Las artes marciales invaden el cine

Sergio Berrocal Jr | Maqueta Sergio Berrocal Jr.

Mientras en Europa, 1989 era el año de la movida madrileña, en la gran pantalla internacional nuevos géneros de cine comenzaban a sonar. Tras el fallecimiento de Bruce lee en 1973 y el estreno de “Enter the Dragón” en Hong Kong, la furia, éxito e invasión del genero de artes marciales llega a medio mundo. Con esta llegada alcanzan la fama películas como: “Kickboxer, Best of the Best” o “El guerrero americano” entre otros títulos. Paralelamente, aparecían en los quioscos revistas como Cinturón Negro, Dojo o el Club de la Lucha que acompañaba las ansias de conocimientos de aquellos que ya habían sido conquistados por esa nueva forma de luchar.

A mi retorno a España en los años noventa, el reino de la pantalla chica estaba en manos de un norteamericano a caballo entre Oriente y Occidente llamado , que había conquistado aquella tierra lejana del sol naciente y que por aquel entonces media sus fuerzas con un actor belga que tiraba pataditas a diestro y siniestro a quien quisiera contratarlo.

Es entonces cuando las diferencias entre Steven Seagal y un actor belga Van Damme empezaban a manifestarse. Según Sylvester Stallone, las rencillas entre ambos a medida que pasaba el tiempo no hicieron más que aumentar pues, como declaró el actor a la revista FHM, fue durante una fiesta organizada en su casa cuando Seagal no paraba de meterse con el belga, provocando así una pelea fuera de cámara en su jardín.

Meses más tarde aquel vanidoso personaje venido de Bélgica fue llamado por el director Mark Di Salle para participar en “Bloodsport”, donde encarnaría a Frank Dux un canadiense y primer occidental en participar en un legendario y elitista evento de combate sin reglas de artes marciales conocido como “El Kumite” del cual hasta hoy es un invicto campeón.

En octubre de 1998, Frank Dux demandaba a Jean Claude Van Damme por el guion de la película “The Quest” que había sido reescrito por el actor belga sin previo acuerdo.

La fama de aquel belga a finales de los ochenta y comienzos de los noventa era tal que los directores Mark Di Salle y David Worth contaron con él para protagonizar la película “Kickboxer”, película a la que siguieron cuatro secuelas en las cuales Van Damme no intervino, y fue remplazado por Sasha Mitchell, quien por aquel entonces formaba curiosamente parte del elenco de la exitosa serie “Dallas”.

La historia era sencilla:

Eric Sloan, el campeón norteamericano de , decide probar su fuerza explorando nuevos horizontes y viaja con su hermano y asistente Kurt (Jean Claude Van Damme) a Bangkok, Tailandia, para medirse con el campeón local Tong Po (Michel Qissi).

En los vestuarios antes de la pelea, Kurt descubre a Tong Po golpeando violentamente con sus codos y espinillas una columna de hormigón, de la que casi sin esfuerzo arrancaba trozos de yeso hasta casi derribarla.

Después de un brutal primer asalto, Kurt le pide a Eric que abandone la pelea. Sin embargo, el orgullo de Eric es demasiado grande como para darse por vencido. Ya en el segundo asalto, Eric continúa recibiendo una salvaje paliza, y es derrotado rápidamente por Tong Po. Estando tirado en Eric en la lona, Tong Po le aplica un golpe descalificador en la espina dorsal, dejándolo inválido.

Kurt, enfurecido, quiere enfrentarse a Tong Po pero apenas tiene conceptos básicos de artes marciales para poder hacerlo. Todo cambiará cuando conoce a un marine estadounidense retirado, Winston Taylor (Haskell Anderson).

Taylor, que ha sido testigo de lo sucedido entre bambalinas, quiere ayudarle y tras dejar a su hermano malherido en el hospital decide que Kurt debe conocer a un ermitaño maestro quien está suficientemente loco como para enseñar los secretos del Muay Thai Boran al chico, de forma que pueda vengarse.

Veintisiete años más tarde un Van Damme sesentón y en la cuerda floja por su adicción a la cocaína busca redimirse con un remake de “KickBoxer”, sin pena ni gloria.

Sin embargo en aquel remake contaba con la intervención del actor gabonés Alain Moussi, Dave Batista ex luchador de lucha libre y el ex campeón mundial de boxeo Mike Tyson, cuya vida tomaría un peligroso viraje al ser acusado en 2003 de asalto y acoso entre otras cosas.

Las aventuras del belga y su coquetería con la gran pantalla cayeron en el olvido. Su carrera y días de éxitos fueron a parar a la basura tras el rodaje de “Street Fighter la Última Batalla” en 1994.

Mientras tanto Bruce y su leyenda se hacían más fuerte y con este el sistema que creo en 1967 y que junto a Dan Inosanto pudo perfeccionar dando lugar al llamado Jeet Kune DO Concept.

En los noventa yo que ya andaba tras las huellas de aquel actor chino desde joven tuve la oportunidad de estudiar esta forma de combate y con ello pude tener contacto con los miembros de la vieja guardia y hasta entrevistarlos para varios de los medio con los cuales solía colaborar. A Jerry Poteet le conocí, entrevisté y ayudé a la divulgación del Jeet Kune Do en Latinoamérica así como a Octavio Quintero, su alumno predilecto.

A Ted Wong, y Jesse Glover los interviuvé para una revista de Rio de Janeiro aunque ambos murieron con apenas dos años de diferencias. Aquella esencia que Bruce había creado quedó en manos de la hija de Dan Inosanto, Diana Lee, con quien hoy aún mantengo contacto.

Aquel sistema de combate revolucionario llamado Jeet Kune Do, cuya matriz se encuentra en el wing chung, el boxeo y la esgrima, fue incrementado con otros métodos como la eskrima o boxeo filipino. Este último y mal conocido sistema tiene por meta el rompimiento de huesos, dejando a menudo muy mal parado a quien haya agredido a la persona con conocimientos en eskrima.

De hecho dicho sistema ha sido de tal interés para el cine que hoy se puede ver en escenas de películas como “The Bourne Identity” o Glimmer Man. Sea como fuese tras el declive sin frenos del actor belga Jean Claude Van Damme, el pequeño dragón sigue dando lecciones desde ultratumba.

Sandwich cubano en la Europa aburrida

Sergio Berrocal | Maqueta Sergio Berrocal Jr

Tristes tiempos los que vivimos Ya ni el cartero llama dos veces, ni tres, ni siquiera una. Jessica Lange tampoco está de servicio. No hay carteros ni descoque en esta Europa cada día más aburrida, que huele cada vez más al polvo de la desesperación. Llevo años sin oír un bolero, aunque fuentes autorizadísimas me cuentan que en Cuba siguen existiendo e incluso que se tocan y se cantan. En esta Europa que fue la sabiduría del mundo ya no cabe un alfiler cuando llega el verano. Todo se llena de esas gentes llamadas turistas que pueden con todo, que te estropean hasta el gusto de tomarte una cerveza o un güisqui en una terraza de París o del viejo Málaga. Todo da igual.

El feminismo exacerbado ha calado en los europeos y todo el mundo está asustado. No te atreves a seguir con la mirada a una mujer en la calle y menos sonreírle, porque te pueden acusar de acoso sexual. La intolerancia que empezó en Hollywood y que tiene encerrado en París a Polanski porque los norteamericanos serían capaces de embastillarlo para siempre, que será pronto, por haber tenido un desliz cuando era joven, gana cada día terreno.

Todo apesta en esta Europa que tanto amamos. Se nos acabaron los veranos como aquellos de los años cuarenta, se nos terminaron los boleros y por lo visto tienes que pillar un avión para América Latina si quieres oírlos.

Recuerdo a Jessica Lange cuando el maldito cartero llamaba en su puerta dos veces, aunque ella merecía que se pasase uno la vida aporreando su puerta. La recuerdo y la echo de menos, en esa mesa de cocina, gozando sin el menor recato. Y sin cartero, porque ya había pasado..

Un amigo que esculpe con amor me dice que es el tiempo que pasa. Seguramente tiene razón. Alguna gente de corte ligeramente anticomunista o anti todo no entiende mi gusto por leer el diario cubano Granma. Pero, vamos a ver, cabezas de chorlito enajenados por la nieve de la tristeza de una noche de verano en el Ártico, dónde diablos voy a encontrar cosas que me reconforten como esta que les cito a continuación?: “Para el doctor José Loyola, compositor, musicólogo, flautista y director de la Orquesta Charangas de Oro, no hay mejor modo de conquistar a una mujer que regalándole un buen bolero, claro, acompañado siempre de una bella flor.” Miren, enajenados de la vida, si el marxismo tiene por resultado que haya gente que piense cosas tan bonitas, pues me apunto al marxismo. Pero en Europa ya no tenemos ni marxismo.

En mis bellos tiempos de París teníamos en Francia un Partido Comunista muy poderoso, con una sede construida por el padre de Brasilia, el arquitecto Oscar Niemeyer, comunista de pro. Ahora no sé para qué le servirá al PC francés porque la mayoría de la gente de la Francia profunda ya no comulga con esa ideología.

Y daba gusto escuchar a su secretario general, Georges Marchais, tomar a Dios por testigo cada vez que en la televisión afirmaba que íbamos a ser todos comunistas. Marchais falleció y bueno, la ilusión anda por otros derroteros.

Ahora que lo pienso me hubiese gustado preguntarle a Marchais si le gustaban los boleros. Estoy seguro que sí, porque ¿a quién no le va a gustar ese himno al amor, a los enamorados, a la disidencia del pesimismo gregario de los enamorados de toda la vida que descubren que ella le abandonó por otro?

Cuando el polvo ciega la vista, recuerdo mi primer bolero cubano, una noche al salir del Hotel Capri, creo que en el Salón Rojo. Entonces no me pareció tan raro porque en Europa de vez en cuando me ponía un bolero. Pero ahora… Cómo hemos cambiado, carajo.

El otro día, en Madrid, un amigo nos invitó a conocer la cocina cubana como yo no la había conseguido conocer en tantos años de peregrinación a La Habana.

En un pequeño restaurante, nos pusieron cosas deliciosas que desafiaba el entendimiento. Cuando llegó el “sándwich cubano” sentí que me volvía la fe. Fue tanta la emoción que a una compañera de noticias y otras cosas tremebundas se nos casi saltaron las lágrimas y entonamos, murmullamos más bien, aquel himno al amor de Armando Manzanero, “Aquella tarde ví llover, ví gente correr, y no estabas tú…”