Juan Viñas en 1913

Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. . Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Juan Viñas

O.V.J. Sombra horripilante Sexo femenino, 96 años Una vez, mi novio me contó que se estaba escribiendo con Los Rosa- Rosario extemporáneo cruces. Yo no sabía qué era eso; pero me cayeron muy mal porque, un día, Mi novio era músico y muy afi- le cogió a él un dolor de muela terrible cionado al billar. Todas las noches, y no pudo tomarse nada para aliviár- iba a la clase de música y después se selo porque ellos se lo prohibían; ni quedaba jugando casi hasta las diez. siquiera canfín podía ponerse, tenía Como vivía enfrente del ingenio, por que aguantar el dolor hasta que se le fuerza tenía que pasar por la iglesia pasara. que, a esas horas, ya estaba cerrada Cuando yo ya vivía en Juan hacía rato. Viñas, a veces, mi novio y yo con- Una noche, él iba bajando por la versábamos debajo de la luz de un acera de la iglesia, cuando oyó muchas poste que estaba en puro frente de la voces de mujeres como rezando el iglesia. La luz era bajísima, parecían rosario y una voz de hombre dirigién- cincos de achote. Una noche, mien- dolo. Le pareció raro que hubiera un tras hablábamos, la luz se bajó todavía más y yo vi, en la calle, la sombra de rosario a esas horas, porque lo rezaban un murciélago enorme con las alas a las seis de la tarde. Pero sí se termi- abiertas encima de él. Asustadísima, nó de asustar y salió corriendo cuando volví a ver para arriba para ver el gran se dio cuenta de que la iglesia, además animalote, pero no había nada. de estar cerrada, estaba oscura, ni una Yo me puse furiosa porque, para sola luz se veía. mí, eso era cosa de Los Rosacruces y Por el susto que se llevó, en lo amenacé con que, si seguía escri- las noches siguientes mejor pasaba biéndose con esos viejos, quebraba corriendo por la acera de enfrente. definitivamente con él, porque yo no 26 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 tenía ninguna necesidad de seguir lle- Viuda caritativa vándome semerendos sustos. Como él me quería mucho, me hizo caso y yo no Un tío abuelo mío se adueñó de volví a ver aquella figura tan horrible. un pedazo en Juan Viñas, donde ahora está la casa de un señor muy conoci- do que tiene un apellido extranjero. C.V. R. Empezó a construir la casa y cada Sexo femenino, 95 años vez que la terminaba, se le caía. Así le pasó varias veces, porque él había ofrecido hacer ahí una ermita dedi- Fruta prohibida cada al Señor del Triunfo, el que sale En Juan Viñas, había una bruja sobre una mulita y, en vez de cumplir esa promesa, decidió hacerse la casa. que se transformaba en guanábana La primera esposa del señor de para que la apretaran y le saborearan Juan Viñas tenía mucha plata y donó la miel. Mi bisabuelo trabajaba con a la Iglesia una casa vieja para que, una carreta y una yunta de bueyes. en esa propiedad, se construyera la Una madrugada, como a las cuatro, ermita y se pudiera pagar lo que mi se encontró la guanábana tirada en el tío había prometido. Así, la casa dejó camino, la juntó y empezó a chuparle de caerse. la miel. Cuando ya no quiso más, la puso en la carreta. Cuando iba para adelante de los A.H.A. bueyes para ponerlos a caminar, mi Sexo masculino, 95 años bisabuelo oyó unas risotadas y se dio cuenta de que era la bruja, que ya se Tío espléndido había tirado de la carreta y estaba bur- lándose de él porque lo había obligado Aquí en Juan Viñas había un señor que pasaba todos los días por la a saborearla. calle que está a la orilla del ingenio. Una noche vio, cerca del ingenio, una Huida peligrosa luz muy brillante. Él creyó que era un foco nuevo y se arrimó a verlo. Yo no Cuando estábamos chiquillos, me acuerdo si la luz le habló primero nos decían que si uno salía en carrera a él o él a la luz, la cuestión es que cuando la mamá o el papá lo iban a supo que allí cerca había un tesoro. castigar, la tierra se abría y se lo tra- El señor le hizo caso a la luz, fue y gaba a uno y después solo se oían los lo buscó y encontró un saco lleno de gritos debajo de la tierra. barras de oro. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 27

No se cómo hizo para cambiar el acató a rezar con mi hermano mayor, oro por plata; pero sí se supo aquí que, para pedirle protección a Dios. Papá después de ser un pobre como uno, se decidió apagar la luz y dejó todo el había convertido en accionista de la pueblo oscuro. Como a la hora, volvió a empresa de buses de y de la prenderla, pero ya había pasado todo. fábrica de cemento. ¡Quién sabe qué diabluras esta- Actualmente, parece que le dejó rían haciendo en el baile que se apa- una buena fortuna a una sobrina que lo reció eso tan espantoso! Todavía hoy atendió bien los últimos años. me agarran escalofríos cuando me acuerdo. E.Q.Z. Larga reflexión Sexo masculino, 93 años Un hermano mío vivía intranqui- Lugar de perdición lo porque en la casa, que estaba en el bajo del ingenio, se oían cosas que se Cuando yo tenía nueve años y caían. Iban a revisar pero nada estaba medio, nos habíamos ido a vivir a caído. Entonces, pensó que, si era una . Ahí había un salón de bruja, la iba a agarrar. Pasaron meses y baile y todos los sábados era un puro meses de pensar cómo, cuando alguien pachangón. le aconsejó que comprara mostaza, la Papá era guarda y cuidaba los llevara donde el padre a bendecir y, sacos de mercadería en una bodega con eso y una cruceta, la agarró. Y en lo alto de una loma. De ahí, salían dejaron de oírse cosas raras. dos cables primarios que llevaban la corriente a todo Tucurrique. Papá Gracias a la luz encendía o apagaba la corriente. Como nosotros éramos solo cuatro, a veces Yo vivía en el bajo del ingenio y nos íbamos con mamá para arriba, a subía al pueblo a visitar a una novia. pasar la noche con papá en el galerón. Un sábado, estaba yo en casa de la Un sábado, estaba el baile en lo muchacha cuando se vino un aguacero mejor del escándalo y los gritos, como que lo mandaba Dios. Me tuve que a la una de la madrugada cuando, por quedar ahí como hasta las once de la los alambres, se apareció un animal noche porque no podía salir. negro de cuatro patas, como un mono, Por la oficina de la Finca, había que iba echando fuego por manos y un árbol de higuerón, donde daba la patas, por todos lados. Nosotros tam- vuelta la callecilla y, en una rama bién lo vimos. La pobre mamá solo doblada, se me presentó una luz muy 28 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 grande. Yo pensé que podía ser un duendes y lo dejaron en el río La fuego fatuo. Maravilla por el rastro. Todo el mundo Cuando llegué a la casa, estaba se movilizó para buscarlo; unos veci- mamá alumbrando dos pajitas de agua nos tocaban guitarra porque, como a con una candela. Me pidió que me los duendes no les gusta la música de fijara si se estaba empozando el agua guitarra, aflojan los chiquitos. en el patio; me asomé y vi que la batea Encontraron al chiquito sentado casi casi se la estaba llevando el agua. en una piedra. Vale que era verano y el En eso, la misma luz grande que había río estaba seco y lo pudieron sacar. visto en la callecilla me alumbró y yo vi todo el patio iluminado. Llegué Reencuentro apenas a tiempo para que el agua no se llevara la batea con la ropita de Un hijo mío tenía como diez años todos nosotros. cuando, en un potrero, se encontró con Después de esa vez, siempre que un duende. Dice que el duende le dijo yo andaba por una oscuridad, la luz el nombre y más cosas; pero yo no las siempre me alumbraba el camino. No recuerdo. me daba miedo porque sabía que era Cuarenta años después, en Los algo bueno. Tiempo después, se lo Chiles donde mi hijo tiene una propie- conté a mi esposa y no se me volvió a dad, lo volvió a ver y lo reconoció por- aparecer la luz. que era exactamente el mismo. Es el segundo hijo que tiene una experiencia Vecina inoportuna con duendes porque, al mayor, me lo dejaron en medio río La Maravilla. Mi esposa estaba asoleando al hijo mayor de nosotros, cuando vio Enviada del cielo que se levantó la tierra y empezó a salir el borde de una tinaja y se oía Una vez, tenía mi esposa los chi- ruido como de monedas. En eso, una quitos enfermos, creo que de tosferina señora vecina llegó por unos chayo- o sarampión. Estaba muy acongojada tes, hablándole muy duro a mi esposa. porque no tenía quién le fuera a traer Cuando eso pasó, se cerró la tierra, la leche a la casa del administrador de la tinaja desapareció y solo seguían la Hacienda, donde la comprábamos. sonando las monedas. Además, no podía dejarlos solos. Ella tenía una olla medianita azul, de loza, Otro Moisés sobre la mesa de la cocina. Después de un rato, fue a coger la olla para buscar A mi hijo el mayor, cuando ape- a alguien que le hiciera el mandado y nas podía sentarse, se lo robaron los la encontró llena de leche. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 29

Mi esposa salió y le preguntó Esa misma vez, íbamos entrando a las vecinas quién le había hecho el al ingenio mi compañero adelante y favor de traerle la leche y ellas le dije- yo atrás, cuando me pasó por el frente ron que habían visto una chiquita muy una sombra negra y, en ese mismo bien vestida, con lazos en la cabeza y momento, mi compañero volvió a ver muy bonita, que entró a la casa con la para atrás y la vio donde atravesó el olla azul en la mano. Pensaron que a lo vidrio de una ventana. Ninguno dijo mejor era de algún familiar que había nada; pero a la noche siguiente, mien- llegado de San José; pero nada de eso tras estábamos tomando café, los dos había pasado. Tal vez fue un ángel que comentamos lo que habíamos visto. la ayudó. Pasos solitarios Ofrenda adelantada Venía una noche de trabajar y ahí Una noche, salí de la casa antes por la casa de los Dondi, en la acera, yo de las doce para ir a trabajar al inge- dí un paso y sonó otro igualito. Volví a nio; abrí la puerta y, cuando fui a ver para todo lado; pero no había nadie. poner el pie abajo, vi una corona de Seguí para abajo y los pasos seguían ciprés con flores y casi la majo. La agarré, la tiré y salió volando quién oyéndose detrás de mí. Me dio miedillo sabe para adonde. y me agarré de un poste que había en la pura esquina. Estaba ahí cuando me acordé que Testigos excepcionales dicen que, cuando uno está asustado y ve una luz aunque sea pequeñita, como Yo tenía un compañero que tra- que le entra valor. Por dicha, en una bajaba en el ingenio en el mismo turno que yo. Él vivía en el centro y yo para casita vieja, vi una lucecita que me dio abajo de la tienda de Paulinita Mazza, fuerzas para cruzar la calle y seguir en la casa de mis suegros. Cuando nos rápido hasta la casa. tocaba entrar a las doce de la noche, yo lo esperaba al frente de la iglesia. Objetivo inalcanzable Una noche, íbamos caminando para el ingenio y se nos ocurrió volver Una vez, estaba parado el inge- a ver para la iglesia. Vimos una fila nio no recuerdo por qué. Era de noche, de gente que salía de la iglesia al atrio casi las doce. Nos quedamos en una como en procesión, le daba la vuelta al ventana viendo para las casas del fren- atrio, volvían a entrar y volvían a salir. te, cuando vimos un bultillo chiquiti- Nunca supimos qué era eso; pero los llo, por la calle que ahora llaman de dos lo vimos. los Administradores. Un compañero 30 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 mío creyó que era un chiquito de él nombre; pero, me dijo que no podía que se había salido de la casa; pero no decirme lo que hablaron porque era un era y menos a esas horas. secreto de algo que no pudo arreglar Nos salimos del ingenio y nos en vida. acercamos a la esquina y ya el bulto Cuando murió, estaba muy enco- iba lejos; nos fuimos siguiéndolo; gidito porque, después de tanto hablar pero nunca lo pudimos alcanzar por- con los muertos, el frío de ellos lo fue que siempre iba más adelante que minando. nosotros. Alma buena Colega anónimo Aquí en Juan Viñas, había un Yo estuve un tiempo de guarda viejito muy humilde, andaba siempre en el Colegio. Siempre oía decir que vestido de caqui, con ropa que le daba ahí salía un bulto como de un hom- míster Straumann y se cobijaba con bre alto; yo no creía hasta que, una un saquito de gangoche. Llevaba leña noche, lo voy viendo a la entrada por a las casas o la picaba. Un día llegó a los baños. Además, otro compañero casa, en el bajo del ingenio; mi esposa también lo vio. empezó a darle comida y él a ayudar en lo que podía y se hizo como de Muerto de frío nosotros. Dormía en un rinconcito de la cocina. A mí me gustaba encontrar- Yo salía de trabajar en las calde- lo ahí cuando llegaba del ingenio a la ras de ingenio a las doce de la noche, medianoche, porque me sentía acom- con un compañero que siempre lo pañado. Yo le dejaba la luz prendida perseguían los muertos y hablaba con para que no encendiera la candela por ellos. miedo a un incendio. Una vez, le llegó un olor feo, Una mañana, le dijo a mi esposa: como a muerto, y me dijo que alguno “Yo hoy me voy” y cuando ella le pre- quería hablar con él. Me pidió que me guntó para dónde, le contó: “Anoche pasara para delante, para cubrirme del vino un ángel muy bonito, resplande- frío de los difuntos. Me dejó en mi ciente, con corona, y me dijo: Mañana casa y se fue para la de él, que estaba a las tres de la tarde te lleva Tatica a la par de la mía. De veras, habló con Dios”. Por supuesto, nadie le creyó. el muerto y se puso tan heladitico que Ella le cocinó un chayote grande que tuvieron que calentarlo. él quería comerse; pero no lo quiso. Se Al día siguiente, le pregunté que fue para arriba y, a la una de la tarde, con quién había hablado y me dio el no había llegado a almorzar. Pensamos Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 31 que alguien lo había aquerenciado con todo de negro y habían solo señoras un trago en una cantina del pueblo. de luto y con la cabeza tapada con Seguimos esperándolo y, cuando una toalla negra. Tampoco pudo ver lo vimos bajando por la oficina de la quiénes eran porque rezaban muy aga- Hacienda, parecía que estaba borra- chadas y, como en esos tiempos no se cho. Llegó y se sentó en las gradas daba la paz, uno no podía ver bien a de la cocina, como siempre. No quiso la gente. No fue a comulgar porque el almorzar. Se quedó ahí queditito y, a domingo antes no había ido a la misa las puras tres de la tarde, hizo la cabe- porque estaba resfriada y no había cilla a un lado y se murió. podido ir a confesarse. Cuando termi- Como era casi uno de nosotros, nó la misa, se fue. yo me hice cargo de la velita, el fune- Cuando abrió la puerta de la ral y el entierro. Era una alma buena. casa, encontró a la familia levanta- dos y asustadísimos porque no sabían dónde estaba. Ella se extrañó y les M. A.V. J. contestó que andaba en misa como Sexo femenino, 86 años todos los días. Y el hijo, más extrañado todavía, le dijo: “Mamá, no puede ser que anduviera en misa porque apenas Misa de ánimas son las dos de la mañana”. Una viejita que vivía en Juan Dicen que, a veces, las ánimas Viñas me contó que, hace muchos necesitan que una persona viva rece por ellas en una misa, para poder salir años, la despertaron las campanadas de del purgatorio y entrar al cielo. la iglesia. Como ella iba a misa todos los días, se levantó rapidito, se mudó y se fue. Vio que estaba oscuritico; pero R.R.B. creyó que el día había amanecido de Sexo masculino, 84 años lluvia o muy ennublado. Cuando la señora llegó a la igle- Menú de fantasmas sia, ya la misa había comenzado. No reconoció al padre porque no era el de En el camino a Santa Marta, ven Juan Viñas; sí notó que era muy alto venir una pelota echando fuego; dicen y muy muy flaco y como muy pálido; que son encantos que hay ahí. además, en esos tiempos, los padres El INVU antes era una ciénega y daban la misa dándole la espalda a la se ven luces en los cafetales. gente. Ella creyó que era una misa de Un señor de Santa Cecilia dice ánimas, porque el padre estaba vestido que, a las puras doce de la noche, baja 32 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 la Tulevieja, es un espíritu como de La mitad de los ángeles se quedó una vieja muy fea que lo asusta a uno en el cielo; pero la otra mitad se salió con solo verla. porque creyeron que se iba a terminar El Cadejos es un animal que, si el mundo cuando vieron que el diablo se le da la mano derecha, nada hace; había caído a la Tierra. Los ángeles pero no se deja tocar. Dicen que a que cayeron son los duendes que, para veces acompaña a los hombres cuando robarse los chiquitos, les dan confites vienen de parrandear. que resultan ser cagajones de caballo. Aquí, atrás de esta casa, por la paja de agua que hay atrás, se oye la Rencor eterno Llorona dando gritos horribles. A mi tata, todas las noches le Una querida de mi tata le hizo un salía la Cegua, porque la hora de llegar mal a mi mamá en una pierna: se le a la casa eran las tres de la mañana. abrió un tubillo y, endespués, los mar- Lo iba a dejar hasta la casa y noso- tes era un solo llorar y llorar porque la tros oíamos los fustanes de ella en el pierna se le ponía en carne viva. Pade- corredor. ció dieciocho años y nunca se curó. Dicen que la Cegua botaba unos Mamá nunca perdonó a mi tata, perfumes tan ricos que los hombres ni siquiera cuando estaba agonizando quedaban encantados; pero se caiban y el padre que fue a confesarla para para atrás cuando le veían la cara despedirla se lo pidió. como de una yegua. La gente cambia- ba de camino para no encontrársela. Paliza brutal Si le salía por la calle de Las Negras, se iban por la piscina o por la calle de El abuelo de mi suegra también los Administradores; pero siempre les era un gran enamorado. Tenía dos volvía a salir a topárselos. queridas: una medio malilla y otra una muchacha terriblemente mala. Una Ángeles caídos noche, iba para la casa de la señora cuando, por el puente de Santa Cecilia, El diablo era el ángel más queri- le resultó un ataúd tapado, con cuatro do de Tatica Dios. Una vez, estaba el candelas encendidas, que no lo dejaba diablo descansando sentado en la silla pasar. Entonces, se sentó en el suelo, del Señor y no quiso darle lance para frente a la caja, para saber qué había que se sentara. Entonces, Tatica Dios adentro. Él sospechaba de la querida lo maldició; se abrieron las puertas del mala; pero no estaba convencido. cielo y el diablo cayó a la Tierra y no Como entre cinco y seis de la pudo volver a entrar. mañana, desde adentro, la voz de ella Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 33 comenzó a gritarle que la sacara; pero tiene concha”, porque no podía salir que no le hiciera nada. Entonces él la por ninguna parte. Entonces, le dio agarró y, con la cruceta bendita que a tomar un polvo blanco y, al cuar- siempre andaba y que tenía filo por los to de hora, empezó a vomitar unos dos lados, le dio una paliza tan terri- gusanos grandes, grandes. Después, ble que hasta le chorreaba la sangre le dio un polvo rojo y le dijo que tenía por todo lado. Como a los ocho días, que agonizar tres días. “Si no lo curo, murió. usté no tiene que pagarme nada”, le El abuelo se compuso y, en ade- dijo a papá. Justo al decir miércoles, a lante, siguió solo con la esposa. las cuatro y cincuenta de la tarde, mi hermano entregó el alma a Dios a los Ajuste de cuentas treinta y tres años. A los nueve días de muerto mi Una vez, papá se enamoró de una hermano, el hijo que había tenido con señora ya casada; dormían los tres jun- la misma mujer -ya estaba casado y tos: uno para arriba, otro para abajo y manejaba un taxi- quería saber quién ella en el centro. Seguro le había dado había matado a su papá. Yo le tuve algo al marido para que no se diera que decir la verdad, que había sido su cuenta de lo que pasaba. Esa mujer le hizo un maleficio mamá. Como él la mantenía, se vengó a mi hermano mayor para que no se echándola puerta afuera de la casa enamorara de ninguna otra. En un apenas llegó a San José y jamás volvió vaso de chicha, le echó el daño para a ver por ella. que se le formara un armado en el estómago. Se le puso hinchadísimo y A.M.B. en las noches, se moría de las ganas Sexo masculino, 81 años de vomitar, seguro para echar afuera el animal, pero no podía. Se puso tan malo, tan malo que papá lo llevó al Matrimonio urgente Hospital San Juan de Dios; pero los doctores no pudieron dar con lo que A un amigo mío que no quería era, fue de padecer y padecer. casarse con la novia, una vez la mamá Cuatro horas a caballo para aden- de ella le echó un maleficio en un tro de Pejibaye, vivía una señora que café que le dio a beber y, al momento, curaba maleficios. Un domingo, nos estaba tan precisado que hasta quería fuimos a buscarla y, apenas nos vio, hablar rapidito con el padre para que supo a lo que habíamos ido. Examinó lo casara. Yo no se si se casaría con a mi hermano y dijo: ”Este armado ya esa misma muchacha. 34 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Carro veloz R. A. P.U. Sexo masculino, 80 años Yo trabajaba haciendo caminos. Una madrugada, como a las tres, iba Nervios de acero yo caminando por un caminillo cuan- do me topé un carro muy raro, parecía Una noche, en Naranjito, venía como una vagoneta, con las luces que yo bien borracho por el cementerio, se prendían y apagaban ligeritico. El cuando de pronto sentí un gran ruido, chofer me llamó y me hizo señas; pero como un caballo que pasó en carrera no me dio tiempo ni de volver a verlo a la par mío; pero no pasó ningún porque salió disparado y desapareció caballo. Venían también unas vecinas en segundos; he durado más en contar- que se devolvieron en carrera, asusta- lo que lo que duró en esfumarse. dísimas porque las había asombrado el mismo espanto. A mí, el guaro me mantuvo En otro ambiente valiente. Dicen que ahí por La Maravilla, buscando hacia La Mica, han visto una Adictos castigados muchacha muy bonita sentada en el Una vez, iban cuatro señores de corredor de una casa. Dicen que es la Juan Viñas bien borrachos para un Cegua, pero yo siempre he sabido que rezo del Niño en Infiernillo. Ahí no sale en los caminos. No sé. había corriente eléctrica, solo el cable del teléfono de la Hacienda. Dúo aterrador Cuando iban por La Zoila, de un momento a otro, se trepó al alambre Por el camino que pasa a un el Mico Malo, que es el diablo. Ellos lado del ingenio, al pie de un palo estaban asombrados de ver ese animal de higuerón, salía una sábana blanca tan horrible corriendo por el alambre extendida volando en el aire. Uno se y, al llegar a la Cruz de Misión, se des- asustaba tanto que solo acataba a salir apareció, porque es un lugar sagrado. huyendo. En ese mismo camino, muchos Cambio de apariencia han visto un hombre grandísimo y altísimo, vestido con ropa oscura y sin Iba un muchacho bien borracho sombrero. de La Maravilla para el centro, por Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 35

La Cruz de Misión

donde está la pista ahora y una vieja M.I.R.B. lo iba siguiendo, siguiendo y lo fue a Sexo femenino, 78 años dejar hasta la casa. Llegó asombrado y tuvieron que salir los abuelos a calen- Confianzuda tarlo porque estaba congelado. La vieja era la Cegua, en forma Yo ha oído a la Llorona en el de una viejilla horrible, con los pelos río La Maravilla en la madrugada. parados, unos dientes grandes y pun- Llora dando alaridos, como una mujer tiagudos y solo uñas todas tierrosas. atacada. A una nieta mía que vive en 36 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Chis, le ha ido a llorar hasta en la pura perrito chiquitito, muy bonito, quería puerta de la casa. darle muchas flores y confites y, por eso, se había ido con él. Presencia evasiva La gente dice que seguro fueron los duendes que cambian de formas Recién pasada a la casa de La para llevarse a los chiquitos. Maravilla, vi pasar por la acera una sombra alta, vestida de negro, que iba como para La Mica. Me extrañó por- R.R.M. que eran como las once y media de la Sexo masculino, 77 años noche y yo ya me estaba acostando. Por eso, me quedé levantada para ver Frustración si conocía a la persona cuando regre- saba, pero no regresó. Una vecina me De joven, yo quería aprender a dijo que tapara la ventana con una nadar y me iba con otros compañeros cobija, pero nunca más la vi. a la poza de La Mica. Una noche de luna, vimos, en una piedra grande que había en el río y que formaba la poza, Visitante alado un hombre delgado; pero tan grande, En un tiempo, yo vivía sola y me que tenía la cabeza a un lado del río y acostaba muy temprano. Una noche- los pies en el otro. De repente, estaba cita, como a las seis y media, iba yo parado en la piedra; después se consu- para el servicio, cuando vi pasar del mió y no volvió a salir. Creímos que comedor a los cuartos un pájaro gran- ya no salía más. Al rato salió, pero no de, negro, como un zanate. Yo le puse tenía cabeza. Mucha gente llegó a ver enfrente el rosario y le dije: “De parte ese hombre, no solo nosotros. de Dios todopoderoso…”, pero no me Nosotros no volvimos ahí para dio tiempo de terminar porque se aprender yo a nadar. desapareció. Sombrero mágico Secuestro navideño Cuando joven, yo tenía un amigo Hace tres años, el 24 de diciem- muy bandido. Una vez, iba él a pasear bre, del corredor de mi casa en Naran- con unos amigos y, en el camino, se jo desapareció un nieto mío de tres encontraron un perro grande, que venía añitos, desde las tres de la tarde hasta como a toparlos. Entonces, el carambas las cinco, cuando apareció en el patio jodido le tiró un sombrerillo de lona de una casa vecina. Contó que un que traía y, al momento, el perro se Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 37 convirtió en una sábana blanca que se la casa y me encontré a la señora con fue volando. Eso son brujerías. dolores porque ya le iban a regalar. Mi mamá era partera y, como vivía en Mascota dócil Naranjo, yo tenía que ir a traerla. Cuando regresamos a La Mica, Una vez, venía yo de Juan Viñas en la pura entrada del potrero donde para Naranjo por la carretera, de bailar estaba la casa, había un portón y ahí o echar serenata, cuando oí que, atrás una semejante luz que echaba chispas de mí, venía algo que sonaba: era el por todas partes y se corría de un lado Cadejos arrastrando las cadenas. a otro, por donde teníamos que pasar. Cuando él le sale, si uno lleva Nosotros estábamos muy acongo- galletas o pan se las va echando, él se jados pensando en la señora. Primero, las va comiendo y sigue caminando le pedimos ayuda a Dios y, después, mansito a la par de uno. Si un enemigo yo le dije a la luz un reguero de malas lo quiere atacar a uno, él lo defiende palabras. En eso, la luz se alzó, se par- a uno y se hace enemigo del enemigo tió en dos y se desapareció. Entonces de uno. fue cuando pudimos llegar a la casa.

Coro de oraciones Un gigante

Faltándome dos días para casar- Recién venido de La Maravilla me, pasé por el panteón como a las para Naranjo hace cuarenta y ocho doce de la noche y, frente a una bóveda años, me encontré una vez con un grande que hay cerca de la calle, oigo bulto como de una persona enorme, esa gran rezadera, era un viaje de voces pero no se le veía la cabeza. rezando yo creo que el padrenuestro. Yo salí espantado para la casa Contra el vicio en pura carrera y casi boto la puerta a patadas. Yo fumaba mucho. Una noche, Un hermano mío que me vio como a las diez, iba para Juan Viñas entrar pálido, pálido me dijo: “Ve; por por la carretera, cuando comienza un andar en la calle, lo asustaron”. zoncho a darme vueltas por la cabeza y, a puros aletazos por la cara, me Congojas de parto botaba el cigarro; entonces, yo encen- día otro fósforo y también me lo bota- Cuando iba a nacer uno de mis ba. Así, un montón de veces. Yo pensé hijos mayores, yo vivía en La Mica. que, si la cosa seguía así, mejor era Llegué una vez casi a la medianoche a salir en carrera. 38 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Por dicha, no tuve que correr Ese lugar era como un cementerio demasiado porque, al llegar a una porque la gente que vino a construir el casa en Naranjito, que tenía un bom- ferrocarril, chinos, negros, italianos, billo encendido, se desapareció el moría de fiebre y picados de serpiente animalejo. y los enterraban ahí mismo.

Misterio sin resolver Negro compañero

En una gruta cerca de aquí, que En el Infiernillo, ahí por el río tiene un san Antonio, en las noches, Naranjo, dicen que van caminando y salía una viejita chiquitica, vestida de oyendo un ruido raro y ven un animal carmelo, con la cabeza tapada con una negro, grande; pero no les hace daño, toalla negra como las que usaban las solo va acompañándolos mujeres antes para entrar en la iglesia. Una vez, me quedé viéndola donde Casa de sustos iba caminando poco a poco y, en lo que volví la cabeza para ver si venía En esta casa asustan porque antes alguien, se desapareció. aquí hubo un cementerio. Mi finada Nunca se llegó a saber qué podría esposa decía que andaban sombras ser. Dicen que cuando alguien debe caminando, oía ruidos y siempre veía una promesa y se muere, después un señor sentado en la sala. viene a este mundo a buscar alguien Mi nieto, que tiene 22 años, ha que le ayude a pagarla. visto un gϋila de cinco años como máximo, machillo, que camina por la casa. No se sabe si lo enterraron vivo R.G. P. o lo mataron. Sexo masculino, 76 años Una noche, estando yo acostado, me jalaron la cobija; yo la jalo otra Voces del pasado vez y me la vuelven a quitar, así un montón de veces, hasta que logré dor- Allí por El hospital asustan. Uno mirme aunque fuera descobijado. va a caballo y siente escalofríos y el Hace como un año, estaba acos- caballo no quiere caminar. Otras veces tado y eché una mano hacia atrás y le se oyen montones de bestias que vie- toqué el pelo a una mujer, porque era nen corriendo; la gente se hace a un un pelo largo. Me enderecé y yo tenía lado para que pasen, pero nunca pasan. helado, helado, el lado del cuerpo que Además, se oyen voces como de gente estaba a la par de la mujer, y con un conversando. desconsuelo terrible en todo el cuerpo. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 39

Otra noche, sentí yo una mano bullón porque caminaba arrastrando helada, como de muerto, que me pasó una cadena gruesa. por la cara, suavecito. Poco después, los vecinos que peleaban tanto se fueron, seguro por miedo al Cadejos. M.V. L. Sexo masculino, 75 años Salvado por el fuego

Deuda sagrada La familia de mi mamá vivía ahí por donde llaman el corral. Una noche, Me llama mi mamá un día y me como a las doce, mi tío iba para la cuenta que en la propiedad de un veci- casa cuando se le montó en ancas la no se estaba viendo una luz azul. Cegua, que inmediatamente, le pidió Mi abuela, que era una mujer un cigarro; él se lo dio, pero apaga- muy valiente, dijo que se iba a animar do. Entonces, la Cegua le pidió fuego a hablarle a la luz. De veras, le habló y para encenderlo, pero él no se lo dio la luz le pidió que le dijera a su fami- porque sabía que, si se lo daba, tenía lia (le dio el nombre) que llevara a la que volverse para verle la cara y, en iglesia una carreta de leña que le había ese momento, ella le pelaba los dientes ofrecido a la Virgen del Carmen y que para asombrarlo. le rezaran un rosario, porque a él no le Cuando ella vio que no le iba a había dado tiempo de hacerlo. dar fuego, mejor se desapareció. La luz era el ánima de un mucha- cho que se había suicidado hacía poco Copito allá por el desvío, porque la muchacha de la que estaba muy, muy enamorado Una tarde, andábamos cone- no le hacía caso. La familia cumplió la jiando por el cementerio, cuando promesa y hasta ahí llegó la luz: nunca los perros que llevábamos a cazar más se volvió a ver. se devolvieron grifos, grifos. Yo me quedé quieto para ver qué pasaba y Como perros y gatos al momento, salió el Copito, que es un perro blanco, pequeño, amigo de Por donde mamá, vivían unos los hombres que andan parrandeando. vecinos que pasaban toda la vida en No se puede tocar porque se le tira un puro pleito. Yo tenía como doce encima a uno para morderlo; pero si años, cuando un día, mamá me llamó a uno lo ataca un enemigo, Copito lo para contarme que había visto pasar defiende, además, lo va a dejar a uno un gran perro negro, que hacía un gran hasta la casa. 40 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Aunque me asusté, Copito no me péguenlo bien, porque si no, a mí me hizo nada seguro porque yo no andaba toca curarlo” y desapareció. en malos pasos. Era el Dueño de monte, que tam- bién lo han visto en La Gloria. Rastro sulfuroso Cacería fallida Una señora de aquí, de Juan Viñas, estaba desesperada por la mala Mi cuarto hijo salió tan bueno para la cacería como yo. Un día, al situación económica. Como ya estaba anochecer, salió con unos amigos a cansada de pedirle a Dios que la ayu- tirar un cabrito. Uno de los compa- dara y nada, decidió pedirle al diablo: ñeros le pidió el rifle y mi hijo se lo “Diablo, por favor, te lo pido, repara- prestó. Cuando estuvo solo, apagó el me plata. Mirá que mal que estoy y foco y, inmediatamente, se le apareció nadie me ayuda”. un muchacho alto que le pregunto qué Al ratito, tocaron la puerta y estaba haciendo ahí. Él le dijo que iba ella salió a abrir. Se encontró con un a tirar un cabrito. Entonces, el mucha- hombre alto, vestido todo de blanco, cho aparecido le dijo: “¿Ustedes no hasta los zapatos, y con un montón de saben que la noche es para los anima- dientes de oro que le brillaban cuando les y no para los cristianos? Si lo van a hablaba. Le dijo:”Yo soy al que le has tirar, péguenlo bien porque si no, a mí pedido que te repare plata.” La seño- me toca curarlo”. ra lo reconoció y se asustó tanto que, Mi hijo salió corriendo muy asus- inmediatamente, invocó a la Santísima tado y les contó a los otros lo que le Trinidad y, en un instante, el dia- había pasado y se fueron todos de ahí. blo desapareció y solo dejó un rastro Después de eso, prometió nunca más hediondísimo de azufre. salir a montiar de noche. Ese también era el Dueño de Petición Monte que yo ví, pero en la forma de un hombre joven. Desde los siete años, yo iba a cazar a la montaña con mi papá. Una L . S.V. noche, estábamos atisbando un tepez- Sexo femenino, 75 años cuintle desde un tabanco y, de vez en cuando, lo enfocábamos para encandi- Silbidos maléficos larlo. En una de tantas, pasó agachado, debajo de nosotros, un hombre gran- En la plaza, se oyen muchos chi- dísimo que se quedó viéndonos fijo flidos también en la noche. La gente y nos dijo: ”Si van a tirar al animal, dice que los chiflidos son del diablo. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 41

Bienvenida ingrata alternar cada semana con otro compa- ñero. Un día de la semana que le toca- Mi hija, una noche venía del tra- ba a él, oyó que en el potrero venían bajo y, al trepar las gradas para llegar arriando los bueyes. Al llegar, contó al zacate que está enfrente de la casa, los bueyes y estaban completos y se oyó unos alaridos horribles. Se metió fijó que nadie venía arriándolos. en carrera asustadísima y trancó la Entonces, muy extrañado, fue y puerta. Nunca supimos qué era. le preguntó al otro compañero y le dijo que él no era el que los arriaba porque Camino complicado esa semana no le tocaba. Papá nunca supo qué fue eso tan extraño. A mamá una vez la asustaron; iba para Naranjo y se le atravesó una sábana blanca que estaba extendida en Oído y visto el camino y no la dejaba pasar. Ahí donde llaman La vuelta del herrumbre, se oían muchos quejidos Levantín malintencionado horribles. Un día, venía yo para el pue- blo, cuando oí un escándalo como de A un tío mío le hicieron un un pleito de chanchos. Me asomé por malificio y una vez lo alzaron hasta donde venía el ruido y lo que vi fue un el techo y lo dejaron guindando de animalejo muy feo, como un zoncho; una cercha. Tuvieron que tirarle cosas pero mucho más grande que, cuando benditas para apiarlo. Por el puente de me vio, salió volando. Yo nunca volví Santa Cecilia, le echaron una carrera a ver un animal como ese. y, al llegar a la casa, detrás de él lo seguía un fuerte olor a azufre. Ade- más, llegaron hasta a ponerlo a andar Triple miedo en cuatro patas, como gateando. Dicen que de esos malificios Fueron unos vecinos a mon- murió. tiar cuando comenzaron los perros a ladrarle a un animal que estaba enca- ramado en un árbol. Ellos empezaron O.O.B. a disparar un montón de tiros, pero Sexo masculino, 75 años nada que lo pegaban. Al mucho rato, creyeron que era algo raro que no lo Ayuda inesperada alcanzara un solo balazo y mejor se devolvieron. Papá contaba que, en Los Ánge- Venían por el camino cuando les, él era arriero de bueyes y le tocaba oyeron un tropel de bestias, yeguas 42 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 o caballos, y, para que no los atrope- Chapulinero irresponsable llaran, se hicieron a un lado del trillo para dejarlos pasar y lo que vieron fue Otra vez, pasaditas las doce de una sábana extendida que pasó volan- la noche, andaba dando la vuelta por do enfrente de ellos. el patio, del ingenio cuando oigo que alguien me llamaba por mi nombre y me dice que va a sacar un chapulín Malla deficiente para ir a traer el agua que se le echaba a la planta. Yo me metí al garage y, Yo era guarda en el ingenio y cuando salí, ya no estaba el chapulín. andaba cuidando en el patio. Un día, En la casetilla, le pregunté al hará como quince años, me trepé en guarda que quién había salido con un carro con manteado, porque oí una un chapulín y me contestó que nadie bulla, y veo un animalote, como decir había entrado ni salido. un perro; pero grande, grande y blan- co, que salió disparado. Me le puse atrás y me quedé asustadísimo cuando Chapulín juguetón vi que atravesó la malla (no se la brin- Una madrugada, empiezo a oír có) y cuando lo vi fue al otro lado. que arrancaban un chapulín y se encendían los focos; pero como no Chinga bullera había nadie, yo iba y los apagaba; al momentito, otra vez todos encendidos. Ahí mismo, en el ingenio, una Así varias veces hasta que mejor me noche como a la una de la madrugada, fui de ahí y lo dejé sonando y encen- encontré la chinga de un camión gran- dido porque no pude apagarlo. de, de los que jalaban el azúcar para Pérez Zeledón, con el motor encendido Rareza porque sonaba mucho y las luces de atrás prendidas. Me corrí para que En el ingenio, había una casa pasara; pero no pasó y, al rato, las donde vivía un señor que trabajaba en luces se fueron haciendo más y más transportes. Una noche que salí a las chiquiticas hasta que se apagaron del doce, me senté como en un bordecillo todo. de la casa esperando al otro compa- Entonces, me trepé a las gradas ñero guarda, cuando empiezo a oír del carro para ver quién era el chofer, voces que rezaban y el ruido como de pero no había nadie. unos zapatos, de esos que les ponen Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 43 casquillos en los tacones para que sue- Joven noctámbula nen bien duro. Yo me paré y me quedé viendo de dónde salía el ruido de los Otra señora y la hija pasaban todo zapatos y la rezadera, pero no vi nada. el tiempo peleando porque a la mamá no le gustaba que llegara muy tarde en la noche y la hija llegaba tardísimo Premonición siempre. Una vez, la muchacha llegó Una noche, como a las doce, iba como a la media noche y, casi se muere yo por lo bomba del ingenio cuando del susto, cuando encontró el portón de sentí un escalofrío por todo el cuerpo la casa en una sola llamarada. y un miedo horrible. Por un momen- to, pensé en devolverme para ver qué Rapto había atrás de mí, pero luego pensé que era mucha pendejada; después, Mamá contaba que una seño- me arrepentí y me fui a buscar al otro ra tenía una hija muy rebelde. Una compañero guarda. Él me dijo que vez, la mamá estaba aplanchando y la mejor que no me hubiera devuelto por- mandó a meter la ropa. La muchacha, que seguro me hubieran asombrado. muy insolente, le dijo que fuera ella Según me dijeron, eso tan feo y se metió en la letrina, que estaba que sentí era como un aviso. en el patio. Cuando vieron que no salía, empezaron a llamarla, pero no contestaba. M.C.Q.R. Entonces, mandaron a traer un Sexo femenino, 75 años carpintero para que botara la puerta y cuando abrieron, vieron que no estaba. Incendio Se la había llevado el diablo por faltar- le al respeto a la madre. Una señora y la hija vivían en la calle de la Escuela, en una casa que tenía cafetales por todos lados. Una Z.C.T. noche, estaban peleando cuando, de Sexo femenino, 74 años un pronto a otro, vieron una llamarada en el cafetal. Llamaron al padre para Ir por lana y salir trasquilada que echara agua bendita y todo volvió a la normalidad. Era el diablo porque, Mi abuelita materna era una par- además, se oían ruidos rarísimos. tera muy buena. Un día, estaba molien- Los hermanos de mamá y mi do, cuando tocaron la puerta, ella abrió abuela también vieron la llamarada. y le entregaron un paquete envuelto en 44 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 periódico. Cuando lo desenvolvieron, Me asomé por el zanjón para ver vieron que era un ladrillo y, como no si veía a la señora con el chiquito, pero les servía para nada, mandaron a un estaba vacío. tío mío, que estaba jovencillo, a tirarlo Después, he oído decir que en esa en una pajilla de agua que pasaba por cuesta se oye llorar el chiquito de La el ingenio. llorona. No se si será el que yo oí, pero A los tres días, llegó una señora lo oí bien clarito. a preguntarle a abuelita por el paquete que ella le había mandado. Abuelita le dijo que lo habían tirado en la acequia. M. E.V. Entonces la señora, llorando, le suplicó Sexo masculino, 73 años que la ayudara sacando el ladrillo del agua, para que se le curara una llaga Pareja de novios tremenda que tenía en una pierna y le explicó que ella le había hecho un Iba yo chiquito para la casa, maleficio (a abuelita) para que se man- como a la una de la mañana, con papá, cara y no pudiera traer más chiquitos y que se había quedado tan tarde jugan- así le dejara el trabajo solo a ella. do billar cuando, en el llano arriba del Con grandes costos, mi tío sacó cementerio, vimos una pareja. Al prin- el ladrillo del agua y hasta ahí llegó cipio, no nos extrañó porque muchas el maleficio que le quería hacer a mi parejas se iban a los cañales de por ahí abuelita. No se si la señora se curó de a sus cosas; pero lo raro es que los dos la llaga; pero le pidió perdón a abuelita; estaban completamente… vestidos de ella la perdonó, pero le dijo que nunca blanco. volviera a hacer nada como eso. Alegría truncada ¿El chiquito de la Llorona? Yo tenía una tía muy alegrita. Una De casada, yo viví un tiempo en noche, iba ella para la casa cuando oyó la cuesta que baja para el INVU. Un como una fiesta, como bailando en día, al cerrar el portón de afuera, oí una casa que estaba sola. Se quedó un el llanto de un chiquito. Como estaba momento parada en la calle, seguro lloviznando, pensé que si alguna seño- para ver si la invitaban, cuando sintió ra llevaba un chiquito pequeño, se le que le arrancaron el paño que andaba iba a mojar. Por eso, entré en carrera puesto en la cabeza. a la casa a buscar una sombrilla y salí Cuando mi tía llegó a la casa, a la calle y, aunque el chiquito seguía encontró el paño guindando de la llorando, no había nadie. puerta. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 45

M.Q.R. panadería de Manuel Acuña; al fren- Sexo masculino, 73 años te había un poste de luz y ahí vi un señor gigantesco, como de más de dos metros de altura, parado, con los bra- Un vivo muerto zos entrecruzados a la altura del estó- Una noche, estaba un tío mío con mago; tenía puesto un sombrero de ala unos compañeros jugando en el billar grande y estaba vestido todo de negro. de Maurilio Esquivel, cuando llegó Se agachaba hacia delante y luego se enderezaba y parecía estar esperando otro y les contó que se había muerto algo. Nosotros, todos asustados, empe- un amigo de todos ellos. Inmediata- zamos a caminar para atrás para no mente, dejaron de jugar para irse a la darle la espalda. vela en La Maravilla. Como a los cincuenta metros, Cuando se toparon al difunto había otro poste y ahí estaba otra vez subiendo la cuesta de los tablones, cre- el hombre y nosotros no lo vimos yeron que los habían vacilado con la caminar. Al dar la vuelta por donde noticia. Ellos lo saludaron; pero él no Arturo Mazza, debajo de otra luz, se paró ni les devolvió el saludo y eso estaba el hombre grande. Esa fue la los extrañó mucho. Siempre se fueron última vez que no solo yo sino todos a la vela y se asustaron muchísimo los compañeros lo vimos. cuando, de veras, lo encontraron en la Mucha gente en Juan Viñas ase- sala de la casa, en la caja, entre cuatro gura haberlo visto, pero nadie sabe candelas encendidas. quién es esa figura ni qué quiere. Aunque es cierto que se asustaron Hace como seis años, una cuñada mía, mucho, pensaron que el amigo muerto que estaba a deshoras de la noche los había ido a topar para despedirse paseando a un nietito que no se quería de ellos. dormir, se asomó por la ventana de la sala y, debajo del poste de luz que está enfrente, vio un hombre exactamente Espera interminable igual al que vimos de chiquillos y A los chiquillos nos mandaban de estaba como viendo para el INVU. Ella se asustó igual que nosotros, pero dos en dos a llamar a los trabajadores tampoco sabe qué es el asunto. La del ingenio que entraban en el segundo aparición, que ya tiene muchos años, turno, el de las doce de la noche. Íba- todavía sigue en el misterio. mos por el barrio Santa Cecilia, por la calle de Las Negras que era muy oscu- Como un terremoto ra y también al barrio La Maravilla. Una noche, veníamos saliendo Un día en 1948, mamá recibió del ingenio y yo volví a ver para la un telegrama con la noticia de que un 46 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 hermano de ella que vivía en Guada- pasó por donde ellos, pero abajo, oyó lupe se había muerto. Nos mandaron, un testarazo como si los caballos se a mis dos hermanas y a mí, a avisarle hubieran desbarrancado. a papá que estaba trabajando en el Entonces, volvió la cabeza para ingenio, para que buscara quien lo sus- atrás, para ver qué había pasado y, tituyera en los tachos para poder irnos cuando volvió a ver otra vez para ade- a San José al entierro. lante, se le presentó una gran sombra La calle de los Administradores, negra, negra extendida en toda la calle, por donde teníamos que pasar para que no lo dejaba pasar. llegar a la casa, tenía a ambos lados Del puro susto, se encomendó a cercas con muy altos. Cuando la Santísima Trinidad y pasó en carre- íbamos pasando por ahí, las dos cercas ra encima de la sombra, que nunca se empezaron a juntarse y a separarse quitó para dejarlo seguir su camino. rapidísimo y muchísimas veces. Creí- mos que era un terremoto y comenza- Acoso infernal mos a pegar gritos hasta que llegaron los vecinos a auxiliarnos. Lo extraño Cuentan que un hombre que era es que ninguno vio nada fuera de lo muy renegado y pasaba siempre pelean- normal, todo estaba en su lugar. do y ofendiendo a la mamá, iba una Nosotros no podíamos hablar de noche de La Maravilla para Juan Viñas eso en la casa porque nos manda- cuando lo vieron que iba cuesta arriba ban a callar. Nunca supimos qué fue escuechado y detrás de él, se oía un sil- esa experiencia; pero, para mí fue bido muy fuerte y feo. Cuando llegó a tan terrible, que me acuerdo como si la casa, cayó asombrado. Tuvieron que hubiera pasado ayer y del susto, toda- darle remedios para que volviera. vía se me erizan los pelos. Después se supo que le había salido el diablo, que se le puso atrás para agarrarlo y llevárselo por renega- O.C.R. do y por mal hijo. Sexo masculino, 73 años

Por encima de todo M. Q.V. Sexo masculino, 73 años Una noche, como a las ocho, venía un señor pasando por el pade- Boyero diabólico rón que está al lado arriba del puente de Naranjito, cuando vio de lejos tres Cuando estábamos adolescentes, caballos arriba del paderón. Cuando decían que espantaba la carreta sin Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 47 bueyes porque la manejaba el diablo. M.S.S. Nosotros vivíamos donde está ahora la Sexo masculino, 72 años piscina. Se oía donde venía lejos, pare- cía que caminaba sobre piedra, pasaba despacio por el frente de la casa y Prisión fatal después se alejaba poco a poco. Pero, cuando la gente salía, no podía verla Yo estaba chiquitillo, cuando porque ya se oía el ruido larguísimo. conocí un tío que vivía por la caba- lleriza en un cuarto cerrado, porque no podía salir de ahí. Por novierillo, Nadador extraordinario le habían echado un maleficio que Cuando mi señora estaba soltera, estaba enterrado debajo de un palo de vivía por el rastro. Una mañana, como naranja. a las ocho, se quedó parada a la par Él era un señor bien presentado y de una cerca de piñuela viendo para muy trabajador; siempre andaba mon- el río La Maravilla, que estaba casi a tado en un caballo que se llamaba El ras después de una crecida, cuando vio Pizote. Se juntaba con otros y salían pasar rapidísimo algo como un perro. en tropas a pasear hasta por Capella- Cuando llegó a la casa, le contó des. Pero lo “sellaron” en ese cuarto al papá y él preguntó: “¿El perro pasó un montón de tiempo hasta que murió por encima del agua?” Ella el dijo que flaquitico. Dicen que, después, el palo sí, entonces él le contestó que era el se secó. Cadejos. Yo era muy nuevillo cuando oía estos cuentos y de veras le daban a uno escalofríos de cuerpo. Perro goloso

Una madrugada, salí de trabajar El bombero en el ingenio y oí el Cadejos donde bajaba por la carretera que ahora es la Un cuñado mío tenía una novia en pista; solo lo oí, porque no lo vi. Juan Viñas. Una noche, cuando entró a En el cuarto oscuro del ingenio, Naranjo, se le apareció un bulto que, donde guardaban azúcar de tercera y cada vez que él encendía los fósforos, de segunda, dicen que llegaba el Cade- se los soplaba. Salió en carrera y se jos (que es el Pisuicas) a chupar miel. metió a la casa bien asustado. 48 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Zona de peligro Cuestión de estaturas

Un señor que venía del trapiche, A veces, veníamos de Juan Viñas no podía seguir adelante porque los para Naranjo y veíamos un gigantón. cañales se le hacían para todo lado; las Nosotros, asustaditicos, salíamos en hojas se le enredaban y no lo dejaban carrera y, cuando nos dábamos cuenta, ver el camino. Seguro eran las brujas. ya nos llevaba tamaño pedazo adelan- te. Así seguía por la carretera hasta Las Moras que dejábamos de verlo. Mucha gente lo vio, pero nadie supo quién era. Venía yo de Juan Viñas con un Aquí, en el bajo de Veguita, salía hermano mío cuando, en la cuesta un viejillo chiquitico, que se sentaba de Las Moras, oímos un montón de agachadito en la alcantarilla y, cuando caballos que iban para abajo sopla- una persona se le acercaba, se desapa- dos. Nosotros nos hicimos a un lado recía. Otras veces uno sentía que lo iba para que pasaran y, cuando volvimos siguiendo. Tampoco se supo quién era. a oírlos, ya nos habían sacado tamaña ventaja. Nunca los vimos cuando nos Cortejo piadoso pasaron adelante. Ahí mismo, una noche como a Venía una noche yo para Naran- las doce, nos encontramos una viejita, jo con un compañero policía cuando, negrita, vestida de negro y agachadita, por el panteón, vimos que algo venía que salió de debajo de un hueco en un por la carretera. Nos fijamos y era paredón. una sombra blanca flotando y oímos Ahí, antes se oían sonando latas un montón de voces que iban rezando de cinc; pero, no había ni una casa detrás de ella. porque todavía no habían construido la ciudadela. La cuesta de la chancha

Riqueza rodante Dicen que iba un señor borracho por una cuesta, cuando le salió una En el potrero de Calderón, mucha chancha furiosa a morderlo y quedó gente ha visto una pelota de luz rodan- montado encima de ella. Del susto, no do; dicen que es de oro con una luz se acordó de lo que tenía que rezar, encima. Nadie se ha animado a ver que era La Magnífica, y dijo: “¡Qué qué es. magnífica está la chancha!” Cuando Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 49 mentó La Magnífica, la chancha salió de nosotros por la pila. Un hermano en carrera, lo dejó botado y se des- mío, de los mayores, también la veía y apareció. Por eso, a la cuesta que sube estaba con la necedad de hablarle un del INVU le dicen la cuesta de la día y de llevar con él a los hermanitos chancha. pequeños, para que no lo asombraran. Nosotros llevábamos siempre La Una noche, nos llevó y le habló a Magnífica, en un bolsillo de la camisa, la luz: “De parte de Dios todopodero- metida en una bolsita, porque era una so, diga lo que quiere”. Pero le dio tal reliquia muy buena para darle protec- miedo que no esperó respuesta, salió ción a uno si la andaba. corriendo y nos dejó solos; pero la luz se desvaneció porque el asunto no era con nosotros los chiquitos. Tremenda lección

Hace poco, dicen que aquí, en A galope tendido Naranjo, le salió el diablo en forma de un animal negro, con los ojos rojos, Unas compañeritas y yo está- a un muchacho que se portaba muy bamos sentadas en las gradas de la mal con la mamá. El animal lo quiso Escuela esperando a mamá, cuando atacar y el muchacho se vio malísimo oímos que venía un caballo desbocado. después. Nos quedamos esperando para verlo, Ojalá estos ejemplos sirvieran pero nunca pasó. Otra vez, estábamos como escarmiento para la familia, una hermana y yo en una casa que está principalmente para los jóvenes. enfrente de la Escuela y también lo Antes, el diablo andaba suelto; oímos, pero lo mismo: jamás pasó. ahora, está metido entre la gente por- que todo el mundo anda viendo a ver Lágrimas de mujer cómo jode a los demás. Estábamos una cogedora y yo jovencillas cogiendo café por El Lara, B.G.R. cuando oímos unos gritos escalofrian- Sexo femenino, 70 años tes como a las doce del día. Era la Llo- rona que llora en el río La Maravilla. Esfuerzo inútil Otras veces la oímos por una zanja llena de agua que va a dar al En el solar de la casa de una INVU, pegando unos alaridos horribles familia muy conocida aquí en Juan que llegaban hasta la casa de nosotros. Viñas, en el palo de naranja, salía una Nosotros le preguntábamos a luz que se acercaba mucho a la casa papá y a mamá y ellos nos decían 50 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 que no nos asustáramos, porque era la Desorientado Llorona. Venía de donde una novia que tenía en San Juan, por un camino entre Trauma juvenil potreros como a las once de la noche, Ahí por donde llaman Los pade- cuando me perdí en un camino que rones, a un hermano mío que venía de conocía perfectamente bien. No podía Naranjo, de dejar una novia, le salió el seguir porque estaba todo enredado. hombre sin cabeza. Del susto, al día Como a las cuatro de la mañana, siguiente no pudo ni siquiera levantar- porque ya estaba clareando, me di se de la cama. cuenta de que estaba parado al puro frente del cementerio, en un lugar completamente opuesto al que yo iba. M.M.S. Sexo masculino, 68 años Aviso de muerte Acompañante raro El pollo de las ánimas era un Tenía yo como veinte años, cuan- pollote grande que una señora le había do en una ocasión sentí una carajada ofrecido a las ánimas del purgatorio. rara, como si alguien se hubiera mon- Ella se comió la mitad del pollo y la tado en ancas y el caballo se puso otra mitad anda en penas buscando a medio asustado. Luego, sentí un frío la que la señora se comió. El pollo no horrible en la espalda y el caballi- se ve, solo se oye el pío, pío. llo, más asustado, caminó como cien Dicen que ese pollo se oye donde metros más. De repente, dejé de sentir hay alguna persona que se va a morir eso y el caballo se portó como de cos- pronto. Pocos días antes de morir, mi tumbre. Nunca supe qué fue. señora lo oyó y me dijo: ”Ya viene por mí”. Lluvia de piedras

Venía yo de La Victoria como a R.B.C. las once de la noche, cuando llegando Sexo masculino, 68 años al puente de Chis sentí un chorro de pedradas en la espalda; pero lo raro Mente perversa es que ninguna me pegó, solo las sentí caer alrededor mío. Eran las brujas En Juan Viñas, un señor tenía que le salían a los que les gustaba como quince días de casado, cuando parrandear. una vecina le mandó una empanada. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 51

Como la esposa no quiso comérsela qué era y lo encontraron como pegado quién sabe por qué, él se la comió. del techo y no había manera de que Después, empezó a perder la vista pudiera bajarse. Las viejitas le tiraron poco a poco, hasta que a fin se quedó agua bendita y rezaron y rezaron hasta ciego para siempre por el maleficio que cayó al suelo. Se lo llevaron para que le echaron en lo que se comió. adentro, le pasaron candela bendita, le dieron café y hasta un trago de contra- Fin simultáneo bando para que volviera. Cuando volvió, contó que el Mico Me cuenta mi esposa que, a una Malo le había enrollado el rabo en el señora de La Maravilla, le apareció un cuello y lo dejó pegado arriba en el sapo vivo, guindando de la cerca de cielo raso y no pudo llevárselo porque la casa. Ella empezó a enfermarse y le estorbaba el techo de la letrina. no tuvo cura hasta que murió, un día como a las cinco de la tarde, y exacta- Mica loca mente a la misma hora ese día, el sapo también murió. En La Maravilla, por la poza de Se oyó que alguien dijo: “Andá La Mica, vivía una familia que los fijate a ver si ya se murió”, pero no se sábados formaba bailes con guitarra, sabe si estaba hablando de la señora o acordeón, bandolina y violín. Repar- del sapo. tían chicha y contrabando que tenían Dicen que fue un maleficio que le en barriles. echaron a la señora y que, por eso, los Eso sí, la gente tenía que ir a bai- dos tenían que morir a la misma hora y lar en grupos de cuatro porque salía la el mismo día y de veras así fue. famosa mica que los atacaba, les brin- caba encima, hacía a morderlos y daba S.R.C. unos chillidos horribles. Sexo masculino, 68 años Seguro por eso le decían así a ese lugar. Casi estrangulado Cabalgadura distinta Cuando jovencillo, mi abuelo materno era muy malcriado con la Allá por 1952, Juan Viñas era un mamá. Una vez, al principio de la pueblo en el que asustaban muchísimo; noche, se fue al excusado de hueco era muy oscuro, había un bombillo en que era muy oscuro. Cuando en la casa cada casa de la Hacienda y los faroli- oyeron los gritos que daba, fueron a ver llos de los postes eran chiquitillos y 52 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 daban una luz amarillenta. La oscuri- las fajas amarradas porque solo dejó el dad llamaba a los espantos. ancho del pescuezo. El que trepaba la cuesta de la Mamá lo reconoció que era el chancha tenía que ser muy valiente Cadejos y claro que ya no estábamos porque salía una chancha furiosa que borrachos; del susto, se nos había baja- se les venía encima y atajaba a los ena- do la juma. morados. Una vez, un muchacho le dio una paliza tan terrible, con una cru- Escalofríos ceta bendita, que la chancha le habló: “¡Ya no me pegués más. Soy (y le dio Trepando por donde Carpio, han el nombre!” Era una vecina que vivía oído como si pasaran un montón de cerca de la cuesta y era bruja. bestias; pero es solo un caballo, que es una alma en pena Se lo han topado por Hermosura ajena el puente de Chis. Una noche, venían unos amigos jumillos y se quedaron Unos primos que vivían en casa viéndolo cuando les pasó adelante. Al de mamá y yo bebíamos guaro con rato, se devolvió y pasó otra vez por otro muchacho que vivía por el puen- donde ellos. Sintieron que, del susto, se te de Chis. Por esas majaderías de les engrifaron todos los pelos. borrachos, una noche nos fuimos a dejarlo hasta la casa. Lo entregamos Clamor de justicia a la mamá y, nosotros que caemos a la carretera, cuando dice uno: “Miren Yendo para Santa Marta por el qué perro más lindo. Robémoslo”. De camino nuevo, hace algunos años, veras, era un perro grande muy boni- mataron a una señora con dos hijas to. Nos quitamos las fajas, las unimos que andaban cogiendo café. Durante con nudos y con eso lo amarramos del mucho tiempo, la gente caminaba por pescuezo y se vino con nosotros todo la carretera y oían gritos desesperados. el camino. Eran ellas pidiendo justicia. Cuando llegamos a la casa, mamá Dicen que el asesino ahorita sale nos abrió la puerta y le contamos que en libertad. traíamos un perro muy lindo amarra- do; pero ella no lo vio porque no traía- El acróbata mos nada. Como el perro no podía entrar a la casa porque era un espíritu, se zafó y se quedó parado afuera vién- En el ingenio, el plantero y yo, donos. Nosotros teníamos en la mano que era guarda, nos poníamos de Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 53 acuerdo para que, a la una de la maña- La Cegua aparecía por todo lado. na, yo le tocaba el portón para irnos A los policías nos tocaba cuidar el a dormir un rato cada uno, para cui- pueblo cada semana en la noche. Un darnos mientras dormíamos. Una vez, vecino que vivía frente al parque, salió él oyó unos chiflidos y creyó que era una noche a coger aire porque padecía yo que iba a llamarlo. Abrió la puerta de alta presión. Cuando me vio en el y vio al Mico Malo guindando en las parque haciendo la ronda, me dijo: “Si cerchas del galerón. ve una muchacha muy bonita pasando Siempre se hablaba del Mico por aquí, no se le arrime porque es la Malo; es como un mono grande, negro, Cegua”. con rabo como de un metro de largo. Ese animal se paseaba por los alambres y pegaba unos chiflidos tremendos, Sin descanso escalofriantes, como para asombrar a cualquiera. Todavía sale, pero mucho Hubieron peones que vieron, en menos que antes. el beneficio, a un administrador de la Hacienda Juan Viñas después de Perfume halagador muerto. Habían unas gradas y allí lo veían sentado. También salía por Estaba yo cuidando en la caseta los silos. Por supuesto, nadie iba solo del ingenio, más o menos a las dos de por ahí. la madrugada, cuando volví a ver para Dicen que también lo veían en el arriba y vi una mujer muy linda; pero ingenio. desconocida, que llegó hasta el portón y se quedó viendo para adentro. Me empezó a llegar un aroma a perfume Dama encubierta de los más halagadores. La muchacha Cuando vivíamos en Buenos seguía paseándose en el portón. Al Aires, a las doce de la noche que yo rato, se fue por el lado de la oficina iba para la casa después del trabajo, vieja y se devolvió para arriba. Yo seguía preguntándome quién sería. me salía una viejilla chiquitilla, como En eso, llegó el policía de la de un metro de altura, con vestido noche y nos pusimos a hablar de la negro y una toalla negra en la cabeza, mujer; él me dijo que era la Cegua, que apenas le dejaba que se le viera la que se lo había topado y él había sali- carilla. Aparecía en el cruce de San do en carrera para abajo a ver cómo Martín y seguía para abajo buscando estaba yo. para Juan Viñas. 54 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Peinado conveniente que se metían ahí y nos encontramos un caballo tan blanco, tan blanco que, Yo trabajé cuidando una caballe- inmediatamente, echamos de ver que riza de la Hacienda. Una noche, como era algo raro. Cuando nos arrimamos, entre la una y las dos de la madrugada, salió huyendo, se tiró por encima del oí un bullón como cuando uno asusta muro y cayó abajo. Nosotros pensa- a las bestias que dan unos resoplidos mos que se había quebrado todo; pero, fuertes y parecían estar muy bravas. cuando nos asomamos, lo vimos que Me dio miedo y en ese momento no estaba parado abajo, no le había pasa- salí. do nada. Otro día, le conté al jefe lo que No pudimos tirarle el mecate. había escuchado; nos fuimos a las cua- Entonces, el caballo empezó a cami- dras y cuando vio las bestias, me dijo: nar con un andadito muy fino y así “Anoche vinieron las brujas; vea que nos llevó hasta donde empieza el des- la crin les amaneció con trenzas”. Por vío. Ahí había un portillo cerrado supuesto, nadie las había peinado así; que nadie podía pasar sin abrirlo; las brujas se las hacen para ponerse a pero él sí lo pasó y siguió caminando jugar y darle mala vida a la gente. tranquilamente. Nosotros solo nos quedamos Carcajadas y lamentos viendo aquello sin decir nada.

Cuando uno trabaja de noche, Ruegos póstumos todo lo oye porque todo está callado. Estaba yo cuidando el pueblo ahí por En 1958, los policías pasábamos donde Chale, cuando oigo, como en el por todos los negocios avisando que cielo, unas carcajadas horribles. Volví ya eran las diez de la noche, para que a ver para arriba, pero no había nada. cerraran. A las once, el pueblo queda- También se oían quejidos como ba solo con la policía. de lástima, ayes profundos. Una noche, yo estaba de guardia como a las doce pasaditas, arrecostado Fuga perfecta en la baranda de una casa que estaba casi al frente de la iglesia, cuando oí La Municipalidad nos pagaba a trepando por las gradas un montón de los policías un colón por cada animal gente rezando y buscando como entrar suelto que encerráramos. Un día, nos a la iglesia. vamos un compañero y yo para la No vi bultos ni nada; son las áni- Escuela, para agarrar vacas y caballos mas que vienen a rezar. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 55

Templo parroquial en 1904

Noches misteriosas sentí como si estuviera borracho. Salí corriendo y al frente de la Jefatura, Del parque salía un trillo que iba otra vez el cuerpo se me descompuso. a dar casi al ingenio. Una noche de Bajé llamando a todos los santos luna lindísima, estaba yo de guarda del cielo. Toqué la puerta de la pana- cuidando el pueblo como a las dos de dería y vieron que yo estaba blanco, la mañana. En una cantina cerca, los blanco. Les conté lo que había visto y perros de cacería aullaban horrible y me dieron un café que estaba hirvien- se quedaban viendo para la entrada do, pero no lo sentí que me quemara. del trillo. Yo les hablé para que se Ahí me fui componiendo del susto. callaran y, cuando volví un poquito la Un compañero muy rajón dijo que nuca para ver hacia donde veían ellos, él iba a agarrar al hombre gigantesco. voy viendo, parado sobre una cerquita Una noche, subió al parque como a la débil de alambre, un hombre oscuro, medianoche y ahí se quedó esperando, grueso, tan alto tan alto que supe que cuando vio un pájaro negro, gran- no podía existir. Inmediatamente, me de, voleteando las alas, que pasó por 56 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 encima de él y le botó el quepis; él B.M.R. lo juntó, se lo puso y el pájaro se lo Sexo masculino, 68 años volvió a quitar; otra vez lo junta y se lo pone y la misma cosa. Mejor se fue Tamaña cinchoneada en carrera para la Jefatura; seguro se le olvidó que iba a agarrar el espanto. Mi abuelo materno tenía una novia no recuerdo dónde. Para ir a El sargento verla, tenía que pasar un río y, cuando a ella le daba la gana, lo crecía para Cuando yo trabajaba en la poli- no dejarlo pasar porque era bruja, cía, tenía un compañero que lo habían pero él no sabía. Otra vez, encontró nombrado sargento. Una vez que estu- en el camino un ataúd, con las cua- ve de vacaciones, se pegó un tiro en el tro candelas encendidas y lo agarró a cielo de la boca, parece que por mal cinchazos. Al día siguiente, amaneció de amores. la novia toda acardenalada, en cama En la oficina donde guardába- porque no se pudo parar. mos lo que le quitábamos a los ebrios, Entonces, mi abuelo vio que ella estaba yo una noche entregándole las era bruja y la dejó después de darle cosas a un señor que salía libre, que tamaña vergueada. me preguntó si era cierto que en ese lugar se había matado el sargento. Mano a mano Yo le dije que sí y le enseñé la pared manchada de sangre, porque parece Estaba yo muy carajillo cuando, que el compañero batalló mucho para una noche, venía de Tucurrique con morir. Estábamos en esas, cuando se mi tata y él me montó encima del saco nos apagó la luz. de pejibaye que traíamos. De pronto, Salimos a tientas afuera y todo el la yegua empezó a echarse para atrás pueblo tenía luz, volví a ver para atrás como brava; él se fijó y alumbró el y el bombillo estaba prendido. Enton- camino con fósforos y un cabito de ces, le pregunté al otro guarda si se candela, pero no había nada. había ido la luz y me contestó que no. Seguimos caminando; pero, al Yo pensé que seguro el compañe- ratito, vimos un animal negro, negro, ro muerto no quería que siguiéramos grande que venía como a toparnos. hablando de él. Papá sacó el cuchillo, el animal nos Dicen que siempre se oían pasó a la par, nos dio la vuelta y, como ruidos en el edificio antiguo de la no nos hizo nada, papá tampoco. Y no Municipalidad. lo vimos más. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 57

Benditas medallas estruendo de que todo se caiba, los trastes de la cocina todos rodando por Un sábado santo, tenía yo como el suelo. Yo me asomaba por una hen- catorce o quince años, me invitaron dija, pero no había nada caído. montiar. a Yo no quería ir porque es Dicen que eran las brujas. malo hacer eso en días santos; pero siempre me fui, como a las siete de la noche, con un hermano mío de doce o Problema de botas trece años y un señor mayor. Llevába- mos una carbura, un foco y una lámpa- De joven, joven, yo vivía en el ra de canfín. Arribita del poró, decidí cafetal después de la pista, donde lla- que mejor agarraba para la casa. maban la poza de La Mica. Yo tenía En el camino del trapiche, oímos una novia por allí, por donde quedó la un ruido como de gente hablando, que entrada de la pista. Una noche, tempra- llegó cerquitica de nosotros y nos dije- no, como entre las ocho y las nueve, ron: “Agradezcan por lo que llevan”. venía de donde ella, cuando vi un En ese mismo momento, la carbura se señor que medía como metro y medio estalló, el foco y la lámpara se apaga- de alto y estaba agachado, como ama- ron. Yo le daba y le daba a la chispa rrándose las botas. Le dije adiós, pero de la carbura, pero nunca encendió. no me contestó. Nos asustamos tanto que nos fuimos Yo le pregunté a mamá si alguien a dar la vuelta por la carretera. Cuan- había estado ahí, pero me dijo que no. do llegamos a la casa, todo volvió a encender. Yo creo que lo que nos salvó fue Sonidos siniestros que mi hermano llevaba un puño de Yo tenía una novia en y medallas benditas amarradas con una “medida”, que eran unas cintitas ben- una noche, cuando bajaba para Juan ditas que repartían en la iglesia en la Viñas, me asustaron en un potrero: Semana Santa. Si no, quién sabe qué oí un chiflido, un silbido que se me nos hubiera pasado. quedó clavado en la cabeza. Al oír los chiflidos, la bestia se asustó, porque las bestias saben cosas mejor que uno. Desorden doméstico Mejor me vine ligeritico, aventa- Cuando yo tenía como dieciséis do porque, aunque habían unos carajos o diecisiete años, era muy tequioso y que les gustaba asustar a las personas andariego y dormía en un cuarto cerca cuando venían solas, yo sentí que eso de la cocina. Se oía en las noches el no era cosa de gente corriente. 58 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Novio animoso solo el ruido porque no habían bueyes y no quedaron huellas, ni boñigas ni Otra vez, tenía una novia más caña quebrada. arriba de aquí, de La Maravilla. Está- bamos en la casa de ella en un corredor Lavandera valiente al frente de un potrero, cuando comen- zamos a ver luces como de tres en tres, Nos fuimos varios compañeros o de dos en dos, o una sola. Eran luces joventones a montiar ahí por Naran- muy claritas, como muy elegantes. jito como a las doce de la noche. Yo Entonces, yo le hablé a una grande: me quedé atrás porque me dejaron “Si es oro, conmigo; si es promesa, perdido, cuando vi que se devolvieron con otro”. Entonces, se desprendió la en pura carrera y pararon en el puente luz, que era un pelotón enorme, y se de Naranjito. Cuando pudieron hablar, vino para donde nosotros, creímos que me contaron que, en el charral, vieron nos iba a caer encima. Nos metimos a una viejita lavando ropa y alumbrán- asustaditicos a la casa y no volvimos a dose con una candela; vieron perfec- salir en muchísimo rato. tamente cómo revoleaba y revoleaba La gente dice que esa luz sale la ropa. llegando a San Martín, porque debe Por supuesto, ahí terminó la haber oro. No se puede escarbar por- cacería. que lo agarran a uno. Partido cancelado Ni rastro Mi mamá vivía aquí, en La Mara- Yo trabajaba con un tío. Una villa. Una noche, unos sobrinos míos vez, no se por qué, nos fuimos como querían pasar el catre para la galera a las once de la noche a machetear de la casa de ella para ver un partido; en caña. Como era muy temprano, pero, la Llorona bajó por esos zanjones cuando llegamos al corte no pudimos y ellos salieron huyendo despavoridos. empezar a trabajar porque estaba muy oscuro. Nos arrecostamos en una cepa La corredora del cañal, cuando oímos un tropel de bueyes que venían exactamente para Aquí en La Maravilla, de vez en donde nosotros, casi creímos que nos cuando, en la noche sale una señora iban a majar. que corre por las ceras. Es una viejita Nos quedamos queditos ahí y que está vestida de negro, como de después salimos porque, según noso- luto, toda cobijadita; por eso, no se le tros, los habíamos espantado; pero fue ve la cara. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 59

Tiempo de juegos suenan más duro que las de hule; se oye, pero no se ve. Papá decía que era A veces, al lado atrás de estos que alguien había hecho una promesa canales, se ve una chiquita jugando sola de mandar una carretada de leña a la a las doce de la noche o la una de la iglesia y no lo hizo y, como castigo, madrugada. Es una chiquita blanquita, quedó la carreta caminando siempre. como de cinco o seis años, vestida de blanco. Algunas veces creían que era de algún vecino, pero nadie va a dejar a Susurros al oído una chiquita jugando sola a esas horas. Ahí por El diez, lo llaman a uno por el nombre. En el guayabal, a un Temor válido compañero que iba a traer un buey, le dijeron bajito el nombre, en la pura A medianoche, por aquí pasa en oreja. Llegó donde nosotros casi muer- carrera un caballo que la gente dice to de miedo. que es blanco. Yo oigo los trotes; pero no salgo a verlo porque me pueden asombrar. Devotos trasnochadores Como entre once y doce de la Sujeto no identificado noche, dicen que un grupo de monjes, vestidos de blanco, se meten a la igle- Una vecina mía, que venía en el bus de las once de la noche, vio en el sia a rezar. camino para la casa, aquí en La Mara- villa, un hombre blanco que, a ratos, se Negocio redondo quedaba parado; otras veces caminaba para arriba y para abajo. Se meneaba Dicen que si uno va a la iglesia para todo lado. Por dicha, el esposo con una gallina y se la vende al Cachu- había salido para acompañarla todo el do, con la plata que él le da, uno se pedazo de camino. vuelve rico porque, aunque sea poqui- Los dos se metieron asustadísi- ta, se la multiplica. El problema es que mos a la casa y dejaron al viejo ahí y cuando uno se muere, él se lo lleva. nunca supieron quién era. Mago con el hacha Condena eterna El hachero comienza a picar Por aquí sonaba una carreta de palos a deshoras de la noche. Dicen las que llaman “de tubo”, son unas que que ofreció una promesa de llevar leña 60 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 en gajos a la iglesia y no la cumplió. Cuatro asustados En El Lara, se oían los hachazos; la gente iba al día siguiente a fijarse y Una noche, venía con la mujer era solo el espanto del ruido porque no de una vela. Después de pasar el tra- encontraban nada cortado y todos los piche, las bestias asustaditicas, venían árboles estaban en su lugar. una a la par de la otra. De repente, los dos vimos un señor altísimo y blanco, blanco. Las bestias estaban El “hermano” en un puro temblor. Lo cierto es que en un momentito ya estábamos en la En Naranjito, donde ahora está casa porque, del susto, corrimos como el caserío, un señor empezó a ver que desesperados. siempre, a la hora que comía, una luz se quedaba pegada en una mata de azul. Una vez, pensó que podía Crimen impune tratarse de plata y decidió que le iba Hace más o menos cuarenta años, a hablar. Se fue a la pulpería de la yo tenía un chiquito de tres meses, esquina, aquí en La Maravilla, que es muy bonito, todo macuquito. De viaje viejísima, y se compró media botella se veía que iba a ser grandote. Una vez, de guaro. llegué de Pacayas como a la mediano- El señor se fue para la casa, se che, desensillé el caballo, lo metí, le metió la cuarta, se puso a comer y ahí pedí a la doña aguadulce, me la tomé estaba la luz como siempre. Entonces, y me acosté. A la una de la mañana, el le dijo: “Si es oro, conmigo; si es chiquito estaba muerto. Tenía rompido promesa con otro”. Se hizo entonces por los ojos; en la boquita, como cua- el cuerpo del “hermano” y le pidió tro puntadas, dos arriba y dos abajo, la que lo sacara de penas. Le dijo que, nuquita toda llena de cardenales. en cierto lugar, había una tinaja llena Encima de la cama de nosotros, de oro y que tenía que sacarla; pero había una varilla donde mi esposa con cuidado de que no la quebrara. colgaba los vestidos, que amanecieron De veras la encontró; pero de la emo- todos pringados de sangre. ción, se le cayó, se quebró y se le fue Yo siempre dije que fueron las el oro. brujas. Consultamos a una persona de Ligeritico, el señor se fue ponien- esas que saben y nos dijo que había do pálido, pálido hasta que se murió sido una culebra la que mató al chiqui- como a los tres meses. Es que dicen to. Seguro fue una bruja convertida en que si uno le habla a la luz y se forma culebra porque ellas se hacen como les el “hermano”, se palma uno rápido. da la gana. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 61

A la doña mía le aconsejaron con los dientes grandotes y pelados. que pusiera palma bendita, mostaza y Ahí no más eché a correr porque yo ruda por toda la casa, que usáramos la creía que venía atrás mío. ropa al revés y que tuviera siempre un Fue tal la carrera que me brinqué vaso de agua con unas tijeras abiertas un portón altillo que había a la salida adentro. de la calle y siempre estaba cerrado y En Naranjito, a una vecina mía, no paré hasta que llegué a la casa. Boté las brujas también mataron un chiqui- la puerta y papá se puso tan furioso to que amaneció como el mío: rompi- que me agarró a cinchazo limpio. Des- do y acardenalado. pués de eso, no volví a andar en nada y me pasaba solo del trabajo a la casa. Letrina horrenda Viejita oficiosa Un yerno mío estaba en la letrina y no lo dejaba salir un esqueleto. Ese Iba yo llegando a la casa del tra- carajo llegó a esta casa casi muriéndo- bajo, como a las diez de la noche que se del susto. era la hora de salida, cuando vi en el patio, debajo de una barbacoa de cha- yote muy alta (perfectamente cabía una M. R. P. persona parada), una viejita igualita a Sexo masculino, 67 años mamá, morena, bajita, delgadita, con el vestido a media pierna, que estaba Encuentro seductor cogiendo chayotes a esas horas. Yo le pregunté: “Mamá, ¿que está haciendo Yo tenía quince años cuando una ahí?”; pero no me contestó ni me dio noche, como a la una y media de la la cara. madrugada, venía a pie de La Mica Yo entré a la casa por el patio y para el centro cuando, en medio de vi a mamá sentada en la cocina espe- dos cafetales, en la calle que está a un rándome. Le conté lo que había visto y lado del ingenio, vi una muchacha muy me dijo que eran visiones. Lo raro es linda, vestida de blanco, sentadita a la que nadie puede estar en dos lugares orilla del camino. Por supuesto, me a la vez. acerqué y comencé a hablarle; pero Nunca supe quién era esa viejita ella no me contestaba ni me volvía a y solo esa vez la vi porque ni a pata- ver. Yo seguía echándole el cuento y, das volví a salir al patio en la noche y en una de esas, me volvió a ver y tenía jamás pasaba viendo para la mata de la cara espantosa como de una yegua, chayote. 62 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Figura etérea mucho las brujas y no la dejaban vivir en paz: le botaban los trastes de la Nosotros vivíamos en la calle cocina, le socolloneaban la casa como que pasa enfrente de la antigua Clínica temblando, le pegaban gritos y le ras- del Seguro y va hacia la Escuela. Yo trillaban las uñas por las paredes de salía del trabajo a las diez de la noche afuera. Otro día, mamá salía a ver qué y, una vez, ya iba para la casa, cuando había y todo estaba en su lugar. vi una figura vestida de blanco, como Entonces mis abuelitos le ayu- que no se le veían los bordes. Venía daron a quitarle ese tormento. Fue- bajando las gradas de la Escuela; pero ron donde una persona que entendía sin caminar, venía flotando en el aire. mucho de eso y le dieron la “contra” Al llegar al portón, se elevó, le pasó que era poner una escoba al revés y por encima y siguió en el aire en la una taza de agua bendita con sal en misma dirección hacia donde yo iba. cada esquina de la casa. De veras, Yo no quería topármela para nada; mamá lo hizo. por eso, salí corriendo espantado y, al Cuando llegaban a molestar, las llegar a la casa, otra vez boté la puerta brujas se encontraban con la “contra” porque estaba tan asustado que no me en una esquina, se pasaban a otra podía esperar a que la abrieran. esquina y lo mismo, así en todas las Papá se puso furioso otra vez esquinas; no podían pasar porque las porque no sabía por qué yo llegaba “contras” no las dejaban. También tan tarde a la casa. Creo que esa vez, pusieron una en el centro de la casa, mamá le contó que yo estaba trabajan- al puro frente de la puerta de entrada do y salía a las diez de la noche. Así porque a veces se la querían botar. Así se tranquilizó papá porque supo que se fueron alejando hasta que no volvie- yo no quería salir a trabajar al campo, ron y la dejaron vivir en paz. pero no estaba de vago porque trabaja- ba en otra cosa. Por dicha, solo esa vez vi esa Doloroso retorno figura tan rara. También me contaba mamá que las brujas malas, malas que de veras A. F.G. tienen contacto con las tinieblas, se Sexo femenino, 67 años quitan el cuero cuando salen a hacer sus fechorías. “Contras” efectivas El esposo de una bruja la descu- brió porque dejaba el cuero guindando Me contaba mi mamá que cuan- detrás de la puerta, entonces él lo aga- do yo estaba pequeñita, la molestaban rró y lo embarró bien de sal. Cuando Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 63 ella llegó y se puso la piel, fueron unos C.L.C.S. gritos horrendos los que dio porque le Sexo femenino, 67 años escoció muchísimo porque estaba en carne viva. La chancha de la cuesta

Ignorancia Un muchacho de Juan Viñas esta- ba desapartado de la esposa porque a Un tío nos contaba que siempre él le encantaba salir en las noches a lo acompañaba un perro en las noches beber guaro y a perrear y, por eso, ella y él oía que arrastraba cadenas, pero le alzaba diario el pleito. Casi siempre, no las vio nunca. Le tiraba piedras cuando él ajaba una de las cuestas para para que se fuera, pero nada que se ir al centro, le salía una chancha que lo iba. Era un perro grande, negro, con mordía, se le atravesaba en las patas y los ojos rojos como fuego. lo quería botar. Él nunca nos dijo que era el Un día, el muchacho, que ya esta- Cadejos; yo creo que no sabía qué era ba muy bravo, decidió darle una tunda ese espanto. a la condenada chancha. Cuando se le apareció, la agarró a golpes con la Jinetes diestras parte sin filo del machete y, en una de tantas, le dio tan duro que le apió una Mamá contaba que, en la plaza oreja y, por supuesto, la chancha se fue de El Callejón, en las noches se oían gritando. correteando las bestias y pegando unos Pasaron unos días y la gente relinchos tremendos. Al día siguiente, comentaba que la esposa del mucha- cuando iban a recoger los caballos cho andaba todita moreteada, que por para llevarlos a trabajar, los encon- eso no había vuelto a salir y que, cuan- traban bien cansados y con las crines do salía, se amarraba bien la cabeza hechas nudos. con un pañuelo grande. Era que, en las noches, las brujas Cuando el marido se enteró de los jineteaban y, como se montaban en eso, le dijo a todo el mundo que su pelo, les hacían gazas o nudos en la esposa, que era bruja, era la chancha crin para agarrarse de ahí y sostenerse que él había apaleado y que la prueba para no caerse. era que salía con la cabeza envuelta 64 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 porque le faltaba una oreja, porque él Un buen curandero se la había apiado con el machete. Desde ese entonces, el muchacho Un cuñado mío, joven, comenzó podía pasar por la cuesta sin ningún a padecer de una pierna: se le ponía miedo porque la chancha no le volvió morada, morada y se puso tan mal a salir. Por eso, a ese lugar le dicen “la que ya se la iban a cortar. Un hermano cuesta de la chancha”. lo sacó del hospital antes de que lo Esto me lo contaba mi suegra operaran. La familia lo llevó donde que murió muy viejita; por eso, es un un curandero en Grecia que lo vio y cuento viejísimo. le dijo: “A usted le hicieron el mal con una media, una vecina suya. Piense quién puede ser, pero no se vengue M.C.C. de ella. De camino a su casa, usted Sexo masculino, 66 años se va a descomponer”. Y de veras, se descompuso. Encanto musical La señora le dio unos remedios y, al mes, ya estaba bueno, bueno de Estaba yo como a las doce del la pierna. día sentado en el corredor aquí en Juan Viñas, cuando oí dos trompetacillos de la corneta de un nieto mío que toca Contratos de por vida en la Banda. Yo me asomé a la sala y nadie estaba; vi la corneta en la esqui- Un señor decía que hacía contra- na donde él siempre la deja. tos con el diablo para hacer zanjones Dicen que muchos instrumentos en la Bananera. Cuando no había suenan porque los han tocado gente plata, agarraba un papel y hacía un que ya está muerta y queda como un billete; endespués, el billete se hacía encanto ahí. una hoja de árbol o de mata. Lo malo es que nunca podía recibir vuelto; por Mal carácter eso, el billete tenía que ser por la plata exacta. En Tucurrique, me contaron que El carambas que tiene un contra- uno va caminando y se le presenta un to con el diablo, cuando se le cumple, bultillo blanco, como un perrito que tiene que dárselo a otro para quedar parece muy mansito; pero si lo moles- limpio. Si no, tiene que seguirle cum- tan, se hace un animal grandísimo. Se pliendo y el diablo se lo lleva. Por eso, llama Copito. hay que pasárselo a otro. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 65

C.L.Q.R. Huella sangrienta Sexo masculino, 66 años De chiquillos, vivíamos frente a la plaza vieja y teníamos un vecino Güila trasnochador como de veinte años, que vivía con Contaba papá que una vez, cuan- los papás. Él pasaba muy atemorizado do salió del ingenio a las doce de la porque oía ruidos extraños como que noche junto con un primo y otros com- tiraban piedras y monedas a la casa. pañeros, vieron sentado en la base de La gente decía que eran brujas un poste de luz, un chiquito como de porque los que sabían de eso, llegaban cuatro o cinco años, con vestido blan- y punzaban con las crucetas el cielo co, largo. Cada vez que ellos se le acer- raso y caían gotas de sangre. Eso duró caban, el chiquito se alejaba como para mucho tiempo, pero nunca lograron no dejarse alcanzar; así llegó hasta el agarrar ninguna bruja. cementerio y ahí se desapareció. Seres insólitos Burra infiel Un amigo mío cuenta que ahí La esposa de un amigo de papá por el camino que va al Alto de la siempre le mandaba la burra al inge- Lora (hoy le dicen San Martín) cuando nio como a las nueve de la mañana. ellos tenían como ocho o nueve años, Una mañana, pasadas las nueve, le venían al pueblo a hacer mandados llevaron la burra que le mandaba la y al regreso, cuando pasaban por los amante, que él casi la había dejado. tanques, veían unos animalitos como Como ya se había comido la que le perrillos, pero con cara de chiquitos, mandó la esposa, dejó la otra para que les tapaban el camino para no comérsela en el almuerzo. Se pegó dejarlos pasar. Ellos salían escopeta- un susto enorme cuando, a la hora de dos para la casa y del susto agarraban almuerzo, desenvolvió el paquete de la puerta a patadas para abrirla. la amante y vio que no había ninguna Ahí asustaban a toda hora, siem- burra, solo una pelota de puros gusa- pre se ven luces. La gente dice que ahí nos vivos, que caminaban por toda la hay un entierro tal vez de indios. hoja de plátano. El señor se dio cuenta que la Tacones de ultratumba amante quería hacerle un maleficio metiéndole los gusanos en el estóma- Estábamos una noche en la direc- go y le agarró tanto miedo que la dejó ción de la Escuela (Cecilio Lindo) en para siempre. reunión de Patronato, cuando oímos 66 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 unos pasos como con tacones altos asaltar porque distinguieron un bulto que venían hacia la dirección. Noso- como de un hombre; pero, cuando se tros creímos que era la directora que quedaron viéndolo, se dieron cuenta venía porque se le había olvidado algo. de que no tenía cabeza ni pies y venía El ruido de los tacones llegó hasta la flotando por el aire a topárselas. La puerta de la dirección; pero, cuando la señora, espantada, comenzó a rezar el abrimos, no era nadie. Con los pelos rosario y lo que vieron era algo malig- de punta por el miedo, agarramos los no porque se fue alejando y desapare- chunches y salimos en carrera. ció en un cañal. Nos asustamos mucho porque La señora llegó a la casa de la sabíamos que en la Escuela ronda el mamá con la lengua arrollada y se des- fantasma de una mujer. Parece que era mayó. Tuvieron que quedarse para que una maestra muy bonita, que vino a le dieran espíritu de azahar y se fueron trabajar aquí y se enamoró del direc- al otro día para la casa. Y a pie, nunca tor, que era un hombre bien parecido más volvió a ir a ver a la mamá. y ya estaba casado. En las vacaciones de fin de año, ella se fue para la casa y nunca regresó. M.H.S. Se cree que la muchacha murió Sexo masculino, 64 años y que aparece el fantasma de ella por los corredores. Seguro lo que noso- Desconocidas tros oímos fueron los tacones de ella. Nunca más volvimos a reunirnos ahí, Mi abuelo paterno era contra- menos en la noche. bandista. Sacaba el guaro en La Mara- Otras personas han visto una villa y bien tarde en la noche, venía figura de mujer vestida de negro bajan- a dejarlo a Juan Viñas en garrafas do y subiendo las gradas de la Escuela metidas entre un saco, para distribuirlo y por las calles cercanas. en la casa. Siempre nos contaba que, dos o tres veces, vio, en el atrio de la Algo maligno iglesia vieja, un grupo de monjas que no conocía. Una señora iba con su chiquilla Un señor que era policía también de doce años un sábado como a las las veía cuando pasaba por ahí hacien- seis de la tarde, a visitar a la mamá que do las rondas. vive en San Martín, más arribita de Lo raro es que las monjas nunca los tanques. De pronto, asustadísima, andan en la calle a esas horas de la le dijo a la hija que seguro las iban a noche y menos en aquellos tiempos. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 67

Chiquito callejero como a los doscientos metros, como por donde están ahora las gradas del Venía yo de un turno en Naranjo INVU. Lo raro es que en un instante como a las dos de la mañana porque había llegado ahí. me quedé bailando. Iba para el bene- Yo me metí en carrera a la casa, ficio en bicicleta, cuando me topé con tan asustado que hasta la bicicleta dejé un güilita como de unos cuatro años, tirada afuera. Por dicha, no robaban en vestido con ropita oscura. Yo me arrin- ese entonces. coné cuando le pasé a la par porque Hasta hoy, siempre la recuerdo y me puse a pensar qué estaba haciendo no se si era la Virgen del Carmen o un un chiquito solo a esas horas y, como ánima en pena. me agarró cierto miedillo, ni siquiera volví a ver para atrás. Por eso, no supe qué se hizo. Tres entierros Una tía política mía vivía en La Alta velocidad Maravilla, después del puente, donde está ahora la pulpería Santa Marta, en Yo vivía en un cuarto por la calle una casa a la orilla de la carretera. Ella de la gusanera y siempre la doña y yo era costurera y acostumbraba coser oíamos la carreta sin bueyes que pasa- hasta muy tarde en la madrugada. ba entre la una y las dos de la mañana. Siempre nos contaba que, en tres Nosotros salíamos porque queríamos ocasiones, oyó una bulla como de per- verla, pero nunca había nada, solo el sonas rezando, corrió las cortinas y ruido donde iba bien largo. vio un entierro que iba subiendo para el cementerio y la gente que llevaba Carmela desvelada candelas encendidas.

Yo siempre andaba en bicicleta. Una noche, venía del beneficio de B. P. M. chancar café, trepé a pie por la Jefa- Sexo femenino, 64 años tura (que estaba al puro frente de la iglesia) y, desde ahí vi, en el portón de Terrible mudanza donde Mingo, una señora vestida de hábito, parada frente a la casa. Cuan- Mi hija me cuenta que, en la casa do venía por la soda ya en bicicleta, para donde ella y su familia se pasa- volví a ver para allá y no vi nada. ron a vivir en Santa Cecilia, era más Seguí y, cuando emboqué por donde grande y cómoda que la que tenían Carmen Mazza, vi a la señora parada en Cuba; por eso, ella estaba toda 68 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 ilusionada porque sí le cabían los mue- casi hasta apagarlo. Los bombillos se bles y pensaba arreglarla bien boni- apagaban y se encendían solos, pero ta. Pero, no pudieron vivir tranquilos estaban buenos. mucho tiempo. Todos los días y las noches oían Muy recién pasados, empezó a ruidos. La puerta de la calle se abría, perdérseles la ropa interior y, al nieto el móvil sonaba y la puerta se cerraba; pequeño, se le desaparecieron un par pero, cuando ellos iban a ver, no había de zapatos nuevos que había dejado pasado nada, estaba cerrada como la a la par de la cama. Se los quitó en habían dejado. También oían pasos la noche y, al día siguiente, ya no (aunque el piso es de cemento); no ven estaban. nada, pero sienten ahí una presencia Otra vez, oyeron como un traste- rara. río en el suelo y cuando se asomaron, El nieto mayor mío cuenta que solo encontraron un jarro amarillo, sentía pasos llegar hasta él en su cuar- que le habían regalado a mi hija, bien to, como si algo de cuatro patas se paradito en el centro de la galera y ella estuviera acercando y rastrillaba las lo tenía cerca del tubo de la cocina. uñas como si tuviera garras. Una noche Nadie sabe cómo llegó ahí. Del susto, se despertó porque no podía respirar; mejor lo botó. sentía como si le hubieran puesto una Tenía el nietito menor mío como bolsa plástica en la cara, que le quitaba nueve meses y cuando mi hija se arri- el aire. Al día siguiente, apareció con maba a la cama a cambiarle el pañal, aruños en el cuello, como si hubieran salía, de debajo de la cama, un viento querido asfixiarlo, y le escocían con el helado, helado, como de hendija de agua y el jabón. refrigeradora, y se extendía alrededor Una noche, como a las siete y de la cama. Ella sentía que se le para- media, mi nieto el mayor vio, en la ban los pelos del susto; pero no podía galera, atrás de la cortina, una sombra hacer nada. parada como de un hombre tan gran- Después de la fiesta de cumplea- de que pasaba de la cortina y pegaba ños del nieto pequeño, se quedaron al techo, que le hizo como un bufido. unos amiguitos jugando y haciendo El muchachito salió corriendo dispara- bulla. De repente, los asustaron callán- do para el cuarto y la mamá tuvo que dolos, como cuando se espanta a las frotarlo porque llegó descompuesto. gallinas. Otra vez la vio en el cuarto y se hacía A veces, estaban viendo televi- para un lado y para otro, como si fuera sión y les apagaban el televisor o, si la giganta. También, en otra ocasión, estaban oyendo algo, trepaban altísi- vio que la sombra estaba como escon- mo el equipo de sonido o lo bajaban diéndose, porque desaparecía cada vez Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 69 que él la volvía a ver mientras estaba donde estaba el juego de café, y cuan- echándole comida a los pájaros. do él lo vio, se tiró, como en cámara Era tal el miedo que todos iban lenta, hasta la pila y desapareció sin al servicio a la misma vez, hacían fila hacer ningún ruido. Era solo como mientras uno estaba adentro hasta que para que lo vieran. saliera; también, todos dormían en un Estaba mi yerno recostado solo solo cuarto, ninguno quería dormir en en la casa una tarde, cuando vio la su cuarto porque sentían que les jala- misma sombra en los pies de la cama, ban las cobijas. Además, dormían con que se quedaba mirándolo con la cabe- la ropa al revés porque les dijeron que za de medio lado. Cuando se enderezó eso alejaba a las brujas. para levantarse, se desapareció. Por si acaso era cierto que eran Un día, venía mi hija de la calle brujas, mi hija puso cabezas de ajo con los chiquitos cuando oyó el gran guindando por todas partes, colgaba chorro de la ducha; ella creyó que el salvia y ponía platos con cruces de esposo se estaba bañando. Entró, abrió achote con sal por todo lado. También, la puerta de la galera y todavía seguía rociaba la casa con montones de agua oyendo el chorro del agua; entonces bendita siempre que podía. Pero siem- llamó al marido e inmediatamente el pre vivían atemorizados porque en chorro se cerró; por eso, creyó que ya cualquier momento, los espantaban. él iba a salir. Como no le contestó y Otra noche, estaba mi hija recos- tampoco salía, ella se fue caminan- tándose apenas cuando oyó que la mesa de noche la abrieron y la cerra- do hasta el baño, abrió la puerta y ron; pero, todo lo hacían tirado, con se asustó cuando vio el baño seco, la una gran violencia. Era una mesa muy cortina apartada como ella la había pesada y sonaba como si la empuja- dejado, la puerta cerrada y el bombillo ban y, cuando llegó a ver, estaba en el apagado. Cuando regresó a la galera mismo lugar de siempre. muy extrañada, el esposo iba entran- Una noche, como a las doce y do todo lleno de tierra porque venía media, estaba mi hija acostada cuando, de trabajar y eran como las cinco y en sus propios oídos, le sonaron durí- media de la tarde. simo una matraca de las que tenían los Mi hija y su familia sufrieron chiquitos para jugar. Ella se enderezó todo esto más de tres años. Ahora, rapidísimo y el sonido de la matraca gracias a Dios y a la Virgen, siempre seguía oyéndose por la acera hasta que oyen cosillas; pero ya son menos y, se desapareció afuera. por lo general, ellos se dan cuenta de Mi yerno vio algo como la forma qué es y pueden vivir un poquito más de un gato negro sobre el trastero, tranquilos. 70 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Detrás de las cortinas de murciélagos. Me trajeron desde el puente de Chis hasta el alto de Bue- El hermano de un yerno mío vive nos Aires. Yo los espantaba con una al frente de la Escuela. Dice que, a sueta y se desaparecían y, de pronto, veces, ellos se asoman en la noche por me atacaban otra vez. Cuando llegó la la ventana y ven que descorren las cor- claridad, se desaparecieron. tinas de algunas aulas. Lo raro es que a esas horas, la Escuela está cerrada y no hay nadie. Parranderos También dicen que, en el salón de actos, se ve una figura blanca que pasa Una noche, pasadas las doce, por en medio de las filas de sillas. venía yo de La Victoria con un amigo, Una gente dice que, a veces, en la bien borrachos los dos. En el bajo de noche suena el timbre como para que Chis, nos sentamos y, por la juma, nos los chiquitos salgan a recreo; pero no quedamos dormidos. Al rato, nos des- hay nadie y tampoco están chochos. pertamos porque un buey nos quería morder. Cuando nos dimos cuenta era M.H.R. que estábamos en una parte muy alta, Sexo masculino, 61 años como una montañita, donde no hubié- ramos podido trepar por la borrachera. Belleza blanca Pensamos que seguro los duendes nos A las puras doce en punto de la habían llevado ahí. noche, veníamos por la carretera de La Victoria para acá cuando nos topamos Resurrección una bestia blanca, lindísima y grande. Le dimos campo para que pasara y Veníamos de montiar en La cada vez que la volvíamos a ver, ya María, como a las diez de la noche, venía a toparnos. Así tres veces¸ pare- cuando oímos que venía como una cía que en instantes nos pasaba adelan- piedra grande que bajaba apiando te y se devolvía a toparnos. poroses. Los perros se nos enredaban Nosotros creímos que era la entre las piernas del miedo. Nos que- Cegua que se desapareció cuando vio damos queditos esperando y oímos que nos íbamos a arrimar. el golpazo cuando la piedra cayó en el camino. Fuimos a ver dónde había Criaturas de la oscuridad caído, pero no había nada. En esa misma ocasión, nos encon- Venía yo solo de La Victoria tramos un semejante armado. Como una noche cuando me atacó una nube iba a pasar por donde yo estaba, le Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 71 mandé un machetazo con un cuchillo a darle una vuelta al chiquito y lo grande que yo llevaba y lo partí en el encontró ahorcado, le salía sangre por puro centro. De repente, las dos mita- el pescuecito porque tenía un cordón des se volvieron a juntar y el armado amarrado en el cuellito. se fue. La gente decía que habían sido las brujas las que lo habían matado. Paseo callado Intranquilidad Como a las dos de la madruga- da, venía yo una vez de La Victoria Recién pasados a esta casa (Santa y hacía una luna preciosa. Cuando Cecilia), a medianoche salía el olor a venía bajando la cuesta de Chis, vi pura aguadulce y se oían las ollas en una señora. Estaba vestida de hábito y la cocina como si alguien anduviera tenía la cabeza tapada con una toalla trastiando. negra. Me pareció raro que una mujer Después, empezaron a descobijar anduviera sola a esas horas y me le a los chiquillos y a sentárseles en el puse atrás. catre. Ellos creían que era el abuelo. Dos veces le pregunté si venía También se oía el ruido de pasos, para Juan Viñas, pero no me contestó. como si una mujer con tacones estu- Me agarró un cierto escalofrío como viera caminando. de miedo. Me quedé viéndola bien y vi No podíamos vivir en paz, rega- que, cuando caminaba, no pegaba los mos agua bendita y salieron los espí- pies en el suelo. Inmediatamente pensé ritus supuestamente de una pareja. que eso era algo raro y cuando me di Tiempo después, volvimos a escuchar cuenta, ya no estaba, había desapareci- los tacones como si alguien se devol- do en un instante. viera para entrar a la casa. Otro día, estábamos en la cocina Víctima inocente y empezamos a oír unas carcajadas horribles en el patio y que aruñaban Mi señora siempre recuerda que las latas de cinc de la cocina. una mañana, una señora que tenía De una de las ventanas se des- como veintidós días de mejorada, salió prendía una sombra que pasaba hacia a la acera a asolear al bebé y a que la la sala o hacia la cocina. gente de La Mica lo conociera. Des- Un cuñado mío que venía del pués, se fue para la casa, que estaba beneficio de recoger unas muestras por el lado de la poza, acostó al chi- para llevarlas al ingenio, oyó unas car- quito y se fue a lavar al río que pasaba cajadas horribles. Se le escalofrió todo muy cerca de la casa. Al rato, se fue el cuerpo y no hallaba cómo pasar por 72 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473 el frente. Al final, se animó a pasar en la Escuela, estaba enterrado don Ceci- pura carrera. lio; otros decían que era en el sótano Dicen que en la esquina de la que está debajo del salón de actos. piscina, se ve un hombre alto, alto, Como si fuera poco, para aumen- vestido de negro y con sombrero. tar el miedo, decían que, en las noches, Como a las once de la noche, se don Cecilio salía a tocar el piano y oye el chapoteo del agua como si alguien que el retrato de él, que está en el estuviera nadando en la piscina. salón, movía los ojos y parece que va La señora que vivía aquí antes en siguiéndolo a uno por todas partes. Lo esta casa, salió a las doce de la noche que sí es cierto es que nadie entra al a ver si venía el marido que salía de salón por las noches. trabajar a esa hora. Volvió a ver para Los chiquitos de ahora todavía la piscina y vio entrando una pareja cuentan estas cosas. vestida de novios. Transformación inexplicable

R.Z.Q. Viniendo de Santa Marta para Sexo masculino, 60 años Juan Viñas, papá vio un bultito blan- co como de algodón, más adelante le Ángel embrujado pareció que era un conejito con los ojos rojos. Cuando llegó a la Cruz de Tenía yo como ocho o nueve años, Misión, el conejito se había convertido cuando se regó en Juan Viñas la bola en un caballo grande, blanco. Enton- de que, en Naranjito, había un chiquito ces, papá tuvo que empezar a caminar que las brujas habían matado. Yo fui a para atrás, para no volverle la espalda, la casa del angelito y, con mis propios por si acaso. ojos, vi que estaba todo arañado y más Decían que eran las brujas para profundamente, en el cuello. no dejarlo pasar porque caminando así no podía llegar hasta Juan Viñas. Benefactor en penas Barrera fúnebre Yo creo que a todos los chiquillos de la Escuela Cecilio Lindo nos ame- En ese mismo camino, a papá nazaron alguna vez con mandarnos se le atravesó un ataúd con las cuatro castigados al sótano, cuando hacíamos candelas encendidas. También la gente algo indebido. decía que eran las brujas para obligar- El terror era muy grande porque lo a devolverse y que no pudiera seguir nos decían que, en la parte de atrás de hasta Juan Viñas quién sabe porqué. Quesada (Compiladora): Cuentos Terroríficos del Antiguo Juan Viñas 73

Bombillo irrespetuoso Círculo de furia

Una noche, mamá tenía un chi- En la calle del ingenio, la gente quito de meses acostado en la cama veía un montón de yeguas que corrían cuando, de repente, se apagó el bom- como locas para arriba y para abajo. billo, que era de aquellos que había Alguien dijo que eran las brujas y que, que agarrarlos de una perillilla para para agarrarlas, había que hacer un encenderlos o apagarlos. Cuando ella círculo de sal sin cerrar, para dejarles se puso de puntillas (porque era muy una entrada abierta. De veras, hicie- bajita) y lo tocó, el bombillo salió ron el círculo y apenas las yeguas se disparado hacia otro lado y pegó en la metieron lo terminaron de cerrar con pared; así un montón de veces, cuando la sal. Las yeguas empezaron a darse mamá lograba llegar donde estaba el patadas, golpes y mordiscos, desespe- bombillo, el bombillo volaba hacia el radas por salir, pero no podían. lado contrario y se estrellaba contra la Al día siguiente, los vecinos se pared, pero no se quebraba. dieron cuenta de que, en el círculo, no En una de tantas, el chiquito lloró estaban las yeguas sino un montón de y mamá se acercó a ver qué le pasaba. mujeres todas mordidas y llenas de Entonces vio que, en la mesita que tenía moretones. a la par de la cama, estaba el chupón La gente decía que eran brujas puesto al revés: con la teta para abajo y y que ya las habían agarrado. Y no la botella encima, pero no se caía. volvieron a ver las yeguas corriendo Mamá le contó esto a una vecina como desesperadas. y ella le dijo que eran las brujas, que no se dejara. Entonces, le aconsejó que, Vencedor del mal para espantarlas, primero les gritara unos buenos insultos como maldecir- Una vez, estaba un amigo de las y mentarles la madre; después, que papá tomándose un trago cuando, de mezclara sal y ceniza y la regara por pronto, se le cayó al piso el fondo del toda la casa en forma de cruz; además, vaso, él se quedó con la parte superior que hiciera una cruz también en la en la mano y, cuando volvió a ver para mesa de a la par de la cama, porque el suelo, en lugar del trago, había una seguro querían llevarse el chiquito. yema de huevo. En el mismo instan- Mamá hizo todo y fue santo remedio; te que todo eso pasó, se le partió un nunca más volvió a ver nada tan raro anillo de acero que siempre andaba como eso. puesto. 74 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXXIII (Extraordinario), 2009, 25-74 / ISSN: 0378-0473

Ingenio Stanley Lindo, Juan Viñas, 1922

Entonces, él se dio cuenta de visitar al otro, porque la amistad era que le iban a hacer un daño y que el muy grande. acero del anillo lo protegió porque en De veras, uno murió y el que quedó el trago venía el mal. Por eso, siempre trabajaba de guarda en el beneficio. Una aconsejaba que había que usar un ani- vez, cuando estaba cuidando como a la llo de acero. media noche, oyó pasos y rápido cogió el cuchillo y salió a ver qué era. Y vio al amigo, idéntico a como era en vida, Amistad imperecedera que le sonrió y le dijo: ”Ya te cumplí la Papá nos contaba que, en Juan promesa”. Y desapareció. Viñas, habían dos señores que siempre Por esta aparición, el señor siem- andaban juntos porque les encantaban pre decía que no hay que prometer los tragos y tocar guitarra. Eran tan cosas porque de alguna manera se amigos que se hicieron la promesa de cumplen y, por supuesto, recordó a su que el primero que muriera venía a amigo para siempre.