Temas de nuestra américa, ISSN 0259-2239 Los tzeltales: presencia histórica y literaria

Gloria Pedrero Nieto Mihaela Comsa Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México

Los tzeltales se llaman a sí Resumen mismos winik atel u “hombres Los tzeltales no constituyen, ni han constituido, trabajadores”, hablan batsil históricamente una unidad política. Sin embargo, k’op, “ lengua verdadera o manifiestan una íntima fidelidad hacia la identidad legítima”.(García de León, de su comunidad, tanto en su vestuario como en su 1985: T I, 28). Habitan la participación en el conjunto de creencias y costum- región de los Altos de Chia- bres. Esta realidad se explica por las particularidades pas, su territorio se encuen- de su historia, marcada fuertemente por la llegada de los españoles. En la segunda parte del artículo se ofre- tra al noreste y sureste de la ce un análisis de la novela Tierna memoria. La voz de Ciudad de San Cristóbal y un niño tzeltal insurgente. se divide en tres zonas: las suaves vertientes y grandes Abstract llanuras en el sur (Amate- The Tzeltal people are not, nor have been historica- nango del Valle y Aguaca- lly, a political unit. However, they show great loyalty tenango, Villa Las Rosas, towards the community’s identity by the clothes they Soyatitán y ); wear and their commitment to a set of beliefs and el terreno quebrado con al- customs. This can be understood when observing tas cimas en el centro (San the characteristics of their history strongly marked by the arrival of the Spanish. The second part of Juan Cancuc, Chanal, Ox- this paper is an analysis of the novel Tierna me- chuc, Tenejapa y Altamirano); moria. La voz de un niño tzeltal insurgente. finalmente, la zona de cañadas y lomas bajas hacia el norte (Sita- Palabras clave: Tzeltales, vestimenta tzeltal, lá, Yajalón, Chilón y ). análisis textual, literatura latinoamericana, (Robledo Hernández, 1995; Villa Carlos Imaz. Rojas, 1993).

Keywords: Tzeltales, Tzeltal dress, Los indígenas habitan, en un porcentaje text analysis, Latin American lite- de 70 a 100, los municipios de los Altos de rature, Carlos Imaz . En gran medida, la población ladi- na ha sido “expulsada” de estas tierras (Robledo, 1995:189).

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En las tierras altas los tzeltales, al igual las nuevas instituciones políticas y reli- que los tzotziles se establecen en case- giosas de origen hispánico que habrían ríos dispersos (parajes), con excepción de estructurar a las repúblicas de indios, de y Aguacate- tales como la Iglesia y el culto al santo nango que tiene un patrón de asenta- patrón, el Cabildo, la caja de comunidad miento compacto. La cabecera munici- y las cofradías (Viqueira, 2000). pal funge como centro administrativo y ceremonial para la comunidad. Ahí se Los tzeltales no constituyen, ni han encuentra el cabildo, la iglesia católica constituido, históricamente una uni- y las casas habitadas por los funcionarios dad política. Los tzeltales contemporá- de la jerarquía política-religiosa de la co- neos aún manifiestan una íntima fideli- munidad; el centro ceremonial contiene dad hacia la identidad de su comunidad, los lugares sagrados, donde se practican tanto en su vestuario como en su par- los diferentes rituales religiosos (Roble- ticipación en el conjunto de creen- do, 1995:189). cias y costumbres. Entre los diferentes pueblos, se identifican como tzeltales En el caso de Chiapas, cada comunidad por la forma singular de hablar, vestir y constituye una unidad cultural y social los productos que venden. Sin embar- que se distingue de otras comunidades go, se puede observar, al interior de sus semejantes. Además, su territorio se co- poblados una diversidad de creencias, a rresponde con los municipios actuales, menudo contradictorias. Es en este sen- las municipalidades del siglo pasado y tido que Villa Rojas (1993:184) advier- los antiguos pueblos coloniales, los que te que “ (…) no existe ningún tipo de a decir de Jan de Vos (1985:43) son obra solidaridad étnica, ya que cada comu- de los dominicos, quienes: “(...) reduje- nidad se ocupa de sus propios asuntos ron (de reducción) los parajes indígenas únicamente, sea lo que fuere (…)” dispersos a poblados concentrados al es- tilo español. Les escogieron el lugar, les Esta realidad, se explica por las particu- trazaron la plaza y las calles, les constru- laridades de su historia, marcada fuer- yeron la iglesia, el mesón y el cabildo, temente por la llegada de los españoles. les pusieron un nombre cristiano”. Todo eso, así como lo particular de la lengua que hablaban, permite agrupar a De esta manera, cada comunidad se dis- los habitantes de Chiapas en seis gran- tingue por su vestido, por su dialecto y des familias: los choles, que vivían en por la estructura económica, religiosa la Selva Lacandona; los tzotziles, en el y política (Favre, 1973, Stavenhagen, Altiplano Central; los tzeltales, en las 1975). Como podemos ver, la concen- laderas orientales del Altiplano y el valle tración y urbanización de la población superior del río Chiapa; los tojolabales, india facilitó también la imposición de en las llanuras que se extienden entre

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el valle del río Chiapa y la selva Lacan- actuales de Chiapas tiene su origen en las dona (estos cuatro grupos lingüísticos repúblicas de indios, siendo éstas aún el hablan lenguas mayas); los zoques, en medio de identificación de los indígenas las laderas occidentales del Altiplano y hoy en día, lo cual se manifiesta en su los chiapanecas, en la parte central del vestimenta diferenciada y en las varian- Valle del río Chiapa (De Vos, 1985:39). tes dialectales que existen al interior de En cuanto a su distribución espacial, Gu- los grupos lingüísticos. Esto último tiene drun Lenkersdorf (2001: 144) afirma que que ver con la política española de mez- cada uno de esos grupos era una nación clar en los pueblos a grupos de indígenas cuyos poblados estaban agrupados en un de origen y de cultura diferentes. territorio compacto y continuo (aunque diferente al de la época colonial): Es importante añadir que los pueblos asentados en Los Altos de Chiapas, en Con excepción de los chiapanecas, la época prehispánica, manifestaron un cada nación disponía de terrenos desarrollo cultural tardío y marginal. montañosos y llanuras y, por ello, de Los grandes centros políticos de Mesoa- un territorio que corría en forma per- mérica no encontraron recursos de gran pendicular a los ríos y valles (…) De este modo cada uno de los pueblos interés en esta región de accidentado mayas, como choles, tzotziles, tzel- relieve y de difícil penetración y nunca tales, tojolabales, chujes y otros, dis- se esforzaron demasiado en controlarla ponían de tierras altas y bajas, ocu- política y militarmente. A la llegada de pando una serie de pisos ecológicos. los españoles, la zona empezó a adqui- Esta diversidad daba a cada nación rir importancia. Los conquistadores se una base territorial que propiciaba la asentaron en el Valle de Jovel, donde formación de cuerpos políticos eco- fundaron la capital de la alcaldía mayor nómicamente suficientes basada en de Chiapas, Ciudad Real, hoy, San Cris- el intercambio de los productos de tóbal de las Casas. tierra fría (maíz y frijoles) con los de tierra caliente (algodón y cacao), así como la posibilidad de proveerse de Al no contar con recursos, ni beneficiar pescado y mariscos. de los privilegios de los poblados ubica- dos en las rutas comerciales, la Ciudad El mismo autor expone también Real se convirtió en una ciudad parási- (2001:147) que esta particularidad terri- ta que sobrevivió a base de despojar a torial está relacionada con el mito cos- los naturales de parte de su producción. mogónico del Popol Vuh, según el cual La población española, criolla y mestiza las parejas creadoras generan la tierra fue siempre muy reducida, lo que propi- como montañas y llanuras. En el mismo ció el surgimiento “ (…) de una rígida sentido, Juan Pedro Viqueira (2000) con- sociedad de castas, que perdura hasta sidera que la mayoría de los municipios nuestros días” (Viqueira, 1998: 222).

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Como su riqueza era la mano de obra El sostén de la vida lo constituye indígena, ésta se fue desplazando a tra- el maíz en sus variadas formas: tor- bajar primero hacia los valles centrales tillas, tostadas, posol, atole, pinole. de Chiapas y posteriormente a Tabasco Las tortillas y frijol complementadas y el Soconusco, los beneficiados de este con papa, repollo y otras verduras son la base de la comida diaria. La fenómeno fueron los ladinos habitantes comida de lujo consiste en: carne de San Cristóbal. Por ello, y “pesar de de res y puerco, pescado, camarones los grandes cambios económicos que ha secos pan y café. El pollo y el guajo- vivido la región de los Altos de Chia- lote forman parte de la comida ritual pas, la antigua oposición entre indíge- (Laughlin, 1993: 127-128). nas y ladinos no se ha diluido, sino que por el contrario parece haber cobrado Con respecto a la actividad artesanal, la renovadas fuerzas en las últimas déca- mujer en la mayoría de las comunidades, das” (p. 225). continúa tejiendo sus telas en telar de cintura, las tiñe con tintes naturales y Ahora bien, hagamos referencia a las las adorna con brocados y bordados. condiciones de vida actuales de los tzel- Otros trabajos artesanales son hechos tales. Las comunidades de la zona sur con barro, fibras naturales (pita), cuero, son las más favorecidas por la natura- piedra y madera. Dentro del mercado leza, pues cuentan con tierras de mejor regional, cada comunidad tiene su espe- calidad y con vías de comunicación. “La cialidad en la manufactura de artesanías. zona más pobre es la norte por la irre- Pero, hay que destacar el trabajo en ba- gularidad de su paisaje, su alta densidad rro de las mujeres de Amatenango del demográfica, su aislamiento que los ha Valle, de singular belleza. dejado sin oportunidades de crecimien- to económico, de ahí que sean los más En cuanto a la vivienda, aún cuando pobres, conservadores y desconfiados de presentan diversidad, en general son toda la región” (Villa Rojas, 1993: 185). rectangulares, con techos de palma, zacate o teja de cuatro aguas, paredes de La actividad más importante de la po- adobe, o bajareque (varas entretejidas y blación tzeltal es la agricultura: nada es cubiertas de lodo) y piso de tierra. En las más importante para un indígena que cabeceras municipales las hay de ladri- tener una buena milpa, es en ella donde llo y tabicón. La casa típica tzeltal está a través del sistema milenario de tumba- compuesta de dos cuartos, el primero es quema- roza, van a producir maíz, frijol la cocina y sala, el segundo sirve como y calabazas, la base de su alimentación. dormitorio y bodega. En el primero se También cultivan papa, y una amplia encuentra el fogón de tres piedras, el variedad de verduras, chiles y guajes. Al metate, el comal y las cazuelas, así como igual que para los tzotziles. bancas y banquitos. Duermen en camas

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de tabla o petates. En el exterior, en al- La familia controla todos los asuntos gunos casos, cuentan con un corredor relacionados con la producción y con- para almacenar la leña, construcciones sumo, el trabajo tiene que ver con la para los animales domésticos y el pus edad y el sexo. En cuanto a la división (temascal) (Robledo, 1995 y Villa Ro- del trabajo, el hombre se responsabiliza jas, 1993). de la milpa, las mujeres y los niños co- laboran en la limpieza del terreno, en la Cada una de las comunidades se dis- cosecha y la recolección de los sobran- tingue por una indumentaria propia y tes de las milpas. Ellos también cuidan a través de ella se puede identificar su a los animales domésticos. La leña, ge- procedencia. En general, los hombres neralmente, la corta y parte el hombre, usan sombrero, camisa blanca larga y y la recolectan entre todos. Las mujeres pantalón blanco corto que es sujetado preparan los alimentos, acarrean agua, con fajas; calzan huaraches burdos, a pe- lavan y arreglan la ropa, cuidan los ni- sar de que muchos andan descalzos. En ños, hilan y tejen las telas. Los niños más las zonas frías usan cotones de lana que grandes ayudan en la roza a sus padres. fabrican las chamulas. En la actualidad, pocos usan el traje completo, pues lo han La construcción y la reparación de edi- sustituido por prendas occidentalizadas. ficios y cercas, así como la reparación de las herramientas son actividades de Afortunadamente, en la mayor parte de los hombres. Las actividades relaciona- los poblados tzeltales, los trajes de ce- das con la sastrería, carpintería, pele- remonia han sido conservados. La ves- tería, cantería y cordelería son trabajos timenta de la mujer es más variada en masculinos, mientras que la alfarería cuanto al uso de la blusa y , el cual, es femenina. En cuanto al comercio, el recientemente, se ha ido modificando, al hombre vende el maíz y la mujer el po- ser ahora bordado o tejido con gran varie- llo y los huevos. La especificación pro- dad de colores. En general, la vestimenta fesional permite cierta distribución en es bellamente bordada; la enagua es de al- la actividad de los habitantes de estos godón o lana, sujetada con una faja; cuan- pueblos. Así, conviven tenderos, pelu- do la temperatura baja, usan un rebozo de queros, maestros, chóferes, enfermeros, lana. La mayoría de las mujeres, antes de parteras, curanderas, hueseros y chama- que aparecieran los zapatos de plástico, nes (Robledo, 1995; Villa Rojas, 1993 y caminaban descalzas; cuando salen de su Laughlin, 1993). casa se cubren la cabeza con alguna tela de algodón o de lana. Para peinarse, dos El grupo doméstico corresponde a una fa- trenzas con listones de colores adornan su milia patrilineal extensa, compuesta por cabeza; les gustan los aretes y los collares los padres, los hijos solteros, los casados y (Villa Rojas, 1993: 201). su familia (esposa e hijos). La autoridad,

Los tzeltales: presencia histórica y literaria 143 Gloria Pedrero Nieto ‡ Mihaela Comsa Temas de nuestra américa NÚMERO EXTRAORDINARIO 2012, ISSN 0259-2239 la ejerce el hombre de más edad, quien En los parajes, el gobierno está repre- detenta las tierras y organiza las activida- sentado por uno o dos principales y hay des agrícolas. El matrimonio tradicional comités de educación responsables de la es arreglado entre las familias, los padres asistencia de los niños a la escuela. Al del muchacho, con su consentimiento, igual que entre los tzotziles, la jerarquía seleccionan a la novia y se inician las vi- religiosa “(…) proporciona a las dei- sitas y los regalos, los padres de la mucha- dades los servicios de la comunidad y cha tienen que consultar a los viejos o a es una forma de clasificar el prestigio los miembros más importantes del clan dentro de la sociedad. Por su sacrificio, patrilineal la pertinencia del matrimonio la persona espera obtener favores espe- (Villa Rojas, 1993). ciales, garantía de buenas cosechas, bue- na salud y larga vida” (Laughlin, 1993: En cuanto a la organización político- 142-144). religiosa, se observa que es la misma en todas las comunidades tzeltales; consta Aunque varían en número en cada co- de dos grupos de autoridades cuyas acti- munidad, los que siempre hay son los vidades se relacionan entre sí. El primero mayordomos encargados de los santos, los controla los asuntos políticos de la comu- fiscales, los alféreces y los capitanes . So- nidad y está compuesto por el Cabildo y bre su cosmogonía, nos expone Robledo: el Ayuntamiento; las obligaciones de los que ocupan un cargo es administrar la Se concibe al mundo como un todo justicia y supervisar las obras públicas. y se le llama cielo-tierra ( vinajel- Los cargos civiles son presidente, el sín- balamil). Toda la vida se desarrolla en la superficie del cielo y de la tie- dico, el regidor, el secretario u oficinista rra, mientras que la vida extraordi- que generalmente es ladino, el Oficial, naria, como la de los sueños, existe el Alcalde, el Comandante de Policía y en el otro cielo-tierra. Así las cosas los policías. La temporalidad en el cargo tienen un doble aspecto: el visible y es de tres años. Al lado de estas autori- el invisible. Solo algunos hombres dades está su propio sistema de gobierno privilegiados, como los curanderos donde lo civil y religioso se funden, al pueden ver en el otro cielo- tierra”. lograr una especie de hermandad bajo la La vida humana se concibe gracias al supervisión de los ancianos que tienen maíz, por lo tanto su posesión fruto profundos conocimientos y que gozan de del trabajo es fuente de prestigio social, para tener un cargo debe te- prestigio; estos son Katinab (jefe supre- ner suficiente maíz para su consumo mo), Okil kabil (secretario), Dzunubiles y el de sus ayudantes, durante un año (pulseadores o curanderos), Alcalde (usa (1995:221). el bastón de mando), Cornales (goberna- dores, también usan bastón de mando) y X-tules (regidores) (Villa Rojas 1993).

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La tradición religiosa exhibe una com- distintas manifestaciones de su cultura binación de elementos católicos (im- (con antecedentes prehispánicos mayas) puestos por los españoles) y motivos cuya riqueza le asegura el derecho de ser de origen prehispánico. El edificio más inscrita en la cultura universal. Por su- importante es la iglesia; en ella se en- puesto, una de sus formas más explícitas cuentra la imagen del santo patrón, la de manifestarse es la literatura. santa cruz y los santos menores. Las ce- remonias se realizan frente al altar de los La historia, en tanto discurso, interactúa santos que son los mediadores entre con el texto literario, espacio privilegia- Dios y los hombres; sus representan- do de un ilimitado despliegue de secuen- tes en la tierra son los miembros del cias que identificaban la realidad de la cabildo, pero en especial los dzunubiles nación, de un pueblo, de una época. En y otros ancianos. La mayoría de los re- este sentido, es admirable la decisión de zos se dirigen a Dios Tatik Jesucristo y algunos escritores latinoamericanos de los trece “fiadores del cielo” (ayudantes permitir que “su” historia se entrelace de Dios, los santos). La cruz representa con la de la nación a la cual pertenecen. a Dios y es venerada en los altares de las casas, en las montañas, cue- El giro histórico marcado por el movi- vas, manantiales entradas al pueblo, en miento insurgente chiapaneco ha obli- las cuatro esquinas de la plaza y frente a gado a muchos intelectuales mexicanos la iglesia. La combinación con los ele- a mirar con una atención más aguda la mentos prehispánicos está presente en realidad de los pueblos indígenas. El su devoción a la naturaleza, como la resultado de esta “mirada” ha sido, se- montaña con vida, cercana a , guramente, el nacer (o re-nacer) de un donde estaba Ikal Ajua , dios prehispáni- compromiso cuyo resultado iba a mani- co muy venerado. festarse también gracias a la escritura. En la V Declaración de la Selva Lacandona Con respecto a su presencia en la his- podemos leer: “no es nuestra la tierra de toria de México y, seguramente, de La- la muerte y la angustia. No es nuestro el tinoamérica, los tzeltales demostraron la camino de la guerra. No son nuestros el fuerza de su religión y de su cultura en la suelo vacío y el hueco cielo. No es nues- rebelión de Cancuc en 1772. En 1994, el tra la traición ni tiene cabida en nuestro surgimiento en Chiapas del Ejercito Za- pasado el olvido”. patista de Liberación Nacional (EZLN) provocó cambios importantes en la men- Uno de los objetivos fundamentales del talidad y en las decisiones de los tzelta- movimiento zapatista, al decir del Sub- les. Muchos de ellos forman parte del comandante Marcos, ha sido, y sigue EZLN; ellos han entendido la necesidad siendo, hacer “una lectura muy nueva de defender su identidad, así como las de la patria”. Agentes y pacientes de un

Los tzeltales: presencia histórica y literaria 145 Gloria Pedrero Nieto ‡ Mihaela Comsa Temas de nuestra américa NÚMERO EXTRAORDINARIO 2012, ISSN 0259-2239 momento socio-histórico que marca y será que al mismo tiempo provocará una redibuja el caminar de su país, los zapa- suerte de vacío, de un espacio aún no tistas han sido también motivadores de habitado, al interior de los intereses ha- otros discursos, otros textos, cuya inten- bituales. Es así como la lectura del texto ción es activar la memoria, a veces Ímaz, Tierna memoria. La voz de un niño adormecida, impávida, de aquellos que tzeltal insurgente, obliga a varios retos. Me piensan aún que la tierra a la cual per- parece que el más emergente se dirige ha- tenecen no supera los límites geográficos cia la necesidad de asumir que la escritu- de su estado, ciudad o pueblo. ra textual establece sus propias normas e instaura una realidad propia, en diálogo Así, los textos de corte histórico, socio- tácito o explícito en el contexto al cual lógico y también literario, han iniciado representa/significa. un diálogo, frecuentemente fecundo, cuyo protagonista es Chiapas: su gente, Le debemos a Aristóteles la certidumbre su pasado, sus tradiciones, su dolor y sus de que la mímesis no consiste en copiar esperanzas, sus luchas y sus victorias. En la realidad; se le identifica y así la asume este diálogo se inscribe también el texto la textología moderna, con la produc- de Carlos Ímaz, Tierna memoria. La voz de ción de la estructura semántica de un un niño tzeltal insurgente, texto que, evi- texto literario-poético, estructura que dentemente, activa el diálogo desde una contiene una parte muy importante de identidad peculiar: ficcionalidad, lírica creaci ón de realidad. y referencialidad se vuelven marcadores textuales que comparten, gracias a parti- Paul Ricoeur, Tomás Albadalejo, Anto- cipaciones paritarias, la economía textual. nio García Berrio coinciden en consi- derar a la mimesis como representación El texto literario, como cualquier otra literaria que implica, por un lado, proxi- representación de lo real, se impone midad a la realidad y, a la vez, por otro como presencia, como verdad en el ins- lado, invención de realidad. Eso quiere tante en que abre un vacío, una caren- decir que la mímesis reproduce constan- cia, en cualquier tipo de conocimiento tes de funcionamiento de esta realidad, previo y logra convertir este vacío en el al interior de las cuales se encuentran lugar del otro , lugar del deseo, espacio en los hechos concretos. Tierna memoria el cual irrumpe la palabra, escritura del de Imaz, considerado por la crítica, al deseo hecho realidad, presencia del yo igual que Rompiendo el silencio , novela edificado a través de ella en la mirada histórica, surge tanto de su deseo de del otro. hacernos partícipes de la realidad chia- paneca, como de su compromiso social. El texto impone una suspensión (la nues- Pero, entonces, ¿por qué un texto poé- tra) de cualquier tipo de interés anterior; tico-ficcional? Probablemente, porque

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la ficcionalidad, principio activo en la luz de una fogata. Hablan, como siempre construcción del texto literario, per- entre ellos, en tzeltal” (Imaz: 19). mite que el lector, al distanciarse del referente, para apropiarse de la identi- Escritura de un movimiento, film de un dad de este otro mundo , el que la poiesis acontecimiento: el madurar de Tito, el ficcional, edifica, va adquiriendo habili- niño tzeltal, uno de los habitantes de dades que le posibilitan implicarse no San Jacinto, el primer pueblo chiapane- solamente en el proceso de lectura del co insurgente, según la declaración del texto literario, sino en la lectura de una chico. También, es un film de desarro- pluralidad de otros textos que el texto llo de actos que se identifican mediante literario lee y re-escribe. una dirección y una duración propias, sin que eso anule la temporalidad propia Al definir la novela como ideologema, del texto, cuya tensividad aumenta bajo Julia Kristeva aseguraba que el texto li- la mirada de los personajes que asumen terario lee la historia por que se interesa funciones narraroriales, identificables al en ella. Escritura transgresora, móvil, interior de esta escritura polifónica. permutable, interactiva y, particular- mente, reticular, Tierna memoria. La voz La voluntad creadora se concreta en este de un niño tzeltal insurgente anula toda texto, organizando un sistema de diferen- huella de alguna escritura tradicional, ciación formal en cada una de las voces estática por excelencia. Su movilidad se de los personajes: Tito, su tat , su nan , el concreta en el desplazamiento de todos maestro Rolando, los compas , la compa- los componentes textuales, tanto en el ñera Lucha, Marcos…todos ellos, par- nivel del espacio de la mirada y de la voz, tes de un personaje colectivo: el pueblo como en el de una temporalidad parti- indígena chiapaneco. A pesar de que el cular: la de la memoria; “tiempo del foco desde el cual se narra es la “tierna alma” como diría Virginia Woolf. Este memoria” de Tito, personaje-narrador, la texto corre como un film, un film men- economía textual instala al “nosotros” en tal, un escenario interno que se permite tanto personaje narrado. Se perfila en este prescindir de toda regla preestablecida texto un modo particular de receptividad de composición y, así, logra designar la de lo vivido, de la memoria. Si bien los impresión que toda percepción memori- recuerdos no pueden ser modificados, sí zada, o re-memorizada, deja en el espíri- tienen la capacidad de activar y explicar tu. Es una escritura fílmica, o, como di- el presente. Tal parece que una cámara, ría la misma Kristeva, un cinematograma : oculta entre la abundante vegetación de “Ahí está mi nan, arrodillada frente al la Selva Lacandona, capta una multitud metate, muele a mano su maíz para lue- de miradas entrelazadas en una misma go hacer masa para las tortillas. Mi tat, aventura: la recuperación de la dignidad sentado a la mesa, platica con ella a la del indígena chiapaneco, su deseo de que

Los tzeltales: presencia histórica y literaria 147 Gloria Pedrero Nieto ‡ Mihaela Comsa Temas de nuestra américa NÚMERO EXTRAORDINARIO 2012, ISSN 0259-2239 se le restituya el pasado para poder cons- Goza, también, de una evidente fuerza truir su presente. reticular y auditiva que lo hace funcio- nar como un cuadro en movimiento. La La realidad y la ficción mantienen una voz de Tito (la cual, a lo largo del rela- estrecha relación de complementarie- to, cede el lugar solamente a otros tres dad. Entre los “modelos de mundo” personajes: el maestro Rolando, uno de Albadalejo propone, el que instala lo los compas y el soldado) une las piezas ficcional verdadero está constituido por textuales, las matiza, resaltando todo “instrucciones que pertenecen al mundo elemento cuyo poder significativo coo- real efectivo, por lo que los referentes pera en la construcción de una imagen que a partir de ellos se obtienen son rea- completa del indígena chiapaneco. La les” (Albadalejo, 1992:53). familia, los amigos, la distribución del trabajo, la educación, las tradiciones, el Nuestro texto, inscrito en esta categoría, compromiso social, todo ello se vuelve nos comparte, de manera sencilla, con- realidad a la luz de la mirada y de la voz movedora y audaz, una realidad que, a de Tito, el niño que, a sus 11 años, es tes- pesar de haber sido metamorfoseada por tigo y, luego, partícipe, del movimiento el poder de lo poético, impacta por la social iniciado en la Selva Lacandona: fuerza y la autenticidad de su transcurrir. El viaje que Tito inicia, transitando, a Los mayores se están juntando y se través de su tierna memoria , por su ni- cuidan de no ser oídos, hablan baji- to. Algo va a pasar. Antes de que este ñez y adolescencia, no tiene un destino rumor recorriera mi pueblo yo ya me final; así como él mismo lo hace notar, había dado cuenta…a pesar de sus con un humor que reúne certeza y asom- cuidados, los escuché decir en nues- bro: avanza el indio . tro idioma, el tzeltal, algo que me asustó: ya camantainic cuxlejaltic, La sustantividad de la proyección li- que en castilla quiere decir: vamos a teraria que logra mover la conciencia defender nuestra vida. El año que ha- colectiva, cifra su estrategia en la singu- bía empezado se nombra 1983 (Imaz, laridad de un “yo” que inicia un itinera- 2006:13). rio, un viaje interior y exterior, a través del cual activa, inquieta y, seguramente, Y el lugar, el pueblo de Tito, es San Ja- transforma la conciencia y las expecta- cinto. El padre de Tito, que “no tenía ni tivas de su acompañante en esta trave- siquiera un rifle para cazar”, se identifica sía: nosotros. como parte de un yo colectivo:

Cada capítulo del relato inicia con un …soy gente de paz, no me gusta ni quiero pelear, pero la guerra la han pequeño texto, en cursivas, que anuncia estado haciendo contra nosotros y, a la vez, justifica, explica, los sucesos.

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desde hace mucho y nuestra paz Tomados de la mano de Tito, penetra- es a su favor. Nos quitan nuestras mos, cautelosos, en la casa donde habita mejores tierras y las hacen potrero su familia, a la cual conocemos, al prin- y pues nos obligan a cambiarnos de cipio del relato, integrada por su nan, su lugar. Toman a las mujeres cuando tat, su hermano y sus dos hermanitas, y se les antoja, destruyen la montaña a la que acompañamos, en los momen- y todo porque somos pacíficos.(…) Hay mucho sufrimiento, mucha po- tos en los cuales pierde, primero a una, breza, mucha humillación y despre- luego a otra de las niñas, en ambos casos cio de los que mandan.(…) Nuestra por falta de medicina y atención médica. fuerza no será para hacerle mal a nadie, no es para vengar lo sufrido, Resulta conmovedor, para el lector, el no, no somos así, la fuerza nuestra contacto con el alma y la mentalidad será para que ya no nos hagan mal a del tzeltal. Ser pacífico, cuidadoso y ca- nosotros.(p. 71) riñoso con su familia, atento y siempre dispuesto a enseñar a sus hijos, com- La particular objetividad estética de este prometido con su comunidad, el padre texto reposa, entre otras marcas, en la de Tito es un personaje cuya realidad fuerza con la cual se retrata directamen- impone y obliga a la reflexión. Fundador te a los personajes, mediante su hablar del pueblo, es respetado por todos, por singular, fuente inagotable de identi- su prudencia, su sabiduría y su hones- ficación. Su discurso revela como las tidad. Trabaja, en condiciones difíciles, distintas partes de su ser y de su vida es- el campo desde el amanecer sin jamás tán armoniosamente engarzadas en una quejarse y siempre su mirada cubre a su unidad que lo conecta al universo en el familia. Era tan pobre, le confiesa a Tito cual vive, al cual respeta, ama y en el que su nan, “que cuando caminaba en la interactúa: “…mi nan estaba molien- selva usaba hojas de maíz amarradas do maíz en el metate que truequeó por con tiras de henequén o de cuero para un cochinito y mi tat le contaba que el cubrir sus pies” (p. 26). Tito lo admira Jou lo estuvo llamando por su nombre” y lo sigue, aprende de su caminar para (p. 20). “La montaña es noble y tiene su iniciar el suyo: vida, como nosotros, pero es mucha, mu- cha su fuerza, tiene una grande energía, Me gustaba mucho estar con él cuan- hay que conocerla y respetarla…” (p.22). do hacía cosas, él se sentía contento “…mi tat nos dijo que no era bueno ma- y estaba muy orgulloso de las cuerdas tar por gusto, que cada animal tenía un que fabricaba…Tenía mucha calma trabajo en la vida de la montaña y que para explicarme. Cuando me enseña- ba a hacer algo, yo no solo apren- tomar la vida de otra criatura de Dios día, sino que, sobre todo, me gusta- solo debe ser por la vida de otro, ya sea ba sentir el cariño con que lo hacía por defensa o para alimentarse”. (p. 38) y, además, como le recordaba de

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cuando su papá le enseñaba a él, se la seguridad de los suyos”, Tito se hará le ponía blandito el corazón (p. 26). llamar Armando. A pesar del gran cari- ño que lo une a su familia, a su pueblo Su lucidez, así como el amor por los su- y a sus amigos, y, a pesar de sus escasos yos, le permite entender la necesidad de trece años, decide seguir el llamado de ser partícipe en el proceso que “esos seres su corazón, así como su tat le había en- nombrados compas que viven en la mon- señado, y se une a los compas . Siente que taña” estaban por iniciar: “Son gentes-di- ya es todo un hombre. Su padre había jo mi tat-, respetan nuestro modo, es justo grabado en su conciencia, para siempre, que los ayudemos. Vinieron hasta acá a un legado de amor, entrega y compromi- ofrecernos su palabra y pasan muchas pe- so con su tierra y su gente: nas por lo que creen verdadero. No obli- gan a nada y saben escuchar (p. 44). La lucha tendrá sufrimiento, pero no será más sufrimiento que ver morir en Tito, tan distinto de su hermano mayor, silencio a los hijos y a la montaña. atrapado y finalmente muerto por el al- Los que nos han robado y humillado coholismo (“Ahora sé que la borrachera van a conocer que no está bien y que fue otra de las enfermedades que traje- somos personas, no bestias…Ya empezó ron los conquistadores…”) es obediente y no hay camino para regresar. Lo hace- y trabajador, lo que lo hace merecedor mos sin odio, pues eso destruye el alma “del mejor regalo que ha recibido en su y ciega el pensamiento. Es con esperanza vida: sus primeros zapatos, los choclos , re- se crece bien la dignidad (p. 72). galados por su tat. Muestra interés y des- treza en la escuela y llama la atención El camino es difícil, pero el joven ha de- del maestro Rolando, por “su enorme cidido “ganarle al miedo y a la tristeza” orgullo y dignidad personal”. Rolando es cumple con sus objetivos: se entrena en el único maestro, de todos los que ha- las montañas con los compas , atiende bían llegado a la precaria escuela del y aprovecha las enseñanzas de Marcos, pueblo sin haberse quedado por más de aprende cada día algo nuevo, lo que lo unos cuantos días, que deja huellas en el hace exclamar, con ironía y, a la vez con corazón y en la conciencia del niño: “… orgullo, cada vez que descubre cosas dis- era diferente a los otros. No gritaba y le tintas a su alrededor: “Avanza el indio”. gustaba estar con nosotros, incluso quiso Su mundo se transforma; como en un aprender nuestro idioma. Pero, sobreto- escenario cuya dinámica reside en un do, me respetaba”. (p.62) permanente cambio de escenas, Tito pro- tagoniza su propia metamorfosis: de niño Su recuerdo queda tan vivo que, una vez a adulto, de campesino a insurgente. La incorporado en el grupo de los compas llegada a “la gran ciudad” (Ciudad de Mé- y al tener que cambiar de nombre “por xico) le permite descubrir no solamente

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la existencia de aquello que “hacía llover Referencias bibliográficas dentro de la casa” (la ducha), del papel higiénico, del foco eléctrico o del cepillo Albadalejo Mayordomo, Tomás. (1992). Semán- tica de la narración: la ficción realista, y pasta de dientes… Taurus, Madrid De Vos, Jan (1985). La batalla del Sumidero. An- También conocí que en la ciudad tología de documentos relativos a la rebelión también hay pobres, como en mi de los chiapanecos, 1524-1534.México. tierra, pero su pobreza es diferente, México: Editorial Katún. más dañina, pues viven al lado de Favre, Henri (1973). Cambio y continuidad entre enormes riquezas que ven todos los los mayas de México. México: Siglo XXI. días sin poder tocarlas y no tienen ni México, D.F. tierra para trabajarla y sacar, al me- Garc ía de Le ón, Antonio (1985). Resistencia nos, parte de su alimento, ni donde y utopía. Memorial de agravios y crónica de los entierren, pues en la ciudad hasta revueltas y profecías acaecidas en la provin- cia de Chiapas durante los últimos quinien- para eso hay que pagar (p.107). tos años de su historia. México: Era Imaz, Carlos. (2006). Tierna memoria. La voz de un Aprende a usar las armas y la radiofonía, niño tzeltal insurgente. México: Debate. hasta se casa con una compañera, placer Laughlin, Robert M. (1993). Los tzotziles. En que le dura poco, pues la mujer resulta Víctor Manuel Esponda Jimeno (comp.). La población indígena de Chiapas. Tuxtla más brava “que una arisca”. Ya tiene 16 Gutiérrez, Gobierno del Estado de Chia- años y su “pueblo completo ya era zapa- pas, pp. 119-177. tista, pero no era el único”. Tito - Ar- Lenkersdorf, Gudrun (1998). La resistencia a la mando es protagonista de una historia conquista española en los Altos de Chia- aún no escrita, pero grabada cuidado- pas. En Juan Pedro Viqueira y Mario Humberto Ruz (editores) Chiapas. Los samente en la memoria de una nación Rumbos de otra historia. México, UNAM/ y de todos aquellos que de una u otra CIESAS/CEMCA/Universidad de Gua- forma se asumen como copartícipes. El dalajara, pp. 71-85. joven insurgente encapuchado se dirige, ______. (2001) Repúblicas de Indios. Pueblos mayas de Chiapas, Siglo XVI. en el final del relato, a su interlocutor, México:Universidad Autónoma de México. destinatario inscrito en el texto, obliga- Robledo Hernández, Gabriela (1995). Los - do así a responsabilizarse de su decisión: tzeltales. En Etnografía contemporánea de los pueblos indígenas de México. Región En fin, te regalo estos recuerdos con sureste, México: Instituto Nacional In- un sentimiento de urgencia, para digenista/Secretaría de Desarrollo Social, pp.185-232. que no gane de nuevo ese olvido que Stavenhagen, Rodolfo (1975). Las clases sociales en quiere tener nuestra dignidad acorra- las sociedades agrarias. México: Siglo XXI. lada, lo hago con sinceridad, de esa Villa Rojas, Alfonso. (1993). Etnografía Tzeltal que se nace de abrir nuestro corazón de Chiapas. Modalidades de una cosmo- al viento y antes de que se marchite visión prehispánica: México: Porrúa. la tierna memoria (p. 72). Viqueira, Juan Pedro (1998). Los Altos de Chia- pas: una introducción general. En Juan

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Pedro Viqueira y Mario Humberto Ruz ______. (2000). Cronotopología de una región (editores) Chiapas. Los Rumbos de otra rebelde. La construcción histórica de los historia. México, UNAM/CIESAS/CE- espacios sociales en la Alcaldía Mayor de MCA/Universidad de Guadalajara, pp. Chiapas (1520-1720). Tesis de Doctora- 219-236. do. El Colegio de México

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