Anuario de Estudios Americanos, 77, 1 Sevilla (España), enero-junio, 2020, 317-345 ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12

Estados Unidos en la novela latinoamericana desde la postdictadura* United States in the Latin American novel since the post-dictatorship

María Claudia Macías ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-6602-9135 Seoul National University

Este artículo analiza la presencia de los Estados Unidos en las dictaduras latino- americanas en tres novelas del subgénero de la postdictadura. En especial, la configuración de personajes que tienen en común el adiestramiento en escuelas militares estadounidenses establecidas en América Latina. El corpus comprende: Margarita está linda la mar, donde se menciona la Escuela de las Américas; La Fiesta del Chivo, donde el tirano está configurado como marine, y Nocturno de , donde se representa a Pinochet y a la policía secreta que tenía nexos con los EE.UU.

PALABRAS CLAVE: Escuela de las Américas; Escuela de Haina; Somoza; Trujillo; Pinochet.

This article analyzes three novels of the post-dictatorship, focusing on the role of the United States to support the Latin American dictatorships. Specially, the configuration of the military characters which have as a common link the training in the United States Military schools established in Latin America. The corpus includes: Margarita, How Beautiful the Sea, where the School of the Americas is mentioned; The Feast of the Goat, where the tyrant is configured by the profile of marine, and By Night in Chile, where there is represented Pinochet and the secret police who had links with the USA.

KEYWORDS: School of the Americas; School of the Haina; Somoza; Trujillo; Pinochet.

Copyright: © 2020 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licen- cia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).

* This work was supported by the Ministry of Education of the Republic of Korea and the National Research Foundation of Korea (NRF-2017S1A5A2A01026774).

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...en Chile, los militares se comportaban como escritores y los escritores, para no ser menos, se comportaban como militares. Roberto Bolaño, 2666, 286.

Introducción

La tradición de la narrativa sobre dictadores y dictaduras en Hispa- noamérica, iniciada a principios del siglo XX con La sombra del caudillo (1929) de Martín Luis Guzmán, ha propuesto manejos diversos sobre las figuras que detentan el poder, llámense caciques, caudillos o dictadores, con variantes en donde predomina la tendencia a mitificar al tirano y sus efectos. Los autores tienden a cuestionar en sus novelas o, como mínimo, cumplen con mostrar las contradicciones de la tiranía, según señala Ángel Rama: «Si cada uno hace una opción diferente es porque reconocen las tra- diciones específicas de sus respectivas áreas culturales con las cuales nutren su obra y la circunstancia histórica desde la cual formulan su mensaje».1 Idelber Avelar incluye como componente clave dentro de la tropología postdictatorial lo alegórico, preguntándose por la razón de la presencia de la alegoría desde el periodo dictatorial que se continúa hasta el de la post- dictadura. Sobre el primero, afirma:

La explicación más común para la proliferación de textos alegóricos durante dictadu- ras es conocida: bajo condiciones de miedo y censura, los escritores se verían forzados a usar «metáforas», «formas indirectas», «alegorías» (entendida ahora en el sentido clásico-romántico [...] de una imagen ilustrativa recubriendo, como un velo, una abs- tracción semántica).2

Avelar señala que los recursos técnicos y estilísticos de la novela de dictadura seguían también una norma común:

todo el texto se subsume bajo la lógica propia a las tiranías retratadas. Al eliminarse toda coexistencia de modos de producción (y sus lógicas respectivas), el fundamento de esas tiranías o catástrofes se hace invisible a los personajes, narrador y lector, inimputable a la voluntad o la acción de cualquier sujeto. La rígida circunscripción espacio-temporal común a estos textos se analiza dentro de este marco: despliegan, al fin y al cabo, la petrificación de la historia característica de la alegoría.3

1 Rama, 1975, 379. 2 Avelar, 2000, 21. 3 Ibidem, 27.

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Julio Calviño Iglesias publicó a mediados de los ochenta una lista con más de noventa textos sobre dictadores o dictadura, cuando consideró que el género estaba clausurado.4 Si bien menciona algunos casos en donde aparece la alegoría como elemento central, como en Casa de campo (1978) de José Donoso, su análisis comprende un espectro más amplio de confi- guraciones entre las que destacan la parodización, el esperpento «y el afán neurótico de poder personal a través de la Historia continental americana, desde la época de la Conquista, hasta los tiempos actuales».5 El estudio de Avelar, en cambio, llega hasta la narrativa de la postdictadura a propósito de la cual señala que «pone en escena un devenir-alegoría del símbolo. En tan- to imagen arrancada del pasado, [...] la alegoría remite antiguos símbolos a totalidades ahora quebradas, datadas, los reinscribe en la transitoriedad del tiempo histórico».6 Así, tendríamos dos propuestas teóricas, la realista de Ángel Rama que se ciñe a la circunstancia histórica y la de Avelar que apuesta por una re-alegorización de la dictadura, sumada a la memoria de dicho proceso his- tórico. Rama se refería solo a las novelas de la primera etapa, comprendidas prácticamente todas dentro del boom por sus fechas de publicación. Avelar hace su reflexión desde la novela de la postdictadura, lo cual nos permite adherirnos a su propuesta para el estudio de las tres novelas de nuestro corpus que cumplen en cuanto a la alegorización de ciertos símbolos de las tiranías, aunque el objetivo central de nuestra investigación será mostrar la historicidad con que se representa a un actor que incidió en todas las dicta- duras latinoamericanas: los Estados Unidos. Sergio Ramírez (Nicaragua, 1942) es el único escritor centroameri- cano que ha recibido el Premio Cervantes (2017). Las primeras declara- ciones para El País al recibir la noticia del premio fueron sobre el honor que significaba ponerse a la par de sus antecesores: «recibir este recono- cimiento “subir a este pedestal donde están los héroes literarios que yo he admirado toda mi vida”».7 Entre los latinoamericanos antes galardonados se encuentran Alejo Carpentier (en 1977), Augusto Roa Bastos (en 1989) y Mario Vargas Llosa (en 1994), que lo recibe cuando lo rechaza Gabriel García Márquez. Todos tienen en común haber publicado novelas de dic- tador o sobre la dictadura en los setenta: El recurso del método (1978),

4 Calviño Iglesias, 1985, 12-22. 5 Ibidem, 56. 6 Avelar, 2000, 22. 7 Salinas Maldonado, 2017.

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Yo, el Supremo (1974), Conversación en La Catedral (1969) y El otoño del patriarca (1975). Sin embargo, las novelas de nuestro corpus abren el nuevo milenio: Margarita, está linda la mar se publica en 1998; La Fiesta del Chivo, en febrero de 2000, y en noviembre de 2000, Nocturno de Chile.8 Las tres per- tenecen al subgénero de la novela de postdictadura; en todas, los personajes de los dictadores llevan el nombre de los actores históricos de las tiranías representadas, Anatasio Somoza García, Rafael Leónidas Trujillo, , y coinciden además en la alegorización de símbolos que se com- binan con las alusiones directas a la intervención histórica de los Estados Unidos. La novela de Ramírez aparece dos años antes que la segunda de Vargas Llosa sobre dictadura, La Fiesta del Chivo, donde se percibe un modelo estructural que se asemeja no poco a Margarita, está linda la mar. Sergio Ramírez se reconoce lector del Nobel peruano: «y Mario Vargas Llosa, cu- yas novelas desarmé página a página, como si se tratara de un mecano, para aprender así los rigores del oficio».9 En La Fiesta del Chivo, encontramos también la muerte del dictador, la sangrienta venganza por parte del hijo, el manejo mítico de la historia y la persistencia de la dictadura a pesar del asesinato del tirano. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre am- bas. Mientras que en la novela peruana Trujillo cae cuando Estados Unidos le retira su apoyo, en Margarita, está linda la mar se consolida la dictadura a la muerte de Somoza García, con el apoyo del gobierno norteamericano que lamenta la muerte de «un amigo leal».10 La tercera novela del corpus es Nocturno de Chile, donde se representa la Junta Militar presidida por Pinochet tomando clases de marxismo, la cual reclutó para la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) a militares graduados de la Escuela de las Américas, en su etapa con sede en Panamá. Idelber Avelar propone que «[l]a literatura postdictatorial latinoame- ricana se hace cargo de la necesidad no sólo de elaborar el pasado, sino

8 Margarita, está linda la mar, de Sergio Ramírez, recibió el Premio de Novela Alfaguara 1998 en su primera convocatoria de la segunda etapa, y el Premio de Novela José María Arguedas 2000 de Casa de las Américas, en su primera edición. La Fiesta del Chivo tuvo un éxito inusitado: se ha traducido a catorce idiomas, se adaptó para el cine en 2005 y en 2018, para la televisión. Y «la extraordinaria Nocturno de Chile» estaba ya traducida a más de doce idiomas para 2005, según afirmó Jorge Herralde (2005, 35 y 38), su editor en ese momento. 9 Ramírez, 2018. 10 Ramírez, 2001 [1998], 473.

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también de definir su posición en el nuevo presente»,11 donde rige el sis- tema económico neoliberal que amenaza con desaparecer la memoria: «el neoliberalismo instaurado después de las dictaduras se funda en el olvido pasivo de la barbarie de su origen».12 Y siguiendo a Walter Benjamin, con- cluye: «El capitalismo transnacional impuesto en Latinoamérica sobre los cadáveres de tantos, ha llevado esta lógica a un extremo en el que [...] el pasado debe ser olvidado porque el mercado exige que lo nuevo reemplace a lo viejo sin dejar residuos».13 Desde esta premisa, el presente artículo analiza la presencia de los Estados Unidos en tres novelas latinoamericanas de la postdictadura, con especial atención en la configuración de personajes que tienen en común el adiestramiento en escuelas militares estadouniden- ses, establecidas en América Latina.

La Escuela de las Américas

La mayor parte de los dictadores militares latinoamericanos se for- maron en la Escuela de las Américas (School of the Americas). También llamada Instituto de Cooperación para la Seguridad del Hemisferio Occi- dental, SOA por sus siglas en inglés. Fue una institución que en el contexto de la Guerra Fría garantizó la fidelidad de los ejércitos latinoamericanos a la política exterior de los Estados Unidos:

A precursor to the School of the Americas —the Latin American Ground School (LAGS)— was established in 1946 in the Panama Canal Zone, where the United Sta- tes had trained Latin Americans at a variety of military bases since 1939. The Latin American Ground School centralized these activities and, after a subsequent reorgani- zation and name change, became the School of the Americas in 1963.14

En el caso de América Latina, se usó habitualmente la amenaza del comunismo como pretexto y justificación para la presencia militar esta- dounidense: «El sustrato de esta iniciativa era contrarrestar la influencia rusa en la región, bajo el argumento del “fortalecimiento democrático”, dando capacitación y adiestramiento militar a los ejércitos de la región».15

11 Avelar, 2000, 284. 12 Idem. 13 Ibidem, 285. 14 Gill, 2004, 26. 15 Uzcátegui, 2015.

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La Escuela de las Américas, que tuvo su sede de 1946 a 1984 en Pa- namá, entrenó a más de 61.000 militares de más de veinte países latinoame- ricanos, entre los que destacan los generales Leopoldo Fortunato Galtieri (), Manuel Antonio Noriega (Panamá), (Chile) y Vladimiro Montesinos (Perú).16 En la investigación de Lesley Gill se am- plía al respecto, destacando la dinastía tiránica de los Somoza en Nicaragua:

Some 7,886 Latin American students trained at the school between its founding in 1946 and the eve of the 1959 Cuban revolution. Almost half (42 percent) of these trainees came from the small Central American countries of Honduras, El Salvador, Guatemala, Panama, and Nicaragua, but nearly a quarter of all students (1,896) came from Nicaragua, where the Somoza family dictatorship rose to power in 1936.17

En dicha escuela, se ofrecían «courses in counter-insurgency, military intelligence and psychological warfare».18 Las dictaduras respaldadas por los Estados Unidos contaron con el apoyo de las Fuerzas de Seguridad entre las que se encontraba la SOA:

Gracias a la ayuda del ejército estadounidense, los jefes de las fuerzas armadas podían mandar un gran número de tropas a la SOA. La creación, en 1976, de un mecanismo para subsidiar el entrenamiento de soldados extranjeros, el programa de Educación y Entrenamiento Internacional (International Military Education and Training-IMET) facilitó el flujo de soldados a la SOA.19

Durante la década de los setenta, la mayoría de los soldados que llega- ron a través del programa IMET eran de «Bolivia, Chile, Colombia, Hondu- ras, Panamá y Perú. Entre 1970 y 1979, cada país envió entre 1.100 y 1.800 estudiantes a la SOA».20 Lesley Gill destaca que el país que más soldados envió a recibir entrenamiento a la SOA fue Chile, más «que ningún otro país durante la década completa [...] Mil quinientos sesenta soldados chilenos asistieron a la SOA entre 1970 y 1975, pero la mayoría (58 por ciento) vino en los dos años que siguieron al Golpe» de la Junta Militar presidida por Augusto Pinochet.21 De hecho, Gill señala que «el general chileno Augusto Lutz, quien se graduó en 1966, participó en el golpe de Estado respaldado

16 Otra América, 2013. 17 Gill, 2004, 72. 18 Livingstone, 2010. 19 Gill, 2005, 110. 20 Idem. 21 Ibidem, 111-112.

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Augusto Pinochet is not a graduate of the School of the Americas; yet his influence is held in high esteem. [...] Graduates of the School of the Americas have comprised one out of every seven members of the command staff of DINA, the notorious Chilean in- telligence agency responsible for many of the worst human rights atrocities during the Pinochet years. SOA grads who were members of the DINA command staff include: Luis Alberto Medina Aldea, Jorge Aro Peigneguy, Eugenio Videla, Rene Riveros, and Guillermo Salinas, as well as other officials.23

Arnaldo Pérez Guerra y Pablo Ruiz Espinoza confirman la anterior información y agregan:

Cientos de miles de latinoamericanos han sido torturados, asesinados y desaparecidos por soldados y oficiales latinoamericanos «entrenados» en la Escuela de las Américas. [...] El propio Plan Cóndor —coordinación de los militares del Cono Sur de América durante las dictaduras militares—, demuestra la estrecha unión que alcanzaron los uniformados para reprimir y exterminar al «enemigo interno», incluso más allá de sus fronteras.24

En cuanto a la relación de la SOA con la República Dominicana, la investigación de Lesley Gill afirma que de los novecientos oficiales lati- noamericanos que tomaron el Curso para Comandantes y Oficiales de la Plana Mayor del Ejército (CGS), en la Escuela de las Américas, la mayoría provenía «de cinco países —Venezuela, República Dominicana, Honduras, Guatemala y Bolivia. Estos países aportaron 630 oficiales, equivalente al 68 por ciento del total».25 Entre ellos, cita «[a]l mayor Estrella, nativo de República Dominicana»,26 apellido que coincide con el padre de Salvador Estrella Sadhalá, uno de los conjurados que dio muerte a Trujillo, ambos convertidos en personajes de la novela La Fiesta del Chivo. Con motivo de la investigación que se abrió en el Congreso de los Estados Unidos en 1996, por el caso de seis sacerdotes jesuitas asesinados en El Salvador en 1989, salió a la luz que los militares responsables habían sido entrenados en la Escuela de las Américas. Además, se dio a conocer

22 Ibidem, 152. 23 Imerman y Dean, s. f. 24 Pérez Guerra y Ruiz Espinoza, 2006. 25 Gill, 2005, 153. 26 Ibidem, 172.

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En los documentos confidenciales que se hicieron públicos figuran como alumnos de esta escuela los más sanguinarios dictadores de Latinoamérica: Manuel Noriega y Óscar Torrijos de Panamá; Anastasio Somoza de Nicaragua; Leopoldo Galtieri de Argentina; los generales Héctor Gramajo y Manuel Antonio Callejas de Guatemala; Hugo Bánzer de Bolivia; y el líder del Escuadrón de la Muerte de El Salvador, Ro- berto D’Abuisson.27

Rafael Trujillo murió asesinado en 1961, antes de que la Escuela de las Américas recibiera ese nombre, pero cursó su instrucción militar en una institución norteamericana instalada en la República Dominicana:

Los orígenes de las Fuerzas Armadas dominicanas en su vertiente moderna datan de los tiempos de la ocupación norteamericana del país durante los años 1916-24, cuan- do en abril de 1917 el ejército de ocupación crea la entonces denominada «Guardia Nacional» [...] Durante el período inicial de su formación, estas fuerzas fueron entre- nadas, apertrechadas y comandadas por el cuerpo de marines de los EE.UU., proceso que se completó en junio de 1921 con su transformación en la Policía Nacional Domi- nicana (PND), mediante la orden ejecutiva 631. Durante este año, fue creada también la Escuela Militar de Haina, orientada al entrenamiento de oficiales como el vehículo inicial de profesionalización de los cuerpos castrenses.28

Tampoco Pinochet se graduó en dicha Escuela de las Américas, pero ya señalamos que le fue de gran ayuda para reclutar a sus graduados en el cuerpo de inteligencia conocido como DINA y para enviar a capacitación a los militares de su ejército durante su dictadura. Finalmente, Estados Unidos reconoció que su institución había ense- ñado a torturar y a asesinar. En un artículo publicado en El País, se señala el tipo de adiestramiento que quedó registrado en documentos del Pentágono:

Los más siniestros sistemas de entrenamiento enseñados en la Escuela de las Amé- ricas, de acuerdo a los documentos oficiales, están recogidos en un plan de los años sesenta denominado Programa de Asistencia en Inteligencia a Ejércitos Extranjeros, pero más conocido como Proyecto X. En él, según el resumen que consta en un texto del Departamento de Defensa, se enseñaba a usar «el miedo, el pago de recompensas por la muerte de enemigos, la tortura, las falsas detenciones, las ejecuciones y el uso del suero de la verdad».29

27 Barker, 2004, 80. 28 Bobea, 2002, 85. 29 Caño, 1996.

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Estados Unidos detrás de la dictadura de Somoza

Margarita, está linda la mar, de Sergio Ramírez, es una novela de dictadura interesada tanto en la figura de Somoza como en el retrato del pueblo que vivía bajo el poder del dictador. Ampliamente estudiada desde el punto de vista histórico, mítico y de la estructura temporal tan compleja que desarrolla la novela, narra una parte de la historia de Nicaragua bajo la sombra de la dictadura militar encabezada por Anastasio Somoza García. En el discurso de varias voces, una de las más importantes es la del perso- naje Rigoberto López Pérez (1929-1956), poeta nicaragüense que dispara contra el general Somoza el 21 de septiembre de 1956. Héroe nacional de Nicaragua por su hazaña y su martirio. Cuatro de los cinco tiros hirieron al dictador gracias a que ese día no llevaba el «chaleco blindado [que] le trajo de regalo a Somoza, de parte de Eisenhower, [o de] Edgar Hoover, el jefe del FBI»,30 como corrige Rigoberto. El portador de dicho regalo es Sartorius Van Wynckle, «un experto que mandaron los gringos para que se haga cargo de la seguridad de Somoza».31 Seymour Menton repite la cita anterior para relacionar al militar norteamericano con «el papel de las tres hadas [que] se refuerza con el nombre del gringo mandado para hacerse cargo de la seguridad de Somoza».32 Sin embargo, nada puede la protec- ción norteamericana ante el poder del destino: «Se irá Somoza sin chaleco antibalas a la fiesta, así lo ha tramado una de las hermanas que se divierte con las sorpresas»,33 dice la novela. Diana Moro acierta al interpretar que se trata de «las tejedoras/zurcidoras [...] Moiras»,34 como confirma la novela al señalarlas como «las hijas de la noche»,35 y no de hadas como propone Menton. Cabe señalar que en La Fiesta del Chivo castran al general Román Fernández con unas tijeras, símbolo propio de las Moiras:

Las tijeras son un atributo de Atropos, la inflexible, una de las tres Parcas (romanas) o Moiras (griegas), encargada de cortar el hilo de los días: símbolo de la posibilidad de un fin repentino y del hecho de que la vida depende de los dioses. […] Representa el carácter inmutable del Destino de los mortales».36

30 Ramírez, 2001 [1998], 40. 31 Idem. 32 Menton, 2002. 33 Ramírez, 2001 [1998], 422. 34 Moro, 2008, 68. 35 Ramírez, 2001 [1998], 422. 36 Chevalier y Gheerbrant, 1986, 997.

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Paralelo al simbolismo mítico corre el sentido histórico de la presen- cia de Estados Unidos en el país desde principios del siglo XX. El dato cronológico se da con la muerte de Rubén Darío, protagonista de otra parte de la novela, ocurrida el 6 de febrero de 1916. En ese momento, los esta- dounidenses controlan la seguridad en el país; «[e]l mayor Cyril Appleton, comandante de policía de León»,37 es el jefe militar que ni siquiera habla español: «—What the hell is going on? —preguntó a los centinelas. —No idea, sir —dijo uno de ellos cuadrándose militarmente».38 El texto marca con cursivas el inglés del comandante norteamericano que tampoco entien- de el francés del sabio Debayle: «le habló en francés al mayor Appleton, que no entendió una palabra. —Take that damned thing to the quarters! —ordenó, cubriéndose la nariz».39 En el apartado final de la novela se incluye una cronología, donde se consigna: «1925. Los marines abandonan Nicaragua, una vez asegurada la paz [...] El general Emiliano Chamorro, conservador, da un golpe de Estado. Regresan los marines para restablecer la paz».40 La ironía y la de- nuncia es evidente, los marines son los artífices de la paz nicaragüense. En el atentado que provocará la muerte de Somoza García, Van Wynckle está a cargo de la policía y la novela afirma: «los agentes de seguridad, ansio- sos de ser mandados por Van Wynckle, se miran sorprendidos»,41 cuando Diómedes Baldelomar recibe «la orden de capturar a su propia madre»,42 por ser sospechosa de complicidad. A partir de este momento, comienza el protagonismo de Moralitos, militar destacado del ejército y hombre de confianza de Somoza. Desde el inicio de la novela, el pueblo que organiza la resistencia re- chaza la presencia de los estadounidenses, «—¡Esos búfalos dientes de pla- ta! [...] ¡Padrinos de semejante gánster que sin tener culo se ha cagado en todo Nicaragua!»,43 dejando en claro por medio de los diversos narradores y por boca de uno de los protagonistas el apego a la historia: «—¿Cómo se le ocurre que voy a alterar los hechos históricos? —le dice Rigoberto».44

37 Ramírez, 2001 [1998], 353. 38 Idem. 39 Idem. 40 Ramírez, 2001 [1998], 211-212, las cursivas son del texto. 41 Ibidem, 439. 42 Idem. 43 Ibidem, 40. 44 Ibidem, 124.

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Para la década de 1950, el dominicano Rafael Trujillo era considerado el más poderoso de los dictadores de la América Latina bajo el amparo y patrocinio de los Estados Unidos. La tiranía dominicana acogió a grandes dictadores derrocados: al argentino Juan Domingo Perón en 1959; a los cubanos Gerardo Machado en 1933 y Fulgencio Batista en 1959; al venezo- lano Marcos Pérez Jiménez en 1960, y al colombiano Gustavo Rojas Pinilla en 1958. Además, recibió en 1952 a Anastasio Somoza García para la toma de posesión de la Presidencia de Héctor Trujillo, hermano de Rafael Truji- llo, planeada para satisfacer las demandas de democracia del exterior.45 La hospitalidad corría también por cuenta del dictador nicaragüense: «1956. Recibe al derrocado Juan Domingo Perón».46 En la biografía de Somoza, presentada cronológicamente en el capítu- lo «Intermezzo tropical» que incluye el «Curriculum vitae Somoza García, Anastasio», de donde procede la cita anterior y las siguientes, se destaca la relación del futuro dictador con las fuerzas militares estadounidenses y con el propio gobierno:

1916. Intima con los marines, con quienes juega póker hasta el amanecer. [...] Organi- za matchs de boxeo para los marines. 1926. El alto mando de las tropas de ocupación necesita un traductor personal para el general Logand Feland, comandante supremo de las mismas. Se le contrata. 1928. Predilecto del general Logand Feland, predilecto del ministro americano, Mr. Matthew Hanna. 1933. Asume el cargo de Jefe-director de la recién formada Guardia Nacional, de una vez con el grado de General de División. 1934. Asesina a Sandino. 1937. Electo Presidente de la República para un período que expira en 1941. 1939. Franklin D. Roosevelt lo recibe en Washington con brillantes ceremonias de estado.47

La novela incluye enseguida la frase de Roosevelt sobre Somoza Gar- cía: «he is a son of a bitch, but he’s ours»,48 repetida como célebre en la historia:

In Nicaragua, the United States established the Nicaraguan National Guard, recruiting a [...] Anastasio Somoza, as its commander-in-chief. Somoza subsequently assassina- ted Sandino and installed a family dictatorship that ruled the country for almost half

45 Crassweller, 1968 [1966], 272. 46 Ramírez, 2001 [1998], 223, las cursivas son del texto. 47 Ibidem, 210-211, 212, 213, 214, 215, 216, respectivamente. 48 Ibidem, 216.

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a century. As Roosevelt declared, «Somoza may be a son of a bitch, but he’s ours son of a bitch».49

Sus hijos, Luis y Anatasio Somoza Debayle, «quedan internos en La Salle Academy, Long Island» y más tarde el menor será «admitido en West Point»,50 academias militares norteamericanas de gran prestigio. La rela- ción de Somoza con Estados Unidos comienza y termina a partir de los marines, y llega hasta su punto más alto con los presidentes de los EE.UU. La novela destaca al personaje de Anastasio Morales (Moralitos), que «era el segundo al mando en la Oficina de Seguridad Nacional que se estaba creando bajo la supervisión de Van Wynckle».51 Moralitos lleva el nombre de Anastasio en honor a Somoza, «su padrino de bautismo».52 En la no- vela, se afirma que este personaje acaba de regresar de la Academia Mili- tar: «Moralitos había pasado un curso de inteligencia en la Escuela de las Américas de Fort Gulick, zona del canal de Panamá, donde Van Wynckle había sido su instructor»,53 y entra bajo las órdenes del propio Van Wynckle como alto mando del ejército nicaragüense. En dicha escuela, según hemos incluido en el apartado anterior, aprendió «técnicas de contrainsurgencia, operaciones de comando, tiro franco, guerra psicológica, inteligencia mili- tar y tácticas de interrogatorio».54 Luego del atentado, la novela insiste en la capacitación recibida por los militares nativos en la SOA: «Los técnicos de la OSN, recién entrenados por Van Wynckle, buscan en estos momentos en el lugar de los hechos los casquillos, y los proyectiles».55 Y casi al final, la narración confirmará el rango ganado por Moralitos y el peso de su autoridad:

—¡Firmes! La voz de mando que da Moralitos estalla en el vestíbulo, y oficiales, sol- dados, agentes empistolados, obedecen con emoción y respeto, los oficiales la mano temblorosa en las viseras de los quepis; pero también es miedo, [...] miedo cerval de correr la suerte de esos dos en uniforme de gala que también se colocan en posición de firmes.56

49 Burbach y Tarbell, 2004, 46. 50 Ramírez, 2001 [1998], 216-217. 51 Ibidem, 68. 52 Idem. 53 Ibidem, 69. 54 Uzcátegui, 2015. 55 Ramírez, 2001 [1998], 459. 56 Ibidem, 461.

328 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

Moralitos permanecerá al lado del general norteamericano y juntos recibirán a la Primera Dama, después de que se llevan a Somoza para ope- rarlo de emergencia por las heridas recibidas en el atentado: «Taconea ella a paso marcial [...] Van Wynckle le entrega ya el micrófono del aparato de radio RCA y Moralitos le alcanza una silleta metálica».57 En la llamada por radio con sus hijos, Anastasio le pregunta por la detención de los culpables y, al momento, «(Van Wynckle le alcanza la libreta para que lea). Están buscando a un Erwin, Erwin... [...] (Moralitos asiente)».58 Al terminar la conferencia telefónica, «[s]ale la Primera Dama de la oficina de guardia, Van Wynckle y Moralitos tras sus pasos».59 La novela incluye como epílogo un apartado titulado «Palabras pos- treras», con información histórica sobre los últimos que atendieron a Anas- tasio Somoza García:

Al día siguiente, el Presidente Dwight D. Eisenhower envió un equipo de cirujanos del Walter Reed Army Hospital, encabezado por el Mayor General Leonard D. Heaton, en un avión Constellation de la U.S. Air Force. Su primera provisión fue llevarse al paciente, en el mismo avión, a la Zona del Canal de Panamá, donde fue internado en el Gorgas Hospital. Operado por segunda vez, sufrió un shock del cual ya no se recu- peró. Falleció el 28 de septiembre a las cinco de la mañana.60

En dicho apartado, se consigna que «Luis (El Bueno) fue electo presi- dente en febrero de 1957 para cubrir el periodo de seis años. [...] Anastasio (El Malo) ocupaba ya el cargo de Jefe-director de la Guardia Nacional. Y desde la muerte de su hermano Luis (El Bueno) en 1967 asumió todo el poder de la familia».61 Mientras tanto, «El teniente Anastasio Morales (Mo- ralitos) continuó su carrera en la Oficina de Seguridad (OSN)».62 Así pues, tras el velo mítico de las Moiras que anuncian la muerte de Somoza «para exponer un sentido distinto al de la causalidad histórica»,63 se representa el paralelo histórico del regreso de Rubén Darío a su patria y de los últimos días del fundador de la dictadura dinástica, destacando la pérdida de soberanía de Nicaragua a manos de los Estados Unidos. El autor declara que su vida estuvo siempre marcada por la dinastía Somoza:

57 Ibidem, 462. 58 Ibidem, 464. 59 Ibidem, 465. 60 Ibidem, 473. 61 Ibidem, 475. 62 Ibidem, 476. 63 Moro, 2008, 70.

Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 329 MARÍA CLAUDIA MACÍAS

Nací bajo el viejo Anastasio Somoza, fui a la universidad bajo el gobierno de su hijo mayor Luis Somoza Debayle [...] y fui protagonista del derrocamiento del último de ellos, Anastasio Somoza Debayle, que ya preparaba el reinado de su hijo, Anastasio Somoza Portocarrero. Y el 20 de julio de 1979, veinte años después, entramos en triunfo a la Plaza de la Revolución en Managua. El último Somoza, el último marine, había huido, su ejército pretoriano se había desbandado.64

Rafael Leonidas Trujillo, un orgulloso marine ejecutado por la CIA

La Fiesta del Chivo reelabora desde la ficción el asesinato de Rafael Leonidas Trujillo, dictador de la República Dominicana por más de treinta años. Mario Vargas Llosa declaró en varias entrevistas que había investi- gado durante tres años para elaborar dicha novela. Así lo confirman algu- nos de sus informantes, entre los que se encuentran Lourdes y José Cuello, propietarios de la editorial que publicó la novela en la isla. Cue- llo afirma que en 1995 recibió una llamada de Vargas Llosa para pedir su ayuda: «venía decidido a abordar el proyecto de la novela sobre Trujillo y comenzamos a colaborar en la búsqueda de materiales bibliográficos, de entrevistas y cotejos de informaciones y fuentes».65 Estructurada en tres historias que se van alternando, la segunda está dedicada a Trujillo, la cual llega al lector a través de un narrador solidario con el personaje que utiliza no pocas veces el estilo libre indirecto para imitar el lenguaje del dictador. La primera frase de Trujillo que se trans- mite al lector es: «“A la disciplina debo todo lo que soy”, se le ocurrió».66 El narrador comenta dicha frase:

Y la disciplina, norte de su vida, se la debía a los marines. Cerró los ojos. Las pruebas, en San Pedro de Macorís, para ser admitido a la Policía Nacional Dominicana que los yanquis decidieron crear al tercer año de ocupación, fueron durísimas. Las pasó sin dificultad. En el entrenamiento, la mitad de los aspirantes quedaron eliminados.67

En el homenaje que Trujillo le ofrece a Simon Gittleman, su maestro en la Escuela de Haina, afirma: «Yo aprendí lo que es el honor a tu lado, entre los marines. Allí supe que se es hombre de honor en todo momento.

64 Ramírez, 2012, 207. 65 Gewecke, 2001, 169. 66 Vargas Llosa, 2000, 24. 67 Idem.

330 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

Que los hombres con honor no corren. Pelean y, si hay que morir, mueren peleando».68 La formación militar de Trujillo como marine configuró su ideología y su código de honor:

Él gozó con cada ejercicio de agilidad, arrojo, audacia o resistencia, aun en aquéllos feroces, para probar la voluntad y la obediencia al superior, zambullirse en lodazales con el equipo de campaña o sobrevivir en el monte bebiendo la propia orina y masti- cando tallos, yerbas, saltamontes.69

El premio a su disciplina y a su resistencia lo expresa el sargento a su cargo: «El sargento Gittleman le puso la más alta calificación: “Irás lejos, Trujillo”. Había ido, sí, gracias a esa disciplina despiadada, de héroes y místicos que le enseñaron los marines».70 Desde las primeras páginas de la novela, se justifica la actitud servil del dictador ante los Estados Unidos, como registra la historia:

Trujillo ingresó en la Guardia Nacional Dominicana el 18 de diciembre de 1918 con el grado de segundo teniente. Ese cuerpo fue creado el 7 de abril de 1917 por la fuerza interventora de Estados Unidos. El rango le fue confirmado a Trujillo el 22 de diciem- bre de 1921 después de cursar estudios en la Academia Militar de Haina, creada en agosto de ese año.71

Por otra parte, la rígida disciplina se proyectó también en su estilo de gobierno. Mano dura hasta las últimas consecuencias. El hecho histórico más cruel que recrea la novela es la matanza de haitianos ordenada por Tru- jillo: «Hierático, teatral, el Generalísimo levantó las manos y las mostró a los invitados: —Por este país, yo me he manchado de sangre —afirmó, dele- treando—».72 Gittleman le pregunta a propósito de su decisión de perseguir y exterminar a los haitianos que habían entrado a territorio dominicano:

—¿Qué sintió Su Excelencia al dar la orden de eliminar a esos miles de haitianos ilegales? —Pregúntale a tu ex Presidente Truman qué sintió al dar la orden de arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. Así sabrás qué sentí aquella noche, en Dajabón. Todos celebraron la salida del Generalísimo.73

68 Ibidem, 227. 69 Ibidem, 24. 70 Idem. 71 Minaya, 2016. 72 Vargas Llosa, 2000, 215. 73 Ibidem, 224.

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La novela equipara así la matanza ordenada por Trujillo con las accio- nes militares de los Estados Unidos que determinaron el final de la Segunda Guerra Mundial. Es significativo que el texto destaque que el cadáver de Trujillo, «cosido a balazos, la cara desfigurada por el proyectil que le des- trozó el mentón, quedó extendido sobre la mesa desnuda del comedor de Palacio donde hacía unas horas habían sido agasajados Simon y Dorothy Gittleman».74 Esta imagen se podría interpretar como una alegoría de la complicidad de los Estados Unidos en la muerte del dictador. En el lenguaje del personaje del dictador que el narrador asume abun- dan injurias y denuestos sobre víctimas que se multiplican según avanza el relato: instituciones y dignatarios, familia y amigos. Los primeros en la lista son los Estados Unidos, el gran aliado de Trujillo que le vuelve la espal- da por sus excesos. Ahora los Estados Unidos son: «ese país de pijoteros, vampiros y pendejos», «ese país de doscientos millones de pendejos», «los gringos pendejos no joderían con la soberanía, la democracia y los derechos humanos», «qué importa que ladren en Caracas», «contiguos a la Estancia Radhamés, estaban los jardines de la embajada de Estados Unidos, por más de veintiocho años una casa amiga, que se había vuelto nido de víboras».75 Acerca de la presencia de los Estados Unidos, Fiallo Billini afirma que el sistema tiránico trujillista era parte del sistema imperialista norteameri- cano: «No es casual el espíritu permanente del “marine”, las “sisters”, la “CIA”, “el Banco Mundial” como espectros del “pensamiento convenien- te” (cínico, también) del poder del imperialismo mundial en la dictadura política trujillista»,76 que se representa en la novela. En entrevista, Vargas Llosa comenta sobre la intervención de los Estados Unidos en la muerte de Trujillo:

—Entre los cómplices aparece Estados Unidos —Sí, Estados Unidos y la Iglesia católica fueron los dos grandes pilares de la dic- tadura en su origen y se sirvieron de ella durante buena parte de esos 31 años. Al final vieron que Trujillo era un estorbo y que sus crímenes resultaban intolerables y empiezan a colaborar con la oposición, y los dos pilares se convierten en adversarios y contribuyen a su caída.77

74 Ibidem, 454. 75 Ibidem, 24, 25, 30 y 372, respectivamente. 76 Fiallo Billini, 2000. 77 Trenas, 2002, 39.

332 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

El papel que desempeña Estados Unidos en la novela es muy semejan- te al de Joaquín Balaguer que, tanto en la novela como históricamente, será el presidente sucesor. Trujillo siente que ha sido traicionado y el narrador lo expresa desde el inicio de la novela:

¿Había tenido Estados Unidos un amigo más sincero que él, los últimos treinta y un años? ¿Qué gobierno lo había apoyado más en la ONU? ¿Cuál fue el primero en declarar la guerra a Alemania y a Japón? ¿Quién untó con más dólares a representan- tes, senadores, gobernadores, alcaldes, abogados y periodistas de Estados Unidos? El pago: las sanciones económicas de la OEA […], la República Dominicana fue durante toda la Era de Trujillo un baluarte del anticomunismo, el mejor aliado de Estados Unidos en el hemisferio occidental.78

Por otra parte, está confirmada históricamente la participación esta- dounidense en el asesinato de Trujillo: «The assassination of the Domini- can Republic’s Rafael L. Trujillo was carried out with assistance from the US Central Intelligence Agency».79 La novela destaca la ironía de que los Estados Unidos primero ayuden y alienten a la conjura para luego retirarles su apoyo a los ejecutores, dejándolos abandonados:

el plan para matar a Trujillo se hacía, deshacía, rehacía y tomaba cada mes, cada semana, cada día, formas y fechas diferentes, por las vacilaciones de los yanquis. El avión de armas prometido al principio por la embajada se redujo, al final, a los tres fusiles que le entregó, no hacía mucho, su amigo Lorenzo Berry, el dueño del super- mercado Wimpy’s, que, para su asombro, resultó ser el hombre de la CIA en Ciudad Trujillo.80

La novela sugiere que Balaguer estaba enterado de la conjura, lo cierto es que se apoya en los norteamericanos para asegurar su puesto como Pre- sidente: «Cada dos o tres días tenía reuniones con el expeditivo John Calvin Hill […], a quien acabó por convencer de que, en esta etapa, había que tener a Ramfis como aliado».81 Y esa relación lo salva del intento de golpe de Estado de los hermanos de Trujillo. Ante el aviso del regreso de Petán y del Negro Trujillo: «Balaguer citó de urgencia al cónsul Calvin Hill. Le explicó

78 Vargas Llosa, 2000, 25. 79 Gall, 1963. 80 Vargas Llosa, 2000, 123. Por otra parte, la novela señala que «el bello Ramfis [murió] destrozado en un accidente automovilístico, en Madrid. […] Según algunos, fue una operación de la CIA y Balaguer para atajar al primogénito que, desde Madrid, conspiraba, dispuesto a invertir millones en recuperar el feudo familiar». Ibidem, 141-142. 81 Ibidem, 464.

Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 333 MARÍA CLAUDIA MACÍAS la situación».82 Luego, con el argumento de que Kennedy había ordenado el envío de marines, acaba con esa amenaza. Así pues, «la exquisita orfebrería que había puesto en marcha»,83 se consolida y pasa a ser «el auténtico Jefe de Estado, cargo que reconocían tirios y troyanos, y, sobre todo, los Estados Unidos».84

La Junta Militar de Augusto Pinochet aprende marxismo

Roberto Bolaño publica en 1999 un artículo en Barcelona sobre su desilusión al visitar Chile después de veinticinco años de ausencia, donde el autor refiere «una historia verídica. Lo repito: esto no es un cuento, es real, ocurrió en Chile durante la dictadura de Pinochet y más o menos todo el mundo lo sabe».85 Nocturno de Chile desarrollará dicha historia al año si- guiente. Calificada como «cuadro alegórico del Chile pinochetista, cargado de fantasmas, torturadores y toques de queda»,86 la novela cuestiona el pa- pel de los intelectuales en la dictadura en voz de un narrador-personaje que es sacerdote y escritor. Bolaño declaró en entrevista: «Si viviera en Chile, nadie me perdonaría esta novela. Porque hay más de tres o cuatro personas que se sentirían aludidas, que tienen poder y que no me lo perdonarían ja- más».87 Nos concentraremos en dos momentos de la novela. La enseñanza de marxismo a la Junta Militar presidida por Pinochet y la relación de la DINA con los Estados Unidos. Christopher Domínguez, en su reseña de la novela, señala como un acierto la ficción de representar a Pinochet estu- diando marxismo:

un inverosímil general Pinochet tomando clases de marxismo con el sacerdote y crí- tico literario Sebastián Urrutia Lacroix, conocido como el cura Ibacache. Sólo un prosista del refinamiento intelectual de Bolaño podía retratar el terror mediante una anécdota espectral, sin recurrir a las convenciones manidas, poniendo ante una Junta Militar ansiosa de conocer la ideología del enemigo marxista a un poeta improvisado, con relativo éxito, como exegeta de Marta Harnecker.88

82 Ibidem, 474. 83 Ibidem, 475. 84 Ibidem, 464. 85 Echevarría, 2006, 77. 86 Vidal, 2000. 87 Jösch, 2000. 88 Domínguez Michael, 2001, 84.

334 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

Ricardo Cuadros afirma que «el relato de las clases de marxismo a los jefes castrenses es un ejemplo del talento de Bolaño para crear atmósferas enrarecidas, eficaces como representación análoga de lo real histórico».89 Sin embargo, no se trata de un hecho ficticio. No solo Pinochet estuvo inte- resado en conocer la ideología de sus enemigos. Alberto Cañagueral desta- ca en su reporte sobre la visita que realizara a la Escuela de las Américas:

En una visita a la biblioteca, con 15.000 libros y neto predominio de los que tratan sobre guerra de guerrillas e ismos de izquierda (maoísmo, marxismo, anarquismo, etc.), el encargado de esta dependencia cayó en la trampa de su propia extroversión. Dijo: «aquí tenemos muchos libros sobre el comunismo. Así los estudiantes conocen a quién combatimos».90

El chileno Juan Cristóbal Peña recibió de manos de Gabriel García Márquez el premio Nuevo Periodismo Iberoamericano 2007, por su repor- taje «Viaje al fondo de la biblioteca de Pinochet». El cronista contabilizó en su investigación «55 mil libros que Pinochet atesoró en forma compulsiva [...], cuyo valor global fue estimado en US$ 2.560.000».91 La biblioteca poseía ediciones únicas y de valor incalculable por su antigüedad, «una primera edición de la Histórica Relación del Reino de Chile, fechada en 1646; dos ejemplares de La Araucana que datan de 1733 y 1776».92 Y aquí el dato que nos interesa:

Desde joven fue aficionado a los libros, en particular a los de historia, guerra y geo- grafía. [...] Luis Rivano es vecino de la librería de Juan Saadé y aún guarda cientos de fotocopias con portadas de libros usados que ofrecía con sostenida regularidad al general Pinochet. En su mayoría son textos de ciencias sociales, muchos de ellos de marxismo y política de las décadas de los ‘60 y ‘70.93

Pinochet leía todo lo referente al marxismo y el reportaje incluye una declaración de Francisco Javier Cuadra, exvocero de gobierno: «Estaba al tanto de las últimas publicaciones sobre marxismo, si salía un libro nuevo, él tenía que tenerlo».94 La novela incluye una serie de clases donde la Jun- ta de Gobierno estudia los textos básicos del marxismo: «Aquella noche,

89 Cuadros Mercado, 2006. 90 Cañagueral, 1979. 91 Peña, 2007. 92 Idem. 93 Idem. 94 Idem.

Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 335 MARÍA CLAUDIA MACÍAS la primera, hablamos de Marx y Engels».95 En el transcurso de las nueve lecciones, se alcanza la siguiente lista de lecturas: Manifiesto del partido comunista, Mensaje del comité central a la liga de los comunistas, de Marx y Engels; Los conceptos elementales del materialismo histórico, de Marta Harnecker; Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, de Marx; El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, de Marx; El Capital, de Marx; La guerra civil en Francia, de Marx; Salario, precio y ganancia, de Marx; El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, de Engels; ¿Qué hacer?, de Lenin, y el Libro rojo, de Mao Tsetung. A la cuarta clase solo asisten Pinochet y el general Mendoza de la Jun- ta, más otros militares de la Marina y de la Fuerza Aérea, y ahí se reparten ejemplares del libro Los conceptos elementales del materialismo histórico, de Marta Harnecker, publicado en 1968. Dice el narrador-personaje que Pi- nochet ordenó: «[que] lo llevaran. A mí me guiñó un ojo y se despidió con un apretón de manos. Nunca como entonces me pareció más entrañable».96 La relación entre el protagonista y Pinochet se estrecha quedando de por medio el libro de la marxista chilena. Para la sexta clase, el nombre de Mar- ta Harnecker se ha repetido ya ocho veces y la novela deja de manifiesto que se sobresigue una estrecha vigilancia sobre la escritora:

Hablamos de Marta Harnecker. El general Leigh dijo que la señora en cuestión tenía amistad íntima con un par de cubanos. El almirante confirmó la información. ¿Es eso posible?, dijo el general Pinochet. ¿Puede ser eso posible? ¿Hablamos de una mujer o de una perra? ¿La información es correcta? Correcta, dijo Leigh.97

Pau Vidal, por su parte, afirma que realmente se dieron esas clases de marxismo que señala la novela: «Sebastián Urrutia, el sacerdote, enseña los rudimentos del marxismo a un grupo de generales golpistas, tal como efec- tivamente sucedió en realidad».98 Al respecto de la enseñanza de las doc- trinas comunistas como parte de la instrucción militar, Rivas Nieto señala:

los oficiales que se formaron tanto en los Estados Unidos como en la Escuela de las Américas del Canal de Panamá, para todos ellos la guerra revolucionaria era la estrate- gia a escala mundial del comunismo internacional [...]; en todo lugar en donde hubiera guerra revolucionaria se hacía necesario descubrir la presencia del comunismo.99

95 Bolaño, 2009 [2000], 108. 96 Ibidem, 110. 97 Ibidem, 111. 98 Vidal, 2000. 99 Rivas Nieto, 2010, 107-108.

336 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

Nocturno de Chile deja para el final la denuncia de la participación más evidente de los Estados Unidos en la dictadura pinochetista: «Pero yo conozco la historia de María Canales y sé todo lo que ocurrió. Era escritora […], tenía una casa en las afueras»,100 dice el narrador-protagonista. Rober- to González Echevarría califica esta parte como la «transgresión culminan- te: la historia de las reuniones literarias en la mansión de Canales, casada con un agente norteamericano que resulta ser colaborador de la DINA, el cuerpo de inteligencia de Pinochet, que propiciaba la persecución y tortura de disidentes».101 La novela señala sobre dicho personaje:

estaba casada con un norteamericano llamado James Thompson, que era representan- te o ejecutivo de una empresa de su país que hacía poco había instalado una filial en Chile y otra en Argentina, y al que María Canales llamaba Jimmy. Y luego llegó la democracia, el momento en que todos los chilenos debíamos reconci- liarnos entre nosotros, y entonces se supo que Jimmy Thompson había sido uno de los principales agentes de la DINA y que usaba su casa como centro de interrogatorios.102

En el sótano de la casa de María Canales donde se realizan las veladas literarias a las que acuden los escritores de la época, se tortura a presos po- líticos como método de interrogación. Aquí, el narrador-protagonista evade la responsabilidad de citar al testigo de sus afirmaciones:

El extraviado o la extraviada [...] se lo contó a un amigo y éste se lo contó a mi amigo, quien mucho más tarde me lo contó a mí. [...] Abrió la puerta y vio al hombre atado a una cama metálica, los ojos vendados, y supo que el hombre estaba vivo porque lo oyó respirar [...], vio sus heridas, sus supuraciones, como eczemas, [...] como si tuviera más de un hueso roto.103

La historia chilena señala que dicha escritora tiene como referente a Mariana Callejas (1932), casada con que había trabajado para la CIA, ambos agentes de la DINA:

El sótano de su casa se convirtió en un verdadero «Auschwitz» para los izquierdistas y opositores. Asesinó, entre otros a que fue ministro durante la pre- sidencia de Allende. Townley fue encarcelado en los Estados Unidos, pero salió poco después gracias a la protección del programa de testigos.104

100 Bolaño, 2009 [2000], 125. 101 González Echevarría, 2010, 123. 102 Bolaño, 2009 [2000], 126 y 141, respectivamente. 103 Ibidem, 140. 104 Dieng, 2017, 13.

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La escritora Mariana Callejas fue agente de la DINA bajo el seudó- nimo de María Luisa Pizarro. Participó junto con su marido en el atentado donde murieron el general , excomandante Jefe del Ejército de Allende, y su esposa, en , en septiembre de 1974:

El general Carlos Prats, quien permaneció leal a Allende y murió en 1974 asesinado por la policía secreta chilena [...] describió en su diario, en noviembre de 1973 cómo las Fuerzas de Seguridad chilenas confundían el interés nacional de Chile con los intereses de los EE.UU.: «Respecto del enemigo interno, prevalece cada vez más la opinión de las personas que han participado en cursos dados por la Escuela de las Américas y otros organizados por el Pentágono... muchas de las opiniones de estos (soldados) responden a los estereotipos e ideas que les fueron inculcadas en esos cursos».105

La novela reconfigura la información histórica anterior sobre el ase- sinato del general Prats en Argentina, agregando detalles que incluyen la tortura y muerte del diplomático español Carmelo Soria, que no se suicidó como dijo la versión oficial,106 sino que murió a manos del exagente nortea- mericano de la CIA, Michael Townley de nacionalidad estadounidense,107 referente histórico del personaje Jimmy en la novela de Bolaño:

también se supo que Jimmy había viajado a Washington y había matado a un antiguo ministro de Allende [...] y había preparado atentados en Argentina contra exiliados chilenos. [...] Aquí mató un empleado de Jimmy al funcionario español de la UNES- CO. Aquí mató Jimmy a la Cecilia Sánchez Poblete.108

En este sentido, afirma González Echevarría, «Nocturno de Chile es también una especie de confesión política».109

105 Gill, 2005, 112. 106 «The Spanish diplomat Carmelo Soria had not committed suicide in 1976, as the official story went. The DINA’S “Brigada Mulchen” unit had brought Soria to Townley’s own house for torture and execution». Stern, 2010, 141. 107 «DINA agent Michael Townley, a U.S. citizen married to a Chilean an long residing in Chile, [...] the DINA agent who planted the car bomb and lived under protection in the United States». Ibidem, 137 y 140. 108 Bolaño, 2009 [2000], 141 y 146. 109 González Echeverría, 2010, 124.

338 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

Conclusión

Idelber Avelar señala que la literatura de postdictadura registra «la de- rrota histórica que representan los regímenes militares [que] ha implicado también una derrota para la escritura literaria».110 Y refiriéndose a la técnica narrativa que deberá asumir este subgénero en términos de compromiso, agrega:

se impone entonces la tarea de «hablar otramente (allos-agoreuein)». Este «hablar otro» no se entiende aquí sólo como una mera búsqueda de formas alternativas de habla, sino también el hablar del otro (en el doble sentido del genitivo), de responder a la llamada del otro. (En) la literatura postdictatorial habla al (el) otro.111

La dictadura en América Latina tiene una larga historia que se ha repre- sentado en la novela de dictadura y de postdictadura, donde se comprenden las tres seleccionadas para este estudio. El tratamiento mítico en la narrativa de dictadura llega a su punto más alto con el tratamiento alegórico de los tiranos. Pero la novela de postdictadura asume la tarea de incluir, además, la versión histórica de dichos sucesos desde un presente que puede enjuiciar el pasado, desde esa posición de otredad a que hace referencia Avelar. Carlos Fuentes señaló: «Las dictaduras son invención nuestra, pero el respaldo y la posibilidad de perpetuarse en gran medida es una responsabilidad también de los Estados Unidos».112 Los Estados Unidos establecieron vínculos con los dictadores militares, a través de las escuelas castrenses que capacitaron a miles de soldados y generales latinoamericanos. La novela de Sergio Ramírez deja fuera de la ficción el apartado «Pala- bras postreras», donde se consigna información histórica con un estilo sobrio y preciso: «Las cárceles del país se encontraban repletas. Se calcula que ha- bía cerca de cinco mil prisioneros».113 Los amigos del poeta Rigoberto López que disparó contra Somoza «fueron metidos [...] en jaulas vecinas a las fieras del jardín zoológico de la casa Presidencial (tigres, leones y panteras), donde turnaban a otros prisioneros [...] cuando querían sacarles confesiones incri- minatorias».114 Mario Vargas Llosa afirmó en julio de 1979, cuando la dic- tadura de los Somoza cae derrocada por la revolución sandinista: «Como

110 Avelar, 2000, 316. 111 Idem. 112 Fuentes, 1992, 57. 113 Ramírez, 2001 [1998], 474. 114 Idem.

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Trujillo en la República Dominicana, Tacho Somoza inició su carrera políti- ca a la sombra de una intervención militar norteamericana».115 En La Fiesta del Chivo, Vargas Llosa representa el fenómeno de la dictadura desde el personaje mitificado del tirano, símbolo del marine en el ejercicio del poder. A la muerte de Trujillo, el puesto de Balaguer como Presidente se torna real y desde esa postura diseña una estrategia que le per- mite consolidarse, con el apoyo de los Estados Unidos. Existe el testimonio de un mensaje firmado por Trujillo dirigido al presidente de la revista Time, Roy E. Larsen, en donde el dictador expresa su extrañamiento ante la dis- tancia entre su gobierno y su antiguo aliado:

Una campaña sistemática y envenenada de detractación infamante, y basada en la más supina ignorancia de la historia y de la vida social de estos países, como hasta ahora la han venido desarrollando Life y Time, no podrá ser nunca el fundamento de un verdadero acercamiento y de una genuina amistad entre los pueblos del Continente.116

En la novela de Roberto Bolaño, Pinochet pretende ser un intelectual, un escritor: «Tres, dijo el general. Lo que pasa es que siempre he publicado en editoriales poco conocidas o en editoriales especializadas [...] E innume- rables artículos que he publicado incluso en revistas norteamericanas».117 En Margarita, está linda la mar, el cerebro de Rubén Darío robado y res- guardado por el pueblo queda como alegoría de la nación; en cambio, en Nocturno de Chile, la muerte de Pablo Neruda es símbolo de la crisis del escritor comprometido. La Junta Militar presidida por Pinochet no solo re- cluta al narrador-protagonista que es sacerdote y también escritor, sino que incorpora a María Canales/Mariana Callejas como miembro de la DINA junto con su esposo estadounidense exagente de la CIA, a quien «se le había prometido un grado militar que nunca llegó».118 Sobre Mariana Callejas, dice Peña:

Su casa fue cuartel y a la vez sede de un taller literario por el que pasarían figuras relevantes de la Nueva Narrativa Chilena. En esas sesiones de lectura era quien llevaba la voz cantante. El mando. Escribía más que ninguno del grupo y era considerada una promesa de las letras nacionales. Todo eso mientras tomaba parte activa del organismo represivo de Pinochet.119

115 Vargas Llosa, 2009, 54. 116 Ornes C., 1955, 119-120. 117 Bolaño, 2009 [2000], 117. 118 Peña, 2010b. 119 Peña, 2010a.

340 Anu. estud. am., 77, 1, enero-junio, 2020, 317-345. ISSN: 0210-5810. https://doi.org/10.3989/aeamer.2020.1.12 ESTADOS UNIDOS EN LA NOVELA LATINOAMERICANA DESDE LA POSTDICTADURA

Nocturno de Chile pone de relieve el deseo de Pinochet de ser consi- derado un intelectual: «Curiosamente, dice un experto, debió tener la mejor colección de marxismo de Chile», señalando que su interés surgió de «un complejo de inferioridad intelectual».120 La novela de Bolaño parecería ha- ber rebasado la ficción si consideramos el interés por indagar en la bibliote- ca de Pinochet, lo cual le costó al cronista galardonado por García Márquez sufrir represión a pesar de los años que lo distancian de la dictadura: «Peña, [su] casa fue asaltada en diciembre por desconocidos junto a la de otros dos periodistas que investigaban la dictadura».121 Roberto Bolaño declaró al re- cibir el Premio Rómulo Gallegos: «los que no murieron en Bolivia, murie- ron en Argentina o en Perú, [...] Chile o [en] México, y a los que no mataron allí los mataron después en Nicaragua, en Colombia, en El Salvador. Toda Latinoamérica está sembrada con los huesos de estos jóvenes olvidados».122 Por su parte, Sergio Ramírez afirmó sobre la dictadura en Latinoamérica: «Ese poder que no lleva en su naturaleza ni la compasión ni la justicia y se impone por tanto con desmesura, cinismo y crueldad»,123 destacando la tarea histórica que le corresponde a la literatura: «Las grandes novelas adi- vinan o acompañan los grandes acontecimientos de la historia».124

Recibido, 14 de enero de 2019 Aceptado, 20 de marzo de 2019

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120 DPA, 2013, 5. 121 Idem. 122 Bolaño, 2002, 212. 123 Ramírez, 2018. 124 Ramírez, 2012, 194.

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