Acto de homenaje a la memoria de Harald Edelstam

18 de setiembre de 2013

Servicio de Actas y Taquigrafía

Departamento Legislativo

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SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Buenas tardes a todos. Comenzamos el acto de homenaje a la memoria del diplomático sueco señor Harald Edelstam por su destacada labor en defensa de los derechos humanos. (Es la hora 17:21) Queremos agradecer la presencia del señor embajador de , Patricio Pradel, del cónsul general de Suecia, John Christian Schandy, de autoridades nacionales y departamentales presentes. Tiene la palabra el señor edil Dari Mendiondo.

SEÑOR MENDIONDO (Dari).- Gracias, señor presidente. Siempre se ha escrito que un pueblo que no tenga memoria no merece figurar en la historia. Precisamente, en esta jornada intentamos lograr un reencuentro con la memoria, la mejor memoria de la lucha por los derechos universales del hombre, por los derechos humanos, por la libertad y la democracia. La personalidad del hombre que invocamos esta tarde aquí en este recinto ha sido trascendental en la historia contemporánea. Su nacimiento fue el 17 de marzo de 1913; en este año se cumple el centenario y no queríamos dejar pasar desapercibida esa fecha sin hablar de un hombre que marcó un rumbo en la diplomacia internacional. En particular, marcó un principio fundamental en su ejercicio como embajador, que es el derecho de asilo para los perseguidos políticos. Nuestro país tuvo experiencias concretas en ese sentido, que nos obligan a tener conciencia y a tener memoria. Esta Junta Departamental en el año 2007 resolvió proponer a la Intendencia de Montevideo que una plaza de esta ciudad llevara el nombre de Harald Edelstam. Dicha plaza se encuentra a orillas del arroyo Miguelete, en una zona obrera, proletaria, frente a la que fue una gran fábrica textil -La Aurora- y en donde dentro de poco tiempo habrá un gran edificio de viviendas para trabajadores. Es un espacio hermoso y también marca una identidad de este Montevideo, que queremos que se desarrolle más hacia el oeste y más hacia el norte. Montevideo, producto de las especulaciones y las realidades económico-financieras, se ha desplazado mucho hacia la zona balnearia, hacia el este. Nosotros queremos un Montevideo integrado, inclusivo, donde no haya un este u oeste ni un sur o norte, sino un único Montevideo. Ahí, en una plaza del oeste, está Harald Edelstam. Pero no basta ese recuerdo: le debemos mucho más a este hombre que marcó un hito en la historia de la diplomacia europea y latinoamericana. Ejerció su función de embajador en la hora siniestra en que Chile barría con las libertades y con la democracia y se cometía un magnicidio ante el horror de la traición, ante el horror de los bombardeos a la casa presidencial por parte de la fuerza aérea. Ese hombre -que no tenía a su lado al general Schneider, ya que había sido asesinado tiempo antes- era . Se inicia una ola represiva terrible, y el Estadio Nacional de Chile se transforma en una gran cárcel, como lo fue aquí, en pequeño, el Cilindro Municipal. En esa gran cárcel es asesinado Víctor Jara, cantautor, poeta; una figura relevante de la música nacional chilena. En ese estadio había chilenos, había argentinos, había uruguayos; ciudadanos detenidos cuyas vidas corrían peligro, tal como quedó demostrado con el asesinato de Víctor Jara. Entonces, el embajador sueco Harald Edelstam toma una decisión, influenciado, evidentemente, por una persona que no está aquí presente pero que es Ciudadana Ilustre de la ciudad de Montevideo. Me refiero a Belela Herrera, esposa del entonces embajador César Charlone; no era oficialmente el embajador, pero estaba a

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Página 3 de 7 Acto de homenaje a la memoria de Harald Edelstam - 18 de setiembre de 2013 cargo de la embajada. Él hace gestiones ante el embajador sueco; este se preocupa y va al Estadio Nacional de Chile. Allí Harald Edelstam ejerce su función de diplomático y facilita las conversaciones que permiten que un núcleo de uruguayos que estaban en el Estadio Nacional de Chile pudiesen refugiarse en la Embajada de Suecia, bajo la bandera sueca. Es así que a estos uruguayos se les concede el derecho de asilo y, posteriormente, el viaje a Suecia. Aquí tenemos que agradecer también al Gobierno de , un demócrata consecuente jugado por las libertades y por el derecho de asilo en el mundo. En el año 1900 había cuatro uruguayos en Suecia, ahora hay 4600. Hubo 360 mil uruguayos en el exilio por la dictadura uruguaya. De estos uruguayos que pudieron ir a residir a Suecia está aquí presente Julio Baráibar, actualmente embajador itinerante, exsubsecretario del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, exdirigente sindical del gremio del medicamento. Así fueron convergiendo hacia diversas ciudades suecas, como Estocolmo, Malmö, etcétera, uruguayos y uruguayas exiliados que hoy suman 4600 producto de las familias que han creado. Queremos destacar, pues, que los 50 uruguayos sustraídos del Estadio Nacional de Chile no corrieron la mala suerte de tres uruguayos que quisieron salir por sus propios medios hacia la Argentina, que fueron capturados por un destacamento del Ejército y asesinados. Estaba clarísimo que había una orden de la dictadura chilena de no solamente encarcelar sino también de tirar, de ametrallar, de criminalizar a los extranjeros. Por eso, se puede decir sin la menor duda que Harald Edelstam sacó de las puertas de la muerte a 50 uruguayos. Debemos decir en aras de la verdad histórica que la embajada recibió un telegrama firmado por el entonces presidente, el dictador Juan María Bordaberry, quien daba orden expresa de que la embajada uruguaya no podía asilar a ningún ciudadano, cuestión que como bien relata Belela Herrera se cumplió a rajatabla porque era una orden. Pero el embajador sueco no solamente protegió a los uruguayos. Aquella fue una situación muy particular porque prácticamente todos los países del este, en aquel entonces considerados los países socialistas y encabezados por la Unión Soviética, levantaron sus embajadas, rompieron relaciones con Chile, excepto Rumania. Entonces, prácticamente no había lugar donde asilarse. Quedaba la embajada de Cuba, con la cual había una gran confrontación tras la dictadura. Al estar en peligro de ser atacada la embajada de Cuba, el embajador sueco se traslada hacia esa embajada, levanta una bandera sueca y transforma el lugar en un dominio del Reino de Suecia. También salvó a cubanos y a otros latinoamericanos que estaban en la embajada de Cuba. Su obra trascendió la solidaridad y la sensibilidad con los uruguayos, porque su sensibilidad era hacia la democracia, hacia los derechos humanos. Y también la tuvo antes de llegar a Chile, en Guatemala, en 1969; una Guatemala perseguida, una Guatemala con mucha represión. Y la tuvo antes de Guatemala en la Segunda Guerra Mundial, siendo embajador, diplomático en Noruega, cuando el presidente noruego, el señor , traiciona a su pueblo y facilita la entrada de los nazis a Noruega. La Alemania nazi invade Noruega y se produce una gran persecución de los patriotas, de los demócratas, de los antifascistas, de los antinazis, y Edelstam ahí también refugió a patriotas noruegos y a muchos de la colectividad judía. Pero antes de eso estuvo en otro lugar donde también supo levantar la bandera del asilo, de la democracia, de la libertad y de los derechos humanos: en Italia, en 1939, cuando se desplegaba el fascismo de Mussolini, las camisas pardas, las camisas negras. Por lo tanto, estamos ante una personalidad que trascendió la historia. Fue un ejemplo de integridad intelectual, de valentía personal, de decisión, porque no se jugó solo las ideas sino que también se jugó el pellejo. En función de eso siempre serán pocos los homenajes, los recuerdos, las consideraciones que tengamos para con la memoria de

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Página 4 de 7 Acto de homenaje a la memoria de Harald Edelstam - 18 de setiembre de 2013 este gran sueco, de este gran ciudadano del mundo. Quiero finalizar, señor presidente, manifestando que en Suecia se ha instalado una fundación que otorga un premio anual a aquella persona que en el mundo se haya destacado por su defensa de los derechos humanos, como un intento de que su idea de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos no perezca sino que prevalezca más allá de los tiempos, para que en cada lucha por los derechos humanos florezca el ideario de este gran patriota sueco, de este gran hombre universal que es Harald Edelstam. Muchas gracias, señor presidente. (Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Gracias a usted, señor edil Mendiondo. Para dar lectura a algunos mensajes que han llegado, le damos la palabra al señor Fernando Velázquez, de Relacionamiento con la Comunidad.

SEÑOR MAESTRO DE CEREMONIAS (Fernando Velázquez).- Buenas tardes. Queremos anunciar que contamos con la presencia del señor Julio Baráibar, embajador itinerante; del señor Roberto Caballero, director de Asuntos Jurídicos, Notariales y Derechos Humanos del Ministerio de Defensa Nacional, y del señor Jim Larsson, del Instituto Cultural Suecia Uruguay. Además, hemos recibido mensajes de adhesión a este homenaje del ministro de Economía y Finanzas, economista Fernando Lorenzo; del subsecretario del Ministerio del Interior, licenciado Jorge Vázquez, y del alcalde del Municipio C, Horacio Pérez Otero.

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Gracias. Tiene la palabra el señor edil Diego Plada.

SEÑOR PLADA (Diego).- Gracias, señor presidente. En primer lugar, quiero felicitar al señor edil Mendiondo, que propuso este merecido homenaje. Saludamos a todos los presentes, en especial al embajador de Chile, al cónsul general de Suecia, al embajador Baráibar, y a la Cámara Nórdica. Simplemente quiero decir, en nombre del Partido Colorado, que nos sumamos a este homenaje y a este reconocimiento a una figura excepcional, que en tiempos difíciles de este siglo XX, en la Segunda Guerra y en las décadas del 60 y el 70, tanto supo hacer en la lucha a favor de los derechos humanos y de la libertad. Evidentemente, es un digno representante del pueblo sueco, pueblo que -como bien decía el señor edil Mendiondo- supo cobijar a tantos uruguayos que viven actualmente allí. Muchas gracias. (Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Gracias a usted, señor edil Plada. Tiene la palabra el señor edil Julio García.

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SEÑOR GARCÍA (Julio).- Muchas gracias, señor presidente. Me sumo a los saludos del edil preopinante a las autoridades del cuerpo diplomático que se han hecho presentes hoy, a las demás autoridades y al público en general, entre el que se encuentran tantos compañeros que fueron perseguidos y que hoy nos acompañan en este merecido homenaje. Este es un año particular para esta Junta. El 27 de junio pasado recordábamos los 40 años del golpe de Estado en Uruguay, y hace pocos días saludábamos con orgullo y recordábamos a un gran cantautor uruguayo, Marcos Velásquez, quien también hace 40, 41, 42 años participó activamente, aquella primavera, en ese cambio democrático, socialista, cuando el pueblo chileno votó al compañero Salvador Allende como su presidente. Hoy nos sumamos a este homenaje a Harald Edelstam con mucha fuerza y con la piel erizada, porque nos hace recordar a tantos caídos, a tantos compañeros desaparecidos, tantas luchas que se dieron en toda esa década en la que aquellas dictaduras, tras el Plan Cóndor, perseguían a todos los pueblos. Para nosotros, los caídos, los desaparecidos, los compañeros perseguidos no son solo memoria. Al recordar a Harald Edelstam estamos recordando a un héroe de los tantos que, si bien no están en el olvido, no están incorporados -ojalá me equivoque- en la memoria de las nuevas generaciones. Quienes, de alguna manera, vivimos todos esos procesos tenemos presente que ocurrieron hace 40 años, cuando la mitad de nuestra población no era nacida. Hace más de 40 años había niños de cuatro, de cinco, de seis años, que hoy no tienen incorporados -como debe ser- a todos estos héroes en la memoria, en la historia de los pueblos. Por tanto, saludamos la iniciativa del compañero edil Dari Mendiondo. Creemos que todos estos recordatorios, todos estos homenajes deben llevar implícito el compromiso de incorporar a la historia -no solo en la memoria, no solo por lo que nos duele, no solo por lo que vibramos cuando recordamos estos hechos- a todos estos héroes, que quizá no sean considerados como tales por el colectivo. Edelstam fue un héroe. Lo fue en la Noruega ocupada por los nazis, lo fue en la dictadura de Guatemala, lo fue en Chile. Fue salvador no solo de vidas: salvó ideas, salvó hombres y mujeres que hoy están presentes acá y que forman parte del proceso de cambios que nuestra América Latina lleva adelante, no sin dificultades, por supuesto. Hoy está presente -lo estoy mirando- el compañero Baráibar; gracias a la lucha de estos héroes, hoy lo tenemos acá. Y no puedo dejar de expresar -a pesar de que el edil Dari Mendiondo ya lo hizo- nuestro agradecimiento al Gobierno de Olof Palme, al Gobierno sueco, que dio cobijo y apoyo a tantos uruguayos, a tantos latinoamericanos, en la década del 70, en la década del 80. Es inolvidable todo lo que hicieron el Gobierno sueco y la figura del asesinado Olof Palme, que también está en nuestra historia y a quien tenemos presente; no es que lo tengamos en los libros, sino que lo tenemos presente. Quiero también en este sentido homenaje saludar a la querida compañera Belela Herrera -me emociono cuando la nombro-, Ciudadana Ilustre de nuestro Montevideo. Este año el Ejecutivo departamental, acompañado por esta Junta, nombró ciudadanas ilustres a grandes luchadoras, entre ellas, a Belela Herrera y a la gran Luisa Cuesta. Hoy en este homenaje vibramos y se nos eriza la piel al recordar a este héroe, que debe estar mucho más presente en nuestra historia. Gracias, señor presidente; y gracias, sobre todo, a Harald Edelstam, a Belela Herrera y a tantos, quizá no tan recordados, héroes de nuestra época. (Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Gracias a usted, señor García.

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Tiene la palabra el señor edil Pablo González.

SEÑOR GONZÁLEZ (Pablo).- Gracias, señor presidente. Les doy la bienvenida a todos los amigos que nos visitan en el día de hoy. No era nuestra idea hacer uso de la palabra porque conocemos lo abarcativas que son las intervenciones que realiza Mendiondo en los homenajes, en los que no deja detalle sin mencionar, por lo que siempre nos sentimos representados por su mensaje. La verdad, señor presidente, es que es la segunda vez en esta Legislatura que asisto a un homenaje a este hombre, a quien conocí en un cursillo de mi organización política, que todos saben que tuvo una fuerte influencia de Suecia. Un grupo de compañeros que estábamos ahí, escuchando sobre el coraje y el compromiso de este hombre, le decíamos a quien nos daba la charla que cómo iba a ser diplomático, con aquella “cuadradez” de que un diplomático no se podía jugar por la vida de los demás, porque los diplomáticos estaban para las recepciones y para ir por el camino del medio. Sin embargo, este era un diplomático que había roto las reglas y había reconocido un derecho superior, que es el derecho a la vida y a la libertad. En ese marco normativo se movía y en ese marco normativo se movió, y no fue solamente en Chile, sino también en Europa, y, sin duda, dejó marcado un camino para adelante. Yo soy de la generación de la que hablaba Julio García, de los que no eran nacidos cuando él actuó, pero que, sin duda, recibió su mensaje, que va más allá de las ideas y se concreta directamente en los hechos, que dicen mucho más que las ideas y las palabras. Cuando uno toma ese rol de representación que le asignan en un país y se juega como se jugó él, deja marcado a fuego en la memoria de los pueblos el compromiso por la vida y por la libertad, y no hay Gobierno autoritario que pueda borrar eso. Por más totalitarismo, por más torturas, por más muerte, por más sangre que corra en función de esos ideales del poder absurdo, permanecerá en el pueblo el recuerdo de aquellos que se jugaron por él. Por eso saludo este homenaje; saludo este reconocimiento, que no es solamente a él, sino a todos quienes se jugaron junto a él por la democracia y por la libertad. Tengan claro que la llama que dejó encendida este diplomático sigue viva en el hogar del pueblo chileno y del pueblo uruguayo, y lo seguirá estando, porque las próximas generaciones sabrán cómo mantenerla. Muchas gracias. (Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Gracias a usted, señor edil González. Señores ediles: permítanme saludar a los integrantes de la organización Crysol que se encuentran presentes, y al hermano pueblo de Chile por el aniversario de su independencia en el día de hoy. (Aplausos) En nombre de esta Junta Departamental, que es la casa de todo el pueblo de Montevideo, quiero agradecer a todos los que están presentes en este sentido homenaje que hoy le estamos brindando a este hombre, que es un ejemplo a seguir por todos nosotros. Muchas gracias.

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(Aplausos)

SEÑOR MENDIONDO (Dari).- Pido la palabra para plantear una moción.

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Tiene la palabra el señor edil Dari Mendiondo.

SEÑOR MENDIONDO (Dari).- Solicito que la versión taquigráfica de las palabras aquí vertidas sea enviada a la Cámara de Senadores, a la Cámara de Diputados, a la Presidencia de la República, a las embajadas acreditadas en la República Oriental del Uruguay, al PIT-CNT, a la FEUU, a Crysol, a las organizaciones de derechos humanos y a la Fundación Harald Edelstam, en Estocolmo, Suecia.

SEÑOR PRESIDENTE (Miguel Velázquez).- Así se hará, señor edil. Nuevamente les agradecemos la presencia a todos, y levantamos el acto de homenaje. (Es la hora 17:51)

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