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POESÍAS COMPLETAS1

DE

JUAN DE DIOS PEZA

CON PRÓLOGO DE

MANUEL G. RE VILLA

Unica colección autorizada por el Autor

RECUERDOS Y ESPERANZAS

Di LA

•"»orrson. ofr C.NTO _ PARÍS CASA EDITORIAL GARNIER HERMANOS-

6, RUE DES SAINTS-PÉRE3, 6

32300 Affisso

BIBLIOTECA ;

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: V, 3 /Zi- PROLOGO

La poesía es útil, porque el arte de igual modo que la industria y que la ciencia es necesaria al hombre. Si la una le ministra los mil objetos para (y los usos diarios de la vida, si la otra le descubre las verdades que han de alumbrar su entendi- miento, el arte le proporciona grato y honesto solaz elevando su espíritu á la contemplación de lo bello. El ánimo fatigado por la cotidiana labor, anhela y necesita descanso, y la contemplación de las cosas hermosas de la Naturaleza tienen virtud de proporcionárselo recreándole. Un campo ameno, la claridad de la luna, el canto de las aves ó cualquier otro objeto semejante, poseen para desembarazar de fatiga á quien los contempla; por eso instintivamente se buscan. Mas las obras del arte que representan é interpretan la bella Naturaleza y. que muchas veces tienen mayor

POESÍAS COMPLETAS. — TOMO III. a fuerza atractiva que esta misma, por ese algo oue De las manifestaciones artísticas producidas por el verdadero artista sabe poner en sus producciones medio del mármol ó el bronce, el lienzo, el sonido y que en vano se buscaría en la realidad, en otro y la palabra, alcanzan mayor importancia las campo que no sea el del arte, por lo común últimas, ya por ser más amplio el campo de acción causan mayor encanto, producen mayor solaz; de que la palabra dispone, ya por tener ésta mayor y ese noble deleite, da la razón de su ser, al par fuerza de expresión que los otros medios. Multitud que patentiza su utilidad. Satisfacen una necesidad: de asuntos que se niegan á ser tratados por la el recreo. Con él renuevan el gastado vigor del escultura, la pintura y la música, no solamente espíritu, poniéndole en aptitud de tomar de nuevo con facilidad los maneja la poesía, sino que les da la dejada labor. Dan la frescura del trabajo, que extraordinario desenvolvimiento. Á esto agréguese dirían los economistas. su poder para herir la imaginación, el sentimiento Ese desinterés, esa generosidad que algunos y aun la razón, y fácilmente se comprenderá cómo designan como característica calidad del arte y de excede en importancia á las demás artes bellas, la cual han concluido su inutilidad (i), no es sino y cómo el drama, la novela y la lírica imperan en timbre de su elevación, de su nobleza; habiéndose el gusto de nuestros días, imperio que no com- llamado por eso mismo á sus distintas ramifica- parten más que con la música, pero unida á la ciones artes liberales, en contraposición á las de la poesía; claros indicios todos, de que ésta está bien industria, de rastrero vuelo, pero de no mayor distante de ser cosa superflua. Ni se comprende utilidad que las primeras ; entiéndase, cada cual en cómo el discreto Platón pudo haber estimado por su propia esfera; y así se explica que, en un siglo conveniente que á sus cultivadores se les desterrase eminentemente utilitario como el nuestro, hayan de su ideada república coronándolos de rosas, sino prosperado las bellas artes por extraordinaria es atendiendo á que la dicha república no estaba manera. de lo mejor organizada; opinión que se confirma al ver que nunca fué planteada en la práctica, ni (i) V'alera, La Metafísica y la Poesía. Polémica con Czm- poamor. aun se intentó siquiera llevarla al terreno de la mundo oculto en los repliegues de su propia alma, realidad. Más acertado habría andado, sin duda, ha de ser más sincero, más veraz que no el dra- el íiiósofo ateniense, si el ostracismo que ordenara maturgo y el novelista, creadores de personajes contra todos los poetas, lo hubiese limitado á los que debiendo ser distintos del poeta, son frecuen- malos, y en esta vez negándoles naturalmente la temente multiplicaciones de él mismo ó entes de corona. razón privados de toda vida, de toda conmovedora Admitida la innegable importancia del drama, verdad. Á la lírica es dado revelar las intimidades Ja novela y la lírica, ramas del arte de la palabra del corazón, manifestar los propios dolores; ella que por igual todas tres se dividen el imperio del inspira al músico sus melodías, celebra las hazañas, moderno gusto, no cabe negar que aunque no en enaltece á los héroes, despierta y enardece el entu- todos, en ciertos puntos aventaja la lírica al drama siasmo, comunica en himnos con el Creador; en y la novela. Á aquél, en cuanto que se basta á sí ella sólo puede caber el más eximio lenguaje, y sola sin tener que ayudarse de la mímica ni las ella puede, en suma, franquear los últimos confines decoraciones ; á la novela, por tener el comple- de la idealidad. mento de la poesía, que es la rima, ó si se quiere, Abierta á la variedad infinita de sus asuntos, la perfecta medida rítmica que no posee la prosa, aun los más contrarios, pudiendo expresar las lenguaje musical que deleita el oído, que convierte luchas y las pasiones del individuo y de la socie- la materia bruta de la palabra en armónica y divina, dad ; apta para reflejar las ideas, los intereses, los y que salva al pensamiento que de ella se reviste, ensueños de la época en que vivimos ; capaz de de la decrepitud, librándole de las variaciones á que contener toda la verdad humana, la lírica que con- incomparablemente está más sujeta la prosa. mueve nuestra alma y remueve nuestros afectos, Excede á ambas, ora en la brevedad con que puede es por eso sentida, apreciada, enaltecida en nuestros tratar sus asuntos encerrándolos en la sobria con- días, quedando al propio tiempo relegados al cisión de sus estancias, ora en la verdad de la olvido, ó poco menos, otros géneros literarios que expresión de ellos; pues siendo el poeta lírico ¿ como la bucólica, la tragedia clásica y la épica pura, mismo que habla, y que expone y que sac* e. etc., dicen poco al espíritu ávido de sentir hondo, ' bajo la dirección del célebre hombre de letras y que por eso mismo quizá tienden á desaparecer, don Ignacio Ramírez, conocido más generalmente por más que lo contrario sostengan escritores más con el nombre de « El Nigromante », que le tuvo provistos de buena voluntad que de razón. Así se especial afecto. En aquellas aulas comenzó á reve- explica el gran florecimiento que la lírica alcanza lar sus dotes poéticas y á formar sus ideas políticas en la edad-presente, habiendo merecido que con tal que han sido las del partido liberal y republicano, denominación la hayan apellidado algunos escri- habiéndole dejado su padre en esta materia obrar tores en contrapuesto parecer con quienes sin con libertad entera. motivo fundado para ello, la han acusado de Terminados sus estudios preparatorios y sintién- sobrado prosaica. dose inclinado á seguiO r la carrera de la Medicina,' Sin embargo de ser numerosos los poetas líricos ingresó en la escuela de dicha facultad. En ella modernos, pocos han sido los que, como el autor conoció al malogrado poeta Manuel Acuña, con de las obras á que estas líneas preceden, han sabido, quien trabó amistad estrecha que le proporcionó por consciente ó inconsciente manera, hallar un venero de inspiración tan nuevo, original y atrac- ocasión propicia para desarrollar sus aficiones tivo. poéticas. Triunfante el partido republicano, el general Nació Juan de Dios Peza en la ciudad de Méjico Peza tuvo que sufrir el destierro, y como conse- el año de 1852, y fué hijo del General del mismo cuencia, su hijo, careciendo de lo más preciso para nombre, que figuró en prominentes puestos públicos la vida, y cuando ya casi estaba para terminar su durante el imperio de Maximiliano. Privado por carrera, abandonó los estudios médicos aceptando la muerte desde la más tierna edad, de los cariños el puesto que se le ofreció en la redacción de un maternales, su padre hubo de extremar su ternura, periódico. Desde entonces dedicóse á trabajos pero al mismo tiempo le procuró esmerada educa- periodísticos, formándose él solo, y creándose á ción. Hizo sus estudios serios en la « Escuela más, una reputación literaria no sólo con sus artí- Preparatoria » de la Capital, donde cursó literatura culos, sino con las poesías que comenzó á publicar. Siguió trabajando sin descanso hasta que en 1876 fué nombrado Secretario de la Legación de su patria que en toda la América española, se han Méjico en Madrid, á donde partió poco después de hecho varias ediciones, pero sólo la presente auto- haber contraído matrimonio. En la capital de rizada por su autor. España trató á los más distinguidos literatos de ¿Qué es lo que avalora las composiciones del aquella nación, cultivando especial amistad con señor Peza ? Impulso genial hale llevado á tomar por Grilo y Selgas; y á su iniciativa y empeño debióse tema de su inspiración un asunto sencillo, delicado la publicación de « La Lira Mejicana », escogida y de una casta belleza: el niño. ¿ Qué otro puede antología de los poetas contemporáneos de su excederle en poesía ? Botón de rosa en cuyos mis- patria, antes desconocidos casi por completo en teriosos repliegues guarda el perfume de la ino- el extranjero. cencia, nada hay como el niño que brinde al arte con más suave hermosura, con placidez más De regreso en su país después de haberle servido risueña. Y si comprendiendo el tesoro de los algunos años en el puesto que dicho queda, tuvo encantos que su cuerpo encierra, han sabido que experimentar y sufrir con levantado espíritu explotar las artes plásticas esa riqueza, ¿ cómo la inmensa desgracia que ha dejado huérfanos á habían quedado ocultas para la poesía las gracias sus tres hijos, Concepción, Margarita y Juan, y de su alma, no tocándose este asunto sino por tal que al poeta ha hecho arrojar contra la prevarica- cual poeta y por mera incidencia, casi dejándolo ción no « las piedras de Judea, sino el dardo de su pasar inadvertido ? Así es cómo le dedican una ó desprecio ». Estimado y querido por cuantos dos de sus numerosas composiciones la Avellaneda, tienen ocasión de conocer su exquisito trato, Pesado, Collado, etc.; rozando el asunto y que- desempeña hoy con beneplácito de los infortu- dando como velada para ellos su riqueza. El mismo nados, el puesto de Director de la Beneficencia Víctor Hugo que siempre fué inclinado á hablar de Pública del Distrito Federal, siendo al mismo la niñez y á la que dedicó en sus novelas lindas y tiempo diputado al Congreso de la Unión. sentidas páginas, es débil en extremo al tomarla De sus obras leídas con avidez, lo mismo en por motivo de sus versos; pudiéndose afirmar sin a. temor de equivocarse, que era ese un campo sin pensamientos sin interés; otros relativos á la edad segar hasta el momento en que á Peza fué dado primera, mezclados con las desconformidades del entrar de lleno en él á recoger granado fruto. poeta con el dogma católico, que están pidiendo Puede, por lo tanto, considerársele autor de un volumen diferente; casi todo ello expresado en género nuevo y poeta en el sentido estricto de la alejandrinos pareados que por lo solemne y monó- voz, esto es, creador. tono, se prestan poquísimo á servir de envoltura á Peza no canta al niño en abstracto como lo hiciera ideas ligeras y con propensión á lo delicado y gra- Víctor Hugo en los versos de su primera época cioso. Á las poesías del Arte de ser abuelo princi- que les dedicó, y los demás poetas que hemos palmente, les es aplicable aquello de que « el citado, sino á sus propios hijos; y con aquel afecto pabellón salva la mercancía », pues si en vez de ir y aquella turnura ingénitos en el hogar de su con el salvo-conducto del nombre del gran poeta patria, y siempre reflejando la realidad, la verdad, francés, hubiesen ido firmadas por autor descono- huyendo de vagas generalidades é interesándonos cido, es más que probable no le hubieran sacado constantemente. Los versos del poeta francés que de su modesta oscuridad. Túvosele á bien á quien más podrían sostener comparación con los suyos, se había mostrado vigoroso y terrible (y muy ins- son los comprendidos en L'Art d'être grand-père pirado) en Les Chdliments que hubiese querido pro- que Víctor Hugo consagró á sus nietos Georges y barse en las delicadezas de la ternura. Mas de esto, Jeanne ; pero si una lectura atenta y libre de toda á que alcance igual mérito en unas y otras compo- preocupación nos consiente fijarnos en ellos, siciones, media gran distancia. De las dedicadas á podremos advertir cuán distantes están en mérito sus nietos hay una que otra, aquella, por ejemplo, de los del bardo mejicano. En efecto, nótase en en que refiere el castigo del pan seco impuesto ellos cierta marcada vaguedad, generalidades que á Juana, que no carece de gracia; pero que guar- dicen poco, salpicadas de tal cual rasgo tierno que dan con las de Peza, la relación de un simple si resalta, es por estar en aquel conjunto incoloro ; esbozo con un cuadro provisto de todos sus colores los mismo temas con pocas variantes, numerosos y claro oscuro Para encontrar algo más semejante á las com- de verdad y exentos de frías vaguedades retóricas, posiciones de nuestra poeta, hay que ocurrir al nos interesan por extraordinaria manera, identi- primer canto de Los Grandes Problemas, más bien ficándonos al leerlos con su autor. que al Trompo y la Muñeca de Campoamor, y á Sabe elegir discreta y atinadamente el argu- Maruja de Núñez de Arce. En aquél píntase esa mento de sus composiciones, tomándole de los natural curiosidad de la niñez ante lo desconocido juegos infantiles, de las gracias, reyertas, curio- (que para ella lo es todo) formulada en preguntas sidades naturales en la edad primera, y lo desa- que hacen enmudecer, no á la experiencia humana, rrolla con aquella sencillez y verdad que al par del á la sabiduría misma; al paso que en el último artista revelan al observador perspicaz. Sus cuadros poema se retrata con mano vigorosa, el candor, las de familia están pintados con las tintas de la rea- travesuras, el infortunio de esa misma niñez; todo lidad; pero realidad bella, porque el poeta huye de lo cual, deja sin embargo, incólume la originalidad lo feo y lo vulgar. Con los juegos y delicadas de nuestro poeta, habiendo él solo entrado de ocurrencias de los niños sabe él ir entretejiendo lleno en un terreno al que otros no han hecho sino pensamientos serios, profundos y filosóficos, que acercarse, puede decirse, con timidez. al mismo tiempo que forman grato contraste con Canta á sus propios hijos; así es que el sen- lo ligero de otros pasajes, hacen meditar al lector timiento expresado tiene que ser necesariamente impresionándole unas veces ó dejando en su alma, más personal, más verdadero, más hondo, más otras, una suave melancolía. Lo fugitivo de las lírico, por consiguiente, que si tratase del niño en encantadoras gracias de la edad tierna él lo ha abstracto. Ha tenido el poeta que sufrir amargos hecho duradero fotografiándolas para siempre. dolores, ha tenido que vencer grandes dificultades Realzan el mérito de estos versos la elevada en el camino de la vida, y en sus hijos, privados moral de que algunos están sembrados. Por demás de otras caricias, ha reconcentrado toda la ternura sabido es, aunque haya quien lo contrario piense, de que el corazón de padre es capaz; por esto sus que no es requisito necesario para el arte que lleve versos impregnados de sentimiento, palpitantes precisamente fin moralizador, bastándole que XXII PROLOGO

realice la belleza, puesto que la mayor parte de las que como expuesto queda, ha desarrollado con producciones artísticas son de carácter indiferente, naturalidad y verdad sumas, parecía que, ya por esto es, ni buenas ni malas en el terreno de la el mismo asunto, por excelencia realista, ya por la moral, y que otras no por su desconformidad con manera de desenvolverlo, sin apartarse de la escru- ella, dejan de ser bellas, como lo son, por no citar pulosa exactitud de los detalles, hubiera caído en más ejemplos, los cantos de orgía de Byron ó el lo prosaico y vulgar; pero lejos de incidir en el Himno á Satanás de Carduci. Pero aun aceptado prosaísmo, halo esquivado con acierto, mante- que al arte no le incumt e sino producir la belleza, niéndose constantemente en la debida entonación cuando en alguna de sus obras, ¿egún acontece en poética. Pagando tributo al gusto de la época en el caso presente, se encuentra reunida á la belleza que vive, que, aunque ecléctica, propende, al la elevación moral, no cabe duda que la última realismo, el poeta en estos versos es realista, pero realza á la primera; siendo de advertir, además, realista de buen tono, esto es, sin las exageraciones que muchas veces en el propio hecho moral está déla escuela. Es realista, en cuanto que copia con la belleza, confundiéndose entonces lo bueno con fidelidad la naturaleza observándola directamente, lo bello. Tal sucede con la acción de quien prefiere á diferencia de aquellos que la toman de los libros; la muerte á la deshonra, del que da la vida por la es realista, en cuanto que prescinde de la imitación patria ó del que con ánimo varonil arrostra los servil de los modelos consagrados, para entregarse infortunios. Y pocas cosas habrá tan bellas estéti- á su inspiración propia y espontánea; lo es, final- camente hablando y prescindiendo de más elevado mente, en cuanto que no desdeña, antes se com- punto de vista, como el Sermón de la Montaña. place en ellos, asuntos sencillos y de la vida iJor eso decimos están engalanadas ciertas compo- común y en ciertos pormenorizados detalles de la siciones del autor con pensamientos de exquisita realidad evitados por los idealistas; habiendo moral y que cuadran, por otra parte, perfecta- logrado él en la poesía lo que para muchos escul- mente con el carácter de . tores ha sido un imposible, esto es, dar formas En los asuntos familiares que ha escogido, y artísticas con el traje moderno. Si bien es cierto que en los cantos del hogar, á Esta última nota de su lira es otro titulo de su los que se circunscriben las observaciones prece- originalidad. El recuerdo de la lucha tenaz em- dentes, es donde particularmente se manifiesta la peñada entre la metrópoli española y la mayor originalidad de Peza y su individualidad literaria, parte de sus colonias de América, que dió fin con no es esa la única cuerda de su lira; otras hay en la emancipación de éstas, había estorbado por que se revela su privilegiado numen y en las que, largo plazo franca y duradera reconciliación entre ora canta las doradas ilusiones que alumbran la pueblos propiamente hermanos y que comparten entrada de la vida y que en breve se extinguen comunes glorias. La reconciliación llevada á cabo para no volver; ora el grato asilo que ofrecen el en el terreno diplomático, no bastaba; era preciso campo y la amistad sincera al que herido en las algo más que brotara antes del corazón que de las luchas del mundo á su abrigo se acoge; cuándo las conveniencias de Estado. Y aun cuando en Méjico dulces y vivas memorias que la patria ausente de tiempo atrás venía dejándose sentir un vago despierta en su clima, sus aves y sus bosques; sentimiento de simpatía hacia la vieja y hazañosa cuándo la vetusta casa donde se pasó la primera España, nadie le había dado cuerpo y expresión juventud y que se encuentra abandonada y de- poética, la más estable que puede tener un pensa- sierta; ya maneja el gracejo felizmente en Un miento ; y Peza ha tenido éste, al par que privilegio, Consejo de Familia; ya expresa con honda amargura noble atrevimiento, seguramente no bien mirado el negro pesimismo en Reír Llorando ó roba la por aquellos pocos espíritus reacios y de mirar nota terrible á Juvenal para lanzar imprecaciones arcaico que todavía ahora, olvidándose de la candentes en La Adúltera; bien encumbra el España de las Casas, Gante é Isabel I para no vuelo y ensalza en concisas y rotundas estrofas á ver más que la España de la Conquista, se desatan Garibaldi, ó desbordando en exuberancia de en diatribas hacia la que, quiéranlo ó no, fué colores, canta las muertas glorias de la ciudad de generadora de su nacionalidad. Como indirecta Toledo, ó bien, finalmente, celebra la fraternidad protesta contra tal proceder dice bellamente el entre Méjico y España. poeta mejicano dirigiéndose á España : Entre tus dones heredé tu lengua abundancia de lugares comunes; defectos de que Y nunca la usaré para insultarte. se libran muy contadas, aquellas que como Nieve de Estío y Su Última Carta (de factura campoamo- Expresión feliz en la cual dase á entender que si riana) no carecen de brillantes rasgos. Pero en lo el poeta renagara de España, el mismo idioma general tratándose de estas composiciones diríase (símbolo de toda una herencia de cultura) de que que el autor no siente lo que dice, y que si la para ello tendría que valerse, protestaría contra su nota amorosa no falta en su lira, es sin embargo acción. Son varias las poesías que á dicho asunto la menos sonora y vibrante. Á más, la forma consagra, todas hermosas, todas inspiradas, si bien adolece de bastante descuido particularmente en entre ellas sobresale la que lleva por título Méjico las de la colección que lleva por título Horas de y España; en la cual celebra las glorias de ambas Pasión. naciones. Posee asimismo algunos interesantes romances, Si el estro se manifiesta en todas las composi- no exentos de ciertos prosaísmos y difusión, ciones á que hasta ahora se ha hecho referencia, inspirados los más de ellos, en nuestra guerra de no sucede lo propio en las poesías amatorias del tres años, y en la de la intervención, en los cuales autor. Peza, estrictamente hablando, no es poeta se refieren esos sublimes rasgos de los héroes, no erótico. Al expresar el amor parece que la inspira- registrados muchos por el severo escrúpulo de la ción le fallace. Cosa singular; esa pasión, fecundo historia, y que el poeta debe sin embargo recoger é inagotable tema que ha hecho producir bellísimas de la tradición é inmortalizar en sus cantos. poesías á casi todos los poetas líricos, no sugiere Por lo que al estilo mira, distingüese el del en él ideas nuevas ni ardorosos sentimientos. autor por la claridad, facilidad y fluidez de las Buen número de composiciones de este linaje han cláusulas, si bien en ocasiones desearíase mayor salido de su pluma, excediendo en mucho al de unidad en la estrofa. No se busque en aquéllas ni los otros géneros; mas adviértese en ellas carencia atrevimientos de hipérbaton, ni insólitos términos, de novedad, ó falta de interés en su desarrollo y ni rebuscadas perífrasis. La llaneza, la naturalidad, son sus notas dominantes. La rima es rica sin ser rebuscada, con frecuencia, sonora. éste, sin duda, débese no sólo el oro de baja ley El metro á que da marcada preferencia es el en- que se halla en la colección de sus obras, donde decasílabo formando cuartetos, habiendo hecho no escasea la quincalla literaria, sino el que sus con los serventesios Peza lo que un crítico dice más granadas composiciones vayan con la nota de hizo con la estrofa de seis versos Núñez de Arce, algún descuido. Si él castigara sus obras y escri- esto es, apropiársela por derecho de conquista. biera menos, alcanzaría mayor brillo y perfección. El endecasílabo que por la flexibilidad suma de Para su gloria de lírico bastóle á Manzoni con seis que está dotado, se presta á los más variados tonos, Inni Sacri y su oda á Napoleón, y un madrigal ha podido emplearlo sin caer en monótono, en libró para siempre del olvido el nombre de Gutierre gran número de sus composiciones y aun de índole de Cetina. diversa. Sírveles á otras de vestidura el octo- Tan importante como la idea es la forma que la sílabo, ya formando redondillas, ya décimas,, y reviste; y pecan por igual contra el arte y merecen manejado por el autor con igual soltura que el igual censura, así aquellos que por tener inspirados endecasílabo. Sus décimas son fascinadoras por lo conceptos desdeñan la corrección de la forma, bien cinceladas; sonoras, musicales, y á veces como los que desprovistos de inspiración, hacen grandiosas por el pensamiento que contienen; al correctísimos versos. No basta tener numen, no paso que en sus redondillas es de notarse su per- basta tener lozana fantasía, requiérese además, ser fecta adaptación al asunto que encierran. dueño de la forma, ser maestro en ella. El verso En cambio, el soneto, el terceto y la octava real, sin inspiración es cuerpo sin vida, mas la inspira- versos de corte clásico, no obtienen su favor sino ción sin la bella forma semeja mujer inteligente y por caso raro; quizá por demandar su estructura graciosa desprovista de hermosura. Nada sintetiza detenimiento y estudio á que poco se presta la mejor las exigencias del arte á este respecto como exuberante y espontánea inspiración del poeta. aquel verso de Chenier : Á la facilidad y extraordinaria fecundidad de Sur des pensiers nouveaux faisons des vers antiques en el cual están condensados los cánones esténicos, cuya observancia fiel asegura á las producciones ciones de Peza, las tiene, según queda indicado, y que a ellos se sujetan duradera vida en vez de en no escaso número, bellísimas, lo propio en la eiimera existencia. idea que en la forma. El señor Peza no se contenta con ser realista de En la poesía dedicada á una amiga del poeta, buena ley, sino que en ocasiones suele ser efectivista. ausente como él de Méjico, su común patria, y Excelente lector dotado además de una magnífica que lleva por título Recuerdos, se leen estancias voz parala tribuna, cuya hábil emisión hace que tan llenas, sonoras y armoniosas como las si- e espectador más distante no pierda la menor guientes á las que pocas pueden compararse : silaba de las palabras que sin esfuerzo brotan de su abio da realce extraordinario á los versos que lee. De ahí el que no pocas de las composiciones ¿ Dó está la blanca garza voladora que destina á la pública lectura, carezcan de gran Que los juncales en el lago agita ? valor intrínseco por ser obra meramente de cir- ¿ Dó está el zenzontle que dormido imita De las vírgenes selvas el rumor ? cunstancias, mientras que otras veces el poeta, ávido de los entusiastas y estrepitosos aplausos que obtiene, procura únicamente el efecto, todo Allá bajo los toldos del follaje, el efecto posible del momento, sin cuidar de otra Que Otoño esmalta con doradas pomas, cosa; de donde resulta que aquello que en un Bulliciosa bandada de palomas principio nos atraía por la hábil lectura y en el Se arrullan tristes al morir el sol. calor del espectáculo, después, cuando ya no median esas circunstancias, palidece, á guisa d, La alondra habita los risueños valles, esos cuerpos luminosos y errantes que al atravesar Y cual flores con alma, en los jardines:.. la atmosfera brillan, deslumhran y desaparecen Agitan los parleros « colorines » bin embargo de brotar espontáneas y fáciles y Sus alas que envidiara el arrebol. de no recibir esmerado pulimento las compo'i- Dos aves hijas de la misma selva Después de leer estos versos siéntese como un Que abandonan la rama en que han nacido. alivio en el espíritu. Si llegan á encontrarse, hablan del nido De las geniales composiciones de nuestro poeta, Que fué su casto y primitivo hogar. unos habrá que prefieran el ingenioso donaire de César en Casa; otros apreciarán,, sobre todo, los En la poesía Mi Padre brillan pensamientos nuevos y elevados como éstos : primores que lucen en Teología Infantil; á éstos gustarán más los detalles realistas de Cómo es Yo tengo en el hogar un soberano, Margot, Reyerta Infantil y El Gran Galeoto; á Único á quien venera el alma mía; aquellos encantará, particularmente, la ternura de Es su corona de cabello cano, Á mis Hijas ó El Culto del Abuelo etc.; mas nos- La honra su ley y la virtud su guía. otros anteponemos á todas esas delicadas crea- ciones las bellezas de Fusiles y Muñecas, Éste era La amarga proscripción y la tristeza un Rey, La Noche Buena y, sobre todo, En el Cielo En su alma abrieron incurable herida; y en la Calle, obra maestra de sentimentalismo que Es un anciano y lleva en su cabeza labrará á su autor eterno renombre. El polvo del camino de la vida. Los juegos primeros de la infancia por cuyo Ve del mundo las fieras tempestades, medio comienzan á revelarse en un principio, De la suerte las horas desgraciadas, como rasgos característicos de los sexos, el valor Y pasa, como Cristo el Tiberiades, en el hombre y la ternura en la mujer, y después, De pie sobre las ondas encrespadas. las geniales inclinaciones que desarrolladas con la edad han de constituir el carácter distintivo del

« Haz el bien sin temer el sacrificio, individuo, y decidir tal vez de su fortuna en el El hombre ha de luchar sereno y fuerte, mundo ; los ensueños de los niños, que juzgan Y halla quien odia la maldad y el vicio que todas las cosas son buenas porque su alma Un tálamo de rosas en la muerte. » está envuelta en un nimbo de bondad; las dudas y b los temores que todo ello despierta en el corazón desarrollo, caracteres, elocución. Para hablar digna- del padre, sobre la suerte futura de sus hijos y esto mente de composición semejante necesitaríase ser expresado con inefable encanto, constituye el asunto poeta como su autor. ¡ Cuánta grandeza en tanta de Fusiles y Muñecas. pequeñez! El asunto no puede ser más sencillo: En Éste era un rey, sorprende la difícil facilidad una anciana trata de referir á su nietezuelo un de la inventiva y de la ejecución; y cuantos hayan cuento que éste interrumpe con las preguntas na- tenido la dicha de acariciar á un niño y apreciar • urales en un niño; pero qué manera de concebirlo el embeleso que causan sus gracias, esos mejor tan bella; suspende verdaderamente. Los perso- que nadie sentirán la belleza de esta composición. najes, el niño y la anciana están admirablemente ¡ La noche buena! Á cuántos poetas no lia ins- delineados, al paso que el diálogo, en este caso pirado una fiesta tan llena de recuerdos; y sin por su naturaleza dificilísimo, está sostenido hasta embargo, qué novedad ha sabido dar nuestro el fin á la perfección. ¡Cuánta verdad en las pre- autor á sus versos sobre un tema que parecía ago- guntas del niño, y qué encanto en todo lo que la tado ; qué animación y qué vida hay en ellos ; qué abuela responde! cuadro tan acabado pinta de ; cuánto No decimos que sea un modelo acabado, por- sabor local contiene esta composición. Al leerla se que eso no se puede imitar. Obras como ésta se respira ambiente de pino ; huele á heno. Está es- hacen en aquel momento supremo y único que el crita i'un seul jet. Comienza festiva y ligera, sigue Cielo otorga al ingenio para que produzca su obra grave y triste para finalizar en un grito de forzado maestra. júbilo ahogando los sollozos. Nos parece más triste Hemos dicho que no es éste sólo el género en que todas las elegías de Ovidio. que Peza sobresale; pues de sus mejores poesías Pero donde el numen de Peza ha alcanzado su de diverso carácter son sin duda, juntamente con mayor plenitud, donde ostenta todo el poderío su las ya citadas, En mi Barrio y Frente á Toledo. Es estro delicado, es en el poemita En el Cielo y en la primera una verdadera elegía en la cual hasta el la Calle. Todo en él es admirable; argumento. metro mismo, con acierto elegido, contribuye eficazmente á comunicar al lector melancolía. Hay La vida pasa y el mundo rueda en ella verdadera armonía imitativa. El poeta Y siempre hay algo que se nos queda vuelve después de los ¿ños á visitar el barrio y la De tanto y tanto que se nos va. casa donde vivió y amó. La encuentra abandonada, desierta; y Ja impresión que en su alma produce ¡Toda ha pasado! ¡Todo ha caído! espectáculo semejante, exprésalo con raudales de Sólo en mi pecho queda la fe poesía. Después de hablar de la casa desierta, de Como el guiñapo descolorido la vieja ventana sobre la cual está la imagen de Que á la escultura flota prendido ; piedra á cuyas plantas, en otro tiempo, se regaban I Todo se ha muerto, todo se fué ! frescas flores, que hoy ya no inspira santo fervor, cubierta por el polvo y las telarañas, agrega : Ya no hay macetas llenas de flores Que convirtieran en un pensil Por muchos años allí prendido, Azotehuelas y corredores... Único adorno del tosco altar, Ya no se escuchan frases de amores Flota un guiñapo descolorido Ni hay golondrinas del mes de abril. Piadosa ofrenda que no ha caído De las desgracias al hondo mar. No puede ser más sentido lo que así se expresa; y ante tal elocuencia repetimos las palabras que Á arrebatarlo nadie se atreve; El Nigromante decía á su discípulo : « Quien así Símbolo santo de gran piedad siente, quien así se expresa, no hay duda que en Mira del tiempo la marcha breve alas de su corazón y de su fantasía ha podido vagar Y cuando el aire lo empuja y mueve por las poéticas regiones ». Cuánto color local Dice á los años : pasad, pasad. encierra también esta composición. Aquella puerta

¡ Pobre guiñapo que el aire enreda. exigua que en ella se menciona, aquella oscura Qué amarga y muda lección me da 1 calleja, la santa de tosca piedra, los tiestos azules, ¿ las jaulas de las azotehuelas, las flores secas de las dispuesto del mismo incomparable idioma en que pasadas verbenas, todo, todo nos retrata por modo se escribiera El Cristo de la Vega, y por eso ha poético la ciudad del pasado, el Méjico de antaño competido en rítmica armonía y en combina- con sus casas de oscuro tezontle, y sus nichos, y ciones de sonidos y líneas y colores, con el musical sus cruces de tosca piedra, y sus antiguas verbe- Zorrilla. nas, que va desapareciendo en metamorfosis si Véanse en comprobación de ello, las siguientes plausibles á la higiene, funestas á lo pintoresco. La décimas ya que no transcribimos la composición comparación del guiñapo con la fe no pudo haber entera por ser extensa : sido más natural y felizmente hallada. Brota de las entrañas del asunto. Arriba azul, verde abajo, Una ruina hizo nacer tan sentida elegía, otra Pleno abril, sol esplendente, ruina arranca al poeta quizá sus más armoniosas y Y yo sentado en un puente musicales estrofas exuberantes en colorido : la Que cabalga sobre el Tajo. ciudad de Toledo. Romana, goda, cristiana, mu- Ara el buey con gran trabajo sulmana, española á un tiempo; poblada de tradi- La lejana sementera; ciones y de recuerdos; corte un día lleno de esplen- Zumba la abeja doquiera; dor y tumba que á la vez ha sido de cien genera- Cada planta tiene flor ; ciones, la muerta ciudad ofrece motivo opulento Los cielos dicen : ¡ amor ! no ya á la meditación del historiador y al examen Y los campos : primavera. del anticuario, á los cantos del poeta; y Peza que la ha contemplado no en los transportes de su ima- ginación, sino realmente, de hecho, pisando sus ¡ Cómo resaltan bañadas. arenas, respirando su ambiente, vagando entre sus Del sol por los rayos puros En cornisones oscuros, ruinosas fábricas, ha podido sentir su muerta Almenas desportilladas! grandeza y cantar su pasada gloria; y para ello ha Sobre ramblas aplomadas Se mira en conjunto vago, El rudo y constante estrago Éstos son de aquellos versos que al par que com- De los siglos, que han escrito placen el entendimiento, deleitan el oído, y que, Su paso sobre el granito producto feliz de una fantasía fresca y lozana, Con ortiga y jaramago. llevan por sino quedar grabados en la memoria juntamente con aquellos otros fragmentos de la I Toledo ! rico tesoro selecta Musa castellana que para saborearlos me- De señoriales contiendas, jor, se aprenden y recitan á voluntad sin que sea De cuentos y de leyendas necesario abrir el volumen en que estén impresos. Que enaltecen al rey moro; Te envuelve en nimbos de oro Véase, en fin, el levantado estro y la pureza El sol que tus campos baña. de líneas de las siguientes estancias de Méjico y Y tienes la pompa extraña España, con las cuales ponemos punto al tal vez De una majestad caída ya largo número de citas : Que refleja, ya vencida, Todo el esplendor de España. Admiro., Iberia altiva, tu nobleza, Tu carácter indómito y bravio, Pero á la par admiro la grandeza Con soberbia majestad Y el heroico valor del pueblo mío. Por la historia consagrados, Alza sus muros calados ¿ Qué hallaste en estos reinos ignorados ? Coronando la ciudad, Un pueblo que del oro no se engríe, El Alcázar que en la edad Una Otumba que admira á tus soldados De heroísmo sin segundo, Y un Cuauhtemoc que en el tormento ríe. Vió con asombro profunde Salir de allí, sin mancilla, Los leones de Castilla Hasta ahora había sido celebrada Otumba por Para dominar el mundo. labios españoles, mas las glorias de esa memorable rota compártenlas mejicanos é iberos; y pues éstos la ensalzaron, justo era que tuviese tamoién y nuestro poeta. Cada uno de ellos á la origina- del lado nuestro el canto que al fin hallara. lidad suma el mérito intrínseco de sus obras, con Habráse podido por lo anterior apreciar que si su estilo, su manera propia no confundibles con bien es cierto que nuestro poeta descuella por sus los de otro alguno. Pesado, si se quiere, será más cantos á Ja niñez, en los que su numen se eleva á correcto; Arango, más atildado; de la pluma de una altura á que ningún otro llegara de los que Flores habrá salido la sin par creación de su Eva, han effleuré, valga la palabra, el género, lo es etc.; pero ninguno presenta como los tres refe- igualmente que tiene poesías de distinta índole ridos un sello propio tan marcado, tan suyo, en el muy bellas, mereciendo por unas y otras compo- conjunto de sus obras. Sobresale Carpió en sus siciones ocupar preeminente puesto en el Pindó poesías sagradas; Acuña en los himnos á la in- mejicano. mortalidad de la materia ó á sus infortunados Si bien las letras mejicanas, á partir de la Inde- amores; Peza en sus cantos á la niñez; todos en pendencia, cuentan con exiguo caudal en dramas y la espontaneidad de su rica inspiración; y Peza novelas, en cambio, los cultivadores de la poesía que con los dos primeros posee composiciones de lírica no han sido escasos entre nosotros. Cierto no pequeña valía, ha de gozar celebridad impere- que no contamos con los Víctor Hugo ni con los cedera, porque obras como las suyas son de Goethe con que otras literaturas se enorgullecen ; aquellas que, como dice Taine, « sobreviven al pero hemos tenido, sin embargo, ingenios de so- siglo y al pueblo que las han producido salvando bresaliente mérito que han rendido culto á las los límites del tiempo y del espacio; por donde Gracias, unos siguiendo derroteros frecuentados, quiera que se encuentre un espíritu que piense, otros más independiente camino. Y de estos últi- serán ellas comprendidas; su popularidad indes- mos los que según la desautorizada opinión del tructible y su duración infinita ». que escribe estas líneas, tienen individualidad más marcada, personalidad literaria de mayor relieve, MANUEL G. REVILLA. son (del Collado no nació en Méjico) Carpió, Acuña Méjico, abril de 1891.

POESÍAS

Á SOAPAYUCA (I)

i LA VIRTUOSA É INTELIGENTE SEÑORA

D». MARÍA G. DEL BARRIO DE CAMPERO

Cual gótico castillo legendario, Sobre praderas de esmeralda amenas, Levantas en el campo solitario, Junto al humilde, alegre campanario, Tu frontón coronado por almenas.

¡Á cuánto bienestar tu calma invita! En ti reina la paz que ardiente anhelo Para aliviar la pena que me agita. J Cuánta envidia me da tu cruz bendita, Que alza sus brazos al azul del cielo!

(i) Hermosa finca de campo, ubicada en el Estado dt México. Á la que Dios bendice y acompaña! ¡ Cómo envidio á la parda golondrina ¡Cuánto misterio celestial entraña Que cuelga aquí su nido cariñosa, La cruz clavada al borde del camino! Y libre va del llano á la colina! ¡Cómo envidio á la fuente cristalina, ¿Quién, ya sin paz, sin ilusión alguna, Que tu jardín alegra rumorosa! Como yo, en las tormentas de la vida, No tiene envidia á la ignorada cuna El combate del mundo me ha dejado De los seres que labran su fortuna Enfermo el corazón, el alma fría, Por la senda más dulce y escondida ? Triste el presente, el porvenir nublado, Y para siempre yerto y apagado ¿Quién pudiera borrar de la memoria Tantos recuerdos tristes que ennegrecen El que fué sol de la esperanza mía. Las breves hojas de mi humilde historia? Huyeron ya veloces y traidoras, ¡Los lauros del amor y de la gloria, De falso brillo y de ponzoña llenas, Ni yo los busco, ni en mi huerto crecen! Las que juzgué mis dichas seductoras; Que son esos aplausos, ese acento Y en cambio quedan mis amargas horas, Que nos embriaga y nos alienta á veces, Mis duelos tristes y mis hondas penas! Humo fugaz que desbarata el viento, Al vernos apurar, sin un lamento, ¡Oh apetecible soledad tranquila, El cáliz del dolor hasta las heces. Donde la fe del alma no se pierde Ni la razón desmaya ni vacila, ¡ Oh sagrada amistad, sol de consuelo, Y en que alegran la mente y la pupila. Eterno culto que mi pecho abriga, El cielo azul y la llanura verde! Único alivio á mi constante duelo, Única estrella de mi triste cielo, ¡ Qué venturosa vive en la cabaña Deja que con el alma te bendiga. La familia del rudo campesino, No es verdad que en el mundo todo muere; No es verdad que en el mundo todo es vano: Si alguien nos odia, alguno nos prefiere; Y detrás de la mano que nos hiere, Siempre acude á salvarnos otra mano. EL NOMBRE

Vos lo sabéis, señora : en la violenta Tempestad de mi vida, hallé una palma Que me prestó su amparo en la tormenta; Dios la bendice, la virtud la alienta. Y yo le doy la gratitud del alma. En tronco añoso de robusta encina Y vos, de alta virtud hermoso ejemplo, Que el tiempo respetó, Tesoro de talento y poesía, El bello nombre que mi ser fascina Á quien siempre magnánima contemplo : Mi mano buriló. Benévola acoged en vuestro templo Dije : « recuerdo de la historia mia, Las tristes notas de la lira mía. Eterno vas á ser » . Retumbó el rayo en la extensión vacía Que os hablen de la vida sosegada Y ni el árbol ni el nombre volví á ver. Que ofrece, sin zozobra ni temores, La hermosa estancia para vos formada; Y estos versos de un alma desgarrada, Cayendo á vuestros pies, cámbiense en flores. En el muro macizo é imponente Que defiende el altar, Dentro del templo con afán ardiente Fui ese nombre á grabar. « De amor emblema, de constancia ejem JOAN DE DIOS PEZA

Dije : « eterno has de ser ». La mano de la ley derribó el templo Y ni el muro ni el nombre volví á ver.

AL CUMPLIR TREINTA AÑOS En el tosco peñón que desafia Las iras de la mar, AL GENERAL VICENTE RIVA PALACIO Con agudo buril la mano mía Fué ese nombre á grabar. Dije : «en página eterna, vendré á solas Ese nombre á leer ». Creció la mar, hincháronse las olas Y ni peñón ni nombre volví á ver. Como el .arco de oro y grana Dosel del erguido monte, . Que en el azul horizonte ¡Oh nombre augusto que mi amor invoca! Abre paso á la mañana; ¿ Dónde te he de escribir Así de mi edad temprana Si en la encina, en el muro y en la roca En la ignorancia atrevida, No has podido vivir? Miró el alma conmovida Es que no debo verte profanada, Gloria, fe, sueños dorados, Cifra de mi pasión : Arreboles agrupados ¡De hoy para siempre vivirás grabada En la puerta de la vida. Sólo en mi corazón! Y tras los blancos crespones Que el sol de la fe bañaba, Absorta el alma escuchaba Rimas, trovas y canciones; Y no empañan la belleza Misteriosas vibraciones De nuestro azul firmamento, Brotadas de ignota lira, Sombras de remordimiento, Frases que el viento suspira, Crepúsculos de tristeza. Fantasmas que en esa edad, Engendran luz y verdad Y como estrellas errantes En la sombra y la mentira. En constante torbellino Alumbran nuestro camino ¡ Cuán bello cruza el amor Las ilusiones brillantes : Luciendo brillantes galas, Nobles amigos constantes; Y reflejando en sus alas Mujeres tiernas, fieles; De la aurora el resplandor! Nuestro nombre los cinceles Y cómo al dulce calor Eternizando en la historia, De aquella edad venturosa, Y en todas partes la gloria Puede el alma cariñosa Ofreciéndonos laureles. Mirar, sin esfuerzo vano, Sin sospechar la perfidia En cada amigo un hermano, Ni el mal, ni el rencor profundo, Y un ángel en cada hermosa. Sin advertir que en el mundo Vive y se agita la envidia; Por esa luz encantada Sin adivinar que lidia Alumbrado el porvenir, El crimen con la inocencia; Sueña el alma con vivir Sin pensar que la existencia En una eterna alborada. Es lucha en la que, cobarde. Se refleja en la mirada Acude inútil y tarde Del corazón la pureza, A salvarnos la experiencia. Así el arco de oro y grana De la puerta de la vida Sin ilusiones avanza; Cruza el alma enternecida, Abrojos tan sólo pisa Con sus ensueños ufana; Y para marchar de prisa, Y tras la primer mañana Cual sueña su amor profundo, De ilusiones y de encanto, Lleva al carnaval del mundo Mira descorrerse el manto El antifaz de la risa. Que ocultó sombras y abrojos Pero en ese carnaval Y enturbia entonces los ojos Víctimas somos también La amarga nube del llanto. Que vamos mintiendo el bien, Esas lágrimas que ciegan, Cuando alentamos el mal. ¡ Con cuánto dolor se lloran í Ruge en el pecho, fatal, Y cuando no se evaporan, De las penas la tormenta, Otras á alcanzarlas llegan : Y busca el alma sedienta Llanto nuestros ojos riegan; Algo que su mal mitigue, Y tras de tanto sufrir Y la envidia la persigue, Pensando en lo porvenir, Y la calumnia la afrenta. Viénense al fin á negar, ¿ Y es ésta la vida? ¿Es esto Las pupilas á llorar Cuanto el porvenir encierra? • Y el corazón á sentir. ¿ No hay un consuelo en la tierra Para el destino funesto ? Y sin fe, sin esperanza, ¿ Tan presto vuelan, tan presto El alma ve con temor Las ilusiones ? ¿ será La traición en el amor, El desierto más allá...? En la amistad la asechanza; ¿ Para la razón escasa Todo vuela, todo pasa, Todo se muere y se va ?

Si se aumenta con los años Tan espantosa aridez, PECAR REZANDO l Qué nos queda en la vejez, Tras de tantos desengaños ? Por males propios y extraños Secándose el corazón; Muertas la fe y la ilusión, El cuerpo débil y enfermo Inés es joven : en su faz hermosa, Y alumbrando un campo yermo Luchando están como Hércules y Anteo, El astro de la razón. El carmín pudibundo de la rosa, Con la avarienta lumbre del deseo. Sigamos con firme paso Por esta ruta sombría, Torna los corazones en despojos, Mientras el sol cada día Pues tiene en su diabólico albedrío, Va del Oriente al Ocaso. Miel en sus frases, dardos en sus ojos Cual la flor deja en el vaso El alma en ascuas y el semblante frío. Su perfume, en nuestra historia Dejemos una memoria; Es blanca en su exterior como azucena Tornemos en risa el duelo... Negra en su fondo cual la noche oscura; Sufrir sin pedir consuelo, Roja adelfa es su boca, que envenena Es la verdadera gloria. Al que una gota de su miel apura.

Á fuerza de sufrir, lleva consigo Tal odio al mundo que su planta pisa, Que, engañando al amante y al amigo, La gente que la ve dice asombrada : Usa como una máscara la risa. « Inés es muy devota porque reza ».

Visita los altares, y allí brota Los ojos bajos y la faz contrita, De sus labios y en público la queja : Trémulos y turbados sus acentos, Que por ganar la fama de devota, Toma y lleva á su frente agua bendita, Ha dado, siendo joven, en ser vieja. Para ahuyentar los malos pensamientos.

Se ven correr las cuentas del rosario Cansada al fin de dar funesto ejemplo, l Suelta un negro mantón sobre su talle, Entre sus dedos de alabastro y grana, Y aunque igual en la calle y en el templo, Como en el blanco lirio solitario Hoy ha cambiado el templo por la calle. Las perlas de la púdica mañana

En la humildad con que su rostro juega, Cuantos miran á Inés rezar sumisa, Se juntan lo piadoso y lo pagano : Y oyen la voz con que piedad implora, Un correcto perfil de estatua griega, Y ven que, puesta en cruz, toda la misa, Y el colorido del pincel romano. Solloza, ruega, se estremece y llora;

Tan modesta se viste, y tan seguido Al ver su rostro en lágrimas deshecho, Se la mira en el templo lacrimosa, Con santa unción resplandecer ufano; Que son juntos su faz y su vestido, Las reliquias que cuelgan de su pecho, Hábito y faz de austera religiosa. Las novenas que tiemblan en su mano;

Cuando se haiia en el templo arrodillada, Juzgan verdad su devoción sagrada, Rezando en alta voz con gran tristeza, Cierta juzgan su mística tristeza, É ignoran que la dama arrodillada Y recuerda su historia cuando reza, No viene á orar... y, sin embargo, reza. Queriendo despertar tiempos mejores.

Rezando sin orar, en voz muy alta, Entre orar y rezar hay un abismo, Ofende al templo del Señor, sagrado, Que ni medir ni escudriñar me toca : Pues pone allí, para encubrir su falta, El rezo y la oración no son lo mismo, El rezo como escudo del pecado. Que no es lo mismo el alma que la boca. Es incrédula, y júzganla creyente; Inés, del templo en la imponente calma, Llena con falso culto el alma hueca, Por rendir culto á Dios, le infiere agravios: Y así á la faz de Dios rezando miente, Su rezo está en la boca, no en el alma... Y el mundo ignora que rezando peca. ¡La oración en el alma, no en los labios! ¡El mundo! Vedlo... toma como ejem La dulce fe de sus primeros días De santa unción á Inés que está llorando... Mataron en Inés los desengaños, ¿Ejemplo? Sí : de las que van al templo, Y hoy reza en alta voz Avemarias Hijas del mal, para pecar rezando. Iguales : ¡ ay! á las de aquellos años. ¿ Cómo ensalzar sus aparentes galas De misticismo y devoción? — ¡Del cielo ¿Qué son las tiernas frases de su boca? Es la oración, que, al agitar sus alas Gritos que aturdirán su propio duelo... Ni polvo ni rumor alza en el suelo í Flores con que su afán cubre una roca Coronada de témpanos de hielo.

Víctima de su gracia y su belleza, Tiene Inés una historia de dolores. DOS PERLAS

ACUARELA

Nació en el fondo de la mar bravia, En su cárcel de nácar refulgente, Una calleja sombría, La perla que hoy sobre tu hermosa frente Una dama, un rondador. Roba su brillo al esplendor del día. Breve diálogo de amor Así dentro de tu alma nacería Acabado a en tuyo » y « mia ». Esa furtiva lágrima candente, De un beso el eco sonoro, Que brillando en tus ojos tristemente Dos suspiros, luego un « sí », Miré rodar sobre tu faz sombría. Un « no te olvides de mí », Un « ¿ me quieres ? » y un « te adoro ¡ Ah! tú no eres feliz con la riqueza; Después el rodar de un coche, Y encubre tu esplendor tantos pesares El cerrarse de un balcón, Como perlas adornan tu cabeza. Y en la torre el triste son Habla más á los seres no vulgares De las doce de la noche. Una perla del mar de la tristeza, Tal es el cuadro que dejo Que las perlas del fondo de los mares. A un pintor original; No es propio y es nacional, Madrid, 1879. Es muy nuevo y es muy viejo. » En un eterno spleen muriendo vivo, » Y es mi única pasión la de la muerte. » — Viajad y os distraeréis. — ¡Tánto he viajado REÍR LLORANDO — Las lecturas buscad. — ¡lando he leído! — Que os ame una mujer. — ¡ Si soy amado f — Un título adquirid. — ¡Noble he nacido! Viendo á Garrik - actor de la Inglaterra - — ¿Pobre seréis quizá? El pueblo al aplaudirlo le decía : — Tengo riquezas. « Eres el más gracioso de la tierra, — ¿De lisonjas gustáis? Y más feliz — ¡Tántas escucho. . . .1 Y el cómico reía. — ¿ Qué tenéis de familia ? Víctimas del spleen, los altos lores — Mis tristezas. En sus noches más negras y pesadas, — ¿Vais á los cementerios? Iban á ver al rey de los actores, — Mucho... mucho.. _ Y cambiaban su spleen en carcajadas. —• ¿ De vuestra vida actual tenéis testigos ? Una vez, ante un médico famoso, — Sí, mas no dejo que me impongan yugos r Llegóse un hombre de mirar sombrío : Yo les llamo á los muertos, mis amigos; « Sufro - le dijo - un mal tan espantoso Y les llamo á los vivos, mis verdugos. » Como esta palidez del rostro mío. — Me deja — agrega el médico — perplejo » Nada me causa encanto ni atractivo; Vuestro mal, y no debo acobardaros; »> No me importan mi nombre ni mi suerte. Tomad hoy por receta este consejo : « Sólo viendo á Garrik podréis curaros. » El carnaval del mundo engaña tanto, — ¿ Á Garrik? Que las vidas son breves mascaradas; ' — Sí, á Garrik.. . La más remisa, Aquí aprendemos á reír con llanto, Y austera sociedad le busca ansiosa; Y también á llorar con carcajadas. Todo aquel que lo ve, muere de risa : ¡ Tiene una gracia artística asombrosa! — ¿Y á mí me hará reír? — ¡Ah! sí, os lo juro; Él, sí; nada más él; mas. .. ¿ qué os inquieta ? — Así — dijo el enfermo — no me curo : i Yo soy Garrik!.. . Cambiadme la receta.

¡ Cuántos hay que, cansados de la vida, Enfermos de pesar, muertos de tedio, Hacen reír como el actor suicida, Sin encontrar para su mal remedio! ¡ Ay! ¡ Cuántas veces al reír se llora! ¡ Nadie en lo alegre de la risa fíe, Porque en los seres que el dolor devora El alma llora cuando el rostro ríe! Si se muere la fe, si huye la calma, Si sólo abrojos nuestra planta pisa, Lanza á la faz la tempestad del alma Un relámpago triste : la sonrisa. POESÍAS 27

Y entre todos, causando maravilla, De gracia y juventud rico tesoro, Como un ángel, sentada en una silla Estaba la mujer á quien adoro. UN CONSEJO DE FAMILIA — Con que, vamos á ver, dijo indiscreta La madre, por anciana impertinente, ¿ Es verdad que eres novia de un poeta Que ya ciñe un laurel sobre su frente ? — Puesto que lo sabéis, dijo la niña, ¿Quién la miseria y el amor concilia? No lo puedo negar : le quiero mucho. Esto más que un problema es un misterio. — Mereces, dijo el padre, que te riña, Para hablar de un asunto que es tan serio, Y la anciana exclamó : — ¡ Cielos! ¡ qué escucho! Hubo ayer un consejo de familia. ¡Blasfemia intolerable que me irrita! Hizo de presidente del consejo — ¡ Habráse visto niña descarada! Un hombrecito á quien la edad agobia, Dijo en tono burlón una visita, Y que además del chiste de ser viejo, Pegándose en la frente una palmada. Es, nada menos, padre de mi novia. — Los versos nada más son oropeles, Á su lado, y en cómoda poltrona, Dijo la anciana en tono reposado, Con franco y natural desembarazo, Y apuesto á que no sirven sus laureles Estaba una señora setentona Ni para sazonar el estofado. Con un perro faldero en el regazo. ¡Un novio soñador y sin dinero! Y en derredor, con rostros muy severos, Hija, esto sí que nadie lo perdona; Prontos á discutir y meter baza, Ya que tiene corona y no sombrero, Estaban cual prudentes conseieros Fuera mejor que usara su corona. ^eis ó siete visitas de la casa. — Los hombres, dijo el padre, son perversos, Un coro de estridentes carcajadas Pero más los poetas de hoy en día. Satíricas, terribles, intérnales, Quizá te piense alimentar con versos, Convirtió las mejillas en granadas Y eso vas á comer ¡pobre hija mía! Al ángel de mis sueños celestiales. — Ó, quién sabe, agregó, con triste acento — ¿ Conque piensas seguir esos amores, Una visita, al parecer piadosa, Tú, la más infeliz de las mujeres, Si se irán á poblar el firmamento, Piensas con el aroma de las flores Ó á vivir en el cáliz de una rosa. Vivir entre la dicha y los placeres? — Puede ser, interrumpe otra persona, ¿Á qué alta sociedad, hija querida, Que intenten levantar, llegado el caso, Te llevará ese amor del cual abusas ? Á orillas de la fuente de Helicona, ¡ Ha de ser muy monótona la vida, Un palacio en las faldas del Parnaso. Sin tener más visitas que las musas! El regalo de boda, amigo mío, Otra risa estalló ¡ bendita risa! Tecdrá joyas riquísimas y bellas : Entonces ella abandonó su asiento, Junto á un collar de perlas del rocío, Y con grave ademán y muy de prisa El manto azul del cielo y sus estrellas. Salió, sin vacilar, del aposento. Envidia te tendrán los serafines, Llamáronla mil veces, pero ella, Pues tendrás, deleitando tu hermosura, Espléndida, graciosa, soberana, Una alfombra de nardos y jazmines Como asoma en los cielos una estrella, Y un ruiseñor que cante en la espesura. El rostro fué á asomar por la ventana. El marido feliz te dará un beso — Ven, me dijo, mitad del alma mía. Diciendo : ¡tengo un ángel por esposa! Dicen que amarte es prueba de torpeza, ¿ Y á la hora de comer? ¡quién piensa en esol Que por pobre te olvide ¡qué ironía! ¡ Para el poeta la comida es prosa! Que te deje por pobre ¡qué tristeza! Como no te comprenden, ya por eso Destruir mis amores se concilia. Yo siempre seré tuya : dame un beso : ¡Se ha lucido el consejo de familia!

'873. RECUERDOS

EN EL ÁLBUM DE UNA MEJICANA

Fulgura el sol en el zenit; su lumbre Las plantas y los árboles desmaya, Contra las negras rocas de la playa Sus ondas quiebra perezoso el mar. Reina del aire, la gaviota errante Va por la azul inmensidad cruzando, Mientras yo, triste, vago suspirando Muy lejos de la patria y del hogar. Busca en vano la mente fatigada Los bosques de sabinos seculares, Las ceibas, los naranjos, los palmares Que ayer alegre y satisfecho vi. Y humedecen las lágrimas mis ojos ; Se llena el alma juvenil de duelo, Como no te comprenden, ya por eso Destruir mis amores se concilia. Yo siempre seré tuya : dame un beso : ¡Se ha lucido el consejo de familia!

'873. RECUERDOS

EN EL ÁLBUM DE UNA MEJICANA

Fulgura el sol en el zenit; su lumbre Las plantas y los árboles desmaya, Contra las negras rocas de la playa Sus ondas quiebra perezoso el mar. Reina del aire, la gaviota errante Va por la azul inmensidad cruzando, Mientras yo, triste, vago suspirando Muy lejos de la patria y del hogar. Busca en vano la mente fatigada Los bosques de sabinos seculares, Las ceibas, los naranjos, los palmares Que ayer alegre y satisfecho vi. Y humedecen las lágrimas mis ojos ; Se llena el alma juvenil de duelo, Porque este cielo azul no es aquel cielo, ¿Dó está el zenzontle, que dormido imita Porque nada de América hay aquí. De las vírgenes selvas el rumor ? Recuerdo alborozado aquellas tardes, La brisa de mi patria, cual la brisa De la Natura y del Amor tesoro, Que los cedros del Líbano atraviesa, Cuando el sol que se oculta en mar de oro Caliente y perfumada, mueve y besa Baña del cielo el nacarado tul. Las hojas del florido cafetal. Y los volcanes cuya eterna nieve Sobre eternas campiñas de esmeralda Mares esconde de candente lava, Brilla en el cielo azul la blanca luna, Y el pico de cristal del Orizaba Que refleja el cristal de la laguna Que altivo rasga el infinito azul. En la serena noche tropical. Los mangles, atalayas de la costa, Allá bajo los toldos del follaje Con sus penachos altos y severos, Que Otoño esmalta con doradas pomas, Los erguidos, sonantes cocoteros Bulliciosa bandada de palomas Que fruto y sombra al caminante dan. Se arrullan tristes al morir el sol. Aquellas flores de perpetuo aroma, La alondra habita los risueños valles, Aquellos tan alegres horizontes, Y cual flores con alma, en los jardines La frente audaz de los soberbios montes, Agitan los parleros colorines Donde estrella su furia el huracán. Sus alas, que envidiara el arrebol. ¿ Dónde está la caléndula de nieve, ¡Oh verjel de mis sueñosl tierra hermosa Rojos jacintos y purpúreas rosas, Que guardas mis recuerdos y mis lares, Que buscan las doradas mariposas,. Queda con Dios tras los revueltos mares : Y besa revolando el pica-flor ? Yo lejos vengo á suspirar por ti. ¿ Dó está la blanca garza voladora, Buscando tus estrellas y tus flores, Que los juncales en el lago agita ? Suspira el alma con profundo duelo, Porque este cielo azul no es aquel cielo, Porque nada de América hay aquí. Dos aves, hijas de 1 k misma selva, Que abandonan la rama en que hap nacido, Si llegan á encontrarse, hablan del nido SU ULTIMA CARTA Que fué su casto y primitivo hogar. A ti, de los jardines de mi patria Flor que tesoros sin igual encierra, Consagro los recuerdos de la tierra Que allá qyedó tras la extensión del mar. Llevas la luz del trópico en los ojos, He leído tu carta : ¡ qué elegante ! Y la voz de sus brisas en tu acento, ¿Dónde tu pluma su lenguaje toma? Su clima en tu ardoroso pensamiento, Ni el más rendido y cariñoso amante Su grandeza en. tu propio corazón. Habla tan dulce y celestial idioma. ¡Feliz si el nombre de la patria hermosa Me pareces de aquellos trovadores Tus más bellas palabras acompaña! Que al pie de la calada celosía El nombre de la patria en tierra extraña Entonaban sus cánticos de amores Es un poema, un himno, una oración. En quietas horas de la noche umbría.

Costa Cantábrica, 1878. Caballero gentil de otras edades, Abierto está mi corazón sincero, Y es justo que olvidando vanidades La dama le responda al caballero.

Me resuelvo á escribirte; tú lo quieres; Mi estilo no tendrá tu galanura, Pero nadie nos gana á las mujeres Para guardar una ilusión querida, En cuestiones de amor y de ternura. Como culto inmortal, grande y profundo, No busques las palabras cadenciosas Es muy breve el espacio de una vida De un lenguaje castizo y estudiado : Que tan rápida pasa por el mundo. Las praderas del trópico dan rosas, ¿ Crees eterno un amor todo pureza ? Sin que nadie las haya cultivado. ¿Juzgas eterno el fuego del cariño? Tú me has hecho soñar horas felices, Perdona que lo diga con franqueza : Y tan supremo bien debo pagarte... En cuestiones de amor eres un niño. Son tan bellas las cosas que me dices, En la lucha tenaz de las pasiones, Que no sé cómo pueda contestarte. Poblada de insensatos devaneos, No pueden conformar las ilusiones « Que á los hombres mis gracias vuelven locos • A quien no satisface sus deseos. Que á un gran talento la belleza aduno «... jGracias! Eres galante como pocos, Quiero hacerte feliz; quizás ignores Y has sido siempre amable cual ninguno. Que la felicidad que al hombre halaga, Es un astro de vivos resplandores Tu imagen de mi pecho no se aparta • Que al alumbrar la realidad se apaga. El pincel fué tu amor, mi mente el lienzo; Para hablar de ese cuadro en esta carta ... Dices que te cautiva mi hermosura, Aquí termino ei prólogo, y comienzo. Que te queman mis ojos adormidos, Y que buscas la miel de la ventura Sobre mis labios rojos y encendidos.

Que, como á Dios, tu corazón me adora ; Que sólo anhelas, de esperanza lleno,

POESÍAS COMPLETAS. TOMO III. Reclinar tu cabeza pensadora Dices que soy tu Dios... ¿Eres ateo? Sobre el caliente mármol de mi seno. ¡Tan hondo pensamiento me contrista! Con el mágico prisma del deseo, Que siempre que me miras te estremeces; ¿Dios también desparece de tu vista? Que á todas partes cual la luz te sigo; Que quieres apurar hasta las heces, Sábelo de una vez; has trastornado El cáliz del placer, sólo conmigo. Toda mi vida y mi razón entera; Tuyo es mi corazón enamorado; Que no envidias la gloria de los sabios; Si tuviera mil vidas te las diera. Que á otra gloria mayor tu pecho aspira : La de juntar tus labios con mis labios, Pretendí razonar... ¡Torpes errores!... Pues fuera del amor, todo es mentira. Voy á abrirte sin miedo el alma mía... Cuando encienden su hoguera los amores, Que anhelas en tu erótica locura, No sirve la vulgar filosofía. Morir entre tan dulces desvarios, Mezclándose en la misma sepultura Pensando en la pasión que ya me abisma El polvo de tus huesos y los míos, Por más que á tantas tentaciones huyo, Hoy fui al espejo, y me besé yo misma, Que soy ser de tu ser. ¡ Ah! yo no puedo Haciendo el rostro de la imagen tuyo. Creer vano el mundo que en tu sueño labras; Mi razón se oscurece, y tengo miedo Y el cristal me ha mentido de tal suerte, De quemarme con sólo tus palabras. De tal modo vi en él tu rostro impreso, Que caí desmayada, y quedé inerte, Si existen esas dichas que imaginas, Creyendo tuyo el solitario beso. Si hay placeres así, tan celestiales, ¿Por qué prohiben todas las doctrinas Y cuando he vuelto á la razón, me asombra Amarse libremente á los mortales ? Pensar, con insensato desvarío, Que si queman los besos de una sombra, Tus besos matarán, amado mío.

Esa terrible reflexión me aterra, AMANECIENDO Y aunque causa decírtelo sonrojos, Queriendo ser feliz sobre la tierra, Rompí el cristal para buscar tus ojos.

Ven y perdona mi entusiasmo ciego; No importa que me des dichas ó penas; Ven, porque para ti siento de fuego Un niño muerto en la cuna La sangre que circula por mis venas. La madre llorando al pie; Por la ventana se ve Quiero ese amor en que por ti he creído, Llegar á ocaso la luna. Pues soy, para soñar en los placeres, Árabe en cuya sangre se ha fundido En la pobre habitación El hierro de las lanzas bereberes. Brilla escasa y tenue luz Debajo de negra cruz, Ven; ya te espero apasionada y loca; Emblema de redención. Busca el caliente mármol de mi seno, Junta después tu boca con mi boca, La madre se desespera, Y á ver si así me salvo ó me condeno. Y junta, besando al niño, Á lo blanco del armiño 1880. La palidez de la cera.

Á un tiempo se queja y ora Á un tiempo duda y suspira; Le habla, lo toca, lo mira, « Sí, Dios te llama, alma mía » Pronuncia su nombre y llora. Y el rostro al del niño junta, Á veces, « ¿ Por qué te vas ? » Y se desmaya; y despunta Pregunta con hondo empeño, Allá por Oriente el día. Y á veces dice : « ¡Es un sueño! ¡ Todo es luz, vida y belleza » Ya pronto despertarás ». En torno de aquel dolor! Y mirando al niño yerto, ¡ Y hay quien llame con amor Madre á la naturaleza! Exclama en su desvarío : « ¡ Qué sosegado y que frió! ¡ Si parece que está muerto! »

Y con esta ilusión vana, Que encarna allí su fortuna, Parece junto ála cuna Un ángel en forma humana.

Oye un coro resonar Que dulces voces derrama : « ¡Son los ángeles », exclama; » Se lo vienen á llevar! »

Y al ver los rojos destellos Que bajan del niño en pos, Agrega : « Te alumbra Dios » El camino : ¡ ve con ellos! » A CASTELAR RERUM NATURA LEÍDO EN UNA VELADA EN LA CASA

DEL EMIMENTE ORADOR

Eco de un siglo que recoge ufano Sobre la triste tumba que abandona De tu palabra el rayo prepotente, El vano deudo que por necio brillo Brilla del uno al otro continente, La ornó ayer con espléndida corona, El fulgor de tu genio soberano. Crece el clavel silvestre y amarillo. No pudo nunca el orador romano Y sobre ese clavel que de áureo manto Ser como tú tan grande y elocuente; Viste la tumba que olvidó el impío, Y ya tienes más lauros en tu fíente, Sólo viene á llorar al campo-santo Que palmas mi verjel americano. El alba que lo empapa con rocío. Mañana que en tus obras tu memoria Se rompe al fin la tumba y nadie advierte Guarde la humanidad, sin mancha alguna, Lo que guardaba en su mansión oscura, ¿Dónde cabrá lo inmenso de tu gloria? Porque ya en polvo lo cambió la muerte ¿ Dónde cabrá la gloria de tu cuna ? Y el viento esparció el polvo en la llanura ¡Tu eterno pedestal será la Historia! ¡Tu eterno monumento la Tribuna! Y en aquel sitio en que ninguna mano Enciende cirios ni cultiva flores Libre y feliz el mísero gusano Se torna en mariposa de colores.

No hay tumba sin adorno en su tristeza. LA CRUZ DEL CAMINO ¡ Cómo que en ella están los ojos fijos De la que nunca olvida en su grandeza l ¡ De la madre inmortal Naturaleza Que vela eternamente por sus hiiosl

En el verdoso flanco de la montaña, Siendo altar y refugio del campesino, Y á cortesanas pompas viviendo extraña, Hallé la solitaria cruz del camino.

Clavada en una roca, sin más rumores, Que aquellos de las ramas que agita el viento; Formada con dos troncos, llena de flores, Alza sus negros brazos al firmamento.

Los arroyos que bajan de las colinas, Del pedestal agreste mojan la planta, Y revolando en torno las golondrinas Saludan al sol nuevo que se levanta.

En las serenas tardes de abril y mayo, Allí reza el viajero triste y sumiso, Porque la cruz silvestre, de la fe al rayo, Entonces no en el templo de mármol y oro Le señala las puertas del paraíso. Ni en el dosel lujoso de armiño y grana, Buscamos impacientes aquel tesoro ¿ Qué mano fué á plantarla ? ¡ Misterios graves! De paz que sólo vierte la fe cristiana. ¿Quién sembró tantas flores en toscas piedras? ¿Por qué nunca se apartan de allí las aves Lo buscamos en sitio solo y callado Ni mueren en su tronco mirtos y yedras? Donde no sufre el alma, ni el labio miente, Ni se esquiva la mano del hombre honrado, Es gala de una huerta sin hortelano; Ni la vergüenza asoma sobre la frente. Joya de un jardín fértil, sin jardinero, Que fecunda y cultiva la misma mano ¡ Que para el pecho triste que sólo sueña Que dió flores y frutos al mundo entero. En el fulgor eterno de un sol divino, No hay altar tan hermoso como la peña Cuando más nos combate la suerte impía; Do está la solitaria cruz del camino 1 Cuando en todo se encuentra duelo y enojos, Y la verdad asoma desnuda y fría Lo mismo en nuestros sueños que en nuestros ojos;

Cuando anidan, cual hienas sobre los montes, En el pecho las hidras de la venganza, Ó vemos enlutados los horizontes En el mar sin riberas de la esperanza;

Cuando ya no pudiendo luchar rendido, El corazón se vuelve como de roca, Y la sonrisa junta con el gemido Miel y ponzoña vierten en nuestra boca; Eras el ángel que ideó Murillo En su madona de « La Asunción ». EN EL ÁLBUM Así en aquellas tierras lejanas de la Miré entreabrirse tu vida en flor; SEÑORITA MATILDE DE OLAVARRÍA Y LANDAZURI ¡Yo estaba entonces sin estas canas Que son corona de mi dolor!

Tus padres, locos con tus hechizos, Eran felices al verte así; El traje blanco, dorado el pelo, Ojos azules, dorados rizos, La tez nevada de un serafín, ¡Cuánto ha pasado desde que os vi! Ojos azules color de cielo, Labios cual mirtos que besa abrii. ¡ Cómo han volado los breves años ! ¡ Mira cual vengo con mi laúd! Dos breves años contando apenas, Triste y enfermo de desengaños Dormida al dulce sol maternal A tus altares de juventud! Como se aduermen las azucenas Al fresco borde dei manantial. Ufana irradias gracia y belleza; Eres del alba vivo arrebol; ¡ Botón de rosa de Alejandría! Yo soy la noche de la tristeza ¡ Capullo blanco de un alhelí! ¿Cuándo ha cantado la noche al sol? ¡Qué linda estabas en aquel día La vez primera que yo te vi 1 Más que tus ojos, dulces y bellos, Es bello y dulce tu porvenir; En tu tez blanca frescura y brillo, ¡Tus ojos dicen con sus destellos En tus sonrisas bondad y unción, Que no has nacido para sufrir! 1020 124728 Te dan tus padres cual rica herencia Avanza ¡ oh niña! que en este suelo Virtud, pureza, talento y fe; La dicha pura, de ti va en pos; No tiene el campo de tu existencia Mira estos versos como el pañuelo Zarzas que aleves sangren tu pie. Que en la ribera nos dice « adiós

Julio de 1891, i Vive tranquila, sueña dichosa, Un ángel vela cerca de ti Para que nunca sufra la rosa Las asechanzas del colibrí !

Mil trovadores que absorto escucho, Bajo tus rejas cantar oirás, Yo sé que todos te dirán mucho Pero ninguno te querrá más.

Y es que la llama de mi cariño Ha mucho tiempo que se encendió, En otras tierras, junto á aquel niño Que tanto amabas y al cielo huyó.

Vive dichosa, sin desengaños, Tú no has nacido para llorar Y que tus sueños por muchos años Velen tus padres en el hogar. Heladas las fuentes, Heladas y mudas; LA SAB0YAN1TA Almendros sin hojas, Y acacias desnudas. ¡ Ofrecen contrastes Risueños y francos, Los troncos tan negros, Los copos tan blancos í Hay sólo una niña Decid : ¿quién se queja? Bajo mi ventana, ¿Quién llora ? ¿ Quién grita? Engendro hechicero Es que está cantando De augur y gitana. La saboyanita. Contando en diez años Mañana de enero, Diez siglos de pena; Con aire y con nieve, Los ojos oscuros, Si no llueve, sopla, La frente morena, Si no sopla, llueve. Muy negro el cabello, Bajo grises nubes, De grana la boca, La tierra cubieita De vivos colores De blanco sudario, El traje y la toca. Parece una muerta. Los pies diminutos, ¡Cuán solas las calles! Que Pidias quisiera, i Ni quién las resiste! Los guarda en chapines ¡ Qué invierno tan duro, De tosca madera. Tan largo y tan triste! Del pobre pandero Que agitan sus manos Recuerda aquel suelo Se visten y comen Alegre y florido, Sus tiernos hermanos. Sus vírgenes selvas. Con sólo escucharla, Sus prados, sus montes, Aterra y conmueve, Y el azul eterno Y más, si la miran De sus horizontes. Hincada en la nieve. Con llanto en los ojos, Por tarde y mañana El alma turbada, Con hondos acentos, Muy lejos teniendo Q.ue nunca sofocan La patria adorada : Ni lluvias, ni vientos; ¡Qué voz!—me repite — Se queja, solloza, ¡ Qué acento! ¡ qué grito l Suspira, reclama, Sollozo de angustia, Y al son del pandero Clamor de proscrito, Su llanto derrama. Lo más pavoroso Su voz me perturba Que en notas existe; Y amarga mi día : ¡ Qué agudo! ¡ Qué lento! i Qué acento tan triste! ¡ Qué amargo! ¡ Qué triste! i Qué voz de agonía! ¡Oh Dios! ¿Quién se queja? Si algún compatriota ¿Quién llora? ¿Quién grita? Á verme se llega, Es que está cantando Oyendo esos cantoSj La saboyanita. La frente doblega.

Sintiéndose triste, Enero de 1879. Convulso y herido, Esa nave amor entraña, Y en ella mis ojos fijos Sorprenden los regocijos AL « BLASCO DE CARAY » (i) Que causa á la madre ausente Honrar el independiente Y santo hogar de sus hijos.

De amistad símbolo cierto, El ancla al peñón aíerra El fiero bajel hispano Sobre la mar espumante, Trae al suelo mejicano Lá fortaleza flotante Tristes despojos de un muerto. Que da terror en la guerra. Al verle entrar en el puerto, No amenaza nuestra tierra, De las brumas al través, Ni viene en pos de conquista; Grita el vigilante « él es », Surge, arrogante á la vista, Y alza un himno de alegría Y su hermoso pabellón, El mismo mar en que un día Envuelto en negro crespón, Quemó sus naves Cortés. Cubre los restos de Arista. Dando ejemplo á las naciones, No nave de tierra extraña Sobre el bajel confundidos La llaméis con voz impía, De duelo flotan unidos Que nunca la patria mía Dos hermosos pabellones. Vió nada ajeno en España. Sus glorias, sus tradiciones Allí enlazadas se ven; (O Vapor de guerra que trajo á Veracruz los restos del general dor Mariano Arista. Y, astros del honor sostén, Irradian sobre la niebla, Astro de unión, con tu luz Juntas las glorias de Puebla Dios nuestros pueblos ampare, Con las glorias de Bailén. Y no haya mar que separe Á Cádiz de Veracruz. Alzando montes de espuma, Surge el Tabor tras la cruz, Encuentra el bajel abierta La paz tras el batallar, Á orillas del mar la puerta Y así podemos mirar Del país de Moctezuma. A España y Méjico unidas, Ningún recuerdo le abruma; Hoy que flotan confundidas Cumple una santa misión : Sus banderas sobre el mar. Viene á honrar una nación Que, llena de amor profundo, Vuelve á tus playas, bajel, Encierra en el nuevo mundo Playas heroicas y bellas, El mundo del corazón. Y verán que entras en ellas Llevando un nuevo laurel. ¡Paso al bajel castellano! Va nuestra amistad con él, Que de mi siglo á la faz, Y no hay hoz que le destroce. Le den ósculos de paz Interpreta nuestro goce : Las olas del golfo indiano. Méjico republicana ¡ Paso á España! al pueblo hermano, Tendrá siempre por hermana Heroico, grande y experto, La España de Alfonso Doce. Qué, á toda virtud despierto, Manda á mi patria querida Laureles de eterna vida Con las cenizas de un muerto. Y pueda entre tus lágrimas de fuego Su corazón quemar! LÁGRIMAS Todo lo que florece en este suelo, Va de lo eterno en pos : Al polvo la materia, el llanto al cielo, El pensamiento á Dios,

Son de néctar las lágrimas del niño, Cuando llorando está. En un cáliz el ángel del cariño Las recoge y se va

Son de lava las lágrimas que el hombre Derrama en su aflicción : Al saltar de los ojos, no te asombre, Queman el corazón.

Son miel de amor que liban los dichosos, Tus lágrimas, mujer : ¡ Feliz el que con labios temblorosos Las vaya á recoger!

¡ Feliz quien llegue, enamorado y ciego Tus ojos á besar, Existe y tú la sabes, dulce Elena, Porque tu mano la encontró en las notas. A ELENA PADILLA Cuando tocas, el alma se estremece; Trema la vida al golpe de tu mano Y en éxtasis sublime nos parece Que los ángeles hablan en el piano.

Artista toda luz, tu lumbre clara ¿ Habrá en otra región de azules velos A las almas deslumhra y las engríes; Un lenguaje de amor y poesía, ¡ Das gloria á la sin par Guadalajara El lenguaje del mar y de los cielos Búcaro de gardenias y alhelíes! Cuando sus áureas puertas abre el día? ¡Toca...! los que sufrimos descansamos ; Ese, que en ci encino i* paloma Con tu genio inmortal nos maravillas Preludia al despertar dentro del nido; Y si por bella y pura te admiramos, El que dice á las brisas el aroma Cuando tocas, te vemos de rodillas. De una flor que se muere en el olvido. Marzo, 2 de junio de 1891. La lengua de la estrella y del celaje, La que susurra el palmeral sombrío, La de la espuma que en nevado encaje Viste al nenúfar que retrata el río.

¿Habrá esa lengua mística y serena Sin liras burdas y sin arpas rotas ? LA FUENTE

ADULTERA

En los musgosos bordes de la fuente Del huerto de tu casa, Con palabras de miel noche por noche Juraste que me amabas. Tienes, como Luzbel, formas tan bellas, Que eí hombre olvida al verte, enamorado, El agua en chorros mil saltando alegre Que son tus ojos negros dos estrellas Recogió tus palabras, Veladas por la sombra del pecado. Dando sus ondas música á tu acento Como amorosas arpas. Y no turbas, hipócrita, el reposo Han corrido los años. Cuando busco Del pobre hogar con que tu falta escudas, Porque á besar te atreves al esposo, La reja solitaria, Como besara á Jesucristo Judas. Hallo la fuente destrozada y seca. ¡ Lo mismo tengo el alma ! ¡Aun sus flores te dan las primaveras, Sólo palabras tus promesas fueron ; Y ya tienes el alma envilecida! Ya llegarás á ver, aunque no quieras, ¡Ay! sí, ¡sólo palabras El horizonte oscuro de tu vida. Que murmurando alegres se perdieron Como en la fuente el agua 1 Desdeñas los sagrados embelesos 1875. Del casto hogar de la mujer honrada, Y audaz ostentas, al vender tus besos, En este siglo en que el honor campea, Las llamas del infierno en tu mirada. No te ha de perdonar ni el vulgo necio. Hieren más que las piedras de Judea Manchas el suelo que tu planta pisa, Los dardos de la burla y del desprecio. Y manchas lo que tocas con tu mano. Te dió Lucrecia Borgia su sonrisa, Mañana, enferma, pobre, abandonada, Y Mesalina su perfil romano. De la mundana compasión proscrita; El Honor, cuando mueras humillada, Brota el deleite de tus labios rojos ¿ Sobre tu losa escribirá : ¡ Maldita! Se aparta la virtud á tu presencia, Porque negras, más negras que tus ojos, l88|, Tienes, mujer, el alma y la conciencia.

Rosas de abril parecen tus mejillas, Mármol de Paros tu ondulante seno; Mas ¡ay! que tan excelsas maravillas Son de barro no más, no más de cieno.

Reina del mal, tú tienes por diadema La infamia, que con nada se redime. ¿ El pudor? ¡ Es un ascua que te quema ! ¿El deber? ¡Es un yugo que te oprime!

Tienen las gracias con que al mundo halagas, Precio vil en mercados repugnantes; ¡Y te envaneces de cubrir tus llagas Con seda recamada de brillantes ! Hoy me inquieta mirar por todas partes Tu diabólica faz. Á ESA ¿ Por qué te asomas á mi oscura vida ? ¿ Que pretendes de mí ? Quiero entrar á las sombras del sepulcro ¡Para no verte allí...!

Si hasta en la negra tumba te encontrare. Óyeme la verdad: Rompí con el cincel la abrupta roca Si allí he de verte, gritará mi polvo: Y una chispa brotó... ¿Maldita eternidad 1 Un eco agudo, lastimero, inmenso, Al golpe respondió.

Si la roca se queja y llora fuego No te debe admirar Que, á tu alevoso golpe, llore sangre Que es fuego en ei pesar.

Si la roca ha gritado y con sus gritos Atronó la extensión... ¡No te asombre que atruene el universo Mi eterna maldición i

Yo era mudo, insensible; mi fortuna Era vivir en paz A TODOS

HOMENAJE A MANUEL E. OLAGUÍBEL

EN EL ÁLBUM DE LA SEÑORITA DOLORES RUBALCABA

De paso en el verjel donde has nacido, Callando mi dolor y mis congojas, La vida es un gran campo de combate : Quiero, para librarme del olvido, Ved al hombre luchar de polo á polo; Dejarte alguna flor en estas hojas. Yo le llamo vencido al que se abate Porque se ve sin armas y está solo. Busco en mi almay no encuentro qué corona Pondré de tu belleza en los altares ; Más nocivos que el buitre carnicero, No sé lo que es felicidad ¡ perdona! Y que la sierpe que veneno entraña, ¡Yo soy el trovador de los pesares! Son el amigo hipócrita y artero, El hijo ingrato y la mujer que engaña. ¿Mancharán de esta página el encanto Mis lágrimas de hiél ? ¡ oh suerte impía! La verdad es la luz; el hombre vano Si da el mar del dolor perlas de llanto, Que más la oculta, en su maldad se estrella Recoge este collar, amiga mía... Que no me extienda su alevosa mano, Quien no me dé su corazón con ella. Guadalijara, 1888. POESÍAS COMPLETAS. — TOMO ni. J Evitar á otros daños y amargura, Ser en sus penas bálsamo y testigo, Secar su llanto, darle la ven.ura Y servirle sin premio, es ser su amigo. LA VENTANA DESIERTA No confundáis lisonja y alabanza; Distinto son el lucro y el cariño; No mueva el interés á la esperanza; Amad como la madre ó como el niño.

En el alféizar tronchado La experiencia es la hermana de la duda; De la vetusta ventana, No es fiero rodo aquél que está en campaña, Un cortinaje de yedra Ni amigo todo aquél que nos saluda, Con flores rojas y blancas ; Ni hermano todo aquél que os acompaña. Y en medio del cuadro estrecho Abrid los ojos, pobres caminantes, De la vidriera empañada, Sed del humano batallar testigos, Junto á un tiesto de claveles, Que cual llegan á odiarse dos amantes, Y rozando con la jaula Llegan hasta matarse dos amigos. En que prisionero vive Un canario que no canta, No contrariéis el propio sentimiento Una cabecita rubia Ni la noble verdad neguéis por nada, Se asoma por las mañanas, Preferid á riquezas y talento Á punto que el horizonte Franco carácter y palabra honrada. Colora la luz del alba. 1887. Hay un doncel en el patio Que si la frente levanta Es para ver unos ojos Escondieron los claveles Que en vivo fuego la abrasan. Al nacer la luz del alba ; — Con cuánta ansiedad te espero. Y cuántos ardientes besos — ¿Me auieres ? — Con toda el alma. Cuando en los labios tronaban, Sere tuya nasta la muerte, Asustaron al canario Y moriré si me engañas : Aprisionado en la jaula! — Seré tuyo, sólo tuyo, Hoy... hecho un viejo por dentro, Soy tu esclavo. Que también por dentro hay canas, — Soy tu esclava, Pasé por la misma calle, — Toma un beso. Y frente á la misma casa, — Toma ciento, Y entrando en el viejo patio Que nos ven. Busqué la misma ventana. — ¡ Hasta mañana! Del roto y pesado alféizar, Este diálogo sencillo, Que de antiguo se desgrana, Estas sencillas palabras No cuelga la yedra oscura Cambiaban diariamente Con flores rojas y blancas, Desde el patio á la ventana Ni está el tiesto de claveles En los primeros albores Con sus pélalos de llamas; De su fugitiva infancia, Mis tristes, cansados ojos Hace veinticinco abriles, ¿Qué buscan ? ¿No queda nada? Dos niños que hoy peinan canas. ¡ Ay, que de pronto los siento ¡Cuántos juramentos dulces Empañados por las lágrimas ! Aquellas yedras guardaban, ¿Qué han visto? decid ¿qué han visto? Cuántas promesas eternas ¿Los ojos suyos? ¿la casta, Entre pétalos de llamas, Limpia y hechicera frente Por los rizos coronada ? Y toco el clavo... lo beso, ¿ La manecita nerviosa Se me anuda la garganta, Arrojándome una carta ? Y salgo del viejo patio, ¿Los negros ojos? ¿los labios Llenos los ojos de lágrimas. De roja y caliente grana ? ¡Es lo único que mequeaa Lo que han visto, y que al mirarlo, De aquel amor de la infancia ! En tibio llanto los baña, Es una humilde memoria De mi ventura pasada, La que por humilde y pobre Ninguna mano arrebata, Y en la que sus manos puso El primer amor del alma... Es... miradlo en ese muro Y en la viga apolillada Que cierra, formando marco, El cuadro de la ventana. Es el clavo pequeñito De donde pendió la jaula En que vivió aquel canario Que al besarnos se espantaba .. No hay nadie... temblando llego, Como el creyente ante el ara... Me parecen que despiertan Mis venturas de la intancia, ¿Por qué se pone mi cabello cano ? ¿Por qué está mi cabeza envejecida? ¿ Por qué cubro mis flores tan temprano NIEVE DE ESTÍO Con las primeras nieves de la vida? ¡No lo sé! Yo soy tuya, yo te adoro Con fe sagrada, con el alma entera; Pero sin esperanza sufro y lloro ¿ Tiene también el llanto primavera ? Como la historia del amor me aparta Cada noche soñando un nuevo encanto, De las sombras que empañan mi fortuna, Vuelvo á la realidad desesperada; Yo de esa historia recogí esta carta, Soy joven, es verdad, mas sufro tanto. Que he leído á ios rayos de la luna: Que está mi triste juventud cansada. « Yo soy una mujer muy caprichosa, Cuando pienso en lo mucho que te quiero, Y que me juzgue tu conciencia dejo : Y llego á imaginar que no me quieres, Para poder saber si estoy hermosa, Tiemblo de celos, y de orgullo muero Recurro á la franqueza de mi espejo. (Perdóname: así somos las mujeres). Hoy, después que te vi por la mañana. He cortado con mano cuidadosa i Al consultar mi espejo alegremente, Esos cabellos blancos que te envío : Como un hilo de plata vi una cana Son las primeras nieves de una rosa Perdida entre los rizos de mi frente. Que imaginabas llena de rocío. Abrí, para arrancarla, mis cabellos, Tú me has dicho : & De todos tus hechizos, Sintiendo en mi alma dolorosas luchas; Lo que más me cautiva y enajena, ¡Y cual fué mi sorpresa al ver en ellos Es la negra cascada de tus rizos Esa cana crecer con otras muchas ! Cayendo en torno de tu faz morena ». Y yo, que aprendo todo lo que dices, Enemiga de necias presunciones, Puesto que me haces tan feliz con ello, Cada cana que brota me la arranco, He pasado mis horas tan felices Y aunque empañe tus gratas ilusiones, Mirando cuán rizado es mi cabello. Te mando, ya lo ves. un riz-o blanco. Mas hoy no elevo dolorosa queja, ¿ Lo guardarás ? Es prenda de alta estima, Porque de ti no temo desengaños ; Y es volcán este amor á que me entrego : ¡ Mis canas te dirán que ya está vieja Tiene el volcán sus nieves en la cima, Una mujer que cuenta veintiún años! Pero circula en sus entrañas fuego. » ¿ Serán, para tu amor, mis canas nieve ? 1875. Ni á imaginarlo en mis delirios llego. ¿ Quién á negarme sin piedad se atreve Que es una nieve que brotó del fuego ? ¿Lo niegan los principios de la ciencia, Y una antítesis loca te parece ? Pues es una verdad de la experiencia: Cabeza que se quema se emblanquece. Amar con fuego y existir sin calma, Soñar sin esperanzas de ventura, Dar todo el corazón, dar toda el alma En un amor que es germen de amargura;

Soñar la dicha lleno de tristeza, Sin dejar que sea tuya el hado impío, Llena de blancas hebras mi cabeza, Y trae una vejez: la del hastio. Los generosos pechos encendidos, Al escucharse de la lira mía Las toscas pulsaciones, La acompañen en rítmica armonía Á LOS ALUMNOS DEL COLEGIO MILITAR Latiendo vuestros nobles corazones.

Madre es la Patria, que confiada espera, Al contemplaros, de su amor ufana, En la marcial carrera, Ardiente juventud, tú que Su porvenir, su nombre y su bandera Recoges ya del siglo diez y nueve, En vuestras manos entregar mañana; Y que el maduro fruto de la ciencia Y, escudos de la ley y del derecho, Llevas al porvenir con planta breve; La mente con la ciencia engalanada, Tú que en la edad viril, la limpia aurora Las patricias virtudes en el pecho, Verás del nuevo siglo, en que, alentado Podréis decir que irradia vuestra espada Por el rico saber que hoy atesora, Aquella luz que en África una noche Tu espíritu esforzado, Vieron brillar de César los guerreros Al saludar gozosa el sol naciente, Como lenguas de fuego en sus aceros. Honrarás las conquistas del presente Con las sabias lecciones del pasado : Que no siempre el aliento de la guerra Fué engendro del rencor y la venganza ; Atiende aquí á mi voz ; vibre mi acento Ni el odio y la matanza Como un canto triunfal en tus oídos; Sobre la faz de la extendida tierra Y en noble sentimiento, Han llevado las huestes victoriosas Como al sonar de bélico instrumento, Que, cual fieros torrentes desbordados, Destruyeron naciones poderosas Y su inmortal fulgor, grande y fecundo, En los heroicos tiempos ya pasados. Viene á alumbrar la historia, Cuando Alejandro, en alas de la gloria, El saber, las costumbres, las ideas ; Lo extiende en sus conquistas por el mundo. El rico idioma que á mezclarse llega Con ignotos idiomas escondidos; Predilecto del genio y la victoria, La extraña actividad que se desplega, Por donde quiera que la firme planta Al formar vencedores y vencidos Asienta el hijo de Filipo, un templo Nuevos pueblos, y razas, y naciones, Para honrar el progreso se levanta. Con más altas tendencias, ¡Oh caudillo esforzado y sin ejemplo ! Con más nobles creencias, Su triunfal estandarte Y más rico caudal de aspiraciones: Pueblos, reyes y obstáculos desprecia, Porque lleva con él la fe de Grecia, Ésta la guerra fué. ¡ Cuán grande miro, La voz del genio y el poder del arte. Sobre la deslumbrante Babilonia, Y al calor de la lucha y de las armas, Su poderoso imperio alzando Ciro! Y á la sombra del águila altanera J Y al hundirse la asiría monarquía, Que hacia el Oriente sus legiones guía, De sus escombros de oro y alabastro Cifra imperecedera Surgir una era nueva, como un astro De inmensa gloria, nace Alejandría. Derramando la luz del nuevo día ! ¡Augusto emporio del saber humano, El espíritu helénico ¿á quién debe Irguióse altiva entre la mar y el Nilo, Su más alto esplendor ? Se alza primero Siguiendo el trazo que con diestra mai-j Como lejana luz brillando leve; Supo copiar Dinócrates tranquilo Lo trasforma en un sol la voz de Homero; Del manto militar del soberano 1 Ved : las romanas picas aparecen Al disipar los vientos, Anunciando á la tierra Dejan ver, como huellas de su paso, Que otros gérmenes crecen; Soberbios monumentos Que en la ciudad de Rómulo se encierra Desde do nace el sol hasta el ocaso. El porvenir de cien generaciones, Que llevarán, en alas de la guerra, Después de tantos siglos de victoria Fuertes y victoriosas sus legiones. Roma también inclina su bandera ; Y bajo el sol ardiente de Cartago, O ' Y los últimos fastos de su historia Y en la margen del Támesis sombrío, El triunfo son de muchedumbre fiera Y del Danubio entre el murmullo vago, Atravesando con feroz encono Y al pintoresco pie del Alpe frío, Los lejanos y estériles desiertos, Con César y Pompeyo soberanas, Y en numerosas hordas conducidos Llevando al mundo entre sus garras preso, Por caminos inciertos. De la victoria al encendido beso, Cual de mares que están embravecidos, Se han de cernir las águilas romanas. Su espuma salpicando en las arenas Las gigantescas olas, Y al cruzar esas huestes, anchas vías Llegan á sepultar playas serenas : Se abren para el viajero; Así vienen, ardientes y terribles, Despiertan en los pueblos simpatías, Hunos, godos, alanos y lombardos, Del mercader audaz rico venero ; Vándalos, francos, suevos, burguiñones, Surcan tendidos mares los bajeles, Galos y anglo-sajones; Y, nuevo Deucalión, Roma dejando Y de ese hervor de muchedumbre extraña Su camino regado de laureles, Surgen nuevas naciones: Fantásticas ciudades van brotando; Inglaterra, Alemania, Francia, España. Y, el polvo que levantan los corceles, Ill J Del escondido seno de la Arabia De Córdoba la arábiga Mezquita, Brota un incendio nuevo que devora Y la soberbia Alhambra de Granada. Al mundo ya cristiano; Brilla la media luna aterradora; Siempre tras de la guerra, Lanza un grito de guerra el africano; Más vigorosa llega la cultura : Y Europa, en otro tiempo vencedora, Así sobre la tierra Trémula mira la atrevida mano La negra tempestad ruge en la altura; Del hijo del profeta, Tremenda se desata Que, incontrastable, vino De su seno la hirviente catarata; Á clavar su pendón sobre los muros El formidable rayo serpentea; De la imperial ciudad de Constantino. El relámpago incendia el horizonte; Su irresistible empuje El huracán los ámbitos pasea, Hace rodar el trono de los godos ; Infundiendo el terror del prado al monte Al paso del islam la tierra cruje, Y aquella confusión que, estremecida Y al cielo de la ciencia tres estrellas Y acobardada ve Naturaleza, En tan sangrienta y trágica demanda Es nueva fuente de vigor y vida, Asoman luego espléndidas y bellas : Y manantial de amor y de belleza. Son Córdoba, Bagdad y Samarcanda. Recordadlo vosotros, cuyo pecho Y en esa larga noche tenebrosa Desde temprana edad honra la insignia Del espíritu humano, en la Edad Media, Del soldado del pueblo y del derecho ; Esos astros de luz esplendorosa Y no olvidéis jamás, si acaso un día, Guardan el sacro fuego Siguiendo con valor vuestra bandera. Que el mundo entonces desconoce ciego, Lleváis ó resistís la guerra impía Y que otra culta edad mira asombrada, De nación extranjera, Cuando su noble admiración excita Sin consentir jamás infame yugo, Que la espada esgrimís del ciudadano, Y de las lanzas á los botes rudos, No el hacha del verdugo : Nunca temió la raza denodada, Que el pendón que enarbola vuestra mano, Cuyos pechos desnudos Es la antorcha de luz, y no la tea Puso ante los cañones por escudos. Del incendiario vil: que los desvelos Recordad que este pueblo, cuando siente De esta patria, tan tiernos y prolijos, Herir su dignidad, fulmina el rayo, Es hallar en vosotros dignos hijos Lo mismo en las montañas insurgente, De Hidalgo, de Guerrero y de Morelos. Que en los baluartes bajo el sol de mayo : Que, en páginas de luz dejando escritas, No olvidéis que mecióse vuestra cuna Glorias que nunca empañará la niebla, En el mismo recinto Hidalgo fué un titán de Granaditas, Sobre el cual resistieron los aztecas Y fué un gigante Zaragoza en Puebla: Á las huestes del César Carlos Quintoj Que merece en la historia eterna vida Y que el indio jamás huyó cobarde, La guerra al invasor osado y fiero, Ni al ver flotando espléndidos palacios Cual merece la guerra fratricida En el revuelto mar, de audacia alarde; La maldición del Universo entero : Ni al ver cruzar, silbando en el espacio, Que una docta experiencia El duro proyectil; ni ante el ruido Dicen que dan el triunfo ambicionado, Atronador del arcabuz ibero ; Más que las toscas armas del soldado, Mi al conocer el ágil y ligero Las invencibles armas de la ciencia ; Corcel, que, resoplando entre la espuma Y, sabios y prudentes, De sus hinchadas fauces, parecía Al recoger la enseña sacrosanta Hundir el virgen suelo que regía De esta patria, que hoy ciñe vuestras frentes Con su dorado cetro Moctezuma. Con el lauro debido á vuestro celo, Recordad que á los golpes de la espada, Veladla siempre con amor profundo; Y así cual brilla el sol sobre la esfera, Mire brillar en vuestra mano el mundo, Libre y llena de honor, nuestra bandera. Dad de firmeza y de heroísmo ejemplo ; Á GARIBALDI (1) Nunca luchéis hermano contra hermano ; Amad la patria: y hallaréis por templo El corazón del pueblo mejicano.

1886. El aura popular me trajo un día Un nombre que la fama y la victoria Coronaron de luz y poesía En la tierra del arte y de la gloria.

Brotando del estruendo de la guerra, 9 De patricia virtud germen fecundo, *ttc

f Símbolo de una causa redentora, oVO6 e.®o* * Conquistó aplausos, lauros, alabanza, Y brilló sobre Italia como aurora De libertad, de unión y de esperanza.

j Garibaldi 1 con júbilo exclamaba Entusiasmado el pueblo por doquiera,

(1). Esta poesía ha sido traducida al italiano por eí dis- tinguido literato y diplomático conde de Foresta. Y América ese nombre lo agregaba, Tuviste siempre corazón entero Como nuevo blasón, á su bandera. Donde ningún remordimiento anida, ¡ Oh titán indomable! tú traías Pecho de bronce, voluntad de acero, Sobre tu íe la inspiración del cielo, Ojos radiantes de esperanza y vida. Y eras para tus pueblos el Mesías Marino en la niñez, acostumbrado Anunciado por Dante y Maquiavelo. Á combatir la tempestad á solas, En la lucha león, niño en el trato, Diste á tu genio el vuelo no domado Clemente y fraternal con los vencidos, Del huracán al encrespar las olas. Fué tu palabra el toque de rebato No me asombra en Egipto Bonaparte Que despertó los pueblos oprimidos. Que las altas pirámides profana; Por donde quiera que tu faz asoma, Me admiras tú, clavando tu estandarte Su salvador el pueblo te proclama, En la desierta pampa americana. Y Bolonia, Milán, Ñapóles, Roma, Al César vencedor el turbio Nilo Responden á tu esfuerzo y á tu fama. Aun en sus ondas con terror retrata, Es de un hijo de Esparta tu bravura; Mientras tu rostro escultural, tranquilo Fuego de Grecia en tu mirar entrañas ; En su cristal azul dibuja el Plata. Y en el Tirol tu bíblica figura ¿Dónde habrá más virtud y más nobleza : Parece un semidiós de las montañas. En el que al mundo en su ambición oprime, Tu abnegación sublime me conmueve; Ó en el que, sin corona en la cabeza, No es mi laúd quien tu alabanza entona: Unifica su patria y la redime ? La eterna voz del siglo diez y nueve jEras un gladia lor! Te halló más fuerte Por todo el mundo tu valor pregona. Que un cedro de los Alpes tu destino. Mas no podrá negar que, entre prolijos Forma, desde tu cuna hasta tu muerte, Goces, te vimos con amor profundo, Un bosque de laureles tu camino. Dar tu sangre y la sangre de tus hijos Cuando la hiél de todos los dolores Por defender la libertad del mundo Cayó en tu abierto corazón de atleta, No sólo Roma con viril acento Fué la cruz de los grandes redentores Ensalzará tu nombre, ilustre anciano, La visión de tu numen de profeta. Que ya dejas perpetuo monumento Viendo en toda la Italia una familia, En cada corazón americano. Tanto te sacrificas en su abono, Que cuando audaz conquistas la Sicilia, Francia se enorgullece con tu nombre; Por no romper la unión, la das al trono. Méjico rinde culto á tu memoria; Y no hay una nación que no se asombre ¡ Bendigo tu misión 1 El mundo ingrato, De tu fe, de tu genio y de tu gloria. Que hoy aplaude tu nombre y lo venera, Olvidará que fuiste un Cincinato Sirva á los pueblos libres de amuleto Tu nombre, que la historia diviniza, En tu retiro augusto de Caprera. Y el mundo mire siempre con respeto Negará que tu te republicana, El ánfora que guarde tu ceniza. Iluminando siempre tu horizonte, Brilló en Palermo, deslumhró en Mentana, La República fué tu culto santo É irradió como sol en Aspromonte. La unión de Italia tu ambición suprema, La blusa roja tu purpúreo manto, Olvidará también que tus legiones Y el gorro frigio tu imperial diadema. Llevaron siempre combatiendo, fieles, Por escudos sus nobles corazones, Las glorias de la patria por laureles. Ligera sube. El sol quiebra sus rayos LAS FLORES En la cascada, Y ios vientos suspiran :DA EN SAN ÁNGEL, EN LA APERTURA DE En la enramada. VIII EXPOSICIÓN DE PLANTAS Y FLORES) Sobre el enhiesto roble Tosco y severo, Entre las verdes hojas Canta el jilguero. La parvada de tordos ¿Hay algo en esta vida Rauda se aleja, Toda dolores, Y en los lirios azules Más tierno que los niños Zumba la abeja. Y que las flores? Luce el granado flores ¿Hay símbolo más dulce, Como escarlata, Más elocuente, Las azucenas fingen Que diga lo que el alma Copas de plata; Callando siente? Y en naranjos que mecen Mirad... cierran el campo Doradas pomas, Los horizontes; Cantoras de la tarde Son murallas azules Son las palomas. Los altos montes. Al son de los arroyos En sus cimas se posa Murmuradores La blanca nube Se duelen y se plañen Que del tranquilo lago Los ruiseñores, Y en los alegres prados Los corazones, Y en las colinas, Morir como las rosas ¡ Qué alegres van y vuelven Las ilusiones. Las golondrinas! En la iglesia más pobre, ¡Cómo brillan los rayos Más solitaria, Del sol fecundo! Es un ramo de flores ¡ Qué jardín tan risueño Una plegaria : Parece el mundo! Que sus hojas que adornan Es porque está de gala El templo santo Natura entera; La fe las humedece Es porque está reinando Con tierno llanto; La Primavera, Y la fe con sus alas Y no hay en esta vida, De raudo vuelo, Toda dolores, Oración y perfume Nada tan expresivo Remonta al cielo. Como las flores. Cual corona de estrellas Una flor en el pecho Los azahares Del ser amado, Brillan en blancas frentes Es la llave de un cielo En los altares : Siempre anhelado. ¿ Qué diadema más digna Allí encuentra la vida De la belleza? Que el alma quiere, I Qué símbolo más tierno Y al fuego de esa vida De la pureza?... Marchita muere. ¡Ay! también en las tumbas Que así en amores miran Las flores crecen; Ni se cansan, ni olvidan, Otras se fueron, Ni desfallecen. Y sobre elcampo estéril Allí, lejos del brillo De los dolores, Del mundo vano, Son cardos los recuerdos : Crecen sobre la madre, ¡Qué tristes flores! Sobre el hermano. El campo que hoy alegra Que el manto del olvido La luz del día, La tumba envuelva : Lo secará diciembre Sobre él tiende sus flores Con mano fría; La madreselva. Pero pronto, á ios besos La memoria de un muerto Del sol ardiente, Queda perdida; Tornará su belleza La flor es una hermana Más esplendente. Que nunca olvida, Y abrirán sus nectarios 4 Y de la helada tumba En las corolas, Bajo el abrigo, Los lirios, las violetas, Dice al que duerme solo : Las amapolas. « Yo estoy contigo ». Tendrá rumor la fuente, ¡Ay! son flores hermosas Aroma el prado, Las ilusiones El jardín mariposas, Fruto el granado; Que embriagan y adormecen Los corazones. Y sonarán los cantos Allá en la Primavera Dulces, sentidos, ¡Cuántas nacieron! De avecillas que pueblen Unas se marchitaron, Los nuevos nidos. Así también el alma Que sufre y llora, Tras de la negra noche Tiene su aurora. Á cuántos bellos nomDres HORACIOS Y CURACIOS Su luz alcanza Se llama fe, ventura, Gloria, esperanza; Que si son cual invierne Las decepciones, ¡Tienen su primavera De mi vida al nublado campamento, Las ilusiones! Tres adalides, sin temer la muerte, Se llora una esperanza El amor, la virtud y el sentimiento Que se derrumba, Lanzáronse luchando con la suerte.

Y luego crecen flores Sale el amor, y muere traicionado; Sobre su tumba. Va la virtud, y quédase cautiva; Fecunda el alma human* Y el sentimiento, en lágrimas bañado, Como la tierra, Murió como una humilde sensitiva. Gérmenes de ventura Constante encierra, Como el roble montés que no se abate, Y halla, para consuelo Sólo la fe en el triunfo quedó entera... De sus dolores : ¡ Mis soldados han muerto en el combate! ¡La mujer! ¡La más bells ¡Dejadme que conserve la bandera! Flor de las flores! INMORTAL

BESOS Y LÁGRIMAS

A! rumor de la orquesta, entre el rüido Que del aplauso en el salón resuena, El eco escucho de tu voz serena, '• i Y pertinaz me sigue tu gemido. Era una noche 1 Arcángel de mi amor, ¿ dónde te has ido ? De primavera, I Tú ya duermes en paz, yo vivo en pena, 111 Azul el cielo, Y sólo tu recuerdo es el que llena La luna en llena, Mi corazón llagado y dolorido. Abajo flores, Donde quiera que estés ¡oh mi tesoro! Arriba estrellas, Verás bien cuánto sufro con no verte, M' hogar completo, Cuánto entre risas por tu ausencia lloro; Yo, muy contenta, Y tú, mi amante, Cuánto maldigo mi contraria suerte. Junto á mi puerta, illa. Mi^cjpciencia es tu altar; allí te adoro; De pie esperaste Y tu amor inmortal vence á la muerte. La cita aquella;

1888. Cita en que hiciste

POESÍAS COMPLETAS. — TOMO III. I I

JUAN DE DIOS PEZA

Tantas promesas, Dos angelitos Y en que, rendida Que hermanos fueran: De pasión ciega, Frente muy blanca, Te di en un be-so Rubias cabezas, Mi vida entera. Labios de rosa, Lo que dijimos Pupilas negras... Dicho se queda : — Calla y no sigas, Amor sin nube, Que me atormentas. Constancia eterna. Alma del alma, Unir las almis, ¡ Qué bien te acuerd as! Callar las penas, Y al fin juntarnos Sobre la tierra, II Sin romper nunca Nuestras cadenas... Era una noche Una casita De enero, eterna : Blanca y modesta, El aire helado, Único adorno j Las aves yertas, De una pradera; Las fuentes mudas. Con fuentes claras, Las flores secas, Con flores nuevas, Mi nogar muy triste, Con dulces nidos Mi madre muerta, - i De aves parleras; Y e2 torno suyo Y allí jugando La blanca cera Las horas muertas Lanzando débil

WM Del caminante Su luz siniestra; La débil huella? Y yo, velando ¡Viví tan sola! Con honda pena, ¡ Sola y enferma! Oí en la torre Con negros duelos, Sonar muy lentas Con horas negras, Las campanadas, Sin más familia Que un tiempo fueran Que mis tristezas... ' . Las escogidas ¡Ay! recordando Con dicha inmensa La noche aquella Para cumplirnos En que dijiste La cita aquella; Cosas tan tiernas: Cita en que hiciste Que me adorabas, Tantas promesas, Que en tu conciencia Y en que, rendida Era mi imagen De pasión trémula, La sola reina; Te di en un beso Y la casita La vida entera... Con llores nuevas, ¿Por qué olvidaste Con fuentes claras, Mi pasión ciega? Y aves parleras; ¿Por qué no vuelves? Y aquellos niños ¿Por qué te ausentas ? De faz serena, ¿Por que borraste Con frentes blancas, Dichas tan tiernas, Rubias cabezas, Cual borra el viento Labios de rosa, Sobre la arena Pupilas negras... — Calla y no sigas, Que me atormentas. A CARLOS NOREÑA Alma del alma,

¡Qué bien te acuerdas! (en el nacimiento DE SU primer Hijo)

¡Ya coronó la dicha tus amores'. Un hijo tienes ya, que habrá nacido Oyendo, cual los dulces ruiseñores, Músicas en los aires y en el nido.

Sé que la madre de ventura loca Cifra en él sus más dulces embelesos, Y que en la fresca guinda de su boca Acendra miel con lágrimas y besos.

Sé que á ti ya te enferman los sonrojos, Pues cada extraño que en tu bien repara Te dice que sus ojos son tus ojos. Que en su cara de cielo está tu cara.

Y hablando la verdad, si se parece A su progenitor, yo lo bendigo; Pupilas negras... — Calla y no sigas, Que me atormentas. A CARLOS NOREÑA Alma del alma,

¡Qué bien te acuerdas! (en el nacimiento DE SU primer Hijo)

¡Ya coronó la dicha tus amores'. Un hijo tienes ya, que habrá nacido Oyendo, cual los dulces ruiseñores, Músicas en los aires y en el nido.

Sé que la madre de ventura loca Cifra en él sus más dulces embelesos, Y que en la fresca guinda de su boca Acendra miel con lágrimas y besos.

Sé que á ti ya te enferman los sonrojos, Pues cada extraño que en tu bien repara Te dice que sus ojos son tus ojos. Que en su cara de cielo está tu cara.

Y hablando la verdad, si se parece A su progenitor, yo lo bendigo; Ya verás cómo vive y cómo crece, Y que, por más que está recién llegado Y halla en cada mortal un buen amigo. Á tu hogar, venturoso cual ninguno, ¡Todo igual á su padre! el mundo dice, Lo sueñas almirante y abogado, Y tú lo miras, y con tierno arrullo Capitán general, sabio y tribuno. Tu mano lo acaricia y lo bendice Y lo miras del mundo en la faena Con infinito amor y noble orgullo. Desdeñando lisonjas y oropeles, Hoy tiemblas si en la cuna se menea, Y su mirada cándida y serena Y tiemblas cuando duerme sosegado, Te habla de gloria, aplausos y laureles. Y al ver que gesticula y pestañea Siendo tan pequeñito lo ves hombre, Dices en tu interior : ¿qué habrá pensado? Y hasta pretendes inquirir ufano Ni la brisa sutil dejas que roce Cómo pondrá las letras de su nombre Su frente angelical; te ve y suspira, El jazmín diminuto de su mano. Y dices con pasión : ¡ ya me conoce, Comprendo bien que el serafín te engríe, Y ya me quiere hablar cuando me mira! Que con él van tus horas muy de prisa, Habrá que verte cuando ufano pasas Y que miras á Dios si te sonríe, Llevando al nuevo rey de tus amores, Pues está todo el cielo en su sonrisa. En un coche de mimbres y de gasas Miro á la joven madre en su recato En triunfo por los anchos corredores. Cómo lo baña en su mirar sereno, Seguro estoy de que gozoso gritas Y hallando en él tu amor y tu retrato, Cuando ves con qué gracia tu heredero ¡Le da toda la savia de su seno! Alza al aire las blancas manecitas Comprendo tu alborozo: en tu alma anida Y agita el argentado sonajero. El más augusto y santo regocijo; ¡ Ser padre es ser devoto de la vida, ¡ Dios te vele esa joya de valía, Porque toda la vida está en el hijo ! Tenga en el mundo mirtos por alfombra, Y que mañana puedan tú y María Hoy pensaras en todo; si te exalta Entrelazar sus canas á su sombra 1 El más ciego furor, pronto al mirarlo Exclamarás con miedo : ¡ le hago falta! [Yo no debo por nadie abandonarlo!

Es nueva religión la que en él tienes; Al verlo tu esperanza fortificas, Y la mejor corona de tus sienes Es el inmenso amor que le dedicas.

¿Nació para cantar? ¡destino santo! No lo veré; mi vida se derrumba Á un abismo sin fin; pídele un canto Á mi cariño á ti, sobre mi tumba;

Dile que se estrecharon nuestras manos Cuando viniste á honrar el suelo mío, Que tú y yo nos quisimos como hermanos, Que le amo mucho, y que me llame tío.

Que ha visto el claro albor de la existencia En esa fecha llena de esplendores En que mi patria ungió su independencia Con el grito del cura de Dolores. ¿Qjizá los nervios? Hilos que llevan Hasta el cerebro la sensación, ¿También trasmiten los sentimientos LO QUE NO MUERE Que nos elevan buscando á Dios ? Duermo en la alcoba sola y oscura, Y no es tan negra mi soledad, Pues ya dormido, con otros ojos Miro las formas de lo ideal. ¿Suspiros?... ¡Aire!...¿Lágrimas?... ¡Agua! ¿En qué pupilas y en qué retina ¿Insomnios?... ¡Nervios! Tenéis razón : Se graba el ángel que alcanzo á ver ? ¡ Y yo no duermo, llorando penas! ¿Por qué sin ojos mirarlo puedo, ¡ Y yo suspiro, sintiendo amor! Y estando mudo, le hablo también ? Seres felices los que ignoramos ¡ Sangre! No bastas para la mente. Que amor, ternura, dicha y pesar, Prestas al barro tinte y color; Sólo son causas que determinan Y de igual modo correr podrías Las secreciones del lagrimal. Dentro la estatua de Pigmalión. Hay algo oculto, misterio santo, Mas este impulso secreto y vago De nuestra vida fuerza y poder, Que le llamamos sentir, pensar; Ignota llama, constante impulso Que nos eleva, que nos contiene, Que todos sienten, que nadie ve. Que deja al barro, y al cielo va; ¿La sangre acaso? ¡callad, ilusos! Esta secreta llama que encierra ¿La sangre puede reír, llorar? Conciencia, juicio, talento, amor; ¿Guardan sus globos los pensamientos, Que no se palpa, que no se mide : Las esperanzas, lo inmaterial ? La fe, la gloria, la inspiración; No esta en los nervios ni está en la sangre; ¡No! que si fuese materia vil, Cuando se duerme bajo la tumba, Á MEJICO Con sangre y nervios quedara allí.

Eso es eterno. La ciencia, el arte, EN las ÚLTIMAS desgracias de españa Reflejos suyos siempre serán. Fuera del alma ¡ cuán pobres somos I Si ¡Todo se muere 1 ¡Todo se val

Allá del revuelto mar Tras los secos arenales. Donde sus limpios cristales I® Las ondas van á estrellar; Donde en lucha singular Disputando á la Fortuna Las ciudades una á una, De sus guerreros al brío, Mostraron su poderío La cruz y la media luna;

En esa tierra encantada, Que esconde, en perpetuo abril, Las lágrimas de Boabdil En las vegas de Granada; Donde el ave enamorada | l |] i ; Ii í\ü1 L fe?- SIl | '1 íHÍt ! ¡M i I III ;; Repite entre los verjeles La magnánima Isabel El canto de los gómeles, Y el católico Fernando; Y cuelga su frágilnido Del minarete prendido • En esa región que encierra Entre ojivas y caireles; Tantos recuerdos de gloria; En ese altar de la Historia; Donde soñados ultraics En ese edén de la tierra : Vengaron fieros zegries, No el azote de la guerra Regando los alhelíes, Infunde duelo y pavor, Con sangre de abencerrajes; Ni causa fiero dolor Donde entre muros de encajes El negro contagio inmundo; Y torres de filigrana, Que mira asombrado el mundo Lloró la hermosa sultana Allí otra plaga mayor. Amorosos sentimientos Surgen allí tempestades Á los rítmicos acentos Del suelo entre las entrañas, De una trova castellana; Y vacilan las montañas, Y se arrasan las ciudades. Allá donde nueva luz Escombros y soledades Alumbró, limpia y serena, Son el cortijo y la aldea; Sobre la morisca almena La muerte se enseñorea, Al símbolo de la cruz; Y, en medio á tanta ruina, En ese suelo andaluz, Se ve cual llama divina Cuyos cármenes hollando, La Caridad que flamea. Y en otro mundo soñando, Cruzaron en su corcel Con sordo bramido el duelo Todo lo enluta y recorre; No hay un asilo seguro; Yace la maciza torre Ciérnese el ángel del mal; En pedazos sobre el suelo. Cada fosa sepulcral Salvarse forma el anhelo Ábrese ante fuerza extraña, De los espantados seres, Y parece que en España Y hombres, niños y mujeres Comienza el juicio final. Las crispadas manos juntan, Y viendo al cielo preguntan : Y entre la nube sombría « Dinos, Dios, ¿por qué nos hieres? » Que el denso polvo levanta, El coro terrible espanta Recordando en sus delitos De los gritos de agonía. Las bíblicas amenazas, Y entre aquella vocería, Van por las calles y plazas Con rostro desencajado, Confesándolos á gritos. El padre busca, espantado, Los corazones precitos Con ayes desgarradores, Se niegan á palpitar, El nido de sus amores, Y todos ven transformar Entre escombros sepultado. Al golpe del terremoto, En abismo el verde soto, Convulsa, pálida, errante, Y en escombros el hogar. Sobre el suelo que se agita, La madre se precipita, Se abate el pesado muro Por la angustia delirante; Que adornó silvestre yedra, Vuela en pos del hijo amante; Y brotan de cada piedra El rostro al abismo asoma, Una oración y un conjuro. Lo llama llorando, y toma Por voz del hijo querido, Manda ¡ oh noble patria mia! La que acompaña el crujido La ofrenda de tus piedades De un techo que se desploma. Á las hoy tristes ciudades De la hermosa Andalucía. En repentina orfandad, No es favor, es hidalguía; Trémulos, las manos tienden Es deber, no vanidad. Los niños, que no comprenden Llamen otros Caridad Su espantosa soledad. Á estos óbolos del hombre; Tan sólo la caridad Tienen nombre, sólo un nombre : Velará después por ellos, Se llama Fraternidad. Curando con sus destellos Su miseria y su aflicción : ' ¡ Cómo no amarlos, si son Con tierno entusiasmo santo, Tan inocentes, tan bellos! Mezcla ¡ oh patria amante y buena! Esa pena con tu pena, Ese llanto con tu llanto. ¿Qué pecho no se conmueve Si al mirar ese quebranto, Ante cuadro tan sombrío, Tu triste historia repasas, Que el corazón más bravio Verás que angustias no escasas Á contemplar no se atreve ? Pasó, entre llantos prolijos, Ante el infortunio aleve Por amparar á tus hijos, ¿ Quién no es noble ? ¿ quién no es bueno ? Bartolomé de las Casas. ¿ Quién de piedad no está lleno, Cuando es la virtud mayor, Aun más que el propio dolor, Sentir el dolor ajeno? Se enluta el nido cuando el ave muere, Al arrancar la perla cruje el nácar Y cruje cuando el hierro abre la veta, El abrupto peñón en la montaña. EN CHURUBUSCO Desde el espacio azul al hondo abismo Que la tiniebla pavorosa guarda, Todo en amor palpita y todo sufre, Todo ante el paso de la muerte calla. Estas praderas que con rayos de oro Para honrar á los héroes que murieron El sol de Agosto fecundante baña, En medio del fragor de la batalla, Donde el silvestre cardo erizas hojas Dadme la voz de las azules ondas Con blancas flores adornando esmalta; Que del indiano mar las costas bañan. Estos campos que viste primavera Dadme el rumor del viento que sacude Con sus ricos tapices de esmeralda, Los viejos ahuehuetes del Anáhuac, Fueron en tiempo de invasión injusta Cuando de noche en el sagrado bosque Ensangrentados campos de batalla. Surgen los manes de la edad pasada. En ellos como altivos gladiadores Q'ie al ancho estadio con su arrojo pasman.,. Lucharon desde el niño hasta el anciano Desde el león espanto de la selva, Con fe de Atenas y valor de Esparta. Hasta las cumbres en que duerme el águila, Del cielo al mar y del hogar al nido, ¡ Díganlo aquellos muros carcomidos En la alcoba lo mismo que en la rama, Que el ya desierto monasterio guardan La madre llora por el hijo tierno Y en cuyos tristes largos corredores Que la implacable muerte le arrebata. Las sombras cruzan de Rincón y Anayal Díganlo á todos con idioma augusto Llevadnos á jurar sobre las fosas Las negras bocas de arcos y ventanas, De los mártires mil de esta jornada, Por las cuales sembrando luto y muerte Llevadnos á jurar con noble aliento, Entró la lluvia de extranjeras balas. Que la bandera hermosa y sacrosanta Nunca llaméis deirota al heroísmo, Que el pueblo esclavo presintió en Dolores La luz no sirve si los ojos faltan, Y el pueblo libre tremoló en Iguala; Y aquí sólo llegaron los extraños Esa bandera con que pudo altivo Cuando faltó la pólvora en las armas. Proclamar la República Santa Anna, Tendió la noche sus heladas sombras Con la que en Veracruz venció á los galos Y sobre el ancho campo de batalla, Y allá en Tampico derrotó á Barradas; Fúnebres asomaron las estrellas La bandera preciosa con que Juárez Brillando en el espacio como lágrimas. Salvó la independencia mejicana, Sabemos ya los nombres de los héroes, La gloriosa bandera que da sombra Sus nobles hechos nuestra historia guarda Á tantas glorias de la edad pasada; Y su grandioso ejemplo imitaremos Llevadnos á jurar que será siempre Si nuestro suelo el invasor profana. Grande, feliz, espléndida, sin mancha, No llanto femenil sobre sus tumbas Lo mismo ante los pueblos de la Europa Los ojos melancólicos derraman, Que ante la gran familia americana. Laurel y encina cubrirán las losas Siendo ese juramento en este instante Que tantos restos en silencio guardan. La oración á los muertos por la patria. Los que vivís aún desde aquel tiempo, Alzad las frentes sin rubor ni mancha, Jo de Agosto de 189* Cual los sabinos del sagrado bosque Que al ciele elevan sus brillantes canas. Tiene boca pequeña, labios rojos, Cuello de nácar y marmóreo seno.

NI VIVA NI MUERTA Siempre que llego á verla, me palpita \celerado el corazón ardiente; Me parece que sueña, que medita, Y que espera mis besos en su frente.

Es púdica, romántica, graciosa, Y en contra de su sexo y su hermosura, Es blanca, rubia, de contornos puros, No puede ser infiel ni ser curiosa, Cual si fueran labrados por Cellini. Ni mentir, ni gastar, ni ser impura. La vi, me enamoré, di veinte duros, Después de que á Occidente el sol resbala, Y la mandó á mi casa Pellandini. Y su luz melancólica pardea, Está con traje azul, el solo traje Y esconde la cabeza bajo el ala Que me causa inquietudes y desvelos, El ave que en los árboles gorjea; Porque con él el rostro es un celaje Cuando aparecen nítidas y bellas, Prendido en las riberas de los cielos. Derramando sus vividos fulgores, Suelto tiene el riquísimo tesoro Esas, que siempre están, blancas estrellas, De sus cabellos blondos y rizados, En eterno coloquio con las flores; Que brillan y relucen como el oro Cuando al loco rumor con que ensordece De octubre en las espigas de los prados. Á la incansable muchedumbre el día, Buscan la inmensidad sus claros ojos, Sigue el hondo silencio en que parece Que irradian luz en su mirar sereno : Que están el sol y el mundo en agonía : Entonces, en mi a'cazar de amargura, » Fuerza, calor, lenguaje y movimiento, Que jamás el amor viste de gala, » Tornándose mujer y estando viva, Contemplo á la deidad cuya hermosura » ¿ Causara entonces á mi pecho herido Decora el muro de la humilde sala. » Este entusiasmo que á sus pies me trae ? » ¡Cómo anim^ la sombra suavemente ¡ Ah! ¡ yo sé que al amor sigue el olvido! Sus pupilas tan dulces y serenas! ¡La flor más bella se marchita y cae! ¡ Cuál tiñe de carmín su casta frente Yo sé que el fuego que la carne abrasa, La sangre que no corre por sus venas! Se torna en humo y en ceniza fría. Parece que me ve, que se retratan ¡ Todo se rompe, y atosiga, y pasa Mis ojos en los suyos siempre bellos, Como el resabio del placer de un día! ¡En sus ojos de rayos que no matan. Y sé que aquel amor dulce y callado Porque no está la tempestad en ellos! Que vierte en la niñez sus embelesos, Ojos que irradian fe, paz y bonanza, Es la estrella inmortal del bien pasado, Con la celeste luz en ellos presa; Encendida entre lágrimas y besos. Al que los mira infunden esperanza, Mas del extraño amor que al pecho inspira, Y casta devoción al que los besa. Esta muda beldad, ¿cuál es el nombre? Cuántas veces, mirando cara á cara ¿Es sólo verso cuando está en la lira? Á esta mujer, capricho del artista, ¿ Sólo palabra cuando está en el hombre ? He llegado á pensar : « Si abandonara ¿Es brillante ilusión que se derrumba » El lienzo en que aparece ante mi vista, Á un abismo sin fondo ni medida?... » Y viera convertirse en un momento ¡Es como el fuego fatuo de la tumba, « En verdad la ficción ^obrando altiva, Que sólo puede arder donde no hay vida! 8. . Pigmalión, adorando á Galatea, Ni engaña, ni atosiga, siendo el mismo Á este secreto amor le imprime norma; En la sombra y la luz, á cualquiera hora. Para llegar al culto de la idea, Hay que entrar por el culto de la forma. Es la existencia en dichas tan escasa, Que cuanto abarca en su mejor destello, ¿ Es dulce, es melancólica, es hermosa? • Todo se rompe, languidece y pasa : Pues no exijamos más, basta con eso; ¡ Todo, menos el culto por lo bello f El amor, cual la abeja, va á la rosa : Sólo busca la boca para el beso.

Mejor que nada exista en esa frente, Ni en esos labios de encendida grana; Huyo del sol en el zenit ardiente, Y lo busco al rayar de la mañana.

Nada que incendie, nada que destruya Nada que canse, nada que carcoma; Si queréis un amor que no concluya, Todo fe, todo ensueño, todo aroma,

Pensad, al resolver cuestión tan seria. Que la beldad encubre un esqueleto Que polvo será al fin, porque es materia : Pedidlo al arte y lo hallaréis completo.

Al arte, sí, que en medio del abismo, Que todo lo amortigua y lo devora, Al fúlgido amanecer De un domingo : tú rezabas, Y yo rezaba también; Estábamos en el templo; PROMESAS VANAS Me miraste, te miré, Y palidecí, y tu rostro Cubrió mortal palidez; Y ya ni oímos la misa, Ni nos dejamos de ver. Después... recuérdalo, niña Han pasado muchos años Recuérdalo, sí, después Desde aquella dulce vez Pudimos hablar á solas. En que trémulos y á solas ¿ Qué dijimos? no lo sé ; Juramos amor y fe. Juramos constancia eterna, Has faltado á tus promesas, Mutua dicha, mutuo bien, Y yo he faltado también; Ser en dos cuerpos un alma, Y tú dices : ¡al fin hombre! En dos almas una fe, Y yo digo : ¡al fin mujer! Amarnos hasta la muerte, Y ninguno es el culpable : Y tras la muerte también. jLa humanidad así es! Has faltado á tus promesas; Eras muy rubia y muy blanca Á mis promesas falté; Tus labios manaban miel : Á otro ser le diste el alma; Yo era niño, con el alma Yo le di el alma á otro ser; Sin engaño ni doblez. Fuimos los dos inconstantes; Nos encontramos ¿te acuerdas? Me olvidaste, te olvidé; Y tú dices « al fin hombre », Y yo digo « al fin mujer », Y ninguno es el culpable: ¡La humanidad asi es!

EN MEMORIA DEL POETA

MANUEL M. FLORES

(COMPOSICIÖN LEl'DA EN EL LICEO HIDALGO)

Negra pupila, abierta y fulgurante, Ancha y tersa la frente pensadora, Reposado el andar, dulce el semblante, La mano diminuta y tembladora; Todo extrañando el peso del turbante, Del blanco jaique y de la guzla mora : Así le conocí, cuando sentía Amor y juventud el alma mía. Era... ya lo sabéis, el inspirado, El egregio cantor de los amores; El que hablaba el idioma delicado De las brisas, las fuentes y las flores. Y tú dices « al fin hombre », Y yo digo « al fin mujer », Y ninguno es el culpable: ¡La humanidad asi es!

EN MEMORIA DEL POETA

MANUEL M. FLORES

(COMPOSICIÖN LEl'DA EN EL LICEO HIDALGO)

Negra pupila, abierta y fulgurante, Ancha y tersa la frente pensadora, Reposado el andar, dulce el semblante, La mano diminuta y tembladora; Todo extrañando el peso del turbante, Del blanco jaique y de la guzla mora : Así le conocí, cuando sentía Amor y juventud el alma mía. Era... ya lo sabéis, el inspirado, El egregio cantor de los amores; El que hablaba el idioma delicado De las brisas, las fuentes y las flores. POESIAS

Semejaba, en el siglo, un desterrado Y halló en premio á sus sueños de grandez? De las rondas de antiguos trovadores, Tardes nubladas y marchitas flores; Que en alta noche el mandolín tañía Horas lentas, amargas, intranquilas, Al pie de la callada celosía. Y la noche en el alma y las pupilas.

Él cantaba el más tierno de los seres, ¡Gladiador del espíritu! ¿á qué meta ¡Encarnación de la belleza humana! Pretendes ir así? ¿No te imaginas Hablaba de ilusiones y placeres, Que si mirara tu pupila inquieta, De una dicha inmortal y soberana; Vieras el jaramago en lasrüinas? Del amor que derrama en las mujeres Ya ciñes la corona del poeta, Más luz que el sol brillando en la mañana, • Yá conoces su peso y sus espinas, Y cuyo beso, en alas de su anhelo, Ya del rebelde mundo en el proscenio, Basta á juntar la tierra con el cielo. Como un errante sol, brilló tu genio.

Después... su frente pálida, abatida, Mirad... el genio cruza este desierto, Una sonrisa lúgubre en su boca; Entre penas y lágrimas cautivo... Su voluntad heroica ya vencida, En la tierra es un vivo que está muerto, Semejaba, en lo ñrme, abrupta roca Y en la tumba es un muerto que está vivo. 1, Gastada por las olas de la vida; Amar, soñar, creer, mirar abierto II f- En el vaivén de la fortuna loca... Un templo más allá, luchar altivo, El alma llena de esplendor y fuego, Y consumirse al fuego que lo abrasa, Y sus ojos sin luz... ¡ya estaba ciego! Tras un aplauso que resuena y pasa.

Ya sentada á sus puertas la pobreza, Tu patria sabe honrarte, enaltecerte, Conociendo del mundo los rigores, Para ser inmortal tienes derecho; Hirió su altiva frenta la tristeza; Nadie en tu derredor culpa á la suerte, Cantó libre sus íntimos dolores, Ni sollozos exhala de su pecho;

POESÍAS COMPLETAS. — TOMO ¡11. O En las nupcias del genio con la muerte, La Historia es un hogar, la tumba un lecho, Y ambas fulguran con eterna llama Hoy que engendran un hijo de la Fama. FRENTE A TOLEDO

Arriba azul, verde abajo, Pleno abril, soi esplendente, Y yo sentado en un puente Que cabalga sobre el Tajo. Ara el buey con gran trabaju La lejana sementera; Zumba la abeja doquiera; Cada planta tiene flor; Los cielos dicen : ¡amor! Y los campos : ¡ primavera!

Vibra en la extensión lejana, Que el Tajo hirviente recorre, La voz que en gótica torre Da á los aires la campana; 1 Católica y musulmana, De una majestad caída, Infundiendo asombro y miedo. Que refleja, ya vencida, Desde el puente mirar puedo, Todo el esplendor de España. Entre mil tintas bermejas. Cúpulas, torres y rejas De tus grandezas testigo, De la ciudad de Toledo. El Tajo á tu voz responde : Sirte de plata que esconde ¡ Cómo resaltan, bañadas Misterios del rey Rodrigo. Del sol por los rayos puros, En ti buscaron abrigo En cornisones oscuros Héroes de raras historias, Almenas desportilladas! Cuyos hechos y memorias Sobre ramblas aplomadas Impiden, á extrañas gentes, Se mira en conjunto vago Con tus desgracias presentes El rudo y constante estrago Nublar tus pasadas glorias. De los siglos, que han escrito Su paso sobre el granito Toledo, soñé en mirarte, Con ortiga y jaramago. Y al fin feliz te contemplo, Como silencioso templo ¡Toledo! rico tesoro De la tradición y el arte. De señoriales contiendas, Vengan otros á estudiarte : De cuentos y de leyendas Nunca atizó mi ansiedad, Que enaltecen al rey moro : Ver si pueblan tu ciudad Te envuelve en nimbos de oro Almas grandes ó mezquinas : El sol que tus campos baña, Me basta ver tus rüinas, Y tienes la pompa extraña Me encanta tu soledad. Ya sin puente ni rastrillo, Encuore la enredadera Destrozado el minarete; El desgastado blasón; Sin lanzas en el almete Sin lengua está el esquilón; Del paredón amarillo, La poterna sin cerrojos; Semeja el feudal castillo Hay en el glacis abrojos, Mansión de espectros sombría, Y ortiga en el torreón. Do nunca el rayo del día Halla, al penetrar ligero, El sillar tosco y plomizo Ni en la sala al caballero Llora en el musgo su duelo; Ni en las torres al vigía. Cruza de tarde el mochuelo Sólo la indiscreta fama El húmedo pasadizo; Cuenta que en tiempo pasado Sostiene el arco macizo Tuvo el castillo clavado Un pesado corredor, En la puerta un oriflama; Que en el ángulo interior Fué prisión de hermosa dama Guarda en piedra mal tallado Cautiva en redes de amor, Un Cristo crucificado, Que ya no inspira fervor. Y á tanto llegó el rigor De su infortunada suerte, Que, por celos, le dió muerte Los altos muros deslava, Con el hacha, su señor. Retratando las almenas, El Tajo, cuyas arenas En angosta saetera Pisó tímida la Cava; Su nido cuelga el vencejo, Bajo su lecho de grava Y crece el duro cornejo Oculta el undoso río En la inútil halconera. Todo el pasado sombrío De historias y tradiciones; Mas tan sólo de grandeza Joyas, armas y blasones Y ostentación son destello : Del gótico poderío. Siempre lo grande y lo bello Vive en la naturaleza. Con soberbia majestad, Hasta en su muda tristeza Por la historia consagrados, Tienen pompa las rüinas; Alza sus muros calados Defienden secas espinas Coronando la ciudad, Las tumbas de ilustres muertos, El Alcázar que en la edad Y en los salones desiertos De heroísmo sin segundo, Son reinas las golondrinas. Vió con asombro profundo Salir de allí, sin mancilla, ¡ Soledad ! ¡ silencio! ¡ estrago! Los leones de Castilla El tiempo con mano ruda, Para dominar el mundo. Siembra en el alma la duda, Y en el muro el jaramago. Allí el rencor acibara En vano el mentido halago Bajo sus cotas de acero De una brillante memoria Á don Pedro el Justiciero Alza recuerdos de gloria Y á Enrique de Trastamara. De polvo glacial y leve, Si cada piedra guardara, Que sólo levanta y mueve Por mano de Dios escrito, El huracán de la historia. De la virtud y el delito Las luchas que ha contemplado, Sigue el hombre por la tierra, Lanzara el mundo espantado Como ayer, triste camino, Frente i cada piedra un grito. Incansable peregrino Siempre con el mal en guerra. ¿ Quién vacila ? ¿ quién se aterra Ante tan rudo trabajo ?

Arriba azul, verde abajo, (POESÍA LEÍDA POR SU AUTOR EN LA VELADA DEL 11 I; I Pleno abril, sol esplendente, 12 DE OCTUBRE, EN MÉJICO) Y al mar empujando hirviente Sus claras ondas el Tajo. Á EVARISTO FOMBONA i i! 'I 11 ' 11

Cantar á ese gigante soberano Que al soplo de su espíritu fecundo • Hizo triunfar el pensamiento humano, Arrebatando al mar un nuevo mundo; Cantar al que fué sabio entre los sabios, •i 'i BIBLIOTECA PARTICULAR Cantar al débil que humilló á los grandes, I de la Nunca osarán mi lira ni mis labios. »i i!' III Forman su eterno pedestal los Andes, ¿Fel¿c¿ta* El Popocatepelt su fe retrata, III PROFESORA DE CANTO. 11 Las pampas son sus lechos de coronas, i Sil Su majestad refleja el Amazonas, Mi ''Mi i Y un himno á su poder tributa el Plata. No es la voz débil que al vibrar expira, ¡iI,I J1É1 La digna de su nombre; ¿puede tanto La palabra fugaz?... ¿Quién no lo admira? En la noche sombría La mar, la inmensa mar, ésa es su lira, El eco atronador délos torrentes; Su Homero el sol, la tempestad su canto. Los hondos ventisqueros, Las cordilleras siempre amenazantes, Cuando cual buzo audaz, mi pensamiento Y al aire sacudiéndose arrogantes, Penetra del pasado en las edades, Abanicos del bosque, los palmeros; Y mira bajo el ancho firmamento No miro con mi ardiente fantasía De América las vastas soledades : Sólo una tierra virgen que podría El inca dando al sol culto ferviente, Ser aquel legendario paraíso El araucano indómito y bravio, Que sólo Adán para vivir tenía; El azteca tenaz que afirma el trono, Miro las nuevas fecundantes venas Adunando al saber el poderío : De un mundo á las grandezas destinado, ¡Á cuántas reflexiones me abandono!... Con su Esparta y su Atenas, Todas esas sabanas calentadas Tan grande y tan feliz como ignorado. Por la luz tropical, llenas de flores, Para poder cantarlo, busca el verso Con sus selvas incultas, y sus bosques Una lira con cuerdas de diamante, Llenos de majestad; con sus paisajes Por único escenario el Universo, Cerrados por azules horizontes, Voz de huracán y aliento de gigante. Sus montes de granito, Sus volcanes de nieve coronados, Que destrence la aurora Semejando diamantes engarzados Sus guedejas de rayos en la altura : En el esmalte azul del infinito; Que los tumbos del mar con voz sonora Pueblen con ecos dulces la espesura : Las llanuras soberbias é imponentes, Que las aves del trópico, teñidas Que puebla todavía Sus alas en el iris, su contento Den con esas cadencias tan sentidas Llenos de amor, á disputar su mano. Que van de selva en selva repetidas Ella da el triunfo de su amor primero Sobre las arpas que columpia el viento. Á su igual en grandeza y en familia, Venid conmigo á descorrer osados Al que, rey de Sicilia, El velo de los siglos ya pasados. Es de Aragón el príncipe heredero. Á tan gentil pareja Tuvo don Juan Segundo Con ensañado afán persigue y veja En Isabel de Portugal, la bella, De Enrique Cuarto la orgullosa corte; Un ángel, que más tarde fué la estrella Pero palpita el alma castellana Que guió á Colón á descubrir un mundo. Que de Isabel en la gentil persona, El claro albor de su niñez tranquila Más que la majestad de la corona, Se apagó en la tristeza y en el llanto. Ve la virtud excelsa y soberana. En el triste y oscuro monasterio La España en Guadalete decaída, Donde, envuelta en el luto y el misterio, Y luego en Covadonga renacida, Fué Blanca de Borbón á llorar tanto. No vuelve á unirse, ni por grande impera, Allí Isabel fortaleció su mente, Hasta que ocupa, sin rencor ni encono, Y aquel claustro de Arévalo imponente De Berenguela y Jaime el áureo trono, Fe le dió para entrar al mundo humano, El genio augusto de Isabel Primera. Dió vigor á su espíritu intranquilo, Grande en su sencillez, es cual la aurora Fué su piimer asilo soberano, Que al asomarse, todo lo ilumina; Cual la Rábida fué primer asilo Humilde en su piedad, cual peregrina Del Vidente del mundo americano. Va al templo en cada triunfo, y reza, y llora; Muerto Alfonso, su hermano, Nada á su gran espíritu le agobia : En el convento de Ávila se encierra, Desbarata en Segovia Y hasta allí van los grandes de la tierra, La infiel conjuración : libra á Toledo, Fija de las costumbres la pureza, Á la región boreal del Nuevo Mundo?... El crimen blasonando en la nobleza ¡Yo no lo sé! Se ofusca la memoria Castiga, vindicando al pueblo ibero : Entre la noche de la edad pasada; Por todos con el alma bendecida, Sólo hay tras esa noche una alborada : Por todos con el alma idolatrada, Isabel y Colón : ¡la Fe y la Gloria! Rinde y toma vencida, Edén de amores, la imperial Granada. Dejadme que venere Á esa noble mujer... Llegóse un dia En que un errante loco le pedía, ¡ Cuántos hondos martirios, cuántas penas Ya por todos los reyes desdeñado, Sufrió Colón! ¡El dolo y la perfidia Buscar un hemisferio, que veía Le siguen por doquier! ¡La negra envidia Allá en sus sueños por el mar velado. Al vencedor del mar puso cadenas! No intento escudriñar el pensamiento Maldice á Bobadilla y á Espinosa Del visionario que á Isabel se humilla. La humanidad que amamantarlos plugo... ¿ La América es la Antilla ¡ El hondo mar con voz estrepitosa En que soñó Aristóteles? ¿La Atlántida Aun grita maldición para el verdugo! Que Platón imagina en su deseo, El mundo descubierto, Y menciona en su diálogo el Timeo? Á hierro y viva sangre conquistado, ¿ Escandinavos son los navegantes ¿Fué solamente un lóbrego desierto? Que cinco siglos antes ¿ Vive ? ¿ palpita ? ¿ crece ? ¿ ha progresado ? De que el insigne genovés naciera, ¡Ah si! Tended la vista... Cien naciones, Fijo en Islandia su anhelar profundo, Grandes en su riqueza y poderío, Al piélago se arrojan animados, Responden con sonoras pulsaciones Y son por ruda tempestad lanzados Al eco tosco del acento mío. El suelo que Cortés airado y fiero, Hoy tenéis por altar al Nuevo Mundo! Holló con planta osada, Ningún rencor nuestro cariño entraña: Templando lo terrible de su espada Del Chimborazo, cuya frente baña La dulzura y bondad del misionero, El astro que á Colombia vivifica, Cual tuvo enCuauhtemoc, que al mundo asombr, A la montaña estrella, Tuvo después cien héroes : un Hidalgo, Que frente al mar omnipotente brilla, Cuya palabra sempiterna vibra; Resuena dulce, sonorosa y bella Un Morelos, en genio esplendoroso; El habla de Castilla : ¡ Un Juárez, el coloso Heredamos su arrojo, su te pura, Que de la Europa y su invasión lo libra! Su nobleza bravia. Bolívar, en Santa Ana y Carabobo, Y en Ayacucho Sucre, son dos grandes, ¡Oh, España! juzgo mengua Son dos soles de América en la historia, Lanzarte insultos con tu propia lengua; Que tienen hoy por pedestal de gloria Que no cabe insultar á la hidalguía. Las cumbres gigantescas de los Andes. En nombre de Isabel, justa y piadosa, ¡ Junín! el solo nombre En nombre de Colón, ningún agravio De esta epopeya mágica engrandece Para manchar tu historia esplendorosa El lauro inmarcesible de aquel hombre, Verás brotar de nuestro humilde labio. Que un semidiós al combatir parece. ¡ Á Colón, á Isabel el lauro eterno! Sucre, Silva, Salom, Córdoba y Flores, Abra el Olimpo su dorada puerta, Colombia, Lima, Chile, Venezuela, Y ofrezca un trono á su sin par grandeza : En el Olimpo para todos vuela Resuene en nuestros bosques el arrullo La eterna fama, y con amor profundo Del aura errante entre doradas pomas : La ciñe eterna y fúlgida aureola : Las flores en capullo ¡ Gigantes de la América española, Denles por grato incienso sus aromas : El volcán, pebetero soberano, Arda incesante en blancas aureolas, Y un himno cadencioso el mar indiano Murmure eterno con sus verdes olas... A MARÍA RIVADENEYRA El universo en coro Con arpas de cristal, con liras de oro, Al ver á los latinos congregados, Ensalce ante los pueblos florecientes Por la América misma libertados, Aquellos genios, soles esplendentes Jalapa es un verjel de paz y amores De Colón é Isabel, y con profundo Que presintió mi anhelo; Respeto santo y con amor bendito, Allá en mis sueños conocí sus flores Libre, sereno, eterno, sin segundo, Y adiviné su cielo. Resuene sobre el Cosmos este grito : ¡ Gloria al descubridor del Nuevo Mundo! Habláronme en la infancia, en la alborada ¡ Gloria á Isabel, por quien miró cumplida De mi revuelta vida, Su gigantesca empresa soberana! De esta mansión para el amor formada, ¡ Gloria, en fin, á la tierra prometida, Por el amor nutrida. La libre y virgen tierra americana! Aquí, mi padre disfrutó la calma De la ilusión naciente; Aquí vino sin sombras en el alma Sin canas en la frente.

Y guardó fiel hasta el postrer momento La memoria hechicera joan de dios pez a poesías 167

De este Edén, como guarda el pensamiento Vi azules lirios, tulipanes rojos Á la mujer primera. Y camelias de nieve.

« El Edén no es un mito, puedes hijo Cuando de enhiestos montes á la falda Conocerlo algún día... Vi el naranjal sombrío Jalapa es un Edén... » y me lo dijo Y engarzado entre cuencas de esmeralda Trémulo de alegría. El blanco caserío.

Murió, me dejó huérfano, teniendo Curó ese panorama mis heridas, Espinas por alfombra; Busqué paz y reposo ¡ Seis años hace ya que está durmiendo Y abriéronme las puertas bendecidas Tras de la eterna sombra! De tu hogar venturoso.

¡Quedé á vivir sufriendo decepciones ¡ Ay! venturoso entonces, en la aurora Que consumen y abrasan; Del más sereno día, Á ver pasar ensueños é ilusiones ¡ Cuando aun no entraba la traidora, Como las nubes pasan! La Pálida, la Fría!

En medio de la lucha, solo, triste Cuando tu santa madre no lloraba Y de sufrir cansado, Inclinando la frente; Llegué á pensar : pues el Edén existe ¡ Cuando, con trece abriles la besaba Iré al Edén soñado. Tu hermano, eterno ausente I

Y vine y encantáronse mis ojos Entonces vine y estreché los lazos Cuando en la niebla leve De esta amistad sincera, Á la que doy, tendiéndole mis brazos, Á la nivea caléndula perdida De ofrenda el alma entera. En sirte cenagosa,

Hoy hace un año que apuré las heces Les devuelve el perfume y los colores De nuestro adiós primero; Que ostentaron por galas ?... Desde entonces he vuelto muchas veces... ¡ Sus hojas, al morir, cierran las flores, ¿Por qué?... ¡porque las quiero! Los pájaros sus alas!

¡Ay! si pudiera como fresca brisa ¡Frente á la eternidad todo se cierra! Animar estas flores; Quien es justo en el suelo Poner en cada rostro una sonrisa: Puede cerrar sus ojos en la tierra... Curar tantos dolores; ¡ Los abrirá en el cielo!

¡Si el dulce bienestar que ayer he visto Hoy que sangra en tu hogar la inmensa herida Hoy fuera igual y cierto! Que abrió alevosa mano, ¡ Si la amistad pudiera como Cristo No olvides que en los campos de la vida Resucitar á un muerto! Tienes en mí un hermano.

Jalapa, 16 de febrero de 1889. Mañana, al separarme de este hermoso Jardín tierno y amado, Te dejara la dicha y el reposo De que siempre has gozado.

Mas ¿quién á la oropéndola caída, A mustia tuberosa, xo Dentro del pecho sin vigor palpita El corazón que juvenil y ardiente, Ayer la coronó dicha infinita. Á MI FRATERNAL AMIGO

El ser que amante, tierno y reverente GERARDO M. SILVA Tiene muerta en los ojos la mirada El labio mudo y sin calor la frente... (En la muerte de su padre) ¡ Oh destino cruel! la Parca airada, Lo arrancó de las penas de este suelo, Para llevarlo á la mansión soñada.

jTu hogar está sin luz! ¿La noche acaso Tiemblas de pena, lloras sin consuelo... No te conforma su eternal ventura, Descorrió en él sus lúgubres crespones Ni puedes con placer mirar el cielo... Sepultando tu sol en el ocaso ? Es sagrada y es noble tu amargura, Hoy no son las amargas decepciones Llora sobre su cuerpo, y que tu llanto Las que tu frente dejan abatida Riegue en lluvia de amor su sepultura. Sobre escombros de bellas ilusiones. Él te veló de niño y te amó tanto, ¡Tu hogar está sin luz! llora afligida Que vas á ser un culto en su memoria, La que sobre este mundanal desierto, Y un sol eterno en su cariño santo... Tesoro de tu amor, vela tu vida. Este sol en tu vida transitoria No sueñas el dolor; estás despierto Donde todo al abismo se derrumba, Y una voz de martirio en tu alma grita : Alumbrará tu hogar... verá tu gloria, ¡Tu hogar está sin luz! ¡tu padre ha muerto! ¿ Quieres que en el pesar tu alma sucumba ? jTu hogar está sin luz ! ¡y es tu destino Darle esa luz que le robó la tumba! POST-UMBRA

á MIS queridos amigos juan G. WLLSON Si el hombre es en la tierra un peregrino, Y Lucha con el dolor y con la suerte; Manuel Caballero Tu padre ayer te señaló un camino, Sigúelo siempre y honrarás su muerte.

Octubre ia de 1875 Con letras ya borradas por los años, En un papel que el tiempo ha carcomido, Símbolo de pasados desengaños, Guardo una carta que selló el olvido. La escribió una mujer joven y bella. ¿ Descubriré su nombre? ¡no! ¡no quiero ! Pues siempre he sido, por mi buena estrella, Para todas las damas caballero. i Qué ser alguna vez no esperó en vano Algo que, si se frustra, mortifica? Misterios que al papel lleva la mano, El tiempo los descubre y los publica. Aquellos que juzgáronme felice En amores; que halagan mi amor propio, Aprendan de memoria lo que dice La triste carta que á la letra copio : « Dicen que las mujeres sólo lloran ¿Por qué te conocí? Cuando temblando Cuando quieren fingir hondos pesares; De pasión, sólo entonces no mentida, Los que tan falsa máxima atesoran, Me llegaste á decir « Te estoy amando Muy torpes deben ser ó muy vulgares. Con un amor que es vida de mi vida »,

Si cayera mi llanto hasta las hojas ¿ Qué te respondí yo ? Bajé la frente; Donde temblando está la mano mía, Triste y convulsa, te estreché la mano, Para poder decirte mis congojas, Porque un amor que nace tan vehemente, Con lágrimas mi carta escribiría. Es natural que muera muy temprano. Mas si el llanto es tan claro que no pinta, Tus versos, para mí conmovedores, Y hay que usar de otra tinta más oscura, Los juzgué flores puras y divinas, La negra escogeré, porque es la tinta Olvidando, insensata, que las flores Donde más se refleja mi amargura. Todo lo pierden menos las espinas. Aunque no soy para soñar esquiva, Yo, que como mujer soy vanidosa, Sé que para soñar nací despierta. Me vi feliz creyéndome adorada, Me he sentido morir, y aun estoy viva; Sin ver que la ilusión es una rosa Tengo ansias de vivir, y ya estoy muerta. Que vive solamente una alborada. Me acosan del dolor fieros vestiglos ¡Cuántos de los crepúsculos que admiras, ¡ Qué amargas son las lágrimas primeras! Pasamos entre dulces vaguedades, Pesan sobre mi vida veinte siglos, Las verdades juzgándolas mentiras, Y apenas cumplo veinte primaveras. Las mentiras creyéndolas verdades! En esta horrible lucha en que batallo, Me hablabas de tu amor, y absorta y loca, Aun cuando, débil, tu consuelo imploro, Me imaginaba estar dentro de un cielo, Quiero decir que lloro y me lo callo, Y al contemplar mis ojos y mi boca, Y más risueña estoy cuanto más lloro. Tu misma sombra me causaba celo. Al verme embelesada al escucharte, Te quisiera culpar, y no me atrevo. Clamaste, aprovechando mi embeleso, Es, después de gozar, justo el hastío; « Déjame arrodillar para adorarte », Yo, que soy un cadáver que me mueve, Al verte de rodillas te di un beso. Del amor de mi madre desconfío, Te besé con arrojo, no se asombre Me engañaste, y no te hago ni un reproche. Un alma escrupulosa ó timorata; Era tu voluntad y fué mi anhelo. La insensatez no es culpa. Besé á un hombre, Reza, dice mi madre, en cada noche; Porque toda pasión es insensata. Y tengo miedo de invocar al cielo. Pronto voy á morir; ésa es mi suerte; Debo aquí confesar que un beso ardiente, ¿ Quién se opone á las leyes del' destino? Aunque robe la dicha y el sosiego, Aunque es camino oscuro el de la muerte, Es el placer más grande que se siente i Quién no llega á cruzar ese camino ? Cuando se tiene un corazón de fuego. En él te encontraré : todo derrumba Cuando toqué tus labios, fué preciso El tiempo, y tú caerás bajo su peso; Soñar que aquel placer se hiciera eterno. Tengo que devolverte en ultra-tumba Mujeres : es el beso un paraíso Todo el mal que me diste con un beso. Por donde entramos muchas al infierno. Mostrar á Dios podremos nuestra historia Después de aquella vez, en otras muchas, En aquella región quizá sombría. Apasionado tú, yo enternecida, ¿Mañana he de vivir en tu memoria?... Quedaste vencedor en esas luchas Adiós... adiós... hasta el terrible día. » Tan dulces en la aurora de la vida. Leí estas líneas y en eterna ausencia ¡Cuántas promesas, cuántos devaneos! Esa cita fatal vivo esperando .. El grande amor con el desdén se paga; Y sintiendo la noche en mi conciencia, Toda llama que avivan los deseos, Guardé la carta y me quedé llorando. Pronto encuentra la nieve que la apaga. De rabeles cristianos y guzlas moras Bajo los minaretes de las Sultanas. ¡POR CONSUEGRA! ¡POR ESPAÑA!

(leída en el gran teatro nacional de Soñaréis cabe albercas con arrayanes míjico en la función dada por la junta de damas En cautivas que lloran por sus donceles; A beneficio de los inundados) En alquiceles blancos y en yataganes Sobre la verde cuesta de los Gómeles.

¡Ah! yo he visto la hermosa vega extendida Para goces ó duelos que sienta España, Que el Jenil argentado de flores cuaja Cuando el llanto ó la dicha su faz enciende, Y soñé en otros tiempos y en otra vida Tengo una lira humilde que la acompaña Mirando los jardines de Lindaraja. Y un corazón de hermano que la comprende.

Por eso aquí de nuevo mi voz levanto Recogí de Granada los alhelíes Y pido á pobres cuerdas sus armonías; Que un sol de fuego esmalta con luz divina, Ya lo sabéis vosotros, la quiero tanto Y al cruzar por el campo de los zegríes Que sus penas intensas las hago mías. Me hablaba de mi patria la golondrina.

Yo vi de cerca todo lo que se encierra España nos recibe con regocijos De noblezas hidalgas en su recinto; Porque colmar supimos su afán profundo, Sentí el sol de la Historia sobre esa tierra Siente orgullo de madre que ve á sus hijos Que vió el sol sin ocaso de Carlos Quinto. Honrar, ya independientes, el Nuevo Mundo.

Si allí buscáis leyendas encantadoras En cada leal amigo me dió un hermano Soñaréis que os arrullan notas lejanas, Que hizo suyos mis goces y mir pesares, ¡Porque basta en España ser mejicano Y al fundirse dos razas nació la criolla Para encontrar abiertos pechos y hogares! De apiñonado cutis y negros ojos.

Allí ninguno alienta rencor ni dolo La de pies diminutos y andar galano, Al vernos vivir libres en otra esfera, La que junta con dulce melancolía Pues saben que ostentamos de polo á poio, Lo humilde y apacible del tipo indiano Con honor y sin mancha nuestra bandera. Al garbo y á la gracia de Andalucía.

Ya no existe la España dominadora ¡Oh España! ¡ohnoble España! tú nos legaste Sino la Iberia hermana, que he conocido, Una fe y una lengua; tienes derecho Y cuya lengua rica, dulce y sonora, A buscar en los pueblos que aquí formaste Honramos en la tierra donde he nacido. El corazón hidalgo que hay en tu pecho.

Ya no existe la España grave y austera España es igual siempre bajo tu rayo Que lanzó en sus legiones fieros aludes, ¡ Oh sol del patriotismo que la iluminas! Que Cortés hizo odiosa con una hoguera ¡ Resucitó á sus héroes del Dos de Mayo Y vindicó Las Casas con sus virtudes. Al ver amenazadas las Carolinas!

Soldados de Alvarado; reyes aztecas; ¿Cómo no tributarle justos honores Todos sois polvo vano; ya nada existe; Al laurel siempre vivo que la enguirnalda? J- De aquella edad aun tiemblan las hojas secas Unamos nuestra enseña de tres colores ^ Del árbol que recuerda «la noche triste ». Á su gloriosa enseña de rojo y gualdaJJK J> r

Se quebró la macana que el casco abolla; cT ^ • * Hoy que triste se envuelve con^asíPnegráó La inquisición no ostenta tizones rojos; Que le atara un espectro de helacías máíiós; POESÍAS COMPLETAS. — TOMO III. j, n W éu/ y Cual fraternal tributo llegue á Consuegra El óbolo que mandan los mejicanos,

¡Oh caridad sublime! ¡Sol que derramas De amor y de consuelo rayos ardientes! Mira cómo á tu influjo son nuestras damas Los ángeles de guarda de los ausentes.

Campos ayer hermosos, son tristes yermos; Escombros los hogares; las dichas, penas; Los espíritus sanos gimen enfermos ¡Aliviad tantos males las almas buenas! ROMANCES NACIONALES ¡ Oh! bien hacéis vosotras en ser primeras En consolar amantes, tanta agonía; ¡Para aliviar desgracias ya no hay fronteras! ¡La Caridad no tiene ciudadanía!

¡ Damas que sois las joyas de nuestro suelo Y galardón y gloria de sus hogares; Vuestras altas virtudes bendice el cielo; Vuestra piedad un pueblo tras de los mares!

Á la ofrenda tan noble que haréis mañana, Yo la inscripción pusiera cual la merece : Los ángeles de Anáhuac, para su hermana La España de Cristina y Alfonso Trece.

Méjico, 14 de octubre de 1891. ROMANCES NACIONALES

DE MARINERO Á TRAPISTA

al general don vicente r1va palacio

Nieto del inmortal caudillo de la independencia

DON VICENTE GUERRERO

I

Cuando ya todos los héroes Que con Hidalgo surgieron, Quedaron frente al « Destino », Aprisionados ó muertos, Sólo un tenaz insurgente, El indomable Guerrero, Sostuvo entre las montañas Obrar de común acuerdo La libertad y el derecho. Para proclamar muy pronto La independencia de Méjico.

Él, desde ochocientos once Que entró á servir con Morelos, Guerrero fué como el águila Asistió á muchos combates Altivo, incansable, fiero, En que demostró su genio. Halló nido en la montaña, Y el año de diez y nueve La caza le dió alimento, Fueron tantos sus esfuerzos, Jamás lograron rendirlo Que alcanzó veinte victorias Y cuando en calma le vieron Contra el virreinal ejército. Era porque ya la presa Había en sus garras deshecho.

Más tarde cuando Iturbide Salió para darle encuentro, II Siendo por él derrotado Del sur en los campamentos, Tal era ei bravo insurgente Se le ofreció por amigo, Que, por sus brillantes méritos, Se le entregó como adepto Figuró luego en la Patria Y al fin en una entrevista Como Jefe del Gobierno; Celebrada el diez de enero Dejándonos por memoria, Del ochocientos ventiuno Y por glorioso recuerdo De Acatempam en el pueb'o, La victoria de Tampico Juráronse en un abrazo Conquistada en dos sangrientos Combates, que aniquilaron Al invasor extranjero. Oportuno darle muerte Al soldado de Morelos; Y hay quien diga que hubo alguno Fueron Terán y Santa Anna Que así exclamó en el consejo : Quienes con gran ardimiento A este suriano terrible Alcanzaron el triunfo Hay que quitarle de en medio. Contra un brigadier ibero Que vencido y desarmado Con su flota dejó el puerto. No era fácil darle alcance Ni era posible vencerlo, Y á un genovés, Picaluga, Corazón infame y negro, III Como á Judas lo compraron Para consumar el hecho. Cuando ya sin ingerencia En asuntos del Gobierno Tranquilo en el sur vivía Picaluga tenia surto El indomable Guerrero, Un bergantín en el puerto Por temor á su fiereza De Acapulco y era amigo Un crimen se tramó en Méjico. Del bravo adalid del pueblo; Lo convidó una mañana Á principios de febrero El general Bustamante Á almorzar en el Colombo, Y sus ministros, creyeron El héroe asistió al almuerzo Y en cuanto le tuvo á bordo. zi. Se dió á la vela ligero, Cuando en el Almirantazgo Y fué á entregarlo en Huatulco De Génova, conocieron Á las fuerzas del Gobierno. La infamia de Picaluga, Publicaron un decreto Declarándolo ante el mundo Por aquella negra infamia Traidor, villano y artero; Cobró cincuenta mil pesos; Sentenciándolo á que muera Y nadie supo á qué sitio Por la espalda, sin derecho Huyó el traidor marinero. Á sepultura sagrada, Ni á luto ni á testamento

En tanto al héroe suriano, Breves pasaron los años Á Oajaca lo trajeron, Y el más profundo misterio, Lo juzgaron á su antojo Veló á todos el destino En ridículo consejo; Del infame marinero. Mil crímenes le imputaron, Contábanse mil consejas Mil faltas le supusieron, Que amedrentaban al pueblo, Y ya sentenciado á muerte, Pero la verdad, lo triste, Lo fusilaron enfermo, Lo horripilante, lo cierto, En la villa de Cuilapa Era que el héroe de Tixtla, El catorce de febrero El soldado de Morelos, Del año de treinta y uno... Gozaba en humilde tumba j Año en nuestra historia negro ! I Del último de los sueños Causando duelo á la Patria Y rubor á su Gobierno. De rogar al Ser Supremo, Que á Bustamante y sus hombres, IV Y á mí, que fui su instrumento, Nos perdone compasivo Cuando cayó Bustamante Y nos absuelva en su reino Y que los años corrieron, Del crimen que cometimos Uno de sus más adictos Con el general Guerrero. Hombre rico y de provecho, Soy Francisco Picaluga... Hizo un viaje á Tierra Santa, — i Picaluga!! Pues era cristiano viejo. — Humilde siervo De Dios, á quien lo devora Un tenaz remordimiento. Llegado á la Palestina Fué á visitar el convento En que moran los trapistas Sin decir una palabra Pensando ganar el cielo. Y de admiración suspenso, Al atravesar un claustro, El viajero conmovido Dicen que salió á su encuentro Salió del triste convento, Un fraile, cuyo semblante Y después de algunos años En amplia capucha envuelto Al referir el suceso Velaba con blanca barba Temblaba cual si estuviera Que le bajaba hasta el pecho. Junto al traidor marinero. — ¿No me conocéis? — le dijo, Marzo de 1891. — No — respondióle el viajero. — Pues llevo aquí algunos años Queriendo, audaz y valiente, Ser un nuevo Hernán Cortés. Entonces, sólo al decir LA VICTORIA DE TAMPICO Que extraña tropa llegaba El Gobierno ya miraba (ESCENA DEL SEGUNDO ACTO DE <( EL CAPITAN MIGUEL ») Enlutado el porvenir. Y por prudencia ó temor Cesaban goces y fiestas, Haciéndole mil protestas Á cualquier embajador. Barradas, bravo y experto, sargento Vencer á Méjico anhela Cuando fué el bravo Guerrero Y entra altivo á toda vela, Presidente, yo era uñ chico Como virrey frente al puerto. Y en aquel tiempo á Tampico Santa-Anna, á la patria fiel, Llegó un general ibero. Tan audaz como animoso Derrotó al jefe ambicioso Ganando eterno laurel. miguel Fué una derrota ejemplar ¿Barradas ? Que no olvidará la Historia Pues allí alcanzó la gloria sargento De hacerlo capitular. En Méjico ¡ Qué ansiedad Justo; esto es; Por saber el resultado! S Barradas precisamente Estaba en completo estado » Vencido está el jefe ibero, De agitación la ciudad. » Santa-Anna lo derrotó... » Una noche, á ver un drama Y un gran grito resonó : Guerrero fué al Coliseo, « ¡ Vivan Santa-Anna y Guerrero! » Un teatro tosco y feo Guerrero con alegría, Que « Principal » se le llama. Dijo enseñando leal Llegado el acto tercero, La faja de general Ve con asombro la gente Que en la cintura tenía : Que al palco del Presidente, « Mando al brigadier Santa-Anna, Entra, con traje de cuero, » Esta faja, no os asombre, Un hombre y le da un papel; » Para que la porte en nombre Guerrero al leerlo llora; y> De la Nación Mejicana. » Y el público en esa hora, Volvió el público á gritar Enternecido como él, Nuevos vivas y á aplaudir, Presiente lo que le avisa En unos era el reír, Al Presidente el pliego En otros era el llorar Y queda mudo, en sosiego, Y no hay mármoles ni bronces, Entre lágrimas y risa. Ni existen tinta y color, Cuando acabó de leer Que puedan pintar, señor, Guerrero, se levantó El patriotismo de entonces. De su asiento y así habló Sin poderse contener: « Si con frases no me explico, MIGUEL » El llanto lo hará por mí... Tu buena memoria pasma » ¡ Me comunican aquí Á cualquiera, mi sargenfo, » La victoria de Tampico...! Tu relato da contento, ¡ Y todos los mejicanos Enardece y entusiasma. Que un mismo placer sentían, Entonces sí se querían

sargento Como si fuesen hermanos...! Me enternezco cuando pienso Cuando el teatro dejaron En esto, porque señor, Todos con gran ansiedad, No he visto un modo mejor ¿ Sabéis lo que en la ciudad De dar á un bravo un ascenso, Con asombro contemplaron? Ni un modo más natural, Adornadas con festones Más franco y más elocuente Todas las casas vecinas, De expresar públicamente Con faroles y cortinas El contento nacional. En cornisas y balcones; Glorias del pasado son, Sobre las torres bermejas ¡ Mas para un viejo soldado, De los vetustos conventos, Esas glorias del pasado Gallardetes, ornamentos, Dan vida á su corazon...! Guirnaldas y candilejas. Las calles... ¡que animación 1 Las gentes si se encontraban, Entusiastas se abrazaban Con lágrimas de emoción. No se escuchaba un reproche, Todo era franco y sincero, Que estaba Méjico entero De Criunío en aquella noche. Ese alcázar tan hermoso En tiempos no muy lejanos, Por mirar tanto las olas De mira mar le llamaron, TERÁN Y MAXIMILIANO Y en él vivieron felices Dos príncipes de alto rango, Dos seres de regia estirpe : Carlota y Maximiliano.

En una tarde serena, Al bello alcázar llegaron Entre las ondas azules Con una rara embajada Del bello Mediterráneo, Varios proceres extraños; En el Golfo de Trieste Penetran á los salones Surgiendo entre los peñascos, Y al noble príncipe hablando, Hay un alcázar que ostenta En nombre de un pueblo entero Con gran arte entrelazados (Que no les dió tal encargo) En muros y minaretes Le ofrecieron la corona Lo gótico y lo cristiano. Del Imperio Mejicano. Parece visto de lejos Airoso cisne de mármol, El Príncipe quedó absorto, Que r «tiende las blancas alas Para responder dió un plazo; Entre dos abismos claros, Soñó en pompas, en honores, El del mar siempre sereno En fama, en poder, en lauros Y el del cielo siempre diáfano. Y al despertar de aquel sueño, Al volver de tal encanto, Y penetró en los salones Á su joven compañera Aquel importuno extraño, Le fué á consultar el caso. De ,tez rugosa y enjuta, « Acepta — dijo Carlota, — De barba y cabello cano. » Eres grande, noble y apto, » Y de este alcázar á un trono En frente del Archiduque « Tan solamente hay un paso. » Dijo con acento franco : « Vengo, señor, para veros No corrida una semana, » Desde un pueblo muy lejano, El Príncipe meditando » Desde un pueblo cuyo nombre En las difíciles luchas » Jamás habréis escuchado; De los grandes dignatarios, » Yo nací en aguascalientes, Miraba tras los cristales »> En el suelo mejicano, De su espléndido palacio » Serví á don Benito Juárez Enfurecerse las olas, » De quien ya os habrán hablado, Rojo surgir el relámpago, » Le serví como Ministro, Y con bramidos horribles » Soy su firme partidario, Rugir los vientos airados. » Y mientras aquí os engañan, » Yo vengo á desengañaros; De pronto, un ugier le anuncia » No aceptéis, señor, un trono Que un extranjero, ya anciano, » Que tiene cimientos falsos, Hablarle solicitaba » Ni os ciñáis una corona Con urgencia y en el acto. » Que Napoleón ha labrado. Sorprendido el Archiduque » No quiere Méjico reyes, Dijo al ujier: « Dadle paso » ; » El pueblo es republicano » Y si llegáis á mi patria Y en sus desgracias pensando, » Y os riegan palmas y lauros, Así dijo conmovido » Sabed que tras esas pompas Á uno de los abogados » Y esos mentidos halagos Que tueron a despedirse » Pueden estar escondidos En momentos tan aciagos : » El deshonor y el cadalso. » « Todo lo que hoy me sucede » Á tiempo me lo anunciaron; Oyendo aquestas palabras » Un profeta he conocido Dichas por aquel anciano, » Que sin doblez, sin engaño, Á tiempo que por los aires » Me auguró que en esta tierra Cruzó veloz un relámpago, » Á donde vine cegado, Tiñendo en color de sangre »• El pueblo no quiere reyes La inmensidad del espacio, » Ni gobernantes extraños, Sin dar respuesta ninguna » Y que si lauros y palmas Quedóse Maximiliano » Se me regaban al paso Rígido, lívido, mudo, » Tras ellos encontraría Como una estatua de mármol. >» El deshonor y el cadalso. » — ¿ Quién ha sido ese profefa ? Corrió inexorable el tiempo, Al Príncipe preguntaron : iluyeron breves los años « Era un ministro de Juárez Y en una noche de junio " Sincero, patriota, honrado, Triste, sombrío, ensimismado, » Don Jesús Terán, que ha muerto En vísperas de la muerte » En su hacienda hará dos años El Archiduque germano » ¡Ah ! ¡Si yo le hubiera oído ! En su celda de Querétaro » i Si yo le hubiera hecho caso! » ¡ Hoy estuviera en mi alcázar » Con los seres más amados, » Y no contara los horas TOMÁS MEJÍA » Para subir al cadalso ¡i' » i respetado y querido amigo el señor

{«91. General Don Mariano Escobedo.

I

Mientras luárez indomable Va á los desiertos del Paso Á defender su bandera, Firme como un espartano; En Méjico, sostenido Por el invasor extraño Se erige un trono y le ocupa, Más que ambicioso, engañado, Un ilustre descendiente Del más grande de los Carlos. Joven, soñador y apuesto Asciende á lugar tan alto, Sin ver que á lo lejos flota El pendón republicano, Y sin recordar que el pueblo Por quien, se sueña llamado, En otro tiempo á un monarca Este cielo azul no es tuyo, Lanzó del trono al cadalso No son tuyos estos lagos, Recibiéronle animosos Ni estos sabinos del bosque Los que el cetro le entregaron, Que de viejos están canos. Y al entrar por nuestras calles Nada es tuyo, nada entiende Fué tan grande el entusiasmo Tu acento, nada ha guardado Que del nuevo rey los ojos Cenizas de tus mayores No pudieron, deslumhrados, Que en otras tierras brillaron. Mirar que las bayonetas Tu sangre azul no es la sangre Que lo estaban custodiando De Cuauhtemoc ni de Hidalgo; Eran de extranjeras tropas Cuanto te cerca es ajeno, Capaces de abandonarlo Cuanto te vela es extraño. Príncipe noble ¿á qué vienes? ¿ Por qué dejas tu palacio Y aquellas ondas azules II De tu hermoso mar Adriático ? En medio de las tormentas Joven príncipe, ¿á qué vienes Que se alzarán á tu paso, ¿Por qué dejas tu palacio Cuando pronto te abandonen En medio de las azules Los que te están custodiando, Ondas del Mediterráneo Hallarás como consuelo. Como un nido de gaviotas Como abrigo, como amparo, Sobre un peñón solitario ? La firmeza y el arrojo Del soldado mejicano romances nacionales

Que cumple con su bandera Recuerda á los que lo miran Satisfecho y resignado. De antiguos tiempos el fausto. ¡ Torna príncipe al castillo Donde viviste soñando, De pronto, por todas partes Que por las gradas de un trono Se extiende un rumor extraño Subir se puede á un cadalso 1 Y es que las gradas del trono El Archiduque ha pisado. Diversas clases sociales Deben de felicitarlo III Y ya están los oradores Por cada clase nombrados. Con inusitada pompa Un jurisconsulto experto, En el ya imperial palacio Elocuente, pulcro y sabio Se celebran los natales Es de la magistratura Del reciente soberano. El representante nato. Ya las guardias palatinas Le toca el lugar primero, De uniformes encarnados Habla con acento claro, Apuestos forman la valla Con respeto se le escucha, Luciendo adargas y cascos. Se le mira con agrado, Ministros y chambelanes, Y estudio y saber revela Consejeros y vasallos, Cada frase de sus labios. Ostentan con arrogancia Su discurso no fué breve, Sus pechos condecorados. Su estilo elegante y franco El salón de embajadores Y al acabar dijo alguno : Por su lujo aristocrático, ¡Bien por Lares! anhelando Antes de que la conquista Aplaudirlo, sin hacerlo Empobreciera á sus vástagos. Por respeto al soberano. ¡Formaba contraste brusco Con elegancia vestido La oscura tez del soldado Al clero representando Con la tez brillante y blanca Se acercó un obispo al trono Del Archiduque germano! Y dijo un discurso largo, Quedó el indígena absorto, Lleno de notas y citas Meditabundo y cortado, Latinas, propias del caso. Sin articular palabra, Era el orador de fama La frente y los ojos bajos. Por su elocuencia y su rango, ¿Quien es ? preguntó un curioso Célebre en aquellos tiempos Y le respondió un anciano : Entre oradores sagrados. Se llama Tomás Mejía, « No estuvo corto Ormachea Y es general reaccionario : Dijo después de escucharlo Viene á hablar por el ejército. Alguno á quien ya cansaba — ¿ Y él hizo el discurso ? La severidad del acto. — Vario«-, Nuevo rumor se produjo Le escribieron y ninguno, Después en aquellos ámbitos Según dicen, le ha gustado ¡ Al ver que al trono llegaba El que dirá lo habrá escrito A paso lento un soldado Ó Muñoz Ledo ó Arango De cabellos y ojos negros, — Escuchemos : Tez cobriza, aspecto huraño, — Trascurrían Descendiente de las razas Unos minutos muy largos; Que en Anáhuac habitaron romances nacionales 215

Mejía estaba en silencio » Sabré morir á su lado. » Todo tembloroso y pálido, Con lágrimas en los ojos, fin silencio los presentes Trémulo Maximiliano, Y en silencio el soberano. Las fórmulas de la corte De pronto ven con asombro Por un instante olvidando, Que el indígena soldado, Bajó del trono y al punto Abriendo los negros ojos Dió al General un abrazo, Que brillaban animados, Que aplaudieron los presentes Perora sin dar lectura Con lágrimas de entusiasmo. Al papel que está en sus manos — « Majestad — calló un momento; « Majestad » — siguió turbado IV « Majestad » — yo no he aprendido Cayó el Príncipe más tarde » Lo que otros por mí pensaron, Y con él cayó el soldado » Pero si usted lo que busca Que le dijo esas palabras » Es un corazón honrado, Llenos los ojos de llanto. » Que lo quiera, lo respete, Á don Tomás le ofrecieron » Lo defienda sin descanso Del patíbulo salvarlo » Y la sirva sin dobleces, Y él respondió : « Solamente » Sin interés, sin engaño, Que salven al soberano. » » Aquí está mi corazón, Un general victorioso, » Aquí están, señor, mis brazos De gran poder y alto rango, » Y en las horas de peligro, Que le estaba agradecido » Si al peligro juntos vamos, Por algún hecho magnánimo, • Lo juro por mi bandera, * Fué y le dijo : « Yo podría » Lograr veros indultado; » Os estimo y necesito » Á toda costa salvaros. RECUERDOS DE MAYO » ¿Queréis que os salve? decidlo, » Que no me daré descanso i mi ilcstkaüu v querido f, migo

» Hasta que al fin me concedan Rosendo Pineda » Lo que para vos reclamo. » — « Sólo admitiré el indulto, Respondió el indio soldado, Si me viene juntamente, Con el de Maximiliano. » Cuando ya el cuerpo sustenta — Me pedís un imposible. Cerca de cuarenta abriles, — Pues me moriré á su lado. Y ya pico en los cuarenta. — Pensad que tenéis familia. La memoria se alimenta — Tan sólo á Dios se la encargo. De recuerdos infantiles. — Soy capaz de protegeros Si os resolvéis á fugaros. Voy á narrar una historia — ¿Yal Emperador? — No; nunca. Oportuna en este mes. — Pues su misma suerte aguardo. Mes de recuerdos de gloria; Y como lo sabe el mundo, Es un hecho, una memoria Juntos fueron al cadalso Que tiene algún interés. Y así selló con su sangre Lo que dijeron sus labios. Sano, fuerte y bullicioso, Creyendo en muchas quimeras de julio de 1890. Era yo un rapaz dichoso,

POESÍAS COMPLETAS. TOMO III. Como que estaba orgulloso Los estudiantes, ajenos De mis trece primaveras. Á las pompas imperiales, Escuchábamos serenos Del mundo sólo sabía Esos epítetos llenos Lo que á la inocente tropa De resabios liberóles. Enseña la geografía, Que hay Asia, África y Europa En nuestros pechos ardía Y América y Oceanía. La libertad como norma, Como faro, como guía; Aun estaban en fermento Eran nuestra idolatría Mis gustes y mis ideas, Los hombres de la reforma. Juzgaba la historia un cuento Y el amor un sentimiento Á la estudiantina grey Que se apaga ante las feas. Nada importaba la corte Ni los festejos del Rey ; Estudiaba sin desmayo, Sabía sólo que la Ley Conversaba sin misterio, Andaba en Paso del Norte. Era por activo un rayo Y así llegué á un mes de mayo Por fin, en una ocasión En la época del Imperio. Se puso á prueba el colegio Con una extraña función : El pueblo á Maximiliano j La solemne recepción Le llamaba sin temor, De un huésoed preclaro y regio !! En estilo liso y llano, En lugar de « soberano * : Cada cuai se disponía « Intruso y usurpador ». Á la fiesta sorprendente ROMANCES NACIONALES 221 220 JUAN DE DIOS PEZA

Que agitados nos tenía; Llegó el momento anhelado, ¡¡El Emperador vendría Pusieron en un salón Á vernos el día siguiente!! Todo el colegio formado Ya dispuesto y arreglado Y era la fecha elegida Para la gran recepción. Una que en gloria reboza De nuestra historia en la vida: Entra el monarca y atento ¡¡La que en Puebla dejó ungida Saluda, suena un rrmor Con su triunfo Zaragoza !! Y en un solo movimiento, Cada cual muestra contento Convenimos con recato La efigie del vencedor. En conmemorar tal hecho Dando al gobierno un mal rato ; — ¿ Qué es esto ? — Maximilian ¿ Cómo ? ¡ ¡ Ostentando el retrato Dice, y sin temer reveses De Zaragoza en el pecho !' Un chico resoonde ufano : Fué un complot hecho de bruces, « ¡¡ Un jgfe republicano Cada cual tendió la mano Que derrotó á los franceses !! » Jurando por las tres cruces El Director quedó mudo Ser muy digno á rodas luces Y los que estaban allí De llamarse mejicano, Ante un responder tan rudo; Y en ademán decisivo Sacó el Príncipe un escudo, Que mi memoria no olvida, Lo dió al chico y dijo así: Juramos por el Dios vivo Ponernos tal distintivo « Vuestra lealtad es notoria Á una señal convenida. Y yo la debo premiar,

/ De los héroes es la gloria Y en el mundo y en la historia La debemos respetar. »

Prodújose un gran rumor UNA RESPUESTA DE MIRAMÓN Que retumbó como un rayo Y aquel grupo encantador En vez de « al Emperador » Victoreó « al s de Mayo ».

Méjico, 1891

Ya sonó la media noche En el viejo campanario : Querétaro está en silencio Que sólo turba á intervalos El grito del centinela Triste, sonoro y pausado. En un antiguo convento Que ya en cuartel trasformaron, Presos en humildes celdas Están la muerte esperando Miguel Miramón, Mejía Y un noble : Maximiliano. Ya poco tiempo les queda De vida á los sentenciados Y el Archiduque, que siempre El ceremonial del caso. Fué de la forma un esclavo, Sonrióse el Archiduque Llama á Miramón, queriendo Y agregó con entusiasmo: Sobre un Dunto interrogarlo. « Mipuel. en todo os admiro.,... Liega ei arrogante jeie ¡ Qué vaior j ¡ viaume un abrazo! » Obediente á tal mandato Y órdenes pide gustoso Á su infeliz soberano. Éste le dice : — Seis horas Nos faltan. — Las voy contando Pues ya que no tengo sueño He de entretenerme en algo.... — Perdonad que os distrajera, Pero quiero consultaros Cual traje será el más propio Para salir al cadalso. — No entiendo vuestra pregunta. — Y agrega Maximiliano : ¿Nos vestimos de uniforme Ó saldremos de paisanos? Y Miramón le replica: — Majestad, voy á ser franco, Como ésta es la vez primera Que me fusilan, no es raro Que ignore lo que previene romances nacionales 227

Está en la flor de la vida, No empaña ninguna sombra Las primeras ilusiones A MEDIA NOCHE Con que el amor ia coronar Ama Rosa y es amada a mi querido amigo aristeo mercado Con un amor que no estorban Sus padres, porque comprenden Que ei joven que para esposa La pretende, nobies prendas Y honrado nombre atesora. Cuentan ios que io conocen Más gallarda que el nenúfar Que tal mérito le abona, Que sobre las verdes ondas, Que no hay otro que le iguale Al soplo del manso viento Cien leguas á la redonda. Se mece al rayar la aurora, Es una linda doncella Y aunque alabanza de amigo Que tiene por nombre Rosa, Pueda tacnarse de impropia, Y á fe que no hay en los campos Nadie niega que remando Igual á sus gracias otra. Tiene ei alma generosa; Vive en Pátzcuaro, en la Villa Que sus riquezas divide De hermoso lago señora, Con ios que sufren y lloran, Lago que retrata un cielo Que es tan bravo., que el peligro Limpio y azul, donde flotan Desdeña y jamas provoca, Blancas nubes que semejan Pero io humilla y io vence Grupos de errantes gaviotas. Cuando en su camino asoma. No hay jinete más garboso Ni más diestro, porque asombra Cuando de potro rebelde Los fieros ímpetus doma, II Y es tan amable en su trato, Tan cumplido en su persona, I Con qué profunda tristeza Tan generoso en sus hechos Vive Rosa en su retiro ! Y tan resuelto en sus obras, Está pálida su frente Que la envidia no se atreve Y están sus ojos sin brillo; Con su lengua ponzoñosa De la noche á la mañana Á manchar su justa fama Corre de su llanto el hilo, Cuando cualquiera lo nombra. Sus padres sufren con ella Y están tristes y abatidos. Ya se prepara la fiesta, Cercanas están las bodas. No le da el sueño descanso Los padres cuentan los días, Ni el sol le procura alivio, Los prometidos las horas ; Que son la luz y las sombras Los amigos se disponen Para el que sufre lo mismo. Para obsequiar á la novia Dando brillo con sus galas ^ Á la nupcial ceremonia. Está muy lejos Fernando, Muy lejos y en gran peligro Y aunque es tiesta de familia Por que al llegar de la boda ^ Por suya el pueblo la toma. El instante apetecido, ¿r Y en llevarla bien al cabo Invadió como un torrente ^ ° , Se empeña la Villa toda. La ciudad el enemigo, tf Ox idas de dios peza romances nacionales 21» flj 1 El pabellón del imperio Ni sol que le infunda brío; Halla en Patzcuaro un asilo, De su amoroso Fernando 1 1 Los franceses se apoderan Sólo sabe lo que han dicho; • ? Del sosegado recinto, Fué á la guerra y lo conoce-, Su ley imponen á todos, Firme, noble y decidido ; Subyugan al pueblo altivo, Lo sueña entre los primeros Y Fernando en su caballo, Que acometen los peligros; De pocos hombres seguido, Sabe que en todos los casos, Sale á buscar la bandera Entre muerte y servilismo Que veneró desde niño, Ha de preferir la muerte Y que agita en las montañas Que es vida para los dignos El viento del patriotismo. Y con profunda tristeza Vive Rosa en su retiro Ni el amor ni la esperanza Sin consuelo ni descanso, Le cerraron el camino, Sin esperanza ni alivio, Que ciego á todo embeleso Que son la luz y las sombras Y sordo á todo atractivo, Para el que sufre lo mismo. La Patria, sólo la,Patria En tales horas ha visto, Y por ella deja todo Á salvarla decidido. m

Rosa se queda llorando Á la habitación de Ros Y como agostado lirio, Al rayar de la mañana No hay fuerza que la levante Llega un indígena humilde Que viene de la montaña, Saca y le entrega una carta Y sin despertar sospechas Que vino tan escondida, Cruzó por las avanzadas Que á ser otro no la hallara. Trayendo un papel oculto En su .sombrero de palma. Rosa trémula no acierta En hablar con Rosa insiste En su gozo á desplegarla Cuando de oponerse tratan Y ya febril é impaciente Sus padres que en todo miran Tanta torpeza le enfada; Espionajes y asechanzas. Abre al fin y reconoce Oye la joven las voces Que Fernando se la manda Y con interés indaga, Y en cortas frases le dice, Porque el corazón le dice Esto que en su pecho guarda: Que la nueva será grata, Y lo confirma mirando « Mi único amor, vida mía, Que al borde de su ventana Mi pasión, alma del alma, Un « salta-pared » ligero No puedo vivir sin verte, Tres veces alegre canta, Que sin ti todo me falta ; Nuncio de buena fortuna Y aunque tu amor me da aliento Del pueblo entre las muchachas. Y tu recuerdo me salva, Tengo sed de tu presencia, Llama al indio presurosa, Tengo sed de tus palabras. Éste con faz animada La saluda, y del sombrero

Descose la tosca falda, « Hoy por fortuna muy cerca Y de allí con mano firme Me encuentro de tu morada, Y he de verte aunque se oponga En su ventana está Rosa, Todo el poder de la Francia. Entre las sombras queriendo Penetrar con la mirada « Esta noche, á media noche De sus grandes ojos negros, Antes de rayar el alba, Las tinieblas que sepultan Para verme y para hablarme Los callejones estrechos. Asómate á la ventana. Para no inspirar sospechas Oscuro está su aposento, « Adiós vida de mi vida Y ni á suspirar se atreve No tengas miedo, y aguarda Por no vender su secreto. Al que adora tu recuerdo Luchando entre las montañas. » De súbito, escucha pasos Cautelosos á lo lejos, Y al oírlos no le cabe El corazón en el pecho.

IV Entre las sombras divisa Algo que tomando cuerpo Es pasada media noche, Á la ventana se llega Reina profundo silencio Y casi con el aliento, Que sólo interrumpe á veces Le dice : — Prenda del alma. El ladrido de los perros, Aquí estoy. — Ó el grito del centinela ¡ Bendito el cielo ! Que lleva perdido el viento. Contesta Rosa y las manos En la oscuridad tendiendo Escúchame: si algún día Halla el rostro de su amante Merced á tu noble esfuerzo, Que las cubre con sus besos. Victoriosa tu bandera, — ¿ Dudabas de que viniera ? Por héroe te aclama el pueblo, — ¿ Como dudar, si yo creo Yo disputaré á tu frente Cuanto me dices lo mismo Ese laurel, porque tengo Que si fuera el Evangelio ? Ante la patria que gime, — ¡Tántas semanas sin verte! Para adquirirlo derecho; — jTánto tiempo! Tú, sacrificas tu vida, — ¡Tánto tiempo 1 Yo, débil mujer, le ofrezco, Alentando tu constancia, — Pero temo por tu vida... Todo el amor que te tengo. — No temas, Dios es muy bueno. ¡Ay Fernando! ¿tú no mides Ahora dime que me amas, Este sacrificio inmenso ? Á que me lo digas vengo Y al decir así, la mano Y á decirte que te adoro... Atrajo del guerrillero — ¿ Más que yo á ti, cuando siento Y con su llanto al bañarla Hasta de la misma patria La oprimió contra su pecho. El aguijón de los celos ? No te culpo, mi Fernando, No te culpo, bien has hecho Pero dudo y me atormenta V Pensar que esconde tu seno Amor más grande que el mío Limpia despunta la aurora Y otro vínculo más tierno. Y en la ventana Fernando No se atreve a despedirse — i Alto! — gritan los que vienen. Sin hacer del tiempo caso. — ¡Primero muerto que dado ! — Contesta el otro y se lanza Para abrir en ellos paso... Mas de pronto, por la esquina, Suenan discordantes gritos, Sobre fogoso caballo, Y se escuchan los disparos De la brida conduciendo Un potro alazán tostado, Y álzanse nubes de polvo Un guerrillero aparece De los pies de los soldados ; Con el mosquete en la mano. Y al punto que Rosa enjuga Sus ojos que anubla el llanto, Acércase á la pareja, Ya mira como se alejan Aquel coloquio turbando, Á galope por el campo, Y dirigiéndose al joven Libres de sus enemigos, Le dice : « Mi Jefe, vamos, Ei asistente y Fernando. Monte, que nos han sentido Y somos dos contra tantos. »

— i Vete, por Dios ! — grita Rosa. VI Salta á su corcel Fernando, Toma su pistola, besa Á la doncella en los labios, Algunos años más tarde, Y á tiempo que se despide, Y cuando cagó á su patria Por un callejón cercano La deuua de sus servicios Desembocan en desorden Y la vió libre y sin mancha, Argelinos y zuavos. Volvió Fernando á sus lares; Colgó en el hogar su espada, Al compás de las vihuelas, Y no quiso ser soldado De esta manera cantaban : Después de triunfar su causa; Que fué guerrero del pueblo, « Esta noche á media noche, Luchador en la montaña, Y antes que llegue mañana De los que sólo combaten Si oyes que al pasar te silbo Si está en peligro la Patria. Asómate á tu ventana. »

Entonces cumplióle á Rosa Sus ofertas más sagradas, Y fué la boda una fiesta Popular, risueña y franca.

Al verlos salir del templo, Según refiere la fama, Recordando aquellas frases De la inolvidable carta, Formando vistoso grupo A las puertas de su casa, Las más bonitas del pueblo, Las más festivas muchachas, Con melancólicas notas (Que á nuestros tiempos alcanzan En canción que « Los Capiros » En Michoacán se la llama), En que repaso tristezas En mi alcoba solitaria, Al oír que de la torre Vuelan en lentas parvadas EL GRITO DE INDEPENDENCIA Las mismas horas que entonces

recuerdos de mi infancia Pasé á su lado tan gratas, He pensado en ella y visto Llegar su sombra á mi estancia Pretendiendo como en antes Secar con cuentos mis lágrimas ! En cierta vez, caí enfermo, Allá en las horas más dulces La fiebre me devoraba, De mi fugitiva infancia, Y en mi delirio quería Sirvióme de cuidadora Para volar tener alas. Una mujer muy anciana, « Dámelas tú » : — grité altivo — Con su rostro todo arrugas, « Tú, nunca me niegas nada » : Su cabeza toda canas — « Es verdad, nada te niego, Y su corazón tranquilo Pero no sufras, ten calma, Todo bondad y esperanzas. 1 Las alas que Dios te ha dado De noche junto á mi lecho Las tiene tu ángel de guarda; Mil historias me contaba Esta noche se las pido De geniecillos y ninfas, Y te las daré mañana, o De trasgos y de fantasmas. Nunca le faltó manera ¡ Pobrecilla 1 ¡ cuántas veces De responder á mis ansias, En estas noches amargas Y siempre al verme llorando, Con la paciencia más santa, El tronar de los petardos Me dijo tales ternuras Y el disparo de las salvas. — Que aun me conmueven el alma. Abrigado hasta los ojos Ella, que al velar mi sueño Salí con la pobre anciana, De puntillas caminaba, Y un sueño del paraíso Y porque rumor ninguno Me fingió lo que miraba. Á mis oídos llegara Desde las enhiestas torres Iba á sosegar el péndulo Á las humildes ventanas, De un viejo reloj de sala; Lo mismo en extensas calles Ella, que jamás hubiera Que en las más estrechas plazas, Permitido á gente extraña Faroles y gallardetes, Lanzar un débil suspiro Banderolas y oriflamas Á dos pasos de mi cama; Con los hermosos colores Que en balcones y rendijas De la bandera de Iguala. Cortaba al aire la entrada Y al escuchar tantos gritos, Y por no causarme susto Tantos himnos, tantas dianas, Rezaba siempre en voz baja; El rumor de los repiques Una noche fué á mi lecho Y el estallar de las salvas, Alegre y entusiasmada En brazos de mi niñera Diciéndome: — ¡Ven, despierta, Lloré sin saber la causa. Ya es hora... no tardes... anda ! — Lloras de placer, me dijo, — Sobrecogido de miedo Esta es una fiesta santa, Yo le pregunté: ¿Qué pasa? La sola fiesta que alegra — Ya lo sabrás cuando escuches Mi corazón y mis canas. El vuelo de las campanas, Hoy es quince de setiembre, Y en esta noche sagrada, ¡Era Hidalgo, el Padre Hidalgo, Hace cuarenta y cuatro años, El salvador de la Patria! Si mi memoria no es mala, ¿Lo ves? me dijo temblando Un cura humilde en Dolores De regocijo la anciana... Hizo nacer á la Patria. — Sí, le respondí, sintiendo Cuando era yo jovencita No sé qué dentro del alma, Mi padre, que en paz descansa Y entonces á un mismo impulso Me traia de la mano Con las manos enlazadas, En esta noche á la plaza Nos pusimos de rodillas Para repetir con todos Llenos los ojos de lágrimas.

Los que aquí gozan y cantan, 1891. El grito de independencia Que repercute en el alma ; Mi padre, mi pobre padre, Fué soldado de Galeana ; Pero mira... allí está el héroe Alcé mis ojos con ansia Y vi un inmenso retrato Entre lucientes guirnaldas Bañado por los reflejos ¿9 De las luces de Bengala. Un rostro apacible y dulce, Una frente limpia y ancha, Una mirada de apóstol, Una cabeza muy cana...

MONÓLOGOS

ESCRIBIENDO UN DRAMA

AL DISTINGUIDO,

INTELIGENTE Y ESTUDIOSO ACTOR MEJICANO

DON FRANCISCO E. SOLÓRZANO

Su amigo,

EL AUTOR.

La escena représenla un escritorio elegante. Bufete con papeles y retratos. Libieros. Puertas laterales y al tonda.

LUIS

¡ Las doce! pues no creía Pasar la noche escribiendo; Pero en fin, vamos cumpliendo Lo que yo me proponía. No se puede resistir La voz secreta y vibrante Que nos dice á cada instante : Muchas bocas, muchos ojos ; « Á escribir pues á escribir; Está bien, ¿y esos testigos Van muchas cuartillas llenas Que vemos á su través, De versos; estupefacto Podrán tendernos después Dejará al público el acto Esas manos como amigos ? Segundo; las dos escenas ¿ Esos ojos llorarán Con que término le di, Al par que nuestras pupilas ? Conmoverán al más frío; ¿ Algunas frases tranquilas - k ¿Y los versos? tienen brío. Esas bocas nos dirán ? Como que los escribí ¡ Necio y fútil discurrir ! Sintiendo junto al afán El público en su afición, De lograr renombre eterno, Nos mira con la intención En mi cabeza un infierno De silbar ó de aplaudir. Y aquí en mi pluma un volcán. Aplaude lo divertido Pero yo digo, señor, Ó lo bueno, ¡qué más da ! Es destino problemático Pero el aplauso se va Meterse de autor dramático. Tan pronto como el silbido. ¿ Qué glorias tiene un autor ? Por ejemplo, aquí estoy yo El aplauso, me dirá Donde ninguno me ve; Cualquiera, y yo lo presumo : Me han aplaudido, y á fe El aplauso es como el humo, Como á nadie se aplaudió. Nace, se extiende y se va. Era de verme en ia noche Pero calma los antojos En que estrené « Gloria y Fama »; De admirar á los humanos, Me traje después del drama Representa muchas manos, ¡ Diez coronas en mi coche!

POESÍAS COMPLETAS. — TOMO III. *í 2s4 jüan de dios peza MONÓLOGOS

Y en pos de mí, cien personas Las pasiones, la hidalguía. » Gritando : ¡Viva el autor ! Y yo á todo respondía: Y ¡gracias por el favor! ¡ Muchas gracias! ¡ muchas gracias! Vivo y guardo mis coronas. Llegó un tipo : tengo aquí Ellas me causan placer, Retratada su figura, Pero en mi vida sin par, Que me dijo con soltura : Ni yo las quiero tirar « ¡Hombre, ¿te acuerdas de mí? » Ni las puedo deshacer. Y yo, que siempre soy ducho ¡ Ah! ¡ qué noche! ¡ cuán ufano En calificar á un necio, Me quedé! ¡cuán satisfecho! Le contesté con desprecio : ¡ Cuánto apretón en el pecho! Sí, señor, me acuerdo mucho. ¡ Cuánto apretón en la .mano ! Y era, en verdad, uno de esos « Felicito á usted »...<£ muy bien ». Amigos ricos que existen, < Bravo « Magnífica está ». Que comen, fuman, se visten « ¿ Cuándo se repetirá ? » Y duermen sobre sus pesos. « ¿Y se imprimirá también ? » Que, sin saludar jamás « Honra de la patria, amigo. » Al que no está á su nivel, « ¡ Qué versos! » « ¡ Qué inspiración ! » Al verlo con un laurel, « Es usted un Calderón ». Que es en la gloria algo más « Yo aplaudo y nada le digo ». De lo que tienen aquí, < Nos logró usted cautivar ». Fingen antigua amistad < ¡Qué escenas! ¡conmovedoras ! » Y dicen con vanidad : « En los palcos las señoras ¡Hombre ! ¿ te acuerdas de mí ? Se pusieron á llorar. » Y sí me acordé, de fijo, « Bien pinta usted las desgracias, Érase un tipo curioso, Ni cómicos ni testigos ; Un relamido, un gomoso, Cuando ya libre de enojos Un muñeco, un lagartijo. Mis párpados los cerré, Yo no dije tal reproche, Ó más bien dicho, bajé Al contrario, agradecí Los telones de los ojos, Sus frases, y le tendí Pensé mucho, poco ó nada La mano en aquella noche. Sobre la mundana historia, Pasaron tan dulces horas, Y me dije ¿qué es la gloua? Me vine á mi habitación, ¡La imagen de la alborada ! Sintiendo en mi corazón De mil ensueños tesoro, Tristezas desgarradoras. Sus rayos primeros lanza El aplauso, fué un rumor; Teñidos por la esperanza, Las frases, vano oropel; Con nácar, púrpura y oro. Trapo pintado el laurel, Con mil hermosos colores Y un muerto vivo el autor. Nos pinta el mundo en tal hora, Pasó la impresión del drama, Como lo muestra la aurora, Vine aquí, me desnudé, Campos cubiertos de flores Y cuando ya me arropé Que dan aromas suaves, Cómodamente en mi cama, Rostros llenos de sonrisas, Cuando envuelto en el capuz Soplando todas las brisas, De mi alcoba, ya rendido, Cantando todas las aves. No vi el fulgor encendido Todo nuestra dicha abona. De tantos focos de luz, ¿Y si hay éxito ?... ¡Ja! ¡Jal Ni vi importunos amigos Grita el público, y nos da Ni vi bonitas ó feas, Un aplauso, una corona : Ni hallé palcos ni plateas, Y concluye la función Más destroza el alma mía, Anunciada en el programa ; Quiero que el público ría, Y queda al nombre la fama, Y le pinto un personaje Y el engaño al corazón. Que todo desdeña al paso, ¡ Pobre de mí, que cautivo Que siempre burla á la suerte, Estoy por los oropeles ! Que ni al dolor ni á la muerte ¿ De qué sirven los laureles Teme ni les hace caso; Si en medio de abrojos vivo ? Que con el mundo se engríe, Y sabiendo que es infiel Que del dolor hace mota, La gloria, y que tanto abruma, Y sufro y pongo una estrofa Tengo en la mano la pluma Con la que el público ríe. Y aquí en la mesa el papel. ¡Hondo arcano que me abruma ! Y escribo y deliro aquí, ¡Risa escribo y siento enojos, Cuando sé de varios modos Y lo que es llanto en mis ojos Que cuando me aplauden todos Se torna risa en la pluma ! Pocos se acuerdan de mí. Y mi público engreído, Pero no obstante, es favor De mí dice cariñoso : Ese aplauso que yo escucho : ¡ Es el autor más gracioso ; El aplauso sirve mucho De cuantos hemos tenido ! Para aturdir el dolor! ¿Más gracioso? ¿quién resiste Y no me explico el encanto Tal epíteto ? no atino De padecer tan de prisa; Por qué secreto destino Yo escribo escenas de risa Se torna la queja en chiste. Y las escribo con llanto. Mas ya es mucho meditar; Cuando este dolor salvaje El blanco papel me espera : 26o MONÓLOGOS 261

Vamos, la escena tercera Porque se le pasa el susto. Será de desternillan Y allí una historia se fragua Le daré toque de drama : Del tiro ; la dama llora, El galán, enfurecido, Y se acerca una señora Torpe, celoso, aturdido, Á darle azúcar con agua; Quiere matar á la dama. Y hay una gran conmoción, ¿Le pondré puñal? No sé Ambos llorosos expresan Si aumente la batahola Su dolor, luego se besan, Armándolo con pistola Y entonces caerá el telón. De Colt ó de Lefauchaix. Ó juzgo que mejor fuera Que la dama un gran suspiro Dar otro sesgo al asunto; Exhale, que luego calle, Lo subiremos de punto : Que el galán furioso estalle, Haré que la dama muera. Se le encara, suena el tiro; Aunque es un medio vulgar Ella presto se desploma Que á nadie de asombro llena, Lívida como una muerta: Hacer que salga á la escena Entran gentes por la puerta ; Un actor para matar. El galán callado toma En otros dramas me pesa Su sombrero, y al salir Haber matado impíamente; Precipitado y sin tino, Pero ¿ qué hacer ? á la gente Todos gritan: « ¡Asesino! Le gusta escuela francesa. No has de lograr el huir ». Y cuando ya juzgan justo Y sé que le gusta más, Llevárselo preso á fe, Porque decir está en moda, La dama se pone en pie Que matar en plena boda Es imitar á Dumás. ¡L-on cuántos medios me abrumo ! Y al decir esto le dispara un tiro. Pero éste es extraordinario, Ella cae sin sentido sobre el suelo Á llenar el escenario En la actitud que exija su decoro. De terror, de sangre y humo. Él dirá entonces con profundo duelo : Seguro que aplaudirán ¡ Qué hice, Santo Dios, cuando la adoro! Haciendo juicios diversos: En esta escena el éxito se encierra Se me ocurren unos versos Y hará gran sensación, yo lo aseguro ; De la dama y del galán. Con una muerte así ¿ quién no se aterra ? (Escribiendo.) ¡Parece un drama inglés! ¡es Shakespeare puro! Has burlado mi fe. Y en eso no hay un plagio repugnante, — Calla, perjuro. — La novedad lo idéntico no quita; Has burlado mi fe, mi amor eterno; Aquel era un Otelo de turbante, Hoy nuestro porvenir es tan oscuro Y éste será un Otelo de levita. Como la negra sima del infierno. En seguir ese ejemplo no hay desdoro, La que burla los castos embelesos Que es muy bueno imitar grandes autores, De un amor que formaba mis delicias, Y aplaudirán y gritarán en coro : Mañana ha de mancharme con sus besos ¡Viva el autor! dos mil espectadores. Y me ha de deshonrar con sus caricias. Pero me falta un toque todavía Aquí pondré la acotación siguiente : Para poner al público violento. estará pálida y turbada : Cuando ella se retuerce en la agonía, Él saca la pistola prontamente, Ensangrentando todo el pavimento, Que estará de antemano preparad Entra un altivo y veneráble anciano, Y mirándole al rostro con sombría Padre del matador, que al ver aquello, Expresión de dolor, dará un suspiro Alza á los cielos la convulsa mano, Y dirá en alta voz : ¡perjura! ¡impía i Y sintiendo erizarse su cabello, — ¿ Qué has hecho ? dice al hijo, ¡ injusta suerte! En el cadáver su mirada fija Mas soy por la gloria ingrato Con la que llena de fe Y agrega con dolor: — ¡ has dado muerte Me habla, me alienta y me ve. Á tu hermana, Caín! ¡ era mi hija! ¡ Qué bien está su retrato! — ¿Mi hermana?... dice el matador temblando, ¡ Qué artísticos los perfiles Y al suelo inclina frente. De su rostro dulce y bello! — Tu hermana, sí, tu hermana. Irá bajando Blanca tez, rubio cabello, Á ese tiempo el telón muy lentamente. Negros ojos, quince abriles. Resonará un aplauso extraordinario, Pura, como es el armiño; Poco después la campanilla suena, Tierna, cual la juventud; Y me llaman y salgo al escenario, Noble, como la virtud ; Y tal vez me coronen en la escena. Delicada, como un niño. ¿ Será ésta una ilusión muy transitoria ? Ella con su amor abona ' ¿ Serán falsos y vanos oropeles ? Las dichas en que yo sueño ; ¡ No lo puedo evitar! ¡ amo la gloria, ¡Ahí con razón tengo empeño Y el aplauso y el nombre y los laureles 1 De alcanzar nueva corona. Y no los busco, porque anhele vano Ceñírmela aquí, y después Con ellos halagar mi propio orgullo. Renombrado y aplaudido, ¿Dónde puede existir un ser humano De inmensa pasión rendido, Á quien no le adormezca con su arrullo, Ir á ponerla á sus pies Esa secreta voz dulce y bendita Y decirle con pasión: Que á una vida ideal siempre nos llama ? Este lauro, no te asombre, Yo escuchándola estoy... aquí me grita : Es el tributo que un hombre No lo puedo evitar, concluyo el drama. Ofrece á tu corazón. (Al hacer intención de seguir escribiendo, mira y lom* un retrato que heue sobre la mesa.) Yo, que con dolor profundo, Voy descreído y doliente, Pero, no importa, vendrá, Sintiendo sobre mi frente La tendré cerca de mí Las tempestades del mundo; En esa noche en que espero Que á fuerza de batallar Que el drama se represente: Con la duda y el quebranto, Con tenerla allí presente Formé un tiempo con mi llanto Tendré al Universo entero. Bajo mis plantas un mar. ¡Con qué gozo habrá de ver Hoy que la dicha deseo, Que todos en mí se fijan ! Hoy que amoroso te llamo, ¡Esos triunfos regocijan Hoy que rendido te amo, El alma de una mujer! Que como en la infancia creo. No importan los mil testigos, Pues esta flor de fragancia Ni el rumor de tantas manos; Que á aromar mi vida viene, Con ella están mis hermanos, Oculta en su cáliz tiene Mis padres y mis amigos; La dulzura de la infancia. Mis dichas, mis ilusiones, Hoy, á los cielos me eleva Mi esperanza, mi ambición; El rayo de tu mirada; ¡ Tengo en ese corazón Yo tuve un alma gastada, Á todos los corazones! Hoy te ofrezco un alma nueva. Asi pues, concluyamos esta escena; Deliro, ¿ qué estoy diciendo ? Mas no me gusta el repugnante giro Su imagen me está escuchando; Que al público infeliz de espanto llena... Sus ojos me están mirando, Nada de sangre, no; no suena el tiro. Su boca está sonriendo, Esta escena, lo sé, bastará sola j Y está tan lejos de aquí i Para que se me juzgue plagiario Ah, sí, j tan lejos está 1 De una pluma eminente y española Que ha dado nueva faz al escenario. la cubro y doy la medicina.

Su genio alcanza en medio á los horrores (Suena la campanilla.) Que goza en describir, grata memoria; Mas han llamado; no creo Los que son de su estilo imitadores, Que tan tarde venga alguno... Inspiran compasión, no alcanzan gloria. Voy á ver.

Hablaré al corazón, al sentimiento, (Sale y vuelve con unos papeles.) Ella verá mi drama, y es preciso, ¡ Qué inoportuno! En vez de darle angustias y tormento, Con razón hace al correo Á sus ojos abrir el paraíso. La prensa duro reproche, Que no ambiciono, por seguir la moda, Y en el comercio se quejan ; Una llaga social mostrar desnuda; Como que los mozos dejan No quiero que en el día de mi boda Las cartas á media noche. Tenga su corazón espanto y duda. Y el portero, que podía Ella, tan buena, que hasta yo me abismo Guardarlas hasta mañana, Mirando tan tranquila su conciencia, Sube y tira la campana ¿Recibirá del árido realismo Cual si fuera medio día. Lecciones que emponzoñen su existencia ? Pero, vamos, ya que estoy Haré un drama moral, sin nada vano, Con ellas, las abriremos Que no inspire rencor, ni odio profundo ; Á ver que nuevas tenemos. Sencillo, fácil, agradable, sano, (Registrando los papeles.) Que le pueda gustar á todo el mundo. Dos periódicos de hoy; El realismo que por grato halaga, Una carta que parece Que sin herir al público, fascina; Por el sobre ser de Antonio; No quiero sin curar, mostrar la llaga, Me anuncia su matrimonio ; jSe casa, y en martes trece ! ¡Vaya un hombre original! Escribirte; no te asombre, Casarse en martes ¡horror! Mas, ten vaior, eres hombre, Hace milagros amor, Si no, nada te diría. Pero suele hacerlos mal. Ayer enfermó Lucía, ¿ Y este impreso ? Es el anuncio Pobrecita; se enfermó De un emplasto americano : Del corazón, y pasó « ¡Asombro del Genio Humano! * Una noche aterradora. Está muy largo ; renuncio. Hoy, al despuntar la aurora, Una carta pequeñita En mis brazos expiró. » Y la letra es de mujer... ¿No sueño ? suerte cruel, Veamos, ¿qué puede ser? Redobla en mí tus enojos... ¡Ah! ¡mi prima Margarita! ¿ Me están mintiendo mis ojos ? ¿Y qué me dirá? ¿ Me está engañando el papel ? (Leyendo.) ¿ Por qué merezco esta suerte } ¡Dios mío! Yo. que soñaba un hogar, Pero ¿cómo? no, no es cierto, ¿Cómo voy á celebrar ¿ Soñaré ? ¡No ! ¡ Estoy despierto ! Desposorios con la muerte ? Siento calor, siento frío. Mas, se rompe el alma mía ; ¿Qué miro? ¡No! ¡qué ansiedad! No sé lo que siento aquí... Vamos, mi mente delira ; No me dejes... ven á mí... No puede ser... es mentira... Te adoro... Lucía... Lucía...

No puede ser... no es verdad... (Hunde el rostro entre las manos, con honda triar-» y llorando. La campanilla suena dos veces, el no ti- (Acercando la lu^ y leyendo coso; suena por tercera veK y entonces se levanta con con projunda impresión de pnta.) violenc a a abrir la puerta.)

t Querido I.uis: no quería ¡Qué importuno! ¿ Quién vendrá Á estas horas á buscarme? Teatro : la tierra desierta; ¡Ni líorar pueden dejarme! El Destino, espectador; ¡ Qué importuno ! ¿ Quién será ? Un diálogo aterrador (Al abrir la puerta un m&(0 le. da una cana jut el va á leer precipitadamente.) Entre un vivo y una muerta. Diálogo que nadie entiende « Mañana saldrá anunciado Y que ninguno lo ha escrito, » Y ya dispuesto el programa Que se dice callandito » Del estreno de tu drama Donde nadie nos sorprende. » Por todos muy esperado. Y que resuena además » Te ruego dejes aquí Donde todo se derrumba. » El título; los actores » Se disputan los honores (Tomando el retrato y mirándolo.) » Y me lo exigen á mí, Dime, huésped de la tumba, » De saber cuales papeles Responde, ¿por qué te vas ? » Han de hacer, y en esto veo ¿Por qué retornas al cielo » Que se cumple tu deseo : Dejando sin paz ni calma » Tendrás provecho y laureles. Un mar de llanto en el alma » Manda el título temprano Y mudo polvo en el suelo ? » É imprimirán el prospecto. Esa gloria cuya llama » Te quiere con mucho afecto Me abrasaba, era por ti... » Y así te aplaude tu hermano. » ¡Ya están huérfanos aquí Anunciado el drama ya La gloria, el autor y el drama! Y lo esperan ; bien lo sé ; Ningún aplauso me abona Entretanto nadie ve Las glorias que tú me diste ; El drama que tengo acá. Eras mi gloria y partiste Sin aceptar mi corona. La que soñaba adquirir, Leve polvo, sombra vana, Buscarla no me propongo... ¡Y sueña la raza humana ¿En qué cabeza la pongo Que humilla ei mundo á sus pies 1 Para poderla lucir ? Mas es tarde... sí... yo iré Ni por loca vanidad Á ver su cadáver frío; Puedo ceñirmela aquí; El último beso mío Mi frente es un Sinaí Será el lauro que le dé. Do ruge la tempestad. Y este lauro más valdrá Cese pues la sed de fama ; Que estos falsos oropeles; Cálmese mi desvarío; Yo no quiero más laureles Con tu muerte, encanto mío, Que los que ella tiene alia. Me quedo en eterno drama.

Y que caiga el llanto en pos Mijito, 1SS5. De este martirio nefando ; Un hombre que está llorando Está en diálogo con Dios. ¿Por qué te lleva? No sé Ni habrá ser que lo comprenda; ¡Hacen bien en poner venda Á los ojos de la fe ! Sobre la felicidad Del drama de mi pasión, Dios ha corrido el telón Negro de la eternidad ! ¿ Qué se mira á su través ? Br 1 li fi I «1 8!Viti I MONOLOGOS

r Sili De mi vida turbulenta No hay quien las penas comparta ¿Que me han traído? una carta. Unas flores y una cuenta. 1 I ¡SOLA...! Es cuenta de la modista; Ochenta duros, bien poco, Ya los pagará ese loco Del viejo capitalista. Rechazan la ancianidad È 1 Personaje : MAGDALENA Muchas mujeres ¡torpeza! No hay que mirar la cabeza, Alcoba elegante con lecno ae cortina y lazos rojos. En la bolsa está la edad. Tocador, mesa, diván y butacas. La lámpara estará i media luz y habrá sobre la mesa un ramillete y dos cartas. Estuvo el baile esplendente, Es más de media noche. En el fondo, á la izquierda, hay ¡Pobre Tomás! me introdujo un balcón; á la derecha la puerta de entrada. Magdalena Al salón y se produjo llega envuelta en lujoso abrigo y finje desde la puerta que II habla con alguien que la ha dejado al pie de la escalera. Gran alarma entre la gente. Las damas encantadoras Gracias, pero, vuelve al coche, Me vieron mal; era claro, Ya mañana me verás... No tiene nada de raro, Adiós... ¡qué bueno es Tomás! Es natural, son señoras. Partió al fin ¡ qué horrible noche i Cada cual hizo una mueca La ciudad semeja en calma De disgusto y de estupor; Un gran sepulcro vacío Así lo exije el pudor, Y corre un aire tan frío ¡ Qué palabrota tan hueca I Como el invierno del alma. Los jóvenes me miraban « Todo lo dan en el mundo De soslayo y sonreían... •El nombre y la posición »; Y todos me conocían, Ni el talento ni el trabajo Pero no me saludaban. Por más que el sabio lo escriba Hombre caprichoso y vano, Los astros están arriba A solas lloras conmigo Y los guijarros abajo. Pero en habiendo un testigo Mi gracia cautivadora, Ya me retiras la mano Gracia propia de mi edad, Y culpas mi liviandad Fué para la sociedad Y me declaras proscrita; La manzana tentadora. Sin dar nada, todo quita Rodé al abismo, rodé La hipócrita sociedad. Por ser débiles mis alas , La mujer! enigma eterno, Y perdí todas las galas Dios cual flor formarla quiso De la virtud y de la fe. Con hojas del Paraíso Ninguno se reconcilia Y matices del infierno. Conmigo... mundo cruel; ; Cuando á un abismo sin fondo Tengo un hogar : ¡el hotel! Ruedan la flor y el perfume , ¡ La humanidad por familia! En silencio los consume Vivo sola, abandonada Lo más negro y lo más hondo! De cuantos ayer me amaron; Ya no hay nada que me asombre Cuanto tuve lo arrancaron Mi perdición fué un desliz, De mi amor... ¡no tengo nada! Yo en un tiempo era feliz, ¡ Mis padres!... ¿ vivirán hoy ? Tuve posición y nombre. Tal vez existan aquí, He aquí la sola cuestión, Tienen vergüenza de mí El problema arduo y profundo : Y yo por muertos los doy. Cuando por aquella puerta Diez años hace que un día De nuevo á este cuarto entré, Á mi madre logré ver, ¡Ya soy huérfana! grité, No me pude contener ¡ Hasta mi madre está muerta! Y le grité « Madre mía ». ¿Á quién me quejo? «f á quién llamo? Á sus pies caí de hinojos, Al aire doy mis suspiros Era en la calle, nos vieron, Y el aire en revueltos giros Y sobre mi faz cayeron Se los lleva... Las lágrimas de sus ojos... (Cogiendo el ramo que habrá sobre la mesa) Bésame, la dije, madre, ¿Y este ramo? Que de sufrir estoy harta, i Quién me obsequiará con flores ? Y ella dijo : ¡Aparta... aparta... Rosas de abril purpurinas Que estás manchando á tu padre! No tenéis tantas espinas El rostro descolorido, Como yo tengo dolores. Toda trémula echó á andar Aunque ricas de fragancia Y sólo alcancé á besar Y perfumadas y bellas, Las orlas de su vestido. No sois puras como aquellas No me tuvo compasión Que yo cortaba en la infancia. Y no escuchó mi lamento; No sois cual las madreselvas Yo quedé en el pavimento Que en mi jardincito había Extraviada la razón. ¡ Oh recuerdo de alegría' De nada cuenta me di Ya no vuelvas, ya no vuelvas... Y en aquel vértigo insano Nadie se inquieta si tarda Ni sé quién me dió la mano Mi vuelta al cuarto sombrío; Ni quién me trajo hasta aqui. Ya duermo llena de frío; ¡ Oh placeres sin engaños! Ya ningún ángel me guarda- Mi hogar tuvo un festín regio: Una vez hallé á un anciano Saqué un premio en el colegio En la calle frente á frente, Cuando contaba diez años. Era mi padre... imprudente Mis padres con natural Le quise besar la mano. Regocijo, me esperaron, Con semblante duro y hosco Mi pretensión rechazó Y al mirarme me abrazaron Y con voz agria exclamó : Con efusión celestial. Aparta, no te conozco. Yo llegué de gozo llena Vi en su mirada un infierno Con todo el rostro encendido: De pena amarga y sombría... Con un velo y un vestido Así en el último día Blancos como una azucena. Verá á un réprobo el Eterno . De mi vida á los autores Con qué tristeza retiña ¡ Tomad mi premio !... grité Su acento en todo mi ser; Y á mi padre le entregué No me quiso conocer Un diploma y unas flores. El que me arrulló de niña. Bien — repuso — hija querida. El que cifró su fortuna Dios más dichas te conceda... En mirarme y consentirme loma, y me dió una moneda : Aquel que para dormirme ¡La más santa de mi vida! Cantaba junto á mi cuna; Era un escudo de á peso; El que ufano me llamaba Al dármelo me besó, El tesoro de su hogar Yo era niña y me encantó Y que al mirarme llorar Más que la moneda el beso. De susto y dolor semblaba. Cuando al abismo cai Como al fango la flor rueda, Me dije : tengo un escudo Me dije : aquesta moneda Que bien me puede salvar. No se apartará de mí. Pero juntó mi memoria Y llegué á verme muy pobre, Al epílogo el proemio... Tan pobre, que cierto día ¿ Cómo perder aquel premio Mi capital consistía Todo amor, pureza y gloria? En dos centavos de cobre. De mi infancia ante el destello En mi amargo padecer Cogí el escudo sagrado Salí mi pan á buscar... Que en un medallón guardado ¡ Yo no sé si fui á pecar Lo llevo siempre en el cuello; Para encontrar que comer I Y olvidando de mi suerte En el dintel de mi puerta La crueldad y la agonía, Encontré medio dormido, Exclamé : ¡moneda mía, Desmayado, entumecido Antes morir que perderte 1 Con la tez pálida y muerta, Un niño que con afán Salvé el tesoro sagrado; Me miró... lloró un momento Este escudo envejecido Y temblando y sin aliento Con mis lágrimas ungido, Me dijo al fin : « Quiero pan ». Con mis besos coronado. Me burlé de mi destino Cual de un amo sus esclavos, Una carta me han traído; Di al niño aquellos centavos Veamos ¿de quién será? Y proseguí mi camino. Ninguno me escribe ya. Cansada de tanto andar, Todos me hablan al oído. Rendida á golpe tan rudo, Conozco esta letra, sí; ¿Ó soy víctima de engaños? Á nadie amé como á ti Hace muchos, muchos años Y hoy me das infamia y lodo, Que él no se acuerda de mí. En recompensa de todo Es su letra... sí... evidente; Lo bueno que yo te di. Letra que en tiempos mejores Próximo á desparecer Me expresaba los amores Ya mis deudas he saldado Del corazón inocente. Y algo tuyo que he guardado Aunque la escribió convulso, Te lo voy á devolver. Es su misma claridad... No esperes una fortuna ¡ Pobrecito! ¡ no es su edad Que mi riqueza no es tanta, La que hace temblar su pulso! Es una reliquia santa ¿Qué me dirá Dios bendito? Que yo recogí en tu cuna. Temblando estoy de temor... Es lo que al mundo trajiste ¡ Nunca sentí igual terror En mis instantes más bellos. Al romper un sobrescrito! Un rizo de tus cabellos Que corté cuando naciste. (Lee la carta y toca á la actri- interpretarla.) Si hubieras muerto aquel dia, « Si soñaste alguna vez El rizo que guardé tanto, Ver de nuevo letras mías, Hoy me hiciera verter lianto Éstas te pongo en los días Mas no me mancillaría. Postreros de mi vejez. Hebras de tu misma trenza Enfermo y desengañado, Te las devuelvo, que asi, De prisa al sepulcro voy; Ya sólo guardo de ti Lo anhelo desde que estoy Algo eterno : la vergüenza. Por ti sola deshonrado. Tu ennegreciste mi suerte, Con su virtud mi pureza! ¡ Qué Dios al morir te acorra, i Es castigo ó es clemencia ? La vergüenza no la borra ¿ Cómo deja en esta vez Ni la oración ni la muerte! » Á la infamia, la homadez Su corona por herencia?... Con el corazón opreso, Compasión, ¡oh padre anciano! Sin paz, sin amor, sin fe... Piedad por que te ofendi, Aquí que nadie nos ve Ya que no me viene aquí Llorando ¡oh padre! te beso. La bendición de tu mano. Si yo entre las más livianas ¿Por qué no viste en mi ser Del infierno voy en pos, La infamia y no me mataste ? Que la bendición de Dios ¿Por qué no me sofocaste Me llegue con estas canas. Al momento de nacer? (Abre el papel que envuelve el rizo). (Entra lu, por el balcón al cual ella se dirige enjugándose los o,«. ¡ Que miro ! ¡ ilusiones vanas 1 Mundo : ignora mi aflicción. ¿Es realidad ó extravío? Ya amanece, ¡qué ironía! Viene atado el rizo mío Entra á los cielos el día, Á una guedeja de canas. ¡La noche á mi corazón! ¡Nieve de un volcán bendito Que por mi culpa estalló, Telón rápido. Yo sé bien que te formó Más que la edad, mi delito ! Mi sien junto á su cabeza Ni en la tumba ha de dormir... Sólo aqui se ha vuelto á unir POESIAS COMPLETAS. _ TOMO m. iNDICtí

POESÍAS

Á Soapayuca 3 El Nombre y Al cumplir treinta afios. ... g Pecar rezando ¡6

Dos Perlas 2C

Acuarela 2I

Reír Llorando 22 Un consejo de familia 35 Recuerdos (En el álbum de una mejicana) 31 Su última carta 3^ Amaneciendo Á Castelar Rerum Naturce _ La Cruz del Camino ^ En el álbum de la señorita Matilde de Olavarria y Lan-

dázur¡ 50 La Saboyanita jj Al « Blasco de Caray» _ .g

Lágrimas 6 2 Á Elena Padilla La Fuente ¿5 Adúltera 67 Terán y Maximiliano Á esa 70 200 Tomás Meiía. Homenaje (En el álbum de la señoritá Dolores Rubal- D , 207 Kecuerdos de Mayo , caba) 72 2 7 Una respuesta de Miramón .'."....' 225 Á todos 1 73 A media noche. . . ^ La Ventana desierta 75 r-, 226 kl gnto de Independ.ncia Nieve de Estío 80 A los alumnos del Colegio Militar 84 Á Garibaldi 95 MONÓLOGOS Las flores 100

Horacios y Curados 107 Escribiendo un drama

Inmortal 108 iSolal 2;i Besos y lágrimas 109 276 Á Carlos Noreña (El el nacimiento de su primer hijo). 115 Lo que no muere 120 Á Méjico en las últimas desgracias de España 123 En Churubusco . . 130 Ni viva ni muerta 134 Promesas vanas . 140 En memoria del poeta Manuel M. Flores 143 Frente á Toledo 147 Colón é Isabel 155 A María Rivadeneyra 165 A mi fraternal amigo Gerardo M. Silva 170 Post-Umbra . . 173 I Por Consuegra I ¡ Por España 1 178

ROMANCES NACIONALES

De marinero á trapista 185 La victoria de Tampico 194