EL

DIRECTORA, CONCEPCIÓN GIMENO DE FLAQUER

PRECIO DE SUSCRICION. Año V.— Tomo IX. — Núm. 22 CONDICIONES DE LA SUSCRICION. En Mgrlm ...... 3 00 trimestre adelantado. El Album de la Mujer se publica todos los domingos, resultando En los Estados...... 4 30 „ n México, 27 de Noviembre de 1887. A veces cinco números mensuales, dándose además como suplemento a En las Repúblicas del Sur y Centro Amú- los suscritores, con cada número. ----r. -—:.... „ O 00 semestre adelantado. Un periódico mercantil, y de noticia». Ea Europa los agentes fijarán los precios. DISECCION T ADMINISTRACION, La suscrlclOn es por trimestre Ó semestre. Números atrasados, SO centavos. Calle Amor de Dios número 7 Apartado en el Correo núm. 604. msssssaB==^= a . ■. ■ —

La Reina de Inglaterra y un príncipe africano 170 EL ÁLBUM DE LA MUJER

propagadora de toda acción laudable, suele ocuparse de la Sra. Valencia de CARIDAD DE LA MUJER MEXICANA. González, ya para anunciar qué ha fundado una nueva escuela, ya para décir que ha distribuido premios de aplicación entre los párvulos que se educan bajo su protección en Celaya y Salamanca,: Ella es la Providencia visible de los ñi­

a mujer mexicana practica el bien por exquisita ternura de su ños de Guanajuato. . magnánimo corazón, y no por hacer alarde de filantropía. Ella i Renditas sean las calladas, las modestas virtudes de la mujer mexicana! brilla más que por .esas virtudes ostentosas que parecen impos ¡Concepción Gimenó de Flaquer. . ner la admiración; por los méritos callados que todos ignoran, por las virtudes modestas que no buscan elogio. La ilustrada Sra. Carmen Romero Rubio de Díaz, acaba de tener una feliz idea en beneficio de los niños indigentes, una de ésas ideas que, cuál todos los grandes pensamientos, emana EL ENVIDIOSO. - del corazón; crear una casa de socorro queisé^denomiqará: Asilo páralos hijos STE sér es uno de los más desgraciados. de Obreras. En efecto, nada más generoso que pensar en .esos desgraciados seres en quien nadie piensa; nada más humanitario que protejer á los hijos de la obre­ Sin dóntar con que casi todos padecen derestómágó, y.esta ra. Ei'mís'ero jornal de ésta fióle permite atender á todas las necesidades de enfermedad dicen qué es difícil decurar, y además insopor­ sus pequeñuelos; mas desde hoy no estarán abandonados, la bella mano de una table, él envidioso no tiene un momento de satisfacción, virtuosa'dama les ofrece protección, no pueden ser desgraciados. porque si en el mundo abundan las desdichas, en su mayor La noble misión que se ha impuesto la Sra. Romero Rublo de Diaz es fa­ parte van cubiertas con la careta de la sonrisa y del pla­ tigosa, pues reunir lentamente los óbolos que ofrece la caridad, es empresa ar­ cer, vestidas de frac y guante blanco, y arrastradas en dua. Ella no desmayará.en su difícil obra, porque la emprende con entusiasmo, magníficos carruajes pasan inadvertidas é ignoradas de la y éste le inspirará la constancia necesaria para darle cima. En cambio recibi­ sociedad y también de nuestro tipo, á pesar de la ventaja que lleva á los de­ rá mil bendiciones de las madres que le deban el amparo de sus hijos. más en fuerza de ejercitar su vista para descubrir algún disgusto en que go­ La noble iniciativa de la mujer mexicana lia venido de donde debe venir zarse: ■. siempre el bfien ejemplo, de lo alto, pues ha partido de la esposa del Exmo. ¿Queréis conocer al envidioso? Esto es fácil, y no obstante su hipocresía, sif lo espiáis con disimulo y cuidado, lo conseguiréis en seguida. Pero no ha­ Sr. Presidente de la República. Sean nuestras lineas una excitativa á las da­ mas mexicanas paña que cooperen con sus donativos y se pueda realizar en béis de perder el primer mómento, la primera impresión, porque pasada ésta breve la fundación del Asiló. ¡ Aplausos y bendiciones á la iniciadora de tan difícil es descubrir nada. sublime proyecto 1 ¿Estáis de Visita ú os encontráis en el café y se da la noticia de que algún Siempre se distinguió la mujer por la caridad: no nos sorprende se consagre amigo ha heredado, le ha tocado el premio gordo de la lotería, ha obtenido á practicarla con tanto entusiasmo la mujer mexicana. La mujer mexicana, tí­ un triunfo literario ó conseguido cualquiera otra cósa que le proporcione como- mida paña exhibirse en publicó y papá promover fiestas-sociales donde pudie­ ■didad, respeto ó admiración? Fijaos en él instantáneamente, y verejs pasar por ra lucir su belleza y sus galas, no vacila ante las mayores dificultades para so­ su fisonomía todos, los signos de. un dolor agudo, de un sufrimiento insoporta­ correr al infortunio. Sus tiernos y generosos sentimientos centuplican sus fuer­ ble,'; vereis cómo su rostro, cuyos; músculos sé han contraído con un gesto es­ zas físicas ; tan cierto es ésto, que aquí, donde no existen corporaciones religio­ pantable, revela una angustia infinita. sas, no se ha echado de menos á las sublimes hijas de San Vicente de Paúl, Por él contrario: se refiere qué algún amigo ó conocido (y muchas veces porque la mujer mexicana, tan tierna como virtuosa y abnegada, sabe reempla­ aunque fió lo sea) ha tenido alguna desgracia, sebre todo si es de ésas qué zar á la Hermana de la caridad cuando fas circunstancias lo exigen. hacen descender al publicista, al politico, al militar ó al dé cualquiera otra pro­ Todos Tos establecimientos benéficos qué existen en la República, á excep­ fesión, del pináculo de la fortuna, de la admiración, de la gloria, del respeto ción del Asilo de Mendigos y de los. creados por el Gobierno, se deben á la ó de la confianza en que.sus talentos ó sus riquezas Te habían colocado? Mi­ iniciativa de la mujer. radle también y notareis todo lo opuesto á lo que visteis en el caso anterior. La mujer mexicana, que recibe todas las ideas de los nobles impulsos de su Vereis la alegría, la satisfacción, dilatar su rostro, hacerle por un momento coñazóñ, ha presentido la forma más elevada que puede darse á la caridad -: la agradable y hasta simpático, cuándo generalmente aparece triste, reservado y creación de escuelas para párvulos. En estas escuelas donde se proteje á los con señales inequívocas del sufrimiento. niños que la pobreza de sus madres Tes obliga á abandonar, reciben los inocen­ En una palabra: ¿queréis ver el dolor de Satanás cuando escucha que ben­ tes caridad material y espiritual. En esas escuelas se viste al desnudo y sé dicen á Dios, ó su placer cuando Té oye ultrajar? Pues procurad sorprender, ilustra al ignorante, en esas escuelas se fes ampara contra la desgracia, se les en los momentos críticos que dejo apuntados, la tristeza ó la alegría del en­ escuda contra el vicio; se les hace odiar el pecado y amar la virtud. vidioso. Muchas son las damas de esta simpática tierra que se han impuesto el de­ Tipne además, entre otras, la condición de ser intrigante, y dicho se está ber de velar por la infancia desvalida. Las socias del Apostolado de la Ora­ que embustero. Mas sus intrigas no van encaminadas tanto á procurar el propio dón, cuya Presidenta es la Sra. Da Esther Pesado de Villaurrutia, lian crea­ bien, como á ocasionar el mal ajeno. do un Asilo papá párvulos. También existe una asociación de Señoritas, cuya Aunque no tenga un gran talento, tiene para ésto, al menos, el de hacerlo base fundamental es reunir semanariamente fondos para comprar juguetes y con tal arte, que pocas veces se le descubre; y si en alguna ocasión se le coge, repartirlos entre Tos niños del Hospicio, Para haber ideado una asociación que escapa, por lo regular, bien librado; pues convence al ofendido de que su in­ se proponga tan generosos fines, se necesita ser madre, sobré todo madre me­ tención' era la mejor; ésto consiste eñ que nunca es explícito; Sus armas fa­ xicana. Sólo el corazón de una madre puede comprender que dar juguetes al voritas son una reticencia, alguna exclamación, un arqueamiento de cejas, un niño que' carece de ellos, es hacerle una limosna de amor; es llevar á su al­ gesto cualquiera que al que se está quejando de otro, le dice: «Tienes ra­ ma, una ráfaga de felicidad. zón. . . . pero tú no sabes de misa la mitad. ¡Ah! si yo hablara!!!» La Señora que más se ha distinguido, por su incansable perseverancia en Cuando más, se explica á medias: siempre dejando el misterio y excusán­ fundar escuelas, ha sido la inteligente mexicana D» Emeteria Valencia de Gon­ dose de decir: «lo que no puédo decir (casi siempre porque lo ignora), por zález. ¡Pocos potentados saben distribuir su fortuna con el acierto que ella! Mien­ consideraciones personales, por respetos ó porque se lo impide el profundo ca­ tras otras ricas dan lo que les sobra, después de.haber derrochado un caudal riño qué hacia aquella persona siente;» concluyen ó con la misma oración que en pueriles satisfacciones de vanidad, la Sra. González, que no conoce otra am­ poco más ó menos es la siguiente: «Hombre. . . . tiene usted razón. . . . bición que la del bien, se priva de Tas galas que tanto anhela nuestro sexo, para yo no lo niego; pero es preciso tolerarnos, que todos tenemos faltas;» y algún aumentar la dotación de sus escuelas. elogio de poca importancia en favor de aquel á quien acaba de hacer tanto Dotada la Sra; Valencia de González de cuantos elementos alcanza una gran daño. I fortuna, podría brillar en la vida del beau monde, pero ella busca el retiro an­ Y claro está: si alguien ha sorprendido alguno de sus gustos, y lo denun­ helando pasar inadvertida. Esto no lo consigue en absoluto, porque la prensa, cia; si el que estaba quejoso de un amigo, y por virtud de las reticencias, me­ EL ÁLBUM DE LA MUJER 171

dias palabras ó gestos del envidioso, siente su sospecha convertida en realidad, ¡Cuán terrible, cuán doloroso y desgarrador es el adiós empapado en lágri­ ó en queja profunda su ligero resentimiento; si las leves y pasajeras nubecillas mas que pronuncia el labio trémulo al volver la espalda y dejar de ver, acaso por que enturbian el hermoso y esplendente^.cieló de'Ia^arnistad, se h'ánjcoqvertidó mucno' tiempo, acaso para siempre, ésá( tierra, ese bosque y ese hogar! en nubarrones cargados de electricidad del odio violento, y aduce como prueba ¡ Cuán desesperado, cuan atlético, ¿uán supremo es el esfuerzo que se hace de la razón que le asiste, la conformidad que con ella manifestó nuestro tipo : para desatar los santos lazos que nos unen á las cosas, lazos que debían ser eter­ como éste no habló nada en concreto, y sus gestos no pueden llevarse para que nos porque están anudados en el corazón, y que al romperse le ensangrientan y el ofendido los vea y los aprecie, ninguna justificación material puede contra él quebrantan la mitad de sus fibras! presentarse; y él, en cambio, tiene la de los elogios que hizo, los consejos de Dígalo el inmenso dolor, la negra desesperación de que rebosaba el corazón tolerancia que dió y las protestas claras y terminantes de su amistad y cariño de Boabdil cuando desde la cima de las Alpujarras volvió el rostro para mirar hacia la persona á quien ha robado un buen amigo y ha proporcionado en su al través de una nube de lágrimas y dar su último adiós á Granada, donde que­ lugar un enemigo -mortal é irreconciliable. daban como en una urna encerrados todos sus recuerdos, todas sus alegrías, to­ ¡ Cuántas leales amistades convertidas, por este repugnante sér, en descon­ das sus esperanzas; aquella Granada en cuyos espléndidos alcázares humeaban fiadas, fingidas franquezas, origen de mutuas inquisiciones ofensivas, cuyo des­ aún en los pebeteros de oro las esencias, y él eco repetía las ultimas palabras y enlace es un rompimiento brusco y desgraciado! ¡Cuántos hogares en que sólo el ruido de las espadas de los abencerrajes; donde vibraban aún en los bosques había lucido la tea del amor, de la mutua confianza de los esposos, trocados las guzlas de sus odaliscas, abandonadas en la precipitación de la fuga, en cuyas por tan miserable sujeto en campo de discordias en que sólo se ve brillar la casas conservaban aún los lechos el calor y la forma de los cuerpos, y las cunas tenue luz de la indiferencia, origen del desprecio mutuo, causa del odio de los vacías se mecían aún bajo el impulso dado por la madre algunas horas antes; que tanto se amaron, cuyos corazones ni se comprenden ya con una mirada, donde los ecos de las solitarias mezquitas repetían aún sus sibaríticas parábolas, como en dias felices, ni se hacen la más insignificante confidencia! entonadas en honor del voluptuoso Profeta de las huríes, y las últimas nubes de El envidioso, como el ratero cobarde, hiere en la sombra, y usa á menudo sagrado orobías se apresuraban á salir por las abiertas ventanas como avergon­ el disfraz de la calumnia encubierta. ¡Practica, el refrán castellano de «Tira zadas de haber cubierto- con sus odoríferas alas la humilde frente de Mahoma; ¡ la piedra y esconde la mano 1» Díganlo los hijos de Judá cuando, cautivos en Babilonia, alzaban, al són de sus cadenas, rasgadas las vestiduras y con la cabeza hundida en el polvo, un Guayaquil!. ,188 Federico Ortega de la Parra. himno desgarrador y lamentable al -recuerdo de su patria y de sus hogares; cuando sus arpas, colgadas de las ramas de los sauces á orillas del Eufrates, despedían, sacudidas por el vientó, inefables y misteriosas armonías que bajaban NOSTALGIA. ' á recoger los genios melancólicos de la tarde para llevarlas en sus alas á las apar­ tadas riberas del Jordán; cuando las cigüeñas viajeras llevaban en sus picos el apasionado beso y los dulcísimos recuerdos que enviaban los desterrados á sus tenemos fifi el mundo un pedazo dé tierra sagrada para queridas rosas de Jericó. $ nuestros corazones; tierra donde cayéronlas lágrimas y él sudor ¡ Oh Cuba, hermosísima y adorada patra mía! Nunca he perdido de.yista tus 'Xs® H / angustioso que derramaron nuestras madres al darnos la vida; gallardas palmas ni los altos picos de tus montañas, tus claros horizontes y el JotsE atierra cuyas plantas y flores deben sus filamentos, sus matices y diáfano azul de tu cielo; siempre los grandes cedros de tus bosques y tus flori­ exub,efante vida á los filamentos de los cuerpos, á los átomos dos robles han sombreado mi verde lecho en la soledad de los campos; siempre áCJÍ escapados del cerebro y á la médula de los huesos de nuestros tus cañaverales y tus sonantes plátanos han arrullado mi sueño con su música, *{n •? ¿ abuelos, mezclados al polvo, al agua y al aire, como otros gér- para mi más dulce que las etéreas melodías de los ángeles; siempre, al rumor de ¿ menes de vida derramados por el espacio para ayudar al eterno tus tempestades y al mugido de tus mares revueltos, ha volado mi alma, llena germen que sostiene la armonía del Universo. de sacratísima unción, á los espacios de luz increada, y allí ha demandado, en Todos tenemos un bosque cuyos pájaros se han alimentado con las frutas y nombre tuyo, al Sabio, al Fuerte, al Justo, un átomo de su eterna sabiduría, de los granos dé nuestro huerto, que han venido á tomar las migajas de pan caidas su poder infinito y de su justicia inalterable. Pero no llega á mis oidos la dul­ de nuestra mesa, y cuyos nidos cuelgan aún, vacíos de la pasada cría, en las ra­ císima voz de mi madre, ni el cántico de los pájaros que deshilachaban mi cuna mas del árbol que da Sombra ál umbral de nuestra puerta; bosque donde ha re­ de mimbres para tejer las aereas cunas de sus hijos; no veo el verde sendero sonado tantas veces, ya el grito ronco de las pasiones contrariadas, ya el doliente que conducía á la cabaña, nireconozco las huellas de mi padre en la arena de gemido de ese dolor sordo, implacable, intenso, que se llama- desaliento; ya los las riberas; no oigo por las noches el ladrido del perro fiel que velaba echado dulces cánticos, las melodías inefables de un primer amor puro como la cándida en el umbral de la puerta; ni veo, á la luz de la luna, el humo del hogar pa­ espuma del arroyuelo, virgen, joven y hermoso como el primer rayo de sol que terno flotar sobre el pajizo techo; no veo el cementerio donde iba por las maña­ iluminó la tierra el dia que la mano de Dios la engastó en ia inmensa cadena de nas á renovar las flores en las queridas tumbas de mis abuelos y de mis herma­ los mundos. L nos; y mi alma desfallece y siente resbalar en su fondo el frió hálito de los sepul­ Todos, en fin, tenemos ya un palacio, ya una cabaña, santuario bendito don­ cros, y siento oprimirse mi pecho baj’o la mano helada de esa lánguida enfermedad de se encierran los ídolos más . caros á nuestro corazón: el padre, la madre, el del corazón que se llama nostalgia. esposo ó la esposa, los hijos, los hermanos; séres que lloran, rezan, cantan y ¿Cómo pude arrancarme dé los amantes brazos de mi madre y levantar el ros­ ríen, y cuyas plegarias, llantos, cánticos y risas no pueden exhalarse sin que ven­ tro bañado en lágrimas; abrir los trémulos labios y extender la mano para decir gan á repercutir én lo más hondo de nuestra alma para llenarla de amargura ó adiós á mi padre, á mis hermanos y á los árboles de mis bosques? ¿Podía yo para derramar en ella el bálsamo santo de todas las alegrías posibles en el mun­ asegurar que aquel adiós gemebundo no sería el último soplo de mi voz que es­ do ; santuario de bendición donde no cubren nuestra frente ras nubes de la duda cucharían aquellos séres queridos, y aquel abrazo que estrechaba nuestros senos ó de la decepción amarga, sin que una mano casta y piadosa se apresure á sepa­ henchidos de sollozos, no seria el último lazo que rompiera la separación-eterna? rarlas ; donde ño podemos gemir en el lecho del dolor sin que veamos, á la me­ ¿Y esta horrible incertidumbre? ¿Qué negra fatalidad me empujó lejos dél santo dia luz de nuestra alcoba, ir y venir solícitos y silenciosos, como benéficas som­ oasis donde encontraba un refugio bajo sus verdes palmeras, en cuyas fuentes bras, todos los séres que se interesan por nuestra vida, y sentimos manos suaves , cristalinas se abrevaban mi pecho sediento; cuyo tocio de bendición descendía y cariñosas que se apoyan en nuestra frente, alientos tibios y bocas dulces que sobre mi ardorosa frente, en el árido desierto de la vida, antes que la voluntad se pegan á nuestros oidos para deslizar en ellos, con voz trémula y apenas per­ suprema lo dispusiera? ¡Ah, madre mia! Padre adorado! ¡Queridos-hermanos! ceptible, inefables palabras de consuelo; y vemos miradas luminosas y llenas de Reunidos todos en el sagrado recinto del hogar, orad por la hija y hermana des­ ansiedad fijas en la nuestra como para adivinar nuestros más recónditos pensa­ terrada, cuya frente, cubierta de nubes, languidece, sé dobla y muere como es­ mientos; cuerpos que se interponen entre nosotros y la muerte; brazos que se ex­ piga seca que ha derramado uno por uno todos sus granos en los surcos; por la tienden para retenernos en la tierra, hogar querido, cuyo humo vemos de lejos hija y la hermana que, no pudiendo vivir lejos de vosotros, alza los ojos entur­ por la tarde elevarse en espiral sobre el techo paterno y desvanecerse en ligeros biados por el llanto para buscar en el Cielo la realización de todos los sueños de copos para anunciarnos la hora de la oración y del descanso, cuya vivida llama la tierra, la plenitud de todas las alegrías del Universo, la eterna patria de los enciende en nuestro pecho la sagrada tea de amor inmensa á la patria y la bienaventurados. familia. España, 1887. Úrsula Céspedes de Escanaverino. 172 ‘EL ÁLBUM DE LA MUJER

MEXICANOS DISTINGUIDOS

Manuel González Cosío, Presidente del Ayuntamiento de 1887

Francisco de P. Gochicoa, Director general de Correos

Alfonso Lancáster Jones, Diputado al Congreso de la Unión EL ALBUM DE LA MUJER 173

El Profeta Elias alimentado por los cuervos 174 BL ÁLBUM BE LA MUJER

Imítala, hija mia; que liviana Hoy la fortuna pródiga en favores, MODESTIA Y CARIDAD. El bien que derramó, trueca mañana En manantial eterno de dolores! Y si la suerte en su vagar incierto Ven, hija de mi amor, y en mis rodillas A darte aun más de lo que basta alcanza, Sentada, oye mi voz, y tu alma pura Piensa te encuentras en seguro puerto En mis palabras tiernas y sencillas Mientras les falta á otros la esperanza! Conozca de ese mundo la locura. Piensa en la pobre madre que no halla No quiero, no, que del capricho en alas Para sus hijos pan, calor ni abrigo: De inútil vanidad al necio halago, En la inocencia qüe con fe batalla, Buéques la dicha en pasajeras galas En la vejez sin liiz y en ébmendigo. Y lágrimas me des de amor en pago. Es la riqueza un dón que Dios entrega Mira en torno de t¡. ¿Ves cuál se afana Y en su bondad al corazón.confía; La loca juventud de ansiedad llena Aquel qu,e la usa mal de Dios reniega, Tras mentidos placeres? Pues mañana, Y desprecia sus leyes, hija mía! Por cada falsa dicha habrá una pena. Gasta así el oro que el avaro oculta Toda semilla que se siembra crece O disipa el orgullo descreído, Y ofrece luego pródigo tributo; No en lujo vil que la modestia insulta, Sólo la vanidad nunca florece, Sí en dar ayuda al mísero y caido. Sólo la vanidad nunca da fruto. Cuando la caridad tiende la mano Observa esa beldad que seductora Se eleva himno de amor al firmamento; Al són se inclina de la muelle danza, Y es el placer del fausto sueño vano; Sus bellas rosas le prestó la aurora, Es fabricar castillos en el viento! Y le dió sus tesoros la esperanza! De vanidad la flor perece luego, Y mira allí á sus padres,..con ternura Pues la aridez del alma lamarchita, Y orgullosos de amor sus triunfos miran; Y de fecundas lágrimas al riego Mas ¡ah! que en su placer hay amargura Sus frutos da la Caridad bendita! Y al querer sonreír tristes suspiran! Cada brillante joya que aprisiona Heraclio Martín de la Guardia. La delicada red de sus cabellos; México, 23 de Noviembre de 1887. Cada perla que entre oro se eslabona Del albo seno á los contornos bellos: El undívago encaje en que prendida Muestra la veste de crugiente seda, A BORDO. Esos adornos mil en que escondida . La natural beldad oculta queda; No del oro no más al vanó precio Dos veces, mar, en rápida carrera Comprados fueron por el padre anciano, Tu soledad crucé triste y profunda; Acaso en aras de ún capricho necio Mísero y desterrado la primera, Su honra empeñó con mercader tirano. Potente la segunda. Acaso en gotas de sudor y llanto Ola que una borrasca precedía, Se trocarán las joyas y oropeles, Entonces al abismo me empujaba; Y roto al fin el vanidoso encanto Hoy la fortuna, de señora mía, Vendrán tras el placer horas crüeles. Se convirtió en esclava. Y entonces ella volverá los ojos Y con todo, mi Dios, si en lo que obraste Al sueño de un instante arrepentida, Tu infinito saber encuentra el yerro, Y hallará sólo en derredor despojos, Dame la juventud que me quitaste Humo que ya voló, rosa caida!! Y vuélveme al destierro!. Hija, el amor, del alma, sentimiento Manuel del Palacio. < Que á la modestia y la verdad florece, Huye ante el falso brillo de un momento Y el resplandor del mundo lo oscurece.

Mas, torna la mirada hacia esa niña NEBULOSAS. Que viste de inocencia los colores, Cuya beldad se ostenta aunque no ciña Rico joyel sino tempranas flores. A las estrellas una tarde dije: Suelto su talle en el modesto lino Parece que os aflige Que su gracia no oprime ni encadena; Alguna irremediable desventura; En rizos el cabello, el pie mezquino De vuestra luz el rayo refulgente Siguiendo fácil el compás que suena: En el tranquilo ambiente El levantado seno dando vida Tiene destellos de sin par tristura. A una rosa entreabierta,' que no agravios, ¿Sois astros desgraciados? Teneis penas? Aunque de nieve y de carmín vestida, En las noches serénas, + Podrá hacer nunca á sus virgíneos labios: Cuando alumbráis la inmensidad sombría, Graciosa por sencilla y por modesta Lágrimas de dolor son vuestros rayos, El alma lleva en los serenos ojos; Y hay en ellos desmayos Goza un placer que ni un dolor le cuesta Y algo que indica tétrica agonía. Y no hallará por fin llanto ni enojos! ¿Por qué si alegra á Dios y á la criatura Mira ¡cuán linda está! ¡Cuánto embellece Vuestra mirada pura, Al nativo explendor sobrio atavio! Siempre en vosotras la tristeza vieron? Indigno el oro á su beldad parece, Cariñosas entonces las estrellas, Y el brillo del diamante allí es sombrío! Y más que nunca bellas, Su padre al estrecharla contra el seno, En lenguaje de luz me respondieron: Arbesarla en la frente ruborosa, Sin miedo al porvenir, verá sereno —Siempre vivimos solas, siempre lejos Promesa en ella de la casta esposad Miramos los reflejos Y ella será feliz; que cuando al canto -« De otra que es nuestra hermana, nuestra vida, Del ángel del amor su pecho aliente, De otra que envuelta en nebuloso manto, Virtud modesta doblará el encanto Con. mirada de llanto Y el nuevo sol no bajará á Occidente. A una unión imposible nos convida. EL ALBUM DE LA MUJER 175

Cerca nos veis vosotros, y del cielo, Doña Clara sostenía un diálogo sobre asuntos religiosos con dos ancianos El azulino velo contertulios que había aquella noche, y Mario debatía con Victorina la siguien­ Separa nuestro amor que amores pide, te cuestión ;;; . Y este llanto de luz, que nunca cede, —No puedo admitir lo que supones, decía Mario muy contristado y aunque Salvar apenas puede El espacio sin fin que nos divide. fuera cierto, ese no es obstáculo á nuestro enlace.

Callaron las estrellas.—Os comprendo, —Su padre me encargó velar por su ventura, y si Nieves te ama, renun­ Respóndales sintiendo ciaré á tu amor; me parecería no cumplir fielmente lo que prometí á mi ma­ Humedecer sus lágrimas mi frente; rido. Os parecéis á mi, que sufro y ¡loro, —Nieves es incapaz de sentir el amor que, tú crees, se distrae con el pri­ Que' un imposible adoro, mero que se le presenta; además, aunque yo no te amara, jamás podría acep­ Y que debo adorarlo eternamente. tar á una mujer como Nieves. ,, Os parecéis á mi alma, que en su anhelo ?-Pero mi deber me ordena no unirme á ti hasta que ella se coloque; yo En vano tiende el vuelo estoy en lugar de madre, y debo cumplir la misión que me impuse. En pos de otra alma cuya luz recibe; También, como vosotras, el destino —Casada conmigo podrás llenar igualmente tu misión. Me ha negado el camino —El mundo me censurará.si sabe que Nieves te ama; y yo soy muy débil De un corazón que sollozando vive. para arrostrar la opinión. —No te ocupes más de este asunto. Ernesto León Gómez. Colombia, 1887. Seria chistoso que después de habernos sacrificado por el honor y el deber, concluyéramos por ser victimas del capricho de esta tontuela. El amor no se alberga en almas tan raquíticas como la suya, y aunque así fuese, que se guar­ de su amor. DE «EL ALBUM DE ELLA.» ¡ Desdichado él sér que se úna á ella: se suicida á los tres meses! Sus comedias y falsas lágrimas.me encontrarian insensible; sé á qué ate­ Gomó esos, gritos que en los labios mueren nerme respecto á esa infame mujer. En las supremas crisis’del quebranto, Tu pureza de pensamiento no puede comprender, su mala intención. Asi en mis versos enmudecen torpes Yo me entenderé, con ella; no la compadezcas, que no merece tú compasión. Las notas varoniles de mi canto. . Pocos minutos después salieron juntos del palacio el poeta y el vizconde. Sí, de mi canto. Siento en mi cerebro Mario le puso al corriente de cuanto sucedía, y Alberto le contestó: Las estrofas vibrar de mis amores, —Puede Victorina desechar esos delicados temores; he empezado á galan­ Rugir las olas de pasión violentas Agitadas por vientos bramadores...... tearla, y ella me ha-dado grandes esperanzas. Te prometo dedicarme á enamorarla con el objeto de que no os moleste. ¡Y busco el verbo y la palabra vuela! ¡Rebelde eterna que no venzo nunca! Si se entrega, la tendré hasta que me canse. Después de todo, no corro Comienzo apenas la entusiasta estrofa peligro alguno; á ella no le gusta el himeneo; para querida no me desagrada, Y mi palabra se enmudece y trunca. es muy joven y hermosa, y. concluirá por inflamar mis sentidos. Yo, que el vuelo del águila quisiera Alberto se acostó dominado por las ideas y proyectos que había comunicado Para subir á la celeste cumbre á su amigo acerca de Nieves. Donde se enciende la palabra humana Del genio soberano con la lumbre; X

Yo, que ambiciono que mi* canto un día ,—Es preciso que no permitas esas libertades al vizconde, decia la joven El cóncavo infimto repercúta, viuda con cariño á Nieves. Y que señale al hombre degradado En los espacios luminosa ruta; —Es muy alegre su carácter, y me agrada mucho que lo sea. —No es esa la cuestión: tú le permites confianzas que te perjudican. Yo, que quisiera coronar tu frente Con los eternos lauros de .la fama, — Yo no estudio mis acciones., Vivir contigo la infinita vida —Una joven debe medirlas siempre. Con que la historia á la grandeza aclama.... —No hago nada gravé. ¿Yo? Vivo eternamente encadenado —Más de lo que tú creps; tienes unos modales muy desenvueltos, un len­ ' A la merced del buitre del deseo, guaje libre, lúbrico, y ésto te hace descender en el concepto de las personas Y sin haber robado del Olimpo . sensatas. Aquel fuego inmortal de Prometeo. > —Yo no quiero más opinión que la de Alberto. Manuel González (hijo). —Tienes muy poco mundo, Nieves. El hombre que hoy te halaga solici­ Guanajuato, 1887. tando esas vergonzosas concesiones, te despreciará en seguida que hayas apa­ gado su deseo. El amor de.los sentidos es muy fugaz. ¡Desgraciada la mujer que inspi­ VICTORINA Ó HEROÍSMO DEL CORAZÓN. ra amor sensual 1 —No me agradan los amores melancólicos y etéreos: no estoy por el pla­

NOVELA ORIGINAL tonismo. . de Concepción Glxneno de Flaquer —Te suplico que seas más modesta, la modestia debe ser la primera vir­ tud de una joven, la modestia nos hape simpáticos y apreciables. (Continuación.J Al sexo femenino el arrebol que mejor le sienta es el del pudor, el perfume Sus salones no estaban tan concurridos como de costumbre; los que los fre­ que le hace más grato es el de la modestia. Una joven debe ser modesta viole­ cuentaban con pretensiones amorosas fueron desapareciendo al cerciorarse de ta y no arrogante dalia. los amores de Victorina con el laureado poeta-pintor. La dalia no tiene perfume, la contemplamos un momento y pronto la aban­ Nieves había perdido gran número de sus adoradores. donamos, quedando deshojada y perdida entre la arena. La violeta nos encanta Cuando llegó, Victorina la presentó en sus salones como una amiga; mas con su perfume y la guardamos mucho para que éste no se evapore. los jovenes del beau-monde quisieron averiguar quién era, y Mario, agobiado , .■—Para predicador es usted la única, Victorina. por ellos, les puso al corriente de su infausto nacimiento. —No puedo ver con impasibilidad recorras las sendas que conducen á un El orgullo les hizo abandonar á la expósita. abismo sin fondo. Si no me escuchas, te perderás. Alberto se aproximó á Nieves y conversó con ella toda la velada, simpati­ —Bueno, déjeme usted, quiero perderme á gusto. zando mucho con sus ideas ligeras y atrevidas y con su desmesurada audacia. —,Si. no hubiera prometido á tu padre velar por tí, me desentendería de 176 EL ÁLBUM DE LA MUJER

cuanto té 'concierne. Eres una joven mal educada, altanera, despótica é inmo­ oscurantistas, esos.animales lucífugos,:me inspiran compasión. El que huye de ral; tu ruina es inevitable. ’ ’ la luz, es que la teme,, porque necesita ocultarse de ella. —¿No encuentra usted más dicterios? Pronto se agota su facundia? —Mis ideas convergen con'las tuyas. ’ —Observa qué me voy cansando dé tus descaros. —Sí; tenemos muchos puntos de contacto, y como dijiste tú, «somosdos —Y yo de oir á usted cual un misionero. lirios del mismo tallo.» —¡Algún dia llorarás y querrías fuera yo tu paño de lágrimas! —Tu alma está á la altura de la mía, tu inteligencia más alta, querido Mario. — ¡Qué ilusión! Yo no la necesito á usted para nada! —No admito ésto: yo me veo muy pequeño ante ti. —Pronto lo has dicho. —Porque me amas, porque eres muy humilde y modesta. —Estoy deseando que llegúele! dia de la lectura del testamento, y cuan­ —Mucho te amo, pero no me ofusca el amor; te concedo lo que el mun­ do sepa las disposiciones de mi padre obraré como más me acomodé. . Quiero do, inteligente y apto te concede. ' emanciparme. — ¡Cuánta indulgencia! —Dios vele por ti; he perdido las esperanzas de tu enmienda. —Tú eres un sér que no se parece á nadie; uno de esos séres que bri­ —No quiero cuidados de Dios y sus santos, yo me cuidaré, nadie me ama llan con largos intervalos. Eres un sér perfecto. cual yo misma. Lo demás son mogigaterias: jamás me han gustado las beatas. : —Observa, Mario, q^no hay nadie que lo sea. •—Las beatas tienen mejor vida y mejor muerte que las impías. ■ —En ese caso eres el Sér. más próximo á la perfección. — ¡Que siga cada una el camino que más le seduzca: —Ni ésto admitoi —Te prometo no hacerte más reflexiones. — Me enfadarás ¡si no transiges con lo qué tan justo es. —Lo agradeceré. ' —Será forzoso transigir: te has empeñado en alzarme up ¿pedestal,,y yo Nieves, distraída con el vizconde, había cesado de atormentar á Victorina; no puedo sostenerme en él.por más que lo desee. y ésta se entregaba de nuevo á su amor puro y elevado que resistía á mil Con­ —Mi amor te sostendrá. trariedades y desventuras. —En él fío. ‘ El poeta-pintor empezaba á proyectar para el porvenir. —¿Me amas mucho tú? , Una velada en qué Nieves hablaba muy entusiasmada con el vizconde, Ma­ —Mi amor es inconmensurable,"infinito, inmortal; los latidos que mi cora­ rio decía á Victorina: zón te consagra serian más difíciles de contar que las estrellas. —Ya la suerte no puede oponerse á nuestro enlace; la lucha terminó; ha Continuará. llegado la hora del vencimiento, el momento de recibir el premio. —¿Qué ha sido de la madre de Cándida? —Vivé en Granada, yo le pago su manutención y la de la mujer que la EXPLICACIÓN DE LAS ILUSTRACIONES. cuida. 7—No olvides nunca ese sagrado deber. —Mi intención es no olvidarlo. La Reina de Inglaterra y un principe africano.—La religión es necesa­ Verás cuán placentera se deslizará nuestra existencia, convencidos de que ria á todos los pueblos,'porqué está'basada en la mófál, siendo la inoral más perfecta la que se encierra en el Cristianismo. Por este motivo él Occidente ha superado al Oriente, hemos ganado con nuestros sufrimientos la dicha que gozaremos. Tanto pla­ de donde vino antes la civilización,' y no es extráníLque al regalar María Victoria á un cer, ventura tan grande, la! deberé á tu constancia y al heroísmo de tu corazón. príncipe africano un ejemplar aé la Biblia, le manifestará qué la grandeza de Europa y — No hay én la vida más’felicidades, no hay dichas más verdaderas que el germen del progreso^ de la moderna civilización, se debía á los grandes preceptos las alegrías del alma. y sabias leyes que encerraba aqtíéllibrojj' ? — ¡Los goces del corazón, suaves,;puros y tranquilos, nos indemnizan pró­ General Manuel González Cosío, Presidente del Ayuntamiento de México. —No sólo en la esfera científicaes donde ha ibrillado el Sr.1González Cosío, pues tam­ digamente de los pesares con que el hado fatal nos aflige y amedrenta. bién como soldado dió pruebas de pericia y valor en diferentes guerras, batiéndose de 1 ■—No hay dicha superior, ni soñado placer igual á la dulzura de vivir eter­ una manera bizarra. Su patriotismo, le hizo sufrir duras penas, que el gran temple de su namente contigo. alma le hizo arrostrar, pues antes que doblegarse ante el invasor, prefería la muerte. —¿No temes que el hastío llegue á hacer alguna vez su presa en tí? Ha sido Gobernador de Zacatecas y Diputado en diferentes legislaturas; Prefecto de Ta- —Jamás. Posees belleza moral, física é intelectual. Es encantador lijar la cubaya, Jefe de la Sección Ia de la Tesorería General, y hoy pertenece al Senado y des­ empeña con inteligencia y probidad el difícil cargo' de Presidente del Ayuntamiento de vista al abrir nuestros ojos en un sér amante que nos' comprenda con una mi­ México, para el cual ha sido réelegidó. " rada, y que adivine nuestros pensamientos. La inteligencia es el mejor dón Alfonso Lancáster Jones, Dipuiadoál'Gongresó de la Unión.—Conocidas son de los múltiples que ba repartido el Hacedor. las altas cualidades-que‘distinguen'á este Diputado jaliscieñse. Hábil político, entendido Una mujer bella con talento es un sér ante el cual se debiera postrar el jurisconsulto, inspirado/poeta y elegante orador*, ha’ representado en distintas ocasiones mundo entero.1 Tú, Victorina adorada, eres una criatura superior á los más ex­ á su país natal, demostrando'el amorque Je, tiene. Los conocimientos del Sr. Lancáster presivos elogios: aunque hubieras sido fea, tu inteligencia, que tanto ilumina hicieron que fuera designado para el arreglo de la representación de México en la Expo­ sición de Nueva Orleans. Es miembro, de .varias, corporaciones extranjeras y socio de tu semblante, hubiera hecho que te encontrara hermosa: ¡El dominio dei mun­ muchos .círculos científicos y. literarios del país, abogado consultor del Banco de Londres do pertenece ál talento !. y de la Cámara de Comerció-. No hay soberanía que pueda compararse á la soberanía de las reinas de la Francisco Gochicoa, Director General de Correos.—Este distinguido mexica­ inteligencia. no es tan hábil como sagaz político. Pertenece ál partido liberal, siendo tan leal en sus —Sin embargo, he Conocido hombres- que buscaban' mujeres de.cortos al­ compromisos de partido como honrado, pues ha salido pobre de los altos puestos que ha ocupado.' Comenzó su carrera en 1854,. y en el año siguiente fué comisionado para que cances. organizarais oficinas del Ayuntamiento, en donde había completa,desorganización; en —No tienen que buscarla mucho; las mujeres tontas están en inmensa ma­ 1858 fué Subsecretario de Hacienda en la Presidencia del benemérito Juárez, siguién­ yoría. Dios, tan generoso para concederla hermosura á la mujer,'há'sido dole constantemente en todas sus péripecias’políticas. En 1882 formó parte, con los se­ avaro para Otorgarle el talento: por eso domo andais tan-escasas-las mujeres: ñores Saavedra y Nava déla Comisión de reformas al sistema postal, de la cual resultó inteligentes, al encontrarte yo en mi camino te lie consagrado un culto fervo­ ■ el Código vigente que comenzó á regir en Io de Enero.de 1884, habiéndose recibido dicho Sr. Gochicoa de la Dirección Generar de’Correos, en 2 de Febrero de 1885. Ha roso. sido.'muchas veces-Diputado al Congreso de la Unión, y hoy representa un distrito del Los hombres que quieren una mujer sin claro criterio son insensatos, es­ . Estado de México.. túpidos ó malvados. Son malvados, porque buscan una mujer ciega para que El Profeta Elias alimentado por los cuervos.—-Este Célebre Profeta he­ no vea por qué senda caminan; son estúpidos, al comprender que marcha á breo incurrió en desagrado; dé Acab y Jezabél, reyes de Israel, por haber combatido el pique la fortuna de una familia si se le entrega á una torpe la administración culto fenicio de Baal, al cual.consagró lá reina cuatrocientos falsos sacerdotes, poniendo de los intereses, y son unos insensatos al esperar orden y gobierno bajo la íotcos; tantos'en los bosques sagrados para el¡cultp..de los ídolos mientras meditaba el ex- disciplina de un sér mecánico que se mueve y se agita sin saber á qué impul­ ' terminio.de los verdaderos profetas. Pero ni lisonjas ni amenazas pudieron imponer si­ lencio á Elias, que tronaba Contra los desórdenes del rey y de la reina y contra la inhu­ sos obedecen sus movimientos. mana impiedad del cuitóde Báal; tanto- pilé él pheblo, sublevándose* mató á los sacer­ — Tienes razón, la ceguera intelectual es horrible y de funestas conse- dotes profanos. Perseguido refugióse; en un desierto, dondé Dios quiso, premiar sus , cuenpias. ’-virtudes'enviándole'únéu'ervo¡encargado de llevarle .alimentos. Murió 880 años antes — Yo quiero luz ante todo; los retrógrados, los enemigos del progreso, los dé la;veñida.de:Jesucristo. .