Es posible que los datos documentales que aquí aportamos puedan supo- ner una nueva labor de campo que complete los datos del reconocido investigador. Estos hospitales fundados dentro de la diócesis de Michoacán y que habían tenido como protagonistas al obispo Quiroga y a las ordenes franciscana y agustina, tuvieron un futuro inmediato diverso. Mientras don Vasco tuvo la precaución de dotar de bienes y rentas sus fundaciones; en cambio, otros hospitales solo vivían de limosnas. Además, algunos sufrie- ron una mala gestión 182. La desidia y aprovechamiento por parte del clero es denunciada en las Relaciones Geográficas en los textos correspondientes a Pinzándaro Arimao y Tiripetío, ambas fundaciones agustinas. En la primera, el redactor nos explica la existencia de hospi- tales y del Patronazgo Real de las iglesias de las Indias, argumento que utiliza para criticar el funcionamiento económico de los religiosos que se aprovechaban de las rentas de los hospitales que tenían, en la mayoría de los casos, un origen social y comunitario. Así se señala: «Los curas vicarios y religiosos suelen meter la mano, muchos dellos, a tomar cuentas a los hospitales, y les quitan los dineros y frutos y otros bienes de los dichos hospitales que tienen para el sustento de los pobres, diciendo que son menester para sus iglesias y monas- terios, para ornamentos, misales y cálices, cruces, campanas y otras cosas: y suelen estar los hospitales sin ornamentos y sin sustento para los dichos pobres, por esta razón. Y, en capítulo de frailes, ha acaecido llevarles las camas de los pobres para dormir los frailes, y no se las volver. Yo lo he visto, tomando cuenta a un hospital de mi jurisdicción, y quedar los miserables pobres sin camas. Y los mayordomos y priostes no les osan ir a la mano, como son sacerdotes y religiosos, y desto reciben gran vejación de los dichos pobres. Y, muchas veces, lo han querido remediar los alcaldes mayores y corregidores, que son obli- gados a tomar las dichas cuentas a los dichos hospitales como ministros que son de su Ma- jestad, que es patrón dellos, y hay grandes trabajos con los dichos clérigos y religiosos. Sería conveniente, siendo su Majestad servido, que fuesen visitados por la real Justicia y que hubiese libro, cuenta y razón de los bienes de los dichos hospitales, cada un año inven- tariándolos» 183. En el caso de Tiripetío, la crítica es más soterrada entre líneas. Dice el documento: «Este hospital hizo Juan de Alvarado, encomendero deste pueblo (ya lo hemos nombrado algunas veces), y lo dotó. De su hacienda, dejóle, para que se curasen los enfermos, bastan- te renta. Si la goza el hospital, o no, o si se gasta con los enfermos, bien lo sé yo; pero no lo digo, porque no me lo pregunta el capítulo y no digan que salgo fuera de la historia. Lo que sé decir es que a este hospital, ni a ninguno de la provincia, ni los visita la justicia eclesiás- tica ni la seglar; porque, algunos, tienen renta y haciendas y aprovechamientos, y no sería

181. ARTIGAS, J.B. Op. cit., pp. 124-125. 182. Cfr. MURIEL, J. Op. cit., Tomo I, pp. 112-115. 183. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, pp. 302-303. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 239 malo saber cómo se gasta el dinero de la renta, y si no lo vuelven, y cuántos indios se han muerto de hambre en esta pestilencia, y por falta de cura, que, si no tocara en los propios del hospital, estuvieran hoy vivos. Bien sé yo esto, como testigo de vista, y he hecho la experiencia dello y se ha visto claro» 184. En otras zonas geográficas tenemos que señalar la existencia de hospitales en Coatzacoalco (Veracruz) que estaba regentado por la cofradía de la Santa Veracruz 185. Tam- bién en Jalapa existió un hospital, sustentado por limosnas, que atendía no solo a indios sino, también, a españoles que podían enfermar en el sistema de comunicaciones tanto por el arribo de barcos a Veracruz como en el servicio de carretería hasta la capital. La Rela- ción señala que fue iniciativa de Fray Juan de Mansilla, franciscano del convento de Jalapa 186. La misma función tenía el hospital de la Caridad de Veracruz que habían funda- do los vecinos para atender fundamentalmente a los enfermos llegados en la Carrera de In- dias 187. En Oaxaca detectamos la presencia de hospitales en Nochiztlán que había sido funda- do por los indígenas principales y que se mantenía mediante una sementera cultivada por la comunidad 188. En Nexapa el hospital que se identifica como único en todo el distrito había sido fundado por el virrey don Martín Enríquez 189. En la capital, Antequera (Oaxaca), el hospital se debía al obispo don Juan López de Zárate. Estaba bajo la advocación de Nuestra Señora y tenía quinientos pesos de renta a los que se sumaban diversas aportaciones de capellanías y rentas dejadas por algunos cargos ciudadanos 190. Por lo que respecta al Estado de Hidalgo se cita el hospital de Epazoyucan que fue realizado por un señor indígena, atendiendo en él a enfermos pobres 191. También existió un hospital en Cempoala que no tuvo crédito entre los naturales ya que pensaban «… en en- trando a curarse en él, luego se han de morir; y, si no es por fuerza, ningún natural se cura en él» 192. En el Estado de Guerrero, y más concretamente en Taxco, se realizó un hospital que tenía como objetivo atender tanto a indios como a españoles. No tuvo, en origen, un edifi- cio específico ya que se instaló en unas casas que había donado un clérigo llamado Gaspar de Rojas, fechándose en torno a 1565-1567. El patronazgo de dicho hospital había sido re-

184. Ibidem, pp. 368. 185. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 124. 186. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 348. 187. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, pp. 326-327. Este Hospital también se denominaba de Pobres, Cfr. MURIEL, J. Hospitales de la Nueva España. Tomo I, pp. 54-55. 188. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera I, p. 367. 189. Ibidem, p. 359. 190. Ibidem, p. 40. 191. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 90. 192. Ibidem, p. 80. 240 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN gentado por don Antonio de Castro y, en el momento de la redacción de la Relación Geo- gráfica (1581), lo dirigía don Pedro Mártir que era minero en Taxco 193. En la cercana po- blación de Iguala también existía un hospital que se sustentaba con una sementera trabaja- da por la comunidad 194. En Morelos tenemos que señalar el hospital situado en Huaxtepeque (Oaxtepec). Se trataba de un establecimiento de españoles denominado de «convalecientes» bajo la advocación de la Cruz. Había sido financiado por don Bernardino Álvarez que también ha- bía fundado otro en la ciudad de México, desde donde se llevaban los enfermos incurables al establecimiento de Oaxtepec aprovechando sus excelentes condiciones climáticas 195. De este hospital quedan en la actualidad algunos restos de su capilla y crujías del patio. Finalmente, y obedeciendo también a una fundación seglar, tenemos el hospital de la Veracruz de la Villa de la Purificación (Estado de Jalisco) que había sido dotado por don Benito Flores y Catalina de Peralta, su mujer 196.

Oaxtepec. Hospital.

193. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 131. 194. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 341. 195. Cfr. MURIEL, J. Hospitales de la Nueva España. Tomo I, pp. 211-216; y ACUÑA, R. Relaciones Geo- gráficas del Siglo XVI: México I, p. 212. 196. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Nueva Galicia, p. 216. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 241

6.5. EDIFICIOS INSTITUCIONALES

6.5.1. Los cabildos indígenas

El poder del municipio, que irá creciendo en los reinos peninsulares durante la Baja Edad Media, tenderá a formalizarse mediante la construcción de edificios específicos. A fines del siglo XV serán los propios Reyes Católicos los que instarán a los Cabildos Muni- cipales a dotarse de arquitecturas representativas, valor que se aumenta con la definición de las plazas mayores, propias del siglo XVI americano, donde se reúnen los distintos poderes urbanos; los cuales presiden el escenario público desde sus respectivos balcones, piezas fun- damentales en la opción estética y arquitectónica. Esta estructuración en América no solo comprende los pueblos y ciudades de españo- les, sino que se extenderá a las poblaciones de indios que realizarán importantes inversio- nes y dotaciones que, desgraciadamente, han ido desapareciendo quedándonos más restos literarios que constructivos. El funcionamiento de los cabildos indígenas se prolongará mas allá del periodo virreinal, manteniéndose hasta 1919 197. A nivel institucional los pueblos de indios tendrían su propio Cabildo presidido por un alcalde indígena, que administraba justicia en primera instancia. Su número aumentaba a dos en caso que la población pasara de ochenta casas 198. Además habría dos regidores, en- cargados de organizar la vida municipal, que podrían aumentarse a cuatro cuando la pobla- ción fuese de tamaño considerable. La elección se haría por Año Nuevo, al igual que en los pueblos de españoles, y en presencia del cura. En paralelo los caciques indígenas mante- nían su jurisdicción sobre los indios dependientes de ellos por el reconocimiento de la mita 199. Sobre esta estructura se superponían los corregimientos y alcaldías mayores que dependían de la Corona y estaban en manos de españoles 200. Tanto los alcaldes durante su mandato como los caciques y sus hijos mayores estaban exentos de pagar tributos 201. Este sistema tenía algunas excepciones 202. Tal es el caso de Zempoala que se había constituido como congregación en 1557. La razón era asistir a la construcción del famoso

197. Cfr. CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos. Vol.II, Tomo I, pp. 396-398. 198. En el caso de Tepeaca en 1561 se pedía aumentar a un segundo alcalde debido al incremento de la po- blación, la petición la hacía el prior del convento de San Francisco, Fray Nicolás, Cfr. SEPULVEDA, M. T. Anales Mexicanos: Puebla, Tepeaca, Cholula, p. 104. 199. RECOPILACIÓN de las Leyes de los Reynos de las Indias Libro VI, Título VII. Fols. 219-221. 200. Ibidem, Leyes 25 y 26. Fol. 200. 201. Ibidem, Título V. Leyes 18 y 20. Fol. 210 v. 202. Sobre el sistema municipal y las funciones de los distintos cargos, Cfr. MOLINA MARTÍNEZ, M. El Mu- nicipio en América. Aproximación a su desarrollo histórico, pp. 51-81; y, BAYLE, C. Los Cabildos Seculares en la América Española. 242 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN acueducto y rentabilizar las canalizaciones. Así, los cuatro pueblos congregados mantuvie- ron sus jurisdicciones independientes. Dice el texto de la Relación: «En estos cuatro pue- blos y sus sujetos hay cuatro comunidades, donde se juntan a sus cabildos y a sus fiestas, en las cuales hay cuatro gobernadores (en cada comunidad, uno) y ocho alcaldes (dos en cada comunidad), que gobiernan y rigen la dicha congregación» 203. Algo similar sucedía en Tepeaca donde existían tres señores reconocidos por los mexicas. Así, en la primera mi- tad del siglo XVI se mencionan a don Luis de Guzmán, don Hernando de la Cruz y a don Juan Tlaytolac, como señores o caciques de las tres casas señoriales de Tepeaca. El cargo de gobernador de la república de indios se rotaba cada año entre estos señores 204. Otra alternativa fue la propuesta que don Vasco de Quiroga intentó generalizar en su diócesis de Michoacán. A través de la constitución de hospitales trataba que los edificios asumieran no solo la asistencia médica sino, también, el albergue de peregrinos, las estan- cias de los semaneros (grupo de indígenas encargados semanalmente de las actividades co- munitarias) y el lugar de reunión del Cabildo indígena 205. Tlaxcala ocupó un lugar excepcional en el sistema organizativo del virreinato dadas la circunstancias de ayuda a Hernán Cortés. Así, pese a los intentos de ingerencia de las insti- tuciones virreinales, se mantuvo intacto el gobierno indígena durante el siglo XVI, confir- mándose en diversas cédulas reales redactadas al efecto 206. Se gobernó la provincia en for- ma de cabildo, siendo todos sus integrantes indígenas y llevando las sesiones y actas en náhuatl. El Cabildo lo presidía el Corregidor que, excepcionalmente, era indígena e, inclu- so, tenía rango de Alcalde Mayor 207. Su participación en los Cabildos era semejante al res- to de Corregidores, siempre españoles, quienes no tenían voto a excepción de cuando ocu- rrían empates. El gobernador indígena se sentaba a su derecha y lo sustituía en sus ausencias, lo cual sucedía con frecuencia 208. Este cabildo indígena de Tlaxcala aparece representado y descrito en el dibujo y texto de la Relación redactada por Diego Muñoz Camargo. Su análisis nos revela un ejemplo mo- délico que nos puede servir para imaginar los desaparecidos y completar la escueta infor- mación que tenemos de otros. Los datos hacen una perfecta descripción de las construccio- nes que conforman la plaza mayor diferenciando la Cárcel, las Casas de los Alcaldes Mayores y las Casas Reales 209. El edificio reservado para los Alcaldes Mayores tiene una clara ar- quitectura referida a su situación en la plaza mayor: «… son muy principales y bastantes para este efecto, con unos corredores que caen a la plaza hechos de cantería con uso arcos

203. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 46. 204. SEPÚLVEDA, M. T. Anales mexicanos: Puebla, Tepeaca, Cholula, p. 26. 205. Cfr. MURIEL, J. Hospitales de Nueva España. Tomo I, p. 70. 206. RECOPILACIÓN de las Leyes de los Reynos de las Indias. Libro VI, Título I, Ley 40. Fol. 193. 207. Ibidem, Leyes 41 y 42, Fol. 193. 208. SÁNCHEZ CARMONA, Manuel. Los edificios de Cabildo en la Nueva España, p. 88. 209. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, pp. 43-50 TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 243

Tlaxcala. Cabildo. Fachada. con pilares de piedra blanca…» 210. Galerías representadas en el dibujo adjunto al texto. Las denominadas Casas Reales ocupaban todo el lateral norte de la plaza y, en realidad, eran varias casas independientes con entradas marcadas con «dos portadas de hermosa can- tería, labradas a lo romano y de graciosa arquitectura, tan buenas y tan altas, que podrán entrar por ellas holgadamente tres hombres de a caballo a la par» 211. En realidad los edifi- cios respondían a tres funciones públicas bien diferenciadas. La primera se refería a la ad- ministración continua de la ciudad «… y en este lugar, el Gobernador, Alcalde y regidores, hacen sus juntas para dar orden a las cosas convenientes a su república…» 212. La segunda acogía la Audiencia (administración de justicia), posiblemente en el piso bajo, y la Sala de Cabildos, en el piso superior ya que abría a la plaza. El tercer espacio que estaba sin termi- nar, era el mas principal y parecía que serviría de aposento a visitantes ilustres (Virreyes, Oidores, Obispos). Esta triple diferenciación espacial aparece representada en el dibujo de la plaza de Tlaxcala. También es importante referirse al programa decorativo del interior de la Sala de Ca- bildos con un ciclo pictórico que incluía personajes bíblicos (Josué, David, Judas Macabeo),

210. Ibidem, p. 44. 211. Ibidem, pp. 44-45. 212. Ibidem, p. 46. 244 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Meztitlán. Cabildo indígena.

Meztitlán. Cabildo indígena. Pintura mural. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 245 mitológicos o de la historia pasada (Alejandro, Héctor, César, Carlomagno…) para termi- nar en los que llevaron a cabo la gesta americana (Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Francis- co Pizarro) y los monarcas inmediatos (Carlos V, Felipe II). Estos personajes portaban atri- butos que les identificaban, a veces demasiado evidentes como las representaciones de Moctezuma y Atahualpa humillados tras los conquistadores de México y Perú. El ciclo ad- quiría un valor moral al culminarse con las representaciones de la Muerte, la Memoria y la Fama, alusiones a lo caduco de lo terrenal y la permanencia a través de los hechos históri- cos (Memoria) y su difusión y mitificación (Fama) 213. Algunas de estas pinturas debieron inspirar los dibujos que acompañan el texto de Diego Muñoz Camargo. En la galería del tercer núcleo, el mas principal, existía otro ciclo, posiblemente realizado como pintura mu- ral, en el que se ensalzaban las hazañas concretas de Hernán Cortes y se enlazaba con la propia historia tlaxcalteca con el relato de su participación en la lucha contra los aztecas e, incluso, la presencia de los señores de las cuatro cabeceras de Tlaxcala y «…de otras mu- chas particularidades de la conquista de esta tierra…» 214. Un ciclo semejante, con la mis- ma temática cortesiana, se había realizado en la estancia principal del palacio de Xicotencatl en la vecina Tizatlán 215. Como vemos el proyecto constructivo y decorativo de las instituciones de Tlaxcala es completísimo aunando una importante arquitectura de cantería con propuestas «al romano» e integración en el diseño conjunto de la plaza mayor. Por lo que respecta al programa or- namental revela la codificación cultural que se había realizado ya, en el último tercio del siglo XVI, de la conquista de América y la enumeración y enlace con los mitos religiosos y de la antigüedad. El único edificio bien conservado de la Nueva España que tenía como función especí- fica acoger a un Cabildo indígena es el denominado Tercena de Meztitlán. La utilización como almacén en los últimos siglos privó a los historiadores de su conocimiento y valora- ción. No obstante, tras las obras de rehabilitación y descubrimiento de las pinturas murales en 1974, bajo la dirección del arquitecto Juan B. Artigas, no hay duda sobre su función primigenia 216. El edificio, fechado entre 1537 y 1540, se conforma con dos salas rectangulares cu- biertas con bóvedas de cañón. La primera y principal se abre al exterior con tres arcos so- bre columnas torsas, siendo el central la entrada. La segunda sala, comunicada con la ante- rior, es, en realidad, una gran logia abierta en tres de sus laterales con arquerías de medio punto sobre robustas columnas.

213. Ibidem, pp. 47-48. 214. Ibidem, p. 49. 215. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 62. 216. Cfr. ARTIGAS, J.B. Metztitlán, Hidalgo. Arquitectura del Siglo XVI, pp. 67-73 y ARTIGAS, J.B. «El edi- ficio del Cabildo Indígena de Metztitlán». En: AA.VV. Cabildos y Ayuntamientos en América, pp. 111-121. 246 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Los restos pictóricos conservados en los paramentos interiores de la sala principal pa- recen estar relacionados simbólicamente con la impartición de la justicia, pero los mas in- teresantes son los respaldos de sitiales, imitando madera coronados por veneras, que apare- cen en la zona del zócalo. Lógicamente el elemento representado se completaba con petates en el suelo sobre los que se sentaban los indígenas, siendo la pintura la que otorgaba la dignidad y preeminencia entre ellos variando, de esta forma, la altura de los mismos en los distintos laterales. Todo ello nos lleva a concebir la sala como la plenaria donde se hacían las distintas reuniones, siendo la cabecera la que representa los sitiales mas altos. El siste- ma de asiento podemos apreciarlo en la pintura que acompaña la Relación Geográfica de Zempoala en la que aparecen los señores indígenas sobre sus petates frente al señor espa- ñol que lo hace sobre una jamuga. Quizás la idea mas clara de su funcionamiento podamos comprobarlo en la sala princi- pal del palacio de Xicotencatl de Tizatlán (Tlaxcala) donde se realizaban los reuniones de principales en la época prehispánica, similares, por tanto, a los cabildos indígenas. Allí se dice: «En torno desta sala, hay un poyo de cinco pies de ancho y, de alto, de dos, donde tiene cantidad de esteras puestas hechas de enea, que llaman los naturales Petlates, y unas banquillas de madera, bajas, de una pieza, concavadas, en que se asientan; otras hacen de enea y espaldares de lo mismo, arrimadas a las paredes, las cuales llaman Icpalli o Icpales: todas puestas como referido tenemos, por gran orden, desde el fogón, por la mano derecha, que da vuelta en torno por toda la sala, y lo propio hace por la mano siniestra. Y la persona de más dignidad y más señor se asienta y tiene su asiento a la mano derecha del fogón y, el que no es tan preeminente, a la mano siniestra; y desta forma van sucediendo en sus asien- tos, según su valor, y dignidad y merecimiento. En este lugar trataban sus negocios, y ha- cían sus ayuntamientos y consejos, o según su calidad» 217. Un relato semejante volvemos a encontrar en la descripción de las ruinas antiguas de Mitla (Oaxaca), señalando el texto de la Relación que «estas salas referidas era su ayunta- miento para tratar cosas del gobierno de su república…» 218. En la zona de Michoacán ya hemos dicho que se planteó, por iniciativa de don Vasco de Quiroga, un diseño unitario que abarcaba tanto las funciones comunitarias, con el hospi- tal como centro, como la dirección política de la población. Es más, en el proyecto de edifi- cación de hospitales don Vasco señalaba la necesidad de que estuvieran cerca de la parro- quia y que se construyeran, de forma anexa, la casa para el «Ayuntamiento de la Republica de Indios». De hecho Joseph Moreno señalaba, en la biografía que realizaba del obispo Quiroga en el siglo XVIII, que: «Los Hospitales son el centro de la Religión, de la policía y de la Humanidad de los Indios, pues allí se les ve lo más devoto de su fe, lo más sociable

217. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 61. 218. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Antequera II, p. 263. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 247 de su República en las Asambleas que allí tienen, y lo más caritativo con sus hermanos, u hospedaje a los peregrinos, o asistiendo a los enfermos» 219. En las pinturas que acompañan las Relaciones Geográficas encontramos, en ocasiones, algunas magníficas representaciones de las denominadas «casas de comunidad» que identi- ficamos con los cabildos indígenas. Es el caso de Culhuacán (actualmente comprendido en México D. F.) donde se dibuja mediante una portada rectangular, con decoraciones de chalchihuites en el dintel, coronada por el glifo identificativo de la población 220. Más im- portante es la referida a las casas de la comunidad de Iztapalapa (también, hoy día, en México D. F.), dibujadas mediante la fachada coronada por chalchihuites, en la que se abren dos puertas adinteladas 221. Modos de representación equivalentes a los utilizados en los códi- ces prehispánicos 222. En la Relación de Huaxtepeque (Oaxtepec) del Estado de Morelos aparece una pintura donde se representa la «Casa de la Justicia», referencia evidente al cabildo. Ésta se recono- ce mediante una vivienda con sillares dibujados, puerta, ventanas en el piso alto y cubierta a dos aguas 223. Semejante es la «casa de comunidad» que aparece en la Relación de Teutenango con dos alturas, puerta y ventanas en la zona superior, cubiertas por tejados a cuatro aguas 224. En Tepeaca la dualidad de la población, indígenas y españoles («Viven en esta ciudad sesenta vecinos españoles, los cuales no tienen calle conocida, son que viven repartidos en la traza de la dicha plaza» 225), obligaba a la construcción en la plaza mayor de dos edificios contrapuestos. Así se especifica en la Relación: «…(en la plaza) y, a la parte del poniente, unas casas reales muy fuertes, con muchas piezas y aposentos, altos y bajos, en que vive y reside la justicia mayor que gobierna esta ciudad y provincia, e, incorporada en esta casa, está la cárcel …; y, a las espaldas de la dicha casa real, están otras casas bajas que sirven de co- munidad, donde el gobernador y regidores naturales hacen sus juntas y ayuntamientos, y re- cogen los pesos de oro de los tributos que esta ciudad paga a su Majestad en cada un año» 226. Información semejante encontramos en los pueblos dependientes de Tecamachalco, Quecholac, Tecali y Acatzingo. En la primera población se especifica: «Y tiene, en lo alto de la dicha plaza, por bajo del monasterio, unas casas reales muy graciosas, con buenos

219. MORENO, J. Vida de don Vasco de Quiroga, p. 70. La primera edición se hizo en México en 1766. 220. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 29 bis. 221. Ibidem, pp. 38-39. 222. Cfr. MUNDY, B. The Mapping of New Spain, p. 88. 223. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, pp. 206-207. 224. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, pp. 278-279. Reseñar que este dibujo de Teutenango muestra excepcionalmente el matadero de la población situado junto a una vía de agua en el extrarradio urbano y representado mediante una casa con puerta adintelada y dos vanos en el nivel superior. 225. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II. p.235. 226. Ibidem, p. 235. 248 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN aposentos y bien acabados, con casas de comunidad de los naturales, donde hacen sus jun- tas y ayuntamientos, y recogen los pesos de oro que pagan de tributo a su encomendero» 227. Los datos correspondientes a las otras tres poblaciones son mas escuetos y se resumen en el caso de Quecholac: «y, en la plaza, unas casas reales de la forma que en los demás pueblos, y de que los naturales se sirven como los demás» 228. Datos muy genéricos encontramos, igualmente, en la Relación de Tepeapulco (Hidal- go): «…en este pueblo, hay dos casas principales bien labradas, en que asisten los corregi- dores que se proveen en este partido» 229. También hemos de recordar el Tecpán de Tlatelolco del que se conserva una descrip- ción en el «Códice Tecpán de Santiago Tlatelolco», que nos habla de una compleja arqui- tectura que incluía instalaciones para recibir al virrey y a los visitantes distinguidos, mesón con salas comunales, oficinas para la Audiencia y prisión 230.

6.5.2. Rollos y picotas

El acto jurídico de institucionalización de una nueva población se realizaba con la ins- talación del rollo en el centro de lo que sería la futura plaza. En principio, el objeto no era más que un tronco cilíndrico de madera. A partir de aquí se iría monumentalizando adqui- riendo, generalmente, forma de columna de piedra con inscripciones y heráldicas. Este ele- mento se utilizaba, con función añadida, como picota; de tal forma que servía para exponer públicamente los restos de los ajusticiados. Aunque su estructura no suele pasar de una columna, esta se monumentaliza al situarse sobre una plataforma a la que se accede por una escalinata propiciando, con ello, un nivel jerárquico dentro de la plaza. Son escasos los rollos conservados, aunque uno de ellos, el de Tepeaca, adquiere relevancia por su monumentalidad. Tampoco son numerosos los tex- tos que se refieren a los mismos 231. El rollo de Zempoala se conserva en la plaza principal junto al Cabildo. Consiste en un columna de fuste liso sobre un basamento con cuatro figuras zoomorfas. El capitel también presenta animales sosteniendo una pirámide que remata con un cuerpo ovalado. En los la- dos de la forma piramidal aparecen escudos reales y en la base una leyenda: «Esta obra man(d)o hace(r) el mui magni(fico) señor Juan de Pineda corregidor por su m(ajestad)…» 232.

227. Ibidem, p. 236. 228. Ibidem. 229. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II. p.181. 230. Cfr. SÁNCHEZ CARMONA, M. Los edificios de Cabildo en la Nueva España, p. 87. 231. Cfr. CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos. Vol.II, Tomo I, pp. 398-399. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 249

En las Relaciones Geográficas se citan algunas picotas como el caso de Tlatictla (también llamada Marbella) y Pomaro (am- bos en la provincia de Motines) en las que se especifica la existencia de este elemen- to público en un espacio abierto donde se hacía el mercado, el cual no era fijo sino que «allí pone la picota para corregir y cas- tigar a los delincuentes» 233, especificando, por tanto su carácter provisional. El pictograma de la Relación de Teutenango (México) representa la plaza mayor con los edificios civiles y religiosos del entorno centrados por el dibujo de una horca y la picota pública 234. Una horca se representa también en la pintura de Cuzcatlán (Estado de San Luis Potosí) 235. En Tlaxcala podemos conjuntar la des- cripción textual con el dibujo. Dice: «A un lado desta plaza, está una picota para eje- cución de la justicia, que es una columna de piedra blanca que tiene 18 palmos de alto, con una peaña ochavada de extrema- Zempoala. Rollo público. da hechura, de que, hasta donde está el asiento de la picota, hay dos estados de alto, que señorea toda la plaza» 236. El dibujo responde a la misma descripción a la que se añade la representación adjunta de una horca; elemento en pleno funcionamiento para castigar a ciertos indígenas idólatras en otros dibujos que acompañan el texto de Diego Muñoz Camargo 237.

232. Cfr. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Catá- logo del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo. Vol. 2, pp. 296-297. 233. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Michoacán, p. 158. 234. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, pp. 278-279. 235. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, pp. 94-95. Sólo aparece la versión con- servada en el Archivo General de Indias de Sevilla. 236. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 45. 237. Ibidem, Cuadros números 11, 12 y 14. 250 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tepeaca. Rollo público. Cholula. Rollo público.

Ahora bien, el rollo más importante de toda la Nueva España es, sin duda, el de Tepeaca. Situado en el centro de la plaza mayor responde a un concepto de torre aislada que podría estar relacionada con otros modelos arquitectónicos como la torre del convento de San Fran- cisco de Tlaxcala también exenta en el atrio. Su arquitectura con espacios interiores permi- te más funciones que el simple rollo cilíndrico, entre las cuales podría estar la de controlar el tiempo público 238. Su construcción parece datar de 1559, atribuyéndola a Fray Sebastián de Trasierra 239. Se sitúa sobre una plataforma con siete escalones. Tiene forma octogonal con una escalera de caracol que permite el acceso a la estancia superior que presenta venta- nas geminadas en cada lateral. Debió cubrirse con una cúpula, siendo la torreta del reloj un

238. Cfr. CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Op. cit., pp. 398-399. 239. KUBLER, G. Arquitectura mexicana del Siglo XVI, p. 218. Este autor considera la Torre de Oro de Sevi- lla como el antecedente mas inmediato. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 251 añadido posterior. El texto de la Relación de 1580 lo valora como una obra importante: «Tiene una plaza en cuadra muy graciosa y, en ella, la dicha fuente y pilas de agua, y un rollo (que por ser cosa notable se hace mención dél), que es a manera de torrejón de forta- leza; súbese por una escalera de caracol con ocho ventanas grandes, con sus pilares, cerra- do lo alto de bóveda y con sus escalones a la redonda y pie de todo él, que, en efecto, puede servir de morada: es todo labrado de cal y canto» 240. Aunque con distintas soluciones arquitectónicas el rollo sería frecuente en todas las poblaciones americanas, aunque los ejemplos, como ya hemos señalado, sean escasos 241.

6.6. ARQUITECTURA HIDRÁULICA

La existencia de manantiales de agua en las cercanías de las poblaciones fue un ele- mento que condicionó el desarrollo de las poblaciones prehispánicas y fue, sin duda, uno de los elementos que siempre se tuvieron en cuenta a la hora de realizar congregaciones o de trasladar enclaves urbanos. Incluso se realizaron importantes obras de infraestructura para canalizar el agua que siempre tenía un punto y final en la fuente que centraba la plaza pú- blica. Los casos son numerosos 242. Señalaremos aquellos que refieren las Relaciones Geo- gráficas, pero el tema del agua estuvo omnipresente en las trazas urbanas y en las confec- ciones urbanísticas del momento. Así por ejemplo se señala que el pueblo de Cuezala (Guerrero): «… estaba, antigua- mente, fundado y poblado encima de unos cerros, a dos leguas de adonde ahora están, y un fraile de San Francisco, llamado Fray Juan, les hizo pasar a donde ahora están, porque te- nían falta de agua adonde estaban. Están ahora en un vallecico que se llamaba Almolonga, y llamase así, porque tiene un «ojo de agua» allí junto, que corre todo el año cantidad della» 243. También es fundamental la presencia de agua en la realización de Teutenango o Tenango del Valle (Estado de México) ya que se trazó en el llano bajo el monte del establecimiento prehispánico. En este caso el único punto de agua estaba en la plaza entre la casa del corre- gidor y la del beneficiado. En la representación que se hace en la pintura de la Relación Geográfica podemos apreciar una especie de caja de agua con un arco y una arquitectura rectangular sacralizada por una cruz 244.

240. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II. 235. 241. También se conserva en un lateral del convento de San Gabriel de Cholula el rollo que debía ocupar su sitio en la plaza y que, hoy día, está fuera de contexto y comprensión histórica. 242. Cfr. KUBLER, G. Arquitectura mexicana del Siglo XVI, pp. 238-240 y CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos. Vol. II, Tomo I, pp. 406-411. 243. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México I, p. 318. 244. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México II, p. 278. 252 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Algo similar sucedió en Tepeaca donde se trasladó el asentamiento a una zona baja asegurando el abastecimiento, siendo los franciscanos los encargados de la infraestructura hasta la plaza y la derivación hacia el convento: «…que el asiento y traza della (la ciudad) es en tierra muy llana y rasa, la cual, padeciendo la falta de agua que de suso se ha dicho, por no tener mas que la que se recogía con las lluvias, podrá haber treinta y siete años que, por orden e industria de algunos religiosos de la Orden de San Francisco, se descubrió cier- ta agua que destilan ciertas piedras y unas peñas que están, a seis leguas desta ciudad, en lo alto de una sierra muy montuosa y áspera que llaman de Tlaxcala, y, deste agua destilada, se viene a juntar un arroyo, en un llano y pradera que se hace poco mas adelante en el mis- mo alto de la sierra, en cantidad de bulto del muslo de un hombre. Y esta agua se encaña desde el dicho nacimiento por sus atanores de barro, y hecha la funda dellos de argamasa, con sus arcas a trechos. Y, con esta orden, llega a la plaza desta ciudad, adonde se da por repartimiento, al monasterio de San Francisco, la cantidad que le basta, y la demás entra en una fuente que está en la dicha plaza con ocho caños, que cada uno dellos tiene gordor de una caña, que es medio real de agua cada caño; y, de allí, se reparte en otras pilas, donde se coge y da agua a las bestias y otros animales. De suerte, que basta para el proveimiento desta ciudad, y no sobra para que della haya aprovechamiento de ningún riego de huertas y panes, sino que toda se acaba y consume dentro de la traza de la misma ciudad» 245. Tam- bién había fuentes en las plazas de las poblaciones de Acatzingo y Tecali, mientras que en Tecamachalco aunque el agua estaba encañada hasta el centro de la población se carecía de fuente por «descuido de los alcaldes mayores de esta provincia» 246. También en Tlaxcala la plaza mayor estaba centrada mediante una fuente representada en uno de los dibujos que acompañan la Relación. La descripción del texto coincidente, en lo fundamental, con la imagen dice: «…en medio de la cual hay una fuente de agua de ex- tremada hechura, que tiene ocho columnas (en el dibujo solo aparecen siete), que dellas proceden ocho caños de muy buena agua, que están en torno de esta fuente; de modo que queda de muy graciosa forma, que a la continua está llena de agua, donde proceden otros caños que van a dar a otras pilas mas bajas, donde la gente coge agua para servicio desta ciudad» 247. La fuente recuerda el modelo que hoy preside la plaza de Tochimilco (Puebla). En el Estado de Hidalgo se conservan en la actualidad algunos de los ejemplos mas tempranos y representativos de los sistemas de canalización y repartimiento de aguas nece- sarias para el funcionamiento de las poblaciones. En Tepeapulco aún funciona la Caja de Agua que se construyó en época del Virrey An- tonio de Mendoza y que venía a concluir un acueducto de unos 25 Km., auque la mayor

245. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 229. 246. Ibidem, pp. 230 y 235-237. 247. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala I, p. 45. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 253 parte del mismo se hacía mediante conducciones subterráneas. La construcción permite la apertura en dos de sus lados de caños con mascarones en forma de cabezas de león que derraman sobre diversas pilas y un lavadero. Hay que mencionar la leyenda de la cornisa: «Llegó por agua la fe verdadera, el inmaculado verdadero Dios. Era emperador de España el Tlatoani Carlos Quinto, y arquivissorrey Don Antonio de Mendoza. Aquí en Tepeapulco era gobernador Don Diego, y dispusieron las tres aguas su comunidad para la gente de Tepeapulco y el cultivo de las tierras patrimoniales», la cual nos fecha la construcción, lla- mándonos la atención el título prehispánico referido a Calos V: «Tlatoani» (gran señor). También reseñar que la leyenda va enmarcada por cordones franciscanos lo que nos hace suponer la participación de los mendicantes en esta obra, nada extraño si analizamos otros trabajos hidráulicos de la zona 248. Sin duda, el proyecto de más envergadura, hoy en el Estado de Hidalgo, fue el denomi- nado Acueducto de Zempoala. La realización responde al compromiso de los franciscanos con los religiosos de Otumba para que atendieran a la población de Zempoala a cambio de proveerle de agua. Para la realización de este proyecto hidráulico se recurrió a una congrega- ción por la que los indios de Tlaquilpa, Tecpilpan y Tzacuala se trasladaran a Zempoala (1557) y ayudar en las obras del acueducto y de la iglesia. La construcción fue dirigida por el Padre Francisco de Tembleque, posiblemente con el asesoramiento de técnicos indígenas ya que no se conoce que tuviera el franciscano formación como ingeniero 249. El proyecto permitía lle- var el agua desde los manantiales ubicados en la falda del volcán Tecajete (Tlecaxtitlán, quie- re decir «cerro a manera de brasero) hasta Zempoala y Otumba, con un trazado de 35 Km. La falta de agua en la última población y la contaminación por los ganados de los jagüeyes justi- ficaron la intervención a la que se opusieron tanto la jerarquía virreinal como la eclesiástica y los españoles de la zona. El compromiso de la población indígena (las mujeres indígenas hi- laron algodón para contribuir a la compra de cal) y la obstinación del padre Tembleque posi- bilitaron su realización entre 1543 y 1560. Su puesta en funcionamiento fue un éxito como demuestra el hecho de haber sido utilizado hasta principios del siglo XIX. El trazado suponía tramos subterráneos, diversos puentes de mas o menos arcos, depósitos y la majestuosa ar- quería de la barranca de Tepeyahualco que mide 1.020 metros de longitud con 67 arcos. El claro del arco central es de 17 metros con una altura máxima de 38 metros 250. De esta obra se aprovecharon no solo las dos poblaciones sino todas las sujetas que estaban en el trazado del

248. Cfr. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Catá- logo del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo. Vol. 2, pp. 105-108. 249. Cfr. LOERA CHÁVEZ, M. Murmullos de antiguos muros. Los inmuebles del Siglo XVI que se conservan en el Estado de México, pp. 158-161. 250. Cfr. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Op. cit., Vol. 2, pp. 294-295. 254 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN acueducto para las que se abrieron derivaciones y cajas de agua, además, y esto es muy im- portante, de los viajeros que pasaban por el camino real hacia Tlaxcala, Puebla de los Ánge- les y Veracruz, aumentando, de esta forma, las posibilidades comerciales de la zona 251. Incluso, la realización de esta infraestructura condicionaría, como ya hemos comenta- do, la congregación de cuatro pueblos en Zempoala, llegando hasta la plaza principal, en el centro de la unión de las cuatro poblaciones, el agua a una fuente. También, en esta zona se situó el convento franciscano 252. En Quautlatlauca (Puebla) existía una fuente denominada Tecutliapán, cuya traducción era «fuente de principales». Las noticias de la Relación nos permite suponer que se trataba de una realización prehispánica que los religiosos agustinos la introdujeron en su monaste- rio y la sacralizaron situando sobre ella la ermita de San Nicolás de tal forma que desde allí manaba el agua que era recogida en un estanque, el cual tenía truchas, mojarras y arboledas en su entorno 253. Estas canalizaciones que permitían llevar el agua al centro urbano y, a la vez, al con- vento, fueron frecuentes y aparecen reflejadas en diversos textos de las Relaciones Geográ- ficas. Un ejemplo más es la población de Chilapán (Guerrero) donde se nos dice que el agua: «…viene encañada al monasterio y va a la plaza y mercado, que se dice tianguiz, donde hay una fuente muy hermosa con su taza en medio, que bebe el pueblo» 254. En Cholula existían varias fuentes incluso eran utilizadas de forma diferenciada por españoles y naturales. La más importante era la que se canalizaba hasta la plaza de la que se derivaba parte de la corriente al convento franciscano de San Gabriel. Esta fuente apare- ce representada en la pintura de la traza urbana. El pilar es hexagonal con una taza en el centro de la que cae el agua 255. La misma representación aparece en la pintura de la Rela- ción de Cuzcatlán (Estado de San Luis Potosí) 256. Por fin, en Yecapixtla (Morelos) se canalizaba el agua hasta la plaza, representándose mediante un glifo en la pintura. Esta fuente aún se conserva en el mismo lugar que el repre- sentado en el siglo XVI aunque con un diseño moderno 257. Aunque no tengamos referencias gráficas debía ser importante la fuente situada en la plaza de Tiripetío (Michoacán) que se describe como «… una fuente ochavada con su pila en me- dio, por donde corren seis caños de agua muy dulce. Traése esta agua de tres cuartos de legua deste pueblo, por una acequia de encima de la tierra, descubierta hasta entrar en el pueblo, y

251. Ibidem, pp. 306-308. 252. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas: México I, p. 74. 253. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del Siglo XVI: Tlaxcala II, p. 204. En esta población existía, ade- más, otra fuente llamada Altitlán, que los naturales usaban para bañarse. 254. Ibidem, p. 115. 255. Ibidem, p. 126. 256. Ibidem, pp. 94-95. 257. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 220. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 255 por el propio pueblo hasta llegar cerca de la plaza en donde está la fuente, y allí se encaña hasta la pila» 258. Desde aquí se derivaban varias corrientes que iban al convento, al hospital, a la casa del encomendero y a otras fuentes menores 259. El resultado final de estas obras con- vertían a la población, según el cronista agustino Fray Mathías de Escobar, en un trasunto del Paraíso: «Con este repartimiento de aguas parecía Tiripetío un traslado del terrenal Paraíso, pues fertilizado su suelo cría cantidades crecidas de Naranjos, Sidras y Limones con muchos Nogales, Albaricoques, Perales, Membrillos y Duraznos, y para que del todo se pareciese al Paraíso, en medio de aquel vergel, estaba el árbol de la ciencia, esto es, la Universidad, a la cual cultiva el diestrísimo colono N.V.P. Mro. Fr. Alonso de la Veracruz; de todo lo dicho hoy sólo los vestigios se ven, corriendo Tiripetío la misma fortuna que el Paraíso…» 260.

6.7. TEMASCALES

Una construcción típicamente prehispánica que se ha conservado en las zonas rurales hasta la actualidad e, incluso, se ha potenciado en la cultura moderna como recuperación de las raíces culturales es el Temascal (Temascalli) o baño de vapor. La estructura arquitectónica recuerda los hornos abovedados. Generalmente se realiza en adobe y presenta dos espacios, el primero como fogón y el segundo como específico para el baño. Utilizando como combustible leña se ponen al rojo una serie de piedras que producen vapor salpicándole agua. En el espacio reservado al bañista se sitúa una estera sobre la que se le aplican fricciones y se le golpea suavemente con ramas u hojas de deter- minadas plantas aromáticas, produciéndole exudación 261. El baño tenía carácter ritual y medicinal. Se dedicaba a la diosa de los temascales lla- mada Temascaltietl. Entre las funciones medicinales se utilizaba por las mujeres embaraza- das para aliviar los dolores del parto. Aparte de algunos temascales conservados en la actualidad que mantienen viva la tra- dición constructiva, podemos apreciar su funcionamiento e imagen estética en representa- ciones de Códices como las correspondientes a los llamados Florentino y Magliabecchi 262.

258. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 367. 259. CERDA FARIAS, I. El siglo XVI en el pueblo de Tiripetío, p. 128. 260. ESCOBAR, Fray Mathías de. Vitas Patrum de los Religiosos Hermitaños de Nuestro Padre San Agustín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, p. 108. 261. Cfr. MOYA RUBIO, V. La vivienda indígena de México y del mundo, pp. 121-123; CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos. Vol. II, Tomo I, p. 412; y TRUEBLOOD, B. (Ed.). Vivienda campesina en México, pp. 212-213. 262. El dibujo del Códice Magliabecchi presenta sobre la portada del temascal la diosa terrestre Tlazoltéotl. Las figuras representan a una mujer avivando el fuego, un indígena enfermo con una lágrima en el ojo, otro que le ofrece una bebida o medicina y, por último, un chamán o curandero en posición rogativa según las vírgulas que salen de su boca. 256 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Temascal. Esquema de su funcionamiento. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 257

En las Relaciones Geográficas las referencias a los temascales son constantes cuando se responde a la pregunta número 17: «Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfer- mo, por qué causa (si se entendiere), y las enfermedades que comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas». Por tanto, será el carácter medicinal el valorado en los diversos textos. Así podemos encontrar respuestas positivas en Oaxaca. En la población de Tecuicuilco y de forma genérica para toda la comarca se dice que para curar la diversas enfermedades: «Los remedios es entrar en los Temascales, que son como baños artificiales, que en cada pueblo los hay…» 263. La misma respuesta obtenemos en los textos correspondientes a Justlahuaca 264, Atlatlauhca y Malinaltepec 265. Lo que nos hace suponer que fue caracterís- tico de toda la misteca. También era frecuente su utilización en la región de Tlaxcala. Dice la relación de Misantla que para curar las calenturas «… no hacen remedio más de salirse al río de bañar- se, y meterse en baños, de que usan mucho…» 266. El mismo concepto se repite en el texto correspondiente a Quatlatlauca y Huehuetlan 267, aunque aquí aporta datos sobre los baños alternativos en fuentes de agua al señalar que: «Hay en este pueblo una fuente de agua ca- liente, saludable, y, de noche, está mas caliente que de día» 268. En la zona central de Mesoamérica también se utilizaron este tipo de edificios y solu- ciones medicinales. Así encontramos referencias en las Relaciones de Atlatlauhcan (Estado de México), Huexutla (Estado de Hidalgo), Minas de Zultepec (Estado de México), Quauhquilpán (Estado de Hidalgo), Temazcaltepeque (Estado de México) y Tequixquiac (Estado de México). También se refiere su uso en la zona de Michoacán, concretamente en la relación de Chilchotla 269.

263. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, pp. 98-99. 264. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, pp. 288, 303, 309 y 321. 265. Ibidem, p. 56. 266. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 191. 267. Ibidem, p. 211. 268. Ibidem, p. 211. 269. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 109.

7. ANÁLISIS REGIONAL DE LA NUEVA ESPAÑA

7.1. EL VALLE DE MÉXICO

Una serie de poblaciones que se incluyen actualmente en el Estado de México o que forman parte del Distrito Federal fueron, durante el siglo XVI el ámbito periférico de la capital virreinal, situándose en los límites inmediatos del lago de Texcoco y las tierras férti- les del entorno. Entre ellas tenemos que destacar el conjunto correspondiente a Coatepec y su partido que comprendía a Chimalhuacán y Chicoloapan 1. La Relación correspondiente a estas tres poblaciones está datada entre el 16 de noviembre y el 3 de diciembre de 1579, cuyos textos se acompañaron de tres pinturas correspondientes a cada uno de los enclaves urbanos 2. Aun- que fueron dirigidas por el comendador Cristóbal de Salazar, podemos afirmar que fue Fran- cisco de Villacastín, escribano, quién llevó a cabo la redacción asesorándose de «viejos prin- cipales» que, incluso, consultaron «pinturas antiguas» (códices) para confirmar las informaciones relacionadas con la historia de la población. Comenzando con Coatepec diremos que la traza urbana se define perfectamente en el texto de la Relación: «Este dicho pueblo está asentado y poblado en pueblo formado por sus calles y plaza, y trazado en la forma y manera que están trazados los pueblos de espa- ñoles… Viven en policía y congregación, y hablan dos lenguajes: la lengua principal y ge- neral es la mexicana, y la otra es diferente, que se dice la otomí. Los indios que la hablan están divididos y apartados de los de la lengua mexicana» 3. Más adelante nos vuelve a es-

1. Sobre la organización y encomiendas de la zona, Cfr. GERHARD, P. Geografía histórica de la Nueva Es- paña. Págs. 78-79. 2. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones geográficas del Siglo XVI: México I, pp. 123-176. 3. Ibidem, p. 138. 262 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 263

Coatepec. Barda atrial. pecificar: «Al décimo capítulo: El sitio y asiento desde dicho pueblo es en tierra alta, en la falda de una sierra grande, según se refiere en el cuarto capítulo. Está asentado de norte a sur, y en pueblo formado y por sus calles y plaza. Hay en él un monasterio de religiosos de la orden de Señor Santo Domingo, como se verá por la pintura que está hecha en este caso…» 4. Si cotejamos la pintura que acompaña el texto encontramos referencias que muestran indudablemente la traza urbana reticular, centrada por la iglesia con su atrio, separado me- diante una escalinata de la plaza pública. Aparte de eso, se representan pequeñas estancias o poblaciones sujetas mediante edificios religiosos, así como montañas, ríos, caminos y al- gunos glifos de localización. Llaman la atención las precisiones dentro de la propia traza urbana donde aparece la «cabecera de Santa Ana» y otras pequeñas edificaciones que mar- can, posiblemente, la distribución en barrios de las etnias allí coincidentes. La situación geográfica, perfectamente representada, muestra su enclave en las primeras estribaciones de la sierra ascendente hacia el Iztaccíhuatl, orografía que ha determinado, históricamente, la posibilidad de explotación de la riqueza forestal. La cotejación de la traza urbana representada es visible en el plano actual de Coatepec, coincidiendo básicamente con la imagen textual y gráfica del siglo XVI. El centro es ocu-

4. Ibidem, p. 139. 5. Secretaría de Educación Pública. Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural. Ref. 000068. 264 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN pado por el monasterio bajo la advocación de la Natividad de Nuestra Señora. Es probable que hacia 1530-1540 existiera ya una capilla de visita franciscana, no obstante, fueron los dominicos quienes hacia 1548 se establecieron en Chimalhuacán, donde construirían un im- portante convento que serviría de base para una serie de visitas cedidas por los francisca- nos, como sería Chicoloapan y esta de Coatepec. Entre 1562 y 1585 se desarrolla una am- plia actividad en Coatepec donde el templo ya construido se denomina de San Andrés, hoy día de Nuestra Señora del Rosario de Coatepec 5. En el edificio se conservan algunos ele- mentos arquitectónicos y decorativos del siglo XVI situados en la portada, así como en otros ámbitos del muy deteriorado claustro y compás del monasterio 6. No obstante la mayor par- te de la edificación corresponde a los siglos XVII y XVIII documentándose obras en torno a 1701 7. La cabecera de Chimalhuacán 8 funcionó desde época prehispánica como el centro ur- bano principal de la zona. De hecho, allí existió un señorío subordinado a Texcoco y prue- ba de ello sería la existencia de los importantes restos arqueológicos de «Los Pochotes». Los dominicos ocuparán esta área geográfica, previa cesión por parte de los franciscanos, con el objetivo de crear una serie escalonada de establecimientos que marcarán la comuni- cación entre México-Tenochtitlán y sus conventos de Morelos y Oaxaca.

Chimalhuacán. Iglesia. Vista lateral.

6. KUBLER, G. Arquitectura mexicana del siglo XVI, p. 630. 7. VILA VILAR, E. y SARABIA VIEJO, M.ª. J. Cartas de cabildos hispanoamericanos: Audiencia de México. Tomo II, p. 295. 8. Cfr. ALONSO CHOMBO, M. E. Chimalhuacán. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 265

La cercanía de Chimalhuacán con respecto a la capital virreinal hizo que, rápidamente, de ser un pequeño templo de visita, se convirtiera en uno de los principales de la ruta domi- nica. Su fundación hay que situarla en torno a 1559 9. El convento bajo la advocación de Santo Domingo de Guzmán no mantiene en la actualidad la importancia que históricamente ejerció, de hecho apenas quedan restos del claustro y la iglesia habría que datarla en el si- glo XVIII 10. Sólo el espacio atrial y la potencia volumétrica de la iglesia nos permiten se- ñalar su importancia urbanística. La pintura que contiene la Relación nos ofrece una vista genérica del territorio. Chimalhuacán está representada sencillamente con el edificio de la iglesia monacal. Otras construcciones se refieren a las estancias dependientes con pequeñas iglesias representativas. También señalar, la existencia de una plaza con una construcción que semeja los «calli» de los códices donde aparece la leyenda «El tianguez y mercado». Es interesante constatar la presencia de un cerro en la zona central, con una pequeña cons- trucción y la leyenda «Casa de idolatría antigua», que nos remite a los restos prehispánicos, ya citados, actualmente en proceso de estudio. Por lo demás, la pintura de Chimalhuacán distribuye el territorio mediante caminos, el perfil de la laguna que le sirve de límite y zo- nas de vegetación que tendrían una importante riqueza forestal. Hoy día la laguna de Texcoco está totalmente desecada y sí se mantiene como referente geográfico el gran cerro del Chimalhuachi. El tercero de los asentamientos urbanos que componen la Relación es Chicoloapan 11. Se instituyó en visita del anterior, aunque fue primeramente atendido por franciscanos. No consta que tuviera una edificación importante en el siglo XVI. De hecho el templo actual se construye en la segunda mitad del siglo XVII, con modificaciones en el XVIII. No obstante bajo la advocación de San Vicente, ya existía en la pintura de la Relación Geográfica un representativo edificio con atrio de la misma proporción, rectangular alargado, que la plaza pública anexa. La población responde a una retícula ortogonal con manzanas cuadradas y rectangulares. Además otros elementos periféricos permiten la situación de los caminos con sus principales direcciones, alguna estancia sujeta identificada con una pequeña iglesia, los límites de la laguna e incluso el cerro donde existieron templos prehispánicos. No hay que olvidar el glifo que representa una fuente, de la que se abastecía el pueblo y donde la pre- sencia de unos pájaros denominados Chicuatototl, daban nombre a esta población. El pro- yecto urbano se mantenía en el siglo XVIII, donde un pleito sobre los límites de diversas haciendas en 1769 nos vuelve a mostrar el trazado reticular de manzanas cuadradas subdi- vididas en cuatro parcelas y la iglesia como edificio dominante 12.

9. KUBLER, G. Op. cit., p. 630. 10. Secretaría de Educación Pública. Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural. Ref. 000596. 11. Cfr. CASTILLO JIMÉNEZ, V. y ORTIZ FERNÁNDEZ, M. Chicoloapan de Juárez. 266 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Dentro del Valle de México sin duda una de las poblaciones fundamentales fue la ciudad de Texcoco (Tezcuco) 13, que formó parte de la Triple Alianza, junto con los mexicas y los tepanecas en época prehispánica. Esta ciudad fue rápidamente considerada como cabecera por los españo- les y, probablemente, en 1525 ya estaban asentados los franciscanos. La importancia de este territorio hizo, incluso, que Hernán Cortés se quedara con la encomienda aun- que posteriormente fue desalojado no sin pleitos 14. Desgraciadamente la relación de Texcoco no aporta grandes noticias sobre la traza urbana, aunque sí sobre la arqui- tectura civil de origen prehispánico 15. La historia de la Relación es complicada ya que, la que actualmente se conserva en la biblioteca de Austín (Universidad de Texas), corresponde a la copia que entre 1609 y 1626 realizó don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. El texto primigenio realizado por Juan Bautista de Pomar, descendiente de la nobleza de Texcoco, ha desaparecido Chicoloapan. Iglesia. Fachada. y sospechamos que la copia no responde en su totalidad a las noticias del original. En- tre las pérdidas tenemos que reseñar al menos ocho pinturas anexas 16. El edificio actual de la iglesia conventual responde a numerosas reconstrucciones que han olvidado el proyecto del siglo XVI. No obstante es importante reseñar su importancia histórica si tenemos en cuenta que entre los primeros franciscanos residentes estuvo Fray Pedro de Gante, que allí aprendió náhuatl y que, posiblemente, existió una primera escuela de artes y oficios donde intercambiaron técnicas europeas e indígenas 17.

12. Ibidem, p. 94. 13. Cfr. LOERA CHÁVEZ, M. Murmullos de antiguos muros. Los inmuebles del siglo XVI que se conservan en el Estado de México, pp. 108-109. 14. GERHARD, P. Op. cit., pp. 320-323. 15. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, pp. 112-113. 16. Sobre la historia de esta relación Cfr.: Ibidem, pp. 23-41. 17. Cfr. KUBLER, G. Op. cit., pp. 583-584. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 267

Texcoco. Iglesia conventual y capilla abierta.

Al norte de Texcoco se encuentra la jurisdicción de Tequizistlán (Tequisistlán) de enor- me interés puesto que incluye poblaciones tan importantes como Acolman, San Juan Teotihuacán y Tepexpan. Ninguno de estos asentamientos tenía regularizado su urbanismo. Las respuestas son como siguen: «Esta poblado (Acolman) sin orden, y no en pueblo for- mado» 18, «No está fundado (San Juan Teotihuacán) en pueblo formado sino de casas derra- madas» 19, «No estaba el dicho pueblo (Tequizistlán) formado en calles, ni sus sujetos, ni por orden, antes derramado» 20 y, por último, «No está poblado (Tepexpan) en pueblo fun- dado, sino derramados» 21. El plano que acompaña la Relación representa, de forma muy esquemática, el conjunto de la región marcando los distintos caminos (a Tlaxcala, a Veracruz, a Tezcuco, a Otumba…), montes, ríos y acequias. Estas últimas son interesantes pues daban agua a molinos como el de Acolman, situado junto al convento. Los distintos pueblos sujetos se representan me- diante una esquemática iglesia, mientras que las cabeceras sitúan en su entorno diversas construcciones domésticas. También se representan algunas glosas referidas a propietarios de tierras (Cristóbal Gudiel, Antonio Carvajal, Juan Clemente, Hernando Pacheco…).

18. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 224. 19. Ibidem, p. 223. 20. Ibidem, p. 241. 21. Ibidem, p. 246. 268 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

San Juan Teotihuacán se representa mediante dos caminos que se cortan en ángulo rec- to formando cuatro manzanas interrumpidas por el río San Juan que atraviesa de este a oes- te. En las cuatro cuadrículas se puede identificar la fachada del convento (almenada y con espadaña), el tianguez (mercado) en la segunda cuadrícula y la comunidad (se refiere al cabildo indígena). También se nominan en el entorno de esta representación urbana la casa del salitre, la venta y el molino de San Juan. La población de Tepexpan se marca con la presencia de lo que sería la fachada de su iglesia y el atrio que se centra con una cruz. Separado por un camino encontramos el edifico de la comunidad. Más compleja la representación de Tiquizistlán centra la población median- te la fachada de la iglesia (almenas y espadaña) y una plaza que el antecede con la glosa «tianguez». También es importante la presencia de una venta representada mediante una cons- trucción en forma de —U— con un patio central al que se abren galerías o habitaciones. Por último, Acolman ocupa un espacio desproporcionado en relación con las otras po- blaciones. Así separados por caminos y acequias, apreciamos el convento con su atrio re- presentado mediante la fachada, en la que abre un arco de medio punto sobre columnas, y una espadaña con tres campanas. Junto al atrio aparece el molino de Acolman. Hacia el oeste un nuevo espacio centraría la plaza con el mercado, un mesón, el cabildo indígena y la denominada casa de Solís que, sin duda, se refiere a las casas principales del encomendero Francisco de Solís. En estas poblaciones destacan las construcciones religiosas de San Juan Teotihuacán y Acolman. De la primera dice la Relación de 1580: «Hay en él un monasterio de frailes franciscos, que administran doctrina a los naturales. Tienen un buen templo, y casa razona- ble donde residen de ordinario tres sacerdotes y un fraile lego. Fundóse el monasterio el año de sesenta y tres, siendo provincial de la dicha orden Fray Miguel Navarro y, guardián en el dicho pueblo, Fray Francisco Pérez» 22. Lógicamente el convento agustino de Acolman es una de las obras capitales de la ar- quitectura virreinal en el siglo XVI 23. Su importancia está refrendada en la Relación: «Hay un monasterio de frailes de la orden de San Agustín, en que hay un estudio donde se lee Gramática. Residen en el veinte y cuatro religiosos, los cinco, sacerdotes para la adminis- tración de la doctrina a los naturales. Tiene un templo muy solemne de bóveda y una muy suntuosa portada de cantería, con su arquitectura, y una buena huerta dentro del monaste- rio, en que se coge cantidad de nueces de España, y guindas y cerezas y ciruelas en canti- dad. Fundóse el monasterio el año de mil y quinientos y treinta y nueve, siendo provincial de la orden de San Agustín el venerable padre Fray Jorge Dávila» 24.

22. Ibidem, p. 239. 23. Cfr. ORTIZ LAJOUS, J. San Agustín de Acolman. 24. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, pp. 231-232. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 269

Acolman. Convento agustino. Acceso al atrio.

Con anterioridad había habido un asentamiento franciscano desde 1524 ya que la evan- gelización de esta región era muy importante por las significaciones religiosas que tenían. Allí había existido un importante santuario que conmemoraba el sitio donde se habían sacrificado por la humanidad, arrojándose al fuego para iluminar el mundo, rena- ciendo como el Sol y la Luna. También era el lugar donde había surgido la primera pareja humana. Estas significaciones, evidentemente, lo convertían en un lugar de alto interés en el proceso de aculturación. En la arquitectura conventual se reúne el atrio, una cruz con los atributos de la pasión tallados en piedra, una capilla abierta a nivel del primer piso, dos claustros y la iglesia. Ésta última tiene una sola nave en la que se separa el presbiterio me- diante un arco toral. Se utilizó una cubierta nervada en la capilla mayor y armadura de ma- dera en el resto que ya estaba sustituida por bóveda cuando se hizo la Relación Geográfica. El proyecto se completaba con una importante fachada clasicista relacionada con Claudio de Arciniega en la que la base del diseño es un arco de triunfo enmarcado por dobles co- lumnas adosadas y hornacinas en los intercolumnios. Son interesantes las cartelas laterales que nos señalan la fecha de su realización (1560) y los gobernantes del momento (Felipe II y el virrey don Luis de Velasco). La fachada se completa con un importante programa escultórico y decorativo. Además, el modelo estructural e iconográfico se repetirá en otras construcciones agustinas como Meztitlán, Ixmiquilpan o Yuririapúndaro 25.

25. Cfr. AA.VV. San Agustín de Acolman; LÓPEZ GUZMÁN, R. Arquitectura y carpintería mudéjar en Nueva España, p. 111. 270 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

En la zona del valle de Teotihuacán se encontraba la jurisdicción de Chiconauhtlan (Chiconautla), que reunía una serie de cabeceras entre las que destacaba Ecatepec que tenía tres veces más tributarios que el resto (1230). De hecho, el único monasterio franciscano de la zona estaba en este pueblo. Dedicado a San Cristóbal había sido primero convento dominico transferido en 1567 a los franciscanos 26. Desgraciadamente se ha perdido la pintura que acompañaría la Relación de 1580, aun- que el texto nos da alguna ligera idea de la traza urbana: «… en cuanto a la Pintura y calles, como se han muerto muchos indios, están los pueblos desbaratados y sin orden de calles, porque hay pocas casas derramadas» 27. Si descendemos hacia el Sur del Valle de México encontramos el partido de Mexicaltzingo que comprendía, además, las poblaciones de Culhuacán, Iztapalapan y Churubusco. La Relación de este último enclave ha desaparecido así como la pintura de la cabecera principal. Todos estos lugares se diluyen, en la actualidad, dentro del distrito fe- deral de la capital. Las pinturas conservadas de Culhuacán e Iztapalapan dan ciertas informaciones que podemos cotejar con el texto de la Relación. La primera nos presenta una retícula con cua- tro manzanas alargadas que se continúan con los diversos caminos, algunos de los cuales nos llevan hacia las diversas estancias representadas con una pequeña iglesia y su advocación.

Culhuacán. Iglesia conventual. Ruinas.

26. GERHARD, P. Op. cit., p. 234. 27. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 235. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 271

Son interesantes las referencias de las acequias, ya que no podemos olvidar que Culhuacán se comunicaba por vía fluvial con la laguna de México. De hecho, existía un gran estanque, del que todavía quedan restos, y un molino de papel que sin duda aprovechaba el agua de estas corrientes. También son reseñables los puentes que situados en la trama urbana per- miten cruzar los cursos de agua sin interrumpir la linealidad de las calles. Entre las repre- sentaciones destaca por su volumen el convento de San Juan Evangelista de Culhuacán, también la ermita junto a la acequia que parece completar su representación mediante una cruz. A nivel civil el glifo y la identificación mediante un «calli» del edificio de la «comu- nidad» (cabildo indígena), importante para los objetivos de nuestra investigación. Además, aparecen montañas y algún elemento vegetal. Los caminos y calles se marcan con pies. Lo prolijo de esta descripción se debe a los numerosos datos que suministra de carácter urbano y arquitectónico, interés que aumenta al encontrarnos en la parte de atrás del soporte la fir- ma del pintor: Pedro de San Agustín. Si analizamos algunos aspectos del texto encontramos afirmaciones como: «…es pue- blo fundado y poblado en orden, con sus calles y plazas» 28. Afirmaciones cotejables en la pintura. No es de extrañar si tenemos en cuenta que Fray Juan Núñez, prior del convento agustino, entendía el náhuatl y, por tanto, la presencia del glifo en la pintura, el autor de la misma y la utilización de papel del batán de Culhuacán no nos puede sorprender en este mundo de sincretismo. Por lo que se refiere a Iztapalapan nos encontramos a personajes en su redacción que pueden interesarnos. Por un lado el doctor Francisco de Loya, beneficiado del pueblo que sabía náhuatl, y el gobernador Alonso Axayaca, perteneciente a la nobleza azteca que ha- blaba español 29. La pintura se resuelve mediante tres caminos que conforman un rectángu- lo en torno al glifo de Iztapalapan, con glosas que señalan las direcciones: el primero a Cuitlahuac y Puebla, el segundo hacia México y el tercero parece, más bien, configurar la retícula de la población ya que junto al mismo se levanta la iglesia de San Lucas que marca su preeminencia con una espadaña. Las poblaciones dependientes solo se significan me- diante pequeñas edificaciones de iglesias sin torre, ni espadaña, pero con leyendas que iden- tifican la advocación. Otros elementos representados son la laguna de México, una fuente de agua y los indicativos de orientación (norte y sur). Por último, el edificio más impor- tante de los dibujados sería las casas de la Comunidad, de marcado carácter prehispánico con dos entradas adinteladas. Desgraciadamente estas casas del cabildo indígena han des- aparecido en su mayoría, quedándonos un significativo e importante resto en Meztitlán (Hidalgo) 30.

28. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 33. 29. Ibidem, p. 38. 30. ARTIGAS, J.B. Meztitlán, Hidalgo. Arquitectura del Siglo XVI, pp. 67-73. 272 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 273

Ya hemos señalado la formación cultural de los que intervinieron en la Relación, a los que tenemos que añadir el nombre de Martín Cano, que era vecino del pueblo y oficial de pintor, el cual realizó la pintura que se anexaba y que hemos comentado. Respecto a Mexicaltzingo sabemos que fue el indio Domingo Bonifacio quien realizó la pintura que se encuentra extraviada 31.

7.2. ESTADO DE MÉXICO

Es difícil separar los territorios culturales del Estado de México de la capital federal que constituye el centro del Valle. Las zonas perimetrales del mismo conjuntamente con el Valle de Toluca constituyen lo fundamental de la actual demarcación política 32. En el siglo XVI Toluca, capital actual del Estado de México, fue el enclave urbano mas importante de la región al considerarse como pueblo de españoles, aunque con una numerosa población indígena. Incluso, sabemos, que en 1580 tenía 120 vecinos españoles si atendemos al dato aportado por la relación de Atlatlauhca 33. No obstante, en la parte suroriental del valle de Toluca o de Matalcingo, encontramos una serie de relaciones geo- gráficas de sumo interés referidas a pueblos de indios 34. Desde el punto de vista urbanístico y por lo que significa de traslado y superposición sobre un asentamiento prehispánico destaca la de Tenango del Valle (Teutenango) 35. La re- lación está fechada en 1582, y nos habla de una ciudad con una traza perfectamente dibuja- da en la respuesta al capítulo 4: «…que el dicho pueblo está en tierra muy llana y arenosa, al pie del cerro, y tiene la traza de la ciudad de México, calles derechas; y, en él, no hay otra agua, si no la de la fuente que está dicho» 36. Lo importante de esta afirmación es que encontramos una ciudad que ha sido trasladada de su primitivo asentamiento, trazada reticularmente y que, además, considera como modelo urbanístico la ciudad de México. In- cluso, entre los informantes, están los alcaldes y regidores indígenas que mantenían la tra- dición prehispánica de forma muy viva, ya que el primitivo asentamiento de Teutenango estaba en un monte sobre la nueva población cuyos restos perimetrales son descritos como «albarradas de piedra tan altas como un hombre» 37. Estos elementos los podemos cotejar perfectamente en la pintura que acompaña al texto. Aparece la montaña con el asentamien-

31. ACUÑA, R. Op. cit., p. 47. 32. Sobre la arquitectura y el urbanismo del Estado de México, Cfr.: LOERA CHÁVEZ, M. Murmullos de antiguos muros. Los inmuebles del siglo XVI que se conservan en el Estado de México. 33. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI. México I, p. 47. 34. GERHARD, P. Op. cit., pp. 278-281. 35. Cfr. LECHUGA MARTÍNEZ, S. Tenango del Valle. 36. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI. México II, p. 278. 37. Ibidem, p. 277. 274 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tenango. Vista general. to prehispánico representado por el perímetro amurallado y una construcción de carácter religioso (la ermita) que sacraliza el espacio. Debajo una correctísima traza en cuadrícula que engloba en el centro una perfecta representación de la iglesia con su campanario y una capilla abierta que abre con triple arcada, sin olvidar el atrio con su barda almenada. Junto al convento se encuentra la plaza con la horca y la picota pública, la fuente y una serie de edificaciones civiles identificadas como «casa del clérigo», «casa de comunidad» y «casas reales para el corregidor». Todas estas edificaciones presentan doble altura destacando la del corregidor con una galería abierta desde donde, sin duda, presidiría las actividades pú- blicas de la plaza. Volver a señalar que en la propia pintura se lee el siguiente texto: «este pueblo de Teutenango descendió del peñol a este llano, y está por sus calles derechas y traviesas, como México». Fuera de la traza urbana, junto al río, aparece una edificación con la inscripción «el matadero de novillos: carnicería», atenta su ubicación a las normati- vas higiénicas modernas. La cotejación de la trama histórica con la ciudad actual nos per- mite percibir la exacta información de la relación geográfica manteniéndose la parte central de la traza cuadriculada en la actualidad. Otros espacios representados en la pintura serían los tres enclaves urbanos sujetos a Tenango: San Miguel (Balderas), San Mateo (Texcalyacac) y San Francisco (Tetetla). To- dos representados mediante una cuadrícula con la iglesia en el centro, la proporción de cada uno de ellos se refiere, sin duda, a su importancia poblacional. Si cotejamos esta informa- ción con los planos actuales podemos comprobar la presencia de perfectas retículas ortogonales en San Miguel Balderas y San Mateo Texcalyacac. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 275

Texcalyacac. Atrio.

Cerca de Tenango, en dirección a Malinalco se encuentra Atlatlauhcan y Suchiaca, cuya relación conjunta se hizo en 1580. La pintura que la acompaña representa genéricamente el territorio y solo las cabeceras de Atlatlauhcan y Suchiaca se definen con una iglesia almenada y campanario rodeadas por cuatro construcciones domésticas. El resto de estancias o pobla- ciones fuera de su jurisdicción (como Teutenango y Calimaya) se representan con una pe- queña iglesia, siendo de enorme interés la que se refiere a la villa de Toluca que adquiere la misma tipología icónica que las dos cabeceras de la relación. Otros elementos geográficos representados serían los montes con una arboleda realista y desproporcionada con respecto al conjunto, los caminos marcados por pequeños dibujos de pies y la importante corriente de agua con su nacimiento. En el cuadrante suroeste del estado de México se encuentran las minas de plata de Zultepec (Sultepec) que fueron habitadas por una «congregación de españoles» que alcan- zó más de 60 vecinos 38, los cuales explotaron distintos reales de minas que iban siendo abandonados conforme se agotaban las vetas 39. En el entorno se situaban numerosos asentamientos indígenas sin traza urbana: «… que el sitio y asiento destos dichos pueblos,

38. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 181. 39. GERHARD, P. Op. cit., p. 277. 276 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Atlatlahuaca. Atrio.

Calimaya. Atrio. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 277 todos están en alto, sin traza ninguna, en serranías y quebradas, sin plazas ni calles; hay, en cada pueblo, su iglesia, de la advocación del pueblo en que está» 40. En la misma zona hacia el actual estado de Michoacán se encontraban las minas de Temazcaltepec y Tuzantla. De hecho, la segunda población pertenece, actualmente a Michoacán. Las minas de Temazcaltepec eran la cabecera de la alcaldía mayor y pueblo de españoles. El descubrimiento se había producido en 1555. En el entorno había, en cambio, pueblos de indios que servían en las minas. El negocio debía ser próspero pues se indica la existencia de hasta veinticinco ingenios para moler la plata 41. En cuanto a la traza urbana se incluyen cuatro pinturas a modo de explicación. Corres- ponden al Real de los Ríos, Texcaltitlán, Texupilco y Temazcaltepec. En la correspondiente al Real de los Ríos se representan las corrientes de agua, las montañas y bosques, así como la cabecera y los Reales Viejo y de San Andrés. Todos ellos con una pequeña aglomeración de casas y una iglesia con su torre. La importancia del Real de los Ríos en la representación deviene de que allí se encontraba la iglesia matriz 42. La pintura de Texcaltitlán mantiene la misma estructura a la que se añaden representa- ciones de un ciervo, un armadillo y de indios luchando. También es interesante la identifi- cación de la capital virreinal mediante una iglesia de igual tamaño y dibujo que la de la cabecera. La correspondiente a Texupilco mantiene los mismos criterios genéricos con la única glosa de la cabecera sobre su iglesia. El esquema se repite en Temazcaltepec, completándo- se con la presencia de un indio con arco que parece cazar un conejo.

7.3. ESTADOS DE PUEBLA Y TLAXCALA

La zona geográfica correspondiente a los actuales Estados de Puebla y Tlaxcala con- forman una unidad cultural de una gran diversidad y riqueza ya desde época prehispánica. La alta densidad poblacional, las posibilidades de desarrollo agrícola y su situación en la vía de comunicación entre la capital virreinal y el puerto de Veracruz, le convirtieron en una de las regiones más importantes y con un mayor desarrollo urbano y arquitectónico de toda Mesoamérica. A ello habría que añadir las específicas condiciones del encuentro con las tropas cortesianas por parte de los señores de Tlaxcala, lo que les permitió unas condiciones de

40. ACUÑA, R. Op. cit., p. 183. 41. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 142. 42. Ibidem, p. 153. 278 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 279 pacto jurídico con la corona española, otorgándole privilegios que mantuvieron y fueron decisivos a lo largo del quinientos. Igualmente las posibilidades de desarrollo de la zona, hicieron que la Audiencia de Méxi- co decidiera la fundación de Puebla de los Ángeles en el año 1531 como pueblo de españo- les en un intento, por parte de las órdenes mendicantes, de mantener la dirección política, religiosa y no contaminada por la presencia de gentes de España de las comunidades indí- genas de la zona. La ciudad de Puebla se estructura mediante manzanas rectangulares de 180 x 90 me- tros (200 x 100 varas, con ocho solares de 50 x 50 varas) respondiendo a una correctísima retícula ortogonal, que deja en el centro libre el espacio de la plaza mayor con sus pórticos y otorga solares, en los lados mayores del rectángulo, para el ayuntamiento y la iglesia ma- yor (después catedral) 43. El proyecto urbano fue apoyado por los franciscanos de Cholula y Huejotzingo, con la idea de mantener sus doctrinas aisladas de los españoles que se asenta- rían exclusivamente en la nueva ciudad. Ciudad, que, desde el primer momento tuvo una población mixta al necesitar de los indígenas para el servicio de los colonos. El rápido crecimiento de la urbe y el traslado de la sede episcopal desde Tlaxcala hizo que se convirtiera en el polo cultural y poblacional de la zona, incluso desviando la ruta México-Veracruz que acabó teniendo su hito intermedio en Puebla. Ahora bien, en las amplias llanuras del entorno existieron numerosos asentamientos, algunos de ellos ya existentes en época prehispánica, que merecen estudios detenidos.

7.3.1. Tlaxcala

Hernán Cortés llegó a Tlaxcala en el año 1519. La actitud de alianza con los españoles va a suponer una serie de prerrogativas para estas comunidades indígenas, siendo privile- giadas con el traslado del primer obispado continental (1527), creado en la isla de Cozumel en 1518 44, así como con la presencia de los franciscanos que en 1535 fundaban la provin- cia autónoma del Santo Evangelio con Tlaxcala como cabecera. Entre los privilegios pro- pios de los tlaxcaltecas estaban los de mantener un gobierno exclusivamente indígena (el cual estaba encabezado por un gobernador que al principio era elegido y más tarde nombra- do por el virrey), no pagar tributos, derecho de portar escudo de armas, usar el «don» y montar a caballo, hacer descubrimientos propios, explotar minerales y cultivar las tierras que le fueron otorgadas.

43. Cfr. MÉNDEZ SÁINZ, E. Urbanismo y Morfología de las ciudades novohispanas. El diseño de Puebla. 44. Posteriormente en 1543 se sancionaría el traslado de Tlaxcala a Puebla. 280 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 281

Tlaxcala. Capilla abierta y espacio atrial.

La Relación Geográfica de Tlaxcala fue realizada por Diego Muñoz Camargo. Perso- naje mestizo que participó en el gobierno español de la ciudad, intérprete oficial y bien relacionado con las jerarquías indígenas. En 1583 formaría parte de la embajada ante Feli- pe II que organizó el alcalde mayor don Alonso de Nava. Ésta incluía, junto a nuestro escri- tor, a don Antonio de Guevara, gobernador indígena. El texto de la Relación debió termi- narlo Muñoz Camargo durante el viaje y estancia en Madrid, donde se lo entregó en mano al propio monarca, obteniendo del rey cédulas reales con beneficios para Tlaxcala 45. Respetando la estructura jurídica indígena, hacia 1540 Tlaxcala estaba repartida en cuatro cabeceras principales: Ocotelulco, Tizatlán, Quiahuixtlán y Tepetícpac. En paralelo la nue- va ciudad de Tlaxcala se comenzó a construir en torno a 1536 lo que suponía la primera gran congregación de la zona, continuándose en otras realizadas en 1560 y 1598 46. La fundación de Tlaxcala como congregación se enfrenta teóricamente a las cabeceras existentes como la de Tizatlán. Así el texto de Diego Muñoz Camargo nos dice de Tizatlán: «Por decir en este lugar cómo la poblazón y poblaciones de que hemos tratado es sin orden alguna y muy ajena del modo nuestro de calles y trazas, porque van a trechos, como a un tiro de piedra poco más o menos, muchas casas juntas apeñuscadas y, entre estas casas,

45. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala I, pp. 13-15. 46. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., España, pp. 333-336. 282 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN muchos callejones angostos y torcidos, con muchos retretes y vueltas» 47. En cambio, al definir la nueva Tlaxcala dice: «Y, después de ganada y pacificada toda la tierra, para poner a los naturales en alguna policía, por consentimiento, los señores desta república se bajaron destas laderas a poblar a este pequeño llano y ribera del Zahuatl, donde en modo castellano se han hecho y edificado muy grandes y suntuosas casas de bajos y altos, de cal y canto y argamasa, que adornan esta ciudad en extremo grado, porque tienen sus repartimientos de plazas y calles por gran nivel y geometría, por industria de los primeros religiosos que a esta tierra vinieron, frailes de la orden del señor San Francisco, gobernando don Antonio de Mendoza, visorrey que fue desta Nueva España, con su parecer y voluntad; que habrá cua- renta y cinco años, poco mas o menos, que esta ciudad se pasó a este lugar y sitio donde al presente esta» 48. La cualidad organizada mediante calles y plazas con un tratamiento geomé- trico se opone, en la lógica del cronista, a Tizatlán definido sin correcto diseño de calles. Gran interés tiene la descripción que Muñoz Camargo hace de la plaza pública que ade- más está acompañada de un dibujo explicativo. Según el texto, el espacio era casi cuadrado (170 x 176 pasos) rodeado de portales, en los laterales este y sur, sobre pies derechos de madera y basas de piedra. A estas galerías abrían numerosas tiendas alquiladas por comer- ciantes españoles. El lateral oeste estaba ocupado por un mesón, de propiedad municipal, que acogía a la población foránea. Este edificio tenía dos alturas y se estructuraba en torno a un patio. A continuación, siguiendo la línea sur-norte, se encontraba la cárcel y, más ade- lante, la casa de los alcaldes mayores y jueces. Estas estaban precedidas de un pórtico con arcos sobre pilares de piedra. La zona oeste se completaba con las carnicerías. El lateral norte era ocupado por las casas reales. Tenían diversas funciones como eran las administrativas de la urbe, la Audiencia de justicia, el Cabildo y lugar de aposento para los virreyes y personas principales (oidores, obispos, etc.) que llegaban a Tlaxcala. En la descripción se especifica que estaban formadas por dos moradas con portadas independien- tes «de hermosa cantería, labradas a lo romano y de graciosa arquitectura, tan buenas y tan altas, que podrán entrar por ellas holgadamente tres hombres de a caballo a la par» 49. El dibujo revela, por el contrario, cuatro entradas en la fachada más una secundaria y cuatro tramos de balcones en el piso superior. Una de las esquinas aparece rematada por una espe- cie de tejado a dos aguas de materiales vegetales coronados por una cruz. La parte libre de la plaza estaba ocupada por una fuente circular con ocho columnas en su circunferencia de las que procedían los caños. De esta pila principal se pasaba a otras pilas más bajas, de las cuales «la gente coge agua para servicio desta ciudad». Cerca del lateral sur estaba, también, la horca y la picota. Esta se encontraba en una plataforma «…dos

47. ACUÑA, R. Op. cit., p. 41. 48. Ibidem, p. 43. 49. Ibidem, pp. 44-45. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 283 estados (3’92 metros) de alto, que señorea toda la plaza», sobre la que se elevaba una co- lumna blanca de «18 palmos de alto» (3’78 metros). El carácter comercial de la plaza ya lo hemos señalado con la presencia de tiendas en los laterales este y sur pero, además se especifica que: « … a esta plaza se pasó el mercado que solía tener Maxixgatzin, el cual es libre y franco: por cédula de su Majestad no se lle- van ningunos derechos ni imposiciones dél, y, a esta causa, es uno de los principales y ricos mercados que hay en esta Nueva España … Hácese el mercado de ocho a ocho días, de sábado, y es tan celebrado que acuden de otras provincias tanta gente, que es cosa innume- rable, así de indios como de españoles» 50. No obstante, pese a ser Tlaxcala una ciudad de nueva traza, en ella se definía una se- gunda plaza de carácter religioso donde se encontraba la iglesia principal, que servía de denominación a la misma. Pese a su carácter religioso también se utilizaba para comerciar los días de mercado. Así se dice: «Están los españoles, debajo de los portales, a la contrata- ción de la grana, e indios, mestizos, negros y mulatos, con sus pesos y balanzas y dineros delante de sí, para el rescate della. Que es bien de ver el saberlo los naturales tan bien tra- tar, que admira su sutileza y maña, que no se dejan engañar» 51. Diego Muñoz Camargo describe algunos edificios de forma puntual, como sería el caso del convento de San Francisco. Éste se había construido sobre una pequeña colina en la parte Este de la ciudad. El convento era de los más importantes de la Nueva España ya que en él residían al menos veinte frailes. El conjunto conventual se precedía por un gran atrio y una iglesia, dedicada a la Asunción, que es considerada «pequeña y moderada», en com- paración con otras posteriores que se han hecho en la Nueva España. La razón de esta deci- sión era «la humildad de los frailes». En realidad respondía a un proyecto mudéjar cuyo espacio es el mejor conservado dentro de estas técnicas constructivas en México. La des- cripción es como sigue: «Esta iglesia es de una nave, y tiene cuatro altares, que es el altar mayor y altar del Santo Sepulcro, y dos colaterales que están debajo del arco toral, donde hace fación la capilla, todo pequeño y de muy buena traza y proporción, aunque no es muy ancha. Está cubierta de madera muy bien labrada, de cedro; tiene su coro alto, de muy buen tamaño; está cubierta de tejado» 52. Es importante la descripción que se hace de la capilla abierta denominada de San José, ya que pone de manifiesto el funcionamiento de estas construcciones en relación con el atrio. Así dice: «Antes que entremos a esta iglesia, está una capilla que llaman de señor San José, cuya capilla es de singular edificio y de obra maravillosa, ochavada y arqueada, de piedra blanca muy bien labrada, de pedestales, basas y columnas de lo propio, formada de cinco naves, que, de cualquiera parte del patio, se puede oír misa y ver al Santísimo Sacra-

50. Ibidem, p. 45. 51. Ibidem, p. 46. 52. Ibidem, p. 51. 284 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN mento del altar mayor. Tiene dos altares colaterales donde, los días solemnes y pascuas, se dice misa, ya que, por no caber en la iglesia tanta gente, se dice misa en esta capilla los domingos y fiestas. Tiene dentro de si esta capilla dos coros altos, que el uno sirve para los ministriles y, el otro, para los cantores desta capilla» 53. Desgraciadamente esta capilla, que aparece representada en el dibujo de la Relación, ha desaparecido siendo su estructura si- milar a la conservada en la cercana población de San Esteban Tizatlán. Además el atrio, que estaba rodeado de una barda almenada, tenía otras cinco capillas que servían para estaciones en los rituales procesionales y para adoctrinar a los niños que diariamente acudían por barrios al convento. También, en otras capillas se atendía a personas mayores que se preparaban para el matrimonio u otras cosas referentes a la fe católica. La imagen funcional aquí descrita en- cuentra su visión plástica en uno de los grabados incluidos por Fray Diego de Valadés en su obra «Retórica Cristiana» 54. No olvídemos que Valadés había nacido en Tlaxcala en el año 1533, lo que nos hace pensar que conocía muy bien el funcionamiento del convento fran- ciscano del que llegaría a ser guardián, aunque su formación estuvo directamente relacio- nada con Fray Pedro de Gante en el convento franciscano de México donde aprendió, entre otras capacidades, el arte del grabado 55. La situación del convento en alto con respecto a la población, posibilitaba la existencia de un segundo espacio en un nivel más bajo donde se encontraba la capilla de Nuestra Se- ñora del Rosario que abría sobre una arboleda de cipreses y álamos que daban sombra cuando se utilizaba este ámbito en las grandes conmemoraciones (Corpus Christi y día de la Asun- ción) a las que acudían indígenas de toda la región. Se completaba el proyecto conventual con un claustro, en torno a un patio con arquería y fuente central, y una huerta en la que se adaptaban plantas traídas de España y donde no faltaban algunas fuentes y ermitas. El convento se remataba con una torre aislada en un ángulo del atrio que servía como campanario. Además, los franciscanos habían fundado en Tlaxcala un hospital que pasó al patro- nazgo real y que atendía a indios y españoles. Se dice que tanto: «la obra de la iglesia y casa es de cal y canto muy fuerte, y de muy buena traza y obra». Especificándose que se realizó con el aporte humano y económico de los indígenas. También se señala la existencia de una cofradía dedicada a la Anunciación de Nuestra Señora, radicada en el hospital, y otras dos (Santísimo Sacramento y Nombre de Jesús) si- tuadas en la iglesia. Las cuales estaban duplicadas una para los naturales y otra para los españoles.

53. Ibidem. 54. VALADÉS, D. Retórica Cristiana. Fol. 107 v. 55. Ibidem, pp. VIII-XI. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 285

7.3.2. La región de Tepeyacac

La alcaldía mayor de este partido se situaba en Tepeaca, pero incluía las importantes po- blaciones de Tecamachalco, Quecholac, Santiago de Tecali (Tecali de Herrera) y Acatzingo 56. Los naturales de la región ocupaban el espacio de forma diseminada, conformándose en pueblos tras la conquista. En la Relación Geográfica de Tepeaca de 1580 se especifica esta circunstancia: «Y, en lo que toca a la formación de los pueblos, estaban, antiguamente, los naturales mas desparramados y esparcidos por el campo, hasta que, por mandado de su Majestad del rey, nuestro señor y emperador que santa gloria haya, se recogieron en la for- ma que al presente tiene esta dicha ciudad y pueblos de su provincia, que tienen muy buena traza de plaza y calles, con toda limpieza y buena orden» 57. Es más, cuando existía un establecimiento prehispánico no acorde con los nuevos fun- cionamientos sociales se cambió de lugar. Es el caso de Tepeaca: «…Y, conforme a esta cuenta, ha, que se fundó esta ciudad, trescientos y trece años; y el fundador desta ciudad fue un indio nombrado Quauhtliztac, que quiere decir ‘águila blanca’… y esta ciudad fue fundada en un ancón y remate de un cerro, en lo alto dél, donde viene a acabar el dicho cerro con una vuelta redonda. Y, después que los españoles vinieron a esta tierra, y estando

Tepeaca. Plaza mayor.

56. Sobre la historia política y encomiendas de la zona Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 286-290. 57. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 231. 286 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN ya en ella muy de asiento, puede haber treinta y siete años, por ciertos respectos muy jus- tos, tres señores que tenían a cargo esta ciudad repartida entre ellos, los cuales se nombra- ban don Luis de Guzmán, y don Hernando de la Cruz y don Juan Tlaytotlac, acordaron de mudar esta ciudad y fundarla, como la fundaron, al pie del dicho cerro, en un llano muy bueno y raso, donde al presente está. Lo cual, dicen, hicieron para se poder mejor extender y poblar; aunque todavía se han quedado, como se quedaron, algunos naturales, y viven el día de hoy en el dicho ancón, y alto y remate del cerro de la primera fundación, que es arrabal desta ciudad y se nombra el barrio de Tlaytleque, que quiere decir ‘ancón’» 58. Ese barrio de Tlaytleque está situado en una parte elevada sobre la población actual que incluso con importantes modificaciones conserva la primera iglesia y su ámbito atrial convertido en cementerio. Tepeaca se organizó con una traza en cuadrícula de grandes dimensiones marcando la plaza central con el monasterio franciscano, el cabildo municipal y centrando la plaza el famoso rollo de Tepeaca. De hecho, a través del procurador Hernando de Herrera se solici- taba en 1559 la concesión del título de ciudad y de un escudo de armas, lo que, en definiti- va, nos habla de la importancia urbana que había tomado el asentamiento 59. Es posible que una de las descripciones más interesantes de este conjunto urbano esté en la Relación Geo- gráfica de 1580: «… esta ciudad está asentada en un llano muy alegre, al pie del dicho ce- rro Tlaitleque. Tiene una plaza en cuadra muy graciosa y, en ella, la dicha fuente y pilas de agua, y un rollo (que por ser cosa notable se hace mención dél), que es a manera de torrejón de fortaleza; súbese por una escalera de caracol con ocho ventanas grandes, con sus pilares, cerrado lo alto de bóveda y con sus escalones a la redonda y pie de todo él, que, en efecto, puede servir de morada: es todo labrado de cal y canto. Las calles desta ciudad son muy bien trazadas, anchas y muy llanas, y toda la traza de la ciudad mira al sol; de forma que, en saliendo, la cubre toda. Y, en la dicha plaza, a la parte de oriente, está un monasterio de la orden de San Francisco, con su iglesia de bóveda, de una nave grande y bien acabada, y su huerta y un patio antes de entrar a la puerta de la iglesia, y todo cercado de cal y canto; y, a la parte del poniente, unas casas reales muy fuertes, con muchas piezas y aposentos, altos y bajos, en que vive y reside la justicia mayor que gobierna esta ciudad y provincia, e, incorporada en esta casa, está la cárcel. Y, en la misma cuadra, está un mesón, con muchos aposentos y anchura; y, a las espaldas de la dicha casa real, están otras casas bajas que sir- ven de comunidad, donde el gobernador y regidores naturales hacen sus juntas y ayunta- mientos, y recogen los pesos de oro de los tributos que esta ciudad paga a su Majestad en cada un año. Y, a la iglesia deste monasterio de San Francisco, acuden a misa y oficios

58. Ibidem, pp. 224-225. 59. Cfr. VILA VILAR, E. y SARABIA VIEJO, M.J. Carta de Cabildos hispanoamericanos. Audiencia de Méxi- co. Vol. 1, pp. 356-357. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 287

Tepeaca. Conjunto conventual.

divinos todos los vecinos y naturales desta ciudad, porque no hay en toda ella otra iglesia, ni monasterio de ninguna suerte. Viven en esta ciudad sesenta vecinos españoles, los cuales no tienen calle conocida, son que viven repartidos en la traza de la dicha plaza» 60. Lógicamente los franciscanos debieron intervenir en el nuevo planteamiento urbano y de hecho, participaron en la construcción de los sistemas hidráulicos que permitieron obte- ner agua para la población: «…que el asiento y traza della es en tierra muy llana y rasa, la cual, padeciendo la falta de agua que de suso se ha dicho, por no tener mas que la que se recogía con las lluvias, podrá haber treinta y siete años que, por orden e industria de algu- nos religiosos de la Orden de San Francisco, se descubrió cierta agua que destilan ciertas piedras y unas peñas que están, a seis leguas desta ciudad, en lo alto de una sierra muy montuosa y áspera que llaman de Tlaxcala, y, deste agua destilada, se viene a juntar un arroyo, en un llano y pradera que se hace poco mas adelante en el mismo alto de la sierra, en cantidad de bulto del muslo de un hombre. Y esta agua se encaña desde el dicho naci- miento por sus atanores de barro, y hecha la funda dellos de argamasa, con sus arcas a tre- chos. Y, con esta orden, llega a la plaza desta ciudad, adonde se da por repartimiento, al monasterio de San Francisco, la cantidad que le basta, y la demás entra en una fuente que está en la dicha plaza con ocho caños, que cada uno dellos tiene gordor de una caña, que es

60. ACUÑA, R. Op. cit., p. 235. 288 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Acatzingo. Iglesia conventual. medio real de agua cada caño; y, de allí, se reparte en otras pilas, donde se coge y da agua a las bestias y otros animales. De suerte, que basta para el proveimiento desta ciudad, y no sobra para que della haya aprovechamiento de ningún riego de huertas y panes, sino que toda se acaba y consume dentro de la traza de la misma ciudad» 61. La iglesia conventual de Tepeaca por su carácter almenado ha sido considerada como típica iglesia-fortaleza. Hoy día, la historiografía reconoce su valor simbólico, pero no su funcionamiento militar. Nos interesa el espacio interno estructurado en una sola nave con un gran presbiterio cubierto con bóveda de crucería sistema, que menos ornamentado, se continua en los tramos de la nave. Desgraciadamente el espacio atrial que comprendería toda una manzana de la trama urbana ha estado sujeto a la especulación urbana quedando solamente una especie de calle que conduce hacia la fachada reformada en el siglo XVIII 62. Curiosamente Acatzingo aparece como aldea menor sujeta a Tepeaca, cuando la realidad es que había desarrollado una importante traza urbana con manzanas rectangulares en propor- ción 2:1 (modelo igual al de Puebla de los Ángeles), lo que le permite plantear una plaza mayor cuadrada al suprimir dos manzanas por sus lados mayores. También se habían realiza- do obras hidráulicas, dice la Relación Geográfica: «…una aldea sujeta a ella, que es grande y se llama Acatzingo, en la cual se proveen de agua de una fuente de agua gruesa que traen

61. Ibidem, p. 229. 62. Cfr. KUBLER, G. Op. cit., p. 581. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 289 encañada a la dicha aldea, y, en la plaza della, tiene una fuente, que basta para todo el proveimiento de los vecinos naturales que allí viven» 63. La importancia de esta población la podemos constatar cuando en 1573 el cabildo de Tepeaca protestó ante la Audiencia de Méxi- co por habérsele dado el título de ciudad a Acatzingo, solicitando que se obligue a la nueva población a devolver los títulos, conseguidos con engaños, y reconocer como cabecera a Tepeaca 64. En 1580 se describía Acatzingo de la siguiente forma: «La aldea de Acatzingo, que es sujeta a esta ciudad, tiene su asiento en un llano de una joya; la plaza es cuadrada y, en ella, está una iglesia y monasterio del Señor San Francisco: es de una nave, lo alto cubierto de bóveda, y es del advocación del Señor San Juan Evangelista. Y, al otro lado de la plaza, hay unas casas reales, comunes, de que los naturales se sirven como en los demás pueblos. Tiene sus calles bien trazadas. Viven en él diez vecinos españoles» 65. La traza urbana de Tecamachalco es una cuadrícula perfectamente estructurada, mar- cada por siete manzanas en origen, orientadas de noroeste a suroeste siguiendo la falda del cerro Chiquito hacia el camino real (hoy carretera Puebla-Tehuacán). «El pueblo de Tecamachalco, desta provincia, está en la falda de un cerro y ladera dél, de cuya causa tie-

Atlatlahuaca. Claustro.

63. ACUÑA, R. Op., cit., p. 230. 64. VILA VILAR, E. y SARABIA VIEJO, M.J. Op. cit., pp. 356-359. 65. ACUÑA, R. Op. cit., p. 237. 290 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN ne mal asiento. Y, en lo alto del pueblo, está una iglesia y monasterio de frailes de San Francisco, y no hay otro en él. La plaza está de buena traza, aunque en mal asiento, por ser en una cuesta. Viene a ella el agua, aunque no tiene fuente, por descuido de los alcaldes mayores desta provincia. Y tiene, en lo alto de la dicha plaza, por bajo del monasterio, unas casas reales muy graciosas, con buenos aposentos y bien acabados, con casas de comuni- dad de los naturales, donde hacen sus juntas y ayuntamientos, y recogen los pesos de oro que pagan de tributo a su encomendero. Las calles, aunque en la dicha ladera, van bien trazadas, y bajan a dar a un llano. Fundóse este pueblo en aquel asiento, y no le bajaron al llano, por causa que, en tiempo de las aguas, se pudiera anegar por la mucha que se recoge al dicho llano, sin tener desaguadero; demás de que pudiera la humedad causar enfermeda- des. Y este pueblo fue fundado, primero, en otra parte, como a una legua de donde ahora está, que era en un repecho de lo alto de una sierra, de donde tomó el nombre que tiene de Tecamachalco. Y allí, en aquel primero asiento, tenía una fuente de agua dulce, aunque poca. Habrá cuarenta años que se trasladó a donde ahora está, por orden de un religioso de la Orden de San Francisco, llamado Fray Andrés de Olmos, que a la sazón los industriaba en la doctrina cristiana. Viven en este pueblo cien vecinos españoles, que tienen sus casas y viviendas entre las de los naturales, aunque, la mayor parte, en la comarca y traza de la dicha plaza» 66. En el convento franciscano, que originalmente ocupaba cuatro manzanas de la traza, se encuentran en un estado lamentable los restos arquitectónicos de los espacios en torno al claustro. Apenas quedan, igualmente, restos de la capilla abierta y, adaptada a sala de expo- siciones, la capilla de la Tercera Orden. En cambio, la iglesia es uno de los edificios más importantes del siglo XVI en Nueva España. Debió estar terminada en 1562 67 en que se datan las pinturas del tlacuilo Juan Gersón en la bóveda del sotocoro. En ellas se represen- tan escenas del Antiguo Testamento y del Apocalipsis. La única nave se cubre con bóvedas de crucero al igual que la capilla mayor separada mediante un arco toral. Antes de la llegada de los españoles, Tecamachalco fue un importante señorío popoloca, razón por la cual el convento franciscano se convirtió en un lugar de estudio de esta cultura y su lengua 68. No hay que olvidar, en este sentido, que en 1540 fray Francisco de las Navas bautizaba a 12.000 indígenas y que fray Francisco Toral realizó un «Arte y vocabulario» de la lengua de los popolocas 69. Entre 1641 y 1645 el obispo de Puebla, Juan de Palafox, secularizó la parroquia aun- que los mendicantes siguieron ocupando su convento. Este cambio supuso la construcción

66. Ibidem, pp. 235-236. 67. KUBLER, G. Op. cit., p. 578. 68. Ibidem, p. 579. 69. Secretaría de Educación Pública. Dirección general de sitios y monumentos del Patrimonio Cultural. Fi- cha: 001464. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 291 de la nueva iglesia en el entorno de la plaza mayor, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, construida con el aporte de familias españolas que habían ocupado los so- lares perimetrales. La población de Quecholac se va diseñar como una perfecta cuadrícula de grandes di- mensiones. La descripción de la Relación Geográfica dice: «El pueblo de Quecholac tiene su asiento en un llano, en las faldas de unos cerros altos, pelados; tiene la plaza en cuadra y muy bien trazada, y, en ella, un monasterio de frailes de San Francisco, con un templo de tres naves y, lo alto dél, cubierto de madera, muy bien hecho y acabado, de la vocación de la Magdalena. Y, en la plaza, unas casas reales de la forma que en los demás pueblos, y de que los naturales se sirven como los demás. Y, en esta plaza, tienen una fuente de agua gruesa, en abundancia, y las calles del dicho pueblo son anchas, y bien fundadas y trazadas. Viven en el tres o cuatro españoles» 70. La iglesia de la Magdalena de Quecholac es, posiblemente la primera trazada con tres naves por los franciscanos en México, aunque un sismo en el siglo XVIII obligó a la re- construcción, ahora con bóvedas, reduciendo el programa espacial a una sola nave. Ya en 1580 era famoso Tecali por sus trabajos de onix: «En esta provincia, en el pueblo de Santiago Tecali, que de suso va referido y está a una legua desta ciudad, hay canteros de

Quecholac. Barda atrial.

70. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, pp. 236-237. 292 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tecali. Iglesia conventual. Naves. jaspes, de donde se sacan aras, y se hacen cruces y otras cosas muy preciadas» 71. Su traza urbana, pese a estar asentada sobre una meseta con importantes accidentes geográficos perimetrales, responde a una cuadrícula descrita de la siguiente forma: «El pueblo de Santia- go de Tecali tiene su asiento en una mesa en lo alto de unos cerros, en un calichal. Tiene una plaza en cuadra, no muy llana, y en ella está un monasterio de la Orden de San Francisco, con un templo de una iglesia de la vocación de Santiago: es un templo muy grande de tres naves, y, lo alto, cubierto de madera. Y, a otra parte de la dicha plaza, están unas casas reales, comu- nes, de que se sirven los naturales como en los demás pueblos. Las calles tienen buena traza, excepto que, por no ser tierra llana, no son tan buenas como las de otros pueblos» 72. El templo de Santiago Apóstol de Tecali parece que se comenzó en 1554. Se concibe como una iglesia de tres naves separadas por arcos sobre columnas y capilla mayor diferen- ciada. Esta se cubre con una bóveda de medio cañón, pero, las naves estuvieron cubiertas por armadura de par y nudillo, la central, y de colgadizo las laterales. Desgraciadamente a principios del siglo XX ciertos políticos municipales decidieron reutilizar los elementos lignarios en una coyuntural plaza de toros. Consecuentemente hoy día solo la arquitectura en cantera y mampuesto se encuentra en pie. A la importancia de este gran proyecto cons- tructivo mudéjar hay que añadir la magnífica portada con arco de medio punto enmarcado

71. Ibidem, p. 256. 72. Ibidem, p. 237. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 293 por columnas y rematada con frontón triangular, que responde a típicos modelos de trata- dos de arquitectura 73. Para 1580 lo fundamental de todas las construcciones conventuales referidas estaba ter- minado. En todas ellas habitaban al menos dos frailes que incluso predicaban en castellano y náhuatl. También existían hospitales de los que la Relación especifica: «En esta ciudad, y en cada uno de los cuatro pueblos de la jurisdicción desta provincia, hay un hospital, donde se curan los pobres naturales. Y estos cinco hospitales son muy pobres y sin dotación nin- guna, mas que tan solamente las limosnas que piden. Y todos ellos han sido fundados por los mismos religiosos de la orden del Señor San Francisco, a la misma sazón que fundaron los dichos monasterios. Y estos hospitales se nombran «reales», y, otros, tienen el advocación de Nuestra Señora» 74.

7.3.3. La ciudad de Cholula

Cholula constituye uno de los centros religiosos prehispánicos mas importantes de Mesoamérica produciéndose sobre la misma uno de los cambios mas traumáticos en cuanto a la concepción de la ciudad precortesiana y su integración como destacado centro poblacional y económico en el virreinato.

Cholula. Pirámide e iglesia de los Remedios.

73. Cfr. LÓPEZ GUZMÁN, R. Arquitectura y carpintería mudéjar en Nueva España, p. 134; y, KUBLER, G. Arquitectura mexicana del siglo XVI, p. 578. 74. ACUÑA, R. Op. cit., p. 258. 294 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

La existencia de buena y extensa tierra de cultivo, así como de mano de obra indígena supuso la llegada de numerosos españoles a esta zona. Para 1542 la población autóctona había sido removida de su asentamiento original para reformar la traza de la ciudad prehispánica (radial y confluyendo en la pirámide y centro ceremonial), dándole un ordena- miento cuadricular con la plaza mayor en el centro, rodeada de pórticos y presidida por una fuente y la picota pública. En uno de sus laterales se abría el convento de San Gabriel con su importante atrio, posas y capilla abierta. De hecho, la gran pirámide se había enmarcado en una de las cuadrículas, sacralizado con una cruz y, posteriormente, con la construcción de una iglesia en la zona superior 75. La fuente de carácter monumental se dibuja en el plano con una pila hexagonal y taza superior, descrita en la relación de 1581 de la siguiente forma: «Tiene una fuente en la pla- za, que viene de legua y media desta ciudad, de la parte del noroeste, en harta abundancia, cuya agua es también gruesa y salobre, que sirve a los naturales para sus necesidades y a la huerta del monasterio que en ella hay. Los españoles beben de una fuente que está fuera de la ciudad, de buena agua y delgada» 76. El relato de las edificaciones civiles y sus características constructivas y urbanas inte- resa por lo que afecta al diseño de las fachadas, esquinas de las manzanas e incluso la con- formación de aceras de ladrillo: «Las casas están edificadas, y se labran hoy, al modo que labran los españoles: de piedra tosca, ladrillo y adobe, cubiertas de azoteas encaladas. Las portadas son todas, o de piedra parda y negra labrada de sillería, o de ladrillo que aquí se hace. La cantera de la piedra parda está a media legua desta ciudad, en su término, y la negra tráenla de Calpan, a tres leguas de aquí. Las esquinas de las calles son todas de la dicha piedra, labrada. Tienen las salas y aposentos, que son más pequeños que los que la- bran españoles, bien adornados por de dentro, lucidos con cal y con una tierra amarilla lus- trosa, y con historias pintadas, o colgados y esterados con petates muy pintados. Y no hay casa donde no haya un altar con muchas imágenes de santos. Todas las aceras que miran a las calles están labradas de ladrillo, que es una buena vista, y, en general, es la mejor casería de indios que hay en toda la Nueva España: junto con estar las calles tan bien trazadas y derechas como un juego de ajedrez, no hay en todo el pueblo sola una teja. La madera y tablazón se traen del monte de Tlaxcalla y, la cal, de la ciudad de los Ángeles; aunque, para la iglesia y comunidad, tienen sus canteras cerca de la ciudad de los Ángeles, de donde traen la piedra y, en hornos que dentro desta ciudad tienen, la cuecen» 77. A mediados del siglo se habían levantado un hospital, el edificio del cabildo, el palacio del corregimiento, un mesón, y ocupando un lugar preferente el instrumento que denotaba mayor opresión: la picota. En el plano de 1581 que acompaña la Relación Geográfica se

75. Ibidem, pp. 142-143. 76. Ibidem, p. 126. 77. Ibidem, p. 142. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 295

Cholula. Vista general. consigna la fuerza urbana del convento franciscano y de la imponente Capilla de los Natu- rales 78. La cuantiosa población indígena que atendía y la rivalidad existente con la fama de los suntuosos templos y palacios prehispánicos, hizo que los franciscanos construyeran uno de los más bellos y espaciosos conventos de la Nueva España. Tanto es así que, incluso, tuvieron estudio de gramática 79. Para fines del siglo XVI, los edificios españoles que se habían construido en el cora- zón de la antigua planta precortesiana hacían que Cholula pareciera más una ciudad ibérica trasplantada a suelo mesoamericano que una urbe indígena del altiplano. La población llegó a ser una expresión muy acabada del sometimiento disciplinado, eficaz, pacífico y civilizado de los indígenas, siendo motivo de celebración y paso obligado de la alta burocracia virreinal en el camino entre el puerto de Veracruz y la capital del Virreinato. A modo de ejemplo significativo decir que en esta ciudad tuvo lugar el encuen- tro y cesión de poderes, en 1550, entre el virrey saliente Don Antonio de Mendoza y el entrante Don Luis de Velasco. Ceremonia que volvió a repetirse en 1590 cuando el conde de La Coruña era relevado por el marqués de Villa Manrique 80.

78. Sobre la construcción de esta capilla y sus avatares Cfr. Ibidem, p. 144. 79. Ibidem. 80. Sobre la conformación de la ciudad virreinal sobre la ciudad indígena Cfr. HERMOSILLO, F. G. Cholula o el desplome de un asentamiento étnico ancestral, pp. 17-49. 296 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

7.3.4. La zona sur del Estado de Puebla

7.3.4.1. Huatlatlauca y Huehuetlan

Esta zona geográfica forma parte de la mixteca del Estado de Puebla. En época prehispánica se incluiría dentro del señorío popoloca. Fue catequizada por dominicos (ha- cia 1534) y franciscanos (hacia 1550). La participación de mendicantes aumentó en 1567 cuando Quautlatlauca (Huatlatlauca) fue cedida a los agustinos, mientras que Huahuetlán (Huehuetlan) quedó bajo dirección dominica 81. El convento de los Santos Reyes de Huatlatlauca conserva uno de los ejemplos más singulares del empleo de la carpintería como sistema de cubrición. La iglesia responde a la tipología de una sola nave con capilla mayor diferenciada mediante arco toral, más estre- cha y sobreelevando la cubierta. La citada techumbre del templo es un alfarje, de un solo orden de vigas, que apea sobre dobles canes polilobulados. Tanto el papo de las jácenas como la tablazón presentan elementos decorativos de gran interés, como rosetas y elemen- tos vegetales. Ahora bien, dado el carácter religioso del espacio, existen otros como la he- ráldica franciscana con las cinco llagas, símbolos de la Pasión, ángeles músicos y escudo pon- tificio. En el alfarje del coro se enriquece el repertorio iconográfico con la presencia del Santo Rostro, guerreros clásicos e inscripciones sobre la advocación a los Reyes Magos.

Relación de Quatlatlauca. Detalle.

81. Cfr. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 205-206. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 297

El proyecto de Huatlatlauca se considera como uno de los más importantes por su dis- curso iconográfico. El edificio a pesar de haber sufrido distintas intervenciones a lo largo de su historia (algunas datadas entre 1939 y 1940) ha mantenido su estructura original que debe ser anterior a la cesión a los agustinos por los franciscanos (1567) si atendemos a las heráldicas allí talladas 82. Además es interesante señalar la presencia del atrio con su barda y el claustro conven- tual que se eleva en dos pisos con arquerías, presentando la inferior robustas columnas en las que apean los arcos. También constatar un pequeño templete en el centro que sirve como respiradero y acceso a un gran aljibe. No podemos desdeñar tanto las pinturas murales como los alfarjes que cubren este claustro, volviendo a aparecer la maestría de los carpinteros de la iglesia. Esta Relación se acompaña con dos pinturas. La primera correspondiente a Huahuetlán representa el conjunto territorial con sus montañas, ríos, caminos y estancias (se especifica la de Francisco Martínez). Lo más interesante son las 18 poblaciones sujetas que se repre- sentan mediante un sencillo trazo de la fachada de su iglesia precedida de un rectángulo que identificamos con el atrio 83. Lógicamente la mayor y mejor definida es la de Santo Domingo de Huahuetlán, en la que la barda atrial viene dibujada con doble línea marcando el espesor del muro. De hecho, del convento de Santo Domingo se conserva el atrio, el templo y el claustro. La iglesia de una sola nave está abovedada con presbiterio diferencia- do, ligeramente más estrecho. El claustro, de planta rectangular, tiene un solo piso con arquerías sobre pilares. La segunda pintura referida a Huatlatlauca se centra en la traza urbana con manzanas cuadradas (se representan cuatro viviendas en cada una) y rectangulares (seis viviendas en cada una) condicionadas por la presencia de la iglesia (identificada por la fachada y la to- rre). En la plaza se encuentran junto a la iglesia las casas reales definidas mediante una fachada almenada y un arco en la portada, y, frente a las mismas, la cárcel (celdas) que ocuparía una manzana con un patio central. La cotejación con la realidad actual es exacta. La planta de Huatlatlauca responde a un casi perfecto damero.

7.3.4.2. Ahuatlán

La población de Ahuatlán situada al este de Izúcar de Matamoros fecha su Relación en 1581. En ella aparecen datos de gran interés para nuestro estudio urbano. Así, se dice: «… está poblado en este asiento podrá haber veinte años, poco mas o menos. La traza de los

82. LÓPEZ GUZMÁN, R. Op. cit., p. 134. 83. En el texto de la Relación Geográfica solamente aparecen 17 sujetos, mientras que en la pintura son 18. Ya que aquí aparece, también, San Pedro Coatzinco. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II. Pintura de Huahuetlán. 298 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN naturales dél es la común de la provincia mexicana» 84. Estos datos nos hablan de una traza realizada en torno a 1560 que, cotejando el plano actual, podría responder a un damero que se identificaría como propio de la «provincia mexicana». La idea es interesante pues consi- dera la cuadrícula como la traza urbana usual en el virreinato frente al prestigio y bien for- mada ciudad de Puebla de los Ángeles con manzanas rectangulares. Más adelante nos especifica la participación de los dominicos en el diseño urbano: «Di- cen los naturales que se poblaron en este pueblo por mandado de Fray Juan de la Cruz, de la orden de Santo Domingo, que los visitaba entonces desde el convento de Izúcar, el año de mil y quinientos y sesenta, y se pobló con setenta vecinos, poco mas o menos. Y estaban asentados y poblados en otro lugar que asimismo se decía Ahuatlán, y lo despoblaron por- que las aguas que bebían y de que se sustentaban se las inficionaban y encenegaban ciertos ganados vacunos del doctor Toro, médico vecino de México, que tuvo en una estancia en esta jurisdicción» 85. La participación de los religiosos, además, tuvo en principio un exclu- sivo carácter civil, pues no construyeron convento visitándose el pueblo desde Epatlán. Otros dos pueblos que formaban parte de esta jurisdicción, Texalucan (Tejaluca) y Zoyatitlanapa, también nos aportan algunos datos urbanísticos. Sobre el primero se dice: «El sitio y asiento donde el dicho pueblo de Texalucan está asentado es en un cerro mas bajo que los que lo rodean, y hay muchos que lo señorean; tiene sus calles, que no son llanas, y no tiene plaza que se pueda llamar plaza… Y, en lo del norte, está la iglesia y circunferencia de cementerio…» 86. El segundo mantenía su asentamiento prehispánico, se- ñalándose que: «El sitio y asiento del dicho pueblo está en un alto, trazado en forma de pueblo barrancoso: tiene una plaza pequeña, derecho de norte a sur, y el norte le da por un lado y, el sur, lo baña todo, porque lo señorea todo» 87.

7.3.4.3. Acatlán y su partido

Esta zona geográfica se sitúa en el sur del Estado de Puebla. La alcaldía mayor de Acatlán incluía como cabeceras a Chila, Petlaltzingo, Icxitlán y Piaztla. No tenemos datos urbanos sobre estas poblaciones, con excepción de Piaztla que parece haber sufrido hacia 1560 una congregación que le habría cambiado de lugar abandonando un enclave prehispánico todavía visible por el redactor del texto de 1581: «Este dicho pueblo tiene este nombre, porque, quien lo descubrió y lo pobló, le puso este nombre por causa de un cerro alto y redondo en torno a manera de fortaleza, que quiere decir este nombre de Piaztla, en

84. Ibidem, p. 68. 85. Ibidem. 86. Ibidem, p. 72. 87. Ibidem, pp. 76-77. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 299 lengua castellana, «cosa redonda, y alta y bien labrada», como es el dicho cerro, por lo que le pusieron el dicho nombre de Piaztla. Y habrá veinte años que se pasaron los naturales y principales a este asiento donde ahora están» 88.

7.3.5. La relación de Ocopetlayuca (Tochimilco)

Tochimilco se encuentra en la ladera sur del Popocatepec. Su abundante población, pese a las epidemias que sufrieron, llevaría a la erección de un importante convento franciscano en 1552. Es posible que esta decisión de tipo religioso supusiera, también, un cambio del emplazamiento indígena por lo que la traza urbana de Tochimilco respondería a una con- gregación realizada en estas fechas 89. De hecho la población, con manzanas casi cuadra- das, se asentó entre dos corrientes de agua. El convento de Tochimilco es un buen ejemplo de la arquitectura del siglo XVI con un amplio atrio donde faltan las capillas posas que han sido sustituidas, en época posterior, por otras de Vía Crucis. No obstante, se conserva la capilla abierta elevada sobre el compás

Tochimilco. Iglesia conventual y capilla abierta

88. Ibidem, p. 57. 89. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 338-339. 300 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN de entrada al claustro. La iglesia, de una sola nave, se cubre con bóvedas góticas. En la Relación de 1580 se dice del conjunto que: «… hay iglesia y convento, donde residen cua- tro religiosos: templo y casa muy principal, de piedras labradas y cal, su tamaño muy mo- desto, y, los religiosos que lo habitan, de la orden de Señor San Francisco que les adminis- tran los sacramentos y doctrina». 90 El texto de la Relación no hace referencia, aunque estaba construida desde 1556, a la fuente pública de Tochimilco, uno de los mejores ejemplares que nos quedan del siglo XVI. Tiene planta octogonal con pilares en cada ángulo coronados con formas piramidales. En el centro un gran pilar se remata por un escudo de armas y leyendas en náhuatl. Una curiosidad, por el valor comparativo y exótico, es la referencia que hace la Rela- ción al cambio de vestimenta de los naturales de Tochimilco desde la llegada de los espa- ñoles, especificándose que «…ahora, traen mucho dellos hábito al modo de moriscos de Granada» 91.

7.3.6. La zona norte del Estado de Puebla

Esta zona se corresponde con las estribaciones de la Sierra Madre Oriental y sus lade- ras hacia el golfo de México. La zona comprendía numerosos pueblos de indios cuyo nú- mero disminuyó tanto por las diversas enfermedades como por la esclavitud a que fue so- metida la población nativa 92. La alcaldía mayor de Hueytlalpa incluía, además de la cabecera, las poblaciones de Zacatlán, Jujupango, Matlatlán, Chila y Papantla. De la esquemática información que nos da la información geográfica de 1580 es interesante la referida al pueblo de Zacatlán del que dice es: «… bien poblado y formado y permanente…» 93; a lo que se añade, cuando se habla de las casas, que: «Son cubiertas de paja y están en buena orden por sus calles bien trazadas, por ser tierra llana el dicho pueblo» 94. Más adelante se dice: «… que hay muchos árboles alrededor deste pueblo de Zacatlán, de donde sacan madera para tablas y vigas y otros aprovechamientos…» 95. Esta informa- ción podemos mantenerla en la actualidad ya que la masa forestal del entorno permite el desarrollo de una importante carpintería para muebles y otros objetos. Históricamente la iglesia de Zacatlán responde a un interesante proyecto basilical con sus tres naves separa-

90. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, pp. 84-85. 91. Ibidem, p. 87. 92. GERHARD, P. Op. cit., p. 399. 93. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 161. 94. Ibidem, 163. 95. Ibidem, pp. 162-163. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 301

Zacatlán de las Manzanas. Iglesia. Fachada. das mediante arquerías y columnas dóricas, con su presbiterio diferenciado. Lo importante es que las tres naves se cubrieron con techumbres mudéjares que fueron reconstruyéndose hasta los alfarjes conservados en la actualidad. Históricamente estos bosques también sir- vieron para las reparaciones de barcos que se llevaban a cabo en la ciudad de Veracruz, llevándose hasta allí por vía fluvial 96. El resto de pueblos la Relación especifica que «no tienen calles formadas ni hay buena traza» o que «no tiene calles formadas, porque las casas están muy apartadas unas de otras y no tienen concierto» 97. La Relación de Hueytlalpa va acompañada de siete pinturas intercaladas en el texto. En ellas se representan de forma genérica los caminos y pueblos sujetos con los respecti- vos glifos. La primera de ellas que se refiere a la cabecera presenta la iglesia con una especie de atrio o plaza delante de la misma. La pintura referida a Zacatlán sí concreta una plaza mayor con una fuente central y la iglesia adosada a un lateral conjuntamente con otra edificación que pudiera ser la casa del cabildo. Este mismo concepto urbano vuel- ve a aparecer en los pueblos de Matlatlán y Chila, reduciéndose a la representación del atrio en Papantla.

96. Ibidem, pp. 177-178. 97. Ibidem, pp. 169 y 173. 302 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Las jurisdicciones de Xonotla (Jonotla) y Tetela (de Ocampo) se conjuntaron en una Relación que hizo el corregidor don Juan González, informándose por los gobernadores na- turales que eran descendientes de los caciques indígenas. En las pinturas que se acompañan hay representaciones genéricas del territorio. En la de Xonotla encontramos, además de los distintos pueblos sujetos, la cabecera identificada por la iglesia, la casa del gobernador, la casa de la comunidad y la casa de las justicias. El tratamiento de la pintura, como si fuera una vista de pájaro, permite apreciar las líneas de las montañas con sus árboles, ríos y fuen- tes. Como curiosidad, aparece la representación de una cueva, de la que se dice: «Que es cosa notable oír los secretos della». La pintura de Tetela es similar a la anterior, aunque aquí los pueblos se representan con su iglesia y un número indeterminado de pequeñas viviendas en torno a lo que sería el atrio de la construcción religiosa que sirve para la glosa del lugar y la cruz atrial. La cabecera de Tetela se representa con edificaciones de mayor tamaño y algunos personajes. Estos pue- blos no tenían traza debido a la orografía, aunque en todos ellos se señala la presencia de la iglesia con su plaza (atrio) anexa. Pese a todo, Tetela respondía a una mínima traza reticular.

7.4. ESTADO DE HIDALGO

Situado al norte de la capital virreinal integra distintas zonas culturales acordes con la diversidad de su geografía. La presencia de los agustinos desde 1536, que tienen como ob- jetivo el adoctrinamiento de la región de los otomíes y de las denominadas tierras altas, condicionarán tanto las trazas urbanas como las arquitecturas conventuales. Los mendicantes crearán una línea de evangelización que tenía como centros principales Atotonilco el Gran- de, Metztitlán y Molango.

7.4.1. Metztitlán

Metztitlán, presidiendo un fértil valle, diseña su trama urbana en una zona montuosa que impide, la propia topografía, una traza reticular, visible en la planimetría y situación actual. Por el contrario, en la Relación Geográfica de 1579, se dice refiriéndose a los pue- blos dependientes de Molango y Malilla: «En los pueblos hay iglesias, y están congregados los naturales por sus solares y calles, en forma de pueblos bien trazados y ordenados; aun- que, los más, están en lugares ásperos» 98. Destaca, sin duda, la iglesia de Molango que fue la primera construida en estas tierras, entre 1540 y 1550, presentando en su barda atrial una

98. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI. México II, p. 59. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 303 304 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Meztitlán. Convento de los Santos Reyes. espadaña, solución provisional y práctica en los inicios de la evangelización. En el conjun- to bajo la denominación de Nuestra Señora de Loreto destaca la portada con el arco y jambas tallados con temas vegetales y el alfiz sostenido por balaustres. También señalar el impor- tante rosetón realizado en piedra calada. En el claustro aparece junto a la heráldica agustina la del emperador Carlos, lo que asegura las fechas que señalábamos. Las condiciones orográficas de la zona aparecen perfectamente representadas en la pin- tura que acompaña la relación junto con la representación de los principales enclaves suje- tos a Metztitlán, incluidos los referidos bien trazados que no desvelan en el dibujo ninguna cualidad urbana. Los sistemas parcelarios de explotación agrícola, zonas de bosque, ríos e imágenes de indios chichimecas completan el diseño gráfico 99. La presencia de los agustinos en la zona era muy intensa. De hecho, además de Metztitlán, se citan monasterios en Tzaqualtipán, Molango, Suchicoatlán y Xelitla 100. El convento de los Santos Reyes de Metztitlán es uno de los establecimientos agusti- nos más importantes de México, tanto por sus dimensiones como por la dotación artística del interior de la iglesia y por el diseño de su fachada. Responde, esta última, a la idea de arco de triunfo enmarcado por dobles columnas adosadas que dibujan intercolumnios con

99. Sobre las condiciones político-religiosas desarrolladas en el siglo XVI en la región, Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 188-193. 100. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 59-60. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 305 hornacinas para esculturas. Las columnas sostienen un entablamento rematado con balaustres y una triple hornacina, en el centro, acoge esculturas de Jesucristo enmarcado por ángeles músicos. En la zona superior un vano de medio punto rematado con frontón triangular com- pleta el diseño. La traza repite el modelo de Acolman posiblemente realizado por Claudio de Arciniega, quién también pudo ser el autor de Metztitlán. En el atrio se conservan restos de las capillas abiertas, de las posas, así como de pintura mural en el compás (fechada en 1577) y en otros espacios de la comunidad 101. En 1579 la Relación Geográfica nos dice sobre el convento: «En la cabecera deste pue- blo hay una iglesia y un monasterio muy suntuoso y de muy principal edificio. Hay de or- dinario cuatro y cinco religiosos de la Orden de Santo Agustín, los cuales administran los sacramentos a los naturales y, por su orden, andan siempre visitando los pueblos sujetos de la dicha cabecera…» 102. En Metztitlán tenemos que reseñar una edificación clave para entender el funcionamiento de los cabildos indígenas: la denominada Tercena. El edificio donde se reunían comprende dos espacios rectangulares, uno de ellos con galerías abiertas y el otro cerrado que mantie- ne en el interior un interesante programa pictórico de carácter renacentista y relacionado formalmente con el convento de los Santos Reyes, donde se muestran respaldos pintados en los zócalos que reclaman petates como asientos de los indios principales. La diferencia de altura de los respaldos muestra la jerarquía existente entre los congregados 103. Esta tipología debió ser común en los pueblos de indios. Las Relaciones Geográficas describen algunos de ellos y hacen suponer la presencia generalizada de los mismos. Su conservación se convierte en prioritaria al ser el ejemplo más terminado de la imbricación entre los modelos arquitectó- nicos hispánicos y el funcionamiento de la administración política indígena.

7.4.2. El Corregimiento de Zempoala

El corregidor don Luis de Obregón fue el encargado de realizar una de las relaciones más completas e interesantes de todo el ámbito novohispano. Para ello recurrió a diversos informantes indígenas, a Juan de Umaña (traductor del náhuatl) y al escribano Bartolomé Osorio. Las principales noticias fueron aportadas por los gobernadores nativos de cada una de las poblaciones, redactándose el complejo documento entre 1580 y 1581. De las tres pinturas conservadas destaca, por su carácter genérico, la de Zempoala que nos describe la totalidad de la región geográfica, incluyendo Epazoyucan y Tetliztaca. Aun- que realizada en papel español debió ser un tlacuilo su autor ya que aparecen un total de 51

101. Sobre el convento de los Santos Reyes de Metztitlán el mejor trabajo realizado, recomendando su con- sulta, es: ARTIGAS, J. B. Metztitlán, Hidalgo. Arquitectura del siglo XVI. 102. ACUÑA, R. Op. cit., p. 59. 103. ARTIGAS, J. B. Op. cit., pp. 67-73. 306 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Zempoala. Entorno geográfico. glifos, no faltando inscripciones que permiten la relación e identificación con la geografía actual. Allí se representan distintas montañas, cursos de ríos, vegetación y pequeñas igle- sias referidas a estancias con sus nombres en náhuatl transcritos. Mención especial merecen los personajes dibujados. Así, entre las figuras sedentes de los señores indígenas se distinguen las de los «acolhuaque» (gobernadores), por el tocado de la cabeza, por la manta con que se cubren y por estar sentados sobre petates; y las de los chichimecas, básicamente, por estar cubiertos de pieles. Los señores chichimecas no llevan tocado alguno en la cabeza, ni se sientan sobre petates. Destaca la figura que aparece en el extremo inferior derecho que representa a un funcionario español sentado en una jamuga y con una vara en la mano. Sobre la cabeza del español se lee «Temetztli». René Acuña opina que significa plomo, «Temetztla»: lugar donde abunda el plomo». Se refiere a Pachuca, real de minas y pueblo de españoles, que ya se explotaba en época prehispánica 104. Zempoala se había conformado como cabecera mediante una congregación realizada en 1557, con una traza reticular de manzanas de diversas proporciones y formas. El control religioso y la mejora del abastecimiento de agua habían sido las razones para la nueva fun- dación: «Los pueblos de la congregación de Cempoala son cuatro cabeceras, llamadas Cempoala, Tlaquilpa, Tzaquala y Tecpilpan. El corregimiento es, la mitad, de Tlaquilpa.

104. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 71. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 307

Zempoala. Conjunto atrial.

Estas todos estos cuatro pueblos juntos, por donde le llaman ‘congregación’. Están en un llano, tierras de Tzaquala y de Cempoala. Congregáronse, por estar juntos a la doctrina y por causa del agua, que antes no la tenían sino en jagüeyes. Trujeron esta dicha agua de una legua de donde están congregados, del pie de un cerro que llaman Tlecaxtitlán, que quiere decir ‘cerro hecho a manera de brasero’ porque, en la cumbre del dicho cerro, está un llano hecho como brasero. Trujeron el agua por unos arcos de calicanto hasta en medio de la congregación, en una fuente en medio de la plaza de los cuatro dichos pueblos, y corre por todas las calles. Y, en medio de los dichos pueblos, fundaron un monasterio de Frailes Franciscos. Congregáronse el año de mil quinientos y cincuenta y siete, día de san Mar- tín» 105. Las cuatro poblaciones congregadas mantuvieron su estructura en cuatro barrios y cuatro comunidades con su organigrama jurídico: «En estos cuatro pueblos y sus sujetos hay cuatro comunidades, donde se juntan a sus cabildos y a sus fiestas, en las cuales hay cuatro gobernadores (en cada comunidad, uno) y ocho alcaldes (dos en cada comunidad), que gobiernan y rigen la dicha congregación» 106. La descripción del territorio es interesante por el mantenimiento de una serie de hitos como el cerro de Tlecaxtitlán que está potenciado en la pintura y que, evidentemente, es el centro topográfico de la región: «Estos cuatro pueblos están poblados en tierra llana, y tie-

105. Ibidem, p. 74. 106. Ibidem, p. 46. 308 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

nen cerros no muy altos a la redonda: unos, lla- mados cerros de Cempoala, y otros, de Tzaquala, y otros, de Tlaquilpa, y otros, de Tecpilpan. Y está el Cerro de Tlecaxtitlán, que es grande, que es el cerro de donde se trae el agua, que su nombre quiere decir ‘cerro a ma- nera de brasero’. Hay muchos llanos» 107. Zempoala aparece representada por el convento de Todos los Santos con una impor- tante fachada, torre lateral, almenas y bóveda. Se abre a un atrio donde se levanta una triple arcada. Pensamos que esta arquería no se re- fiere tanto a la entrada del atrio como a la im- portante capilla abierta que hoy podemos ob- servar junto a la iglesia. También se representa una plaza cercada con una entrada en cada la- teral y una línea de agua que abastece a la fuen- te central. La glosa Tianquiztli, se refiere a la función comercial del espacio. Zempoala. Iglesia de Todos los Santos. Fachada. La plaza mayor presidida por el ayunta- miento y por uno de los pocos rollos conserva- dos en Nueva España tiene en uno de sus laterales el muro conventual dentro del cual se desarrolla el complejo programa de iglesia, claustro, capilla abierta y atrio en dirección pa- ralela a la plaza. El gran atrio se centra con una cruz, fechada en 1571, y diseña, junto a la cabecera de la iglesia, una de las capillas abiertas más importantes al conformarse con un presbiterio y una nave trasversal que se abre con tres arcos de medio punto sobre columnas dóricas. La iglesia tiene una sola nave cubierta con bóvedas de crucería y con restos de una importante pintura mural en grisalla en los laterales del presbiterio. El claustro mantiene un solo nivel original con arcos rebajados sobre columnas 108. La traza urbana de Epazoyucan ha sido muy intervenida desde las noticias que tenemos en la Relación Geográfica de 1581. Si el plano presenta una cuadrícula solo interrumpida por la mayor ocupación del convento y de la plaza en el ámbito central, hoy día sólo el atrio con- ventual y algunas manzanas laterales nos permiten vislumbrar la trama original que ha sufri-

107. Ibidem, p. 78. 108. Cfr. ESPINOSA SPÍNOLA, G. Arquitectura de la conversión y evangelización en la Nueva España du- rante el siglo XVI, p. 125-126 y LORENZO MONTERRUBIO, A., LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Catálogo del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo. Vol 2, p. 241. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 309 do procesos de fragmentación y concentración de lotes. Dice el texto de la Relación: «Y el pueblo tiene sus calles: tiene doce calles, y otras doce que atraviesan; y el monasterio coge dos calles. Y la iglesia tiene un cementerio, y, debajo de las gradas, está una plaza donde se hace el tianguez cada ocho días, que es el sábado, a donde acude toda la comarca; vienen de doce leguas. La iglesia o templo mira al poniente, y el cerro está hacia el oriente» 109. El convento agustino de San Andrés, que debió construirse entre 1540 y 1556, mantie- ne en la actualidad su atrio con restos de tres de las capillas posas y cruz atrial con vástago octogonal. En un nivel superior, aprovechando la escalinata del primitivo recinto prehispánico, se edifican la iglesia, la capilla abierta y el claustro 110. La capilla abierta es un sencillo rectángulo abierto junto a la portada de la iglesia que se cubre con un alfarje y conserva algunas pinturas murales entre las que se distingue la representación de San Nico- lás de Tolentino. El espacio eclesiástico es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón corrido 111 y ábside ochavado, destacando el coro que se construye sobre un importante alfarje sobre jabalcones. La descripción existente en la Relación, aunque esquemática, nos dice: «La iglesia tiene, de largo, cincuenta brazas y, de ancho, siete y media, y de hueco, quince brazas de alto, y la torre tiene veinte brazas» 112. El claustro con dos alturas tiene arcadas sobre columnas y un importantísimo programa de pintura mural que se extiende por todos los paramentos, se concentra en las capillas claustrales y llega a su máximo nivel artístico y compositivo en el refectorio. Frente a las diferencias advertidas con anterioridad respecto a la traza urbana y el dibujo, en lo que se refiere a la situación geográfica los paralelismos entre la representación, la reali- dad actual y el texto son evidentes: «El pueblo de Epazoyuca está poblado en la falda del cerro que llaman Tlaloc. Tierra descubierta y llana, está a dos leguas del monte: es tierra fría y airosa, porque el monte cae hacia el norte y los cerros no son muy grandes» 113. Más ade- lante dice: «Este es el asiento del pueblo de Epazoyuca. Está en una falda de un cerro que se llama Tlaloc, tierra seca. Y se trae el agua de tres leguas, que mana de unos cerros altísimos que se llaman Itztli. Y, abajo del pueblo, está una vega, donde se coge mucho maíz y hay muchos magueyes. Y este pueblo tiene dos leguas de monte hacia la banda del norte» 114. Por último, Santo Tomás Tetliztaca cierra este corregimiento. Hoy día, es una pobla- ción menor que mantiene, no obstante, el sencillo esquema planteado en el dibujo de 1580. Estructura en cuadrícula con dos manzanas rectangulares correspondientes al convento. Este aparece representado mediante una fachada con arco de medio punto, óculo y espadaña.

109. ACUÑA, R. Op. cit., p. 90. 110. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Catálogo del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo. Vol. I, p.166. 111. Esta bóveda está fechada en 1701 y sustituiría a una primitiva armadura mudéjar, Cfr. LÓPEZ GUZMÁN, R. Op. cit., pp. 120-121. 112. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 90. 113. Ibidem, p. 88. 310 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Esta última ha sido sustituida por una torre, pero tanto el arco de mediopunto como las pilastras con su talla y el óculo actuales son del siglo XVI y, por tanto, las representadas en la pintura. En la actualidad el atrio está ocupado por el cementerio del pueblo que ha cerra- do la Capilla Abierta que existió junto a la iglesia 115. La fundación de este convento tuvo lugar el mismo año de 1580 116, aunque existía una construcción religiosa que se visitaba desde Zempoala y Tepeapulco. La representación gráfica se complementa con la presencia, mediante edificios y glifos, de los tres pueblos sujetos a Tetliztaca, así como representacio- nes de nopales y magueyes. Plantas referidas en el texto y que todavía, hoy día, marcan el paisaje del entorno.

7.4.3. Tepeapulco

La memoria de esta población, limítrofe con el valle de Teotihuacan, está relacionada con la figura de Fray Bernardino de Sahagún. El convento de San Francisco conserva el espacio atrial transformado en jardín público, la iglesia y el claustro. Todo está bastante

Tepeapulco. Conjunto conventual.

114. Ibidem, p. 90. 115. Cfr. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Op. cit., pp. 260-261. 116. ACUÑA, R. Op. cit., p. 91. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 311 modificado aunque mantiene pinturas murales de interés y cruces de piedra con tallas de carácter didáctico. En el siglo XVIII se añadió la capilla de Jesús Nazareno 117. La Relación Geográfica que se realiza en 1581 no nos aporta grandes datos ya que, desgraciadamente, se ha perdido la pintura que la acompañaba, de cuyo contenido tenemos referencias en el texto: «En la pintura que va con esta aclaración, va pintado este pueblo de Tepeapulco, con todas las iglesias de los pueblos sujetos a esta cabecera, cuyos nombres están escritos al pie de las iglesias de cada uno, y barrios del dicho pueblo…» 118. La traza actual de la población nos refiere una retícula ortogonal de manzanas con di- verso tamaño que, no obstante, respondería a la idea primigenia referida en la Relación: «…que este pueblo está en la ladera que tienen dicho, y que los pueblos sujetos están, tam- bién, asentados en laderas y en quebradas, y con buena traza de calles…» 119.

7.4.4. El Valle del Mezquital

Esta zona situada al norte de Tula, fue una región densamente poblada en el momento de la llegada de los españoles. En las Relaciones Geográficas encontramos noticias de Aten- go, Mizquiahuala (Mixquiahuala), Tezontepec y Zayula (Sayula). El texto correspondiente a Atengo y Mizquiahuala se completa con una interesante pin- tura en la que se describe la totalidad del corregimiento con sus tres pueblos (Mizquiahuala, Atengo y Tezontepec), representados mediante iglesias de distinto tamaño. A ellas se unen tres figuras sedentes que no sabemos si representaban a los señores fundadores o a los caci- ques que gobernaban en estos pueblos en 1579. La pintura se completa con numerosos glifos indicativos de lugares y límites del territorio. Se añaden una serie de glosas que identifican estancias de ganado, alguna población sujeta, cerros con su nombre y caminos especifican- do dirección, distancia o accidentes («pásase por una puente»). Uno de los detalles más interesantes es la presencia de una glosa que dice «iglesia pequeña de Santiago Atengo, sujeta», cuando en realidad se representan tres viviendas en torno a una plaza en forma de —U—, que más recuerda a los calli prehispánicos o cualquier otra construcción civil que a una edificación religiosa. Todos estos pueblos tenían población indígena a excepción de los ocupantes de las estancias. De las construcciones originales del siglo XVI podemos señalar que en la iglesia de San Antonio de Padua de Mizquiahuala se conserva la portada con los anagramas francis- canos así como parte de la barda atrial. Si tenemos en cuenta que los franciscanos estuvie-

117. Cfr. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Catá- logo del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo. Vol. II, pp. 86-87. 118. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 181. 119. Ibidem, p. 173. 312 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Atengo. Conjunto conventual.

Mixquiahuala. Conjunto conventual. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 313

Tezontepec. Conjunto conventual. ron en esta población entre 1539 y 1568 es, entre estas fechas, cuando podemos datar la construcción inicial del conjunto 120. La iglesia de Atengo se encuentra relativamente aislada de la población actual. Mantie- ne la barda almenada del atrio así como la iglesia que es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y presbiterio diferenciado. Se conserva la estructura arquitectónica de la fachada del siglo XVI y pintura mural en la sacristía. La actual iglesia de San Pedro en Tezontepec ha sufrido numerosos cambios que, no obstante, mantienen estructuralmente lo que sería el convento agustino con su atrio, capi- llas posas, iglesia y claustro. La iglesia de una sola nave cubierta con bóvedas corresponde a los inicios del siglo XVII, debiendo sustituir a otra mas antigua. Son interesantes los res- tos de pintura mural conservados en el interior de la iglesia y en el claustro que le relacio- nan con Epazoyucan 121. En dirección hacia la ciudad de México se encuentra el enclave de Atlitlalaquia. La población de esta zona había disminuido por las pestes de forma considerable, lo que obli- gó a ordenar una congregación al virrey don Martín Enríquez. Más adelante en 1598 que-

120. Cfr. KUBLER, G. Op. cit., p. 619. 121. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Op. cit., pp. 129-131. 314 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN daron incluidos todos los sujetos en la cabecera 122. La zona era importante en la ruta hacia las minas de Zacatecas, Ixmiquilpan y Cimapan. La jurisdicción de Atlitlalaquia compren- día diversos pueblos de indios aunque existían algunos españoles que se dedicaban a la ex- plotación de caleras 123. Desgraciadamente la pintura que se realizó, si nos atenemos al tex- to de la Relación, se ha extraviado 124. En la zona más oriental del valle de Mezquital se encuentra Tolnacuchtla (Tornacuxtla), al noroeste de la ciudad de Pachuca. Su riqueza se basaba en la explotación minera que estaba en decadencia en el momento de redacción de la Relación Geográfica (1579). Los pueblos que formaban esta jurisdicción eran: Axocopan, Yetecomac, Tolnacuchtla, Tecpatepec, Hueypuchtla y Tezcatepec. La información que tenemos sobre los mismos es escasa aunque, en los cuatro primeros aparece la siguiente definición: «Están poblados en pueblo formado por sus calles…» 125; mientras que de Hueypuchtla se dice: «Este dicho pueblo, y sus sujetos, están en tierra llana, y la poblazón dellos no está con orden ni con calles, antes están aparta- dos los unos vecinos de los otros…» 126; y de Tezcatepec se dice: «… están poblados sin or- den porque están derramados y apartados los unos vecinos y los otros» 127.

7.4.5. El Corregimiento de Quauhquilpan (Huaquilpan)

Este corregimiento, cuya Relación Geográfica la firma en 1581 el corregidor don Pe- dro de Monjaraz Zamorano, había sufrido un descenso de población importante desde el inicio de la peste de 1576, la cual no había sido erradicada totalmente. De hecho la pobla- ción se había reducido a unos 50 indios falleciendo, incluso, los dirigentes naturales. Pese a todo, los tres pueblos que constituían el corregimiento (Acayuca, Zapotlan, Huaquilpan) se definen de la siguiente forma: «Estos están poblados en el lugar que está declarado, en pueblo formado, con calles de oriente a poniente y de norte a sur, y, en medio dél, la iglesia…» 128. La baja demografía hizo que las tres cabeceras referidas fueran con- gregando a las poblaciones sujetas. Esta concentración no fue suficiente y, en 1603, se pro- puso una nueva congregación en la que Acayuca y Zapotlán debían ser trasladados a las afueras de Huaquilpan 129. Las tres poblaciones conservan en la actualidad restos de sus primitivas iglesias, muy transformadas, bajo las advocaciones de la Purísima Concepción

122. GERHARD, P. Op. cit., p. 308. 123. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 61. 124. Ibidem, p. 65. 125. Ibidem, pp. 128, 134, 138 y 150. 126. Ibidem, p. 142. 127. Ibidem, p. 147. 128. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 98. 129. GERHARD, P. Op. cit., p. 217. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 315

(Zapotlán de Juárez), San Francisco (Acayuca) y San Salvador (San Pedro Huaquilpan), en las plazas principales de sus respectivas poblaciones 130.

7.4.6. Huejutla (de los Reyes)

Situada en la huaxteca, norte del actual Estado de Hidalgo, concentró una importante población nativa que permitió hacia 1545-1548 elegir el lugar para fundación de un monas- terio agustino desde donde se visitaba el entorno 131. El texto de la Relación de 1580 especifica, en relación con el convento y el pueblo, que: «Está asentado en unos cerrillos bajos y, por medio, pasa un valle pequeño; y, a causa de ser el sitio desta manera, no hay calles concertadas… La iglesia deste pueblo está edifi- cada en un alto, y es la iglesia, pequeña y de bóveda, muy bien fundada y de calicanto; y la casa de los religiosos es baja y de calicanto. Los religiosos que aquí están son de la Orden del Señor San Agustín, que habrá cuarenta años que residen en este pueblo, poco mas o menos» 132. Esta descripción está en contradicción con la pintura que acompaña la Relación, en la que se percibe una traza de manzanas en cuadrícula a excepción de las correspondientes al convento y el atrio que corresponden a rectángulos formados por la unión de dos manza- nas. Sí es cierto que las viviendas se distribuyen de una forma irregular dentro del damero. También se representan los caminos y los pueblos sujetos. La realidad de la traza urbana actual responde a los conceptos recogidos en la pintura y también a los referidos en el tex- to, ya que el centro es ocupado por una retícula de manzanas de distinta forma y tamaño que tiende a cierta ortogonalidad. Especial mención merece el tratamiento de la iglesia con un dibujo en el que aparece la fachada lateral (donde se perciben los contrafuertes de los tramos y, posiblemente, la Capilla Abierta), la torre y la terminación almenada. Este edificio está sobreelevado del atrio mediante escalinatas. Aquí aparece la barda, las cuatro capillas posas (las dos próxi- mas a la iglesia en un nivel intermedio) y una cruz en el centro. El espacio atrial está convertido actualmente en la plaza de la Revolución. Es interesante la glosa náhuatl que identifica la iglesia en el dibujo que dice: «Teopancali Huexutla» (Casa de la iglesia de Huexutla).

130. Cfr. LORENZO MONTERRUBIO, A.; LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Op. cit., pp. 208-213. 131. GERHARD, P. Op. cit., p. 149. 132. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 248. 316 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

7.4.7. Minas de Zimapán

Los asentamientos mineros de la región de Hidalgo constituían pueblos de españoles que, como en este caso (Santiago Cimapán), tomaban el nombre de los lugares prehispánicos cercanos. Zimapán se fundó en 1575 actuando de juez-repartidor don Alexo de Murgía que sería el autor de la Relación Geográfica en 1579. La pintura que acompaña la Relación representa la geografía general de la zona con los distintos pueblos (San Juan, San Pedro, Santiago) de población indígena que, sin duda, ser- vían en las minas. También están identificados los filones encontrados (minas de Tolimán, minas de Santiago y minas del Monte). En cuanto al urbanismo no aparecen trazas sino aglomeración de pequeños dibujos de viviendas con su iglesia (así sucede en las poblacio- nes menores). En el caso de Zimapán se sitúa la plaza de forma rectangular en la que se dibuja una rosa de los vientos. En un lateral se percibe el edificio de la iglesia y, frente al mismo, la casa del señor juez. Otros elementos identificados son la carnicería, la fuente y el denominado «xacal del padre» (suponemos que se trataba de la casa cural). Otras glosas parecen indicar el nombre de los habitantes junto con su vivienda (Mendoza, Guzmán, Villaseca, Miguel Ruiz, etc.). Algunos ríos, montañas con su vegetación, ganados y perso- najes completan esta representación. La trama urbana actual denota la formación en torno a la plaza originaria con manza- nas de diverso tamaño y con ciertas irregularidades. No es el tradicional pueblo minero irre- gular, pero tampoco responde a una traza bien organizada. La razón debió estar en la no existencia de un proyecto de nueva población hasta que las minas del entorno tuvieran ca- pacidad de producción suficiente.

7.5. ESTADO DE MORELOS

7.5.1. Las Cuatro Villas

Las cuatro villas formaron parte de los territorios que como encomienda perpetua se les concedió a Hernán Cortés dentro del Marquesado del Valle. Al margen de los diversos pleitos entre los descendientes del conquistador y la Corona, en 1580, cuando se realiza la Relación, conformaban una alcaldía mayor. Estas villas eran Acapistla (Yecapixtla), Huaxtepec (Oaxtepec), Tepuztlán (Tepoztlán) y Yauhtepec (Yautepec). La Relación de las cuatro villas ha llegado incompleta, ya que se han perdido las pinturas de Tepoztlán y Yautepec, y el texto de ésta última 133.

133. Ibidem, pp. 179-223. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 317 318 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Oaxtepec. Iglesia conventual. Fachada.

Es importante reseñar en estas poblaciones las edificaciones religiosas que, además fue- ron realizadas por distintas órdenes mendicantes. El convento de Yecapixtla fue fundado por agustinos, mientras que los de Tepoztlán, Yautepec y Oaxtepec pertenecieron a los do- minicos. La pintura de Oaxtepec nos da una imagen de la cabecera y las diversas estancias repre- sentadas mediante la fachada y la espadaña de sus iglesias a las que antecede un rectángulo, que podría ser el atrio, con la epigrafía identificativa. La cabecera de Oaxtepec presenta el volumen de su iglesia con la fachada de sillería en la que se abre un arco de medio punto y un óculo, rematándose con un frontón triangular que dibuja un querubín en su tímpano. Otros detalles se refieren a la torre-campanario y una espadaña sobre la bóveda que cubre el pro- yecto dibujado. Se precede, esta iglesia, de un atrio almenado en cuyo centro se encuentra el glifo correspondiente a «Huaxtepec». La capacidad pictórica del autor nos ambienta con dis- tintos tonos montañas, árboles y corrientes de agua que junto a los caminos, a veces identifi- cados, van uniendo los distintos elementos representados. Aunque la traza urbana no aparece, sí se representan algunas construcciones singulares. Son la casa de la justicia, el hospital de españoles y el mercado (Tianguez de la Villa, nuevo) como un espacio abierto centrado por un pozo. Un segundo mercado con un ojo de agua, bajo el epígrafe de «Grande» está rodeado por un muro almenado. Podría tratarse de una construcción prehispánica ya que cuando se habla de su religión anterior se dice que: «… tan solamente tenían un ídolo en el tianguez público de la villa, al cual llamaban Ichpuchtli Quilaztle…» 134. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 319

También aparece representada «una huerta de suchinacaztles» que tendría un origen prehispánico si nos atenemos a la Relación Geográfica: «Dicen que en esta villa, aunque reconocían por señor a Montezuma el Viejo, y a los demás que les sucedió, que no le daban tributo ninguno más de que, cuando había de hacer algunas entradas, los enviaba a avisar para que fuesen con él. Y que una vez que fueron a conquistar hacia Chiapan, y otros pue- blos comarcanos hacia la Veracruz, dicen que trujeron de allá árboles de Suchinacastle y árboles de cacao, y el batey, que es árbol de donde sacan el hule de que hacen, de la resina que dél sacan, una pelotas con que juegan, que saltan mucho, y otros árboles de otras rosas, y las mandó el dicho Montezuma plantar en esta villa, en un bosque que tiene junto a ella en unas barrancas, de lo cual se servía después para su recreación, y tenía su Calpixque, natural de México, que los guardaba» 135. También la Relación Geográfica nos describe el hospital de españoles: «…donde está hecha una sala muy buena, y se va acabando otra en diferentes piezas y atajos para sudores y otras enfermedades. Llámase Hospital de Convalecientes, y se intituló de la Cruz. Halo fundado, con licencia del señor visorrey don Martín Enríquez un buen viejo que llaman Bernaldino Álvarez, que asímismo fundó otro hospital para convalecientes en la ciudad de México» 136. Si cotejamos con la arquitectura actual de Oaxtepec aún quedan restos del hospital y es curioso comprobar que, efectivamente la iglesia de Santo Domingo de Guzmán tiene una espadaña, una torre, portada con arco y óculo (pudo estar ocupado por un rosetón) sobre la misma al igual que aparece en la representación del siglo XVI. El interior de esta iglesia, de cruz latina, está cubierto por bóvedas de crucería entre las que destaca la del presbiterio con una mayor decoración de nervaduras; posiblemente, ésta, en su proyección exterior sea la representada en el dibujo de 1580.

134. Ibidem, p. 202. 135. Ibidem, p. 201. Las flores de estos árboles tenían empleos diversos tanto medicinales como gastronómicos. Fr. Francisco Ximénez lo explica en sus «Cuatro libros de la naturaleza…», p. 7: «El xuchinacaztli, es un árbol de peregrina figura que tiene las hojas largas y angostas, de color verde oscuro, pendientes de un pezoncillo marchito, tiene las flores divididas en hojas por la parte interior purpúreas, y por la exterior verdes, tiene propia figura de orejas, que son de muy grato y suave olor. Nace en tierras calientes, y no hay otra cosa en los tianguis y mercados de los indios que más ordinariamente se halle ni que en mayor estima se tenga. La cual suele dar suma gracia y gusto, juntamente con un suavísimo olor y sabor, [a] aquella tan celebrada bebida del cacao que llaman chocolate, y le da cierto temple y naturaleza saludable, es caliente en el principio del cuarto grado, y seca en el tercero, dícese, que bebida en agua resuelve las ventosidades, adelgaza la flema, calienta y conforta el estómago resfriado o flaco, y también el corazón, es útil para la asma, molida y hecha polvos muy sutiles, añadiéndole dos vainillas de los chiles grandes que llaman texochilli quitada la semilla y tostadas en un comal, que así llaman a unas cazuelas en que tuestan y hacen su pan los naturales que llamamos nosotros tortillas, añadiéndole a lo dicho dos o tres gotas de bálsamo, y tomándolo en algún licor acomodado». 136. Ibidem, p. 212. 320 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Yecapixtla. Capilla posa.

Yecapixtla. Claustro. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 321

La pintura referida a Yecapixtla tiene unas características similares a la anterior, por su carácter genérico, aunque el pintor recurrió a colores mucho más planos y representaciones más esquemáticas. Se identifican las estancias mediante pequeñas portadas rematadas con una cruz y los caminos que le unen (algunos identificados para Chimalhuacán, México, Atlatlahuca y Ocuituco). La cabecera se marca por una iglesia de mayor tamaño con torre campanario y un importante atrio que tiene adosado en el lateral el mercado con su fuente. Es interesante constatar en un plano actual de la villa la percepción genérica del pintor del siglo XVI en cuanto a la situación de las líneas de agua y sus correspondientes accidentes geográficos, así como el mantenimiento, todavía, del mercado en el mismo lugar del qui- nientos. Todo ello enmarcado en una traza reticular. Suponemos que la construcción del monasterio se comenzó entre 1535 y 1540 termi- nándose lo fundamental con bastante rapidez. El atrio de la iglesia presenta barda almenada. Se conservan las cuatro capillas posas de sencilla traza cúbica rematadas con almenas. Tam- bién la cruz atrial y la capilla abierta, hoy día cerrada, sobre el compás de entrada al con- vento. La iglesia conventual, dedicada a San Juan Bautista, es de una sola nave con cubier- tas de nervaduras y una portada de correcta traza renacentista rematada por un frontón y un importante rosetón. Es interesante señalar, igualmente, la portada lateral que abre con un arco de medio punto con relieves de santos en sus enjutas, por su funcionalidad en tanto que abre hacia el mercado. El claustro se define con una galería de arcos de medio punto con contrafuertes, siendo interesantes los restos de pintura mural que distribuyen distintas historias, elementos decorativos y un repertorio hagiográfico en hornacinas pintadas. El asentamiento geográfico se nos relata de la siguiente forma: «Esta villa está asenta- da, como está dicho, en tierra llana, entre dos barrancas muy hondas de más de cuarenta estados, que son las dos aguas que en la pintura están señaladas, salvo que, por la parte del norte, tiene serranía, y por la del oriente, al volcán, y por la del sur, algunos cerrillos; de manera que casi está asentada en una hoya…» 137. También es interesante la canalización del agua hacia la población, así una de las corrientes antes de unirse: «… la tienen atajada y la traen a la fuente que está en la plaza y tianguez desta villa y para el monasterio della» 138. Respecto a Tepoztlán solo podemos señalar que su traza reticular presenta ciertas irre- gularidades atendiendo a lo quebrado del lugar de su traza: «tiene su asiento en un repecho, entre unas grandes sierras y peñascos, como parece por la Pintura, y, por este respecto, está muy cubierta de todas partes, sino es de la parte de oriente y el cabo della, por la parte de poniente, un poco; y, así, las calles della son muy agrias, de cuestas y quebradas» 139.

137. Ibidem, p. 219. 138. Ibidem, p. 220. 139. Ibidem, p. 189. 322 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tepoztlán. Conjunto conventual.

7.5.2. El Corregimiento de Tetela del Volcán

Casi en los límites con el Estado de Puebla se encuentra Tetela del Volcán. Su situa- ción geográfica en una zona montuosa a los pies del Popocatépetl permite la presencia de una masa forestal que se traduce en la construcción: «En los montes de estos pueblos, que llegan hasta las cenizas del volcán, sobre los cuales tuvieron estos dos pueblos grandes di- ferencias, están poblados de pinos albares y de pinos de tea, y de encinales y de cedros altos y gruesos, y de madroñales: madera toda muy provechosa para edificios, pero trabajo- sa de sacar por la aspereza del sitio y grandes quebradas. Son buenos para sacar aceite de abeto, y para tablazón, y para leña y madera menuda, porque, para otra cosa, no siento sean de provecho» 140. El conjunto dominico está compuesto por un atrio, el claustro, el templo y un huerto. El diseño de la iglesia es de gran sencillez en su fachada con un arco de medio punto enmarcado por alfiz, una ventana que ilumina el coro y una hornacina rematando el con- junto. En la parte izquierda se levanta la torre terminada durante el periodo barroco. El in- terior presenta una sola nave abovedada. El claustro de planta cuadrada se eleva en dos

140. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, pp. 268-269. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 323

Tetela del Volcán. Iglesia conventual. alturas sobre grandes pilares y arcadas, destacando algunos interesantes restos de pintura mural. De gran interés es la sacristía donde se conserva una importante solución de carpin- tería mudéjar en la que tanto las jácenas como los canes en que apean llevan tallada decora- ción geométrica 141. También tenemos que referirnos a la huerta ya que en la Relación de 1581 nos habla, de pasada, del papel que tuvieron, a veces, los religiosos en la introducción de plantas europeas aclimatadas en los conventos: «Cógese, en las laderas de estos pueblos, muy escogido trigo; y se cogiera cebada, y se darían los olivares y viñas, si su Majestad no lo hubiese vedado y si los españoles se quisiesen dar a ello: porque se dan en este pueblo muchas y muy buenas castañas, en algunos árboles que en ella se han plantado por religio- sos curiosos, y nueces» 142. Hemos de tener en cuenta que la Relación Geográfica de Tetela y Hueyapan se realizó en 1581 y que, en ella, se especifica que hacía «dieciocho o veinte años que se juntaron, en tiempo del arzobispo don Fray Alonso de Montúfar…» 143. También es el momento en que los dominicos se hacen cargo de estas dos poblaciones diseñando las construcciones

141. Cfr. MARTÍNEZ MARÍN, Carlos. Tetela del Volcán, su historia y convento; y, LÓPEZ GUZMÁN, R. Op. cit., p. 75. 142. ACUÑA, R. Op. cit., p. 269. 143. Ibidem, p. 271. 324 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Hueyapan. Iglesia conventual. Fachada. conventuales respectivas. La traza de Hueyapan será en cuadrícula perfecta mientras que la de Tetela asume sus dificultades orográficas con irregularidades en sus manzanas y calles.

7.5.3. El Corregimiento de Totolapan

Este corregimiento comprendía las cabeceras de Tlayacapan, Atlatlauhcan (Atlatlahuacan) y Totolapan. La Relación se realizó en 1579 interviniendo el corregidor, don Andrés de Curiel, y los gobernadores y alcaldes indígenas de cada lugar. En cada uno de estos pueblos existía un monasterio agustino, siendo interesante las noticias de la financiación y fechas de fundación: «Los monasterios que hay son tres, de frailes Agustinos: uno, en Totolapan, y otro, en Tlayacapa, y otro, en Atlatlauhcan; en cada uno de los cuales hay dos, tres y cuatro frailes. Fondólos su Majestad, el de Totolapan, pue- de haber cuarenta y cinco años, poco más o menos; el de Tlayacapa, veinte, y el de Atlatlauhcan, nueve» 144. El escalonamiento de las fundaciones agustinas se debe a que, en principio, la única cabecera era San Guillermo Totolapan (incluso era visitada a nivel religioso por los domi-

144. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 164. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 325

Tlayacapan. Iglesia conventual. Fachada. Atlatlahuacan. Capilla posa.

Totolapan. Claustro. 326 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN nicos de Oaxtepec). Más adelante, en 1535, comenzaron los agustinos la evangelización con las casas adicionales de San Juan Bautista Tlayacapan (1554) y San Mateo Atlatlauhcan (1570). En paralelo, las dos poblaciones subsidiarias se convirtieron en cabeceras arrastrando con ellas una serie de estancias menores y convirtiéndose en puntos de congregaciones que se realizaron hacia 1600 145.

7.6. ESTADO DE GUERRERO

7.6.1. Los centros de Iguala y Taxco

La zona del actual Estado de Guerrero careció de centros poblacionales y de un acerta- do desarrollo económico durante la época virreinal, a excepción de Acapulco (lugar de ini- cio y llegada del Galeón de Manila) y del centro minero de Taxco. Este último, pese a con- figurar una urbe importante, siempre estuvo condicionado por el descubrimiento y afloración de filones de plata. Secundariamente podríamos añadir la población de Iguala atendiendo a su situación geográfica en el punto intermedio entre el puerto de Acapulco y la capital virreinal. Su tra- za urbana responde a una correcta retícula ortogonal, casi en damero, que conforma el cen- tro con la iglesia principal, el atrio y la plaza pública que estuvo rodeada de pórticos de los que quedan algunos restos. Esta imagen está bien dibujada en la Relación Geográfica de 1579: «La poblazón está bien trazada por sus calles anchas y derechas, desviadas las casas unas de otras, que tienen en medio sus milpas y frutales. En el medio del pueblo, está la iglesia principal: una capilla abierta, y, por delante, un gran patio de naranjos y limones, y unos grandes árboles llamados ceibas, altos y sombríos, sin ningún fruto. Tienen otras cua- tro ermitas por sus barrios, llamados Santiago, San Pedro, San Juan y San Miguel, donde hacen sus fiestas cada un año, el día de su santo. …Tienen un hospital para sus enfermos: hacen una sementera para él, y, para los ornamentos de la iglesia, otra sementera» 146. De la plaza pública se dice: «Tiene Iguala una gran plaza delante de la iglesia, toda de muy altos y grandes árboles llamados ceibas, que en nuestra lengua se dicen pochotes» 147. Esta descripción permite la aproximación a una población, llamémosla ciudad, de in- dios donde había unos 840 tributarios. Lógicamente el número de viviendas era elevado aunque «las casas están desviadas unas de otras, como he dicho, y, las más son de adobes y cubiertas de paja, que llaman jacales, con pequeños aposentos y sin orden; aunque las casas

145. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 106-108. 146. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 341. 147. Ibidem, p. 342. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 327 328 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Iguala. Plaza Mayor.

de juez y comunidad son de mejor edificio» 148. Esto no quiere decir que se rompiera la traza urbana reticular, sino que cada parcela incluía junto a la vivienda una pequeña milpa para el abastecimiento doméstico. Esto aparece bien claro en alguna de las siete cabeceras dependientes de Iguala. Así en Mayanalán, la traza urbana responde a una retícula ligeramente irregular de manzanas rec- tangulares alargadas, no faltando la iglesia con su atrio y la plaza pública anexa. Pero la razón de esta traza deviene de una laguna de la que a través de acequias se daba agua a las distintas parcelas de Mayanalán. De ahí la conformación urbana en relación con la direc- ción de la infraestructura hidráulica. De hecho se dice en el texto que: «están trazadas las calles y casas como en los demás pueblos» 149. En la Relación Geográfica de Taxco, redac- tada por Pedro de Ledesma alcalde mayor de las minas y corregidor de Taxco y Tenango, nos describe como eran los pueblos de indios y su relación con la producción agrícola de la zona. La imagen se puede aplicar perfectamente al caso que nos atañe: «Otros pueblos hay que están en tierra mas llana, cuyas casas están puestas por orden, formándose calles muy derechas que llegan de campo a campo. Y es de saber que cada casa, con sus terrezuelas, se cuenta por una casa, y, para formar las calles, hacen desde una casa a otra un seto de cañas de maíz, o de otros palos, malezas o arbolillos, con que hacen pared y se continúa la calle,

148. Ibidem. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 329

Tepecoacuilco. Conjunto atrial.

por no dejar vacíos aquellos espacios que hay entre casa y casa, que se ocupan con las tie- rras y hortezuelas de los indios. Y esta es la orden que, generalmente, tienen los pueblos de indios de la Nueva España» 150. Esta información es, todavía, más importante si tenemos en cuenta que el alcalde mayor realizó también las Relaciones de Cuilapan e Iztepec en Oaxaca, lo que significa que conocía bastante bien el espacio geográfico del virreinato 151. Volviendo a Iguala tenemos que señalar la asimilación que el sistema virreinal hizo de la organización prehispánica. En general, se respetó a los señores y caciques pero cuando estos desaparecieron, o no existían anteriormente, se confió el organigrama a las propias comunidades. En nuestro caso: «Los señores naturales de Iguala son muertos y, ansí, cada un año eligen entre ellos un gobernador y dos alcaldes y otros oficios, que confirman los visorreyes, que tienen cargo de recoger los tributos y administrar justicia» 152. El sistema político se repetía en el resto de pueblos sujetos a Iguala. Desgraciadamente estos pueblos han sufrido destrucciones importantes en su patrimo- nio. De hecho, en ellos se construyeron algunos templos de interés citados en la Relación y que hoy día apenas conservan algunos restos. Es necesario, no obstante, recordar las breves

149. Ibidem, p. 349. 150. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 119. 151. Ibidem, p. 108. 152. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 342. 330 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Taxco. Vista urbana descripciones. En Tepecuacuilco: «Solía tener la iglesia monasterio de frailes Agustinos, do hicieron principal casa, de salas, claustros e iglesia, aunque la principal no la dejaron aca- bada. Desmamparáronla, por el mucho calor y mosquitos. Hicieron una huerta que, por pa- recerme tan principal, pondré aquí: está cercada de altas paredes, que tiene más de trescien- tos naranjos y limones, muchos plátanos, árboles de la tierra, mas de 40 palmas dátiles, que dan suma de ellos y buenos, mucha hortaliza, y su anoria, que está el agua a braza, que me pareció huerta real. Tiene naranjas muy gruesas, de lindo agro, para quien las quisiere lle- var, que hay para toda la comarca» 153. En Ohapa, bajo la advocación de San Agustín: «Tie- ne el pueblo una muy buena iglesia de tres naves, con su altar mayor en alto, y coro, y muy buenos ornamentos: es la mejor desta provincia, que ansí parece a todos los que la vean» 154. En Tasmalaca: «Tiene una iglesia de bóveda, como capilla abierta, y por delante un gran patio y plaza…» 155. Por último en Izuco: «…una iglesia, y patio por delante, cercado de naranjas y limones pequeños que se dan muy bien» 156. Todas estas poblaciones enviaban indígenas a las minas de Taxco. La estructura urbana del establecimiento minero no respondía, pese a ser un pueblo de españoles, a una traza

153. Ibidem, p. 346. 154. Ibidem, p. 350. 155. Ibidem, p. 353. 156. Ibidem, p. 354. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 331 organizada, ya que eran las bocaminas y el terreno escarpado los condicionantes del hábitat. Todo esto está justificado en el texto de la Relación Geográfica: «…que en todas las minas no hay cosa llana, si no una plazuela muy pequeña en donde está la iglesia, en el dicho real de Teteltzingo. Los pueblos de la provincia, comúnmente, están en sitios semejantes a éste, unos en laderas, otros en quebradas y, otros, en lo mas alto de los cerros. Y, en estos tales, no hay orden de poblazón, son una casa aquí y otra allá, según la disposición y comodidad que permite la aspereza de la tierra» 157. En 1581 el enclave minero se componía de tres reales o barrios diferentes: «… Estas minas de Tlachco constan de tres reales o barrios, que el principal, donde la justicia ecle- siástica y seglar reside, se llama Tetelatzingo, que en lengua mexicana quiere decir «cerro pequeño», porque el cerro donde se hallaron las minas es pequeño; el segundo real, que está a la parte del oriente, se nombra Cantarranas, puesto por los españoles, y los indios le nombran Texaltitlán, que quiere decir «despeñadero», por un cerro muy alto que está en él con un despeñadero; el otro real, a la parte de occidente, se llama Tenango, porque está cerca dél un pueblo de indios del mismo nombre» 158. Esta situación poblacional compleja con la presencia de españoles y de indios que tra- bajaban en las minas supone unos condicionantes específicos en las actividades religiosas. Así se dice: «En cada pueblo de indios hay una iglesia pequeña, donde se les dice misa y administran los sacramentos, de diferentes advocaciones. En este real de Teteltzingo hay una iglesia, que es la parroquia destas minas, en la cual hay tres beneficiados: los dos, de los españoles, y el uno, de los indios. Y el uno dellos es vicario del arzobispo para las cau- sas de los españoles, y, otro, para las de los indios. No hay capellanías fundadas. Hay dos cofradías, del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora, y, en este mismo real, hay una er- mita de la Veracruz a donde hay cofradía de disciplinantes, en la cual se dice una misa re- zada cada viernes y se celebran las fiestas de la Cruz, y todo esto se hace de limosnas» 159. Esta atención mixta también se repetía en los hospitales: «Hay un hospital donde se recogen los pobres que a él vienen, así españoles como indios, que se sustenta de limosnas que se piden en el pueblo. Las casas deste hospital dejó, para este defecto, un clérigo que se llamaba Gaspar de Rojas, que, ha que murió, catorce años, poco mas o menos. Y dejó, por patrón de la dicha casa, a Pedro Mártir, vecino y minero destas minas, que hoy es vivo, y a un Antonio de Castro, que es ya difunto. Junto a este hospital y pegado con él, esta otra ermita, de la advocación de San Sebastián y San Miguel, donde se hacen algunas fiestas entre año, de limosnas que se recogen. En todas las haciendas destas minas en que residen mineros, hay ermitas donde le dicen misa, por estar desviadas de la iglesia mayor dellas» 160.

157. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 119. 158. Ibidem, p. 116. 159. Ibidem, p. 131. 160. Ibidem, pp. 131-132. 332 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cuetzalá del Progreso. Plano.

Como todos sabemos, la importante producción de las minas de plata de Taxco convir- tieron a la ciudad en un centro artístico de primera magnitud en los siglos XVII y XVIII, destacando la magnífica iglesia de Santa Prisca 161. No obstante, la traza urbana irregular se mantuvo y es un buen ejemplo de las urbes mineras como alternativas a las numerosas po- blaciones reticuladas. La dependencia hacia Taxco es visible en la población de Ichcateupan (Ixcateopan), donde había continuamente movimientos migratorios de indios para trabajar en las minas. En este caso, el asentamiento entre montañas impedía el desarrollo de un urbanismo orde- nado. Dice la Relación de 1579: «…está asentado en una cuchilla de un cerro pequeño; tiene, por una parte y por otra, quebradas, y por ellas están pobladas las casas, apartadas unas de otras» 162. Es importante reseñar la descripción que se hace de la fortificación cer- cana de Oztuma (actual Ozumba) como fundada por el azteca Axayacatzín: «Dicen que el pueblo de Oztuma, en otro tiempo, estuvo poblado en un peñol que es inexpugnable y muy fuerte, el cual el dicho señor corregidor, y el nahuatlato y yo, el presente escribano, habemos visto que cae a media legua de adonde ahora están poblados, hacia el noroeste. El cual es fuerte en que poca gente se puede defender de mucha, y así lo dicen: que, muchas veces, se

161. Cfr. AA.VV. Santa Prisca restaurada. 162. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 265. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 333 vieron cercados de mucha cantidad de gente de los de Mechoacán y, con pocos que fuesen, se defendían con sólo echar piedras. Está en la cumbre de un alto cerro, cercado con piedra, con dos murallas y sus fosos de trecho a trecho. En este fuerte vivían y tenían sus casas lo señores y principales, y, como vinieron los españoles, dicen que se pasaron a poblar a don- de ahora están» 163. De los pueblos dependientes el más interesante, sin duda, es el de Cuezala (Cuetzalá del Progreso). Sabemos que fue trasladado de lugar y que se estructuró mediante una traza de manzanas rectangulares. La Relación Geográfica nos dice: «El pueblo de Cuezala esta- ba, antiguamente, fundado y poblado encima de unos cerros, a dos leguas de adonde ahora están, y un fraile de San Francisco, llamado Fray Juan, les hizo pasar a donde ahora están, porque tenían falta de agua adonde estaban. Están ahora en un vallecico que se llamaba Almolonga, y llámase así, porque tiene un «ojo de agua» allí junto, que corre todo el año cantidad della» 164. La nueva población se realizó siguiendo una correcta retícula ortogonal.

7.6.2. La Alcadía Mayor de Zumpango

En la zona oriental del Estado de Guerrero encontramos una serie de poblaciones que dependieron jurídicamente de la alcaldía mayor de las minas de Zumpango. La más impor- tante, sin duda, fue Chilapan (Chilapa), que curiosamente pertenecía al obispado de Tlaxcala. El origen de esta población fue una congregación realizada por el agustino Fray Juan de San Román que, al igual que Tlapa, presentaba ciertos problemas. Así, al menos, se señala en la Relación de Tiripetío 165. No obstante, en la Relación de 1582 se dice: «Y este pueblo está formado por orden, como los pueblos de españoles, por sus calles derechas, como cons- tará por la pintura» 166. Desgraciadamente no se ha conservado la representación gráfica, por lo que no podemos comprobar estos datos con un documento de la época. No obstante, si cotejamos los planos actuales de ambas poblaciones podemos apreciar una correctísima traza rectangular en el caso de Chilapan y con mínimas irregularidades en el tamaño de las manzanas en lo que se refiere a Tlapa. El asentamiento de Chilapa se había producido en torno a la construcción del monaste- rio agustino. Así se dice: «… y, cuando aquí se fundó el monasterio que en él está, estaba esta poblazón a menos de un cuarto de legua de aquí, que dice el mismo nombre de Chilapa, la que, por tener mal asiento, se mudó a donde al presente está. Y dicen que la mudanza dél

163. Ibidem, pp. 289-290. 164. Ibidem, p. 318. 165. CERDA FARÍAS, I. El siglo XVI en el pueblo de Tiripetío, p. 111. 166. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI. Tlaxcala II, p. 111. 334 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN fue en el año de 33…» 167. Incluso se añaden algunos datos interesantes de carácter urba- nístico: «Una fuentecica hay de razonable agua, que viene encañada al monasterio y va a la plaza y mercado, que se dice Tianguiz, donde hay una fuente muy hermosa con su taza en medio, de que bebe el pueblo» 168. El proyecto agustino inicial para esta población debió ser importante, tal y como lo describe el documento de 1582: «En este pueblo y cabecera de Chilapa, está fundado un monasterio, con licencia: es de la Orden del Glorioso Padre San Agustín. Habrá que se fun- dó cuarenta y nueve años, en el cual ha habido de ordinario cuatro religiosos, los mas len- guas, para administrar los sacramentos a los indios. El edificio es de calicanto, cubierto de madera y terrado: está entre bajos y altos, por causa de los muchos temblores. En la salida deste pueblo, en un llanito muy cerca, está una ermitica dedicada a San Joseph, a donde cada año van en procesión, por tenerle por patrón este pueblo para los temporales, a instan- cia de un religioso, prior del monasterio que era a la sazón cuando la fundó» 169. La población dispersa de esta área llevaría a la realización de otra serie de congrega- ciones entre 1598 y 1604 170. En el caso de Tistla (Tixtla de Guerrero) la Relación Geográfica especifica que: «Este pueblo está asentado y formado por su orden, como pueblo de españoles, con sus calles derechas» 171. Ahora bien, respecto a su fundación hay una noticia muy interesante ya que cifra su traza en época prehispánica: «Averiguóse haber fundado dichos pueblos de Tistla y Muchitlán un cacique… el cual fue enviado por Motetzuma a hacer esta poblazón» 172. No obstante, sabemos que entre 1598-1604 las 18 estancias de Muchitlán fueron congregadas en la cabecera, por lo que hemos de suponer que sería el momento de conformación de la traza. De igual forma, en el caso de Tistla se produjo una reducción, de 28 estancias a 18, antes de 1582; y, en 1603, se ordenó la congregación de todas a excepción de dos (Apango y Atliaca) 173. Tanto Tixtla como Muchitlán presentan en la actualidad trazas reticulares de manzanas rectangulares que responden a varios módulos que no rompen, en absoluto, la racionalidad del plano. En la pintura de Muchitlán que acompaña la Relación se referencian doce estancias representadas mediante una construcción (semejante a un calli prehispánico) acompañadas de un glifo explicativo del nombre de cada población y un cuadro que cuantifica los tribu- tarios de cada lugar. Las representaciones topográficas se resumen en los caminos trazados

167. Ibidem, p. 112. 168. Ibidem, p. 115. 169. Ibidem, p. 118. 170. GERHARD, P. Op. cit., p. 115. 171. ACUÑA, R. Op. cit., p. 269. 172. Ibidem, p. 270. 173. GERHARD, P. Op. cit., p. 327. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 335 mediante líneas y pequeños pies. Lógicamente nos encontramos con una pintura realizada por un tlacuilo con todos los sistemas gráficos prehispánicos. Solo las leyendas están escri- tas en castellano. La información tiene más carácter tributario que arquitectónico o urba- nístico. Todas estas Relaciones fueron realizadas por el alcalde mayor Gonzalo Bazán. Fue en- viando los textos de forma independiente a México, seguramente conforme los iba termi- nando, lo que ha hecho que se conserven fragmentariamente. Tenemos la pintura de Muchitlán, pero faltan los textos de Huitziltepec y Muchitlán, o las posibles pinturas de Chilapan y Tistla 174. El centro de la región era Zumpango, donde residía la alcaldía mayor. En 1531 se habían descubierto yacimientos de metales a unas cinco leguas del pueblo, las cuales atra- jeron a numerosos vecinos españoles, aunque cincuenta años después prácticamente ha- bía cesado la producción. La Relación Geográfica de 1582 nos dice: «En el término deste pueblo de Zumpango se descubrieron, habrá cuarenta y ocho años, unas minas de plata y oro, y el descubridor de ellas fue Diego Jaramillos, conquistador y encomendero que fue deste pueblo de Zumpango. Hubo poblazón de muchos españoles, porque fueron muy ri- cas, y, por quitarles los esclavos por mandado de su Majestad, se dejaron de labrar y des- poblaron, que sólo hay en ellas algunos indios naborios; las cuales están deste pueblo de Zumpango a cinco leguas. Ansimismo, se han descubierto y descubren metales de plata en este término de Zumpango, y hay otras minas que ahora se labran. Y hay otras de co- bre y hierro, y no se labran por falta de gente, por lo cual su Majestad pierde sus reales quintos: están en unas sierras muy altas, y es tierra muy fría y muy montuosa y de muy buenas aguas» 175. La distancia entre las minas y el pueblo permitió una traza correcta del mismo: «y este pueblo está formado por su orden, como pueblos de españoles, por sus calles derechas, como constará por la pintura» 176. Efectivamente la pintura nos presenta una interesante traza en cuadrícula de 7 x 7 manzanas aunque las centrales donde se sitúa la iglesia son rectangula- res. Imagen cotejable con el plano actual de la población. Las calles se dibujan con líneas paralelas y pequeños pies pintados que, en la visión genérica del territorio, se continúan en los distintos caminos que unen las diversas estancias representadas exclusivamente con la traza de una pequeña iglesia. Además, junto a la leyenda en castellano de las estancias, en- contramos el número de tributarios y las leguas (con números romanos) que les separaban de la cabecera de Zumpango. La realización de la pintura por un tlacuilo queda refrendada por los 7 glifos situados en la zona superior. También aparecen representados algunas ma- sas forestales y el camino hacia Acapulco.

174. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III, p. 192. 175. Ibidem, p. 197. 176. Ibidem, p. 195. 336 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Ahora bien, la riqueza de la traza urbana no se traducía en importantes arquitecturas. De hecho, las casas: «…en general de toda esta provincia son de horcones, y algunas de adobes, y cubiertas con paja, que es la armazón de los techos dellas; y, de poco acá, usan algunas casas de terrado, y son pocas»; y la iglesia: «…es de horcones y cubierta de paja; tiene una capilla chica de calicanto, cubierta de terrado y madera labrada, y no alta, por amor de los temblores» 177.

7.6.3. El entorno del Río Balsas

En zonas limítrofes con el actual Estado de Michoacán se encuentran los partidos de Ajuchitlán y Zacatula 178. El primero de ellos está situado junto al río Balsas, en el interior, hacia el este del Estado Guerrero. Era un pueblo de indios del que lo único que nos interesa es la valoración que se hace con respecto a la construcción de hospitales propios de las fundaciones del obispo Quiroga: «En las cuatro cabeceras, y en catorce sujetos dellas, hay hospitales. Fue el inventor dellos don Vasco de Quiroga, primero obispo de Mechuacán. No tienen renta ninguna; susténtalos los indios, de sus limosnas y trabajo. Y, los de los sujetos, no son de ningún provecho, salvo el de Tiringueo; y éste, con los de las cuatro cabeceras, son necesarios, porque sirven para los enfermos. Y todos los demás no sirven, sino de dar trabajo y pesadumbre a los indios en sustentar los edificios dellos, y lo que comen y roban los principales; y las justicias no pueden remediarlo, porque son a cargo del prelado» 179. Zacatula, en cambio, era una ciudad de españoles, potenciada por el establecimiento en 1522 de unos astilleros en la desembocadura del Río Balsas, a lo que se unió el espejismo que significaron la presencia de arenas auríferas. Estas primeras expectativas económicas permitieron una importante concentración urbana que fue disminuyendo rápidamente a lo largo del siglo XVI. Poco después de fundada la denominada Villa de la Concepción en Zacatula, que llegó a tener 122 vecinos españoles, comenzó la disminución y extinción de la producción de oro. Para 1571 apenas quedaban siete u ocho residentes españoles, y en 1619 ninguno 180. La provincia, excepto puntuales momentos económicos álgidos, no tuvo mucha población. En la Relación Geográfica de 1580 se dice: «Es, toda la provincia, de muy pocos indios y de pueblos muy pequeños… Los pueblos que al presente hay son muy pequeños, y sin orden ni calles, y poco permanentes» 181.

177. Ibidem, p. 201. 178. Ambas jurisdicciones pertenecieron al obispado de Michoacán. 179. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 44-45. 180. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 403-406. 181. ACUÑA, R. Op. cit., p. 451. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 337

Sirándaro (Zirángaro) se encuentra actualmente junto al río Balsas, en el punto limítro- fe entre los Estados de Guerrero y Michoacán 182. En el siglo XVI pertenecía al obispado de Michoacán y en la Relación Geográfica de 1579-1580 aparece junto a Cutzeo (Cutzio - Michoacán-) 183. La intervención de los religiosos agustinos 184, en torno a 1540, parece que fue decisiva en la ordenación tanto de la cabecera como de los barrios dependientes que se conformaron en la ribera del río. Dice la Relación Geográfica: «Tiene este pueblo de Sirándaro otros juntos, apegados al río, demás de este barrio de Guayameo, que se dicen, la iglesia de la cabecera: San Nicolás, y sus sujetos, Santiago y San Jerónimo, y San Bartolomé y San Miguel; y San Juan Etúquaro y San Pedro Pitacorán, y la Ascensión y la Magdalena y otro San Jerónimo, y San Pedro Cuxaran; todos poblados, a legua y a media legua, ribera del río, y, asimismo, a cuatro y a cinco leguas y a diez. Todos los cuales barrios se llaman de estos nombres, porque, cuando los religiosos los juntaron y recogieron por sus barrios, las iglesias que fundaron, y al presente tienen, son de estos nombres; por manera que no se usa, entre los naturales, llamar de sus nombres a sus pueblos, sino del nombre de sus igle- sias» 185. La traza dada por los agustinos respondía a un correcto urbanismo en damero reser- vando dos cuadros para el convento y separando, en una plaza secundaria, las funciones políticas y de mercado. Elementos visibles en la traza urbana actual.

7.6.4. La zona oriental de Guerrero

De la extensa zona costera que iría desde Acapulco hasta el límite con el Estado de Oaxaca se conservan las Relaciones de Xalapa, Cintla y Acatlán, que pertenecían al obispa- do de Antequera (Oaxaca). Los textos son bastante parcos en cuanto a datos que nos intere- sen ya que, aparte de la localización de una serie de poblaciones, solo nos aportan algún dato constructivo y la especificación urbana cuando nos habla de Ayutla (Ayutla de los Li- bres), señalando que: «… este pueblo siempre estuvo y está en un llano, y que no tiene calles el dicho pueblo, ni ninguno de toda la provincia, porque cada uno hace casa donde le parece, apartados unos de otros…» 186. También se relata la existencia del pueblo de San Luis que fue fundado por españoles y deshabitado en torno a 1530-31 cuando se acabó el oro que sacaban del río Marquelia. Este

182. Esta relación habla de Sirándaro y Guayameo, este segundo nombre se refería a un barrio que «dista de esta cabecera como mil pasos». La cercanía de estas dos cabeceras hizo que en el año 1603 se unieran en un solo asentamiento, Cfr. GERHARD, P. Op. cit., p. 140. 183. Actualmente esta población se encuentra en el Estado de Michoacán. 184. GERHARD, P. Op. cit., pp. 138-140. 185. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 263. 186. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 287. 338 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Acapulco. Fuerte de San Diego. asentamiento volvería a ser ocupado por naturales que se trasladaron desde Acatlán en 1611, denominándose en la actualidad la población como San Luis Acatlán 187. Los españoles que se quedaron se dedicaron a la explotación ganadera y de cacao 188.

7.7. ESTADO DE OAXACA

El Estado de Oaxaca comprende las regiones históricas de las culturas mixtecas y zapotecas, aunque la fundación del obispado en 1535 abarcaba una franja territorial mayor entre el Golfo de México y el Océano Pacífico, limitando con los obispados de Chiapas y Tlaxcala-Puebla. La zona central, con capital en Antequera (Oaxaca), fue cedida a Hernán Cortés con el título de marqués, el cual situó uno de sus palacios en la ciudad. A nivel reli- gioso fue un espacio principalmente ocupado por los dominicos, que ya para 1544 tenían catorce conventos y habían redactado vocabularios en zapoteco y mixteco. La fuerza de esta orden mendicante es visible en alguno de los conventos fundados que se encuentran entre los más monumentales del Virreinato como serían Etla, Coixtlahuaca, Yanhuitlán, Cuilapan o Teposcolula.

187. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., p. 155. 188. ACUÑA, R. Op. cit., p. 292. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 339 340 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

7.7.1. La Mixteca

Esta región comprende la parte norte y occidental del Estado, correspondiéndose con los espacios poblacionales mixtecas, una de las culturas que mayor legado artístico ha deja- do de la época prehispánica y que estuvo viva durante el periodo virreinal. Son numerosas las Relaciones concernientes a esta región aunque la información que nos ofrecen es varia- da y, a veces, sin interés. En la zona norte, casi limitando con el Estado de Puebla, se encuentra Teutitlán (Teotitlán del Camino). La información que tenemos no especifica elementos de carácter urbanístico pero en cambio nos refiere la presencia de restos prehispánicos: «Su asiento es al pie de una serranía grande, en unas lomas. Tiene, cabe sí, tres cúes antiguos de gran fortaleza, donde estaban poblados: parece, por ellos, haber sido frontera y poblada de mucha gen- te» 189. El texto tiene su traducción en la pintura que acompaña la Relación. Es muy esque- mática apareciendo todos los pueblos de la zona con los caminos entre ellos y las ficticias líneas de montes. Lo más interesante es la representación de los tres cúes citados. Se expli- can como fortalezas de frontera, pero es mas probable que la interpretación correcta esté en el propio nombre del pueblo que, como se dice en el documento, significa en «lengua mexi- cana junto a dios». Francisco del Paso y Troncoso piensa que el número de pirámides ten- dría un carácter simbólico ya que coincide con el de los reyes-sacerdotes que gobernaban el pueblo: el Teuctlamacaz (sacerdote mayor), el Ecatlamacaz (sacerdote del viento) y el Tetzatlamacaz (sacerdote de los agüeros) 190. Parece que los franciscanos habían cambiado el asentamiento desde su centro ceremonial en un cerro en la década de 1540 191, propo- niendo una retícula visible en la población actual. Datos concernientes al horizonte prehispánico que estaban aún vigentes podemos en- contrar en la Relación de Papaloticpac y su partido, donde nos refieren una salina pertene- ciente al cacique «porque debe ser posesión antigua» 192. La importancia de las salinas para la conservación de alimentos y la gastronomía de la época hace que la pregunta número treinta del cuestionario se refiera a su existencia y posesión de las mismas. En Oaxaca vol- vemos a encontrar en la Relación de Tehuantepec una cita similar a la anterior en la que de nuevo las salinas corresponden al cacique indígena: «Las cuales dichas dos lagunas son de don Felipe Cortés, cacique natural desta provincia e hijo legítimo de don Juan Cortés, se- ñor que fue antiguamente della, y las tiene y posee por suyas, y tiene ejecutoria real de su Majestad» 193.

189. Ibidem, p. 197. 190. Ibidem, p. 193. 191. GERHARD, P. Op. cit., p. 318. 192. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 39. 193. Ibidem, p. 120. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 341

La Relación de Ixcatlán (Santa María Ixcatlán) nos ofrece dos pinturas genéricas, casi iguales, del territorio con sus montañas, ríos y representaciones de poblaciones mediante el edificio de sus iglesias. Entre estas últimas destacan las de Quiotepec (Santiago Quiotepec) y Tecomahuaca (Santa María Tecomauaca), que eran las cabeceras junto a Ixcatlán. Las úni- cas diferencias formales se pueden percibir en el modo de representación de los dos dibu- jos son algunos trazos de las iglesias, como la de Tecomahuaca que responde a una torre con cuatro alturas escalonadas, en uno de ellos, frente a la fórmula normal de fachada con torre o espadaña. Estos pueblos respondían a una traza correcta, especificada de la siguiente forma: «… todos están bien ordenados y con buen asiento de pueblos, fijos y trazadas sus calles y ca- sas a su modo, y, al parecer, que permanecerán» 194. Idea que podemos comprobar en el plano actual de Santa María Tecomahuaca. Por último, señalar que aunque no está representado en los dibujos se describe un es- pacio prehispánico en el texto de la Relación: «El templo estaba en un cerro, encima de una planta que, para subir a ella, subían por veinte y cinco gradas. Era al modo de los demás templos, y las maneras y ritos eran los de los demás» 195. A nivel urbano en esta zona norte de la mixteca destaca Cuautla (Huautla). En la Rela- ción se dice que: «… los vecinos que al presente hay están en traza y policía de calles, juntos y congregados» 196. Existen una serie de relaciones geográficas concernientes a la mixteca que no aportan datos urbanos de interés, tales serían las de Guaxilotitlán (hoy Huitzo con traza reticular), Tilantongo 197, Chinantla, Ucila (hoy San Felipe Usila con traza reticular) o Atlatlauca y Malinaltepec. Esta última, no obstante, se acompaña de una pintura de carácter genérico en la que nos sitúa con edificaciones los pueblos-cabecera y los sujetos, unidos por caminos, completándose con los ríos. La diferencia de color (verde o rojizo) marca los sujetos de Atlatlauca o Malinaltepec, respectivamente. En 1599 se realizó una congregación en San Pedro Yolos (Yolox), a la que pasó a depender Malinaltepec 198. Algo similar sucede con la Relación de los Peñoles que incluye los pueblos de Itzcuintepec, Eztitla, Quauxoloticpac, Huiztepec, Totomachapa y Elotepec. La pintura que los representa se centra en una visión genérica de las montañas, caminos y ríos, marcando las poblaciones mediante una iglesia con su glosa, destacando la correspondiente a Antequera (Oaxaca) con una iglesia mayor dibujada con sillería.

194. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 229. 195. Ibidem, p. 239. 196. Ibidem, p. 142. 197. Sobre la iglesia de Santiago de Tilantongo, Cfr. MULLEN, R. J. La arquitectura y la escultura de Oaxaca, pp. 194-202. 198. GERHARD, P. Op. cit., p. 56. 342 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Huitzo. Conjunto conventual.

La Relación de Teozacualco (San Pedro Teozacoalco) y Amoltepeque (Santiago Amoltepec) tiene de interés las dos pinturas que le acompañan las cuales ofrecen una vi- sión circular del territorio centrado, lógicamente en las dos poblaciones. Alfonso Caso cali- ficó la pintura de Teozacualco como «Piedra de Roseta» para entender los códices mixtecos, señalando las siguientes peculiaridades: «El mapa… es geográfico e histórico. La parte geo- gráfica, que está a la derecha, tiene forma circular. La otra parte, la genealógica e histórica, que es mucho más importante, está a la izquierda y consta de dos columnas de personajes, pero se halla complementada con una tercera columna que está dentro de la parte geográfi- ca… Dentro del círculo… se notan las grandes serranías cubiertas de arbolado, entre las cuales está la llamada Yucuduza, que quiere decir «sierra pintada», y es la que está en el límite izquierdo del círculo, que es el norte, pues el mapa está orientado de tal modo que el oriente, indicado por el sol, queda en la parte superior… Varios ríos, arroyos y manantiales se ven en esta parte, así como… caminos… Los ríos y arroyos confluyen todos hasta un gran río en la parte poniente o sea la parte baja del mapa, que es el Río Verde que desembo- ca en el Océano Pacífico. En todo el rededor del círculo que marca los límites de la jurisdicción de Teozacoalco, hay 44 jeroglíficos que indican los nombres de los sitios por los que pasa el lindero del pueblo… Un estudio detallado de los jeroglíficos de estos lugares, y de sus nombres en mixteco, sería importante para la interpretación de los códices prehispánicos, ya que varios de estos jeroglíficos… aparecen como nombres de lugares en los códices. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 343

Nochiztlán. Iglesia. Fachada.

Casi en el centro del círculo, un poco a la izquierda, está la representación del pueblo de Teozacoalco… Se ve la iglesia con su torre y campanario, y el atrio enfrente de ella. En la parte sur, hay un edificio con un patio interior., y una leyenda que dice: ‘Estas son las casas de don Felipe y de don Francisco su hijo, señores naturales de este pueblo’… Arriba de las casas de los señores…, está la tercera columna…, de personajes…» 199. A nosotros nos interesan las representaciones de los pueblos dependientes de Teozacualco que se dibujan mediante una iglesia, con portada almenada y cruz, así como el texto identificativo y la distancia a la cabecera. Ésta presenta la iglesia con su capilla abierta anexa y atrio uniéndose en un lateral una supuesta plaza o patio con viviendas o estancias en su entorno junto a las que se lee «estas son las casas de don Felipe y don Francisco, su hijo, señores naturales deste pueblo». Proyecto urbano reducido que, no obstante, concentra los espacios más significativos de la población. Del plano de Amoltepeque hay que destacar el perfecto diseño de la fachada de su iglesia así como un calli en el que se encuentran dos personajes principales. Estas pinturas en las que el contenido pictográfico de tradición prehispánica es, sin duda, de un valor importantísimo, representan modos genéricos de apre- ciación del territorio así como la simbología constructiva de identificación de las poblaciones.

199. CASO, A. El mapa de Teozacualco, pp. 151, 153 y 152-53. 344 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

La Relación de Nochiztlán (Asunción Nochixtlán) nos propone una de las informacio- nes más escuetas y claras tanto en el texto como en la pintura. Nos dice: «… están pobla- dos en un pueblo trazado de calles y casas…» 200; más adelante nos concreta: «Este pueblo está en alto, en tierra mas llana que doblada, con once calles largas que van de oriente a poniente y, de norte a sur, doce calles mas cortas; y, en medio del, esta la plaza e iglesia, como va señalado y rasguñado en la pintura» 201. En el dibujo, en cambio, lo que nos apare- ce es una cuadrícula perfecta con la inversión de número (doce calles de este a oeste y once calles de norte a sur). La iglesia ocupa una manzana central que se completa con la plaza pública, señalada con la presencia de numerosos pies pintados. En la trama urbana se dibu- jan otras tres edificaciones que no podemos identificar, aunque la Relación habla de un hos- pital y, lógicamente, suponemos la existencia del cabildo indígena. No obstante, también podemos pensar que fueran casas de los principales. En este sentido, señalar que la traza se había realizado en torno a 1560 ya que en la respuesta 48 se dice: «Este dicho pueblo de Nochiztlán estaba poblado en unas lomas y laderas adonde carecían de agua, y, en aquel tiempo, los visitaban y doctrinaban clérigos. Y habrá mas de veinte años que se pasaron a donde al presente están, que es a un cuarto de legua mas abajo, en un llano, adonde beben de pozos y algunos manantiales. Y, de quince años a esta parte, los tienen a cargo los dichos frailes dominicos. Y pasáronse por mandado y parecer del cacique, y de Bernardino López, clérigo que al presente los visitaba» 202. La iglesia estaba dedicada a Santa María de la Asunción, aunque apenas queda nada del proyecto dominico original, siendo el conjunto actual de fines del siglo XVIII, si tene- mos en cuenta que cuando Burgoa escribe en 1674 esta se había caído por un terremoto habiéndose comenzado una pequeña construcción 203. En la Relación fechada en 1791 se señala que «… se empezó a fabricar la iglesia desde el año 45, y hasta la presente se halla con solo tres paredes, y estas aun no acabadas pues están hasta medias ventanas y por den- tro un techo que lo sostienen horcones y puntales que no se ha acabado por falta de rea- les» 204. Evidentemente, la observación directa de la iglesia nos muestra la presencia de ele- mentos formales en la portada principal provenientes del edificio primigenio de fines del siglo XVI o principios del XVII con arco de mediopunto enmarcado por dobles columnas adosadas, las cuales en el piso superior han perdido su valor estructural para convertirse en meros elementos decorativos anexos a la obra actual. El interior, de una sola nave cubierta con bóveda de medio cañón, presenta cúpula en el tramo que antecede a la capilla mayor,

200. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 366. 201. Ibidem, pp. 366-367. 202. Ibidem, p. 371. 203. BURGOA, F. Geográfica descripción, p. 383. 204. ESPARZA, M. (Ed.). Relaciones Geográficas de Oaxaca (1777-1778), p. 214. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 345 mas estrecha que el conjunto de la nave y mas baja, por lo que podría ser también un resto de la primitiva construcción, al menos así queda explicitado si observamos la diferencia estilística de los capiteles de las pilastras del arco toral y la forma de sobreelevar un segun- do arco que sirve de base a la cúpula. Las intervenciones sobre este conjunto han sido con- tinuas, pudiéndose datar algunas relativamente recientes por inscripciones en 1940 y 1965. Tenemos que detenernos y analizar con precisión la Relación Geográfica de Texupa (Santiago Tejupán) dada la importante información escrita, las contradicciones con la pin- tura y el trabajo de campo allí realizado. El texto está realizado por el Corregidor, Diego de Avendaño, y los dos frailes del convento de dominicos que existía en el pueblo, Fray Anto- nio de la Serna y Fray Pascual de la Anunciación. La ausencia de indígenas condiciona una redacción más descriptiva sin ningún tipo de antecedente histórico ni utilización prehispánica de la tierra continuada en esos momentos. Solo, al final del texto, aparecen presentes una serie de naturales, todos ellos principales, que apenas debieron intervenir en la redacción. En cuanto al nombre del pueblo, en la pregunta número 13, se especifica que viene de la palabra mixteca «Ñundaa» que significa «tierra azul», nombre que en náhualt se dice «Texupa». Respecto a los edificios se dice: «Ay en este pueblo unas casas de piedra y barro algunas con sus açoteas y tejados». La pintura que completa la información destaca por la representación tanto del paisaje del entorno, con las dos montañas situadas al este y oeste, como de la planta del pueblo, casi en cuadrícula con las fachadas de las casas en las calles trazadas en dirección norte- sur. La plaza no existe en el centro de la población sino que se desplaza junto al convento dominico situado casi en la periferia, con un atrio o plaza que le antecede con vegetación abundante. Sobre el esquema urbano se sobrepone la traza de vías de comunicación me- diante franjas marrones con pies y herraduras dibujados sobre las mismas. En ellas existen unas leyendas en castellano que señalan los pueblos a los que llevarían: Yanhuitlán, Comaltepeque, Coixtlahuaca, Teposcolula y Tamazulapa. Todas parten del convento. Igualmente aparecen los riachuelos, uno de los cuales atraviesa la trama urbana para unir con otro, que la bordea, en el extrarradio. Estos mantienen un trazo verdoso. Comen- zando por la izquierda el primero recibe el nombre de Río Tejón en la actualidad, el segun- do (que atraviesa la población) se denomina Río del Pueblo al que se une el tramo prove- niente del Ojo de Agua, el tercero se denomina Río Salado. Los tres se unifican finalmente fuera del pueblo con el nombre de «Duashio» que en mixteca significa «donde se juntan». En la montaña mas baja aparece un calli o templo prehispánico no referenciado en el documento escrito. Podría deberse a la presencia de un tlacuilo en la realización del dibujo, señalando aspectos ignorados por las personas que redactan el documento y que posible- mente no existiera más que en la memoria de los indígenas. Es en este lugar, en la actuali- dad, se sitúa el solar del denominado «pueblo viejo» donde existen evidencias arqueológi- cas. Así, mediante una recolección de superficie en contexto modificado realizada en marzo de 1997, aplicando el sistema de análisis que denominamos tipo-diversidad, nos permite señalar que la muestra recogida corresponde a la última etapa de ocupación y está com- 346 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tejupan Entorno geográfico.

Tejupan Conjunto conventual. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 347 puesta por bordes, asas y fondos de vasijas. Estos restos revelan la utilización de materiales locales, algunos con engobe rojo a base de óxido de hierro, encuadrándose en la tradición cerámica de los valles de Oaxaca. Un segundo grupo de tiestos son cerámica foránea de uso básicamente doméstico, luego debe ser un área habitacional. Este grupo, de gran fine- za, por su forma y decoración (con temple y predominio del color rojo en listeles) se aproxi- man a géneros tardíos del centro de México, posiblemente mexicas (azteca III) 205. Estos datos de campo habría que profundizarlos con una excavación arqueológica sis- temática, ya recomendada al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Ahora bien, existen otras posibles interpretaciones como la aportada por Nicolás León en la edi- ción del Códice Sierra que considera la referencia pictórica como un glifo 206. Transcribimos literalmente su explicación del mapa de Tejupan: «Carece de orientación y manifiesta su conjunto un pequeño valle circuido por montañas de altura variable y entre las cuales se hacen notables cuatro por tener signos jeroglíficos. La primera enteramente adosada al pueblo presenta el jeroglífico de la piedra preciosa azulada (chalchihuitl) y el signo calli. El chalchihuitl es el ÑUXAA mixteco. Cercana a la anterior se ve la segunda formando casi una cordillera, con el signo calli y cubierta vegetación herbácea. A la izquierda esta la tercera superada por una flor al parecer de cacaloxóchitl; (Tepetlxóchitl ?). La cuarta sobre la anterior ostenta el signo miauatl (espiga de maíz) y de ahí el nombre de Miahuatltepetl. Este cerro esta fortificado con tres trincheras y el recinto de la más alta, correspondiendo a la cúspide de la montaña se ven numerosas cabezas humanas y cinco saetas clavadas en la muralla. En la orilla derecha del pueblo está la montaña llamada comaltepeque sin el jeroglífico correspondiente» 207. En la relación geográfica se citan las dos montañas que comprenden la población al este y oeste: Miagualtepeque y Comaltepeque. Estas indicaciones corroboran la interpreta- ción de los glifos señalados por Nicolás León, ahora bien, el primero de los glifos tiene un

205. El análisis del material recogido fue realizado por el arquitecto y arqueólogo Dr. Alejandro Villalobos del INAH. 206. El Códice Sierra fue editado por Nicolás León en 1906 como base para un estudio genérico sobre «Los Popoloca». La muerte del investigador hizo que el trabajo quedara inédito hasta que Don Federico Gómez de Orozco lo adquirió y lo publicó en 1984. En las notas introductorias se analiza el mapa de la Relación Geográfica que nos interesa. Nicolás León supone la existencia de un pueblo desaparecido. Se refiere, sin duda, al pueblo viejo de épo- ca prehispánica, el cual según la leyenda que aún cuentan sus habitantes fue sepultado por el Diluvio Universal. Pero la población a que se refiere el Códice Sierra es la refundación que aparece en las Relaciones Geográficas y que aún se mantiene. 207. LEON, N. Códice Sierra, p. 10. 348 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN tamaño superior a los demás y coincide exactamente con el establecimiento prehispánico por lo que, además de la simbología, podría estar señalando, con el glifo calli-casa, el área habitacional primigenia como subraya el superficial análisis arqueológico 208. Respecto a la montaña amurallada es extraño que no se haga ninguna referencia en el texto ya que su carácter defensivo es evidente, además de ser el único lugar donde no existe vegetación. Hemos de pensar que se refiere a luchas prehispánicas relatadas en la relación contra un «señor chochón». También es interesante señalar que hoy día las montañas apenas exhiben vegetación y que la amurallada se conoce como «Yucuñucani» que significa «cerro pelón» precisamente, como hemos indicado, la única parte del dibujo sin vegetación. El monasterio actual se compone de un amplio atrio (83 x 85 metros), el claustro, en parte arruinado y en parte reconstruido, del que quedan unos arcos en la portería del siglo XVI; y, por último, la iglesia 209. Ésta, bajo la advocación de Santiago, es de una sola nave a la que se han abierto en el siglo XIX dos capillas laterales (Sagrario, fechado en 1889, y Virgen de Guadalupe) que forman un falso crucero. La única nave se cubre con bóveda de medio cañón añadiéndosele una cúpula sobre el crucero precediendo la capilla mayor. El coro se sitúa sobreelevado a los pies de la nave. En este lugar existe una capilla bautismal adosada con bóveda de aristas y pequeña linterna que ilumina el espacio. La capilla mayor presenta una cubierta de medio cañón pero con molduras que se cruzan en ángulo recto formando casetones.

7.7.2. El Valle de Oaxaca y la zona Zapoteca

La ciudad de Antequera (Oaxaca) fue fundada como villa de españoles en 1532 estan- do rodeada por territorios correspondientes al marqués del valle de Oaxaca (Hernán Cor- tés). La instauración del obispado en 1537 y de otras instituciones del virreinato (Alcaldía Mayor desde 1529) supuso un amplio desarrollo que permite en la Relación, datada el 8 de enero de 1580, hacernos un perfecto recorrido donde nos describe edificaciones tan impor- tantes como la catedral, convento de Santo Domingo, Jesuitas, iglesia de Santa Catalina, iglesia de la Veracruz, hospital de Nuestra Señora, monasterio de Santa Catalina de Siena y ermitas de San Marcial y San Sebastián. También es interesante su traza urbana así como el aspecto que presentaría la ciudad en esta fecha: «Las calles y casas desta ciudad están tra-

208. Keiko Yoneda en su trabajo citado de «Los Mapas de Cuauhtinchan y la historia cartográfica prehispánica» (p. 54-55) viene a señalar una diferencia de tamaño cuando la representación es un glifo o un accidente geográfico. Como en el caso que tratamos el glifo calli-casa se representa en dos tamaños podemos aventurar que en Tejupan el mayor haría referencia a la situación del pueblo viejo. YONEDA, K. Los mapas de Cuauhtinchan y la historia cartográfica prehispánica. 209. Cfr. MULLEN, R. J. Op. cit., pp. 146-147. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 349 zadas y situadas de oriente a poniente. Las casas son casi todas bajas, por causa de los tem- blores; las paredes son de tierra y adobe, y los edificios, pobres; aunque, de poco acá, se han hecho algunas portadas y esquinas de piedra, y algunas casas se han cubierto de teja. Pero las mas están caídas y arruinadas por causa de los temblores y la pobreza de los veci- nos, especialmente por la falta que hay de servicio de indios, que, no solamente es causa de que se pierdan los edificios, pero también muchos trigos y maíces. Materiales necesarios para edificar hay bastantemente, porque hay mucha madera de vigas, tablas y morillos de pino y de sabina, que se trae de las sierras que están a la redonda, especialmente de la sierra que dicen de Tecuicuilco. En fin, hay mucha piedra, como está dicho, cal, teja y ladrillos, y todo cerca de la ciudad» 210. Al norte de la ciudad de Oaxaca en la sierra de Ixtlán o de Juárez, encontramos la Re- lación correspondiente a los pueblos de Tecuicuilco (Teocuilco), Atepeque (Atepec), Zoquiapa (Santiago Zoquiapán) y Xaltianguiz (Santa María Jaltianguis), los cuales estaban integrados por población zapoteca. No obstante, su cercanía con San Juan Bautista Atlatlahuca en la mixteca hizo que ambas relaciones coincidan en las respuestas e, incluso, el modo de representación de las pinturas es similar. En esta se encuentran las poblaciones señaladas mediante esquemáticas iglesias y glosas identificativas, unos enormes peces es- pecifican los ríos y líneas paralelas con puntos señalan los caminos. De estas poblaciones nos interesan Zoquiapan y Xaltianguiz. La primera responde a una correctísima traza en damero, mientras que la segunda se resuelve con una retícula ortogonal con las calles ligeramente curvadas atendiendo a las dificultades del terreno que no le hacen abandonar la razón del diseño. Más cerca de la capital se encuentra Itztepexic (Ixtepeji). La Relación nos especifica la traza regular que se había realizado en torno a 1575 si atendemos a la respuesta número cinco del texto: «De cuatro años a esta parte, se bajaron a poblar a donde ahora están po- blados por sus calles y solares, porque, antes, solían estar en el cerro que dicen Itztepexic, de donde toma el nombre este dicho pueblo… Son las casas de adobes y paja, sin techo, por ser los indios dél poco curiosos, y rudos de entendimiento…» 211. Esquema reticular visible en la traza actual de la población cuyo interés aumenta al situarse en una zona que- brada que obliga a un allanamiento del terreno para su ubicación. Pero además, en este caso es de sumo interés la representación pictográfica donde apa- rece la traza del pueblo unida a la geografía genérica del entorno con los pueblos depen- dientes, caminos, ríos, montañas e incluso la imagen de la ciudad de Oaxaca situada a siete leguas de Ixtepeji.

210. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, pp. 37-38. 211. Ibidem, p. 251. 350 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Ixtepeji. Vista urbana.

La iglesia se especifica que está dedicada a Santa Catalina siendo, la actualmente con- servada, un perfecto ejemplo de las realizaciones barrocas de Oaxaca. La portada se estruc- tura con un esquema bien conocido, dos pisos con hornacina que acoge la escultura de la titular del templo y pináculos sobre el eje de los soportes. El arco de entrada enmarcado por semicolumnas entre las que se sitúan hornacinas. Este esquema clásico se modifica por la presencia de un arco semioctogonal doblado por otro de mediopunto en la entrada, las sencillas columnas salomónicas del piso bajo y, en contraposición, las movidas de la parte superior con el tercio inferior zigzagueante, a modo de escamas. Estos motivos barrocos tendrían, posiblemente, su complemento final en la clave pendiente del vano superior que se ha perdido por intervenciones constructivas en el interior que obligaban a agrandar el hueco para la entrada de materiales. El espacio interno se define con planta de cruz latina sin capilla laterales. En el crucero una cúpula nervada de base octogonal. Los tres tramos de la nave se cubren con bóvedas de platillo, mientras que el coro, correspondiente al primer tramo de los pies, lo hace con nerva- duras, y el sotocoro con dos tramos de mediocañón. El conjunto estaba originalmente estuca- do con pinturas, todavía visibles en algunos lugares como el coro donde se representan ánge- les músicos. El material constructivo utilizado es la piedra de cantería a excepción de las bóvedas y el último cuerpo de la torre, con sus vanos trilobulados, que son de ladrillo. La puerta de entrada esta orientada hacia el oeste. Esto indica que, en la edificación actual de fines del siglo XVII y XVIII, se cambió completamente la traza primitiva del qui- nientos que orientaba la portada hacia el sur, según se señala en las explicaciones de la TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 351 pintura. Por otro lado la diversidad de entradas en la traza ortogonal del dibujo, pese a que se indica que abren hacia el mediodía, en realidad se sitúan en los ejes norte-sur y están condicio- nadas por la pendiente del terreno donde se asienta el pueblo, siendo, en cambio, perfecta- mente distinguible, en la actualidad, la continua- ción del sistema reticular en la ampliación de la población y en la demarcación de los terre- nos cultivables hacia la vega. Se representa tam- bién Itztepexic el viejo, lo que documenta el cambio de asentamiento, aunque siguió existien- do el primitivo con su iglesia. Algunos detalles como la cabeza del águila no responde a siste- mas de representación precortesianos sino eu- ropeos, ahora bien, su significado podría estar relacionado con la función, según René Acuña, de «término» o «mojón», que en lengua zapoteca se dice «pizáa», mientras águila sería «piciya»; de igual forma, para los agrimenso- res romanos la cabeza del águila era utilizada Ixtepeji. Iglesia. Fachada. como término, tema, éste, sobre el que volve- remos mas adelante 212. Al igual que sucedía en la zona de la mixteca, en la región zapoteca también encontra- mos relaciones sin apenas información como el caso de Teozapotlán (Zaachila), Talistaca (Tlalixtac) o Teticpac (San Sebastián Teitipac). De esta última, al menos, se dice: «Esta el pueblo asentado en un llano, trazado con calles y plaza» 213. Afirmación que podemos com- probar en la traza actual con manzanas rectangulares de distinto tamaño. Además, la traza reticular, a pesar de los accidentes geográficos, es visible en Zaachila y en Tlalixtac que combina manzanas rectangulares con cuadradas. En contraposición el pueblo de Cuilapa (Cuilapan de Guerrero) obedece a un cambio de asentamiento realizado en torno a 1555-56 pero que, debido a las condiciones del terre- no, tampoco fue trazado reticularmente: «Y porque aquel sitio no era tan bueno como las tierras que con el dio el rey de Teozapotlán, acordaron los indios, por consejo de los reli- giosos, de pasarlo a donde ahora está … Ha, que se pasó el pueblo de Sayucu a este de

212. Ibidem, pp. 263-264; y LACHMANNI, C. Gromatici Veteres. Lám. 30. 213. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 170. 352 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Zaachila. Vista general.

Cuilapan. Fachada de la iglesia. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 353

Yuchaca, veinte y cinco o veinte y seis años…» 214. Mas adelante: «Este pueblo de Cuilapa está asentado casi como en una ladera, porque el pueblo está lleno de barrancos. Finalmen- te, no esta ni tiene las calles llanas; y, por estar así abarrancado, están los indios desparra- mados, que apenas se hallarán cuatro casas que vayan continuadas, como en otros pueblos. Y, por esta razón, ocupan mucha tierra, porque, en diámetro, tomaran como un cuarto de legua y, de circunferencia, cuatro. Y la razón es esta: por ser la tierra del pueblo despropor- cionada en su asiento» 215. La población de Cuilapan era un asentamiento mixteco en la ladera de Monte Albán, pese a que estaba rodeado por comunidades zapotecas. Sin duda la Relación de Tlacolula y Miquitla (Mitla) es importante porque nos aporta datos de estas poblaciones que en la actualidad conservan un importante patrimonio prehispánico y virreinal. Si la nueva población de Mitla redefinió el solar prehispánico, en cambio Tlacolula abandonó su antiguo asentamiento denominado Yagul (Pueblo Viejo de Tlacolula). En lo que se refiere a Mitla es interesante la valoración que se hace de los res- tos prehispánicos, especificando materiales y espacios arquitectónicos: «Demás desto, hay en el pueblo de Miquitla dos edificios de la mayor grandeza y nombre que hay en esta Nue- va España. Están situados a un tiro de arcabuz del asiento del propio pueblo, hacia la parte del norte y en tierra llana. Son estos edificios de piedra blanca labrada y suben todos en un peso de treinta pies.

Tlacolula. Iglesia. Fachada.

214. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 179. 215. Ibidem, p. 181. 354 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Mitla. Iglesia y ruinas prehispánicas.

El primer edificio está en cuadra y tiene cuatro salas, que cada una tiene de largo cien- to cincuenta y cinco pies, y, de ancho, veintiocho. Los umbrales destas puertas son de pie- dra blanca, de una pieza: corren veinticinco pies de largo y, de canto y ancho, tienen un estado de hombre mediano. La maderación destas salas es de morillos, gruesos como un hombre de mediana corpulencia, los cuales están juntos unos con otros, sin que haya otra madera. Por el medio destas salas, corre una plancha de madera, a la cual sustentan mármo- les de piedra de canto de vara y media de medir, el mismo de las salas por todas las partes de fuera; y el alto es el mismo de las salas por todas las partes de fuera. Y, en el alto, tienen las paredes destas salas labores extrañas al modo romano: son las labores todas de piedra blanca, del tamaño de cuatro dedos (poco más, algunas). Las junturas y asiento destas pie- dras es una piedra sobre otra, sin ninguna mezcla de cal ni otra cosa, que es cosa de admi- ración que, de madera, no se hiciera lo que esta labrado de piedra. El patio desta primera sala está, de dentro, hueco tres estados de hombre. Estriba este patio en un crucero que hacen mármoles de piedra blanca labrados; la entrada deste crucero es igual: de dos varas de medir, en ancho, y otras dos, en largo. Era, este lugar, para entie- rro de los señores grandes deste reino. En estas salas referidas era su ayuntamiento para tratar cosas del gobierno de su repúbli- ca, y también se ayuntaban a emborracharse y a tener otros pasatiempos de su gentilidad. Adelante deste primer edificio, a distancia de diez pasos, está otro de cuatro salas en cuadra, de la misma grandeza y labor que el primero. En esta casa tenían sus ídolos y don- TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 355

Mitla. Atrio.

de se juntaban a tratar cosas de su reformación, y aquí hacían a sus ídolos los sacrificios y ritos de su ceguedad. Junto con esta cuadra, tenía su casa el Bigana, que era, como en nues- tra religión el pontífice romano, cabeza de la universal iglesia. Tenía su casa este Bigana junta con estos edificios. Sus labores, por de dentro y fuera, son extrañas, todas de piedras jaspeadas. Es de cuatro cuadras: cada una corre, de largo, cuarenta pies, y diez de ancho. No hay en estas casas ventana, ni otra cosa por donde entre la luz, más que solas las puertas, los umbrales de las cuales es de la misma grandeza que los referidos. Son estos edificios de su antigüedad, y, según la mas común opinión, ha más de ochocientos años que son edificios» 216. Entre Mitla y Oaxaca se encuentra el espacio geográfico correspondiente a la Relación de Macuilsúchil (Macuilxochilt) y su partido que lleva aneja una de las pinturas más repre- sentativas e interesantes de todas las conservadas. El pictograma esta centrado por una mon- taña sobre la que se sitúa un águila y una cruz. En el interior de la misma aparece una plan- ta con cinco flores que sería el glifo de Macuilxochilt y tres figuras humanas (2 hombres y 1 mujer). La interpretación viene dada por la leyenda en náhuatl situada a la izquierda de la montaña. Reproducimos el texto, en versión libre, propuesto por René Acuña: «Esta es la

216. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 263. 356 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Macuilxochilt. Entorno geográfico.

Santiaguito. Conjunto Atrial. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 357 región que se llama Macuilsuchil, «5-flor». Fue dividida por el señor de Teotzapotlán, quien entregó a cada uno de los señores una cabe- cera; pero, aunque Macuilsúchil, Teatzapotlán y Tlacochahuaya, eran la misma tierra, solo el señor de Macuilsúchil estaba a cargo de cui- dar las fronteras. Por eso, una no- che, como ladrones, le robaron la tierra al señor de Macuilsúchil los zapotecas llamados Coqui Pilla (se- ñor ¿culebra?), Ciqui Piziat(a)o (se- ñor águila real), y una señora no- ble de nombre Yozi Xonaga P(e)la La(a) (…? 3-casa). Por esta razón, aparecen en la pintura tres personas San Francisco Lachigolo. Fachada de la iglesia. (dos hombres y una mujer) como señores de Macuilsúchil» 217. Nada es gratuito en el resto de la pintura. El río que abraza el cerro central, los cami- nos con pies y herraduras, los animales referentes a la ganadería de la región, las plantas, las estancias y los pueblos representados mediante sus iglesias con sus atrios y su impor- tancia diferente marcada por el número de campanas en las espadañas. René Acuña señala que: «… el río (atl) que hace una curva junto al cerro (tepetl) central, esta sugiriendo que se trata de un altepetl, ‘poblado’ y, quizás, ‘cabecera’; el ‘águila’ y las ‘cinco flores’ tal vez se deban ‘leer’: quaxochilt Macuilxuchilt, ‘mojoneras de Macuilsúchil’» 218, a lo que ayu- daría la cruz que corona el monte, a la vez que recogemos para el águila el mismo signifi- cado que observamos en Itztepexic. Esta interpretación podría matizarse con el estudio de campo. La montaña aquí referi- da como simbólica y como estructurante de la composición, existe y es el centro geográfico de la zona, lo que nos obliga a pensar que el pintor recoge desde este punto de vista el conjunto topográfico. No es, por tanto, una pintura centralizada de carácter prehispánico sino una forma de representación a partir de la cabecera que ocupa ese lugar en la realidad geográfica. El río pasa bordeando la montaña y junto a él se encuentra, en la actualidad, la

217. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 340. Tampoco podemos olvidar que Macuilxochilt en el panteón azteca es una de las deidades de la fertilidad (5-flor), sinónimo de Xochipilli. Cfr. MOREL, H. V. y DALI MORAL, J. Diccionario mitológico americano, p. 87. 218. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 339. 358 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Tlacochahuaya. Iglesia conventual. Interior.

Macuilxochilt. Edificios religiosos. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 359

San Juan Guelavía. Iglesia. Exterior.

población de Macuilxochilt. Al igual que en la pintura al noreste está el enclave de Santia- go Macuilsúchil (Santiaguito, hoy día), al noroeste aparece Teotitlán, al sureste tenemos San Francisco Macuilsúchil (San Francisco Lachigolo), al sur Tlacochahuaya y, por fin, al suroeste San Juan Macuilsúchil (San Juan Guelavía). El esquema responde a la realidad actual, aunque el moderno sistema de comunicaciones se aparta relativamente de esta lec- tura, incluso el desarrollo de Tlacochahuaya y de Teotitlán frente al descenso de población de Macuilxochilt, modifica la comprensión de la estructuración político-administrativa ori- ginal. Según el documento de Relación, Macuilsúchil se refiere a «pueblo de cinco rosas, pusiéronle este nombre los antiguos naturales, por cinco piedras grandes que están sobre un cerro grande redondo que esta junto al pueblo». El glifo cinco flor es correcto como obser- vamos en el interior de la montaña, pero no hay rastro de las cinco piedras grandes, lo que si es cierto es que son precisamente cinco los pueblos que forman la jurisdicción de Macuilxochilt, a los cuales se podría referir la interpretación simbólicamente. Respecto a las construcciones se señala: «Las casas y edificios dellos son de azotea, cubiertas algunas dellas de paja y madera, y algunas paredes de cal y piedra, los materiales para ella los traen y tienen dentro de sus términos». Mas específicos son los comentarios de la Relación referidos a Teotitlán: «Está asentado el pueblo en tierra llana, trazado con sus calles… Tiene este pueblo una pedrera do sacan piedras muy blancas que hacen sus edifi- cios… Los edificios de las casas destos naturales son de adobes, y los cimientos, de piedra y cal, y la cobertura de azotea de madera y tierra y otras las cubren con paja. Los materiales los tienen en su pueblo y términos…». 360 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Estas posibilidades constructivas se aprecian en el dibujo con la utilización de cubier- tas lignarias o de paja tanto en las iglesias como en las haciendas. Igualmente el adobe y la piedra son visibles. Señalar la especificidad de la cubierta de Tlacochahuaya que podría ser una bóveda aunque Burgoa en el siglo XVII señala que el edificio es de cal y canto y cu- bierto por una «tisera» 219, esto nos hace pensar, por tanto, que el resto de iglesias tendrían, por tanto, cubiertas mas rudimentarias. Por último, no olvidar la representación de la traza urbana de Teotitlán referenciada en el texto y que es cotejable con el plano actual de la población. Del trazado de las primitivas iglesias no queda nada a excepción de Macuilxochilt donde aparece en el atrio, centrado por su cruz, una pequeña iglesia del siglo XVI muy derruida y, adosada a la misma, la realización del siglo XVIII bajo la advocación de San Mateo. La nueva construcción destaca por la presencia de dos grandes bóvedas en la cabecera y sobre el coro a los pies. La portada es de gran sencillez, un arco de mediopunto enmarcado por pilastras coronadas por pináculos. El esquema copia la antigua iglesia que aún se conserva en ruinas. El conjunto de Teotitlán es muy completo. El atrio tiene sus cuatro capillas posas, su cruz atrial y una capilla independiente dedicada a la Santa Cruz. La iglesia, bajo la advocación de la Santísima Natividad, tiene una nave única con coro a los pies y cubierta con bóveda de medio cañón, cúpula en el tramo que antecede a la capilla mayor y también sobre el coro. Este esquema lo vimos en Macuilxochilt y lo volveremos a señalar en el resto de cons- trucciones de la zona, creándose un modelo espacial común a todas estas poblaciones don- de se valora el coro mediante una cúpula que, además, visualmente marca la terminación de la fachada proyectándose hacia el exterior 220. El complejo de Teotitlán es reflejo de las transformaciones realizadas en el siglo XVIII sobre el existente a mediados del siglo XVII cuando Burgoa nos lo describe de la siguiente forma: «… han hecho una insigne iglesia, de cantería las paredes y de tisera muy lucida la cubierta, el retablo es extremado, y uno y otro se han hecho en este tiempo, la casa de los religiosos fue siempre desmantelada, y sin orden, hase reformado, con mejor traza redu- ciéndola a un claustrito aseado y celdas mas recogidas…» 221. La descripción del espacio cubierto con una armadura de madera retrasa a fines del siglo XVIII la realización de las actuales cubiertas interiores. De la iglesia del siglo XVI quedan restos en la portada de la

219. BURGOA, F. Geográfica Descripción, p. 116. 220. Esta reflexión de carácter tipológico fue indicada por Juan Benito Artigas en el trabajo de campo referi- do de marzo de 1997. No obstante, pese a la unidad del conjunto de iglesias de esta zona del valle de Oaxaca, la independencia volumétrica del coro aparece en otras construcciones como la iglesia de San Francisco de San Luis Potosí. 221. BURGOA, F. Op. cit., p. 120. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 361

Teotitlán del Valle. Conjunto conventual. iglesia y en las columnas del patio del convento. Un último detalle decorativo a tener en cuenta son los atlantes geometrizantes adosados al cuerpo de campanas en las torres que se cubren con cerámica vidriada. En San Juan Guelavía la cruz atrial está fechada en 1620 y las torres fueron restaura- das según la inscripción existente en 1949. El proyecto es de cruz latina con cúpulas sobre el crucero, capilla mayor y coro. La portada enmarcada con torres presenta dos cuerpos y remate. La parte inferior es más clásica con arco de medio punto central y calles laterales con hornacinas entre pilastras. El piso superior abre un vano central mixtilíneo y cubre los fustes de las pilastras con temas geométricos. Señalar, por último, la arcada de acceso al atrio. Muy deteriorada en la actualidad permite observar su construcción en ladrillo y su clasicismo en el uso de proporciones y columnas adosadas dividiendo las distintas calles. En Santiaguito la iglesia tiene un pequeño crucero presentando pequeñas cúpulas tabicadas sobre el coro, crucero y capilla mayor. La construcción se realiza con mamposte- ría de piedra en los paramentos y ladrillo tabicado en las cubiertas. La portada tiene dos cuerpos y remate, dividiéndose en tres calles. La central con arco de mediopunto en la en- trada y vano octogonal en la parte superior. Las calles laterales superponen hornacinas en ambas plantas. Las medias columnas adosadas se resuelven en jónico y corintio en los res- pectivos pisos. San Francisco Lachigolo tiene cruz latina con dos pequeñas cúpulas sobre el coro y el crucero. Presenta atrio y no tiene torres. El edificio aunque muy transformado se construye con sillares de piedra y mampostería de ladrillo en las cubiertas. 362 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

El centro más importante es Tlacochahuaya, cabecera de la orden dominica, desde donde asistían al resto de las poblaciones. Dedicado el templo a San Jerónimo, tiene planta de cruz latina con tres bóvedas semiesféricas en la capilla mayor, crucero y coro. La portada se terminó, según inscripción situada en el friso, en 1737. Aunque en la pintura es la única iglesia que no presenta atrio, sí existe en la actualidad con sus capillas posas y cruz atrial. El claustro es de reducidas dimensiones como ya señalaba Francisco de Burgoa en 1674 : «… es el convento en lo material de la fábrica toda como de ermitaños, corto y encogido, desde que se entra por la portería parece una Tebaida, triste y lóbrega, sobre pequeña, el claustro en igual proporción, angosto, bajo, y de muy corto espacio, una escalerilla medida a lo demás, y los altos donde esta la vivienda de los religiosos, fue siempre unas grutas del yermo y este conventito tan limitado se fundó detrás de la Capilla Mayor, con que no tiene coro, y servía para esta oficina un oratorio, que cae a un lado del Altar Mayor…» 222. Este conjunto es el resultado de diversas actuaciones como demuestran los restos de otra iglesia en la parte derecha de la actual y una torre en la zona intermedia de la nave que supondría el lugar de un primitivo cierre de un espacio cultual menor. La iglesia es un gran proyecto espacial al que se añade la decoración interior con pin- tura mural con temas vegetales y religiosos (ángeles, Santísima Trinidad, Evangelistas, es- cudos de la orden, símbolos marianos), así como un conjunto importante de muebles (reta- blos, pinturas y órgano). Riqueza que contrasta con la tosquedad en la realización de la portada y de las torres que la enmarcan. En la zona sur de la región zapoteca encontramos la Relación de Chichicapa que com- prende un importante territorio en el que se engloban las cabeceras de Amatlán, Miaguatlán (Miahuatlán), Coatlán y Ocelotepeque. El único dato de interés urbanístico se refiere al pue- blo de Amatlán que parece se conformó mediante una congregación tras la conquista espa- ñola: «Y estaban poblados en unas sierras grandes hacia la banda del oriente, y los españo- les los echaron de allí y, conquistados y pacíficos, los asentaron en la parte y lugar do ahora están» 223. Aunque, según observamos en el plano actual, sin traza organizada. La Relación correspondiente al corregimiento de Tetiquipa (Río Hondo) y Cozauhtepec (desaparecida antes de fines del siglo XVI) no aporta datos de interés que no sean los refe- rentes a su pobre arquitectura: «Las casas que tienen, después que son cristianos, son de adobes cubiertos de paja y, algunos de palos hincados cubiertos de la dicha paja» 224; o bien las limitaciones que tuvieron los redactores de la misma: «No se tomó la altura de la tierra ni de la costa, ni se hizo pintura dello, por no haber instrumentos con que la tomar, ni pin- tores que pintasen la costa y asiento del pueblo» 225.

222. Ibidem, p. 105. 223. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, p. 70. 224. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera II, p. 183. 225. Ibidem, p. 183. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 363

7.7.3. El Litoral Pacífico

7.7.3.1. El Istmo de Tehuantepec

Esta zona se encuentra en la parte suroriental de Oaxaca sobre el Océano Pacífico. En época prehispánica predominaba la cultura zapoteca pasando la mayor parte de este territo- rio al marquesado del Valle y, por tanto, a la familia de Hernán Cortés. De hecho, el astille- ro de Tehuantepec fue, desde fines de la década de 1520, la clave de los proyectos maríti- mos del conquistador en el Pacífico. Más adelante, en torno a 1560, se negoció con Martín Cortés la necesidad de que el puerto estuviera en manos de la Corona cediéndole la villa de Jalapa del Marqués hacia el interior del territorio 226. Pese a que Tehuantepec pudo ser el centro ceremonial y político precortesiano más im- portante de la zona, hemos de señalar que su traza urbana actual se debe a una congrega- ción realizada en la década de 1540. Momento en que los dominicos se hicieron cargo de su catequización, realizando importantes fundaciones en Teguantepec (Santo Domingo Tehuantepec), Xalapa (Jalapa del Marqués) y Tequecistlán (Magdalena Tequisistlán). Estas construcciones estaban bien dotadas en el momento de la redacción de la Relación Geográ- fica en 1580, especificándose la participación e inversión de la familia Cortés en los pro- yectos: «Que, en esta villa de Tequantepec, hay un monasterio de la orden de Santo Domin- go, que habrá mas de treinta años que se fundó, el cual es todo de ladrillo cocido, y de bóveda y altos. Es casa y monasterio muy principal y de mucha fortaleza, el cual mando fundar el Marqués del Valle, don Fernando Cortés, siendo esta villa y provincia suya. Y se responde que, ordinariamente, están y residen en el dicho monasterio cuatro religiosos sa- cerdotes, que el uno es vicario y, los demás, súbditos del, los cuales sirven en la doctrina de los naturales desta provincia y en el culto divino con mucho cuidado. El cual dicho monas- terio esta adornado con buenos ornamentos, y algún servicio de plata. En la villa de Xalapa, que estará a cinco leguas desta de Teguantepec, que, como esta dicho, es del Marqués del Valle, hay otro monasterio de la orden de Santo Domingo. Es de cal y canto, y de bóveda y bajos, y obra muy fuerte, el cual se fundó habrá quince años por mandado del Marqués del Valle, don Martín Cortés, en el cual están y residen dos y tres religiosos sacerdotes, y el uno dellos es vicario y, los demás, súbditos. Tienen, moderados ornamentos; el cual dicho monasterio no está del todo acabado. En el pueblo de Tequecistlán, que, como esta dicho, está encomendado en Diego de Alavés, vecino desta villa, que está de la villa de Xalapa como a tres leguas de camino llano y, desta villa, como a ocho leguas, está otro monasterio de la orden de Santo Domin- go, hecho de adobes, que esta parte del cubierto de teja y, parte, cubierto de paja, el cual ha

226. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., p. 272. 364 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN mas de ocho años que se fundó por los propios religiosos de la dicha orden, en el cual están dos religiosos sacerdotes, que el uno dellos es vicario: es monasterio muy pobre y de pocos ornamentos» 227. Ya hemos comentado la posible congregación realizada en Tehuantepec, pero también la villa de Jalapa y el pueblo de Tequecistlán fueron formados después de la presencia es- pañola: «Y que los pueblos están poblados, así esta villa y su provincia, como la villa de Xalapa y pueblo de Tequecistlán, se averiguó que sus fundaciones han sido, y son, desde que los españoles vinieron a esta Nueva España, y que los dichos pueblos están formados con sus casas, solares y calles, y tienen en cada pueblo su iglesia» 228. Es importante la cotejación con la traza urbana actual de Jalapa del Marqués que distribuye manzanas rec- tangulares con la plaza mayor que se abre en el centro de cada lateral, conformando manza- nas en —L— que la engloban. Esta característica, puesta de manifiesto en las Ordenanzas de Población de Felipe II, representa una excepción, máxime si tenemos en cuenta que la fundación de esta población habría que situarla en torno a 1540. La Relación se acompaña de dos pinturas. La primera de ellas es un dibujo de la costa donde se especifican los accidentes como lagunas, barras o salinas, sin faltar la localización de la zona: «Toda la costa está de leste a oeste y en altura de latitud septentrional de diez y seis grados justos». La segunda pintura representa la zona interior con las tres poblaciones cabeceras referidas y toda una serie de pueblos dependientes o del entorno. No se olvidan las montañas, litoral Pacífico, salinas, ríos y caminos. Destaca en la representación Tehuantepec por su iglesia y una serie de pequeñas casas que representan el concepto urbanístico. Cerca de las lagunas del entorno de Tehuantepec se encuentra la villa de Iztepec (Ixtepec) cuya Relación no aporta ningún dato de interés, pero la cotejación con el plano actual reve- la un cuidado diseño en retícula ortogonal por lo que consideramos necesario citarlo 229. En dirección hacia Oaxaca encontramos la población de Santiago del Valle de Nexapa (Nejapa de Madero) que fue trazada por orden del virrey don Luis de Velasco en 1560 con la intención de controlar la dispersa población de naturales chontales. Desgraciadamente la Relación Geográfica nos refiere la existencia de una pintura desaparecida en la que se re- presentaría «… todos los pueblos y estancias, ríos, cerros, grutas, y otras cosas como en ella se contiene, con las leguas que hay de un pueblo a otro» 230. La congregación realizada por el virrey supuso una disminución de la población indí- gena o al menos es lo que podemos conjeturar del texto de la Relación Geográfica así como los datos de su fundación: «Ha sido tierra muy poblada de indios, y ahora no hay tantos. Hay diversas opiniones: una de las principales es haberlos mudado de sus naturales asien-

227. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 121-122. 228. Ibidem, p. 110. 229. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Antequera I, pp. 269-275. 230. Ibidem, p. 345. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 365 tos para poblarlos en lo llano y bajo, en república, para que tuviesen doctrina y policía; aunque su natural era vivir en los cerros airosos» 231. Más adelante se dice: «El nombre desta villa es Santiago de Nexapa. Este nombre, Santiago, lo mandó poner el muy ilustrísi- mo señor Don Luis de Velasco, Visorrey que fue desta Nueva España, que es quien la man- dó poblar en el año de sesenta años. Comenzose a poblar con treinta vecinos; trazose para cincuenta. Poblose, para acabar de asentar en sujeción la nación de los chontales, que, has- ta entonces, no habían acabado de reconocer con tributos a la Real obediencia, y dende en- tonces acá tributan» 232. La traza original situada en la confluencia de dos ríos se adapta al triangulo existente reticulando, en la medida de lo posible, las manzanas.

7.7.3.2. La Alcaldía Mayor de Guatulco (Santa María Huatulco)

La Relación del corregimiento de Suchitepeque (Xadani) no tiene datos de interés pero, en cambio, se acompaña de cinco pinturas realizadas en papel europeo cuyo tamaño oscila entre los 60x43 y 62x44 centímetros, exceptuando el de la cabecera que mide 83x60 cm. En ellas encontramos glifos y descripciones geográficas de la región (montañas, pueblos, ríos, litoral, vías de comunicación). Además se registran los nombres y figuras de los prin- cipales de cada localidad con sus respectivos cargos. Las cinco pinturas corresponden a los pueblos de Tlacotepec, Suchitepeque, Zozopastepec, San Miguel Macupilco (Chongo) y Tlamacazcatepec (San Bartolomé Tamagaztepec). La representación de las poblaciones se hace mediante una edificación coronada por cruz, que corresponde a la iglesia, y diversas casas distribuidas de forma asimétrica aunque su número estaría en relación con la impor- tancia y población de cada enclave. Así, en el caso de Macupilco se dice «aquí pongo las quince casas donde viven los macehuales», o en Tlamacazcatepec dice «las veinte y dos casas donde viven los macehuales, aquí las pongo». Sin duda, la falta de información en el texto de la Relación nos impide cotejar la percepción con la realidad urbanística de Xadani que responde a un trazado en damero perfecto. Aunque hemos de suponer que las pinturas se hicieron para acompañar la Relación Geo- gráfica de 1579, los datos en ellas contenidos no se reflejan en el texto lo que, incluso, podría hacer pensar que se hicieron de forma independiente dada la contradicción entre la rica información pictográfica y la escasa textual. El corregimiento de Suchitepeque pertenecía a la alcaldía mayor de Guatulco (Santa María Huatulco) donde, contradictoriamente debido a la cercanía, no existía ninguna per- sona capaz de hacer el dibujo correspondiente: «…y no va puesto en pintura, porque no

231. Ibidem, p. 347. 232. Ibidem, p. 348. Es posible que en 1580 se hiciera una nueva traza de la villa al trasladarse junto al convento dominico al otro lado del río Grande, Cfr. GERHARD, P. Op. cit., p. 205. 366 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN hubo en toda esta tierra quien lo supiese hacer» 233. Afirmaciones que se repiten en los pue- blos dependientes de Pochutla (San Pedro Pochutla) y en Tonameca (Santa María Tonameca). En el primer caso dice: «Y, por no haber quien supiese pintar, no va puesto en pintura cosa ninguna» 234; en el segundo se especifica: «Y no hubo en el dicho pueblo ni en toda esta jurisdicción, quien supiese pintar la tierra y costa della, que, por las cartas de marear desta Mar del Sur, se podrá ver en pintura» 235.

7.7.3.3. El Corregimiento de Cuahuitlán

En el límite con el Estado de Guerrero encontramos la Relación de Cuahuitlán y su parti- do que comprende las poblaciones de Pinotecpa, Potutla e Icpatepeque. Estos pueblos tenían pocos habitantes que, además, habían disminuido con las epidemias de viruela (1534) y sa- rampión (1544) 236. Existía, en paralelo, una población de españoles que ocupaban estancias ganaderas. La Relación se acompaña de una pintura que representa el litoral conjuntamente con las cabeceras mediante una iglesia que se antecede de atrio o líneas identificables con cami- nos o montañas. También encontramos lagunas de pescado o de sal y estancias. Cuahuitlán y Potutla desaparecieron en el siglo XVIII, mientras que Pinotecpa se conoce actualmente como Santiago Pinotepa Nacional e Icpatepeque (Xicaltepec) como Jicaltepec. Pinotepa ha conservado la traza reticular original y se ha ido expandiendo mantenien- do el sistema primigenio, incluso absorbiendo en las manzanas las irregularidades condi- cionadas por los cauces fluviales existentes.

7.8. ESTADO DE VERACRUZ

La parte central de la franja costera del Golfo de México constituye actualmente el Es- tado de Veracruz. Su importancia radica en el papel que jugaría la ciudad y puerto de Veracruz en la Carrera de Indias, siendo el punto terminal de la flota de la Nueva España y lugar de ferias en las que se intercambiaban productos llegados de Europa y la Península Ibérica, así como los procedentes del virreinato de la Nueva España y de Filipinas, a través de la ruta que seguía la nao de la China entre Acapulco y Manila. El carácter comercial y la necesi- dad de defensa obligaría al traslado del primer emplazamiento fundado por Hernán Cortés hacia las denominadas Ventas de Buitrón, donde finalmente se constituyó la ciudad bien

233. ACUÑA, R. Op. cit., p. 192. 234. Ibidem, p. 197. 235. Ibidem, p. 202. 236. Ibidem, p. 131. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 367 368 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Veracruz. Fuerte de San Juan de Ulúa. protegida por los fuertes de San Juan de Ulúa. Este papel preponderante en las rutas comer- ciales cedió ligeramente cuando en 1720 se aprobó el nuevo proyecto de galeones y flotas que trasladaba la Feria tierra adentro a la ciudad de Jalapa, actual capital del Estado. La población de Veracruz siempre fue fundamentalmente de españoles, que mantuvie- ron un alto nivel de esclavos debido a la baja tasa de población indígena que, además, huía de las duras labores portuarias. La Relación Geográfica fechada el 15 de marzo de 1580 no ofrece datos urbanos de interés, aunque la realidad es que, Veracruz, respondía a una perfecta traza reticular. Los datos del texto de 1580 revelan cuestiones relativas a los abastecimientos y materiales ne- cesarios para las casas, defensas y reparación de navíos: «A lo cual se responde que, en el territorio desta ciudad, se hallan muchos árboles silvestres de mucho provecho y utilidad, ansí para los edificios de las casas, como para labrar y reparar todo género de navíos gran- des y pequeños, entre los cuales los cedros tienen el primer lugar, por ser árboles altísimos y muy derechos y de grande duración, y muy acomodados para hacer de ellos las mejores vigas y tablazón que hay en el mundo. Hay, también, mucha cantidad de morales y de otros árboles que se llaman, en lengua de los naturales, Quacuahitles, de los cuales se saca made- ra inmortal e incorruptible, acomodadísima para la ligazón y trabazón de cualquier genero de navíos, y para pilares de casas y otras cosas que requieran fortaleza» 237.

237. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 320. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 369

Tlacotalpan. Vista urbana.

Hacia la Península del Yucatán se encontraban situadas en la costa las villas de Tlacotalpan y Coatzacoalcos. La primera se sitúa en la desembocadura del río Alvarado. Aunque en el plano actual se puede comprobar su trazado reticular, los datos de la Relación Geográfica, y sobre todo la pintura que le acompaña, se preocupan más por el enclave en la costa mexicana y sus posibilidades para avituallar navíos y servir de puerto a los mismos. De hecho, el plano que dibuja la costa en una extensión, atendiendo a la escala, de más de 40 leguas fue realizado por el capitán Francisco Stroza Gali. Este capitán sevillano debía estar en estas fechas con alguna misión oficial que después le llevaría a la villa del Espíritu Santo donde se le encargaría, también, la pintura de Coatzacoalcos. Es más, a principios de 1585 el virrey interino don Pedro Moya de Contreras le confiaría una expedición cuyo ob- jetivo era explorar las costas de las islas Filipinas. Debió fallecer en la ciudad de México en torno a 1591 238. La pintura que representa el litoral de Tlacotalpan es bien diferente a las que nos inte- resan desde el punto de vista urbano de estas Relaciones. En ella se hace un correctísimo perfil de la costa con los accidentes y latitud de los mismos. También encontramos la loca- lización de poblaciones y estancias en el interior. El objetivo práctico de este dibujo queda

238. Ibidem, pp. 281-282. 370 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN referenciado cuando señala «Río del Alvarado, con 16 pies de agua, y puede entrar nao de 150 toneladas» o bien «Río de Medellín, con 3 pies de agua». En la Relación aparecen otras poblaciones situadas en el interior como Tuztla (Tuxtla) y Cuetlaxtla (Cotlaxtla). Esta últi- ma con diseño reticular. Como hemos señalado el alcalde mayor de Coatzacoalcos, don Suero de Cangas y Quiñónez, también encargó a Francisco Stroza Gali la realización del dibujo que acompa- ñaría la Relación Geográfica, en el cual vuelven a mostrarse los intereses funcionales que hemos señalado en Tlacotalpan. Así cuando se refiere al río Coatzacualco en la respuesta 42 dice: «… sale a la mar: tiene de ancho lo que el Río de Sevilla. La grandeza dél tiene más de sesenta leguas. Pueden entrar hasta esta villa navíos de ciento y cincuenta toneladas de porte, y han entrado deste porte» 239. Esta población que era de españoles se denominaba Villa del Espíritu Santo, habiéndose fundado en 1522 por Gonzalo de Sandoval como cabecera de un amplio territorio que había sido la cuna de la cultura olmeca. De ella dependían más de 60 pueblos «mal poblados y mal ordenados» 240. Tampoco las construcciones arquitectónicas respondían a proyectos de interés ya que las iglesias eran de paja al igual que las casas, destacando un hospital regentado por la cofradía de la Santa Vera Cruz que salía en procesión el día de jueves Santo 241. En la Relación de 1580 ya se advierte la disminución de población que había pasado de 80 vecinos españoles en el momento de la fundación a solo 20. De hecho, en 1587 el alcalde mayor propuso el traslado de la villa a una zona más saludable una legua río arriba, desapareciendo el primitivo asentamiento 242. Ya en el interior del Estado tenemos la Relación de Misantla que va acompañada de una sencilla pintura que dibuja un rectángulo central cortado por cuatro calles permitiendo la presencia de la iglesia en el centro y diversas arquitecturas en los espacios perimetrales. También una serie de caminos, en los que se dibujan pies, nos conducen a estancias y po- blaciones sujetas. Formas montuosas y glifos perimetrales completan el dibujo. Es posible que entre las pinturas antiguas especificadas en la Relación y que fueron consultadas por los informantes se encontrara el denominado «Códice Misantla» fechado en 1571. Incluso, se podría conjeturar que el dibujo pudiera estar relacionado con dicho códice 243. La ciudad de Jalapa, a medio camino entre Veracruz y la capital virreinal, estaba situa- da en las estribaciones de la sierra denominada Cofre de Perote, que impedía una traza co-

239. Ibidem, p. 125. 240. Ibidem, p. 116. 241. Ibidem, p. 124. 242. GERHARD, P. Op. cit., p. 143. 243. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 185 y MUNDY, B. The Mapping of New Spain, pp. 188-195. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 371 rrecta del mismo; aunque en 1580 había 20 vecinos españoles. El sistema respondía a las formas de ocupación prehispánicas: casas dispersas junto a sus sementeras. El elemento cen- tral del pueblo era el monasterio franciscano que tenía a su cargo un número importante de pueblos de indios, todos definidos «sin traza de calles». La pintura que acompaña la Rela- ción muestra de forma genérica los distintos establecimientos unidos por caminos y repre- sentados mediante pequeñas construcciones que contrastan con el convento bien definido con fachada y torre identificativos de Jalapa. Un segundo edificio que podría tener interés arquitectónico y, desde luego, social era el hospital que se sustentaba de limosnas: «En el se curan los pasajeros españoles que vienen de España en las flotas de los navíos, porque este pueblo está a media legua del camino real que viene de la ciudad de la Veracruz a Méxi- co. Y los que pasan enfermos, se curan en este hospital; también se curan en él los indios que enferman en el servicio de la carretería y arrias. En este dicho camino hay diez ventas, que caen en esta jurisdicción. Este hospital fundó Fray Juan de Mansilla, guardián que fue en el monasterio deste dicho pueblo» 244. Si la falta de traza urbana califica tanto a Jalapa como a sus poblaciones dependientes, una excepción la constituye Xicochimalco (Xico), que se define como «…asentado en un llano: tiene traza de ajedrez y la iglesia en medio» 245, imagen que podemos cotejar con el plano actual. Esta población fue fundada por los franciscanos en la década de 1540 trasla- dándola de lo que sería la fortaleza de Xicochimalco en una ladera escarpada que reunía un estado de lengua nahualt 246. Ya hemos señalado la realización de las Ferias en Jalapa desde 1720 hasta 1788 mo- mento que corresponde al mayor desarrollo urbano, siempre desordenado, y que, además de la geografía, estuvo condicionado por la población no estable que utilizaba la ciudad como lugar de almacenaje de mercancías para, de esta forma, protegerlas de la piratería de las costas o como lugar de descanso ante el fuerte calor del puerto de Veracruz que hacía que: «… como en aquella ciudad falta salud para vivir en ella el verano, cuatro meses del viénense aquí, huyendo del calor que allí hace» 247.

7.9. ESTADO DE MICHOACÁN

La zona geográfica correspondiente al actual Estado de Michoacán fue una de las pri- vilegiadas en el proceso de evangelización. De hecho, ya en 1526, se habían asentado los franciscanos en Tzintzuntzan, capital de la cultura tarasca. Desde aquí la ocupación del te-

244. ACUÑA, R. Op. cit., p. 348. 245. Ibidem, p. 369. 246. GERHARD, P. Op. cit., pp. 383 y 387. 247. ACUÑA, R. Op. cit., p. 348. 372 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 373 rritorio se extendió a toda la región, lo que llevaría a la orden a conformar la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán en 1565. Poco más tarde llegaban los agustinos que crearon una línea de establecimientos en los espacios libres conectando Tiripetío, Charo y Yuririapúndaro. En 1602 constituirán la provincia agustina de San Nicolás de Tolentino de Michoacán. Podemos decir que los establecimientos franciscanos se concentraron en torno al lago de Pátzcuaro, eje de la cultura tarasca, mientras que los agustinos siguieron hacia tierra caliente edificando Tacámbaro 248. Figura fundamental en todo este proceso de ocupación religiosa y territorial será D. Vasco de Quiroga 249. Llegó a México en 1531 formando parte de la segunda Audiencia con el objetivo de frenar los desmanes cometidos por Nuño de Guzmán. En 1533, como oidor de la Audiencia, se desplaza a Michoacán para atender las protestas de los indígenas. Don Vasco influenciado por los filósofos utópicos del momento (sobre todo Tomás Moro) plan- tea la necesidad de configurar alternativas sociopolíticas para las comunidades indígenas frente a los españoles. Con este fin, en 1533, crea los hospitales-pueblo de Santa Fe de Méxi- co y Santa Fe de la Laguna (Michoacán). El planteamiento de don Vasco consiste en reunir una colectividad que comparte tanto el trabajo como los bienes obtenidos. Además se for- man en la doctrina cristiana y se capacitan en diversos oficios, de tal manera que van rotando entre las actividades agrícolas y las artesanales aprendidas. Esto permite una sociedad igualitaria, casi aislada, que posibilitaba una perfecta integración del mundo prehispánico con las nuevas técnicas y productos llegados de Europa. En 1538 don Vasco es nombrado obispo de Michoacán con sede en Tzintzuntzan. Dos años después traslada la capitalidad a Pátzcuaro, iniciando un proyecto de catedral, a modo de panóptico, cuya realización hubie- ra significado una alternativa centralizada, renacentista e integradora de técnicas prehispánicas, sin parangón en el ámbito artístico de occidente. La preocupación del obispo por las comunidades indígenas le llevaría a ordenar la construcción de un hospital junto a cada una de las parroquiales de su diócesis, lo que se traduce en un modelo arquitectónico alternativo y exclusivo de Michoacán 250. La muerte de don Vasco 1565 y la preponderancia que estaba tomando la ciudad de Valladolid, en el valle de Guayangareo, fundada por don Antonio de Mendoza en 1541, de- terminó el traslado del obispado en 1580. El excesivo peso de la población indígena en Pátzcuaro y las instituciones de carácter integrador fundadas por don Vasco de Quiroga pu- dieron ser los argumentos finales para el traslado hacia un pueblo de españoles al margen del proyecto utópico del primer obispo.

248. Sobre la estructuración política y religiosa de Michoacán Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 342-363. 249. RAMÍREZ ROMERO, E. Catálogo de Monumentos y sitios de la región lacustre. Pátzcuaro, pp. 37-39. 250. Sobre las ideas del obispo Cfr. QUIROGA, V. La utopía en América. 374 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

7.9.1. Tiripetío y Necotlán

La construcción del pueblo de Tiripetío 251 constituye uno de los ejemplos más impor- tantes de los procesos urbanísticos llevados a cabo tanto en México como en Michoacán. La ocupación indígena de la zona respondía a patrones de dispersión poblacional no apta para los intereses propios de las órdenes mendicantes. Por esta razón los agustinos, en 1537, decidieron reunir a los indígenas en una nueva población que imitara la manera de los pue- blos españoles; es más, los religiosos tuvieron cuidado de que la fundación de este pueblo constituyera un modelo y no repitiera errores que se habían cometido en trazas anteriores. Incluso concertaron las edificaciones proyectadas con el encomendero Juan de Alvarado y se trajeron a maestros de obras desde la capital virreinal que ayudaran y enseñaran los sis- temas constructivos a los indios. De hecho en Tiripetío se constituyó la más importante es- cuela de artes y oficios de los agustinos. La dirección del proyecto parece que estuvo a cargo de Fray Juan de San Román que contaba con la experiencia, no del todo afortunada, del ordenamiento de los pueblos de Chilapa y Tlapa, ambos en el Estado de Guerrero. Estu- vo acompañado por Fray Diego de Chávez y Alvarado, sobrino del encomendero, el cual desarrollaría, mas adelante, una amplia actividad en Yuririapúndaro y, mas tarde, sería nom- brado obispo de Michoacán en 1572. Fue enterrado en la iglesia del convento de Tiripetío cuya lápida en latín está recogida en la relación geográfica 252. Más datos sobre el establecimiento agustino nos ofrece D. Manuel González de Paz en su historia de la orden de los agustinos en México, fechada en 1755. Así, añade: «Sobre este pie se miró mucho N. V. P. San Román, y no dexo de afanarse, porque ideaba hacer obra, que no tuviera que corregir, y tenia mui presente lo de Chilapa en que trabajó tanto con el Santo Coruña, y de los defectos, que se advirtieron allá, quería huir por no precissarse a enmendar. Y assi, dando vistas, y vueltas dicele al compañero, Pienso dexar a mejor artí- fice la idea, y haremos mañana una travesura. Echo bien cargo de todo el V. P. San Román ideó tirar líneas, y extender cordeles para sus mentales trazos, y monteó una villa en toda forma, con calles, passadizos, Plaza Con- vento, Iglesia, Cimenterio, Hospital, y casas para Escuelas de los Niños. Todo esto ya monteado se le notificó al Encomendero D. Juan de Alvarado, como concivió de el Proyec- to provechos notabilísimos, se puso en camino llevando Maestros, Alarifes, y oficiales, que diesen execución al Planteo, y llevaran a cabo todo lo Monteado. Con calidad, que en nada havian de contradecir a aquel Venerable Varon a quien confessaba deber la presente y futu- ra prosperidad» 253.

251. Sobre la Historia de Tiripetío. Cfr. CERDA FARÍAS, I. El siglo XVI en el pueblo de Tiripetío. 252. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 365-366. 253. CERDA FARÍAS, I. Op. cit., p. 111. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 375

Tiripetío. Convento Agustino.

El resultado de la traza urbana responde, por tanto, a la conjunción de frailes, indios y encomenderos, creando un pueblo que serviría de modelo para otras fundaciones. Las casas se distribuyeron de acuerdo a un plan reticular donde se marcaron los solares para vivien- das. «La iglesia estaba quasi completa, el convento para lo mui necesario se habitaba, es- cuelas, y obras Públicas, y la habitación de las Gentes en casas, departamentos, y populares beneficios todo estaba finalizado, y los indios contentísimos de Verse acomodados con ha- bitaciones proprias para sí, y para sus hijos en una quasi corte, que debía ser la emulación de todo aquel territorio, y que de verdad fuer la norma, y guía en lo de adelante para los Missioneros Apostólicos, y la montea para sacar a Vida civil, los que, aunque christianados, no los sacaban de sus buhios, quedándose en ellos, como antes de el baptismo, en vida inci- vil, y quasi Bárbaros. Tanto pensamiento se debe en su rayz al santo Coruña en Chilapa, que fue el primero, que para allí lo ideó. Gracias a él, y el Señor, que tal proyecto le infundió. La fama de la fundación del pueblo de Tiripetío, y de la buena disposición que tenía; y asimismo del convento, que se había acabado en dos años y medio, voló tanto alzando la voz, que dentro y fuera de la religión, se celebraban por la única casa de la Nueva España en aquellos cortos principios y se juzgó por la cosa más acabada que había en nuestra pro- vincia…» 254.

254. CERDA FARÍAS, I. El pueblo de Tiripetío, pp. 38-39. 376 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Lógicamente la primera iglesia construida no era más que un jacal y unas simples cho- zas que funcionaban como convento. Pero, no obstante las funciones estaban señaladas. La iglesia con su atrio se prolongaba en la plaza pública en la que se instalaba el mercado. El resto de la población se dividía en cuatro barrios que respondían a los distintos grupos indí- genas congregados. Este esquema sigue manteniéndose en la actualidad. La descripción de la traza que hace la Relación Geográfica, en 1580, es esquemática pero interesante: «Este pueblo de Tiripetío está sentado en una loma que corre de oriente a poniente, y, ansí, las calles y casas van a la larga por el propio rumbo; de manera que, desde las primeras casas que están al oriente, hasta las postreras que están al occidente, hay mas de mil pasos tolomeos. Algunas casas caen en el llano, debajo de la loma, hasta llegar a una ciénaga, que empieza desde estas casas o calles bajas que caen en el llano» 255. La construcción de la iglesia y del convento se realizaron entre 1543 y 1553. En la relación de 1580 aparece una valoración del espacio religioso y sus cualidades estéticas: «La iglesia es muy bien trazada. Tiene muy linda portada, con muy lindos pilares y molduras curiosas; tiene una torre, que sirve de campanario y reloj; tiene, delante de la portería, un muy bueno y bien trazado corredor, o danza de arcos de muy buena piedra. La maderazón de la iglesia es una de las más galanas y curiosas que hay en esta tierra, y yo he visto en España, de muy agraciadas pinturas y dorados y talla. Tiene, delante de la puerta de la igle- sia, un grande y cuadrado patio, que sirve de cementerio, cercado con dos cercas, como

Tiripetío. Reconstrucción del conjunto conventual (dibujo de Igor Cerda Farías).

255. ACUÑA, R. Op. cit., p. 346. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 377 muro y antemuro, almenado. El antemuro, digamos, cae a la parte del patio: es bajo, de una vara de alto, y, encima, sus almenas. Habrá, del muro al antemuro, treinta pies de ancho, que es por donde andan las procesiones los días de fiesta principales. Este patio tiene tres puertas, una de las cuales, que es la frontera de la puerta principal de la iglesia, tiene por delante la plaza principal deste pueblo, que es muy grande y cuadrada, y, en ella, una fuen- te ochavada con su pila en medio, por donde corren seis caños de agua muy dulce. Tráese esta agua de tres cuartos de legua deste pueblo, por una acequia de encima de la tierra, descubierta hasta entrar en el pueblo, y por el propio pueblo hasta llegar cerca de la plaza en donde está la fuente, y, allí, se encaña hasta la pila» 256. El templo original tenía más de 60 metros de longitud, sufriendo un importante incen- dio en 1640. Las restauraciones mantuvieron el ancho, de unos 12 metros, pero acortaron su longitud ya que fue en la zona de los pies donde más afectó el incendio: «Del coro no quedó cosa alguna, porque los órganos, sillerías y facistoles, primorosísimos, todo lo abra- só, como veremos, el fuego» 257. No parece, en cambio, que se cambiara la estructura espa- cial anterior que sigue respondiendo a tres naves falsas separadas por pies derechos de ma- dera (a imitación de columnas) que soporta una cubierta de madera. La iglesia fue rica en ornamentos. Hay noticias de diversos retablos 258, de pintura mural en el interior 259, de enterramientos de carácter señorial (aquí estuvo enterrado el encomendero Juan de Alvarado) y de funcionamientos rituales de gran interés como serían la capilla de música. Dice la Rela- ción de 1580: «… y es en la capilla de música, ansí de voces como de instrumentos: de chiri- mías, flautas, orlos, vihuelas de arco y trompetas: todo muy amaestradamente, especialmente las chirimías, que son las mejores de la Nueva España, de indios; hay órganos. Y todo esto tocan indios en los días señalados de fiesta; es contento ver tocar toda esta música, con mu- chas danzas de muchachos vestidos de sus libreas al propósito; bailan a su modo, algunas, y otras, al modo español, que dan mucho contento. Es el más extremado este pueblo, en esto, de cuantos hay en toda la provincia de Mechoacán, y aún de toda la Nueva España» 260. La fachada del templo no se corresponde con la que se construyera en el siglo XVI ya que debió sufrir en el incendio. La actualmente conservada es un correcto diseño clasicista que posiblemente reutilice algunos de los elementos de cantería de la primera construcción. Hemos de pensar que el modelo habría sido la fachada de Yuriria, ya que Fray Diego de Chávez después de concluir ese convento regresó a Tiripetío para terminar la portada que había comenzado con unas «ricas columnas» 261.

256. Ibidem, p. 367. 257. CERDA FARÍAS, I. Op. cit., p. 49. 258. Ibidem, pp. 51-52. 259. KUBLER, G. Arquitectura mexicana del siglo XVI, p. 624. 260. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 367. 261. KUBLER, G. Op. cit., p. 624. 378 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

No es de extrañar ya que, como hemos señalado, en Tiripetío se estructuró una es- cuela de artes de la que se dan noticias par- ciales en la Relación Geográfica. Así se dice: «Hay encinas, robles y madroños. De los robles y encinas, se hacen en este pue- blo muchas carretas y arados, y otras cosas; de los pinos, mucha tablazón para casas, puertas, cajas, y escritorios y escribanías y mesas y artesas. Que de todo se hace mu- cha cantidad, por haber aquí muy buenos y pulidos carpinteros indios, y muy primos; y, todo lo dicho, se da a pintar a pintores, que hay en este pueblo los más pulidos y curiosos que hay en esta Nueva España para este efecto; que se pueden dar y presentar, los escritorios y escribanías, a cualquier príncipe. Asimismo, éstos pintan y doran cualquiera imagen muy bien» 262. Más ade- lante al hablar de la actividad como cante- ros de los indígenas dice el autor de la Re- lación: «Yo lo he visto estar martillando con Tiripetío. Iglesia conventual. Interior. una piedra en obras de iglesias…», y con- tinua: «…en este pueblo, con ser ya peque- ño, hay herreros, y muy pulidos, y sastres y zapateros y pintores, y carpinteros y tejedores de sayal y jerga; hay buenos escribanos de letra y, cada uno destos indios, en su oficio es muy pulido y muy buen oficial, que no hacen falta los españoles» 263. Propio de la zona de Michoacán será la presencia de hospitales que en el caso de esta urbe sería fundado por el encomendero Juan de Alvarado tal y como nos describe la Rela- ción de 1580, aunque, en esos momentos, existían ciertos problemas de funcionamiento ad- ministrativo: «Hay en este pueblo un hospital grande y bien trazado, y de muy fuertes edi- ficios de calicanto con muchas piezas. Tiene, para los enfermos, una sala alta que se sube por de sí seis escalones, todos de cantería de la dicha, y lo mismo las portadas y ventanas. Caben en esta sala cincuenta enfermos. Tiene tres patios: el uno, que es el principal (que es

262. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 353-354. 263. Ibidem, p. 360. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 379 primero), que es como azaguán o recibimiento; deste, damos luego en otro más grande, con muchos naranjos, sobre el cual caen los cuartos de la enfermería, que es la sala dicha; hay otro para servicio, donde tienen también algunas cosas sembradas de verduras, y, en él, caen las despensas y aposentos de los oficiales del dicho hospital, enfermeros y mayordomo. Hay, en este patio, corredores altos y bajos, donde había telares de sayal y de jerga, todo para el hospital, o para quien los religiosos querían, como lo es todo y está a su voluntad. Este hospital hizo Juan de Alvarado, encomendero deste pueblo (ya lo hemos nombra- do algunas veces), y lo dotó. De su hacienda, dejóle, para que se curasen los enfermos, bastante renta. Si la goza el hospital, o no, o si se gasta con los enfermos, bien lo sé yo; pero no lo digo, porque no me lo pregunta el capítulo y no digan que salgo fuera de la historia. Lo que sé decir es que a este hospital, ni a ninguno de la provincia, ni los visita la justicia eclesiástica ni la seglar; porque, algunos, tienen renta y haciendas y aprovechamien- tos, y no sería malo saber cómo se gasta el dinero de la renta, y si no lo vuelven, y cuántos indios se han muerto de hambre en esta pestilencia, y por falta de cura, que, si no tocara en los propios del hospital, estuvieran hoy vivos. Bien sé yo esto, como testigo de vista, y he hecho la experiencia dello y se ha visto claro» 264. Reseñar, por último, que desde 1540 funcionó en Tiripetío un colegio de estudios ma- yores, lo que nos habla del lugar privilegiado que siempre tuvo este convento dentro de la provincia agustina 265. En lo que se refiere a Necotlán (actualmente llamado Santiago Undameo) formó parte de Matalcingo (Charo), separándose en 1544. Dependiente de Necotlán fue Guayangareo (Valladolid), lugar que en 1541 don Antonio de Mendoza configuró como «ciudad de Michoacán» en oposición a don Vasco de Quiroga que había trasladado, sin consultar al virrey, la capital de Tzintzuntzan a Pátzcuaro. A esta pequeña población se trasladaría el obispado en 1580 266. La población de Necotlán en 1579 dependía, a nivel religioso, de Valladolid, aunque también los agustinos de Tiripetío tenían un molino en este enclave. El pueblo tenía un hos- pital fundado por don Vasco de Quiroga. A nivel urbano responde a una traza reticular que como señala la relación: «… tiene su asiento en una loma alta: está por sus calles y su igle- sia…» 267. Es interesante constatar que fue el propio virrey don Antonio de Mendoza quién los separó de Charo, frente a la tendencia habitual de congregar pueblos 268.

264. Ibidem, pp. 367-368. 265. Cfr. CERDA FARÍAS, I. El siglo XVI en el pueblo de Tiripetío, pp. 175-192. 266. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 352-263. 267. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 185. 268. Ibidem, pp. 186-187. 380 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

7.9.2. Pátzcuaro y la Región Lacustre

La decisión, por cédula real de 26 de junio de 1539, de trasladar el obispado de Michoacán de Tzintzuntzan a Pátzcuaro va a modificar la traza urbana prehispánica de esta última población. Estaba estructurada con un centro ceremonial elevado que permitía un desarrollo radial y, a la vez, controlador de la geografía de la laguna 269. De hecho la red de caminos en torno a la ciudad mantienen el sentido radial y penetran en abierta contradic- ción con la traza urbana que tiende a la retícula en torno a la plaza principal (hoy, denomi- nada Vasco de Quiroga). Esta traza que presenta ciertas irregularidades podría estar justifi- cada por la previa lotificación ya que, en ningún momento hubo fundación o refundación de la nueva ciudad. Don Vasco, atento al respeto indígena, sencillamente continuó la tradi- ción existente y, solo, se apropió del recinto religioso para definir y asentar su catedral. No renunciando, de esta forma, a las posibilidades visuales y de impacto sobre el territorio que tenía la concepción prehispánica. La traza original debió estar compuesta de seis manzanas con dos grandes plazas o es- pacios abiertos, encontrándose el solar para la catedral en la periferia de la ciudad. En 1581, se definía de la siguiente forma: «Está asentada esta dicha ciudad en un lugar áspero y pe-

Pátzcuaro. Plaza de Vasco de Quiroga.

269. Sobre la evolución urbana de Pátzcuaro Cfr. RAMÍREZ ROMERO, E. Op. cit., pp. 57-60. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 381 dregoso y entre quebradas, y hay en él poco llano, y, a esta causa, las calles no están tan en orden en algunas partes como en otros pueblos. La plaza principal, donde están las casas reales, está en una hoya, y allí tienen los más vecinos españoles sus casas, por ser el puesto más llano; miran, las dichas casas reales, al oriente» 270. La ocupación por los naturales, más los atraídos por las fundaciones de don Vasco, se completarían con diversas familias de españoles así como por el traslado de la alcaldía mayor desde Tzintzuntzán a Pátzcuaro. El desarrollo urbano hizo que en el año 1553 el obispo obtuviera del rey la concesión de escudo de armas y el título de ciudad. Incluso conseguiría que se establecieran las órdenes mendicantes (franciscanos y agustinos) y los jesuitas. La Relación de 1581 cuenta para su redacción con personajes de interés en esta compleja sociedad mixta que había definido nuestro obispo. El encargado de la Relación es el doctor Alonso Martínez, alcalde mayor. Además destacan Fray Diego de Fuenllana, guardián del convento de San Francisco que hace de intérprete, y Don Juan Puruata, indígena y gobernador de la ciudad que encabeza a los naturales que sirvieron de informantes, el cual conocía perfectamente la lengua castellana. Podemos apreciar, por tanto, ese funcionamiento alternativo que posiblemente, como ya he- mos señalado, fue una de las causas del traslado de la capitalidad a Valladolid. De hecho, en la Relación se indica la pérdida de vecinos españoles desde la traslación de la sede 271.

Pátzcuaro. Antigua catedral.

270. ACUÑA, R. Op. cit., p. 97. 271. Ibidem, p. 196. 382 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Erongarícuaro. Iglesia conventual. Interior

Santa Fe de la Laguna. Plaza principal. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 383

Don Vasco aseguró el buen funcionamiento de Pátzcuaro creando una amplia jurisdic- ción eclesiástica y civil que comprendía todos los pueblos que habían pertenecido al Estado Tarasco. De hecho, en la Relación de 1581 se dice: «Tiene esta dicha ciudad setentitrés ba- rrios, los quince dellos, dentro de la misma ciudad, y los demás, fuera, a una, dos, tres y cua- tro leguas, y algunos, a ocho y diez; que, cada barrio por sí, es un pueblo formado. Y, en esta ciudad, llaman a estos pueblos, sus sujetos, barrios, como en España a las aldeas. En los más dellos, residen de ordinario clérigos y frailes, que tiene en doctrina a los naturales» 272. Entre los pueblos sujetos tenemos que señalar dos por sus específicas cualidades arqui- tectónicas y urbanas. Nos referimos a Erongarícuaro y Santa Fe de la Laguna. «Erongaríquaro es otro barrio, que quiere decir ‘lugar puesto en atalaya’, porque está fundado a orillas de la laguna, al cabo della entre la parte norte y poniente, en un lugar alto de donde se divisa toda la dicha laguna» 273. La planta de la población responde a una correcta traza en damero con la excepción del convento que estaba en el límite de la traza, posiblemente porque su solar y definición arquitectónica fueron anteriores al propio pueblo. El hospital-pueblo de Santa Fe de la Laguna fue una de las experiencias utópicas de don Vasco de Quiroga. Su traza obedecía más a un plan funcional que a una retícula orde-

Santa Fe de la Laguna. Atrio e iglesia.

272. Ibidem, p. 197. 273. Ibidem, p. 198. 384 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN nada. La plaza, ligeramente trapezoidal, permite el desarrollo de pórticos en sus cuatro la- terales. Uno de ellos solo es la barda del atrio de la iglesia y, tras esta construcción, aparece el hospital en una manzana que se estructura en torno a un espacio abierto central con sus crujías para enfermos y asistencia y la capilla en el centro. Se crea, de esta forma, un eje urbano que unifica los edificios asistenciales, religiosos y cívicos integrando los espacios libres de los tres ámbitos (patio del hospital, atrio y plaza cívica) 274. Lógicamente el obispo Quiroga fundaría un hospital bajo la advocación de Santa Mar- ta y la Asunción en Pátzcuaro 275. La institución comenzó a decaer cuando se trasladó el obispado a Valladolid ya que como señala la Relación: «Y, así, vino a tener de renta más de dos mil pesos, los cuales se pasaron al hospital que se funda en la ciudad de Valladolid» 276.

7.9.3. El oeste de Michoacán

Esta zona templada se estructura al oeste de la línea volcánica que tiene en la sierra de Patambán, el Paricutín y la sierra de Apatzingán sus límites de levante. Hoy día estas po- blaciones han tenido desarrollos diversos en relación con las nuevas vías de comunicación que hacen difícil su análisis histórico. No obstante, nos acercaremos a aquellos aspectos urbanos que más nos interesan para nuestro estudio. La zona fue pronto evangelizada por los franciscanos que fundaron seis conventos. Pensamos que los mendicantes llevaron a cabo diversas congregaciones entre los naturales que permitieron cabeceras bien trazadas, a las que se unieron otras en 1594 localizadas en San Francisco Tarécuato y Peribán (de Ra- mos) 277, las cuales mantienen una traza urbana en cuadrícula. El pueblo de Tingüindín (también denominado Chocandirán) marca las posibilidades urbanísticas que se manejan en estos momentos, ya que se trasladó desde la cima de un cerro a un nuevo emplazamiento con una nueva traza urbana. La Relación de 1581 nos la define de la siguiente forma: «… y el pueblo está en tierra llana, y abiertas sus calles y largas, por buena orden, y una plaza conveniente al dicho pueblo y junto a la iglesia, donde se administra y dicen misa a los naturales y demás gentes, y declina a la parte sur» 278. La cotejación con la realidad de la traza del pueblo es perfecta, respondiendo a una precisa cuadrícula donde destaca el funcionamiento independiente de la iglesia con su atrio y la plaza pública.

274. Cfr. ARTIGAS, J. B. Pueblos-Hospitales y Guatáperas. Michoacán, pp. 41-47. 275. RAMÍREZ ROMERO, E. Op. cit., pp. 130-131. 276. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 202-203. 277. GERHARD, P. Op. cit., pp. 396-398. 278. ACUÑA, R. Op. cit., p. 322. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 385

Tingüindín. Plaza Mayor.

Peribán. Iglesia conventual. Exterior. 386 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Más al norte, Xiquilpan (Jiquilpan) también respondía a una estructura reticular cen- trada por su plaza. En 1579 se definía de la siguiente forma: «Este dicho pueblo está pobla- do en tierra llana, como se ha dicho; es tierra baja. Las casas son pequeñas, cubiertas de paja; las calles corren del oriente hacia el poniente. Hay una plaza en el medio del pueblo, junto al monasterio que hay en este dicho pueblo de frailes de la Orden del señor San Fran- cisco, donde hay de ordinario un guardián con otro compañero» 279. En la parte sur de este territorio, Tancítaro aparece con una traza en cuadrícula centra- da por un monasterio franciscano. La descripción de la iglesia y de los ornamentos es pre- cisa en la relación de 1580: «Tienen en este pueblo un monasterio de señor san Francisco, y lo sustentan muy honradamente de todo lo necesario. Hay un guardián, y un súbdito o dos, de ordinario. Tiénenlo adornado de buenos ornamentos con guarniciones y torzales de oro, casullas, frontales y capa, todos ricos y de seda; dos cálices dorados y otros de plata, lla- nos; un buen retablo grande, dorado, con imágenes devotas y de buena mano; su custodia de plata, en que está encerrado el santísimo sacramento. Tiene el monasterio la iglesia bien labrada de madera de muy buenos pinos, y toda encalada, y una torre con tres campanas buenas, con que acuden cada domingo y fiestas principales a la doctrina y sermones que los religiosos les hacen en su lengua. Hay un patio en que se entierran muchos dellos, aunque algunos, que son de mas calidad, se entierran dentro en la iglesia. Tienen, en el patio, cer- cado de paredes y muchos naranjos alrededor, y dentro, en el mismo patio, hay una capilla a do les dicen misa las Pascuas y fiestas grandes, porque se junta entonces toda la tierra y porque no caben en la iglesia» 280. Todos estos pueblos, que formaban parte de la diócesis de Michoacán contaron con hospitales, aunque las noticias que sobre ellos tenemos son escasas y, a veces, contradicto- rias. En el caso de Tingüidín, la Relación Geográfica de 17 de abril de 1581 nos dice que el hospital fue fundado por don Vasco de Quiroga, así como los demás que hay en cada uno de los pueblos de la provincia 281. En cambio la relación de Xiquilpan (1 de junio de 1579) dice que el hospital de este pueblo lo fundó el franciscano fray Alonso de Pineda 282 y el de Tingüidín, en contradicción evidente con la anterior información, se atribuye a un tal fray Miguel (también constructor de la iglesia) 283. El de Tarécuato lo fundaría Fray Juan de Pavía 284. Por último el de Peribán se atribuye a Fray Juan de San Miguel 285. El problema de estos hospitales era la falta de rentas, ya que en general funcionaban con las limosnas que pedían entre los naturales.

279. Ibidem, p. 411. 280. Ibidem, pp. 289-290. 281. Ibidem, p. 327. 282. Ibidem, p. 417. 283. Ibidem, p. 424. 284. Ibidem, p. 429. 285. Ibidem, p. 435. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 387

Tarécuato. Cruz atrial.

Una excepción era el hospital de Tancítaro que tenía una renta de 100 ducados, aunque la misma era consecuencia de «… ciertas heredades que los naturales le han dado» 286. No obstante, el funcionamiento de los hospitales en 1580, muerto ya don Vasco de Quiroga, era difícil de mantener. El corregidor de Tancítaro, don Sebastián Macarro, realiza una mag- nífica pincelada sobre los problemas, que se pueden generalizar, observados en la visita a los de Tancítaro, Tlapalcatepeque (Tepalcatepec) y Pinzándaro Arimao: «En todas estas tres ca- beceras hay hospitales, de los cuales, y de todas las iglesias de las Indias, es patrón su Majes- tad. Los curas vicarios y religiosos suelen meter la mano, muchos dellos, a tomar cuentas a los hospitales, y les quitan los dineros y frutos y otros bienes de los dichos hospitales que tienen para el sustento de los pobres, diciendo que son menester para sus iglesias y monaste- rios, para ornamentos, misales y cálices, cruces, campanas y otras cosas: y suelen estar los hospitales sin ornamentos y sin sustento para los dichos pobres, por esta razón. Y, en capítulo de frailes, ha acaecido llevarles las camas de los pobres para dormir los frailes, y no se las volver. Yo lo he visto, tomando cuenta a un hospital de mi jurisdicción, y quedar los misera- bles pobres sin camas. Y los mayordomos y priostes no les osan ir a la mano, como son sacer- dotes y religiosos, y desto reciben gran vejación de los dichos pobres. Y, muchas veces, lo han querido remediar los alcaldes mayores y corregidores, que son obligados a tomar las di- chas cuentas a los dichos hospitales como ministros que son de su Majestad, que es patrón

286. Ibidem, p. 290. 388 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN dellos, y hay grandes trabajos con los dichos clérigos y religiosos. Sería conveniente, siendo su Majestad servido, que fuesen visitados por la real Justicia y que hubiese libro, cuenta y razón de los bienes de los dichos hospitales, cada un año inventariándolos» 287. Por último, en la zona este de la sierra de Patambán se encuentra el partido de Chilchotla (Chilchota). Esta zona de un hábitat muy disperso fue congregado en diversos momentos, aun- que se pueden documentar los ejecutados en 1570 y 1598. De hecho, para la cabecera pode- mos concretar el primero de los años ya que en la Relación Geográfica de 1579 cuando se describe la población de Oren, sujeta a Chilchotla, se dice: «Poblose este pueblo cuando la cabecera, que fue después que los cristianos entraron en esta tierra, porque de antes vivían sin orden de calles, adonde tres casas y adonde cuatro» 288. Chichotla responde a una traza per- fecta en cuadrícula con todos los elementos propios de un nuevo asentamiento. Así se señala: «Hay, en este pueblo de Chilchotla, un hospital muy bueno, y hay curiosidad en los vicarios y justicias para que hay buen gobierno y los pobres sean bien tratados. Y, aunque esta tierra es fría, se dan buenos naranjos, porque, desde las casas reales, que están junto a la iglesia y hos- pital, estando escribiendo esto se estaban mirando cantidad de naranjas. Fundolo el reverendísimo obispo don Vasco de Quiroga…» 289. A lo que añadimos las características de su iglesia: «Tiene un templo muy bueno; son las paredes de adobes, que, desta tierra, es fuer- te y dura mucho. Es templo mediano y está todo pintado, y tiene órganos que adornan la igle- sia; hay dos indios organistas que los tañen. Es al presente vicario en este pueblo Lope Martínez Tinoco, natural de Fréxenal de la Sierra en los reinos de Castilla» 290. Destacar, por último, que la Relación señala hasta 14 pueblos sujetos, la mayor parte con iglesia y hospital. Esta población dispersa mantendría, en época prehispánica, un cen- tro ceremonial cercano a Chilchotla descrito de la siguiente forma: «Adoraban al Diablo… Y la orden que tenían en el sacrificar, era que iban a unos adoratorios que ellos tenían he- chos a mano en unas lomas altas, que están junto al pueblo a la parte del sudueste, junto al pueblo, donde al presente todavía están, y los ha visto el señor corregidor y yo, el dicho escribano, que son unos cerrillos medianos de piedra que llaman cúes» 291.

7.9.4. El Lago de Cuitzeo y su entorno

En el entorno del lago de Cuitzeo se realizaron una serie de asentamientos de los mendicantes agustinos que conforman una unidad artística con Tiripetío y con Yuriria (Es- tado de Guanajuato). Posiblemente la fundación del convento en Cuitzeo de la Laguna (1550)

287. Ibidem, pp. 302-303. 288. Ibidem, p. 115. 289. Ibidem, p. 123. 290. Ibidem, p. 107. 291. Ibidem, p. 107. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 389

Cuitzeo. Conjunto conventual.

supuso también una primera congregación que tendría continuidad en la zona por otras rea- lizadas en los años 1561, 1593 y 1599-1604 292. De hecho, la traza urbana del pueblo res- ponde a una retícula que se va deformando en las inmediaciones del borde de la Laguna. La definición urbana era ya una realidad en 1579, dice la Relación: «Este pueblo y sus sujetos, son pueblos formados y según la traza de la tierra, permanecientes» 293. Más adelante, se une la información urbana con la constructiva: «La forma y traza de las calles son puestas por orden. Las casas son hechas de adobe, de paredes bajas, cubiertas de paja; aunque, al- gunos indios ricos, tienen sus casas a la forma de las nuestras de España, con sus cuartones de pino y portadas de cal y piedra, que con mucha facilidad se ha, por estar asentado este pueblo de Cuiseo sobre una veta de cal. El indio que labra de pino su casa, va por la made- ra a los montes de Guango, que están a cuatro leguas, donde hay gran suma de pinos» 294. Lógicamente tenemos que hacer referencia al importante convento construido en Cuitzeo. Su edificación comienza en 1550. Configura un atrio rectangular con barda almenada perimetral que se interrumpe por la arcada de entrada al recinto situada a eje con la portada de la iglesia. El conjunto arquitectónico lo integran el claustro, la capilla abierta y la igle-

292. GERHARD, P. Op. cit., p. 101. 293. ACUÑA, R. Op. cit., p. 80. 294. Ibidem, p. 89. 390 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Cuitzeo. Claustro. sia. La capilla abierta presenta un presbiterio rectangular cubierto con bóveda de nervios y una nave trasversal que se abre mediante arcos de medio punto conformando un interesante proyecto clasicista donde no falta el programa pictórico mural 295. La iglesia nos recuerda el proyecto de Yuriria aunque es de una sola nave frente a la cruz latina del establecimiento citado. No obstante, el esquema estructural y decorativo de la fachada se resuelve de igual forma, tan es así que podría tratarse del mismo maestro, que algunos autores han identifica- do con Pedro del Toro 296. En 1590, Fray Gerónimo de Morante sustituyó las cubiertas lignarias de la iglesia por bóvedas, y en 1612 fray Gerónimo de la Magdalena terminaba la torre 297. El claustro se define con contrafuertes en el piso bajo cuyos vanos se duplican en el superior. En la Relación Geográfica aparecen datos relativos tanto al convento de Cuitzeo como al de Copándaro: «En esta cabecera hay un monasterio de frailes agustinos, que lo fundó el maestro Fray Alonso de la Veracruz, siendo provincial de la dicha orden, el año de cincuen- ta y uno. Este monasterio es cosa suntuosa, de cal y piedra, todo de bóveda, alto y bajo: es cosa muy fuerte. Residen en él tres religiosos; tienen cargo de administrar los sacramentos

295. Cfr. Espinosa Spínola, G. Arquitectura de la conversión y evangelización en la Nueva España, pp. 152-153. 296. KUBLER, G. Arquitectura mexicana del siglo XVI, p. 604. 297. Ibidem, p. 614. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 391 a los naturales. Dales su Majestad su sustento: a cada uno, cien pesos de a ocho reales y cincuenta fanegas de maíz. Ansimismo, hay otro monasterio de la dicha Orden en un sujeto que se dice Copándaro; es, ansimismo, de cal y piedra; tiene dos religiosos ordinarios: da- les su Majestad la misma limosna. Administran los sacramentos a los sujetos que están de la otra banda de la laguna. Fundó este monasterio el dicho maestro Fray Alonso de la Veracruz, siendo provincial, el mismo año en que fundó el deste pueblo de Cuiseo. Este monasterio tiene trescientos pesos de renta, de una capellanía que les dotó un español que se metió de fraile francisco, tienen, ansimismo, otros cien pesos de renta, de una capellanía que doto el común del dicho pueblo de Copándaro» 298. El convento de Santiago de Copándaro estaba construido en 1579, habiéndose comen- zado la iglesia en 1560 que se terminaba en 1567. Fue Fray Gerónimo de la Magdalena quién como prior aceleró y concluyó esta construcción. Formalmente está relacionado con Cuitzeo, aunque con proporciones menores 299. En la parte este del lago de Cuitzeo se encuentra el pueblo de Taimeo del que la infor- mación en la Relación Geográfica de 1579 es bastante simple. Dice: «…este pueblo de Taymeo… Habrá, en él, como doscientos vecinos que viven por sus calles, y tiene su traza como pueblo español, y su iglesia y cura que los administra los sacramentos» 300. Al igual que en otras zonas de Michoacán, estos pueblos tuvieron sus respectivos hos- pitales. Cuitzeo y Copándaro: «… tienen cada uno su hospital, sin renta más de, cada uno, cuatrocientas o quinientas ovejas; fundáronlos los indios, con consejo de los frailes» 301. Respecto a Taimeo, se especifica el mecenazgo del obispo Quiroga en su fundación: «Tiene este pueblo, en la cabecera, un hospital donde se recogen los pobres, y susténtase de limos- nas que los naturales dan para este efecto. Fue el fundador el primero obispo de Mechoacán, don Vasco de Quiroga, por cuyo mandado se hizo el dicho hospital» 302.

7.9.5. La provincia de Motines

Hacia la costa del Pacífico se encuentra la provincia de Motines que comprendía un extenso territorio con una alta población indígena dispersa. Las ciudades de españoles de Zacatula y Colima se repartieron la zona en tanto que alcaldías mayores. El conjunto de poblaciones fueron asignadas a diversos encomenderos en un primer momento, pero el fi- nal de las mismas y el descenso demográfico indígena debido a las epidemias, posibilitó

298. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 89-90. 299. KUBLER, G. Op. cit., p. 613. 300. ACUÑA, R. Op. cit., p. 275. 301. Ibidem, p. 90. 302. Ibidem, p. 277. 392 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN que algunos españoles conformaran grandes haciendas en las que se explotaba la ganadería y el cultivo del cacao. Sirva como ejemplo una de las respuestas a la Relación Geográfica realizada en 1580 dada por el hacendado Sebastián Romano: «Y, entre los pueblos de Alimanzi y Cuzcaquauhtla, están tres haciendas de españoles, que son dos huertas de ca- cao, que la una es de Francisco de Cepeda, relator de la Real Audiencia de Guadalajara, y la otra es de Diego de Aguilar del Castillo, y la otra es la en que yo estoy (Sebastián Roma- no), que asimismo es una huerta pequeña de cacao, y tierras que cultivo y siembro de maíz. Y hogaño experimento el cultivar y sembrar trigo, haba y otras semillas, que serán gran provecho y utilidad desta provincia, por la mucha hambre y necesidad que en ella se pade- ce. Y, asimismo, hay unas vacas de leche, y para el sustento de la dicha hacienda, y ovejas; y todo esto que dicho es se riega y alimenta con el río referido. Y no entiendo que haya tierras ni otros regadíos más de los que hay, por estar en el fin de toda la tierra; y mi asiento y vivienda están junto a la mar, que diviso y bojeo mas de cincuenta leguas de mar, donde sirvo de atalaya, yo y toda mi familia, sin haber de por medio cerro ni monte que impida la vista, sino todo llano y raso, que un pájaro no puede pasar sin que se vea» 303. La diversidad de asentamientos indígenas, obligó a una serie de congregaciones, siendo los pueblos más importantes Quacoman (Coalcoman de Matamoros, también Motines de Colima), Pómaro, Áquila, Maquili, Motines de Zacatula (La Guagua) y Tepalcatepec. Es po- sible que los franciscanos iniciaran con su llegada algunas congregaciones e incluso, durante el virreinato de don Luis de Velasco, se documentan las ordenadas por Lebrón de Quiñones (1553). Nuevas reducciones se realizaron entre 1598 y 1604 304. En la relación de 1580 se documentan dos congregaciones importantes. La primera se refiere a Quacoman y fue reali- zada por franciscanos: «Antiguamente, dicen los naturales que había más gente de la que ahora hay, los cuales estaban repartidos por cerros y quebradas, y, de allí, los pasaron al asiento donde ahora están unos Frailes Franciscos, que, por haber ocurrido esto hace mucho tiempo, no se acuerdan de sus nombres; y, así, los congregaron en este dicho asiento, donde viven con mucha sanidad porque, demás de ser humedad, es tierra muy sana» 305. No obstante, la principal congregación para nuestros intereses fue la ordenada por don Antonio de Mendoza describiéndose el resultado urbano en el texto de 1580: «Los pueblos que en esta dicha comarca y costa hay son pequeños y de poca gente, aunque los naturales dicen que habían más en tiempo de su infidelidad. Están poblados en lugares y partes comodadas, porque, gobernando en esta Nueva España el ilustrísimo visorrey Don Antonio de Mendoza, de feliz memoria, mandó a un caballero que se llamaba Hernando de Alvarado, que era alcalde mayor de la provincia de Colima y destos Motines, que entonces era toda

303. Ibidem, pp. 150-151. 304. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., pp. 198-200. 305. ACUÑA, R. Op. cit., p. 137. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 393 una jurisdicción lo que ahora no es, que los pueblos que estuviesen en quebradas y arcabucos y lugares no acomodados, que los sacase de allí y poblasen en partes y sitio de buenos asien- tos, donde pudiesen ser visitados de sus curas y religiosos, y de las justicias de su Majes- tad. Y, así, el dicho Alvarado, con el mejor acuerdo y consejo que pudo, mudó los dichos pueblos de sus antiguos sitios adonde al presente están, por ser mejores asientos y lugares; aunque dicho mudamiento de pueblos costó a muchos indios e indias las vidas, por sacar- los, como se sacaron, de sus rincones y naturaleza, a otras aguas y asientos nuevos. La forma y manera de los pueblos, en esta tierra, es que las iglesias están en medio del pueblo, con sus cementerios cuadrados, y cercado enfrente de la puerta principal della. Los indios están poblados a la redonda de ella, como que la cercan, sin tener calle ninguna ni plaza ninguna, si no es algún patiecico que hay, adonde hacen Tianguez algunas veces, y allí ponen la picota para corregir y castigar a los delincuentes. Sólo el pueblo de Pomaro, en esta comarca, tendrá cien vecinos, y, el de Tlatictla, deste río, casi otros tantos; y aun dudo que lleguen a ciento. Los demás serán como de a veinte o treinta, y de cuarenta, y de cincuenta y dos o tres, que hay hasta de a cinco indios…» 306. También es interesante la traza del pueblo de Oztutla (Ostuta) que parece trazó Juan Alcalde de Rueda, hacendado español que realizó la Relación de la línea de costa de la provincia de Motines: «Tiene este pueblo cuatro calles: una, a un costado de la iglesia, y otra, al otro; y otra, delantera, después del cementerio, y otra, en las espaldas della, que yo hice trazar para ponerla en alguna policía» 307. Como en el resto de Michoacán no podían faltar los hospitales como el descrito en Quacoman: «En este dicho pueblo hay un hospital, el cual mandó hacer un vicario que es- tuvo en este dicho pueblo, que se dice Jalavera, donde se curan los enfermos; es hospital de mucha devoción y se tiene muy buen recaudo en él, así para los naturales desde dicho pue- blo como para otros viandantes forasteros que caen enfermos, porque a todos se reciben y se curan por amor de Dios, sin que por ello den ni paguen cosa ninguna al dicho hospital; en el cual no tienen renta ninguna, y se sustentan de limosnas» 308.

7.9.6. El sur de Michoacán: Cutzio y Tuzantla

La denominada Relación de Sirándaro (Zirándaro), que actualmente se encuentra en el Estado de Guerrero, incluye la referida a Cutzeo (Cutzio) que se incluye en el de Michoacán. Es importante la descripción, aunque esquemática, que se hace de su arquitectura y traza

306. Ibidem, p. 158. Si cotejamos los planos actuales de estas poblaciones encontramos una retícula en Cualcoman de Matamoros y una perfecta cuadrícula en Áquila. 307. Ibidem, p. 163. 308. Ibidem, p. 143. 394 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN urbana: «Tiene este pueblo su iglesia muy buena y su hospital, fundado de muchos años ha que son cristianos; tienen muy buenos ornamentos, y sirvese la iglesia con ministriles, altos y bajos. Está poblado y junto, la mayor parte dél, por sus calles al modo español: las casas que tienen son de adobes y cubiertas de paja» 309. La corrección de la traza parece que tam- bién se extendía a las poblaciones sujetas, así dice: «…todos viven por sus calles, y tienen sus iglesias y son visitados por el beneficiado» 310. Por lo que respecta a la Relación de Tuzantla, diremos que se encontraba en una juris- dicción compartida con Temazcaltepec (en el actual Estado de México). Esta población per- tenecía al obispado de Michoacán, muestra de ello era la existencia de un hospital relacio- nado con las fundaciones de Vasco de Quiroga que no existía, en cambio, en Temazcaltepec. Se especifica: «Hay en este pueblo un hospital, y en cada sujeto, otro, en que se curan los indios enfermos, y les dan de comer y lo necesario, lo cual pagan de una sementera de maíz y chile que se hace de comunidad para este efecto» 311. A la pregunta sobre el urbanismo de la población se responde mediante un dibujo de tipo genérico en el que se muestran accidentes geográficos como montañas y ríos (señala- dos mediante peces), alguna vegetación y pequeñas iglesias con sus respectivas torres. Solo existen glosas para especificar la iglesia de la cabecera que es más grande que las demás.

7.10. ESTADO DE GUANAJUATO

En la línea norte de los territorios realmente ocupados del virreinato de Nueva España durante el siglo XVI se sitúa el Estado de Guanajuato, a modo de cuña, entre los de Querétaro y Jalisco. Esta localización geográfica hace que las escasas poblaciones referidas en las Re- laciones obedezcan a un doble cualidad: las situadas más al sur se engloban dentro del ám- bito territorial y constructivo de los agustinos (Yuririapúndaro y Acámbaro), mientras que otras, más al norte, se trazan en relación con los programas virreinales de protección de los caminos hacia los ricos centros mineros (Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí). Esta zona estaba ocupada por grupos chichimecas, muchos de ellos nómadas, que ins- tigaron a los españoles y sus asentamientos hasta finales del siglo XVI. De hecho, la villa de Celaya se trazó por orden del virrey don Martín Enríquez como presidio para controlar y asegurar el camino desde las minas de Zacatecas hasta la capital. La fundación oficial de Celaya tuvo lugar en 1571, posiblemente con familias de origen vizcaíno. También el vi- rrey ordenó la construcción de un monasterio de San Francisco, no sin enfrentamientos con el obispo de Michoacán que consideraba una intrusión en sus cometidos. La reclamación

309. Ibidem, p. 268. 310. Ibidem, p. 269. 311. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México II, p. 161. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 395 396 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Acámbaro. Conjunto conventual. no tuvo efecto. En 1580 ya estaba fundado dicho monasterio. Dice el texto de la Relación Geográfica: «Poblose el año de setenta por mandado de don Martín Enríquez, visorrey que fue desta Nueva España; comenzóse a poblar con tres o cuatro vecinos: tiene hoy sesenta. Llamase Celaya por Juan de Cueva, secretario de la gobernación desta Nueva España, y por ser él natural de Celaya, en las montañas en los reinos de Castilla» 312. Lógicamente la traza de la nueva villa realizada directamente por el virrey, como ya hemos señalado, respondía a los conceptos ordenados en retícula rectangular: «Está asenta- da en un llano, y en traza de calles derechas y anchas, que corren de leste a oeste y cruzan de norte a sur, con su plaza grande. Tiene un monasterio de la Orden de Señor San Francis- co, en que residen de ordinario cuatro religiosos» 313. La pintura de 1580 que representa a Celaya y Acámbaro muestra la geografía genérica de la región, dibujando distintas poblaciones mediante iglesias que se unen por líneas rojas identificadas como caminos. También aparecen las corrientes fluviales, los ojos de agua (di- bujados al modo prehispánico), alguna estancia (la de Carrillo) y la laguna de Uimoco. Celaya, que apenas llevaba unos años fundada, sólo destaca por la iglesia ligeramente más grande e igualmente representada que en las poblaciones menores. En cambio, la de

312. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 56-57. 313. Ibidem, p. 57. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 397

Acámbaro es mayor con una fachada adintelada y una torre-campanario adosada. Entre los caminos el más importante que encontramos reseñado es el «camino de las carretas, que va a las minas de Guanajuato y Zacatecas», lo que justifica, en definitiva, la razón de la funda- ción de esta Villa. El carácter defensivo frente a los chichimecas condicionó, también, la fundación de los asentamientos de San Miguel de los Chichimecas o el Grande (1555, actualmente San Mi- guel de Allende) y San Felipe (1561-1562, hoy San Felipe Torres Mochas) 314. Aunque no se conserva el texto escrito de la Relación correspondiente a estas poblaciones, sí tenemos la pintura que, con un carácter genérico presenta los accidentes geográficos (valles, ríos, montañas) así como la numerosa ganadería, personajes a caballo o carretas tiradas por bue- yes. Todo esto responde a la presencia de haciendas de españoles desde tempranas fechas. Su cualidad de frontera y de enfrentamiento con los indígenas queda palpable en el dibujo de los mismos, armados con arcos y flechas, situados en las encrucijadas y lugares de posi- bles enfrentamientos. En cambio, las representaciones urbanas de las poblaciones se redu- cen a la glosa identificativa y alguna edificación poco representativa. Con la participación de los agustinos se realizarían, en cambio, las definiciones urba- nas de Acámbaro y Yuriria. De hecho, la traza de la primera está relacionada con los pro- yectos de primeras congregaciones del obispado de Michoacán. Así, dice el texto de la Re- lación: «Y, los que al presente son (se refiere al número de indios), están congregados en pueblos formados, de calles y casas e iglesia, de manera que, a lo que de presente parece, será pueblo permanente» 315. Es decir, una traza en cuadrícula que aún se conserva hoy día. La línea fronteriza entre diversos pueblos y culturas llevaría, incluso a la existencia de dos hospitales que habían sido fundados por Fray Juan de San Miguel en torno a 1550. En uno se atendía a los indios de origen tarasco y en el otro a los otomíes 316. La población de Yuriria responde a una traza reticular que debe estar relacionada con las propuestas urbanas que los agustinos realizaron en Tiripetío y su entorno. De hecho, sabemos que Fray Diego de Chávez y Alvarado se trasladó desde Tiripetío para conformar el asentamiento de Yuriria. El conjunto conventual es uno de los más importantes de Nueva España, aunque su edificación fue difícil, quejándose los indígenas del número elevado de accidentes que se produjeron en su construcción 317. La imagen conventual recoge en la fa- chada de la iglesia el proyecto que la orden diseñara en el establecimiento de Acolman. El esquema de arco de triunfo enmarcado por dobles columnas adosadas con hornacinas entre ellas, se repite y se completa con una mayor decoración de carácter más popular. En el inte-

314. GERHARD, P. Op. cit., pp. 243-245. 315. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, p. 60. 316. Ibidem, p. 68. 317. Ibidem, pp. 68-69. 398 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Yuririapúndaro. Conjunto conventual. rior encontramos una planta de cruz latina cubierta por bóvedas góticas en la cabecera y crucero y medio cañón en la nave con dibujos geométricos tomados de Serlio. El claustro con doble altura y contrafuertes muestra bóvedas de crucería y restos de lo que tuvo que ser el importante programa de pintura mural. También hay que señalar en Yuririapúndaro la presencia de un hospital, citado en el texto de la Relación Geográfica 318, del que aún se mantiene, aunque muy transformada, su pequeña iglesia. El dibujo que conservamos del siglo XVI muestra una visión genérica con sus ríos, caminos y diversas estancias de ganado en las que se dibujan algunos animales y perso- najes a caballo con picas. También se representan mediante pequeñas iglesias los pueblos dependientes con sus distancias en leguas. El diseño más interesante corresponde a la pro- pia cabecera (Yuriria) en la que, junto al lago, se alza la impresionante fachada conven- tual (en la que no faltan ni la torre ni el compás almenado) a la que se añade un atrio (hoy convertido en plaza pública) con su barda perimetral, arquerías de entrada y cruz atrial en el centro.

318. Ibidem, p. 71. 319. GERHARD, P. Geografía histórica de la Nueva España, p. 348. 320. Ibidem, p. 349. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 399

7.11. ESTADO DE JALISCO

7.11.1. La Alcadía Mayor de Tuchpan (Tuxpan)

Estos pueblos del obispado de Michoacán, tras la presencia española a partir de 1523, estuvieron bajo la jurisdicción de Hernán Cortés. Probablemente en 1531 pasaron a depen- der de la Corona y, más concretamente, del ayuntamiento de Colima. El corregidor depen- dería del alcalde mayor de Colima hasta que, entre 1556 y 1562, se convirtió en alcaldía mayor; con residencia, primero en Tuchpan (Tuxpan) y, posteriormente, en Zapotlán (Zapotitlán) 319. Los franciscanos aparecen en la zona a comienzos de la década de 1530 fundando los conventos de la Asunción Zapotlán y San Juan Bautista Tuxpan. Antes de 1550 se construía un tercer convento en San Francisco Tamazula. Posiblemente los mendicantes llevarían a cabo un vasto programa de congregaciones antes de 1552, aunque sabemos que otra reduc- ción se realizó en la década de 1590 320. Los datos de la Relación Geográfica de 1580 que nos interesan se relacionan con la traza urbana y los monasterios. Respecto al primer epígrafe se dice: «Esta provincia de Tuchpan, y Tamazula y Zapotlán… y, todos tres, están poblados en tierra llana, y son pue- blos permanentes y bien formados, aunque no de mucha gente…» 321. Más adelante al ha- blar de Zapotlán se dice: «Las calles son bien formadas, llanas y derechas y anchas, de le- vante a poniente y de norte a sur» 322. De Tamazula dirá: «Las calles son derechas y llanas, de norte a sur, y no más» 323. Las tres poblaciones permiten en los planos actuales percibir la idea de retícula de sus asentamientos originales. Otros datos de interés se refieren a los diferentes monasterios. Tuxpan: «…tiene un monasterio del Señor San Francisco… Y el monasterio es de humilde edificio; en tiempo pasado le tuvieron de mas momento, y se les cayó con temblores grandes que hubo en esta tierra, dicen que ha mas de quince años» 324. El de Zapotlán solo se especifica como «buen edificio y traza» 325. La situación de la construcción de Tamazula era bastante caótica: «Y tiene una iglesia, que la visitan los frailes del monasterio de Tuchpan y doctrinan a los na- turales dél y de sus sujetos. La iglesia está desbaratada y caída, que, por desgracia, se que- mó con todos los ornamentos que tenía» 326.

321. ACUÑA, R. Op. cit., p. 383. 322. Ibidem, p. 391. 323. Ibidem, p. 396. 324. Ibidem, p. 385. 325. Ibidem, p. 391. 326. Ibidem, p. 396. 400 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 401

Los hospitales 327 de los tres pueblos son caracterizados como humildes edificios que fueron fundados por franciscanos, los tres estarían dedicados a la Concepción y atendían a la población que era en su totalidad indígena a excepción del pueblo de Zapotlán donde había «cinco españoles casados» 328.

7.11.2. La Alcaldía de Amula

Esta jurisdicción comprendía las cabeceras de Zapotitlán, Tuscacuesco (Tuxcacuesco), Cusalapan (Cuzalapa) y Amula. Esta última, aunque daba nombre al conjunto, desapareció en 1575 ya que una peste acabó con la mayoría de los habitantes que se trasladaron a Zapotitlán. La geografía de esta jurisdicción entre montañas volcánicas hacían difícil la traza de las poblaciones. Así, Zapotitlán: «… está asentado en la falda de un volcán, donde tiene, en cada calle, una barranca que nace del dicho volcán» 329. Es más, algunos pueblos depen- dientes, como el de San Jerónimo ni siquiera tenían camino de acceso, lo que impedía la evangelización: «Esta una senda muy pequeña y peligros de subir en este dicho remate, que sube a un pueblo llamado San Jerónimo, sujeto a este, que tendrá como hasta ocho o diez indios, los cuales no tienen camino por donde pueda subir justicia ni fraile, ni se sabe si tienen iglesia ni orden, porque no se puede allá subir» 330.

7.11.3. El caso del pueblo de Teucaltiche (Teocaltiche)

Situado en el norte del actual Estado de Jalisco nos llama la atención por ser un pueblo de indios que se organiza a partir del fin de la guerra, en esta zona, contra los chichimecas en 1541. De hecho, su población era resultado del éxodo de indígenas de Nuchiztlán (Nochistlán -Zacatecas-) que habían huido del proceso de conquista de don Nuño de Guzmán. Tras alcan- zar la paz se mantuvieron las jerarquías indígenas aunque también vivían algunos españoles. No olvidemos que esta frontera norte mantenía las comunicaciones con los centros mineros. Más adelante, en 1558, se fundó la villa de Lagos (Lago de Moreno) para españoles y, curio- samente, dependiente de Teucaltiche. Es más, mientras que la villa de Santa María de los La- gos respondía a un trazo urbano irregular, Teucaltiche tenía «… sus casas en orden» 331. Idea cotejable en la comparación de los planos actuales de las dos poblaciones.

327. Ibidem, pp. 389, 395 y 401. 328. Ibidem, p. 394. 329. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, p. 64. 330. Ibidem, p. 65. 331. Ibidem, p. 302; y GERHARD, P. La Frontera Norte de Nueva España, pp. 136-139. 402 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Es interesante el sistema de encargo que se utilizó para la realización de la pintura que debía acompañar la Relación Geográfica y que ha desaparecido. Sería del tipo de visión genérica de la geografía de la zona con las siguientes matizaciones: «Y, con los dichos na- turales, hice que hiciesen una pintura de toda esta provincia, y de los pueblos y estancias, ríos y sierras y otras cosas della, que es el orden que ellos tienen para darlo a entender. La cual hicieron a su modo, que es esta que con esta relación va; y, en ella, se escribió lo que convino para su declaración. Y, si su merced del dicho señor Licenciado Maldonado fuere servido de informarse mas particularmente de lo contenido en la dicha pintura mediante intérpretes, irán a la ciudad de Guadalaxara indios antiguos que hagan declaración della; aunque, lo que en ella se escribió, es lo que dello se pudo saber con toda diligencia» 332.

7.11.4. Villa de la Purificación

En la zona oeste del Estado de Jalisco se sitúa esta villa de españoles que mantenía el control de una extensa zona agrícola con numerosos asentamientos indígenas en las sierras adyacentes, llegando hasta la costa del Pacífico. Esta población debió fundarse en febrero de 1533, trasladándose a su asentamiento definitivo en 1543. Pudieron ser yacimientos mi- neros los que atrajeran a los primeros españoles 333. De hecho, en la zona también estuvie- ron las minas de Xocotlán pobladas en 1550 334. La Relación de 1585 no dice nada de la traza urbana del pueblo, aunque sí especifica que entre los pueblos de indios del entorno: «… no hay pueblo formado, que están metidos entre los herbazales, que no se parecen las casas…» 335. Es más, en las vecinas minas de Xocotlán 336 se especifica: «… que las calles y casas destas minas y provincia están fundadas no con orden ni concierto, porque, como la tierra es áspera, hace cada uno casa adonde le parece asiento mas cómodo; y los pueblos, por esta misma razón, están, unos, en quebradas y, otros, en lo- mas» 337. No obstante, la cotejación con el plano actual de la ciudad revela un origen en retícula.

7.11.5. Las jurisdicciones de Ameca y Tenamaztlan (Tenamaxtlan)

Ameca, pueblo de indios situado al este de la ciudad de Guadalajara, nos interesa por su perfecta traza que podemos extraer del comentario del texto de la Relación de 1579. En

332. ACUÑA, R. Op. cit., p. 308. 333. GERHARD, P. Op. cit., p. 152. 334. ACUÑA, R. Op. cit., p. 319. 335. Ibidem, p. 211. 336. Esta población se redujo, uniéndose a Purificación, en el siglo XVIII. Cfr. GERHARD, P. Op. cit., p. 155. 337. ACUÑA, R. Op. cit., p. 319. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 403 ella se dice: «Están poblados en pueblo formado, y permanentes, y lo han estado de cin- cuenta años a esta parte, con casas de adobe, que es un género de tapia de tierra y paja, mas fuerte que tapia, que se hacen en unos moldes cuadrados, a manera de ladrillos, de vara de medir en largo, y media de ancho, con cimientos de piedra; la cubierta es de varas de enci- na y roble, hechas unas tijeras, y con cañas y paja atada, con dos corrientes, y caballete de estado y medio de alto, y de veinte pies, y treinta, de largo, de esta forma; con calles largas de cien pies de ancho y, de casa a casa, por el mismo largo de la calle, setenta pasos, que es el solar que se les midió a cada uno. Pocos dellos tienen cercadas sus casas con adobe, ni tienen patio, sino solas las casas; exentas las calles, con sus encrucijadas como las de las ciudades de españoles» 338. Más adelante, incluso nos refiere algunas de sus principales ar- quitecturas: «Al décimo capítulo, se responde que, ya esta dicho, está poblado y fundado en tierra llana baja, con traza de calles, casas del rey, iglesia y mesón; hay dos calles en cuadra, con dos encrucijadas, a todas partes de oriente, poniente, norte y sur; mira este di- cho pueblo al poniente» 339. Estas notas urbanas se pueden cotejar perfectamente en la pintura que acompaña la Re- lación. En ella encontramos una retícula con manzanas rectangulares de distinto tamaño, pero bien ordenadas y modificadas por la traza de la iglesia en la parte central que se ante- cede de un atrio que limita con la plaza mayor. En esta plaza se eleva el edificio de la cár- cel, el mesón y, junto a la iglesia, la casa real. Además se representa el territorio circundan- te con los pueblos sujetos, algunos caminos (de la Purificación, del Palmarejo, para México y provincia de Ávalos, de Içatlán, de la ciudad de Guadalajara, de las minas de Guachinango), estancias de ganado y labranzas de cereales con sus correspondientes propietarios, las mon- tañas y ríos perimetrales. Todo ello con tratamiento cromático y ciertas representaciones de árboles y animales. Esta visión genérica del paisaje la podemos constatar en el texto de la Relación: «… este dicho pueblo esta asentado en tierra llana, en un valle, rasa por la parte de oriente y poniente, y muy montuosa y áspera por las partes del norte y sur, por cerros altos y quebradas que tienen. Es abundante de aguas, por pasar cerca deste pueblo un río y algunas fuentes, aunque de poca corriente…» 340. Pocos datos aporta, en cambio, la Relación Geográfica del corregimiento de Tenamaztlán, realizada en 1579, que a nivel religioso dependía de las cabeceras de Cocula y Autlán. Solo se nos indica que los indios de la zona: «… que al presente habitan esta provincia, están poblados en pueblos formados y permanentes» 341. El resto de datos que

338. Ibidem, p. 31. 339. Ibidem, p. 33. 340. Ibidem, p. 30. 341. Ibidem, p. 279. 404 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN nos interesan se refieren a la construcción de las iglesias y viviendas, las cuales se hacían aprovechando la masa forestal del entorno, habiendo adquirido cierta maestría en su trata- miento: «Fuera destas maderas, tienen fertilísimos montes de pinos y de abetos muy creci- dos, que les aprovechan sus maderas para vigas en las iglesias y casas de sus viviendas… de la madera de la palma, se aprovechan para hacer jacales, y armar sobre ellos la paja con que cubren sus casas. Y tiene una propiedad notable: que, si aciertan a ponerla verde, está año y día primero que se seque; y, si ha de doblar, antes dobla contra el peso, haciendo resistencia, y corva hacia arriba, que no doblándose hacia abajo» 342.

7.11.6. La jurisdicción de Poncitlán y Cuiseo

Situadas en la parte norte del lago de Chapala, estos territorios comienzan su etapa es- pañola cuando en 1530 fueron arrasados por don Nuño de Guzmán, el cual mantuvo ciertos derechos sobre lo mismo hasta 1545 en que pasaron a depender de la Corona 343. Los franciscanos se hicieron cargo de la evangelización de esta zona. En 1540 Fray Juan de Armellas fundaba el convento de San Pedro y San Pablo de Poncitlán 344, mientras que en Cuiseo fueron los agustinos los que fundaban en el año 1560 345. En Cuiseo y en sus pueblos dependientes existían hospitales que aparecen como funda- dos entre 1560 y 1565 por Fray Baltasar y Fray Gonzalo, suponemos que de la orden agus- tina 346. También en Poncitlán y sus sujetos aparecen edificios asistenciales, en este caso fundados por frailes franciscanos «pocos años a esta parte» 347. Recordemos que la Rela- ción Geográfica está fechada el 9 de marzo de 1586. Quizás los datos mas interesantes de estas Relaciones se refieran a los materiales y téc- nicas de construcción de las viviendas domésticas: «La forma y edificio de las casas, y ma- teriales dellas, es de piedra y lodo y, algunos, de adobe. Cortan de los árboles ya nombra- dos, y los atan punta con punta, de que hacen tijeras, y los arman sobre las paredes, y atan otros palos que atraviesan de una parte a otra, unos con otros, con hojas de las pencas de maguey; y, encima desta armazón, atan cañas de Castilla, o maciza o varas de poco trecho, unas con otras, y luego, la paja que llaman Zacatl, van atando con un mecates y otras ca- ñas, hasta cubrir todo el armazón susodicho, y, desta manera, queda hecha la casa. Y des- pués de poco acá usan, algunos azotea» 348.

342. Ibidem, pp. 285-286. 343. GERHARD, P. Op. cit., pp. 89-90. 344. ACUÑA, R. Op. cit., p. 201. 345. Ibidem, p. 195. 346. Ibidem. 347. Ibidem, p. 201. 348. Ibidem, p. 193. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 405

7.12. LA FRONTERA NORTE: ESTADOS DE SAN LUIS POTOSÍ, ZACATECAS, NAYARIT Y QUERÉTARO

Los territorios de estos Estados formarían en el siglo XVI la denominada Frontera Norte limitando con espacios no colonizados donde habitaban grupos indígenas denominados ge- néricamente chichimecas. Esta zona geográfica solo se ocupará puntualmente cuando se des- cubran minas de plata o grandes extensiones (estancias) sean explotadas con ganado por españoles. Habrá que esperar a fines del siglo XVI para alcanzar una situación de paz dura- dera que permita el establecimiento de nuevas poblaciones, bien de españoles o de grupos trasladados de otras regiones para ocupar zonas deshabitadas y para que sirvieran en los trabajos de las minas 349. Incluso, la perfecta integración de estos territorios al virreinato tendrá aún que retrasarse al siglo XVIII cuando decaiga la producción minera de Potosí en el Virreinato del Perú a favor de estas zonas mineras. Es, también, el momento en que la posesión real de los territorios de América del Norte se extiende hasta la bahía de San Fran- cisco en un intento de Carlos III de impedir la penetración inglesa y rusa en la costa del Pacífico del subcontinente norte.

7.12.1. San Luis Potosí

Aunque perteneciente al obispado de Tlaxcala, Cuzcatlán (Coxcatlán) se encuentra, en la actualidad, en el sur del Estado de San Luis Potosí. De la Relación que se hizo en 1580 se conservan dos versiones, una en el Archivo General de Indias de Sevilla y la segunda en la Biblioteca de la Universidad de Austín (Texas). René Acuña piensa que primero se reali- zó la de Texas copiándose, con algunas diferencias, la de Sevilla 350. Ambas Relaciones van acompañadas de un dibujo similar en el que podemos apreciar la representación de la cabecera (San Juan Cuzcatlán) mediante una iglesia (a modo de prisma coronado por espadaña) de mayor tamaño que las que se encuentran en los pueblos depen- dientes. También aparecen edificaciones de viviendas cerradas con tejados a cuatro aguas que deben representar distintas estancias sujetas. Otros elementos serían las corrientes de agua, los caminos con huellas de herradura (especificando extrañamente en uno de ellos la dirección hacia Oaxaca), algunos glifos y, de gran interés, pequeños cuadros que se identi- fican como las salinas de San Jerónimo Asuchitlán.

349. Cfr. WAYNE POWELL, Ph. Capitán mestizo: Miguel Cabrera y la frontera norteña. La pacificación de los chichimecas. 350. Cfr. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II, p. 91. 406 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 407 408 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Estos datos son el sumatorio de los elementos visibles en las dos pinturas. Ahora bien, junto a la iglesia que repre- senta la cabecera en el dibujo de Texas encontramos una fuente exenta con un elemento vertical coronado por una cruz de donde salen los caños. La represen- tación nos recuerda, de forma genérica, la fuente conservada actualmente en Tochimilco (Puebla). Por el contrario, en la pintura del Archivo General de Indias de Sevilla, la fuente está en la parte iz- quierda de la iglesia, dejando la derecha para representar la horca pública. La conjunción de estos tres elementos vie- nen a señalarnos la existencia teórica de un centro urbano que, cotejado con la realidad actual, permite percibir una cuadrícula original, ligeramente irregu- lar, como traza urbana primigenia.

San Luis Potosí. Catedral. 7.12.2. Nayarit

La conformación de obispados en el virreinato de Nueva España situó como cabecera de lo que se llamó Nueva Galicia, la ciudad de Compostela. Ésta se denominó inicialmente Villa del Espíritu Santo, cambiándosele el nombre por cédula real de 1532. Su asentamien- to original fue junto a la cabecera indígena de Tepic, trasladándose en 1540 a su asenta- miento definitivo 351. Así, en el texto de la Relación Geográfica de 1584, se dice: «Fue pri- mero, esta ciudad cabeza de todo este nuevo reino y obispado de la Nueva Galicia y Xalisco, por haber residido en ella las dos sillas de la Gobernación y real Audiencia, y silla obispal» 352. La fundación se debió a la existencia de una serie de minas de oro y plata en las inme- diaciones, las cuales dejaron de producir y, consecuentemente, pasó la preeminencia de la zona a la ciudad de Guadalajara (1560). Por esta razón Compostela estaba en decadencia

351. GERHARD, P. Op. cit., pp. 177-178. 352. ACUÑA, R. Op. cit., p. 87. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 409 en la fecha de la Relación: «En este no hay, al presente, que decir mas que pobló esta ciu- dad Nuño de Guzmán, gobernador que fue deste reino, con cien hombres conquistadores, poco mas o menos, el año de treinta y dos. Tienese entendido la pobló por mandado de su Majestad; al presente tendrá veinte vecinos. Ha ido en diminucion, después que se fue della el Audiencia real a la ciudad de Guadalaxara» 353. Los cambios económicos afectaron al sentido original de la fundación. De los primeros sesenta vecinos españoles que acudieron, en 1531, a la conformación de la villa del Espíri- tu Santo muchos marcharon al Perú y a otras partes de América, convirtiéndose el asenta- miento en un lugar casi abandonado. Cuando se trasladó la ciudad en 1540 se mantuvo como un centro administrativo casi despoblado. De hecho, apenas había indígenas suficientes para las plantaciones de cacao del valle de Banderas y los reales de minas, lo que permitió la llegada de esclavos negros y el cambio de la producción agrícola por ganadera 354. La pintura que acompaña la Relación aúna la panorámica genérica del territorio con esquemáticas representaciones de las sierras y los caminos, así como de las pequeñas po- blaciones y minas dependientes de Santiago de Compostela. A estos dibujos se añaden le- yendas de carácter geográfico que se acumulan en la descripción de la costa del Mar del Sur (océano Pacífico), advirtiendo las caletas, bahías, islas, esteros, precisiones de distan- cia y salidas. De hecho, Compostela solo se identifica mediante una iglesia de mayor tama- ño que las restantes y una glosa en la que se lee «Está la ciudad de Compostela en un colla- do entre sierras altas, 8 leguas de la mar, por camino áspero y llano a ratos» 355. La realidad urbana de la traza de 1540 respondía a una cuadrícula que configuró el centro y determinó la expansión posterior. Se conserva en el archivo General de Indias de Sevilla un mapa genérico de Nueva Galicia, fechado en 1550 356, que viene a completar la representación anterior y que junto a figuraciones de los indios chichimecas, presenta ya la preeminencia de Guadalajara sobre la ciudad de Compostela. La primera responde a una traza urbana con cuatro manzanas, mientras que Compostela solo podemos apreciar su cualidad por el mayor tamaño de la su- puesta edificación de su iglesia.

7.12.3. Zacatecas

Las diversas poblaciones que se incluyen en el Estado de Zacatecas actual se refieren en su mayoría a enclaves mineros; o bien, a pueblos que dependían económicamente de la

353. Ibidem, p. 90. 354. GERHARD, P. Op. cit., p. 180. 355. ACUÑA, R. Op. cit., p. 97. 356. Archivo General de Indias. MP. México, 560. 410 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Zacatecas. Vista urbana. explotación de filones. Es el caso de Nuchiztlán (Nochistlán), pueblo de indios con traza en cuadrícula, que habría que entenderlo en relación con las minas de Tepeque y Xuchipila 357. La protección de los Reales de Minas obligaba a la fundación de ciertas poblaciones, a modo de presidios, que aseguraban las comunicaciones. Es el caso de Jerez de la Frontera fundada por orden de la audiencia de Guadalajara en 1569 358. Una vez finalizada la guerra contra los indios chichimecas sus funciones derivaron hacia los abastecimientos agrícolas, ganaderos y forestales necesarios para el buen funcionamiento de Zacatecas. Origen minero tuvo la villa y minas de San Martín, fundada en 1556, dándosele el títu- lo de villa en 1571 359. Su existencia fue efímera ya que pocos años después se despobló y su cabildo dejó de existir 360. Desde estas minas se hicieron diversas incursiones en el terri- torio buscando nuevos filones, el principal hallazgo fueron las minas de Sombrerete que recibieron, en 1570, el título de villa de Llerena. Su urbanismo responde a las típicas ciuda- des mineras evolucionado en relación con los filones y vaivenes económicos, alcanzando su esplendor en la segunda mitad del siglo XVII, momento en que se comenzaron a renovar sus edificios principales. La intricada geografía urbana de esta villa es visible en la descrip-

357. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 161-163. 358. Ibidem, p. 140. 359. Ibidem, p. 246. 360. GERHARD, P. Op. cit., p. 167. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 411 ción que de ella hace Clara Bargellini: «Sólo estudios urbanísticos detallados podrán dejar en claro como se relacionaba originalmente la parroquia con el resto de la villa y cómo se desarrolló el poblado. En la actualidad, la plaza mayor está a dos cuadras de la parroquia. La iglesia franciscana de San Mateo y la del Tercer Orden están al otro lado del arroyo en cuyos bordes fue formándose la villa. También el templo de Santo Domingo está allende el arroyo. A poniente, la Soledad y la Santa Vera Cruz se elevan en un cerro. San Pedro está en el llano, al otro extremo de la villa, mientras que el Santuario de Guadalupe está en alto, entre la parroquia y San Pedro» 361. La importancia de estas dos poblaciones, San Martín y Llerena, es cotejable en las des- cripciones que la Relación Geográfica de 1585 hace de sus respectivas iglesias. En ellas se habla no solamente de su arquitectura sino de los ornamentos e imágenes contenidas, así como de las cofradías y actividades de las mismas en sus festividades 362. Respecto a las minas del Fresnillo, sabemos que se descubrieron en 1566 por Pedro de Medina, que es el autor de la Relación Geográfica fechada en 1585. Sobre su asentamiento urbano el texto es muy simple: «…está en llano, en un bajo a manera de ciénaga; es un poco prolongado» 363. En el entorno del pueblo se situaban los reales de minas (de San Demetrio, del Peñol, del Fresnillo I, II y III). El centro urbano era ocupado por la parroquia de la Purificación, orientada oeste-este, que se antecede con un pequeño atrio; al sur se en- cuentra la plaza y al norte el presidio (posteriormente convertido en Cabildo Municipal y Cárcel). Un poco mas hacia el norte se hallan el convento agustino y el hospital de la Con- cepción. En cuanto a la traza diremos que la zona oriental de la iglesia revela irregularida- des posiblemente originadas por los manantiales que allí había y que condicionaron el pri- mer asentamiento, mientras que la parte occidental se regulariza mediante la aproximación al damero 364. El problema de todas estas poblaciones era su enfrentamiento continuado con grupos chichimecas que hacían difícil la explotación minera y, a su vez, la presencia de la pobla- ción indígena necesaria. De hecho, en el momento de las Relaciones Geográficas había algunos soldados en diversos puntos de esta geografía (ejemplo minas del Fresnillo II 365 o San Andrés en la zona de Llerena 366). Incluso, en 1560, el virrey don Luis de Velasco había enviado un ejército al mando de don Pedro de Ahumada Samano que había conse- guido cierta pacificación 367. La situación de despoblación y enfrentamientos con los

361. BARGELLINI, C. La arquitectura de la Plata, p. 247. 362. ACUÑA, R. Op. cit., pp. 255-259. 363. Ibidem, p. 113. 364. Cfr. BARGELLINI, C. Op. cit., pp. 194-203. 365. ACUÑA, R. Op. cit., p. 120. 366. Ibidem, p. 252. 367. Ibidem, pp. 248-249. 412 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN chichimecas llevaría a que el redactor de la Relación de San Martín y Llerena, propusiera el traslado de varios miles de indios de otras zonas pobladas de Nueva España para que vinieran a vivir a la geografía zacateca con un doble objetivo: «que resistirán a los indios salteadores, con ayuda de los españoles, de suerte y manera que no hagan los daños refe- ridos, y, lo otro, labraránse las minas que, por falta de gente, hay muy gran cantidad por labrar y ahondar 368.

7.12.4. Querétaro

La zona geográfica correspondiente al Estado de Querétaro estaba ocupada por indios chichimecas y otomíes a la llegada de los españoles. Inicialmente apenas hubo algunos in- tentos catequizadores por parte de franciscanos con base en Acámbaro y Huilotepec. Apa- rece aquí la figura de un mítico cacique llamado Conín 369 a quien se atribuye la fundación de Querétaro en torno a 1540 370 en una zona denominada La Cañada. Pocos años mas tar- de, a partir de 1546, cuando se abra el camino hacia las minas de Zacatecas, los enclaves de San Juan del Río y Querétaro adquirirán un desarrollo importante. Estos estuvieron pobla- dos fundamentalmente por indígenas pero, poco a poco, fue creciendo la presencia de espa- ñoles. Este desarrollo está unido a la explotación de numerosas haciendas y ganaderías. No obstante, continuaron los ataques periódicos de los chichimecas hasta 1589. Si en 1582 es- taban documentadas en la zona 50 familias españolas, tras el tratado de paz aumentarían considerablemente cuantificándose 200 en 1605 371. La guerra contra los chichimecas había estallado en 1550 como reacción a la coloniza- ción intensiva del Bajío y las zonas mineras del Norte. Los españoles se sirvieron de caci- ques indígenas de étnias diferentes para aplacar las rebeliones. Así destacaron los capitanes otomíes Nicolás de San Luís, Fernando de Tapia (el Conín referido anteriormente) y su hijo Diego de Tapia. Los dos últimos ejercerían como gobernadores de Querétaro. Los dos pueblos, Querétaro y San Juan del Río, respondían a trazas reticulares, aunque en el caso de San Juan del Río presentaba ciertas irregularidades por la presencia de una cerca pequeña que tenía como objetivo la protección de los ganados mayores del entorno. Señala la Relación de 1582: «…el asiento del pueblo de San Juan es un valle, junto a un río de muy escogida y buena agua. Está todo él cercado de una cerca pequeña y baja, que sola-

368. Ibidem, p. 267. 369. En realidad su nombre sería «Conni» pero un error paleográfico en el primer historiador que dio a co- nocer la Relación de Querétaro ha hecho que se mantenga así por la historiografía. Cfr. WRIGHT, D. Querétaro en el siglo XVI. Fuentes documentales primarias, p. 45. 370. Ibidem, p. 73. 371. Cfr. GERHARD, P. Geografía histórica de la Nueva España, pp. 230-232. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 413

Querétaro. Plano, 1714. mente lo defiende, y a las tierras de labranzas dél, de los ganados mayores que por aquí pastan. Tendrá esta cerca, de norte a sur, a mi parecer, mas de legua y media. El pueblo, aunque está poblado en forma conveniente, en sus calles, no tiene buena traza, porque, como es pueblo pequeño que no tiene doscientos indios (aunque era mucho mayor antes de la pestilencia arriba dicha) hase destruido mucho de su policía 372. Es posible que la cerca de San Juan del Río tuviera también un carácter defensivo, ya que en uno de sus sujetos llamado San Pedro Anyahoi se dice que: «Es pueblo de 100 veci- nos, y más, cercado de una pared alta, porque está en tierra de guerra y muy peligrosa…» 373. Con respecto a la fundación de Querétaro dice el texto de la Relación: «…está muy galanamente fundado en forma de un juego de ajedrez, según le trazó el dicho Juan Sánchez de Alaniz, con muy grandes y espaciosas calles y puestas por muy buen concierto y or- den» 374. Este Juan Sánchez de Alanís era criado de Hernán Pérez de Bocanegra

372. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Michoacán, pp. 231-232. 373. Ibidem, pp. 233. 374. Ibidem, pp. 231-232. 414 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

(encomendero de Acámbaro) que acabó ordenándose sacerdote y teniendo un papel impor- tante en la conversión tanto de Conín como de los indígenas de la zona. Conocía la lengua otomí y algunas chichimecas. Lo interesante de esta cita es que se le atribuye la traza de la ciudad, por lo que hemos de pensar que, en realidad, lo que se produjo fue una reordenación y traslado del asentamiento otomí desde el lugar denominado La Cañada hacia su posición definitiva. Dentro de la traza tenía un lugar privilegiado el convento franciscano precedido de un amplio atrio (debía estar terminado en 1571, fecha de la muerte de Conín, ya que fue fundado durante su gobierno). La plaza principal quedaba en el lateral norte del atrio. Aho- ra bien, detrás del convento, hacia oriente, la traza urbana perdía su regularidad. La ciudad se desarrollaría poblacional y arquitectónicamente durante los siglos XVII y XVIII conformándose como una de las más importantes de Nueva España y con grandes valores artísticos y monumentales 375.

375. Cfr. ISLA ESTRADA, J. A. Querétaro, Ciudad Barroca. 8. CONCLUSIONES

Las Relaciones Geográficas no agotan sus posibilidades informativas y de estudio en la investigación que hemos realizado. La cantidad de datos derivados de las respuestas, con diversa profundidad, abren campos de estudio específicos en nuestra Área de Conocimien- to (urbanismo, arquitectura, artes plásticas, artes populares) pero también en otros ámbitos como la antropología, etnología, filología, historia de la medicina, geografía histórica, bo- tánica e historia en general. No olvidemos que estamos ante el mayor esfuerzo de la admi- nistración española por conocer, describir e inventariar sus posesiones americanas. Los resultados obtenidos por las encuestas fueron variados pero constituyen un material básico para el historiador de hoy día. Así se percibió desde el inicio de la historiografía mo- derna con don Marcos Jiménez de la España en el siglo XIX. La codificación de estos docu- mentos y su parcial interpretación histórica han marcado los estudios a lo largo del siglo XX, encontrándonos, en la actualidad, con la posibilidad de profundizar en los aspectos concretos que nos interesen desde nuestra área o campo de investigación específico. Esto me ha permi- tido centrar esta investigación en el urbanismo y la arquitectura enmarcados, eso sí, en el te- rritorio. Utilizando, para ello, tanto la documentación textual como la pictórica. El análisis de las pinturas nos ha permitido una nueva clasificación, frente a otros estu- dios sobre el tema, diferenciando las urbanas, las territoriales y los perfiles de las costas; teniendo en cuenta que las dos primeras se imbrican apareciendo información mezclada en algunos casos. En el modo de representación hemos intentado comprender los sistemas vi- suales de los tlacuilos a través de los códices y, a la vez, cotejado con aquellas pinturas realizadas por funcionarios españoles. El conjunto plástico lo hemos sometido a una inter- pretación conjunta, atentos a los conceptos manejados por Richard Kagan y su definición de vistas corográficas y comunicéntricas 1. Teniendo en cuenta que el espectador último de

1. KAGAN, R. L. Imágenes urbanas del mundo hispánico (1493-1780). 418 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN estas representaciones era el Consejo de Indias donde serían visualizadas e interpretadas de acuerdo con unos objetivos administrativos y de conocimiento de la realidad de América. Estoy en desacuerdo con aquellos autores que piensan que el proyecto fue un fracaso y que los ambiciosos objetivos del Consejo de Indias no se cumplieron. Considero que en 1584, cuando ya habían llegado un número elevado de respuestas a España, si estas no hubieran sido del agrado de los altos funcionarios del Consejo se habría modificado la Real Cédula y, por el contrario, fue enviada prácticamente con la misma redacción. Además, lo que me parece más importante de este grupo de imágenes es que en ellas se dibuja por primera vez, con carácter universal, el territorio mesoamericano por sus propios habitantes, por esa nue- va sociedad, con todas sus contradicciones, que mezcla a naturales con europeos. Las posibilidades de lectura e interpretación de estas pinturas son múltiples y, aunque tengamos que restringirnos a nuestros objetivos de investigación, tenemos que estar atentos a otros análisis perceptivos. En este sentido considero oportuna la cita de Dore Ashton: «Al- gunos imaginan la ciudad desde lo alto viendo solamente su estructuralismo relativamente organizado, y algunos la ven desde el suelo, desde dónde las corrientes de vida humana desvanecen los bordes ásperos como el mar redondea las piedras, y produce una desorgani- zación caleidoscópica. Ambas visiones están condenadas a permanecer suspendidas eterna- mente. La ciudad es como una imagen evasiva en física en la que la misma cosa puede ser partícula y onda.» 2 En cuanto a la Red de Comunicaciones hemos avanzado con respecto a los autores clá- sicos en estos temas 3 creando una visión conjunta de la geografía mexicana del siglo XVI, proponiendo una imagen territorial adquirida mediante cuadros de distancias, marcadas por la adaptación a la legua mexicana. También hemos documentado algunas de las tradiciona- les descripciones de las dificultades de los caminos, como el paso del río Mezcala con bal- sas sobre calabazas que actuaban de flotadores e indios que nadaban a su lado haciéndolas avanzar 4. Incluso, en el aspecto fluvial, sistema de comunicación que no ha sido valorado en Nueva España por la inexistencia de grandes ríos, hemos analizado la importancia del camino que atravesaba el istmo de Tehuantepec utilizando el río Coatzacoalcos que posibi- litaba realizar una parte importante del trayecto en barca. Pensamos, incluso, que la opción de Hernán Cortés de situar la capital sobre la antigua Tenochtitlán condicionó el desarrollo de esta vía de comunicación. Si su opción hubiera sido crear una ciudad nueva, como el caso de Lima y Francisco Pizarro, más en relación con las condiciones generales del impe- rio español, el istmo de Tehuantepec podría haberse convertido en el camino que habría unido el Golfo de México y el Pacífico. De hecho, comento el interrogante que existió so-

2. ASHTON, D. Notas sobre cómo percibir la ciudad, p. 48. 3. Cfr. SERRERA CONTRERAS, R.M. Tráfico terrestre y red vial en las Indias Española; y, GONZÁLEZ TASCÓN, I. Ingeniería española en ultramar (siglos XVI-XIX). TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 419 bre unas piezas de artillería procedentes de Filipinas instaladas en el fuerte de San Juan de Ulúa en Veracruz. No se entendía como estos objetos tan pesados habían hecho el camino desde Acapulco pasando por la capital virreinal. La solución a la incógnita es que habían utilizado la vía del istmo de Tehuantepec, mas práctica aunque menos oficial. Sin duda, las reflexiones que hemos hecho sobre las trazas urbanas constituyen una de las aportaciones mas importantes de esta investigación. La ciudad en América ha sido uno de los objetos de estudio centrales para los científicos sociales en las últimas décadas, donde se han cargado las tintas sobre su origen europeo, hispánico o, exclusivamente, americano; llegando a conclusiones reivindicativas de carácter ahistórico y nacionalista alejadas de la rea- lidad. La complejidad y la luz surgen cuando se trabaja sobre propuestas urbanísticas concre- tas. Esto nos ha llevado a definir cuatro tipos de poblaciones: Ciudades administrativas y de españoles, Pueblos de Indios, Enclaves mineros y Poblaciones de Frontera. En las primeras se centró el organigrama administrativo de los Austrias, concentrando la mayor parte de la población de españoles conjuntamente, pese al nombre, con un número elevado de indígenas como mano de obra y de servicio. Se compartía el espacio urbano o se agregaban mediante barrios periféricos o poblaciones sujetas a mínimas distancias. Es decir, las ciudades principales o de españoles fueron, desde el principio, mestizas. Otra cuestión es la imagen perfecta que de ellas se ofrece. El caso de México, que ape- nas tenía ordenado el centro, aparece en la descripción de 1554 de Cervantes de Salazar 5 y en el plano de Juan Gómez de Trasmonte de 1628 6 como una ciudad bien trazada, sin ba- rrios periféricos mal estructurados y con una integración perfecta con el medio que nos lle- varía a las mas idílicas utopías del Renacimiento. Otras ciudades como Puebla de los Ángeles, Santiago de Compostela (Nayarit), Antequera (Oaxaca) o Valladolid (Morelia) se realizaron siguiendo esquemas de retícula ortogonal o cuadrículas perfectas. De todas ellas tenemos fechas, tracistas u ordenantes con- cretos. Es decir, obedecen a intereses urbanos propuestos por la administración, para espa- ñoles y con artífices, también, de origen hispano. Manejando, como hemos dicho, rectán- gulos o cuadrados que dejan la plaza mayor en el centro al eliminar una o varias de las manzanas. Pero también, y como alternativa, citemos la Villa del Espíritu Santo o Coatzacoalcos (Veracruz) que fue fundada con ochenta vecinos españoles y que estaba «mal ordenada». En cuanto a los pueblos de indios señalar que tuvieron la misma traza que los que de- nominados de españoles o administrativos. De hecho el virrey don Francisco de Toledo se- ñalaba para Perú que las reducciones se hicieran «conforme a la traza de los lugares espa-

4. ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: México I, p. 350. 5. CERVANTES DE SALAZAR, F. México en 1554. 6. LÓPEZ GUZMÁN, R. Urbanismo español en América: un modelo de transferencia, pp. 20-24. 420 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

ñoles». El problema consiste en identificar los elementos de la ciudad prehispánica presen- tes en estas poblaciones, que no son otros que la utilización social de grandes espacios abier- tos (plaza mayor y atrio) permitiendo, a partir de los mismos, crear un trazado urbano apto para los intereses españoles y no traumático para la concepción del mundo del indígena. Como ha señalado Carlos Chanfón: «…nuestras ciudades tienen muchos espacios abier- tos, recuerdo de una vida indígena primordialmente desarrollada al aire libre que no resultó incompatible con la vida a cubierto importada. Ambas formas han permanecido combina- das. Pero además, a partir del centro de la mancha urbana, la densidad de construcciones y de pobladores disminuye hacia la periferia, de modo que sin límite visible, las ciudades se integran al paisaje rural. El confín absoluto, aislante, encubridor y protector que significaba la muralla medieval, aquí no existe, ni nunca existió.» 7. Por lo que respecta a los establecimientos mineros sabemos que van a puntear la geo- grafía novohispana a lo largo del siglo XVI dependiendo del descubrimiento de filones. La rentabilidad de los mismos asegurará su mantenimiento, desarrollo o su desaparición. Es cierto que estas poblaciones no obedecen a un rígido esquema fundacional que, además, es difícil de imponer por la topografía, frecuentemente muy quebrada. No obstante, hemos con- siderado la población minera no como un hecho aislado sino en imbricación con el territo- rio del entorno. Así, en ocasiones se definen como centros comarcales en torno a los cuales giran una serie de pueblos de indios que aportan mano de obra para las explotaciones y otras poblaciones, mas lejanas, que facilitan bienes de consumo y cuyo desarrollo es de- pendiente y está condicionado por el éxito de la empresa minera. Es mas, estas urbes si- guieron funcionando tras las crisis de explotación, desarrollándose con el aprovechamiento de las facilidades de exportación de sus productos brindadas por las redes de comunicacio- nes instaladas, originariamente, para dar salida a la producción de plata. Es el caso de las numerosas poblaciones del Bajío (Guanajuato) o, incluso de la propia Valladolid (Morelia) que es fundada por el virrey Antonio de Mendoza y que sirvió para controlar a los chichimecas que dificultaban las extracciones mineras y canalizar, a su vez, la producción agrícola de Michoacán hacia Zacatecas. Esta reflexión nos lleva hacia el cuarto modelo propuesto: las poblaciones de frontera. El descubrimiento en 1546 de las minas de Zacatecas impulsó la colonización hacia el nor- te, territorios donde habitaban tribus nómadas denominadas, genéricamente, chichimecas que, lógicamente, consideraron la presencia española como agresión. Para asegurar la explotación de las minas y los recorridos se construyeron presidios que fueron el germen de futuras poblaciones. Su origen es diverso, desde asentamientos exclusivamente militares a propuestas de congregación que invitaban a los grupos indíge-

7. CHANFÓN OLMOS, C. (coord.). Arquitectura y urbanismo mexicanos. El periodo virreinal (Vol. II). El encuentro de dos universos culturales (Tomo I), p. 225. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 421 nas mas pacíficos a su asentamiento y catequización, jugando un papel importantísimo las ordenes religiosas y, ya a fines del siglo XVI, los jesuitas. La guerra fue el último recurso. Se intentó el acercamiento a los caciques ofreciéndoles regalos e intentando fijar la pobla- ción mediante la enseñanza de sistemas de organización y explotación agraria, incluso si- tuando poblaciones de indios socializados en el entorno. En este sentido, la experiencia de trasladar tlaxcaltecas a las regiones del norte a fines del siglo XVI fue una experiencia ex- cepcional desde el punto de vista urbanístico y sociológico. Estos presidios, con sus variantes, suponen una opción urbanística que no se restringe a la traza, sino que hay que integrarlos en la comprensión genérica del territorio. Por ello, lo que importa es la calle como prolongación de la vía de comunicación. Son cabezas de puente que posibilitan y aseguran la conquista. La inseguridad marcó su primera evolución. Se realizaron edificios defensivos, incluso murallas. Estos presidios eran, en principio, pue- blos de españoles que poco a poco irían aceptando profesionales de distintos ramos y de razas diferentes, a la vez que permitirían el asentamiento de grupos de indios que fueron conformando barrios o pueblos dependientes según avanzaba la pacificación. El resultado son variables urbanas que van desde la retícula o cuadrícula perfectas a distintos barrios, con módulos de lotificación diferentes, cosidos entre sí que muestran las peculiaridades de su evolución. En cuanto a la arquitectura, considero que una de las aportaciones importantes de este trabajo radica en el análisis de la vivienda popular. Los estudios que se han realizado sobre la misma se basan, de forma genérica, en trabajos de campo y entrevistas a maestros y gen- tes de los ámbitos rurales y tradicionales. A ello se unen materiales bibliográficos puntuales como descripciones de viajeros o crónicas de ordenes religiosas. A partir de estos datos se llegan a conclusiones que entrarían más en el campo de la antropología y etnología. Lo importante de nuestro estudio es que aportamos documentos que responden al cuestionario de Felipe II en los que se interesan por técnicas constructivas, materiales autóctonos y la forma de vida indígena. Estas respuestas vienen a configurar un corpus sobre la materia, realizado por observadores atentos y formados, en una horquilla cronológica de menos de diez años; abarcando, además, un ámbito geográfico variado y representativo. La distancia desde la llegada de los españoles a América no es aún significativa, por lo que la informa- ción sobre la vivienda prehispánica es suficientemente objetiva. Estos datos, insisto, abren un campo de investigación de enorme interés que se tiene que completar con metodologías específicas ya utilizadas en este tipo de análisis. En cuanto a las edificaciones religiosas posibilitamos la comprensión y datación de al- gunos conjuntos conventuales. Se precisan formas, espacios, ornamentos y funcionamien- tos que nos transportan al siglo XVI y a esa primera arquitectura de la evangelización; brin- dándonos, a veces, noticias inéditas y propuestas arquitectónicas que han desaparecido y estaban vigentes en el último tercio del quinientos. Textos como los referidos a la Capilla Real de Cholula y sus avatares constructivos o la descripción de iglesias como Tepeaca, Acatzingo, Tecali y Quecholac, permitiendo su datación correcta. Estamos ante algunos de 422 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN los conventos del siglo XVI mas representativos y monumentales de México. Quisiera cen- trarme en los conventos de Quecholac y Tecali pues, ambos, presentaban interesantes igle- sias de tres naves que han sufrido modificaciones posteriores. La de Tecali perdió su te- chumbre en el siglo XX y la de Quecholac se rehizo en el siglo XVIII con una sola nave. De ahí que las breves descripciones nos recuperen su arquitectura histórica. En Tecali: «es un templo muy grande de tres naves, y, lo alto, cubierto de madera». Esta construcción, bajo la advocación de Santiago Apóstol, debió realizarse entre 1554 y 1579. El espacio se cubría con uno de los proyectos de carpintería mudéjar mas interesantes de México que, desgraciadamente, fue desmontado para construir una plaza de toros a principios del siglo XX. El de Quecholac era: «… un templo de tres naves y, lo alto del, cubierto de madera, muy bien hecho y acabado, de la vocación de la Magdalena». Esta construcción se terminó en torno a 1585 y estaba en pie en 1685. Durante el siglo XVIII se arruinó y se reconstruyó con una sola nave y crucero. No obstante, aún queda en pie la estructura de la fachada de la iglesia de tres naves y un incomprensible patio al haber acortado la longitud de la nave actual por los pies. Las pequeñas monografías de iglesias y conventos se repiten a lo largo de las Relacio- nes Geográficas. Podemos destacar, también, la de Tiripetío (Michoacán) donde a la des- cripción de la iglesia se suma su funcionamiento como lugar de enterramiento de prelados y comendadores, la existencia de capillas de música y cantores y su cubierta mudéjar de la que dice el redactor de la Relación que era «una de las mas galanas y curiosas que hay en esta tierra, y yo he visto en España, de muy agraciadas pinturas y dorados y talla». En el tema hospitalario, aumentamos la nómina de fundaciones realizadas por distintas ordenes y por don Vasco de Quiroga. Entre ellas documentamos las de Chilchotla, Tenaco, Anzitácuaro, Acarhuen, Oren, Sopoco, Ichán, Carapa, Guanastao, Mascuaro y Taimeo que ninguno de los investigadores que han trabajado en los hospitales de Michoacán citan 8. Se abre así una línea de investigación puntual que permitirá profundizar en la labor hospitala- ria, pudiendo mediante trabajo de campo localizar algunas fábricas que deben mantenerse en pie y que debido a la dificultad de acceso y desconocimiento han sido ignoradas. En el caso de los edificios institucionales se mezclan los rollos y picotas 9, que venían desde el mismo momento de la fundación de la población a significar la presencia de la justicia española, con los cabildos indígenas que permitieron el mantenimiento por parte de los naturales de su propio gobierno siguiendo, eso sí, esquemas de los municipios españo- les. Desgraciadamente estos edificios, citados y dibujados en las Relaciones Geográficas,

8. Cfr. MURIEL, J. Hospitales de la Nueva España; y, ARTIGAS, J.B. Pueblos-hospitales y guatáperas de Michoacán. Las realizaciones arquitectónicas de Vasco de Quiroga y Fray Juan de San Miguel. 9. Destacamos el monumental de Tepeaca perfectamente descrito en la Relación o los menores de Cholula y Zempoala, así como algunos representados en las pinturas. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 423 han desaparecido a excepción del de Meztitlán (Hidalgo), fundamental para la historia de la arquitectura. Esta ausencia tipológica convierte las noticias documentales sobre los que existieron en básicas para el conocimiento de su funcionamiento y presencia urbanística. Los dibujos, por tanto, de los de Culhuacán, Iztapalapa u Oaxtepec cobran un significado especial. En el caso de Tlaxcala aparece una larga descripción de la arquitectura institucional en torno a la plaza mayor, especificando el programa pictórico del interior de la Sala de Cabildos, algunos de cuyos cuadros pudieron inspirar los dibujos de Muñoz Camargo en su Relación como las representaciones de Carlos V, Felipe II, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Cristóbal Colón o temas como «Moctezuma y Atahualpa humillados tras los conquistado- res de México y Perú». En cuanto a las obras hidráulicas hemos señalado la importancia de la canalización de agua para el diseño y funcionamiento de las nuevas poblaciones. Éstas, en ocasiones, ad- quirieron valores monumentales como el caso de Zempoala u otras estructuras que docu- mentamos. Fuentes aparecen descritas y representadas en pinturas como la de Teutenango (México) o la referida a la plaza mayor de Tlaxcala, que recuerda la conservada en Tochimilco (Puebla), lo que permite hablar no de un caso excepcional, por ser la única con- servada, sino de una tipología frecuente en el dieciseis mexicano. También hemos tratado la información contenida en las Relaciones sobre los temascales que mantuvieron su fun- cionamiento prehispánico con carácter, sobre todo, medicinal. A estas aportaciones básicas añadimos todo el material recopilado y estructurado por Estados en el capítulo siete. Pero esta investigación no concluye en este punto. La encuesta de 1577 se circuló por toda América. Nuestro interés es continuar con otros espacios geográficos. Primero los más próximos a nuestra zona de estudio y que también formaron parte del virreinato de Nueva España (Yucatán y Guatemala); después las respuestas que vinieron de América del Sur. En este sentido cabe conjeturar que se pueden rastrear más Relaciones en distintos archivos. Sabemos, por ejemplo, que durante una serie de años del siglo XVIII la documentación del Consejo de Indias estuvo en el Archivo General de Simancas e, incluso, allí se conservan algunas relaciones de Colombia 10; luego, es posible, que puedan aparecer otras de Nueva España o de cualquier otro rincón americano.

10. Concretamente la de San Miguel de las Palmas de Tamalameque. Cfr. LATORRRE, G. Relaciones Geo- gráficas de Indias. La Hispanoamérica del siglo XVI.

9. APÉNDICE DOCUMENTAL

APÉNDICE Nº 1.

1577, Mayo, 25. San Lorenzo

1. CÉDULA, INSTRUCCIÓN Y MEMORIA PARA LA FORMACIÓN DE LAS RELACIONES Y DESCRIPCIONES DE LOS PUEBLOS DE LAS INDIAS

1. Real Cédula ordenando la formación de descripciones geográficas El Rey. Sabed que habiéndose platicado diversas veces por los de nuestro Consejo de las In- dias sobre la orden que se podría dar para que en él se pudiese tener cierta y particular relación y noticia de las cosas de las dichas Indias, para mejor poder acudir a su buen go- bierno, ha parecido ser cosa muy conveniente ordenar se hiciese descripción general de todo el estado de las dichas nuestras Indias, Islas y provincias de ellas, la más precisa y acierta que fuere posible. Y que para que mejor se pudiere acertar a hacer que fuere posible; y que para que mejor se pudiera acertar a hacer la dicha descripción, se guardase la orden conte- nida en las instrucciones que para ello se han hecho, impresas de molde que con ésta se os envían. Y porque nuestra voluntad es que dicha descripción se haga particularmente en cada provincia, os mandamos que luego que recibáis esta nuestra cédula, proveáis cómo se haga descripción de esa ciudad donde vos residías y de todos los lugares de su término y juris- dicción; y a los gobernadores, corregidores y alcaldes mayores del distrito de esa goberna- ción, enviaréis a cada uno el número de las dichas instrucciones que os pareciere ser nece- sario para poder distribuir en los pueblos de españoles e indios del término de su gobernación, corregimiento o alcaldía mayor, enviándolos a mandar que con toda brevedad se haga y 428 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN cumpla lo que por las dichas instrucciones se les ordena. Y cobradas las relaciones que en cada pueblo se hicieren, os las envíen, las cuales y las que vos hubiereis hecho, enviaréis con toda brevedad al dicho nuestro Consejo de las Indias, para que en él se vea, avisándo- nos si en él hubiere faltado alguna y por qué causa y por qué se provea lo que convenga.

2. Instrucción y memoria de las Relaciones que se han de hacer para la descripción de las Indias, que su majestad manda hacer, para el buen gobierno y ennoblecimiento dellas.

Primeramente, los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores, a quien los virreyes o audiencias y otras personas del gobierno enviaren estas instrucciones y memorias impre- sas, ante todas cosas, harán lista y memoria de los pueblos de españoles y de los indios, que hubiere en su jurisdicción, en que solamente se pongan los nombres de ellos escritos de letra legible y clara, y luego la enviarán a las dichas personas del gobierno, para que, junta- mente con las relaciones que en los dichos pueblos se hicieren, la envíen a Su Majestad y al Consejo de las Indias. Y distribuirán las dichas instrucciones y memorias impresas por los pueblos de los es- pañoles y de indios, de su jurisdicción, donde hubiere españoles, enviándolas a los conce- jos; y donde no, a los curas si los hubiere, y si no, a los religiosos a cuyo cargo fuere la doctrina, mandando a los concejos, y encargando de parte de Su Majestad a los curas y religiosos, que dentro de un breve término las respondan y satisfagan como en ellas se de- clara, y les envíen las relaciones que hicieren, juntamente con estas memorias, para que ellos, como fueren recibiendo las relaciones, vayan enviándolas a las personas de gobierno que se las hubieren enviado, y las instrucciones y memorias las vuelvan a distribuir, si fuere menester, por los otros pueblos a donde no las hubieren enviado. Y, en los pueblos y ciudades donde los gobernadores o corregidores y personas de go- bierno residieren, harán las relaciones de ellos, o encargarlas a personas inteligentes de las cosas de la tierra, que las hagan según el tenor de las dichas memorias. Las personas a quien se diere cargo en los pueblos de hacer la relación particular de cada uno dellos, responderán a los capítulos de la memoria que se sigue, por la orden y forma siguiente: Primeramente, en un papel aparte, pondrán, por cabeza de la relación que hicieren, el día, mes y año de la fecha de ella, con el nombre de la persona o personas que se hallaren a hacerla, y el del gobernador u otra persona que les hubiere enviado la dicha instrucción. Y, leyendo atentamente cada capítulo de la memoria, escribirán lo que hubiere que de- cir a él en otro capítulo por sí, respondiendo a cada uno por sus números, como van en la memoria, uno tras otro. Y, en los que no hubiere qué decir, los dejarán sin hacer mención de ellos, y pasarán a los siguientes, hasta acabarlos de leer todos y responder los que tuvieren qué decir, como queda dicho, breve y claramente, en todo afirmando por cierto lo que fuere y, lo que no, poniéndolo por dudoso; de manera que las relaciones vengan ciertas, confor- me a lo contenido en los capítulos siguientes: TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 429

Memoria de las cosas que se ha de responder, y de que se han de hacer las relaciones 1. Primeramente, en los pueblos de los españoles, se diga el nombre de la comarca o provincia en que están, y qué quiere decir el dicho nombre en lengua de los indios y por qué se llama así. 2. Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su descubrimiento y conquista, lo que de todo buena- mente se pudiere saber. 3. Y, generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia o comarca, si es muy fría o caliente, o húmeda o seca, de muchas aguas o pocas, y cuando son, más o me- nos, y los vientos que corren en ella qué tan violentos y de qué parte son, y en qué tiempos del año. 4. Si es tierra llana o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o falta de aguas, fértil o falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y de mante- nimientos. 5. De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otro tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren; y si los que hay, están o no están poblados en pueblos formados y permanentes; y el talle y suerte de sus entendimientos, inclinaciones y manera de vivir; y si hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna generalmente en que hablen todos. 6. El altura o elevación del polo en que están los dichos pueblos de españoles, si estuviere tomada y si se supiere, o hubiere quien la sepa tomar, o en qué días del año el sol no echa sombra ninguna al punto del medio día. 7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere de la ciudad donde residiere la audiencia en cuyo distrito cayere, o del pueblo donde residiere el gobernador a quien estuviere sujeta; y a qué parte de las dichas ciudades o pueblos estuviere. 8. Asimismo, las leguas que distare cada ciudad o pueblo de españoles de los otros con quien partiese términos, declarando a qué parte cae dellos, y si las leguas son grandes o pequeñas, y por tierra llana o doblada, y si por caminos derechos o torcidos, buenos o ma- los de caminar. 9. El nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada ciudad o pueblo, y por qué se hubiere llamado así (si se supiere), y quién le puso el nombre y fue el fundador della, y por cuya orden y mandado la pobló, y el año de su fundación, y con cuántos vecinos se comenzó a poblar y los que al presente tiene. 10. El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto o en bajo, o llano; con la traza y designio, en pintura, de las calles y plazas y otros lugares señalados de monasterios, como quiera que se pueda raguñar fácilmente en un papel, en que se declare qué parte del pueblo mira al mediodía o al norte. 11. En los pueblos de los indios, solamente se diga lo que distan del pueblo en cuyo corregimiento o jurisdicción estuvieren, y del que fuere su cabecera de doctrina. 430 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

12. Y asimismo, lo que distan de los otros pueblos de indios o de españoles que en torno de sí tuvieren, declarando, en los unos y en los otros, a qué parte dellos caen, y si las leguas son grandes o pequeñas y, los caminos, por tierra llana o doblada, derechos o torcidos. 13. Item, lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho pueblo de indios y por qué se llama así, si hubiere qué saber en ello, y cómo se llama la lengua que los in- dios del dicho pueblo hablan. 14. Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos tenían sus seño- res y lo que tributaban, y las adoraciones, ritos y costumbres, buenas o malas, que tenían. 15. Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban, y el hábito y traje que traían y el que ahora traen, y los mantenimientos de que antes usaban y ahora usan, y si han vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y la causa de que dello se entendiere. 16. En todos los pueblos, de españoles y de indios, se diga el asiento donde están po- blados, si es sierra o valle, o tierra descubierta y llana, y el nombre de la tierra, o valle y comarca donde estuvieren, y lo que quiere decir en su lengua el nombre de cada cosa. 17. Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, por qué causa (si se entendiere), y las enfermedades que comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas. 18. Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada que esté cerca dél, y a qué parte le cae y cómo se llama. 19. El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto apartados dél y, a qué parte y qué tan caudalosos son; y si hubiere qué saber alguna cosa notable de sus nacimien- tos, aguas, huertas y aprovechamientos de sus riberas, y si hay en ellas, o podrían haber, algunos regadíos que fuesen de importancia. 20. Los lagos, lagunas o fuentes señaladas que hubiere en los términos de los pueblos, con las cosas notables que hubiere en ellos. 21. Los volcanes, grutas, y todas las otras cosas notables y admirables en naturaleza que hubiere en la comarca dignas de ser sabidas. 22. Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y provechos que dellos y de sus maderas se saca, y para lo que son o serían buenas. 23. Los árboles de cultura y frutales que hay en la dicha tierra, y los que de España y otras partes se han llevado, y si se dan o no se dan bien en ella. 24. Los granos y semillas, y otras hortalizas y verduras, que sirven o han servido de sustento a los naturales. 25. Las que de España se han llevado, y si se da en la tierra el trigo, cebada, vino y aceite, en qué cantidad se coge, y si hay seda o grana en la tierra y en qué cantidad. 26. Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medici- nales o venenosas de ellas. 27. Los animales y aves, bravos y domésticos, de la tierra, y los que de España se han llevado, y cómo se crían y multiplican en ella. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 431

28. Las minas de oro y plata, y otros mineros de metales o atramentos, y colores que hubiere en la comarca y términos del dicho pueblo. 29. Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles y otras cosas señaladas y de estima que asimismo hubiere. 30. Si hay salinas en el dicho pueblo o cerca dél, o de dónde se proveen de sal, y de todas las otras cosas de que tuvieren falta para el mantenimiento o el vestido. 31. La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos pueblos o en otras partes, de donde los trajeren. 32. Las fortalezas de los dichos pueblos, y los puestos y lugares fuertes e inexpugna- bles que hay en sus términos y comarca. 33. Los tratos y contrataciones, y granjerías de que viven y se sustentan así los españo- les como los indios naturales, y de qué cosas, y en qué pagan sus tributos. 34. La diócesis, de arzobispado u obispado, o abadía en que cada pueblo estuviere, y el partido en que cayere; y cuántas leguas hay, y a qué parte del pueblo dónde reside la cate- dral y la cabecera del partido, y si las leguas son grandes o pequeñas, por caminos derechos o torcidos, y por tierra llana o doblada. 35. La iglesia catedral y la parroquial o parroquiales, que hubiere en cada pueblo con el número de los beneficios y prebendas que en ellas hubiere, y, si hubiere en ellas alguna capilla o dotación señalada, cuya es y quién la fundó. 36. Los monasterios de frailes o monjas de cada orden que en cada pueblo hubiere, y por quién y cuándo se fundaron y el número de religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere. 37. Asimismo los hospitales, colegios y obras pías que hubiere en los dichos pueblos y por quién y cuándo fueron instituidos. 38. Y si los pueblos fueren marítimos, demás de lo suso dicho se diga en la relación de la suerte de la mar que alcanza, si es mar blanda o tormentosa, y de qué tormentas, y peli- gros, y en qué tiempos comúnmente suceden más o menos. 39. Si la costa es playa o costa brava, los arrecifes señalados, y peligros para la nave- gación que hay en ella. 40. Las mareas y crecimientos de la mar qué tan grandes son, y a qué tiempos mayores o menores y en qué días y horas del día. 41. Los cabos, puntas, ensenadas y bayas señaladas que en la dicha comarca hubiere, con los nombres y grandeza dellos, cuanto buenamente se pudiere declarar. 42. Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos, en pintura como quiera que sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que tienen. 43. La grandeza y capacidad dellos, con los pasos y leguas que tendrán de ancho y largo, poco más o menos (como se pudiere saber), y para qué tantos navíos serán capaces. 44. Las brazas del fondo dellos, la limpieza del suelo, y los bajos y topaderos que hay en ellos, y a qué parte están, si son limpios de broma y de otros inconvenientes. 432 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

45. Las entradas y salidas de ellos, a qué parte miran, y los vientos con que se ha de entrar y salir dellos. 46. Las comodidades y descomodidades que tienen de leña, agua y refrescos y otras cosas buenas y malas para entrar y estar en ellos. 47. Los nombres de las islas pertenecientes a la costa, y por qué se llaman así, la forma y figura dellas, en pintura (si pudiera ser), y el largo y ancho, y lo que bojan, el suelo, pas- tos, árboles y aprovechamientos que tuvieren, las aves y animales que hay en ellas y los ríos y fuentes señaladas. 48. Y generalmente los sitios de pueblos de españoles despoblados y cuándo se pobla- ron y despoblaron, y lo que se pudiere de las causas de haberse despoblado. 49. Con todas las demás cosas notables, en naturaleza y efectos, del suelo, aire, y cielo, que en cualquier parte hubiere y fueren dignas de ser sabidas. 50. Y, hecha la dicha relación, la firmarán de sus nombres las personas que se hubieren hallado a hacerla, y sin dilación la enviarán, con esta instrucción, a la persona que se la hubiere enviado.

APÉNDICE Nº 2.

1580, Febrero, 4. Tepeaca.

2. RELACIÓN DE TEPEACA Y SU PARTIDO. DESCRIPCIÓN URBANA DE LAS POBLA- CIONES DE TEPEACA, TECAMACHALCO, QUECHOLAC, TECALI, ACATZINGO

Archivo General de Indias de Sevilla. Indiferente General, 1529, nº. 381. En: ACUÑA, R. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II. México: UNAM, 1985, pp. 235-237.

«…esta ciudad (Tepeaca) está asentada en un llano muy alegre, al pie del dicho cerro Tlaitleque. Tiene una plaza en cuadra muy graciosa y, en ella, la dicha fuente y pilas de agua, y un rollo (que por ser cosa notable se hace mención dél), que es a manera de torrejón de fortaleza; súbese por una escalera de caracol con ocho ventanas grandes, con sus pilares, cerrado lo alto de bóveda y con sus escalones a la redonda y pie de todo él, que, en efecto, puede servir de morada: es todo labrado de cal y canto. Las calles desta ciudad son muy bien trazadas, anchas y muy llanas, y toda la traza de la ciudad mira al sol; de forma que, en saliendo, la cubre toda. Y, en la dicha plaza, a la parte de oriente, está un monasterio de TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 433 la orden de San Francisco, con su iglesia de bóveda, de una nave grande y bien acabada, y su huerta y un patio antes de entrar a la puerta de la iglesia, y todo cercado de cal y canto; y, a la parte del poniente, unas casas reales muy fuertes, con muchas piezas y aposentos, altos y bajos, en que vive y reside la justicia mayor que gobierna esta ciudad y provincia, e, incorporada en esta casa, está la cárcel. Y, en la misma cuadra, está un mesón, con muchos aposentos y anchura; y, a las espaldas de la dicha casa real, están otras casas bajas que sir- ven de comunidad, donde el gobernador y regidores naturales hacen sus juntas y ayunta- mientos, y recogen los pesos de oro de los tributos que esta ciudad paga a su Majestad en cada un año. Y, a la iglesia deste monasterio de San Francisco, acuden a misa y oficios divinos todos los vecinos y naturales desta ciudad, porque no hay en toda ella otra iglesia, ni monasterio de ninguna suerte. Viven en esta ciudad sesenta vecinos españoles, los cuales no tienen calle conocida, sino que viven repartidos en la traza de la dicha plaza. Viven de tratos y granjerías que tienen. El pueblo de Tecamachalco, desta provincia, está en la falda de un cerro y ladera dél, de cuya causa tiene mal asiento. Y, en lo alto del pueblo, está una iglesia y monasterio de frailes de San Francisco, y no hay otro en él. La plaza está de buena traza, aunque en mal asiento, por ser en una cuesta. Viene a ella el agua, aunque no tiene fuente, por descuido de los alcaldes mayores desta provincia. Y tiene, en lo alto de la dicha plaza, por bajo del mo- nasterio, unas casas reales muy graciosas, con buenos aposentos y bien acabados, con casas de comunidad de los naturales, donde hacen sus juntas y ayuntamientos, y recogen los pe- sos de oro que pagan de tributo a su encomendero. Las calles, aunque en la dicha ladera, van bien trazadas, y bajan a dar a un llano. Fundóse este pueblo en aquel asiento, y no le bajaron al llano, por causa que, en tiempo de las aguas, se pudiera anegar por la mucha que se recoge al dicho llano, sin tener desaguadero; demás de que pudiera la humedad causar enfermedades. Y este pueblo fue fundado, primero, en otra parte, como a una legua de don- de ahora está, que era en un repecho de lo alto de una sierra, de donde tomó el nombre que tiene de Tecamachalco. Y allí, en aquel primero asiento, tenía una fuente de agua dulce, aunque poca. Habrá cuarenta años que se trasladó a donde ahora está, por orden de un reli- gioso de la Orden de San Francisco, llamado Fray Andrés de Olmos, que a la sazón los industriaba en la doctrina cristiana. Viven en este pueblo cien vecinos españoles, que tienen sus casas y viviendas entre las de los naturales, aunque, la mayor parte, en la comarca y traza de la dicha plaza. El pueblo de Quecholac tiene su asiento en un llano, en las faldas de unos cerros altos, pelados; tiene la plaza en cuadra y muy bien trazada, y, en ella, un monasterio de frailes de San Francisco, con un templo de tres naves y, lo alto dél, cubierto de madera, muy bien hecho y acabado, de la vocación de la Magdalena. Y, en la plaza, unas casas reales de la forma que en los demás pueblos, y de que los naturales se sirven como los demás. Y, en esta plaza, tienen una fuente de agua gruesa, en abundancia, y las calles del dicho pueblo son anchas, y bien fundadas y trazadas. Viven en él tres o cuatro españoles. 434 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

El pueblo de Santiago de Tecali tiene su asiento en una mesa en lo alto de unos cerros, en un calichal. Tiene una plaza en cuadra, no muy llana, y en ella está un monasterio de la Orden de San Francisco, con un templo de una iglesia de la vocación de Santiago: es un templo muy grande de tres naves, y, lo alto, cubierto de madera. Y, a otra parte de la dicha plaza, están unas casas reales, comunes, de que se sirven los naturales como en los demás pueblos. Las calles tienen buena traza, excepto que, por no ser tierra llana, no son tan bue- nas como las desotros pueblos. La aldea de Acatzingo, que es sujeta a esta ciudad, tiene su asiento en un llano de una joya; la plaza es cuadrada y, en ella, está una iglesia y monasterio del Señor San Francisco: es de una nave, lo alto cubierto de bóveda, y es del advocación del Señor San Juan Evange- lista. Y, al otro lado de la plaza, hay unas casas reales, comunes, de que los naturales se sirven como en los demás pueblos. Tiene sus calles bien trazadas. Viven en él diez vecinos españoles».

APÉNDICE Nº 3.

1599, Enero, 17. Huejotzingo.

3. AUTO DEL JUEZ JUAN MALDONADO DE MONTEJO EN EL QUE SEÑALA EL LUGAR PARA LA CONGREGACIÓN DE HUEJOTZINGO, DANDO NOTICIA DE ELLO A LOS NA- TURALES.

Archivo General de la Nación de México. Archivo Histórico de Hacienda, vol. 2323, fol. 1-2v.

«Fecha la dicha vista y demarcaçion de la dicha çiudad de Guaxoçingo y de todos sus barrios de esta doctrina en la forma y manera que dicha es, en la dicha çiudad de Guaxoçingo domingo por la mañana, diez y siete dias del mes de henero del dicho año de mill y qui- nientos y nouenta y nueue, el dicho Joan Maldonado de Montejo, juez comisario, dixo que con particular cuydado e ynteligençia a ydo visitando y reconoziendo toda esta tierra para ver si hallaua los sitios convenientes para las poblaçiones de los yndios que se han de con- gregar, y aunque es verdad que havia mirado con particular consideraçion dos sitios, el uno el de Sancta Maria Moyotzingo como una legua de esta çiudad y el otro de Sancta Maria Nativitas y Sant Matheo a media legua de ella. Todavia haziendo mayores discursos segun el caso lo pide y requiere, y haviendolo comunicado con el padre guardian fray Alonso de Paterna y los demas religiosos de esta doctrina y con Hernardo Altamirano, alcalde mayor TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 435 de esta çiudad, y otros españoles de ella antiguos, hallado que el mejor sitio y mas sin ynconvenientes para la dicha congregaçion es el de esta propia çiudad de Guaxoçingo, por las calidades y propiedades referidas en la visita y demarcaçion que de ella hizo a los quatro de henero de este presente año. Atento a lo qual desde agora lo señalaua y señalo, y escogia y escogio, por ser como es tan bueno y no hauer como no hay en toda la jurisdiçion de esta dotrina otro tal, para que en esta dicha çiudad de Guaxoçingo sean congregados todos los yndios de todos los treynta y ocho barrios que tiene visitados y demarcados, juntamente con los ochozientos tributa- rios que en ella se dize hay. Al presente, y para darlo a entender a todos los yndios de esta çiudad y de los dichos barrios, hizo mandamiento y junta de ellos que estauan llamados para que viniesen a oyr misa hoy dicho dia domingo por la mañana a esta yglesia de Sant Miguel, y estando a la puerta mayor de ella los dichos yndios, gouernador, alcaldes y regidores y prinçipales, asi de esta çiudad como los de los dichos sus barrios segun dixieron el dicho gouernador y alcaldes mediante ynterprete que todos havian venido y estauan pre- sentes se les dixo por el dicho juez, estando muy atentos, que bien savian como ha ydo estos dias haziendo la visita y demarcaçion asi de esta çiudad como de todos los barrios de ella, con grande cuydado y deseo de hallarse el sitio o sitios mas convenientes, y a proposito para la dicha congregaçion, y no ha hallado donde mas bien puedan ser congregados que en esta dicha çiudad de Guaxoçingo por las calidades que tiene y razones siguientes: la prime- ra porque el asiento y temple de esta çiudad es sano y conozido asy aprouado por bueno; la segunda por estar hecho en ella grande y sumptuoso templo y monasterio, que es uno de los mejores de esta Nueva España; con esta congregaçion se conseguira el yntento del Rey Nues- tro Señor de que esten congregados y mejor doctrinados, teniendo a la mano para lo espiri- tual a los dichos religiosos y en lo temporal al alcalde mayor que los defenderan de los agrauios que de ordinario reçiben en los pueblos apartados; la quarta que tiene muchos so- lares de la poblaçion antigua para reedificar casas y anchura para tomar otros; la quinta, hay al presente muchos nopales de grana de buena hedad y los viejos se renouaran y otros teniendo tan a la mano la planta se plantaran de nuevo y por esta via seran restaurados los nopales que se despoblaron en los barrios; la sesta tienen en la plaça una fuente de agua buena que corre todo el año; la septima, tienen a la redonda de esta çiudad y en sus propios barrios que han de poblar a media y una legua y poco mas muchas tierras; la octaua, tienen una grande y muy fertil çienaga para pasto todo el año çerca de esta çiudad; la nouena, un grande tianguez cada sauado donde concurren muchos yndios comarcanos y españoles mer- caderes de diferentes partes que sera de grande utilidad para los yndios congregados, y cada dia yra creziendo el trato de los unos y los otros; la dezima, como es cosa publica antigua- mente fue esa çiudad poblada demas de veynte mill yndios, y como aquellos se sustentauan es cosa çierta que agora se sustentaran los dos mill y dozientos que vendra a tener y mu- chos mas; la onzema, el grande ynconveniente que seria en qualquier otro sitio despoblado donde se oviesen de congregar el haver de labrar nueua yglesia y casa para los ministros y la de su comunidad, que acompañado esto con la labor de sus propias casas les seria de 436 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN notable carga y trauajo del qual se escusarian viniendose al esta çiudad que no tendran mas que hazer que las casas de sus viviendas; la dozema y final, que es mejor traerlos del des- poblado a poblado que de un despoblado a otro. De todo lo qual se les da notiçia para que si tuvieren que advertir contra esta determinaçion lo digan o si sauen que hay otro mejor sitio con razones mas concluyentes que estas lo declaren con aperzebimiento que con solo lo que hoy por todo el dia dixeren se a de determinar por el señor Conde y Virrey lo que mas convenga, sin que hayan de ser oydos en otra forma judiçial, a lo qual respondieron que ellos alegaran lo que les convenga. Testigos el dicho padre guardian y fray Diego de la Parra, y Joseph Hernandez y Francisco de Medina y Manuel de Medina y muchos españoles, y el dicho juez comisario lo firmo don Juan Maldonado de Montejo, paso ante mi Pedro Gutierrez de Molina, escriuano de Su Magestad. Auto que proueyo el juez comisario don Juan Maldonado de Montejo en que señalo sitio para la congregacion de los yndios». 10. FUENTES DOCUMENTALES

ARCHIVO DE LA BIBLIOTECA DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (MADRID)

RELACIÓN DE LA CIUDAD DE COMPOSTELA. De la ciudad de Compostela en 8 hojas manuscritas y al fin un mapa hecho a rasgos, en hoja doble. Fecha: 26 de Noviembre de 1584. 4662/3º. Mapa de 0.42 x 0.31 cms.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE FRESNILLO. De las Minas de Fresnillo. La relación comprende cin- co memoriales descriptivos de las minas que mandó escribir el Alcalde mayor de las minas a otros tantos vecinos y pobladores en las datas que siguen: 1º, 15, 17 y 20 Enero de 1585 y 7 Febrero del dicho año. Cosidos los cinco memoriales en un cuaderno que tiene 14 hojas manus- critas y 2 hojas impresas con la instrucción para las Relaciones; cada memorial con su cubierta. Ninguno de los cinco tiene mapa. 4662/10º.

RELACIÓN DE LA VILLA DE JEREZ DE LA FRONTERA Y TALTENANGO. De la villa de Xerez y Valle de Taltenango en 6 hojas manuscritas, dos instrucciones impresas en 4 hojas (una para formar la relación y la otra para observar los eclipses) y una hoja de cubierta. Fecha: 30 de Octubre de 1584. 4662/8º.

RELACIÓN DEL PUEBLO DE NUCHIZTLÁN. De Suchipila y Nuchistlán en 4 hojas manuscritas, una instrucción impresa en 2 hojas y una hoja cubierta. Fecha: 2 de Diciembre de 1584. 4662/5º. 440 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE PONCITLÁN Y CUISEO DEL RÍO. De Poncitlán y Cuizeo en 8 hojas, una instruc- ción impresa en 2 hojas y un pliego de cubierta. Fecha: 9 de Marzo de 1585. 4662/9º.

RELACIÓN DE LA VILLA DE PURIFICACIÓN. De la Villa de la Purificación en 9 hojas manuscri- tas, una instrucción impresa en 2 hojas y una hoja de cubierta. Fecha: 12 de Enero de 1585. 4662/6º.

RELACIÓN DE LAS VILLAS DE SAN MARTÍN Y LLERENA, Y DE SU PARTIDO. De la Villa de San Martín y Llerena y minas de Sombrerete en 17 hojas manuscritas y un pliego de cubierta. Fecha: Febrero de 1585. 4662/7º.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE XOCOTLÁN. De las minas de Xocotlán en 7 hojas manuscritas y un pliego de cubierta. Fecha: 15 de Octubre de 1584. 4662/4º.

RELACIÓN DE ACATLÁN Y SU PARTIDO. De Xatlan en la provincia de la Mitela Baja (17 hojas y 2 impresas). 4663/ 38º.

RELACIÓN DE AHUATLÁN Y SU PARTIDO. De Amatlán (12 hojas y 2 impresas) 13 folios. 4663/39º.

RELACIÓN DE PAPALOTICPAC Y SU PARTIDO. De Vapalo Tliquixaq, Obispado de Antequera. 10 hojas manuscritas + 2 de instrucción. 4663/30º.

RELACIÓN DE SUCHITEPEC. Del pueblo de Iztexeque. 4 hojas. No tiene mapa. 4663/16º.

RELACIÓN DE TALISTACA. De Talistaca, Obispado de Guaxaca, 3 hojas manuscritas + 1 en blanco y dos impresas. No tiene mapa. 4663/22º.

RELACIÓN DE TEOZAPOTLAN. De Jeotapotlan en Zapoteca, dos leguas de Antequera, Obispado de Guaxaca. 3 hojas manuscritas y 2 impresas de la Instrucción. 4663/25º. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 441

RELACIÓN DE TETICPAC. De Telicpaque. Obispado de Antequera, provincia de Guaxaca. 4 hojas más 1 en blanco y 2 impresas en las Instrucciones. 4663/18º.

RELACIÓN DE TEUTITLÁN. Teutitlán y pueblos de su jurisdicción. 8 hojas manuscritas más 2 de instrucción y 1 mapa. 4663/27º. Mapa de 0.43 x 0.17 mts.

RELACIÓN DE TEXUPA. De Texupa, Obispado de Guaxaca. 2 hojas y el mapa. 4663/17º. Mapa de 0.43 x 0.57 mts.

RELACIÓN DE TILANTONGO Y SU PARTIDO. De Tilantongo en la Miteca Alta Nueva España. 13 hojas manuscritas + 2 de instrucción. 4663/29º.

RELACIÓN DE TLACOLALA Y MIQUITLA. De Miquitla, del Valle de Guaxaca y de su Obispado. 6 hojas manuscritas + 2 impresas. No tiene mapa. 4663/24º.

RELACIÓN DE XALAPA, CINTLA Y ACATLAN. Relación del pueblo Iopualapa en la provincia de Nueva España en 9 hojas más dos impresas de la instrucción. No tiene mapa. 4663/15º.

RELACIÓN DE CHINANTLA. De Chinantla, en Nueva España, en 5 hojas manuscritas más 1 en blanco y 2 impresas de instrucción. No tiene mapa. 4663/20º.

RELACIÓN DE CUAHUITLÁN Y SU PARTIDO. De Cualinstlan, Obispado de Guaxaca, 15 hojas, 2 impresas, 1 gráfico y 1 mapa. 4663/31º. Mapa de 31.5 x 22 cms.

RELACIÓN DE CUICATLÁN. De Cuicatlán, provincia y obispado de Guaxaca, 5 hojas manuscritas + 1 en blanco, 2 impresas de instrucción. No tiene mapa. 4663/21º.

RELACIÓN DE GUATULCO Y SU PARTIDO. De Puerto de Guatulco en la costa del mar del Sur, diócesis de Guaxaca. (12 hojas y 2 impresas), 14 folios. 4663/33º. 442 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE GUAXILOTITLÁN. De Guaxlotetlán, Obispado de Antequera. 3 hojas manuscritas + 1 en blanco y 2 impresas. No tiene mapa. 4663/23º.

RELACIÓN DE ITZTEPEXIC. Descripción de la tierra y calidades del pueblo de Iztitepexic del Obis- pado de Antequera, del Valle de Guaxaca. Relación de 10 hojas + 2 en blanco, mapa y una carta de su corregidor Juan Jiménez Ortiz enviándola y dos hojas impresas con la instrucción. 4663/14º. Mapa de 0.44 x 0.61 mts.

RELACIÓN DE MACUILSÚCHIL Y SU PARTIDO. De Macuil y Teutulan (Teutitlan), provincia de Guaxaca, 6 hojas manuscritas + 1 en blanco, dos impresas con la instrucción y un mapa (a lápiz Macuilxochitl). 4663/19º. Mapa de 0.61 x 0.85 mts.

RELACIÓN DE NOCHIZTLÁN. De Nochiztlán en la Mizteca Alta de Nueva España. (4 hojas y 2 impresas y 1 mapa). 4463/32º. Mapa 0.30 x 0.40 mts.

RELACIÓN DE AJUCHITLÁN Y SU PARTIDO. Del pueblo de Asuchitlán, cabecera del partido, y sus 3 sujetos: Cuzamala, Pungarabato y Coyuca, hecha con data del 10 de Octubre 1579 por Diego Garcés, corregidor de los 4 pueblos. Está en 8 hojas manuscritas, con un pliego de cubierta en que hay inscripciones. No tiene instrucción impresa ni mapa. 4463/5º.

RELACIÓN DE LA VILLA DE CELAYA Y SU PARTIDO. De la Villa de Nuestra Señora de la Concep- ción de Salaya y los pueblos de Acámbaro y Yurirapúndaro, hecha el 15 de Junio de 1580 por Cristóbal de Vargas Valadés, Alcalde Mayor de la Villa, y justicia y corregidor de los pueblos. Está en 6 hojas manuscritas, (cinco de texto y una blanca de cubierta posterior, con inscripcio- nes), precedidas de hojas impresas con la instrucción general para las Relaciones. Al fin del cuadernillo de la relación esta cosida una pintura en papel de maguey de toda la región. Mide 1 metro 10 de lat. x 1 m. 13 de alt. 4463/10º. Mapa 1.10 de latitud x 1 m. de alto.

RELACIÓN DE CUISEO DE LA LAGUNA. Del pueblo de Cuiseo de la Laguna, cabecera del partido, y de otros 17 pueblos a él sujetos y allí enumerados; hecha con data del 1º de Septiembre 1579 por Pero Gutiérrez de Cuebas, corregidor de todo el partido. Está en seis hojas manuscritas y dos hojas impresas en la instrucción general para las Relaciones. No tiene mapa. 4463/4º. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 443

RELACIÓN DEL PARTIDO DE CHILCOTLA. Del pueblo de Chilchota y otros 15 a él sujetos, inicia- da el 15 de Octubre de 1579 y concluida el día 28 del mismo mes y año por Pedro de Billela corregidor de todo el partido. Esta en 18 hojas manuscritas con el texto, precedidas de 2 hojas impresas en la instrucción para las Relaciones, y todo protegido con 2 hojas que sirven de cu- bierta (una de ellas incompleta) y que tienen simples inscripciones. Carece de mapa esta rela- ción. 4463/6º.

RELACIÓN DEL PUEBLO DE ATLATLAUCCA Y MALINALTEPEQUE. De Atlatlanca y Malmaltepec provincia de Guaxaca. 7 hojas manuscritas, 2 impresas con instrucción y 1 mapa. 4463/26º. Mapa tamaño folio.

RELACIÓN DE LA PROVINCIA DE LOS MOTINES. De la provincia de Motines, que mandó hacer Baltasar Dávila Quiñónez, alcalde mayor de ella, y esta distribuida en tres partes= (a) Manda- mientos del Alcalde Mayor para la inscripción general, con data 3 junio de 1580, y Relación del pueblo de Quacoman hecha por él mismo= (b). Relación de los pueblos de Maquili, Alimanci, Cuxcaquantla y Epatlan hecha el 15 Marzo 1580, de orden del Alcalde mayor, por Sebastián Romano, vecino español de la provincia (precedida de 3 hojas con la copia MS de la Instruc- ción impresa de las Relaciones)= (c) Relación de los pueblos de Fiatietla, Pómaro y otros comarcanos hecha de 10-17 mayo 1580, y de orden del Alcalde mayor, por Juan Alcalde de Rueda, vecino de la provincia, en el pueblo de Huscumatlán = Están las tres partes en 25 hojas manuscritas y además dos hojas en blanco que forman la cubierta de la 3ª parte. No tiene mapa. 4463/9º.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE ZUMPANGO. Relación de las minas de Zumpango. (5 hojas + 1 en blanco). 1 mapa de 71’5 por 71’5 cms. 4663/36º. Mapa de 71.5 x 71.5 cm

RELACIÓN DE TLACOTALPA Y SU PARTIDO. De Nacotalpa. (8 hojas + manuscritas + 2 impresas + 1 mapa). 4663/ 37º. Mapa de 0.42 x 0.31 mts.

RELACIÓN DE NECOTLÁN. Del pueblo de Necotlán hecha con data del 1º de Septiembre de 1579, por Pedro Moreno Gallego, corregidor del mismo pueblo. Esta con dos hojas escritas (una con el texto y otra con una la instrucción) y la preceden dos hojas impresas con la instrucción para las Relaciones. 4663/3º.

RELACIÓN DE SINAGUA. Del pueblo de Cinaquacinco, cabecera y cuatro barrios a él sujetos: Cinagua, Choromonco, Cúsaro y Ayaguintlan; hecha por el corregidor D. Fernando de Padilla 444 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Varona el 5 de Diciembre de 1581. Esta en dos hojas manuscritas sin cubierta con instrucción impresa. No tiene mapa. 4663/12º.

RELACIÓN DE SIRÁNDARO. Del pueblo de Sirándaro-Guayaméo, cabecera, y de Cuseó; comenza- ba con data del 1º de Noviembre de 1579 y concluida en 6 de Enero de 1580 por Hernando de Coria, alcalde mayor de las minas del Espíritu Santo, corregidor de Sirándoro y justicia mayor de Cuseo. Está en seis hojas escritas (cinco de texto y una de simples inscripciones), precedidas de dos hojas impresas con la instrucción para las Relaciones. No tiene mapa. 4663/7º.

RELACIÓN DE TAIMEO. Del pueblo de Paymeo hecha, con data del 29 de Agosto de 1579, por Juan Martínez de Verduzco, corregidor del mismo pueblo. Está en dos hojas manuscritas y dos hojas impresas con la instrucción para las Relaciones. No tiene mapa. 4663/2º.

RELACIÓN DE TINGÜINDIN. Del pueblo de Tingüindin o Chocándiran hecha el 17 de Abril de 1581 por Gonzalo Galbán, corregidor del mismo pueblo. Está en 5 hojas (la última de cubierta, con simples inscripciones) - precedidas de 2 hojas con la instrucción impresa para las Relaciones. No tiene mapa. 4663/11º.

RELACIÓN DE TUCHPAN Y SU PARTIDO. De la provincia de Tuspa, Zapotlan y Tamazula con 3 cabeceras de los mismos nombres y hecha con data 20 de Febrero 1580, por Jerónimo Flores, Alcalde Mayor de toda la provincia. Está en 13 hojas manuscritas, de las cuales una suelta, al fin, con lista de los pueblos de la provincia; y doce cosidas en cuadernillo, de ellas once con el texto de la relación, y otra que en la cubierta posterior, con simples inscripciones. No tiene ins- trucción impresa, ni pintura. 4663/8º.

RELACIÓN DE XIQUILPA Y SU PARTIDO. Del pueblo de Xiquilpa, cabecera de partido y sus 3 su- jetos: Chocandirán, Parequato y Peribán, hecha con data de 1º de junio 1579, por Francisco de Medinilla Alvarado, corregidor de los 4 pueblos. Está en 12 hojas manuscritas y 2 hojas impre- sas con la instrucción general para las Relaciones. No tiene mapa. 4663/1º.

RELACIÓN DE TOTOLOPAN. Relación Geográfica de Tololapa, Arzobispado de México. (3 hojas + 1 en blanco). 4663/34º.

RELACIÓN DE UCILA. De Vala, Obispado de Guaxaca de Nueva España. 4 hojas manuscritas + 2 de instrucción. 4663/28º. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 445

RELACIÓN DE SAN MIGUEL Y SU JURISDICCIÓN. Está en colores, con pinturas de gentes y ani- males. Están dibujadas en él las villas de S. Felipe y S. Miguel, el pueblo de S. Francisco Chamacuero, las estancias del Campo, los caminos con sus ventas, y fuertes que los defendían, etc. Mide 82 cms de latitud x 61 de altura y en su respaldo tiene una inscripción de letra del siglo XVIII (cubierta hoy por una tira de lienzo puesta en la longitud del mapa con el objeto de restaurarlo) que dice: nº 21 Desc. y Pob. 302 3º Nueva Galicia. Mapa de la villa de S. Miguel y sus subjetos. 4663/13º.

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS (SEVILLA)

RELACIÓN DE CUZCATLÁN Texto: Título: Relación del pueblo de Cuzcatlán. Contenido: Relación del pueblo de Cuzcatlán y su partido hecha por Juan de Castañeda León, Corregidor del mismo. Acompaña un mapa de dicho pueblo. Es: Mapas y Planos. México, 19. Lugar de Emisión: Cuzcatlán. Volumen de la Unidad: 7 folios. Fecha Inicial: 26 de Octubre de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 24.

Pintura: Título: Cuzcatlán. Pueblo. Título Propio: Mapa del pueblo de Cuzcatlán (San Juan Evangelista de) y sus sujetos, de la Diócesis de Tlaxcala. Datos del Autor: Por el Corregidor Juan de Castañeda. Dimensiones: En colores. 430 x 320 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva, hecha en cumplimiento de la Instrucción de Su Majestad. Notas: Con indicación de los caminos y pueblos anejos. En la plaza se señala el lugar donde estaba la horca. Fecha Inicial: 26 de Octubre de 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 19. 446 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE TEPEACA Y SU PARTIDO Texto: Contenido: Relación del pueblo de Tepeaca y su partido hecha por su alcalde mayor, Jorge Ce- rón Carvajal, de orden del virrey de México, Martín Enríquez. Lugar de Emisión: Tepeaca. Volumen de la Unidad: 30 folios. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 16.

RELACIONES DE XONOTLA Y TETELA Texto: Título: Relación del Corregimiento de Xonotla y Tetela. Contenido: Relación del corregimiento de Xonotla y Tetela, hecha por el Corregidor Juan González, de orden del virrey de México, Lorenzo Suárez de Mendoza. Acompañan mapas de ambos pueblos. Son: Mapas y planos, México, 31 y 32. Lugar de Emisión: Xonotla. Volumen de la Unidad: 33 folios. Fecha Inicial: 20 de Octubre de 1581. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 34.

Pintura: Título: Tetela. Pueblo de indios. Título Propio: Mapa del pueblo de indios de Tetela, en Nueva España. Datos del Autor: hecho por el Corregidor Don Cristóbal Godínez y Maldonado. Dimensiones: en colores. 700 x 420 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva de dicho pueblo y circunveci- nos, escrita en cumplimiento de una Instrucción, impresa, de Su Majestad, que es adjunta. Notas: se indican los caminos y los pueblos de San Miguel de Capolopan, San Francisco Tzotzopan, San Juan Tutula y otros. Fecha Inicial: 9 de Julio de 1581. Signatura: MP-MÉXICO, 31.

Pintura: Título: Xonotla. Corregimiento. Título Propio: Mapa del Corregimiento de Xonotla, en Nueva España. Datos del Autor. Por el Corregidor Don Juan González. Dimensiones: hecho a pluma. 310 x 410 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación de dicho pueblo, hecha en cumplimiento de la instrucción, impresa de Su Majestad que es adjunta. Notas: Márcase la situación de algunos pueblos circunvecinos, la de la Fuente agria y la cueva grande de donde sale un río o arroyo. Fecha Inicial: 20 de Octubre de 1581. Signatura: MP-MÉXICO, 32. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 447

RELACIÓN DE ATLITLAQUIA Texto: Título: Relación del pueblo de Atlitlaquia y su jurisdicción hacho por su Corregidor Valentín de Jaso por orden del Virrey de México, Martín Enríquez. Lugar de Emisión: Atlitlaquia. Volumen de la Unidad: 9 folios. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 17.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE CIMAPÁN Texto: Título: descripción de las Minas de Cimapán. Contenido: Descripción de las Minas de Cimapán en la provincia de Xilotepeque, hechas por Alejo Murguia juez repartidor de dichas minas. Acompaña un mapa del pueblo. Es: Ma- pas y Planos, México, 13. Volumen de la Unidad: 7 folios. Fecha Inicial: 29 de Julio de 1579. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 8.

Pintura: Título: Cimapán. Real y Minas. Título Propio: Mapa del Pueblo y Minas de Cimapan, de la Provincia de Xilotepeque (Nueva España). Datos del Autor: Por Alexo de Murguía, juez repartidor de dichas minas. Dimensiones: en colores. 345 x 310 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva hecha en cumplimiento de la Instrucción, impresa, de Su Majestad que es adjunta. Fecha Inicial: 1579 (SUP). Signatura: MP-MÉXICO, 13.

RELACIÓN DE CITLALTOMAGUA Y ANEQUILCO Texto: Título: Relación de los pueblos de Citlaltomagua y Anequilco. Contenido: Relación de los pueblos de Citlaltomagua y Anequilco, en la costa del mar del sur, hecha por Juan de Tolosa Olea, Corregidor de dichos pueblos. Lugar de Emisión: Citlaltomagua. Volumen de la Unidad: 10 folios. Fecha Inicial: 12 de Enero de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 11.

RELACIÓN DE COATEPEC Y SU PARTIDO Texto: Título: descripción de pueblos: Coatepec, Chimalhuacán y Chicoaloapa. 448 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Contenido: Relación de los pueblos de Coatepec, Chimalhuacán y Chicoaloapa hechas por el Corregidor Cristóbal de Salazar por orden del virrey de México, Martín Enríquez, con mapas de dichos pueblos. Es: Mapas y Planos, México, 10, 11 y 12. Lugar de Emisión: Coatepec, Chimalhuacán y Chicoaloapa. Volumen de la Unidad: 29 folios. Fecha Inicial: 16 de Noviembre de 1579. Otras fechas: Inicial (FA) Final (FA) 13 de Diciembre de 1579 Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 10.

Pintura: Título: Coatepec. Pueblo. Título Propio: Plano del pueblo de Coatepec o Natividad de Nuestra Señora, situado a siete leguas al Oriente de la ciudad de México. Datos del Autor: Por el Corregidor Cristóbal de Salazar. Dimensiones: en colores. 435 x 585 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva de dicho pueblo y sus anexos, hecha en cumplimiento de la Instrucción, impresa de Su Majestad que es adjunta. Notas: con los números 11 y 12. Fecha Inicial: 16 de Noviembre de 1579. Signatura: MP-MÉXICO, 10.

Pintura: Título: Chimalhuacan. Pueblo. Título Propio: Plano de Chimalhuacan Toyac o de San Andrés Apóstol, situado a cinco leguas al Oriente de la Ciudad de México. Datos del Autor: Por el Corregidor Cristóbal de Salazar. Dimensiones: En colores. 550 x 520 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva de dicho pueblo y sus anejos, hecha en cumplimiento de la Instrucción de Su Majestad. Notas: Con la indicación de los caminos, estancias, etc. y del sitio donde había una casa de idolatría antigua. Con los números 10,12. Fecha Inicial. 1 de Diciembre de 1579. Signatura: MP-MÉXICO, 11.

Pintura: Título: Chicoaloapa. Pueblo. Título Propio: Plano del pueblo de Chicoaloapa, de la jurisdicción del Corregimiento de Coatepec y situado al Oriente de la Ciudad de México. Datos del Autor: Por el Corregidor Cristóbal de Salazar. Dimensiones: En colores. 430 x 600 mm. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 449

Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva hecha en cumplimiento de la Instrucción de Su Majestad. Notas: Con indicación de los caminos y de la fuente que dio nombre a este pueblo. Con los números 10, 11. Fecha Inicial: 1579. Signatura: MP-MÉXICO, 12.

RELACIÓN DE CHICONAUTLA Texto: Título: Relación del pueblo de Chiconautla. Contenido: Relación del pueblo de Chiconautla hecha por el Corregidor Pedro López Ribera, de orden del virrey de México, Martín Enríquez. Lugar de Emisión: Chiconautla. Volumen de la Unidad: 6 folios. Fecha Inicial: 21 de Enero de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 12.

RELACIÓN DE HUAXUTLA Texto: Título: Relación del pueblo de Huaxutla. Contenido: Relación del pueblo de Huaxutla y su partido hecha por su Corregidor Cristóbal Pérez Puebla, de orden del virrey de México, Martín Enríquez, con mapa del mismo. Es: Mapas y Planos, México, 16. Lugar de Emisión: Huaxutla. Volumen de la Unidad: 8 folios. Fecha Inicial: 3 de Febrero de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 14.

Pintura: Título: Huaxutla. Pueblo. Título Propio: Plano del pueblo de Huaxutla, situado a 40 leguas al Norte de la ciudad de México. Datos del Autor: Por el Corregidor Don Cristóbal Pérez Puebla. Dimensiones: Hecho a pluma. 770 x 900 mm. Datos del Autor: Acompañado de una relación descriptiva de dicho pueblo, hecha en cumpli- miento de la Instrucción, impresa, de Su Majestad que es adjunta. Notas: Al dorso se lee: «guaxutla en Panuco»-Desc. y Pob. 650…6º. Fecha Inicial: 3 de Febrero de 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 16.

RELACIÓN DE YZCATEUPA Y SU PARTIDO Texto: Título: Descripción de la Provincia de Yzcateupa y Teloloapa y todas las cabeceras sujetas a dicho corregimiento, hecha por mandato del virrey de Nueva España, Don Martín Enríquez, por el Corregidor Lucas Pinto. 450 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Lugar de Emisión: Yzcateupa. Volumen de la Unidad: 37 folios. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 9.

RELACIÓN DE JALAPA DE VERACRUZ Texto: Título: Mapa de Jalapa y su provincia. Contenido: Mapa del pueblo de Jalapa y su provincia, en Nueva España. Es: Mapas y Planos, México, 18. Fecha Inicial: 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 26.

Pintura: Título: Jalapa. Provincia. Título Propio: Mapa del pueblo de Jalapa y su provincia (en Nueva España). Datos del Autor: Por el Alcalde Mayor Constantino Bravo de la Laguna. Acompañado de una relación descriptiva de dicho pueblo, hecha por cumplimiento de la Instrucción, impresa, de Su Majestad que es adjunta. Dimensiones: En colores. 1220 x 1220 mm. Notas: Comprende los pueblos de Xilotepeque, Tlaculula, Chepultepeque, Noalingo y otros de la Provincia. Fecha Inicial: 20 de Octubre de 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 18.

RELACIÓN DE CHICHICAPA Y SU PARTIDO Texto: Título: Relación de pueblos: Chichicapa, Amatlán, etc. Contenido: Relación de los pueblo de Chichicapa, Amatlán, Ecelotepeque, Miaguatlán y Coatlán, hechas por Nicolás de Espínilo, regidor y justicia mayor de ellos, por mandato del virrey, Martín Enríquez. Lugar de Emisión: Miaguatlán. Volumen de la Unidad: 23 folios. Fecha Inicial: 15 de Mayo de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 21.

RELACIÓN DE SANTIAGO DE NEXAPA Texto: Título: Relación de la Villa de Santiago de Nexapa. Contenido: Relación de la Villa de Santiago de Nexapa, hecha por su alcalde mayor, Bernardo de Santamaría, por mandato del virrey de México, Martín Enríquez. Lugar de Emisión: Santiago de Nexapa. Volumen de la Unidad: 12 folios. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 451

Fecha Inicial: 20 de Abril de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 20.

RELACIÓN DE LA VILLA DE CELAYA Y SU PARTIDO Pintura: Título: Yuririapúndaro. Provincia. Título Propio: Mapa del pueblo de Yuririapúndaro y sus sujetos. (Mechoacán). Dimensiones: En colores. 890 x 830 mm. Notas: 1.—Parece de la época de las descripciones mandadas hacer por Don Felipe II. 2.—Al dorso se lee «núm 6º.-R.-Desc. y Pob. 236…3º». Con dibujos de animales. Fecha Inicial: 1580 (SUP). Signatura: MP-MÉXICO, 24.

RELACIÓN DE TORNACUSTLA Texto: Título: Relación de Gueypuchtla, minas de Tornacustla. Contenido: Relación del pueblo de Gueypuchtla, minas de Tornacustla y su partido hecha por Alonso de Contreras Figueroa, alcalde mayor de los mismos. Lugar de Emisión: Gueypuchtla. Fecha Inicial: 24 de Marzo de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 19.

RELACIÓN DE ZAYULA Texto: Título: Relación del pueblo de Zayula. Contenido: Relación del pueblo de Zayula hecha por su Corregidor Alonso de Coria, de orden del virrey de México, Martín Enríquez. Lugar de Emisión: Zayula. Volumen de la Unidad: 4 folios. Fecha Inicial: 3 de Febrero de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 13.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE ZULTEPEC Texto: Título: Relación de las minas de Zultepec. Contenido: Relación de las minas de Zultepec en Nueva España, hecha por Rodrigo Dávila, su alcalde mayor. Lugar de Emisión: Zultepec. Volumen de la Unidad: 6 folios. Fecha Inicial: 5 de Marzo de 1582. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 36. 452 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE MÉXICALCINGO Texto: Título: Relación del pueblo de Méxicalcingo. Contenido. Relación del pueblo de Méxicalcingo y su partido hecha por su Corregidor Gonzalo Gallegos. Lugar de Emisión: Méxicalcingo. Volumen de la Unidad: 4 folios. Fecha Inicial: 7 de Febrero de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 15.

RELACIÓN DE OCOPETLAYUCA Texto: Título: Relación de Ocopetlayuca o Santa María Asunción. Contenido: Relación del pueblo de Ocopetlayuca o Santa María Asunción hecha por su Corre- gidor Juan de la Vega, por orden del virrey de México, Martín Enríquez. Volumen de la Unidad: 6 folios. Fecha Inicial: 6 de Octubre de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 23.

RELACIÓN DE CUACHQUILPÁN Texto: Título: Relación del pueblo de Cuachquilpán. Contenido: Relación del pueblo de Cuachquilpán, en la Comarca de Tolcayuca, hecha por Pe- dro Mojaras Zamorano, su Corregidor. Lugar de Emisión: Cuachquilpán. Volumen de la Unidad: 4 folios. Fecha Inicial: 9 de Octubre de 1581. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 35.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE TAXCO Texto: Perdido. Estaba en este Archivo.

RELACIÓN DE LAS MINAS DE TEMAZCALTEPEQUE Texto: Título: Minas de cobre de Cuba. Pueblo y minas de Temazcaltepeque. Contenido: Asientos hechos con Juan Tecel (1550) y Santiago de Medina (1578), sobre benefi- cio de las minas de cobre de la isla de Cuba. Relación de Gaspar de Covarrubias alcalde Mayor de las minas de Temazcaltepeque, sobre la situación del pueblo y dichas minas si- tuadas en él, de cuyo pueblo y minas acompañan diversos diseños. La relación y los ma- pas han pasado a Mapas y Planos, México, 20-30. Fuentes de Información: Título Inventario de la Sección de Patronato. Tomo II. Fecha Inicial: 1550. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 453

Fecha Final: 1580. Signatura: PATRONATO, 238 -Nº 2- RAMO 1.

Pintura: Título: Temazcaltepeque. Alcaldía Mayor. Título Propio: Mapa del Asiento de Minas de Cacalostoc o Real de los Ríos (Alcaldía Mayor de Temazcaltepeque) (Nueva España). Dimensiones: 250 x 405 mm. Documentación Aneja: Forma parte de una relación de las Minas de Temazcaltepeque, hecha por Gaspar de Cobarrubias, Alcalde Mayor de ellas, año 1580. En la portada hay un escu- do de España. La relación se sacó a Mapas y Planos. Notas. Con los números 21, 22, 23A y 23 B. Fecha Inicial: 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 20. Signatura de Procedencia: PATRONATO, 238 -Nº 2- RAMO 1.

Pintura: Título: Temazcaltepeque. Alcaldía Mayor. Título Propio: Mapa del pueblo de indios de Tescaltitlan, cabecera donde reside el Alcalde Ma- yor de Temazcaltepeque y pueblos que le están sujetos. Dimensiones: 240 x 39 mm. Documentación Aneja: Forma parte de una relación de las minas de Temazcaltepeque y pueblos que le están sujetos. Forma parte de una relación de las minas de Temazcaltepeque hecha por Gaspar de Cobarrubias, Alcalde Mayor de ellas, año de 1580. Sacada a Mapas y Planos. Notas: con los números 20, 22, 23A y 23 B. Fecha Inicial: 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 21. Signatura de Procedencia: PATRONATO, 238 -Nº 2- RAMO 1.

Pintura: Título: Temazcaltepeque. Alcaldía Mayor. Título Propio: Mapa de Texupilco, y sus sujetos: una de las tres cabeceras de la Alcaldía Mayor de Temazcaltepeque. Dimensiones: 225 x 380 mm. Documentación Aneja: Forma parte de una relación de las Minas de Temazcaltepeque, hecha por Gaspar de Cobarrubias, Alcalde Mayor de ellas, año 1580. Sacada a Mapas y Planos. Notas: con los números 20, 21, 23A y 23 B. Fecha Inicial: 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 22. Signatura de Procedencia: PATRONATO, 238 -Nº 2- RAMO 1.

Pintura: Título: Temazcaltepeque. Alcaldía Mayor. Cabecera de Temazcaltepeque. 454 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

Título Propio: Mapa de Temazcaltepeque, y pueblos que le están sujetos, una de las tres cabe- ceras de la Alcaldía Mayor de su nombre. Dimensiones: 230 x 370 mm. Documentación Aneja: Forma parte de una relación de las Minas de Temazcaltepeque, hecha por Gaspar de Cobarrubias, Alcalde Mayor de ellas, año 1580. Sacada a Mapas y Planos. Notas: con los números 20, 21, 22 y 23 B. Fecha Inicial: 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 23 A. Signatura de Procedencia: PATRONATO, 238 -Nº 2- RAMO 1.

Pintura: Título: Temazcaltepeque. Alcaldía Mayor. Cabecera de Tucantla. Título Propio: Mapa de Tucantla, y pueblos que le están sujetos, una de las tres cabeceras de la Alcaldía Mayor de Temazcaltepeque. Dimensiones: 245 x 325 mm. Documentación Aneja: Forma parte de una relación de las Minas de Temazcaltepeque, hecha por Gaspar de Cobarrubias, Alcalde Mayor de ellas, año 1580. Sacada a Mapas y Planos. Notas: con los números 20, 21, 22 y 23 A. Fecha Inicial: 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 23 B. Signatura de Procedencia: PATRONATO, 238 -Nº 2- RAMO 1.

RELACIÓN DE TEPEAPULCO Texto: Título: Relación del pueblo de Tepeapulco. Contenido: Relación del pueblo de Tepeapulco en Nueva España, hecha por Juan López Cacho, Corregidor del mismo y provincia. Lugar de Emisión: Tepeapulco. Volumen de la Unidad: 10 folios. Fecha Inicial: 15 de Abril de 1581. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 32.

RELACIÓN DE TEQUIZISTLÁN Y SU PARTIDO Texto: Título: Descripción de pueblos: Tequizistlan, Aculma, etc. Contenido: Descripción de pueblos de Tequizistlan, Aculma, Teotihuacan y Tepexpa, hecha por Francisco de Castañeda, Corregidor de dichos pueblos. Según la Instrucción que de Su Majestad le entregó Gordián Cassasano, contador y administrador de las Alcabalas de Nueva España, con mapa de los mismos. Es: Mapas y Planos, México, 17. Lugar de Emisión: Aculma, Teotihuacan, Tequizistlan y Tepexpa. Volumen de la Unidad: 17 folios. Fecha Inicial: 22 de Febrero de 1580. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 18. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 455

Pintura: Título: Aculma. Pueblo. Título Propio: Mapa de los pueblos de Aculma, San Juan Teotihuacan, Tequizistlan y pueblos anejos. Datos del Autor: Por el Corregidor Francisco de Castañeda. Dimensiones: Hecho a pluma. 610 x 1450 mm. En el ángulo superior derecho le falta un trozo de 300 x 175 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva de cada uno de dichos pue- blos, hecha en cumplimiento de la Instrucción de Su Majestad. Notas: Al dorso se lee: «Des. y Pob. 999.-8º». Fecha Inicial: 26 de Febrero de 1580. Signatura: MP-MÉXICO, 17.

RELACIÓN DE TETELA Y GUAYAPA Texto: Título: Relación de Tetela y Guayapa. Contenido: Relación de los pueblos de Tetela y Guayapa en Nueva España hecha por Cristóbal Godínez, Corregidor de los mismos. Lugar de Emisión: Tetela y Guayapa. Volumen de la Unidad: 6 folios. Fecha Inicial: 20 de Junio de 1581. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 33.

RELACIÓN DE TEUTENANGO Texto: Título: Relación de Teutenango, Valle de Matalango. Contenido: Relación del pueblo de Teutenango, situado en el valle de Matalango, en Nueva Es- paña, hecha por su Corregidor Francisco de Ávila. Acompaña mapa de dicho pueblo. Es: Mapas y Planos, México, 33. Lugar de Emisión: Teutenango. Volumen de la Unidad: 13 folios. Fecha Inicial: 12 de Marzo de 1582. Signatura: INDIFERENTE, 1529, N. 37.

Pintura: Título: Teutenango. Pueblo. Título Propio: Plano del pueblo de Teutenango situado en el Valle de Matalango, en Nueva España. Datos del Autor: Por su Corregidor Francisco de Ávila. Dimensiones: En colores y papel de estraza de Maguey. 730 x 680 mm. Documentación Aneja: Acompañado de una relación descriptiva de dicho Pueblo hecha en cum- plimiento de la Instrucción, impresa, de Su Majestad que es adjunta. Fecha Inicial: 12 de Marzo de 1582. Signatura: MP-MÉXICO, 33. 456 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE SUCHITEPEC Texto: Se encuentra en el Archivo de la Real Academia de la Historia de Madrid.

Pinturas: Título: Teopa. Pueblo Título Propio: Mapa del Pueblo de San Miguel de Teopa, con inscripciones en lengua mexicana. Dimensiones: 430 x 620 mm. Signatura: MP-MÉXICO, 25.

Título: Teopa. Pueblo Título Propio: Mapa del Pueblo de Teopa, San Bartolomé de Tlamacaztepec (Nueva España), con inscripciones en lengua mexicana. Dimensiones: 600 x 435 mm. Signatura: MP-MÉXICO, 26.

Título: Teopa. Pueblo Título Propio: Mapa del Pueblo de Teopa y Santa María Zazopaztepeque, con inscripciones en lengua mexicana. Dimensiones: 605 x 430 mm. Signatura: MP-MÉXICO, 27.

Título: Tlacotenpec. Pueblo Título Propio: Mapa del Pueblo de Tlacotenpec y su distrito, con inscripciones en lengua mexi- cana. Dimensiones: 440 x 620 mm. Signatura: MP-MÉXICO, 28.

Título: Altenpec. Pueblo Título Propio: Mapa del Pueblo de ¿Altenpec?, con inscripciones en lengua mexicana. Dimensiones: 600 x 830 mm. Signatura: MP-MÉXICO, 29.

DIBUJO DEL CAMINO DE VERACRUZ A MÉXICO Título: Descripción (mapa) del camino, que se pretende hacer empezando de la venía de Buirón hasia la ciudad de México. Las líneas amarillas es el camino que ha de ser de carros. Datos del Autor: Batista Antonelli. Lugar de Emisión: México, 8 de marzo de 1590. Dimensiones: En colores, 810 x 410 mm. Signatura: MP-MÉXICO, 39. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 457

BENSON LATIN AMERICAN COLLECTION UNIVERSIDAD DE TEXAS EN AUSTIN

RELACIÓN DEL PUEBLO DE AMECA Texto: «JGI, XXIII-10».

RELACIÓN DE LA PROVINCIA DE AMULA Texto: «JGI XXIII-9».

RELACIÓN DE LA PROVINCIA DE TENAMAZTLAN Texto: «JGI XXV-1».

RELACIÓN DEL PUEBLO DE TEUCALTICHE Texto: «JGI XXV-2».

RELACIÓN DE CUZCATLAN Texto: «JGI, XXIII-15». Pintura: «JGI, XXIII-15».

RELACIÓN DE CHOLULA. Texto: «JGI XXIV-1». Pintura: Número 22.

RELACIÓN DE HUEYTLALPA Y SU PARTIDO. Texto: «JGI, XXIV-5». Pinturas: Siete Pinturas. Están incluidas en el texto.

RELACIÓN DE MISANTLA. Texto: «JGI, XXIV-13». Pintura: Folios 4r-6v-8v-11r-15r-15v-16r.

RELACIÓN DE QUAUTLATLAUCA Y HUEHETLAN. Texto: «JGI, XXIV-6». Pinturas: Mapas 23 y 24.

RELACIÓN DE TISTLA Y MUCHITLAN. Texto: «JGI, XXV-13». Pintura: Número 26. 458 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE LA CIUDAD DE VERACRUZ Y SU COMARCA. Texto: «JGI XXV-8». Pinturas: Mapas 20 y 21.

RELACIÓN DE ATENGO. Texto: «JGI XXIII-12». Pintura: Mapa número 3.

RELACIÓN DE ATLATLAUHCAN. Texto: «JGI XXIII-13». Pintura: «Mapa nº 9».

RELACIÓN DE CEMPOALA, EPAZOYUCA Y TETLIZTACA. Texto: «JGI XXV-10». Pinturas: «Mapas nos. 4-6».

RELACIÓN DE LAS CUATRO VILLAS. Texto: Relación de Huaxtepec: «JGI, XXIV-3». Pinturas de la Relación de Huaxtepec: «Mapa nº 10». Texto: Relación de Acapistla: «JGI, XXIII-8». Pinturas de la Relación de Acapistla: «Mapa nº 11».

RELACIÓN DE IGUALA Y SU PARTIDO. Texto: «JGI, XXIV-6».

RELACIÓN DE LOS PEÑOLES. Texto: «JGI, XXIV-15». Pintura: Incluida en el texto.

RELACIÓN DE LOS PUEBLOS DE TECUICUILCO, ATEPEQUE, ZOQUIAPA Y XANTIANGUIZ Texto: «JGI, XXIV-19». Pintura: Incluida en el texto.

RELACIÓN DE TEGUANTEPEC. Texto: «JGI, XXV-4». Pintura: Números 34 y 35.

RELACIÓN DE TEOZACUALCO Y AMOLTEPEQUE. Texto: «JGI, XXV-3». Pintura: Números 32 y 33. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 459

RELACIÓN DE TETIQUIPA Y COZAUHTEPEC. Texto: «JGI, XXV-6».

DESCRIPCIÓN DE LA CIUDAD DE ANTEQUERA DEL VALLE DE GUAXACA. Texto: «JGI, XXIII-11».

RELACIÓN DE CUAUTLA Y SUS SUJETOS. Texto: «JGI XXIV-4».

RELACIÓN DE CUILAPA. Texto: «JGI XXIV-10».

RELACIÓN DE IXCATLAN, QUIOTEPEC Y TECOMAHACA. Texto: «JGI, XXIV-7». Pintura: «JGI, XXIV-7». (Son dos pinturas iguales.)

RELACIÓN DE IZTEPEC. Texto: «JGI, XXIV-9».

RELACIÓN DE JUSTLAHUACA. Texto: «JGI, XXIV-11».

RELACIÓN DE LA CIUDAD DE PÁTZCUARO. Texto: «JGI XXIV-14».

RELACIÓN DE QUERÉTARO. Texto: «JGI XXIV-17».

RELACIÓN DE TANCÍTARO Y SU PARTIDO. Texto: «JGI, XXIV-18».

RELACIÓN DE TIRIPETÍO. Texto: «JGI XXV-7».

RELACIÓN DE LA VILLA DE ZACATULA. Texto: «JGI XXV-9».

RELACIÓN DE ZAPOTITLÁN. Texto: «Ms JGI XX-9».

RELACIÓN DE SANTIAGO ATITLÁN. Texto: «Ms JGI XX-10». Pintura: En el texto. Folios 13v y 14r. 460 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

RELACIÓN DE LA CIUDAD Y PROVINCIA DE TEZCOCO. Texto: Transcripción de D.Joaquín García Icazbalceta «JGI, XII-16». Texto: Libros de la Colección Genaro García « G 57-59».

RELACIÓN DE MEXICALTZINGO Y SU PARTIDO. Texto y Pintura: Culhuacan «JGI, XXIII-14, map.8». Texto y Pintura: Iztapalapan «JGI, XXIII-8 map.7».

RELACIÓN DE LA ALCALDÍA MAYOR DE MEZTITLÁN Y SU JURISDICCIÓN. Texto: «JGI, XXIV-12». Pintura: «JGI, XXIV-12. map. nº 12».

RELACIÓN DE TEQUIXQUIAC Y SU PARTIDO. Texto: «JGI, XXV-5».

INEGI. INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA, GEOGRAFÍA E INFORMÁTICA.

Fuentes cartográficas actuales

Sistema para consulta de información censal. Versión 2.0. SCINCE. México, 1992.

Información Censal 2000 (SCINCE, 2000). XII Censo General de Población y vivienda, 2000. 11. BIBLIOGRAFÍA

AA.VV. Andalucía en América. El legado de ultramar. Barcelona: El Legado Andalusí y Lunwerg, 1995. AA.VV. Catálogo del patrimonio cultural del Estado de Hidalgo (2 vol). México: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, 1998. AA.VV. Catálogo parcial de monumentos religiosos del Estado de Morelos. México: Universidad Iberoamericana, 1973. AA.VV. Coloquio de documentos pictográficos de tradición Náhuatl. México: UNAM, 1989. AA.VV. Estudios sobre Urbanismo Iberoamericano. Siglos XVI al XVIII. Sevilla: Junta de Andalu- cía, 1990. AA.VV. Felipe II y el arte de su tiempo. Madrid: Fundación Argentaria, 1998. AA.VV. Forum et Plaza Mayor dans le Monde Hispanique. París: Boccard, 1978. AA.VV. La Ciudad Hispanoamericana. El sueño de un orden. Madrid: CEHOPU, 1989. AA.VV. La ciudad Iberoamericana. Actas del Seminario Buenos Aires 1985. Madrid: MOPU, 1987. AA.VV. Los códices de México. México: INAH, 1979. AA.VV. Los Siglos de Oro en los Virreinatos de América 1550-1700. Madrid: Sociedad Estatal para la conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999. AA.VV. Mapas y Planos de México. Siglos XVI al XIX (Catálogo de Exposición). México: INAH, 1988. AA.VV. Cabildos y Ayuntamientos en América. México: Tilde, 1990. AA.VV. Obras Hidráulicas en América Colonial. Madrid: CEHOPU, 1993. ABUNDIS CANALES, J. «El convento agustino de San Andrés Epazoyucan». Cuadernos de Arquitec- tura Virreinal (México), 8 (1989), pp. 33-50. ACOSTA, J. Historia Natural y Moral de las Indias (Obra impresa en Sevilla en 1590). Sevilla: His- pano-Americana de Publicaciones S.A., 1987. Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica. 3 Vols. Guadalajara: AACHE, 1996. Actas del III Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Morelia, 1996). Guadalajara: AACHE, 1997. Actas del IV Congreso Internacional de Caminería Hispánica. 3 vols. Madrid: Ministerio de Fo- mento, 2000. 464 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

ACUÑA, René. Relaciones geográficas del siglo XVI: Guatemala I. México: UNAM, 1982. — Relaciones geográficas del siglo XVI: Tlaxcala I. México: UNAM, 1984. — Relaciones geográficas del siglo XVI: Antequera I. México: UNAM, 1984. — Relaciones geográficas del siglo XVI: Antequera II. México: UNAM, 1984. — Relaciones geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II. México: UNAM, 1985. — Relaciones geográficas del siglo XVI: México I. México: UNAM, 1985. — Relaciones geográficas del siglo XVI: México II. México: UNAM, 1986. — Relaciones geográficas del siglo XVI: México III. México: UNAM, 1986. — Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán. México: UNAM, 1987. — Relaciones geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia. México: UNAM, 1988. AGUIRRE BELTRÁN, Gonzalo. El proceso de aculturación. México: UNAM, 1957. AJOFRÍN, Fray Francisco de. Diario del viaje que por orden de la Sagrada Congregación de Propa- ganda FIDE hizo a la América Septentrional en el siglo XVIII. 2 vols. Madrid: Real Academia de la Historia, 1958-1959. ALBERTI, León Battista. De Re Aedificatoria. Madrid: Akal, 1991. ALCALÁ, fray Jerónimo de. La relación de Michoacán. Morelia: Fimax, 1980. ALCEDO Y HERRERA, Antonio. Diccionario Geográfico de las Indias Occidentales o América. 4 vols. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1967. ALONSO CHOMBO, María Eugenia. Chimalhuacan. Monografía Municipal. Toluca: instituto Mexiquense de Cultura, 1998. ALVA IXTLILXÓCHITL, Fernando de. Obras históricas. México: Editora Nacional S. A., 1952. Méxi- co: UNAM, 21975-1977. ALVAR EZQUERRA, Alfredo. Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid (Estudio introductorio). Madrid: Comunidad de Madrid-CSIC, 1993. ALVARADO TEZOZOMOC, H. Crónica Mexicana (Obra escrita en 1598). México: Imprenta Univer- sitaria, 1943. ÁLVAREZ PELÁEZ, Raquel. «El cuestionario de 1577. La «Instrucción y memoria de las relaciones que se han de hacer para la descripción de las Indias» de 1577». En: SOLANO, Francisco de. Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias. Madrid: CSIC, 1988, pp. XCIII-CVI. ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego. Planos de monumentos arquitectónicos de América y Filipinas en el Ar- chivo General de Indias. Sevilla: Universidad, 1939. ARELLANO HOFFMANN, Carmen; SCHMIDT, Peer y NOGUEZ, Xavier (Coordinadores). Libros y es- critura de tradición indígena. México: El Colegio Mexiquense, 2002. ARNAL SIMÓN, Luis. El presidio en México en el siglo XVI. México: UNAM, 1998. ARTIGAS HERNÁNDEZ, Juan Benito. Capillas abiertas aisladas de México. México: UNAM, 1983. — «Meztitlán, Hidalgo. Los edificios de la Villa». Cuadernos de Arquitectura Virreinal (México), 7 (1989), pp. 9-55. — «El edificio del Cabildo Indígena de Metztitlán». En: AA.VV. Cabildos y Ayuntamientos en Amé- rica. México: Tilde, 1990, pp. 111-121. — Metztitlán, Hidalgo. Arquitectura del siglo XVI. México: UNAM, 1996. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 465

— Pueblos-hospitales y guatáperas de Michoacán. Las realizaciones arquitectónicas de Vasco de Quiroga y Fray Juan de San Miguel. México: UNAM y Gobierno del Estado de Michoacán, 2001. ARVIZU, Carlos. Urbanismo Novohispano en el siglo XVI. Querétaro: Fondo Editorial de Querétaro, 1993. ASHTON, Dore. «Notas sobre cómo percibir la ciudad». En: AA.VV. La ciudad, concepto y obra. México: Instituto de Investigaciones Estéticas, pp. 35-50. BAILÓN CORRES, Jaime. Pueblos indios, élites y territorio. México: El Colegio de México, 1999. BARLOW, Robert H. «Relación de Xiquilpan y su partido, 1579». Tlalocan (México), 1/4 (1944), pp. 278-306. — «Dos relaciones antiguas del pueblo de Cuilapa, estado de Oaxaca». Tlalocan (México), 2/1 (1945), pp. 18-28. — «Descripción de la Ciudad de Antequera». Tlalocan (México), 2/2 (1946), pp. 134-137. — «Relación de Zacatula, 1580». Tlalocan (México), 2/3 (1947), pp. 258-268. — «Relación de Zempoala y su partido, 1580». Tlalocan (México), 3/1 (1949), pp. 29-41. BARGELLINI, Clara. La arquitectura de la Plata. México: UNAM, 1991. BAUDOT, Georges. Utopía e historia en México. Los primeros cronistas de la civilización Méxicana (1520-1569). Madrid: Espasa-Calpe, 1983. — La pugna franciscana por México. México: Alianza Editorial Mexicana, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990. — La vida cotidiana en la América Española en tiempos de Felipe II. Siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica, 1995. BAYLE, C. Los Cabildos Seculares en la América Española. Madrid: Sapientia, 1952. BAYLE, Joyce Waddell. «Map of Texúpa (Oaxaca, 1579): A Study of Form and Meaning». Art Bulletin, 54, nº. 4 (1972), pp. 452-479). BEAUMONT, fray Pablo. Crónica de la provincia de los Santos San Pedro y San Pablo de Michoacán de la regular observancia de N. P. S. Francisco. México: Imprenta de Ignacio Escalante, 1873. — Crónica de Michoacán (3 vols.). México: Talleres Gráficos de la Nación, 1932. BENAVENTE, Fray Toribio de. Historia de los indios de la Nueva España. Madrid: Alianza, 1988. BENÉVOLO, Leonardo. «Las nuevas ciudades fundadas en el siglo XVI en America Latina. Una ex- periencia decisiva para la historia de la cultura arquitectónica del «cinquecento»». Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CYHYE) (Caracas), 9 (1968), pp. 117-136. BERLIN, Heinrich y BARLOW, Robert H. Anales de Tlatelolco y Códice de Tlatelolco. México: Anti- gua Librería Robredo de José Porrúa e hijos, 1948. BERNAL PIMENTEL, Ignacio. «Relación de Tancítaro (Arimeo y Tepalcatepec)». En: Tlalocan (Méxi- co), 3/3 (1952), pp. 205-235. — Relaciones de Tequisquiac, Citlaltepec y Xilocingo. En: Tlalocan (México), 3/4 (1957), pp. 289- 308. — «Relación de Guautla». Tlalocan (México), 4/1 (1962), pp. 3-16. — «»Relaciones de Nueva España» de Joaquín García Icazbalceta». En: De la Historia: Homenaje a Jorge Gurría Lacroix. México: UNAM, 1985, pp. 439-443. BONET CORREA, Antonio. El Urbanismo en España e Hispanoamérica. Madrid: Cátedra, 1991. — Monasterios Iberoamericanos. Madrid: Iberdrola, 2001. 466 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

BORGES MORÁN, Pedro. Métodos misionales en la cristianización de América, Siglo XVI. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960. — Misión y civilización en América. Madrid: Alhambra, 1987. — Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas. Siglos XV-XIX. Madrid: Biblioteca de Au- tores Cristianos, 1992. BORIE, Alain y DENIEUL, François. Méthode d’Analyse Morphologique des Tissus Urbains Traditionnels. Paris: Unesco, 1984 BOSQUE MAUREL, Joaquín. «Percepción, comportamiento y análisis geográfico». Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Tomo CXV (1979) pp. 7-34. BOSQUE SENDRA, Joaquín; CASTRO AGUIRRE, Constancio; DÍAZ MUÑOZ, María Ángeles y ESCO- BAR MARTÍNEZ, Francisco Javier. Prácticas de geografía de la percepción y de la actividad cotidiana. Barcelona : Oikos-Tau, 1992. BURGOA, Fray Francisco de. Geográfica descripción (Obra impresa en 1674). México: Talleres Ti- pográficos de la Nación, 1934. — Palestra historial (Obra impresa en 1674). México: Talleres Gráficos de la Nación, 1934. BUTTERWORTH, Douglas. «Relaciones of Oaxaca of the 16th and 18th centuries». Boletín de Estu- dios Oaxaqueños (Oaxaca), 21-23 (1962), pp. 35-55. CABRERO FERNÁNDEZ, Leoncio. Historia de las relaciones geográficas de Indias: Nueva España, siglo XVI. Madrid: Tesis doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, 1959. CAMACHO URIBE, Daniel. La madera. Estudio anatómico y catálogo de especies mexicanas. Méxi- co: INAH, 1988. CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F. J. La mentalidad en Castilla la Nueva en el siglo XVI (Reli- gión, economía, sociedad, según las «Relaciones Topográficas» de Felipe II). Madrid, 1986. CAPEL SÁEZ, Horacio. «Percepción del medio y comportamiento geográfico». Revista de Geogra- fía, Vol. VII (1973), pp. 58-150. CAPITANACHI, Clio y VÁZQUEZ, Sergio. «Caminos Reales de Veracruz: acceso al entorno natural y cultural de los centros urbanos». En: Actas del III Congreso Internacional de Caminería Hispá- nica (Morelia, 1996). Guadalajara: AACHE, 1997, pp. 55-74. CÁRCER Y DISDIER, Mariano de. Apuntes para la historia de la transculturación Indoespañola. Méxi- co: UNAM, 1995. CARRERA STAMPA, Manuel. «Algunos aspectos de la Historia de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo». En: Estudios de historiografía de la Nueva España. México: El Colegio de México, 1945, pp. 91-142. CASO, Alfonso. «El mapa de Teozacualco». Cuadernos Americanos, 8, 47/5 (1949), pp. 185-191. CASTILLO JIMÉNEZ, Virginia y ORTIZ FERNÁNDEZ, Manolo. Chicoloapan de Juárez. Monografía Municipal. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 1999. CERDA FARÍAS, Igor. El siglos XVI en el pueblo de Tiripetío. Morelia: Universidad Michoacana, 2000. — El pueblo de Tiripetío. Morelia: Universidad Michoacana, 2000. — Relación Geográfica de Tiripetío, 1580. Morelia: Universidad Michoacana, 2002 CERVANTES DE SALAZAR, Francisco. México en 1554 (obra escrita en 1554). México: Trillas, 1988. CERVERA VERA, Luis. Francisco de Eiximenis y su sociedad urbana ideal. El Escorial: Swan, 1989. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 467

CHANFÓN OLMOS, Carlos. «Dos representaciones del atrio mexicano en el siglo XVI». Churubusco 77 (México), (1978), pp. 9-22. — «Antecedentes del atrio mexicano del siglo XVI». Cuadernos de Arquitectura Virreinal (Méxi- co), 1 (1984), pp. 4-16. — «Los conventos mendicantes novohispanos». En: AA.VV. Manuel Toussaint, su proyección en la historia del arte mexicano. México: UNAM, 1992, pp. 51-80. — Arquitectura del Siglo XVI. Temas Escogidos. México: UNAM, 1994. — Arquitectura mexicana del siglo XVI. México: UNAM, 1994. — (coordinador). Historia de la Arquitectura y el urbanismo mexicanos. Vol.II. El Periodo Virreinal. Tomo I. El encuentro de dos universos culturales. México: UNAM y Fondo de Cultura Econó- mica, 1997. CHAVERO, Alfredo. El lienzo de Tlaxcala. México: Cosmos, 1979. CHUECA GOITIA, Fernando y TORRES BALBÁS, Leopoldo. Planos de ciudades Iberoamericanas y Filipinas existentes en el Archivo de Indias. Madrid: Instituto de Estudios de Administración Local, 1981. CIUDAD REAL, Fray Antonio de. Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España (2 vols.). México: UNAM, 1993. CLAVIJERO, Francisco Javier. Historia antigua de México (Obra escrita en la segunda mitad del si- glo XVIII). México: Porrúa, 1958-1959. CLINE, Howard F. «The Painting of maps of 1580 and related documents: analysis of 16th century cartographic sources for the Gulf Coast of Mexico». México antiguo (México D. F.), 9 (1959), pp. 633-692. — «Lienzos y comunidades mazatecos de la época colonial. Oaxaca, México». En: XXXV Congreso Internacional de Americanistas. Actas y Memorias. Oaxaca, 1964, pp. 397-424. — «The Relación Geográfica of Tuzantla, Michoacan, 1579». Tlalocan (México), 5/1 (1965), pp. 58-73 — (Editor). Handbook of Middle American Indians. Guide to ethnohistorical sources, part one. Austin: University of Texas Press, 1972. — «The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1648». Handbook of Middle American Indians (Austin), 12/1 (1972), pp. 183-242. — «A Census of the Relaciones Geográficas of New Spain, 1579-1612». Handbook of Middle American Indians (Austin), 12/1 (1972), pp. 324-369. — «The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1586». The Hispanic American Historical Review, (1964), vol. XLIV, n.º 3, pp. 341-374. —«The Relaciones Geográficas of Spain, New Spain, and the Spanish Indies: An Annotated Bibliography». Handbook of Middle American Indians (Austin), 12/1 (1972), pp. 370-395. COCK SHERBURNE, F. y WOODROW, B. The indian population of Central México, 1531-1610. Berkeley, Los Angeles: University of California Press, 1971-1974. Codex Aubin. Madrid: Porrúa, 1963. Códice Chimalpopoca. México: UNAM, 1945. Códice de Cuernavaca, (Anónimo del siglo XVI). México: Biblioteca de Historiadores Mexica- nos, 1951. Codice Yanhuitlán (Edición facsimilar y estudio preliminar de Wigberto Jiménez Moreno y Salvador Mateos Higuera). México: Museo Nacional, 1940. 468 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

«Códice Mendocino». En: Antigüedades de México, basadas en recopilación de Lord Kingsborough. México: Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1964, pp. 3-149. «Códice telleriano-remensis». En: Antigüedades de México, basadas en recopilación de Lord Kingsborough. México: Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1964, pp. 151-337. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las po- sesiones españolas en América y Oceanía, sacados del Real Archivo de Indias. Madrid: Im- prenta de Manuel B. Quiros, 1864-1885. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las anti- guas posesiones de ultramar. Madrid: Tipografía de Archivos Olazaga, 1885-1900. CONTRERAS, Remedios. «Las Colecciones documentales sobre América de la Real Academia de la Historia y su contribución al V centenario del descubrimiento del nuevo mundo». Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), Tomo CLXXXVI (1989), cuaderno I, pp. 79-95. CÓRDOVA TELLO, M. El convento de San Miguel Huejotzingo, Puebla. Arqueología histórica. México: INAH, 1992. CORONA NÚÑEZ, José. Relaciones geográficas de la diócesis de Michoacán, 1579-1580 (2 vols.). Guadalajara: Colección Siglo XVI, 1958. — Antigüedades de México, basadas en la recopilación de Lord Kingsborough. México: Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1964. CORTÉS, Hernán. Cartas de Relación. México: Porrúa, 1988. CORTÉS DELGADO, José Luis y GONZÁLEZ ARAGÓN, Jorge. Corpus Urbanístico dela ciudad de México en el Archivo General de Indias. México, Embajada de España y Universidad Autóno- ma Metropolitana, 2003. CORTEZ, Claude. Geografía histórica. México: Instituto Mora, 1997. CRAMAUSSEL, Chantal. «Viajar por los caminos del norte de la Nueva España». En: Actas del III Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Morelia, 1996). Guadalajara: AACHE, 1997, pp. 75-84. CROSBY, Alfred W. El intercambio transoceánico. Consecuencias biológicas y culturales a partir de 1492. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones His- tóricas, 1991. CUAUHTLEHUANITZIN, Chimalpain. Memorial breve acerca de la fundación de la Ciudad de Culhuacan. México: UNAM, 1991. CUESTA DOMINGO, Mariano. Alonso de Santa Cruz y su obra cosmográfica. Madrid: CSIC, 1983. CUEVAS, M. Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de México. México: Talleres del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1914. — Historia de la iglesia en México. El Paso: Editorial Revista Católica, 1928. DALHGREN DE JORDAN, Bárbara. La Mixteca, su cultura e historia prehispánicas. Oaxaca: Di- rección General de Educación y Bienestar Social, Gobierno Constitucional del Estado de Oaxaca, 1979. DÁVILA PADILLA, A. Historia de la fundación y discurso de la provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores (Obra escrita entre 1589-1596), México: Academia de la Histo- ria, 1955. DÍAZ DEL CASTILLO, Bernar. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Obra escrita en el siglo XVI). México: Porrúa, 1986. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 469

DIBBLE, Charles E. Códice Xólotl. México: UNAM, 1980. DURÁN, fray Diego. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la Tierra Firme (Obra escrita entre 1579 y 1581). México: Porrúa, 1967. — Ritos y fiestas de los antiguos mexicanos (Obra comenzada en 1570). México: Innovación, 1980. DUVERGER, C. La conversión de los indios de la Nueva España. México: Fondo de Cultura Econó- mica, 1993. EDWARDS, Clint R. «Mapping by questionnaire: an early Spanish attempt to determine New World geographical positions». Imago mundi (New Israel-Amsterdam), 23 (1969), pp. 17-28. ESCALANTE GONZALBO, Pablo. Los códices. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1998. ESCOBAR, Fray Mathías de. Vitas Patrum de los Religiosos Hermitaños de Nuestro Padre San Agustín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán. México: Imprenta Victoria, 1970 ESPINOSA SPÍNOLA, Gloria. «Poblados y conventos rurales de México (Siglo XVI)». En: AA.VV. Estudios sobre el territorio Iberoamericano. Sevilla: Junta de Andalucía, 1996, pp. 73-86. — Arquitectura de la Conversión y Evangelización en la Nueva España durante el siglo XVI. Almería: Universidad, 1998. ESTEBANEZ ÁLVAREZ, J. «Consideraciones sobre la Geografía de la Percepción». Paralelo 37, nº 3 1979, pp. 5-22. ETTINGER MCENULTY, Catherine Rose. La transformación de los asentamientos de la cuenca la- custre de Pátzcuaro. Morelia: Universidad Michoacana, 1999. FERNÁNDEZ, Justino, GÓMEZ DE OROZCO, Federico y TOUSSAINT, Manuel. Planos de la ciudad de México. México: UNAM, 1938. FERNÁNDEZ DE VELASCO, Manuel. El artesano en la Nueva España en el siglo XVI. México: UNAM, 1963. FERNÁNDEZ HERRERO, B. La utopía de América. Teoría, leyes y experimentos. Barcelona: Anthropos, 1992. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, P. Los dominicos en la primera evangelización de México. Salamanca: San Esteban, 1994. FLORENCIA, F. Historia de la provincia de la Compañía de Jesús en Nueva España. México, 1694. FLORESCANO, Enrique (coordinador). México en 500 libros. México: Nueva Imagen: 1980. — «Colonización, ocupación del suelo y «frontera» en el Norte de Nueva España, 1521-1750». En: JARA, Álvaro. Tierras Nuevas. Expansión territorial y ocupación del suelo en América (siglos XVI-XIX). México: El Colegio de México, 1969, pp. 43-76. FREDERICK SCHWALLER, John. Orígenes de la riqueza de la Iglesia en México. Ingresos eclesiásti- cos y finanzas de la Iglesia 1523-1600. México: Fondo de Cultura Económica, 1990. GAMBRA, Rafael. La cristianización de América. Madrid: Fundación Mapfre, 1992. GARCÍA-ABÁSOLO, Antonio Francisco. Martín Enríquez y la reforma de 1568 en Nueva España. Sevilla: Diputación, 1983. GARCÍA DE PANES Y ABELLÁN, Diego. Descripción de los caminos que desde la Plaza de Veracruz se dirigen a México por distintos rumbos. Manuscrito fechado en México, a 25 de octubre de 1783. Madrid: Biblioteca Nacional, manuscrito 19503. GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín. Colección de documentos para la historia de México. México, 1858- 1866. (2ª Edición: México: Porrúa, 1980). 470 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín. Nueva colección de documentos para la historia de México. Méxi- co: Antigua Librería de Andrade y Morales, 1891. — Relaciones de Texcoco y de la Nueva España. México: Salvador Chávez Hayhoe, 1941. — Bibliografía mexicana del siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica, 1954. GARCÍA PIMENTEL, Luis. Relaciones de los Obispados de Tlaxcala, Michoacán, Oaxaca y otros lugares en el siglo XVI. México: 1904. — «Relación de Yecapiztla». Boletín y revista eclesiástica (Obispado de Cuernavaca), 7 (1906). — «Relación de Yecapiztla». Boletín y revista eclesiástica (Obispado de Cuernavaca), 8 (1906). — «Relación de Oaxtepec, por Juan Gutiérrez de Liévana, 1580». Boletín oficial y revista eclesiásti- ca (Obispado de Cuernavaca), 9 (1908). — «Relación de Tepoztlán, por Juan Gutiérrez de Liévana, 1580». Boletín oficial y revista eclesiás- tica (Obispado de Cuernavaca), 10 (1909). — «Relación de Tetela y Hueyapan por Cristóbal Godínez, 1580». Boletín oficial y revista eclesiás- tica (Obispado de Cuernavaca), 10 (1909), pp. 428-434. GARCÍA PAYÓN, José. Descripción del pueblo de Güeytlalpan. Xalapa, Veracruz: Universidad Veracruzana, 1965. GARCÍA RODRÍGUEZ, Orepani. «La formación caminera en el Michoacán del siglo XVI». En: Actas del IV Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Vol. 2. Madrid: Ministerio de Fomen- to, 2000, pp. 967-974. GARCÍA SAINZ, C. «La formación artística del indígena en Nueva España». Estudios de política indigenista en América (Valladolid), vol. III (1977), pp. 321-343. GARRIDO ARANDA, Antonio. «La educación de moriscos y mexicas como factor de asimilación cultu- ral». Estudios de Política Indigenista Española en América (Valladolid), vol. II (1976), pp. 9-19. — Organización de la iglesia en el Reino de Granada y su proyección en Indias. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1979. — Moriscos e indios. Precedentes hispánicos de la evangelización en México. México: UNAM, 1980. GEMELLI CARRERI, Giovanni Francesco. Viaje a la Nueva España. México: UNAM, 1976. GERHARD, Peter. «Descripciones geográficas (pistas para investigadores)». Historia Mexicana (Méxi- co), 17/4, 68 (1968), pp. 618-625. — «Congregaciones de indios en la Nueva España antes de 1570». Historia Mexicana, 107 (1977), pp. 347-395. — Geografía histórica de la Nueva España 1519-1821. México: UNAM, 1986. — La frontera sureste de la Nueva España. México: UNAM, 1991. — La frontera norte de la Nueva España. México: UNAM, 1996. GIBSON, Charles. Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810. México: Siglo XXI, 1977. — «The indentity of Diego Muñoz Camargo». The Hispanic American historical review (New York), 30 (1978), pp. 195-208. — Tlaxcala en el siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica, 1991. GÓMEZ CANEDO, Lino. Evangelización y conquista. Experiencia franciscana en Hispanoamérica. México: Porrúa, 1988. GÓMEZ DE OROZCO, Federico. «Relación de la provincia de Meztitlán». Boletín del Museo Nacio- nal de Antropología (México), 2 (1924), pp. 109-120. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 471

GÓMEZ DE OROZCO, Federico. «Descripción de Teotzacualco y de Amoltepeque». Revista Mexica- na de Estudios Históricos (México), 1/6 (1927), pp. 174-178. — «Relación de los pueblos de Tecuicuilco, Atepeque, Zoquiapa y Xaltianguez». Revista Mexicana de Estudios Históricos (México), 2 (1928), pp. 121-132. — «Descripción de Tetiquipa Río Hondo, hecha por el señor Cristóbal de Salas». Revista Mexicana de Estudios Históricos (México), 2 (1928), pp. 114-120. GÓMEZ MARTÍNEZ, Javier. Fortalezas Mendicantes. México: Universidad Iberoamericana, 1997. GONZÁLEZ, Olga Lucía y BUITRAGO, Gilberto. La techumbre mudéjar de la Catedral de Tlaxcala, México. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2000. GONZÁLEZ ARAGÓN, Jorge y CORTÉS DELGADO, José Luis. Corpus Urbanístico de México en Es- paña. México: Embajada de España y Universidad Autónoma Metropolitana, 2004. — Corpus urbanístico de Puebla y Oaxaca en España. México: Embajada de España y Universidad Autónoma Metropolitana, 2001. GONZÁLEZ DE COSSÍO, Francisco. El libro de las tasaciones de pueblos de la Nueva España, siglo XVI. México: Archivo General de la Nación, 1952. GONZÁLEZ GALVÁN, Manuel. Arte Virreinal en Michoacán. México: Frente de Afirmación Hispa- nista, 1978. GONZÁLEZ-HERMOSILLO ADAMS, Francisco (coordinador). Gobierno y economía en los pueblos indios del México colonial. México: INAH, 2001. GONZÁLEZ MUÑOZ, María del Carmen. «Estudio Preliminar». En: LÓPEZ DE VELASCO, Juan. Geo- grafía y descripción universal de las Indias. Madrid: Atlas, 1971, pp. V-XLVIII. GONZÁLEZ OBREGÓN, Luis. «Relación de los pueblos de Acatlán, Chila, Petlatzingo, Icxitlan y Piaztla». Anales del Museo Nacional de Antropología (México), 4/2 (1907), pp. 97-118. GONZÁLEZ TASCÓN, Ignacio. Ingeniería española en Ultramar (siglos XVI-XIX). 2 vols. Madrid: Cehopu, 1992. GONZALEZ TASCÓN, Ignacio; ROMERO MUÑOZ, Dolores y SÁENZ SANZ, Amaya. «El camino de los Virreyes». En: Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Vol. 3. Guadalajara: AACHE, 1996, pp. 693-702. GRIJALVA, J. Crónica de la Orden de N. P. S. Agustín en las provincias de la Nueva España, en quatro edades desde el año 1533 hasta el de 1592 (Obra escrita entre 1621 y 1628). México: Porrúa, 1985. GRUZINSKI, S. La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México Español. Siglos XVI-XVIII. México: Fondo de Cultura Económica, 1991. GUERRA, Francisco. El hospital en Hispanoamérica y Filipinas, 1492-1898. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 1994. GUERRERO GUERRERO, Raúl. Un recorrido por la Huasteca hidalguense. México: INAH, 1990. GUEVARA HERNÁNDEZ, Jorge. El lienzo de Tiltepec. Extinción de un señorío zapoteco. México: INAH, 1991. GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, Secundino-José. Las comunicaciones en América. Madrid: Mapfre, 1993. HANKE, Lewis. Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria (2 vol.). Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1976-1977. HARING, Clarence H. Comercio y navegación entre España y las Indias en la época de los Habsburgos. México: Fondo de Cultura Económica, 1979. 472 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

HARVEY, H. R. «The Relaciones Geográficas, 1579-1586: native languages». Handbook of Middle American Indians (Austin), 12/1 (1972), pp. 279-323. HERMOSILLO, Francisco. «Cholula o el desplome de un asentamiento étnico ancestral». Historias (México), 10 (1985), pp. 17-50. HORCASITAS, Fernando y GEORGE, Richard. «Relación de Tlacolula y Mitla». Mesoamerican Notes (México), 4 (1955), pp. 13-14. HUMBOLDT, Alexander von. Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España. México: Porrúa, 1984. ISLA ESTRADA, Juan Antonio. Querétaro, Ciudad Barroca. Querétaro: Gobierno del Estado de Querétaro, 1988. ISRAEL, Jonathan I. Razas, clases sociales y vida política en el México colonial 1610-1670. México: Fondo de Cultura Económica, 1996. IXTLILXÓCHITL, Fernando Alva. Obras Históricas. México: UNAM, 1985. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, Marcos. Relaciones geográficas de Indias: Perú. Madrid, 1881-1897, 4 vols. (reed. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1965). KAGAN, Richard L. Imágenes urbanas del mundo hispánico (1493-1780). Madrid: El Viso, 1998. KOBAYASKI, J.M. La educación como conquista. La empresa franciscana en México. México: El Colegio de México, 1974. KUBLER, George. Arquitectura mexicana del siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica, 1982. LACHMANNI, C. Gromatici Veteres. Berlín: Bei Georg Reimer, 1848. LAGOS, Cora G. Confrontando imaginarios: oralidad, pintura y escritura en el México colonial. Madrid: Pliegos, 2002. LATORRE, Germán. Relaciones geográficas de Indias. La Hispanoamérica del siglo XVI: Virreinato de Nueva España. Sevilla: Centro de Estudios Americanistas, 1920. —Relaciones geográficas de Indias. La Hispanoamérica del siglo XVI: Colombia, Venezuela, Puer- to Rico, República Argentina. Sevilla: Centro de Estudios Americanistas, 1919. LECHUGA MARTÍNEZ, Susana. Tenango del Valle. Monografía Municipal. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 2001. LEÓN, Nicolás. «Relación de Pátzcuaro». Anales del Museo Michoacano (Morelia), 2 (1889), pp. 41-48. LEÓN PINELO, Antonio de. Epítome de la biblioteca oriental i occidental, náutica y geográfica. Ma- drid: Gráficas Yagües, 1973. LISS, Peggy K. Orígenes de la nacionalidad mexicana, 1521-1556. México: Fondo de cultura Eco- nómica, 1996. LOERA CHÁVEZ, Margarita. Murmullos de antiguos muros. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultu- ra, 1994. LÓPEZ AUSTIN, Alfredo. «Las relaciones de Cholula, Culhuacan, Teotzacualco y Amoltepeque». Reimpresos, 15 (1979), pp. 155-178. LÓPEZ DE VELASCO, Juan. Geografía y descripción universal de las Indias. Madrid: Establecimien- to Tipográfico de Fortanet, 1894 (reed. Madrid: Atlas, 1971). LÓPEZ GÓMEZ, J. y LÓPEZ GÓMEZ, A. «Cien años de estudios de las «Relaciones Topográficas de Felipe II» después de Caballero». Arbor (Madrid), 538 (1990). LÓPEZ GUZMÁN, Rafael. «Imágenes urbanas en las Relaciones Geográficas de Felipe II». En: AA.VV. Felipe II y el arte de su tiempo. Madrid: Fundación Argentaria, 1998, pp. 211-233. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 473

LÓPEZ GUZMÁN, Rafael. «Urbanismo español en América. Un modelo de transferencia». En: AA.VV. Vías de confluencias culturales: un patrimonio común. Bogotá: Instituto Nacional de Vías, 1995, pp. 8-39. LÓPEZ GUZMÁN, R. y GARCÍA RUBIANO, M.V. «La plaza mayor de México y las realizaciones con- temporáneas en Andalucía Oriental». Códice (Jaén), 4 (1989), pp. 41-49. LÓPEZ GUZMÁN, Rafael, GILA MEDINA, Lázaro, HENARES CUÉLLAR, Ignacio y TOVAR DE TERE- SA, Guillermo. Arquitectura y carpintería mudéjar en Nueva España. México: Grupo Azaba- che, 1992. LORENZO MONTERRUBIO, A., LORENZO MONTERRUBIO, C. y VERGARA HERNÁNDEZ, A. Catálo- go del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo. 2 Vol. México: Gobierno del Estado de Hi- dalgo, 1988. LUCENA SALMORAL, Manuel (Coordinador). Historia de Iberoamérica. Madrid: Cátedra, 1990. MADRE DE DIOS, Fray Agustín de la. Tesoro escondido en el Monte Carmelo mexicano (Obra escri- ta entre 1646-1653). México: UNAM, 1986. MARTÍN GARCÍA, Francisco. Don Vasco de Quiroga (Protector de los Indios). Salamanca: Universi- dad, 1993. MARTÍNEZ, Andrea. «Las pinturas del manuscrito de Glasgow y el Lienzo de Tlaxcala». Estudios de cultura náhuatl. 20 (1990), pp. 141-162. MARTÍNEZ CORZA, José Jaime. «Los caminos hacia los minerales de México». En: Actas del IV Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Vol.2. Madrid: Ministerio de Fomento, 2000, pp. 921-924. MARTÍNEZ DE CUERVO, Consuelo y BOLAÑOS MARTÍNEZ, Raul (Coordinadores). Códice Ramírez. Relación del origen de los indios que habitan en la Nueva España según sus historias. México: Secretaría de Educación Pública, 1975. MARTÍNEZ MARÍN, Carlos. Tetela del Volcán. Su historia y su convento. México: UNAM, 1984. MARTOS LÓPEZ, Luis Alberto y YOMA MEDINA, Maria Rebeca. «Caminos de agua y caminos de tierra: Acequias y calzadas en la ciudad de México durante el periodo colonial». En: Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Vol. 3. Guadalajara: AACHE, 1996, pp. 579-588. MEDINA, M.A. «Métodos y medios de evangelización de los dominicos en América». En: Los domi- nicos y el Nuevo Mundo. Actas del Primer Congreso Internacional. Sevilla: Editorial Deimos, 1988, pp. 156-207. —Los dominicos en América: Presencia y actuación de los Dominicos en la América Colonial Es- pañola de los siglos XVI-XIX. Madrid: Fundación Mapfre América, 1992. MÉNDEZ, Fray Juan Bautista. Crónica de la provincia de Santiago de México de la Orden de Predi- cadores, 1685. MÉNDEZ SÁINZ, Eloy. Urbanismo y Morfología de las ciudades novohispanas. El diseño de Puebla. México: UNAM, 1988. MENDIETA, Fray Jerónimo de. Historia eclesiástica indiana (Obra escrita en 1595). México: Porrúa, 1980. MENDIOLA QUEZADA, Vicente. Arquitectura del Estado de México, en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 1993. MENDOZA VARGAS, Héctor (coordinador). México a través de los mapas. México: UNAM, 2000. 474 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

MIGNOLO, Walter D. «El mandato y la ofrenda: la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, de Diego Muñoz Camargo, y las Relaciones de Indias». Nueva Revista de Filología hispánica, 35, nº. 2 (1987), pp. 451-484. MIRANDA, José. Estudios Novohispanos. México: UNAM, 1995. MOLINA MARTÍNEZ, Miguel. El Municipio en América. Aproximación a su desarrollo histórico. Gra- nada: Centro de Estudios Municipales de Cooperación Internacional, 1996. MONTES BARDO, Joaquín. Arte y espiritualidad franciscana en la Nueva España. Siglo XVI. Jaén: Universidad y UNED-Centro Asociado Andrés de Vandelvira, 1998. MONTES DE OCA VEGA, Mercedes; RABY, Dominique; REYES EQUIGUAS, Salvador y SELLEN, Adam T. Cartografía de tradición hispanoindígena. México. UNAM, 2003. MORALES FOLGUERA, José Miguel. La construcción de la utopía. El proyecto de Felipe II (1556- 1598) para Hispanoamérica. Málaga: Universidad, 2001. MORALES PADRÓN, Francisco. Andalucía y América. Madrid: Fundación Mapfre, 1992. MOREL, Héctor V. y DALI MORAL, José. Diccionario mitológico americano. Buenos Aires: Kier, 1987. MORENO, Joseph. Vida de don Vasco de Quiroga. Morelia: Basal, 1989 MORENO, Heriberto. Los agustinos, aquellos misioneros hacendados. México: Secretaría de Educa- ción Pública, 1985. MÖRNER, Magnus. La Corona Española y los foráneos en los pueblos de indios de América. Ma- drid: Agencia Española de Cooperación Internacional, 1999. MOTA Y ESCOBAR, Alonso de la. Descripción geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Vizcaya y León. México: Pedro Robredo, 1940. MOTOLINÍA, fray Toribio de Benavente. Memoriales, o libro de las cosas de la Nueva España y de los naturales de ella. México: UNAM, 1971. MOYA RUBIO, Víctor José. La vivienda indígena de México y del mundo. México: UNAM, 1982. MULLEN, Robert J. Dominican Architecture in Sixteenth Century Oaxaca. Arizona: Center for Latin American Studies, 1975. — La arquitectura y la escultura de Oaxaca. 1530s-1980s. México: Codees, 1994. MUNDY, Bárbara E. The mapping of New Spain. Indigenous Cartography and the Maps of the Rela- ciones Geográficas. Chicago: The University of Chicago Press, 1996. MUÑOZ CAMARGO, Diego. Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, de las Indias y del Mar Océano para el buen gobierno y ennoblecimiento de ellas. México: UNAM, 1981. — Historia de Tlaxcala. Madrid: Historia 16, 1986. MURIEL, Josefina. Hospitales de la Nueva España (2 vols.). México: UNAM, 1990. NOVELLA, Roberto. «La costa de Michoacán, Méjico, en el siglo XVI». Anales del Museo de Améri- ca. (Madrid), 4 (1996), pp. 25-37. OJEA, H. Libro tercero de la historia religiosa de la provincia de México (Obra escrita en 1607). México: Museo Nacional de México, 1897. ORTIZ LAJOUS, Jaime. San Agustín de Acolman. México: Azabache, 1990. OTS CAPDEQUÍ, J.M. El Estado Español en las indias. México: Fondo de Cultura Económica, 1993. OTTE, Enrique. Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540-1616. México: Fondo de Cultura Eco- nómica, 1996. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 475

PALM, Erwin Walter. Los orígenes del urbanismo imperial en América. México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1951. — «La aportación de las órdenes mendicantes al urbanismo en el Virreinato de la Nueva España». Verhandlungen des XXXVIII Internationalen Amerikanistenkongresses (Stuttgart-Munchen), 1968, pp. 131-140. — «Rasgos humanistas en la cartografía de las relaciones geográficas de 1579-1581». Comunicacio- nes (Puebla de los Ángeles), 7 (1973), pp. 109-112. — «Estilo cartográfico y tradición humanista en las relaciones geográficas de 1579-1581». En: Atti del XL Congreso Internazionale degli Americanisti (Roma-Génova), vol. 3. Génova, 1975, pp. 195-203. PASO Y TRONCOSO, Francisco del. «Descripción de la Villa del Espíritu Santo por el Alcade Mayor Suero de Cangas, en 29 de abril de 1580, con notas». Revista Mexicana (México), 3/7 (1880), pp. 55-56 y 70-72. PASO Y TRONCOSO, Francisco del. Papeles de Nueva España. Madrid: Establecimiento Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1905. — Papeles de Nueva España: México: Talleres Tipográficos del Museo Nacional, 1932. — Epistolario de Nueva España, 1505-1818. México: Biblioteca histórica mexicana de obras inédi- tas, 1939-1942. PASTOR MUÑOZ, Mauricio y LÓPEZ GUZMÁN, Rafael. «Los sistemas de representación en los gromáticos latinos y su pervivencia en las imágenes de las ciudades Hispanoamericanas». En: Con- greso Internacional Contemporaneidad de los Clásicos: la Tradición Greco-Latina ante el siglo XXI (La Habana, 1998). Murcia: Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1999, pp. 465-478. PÉREZ RODRÍGUEZ, V. «Primer urbanismo colonial en la provincia de Jaén, y su implantación como antecedente del diseño urbano para las ciudades Hispanoamericanas». Cuadernos de Arte, 19 (1988), pp. 177-206. PHELAN, John L. El Reino Milenario de los Franciscanos en el Nuevo Mundo. México: UNAM, 1972. PIÑA CHÁN, Román. Teotenango, el antiguo lugar de la muralla. México: Dirección de Turismo, 1975. PITA MOREDA, M.T. «La expansión de la orden por Nueva España». En: Los Dominicos y el Nuevo Mundo. Actas del Primer Congreso Internacional. Sevilla: Deimos, 1988, pp. 209-229. —«El nacimiento de la provincia dominicana de San Hipólito de Oaxaca». En: Los dominicos y el Nuevo Mundo. Actas del Segundo Congreso Internacional. Salamanca: San Esteban, 1990, pp. 433-452. — Los predicadores novohispanos del siglo XVI. Salamanca: San Esteban, 1992. POMAR, Juan Bautista. «Relación de Tezcoco». En: Relaciones de Texcoco y de la Nueva España. México: Salvador Chávez Hayhoe, 1941. PONCE LEIVA, Pilar. «Los cuestionarios oficiales: ¿un sistema de control del espacio?» En: SOLA- NO, Francisco de. Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias. Madrid: CSIC, 1988, pp. XIX-XXXVI. PORRAS MUÑOZ, Guillermo. El gobierno de la ciudad de México en el siglo XVI. México: UNAM, 1982. 476 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

PUENTE Y OLEA, Manuel de la. «Relación de la comarca y minas de Temascaltepec, hecha en 1579 por D. Gaspar de Covarrubias…». Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate (Méxi- co), 3 (1890), pp. 203-214. QUIROGA, Vasco de. La utopía en América. Madrid: Historia 16, 1992. RAMÍREZ CABAÑAS, Joaquín. La ciudad de Veracruz en el siglo XVI. México: UNAM, 1943. RAMÍREZ CURIEL, Alejandro. Zumpango. Monografía Municipal. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 1999. RAMÍREZ ROMERO, Esperanza. Pátzcuaro. Catálogo de monumentos y sitios de la región lacustre. Pátzcuaro, México: Gobierno del Estado de Michoacán y Universidad Michoacana de San Ni- colás de Hidalgo, 1986. REA, Alonso de la. Crónica de la orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán (Obra de 1639). México: Imprenta J.R. Barabedillo, 1882. REAL DÍAZ, José Joaquín. «Las ferias de Jalapa». Anuario de Estudios Americanos (Sevilla), 16 (1959), pp. 167-314. Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias. (4 vols.). Madrid: Cultura Hispánica, 1973. RESINA SOLA, Pedro. Frontino. De Agri Mensura. Granada: Universidad, 1983. REYES-VALERIO, Constantino. El pintor de conventos. Los murales del siglo XVI en la Nueva Espa- ña. México: INAH, 1989. RICARD, Robert. La conquista espiritual de México. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. ROBERTSON, Donald. Mexican manuscript painting of the early colonial period. New Haven: Yale University Press, 1959. ROBERTSON, Donald. «The Relaciones Geográficas of México». En: XXXIII Congreso Internacio- nal de Americanistas. San José (Costa Rica), 1958. San José, 1959, pp. 540-547. — «The pinturas (maps) of the Relaciones Geográficas, with a Catalog». Handbook of Middle American Indians (Austin), 12/1 (1972), pp. 243-278. ROBERTSON, Donald y BARTON ROBERTSON, Martha. «Catalog of pinturas (maps) of the Relacio- nes Geográficas». Handbook of Middle American Indians (Austin), 12/1 (1972), pp. 265-278. ROBLES GARCÍA, N.M., MAGADAN, M.L. y MOREIRA QUIROS, A. Reconstrucción colonial en Mitla. Oaxaca, México: INAH, 1987. RODRÍGUEZ PAZOS, M. Reducciones franciscanas en México. «Archivo Ibero-Americano», XIII, (1953), pp. 129-164. ROJAS, G. «Descripción de Cholula» (Obra escrita en 1581). Revista Mexicana de Estudios Históri- cos (México), 1 (1927), pp. 158-170. ROJAS, José Luis de. México-Tenochtitlan. Economía y sociedad en el siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. ROJAS-MIX, Miguel. La Plaza Mayor. El urbanismo, instrumento de dominio colonial. Barcelona: Muchnik, 1978. ROSSI, A. La arquitectura de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili, 1995. RUBIAL GARCÍA, Antonio. El convento agustino y la sociedad novohispana (1533-1630). México: UNAM, 1989. RUBIO MAÑÉ, José Ignacio. El Virreinato. 4 vols. México: Fondo de Cultura Económica, 1983. RUSSO, Alexandra. El realismo circular. Tierras, espacios y paisajes de la cartografía novohispana, siglos XVI y XVII. México, UNAM, 2005. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 477

SÁENZ DE SANTA MARÍA, Carmelo. «La «reducción a poblados» en el siglo XVI en Guatemala». Anuario de estudios americanos, 29 (1972), pp. 187-228. SAHAGÚN, fray Bernardino de. Historia general de las cosas de Nueva España. México: Alianza, 1989. SALAS CUESTA, Marcela. La iglesia y el convento Huejotzingo. México: UNAM, 1982. SALCEDO, Jaime. Urbanismo Hispano-Americano (siglos XVI, XVII y XVIII). Bogotá: Pontificia Uni- versidad Javeriana, 1996. SÁNCHEZ DE CARMONA, Manuel. Traza y Plaza de la Ciudad de México en el siglo XVI. México: Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, 1989. — «Los edificios de Cabildo en la Nueva España». En: AA.VV. Cabildos y Ayuntamientos en Amé- rica. México: Tilde, 1990, pp. 77-90. SANTA CRUZ, Alonso de. Islario general de todas las islas del mundo. Madrid: Imprenta del Patro- nato de Huérfanos de Intendencia e Intervención Militares, 1918. SARTOR, Mario. La cittá e la conquista. Roma: Editrice, 1981. — Arquitectura y Urbanismo en Nueva España. Siglo XVI. México: Azabache, 1992. SERRERA CONTRERAS, Ramón M. Tráfico terrestre y red vial en las Indias Españolas. Barcelona: Ministerio del Interior-Dirección General de Tráfico-Lunwerg Editores, 1992. — «La implantación de las instituciones castellanas en el Nuevo Mundo: conocimiento geográfico y ordenación del territorio en Indias». En: El Reino de Granada y el Nuevo Mundo. Actas del V Congreso Internacional de Historia de América. Granada: Diputación Provincial, 1994, Vol. 3, pp. 255-264. SOLANO, Francisco de. Estudios sobre la ciudad Iberoamericana. Madrid: CSIC, 1983. — Cuestionarios para la formación de las Relaciones Geográficas de Indias. Siglos XVI-XIX. Ma- drid: CSIC, 1988. — Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1492-1600. Madrid: CSIC, 1996. — Normas y leyes de la ciudad Hispanoamericana, 1601-1821. Madrid: CSIC, 1996. — Ciudades Hispanoamericanas y Pueblos de Indios. Madrid: CSIC, 1998. TAIT, A. Cartography and Colonial Society. Maps of the Relaciones Geográficas of Mexico and Gua- temala. Wisconsin-Madison, 1971. TANCK DE ESTRADA, Dorothy. Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva España, 1800. México, El Colegio de México, 2005. TERÁN BONILLA, José Antonio. El desarrollo de la fisonomía urbana del centro histórico de la ciu- dad de Puebla (1531-1994). Puebla de los Ángeles: Universidad Popular Autónoma, 1996. TOAJAS ROGER, M.ª Ángeles. Diego López de Arenas. Carpintero, Alarife y Tratadista en la Sevilla del Siglo XVII. Sevilla: Diputación, 1989. TORQUEMADA, Fray Juan de. Monarquía indiana (3 vols.). México: Salvador Chávez Hayhoe, 1943- 1944. México: UNAM, 1975-1978. TORRE VILLAR, Ernesto de la. Instrucciones y memorias de los virreyes novohispanos. México: Porrúa, 1991. — Las Congregaciones de los Pueblos de Indios. México: UNAM, 1995. TOUSSAINT, Manuel, GÓMEZ DE OROZCO, Federico y FERNÁNDEZ, Justino. Planos de la ciudad de México. Siglos XVI y XVII. México: UNAM, 1990. TOVAR DE TERESA, Guillermo. «Antonio de Mendoza y el urbanismo». Cuadernos de Arquitectura Virreinal (México), 2 (1985), pp. 3-19. 478 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

TOVAR DE TERESA, Guillermo. La ciudad de México y la utopía en el siglo XVI. México: Espejo de Obsidiana, 1987. — Bibliografía Novohispana de arte. México: Fondo de Cultura Económica, 1988. TOVAR DE TERESA, Guillermo, LEÓN-PORTILLA, Miguel y ZAVALA, Silvio. La utopía mexicana del siglo XVI. Lo bello, lo verdadero y lo bueno. México: Grupo Azabache, 1992. TRUEBLOOD, Beatrice. Vivienda campesina en México. México: Secretaría de Turismo, 1994. ULLOA, D. Los predicadores divididos. Los dominicos en Nueva España. México: Colegio de México, 1977. URQUIZA VÁZQUEZ DEL MERCADO, G. Convento de Huexotla. Reflejo de la mística franciscana. México: Plaza y Valdés, 1993. VALADÉS, fray Diego. Retórica cristiana. México: Fondo de Cultura Económica, 1989. VALERO DE GARCÍA LASCURÁIN, Ana Rita. La ciudad de México-Tenochtitlán, su primera traza. 1524-1534. México: Jus, 1991. VARGAS REA, Luis. «Relación de Celaya y su partido, año de 1570». Papeles de Nueva España coleccionados por Francisco del Paso y Troncoso. México: Biblioteca de Aportación Histórica, 1945, pp. 115-157. — «Relaciones de Periván, Tarimeo y Necotlán». Papeles de Nueva España coleccionados por Fran- cisco del Paso y Troncoso. México: Biblioteca Aportación Histórica, 1945, pp. 85-112. — «Relación de Asuchitlán». Papeles de Nueva España coleccionados por Francisco del Paso y Troncoso. México: Biblioteca Aportación Histórica, 1946, pp. 7-50. — «Relaciones: Sinrándaro y Guayameo, Pátzcuaro, Zinguanzingo». Papeles de Nueva España co- leccionados por Francisco del Paso y Troncoso. México: Biblioteca Aportación Histórica, 1946, pp. 9-67. — Papeles de Nueva España coleccionados por Francisco del Paso y Troncoso. México: Biblioteca de Aportación Históricas, 1947. — Papeles de Nueva España coleccionados por Francisco del Paso y Troncoso. Segunda Serie. Re- laciones Geográficas de Galicia, Vizcaya y León. México: Biblioteca Aportación Histórica, 1948. — Relaciones de los pueblos de la provincia de Amula: Ameca. México: Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1951. — Relaciones de los pueblos de la provincia de Amula: Zapotitlán. México: Biblioteca de Historia- dores Mexianos, 1952. — Relaciones de los pueblos de la provincia de Amula: Tuscaquesco y Cusalapa. México: Bibliote- ca de Historiadores Mexicanos, 1952. — Relaciones de los pueblos de la provincia de Amula: Tenamaztlan. México: Biblioteca de Histo- riadores Mexicanos, 1952. — Papeles de la Nueva España: Relación de los pueblos de su Magestad del reyno de Nueva Galicia, y de los tributarios que en ellos hay. México: Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1952. — Relación de Quacoman, anónimo encontrado por Francisco del Paso y Troncoso. México: Bi- blioteca de Historiadores Mexicanos, 1952. — Relación de Maquili, Alimanci, Cuxquaquautla y Epatlan, anónimo encontrado por don Francis- co del Paso y Troncoso. México, 1952. — Relaciones de Santa Cruz y de Tetiquipa, Oaxaca. México: Biblioteca de Historiadores Mexica- nos, 1955. TERRITORIO, POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 479

VARGAS REA, Luis. Relación de los pueblos de Cozautepeque, Teotzacualco y Amoltepeque. Méxi- co: Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Relación de los pueblos de Peñoles. México: Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Relación de Santa Cruz Tequipa. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1955. — Relación de Puctla y Relación de Culhuacan. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Descripción de Atlatlauca. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Descripción de la Villa del Espíritu Santo. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Relación de Instlahuaca [Justlahuaca]. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Relación de Aysuchiquilazala. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Relación de Puctla y Relación de Culhuacan. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Relación de Zacatepec. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1956. — Descripción de Antequera. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1957. — Relación de Atengo, Misquiahuala. México, Biblioteca de Historiadores Mexicanos, 1957. — Relación de Teutitlán. México: Biblioteca Aportación Histórica, 1957. — Descripción de Teguantepec por Juan de Torres de Laguna. México: Biblioteca Aportación His- tórica, 1958. VÁZQUEZ VÁZQUEZ, Elena. Distribución geográfica de las órdenes religiosas en la Nueva España. México: UNAM, 1965. VELÁZQUEZ, Feliciano. Códice Chimalpopoca: Anales de Cuauhtitlan y Leyenda de los Soles. México: UNAM, 1975. VENCES VIDAL, M. «Notas para la arquitectura de la evangelización en el Valle de Oaxaca». En: Los Dominicos y el Nuevo Mundo. Actas del Segundo Congreso Internacional. Salamanca: San Esteban, 1990, pp. 475-520. VERÁSTIQUE, B. Michoacán and Eden. Vasco de Quiroga and the evangelization of Western Méxi- co. Austin: University of Texas Press, 2000. VETANCOURT, Agustín de. Teatro mexicano. Descripción breve de los sucesos ejemplares, históri- cos y religiosos del Nuevo Mundo de las Indias. México: Porrúa, 1971. — Crónica de la provincia del Santo Evangelio y menologio franciscano. México: Porrúa, 1971. VIÑAS MEY, Carmelo y PAZ, Ramón. Relaciones histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II. Provincia de Madrid. Madrid, 1949. — Relaciones histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II. Reino de Toledo. 3 vols. Madrid, 1951-1963. — Relaciones histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II. Ciudad Real. Madrid, 1971. WAYNE POWELL, Philip. Capitán mestizo: Miguel Cabrera y la frontera norteña. La pacificación de los Chichimecas (1548-1597). México: Fondo de Cultura Económica, 1997. WRIGHT, David. Querétaro en el siglo XVI. Fuentes documentales primarias. México: Gobierno del Estado de Querétaro, 1989. YONEDA, Keiko. Los mapas de Cuauhtinchan y la historia cartográfica prehispánica. México: Fon- do de Cultura Económica, 1991 (2ª edición). YOUNG, John y HENDERSON AITKEN, J. A catalogue of the manuscripts in the Library of the Hunterian Museum in the University of Glasgow. Glasgow: James Maclehose & Sons, 1908. 480 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

ZAVALA, Silvio. Recuerdo de Vasco de Quiroga. México: Porrúa, 1965. — Francisco del Paso y Troncoso, su misión en Europa, 1892-1916. México: UNAM, Biblioteca del Claustro de Sor Juana, 1980. — Los esclavos indios en Nueva España. México: El Colegio Nacional, 1981. — El servicio personal de los indios en la Nueva España-II. 1550-1575. México: El Colegio de Méxi- co, 1985. 12. ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA ...... 7

2. LAS RELACIONES DE FELIPE II ...... 19 2.1. Historiografía ...... 21 2.2. Las relaciones de 1577 y 1584: objetivos y análisis ...... 27 2.3. Los fondos documentales ...... 31 2.4. El sistema de ejecución ...... 33 2.4.1. Estructura del Gobierno Virreinal ...... 33 2.4.2. Los Redactores...... 35

3. LAS «PINTURAS» DE LAS RELACIONES GEOGRÁFICAS ...... 43

4. LA RED DE COMUNICACIONES ...... 129

5. LAS TRAZAS URBANAS. 155 5.1. Ciudades administrativas y de españoles ...... 160 5.2. Pueblos de indios ...... 168 5.3. Enclaves mineros ...... 178 5.4. Poblaciones de frontera ...... 183

6. LA ARQUITECTURA ...... 193 6.1. Materiales constructivos ...... 195 6.2. Arquitectura doméstica ...... 203 6.3. Edificios religiosos ...... 216 6.4. Hospitales ...... 229 6.5. Edificios institucionales ...... 241 484 RAFAEL LÓPEZ GUZMÁN

6.5.1. Los Cabildos Indígenas...... 241 6.5.2. Rollos y Picotas...... 248 6.6. Arquitectura hidráulica ...... 251 6.7. Temascales ...... 255

7. ANÁLISIS REGIONAL DE LA NUEVA ESPAÑA ...... 259 7.1. El Valle de México ...... 261 7.2. Estado de México ...... 273 7.3. Estados de Puebla y Tlaxcala ...... 277 7.3.1. Tlaxcala...... 279 7.3.2. La Región de Tepeyacac ...... 285 7.3.3. La ciudad de Cholula ...... 293 7.3.4. La zona sur del Estado de Puebla ...... 296 7.3.4.1. Huatlatlauca y Huahuetlán...... 296 7.3.4.2. Ahuatlán...... 297 7.3.4.3. Acatlán y su partido...... 298 7.3.5. La Relación de Ocopetlayuca (Tochimilco) ...... 299 7.3.6. La zona norte del Estado de Puebla ...... 300 7.4. Estado de Hidalgo ...... 302 7.4.1. Meztitlán...... 302 7.4.2. El Corregimiento de Zempoala ...... 305 7.4.3. Tepeapulco...... 310 7.4.4. El Valle del Mezquital ...... 311 7.4.5. El Corregimiento de Quauhquilpan (Huaquilpan) ...... 314 7.4.6. Huejutla (de los Reyes) ...... 315 7.4.7. Minas de Zimapán ...... 316 7.5. Estado de Morelos ...... 316 7.5.1. Las Cuatro Villas...... 316 7.5.2. El Corregimiento de Tetela del Volcán ...... 322 7.5.3. El Corregimiento de Totolapan ...... 324 7.6. Estado de Guerrero ...... 326 7.6.1. Los centros de Iguala y Taxco ...... 326 7.6.2. La Alcaldía Mayor de Zumpango ...... 333 7.6.3. El entorno del Río Balsas ...... 336 7.6.4. La zona oriental de Guerrero ...... 337 7.7. Estado de Oaxaca ...... 338 7.7.1. La Mixteca...... 340 7.7.2. El Valle de Oaxaca y la zona Zapoteca ...... 348 7.7.3. El Litoral Pacífico...... 363 7.7.3.1. El Istmo de Tehuantepec...... 363 LA NUEVA ESPAÑA DE FELIPE II. TERRITORIO POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA 485

7.7.3.2. La Alcaldía Mayor de Guatulco ...... 365 7.7.3.3. El Corregimiento de Cuahuitlán ...... 366 7.8. Estado de Veracruz ...... 366 7.9. Estado de Michoacán ...... 371 7.9.1. Tiripetío y Necotlán ...... 374 7.9.2. Pátzcuaro y la región lacustre ...... 380 7.9.3. El oeste de Michoacán ...... 384 7.9.4. El lago de Cuitzeo y su entorno ...... 388 7.9.5. La provincia de Motines ...... 391 7.9.6. El sur de Michoacán: Cutzio y Tuzantla ...... 393 7.10. Estado de Guanajuato ...... 394 7.11. Estado de Jalisco ...... 399 7.11.1. La Alcaldía Mayor de Tuchpan...... 399 7.11.2. La Alcaldía de Amula ...... 401 7.11.3. El caso del pueblo de Teucaltiche ...... 401 7.11.4. Villa de la Purificación ...... 402 7.11.5 Las jurisdicciones de Ameca y Tenamaztlán ...... 402 7.11.6. La jurisdicción de Poncitlán y Cuiseo ...... 404 7.12. La Frontera Norte: Estados de San Luis Potosí, Zacatecas, Nayarit y Querétaro ...... 405 7.12.1. San Luis Potosí ...... 405 7.12.2. Nayarit ...... 408 7.12.3. Zacatecas ...... 409 7.12.4. Querétaro ...... 412

8. CONCLUSIONES ...... 415

9. APÉNDICE DOCUMENTAL ...... 425 1. Cédula, instrucción y memoria para la formación de las relaciones y des- cripciones de los pueblos de Indias ...... 427 2. Relación de Tepeaca y su Partido. Descripción urbana de las poblaciones de Tepeaca, Tecamachalco, Quecholac, Tecali y Acatzingo ...... 432 3. Auto del juez Juan Maldonado de Montejo en el que señala el lugar para la congregación de Huejotzingo, dando noticia de ello a los naturales ...... 434

10. FUENTES DOCUMENTALES ...... 437

11. BIBLIOGRAFÍA ...... 461