CONFESIONES ÍNTIMAS, OPRESIÓN UNIVERSAL: LOS NUDOS DEL SILENCIO,

DE RENÉE FERRER

A thesis presented to

the faculty of

the College of Arts and Sciences of Ohio University

In partial fulfillment

of the requirements for the degree

Master of Arts

Mara Borges

November 2006

This thesis entitled

CONFESIONES ÍNTIMAS, OPRESIÓN UNIVERSAL: LOS NUDOS DEL SILENCIO,

DE RENÉE FERRER

by

MARA BORGES

has been approved for

the Department of Modern Languages

and the College of Arts and Sciences by

Betsy J. Partyka

Associate Professor of Modern Language

Benjamin M. Ogles

Dean, College of Arts and Sciences

Resumen

BORGES, MARA, M.A., November 2006, Spanish

CONFESIONES ÍNTIMAS, OPRESIÓN UNIVERSAL: LOS NUDOS DEL SILENCIO,

DE RENÉE FERRER (77 pp.)

Director of Thesis: Betsy J. Partyka

This thesis analyses three topics in Renée Ferrer’s first novel Los nudos del silencio: silence, body and memory. Within these three themes, Ferrer emphasizes the idea that oppression of women by men is independent of geographical location or cultural background. The interplay between the two female protagonists highlights the universality of oppression against women. Although the novel focuses primarily on women’s concerns, Ferrer also denounces the abuse of political and personal power in all contemporary societies. The novel takes place during the cruel dictatorship of Paraguayan

Alfredo Stroessner (1954-1989) and the character Manuel (Malena’s husband) plays the role of a torturer. The aim of this thesis is to investigate the way in which the novel develops from the very subjective confessions of the two female characters (a housewife locked in a repressive matrimony and a Vietnamese prostitute, the victim of sexual abuse) to a universal denunciation of human oppression.

Approved:

Betsy J. Partyka

Associate Professor of Modern Languages

Agradecimientos

Para empezar, me gustaría agradecerle a la Dr. Partyka por su trabajo de tutoría en

los últimos dos años. Las constantes correcciones y las preciosas discusiones fueron

valiosas para el trabajo aquí presentado. Mi agradecimiento también al Dr. Delgado y al

Dr. Torres por la atenta lectura de esta tesis, por sus comentarios y sugerencias. Además,

quiero agradecerles a todos los tres profesores por los maravillosos momentos que pasé

en cada una de sus clases durante la maestría. Ustedes me han enseñado cómo la pasión

por la enseñanza de la literatura tiene el poder de transformar una clase en algo

extraordinariamente placentero y vivificante. Gran parte de mi formación académica se la

debo a ustedes.

Gracias también a Renée Ferrer por los varios correos electrónicos intercambiados

en los dos últimos años. Sus explicaciones y comentarios me ayudaron a penetrar y a

comprender la diversidad de temas abordados en Los nudos del silencio.

También quiero agradecerle a la profesora Miriam Gárate. Aunque su trabajo de profesora/ tutora no se vincula a esta tesis particularmente, fue ella quien me presentó la rica literatura latinoamericana en mi primer año como estudiante sub graduada de Letras en la Universidad de Campinas, Brasil.

Les agradezco también a mis compañeros de maestría: Beth (“Rose”), Silma

(“Silmita”) y Ryan (“Ryancito”). Juntos, sufrimos y nos divertimos durante dos años, y adonde vaya yo, nunca me olvidaré de los momentos alegres y tristes que pasamos en

Athens, Ohio.

A mi querida familia, mi madre Maria Helena, mi padre Dito Borges y mi hermano Marcelo, les agradezco por el silencioso, pero jamás pasivo, apoyo que me han dado durante los últimos años.

Finalmente, a Luis Gregorio, por todo, siempre.

Tu precioso ejemplo, insaciable apoyo e inflexible creencia en mi capacidad están presentes no sólo en cada página de esta tesis sino en cada página de mi vida en estos

últimos siete años.

6

Índice

Page

Resumen...... 3

Agradecimientos ...... 4

Índice...... 6

Capítulo 1: Los nudos del silencio: un diálogo con la historia del Paraguay, la literatura de mujeres en Latinoamérica y la obra de Renée Ferrer...... 7

Capítulo 2: La danza del silencio...... 22

Capítulo 3- La representación del cuerpo y sus desdoblamientos ...... 39

Capítulo 4: El rol da la memoria en el proceso de reinvención de la identidad...... 52

Conclusiones finales ...... 68

Bibliografía ...... 73

7

Capítulo 1: Los nudos del silencio: un diálogo con la historia del Paraguay, la literatura de mujeres en Latinoamérica y la obra de Renée Ferrer.

Los nudos del silencio, publicada en 1988 por la escritora paraguaya Renée Ferrer, es una novela de fundamental importancia dentro de la obra completa de la autora. La primera novela de Ferrer se enfoca especialmente en dos personajes femeninos: la burguesa y conservadora ama de casa Malena y la oprimida bailarina/ prostituta vietnamita Mei Li, ambas víctimas de la opresión y del abuso universal de la mujer. No obstante, el personaje de Manuel, el esposo de Malena y un fiel funcionario / torturador en la dictadura en el Paraguay, también asume un rol destacado al representar en la novela la figura del hombre dominador y opresor. Además, este personaje representa las cuestiones política e históricas de la violenta dictadura en el Paraguay. Los tres personajes se encuentran en un espectáculo de striptease de Mei Li en París durante el cual, influenciados por la provocadora música del saxo, recuerdan su pasado hasta darse cuenta de la tragedia de sus vidas particulares.

Esta tesis busca mostrar como, a partir de tres temas principales de Los nudos del silencio - el silencio, el cuerpo y la memoria – Ferrer instaura en su novela un movimiento interno que parte del intimismo de las confesiones de los personajes subyugados hasta alcanzar un panorama universal de denuncia del abuso del poder. El análisis mostrará el complejo juego de paralelismos y similitudes creado por la autora entre dos personajes al principio tan diferentes, el ama de casa paraguaya y la prostituta 8

vietnamita, con lo cual la novela sugiere el universal abuso de la mujer que ocurre independientemente del lugar o de la cultura a que las mujeres pertenezcan. A la vez, al enfocarse en el verídico telón de fondo histórico de la dictadura en el Paraguay, la novela deja de ser sólo una denuncia de la situación de la mujer y pasa a ser una poderosa representación de las injusticias y violencias practicadas contra los seres humanos.

Este estudio se divide en cuatro capítulos, a saber. El primer capítulo sirve de

introducción a la autora y su obra presentando tres áreas de interés: aclarar la situación

histórica en la cual Ferrer, doctorada en historia, publicó su novela; ubicar a Ferrer como autora dentro del contexto literario latinoamericano; señalar la importancia de ésta su primera novela en la extensa lista de obras publicadas por Ferrer.

El segundo capítulo trata las múltiples representaciones del silencio en su obra y

revela que la autora rechaza la usual caracterización del silencio como pasividad

transformándolo en un arma activa de resistencia de la mujer. Al silencio de los

personajes se une un tipo de comunicación telepática y fuertemente activa entre Malena y

Mei Li que permite el intercambio de experiencias. En ese capítulo también se estudia la

técnica narrativa de la novela de dejar espacios en blanco entre los fragmentos escritos y

su función de visualizar el propio silencio en la novela. Además de enfocarse en los casos

particulares del acto de callar de los personajes, la novela también crea una alegoría de

todo un país, el Paraguay, que se ha aislado y silenciado en el transcurrir de su historia.

El tercer capítulo aborda el tema del cuerpo. En los tres personajes principales, el

cuerpo adquiere un rol destacado y ofrece la posibilidad de analizar tres tópicos: la

fragmentación, la sexualidad y la violencia. Malena experimenta su cuerpo fragmentado

al pasar por el proceso de reinvención de su identidad. Sólo a través de la reconstrucción 9

de su antigua personalidad, ella es capaz de liberarse y reinventarse a sí misma. La

prostituta/ bailarina Mei Li también explica su proceso de fragmentación. En su profesión

ella ha desarrollado una poderosa arma de resistencia al abuso por entender la función de

su cuerpo como entidad aislada de su mente. Además, ese personaje permite el análisis

del tema de la sexualidad en la novela, sobretodo porque el espectáculo de Mei Li resulta

ser un acto sexual lesbiano que rompe con los parámetros tradicionales de la pareja

paraguaya que lo observa. Finalmente, el personaje de Manuel abre el camino para

estudiar el cuerpo como víctima del abuso físico. Él ha sufrido la agresión física de su

madre en la infancia y posteriormente en su profesión de torturador ve el cuerpo ajeno como un objeto, susceptible de ser violentado.

En el cuarto capítulo se analiza el rol de la memoria y se propone una reconstrucción del pasado de los personajes en tres diferentes etapas de su vida: la inocencia, el abuso y la liberación. A partir de la reorganización de los recuerdos en fases de la vida se percibe el intenso juego de paralelismos en la historia de los personajes, en particular de las mujeres. Con el énfasis en la memoria, Ferrer sugiere que sólo la mirada hacia el pasado puede llevar a los personajes a comprender las diversas formas de abuso y opresión a que han sido sometidos, para entonces reinventar sus identidades y liberarse de la opresión. En ese doloroso proceso de recuerdos, la música erótica del saxo emerge y provoca las confesiones más íntimas de los personajes, transformando el saxo en un importante personaje en la novela.

Finalmente se presentan las conclusiones que comprueban que la novela tiene un afán de denunciar la opresión que ahoga a los seres humanos en cualquier parte. No obstante, la riqueza de la novela resulta no sólo de la denuncia de los abusos sino también 10

en la aclaración de los mecanismos de resistencia que sobre todo las mujeres pueden

crear para luchar contra la opresión.

Se presenta ahora una contextualización de Los nudos del silencio dentro de tres lugares distintos. En primer lugar se ubica la obra en la dramática historia de guerras y dictaduras del Paraguay, sobretodo la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), telón de fondo histórico de la novela. Luego, se ubica la novela en la producción literaria del

Post Boom durante el cual la literatura de mujeres emerge con gran fuerza en

Latinoamérica. Finalmente, se anotan algunas informaciones generales sobre la autora

Renée Ferrer y su vasta producción literaria.

El Paraguay desde su colonización ha sufrido la opresión y el abuso de poderes

incontrolables en forma de una serie de dictadores y subsecuentes guerras. A la

independencia en 1811 le siguió la cruel dictadura del Supremo Dictador, Dr. Francia,

(1814-1840), quien empezó el proceso de aislamiento político y cultural del país al cerrar

las fronteras, terminar con los institutos de enseñanza superior e implementar la censura

(Cardoso 58). El más conocido escritor paraguayo Augusto Roa Bastos narra la historia

del Supremo Dictador Francia en su obra maestra Yo, el supremo (1974) y recrea un

universo cargado de terror y miedo proveniente de la búsqueda alucinada de poder y de

orden del “supremo”. Todavía en el siglo XIX, el Paraguay pasa por una devastadora

guerra, la Guerra Grande (1865-70), contra la Triple Alianza formada por Brasil,

Argentina y Uruguay. Durante cinco años el país lucha arduamente pero termina

completamente arruinado con la muerte de casi noventa por ciento de la población

masculina, la pérdida de gran parte de su territorio, todo lo cual conduce a la total ruina 11

económica. Con apenas tiempo para recuperarse, en el siglo XX el Paraguay se encuentra en otra guerra devastadora, la Guerra del Chaco (1932-1935), contra Bolivia en la cual ambos países disputan el control de la región del Chaco Boreal (Cardoso 134). Como si eso no fuera suficiente, en los cuarenta, el país pasa por una cruel guerra civil que cercenó todas las formas de libertad, obligando a muchos paraguayos a huir del país hacia el exilio. En 1954 ocurre otro golpe que lleva al poder al General Alfredo Stroessner

(1954-1989). Este período representa el trasfondo verídico de Los nudos del silencio y se caracteriza por una fase oscura en la historia de ese país. Stroessner llevó a cabo una fuerte política de represión social, corrupción, prisión y tortura de los opositores al régimen y empobrecimiento de la población. La más larga dictadura de Latinoamérica terminó en 1989 y desde entonces el país intenta reconstruirse sobre bases democráticas.

Cautelosamente, Ferrer publicó su novela fuertemente opositora al régimen bajo la dictadura de Stroessner, lo que recalca su bravo intento de denuncia.

Con todos estos desastrosos eventos históricos, el Paraguay ha vivido un cruel

proceso de aislamiento político y económico que ha afectado drásticamente su

producción cultural y explica la escasez literaria. Los movimientos literarios en boga en

Europa no llegan a adentrar fuertemente en el Paraguay. Durante los primeros cuarenta

años del siglo XX los intelectuales profundizan los estudios historiográficos con el

objetivo de reflexionar acerca de las razones del derrotero paraguayo, la secuencia de

conflictos bélicos y las represoras dictaduras. Según Méndez-Faith este es el motivo por

lo cual la producción cultural de esa época se restringe al ensayo histórico y casi no se

publica narrativa de ficción en el Paraguay (Paraguay: novela y exilio 23-26). 12

En este panorama general de aislamiento y cercenamiento de libertades Augusto

Roa Bastos propone la imagen del exilio para simbolizar su país (215). Dos veces

exiliado: 1947, a Buenos Aires y 1982, a Toulouse, Roa Bastos afirma que el exilio en el

Paraguay se transfigura en dos caras: el externo y el interno. El exilio externo es el de las

personas de todas las clases sociales que han sido enviadas fuera del país durante los

muchos años de la dictadura. Por el otro lado, el exilio interno es el de cada uno de los

que se han quedado en el Paraguay, pero son igualmente prohibidos de expresarse y

viven bajo el ahogante escenario de la censura. El tema del exilio está también presente en la obra de Ferrer. En Los nudos del silencio la autora instaura la misma dualidad entre el exilio externo y el interno en las dos protagonistas, Malena y Mei Li. Esta segunda, una exiliada vietnamita en París, vive el sufrido exilio externo y expresa el dolor que siente por estar lejos de su tierra con la penable confesión, “Mi primer recuerdo es el exilio”, diversas veces repetidas en el relato. Malena, a su vez, representa el exilio interno de la mujer tradicional que vive bajo una fuerte opresión y no puede hablar ni expresar sus sentimientos y creencias. Así, Ferrer, aunque de manera sutil, está dialogando no sólo con las ideas propuestas por Roa Bastos acerca del exilio sino también con la tradición literaria paraguaya.

A pesar de que Los nudos del silencio presenta como trasfondo la dramática y

violenta historia del Paraguay, en su primer plan se enfoca en la situación de la mujer, siempre víctima de la opresión, no sólo en Latinoamérica sino en todo el mundo,. La

novela se inserta en un largo proceso de publicación de escritoras en Latinoamérica,

sobre todo a partir de los setenta, que remite al período literario del Post Boom. Teóricos

como Donald Shaw (1995) y Mempo Giardinelli (2002) han postulado algunas 13

características de este movimiento literario y ambos están de acuerdo en que el Post

Boom se presenta en parte como una reacción al movimiento literario anterior, el Boom.

En términos formales, los escritores del Post Boom usan un estilo aparentemente “menos

sofisticado” y dejan el experimentalismo con el lenguaje, características fuertemente

exploradas por los escritores del Boom. En términos temáticos, los autores presentan una

postura de mayor compromiso con la realidad social. En este contexto de búsqueda de

más justicia social, la literatura femenina se configura como una importante corriente

dentro del Post Boom. Las escritoras abordan directamente la situación de las mujeres en

Latinoamérica cuya vida se ha caracterizado por la sumisión, la sexualidad reprimida, la

dificultad de ascensión en el nivel profesional y el ahogo de la expresión de su propia

interioridad. Las escritoras, por lo tanto, proponen el cuestionamiento del rol femenino y

el fin del machismo.

La literatura escrita por mujeres en Latinoamérica muestra influencias de

escritoras como Virginia Woolf, quien denunció los múltiples prejuicios sufridos por la

mujer. En su libro A Room of One’s Own (1929), Woolf reivindica un lugar propio para la mujer y el derecho de ser autora de su propia representación en vez de objeto

representado en la escritura masculina. Otras teóricas posteriores como Julia Kristeva,

Luce Irigaray, Hélene Cixous, aunque no estudiadas profundamente en esta

investigación, han influenciado a Ferrer con sus ideas feministas. Según Ann Rosalind

Jones, “these French women agree that resistance does take place in the form of

jouissance, that is, the direct reexperience of the physical pleasures of infancy and later

sexuality, repressed but not obliterated by the Law of the Father” (371). Además de

enfocarse en la importancia de la sexualidad en el desarrollo de armas de resistencia, 14

característica que se ve en el personaje de Mei Li en Los nudos del silencio, estas

escritoras recalcan la importancia del lenguaje en sus teorías. afirman que dado que

sólo los hombres han tenido el poder de hablar y de escribir le han definido el ser “mujer”

a partir de su propia perspectiva. En esa relación, el hombre es el sujeto y la mujer

siempre “el otro” (Cunningham 6) de modo que el lenguaje construye lo que es el ser

mujer a partir de una única perspectiva dominadora sin que las propias mujeres tengan el

derecho de hablar por sí mismas. La importancia del derecho a la palabra y a su propia

expresión es evidente en Los nudos del silencio sobre todo cuando se analiza el personaje

de Mei Li a quien Ferrer le da la voz para narrar su propia historia en primera persona en casi toda la novela.

La revitalización de las ideas feministas en Latinoamérica a partir de los setenta a

pesar de presentar una diversidad de tendencias tiene, de acuerdo con Castro-Klarén, una

base común: “la erradicación del sexismo en el nivel ideológico y práctico de la

experiencia con el concomitante acceso e incremento del poder de la mujer” (La sartén

por el mango 28). Ferrer evidencia esto no sólo en Los nudos del silencio sino también en

otros cuentos en que la mujer ha sufrido un proceso de inferiorización ante el hombre y

debe crear sus propios mecanismos de resistencia para llegar a un eventual momento de

igualdad de poder.

La obra de Ferrer se une a una vasta publicación de mujeres en Latinoamérica.

Sólo hay que leer las obras de las consagradas Isabel Allende, Elena Poniatowska, Laura

Esquivel, Rosario Castellanos, Luisa Valenzuela, Nélida Piñón y Clarice Lispector para

ver que estas mujeres toman el trabajo de denunciar la violencia que se manifiesta contra

la mujer en la sociedad altamente patriarcal latinoamericana. Además, todas ellas abordan 15 temas referentes a la situación política y social de sus países, como lo hace Ferrer. Cada una de esas escritoras escribe con estilos, estructuras y temáticas diversas. Sin embargo, todas entremezclan la experiencia personal con el contexto histórico para crear un panorama de la realidad de su época.

Vale también señalar que estas escritoras han proporcionado una reestructuración del canon literario en Latinoamérica. Por un lado, ellas han conseguido salir de la marginalidad de las publicaciones literarias, tradicionalmente ocupadas por los hombres, para formar parte del propio canon literario. Por el otro lado, dichas escritoras empiezan a publicar géneros literarios anteriormente despreciados. Según Castro-Klarén: “As the search for woman legitimizes studies on topics previously thought unimportant, the tenets of autobiography, testimonial writing, and other forms of ‘private’ writing such as letters, diaries, and even recipes receive the scrutiny and thoughtfulness previously reserved only for ‘important texts’” (Women’s Writing in Latin America: an Anthology 3). Un ejemplo es “Lección de Cocina”, un cuento de Rosario Castellanos incluido en la colección Álbum de familia (1971), en que la receta de cómo preparar una carne se transforma en un cuestionamiento de los “lugares” que le son impuestos y de las características que son creadas como intrínsecas a la mujer. Asimismo, en Eva Luna (1988), de Isabel Allende, el diario de la narradora se revela al final ser la novela efectivamente leída por el lector.

Otro ejemplo es La noche de Tlatelolco (1972), de la periodista Elena Poniatowska, constituido por diversos testimonios de la masacre de los estudiantes en México en 1968.

La unión de los testimonios crea un carnaval de voces que narran colectivamente la masacre que escandalizó a México y al mundo. Todas estas manifestaciones evidencian el proceso de entrada de las mujeres en el espacio público literario rompiendo con los 16

paradigmas de la producción literaria y cultural de un modo general. A través de estos textos la mujer latinoamericana se descubrió enunciadora de su propia realidad, sentimientos e intimidad. Es efectivamente este proceso de re-evaluación del rol de la mujer en la sociedad uno de los temas más abordados en parte de la obra de Ferrer y en particular en Los nudos del silencio.

La obra de Ferrer de carácter feminista no sólo dialoga con la reciente publicación de mujeres en Latinoamérica sino también con la tradición literaria femenina paraguaya.

La participación femenina en la literatura paraguaya empieza con Josefina Plá (1909-

1999), nacida en las Islas Canarias. Después de trasladar a Asunción en 1927, se torna la primera mujer a publicar asiduamente en el Paraguay y su obra está completamente identificada con la cultura paraguaya (Peiró 55). Poeta, dramaturga, ensayista, crítica de arte, además de artista plástica (pintura y cerámica), Plá dio voz a la angustia, a la incomunicación y a la soledad, reflejadas en la situación política del Paraguay. La autora es una de las participantes de la Generación del 40 que introduce elementos de la modernidad, critica la tradición literaria e introduce técnicas narrativas innovadoras en la tradición literaria del Paraguay. Sin embargo, “quizá lo más destacable de la personalidad de Josefina Plá haya sido su osadía para desenvolverse como una mujer que se atrevió a romper los esquemas masculinistas de la sociedad cultural paraguaya” (Literatura y

Sociedad 56 ).

A pesar del trabajo de Josefina Plá durante medio siglo persiste el mito de que no existen escritoras en el Paraguay. Sin embargo, basta mirar el Breve diccionario de la literatura paraguaya (1996) de Teresa Méndez-Faith para asegurar que ellas sí tienen una importante participación en la publicación literaria de este país en la actualidad. El 17

diccionario cuenta con 321 entradas de escritores paraguayos de los cuales 60 son

mujeres cuentistas, poetas y periodistas. También Susan Nash en su libro First Light: An

Anthology of Paraguayan Women Writers hace una importante divulgación de ejemplos

buenos de la literatura de mujeres producida en el Paraguay. Esta publicación presenta por primera vez traducciones en inglés de textos de unas cuarenta escritoras paraguayas.

Nash le cede espacio a autoras como Ferrer, Raquel Chávez, María Eugenia Garay,

Maribel Lebrón y Susy Delgado, entre otras.

Las narradoras contemporáneas paraguayas más conocidas además de Ferrer son

Raquel Saguier y Sara Karlik. En su obra, Saguier entreteje el tema de la mujer con la represora situación política del Paraguay. Al hablar acerca de la situación de la mujer,

Saguier recalca los ritos de paso por los cuales todas las mujeres pasan, así como recalca el descubrimiento de la sexualidad femenina. Además, la autora denuncia las atrocidades sexuales cometidas por la policía durante la dictadura (Partyka 119). Karlik es una autora prolífica que presenta un estilo psicológico difícil de comprender lo que requiere un lector cómplice y paciente (122). Y finalmente, Ferrer, cuya narrativa abarca lo político, lo psicológico y lo poético como se verá más adelante.

Aunque la literatura escrita por mujeres en el Paraguay siempre ha existido, ha permanecido en el silencio a causa de las inmensas dificultades de propagar sus nombres y obras en el ámbito internacional. Según Ferrer, actualmente hay más mujeres que hombres escribiendo y publicando activamente. Los géneros más cultivados son el cuento y la novela. (Entrevista por correo electrónico, septiembre de 2005).

Finalmente, después de haber hecho la contextualización histórica y cultural, cabe enfocarse en el objeto de análisis de esta tesis: Renée Ferrer y Los nudos del silencio. 18

Ferrer empezó su carrera muy joven como poeta. Ella nació en Asunción,

Paraguay, en 1944 y se doctoró en Historia, por la Universidad Nacional de Asunción. A pesar de ser más conocida por su poesía, también escribe cuentos, novelas y teatro, de modo que su producción literaria es una de las más fecundas y variadas de su país. Hasta la fecha tiene más de treinta libros publicados y ha recibido muchos premios nacionales e internacionales por su obra1.

La obra de Ferrer tiene un importante rol en el desarrollo de la literatura del

Paraguay y la autora aborda directamente temas que se refieren a la particular realidad de su país. En una entrevista con el periódico virtual brasileño Jornal de Poesia – Banda

Hispânica, Ferrer afirma que al principio de su producción literaria buscaba insertar la

temática de su país, sobretodo en la poesía, concentrándose más en la representación del

paisaje local paraguayo y su propia relación con él. Sin embargo, hacia los ochenta, la

autora señala que vuelve su atención más atentamente a los problemas políticos y sociales

de su país. En sus propias palabras, “me perturbó la situación política, la marginalización

de la mujer, desheredadas de la tierra, preocupación que se manifiesta ya en los cuentos

‘El pozo’, ‘La muertita’, ‘Tina’, así como en varios capítulos de mi novela Los nudos del

silencio” (Entrevista con Floriano Martins). Por lo tanto, en la narrativa de los ochenta la

autora se involucra profundamente en las cuestiones sociales de su país, característica

bastante evidente en Los nudos del silencio. Ella denuncia en su obra los abusos del poder y la violencia institucionalizados durante el período de la dictadura de Alfredo Stroessner y, según Susan Nash “it is perhaps Renée Ferrer who most directly addresses the issue of

1 En el Paraguay ha ganado los premios “El Lector”, “La República”, “Amigos del Arte”, “Los Doce del Año”. Internacionalmente, se destacan el Premio Pola de Lena, en Asturias, España; La porte des Poetes, de París, el premio de la UNESCO y la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y el Premio Literario Naaman, de la Maison de la Cultura Naaman, en el Líbano, por su obra completa de poesía.

19

Alfredo Stroessner’s 35-year dictatorship and its impact on the psyche and collective consciousness of Paraguayan artists and writers” (3).

Desdichadamente, el aislamiento político y cultural vivido por el Paraguay durante toda su historia ha contribuido a la dificultad de que su literatura se proyecte en el

ámbito mundial. Además, el gobierno en los últimos años, inmerso en un desastre económico y en un letargo político, no promueve la cultura. La falta de incentivo financiero, comprensible pero no completamente justificable, resulta en la poca exposición de escritoras paraguayas. Sin embargo, según Ferrer, la situación ha mejorado recientemente. Según ella: “Estamos [los escritores paraguayos] siempre fuera de las ediciones comerciales, no entramos en el circuito de distribución mundial. Pero hemos adelantado algo. Desde hace algunos años tenemos oficinas de ISBN, es decir que nuestros libros están en el registro internacional de libros publicados. Lo que ya es bastante. Estamos en más antologías que antes” (Entrevista por correo electrónico, septiembre de 2005). Es de fundamental importancia resaltar que a pesar de todos los problemas económicos, Ferrer ha conseguido publicar sus libros, dentro y fuera del país, ha hecho contacto con el medio académico, ha viajado extensamente divulgando no sólo su obra, sino toda la cultura paraguaya que por tanto tiempo ha sido borrada de la historia cultural mundial. Ferrer se caracteriza como una autora cuya publicación supera enormemente a la de las otras escritoras paraguayas y ha podido hacer de la escritura una profesión.

La obra de Ferrer presenta rasgos de compromiso social, fuerte tratamiento de la temática de la mujer, un toque de erotismo y de existencialismo y una profunda denuncia de la corrupta y violenta realidad política y social de su país. No obstante, su obra 20

traslada las fronteras del país para ampliarse hacia una denuncia universal del abuso de

poder. Su escritura también presenta rasgos de lirismo marcando el texto con el ritmo y

el tono de la poesía. En las palabras de la autora: “...la poesía tampoco está ausente de la prosa. Si no está en las palabras, estará en las situaciones o en los personajes, en los símbolos, en ese temblor que persiste, cuando persiste, después de haber terminado la lectura” (Entrevista con Floriano Martins). Una de las características más claras de la

prosa de Ferrer es el profundo y cuidadoso trabajo con la palabra, con la musicalidad y

con el ritmo, particularizando su estilo literario.

Su primera novela Los nudos del silencio da continuidad a temas encontrados en

las colecciones de cuentos escritos durante la misma época. En su primera colección de

cuentos La seca y otros cuentos (1986) la fuerza de algunos temas y el estilo narrativo

establecen un fuerte diálogo con su primera novela. Temas como la soledad humana, el

autoritarismo político, social y personal, la violencia y la mujer subyugada en el

matrimonio, circunscriben cada uno de sus cuentos siempre cargados con un tono

intimista. En términos estilísticos, en algunos de los cuentos hay mucha variación y

experimentación con el lenguaje. Ferrer juega con el estilo narrativo basado en el

entrecruzamiento de voces que será la base estructural de Los nudos del silencio. Dicha

técnica crea un dialogismo en el texto, cuyo entretejer de perspectivas múltiples le invita

al lector a decidir de quién es la voz narrativa de los fragmentos. Por consiguiente, ese

texto no ofrece una única perspectiva cerrada en sí misma, sino que deja abierta la

posibilidad de varias interpretaciones. La segunda colección de cuentos, Por el ojo de la

cerradura, aunque publicada en 1993, cinco años después de Los nudos del silencio,

reúne cuentos escritos en la misma época de su primera novela. El tema de la dictadura es 21 bastante fuerte en muchos de los cuentos, así como la recurrencia del tema de la mujer y de la maternidad. En esta variada colección los cuentos son más psicológicos, penetrando la interioridad de personajes devastados por un dolor profundo o por la desilusión. La narrativa en primera persona en muchos de los cuentos realza el “yo” más íntimo de un cuadro muy diverso de personajes y sus respectivas personalidades. El intimismo que caracteriza esta segunda colección es también la base para la construcción de los tres personajes principales involucrados en la trama de Los nudos del silencio. Por lo tanto, la narrativa de Ferrer de los ochenta dialoga con la realidad política de su país y presenta un claro enfoque en la situación de la mujer. Su estilo narrativo privilegia el intimismo del habla de los personajes e instaura en su narrativa un tono poético.

En los próximos cuatro capítulos de esta tesis se analizará la manera en que Ferrer desdobla la historia de la vida de los personajes oprimidos, en particular el caso de las mujeres Malena y Mei Li, en su proceso de adquisición de armas de resistencia a la opresión, en una vital denuncia de las injusticias sociales. Con esto, Los nudos del silencio es un ejemplo genuino de cómo la producción literaria de Ferrer está cargada de compromiso social lo que, consecuentemente, hace de su obra una poderosa voz que se proyecta para luchar contra el autoritarismo y la opresión. 22

Capítulo 2: La danza del silencio La mano que detuvo el pulso de la vida quizás tenga respuesta para tanto silencio

Renée Ferrer, Sobreviviente

Desde el título, Los nudos del silencio, se puede percibir que el silencio es uno de

los aspectos cruciales abordados por Ferrer en su novela. Este capítulo analiza las diversas representaciones del silencio en la obra y propone dos principales categorías de

análisis: el silencio pasivo, muy poco frecuente en la novela, y el grandioso y sonoro

silencio activo. A partir del fuerte énfasis en la representación del silencio como una

respuesta activa, se verá cómo la autora transforma el acto de callar, tradicionalmente

caracterizado como pasividad y recogimiento, en una actitud de resistencia y

enfrentamiento a las formas de opresión.

El silencio es una de las problemáticas apropiadas por la literatura de mujeres

para tratar de la desigualdad entre los hombres y las mujeres, puesto que la mujer ha sido

acallada en diferentes maneras: el discurso tanto oral como escrito, el conocimiento

formal, los derechos, la vida pública y la sexualidad. Al principio, cuando se piensa en el

silencio, surge la idea de la pasividad y de la sumisión frente al sonido que se relaciona a

la fuerza y al poder. El hombre se posiciona en el lado de la palabra, y por lo tanto, en el

centro, mientras que la mujer se posiciona en el silencio, permaneciendo en los márgenes.

En este sentido, el silencio es muchas veces analizado como el resultado de la opresión

puesto que se le impone a alguien. Según Debra Castillo, “initially (…) silence is not a

response but a condition imposed from outside: silencing, rather than silence freely 23 chosen” (Talking Back 37). Cuando es considerado una respuesta frente a una situación de abuso, normalmente se caracteriza como una respuesta pasiva, cuyo alcance no logra destruir lo más fuerte. Por lo tanto, el silencio “nunca pierde […] la connotación de recogimiento, retracción y reflexión” (Moraña 106) y hasta incluso, cuando es analizado de manera superficial, se perfila como sumisión.

Tomando esta idea de recogimiento y de retracción se puede caracterizar el silencio como pasivo cuando demuestra aceptación o sumisión a la voluntad ajena, hecho que muchas veces parte de la ignorancia del individuo frente a sus voluntades y derechos.

El silencio pasivo, práctica de muchas mujeres en Latinoamérica, viene a ser la auto anulación principalmente porque la persona ni siquiera se da cuenta de que se establece una relación de opresión. En medio de tantas representaciones del silencio en Los nudos del silencio resulta difícil encontrar momentos en los cuales se nota el silencio pasivo, lo cual sugiere que la intención de la narradora es invertir la caracterización de esta práctica.

No obstante, hay un sólo momento en que Malena, el personaje que más se calla en la novela, parece demostrar que su silencio es la aceptación del orden de su esposo.

Antes de casarse, ella estudiaba el piano revelando un admirable talento musical. Pero una de las imposiciones del autoritario Manuel para que la boda se realice es que ella deje de estudiar música. “Si te querés casar conmigo es mejor que vayas pensando en cerrar el piano, porque a mí esas cosas no me gustan” (21). La voz del macho dominador impera y, en contrapunto, la respuesta de Malena se resume a la aceptación.

Ni siquiera se acuerda de una objeción convincente plantada frente a Manuel

cuando condicionó el casamiento a su retiro del conservatorio. Todo sucedió sin

lucha, sin ardor, sin resistencia, ni tan sólo el esbozo de una rabia legítima. Como 24

si fuera lo más justo y necesario, lo más natural del mundo, y consecuente, el

entierro de un manantial, sin duelo ni congoja. (192) 2

Aunque la palabra “silencio” no es mencionada en el fragmento anterior, se puede

concluir la falta de reacción de Malena. El personaje muestra que ni tiene conciencia de

sus derechos ni de que puede ocupar un espacio público en la sociedad, representado por

el arte musical. Para Malena, todo es “justo, necesario y natural”. Más que una simple

aceptación individual de un personaje, el texto hace un fiel retrato de la situación de

muchas mujeres que renuncian su verdadero talento, negando así su propia identidad,

para vivir una vida convencional cuyo rol ya está definido por la sociedad patriarcal en

que vive. Malena esconde su identidad verdadera, “toda ella música” como lo afirma en

otra parte del relato, y vive de acuerdo con el rol que Manuel le impone.

La postura autoritaria de Manuel lleva a Malena a silenciar muchas de sus

voluntades motivo por lo cual durante su matrimonio empieza a hacer “nudos” todas las veces que no logra hablar lo que desea. El nudo plantea la imagen de lo que quiere salir, pero que encuentra una barrera para proyectarse. Según Méndez-Faith, “Los nudos del silencio, con su alusión a ‘nudos’ y a ‘silencio’ nos remonta indirectamente a un mundo de sufrimiento, angustia, privaciones, aceptación, a nudos en la garganta, a pesares secretos, a dolores callados casi siempre asociados con la experiencia y la realidad de la mujer de ayer y de hoy, de Occidente y de Oriente” (“Rompiendo tabúes” 121). Ferrer retrata en el personaje de Malena la realidad de muchas mujeres tradicionales que son

2 Vale resaltar que la estructura de la novela basada en el fluir de la conciencia de los personajes permite que reflexiones sobre el mismo acontecimiento se encuentren en partes separadas en la novela como el habla de Manuel en la página veinte y la reflexión de Malena en la página ciento noventa y dos. La falta de orden cronológico de los fragmentos refleja el proceso desordenado de los recuerdos de los personajes y el fluir mismo de la conciencia.

25 obligadas a mantener su voz y sus deseos escondidos, metafóricamente representados por los nudos.

Aunque la novela muestra el nudo como resultado de la ahogante negación del habla de la mujer, el gran enfoque está en el doloroso proceso de desatarlos por el cual

ésta debe pasar para alcanzar su libertad. Malena empieza a desatar esos nudos ya durante su matrimonio cuando ve, por ejemplo, que es capaz de transformar su silencio en una respuesta activa de auto-defensa y de enfrentamiento. Quedarse en silencio es parte de una postura activa en que la propia persona decide si quiere o no hablar, como una manera de protegerse, de contestar y, a la vez, de herir al otro. Según Castillo

A woman who is neither passive nor accepting may yet preserve the advantages

of distance and silence for her own reasons, using distance to her advantage, using

the mask of silence to slip away. Silence, once freed from the oppressive

masculinist-defined context of aestheticized distance and truth and confinement

and lack, can be reinscribed as a subversive feminine realm. (Talking Back 40)

En este sentido, el otro tipo de silencio en la novela, mucho más frecuente y fuerte, es el silencio activo. Es un tipo de silencio que transmite un mensaje más fuerte, sea de reprobación, de indignación o de resistencia. A través del silencio activo se reafirma una posición o, al revés, se rechaza la dominación del otro. Consecuentemente, el silencio está intrínsecamente relacionado a la decisión de mantenerse callada. Nadie le calla a la persona menos ella misma.

Este tipo de silencio tiene distintas representaciones en la novela y en este capítulo serán analizados cuatro manifestaciones del silencio activo. En primer lugar, el que parte de la mujer y, por consiguiente, serán analizados tres personajes femeninos, a 26

saber: Malena, una guerrillera política detenida y torturada por Manuel y Mei Li. Luego

se analizará el silencio impuesto por la dictadura militar y cómo afecta al personaje de

Manuel. Después, el análisis se enfocará en la comunicación silenciosa, completamente

cargada de significado, establecida entre Malena y Mei Li durante el show de striptease

en París. Por fin, se anotará el silencio del texto creado a través de los fragmentos en blanco en la novela que piden ser leídos e interpretados en esta danza del silencio en la

novela. Esas diferentes manifestaciones del silencio desmitificarán la idea de pasividad

en el silencio.

1.1) El silencio activo de las mujeres

Al analizar cuidadosamente las manifestaciones del silencio en los personajes

femeninos se percibe que Malena es quien más se calla en el transcurso de su vida, sobre

todo después de su matrimonio con Manuel. Aunque al principio haya aceptado las

imposiciones de su esposo, como se ha visto anteriormente en un ejemplo de silencio

pasivo, se percibe un proceso de evolución y de toma de conciencia de sus propios

valores. En ese proceso, Malena descubre que, irónicamente, puede optar por el silencio

para resistir la dominación de Manuel.

Una de las partes más significativas que muestra el cambio de Malena es cuando

ella se refiere a los chistes que Manuel suele hacer acerca de las mujeres, siempre

planteando la supuesta inferioridad del sexo femenino. Al principio, Malena en su

inocencia también se ríe de los chistes, pero eventualmente se cansa de ellos y se da

cuenta del pérfido y despreciativo significado entrelíneas.

Y ella pensando al principio que eso de que la mujer no es persona era nada más

un chiste de su marido, y que él realmente no lo creía; por eso le festejaba la 27

broma con una risa idiota, siguiéndole el juego con un filoso: sí, pero da gusto.

(Carcajada general y ella encantada). Hasta que de tanto repetirse, la salida fue

perdiendo gracia y su risa también se fue encogiendo, vacilando, hasta volverse en

un montoncito de silencio. Y ahora cuando le oía decir aquello, ya se quedaba

seria y, a veces, hasta tenía el atrevimiento de indignarse. (48-49)

El comportamiento del personaje femenino evidencia la gradación descendiente del sonido: al principio una carcajada, luego una risa que se va encogiendo, vacilando y, finalmente, llega al silencio. Sin embargo, la postura de reprobación es ascendiente de modo que el silencio es la máxima expresión de su oposición al prejuicio presentado en los chistes de Manuel. El proceso de concientización de Malena es evidente puesto que al principio demostraba una ignorancia de sus propios valores pero paulatinamente toma conciencia de que tiene cómo hacerle frente a Manuel cambiando sus propias actitudes.

Malena descubre que su silencio, al principio una respuesta pasiva, puede transformarse en su propia arma de resistencia.

El rico símbolo del nudo ofrece aún otra imagen para comprender los cambios por los cuales pasa Malena. Literalmente, un nudo se forma cuando una de las puntas de un hilo, o una soga, da la vuelta a sí misma, se estrecha, se cierra, y se proyecta en el otro lado ya como algo diferente. La misma imagen puede ser usada para el silencio de

Malena. Si al principio su silencio era una aceptación, después de un proceso de toma de conciencia el personaje es capaz de darse la vuelta a sí misma, hacer un nudo, para proyectarse al otro lado como una nueva persona. Malena, después de hacer el nudo, es capaz de cambiar y proyectarse como algo nuevo. En este sentido, el símbolo del nudo 28

materializa la práctica de resistencia que permite al personaje transformar su silencio en

su arma.

Otra sonora representación del silencio activo en la novela surge de una guerrillera detenida y torturada por Manuel y por sus subalternos. Este personaje es secundario en la novela, situación análoga a los que son oprimidos y víctimizados.

Consecuentemente, esta guerrillera conglomera dramáticamente todas esas características: mujer, víctima, marginal. Durante su sesión de tortura, esta mujer sólo abre la boca para gritar, nunca para delatar a sus compañeros de guerrilla. Ferrer recalca la capacidad de resistencia que parte de una mujer que a pesar del suntuoso dolor, se mantiene fiel a sus ideales políticos. Su silencio activo simboliza la valentía y el sacrificio de las víctimas que prefieren la muerte a la delación. La detenida resiste hasta que es violada por todos los hombres que la torturan, incluso por Manuel. El pasaje siguiente es fuerte e impresiona por la violencia empleada por los torturadores, pero a la vez por la fuerza de resistencia de la mujer:

El reloj dio tres golpes sonoros en la noche. Inténtenlo otra vez. Las uñas lloran

con ese chorrito manso que se coagula no bien llega al camastro. Cuatro golpes

se escuchan en la noche. Y de nuevo y otra vez y otra más. Pero la boca sólo se

abre para gritar. Insistan, y es la última. Cuando dieron las cinco entendieron,

por fin, que no hablaría y que la tenían para divertirse. (197)

La escena tiene un fuerte énfasis en el sonido: “golpes sonoros”, “chorrito manso”,

“cuatro golpes se escuchan en la noche”, “la boca se abre para gritar”. Paradójicamente,

el silencio de la mujer por no delatar a sus compañeros es lo que prevalece a pesar de sus

propios gritos. Una vez más es un silencio completamente activo y simboliza la 29 resistencia a todo el régimen dictatorial, sea en el Paraguay o en cualquier otra parte del mundo. En este caso, el hombre y el habla, elementos normalmente asociados con la fuerza, se transforman en los débiles, mientras que la mujer y el silencio asumen las posiciones de poder y desafían a los que oprimen.

Además del contraste entre el sonido de los golpes y el silencio de la mujer en el fragmento se denota también el choque de distintos registros estilísticos. En el pasaje existe un narrador onmisciente que narra la escena, pero también se registra la voz directa de Manuel en frases como: “inténtelo otra vez”, “Y de nuevo, y otra vez y otra más”,

“insistan y es la última”. A pesar de la bajtiniana polifonía de voces de la escena creada con el registro del narrador, el habla de Manuel y los gritos de la mujer, todo corroborando para un carnaval de voces, el silencio de la no delación es todavía más grandioso que la fuerza del sonido. Ferrer logra crear una rica escena en la cual el poder agobiante del sonido se rinde al silencio. En otra parte de la novela, el lector se entera de que la detenida muere después de la violación y, por consiguiente, llega al acto de callar definitivo cuando el silencio finalmente encuentra la muerte.

Hasta este punto se ha visto que la novela parte de ejemplos intimistas del silencio de una mujer tradicional latinoamericana que logra transformar su acto de callar en el enfrentamiento a su esposo. Luego, la trama se amplifica al incluir la situación política de la dictadura en el Paraguay y una de sus prácticas más crueles: la tortura. No obstante,

Los nudos del silencio alcanza su universalidad temática al incluir la historia de la vietnamita Mei Li, responsable por insertar en la novela el lado trágico de la vida de la mujer asiática. Vale mencionar algunos de los eventos de la historia de la vida de Mei Li para entender cómo ese personaje también ofrece ejemplos del silencio activo. Después 30

de que su madre se la regala a su tío para que no muera de hambre en Vietnam, su tío

también se la entrega a un francés para pagar deudas de juego. El francés, a su vez, se la

vende a una casa de prostitución, pero antes, Mei Li tiene que pasar por el cruel ritual en

el cual la dueña del burdel observa al francés violándola. La denuncia de la industria del sexo propuesta por la novela es clara en este punto. Mei li, completamente sin fuerzas para oponerse a este acto de violencia, se mantiene silenciosa y entrega su cuerpo al francés. Pero a la vez imagina su escape al pensar en pájaros que se desprenden de la colcha y vuelan libremente. Dice Mei Li

Entonces él, sin decir nada, me empujó hacia la cama y delante de aquellos ojos

codiciosos me penetró sin espera. De la colcha se desprendían pájaros de un

inocente esplendor, a los cuales les pedía con los ojos cerrados que me llevaran

lejos. No bien se sacudió las arrugas del traje, recibió la paga por mi cuerpo y me

dejó en el burdel. (169)

Su cuerpo se resigna a la violación, pero la mente se mantiene libre y no se entrega en ningún momento a este acto brutal. En su silencio, Mei Li es capaz de reinventar una nueva realidad, simbolizada aquí por los pájaros que vuelan libres, para distanciarse del abuso. La distancia, aunque interna y en su mente, es usada en conjunción con el silencio para la protección de la mujer, de modo que ambos crean la resistencia a la prostitución de su mente. Al final del fragmento, la voz de Mei Li insiste en aclarar que el francés recibió “la paga por mi cuerpo y me dejó en el hotel” (énfasis mío), reafirmando que la paga no es por su ser, que todavía resiste a prostituirse.

En esta escena vale mencionar que en medio a la polifonía de voces de la novela y

su constante cambio de voz narrativa la autora opta por la narración en primera persona 31

para que se escuche la voz de la propia Mei Li. Sólo ella es capaz de narrar cómo se han desarrollado sus armas de resistencia al abuso sexual. La interferencia de un narrador

onminisciente no le daría a la escena la misma fuerza narrativa. En lo que se refiere al derecho a la voz, vale retomar las ideas de la escritora mexicana Rosario Castellanos. En

Mujer que sabe latín (1973), Castellanos afirma que la posesión del lenguaje es un

elemento clave en el proceso de liberación de la mujer. En Los nudos del silencio la

opción estilística de Ferrer recalca la importancia del acceso al lenguaje para que la mujer

pueda hablar de sí misma y por sí misma como mecanismo de resistencia. Esto muestra

que Mei Li, no como Malena, ya ha tomado responsabilidad por su futuro. Ya no acepta

la opresión inocentemente.

Los tres personajes femeninos aquí analizados reinventan el rol del silencio por

usarlo como una respuesta de valentía y poder sin la necesidad de usar la palabra. La

mujer transforma las características del acogimiento y del silencio, ambas construidas

como cualidades intrínsecas a su personalidad, en su poderosa arma de enfrentamiento.

1.2) El silencio culpable de Manuel

Ferrer construye en su novela un interesante juego de doble caracterización de sus

personajes en que yuxtapone los femeninos con los masculinos. El personaje de Manuel

es un rico ejemplo de este mecanismo en lo que se refiere al tema del silencio. Es él quien

tiene el poder de la palabra tanto en su matrimonio como en su profesión de torturador.

Por el otro lado, el personaje también se silencia en momentos cruciales de la novela y su

acción de callar también es activa puesto que está cargada de varios significados que vale

la pena ser analizados. 32

En primer lugar, su silencio es impuesto por las actividades ilícitas que practica en su profesión en el régimen dictatorial. Al fin y al cabo, nadie debe saber de la práctica

deshumana realizada por los gobiernos dictatoriales. Su esposa Malena jamás se entera de lo que efectivamente Manuel hace, tampoco tiene una explicación para las largas noches que el marido pasa en su trabajo. Como consecuencia, el matrimonio entre Manuel y

Malena también se transforma en una víctima del silencio. En sus recuerdos, Malena se

queja de la falta de comunicación en su matrimonio: “La presencia casi corpórea de ese

acuerdo en callar nos deglute” (102). El contraste aquí establecido crea un fuerte y rico

oxímoron que se aplica a todas las representaciones del silencio activo en la novela.

Aunque ni se vea ni se escuche, el silencio adquiere una forma física que, como lo recalca metafóricamente Malena en otro fragmento de la novela, “levanta un muro más ancho y compacto entre nosotros” (183). Ambas caracterizaciones del silencio, un cuerpo o un muro, crean una impetuosa metáfora a través de la cual la autora ofrece la real dimensión del daño que el silencio ha causado en la vida de las personas. Ferrer denuncia la cruel y corrosiva falta de comunicación que se establece por un régimen dictatorial, sea en el nivel nacional, sea en el nivel privado del matrimonio que cercena cualquier tipo de libertad, sobretodo la de hablar.

Manuel también tiene que callar su sufrimiento al presenciar el dolor de quien es torturado. Como ente dictatorial, no puede compartir la congoja que siente, transformándose en una persona ahogada por su propio sufrimiento. “Hay momentos, sin embargo, en que Manuel pareciera no aguantar más esa mole de silencio que carga sin ayuda. Una cierta vacilación lo hace vulnerable” (114). Sin embargo, como le es característico, retoma su papel de “macho fuerte” y no demuestra su involucramiento 33 personal y emocional frente a sus víctimas. “Pero de inmediato se rehace, le oculta lo que sea, la posterga, y la rendija por donde hubiera podido llegar al meollo de tanto encubrimiento se torna ciega, hermética” (114). Su silencio revela su culpa.

Manuel, por lo tanto, es un personaje a través del cual la autora muestra el silencio impuesto por las prácticas brutales de la dictadura. En este sentido, el silencio de

Manuel es también un silencio colectivo de toda una nación víctima del abuso de poder que teme denunciar tantas injusticias. No sólo el caso de Manuel, sino toda dictadura está envuelta en una capa de silencio absoluto. Las personas por tener conciencia de las duras consecuencias que puede tener el acto de hablar, se imponen la autocensura.

1.3) La comunicación silenciosa entre Malena y Mei Li

Si por un lado la autora crea la historia de un matrimonio donde ya no hay más comunicación, por otro propone que es posible comunicarse sin palabras cuando no hay una relación de poder en juego. Para probarlo, Ferrer crea un tipo de comunicación silenciosa y telepática entre Malena y Mei Li durante el espectáculo de striptease. A través de las miradas y de la constante música del saxo, un personaje evalúa al otro, reflexiona sobre la vida ajena, y llegan a intercambiar informaciones acerca de su vida.

Las reflexiones de ambos personajes se mantienen en un constante ir y venir llevadas por la manipuladora y provocadora música del saxo. Al principio, sus observaciones ratifican estereotipos ya establecidos por la sociedad. Los ojos conservadores de Malena ven a una prostituta que expone su cuerpo como un objeto de placer motivo por lo cual no la considera como alguien digna de respeto. En cambio, Mei

Li ve a la burguesa Malena como alguien que sólo va a un show para probar su propia 34

superioridad social frente a ella. No obstante, a la medida en que las dos empiezan a entrar en su proceso de introspección y a cuestionarse acerca de sus trayectorias de vida son capaces de rastrear sus propias similitudes y concluir que ambas son víctimas del mismo abuso del poder.

Al crear ese tipo de comunicación silenciosa entre los personajes, Ferrer sugiere

que Malena puede comprender no sólo un poco más sobre la vida de Mei Li, sino

también sobre sí misma. “Algo le están diciendo esos ojos que no entiende; algo que tiene

mucho que ver con ella, con esa noche, y ese viaje, y ese hombre a su lado, y aquella

tarde del conservatorio en que aferrándose a otros ojos les dijo que abandonaba la

música”(41). La relación con la otra es fundamental para que Malena pueda penetrar en

su propia interioridad y hacer un repaso de toda su vida. En este sentido, Mei Li funciona

como un agente catalizador del cambio para Malena.

Mei Li, a su vez, también se siente influenciada por la presencia de Malena e,

intrigada, empieza a cuestionarse sobre esa mujer: “Es extraño: una mujer se ubica en la

platea, la mira, y sin saber por qué, un puente se extiende instantáneamente sobre un

territorio intocado, donde pueden rastrearse las raíces de un bosque completo de

silencios” (25). Es a partir del intercambio constante y silencioso entre ellas que Mei Li

llega a comprender que la vida burguesa de Malena, que al principio le parecía algo fácil

y simple, comienza a tomar matices de una realidad tan dura como la suya.

Ferrer manipula la comunicación silenciosa entre las dos protagonistas para

revelar los espejismos entre sus vidas. Ambas destruyen los estereotipos iniciales en la

medida en que ellas son capaces de penetrar en la interioridad de la otra. Por lo tanto el

silencio, característica que las ha acompañado durante toda la vida, también les ha 35

permitido conocerse en el momento del espectáculo, sin tan siquiera haber intercambiado

una palabra. “La palabra no es ciertamente el único vehículo del conocimiento”(80).

Ferrer una vez más le resta el poder de la palabra y lo transfiere al silencio. A través de la

telepatía que entablan ambas mujeres, la comunicación silenciosa se une a la imagen

general del silencio como fuente de poder.

1.4) El silencio textual

El fuerte y constante enfoque de la novela en la temática del silencio también se desdobla en las características formales de la narrativa. En medio de diferentes representaciones del silencio es natural que el texto mismo se acalle a través de los espacios en blanco entre los fragmentos escritos. De esa forma, la autora mantiene la sintonía entre forma y contenido en Los nudos del silencio.

En primer lugar, los fragmentos en blanco ofrecen la posibilidad de visualizar el

silencio en la obra. Dado el énfasis en las diversas maneras de callarse que hay en el relato, la creación de fragmentos en blanco es una solución estilística encontrada por la

autora para que el silencio tenga un espacio reservado en la novela. Ciento diecisiete

fragmentos escritos componen la novela y, consecuentemente, ciento diecisiete

fragmentos en silencio emergen entre cada una de las partes escritas. Por lo tanto, la

técnica narrativa de Ferrer sugiere que el silencio tiene el mismo valor que la escritura en

la construcción de la novela.

El enfoque textual en el silencio es todavía más violento cuando es contrastado con

la polifonía narrativa de la novela. Todo el relato está compuesto de fragmentos en los

cuales hay constantes cambios de narrador en primera y tercera persona, hasta incluso el 36

uso del “tú” (narración en segunda persona) cuando se establece la comunicación

telepática entre las mujeres. Dicha diversidad de voces narrativas le da al texto una rica

multiplicidad de perspectivas. La autora también alterna estilos narrativos que instauran

distintos tonos en el relato: introspectivo, intimista, directo, simplista, infantil, violento y

sonoro. Además, la música del saxo se une a las diversas voces de la narrativa y todas

esas características resultan en una intensa carnavalización de voces que se acerca a la

teoría de Bajtín. Sin embargo, ante tanta polifonía narrativa, el lugar del silencio se

preserva, tiene su lugar específico reservado y adquiere un rol de importante personaje en

la arquitectura general del relato. La novela no estaría completa si el propio texto no se

callara ante tanto énfasis en el silencio.

El fragmento en blanco también invita al lector a reflexionar sobre los eventos

aclarados en las partes escritas. Los descubrimientos de los personajes y el acto de

desatar los nudos por los cuales pasan confieren gran intensidad a los fragmentos escritos.

La parte en blanco se configura, por lo tanto, en un momento en que el lector puede

detenerse para reflexionar sobre el desahogo de cada personaje, funcionando como

pausas narrativas. Además, el constante cambio de perspectivas en la novela puede

generar una confusión en el lector, y en este caso el fragmento en blanco ofrece un momento de descanso para que se pueda reorganizar, incluso cronológicamente, los eventos y las revelaciones narradas en cada parte del texto. En ambos casos, sea el

momento de reflexionar o de descansar, el espacio en blanco es un elemento que ayuda

en la estructuración de la novela.

Las distintas representaciones del silencio aquí analizadas: el silencio pasivo, el

silencio activo y sus desdoblamientos en el silencio de las mujeres, el silencio de Manuel, 37 la comunicación silenciosa entre los personajes y el silencio del texto, transforman el acto de callar en una actitud compleja y polisémica. Sus distintas connotaciones reinscriben el rol del silencio en la vida de los personajes. El silencio es central en la novela en lo que se refiere a la situación de la mujer. Malena, Mei Li y la mujer torturada son ejemplos que comprueban cómo han podido convertir el silencio en una de las armas más fuertes de resistencia al abuso y a la opresión. Por lo tanto, Ferrer sugiere que desde la perspectiva de la mujer no hay pasividad en el silencio y, consecuentemente, la novela desmitifica la idea de que el poder está sólo en la voz.

No obstante, la novela entreteje la problemática del silencio como resistencia de la mujer con los eventos históricos del Paraguay retomando los crueles eventos de la dictadura. Ferrer sugiere que ese país también ha sido víctima de un largo proceso de silenciamiento del pueblo en general, muchos muertos, torturados, desaparecidos y otros conviviendo con el miedo de denunciar las brutalidades cometidas durante la dictadura.

No sólo Manuel se impone la autocensura, sino también casi toda la población paraguaya que ha vivido bajo una atmósfera de miedo y terror. Más aún, la novela se abre para hablar de todas las formas de silenciamiento que ocurren en cualquier otra parte del mundo, Latinoamérica, París o Vietnam. Al insertar la historia de una vietnamita, también víctima del silencio y de distintas y feroces formas de abusos, la novela promueve una representación universal del silencio. La historia particular de los personajes se entreteje a la historia de sus países en una fuerte denuncia del abuso de poder que ocurre tanto en la esfera privada como en la esfera pública. Desde el personaje más oprimido hasta un país ubicado en cualquier parte, Ferrer propone que todos deben pasar por el proceso de desatar sus nudos, reinventarse a sí mismo y a su propia historia y 38

construir sus armas de resistencia a la opresión. En esta gran danza del silencio el texto

también se calla en sus espacios en blanco lo que permite ver la real dimensión del acto de callar en la realidad tanto personal como histórica. Finalmente, esos espacios en blanco que guían la lectura también le provoca al lector haciéndole pensar en los silencios en su propia vida. Es como ponerle un espejo frente al lector para que refleje sus actos de silenciamiento.

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Capítulo 3- La representación del cuerpo y sus desdoblamientos

Como al acaso me desprendo de mi cuerpo Echándome a andar por mi galaxia privada.

Renée Ferrer, De lugares, momentos e implicancias varias

Este capítulo analiza la representación del cuerpo en Los nudos del silencio y el significado plural que se le confiere a este aspecto. En el transcurso de la novela, el cuerpo toma una posición central, por rechazar ser codificable o calificado como algo inerte. Los personajes femeninos, Malena y Mei Li, permiten analizar la problemática del cuerpo a partir de un proceso de fragmentación. Malena siente su cuerpo fragmentarse al entrar en el doloroso ciclo de ruptura con su pasado. La bailarina/ prostituta Mei Li aclara el mecanismo de separación entre cuerpo y mente que ha desarrollado en su profesión para evitar que su interioridad se entregue al acto de abuso sexual. También se estudia el tema de la sexualidad por Mei Li y consecuentemente se entiende cómo la mujer es capaz de transformar su cuerpo en un arma de poder en el ciclo de represión y abuso. Por fin, el cuerpo puede ser analizado desde la perspectiva de la cruel práctica de la tortura donde se ve ajeno como el blanco de la violencia. A partir del cuerpo, Ferrer continúa la denuncia del abuso de poder y, a la vez señala cómo se puede transformar el cuerpo en un arma de resistencia.

La fragmentación y rechazo de la univocidad reflejan las ideas de la

Postmodernidad que de una manera general plantean el concepto de la descentralización

(Hutcheon 58), según el cual se puede ver en la sociedad postmoderna un proceso de 40 antitotalización. Se ve en la producción cultural, sobretodo después de los setenta, un movimiento de inclusión de lo que siempre ha sido considerado marginado, acompañado de un cuestionamiento del orden tradicional construido. La postmodernidad rechaza la idea de que existe una visión única capaz de abarcar la totalidad de la existencia. En este sentido las palabras utilizadas por la crítica Linda Hutcheon para caracterizar el movimiento postmoderno son “hybrid, heterogeneous, discontinuous, antitotalizing, uncertain” (59).

La idea de la fragmentación y de la antitotalización está presente de manera muy fuerte en Los nudos del silencio, en particular en el personaje de Malena puesto que ella se encuentra en un proceso de deconstrucción de sus antiguos parámetros. Para Malena, el viaje a París es el inicio de todo un proceso de rupturas. Salir de la rutina cotidiana que incluye cuidar de la casa, del esposo y del hijo, y hacer un viaje a la capital de la cultura y luz plantea un proceso de apertura hacia lo desconocido. La mujer que ha sido educada para quedarse en el hogar y para simbolizar la estabilidad es súbitamente lanzada a la ciudad cosmopolita y escenario de la diversidad. “Por fin en París” (13) es la frase que abre la novela y que marca el desahogo inicial del personaje, sugiriendo así que finalmente ella puede experimentar lo nuevo.

Vale también mencionar el concepto de la deconstrucción postulado por Jacques

Derrida, en el cual el teórico “ataca la lógica de la cultura occidental básicamente en lo que concierne al principio de causalidad puesto que en este principio hay una prioridad lógica y temporal que va de la causa al efecto” (Cf. Amaya y Fernández 189). El tramado de oposiciones binarias - causa/ efecto, modernidad/ tradición, religión/ ateísmo, mujer/ hombre, ama de casa/ prostituta, homosexual/ heterosexual - que impregna la sociedad 41 debe sufrir un proceso de debilitación, abandonando, por lo tanto, estructuras completamente maniqueístas. Es, efectivamente, este mundo binario y tradicional en el cual vive la mujer que súbitamente empieza a romperse y a deconstruirse, desestabilizando toda su construcción histórica. De acuerdo con Hernán Vidal “se ha construido un agente social ‘mujer’ abstracto, de naturaleza homogénea, uniforme, constante, equilibrada y no contradictoria” (267).

Malena es la representante de un grupo de mujeres de Latinoamérica que ha aceptado vivir de acuerdo con esa construcción de una naturaleza uniforme hasta que ve la necesidad de romper con dichos estereotipos para que ella misma pueda reinventar su propia identidad. Como resultado, Malena percibe el primer rasgo de sus cambios poco después de su llegada a París. Manuel le invita a ver un espectáculo de striptease. Dentro de los patrones conservadores de Malena, un show de striptease figura como lo obsceno, lo pervertido, lo casi inmundo. Súbitamente, ella tiene que enfrentarse con los deseos más perversos de su esposo, para quien París es una ciudad “donde germinan como hongos los placeres” (14). Como es de esperarse, ella cede a los deseos de su marido y decide acompañarlo. Sin embargo, Malena “de súbito siente el cuerpo fraccionado, y es una sensación desgarrada que le viene no sabe de dónde, pero persiste nítida y conviviendo con ella, como una pedrada que no termina de doler” (16). En este panorama general de pérdida de patrones preestablecidos vivenciados por el personaje es interesante percibir que la autora propone que el cuerpo es el primer punto que siente el proceso de esa fragmentación. Como se ve en la cita anterior, dicha fragmentación no es sólo un sentimiento interno o psicológico, sino la imagen real del cuerpo que se rompe. Para continuar la descripción de las rupturas en el personaje, Ferrer, poéticamente, crea la 42 imagen de las partes del cuerpo de Malena esparcidas por el suelo. “Los ojos se le quedan flotando por acá, la sonrisa anquilosada por allá, las manos cercenadas y, más lejos, retumbando en un páramo sin nombre: el tumultuoso corazón” (16). Cada parte de su cuerpo huye en direcciones distintas creando la real imagen de una mujer que vive el más profundo proceso de desintegración.

La fragmentación aquí visualmente retratada es el primer paso hacia la concientización de que no hay una única visión que puede definir y caracterizar a la mujer. Además, plantea la pluralidad de lecturas del cuerpo, de la identidad y de los deseos. Según Sylvia Molloy, “it is basically involved in a textual transaction where mutilation and fragmentation are cleverly used not to subdue the other but to portray the self” (117). La fragmentación es necesaria para que Malena se conozca a sí misma, un proceso que está en la base de la reconstrucción de su identidad. Eso, exactamente, es lo que ella siente: “Ya no es otra cosa sino un descuartizamiento vivo, un caleidoscopio irreconciliable de miembros esparcidos que se van cada cual por su lado buscando la huida. Como siempre” (16). Ferrer usa el desmembramiento del cuerpo de Malena como una metáfora general para afirmar que la vida y la mujer se resisten a una síntesis en torno a una supuesta esencia. La autora sugiere que la diferencia y la multiplicidad deben ser las bases de la propia caracterización de la mujer, oponiéndose, por lo tanto, a la imagen de consistencia y perdurabilidad que le fueron destinadas.

En la apertura de la novela Malena empieza a entender que no es un ser con características uniformes, sino múltiples. Luego, dicho proceso se intensifica durante el show cuando a partir de sus recuerdos rompe su vida en distintas etapas, retomando los eventos más importantes de su vida y llegando a comprender los distintos mecanismos de 43 opresión que la han ahogado.3 Después de pasar por todo este complejo ciclo de catarsis,

en la última escena de la novela, cuando puede optar por seguir a su esposo o liberarse,

Malena es capaz de recomponer su cuerpo mostrándose lista para tomar la decisión sobre

su futuro. En un tono bastante intimista el personaje afirma “Mis dedos, sin que yo me

percate, vuelven a ser parte de mí recomponiendo mi antigua figura. Como si fuera

flotando, camino sin darme vuelta” (207). Descomponerse fue necesario para el proceso

de reconstruir su propia identidad, libre de los tabúes e imposiciones de su marido y de la

sociedad opresora. Al final, ya es capaz de rehacerse. Es interesante percibir que la autora

plantea una cierta circularidad en la novela. En la primera cita analizada en este capítulo

se afirma que las partes del cuerpo de Malena se encuentran “flotando”. La misma

imagen es retomada al final con la repetición del mismo verbo, “flotar”, pero ahora ya

desde la perspectiva de un ser completamente recompuesto que flota por la calle. Ferrer

juega con las palabras y manipula sus significados de acuerdo con sus intenciones. En la

primera cita, las partes del cuerpo flotan, recalcando la desintegración. En la última, todo

el cuerpo flota, enfatizando la reconstrucción que el personaje ha llevado a cabo.

Vale retomar las ideas de Rosario Castellanos, que afirma que la mujer debe reinventarse a sí misma para reelaborar su espacio en la sociedad. Curiosamente, la tradicional Malena ha pasado por ese proceso. La reconstrucción del personaje en la

última parte se basa en la conciencia de que es un ser que no se resume en un único rol en la sociedad, sino que puede actuar en distintas áreas, tener sentimientos múltiples y por eso caminar libre de esa carga de tabúes y compromisos que le fueran impuestos.

3 Este proceso de la memoria será analizado en el capítulo cuatro. 44

La fragmentación del ser también es vivida por Mei Li, pero desde otra perspectiva. En su profesión de prostituta, ella ha desarrollado un mecanismo de escape del abuso sexual a partir de una separación entre cuerpo y mente que preserva su interioridad y no permite que su ser más íntimo también se prostituya. La fragmentación entre el cuerpo y la mente es necesaria para la sobrevivencia en su propia profesión de modo que Mei Li ofrece su cuerpo, pero no su mente. Lo que está en su ser más íntimo ni se le es ofrecido a nadie ni tampoco es vendido. En sus palabras: “aunque cualquiera me tenga de la piel para fuera, mi paisaje interior a nadie pertenece. No hay quien me toque, ni me ultraje. Todo sucede fuera de mí, lejos de la clave del enigma, cerca de mi reiterada muerte” (91). Mei Li explica cómo en el momento del acto sexual suele crear la imagen de “otra” fuera de sí misma que se le entrega al hombre. La creación de ese doble muestra la versatilidad del personaje de crear sus propios mecanismos de resistencia, que no necesariamente involucran la confrontación directa con el opresor.

Mediante Mei Li la novela aborda el cuerpo directamente relacionado con el tabú de la sexualidad femenina. El tabú se ve hasta incluso en el silenciamiento de este tema en la literatura por mucho tiempo. Según Marting, “Today, when most writers, woman and man, write frequently about sex, it is difficult to remember that sexuality has only recently become ubiquitous in literature; it is a very contemporary literary fashion. For most of this century, a woman writer courted danger by writing about woman’s sexuality” (2). En este sentido, Ferrer asume un rol destacado en la producción literaria del Paraguay conservador y, de acuerdo con Peiró, Los nudos del silencio “[se] trata de una de las principales creaciones de la novela feminista paraguaya, y una muestra de la 45 nueva percepción del mundo de la mujer paraguaya contemporánea y del desarrollo de su conciencia individual” (“Erotismo y escritura antiautoritaria” 252).

A través del personaje de Mei Li se tiene acceso a la voz de una mujer cuyo cuerpo funciona como un objeto erótico. Ella es un objeto sexual destinado al placer del otro y que, consecuentemente, sufre el prejuicio de la sociedad conservadora representada en la novela, sobre todo por el personaje de Malena. Pero el prejuicio toma una forma más dura en el texto puesto que se confrontan directamente los dos roles usualmente asignados a la mujer, ama de casa “honesta y decente”, y prostituta. En este juego de oposiciones entre los dos personajes, y sus mutuos prejuicios, la autora manipula con mucha habilidad su técnica narrativa y opta por darle la voz a Mei Li para hablar de cómo

Malena, o toda la sociedad, juzga y desprecia a las prostitutas. En los fragmentos subsiguientes, la persona que habla del prejuicio no es un narrador omnisciente, tampoco el personaje que representa el conservadurismo, sino la propia menospreciada Mei Li quien tiene el coraje de proferir el juicio de valor: “Sentada al lado de ese hombre, los brillantes centelleando en los dedos, me desdeñas” (35); “Sin conocer de mí nada más que el alumbrado contorno de mi cuerpo, sin detenerte a meditar sobre mis causas, simplemente, me deprecias” (36). Mei Li le “habla” a Malena, aunque sólo en pensamiento y usa la segunda persona del “tú” que aglomera todo el prejuicio de la sociedad en la figura de Malena. La autora manipula la técnica narrativa en un constante cambio de voces que intensifica el grado de las confesiones de los personajes. A través de las palabras de Mei Li, se critican los tabúes existentes en la sociedad según los cuales todo lo que se refiere al cuerpo se considera sucio. Los juicios de valores promulgados no cuestionan las causas que llevan a la mujer a ser una prostituta y consecuentemente la 46 juzgan sólo por la cáscara que es su cuerpo, olvidándose del ser humano que también está ahí presente.

Sin embargo, el intenso juego de paralelismo entre Malena y Mei Li permite

encontrar el mismo tratamiento de la mujer como un objeto sexual en el ama de casa

Malena. En sus reflexiones sobre su vida sexual con Manuel, ella afirma que él

“asiduamente me usa, me desusa, me vuelve a usar para alejarse luego, como una

marejada que una vez sosegada me da la espalda” (29). No sólo la prostituta asiática es

usada por el hombre, sino también la mujer casada, quien además está envuelta en el

silencio y no habla de sus frustraciones. En el texto, se instaura un juego de espejismo

entre los tipos sociales representados, de modo que la prostituta y el ama de casa

encuentran sus similitudes y se unen en la construcción universal de la situación de la

mujer. Ambas sufren de cuerpos explotados, no importa en qué polo de la sociedad se

encuentren. La novela une experiencias particulares para montar un cuadro universal de

las situaciones de cosificación y abuso de la mujer.

Ferrer añade una dimensión lésbica al complejo panorama de la sexualidad

reafirmando la contemporaneidad de la novela. Otra mujer se une a Mei Li en el

escenario para protagonizar un acto sexual. Grande y vulgar, Louise tiene una postura

dominadora y su descripción exagera sus rasgos masculinos, acercándola a la imagen de

un hombre. “Su rostro estaba ahí, tan avasallador e implacable como la furia que arrastra

una hoja en la tormenta” (55). En cambio, Mei Li es pequeña y frágil y súbitamente se ve

ahogada por la superioridad física de la otra.

Varios choques se instauran en esta escena, lo que la transforma en uno de los

puntos de mayor tensión en la novela. Primeramente el propio Manuel, ejemplo máximo 47 del conservadurismo, no imaginaba observar un encuentro sexual entre dos mujeres, sobre todo por estar acompañado de su esposa. Dado su perfil dominador, es posible imaginar que Manuel preferiría mirar una escena en que el macho continúa dominando y subyugando a la mujer. Sin embargo, lo que más le atormenta es pensar que su esposa, una mujer casta y decente, observa la escena que rompe los patrones conservadores de la actividad sexual. Según Peiró, el erotismo de esas dos mujeres se convierte en

“instrumento de la rebeldía de la mujer” (“Erotismo y escritura autoritaria” 254), algo que

Manuel no puede admitir. El texto muestra una cierta superficialidad al tratar la reacción de Manuel al acto lesbiano. Una escena de sexo entre dos mujeres hace parte del imaginario erótico del macho hispanoamericano y según Delgado, la autora “no le concede a Manuel la ‘astucia’ pornográfica de calentarse al ver a dos mujeres envueltas en un acto lesbiano” (225). Sin embargo, es importante señalar que la presencia de

Malena en el espectáculo impide que Manuel disfrute la escena lesbiana a la cual es testigo. De esta forma, se justifica la ausencia del probable gozo de Manuel al presenciar la escena.

Por el otro lado, Malena en su burbuja conservadora se siente por lo inesperado. Al principio, ella es profundamente tocada por el contraste entre los dos cuerpos femeninos y puede visualizar la opresión sexual del más débil. Sin embargo, el de relaciones del poder se potencializa en la escena puesto que otra mujer desarrolla el rol del conquistador. Después de este momento Malena es súbitamente tomada por un sentimiento de compasión y solidaridad por Mei Li y llega a comprender los mecanismos de opresión que también se le imponen a ella misma. Ahora, Malena ya no ve a Mei Li como el cuerpo sucio que baila, sino que empieza a comprender su 48 historia de una vida llena de abusos. En las palabras de Peiró “las mujeres que interpretan la escena lésbica derriban la autoridad del macho impenetrable; el episodio de su contemplación es una epifanía que sacude poderosamente a Malena y revierte en su forma de ser desde ese instante, porque a partir de este instante se concienciará de la indignidad de su sometimiento” (255).

Finalmente, a través del personaje de Mei Li, Ferrer recalca que la mujer puede transformar el cuerpo en una fuerte arma de seducción. En su espectáculo, Mei Li usa su cuerpo para seducir e hipnotizar a su público, y sobre todo a Manuel. “Su cuerpito lo arrastra a él también con sus insinuaciones voluptuosas, desprendiéndolo de su estupor, para meterlo en la lascivia simple y llana del hombre en acecho” (62). El cuerpo de la bailarina/ prostituta se une a la erótica música del saxo para penetrar en el complejo y lascivo universo de deseos y fantasías del público presente. Mei Li está conciente del poder de seducción de su cuerpo y lo usa para manipular los deseos de sus espectadores, preservando para sí misma la posición de mando. Mei Li muestra que ya ha aprendido a transformar su cuerpo en su arma de poder y recupera la dignidad de la mujer degradada por medio de la opresión.

La representación del cuerpo también adquiere importancia cuando se analiza el

personaje de Manuel a través del cual Ferrer inserta las cuestiones políticas referentes al

período de la dictadura. A partir del personaje de Manuel se puede acercar al tema del

cuerpo que sufre las agresiones físicas que ocurrieron durante la dictadura militar.

Aunque la crítica sociopolítica es lo que más llama la atención en este aspecto, se puede

pensar también en la manera en que el cuerpo figura como el retrato del dolor y del

sufrimiento. 49

El trabajo de Manuel consiste en la tortura de presos políticos, hecho que el lector descubre muy tarde en el texto. Su comportamiento autoritario y su obstinación por hacer sufrir al otro tienen sus raíces en su infancia. De niño era pobre, huérfano de padre y su madre frecuentemente le agredía y le violentaba, dejándole marcas físicas y psicológicas bastante profundas. La figura autoritaria y violenta de la madre en el pasado se transforma en la de Manuel en el presente, creando una atmósfera de venganza. A través de los recuerdos de Manuel se percibe el ascenso de un hombre autoritario y violento, símbolo del propio dictador en la novela.

Los fragmentos en los cuales la novela trata la tortura más directamente describen los actos de máxima violencia contra el cuerpo. Los mecanismos de la tortura incluyen la pileta llena de agua con orines y heces en la que sumergen a los presos, leznas para arrancar las uñas, golpes de látigos entremezclados con alambre, el uso da la “picana”, un instrumento que le transmite una corriente eléctrica al detenido, de preferencia en los

órganos genitales, golpes usando pistolas, palos, trozos de metal e introducción de metales en el ano y en la vagina (Sanneman 84-90). La lista es enorme. En el caso del

Paraguay se habla de más de cien métodos aplicados en las mazmorras del Stronato.

Aunque la novela de Ferrer sólo insinúa dichas prácticas, se sabe que ésta era la cotidianeidad del terror de la tortura y en todas ellas el cuerpo era subyugado, castigado y víctima del sadismo ajeno.

Hay varios episodios esparcidos por la novela que se enfocan en la tortura y muestran cómo Manuel también se siente desestructurado ante la agresión que él mismo produce. En uno de estos episodios, el acto de violencia es tan fuerte que el propio

Manuel, ejemplo de frialdad y brutalidad, se siente tocado por el sufrimiento ajeno y 50 empieza a desestructurarse, casi sin tolerar la crueldad de sus propios actos. “Es entonces cuando Manuel quisiera gritar, aunque eso sea lo más torpe que le pueda suceder en una noche de servicio delante de sus subalternos” (139). Para mantener la figura del hombre fuerte en control, inmediatamente él ve la necesidad de “rehacerse mostrándose fuerte y brutal” (139). Al usar la palabra “rehacerse”, se sugiere que Manuel al principio pasó por un proceso de fragmentación ante el brutal acto de agresión, de ahí la necesidad de recomponerse.

El episodio de la tortura de la detenida política, anteriormente analizado bajo la perspectiva del silencio, también es un rico ejemplo para entender la resistencia de la mujer a la agresión física. La mujer ha tenido una fuerte participación en los movimientos de resistencia contra las dictaduras en Latinoamérica y además de ser víctimas de la violencia física, muchas veces también fueron violadas. El personaje en la novela es agredida “con los puños, la goma, la picana, los alambres” (196) pero resiste al abuso y no delata a sus compañeros. La faz más cruel del terror aquí representada por Ferrer pone a la mujer en el centro y recalca dos fuertes armas de resistencia: el cuerpo y el silencio.

Según Masiello:

En la narrativa femenina de los años del proceso militar, el cuerpo de la mujer

cumple una función importante. Como sitio de múltiples abusos, anota la

violencia de la época, y también se ofrece como sitio de máxima resistencia. De

esa manera, la mujer deja de ser un sujeto coherente, tal como se lo define dentro

del discurso autoritario, ni cabe dentro de la común aceptación de lo femenino

como pasividad. (164) 51

Por lo tanto, la representación del cuerpo en la novela recalca una pluralidad de significados y características y aflora cargado de significaciones que transcienden la cosificación. El cuerpo es el primer elemento que siente las rupturas de la mujer tradicional. Aún más, el cuerpo de la mujer tradicional se fragmenta para resistir a clasificaciones y a estereotipos definidores y preconstruidos para la mujer. El cuerpo es también la fuente de erotismo y una de las formas de liberación de la mujer. Retomando las ideas de Marting

Indeed, the enduring imperviousness of traditional bastions of male sexual

power in Latin America have contributed to continuing female sexuality’s place

as a favored literary topic for social critique of the status quo. Narratives about

sexual women are a discursive weapon wielded by a variety of writers because

these stories highlight injustices in diverse circumstances. (19)

Finalmente, Ferrer muestra la crueldad de la agresión física del cuerpo, pero a la vez enfatiza el poder de resistencia al dolor y a la agresión que puede emerger del cuerpo vejado. En todas estas representaciones, Ferrer promueve su denuncia de las formas de opresión y a la vez ofrece ejemplos de cómo se puede construir las armas de resistencia al universal abuso de los seres humanos.

Capítulo 4: El rol da la memoria en el proceso de reinvención de la identidad.

Tiempo […] archivo de memorias silenciadas cuando tiembla la vida ante el umbral del abismo, del olvido, del reencuentro, de la nada. Renée Ferrer, Nocturnos.

Este capítulo analiza el rol de la memoria en el proceso de reinvención de la

identidad de los personajes. Mientras se encuentran en el teatro en París Malena, Mei Li y

Manuel empiezan un complejo proceso de flujo de conciencia en el cual reconsideran su

pasado, todo lo cual es la base para la comprensión de las diversas formas de abuso al

cual han sido sometidos. En el caso de los dos personajes femeninos, ellas no sólo toman

conciencia de los abusos, sino también son capaces de reinventar y fortalecer sus armas

de resistencia. Sin la conciencia de la estructura de ese abuso presente en su vida,

ninguna de ellas sería capaz de sobrevivir o lograr un cambio.

A la vez, el capítulo se enfoca en la compleja técnica narrativa de la novela en la cual la música del saxo emerge en dos funciones. En primer lugar, el saxo crea una atmósfera de introspección en el teatro y, por su evocación erótica y sensual, penetra de forma avasalladora en la intimidad de los personajes, provocando sus confesiones más profundas. En uno de los primeros fragmentos de la novela, cuyo enfoque es el saxo, se plantea que “la melodía se adensa, se diluye, se quiebra, invitándote a bucear en el tormentoso mar del pensamiento” (27). La música invita a un “tú”, que en el contexto puede referirse a cualquiera de los tres personajes, o hasta incluso al propio lector, a 53

volver a los eventos importantes del pasado. En segundo lugar, el saxo cumple el

importante rol de hilo conductor del fragmentado relato. Los fragmentos sobre el saxo se

esparcen por toda la narrativa manteniendo así una continuidad imprescindible a la

estructura de mini tramas alternadas entre los espacios en blanco.

El fluir de la conciencia en el cual Malena, Mei Li y Manuel están encerrados es

fragmentario, desordenado e incluso caótico. A través de él, se reproduce un anacrónico

movimiento de la memoria. Sin embargo, los recuerdos permiten reconstruir, a posteriori,

la completa trayectoria de la vida de los personajes. Este análisis propone reestructurar

cronológicamente las etapas de la vida de los personajes con lo que se rastrea el complejo

juego de paralelismo entre sus vidas. Para establecer tales paralelos, se notan tres

diferentes etapas: la primera es la fase de la inocencia, la segunda la del abuso y la tercera

la de la liberación. En particular el texto plantea fuertes similitudes entre los personajes

femeninos Malena y Mei Li, donde denuncia la opresión universal de la mujer. A la vez,

las fases de la vida de Manuel sirven como una antítesis a la trayectoria vivencial de las

mujeres. Sin embargo y paradójicamente, es posible rastrear algunos puntos en la novela

en que el personaje masculino también se une a las mujeres bajo la misma realidad del

abuso.

En este estudio, la primera etapa se titula “Fase de la inocencia” porque representa un período en la niñez de los personajes cuando todavía no tienen conciencia del cruel abuso de poder que impera en la sociedad. La narradora plantea similitudes entre Malena y Mei Li puesto que ambas se encuentran junto a que las acoge y abriga.

Consecuentemente, es una etapa en que están libres del control del hombre. La autora recalca la importancia de esa fase, sobre todo en la vida de las mujeres puesto que ellas 54

todavía viven en un mundo mítico en que el juego de opresión de la sociedad machista no

las ahoga completamente. Por el otro lado, Manuel ofrece un fuerte contraste para los

personajes femeninos por haber sufrido las agresiones físicas de la madre en esta primera

etapa.

Uno de los recuerdos felices de la juventud de Malena se remonta a las reuniones

de familia, cuando su madre cocinaba para todos los hijos. Curioso notar que ese

fragmento de la novela empieza con un cuestionamiento de Malena sobre los motivos que

llevaron a la frágil joven vietnamita a transformarse en una prostituta. “¿Dónde [Mei Li] perdió la infancia y asumió la tristeza?” (85). Súbitamente, Malena se traslada a su propia infancia. En el movimiento de la memoria, a veces una situación, una palabra, un olor, una nota musical sirve de trampolín para el salto hacia el pasado, de modo que el presente es absorbido por otro evento. Pensar en la infancia de Mei Li conduce a Malena a su propia infancia. En sus recuerdos, Malena caracteriza la reunión de la familia como una

“deliciosa rutina del cariño” (86). El cuidado de la madre llena esa fase de su vida de una atmósfera de gozo y Malena, completamente inmiscuida en sus recuerdos, siente nuevamente el sabor de las comidas. Esta hipersensibilidad de los sentidos afila su concientización del efecto de la música del saxo que emerge con gran fuerza e inesperadamente la saca de sus recuerdos. En una reflexión personal Malena afirma que

“el saxo arremete con un ardor desconcertante, produciendo en mí una reacción por poco física” (86), de modo que ella vuelve al presente del relato. En este caso, la narradora usa el saxo como el elemento que retira al personaje de sus deleitosos recuerdos de infancia a la vez que permite la continuidad de la narrativa. 55

La música del saxo no sólo la despierta de sus recuerdos sino que también es el elemento que la hace recordar su talento musical fuertemente desarrollado en esa primera

etapa de su vida. Los recuerdos de esa época evidencian su felicidad y regocijo cuando,

por ejemplo, va a sus clases de piano. Malena relata una de esas clases y empieza por

decir que “fue una mañana tan clara, tan repleta de pájaros, tan cargada de alegría…”

(66). La feliz descripción del día agrupa imágenes que señalan una atmósfera

retrospectiva casi romántica de libertad. El recuerdo enfatiza que Malena vivió un

período en que su talento floreció y se desarrolló. Por lo tanto, en la fase de la inocencia,

la música, aliada a la presencia de la familia, marca su despreocupada juventud libre de

cualquier tipo de dominación u opresión.

En el caso de Mei Li, los recuerdos de infancia revelan la pobreza en que vivía y

la triste realidad del hambre. Mientras baila, el personaje confiesa que “el saxo, como si

tuviera memoria de aquel banquete que la hambruna se daba en mi cuerpo, me clava

también hasta el fondo su diente sonoro” (72). Sólo la dolorosa música del saxo, que aquí

se personifica como un personaje conocedor de su sufrido pasado, es capaz de trasladarla

a su penosa niñez. No obstante, el texto cita la voz de la niña inocente y frágil que se

dirige a la figura de la madre en búsqueda de amparo. “¡Mamá, tengo hambre! [...] Tengo

hambre mamá” (71). Como en el caso de Malena, la madre es un símbolo de la

estabilidad de la familia y representa la posibilidad de la búsqueda de apoyo y de confort.

La soledad que va a caracterizar al personaje en la segunda fase de su vida se esconde

parcialmente en este período inicial. Aunque la madre de Mei Li la abandona

posteriormente, en este período inicial de su trayectoria de vida, la familia le muestra a

Mei Li que no está sola. Ferrer enfatiza la importancia de la familia como institución que 56

acoge a todos aunque se encuentren en las situaciones de más completa falta de recursos

económicos.

El paralelismo entre la vida de Mei Li y de Malena en esta primera fase se ve

básicamente porque ambas están insertadas en el ambiente familiar, aunque en el caso de

Mei Li la pobreza es una realidad distante a la de la burguesa Malena. La ausencia de una

figura masculina opresora también las une en un mismo período de pre-abuso y crea un

tradicional retrato conjunto de la mujer que antes de sacrificar su vida vive en un

ambiente de protección familiar.

Asimismo, la primera fase de la vida de Manuel se configura como una antítesis a la de las mujeres. La violencia de la madre es su recuerdo de infancia más fuerte. Su madre, que en el texto adquiere características masculinas, se diferencia completamente de la cariñosa madre de Malena y de la resignada madre de Mei Li. Al entrar en el proceso de trasladarse a su pasado durante el espectáculo, Manuel revive la agresión y

“los golpes de su madre con la vara mojada le rayan nuevamente las piernas hasta ensuciarle por completo la memoria” (137). Más que recordar, él llega a sentir físicamente el dolor de los golpes a que ha sido sometido. Si las dos mujeres han vivido libres de la figura de un opresor en la primera etapa, Manuel ha vivido constantemente bajo la opresión y la brutalidad. Pero a la vez, y como es peculiar al estilo de Ferrer, la narradora instaura un vínculo ambiguo de ese personaje con su madre, puesto que hay claras referencias a una relación de amistad y regocijo entre madre e hijo. Una de esas referencias es cuando Manuel toma un mate junto con su madre. En un tono bastante simplista en primera persona, que retrata el habla de un niño inocente, Manuel afirma,

“… entonces me gustaba. Juntos los dos, sorbíamos mate dulce con galleta cuartel. 57

Primero ella, luego yo. Sin apuros” (142). La ausencia de la figura paterna en su infancia

lleva a la caracterización doble de la madre: ella es violenta y opresora, pero a la vez es

capaz de protagonizar escenas de un profundo y puro cariño. Aunque la figura de la

madre violenta es la más fuerte y determinante en el proceso de ascenso de su

personalidad violenta y autoritaria, la narradora no abandona la imagen de la acogedora

figura materna que se configura como un trasfondo similar para los tres personajes.

Manuel vive la fase de la inocencia hasta tomar conciencia de su opresión y decidir,

concientemente, luchar para transformarse en el futuro opresor que goza del abuso

perverso.

Para salir de esa fase en que viven en la inocencia, los tres personajes viven un importante rito de paso y entran en la fase del abuso. Malena y Manuel viven el rito de paso del matrimonio, pero la autora enfatiza la doble cara de ese acontecimiento: por un lado, el hombre se torna el dominador, por el otro, la mujer es la dominada. En el caso de

Mei Li el rito de paso empieza cuando la madre se la da al tío, evento que rompe dramáticamente los profundos lazos entre madre e hija y la lanza en un impetuoso ciclo de abusos. Luego de la separación de la madre, Mei Li pasa por el traumático ritual del sexo cuando es violada por el francés y a partir de ese momento es tratada como un objeto sexual. En la fase del abuso, Ferrer recalca los sacrificios de las mujeres y el proceso de negación de su propia individualidad para asumir roles pre-construidos por la sociedad patriarcal: el ama de casa y la prostituta.

Para hacerles recordar la fase de más cruel abuso, la música del saxo irrumpe y provoca sus confesiones. En particular, el saxo hace a Malena revivir su primer sacrificio: dejar el piano. Al entrar en el teatro “la música se vuelve carne sobre su carne; tiembla, 58

agoniza y se yergue encendiéndole el pulso en el ramaje azul de las venas; vive en ella, se

adentra y la posee; porque ella nunca dejó de ser música a pesar de su consentimiento en

abandonar el conservatorio, el curso de perfeccionamiento, la gira, en fin” (20). La

música asume el rol de un personaje que se inmiscuye con Malena y, con una

connotación bastante sexual por introducirse en su carne, la hace recordar el momento en que deja de estudiar música por imposición de Manuel. En este sentido, el saxo es el

catalizador que la conduce al descubrimiento del momento de entrada en el ciclo de la

dominación. Varios otros eventos ocurren durante su matrimonio que prueban su

sacrificio musical: Manuel pone un candado en el piano; ella se obliga a escuchar música

a escondidas; ella quiere ir a conciertos, Manuel no. El silencio de la música, y

consecuentemente de su talento más íntimo, es la primera marca del abuso en su vida.

La voz erótica y sensual de la música del saxo también hace a Malena recordar su

castrada vida sexual con Manuel. El ciclo del abuso, que ha empezado con el sacrificio de

la música, tiene continuidad con una vida sexual fría y distante. Como ya se ha señalado

en el capítulo sobre el cuerpo, Manuel considera a Malena como un simple objeto sexual

cuya función es aplacar sus propios deseos. La sensualidad del saxo, paradójicamente,

guía a Malena a una definición cruda del acto sexual: “mientras reincide el saxo, me

golpea otra vez esta palabra: ayuntamiento carnal del hombre y la mujer” (30). Ferrer

propone un retrato universal de la realidad de muchas mujeres cuya vida sexual es sólo

una unión de cuerpos y la mujer le sirve a la satisfacción carnal del hombre lujurioso.

La problemática del sexo en el ciclo del abuso conduce a un fuerte paralelismo

con Mei Li puesto que, en su profesión de prostituta, es la imagen de un objeto sexual. Su

entrada en la etapa de abuso empieza con el tío que la ve sólo como una esclava para 59

servirle. Él ni puede encontrar las palabras para describirla y repite exhaustivamente:

“buena para guisar, buena para guisar” (123). Imposible no acercarla al ama de casa

Malena, también vista por su esposo como la responsable de cuidar la casa, hacer la

comida y criar a los niños. Sin embargo, la gran ruptura de Mei Li ocurre cuando su tío se

la entrega al francés para pagar sus deudas de juego. En este momento de la novela, el

saxo emerge con una fuerte evocación sexual para incitar a Mei Li a confesar cómo ha sido su entrada en el ciclo de prostitución y revelar la cruel escena en que el francés la viola, bajo la mirada de la dueña del burdel. Aquí hay que notar la descripción de la música como “largas, largas notas penetran en la carne. Sinuosas, lentas se introducen.

Retorcidas, demoradas, dolorosas, se quedan en la sangre” (159). El texto sugiere que la fuerte seducción del saxo lleva a Mei Li a confesar su ingreso en el ciclo del abuso sexual.

Después de ser vendida al burdel, el ciclo de explotación sexual se intensifica y ella llega a ser “rematada varias veces como una virgen adolescente” (186).

El juego de similitudes entre las dos mujeres instaurado en la novela es intrigante.

Al principio, ambas mujeres parecen ser completamente opuestas: una tradicional ama de casa versus una prostituta. Sin embargo, al reconstruir la trayectoria de sus vidas se percibe una misma etapa en que ambas viven bajo la opresión masculina. Por un lado, el ama de casa revela su agobiante rutina doméstica, pero Mei Li, a su vez, también aclara que su tío la trata como una esclava doméstica. Esa misma vietnamita que va a transformarse en una prostituta es el ejemplo más claro de la víctima del abuso sexual.

Sin embargo, la autora muestra que la mujer tradicional no deja de ser usada como un objeto sexual por sus lascivos deseos masculinos. Al reorganizar las memorias textuales siguiendo las etapas explicadas hasta ahora se identifican más fácilmente las similitudes 60

entre los personajes que los contrastes. Se une la historia de la vida de las dos mujeres en

un intento de evidenciar que aunque las mujeres se encuentran en clases sociales distintas

y pertenecen a culturas diferentes, la occidental y la oriental, todas sufren el abuso y se

sacrifican cotidianamente.

El cuadro general de abuso en esta segunda fase se completa con la inclusión de la

figura del hombre opresor. Para Manuel el rito de pasaje del matrimonio ha representado

su ascenso social. Malena es la mujer “linda, discreta y por añadidura rica” (142) que le

permite salir de su baja posición social e ingresar en una clase alta. Manuel abandona la

posición de víctima de la infancia y asume la figura del marido dominador y además es

un torturador en la dictadura del Paraguay. Por lo tanto, en esa segunda fase Manuel entra

profundamente en la cruel rutina del abuso tanto en el microcosmos del matrimonio como

en el macrocosmos nacional.

En la novela no sólo denuncian las formas de opresión en la sociedad sino que también revela el proceso de creación de armas de resistencia de los personajes, mecanismo que en este estudio se denomina la “Fase de la liberación”. En esta tercera etapa, las protagonistas toman conciencia de que son víctimas de la dominación y, consecuentemente, desarrollan armas para defenderse de la persona que las oprime.

En el capítulo sobre el silencio fue posible percibir que durante su matrimonio

Malena se liberó parcialmente de la dominación de Manuel al transformar su silencio en una postura activa de resistencia. Sin embargo, no es sino hasta su viaje a París cuando finalmente empieza el proceso de tomar conciencia del abuso al cual ha sido sometida y comienza a desatar los múltiples nudos que ha hecho durante su vida. Se puede afirmar que la etapa de liberación de Malena empieza paralelamente a la del abuso, pero sólo se 61

revela completamente en el momento presente de la narrativa, cuando ella observa el espectáculo de Mei Li. El proceso de liberación de Malena se constituye en una búsqueda de una nueva identidad y del rescate de la verdadera Malena que ha dejado en su pasado.

Por lo tanto, la narradora sugiere que la memoria es el elemento que lleva al personaje a su reconstrucción.

A través del recuerdo, Malena descubre uno de los rasgos de su identidad que ha sido silenciado: la música. Conmovida por la fuerte presencia del saxo en el espectáculo un narrador afirma que “ella [Malena] nunca dejó de ser música” (20). En esta definición se sugiere un enlace intrínseco entre su personalidad y la música. En este momento inicial de la novela el personaje todavía necesita la voz autoritaria del narrador en tercera persona para definir su identidad. A pesar de haber sacrificado su talento, la semilla continua dentro de Malena y brota de nuevo en el momento del espectáculo. Es, efectivamente, a partir del rescate de lo que está en su yo más profundo como Malena da inicio al proceso de reinventarse a sí misma.

El ciclo de recuerdos la ayuda a interpretarse y a reinventarse. Al comienzo de la novela Malena recalca que el saxo la hace trasladarse a su pasado, donde va a buscar las raíces de su propia identidad: “Y ahora, sentada en este lugar, como si la música convocara viejas voces, la búsqueda de mí misma se despliega cual un mapa que me resisto a recorrer sola. Me busco, me indago, sin reconocerme, temo” (28). Malena recuerda su pasado pero aclara su postura de indagar, de cuestionar, nunca de simplemente aceptar. El personaje parece ya saber que ese proceso va a traerle cambios significativos, motivo por lo cual la última palabra de la cita es un sonoro “temo”. Ella 62

está consciente de que debe rechazar la antigua Malena, quien en la etapa del abuso aceptó sin protesta las imposiciones de Manuel.

A mediados de la novela el lector nota un desdoblamiento del personaje de

Malena cuando en un momento de autoconciencia ella declara “la mujer sentada en la sala ya no soy yo” (83). Al retomar partes de su pasado, Malena se da cuenta de que se ha traicionado a sí misma por haber hecho tantos sacrificios, y declara haber cambiado. En este momento, el personaje ya tiene el poder de la palabra y declara en primera persona que ya es otra persona. Desde el último fragmento de la novela, al salir del teatro, en una voz simplista, directa y casi inocente, Manuel intenta comprender lo que está pasando con su esposa y le dice: “No te reconozco, Malena, ¿qué te pasa?” (206). La siguiente reflexión de Malena es un eco de las palabras del esposo: “(no me reconoce)” (206). Ella parece decirle que realmente él no puede reconocerla porque ella ha pasado por cambios y no es la misma persona. La dialéctica entre pasado y presente vivida por Malena durante el show, provocada por la seductora voz del saxo y la inquietante presencia de

Mei Li, le permite reconstruir su identidad. Se propone, por lo tanto, que la comprensión

del pasado es la clave para que la mujer reconstruya su propia identidad y que ella misma

es el agente de su transformación. Cabe señalar que el fin de la novela es bastante

ambiguo puesto que no presenta una resolución para la duda de Malena: ¿ella entra o no

en el taxi? ¿Volverá a ser la tradicional esposa o será capaz de caminar libremente por

París? La novela termina abierta y una vez más le invita al lector a tomar parte en la creación de esta obra, confiriéndole su fin.

Si Malena está en búsqueda del auto-conocimiento durante el espectáculo, Mei Li

ya ha pasado por ese proceso. Se percibe su madurez sobre todo porque expone 63

claramente que tiene conciencia de la dinámica del abuso del poder que ha sufrido.

Algunas revelaciones del personaje confirman esa premisa. Mei Li reemplaza la revuelta

contra su madre por su abandono por la a conciencia de los prejuicios vividos por la

mujer en su tierra y afirma: “después supe que las mujeres no cuentan en mi tierra” (78).

Sólo un fuerte nivel de conciencia lleva a una mujer a reconocer el atroz proceso de

inferiorización de la mujer en una sociedad machista. Otro ejemplo es la fuerte incidencia

del registro en primera persona en los fragmentos sobre Mei Li que también evidencia

que el personaje puede hablar por sí mismo y no necesita la ayuda de un narrador que

hable por él. Otra marca de la madurez de Mei Li es la creación de mecanismos de

liberación del abuso sexual que consisten en la separación entre el cuerpo y la mente para

que nadie penetre en su interioridad.

El mecanismo de distanciarse del momento del abuso también ocurre durante el espectáculo de Mei Li. Al trasladarse a su pasado y recordar los eventos más importantes de su vida, Mei Li está, efectivamente, resistiendo al abuso sexual que es el espectáculo dentro del cual se encuentra atrapada. “Dejo mi cuerpo engañándote para irme lejos, hacia atrás, donde convergen mis recuerdos, evitando de ese modo que te asomes al brocal de mi alma y la veas” (52). Mei Li se refugia en su pasado y huye de la mirada acusadora de Malena, a quien habla telepáticamente usando la forma de la segunda persona “tú”, así como huye de la mirada lasciva del público presente en el espectáculo.

De esa forma, protege su intimidad y a la vez busca en el pasado las fuerzas para tolerar una situación más de abuso.

En el proceso de distanciarse y liberarse de la exposición sexual de su cuerpo en el espectáculo el saxo otra vez es el vehículo que la saca del presente, la traslada al 64

pasado y manipula la confesión de su sufrimiento. “Brillante, vital, abrasadora, la

reiteración del saxo penetra en mi carne amoratada por un efecto de luces mientras bailo”

(39). Al “penetrar” en su carne, la sensualidad del baile de Mei Li se une al erotismo de

la música del saxo. Con esa unión sólida y sensual entre Mei Li y la música, el texto

sugiere que el erotismo es un instrumento de rebeldía de la mujer y, por lo tanto, una

fuente de poder. Al tomar conciencia del poder de seducción de su cuerpo el personaje se

libera del abuso. La explosión sensual del espectáculo de esta bailarina también ayuda la

liberación de Malena. En verdad, cuando Mei Li se comunica con Malena, de forma

telepática y silenciosa, constantemente la invita y la provoca a liberarse, estableciendo

una relación de solidaridad entre las dos víctimas.

Finalmente, vale la pena analizar cómo Manuel vive la tercera fase de liberación.

Sus recuerdos se concentran en su sufrida infancia y, posteriormente, en su trabajo de torturador. El episodio de la tortura de la detenida política seguida de su violación y muerte, ya estudiado en el capítulo acerca del silencio, lleva a Manuel a aceptar el viaje a

París. El personaje huye de las consecuencias de sus actos, así como del peso de su culpa.

En este sentido, el viaje a París también representa una ruptura para Manuel quien ya no puede soportar la violencia de sus propios actos. Manuel parece estar pasando por un proceso de liberación de su infinita sed de poder, pero el texto es ambiguo y no ofrece bases suficientes para afirmar dicha premisa.

Hay un pasaje en la novela que muestra su arrepentimiento. Completamente inmerso en sus recuerdos “Manuel ya no piensa en el saxo, ni en la sala, ni siquiera en su mujer. Todo comienza de nuevo. Golpes. Golpes” (142). Después de esas primeras frases en la voz de un narrador en tercera persona, el fragmento pasa a ser narrado en la voz de 65

Manuel como si él estuviera confesándose y revela la pesada culpa que carga. La tensión del relato aumenta dramáticamente:

Porque ordenar los golpes es algo que pesa, sabés. Uno no quiere recordar los

gritos que se cuelan hasta el sueño, penetrando por una grieta intransferible hasta

el descanso, para quebrarlo y quebrarte a vos también […] Porque en el fondo a

uno le repugna lo que está haciendo. Porque en realidad sos un hombre, medio

hombre, un cuarto, una pizca de nada. (144)

En este momento el personaje más violento y autoritario hace una confesión profunda de su culpa, con lo cual otra vez la narradora parece excusarle al personaje. Al final del fragmento, un eco ahogante de las palabras de la madre de Manuel lo hace reconocer la gradación descendiente de su propia masculinidad al ordenar la tortura: “sos un hombre, medio, un cuarto, hasta llegar a la nada” (44). Manuel parece tomar conciencia de que el poder que tanto quería y luchó por alcanzar también tiene su lado oscuro. No es posible saber hasta qué punto el sentimiento de culpa va a promover la liberación completa del personaje puesto que la novela no explora tan fuertemente su cambio. Sin embargo, es posible ver que al revivir su pasado durante el espectáculo

Manuel también sufre una ruptura y empieza a darse cuenta de que se ha transformado en una víctima de su propio afán de poder.

La reconstrucción cronológica de la vida de los personajes muestra que todos han pasado por las tres etapas, a saber: la inocencia, el abuso y la liberación. Malena, por ejemplo, vive feliz con la familia, luego es parte del matrimonio opresor con Manuel y se libera sobre todo al recordar su vida durante el provocador espectáculo en París. Por su parte, Mei Li vive una infancia sufrida, pero con la presencia de la familia, luego entra en 66

el ciclo de la prostitución y renace a partir de la profunda y madura conciencia de su

propia opresión. Manuel, a pesar de su rol de antítesis, también pasa por las tres etapas.

En su infancia vive bajo la violencia, luego se transforma en el dominador perverso y al

final empieza a tomar conciencia de las trágicas consecuencias de sus propios actos, en

un casi inocente intento de la narradora en conferirle dignidad al personaje.

En lo tocante a las mujeres, la narradora plantea un complejo juego de paralelismos entre sus vidas durante las tres etapas. Al evidenciar las similitudes entre las dos mujeres, la autora denuncia en un discurso casi maniqueísta la universal opresión que el hombre ha ejercido tradicionalmente sobre la mujer. Malena y Mei Li están vinculadas por la misma humillante situación de sometimiento, sea familiar o sexual. A su vez, la impetuosa presencia del hombre autoritario y violento en Los nudos del silencio recalca la degradante situación de la mujer. Sin embargo, se insertan similitudes entre la vida sufrida de Manuel y la de los personajes femeninos instaurando una cierta ambigüedad en la caracterización del personaje. Manuel también ha vivido una situación de fuerte abuso.

A pesar de simbolizar el perverso hombre opresor, al recordar su pasado reconoce su culpa por haber violentado y subyugado a otros seres humanos. Al incluir el hombre en ese universal retrato del abuso del poder, la novela de Ferrer se transforma en una poderosa denuncia de las injusticias sociales que imperan en la sociedad. Por su inmensa habilidad narrativa, Ferrer transforma el intimismo de los dolorosos recuerdos de los tres personajes en una universal denuncia de la opresión.

En esta compleja red de recuerdos de los personajes el saxo ha acompañado, provocado y manipulado sus confesiones. En términos formales, también ha mantenido un hilo que conduce la discontinua alternancia de mini tramas en cada uno de los 67 fragmentos de la novela. El saxo se configura como la voz constante de un personaje catalizador que no deja perder el hilo de la narrativa. Esto se da tanto en términos de contenido, como en las confesiones de los personajes, y en términos formales, en la secuencia de los fragmentos. Por lo tanto, el saxo anuda los hilos de esa universal reivindicación de igualdad de derechos entre los seres humanos que es la novela

Los nudos del silencio.

Conclusiones finales

Esta tesis ha analizado algunas de las problemáticas abordadas por Ferrer en su novela Los nudos del silencio. Se comprobó que el texto hace una fuerte denuncia de las distintas formas de abuso contra la mujer, tanto en el espacio privado como en el espacio público, que ocurren independiente del lugar o de la cultura a que las mujeres pertenezcan. El complejo juego de paralelismos entre los personajes femeninos, la tradicional paraguaya Malena y la bailarina/ prostituta vietnamita Mei Li, evidencia que ambas comparten el mismo pasado de opresión y de abuso. Así, Ferrer plantea la cruel realidad universal de la opresión de la mujer que ocurre en la autoritaria y patriarcal sociedad contemporánea. Al mismo tiempo la novela tiene el verídico telón de fondo histórico representado por la dictadura en el Paraguay, lo que, consecuentemente, carga el texto de una fuerte denuncia social y política de las injusticias y violencias practicadas contra los seres humanos. Por lo tanto, la obra tiene un ritmo interno que empieza en el intimismo de las confesiones de las mujeres oprimidas hasta alcanzar un panorama universal de denuncia del abuso del poder.

Con un fuerte contenido feminista, la novela se enfoca en el proceso de reinvención de la identidad de las mujeres a partir de la toma de conciencia de las múltiples y agobiantes cadenas que las mantienen encarceladas. Las tres problemáticas analizadas en esta tesis - el silencio, el cuerpo y la memoria – recalcan el proceso de desatar los nudos de la opresión que las mujeres han construido.

En el primer capítulo se analizó la inversión del significado del silencio propuesto por Ferrer. La usual caracterización del silencio como pasividad cambia y pasa a ser una 69 poderosa arma de resistencia de la mujer. Con ejemplos cotidianos pero a la vez contundentes la autora muestra cómo la mujer puede transformar el silencio en un instrumento de enfrentamiento a aquel que la domina a la vez que lo enfrenta. El símbolo del nudo es una de las claves de comprensión de la novela puesto que resulta de la constante negación de la palabra. El común refrán que habla de “tener un nudo en la garganta” sugiere que una voz quiere proyectarse pero encuentra una fuerte barrera de prohibición. La narradora, por lo tanto, muestra los innumerables nudos construidos por las mujeres, pero a la vez se enfoca en el doloroso proceso de desatarlos y transponer la barrera que les fue impuesta. De ahí que, ante tantos silenciamientos en la vida de los personajes, el texto también se calla con el uso de los constantes fragmentos en blanco que permiten la real visualización del silencio en la novela.

A partir del cuerpo se analizó la manera en que el cuerpo toma una posición central en el proceso de autonomía de la mujer. El personaje de Malena pasa por una serie de cambios durante su estadía en París, los cuales son sentidos a partir de la fragmentación del cuerpo. La narradora sugiere que la mujer necesita deconstruir su antigua identidad - tradicionalmente creada como un ser unívoco, base de la estabilidad y poseedor de una esencia - para reinventarse a sí misma, libre de las clasificaciones de la sociedad patriarcal. En lo tocante al erotismo, la autora se enfoca en la bailarina/ prostituta Mei Li, personaje que ya ha descubierto el poder de seducción de su cuerpo. El espectáculo de striptease que protagoniza se transforma en una escena de sexo entre dos mujeres, rompiendo con los patrones tradicionales de la conservadora pareja paraguaya.

El espectáculo pornográfico entre dos mujeres sugiere la transgresión del orden 70

tradicional en el cual el hombre domina sexualmente a la mujer, así como propone la

liberación de la mujer a través del erotismo.

Finalmente, la memoria adquiere un rol de fundamental importancia en el proceso

de reinvención de la identidad de los personajes. Los recuerdos muestran la trayectoria de

su vida y la compleja similitud de sus pasados. Sólo la cuidadosa y constante mirada

hacia el pasado es capaz de mostrarles a los personajes las distintas formas de abuso a las

cuales han sido sometidos. Es en el pasado que los personajes buscan la motivación para

su proceso de cambio (Malena), los motivos para nunca resignarse al abuso (Mei Li), y la

justificación de una personalidad autoritaria (Manuel). En este proceso de revisitar el

pasado, otro personaje emerge en la novela y adquiere el mismo valor de los otros tres: el

saxo. Sin la presencia erótica de la música, que penetra en la interioridad de los

personajes y provoca sus confesiones más profundas, ninguno de los tres personajes

principales llegaría al momento de epifanía del redescubrimiento de sus identidades.

Estas tres problemáticas, no obstante, no sólo se refieren a la historia de la vida de

Malena, Mei Li y Manuel. En verdad, los tres aspectos se unen a la historia

contemporánea del propio Paraguay. Un repaso breve de la historia del Paraguay

evidencia la compleja opresión de ese país desde su colonización hasta la

contemporaneidad. Ferrer, en su rol de escritora paraguaya comprometida, considera su

trabajo de escritura una misión que intenta romper la barrera del silenciamiento y el

aislamiento del país, así como denunciar la agresión y el terror vividos por años y años de

dictadura. En este sentido, la historia del matrimonio represor de Malena es una alegoría

nacional de la opresión de todo el país. No obstante, la novela tiene su otra base de sustento: la asiática Mei Li, tan oprimida como cualquier otro personaje, y que se inserta 71

en la narrativa como un elemento exótico a la cultura del Paraguay y de Latinoamérica en

general. Consecuentemente, la novela tiene un afán totalizador al denunciar la universal opresión y abuso del ser humano.

Este estudio, sin embargo, está lejos de agotar las posibilidades de análisis de Los

nudos del silencio. Los aspectos aquí investigados son sólo un comienzo para acercarse a

la riqueza de la novela y a la peculiar técnica narrativa desarrolladas por Ferrer. Uno de

los caminos para profundizar el análisis de esta novela sería investigar el contrapunto que

el tono poético de la narrativa ofrece a su concomitante realismo temático. La poesía

mezclada en la narrativa hipnotiza al lector y borra parcialmente la brutalidad de la

opresión registrada en casi toda la novela. En este sentido, vale estudiar más

profundamente la técnica narrativa que usa elementos como la musicalidad de las

palabras, el ritmo del texto, las repeticiones, los espacios en blanco, la intertextualidad, la

polifonía de voces narrativas y las metáforas para amenizar el grado de violencia de los

eventos narrados en cada fragmento.

Otra fuente de análisis sería un estudio más amplio de la obra de Ferrer y su

relación con el Paraguay. Se puede investigar cuáles son los rasgos de la “paraguayidad”

en su obra. En particular, vale la pena cuestionar hasta qué punto la ambición totalizadora

de la autora de denunciar las más distintas formas de opresión es fruto de la historia de un

país que desde su colonización ha sido víctima de una sistemática política autoritaria de

abusos.

Con la investigación de estos temas y los muchos más que todavía pueden ser

propuestos, la obra de Ferrer alcanzará una merecida posición entre las grandes figuras

literarias latinoamericanas. La investigación académica es uno de los caminos para 72 proyectar la producción literaria, no sólo de Ferrer, sino también de toda la producción cultural de ese aislado y casi olvidado país que es el Paraguay. 73

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