ANTOLOGÍA POÉTICA - JUAN RAMÓN JIMENEZ

SUEÑO La rosa pende, bella Imagen alta y tierna del consuelo, y delicada, para todos, aurora de mis mares de tristeza, su cuerpo sin penumbra y sin secreto, lis de paz con olores de pureza, a un tiempo lleno y suave, ¡premio divino de mi largo duelo! íntimo y evidente, ardiente y dulce. Esta rosa, esa rosa, la otra rosa... Sí. Pero aquella rosa... Igual que el tallo de la flor del cielo, tu alteza se perdía en tu belleza... Cuando hacia mí volviste la cabeza, creí que me elevaban desde el cuelo.

Ahora en el alba casta de tus brazos, acogido a tu pecho transparente, ¡cuán claras a mí tornan mis prisiones!

¡Cómo mi corazón hecho pedazos agradece el dolor, al beso ardiente con que tú, sonriendo, lo compones!

ROSA ÍNTIMA

Todas las rosas son la misma rosa, amor, la única rosa. y todo queda contenido en ella, breve imagen del mundo, ¡amor!, la única rosa. DESNUDA

Rosa, la rosa... Pero aquella rosa... Vino, primero pura, La primavera vuelve vestida de inocencia; con la rosa y la amé como un niño. grana, rosa amarilla, blanca, grana; y todos se embriagan con la rosa, Luego se fue vistiendo la rosa igual a la otra rosa. de no sé qué ropajes; ¿Igual es una rosa que otra rosa? y la fui odiando, sin saberlo. ¿Todas las rosas son la misma rosa? Sí. Pero aquella rosa... llegó a ser una reina, fastuosa de tesoros... La rosa que se aisla en una mano, ¡Qué iracunda de yel y sin sentido! que se huele hasta el fondo de ella y uno, la rosa para el seno del amor, ...Mas se fue desnudando. para la boca del amor y el alma, Y yo le sonreía. ...Y para el alma era aquella rosa que se escondía, dulce entre las rosas, Se quedó con la túnica y que una tarde ya no se vio más. de su inocencia antigua. ¿De qué amarillo aquella fresca rosa? Creí de nuevo en ella.

Todo, de rosa en rosa, loco vive, Y se quitó la túnica, la luz, el ala, el aire, y apareció desnuda toda... la honda y la mujer, ¡Oh pasión de mi vida, poesía y el hombre, y la mujer y el hombre. desnuda, mía para siempre!

1 LA MÁS MÍA EL VIAJE DEFINITIVO

Yo no sé decirme ... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando: por qué me retienes. y se quedará mi huerto, con su verde árbol, yo no sé qué tienes. y con su pozo blanco. Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; Tienes dulces años, y tocarán, como esta tarde están tocando, mas no son tus años; las campanas del campanario. tienes gran blancura, Se morirán aquellos que me amaron; mas no es tu blancura; y el pueblo se hará nuevo cada año; tienes alta frente, y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, pero no es tu frente; mi espíritu errará, nostáljico... tienes verde pelo, Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol pero no es tu pelo; verde, sin pozo blanco, tienes áureos ojos, sin cielo azul y plácido... tienes vivos labios, Y se quedarán los pájaros cantando. mas no son tus ojos, mas no son tus labios; OCTUBRE tienes armonía, no es tu melodía; Estaba echado yo en la tierra, enfrente tienes condición, el infinito campo de Castilla, no es tu corazón... que el otoño envolvía en la amarilla dulzura de su claro sol poniente. Yo no sé decirte por qué me retienes. Lento, el arado, paralelamente Yo no sé qué tienes... abría el haza oscura, y la sencilla mano abierta dejaba la semilla en su entraña partida honradamente VOZ NUEVA Pensé en arrancarme el corazón y echarlo, pleno de su sentir alto y profundo, ¿De quién es esta voz? ¿Por dónde suena el ancho surco del terruño tierno, la voz esta, celeste y argentina, a ver si con partirlo y con sembrarlo, que transe, leve, con su hoja fina el silencio de hierro de mi pena? la primavera le mostraba al mundo el árbol puro del amor eterno. Dime, blancura azul de la azucena, dime, luz de la estrella matutina, dime frescor del agua vespertina:

¿conocéis esta voz sencilla y buena? CANCIÓN DE INVIERNO

Cantan. Cantan. Voz que me hace volver los ojos, triste ¿Dónde cantan los pájaros que cantan? y alegre, a no sé qué cristal de gloria de oro, en que el ángel canta su ¡Aleluya! Ha llovido. Aún las ramas están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan Que no es de boca ni laúd que existe, los pájaros. ¿En dónde cantan que no ha salido de ninguna historia... los pájaros que cantan? ¿De quién, de qué eres, voz que no eres suya? No tengo pájaros en jaulas. No hay niños que los vendan. Cantan. El valle está muy lejos. Nada...

Yo no sé dónde cantan los pájaros -cantan, cantan- los pájaros que cantan.

2 ELLO por el pecho del ruiseñor, por los naranjales en flor, Existe; ¡yo lo he visto, por la perlería del río, (y ello a mí)! por el lento pinar umbrío, Su esbeltez negra y honda por los recientes labios rojos surjía y resurjía de ella y por sus grandes ojos... en la verdura blanca del relámpago, ¡Señor, Señor, no me matéis! como un árbol nocturno de ojos bellos, (...Pero matadme, si queréis) fondo tras fondo de los fondos májicos. Lo sentí en mí, lo mismo, vez tras vez, que si el rayo me helara los sentidos AGUA EN EL AGUA con su instantaneidad. ¡Lo he visto, lo he tenido; Quisiera que mi vida ¡me ha tenido, me ha visto! se cayera en la muerte, como este chorro alto de agua bella en el agua tendida matinal; CONVALECENCIA ondulado, brillante, sensual, alegre, con todo el mundo diluido en él, Sólo tú me acompañas, sol amigo. en gracia nítida y feliz. Como un perro de luz, lames mi lecho blanco; y yo pierdo mi mano por tu pelo de oro, caída de cansancio. AJUSTE ¡Qué de cosas que fueron se van... más lejos todavía! ¡Qué difícil es unir Callo el tiempo de frutecer y sonrío, igual que un niño, con el tiempo de sembrar! dejándome lamer de ti, sol manso. (El mundo jira que jira, ...De pronto, sol, te yergues, ruedas que nunca se unen fiel guardián de mi fracaso en una rueda total) y, en una algarabía ardiente y loca, ¡Un solo día de vida, ladras a los fantasmas vanos un día completo y todo, que, mudas sombras, me amenazan que no se acabe jamás! desde el desierto del ocaso.

ÁLAMO BLANCO

Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua. (Arriba y abajo, se me abre el alma). ¡Entre dos melodías, la columna de plata! Hoja, pájaro, estrella; baja flor, raíz, agua. ¡Entre dos conmociones, la columna de plata! (¡Y tú, tronco ideal, entre mi alma y mi alma!) Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja. (Abajo y arriba, me tiembla el alma). A DIOS EN PRIMAVERA

Señor, matadme, si queréis. (Pero, señor, ¡no me matéis!) DIOS DE AMOR Señor dios, por el sol sonoro, por la mariposa de oro, Lo que queráis, señor; por la rosa con el lucero, y sea lo que queráis. los corretines del sendero, Si queréis que entre las rosas

3 ría hacia los matinales del jaral de flores níveas; resplandores de la vida, allá donde el claro arroyo que sea lo que queráis. da en el río, se entreabría Si queréis que entre los cardos un ocaso de esplendores sangre hacia las insondables sobre el agua vespertina... sombras de la noche eterna, que sea lo que queráis. Mi flauta con sol lloraba Gracias si queréis que mire, a lo largo de la orilla; gracias si queréis cegarme; atrás quedaba un reguero gracias por todo y por nada, de amarillas margaritas... y sea lo que queráis. Lo que queráis, señor; y sea lo que queráis. EL AMOR

El amor, ¿a qué huele? Parece, cuando se ama, EL DECHADO que el mundo entero tiene rumor de primavera. Las hojas secas tornan y las ramas con nieve, ¡Qué hermosa muestra eres, cielo azul del día, y él sigue ardiente y joven, oliendo a rosa eterna. a los despiertos ojos, de lo despierto! Por todas partes abre guirnaldas invisibles, ¡Qué ejemplo hermoso eres, cielo azul nocturno, todos sus fondos son líricos -risa o pena-, a los ojos dormidos, la mujer a su beso cobra un sentido mágico de lo que sueña! que, como en los senderos, sin cesar se renueva...

Vienen al alma música de ideales conciertos, EL DESCENSO palabras de una brisa liviana entre arboledas; se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto Sí, esta tarde no es imajen, dejan como un romántico frescor de madreselvas... las nubes son rosas, sí, las rosas son vida, sí.

Esta tarde tú eres tú, no es nube el amor en mí, MAR IDEAL es vida la rosa en mí. Los dos vamos nadando -agua de flores o de hierro- por nuestras dobles vidas. IBA TOCANDO MI FLAUTA...

Iba tocando mi flauta -Yo, por la mía y por la tuya; a lo largo de la orilla; tú, por la tuya y por la mía-. y la orilla era un reguero de amarillas margaritas. De pronto, tú te ahogas en tu ola, yo en la mía; y, sumisas, El campo cristaleaba tu ola, sensitiva, me levanta, tras el temblor de la brisa; te levanta la mía, pensativa. para escucharme mejor el agua se detenía.

Notas van y notas vienen, la tarde fragante y lírica iba, a compás de mi música, dorando sus fantasías, y a mi alrededor volaba, en el agua y en la brisa, un enjambre doble de mariposas amarillas.

La ladera era de miel, de oro encendido la viña, de oro vago el raso leve

4 NOSTALGIA Huía el viento a su gruta, Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos el horror a su cabaña; apretarán, suaves, la dicha conseguida, en el verde de los pinos por un sendero solo, muy lejos de los vanos se iban abriendo las alas. cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida. Las estrellas se morían, se rasaba la montaña; Las ramas de los sauces mojados y amarillos allá en el pozo del huerto nos rozarán las frentes. En la arena perlada, la golondrina cantaba. verbenas llenas de agua, de cálices sencillos, ornarán la indolente paz de nuestra pisada.

Mi brazo rodeará tu mimosa cintura, LOS CAMINOS DE LA TARDE... tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza, Los caminos de la tarde ¡y el ideal vendrá entre la tarde pura, a envolver nuestro amor en su eterna belleza! se hacen uno, con la noche. Por él he de ir a ti. amor que tanto te escondes.

ADOLESCENCIA Por él he de ir a ti, como la luz de los montes, En el balcón, un instante como la brisa del mar, nos quedamos los dos solos. como el olor de las flores. desde la dulce mañana de aquel día éramos novios. CÁLLATE POR DIOS... -El paisaje soñoliento dormía sus vagos tonos, ¡Cállate, por Djos, que tú bajo el cielo gris y rosa no vas a saber decírmelo! del crepúsculo de otoño-. ¡Deja: que abran todos mis sueños y todos mis lirios! Le dije que iba a besarla; bajó, serena, los ojos Mi corazón oye bien y me ofreció sus mejillas la letra de tu cariño... como quien pierde un tesoro. El agua lo va temblando, entre las flores del río; -Caían las hojas muertas, lo va soñando la nieola, en el jardín silencioso, lo están cantando los pinos y en el aire erraba aún -y la luna rosa- y el un perfume de heliotropos-. corazón de tu molino...

No se atrevía a mirarme; ¡No apagues, por Dios, la llama le dije que éramos novios, que arde dentro de mí mismo! ...y las lágrimas rodaron ¡Cállate, por Dios, que tú de sus ojos melancólicos. no vas a saber decírmelo!

ANDA EL AGUA DE ALBORADA... EL MAR LEJANO (Romance popular.) La fuente aleja su cantata. Doraba la luna el río Despiertan todos los caminos... -¡fresco de la madrugada!-. Mar de la aurora, mar de plata, Por el mar venían olas ¡qué limpio estás entre los pinos! teñidas de luz de alba. Viento del Sur, ¿vienes sonoro El campo débil y triste de soles? Ciegan los caminos... se iba alumbrando. Quedaba Mar de la siesta, mar de oro, el canto roto de un grillo, ¡qué alegre estás sobre los pinos! la queja oscura de un agua.

5 Dice el verdón no sé qué cosa... Creí de nuevo en ella. Mi alma se va por los caminos... Mar de la tarde, mar de rosa, Y se quitó la túnica ¡qué dulce estás entre los pinos! y apareció desnuda toda. ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre! QUÉ DÉBIL EL LATIDO

¡Qué débil el latido NADA de tu corazón leve y qué hondo y qué fuerte su secreto! A tu abandono opongo la elevada ¡Qué breve el cuerpo delicado torre de mi divino pensamiento. que lo envuelve de rosas, Subido a ella, el corazón sangriento y qué lejos, desde cualquiera parte tuya verá la mar, por él empurpurada. -y qué no hecho- el centro de tu alma! Fabricaré en mi sombra la alborada, mi lira guardaré del vano viento, buscaré en mis entrañas mi sustento... ¿CÓMO ERA? Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?

¿Cómo era, Dios mío, cómo era? ¡Nada, sí, nada, nada!... - O que cayera -¡Oh corazón falaz, mente indecisa!- mi corazón al agua, y de este modo ¿Era como el pasaje de la brisa? fuese el mundo un castillo hueco y frío...- ¿Como la huida de la primavera?

Tan leve, tan voluble, tan ligera REPROCHES cual estival vilano... ¡Sí! Imprecisa como sonrisa que se pierde en risa... Como el cansancio se abandona al sueño ¡Vana en el aire, igual que una bandera! así mi vida a ti se confiaba... Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño, ¡Bandera, sonreír, vilano, alada te quería dejar ....y no acababa... primavera de junio, brisa pura...! ¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste! Y no acababa.....¡Y tú te desasiste,

sorda y ciega a mi llanto y a mi anhelo, Todo tu cambiar trocóse en nada y me dejaste desolado y triste, -¡memoria, ciega abeja de amargura!- cual un campo sin flores y sin cielo! ¡No sé cómo eras, yo que sé qué fuiste! ¿Por qué huiste de mi? ¡Ay quién supiera

componer una rosa deshojada; ETERNIDADES ver de nuevo, en la aurora verdadera, la realidad de la ilusión soñada! Vino primero pura, vestida de inocencia; ¿Adonde te llevaste, negro viento, y la amé como un niño. entre las hojas secas de la vida, aquel nido de paz y sentimiento Luego se fue vistiendo que gorjeaba al alba estremecida? de no sé qué ropajes; y la fui odiando sin saberlo. ¿En qué jardín, de qué rincón, de dónde

rosalearán aquellas manos bellas? Llegó a ser una reina ¿Cuál es la mano pérfida que esconde fastuosa de tesoros... los senos de celindas y de estrellas? ¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

Más se fue desnudando ¡Ay quién pudiera hacer que el sueño fuese y yo le sonreía. la vida!, ¡Que esta vida fría y vana que me anega de sombra, fuera ese Se quedó con la túnica sueño que desbarata mi mañana! de su inocencia antigua.

6 Y no sé cómo saltar CUANDO, DORMIDA TÚ... desde la orilla de hoy a la orilla de mañana. Cuando, dormida tú, me echo en tu alma ( Estío ) y escucho, con mi oído en tu pecho desnudo, tu corazón tranquilo, me parece ¿REMORDIMIENTO? que, en su latir hondo, sorprendo el secreto del centro La tarde será un sueño de colores... del mundo. Me parece Tu fantástica risa de oro y plata que legiones de ángeles, derramará en la gracia de las flores en caballos celestes su leve y cristalina catarata. -como cuando, en la alta noche escuchamos, sin aliento Tu cuerpo, ya sin mis amantes huellas, y el oído en la tierra, errará por los grises olivares, trotes distantes que no llegan nunca-, cuando la brisa mueva las estrellas que legiones de ángeles, allá sobre la calma de los mares... vienen por ti, de lejos -como los Reyes Magos al nacimiento eterno ¡Sí, tú, tú misma...! irás por los caminos de nuestro amor-, y el naciente rosado de la luna vienen por ti, de lejos, te evocará, subiendo entre los pinos, a traerme, en tu ensueño, mis tardes de pasión y de fortuna. el secreto del centro del cielo. Y mirarás, en pálido embeleso, sombras en pena, ronda de martirios, allí donde el amor, beso tras beso, fue como un agua plácida entre lirios...

¡Agua, beso que no dejó una gota para el retorno de la primavera; música sin sentido, seca y rota; pájaro muerto en lírica pradera!

¡Te sentirás, tal vez, dulce, transida, y verás, al pasar, en un abismo al que pobló las frondas de tu vida de flores de ilusión y de lirismo!

JARDÍN ROSAS MUSTIAS DE CADA DÍA Yo no sé cómo saltar desde la orilla de hoy a la orilla de mañana. Todas las rosas blancas de la luna caían, por la ventana abierta, en el cuerpo desnudo ... El río se lleva, mientras, Mirando aquellas carnes blandas que florecían, la realidad de esta tarde, hundido entre mis sueños, yo estaba absorto y mudo. a mares sin esperanza. ¡Oh su sexo con luna! ¡Esencia indefinible Miro al oriente, al poniente, de su sexo con luna! Hervían los blancores miro al sur y miro al norte. de la carne, y el rostro, perdido en lo invisible de la penumbra, lánguido, cerraba sus colores. Toda la verdad dorada que cercaba al alma mía, Era el enervamiento del dolor ... Y cual una cual con un cielo completo, rosa de treinta años, opulenta y desierta, se cae, partida y falsa. el cuerpo blanco se elevaba hacia la luna frío, espectral, azul, como una pompa muerta ...

7 y la estrella AMOR se funden en romántica armonía.

No, no has muerto, no. ¡Qué goce triste este Renaces, de hacer todas las cosas como ella las hacía! con las rosas en cada primavera. Como la vida, tienes Dolorido y con flores, tus hojas secas; tienes tu nieve, como voy, como un héroe de poesía mía, la vida... por los desiertos corredores Mas tu tierra, que despertara ella con su blando paso, amor, está sembrada y mis pies son de raso de profundas promesas, -¡oh, ausencia hueca y fría!- que han de cumplirse aún en el mismo y mis pisadas dejan resplandores. olvido. ¡En vano es que no quieras! ¡Qué goce triste este La brisa dulce torna, un día, al alma; de hacer todas las cosas como ella las hacía! una noche de estrellas, bajas, amor, a los sentidos, casto como la vez primera. ¡Pues eres puro, eres eterno! A tu presencia, vuelven por el azul, en blanco bando, blancas palomas que creíamos muertas... Abres la sola flor con nuevas hojas... Doras la inmortal luz con lenguas nuevas... ¡Eres eterno, amor, como la primavera!

¡QUÉ GOCE TRISTE ESTE...!

¡Qué goce triste este MI CUERPO de hacer todas las cosas como ella las hacía! Vivo olvidada Se me torna celeste de mi cuerpo. la mano, me contagio de otra poesía. Cuando miro la aurora, confusamente lo recuerdo bello, Y las rosas de olor, cual si estuviera que pongo como ella las ponía, fuera de mí y muy lejos. exaltan su color; y los bellos cojines, Mas cuando tú me coges que pongo como ella los ponía, me lo siento florecen sus jardines; todo, y si pongo mi mano duro, suave, dibujado, lleno, -como ella la ponía- y gozo de él en ti y en mí, en el negro piano, contigo, descubierto, en su secreto. surge, como en un piano muy lejano, más honda la diaria melodía. MANOS ¡Qué goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía! ¡Ay tus manos cargadas de rosas! Son más puras tus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas, Me inclino a los cristales del balcón, surgen lo mismo que pedazos de luceros, con un gesto de ella, que alas de mariposas albas, que sedas cándidas. y parece que el pobre corazón no está tan sólo. Miro ¿Se te cayeron de la luna? ¿Juguetearon al jardín de la tarde, como ella, en una primavera celeste? ¿son del alma? y el suspiro

8 Tienen esplendor vago de lirios de otro mundo; ¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa, deslumbran lo que sueñan, refrescan lo que cantan. abrazados los dos, sea tu risa el surtidor de nuestra sola fuente! Mi frente se serena, como un cielo de tarde, cuando tú con tus manos entre sus nubes andas; Mi corazón recogerá tu rosa, si las beso, la púrpura de brasa de mi boca sobre mis ojos se echará tu brisa empalidece de su blancor de piedra de agua. tu luz se dormirá sobre mi frente...

¡Tus manos entre sueños! Atraviesan, palomas de fuego blanco, por mis pesadillas malas, TE CONOCÍ, PORQUE AL MIRAR LA y, a la aurora me abren, como con luz de ti, HUELLA... la claridad suave del oriente de plata. Te conocí, porque al mirar la huella de tu pie en el sendero, me dolió el corazón que me pisaste.

Corrí loco; busqué por todo el día; como un perro sin amo.

... ¡Te habías ido ya! Y tu pie pisaba mi corazón, en un huir sin término, cual si él fuera el camino ¡QUÉ DULCEMENTE VA CAYENDO que te llevaba para siempre... TU BELLEZA!...

( les bords, il fallait le reconnaître, A MI ALMA commençaient à se dessécher... Maurice de Guérin ) Siempre tienes la rama preparada para la rosa justa; andas alerta ¡Qué dulcemente va cayendo tu belleza! siempre, el oído cálido en la puerta Otoño pleno desordena la armonía de tu cuerpo, a la flecha inesperada. de tu pecho; y, en plástica oleada de triteza, el mar de tu alma alza tu cuerpo de elegía. Una onda no pasa de la nada, que no se lleve de tu sombra abierta Hueles a acacia mustia. A veces, nubla un manto la luz mejor. De noche, estás despierta tus ojos de poniente; y, en avara demencia, en tu estrella, a la vida desvelada. recorrer, cada instante, el decaído encanto - ¡magnolia, azucenón! - de tu rubia opulencia. Signo indeleble pones en las cosas. luego, tornada gloria de las cumbres, Pero la permanencia vaga de tu ruina, revivirás en todo lo que sellas. bello como un crepúsculo reflejo de una gloria, da al amor que a ti vuelve, cual una golondrina al nido, un goce lento, largo, como tu historia. Tu rosa será norma de las rosas; tu oír, de la armonía; de las lumbres tu pensar; tu velar, de las estrellas.

PRIMAVERA LEJOS TÚ, LEJOS DE TI... Abril, sin tu asistencia clara, fuera invierno de caídos esplendores; mas aunque abril no te abra a ti sus flores, Lejos tú, lejos de ti, tú siempre exaltarás la primavera. yo, más cerca del mío; afuera tú, hacia la tierra, yo hacia adentro, al infinito. Eres la primavera verdadera: rosa de los caminos interiores brisa de los secretos corredores, Los soles que tu verás, lumbre de la recóndita ladera. serán los soles ya vistos; yo veré los soles nuevos que sólo enciende el espíritu.

9 Nuestros rostros, al volverse ¡Oh su sexo con luna! ¡Esencia indefinible a hallar, no dirán lo mismo. de su sexo con luna! Hervían los blancores Tu olvido estará en tus ojos, de la carne, y el rostro, perdido en lo invisible en mi corazón mi olvido. de la penumbra, lánguido, cerraba sus colores.

Era el enervamiento del dolor... Y cual una rosa de treinta años, opulenta y desierta, el cuerpo blanco se elevaba hacia la luna frío, espectral, azul, como una pompa muerta...

Y YO ME IRÉ...

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, TE DESHOJÉ COMO UNA ROSA... las campanas del campanario.

Te deshojé como una rosa, Se morirán aquellos que me amaron; para verte tu alma, y el pueblo se hará nuevo cada año; y no la vi. y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, Mas todo en torno mi espíritu errará, nostálgico… -horizontes de tierra y de mares-, todo, hasta el infinito, Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol se colmó de una esencia verde, sin pozo blanco, inmensa y viva. sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando. ( Poemas agrestes, 1910-11 ) ACABAS DE SALIR DE TU ALCOBA... YO HE ENTRADO AQUELLA TARDE, AL DECIRLE... Acabas de salir de tu alcoba... Yo he entrado. está desarreglada, deshojada, marchita... Aquella tarde, al decirle sobre una silla de oro, el corsé perfumado que me alejaba del pueblo, que llevabas la tarde de la última cita... me miró triste, muy triste, vagamente sonriendo. En el sofá -¡oh recuerdos!- la magia de tu enagua, tu huella en el desorden fragante de tu lecho, Me dijo: ¿Por qué te vas? ¡ah, y en la palangana de plata, sobre el agua, Le dije: Porque el silencio una rosa amarilla que perfumó tu pecho! de estos valles me amortaja como si estuviera muerto.

¡Y un olor de imposible, de placer no extinguido -¿Por qué te vas?- He sentido y saciado, ese más que tiene la belleza, que quiere gritar mi pecho, laberinto sin clave, sin fin y sin sentido, y en estos valles callados que nace con locura y muere con tristeza! voy a gritar y no puedo.

Y me dijo: ¿Adónde vas? TODAS LAS ROSAS BLANCAS DE LA Y le dije: A donde el cielo LUNA CAÍAN esté más alto y no brillen sobre mí tantos luceros. Todas las rosas blancas de la luna caían, por la ventana abierta, en el cuerpo desnudo... La pobre hundió su mirada Mirando aquellas carnes blandas que florecían, allá en los valles desiertos hundido entre mis sueños, yo estaba absorto y mudo.

10 y se quedó muda y triste, ¡OH TRISTE COCHE VIEJO...! vagamente sonriendo. ¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas! ¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes! DE TU LECHO ALUMBRADO ¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas, temblando en la colina, sobre los campos verdes! De tu lecho alumbrado de luna me venían Verde el cielo profundo, despertaba el camino, no sé qué olores tristes de deshojadas flores; fresco y fragante del encanto de la hora; heridas por la luna, las arañas reían cantaba un ruiseñor despierto, y el molino ligeras sonatinas de lívidos colores... rumiaba un son eterno, rosa frente a la aurora.

Se iba por los espejos la hora amarillenta... -Y en el alma, un recuerdo, una lágrima, una frente al balcón abierto, entre la madrugada, mano alzando un visillo blanco al pasar un coche... tras la suave colina verdosa y soñolienta, la calle de la víspera, azul bajo la luna se ponía la luna, grande, triste, dorada... solitaria, los besos de la última noche

La brisa era infinita. Tú dormías, desnuda... ¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas! tus piernas se enlazaban en cándido reposo, ¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes! y tu mano de seda, celeste, ciega, muda, ¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas, tapaba, sin tocarlo, tu sexo tenebroso. temblando, en la colina, sobre los campos verdes!

SI YO, POR TI HE CREADO UN MUNDO...

Si yo, por ti, he creado un mundo para ti, dios, tú tenías seguro que venir a él, y tú has venido a él, a mí seguro, porque mi mundo todo era mi esperanza.

Yo he acumulado mi esperanza en lengua, en nombre hablado, en nombre escrito; a todo yo le había puesto nombre DONADOR y tú has tomado el puesto de toda esta nombradía. Yo no soy yo. Soy este Ahora puedo yo detener ya mi movimiento, que va a mi lado sin yo verlo; como la llama se detiene en ascua roja que, a veces, voy a ver, con resplandor de aire inflamado azul, y que, a veces, olvido. en el ascua de mi perpetuo estar y ser; El que calla, sereno, cuando hablo, ahora yo soy ya mi mar paralizado, el que perdona, dulce, cuando odio, el mar que yo decía, mas no duro, el que pasea por donde no estoy, paralizado en olas de conciencia en luz el que quedará en pie cuando yo muera. y vivas hacia arriba todas, hacia arriba. ( Eternidades )

Todos los nombres que yo puse al universo que por ti me recreaba yo, LE HE PUESTO UNA ROSA... se me están convirtiendo en uno y en un dios. Le he puesto una rosa fresca a la flauta melancólica; El dios que es siempre al fin, cuando cante, cantará el dios creado y recreado y recreado con música y con aroma. por gracia y sin esfuerzo. El Dios. El nombre conseguido de los nombres. Tendrá una voz de mujer, vacilante, arrolladora, plata con llanto y sonrisa, miel de mirada y de boca.

11 -Y será cual si unos finos las hojas secas van, y los jazmines dedos jugasen con sombra últimos, sobre el oro a la ventura. por los leves agujeros de la caña melodiosa-. El cielo, verde, en la más libre altura de su ancha plenitud, deja los fines ¡Tonada que no sé yo, del mundo en un extremo de jardines oída una tarde en la fronda; de ilusión. ¡Tarde en toda tu hermosura! tonada que fui a coger y que huía entre las hojas. ¡Qué paz! Al chopo claro viene y canta un pájaro. Una nube se desvae Para ver si no se iba, sin color, y una sota mariposa, la engañé con una rosa: cuando llore, llorará luz, se sume en la luz... y se levanta con música y con aroma. de todo no sé qué hálito, que trae, triste de no morir aún más, la rosa.

SOLÍA SER EN EL ESTÍO ESPERANZA Solía ser en el estío. El viejo coche se llevaba a los otros... Y la tarde tranquila ¡Esperar! ¡Esperar! Mientras, el cielo se iba alejando por los prados de la noche, cuelga nubes de oro a las lluviosas; a un murmullo de pinos ya una queja de esquila. las espigas suceden a las rosas; las hojas secas a la espiga; el yelo El coche aparecía, ladrado de lebreles, a la vuelta fragante del camino de arena. sepulta la hoja seca; en largo duelo, Los ¡adiós! se perdían entre los cascabeles... despide el ruiseñor las amorosas Nos quedábamos solos en la hora serena. noches; y las volubles mariposas doblan en el caliente sol su vuelo. Silencio, tú surgías de nosotros. Las manos, más blancas que la luna, entibiaban su anhelo, Ahora, a la candela campesina, y, bajo los pinares, nuestros ojos cercanos la lenta cuna de mis sueños mecen se ponían más grandes que la mar y que el cielo. los vientos del octubre colorado...

La carne se me torna más divina, SUEÑO viejas, las ilusiones, encanecen, y lo que espero ¡ay! es mi pasado. Imagen alta y tierna del consuelo, aurora de mis mares de tristeza, lis de paz con olores de pureza, OTOÑO ¡premio divino de mi largo duelo! Esparce octubre, al blando movimiento Igual que el tallo de la flor del cielo, del sur, las hojas áureas y las rojas, tu alteza se perdía en su belleza... y, en la caída clara de sus hojas, Cuando hacia mí volviste la cabeza, se lleva al infinito el pensamiento. creí que me elevaban de este suelo. Qué noble paz en este alejamiento Ahora, en el alba casta de tus brazos, de todo; oh prado bello que deshojas acogido a tu pecho transparente, tus flores; oh agua fría ya, que mojas ¡cuán claras a mí toman mis prisiones! con tu cristal estremecido el viento!

¡Cómo mi corazón hecho pedazos ¡Encantamiento de oro! Cárcel pura, agradece el dolor, al beso ardiente en que el cuerpo, hecho alma, se enternece, con que tú, sonriendo, lo compones! echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura, OCTUBRE II la vida se desnuda, y resplandece la excelsitud de su verdad divina. A través de la paz del agua pura, el sol le dora al río sus verdines;

12 TAL COMO ESTABAS Cuando el frío desciende a la tierra, inundando las frentes de invierno, En el recuerdo estás tal como estabas. se reflejan las almas marchitas Mi conciencia ya era esta conciencia, a través de los pálidos cuerpos. pero yo estaba triste, siempre triste, Y hay un algo de pena insondable porque aún mi presencia no era la semejante en los ojos sin lumbre del cielo, de esta final conciencia y las largas miradas se pierden en la nada sin fe de los sueños. La nostalgia, tristísima, arroja Entre aquellos geranios, bajo aquel limón, en las almas su amargo silencio, junto a aquel pozo, con aquella niña, Y los niños se duermen soñando tu luz estaba allí, dios deseante; con ladrones y lobos hambrientos. tú estabas a mi lado, Los jardines se mueren de frío; dios deseado, en sus largos caminos desiertos pero no habías entrado todavía en mí. no hay rosales cubiertos de rosas, no hay sonrisas, suspiros ni besos. El sol, el azul, el oro eran, ¡Como cae la bruma en el alma como la luna y las estrellas, perfumada de amor y recuerdos! tu chispear y tu coloración completa, ¡Cuantas almas se van de la vida pero yo no podía cogerte con tu esencia, estas tardes sin sol ni luceros! la esencia se me iba (como la mariposa de la forma) porque la forma estaba en mí y al correr tras lo otro la dejaba; tanto, tan fiel que la llevaba, que no me parecía lo que era.

Y hoy, así, sin yo saber por qué, la tengo entera, entera. No sé qué día fue ni con qué luz vino a un jardín, tal vez, casa, mar, monte, y vi que era mi nombre sin mi nombre, sin mi sombra, mi nombre, el nombre que yo tuve antes de ser oculto en este ser que me cansaba, porque no era este ser que hoy he fijado (que pude no fijar) para todo el futuro iluminado iluminante, dios deseado y deseante. NUBES

Nevada de los cielos, pareciste LAS TARDES DE ENERO la luna trastornada en primavera. Vi una vez, no sé dónde, una pradera Va cayendo la noche: La bruma así, blanca cual tú te apareciste. ha bajado a los montes el cielo: Una lluvia menuda y monótona En un sueño más sueño aún, volviste humedece los árboles secos. de nuevo a mí como la mensajera El rumor de sus gotas penetra del último blancor que el alma espera... hasta el fondo sagrado del pecho, Me desperté dos veces, triste y triste. donde el alma, dulcísima, esconde su perfume de amor y recuerdos. No sé si desvelada va o dormida ¡Cómo cae la bruma en en alma! mi esperanza contigo. Sobrepasa ¡Qué tristeza de vagos misterios unas veces, con luz, tu mismo albor, en sus nieblas heladas esconden esas tardes sin sol ni luceros! cuando estoy más despierto que en la vida... En las tardes de rosas y brisas Ya veces es como que me traspasa los dolores se olvidan, riendo, la negra sombra de un almendro en flor... y las penas glaciales se ocultan tras los ojos radiantes de fuego.

13 IBA BLANCA Y TIERNA... He entreabierto mi balcón: Iba, blanca y tierna, entre por oriente ya la luna va naciendo; los brotes rubios y verdes... las fragantes madreselvas dan al aire de la noche las unciones de sus frescos A donde daba su frente, y balsámicos perfumes; oriente era. Lo fuerte, están tristes los luceros. a su mudo pasar leve, En mi oído vibra el ritmo de las voces que se aman. se caía, vano y débil. Me da horror de estar a solas con mi cuerpo... Estaba encima y ausente El silencio me contagia; de todo, y todo, envolviéndole estoy mudo..., en mis labios no hay acentos... el corazón transparente, Me parece que no hay nadie sobre el mundo, la hacía una y perenne, Me parece que mi cuerpo como la vida a la muerte. se agiganta; siento frío, tengo fiebre, en la sombra me amenazan mil espectros... -Como a la vida. Su nieve era inmortal y celeste. He sentido que la vida se ha apagado Nevaba del suelo al cenit. sólo viven los latidos de mi pecho: es que el mundo está en mi alma; Pasó, sin irse. Indeleble las ciudades son ensueños... y absorto, quedó el presente mirando su huida, siempre... Sólo turba la quietud solemne y honda el temblor de los diamantes de los cielos. Estoy solo con mi alma que se muere de tristeza, de nostalgia y de recuerdos. NOCTURNO ¿A quién cuento mis pesares? A G. Martínez Sierra Me da miedo de turbar este silencio con sollozos. ¡Si escuchara algún suspiro! Aun soñaba en las dulzuras de esta tarde. ¡Mis amores están lejos! Estoy solo; mis amores están lejos; y mi alma que se muere de tristeza, Por los árboles henchidos de negruras de nostalgia y de recuerdos, hay terrores de unos monstruos soñolientos, se sumía fatigada de culebras colosales arrolladas en la bruma de los sueños. y alacranes gigantescos; y parece que del fondo de las sendas Esta tarde han florecido unos hombres enlutados van saliendo... los vergeles de los cielos; Los jardines están llenos de visiones; los crepúsculos pasados fueron grises hay visiones en mi alma..., siento frío, cual monótonos crepúsculos de invierno. estoy solo, tengo sueño... Esta tarde renació la primavera: Los recuerdos se amontonan en mi mente, los velados horizontes descubrieron los suavísimos recuerdos sus aldeas indecisas; de las tardes que me dieron sus colores, hubo rosas y violetas en lo azul del firmamento, sus esencias y sus besos. hubo magia fabulosa de colores y de esencias; ¡Son tan dulces esas tardes de la tierra!, fue un crepúsculo de aquellos (¡ah, las tardes de los cielos!) de las dulces primaveras que mi alma ve vagar en sus recuerdos. Ya la luna amarillenta va subiendo. En la nada flotó un algo de profundas transparencias Mis pupilas, anegadas por el llanto, y los giros de las brisas, un momento se han cuajado de luceros. dibujáronse temblando; Siento frío...¡Quién pudiera una onda ensombrecía los misterios dormitar eternamente en su ensueño, de la tarde... olvidarse de la tierra En el cielo religioso y perderse en lo infinito de los cielos! las estrellas del crepúsculo entreabrieron; Llega un aire perfumado, caen mis lágrimas; y mi alma se perdió en la vaga bruma estoy solo; mis amores están lejos... de los últimos jardines melancólicos y quietos...

Aun soñaba en las dulzuras de esta tarde. Estoy solo; mis amores están lejos.

14 ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO Cada nota encendía una herida de amores... LLORAN -El dulce piano intentaba comprendernos.-

Estoy triste, y mis ojos no lloran Por el balcón abierto a brumas estrelladas, y no quiero los besos de nadie; venía un viento triste de mundos invisibles... mi mirada serena se pierde Ella me preguntaba de cosas ignoradas en el fondo callado del parque. y yo le respondía de cosas imposibles...

¿Para qué he de soñar en amores si está oscura y nuviosa la tarde y no vienen suspiros ni aromas en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas; está solo el inmenso paisaje; ya se han ido los lentos rebaños; flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra, una estrena brilló en los cristales; estoy triste, mis ojos no lloran, ¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora de los niños dormidos; mi madre me mecía en su tibio regazo, al amor de sus ojos radiantes; y al vibrar la amorosa campana de la ermita perdida en el valle, LUNA SOLA se entreabrían mis ojos rendidos al misterio sin luz de la tarde... Cesó el clarín agudo, y la luna está triste.

Grandes nubes arrastran la nueva madrugada. Es la esquila; ha sonado. La esquila Ladra un perro alejándose, y todo lo que existe ha sonado en la paz de los aires; se hunde en el abismo sin nombre de la nada. sus cadencias dan llanto a estos ojos que no quieren los besos de nadie. La luna dorará un viejo camposanto...

Habrá un verdín con luna sobre una antigua almena... ¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores, En una fuente sola, será una luna en llanto... ya hay fragancias y cantos; si alguien Habrá una mar sin nadie, bajo una luna llena... ha soñado en mis besos, que venga de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen... CON LILAS LLENAS DE AGUA... ¿Quién irá por el triste paisaje? Sólo suena en el largo silencio ( ...Rit de la fraícheur de l'eau. la campana que tocan los ángeles. Victor Hugo )

Con lilas llenas de agua, DESNUDOS le golpeé las espaldas. y toda su carne blanca ( Adioses. Ausencia. Regreso ) se enjoyó de gotas claras.

Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba, ¡Ay, fuga mojada y cándida, bajo la mano blanca, en el piano de ella... sobre la arena perlada! En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba, morena de la luna, era tres veces bella. -La carne moría, pálida, entre los rosales granas; Teníamos los dos desangradas las flores como manzana de plata, del corazón, y acaso llorábamos sin vernos... amanecida de escarcha.-

15 Corría, huyendo del agua, que cuando falta en mí entre los rosales granas. la imajen de la cima, corro a mirarme en ti? Y se reía, fantástica. La risa se le mojaba. AHOGADA Con lilas llenas de agua, corriendo, la golpeaba... ¡Su desnudez y el mar! Ya están, plenos, lo igual ( De "Francina en el jardín" ) con lo igual. La esperaba, desde siglos el agua, EN EL SOPOR AZUL E HIRVIENTE para poner su cuerpo DE LA SIESTA... solo en su trono inmenso. Y ha sido aquí en Iberia. En el sopor azul e hirviente de la siesta, La suave playa céltica el jardín arde al sol. Huele a rosas quemadas. se la dio, cual jugando, La mar mece, entre inmóviles guirnaldas de floresta, a la ola del verano. una diamantería de olas soleadas. (Así va la sonrisa ¡amor! a la alegría) Cúpulas amarillas encienden a lo lejos, ¡Sabedlo, marineros: en la ciudad atlántica, veladas fantasías; de nuevo es reina Venus! saltan, ríen, titilan momentáneos reflejos de azulejos, de bronces y de cristalerías.

El agua abre sus frescos abanicos de plata, hasta el reposo verde de las calladas hojas, y en el silencio solitario una fragata, blanca y henchida, surje, entre las rocas rojas. ..

( De "Mar del sur" )

¡QUÉ TRISTEZA DE OLOR A JAZMÍN

¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano torna a encender las calles y a oscurecer las casas, y, en las noches, regueros descendidos de estrellas pesan sobre los ojos cargados de nostaljia.

En los balcones, a las altas horas, siguen blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas; el río manda, a veces, una cansada brisa, el ocaso, una música imposible y romántica.

La penumbra reluce de suspiros; el mundo se viene, en un olvido májico, a flor de alma; ÁRBOLES HOMBRES y se cojen libélulas con las manos caídas, y, entre constelaciones, la alta luna se estanca. Ayer tarde volvía yo con las nubes ¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos que entraban bajo rosales están abiertos; hay en todas partes miradas (grande ternura redonda) calientes... Por el fondo de cada sombra azul, entre los troncos constantes. se esfuma una visión apasionada y lánguida. La soledad era eterna (De "Olor de jazmín" ) y el silencio inacabable. Me detuve como un árbol y AGUA MUJER oí hablar a los árboles.

¿Qué me copiaste en ti,

16 El pájaro solo huía sombra; como aquel día de tan secreto paraje, en que primero vine sólo yo podía estar llamando a tu secreto, entre las rosas finales. cargado de afán libre. ¡Virjen oscura y plena, Yo no quería volver pasada de hondos iris en mi, por miedo de darles que apenas se ven; toda disgustos de árbol distintos negra, con las sublimes a los árboles iguales. estrellas, que no llegan (arriba) a descubrirte! Los árboles se olvidaron de mi forma de hombre errante, y, con mi forma olvidada, EL DÍA BELLO oía hablar a los árboles. Y en todo desnuda tú. Me retardé hasta la estrella. He visto la aurora rosa En vuelo de luz suave y la mañana celeste, fui saliéndome a la orilla he visto la tarde verde con la luna ya en el aire. y he visto la noche azul. Y en todo desnuda tú. Desnuda en la noche azul, Cuando yo me salía desnuda en la tarde verde vi a los árboles mirarme, y en la mañana celeste, se daban cuenta de todo, desnuda en la aurora rosa. y me apenaba dejarles. Y en todo desnuda tú. Y yo les oía hablar, entre el nublado de nácares, EL TODO con blando rumor, de mi. Y ¿cómo desengañarles ? No recordar nada... Que me hunda la noche callada, como una bandada ¿cómo decirles que no, blanda y acabada. que yo era solo el pasante, (Que no quede nada... que no me hablaran a mi ? Que pase la mujer amada No quería traicionarles. por una dejada estancia soñada) Y ya muy tarde, ayer tarde, No desear nada... oí hablarme a los árboles. Perderse en la idea sagrada, como una dorada ( Romances de Coral Gables, 1948 ) sombra en la alborada.

SE ENTRÓ MI CORAZÓN EN ESTA ALEGRÍA NOCTURNA NADA...

¡Allá va el olor Se entró mi corazón en esta nada, de la rosa! como aquel pajarillo, que, volando ¡Cójelo en tu sinrazón! de los niños, se entró, ciego y temblando, ¡Allá va la luz en la sombria sala abandonada. de la luna! ¡Cójela en tu plenitud! De cuando en cuando intenta una escapada ¡Allá va el cantar a lo infinito, que lo está engañando del arroyo! por su ilusión; duda, y se va, piando, ¡Cójelo en tu libertad! del vidrio a la mentira iluminada.

Pero tropieza contra el bajo cielo, ANTE LA SOMBRA VIRGEN una vez y otra vez, y por la sala deja, pegada y rota, la cabeza... Siempre yo penetrándote, pero tú siempre virjen, En un rincón se cae, al fin, sin vuelo

17 ahogandose de sangre, fria el ala, en un llegar carmín de vida renovada; palpitando de anhelo y de torpeza. con el poniente, en un huir de oro de gloria. En este pozo diario estabas tú conmigo, EN DINAMISMO DE ESPRESIÓN conmigo niño, jóven, mayor, y yo me ahogaba sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti. GLORIOSA Este pozo que era, sólo y nada más ni menos, que el centro de la tierra y de su vida. Enormes perrosnubes negros ladran Por todo el horizonte de poniente Y tú eras en el pozo májico el destino En prodigiosa algarabía de adiós loco, de todos los destinos de la sensualidad hermosa A la ciudad en ascuas que el crepúsculo que sabe que el gozar en plenitud Deshace poco a poco en su alto abismo. de conciencia amadora, Lacran a los colores rojos, pardos; es la virtud mayor que nos trasciende a tus colores, dios, a los colores Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú, de tu coronación ( de mi coronación ) nocturna; para hacerme sentir que yo era tú, a los colores de tu casa, para hacerme gozar que tú eras yo, a tus colores sin más nombre ni destino para hacerme gritar que yo era yo que la belleza presente, oscura o clara; en el fondo de aire en donde estoy, belleza sucesiva donde soy animal de fondo de aire clara u oscura, que es lo mismo con alas que no vuelan en el aire, para la compenetración de nuestra gracia. que vuelan en la luz de la conciencia mayor que todo el sueño Tú mismo te contienes conteniéndome. de eternidades e infinitos ¡Qué lengua milagrosa que están después, sin más que ahora yo, del aire. la que el sol, ya de noche, les levanta a estos perros de nubes; qué lengua de unidad que a ti y a mí nos hacen, como a ellos BALADA DE LA MAÑANA DE LA gritar de amor, de gloria, de alegría CRUZ gritar también de gozo oscuro¡ Dios está azul. La flauta y el tambor ¡Qué lengua religiosa anuncian ya la luz de primavera. en la que el perro y tú y yo nos confundimos ¡Vivan las rosas, las rosas del amor, en dinamismo de expresión gloriosa¡ en el verdor con sol de la pradera! ¡Vámonos al campo por romero, vámonos, vámonos ( Dios deseado y deseante, 1964 ) por romero y por amor!... Le pregunté: "¿Me dejas que te quiera?" SOY ANIMAL DE FONDO Me respondió, bromeando su pasión: "Cuando florezca la luz de primavera, "En el fondo de aire" (dije) "estoy", voy a quererte con todo el corazón." (dije) "soy animal de fondo de aire" (sobre tierra), ¡Vámonos al campo por romero, ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol vámonos, que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina vámonos por romero y por amor!... con su carbón el ámbito segundo destinado. Ya floreció la luz de primavera. Amor, la luz, amor, ya floreció! Pero tú, dios, también estás en este fondo Me dijo seria: "¿Tú quieres que te y a esta luz ves, venida de otro astro; quiera?" ¡Y la mañana de luz me traspasó! tú estás y eres ¡Vámonos al campo por romero, lo grande y lo pequeño que yo soy, vámonos, vámonos en una proporción que es ésta mía, por romero y por amor!... infinita hacia un fondo Alegran flauta y tambor nuestra que es el pozo sagrado de mí mismo. bandera. La mariposa está aquí con la ilusión. Mi novia es la rosa verdadera Y en este pozo estabas antes tú ¡y va a quererme con todo el corazón! con la flor, con la golondrina, el toro y el agua; con la aurora ( Eternidades )

18 B .- P R O S A P O É T I C A :

ESPACIO (Por la Florida, 1941-1942, 1954)

FRAGMENTO PRIMERO

(Sucesión)

“Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo.” Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo porvivir. No soy presente sólo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo, a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es sólo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quién sabe más que yo, quién, qué hombre o qué dios puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Si hay quien lo sabe, yo lo sé más que ése, y si quien lo ignora, más que ése lo ignoro. Lucha entre este ignorar y este saber es mi vida, su vida, y es la vida. Pasan vientos como pájaros, pájaros igual que flores, flores soles y lunas, lunas soles como yo, como almas, como cuerpos, cuerpos como la muerte y la resurrección; como dioses. Y soy un dios sin espada, sin nada de lo que hacen los hombres con su ciencia; sólo con lo que es producto de lo vivo, lo que se cambia todo; sí, de fuego o de luz, luz. ¿Por qué comemos y bebemos otra cosa que luz o fuego? Como yo he nacido en el sol, y del sol he venido aquí a la sombra, ¿soy de sol, como el sol alumbro?, y mi nostaljia, como la de la luna, es haber sido sol de un sol un día y reflejado sólo ahora.

Pasa el iris cantando como canto yo. Adiós iris, volveremos a vernos, que el amor de todo, cómo se me ha hecho en el sol, con el sol, en mí conmigo? Estaba el mar tranquilo, en paz el cielo, luz divina y terrena los fundía en clara, plata, oro inmensidad, en doble y sola realidad; una isla flotaba entre los dos, en los dos y en ninguno, y una gota de alto iris perla gris temblaba en ella. Allí estará temblándome el envío de lo que no me llega nunca de otra parte. A esa isla, ese iris, ese canto yo iré, esperanza májica, esta noche. ¡Qué inquietud en las plantas al sol puro, mientras, de vuelta a mí, sonrío volviendo ya al jardín abandonado! ¿Esperan más que verdear, que florear y que frutar; esperan, como yo, lo que me espera; más que ocupar el sitio que ahora ocupan en la luz, más que vivir como ya viven, como vivimos; más que quedarse sin luz, más que dormirse y despertar? Enmedio hay, tiene que haber un punto, una salida; el sitio del seguir más verdadero, con nombre no inventado, diferente de eso que es diferente e inventado, que llamamos en nuestro desconsuelo, Edén, Oasis, Paraíso, Cielo, pero que no lo es, y que sabemos que no lo es, como los niños saben que no es lo que no es que anda con ellos. Contar, cantar, llorar, vivir acaso; “elojio de las lágrimas”, que tienen (Schubert, perdido entre criados por un dueño) en su iris roto lo que no tenemos, lo que tenemos roto, desunido. Las flores nos rodean de voluptuosidad, olor, color y forma sensual; nos rodeamos de ellas, que son sexos de colores, de formas, de olores diferentes; enviamos un sexo en una flor, delicado presente de oro de ideal, a un amor virjen, a un amor probado; sexo rojo a un glorioso; sexos blancos a una novicia; sexos violetas a la yacente. Y el idioma, ¡qué confusión!, qué cosas nos decimos sin saber lo que nos decimos. Amor, amor, amor (lo cantó Yeats), “amor en el lugar del escremento”. ¿Asco de nuestro ser, nuestro principio y nuestro fin; asco de aquello que más nos vive y más nos muere? ¿Qué es, entonces, la suma que no resta; dónde está, matemático celeste, la suma que es el todo y que no acaba? Hermoso es no tener lo que se tiene, nada de lo que es fin para nosotros, es fin, pues que se vuelve contra nosotros, y el verdadero fin nunca se nos vuelve. Aquel chopo de luz me lo decía, en Madrid, contra el aire turquesa del otoño: “Termínate en ti mismo como yo”. Todo lo que volaba alrededor, ¡qué raudo era!, y él qué insigne en lo suyo, verde y oro, sin mejor en el oro verde. Alas, cantos, luz, palmas, olas, frutas me rodean, me envuelven en su

19 ritmo, en su gracia, en su fuerza delicada; y yo me olvido de mí entre ello, y bailo y canto y río y lloro por los otros, embriagado. ¿Esto es vivir? ¿Hay otra cosa más que este vivir de cambio y gloria? Yo oigo siempre esa música que suena en el fondo de todo, más allá; es la que me llama desde el mar, en la calle, en el sueño. A su aguda y serena desnudez, siempre estraña y sencilla, el ruiseñor es sólo un calumniado prólogo. ¡Qué letra, universal, luego, la suya! El músico mayor la ahuyenta. ¡Pobre del hombre si la mujer oliera, supiera siempre a rosa! ¿Qué dulce mujer normal, qué tierna, qué suave (Villon), qué forma de las formas, qué esencia, qué sustancia de las sustancias, las esencias; qué lumbre de las lumbres; la mujer, madre, hermana, amante! Luego, de pronto, esta dureza de ir más allá de la mujer, de la mujer que es nuestro todo, donde debiera terminar nuestro horizonte. Las copas de veneno, ¡qué tentadoras son!, y son de flores, yerbas y hojas. Estamos rodeados de veneno que nos arrulla como el viento, arpas de luna y sol en ramas tiernas, colgaduras ondeantes, venenosas, y pájaros en ellas, como estrellas de cuchillo; veneno todo, y el veneno nos deja a veces no matar. Eso es dulzura, dejación de un mandato, y eso es pausa y escape. Entramos por los robles melenudos; rumoreaban su vejez cascada, oscuros, rotos, huecos, monstruosos, con colgados de telarañas fúnebres; el viento les mecía las melenas, en medrosos, estraños ondeajes, y entre ellos, por la sombra baja, honda, venía el rico olor del azahar de las tierras naranjas, grito ardiente con gritillos blancos de muchachas y niños. ¡Un árbol paternal, de vez en cuando, junto a una casa, sola en un desierto (seco y lleno de cuervos; aquel tronco hueco, gris, lacio, a la salida del verdor profuso, con aquel cuervo muerto, suspendido por una pluma de una astilla, y los cuervos aún vivos posados ante él, sin atreverse a picotearlo, serios)! Y un árbol sobre un río. ¡Qué honda vida la de estos árboles; qué personalidad, qué inmanencia, qué calma, qué llenura de corazón total queriendo darse (aquel camino que partía en dos aquel pintar que se anhelaba)! Y por la noche, ¡qué rumor de primavera interna en sueño negro! ¡Qué amigo un árbol, aquel pino, verde, grande, pino redondo, verde, junto a la casa de mi Fuentepiña! Pino de la corona, ¿dónde estás?, ¿estás más lejos que si yo estuviera lejos? ¡Y qué canto me arrulla tu copa milenaria, que cobijaba pueblos y alumbraba de su forma rotunda y vijilante al marinero! La música mejor es la que suena y calla, que aparece y desaparece, la que concuerda, en un “de pronto”, con nuestro oir más distraido. Lo que fue esta mañana ya no es, ni ha sido más distraído. Lo que fue esta mañana ya no es, ni ha sido más que en mí; gloria suprema, escena fiel, que yo, que la creaba, creía de otros más que de mí mismo. Los otros no lo vieron; mi nostaljia, que era de estar con ellos, era de estar conmigo, en quien estaba. La gloria es como es, nadie la mueva, no hay nada que quitar ni que poner, y el dios actual está muy lejos, distraído también con tanta menudencia grande que le piden. Si acaso, en sus momentos de jardín, cuando acoje al niño libre, lo único grande que ha creado, se encuentra pleno en un sí pleno. Qué bellas estas flores secas sobre la yerba fría del jardín que ahora es nuestro. ¿Un libro, libro? Bueno es dejar un libro grande a medio leer, sobre algún banco, lo grande que termina; y hay que darle una lección al que lo quiere terminar, al que pretende que lo terminemos. Grande es lo breve, y si queremos ser y parecer más grandes, unamos sólo con amor, no cantidad. El mar no es más que gotas unidas, ni el amor que murmullos unidos, ni tú, cosmos, que cosmillos unidos. Lo más bello es el átomo último el solo indivisible, y que por serlo no es, ya más, pequeño. Unidad de unidades es lo uno; ¡y qué viento más plácido levantan esas nubes menudas al cenit; qué dulce luz es esa suma roja única! Suma es la vida suma, y dulce. Dulce como esta luz era el amor; ¡qué plácido este amor también! Sueño, ¿he dormido? Hora celeste y verde toda; y solos. Hora en que las paredes y las puertas se desvanecen como agua, aire, y el alma sale y entra en todo, de y por todo, con una comunicación de luz y sombra. Todo se ve a la luz de dentro, todo es dentro, y las estrellas no son más que chispas de nosotros que nos amamos, perlas bellas de nuestro roce fácil y tranquilo. ¡Qué luz tan buena para nuestra vida y nuestra eternidad! El riachuelo iba hablando bajo por aquel barranco, entre las tumbas, casas de las laderas verdes; valle dormido, valle adormilado. Todo estaba en su verde, en su flor; los mismos muertos en verde y flor de muerte; la piedra misma estaba en verde y flor de piedra. Allí se entraba y se salía como en el lento anochecer, del lento amanecer. Todo lo rodeaban piedra, cielo, río; y cerca el mar, más muerte que la tierra, el mar lleno de muertos de la tierra, sin casa, separados, engullidos por una variada dispersión. Para acordarme de por qué he nacido, vuelvo a ti, mar. “El mar que fué mi cuna, mi gloria y mi sustento; el mar eterno y solo que me llevó al amor”; y del amor es este mar que ahora viene a mis manos, ya más duras, como un cordero blanco a beber la dulzura del amor. Amor el de Eloísa; ¡qué ternura, qué sencillez, qué realidad perfecta! Todo claro y nombrado con su nombre en llena castidad. Y ella, enmedio de todo, intacta de lo bajo entre lo pleno. Si tu mujer, Pedro Abelardo, pudo ser así, el ideal existe, no hay que falsearlo. Tu ideal existió; ¿por qué lo falseaste, necio Pedro Abelardo? Hombres, mujeres, hombres, hay que encontrar el ideal, y dí, qué eres tú ahora y dónde estás? ¿Por qué, Pedro Abelardo vano, la mandaste al convento y tú te fuiste con los monjes plebeyos, si ella era, el centro de tu vida, su vida, de la vida, y hubiera sido igual contigo ya capado, que antes, si era el ideal? No lo supiste, yo soy quien lo vió, desobediencia de la dulce obediente plena gracia. Amante, madre, hermana, niña tú, Eloísa; qué bien te conocías y te hablabas, qué tiernamente te nombrabas a él; ¡y qué azucena fatal que te dio tu tierra. No estaba seco el árbol del invierno, como se dice, y yo creí en mi juventud; como yo, tiene el verde, el oro, el grana en la raíz y dentro, mi dentro, mi adentro, tanto que llena de color doble infinito. Tronco de invierno soy, que en la muerte va a dar de sí la copa doble llena que ven sólo como es los deseados. Vi un tocón, a la orilla del mar neutro; arrancado del suelo, era como un muerto animal; la muerte daba a su quietud seguridad de haber estado vivo; sus arterias cortadas con el hacha, echaban sangre todavía. Una miseria, un rencor de haber sido arrancado de la tierra, salía de su entraña endurecida y se espandía con el agua y por la arena, hasta el cielo infinito, azul. La muerte, y sobre todo, el crimen, da igualdad a lo vivo, lo más y menos vivo, y lo menos perece siempre, con la muerte, más. No, no era todo menos,

20 como dije un día, “todo es menos”; todo era más, y por haberlo sido, es más morir para ser más, del todo más. ¿Qué ley de vida juzga con su farsa a la muerte sin ley y la aprisiona en la impotencia? ¡Sí, todo, todo ha sido más y todo será más! No es el presente sino un punto de apoyo o de comparación, más breve cada vez; y lo que deja y lo que coje, más, más grande. No, ese perro que ladra al sol caído, no ladra en el Monturrio de Moguer, ni cerca de Carmona de Sevilla, ni en la calle Torrijos de Madrid; ladra en Miami, Coral Gables, La Florida, y yo lo estoy oyendo allí, allí, no aquí, no aquí, allí, allí. ¡Qué vivo ladra siempre el perro al sol que huye! Y la sombra que viene llena el punto redondo que ahora pone el sol sobre la tierra, como un agua su fuente, el contorno en penumbra alrededor; después, todos los círculos que llegan hasta el límite redondo de la esfera del mundo, y siguen, siguen. Yo te oí, perro, siempre, desde mi infancia, igual que ahora; tú no cambias en ningún sitio, eres igual a ti mismo, como yo. Noche igual, todo sería igual si lo quisiéramos, si serlo lo dejáramos. Y si dormimos. ¡Qué abandonada queda la otra realidad! Nosotros les comunicamos a las cosas nuestra inquietud de día, de noche nuestra paz. ¿Cuándo, cómo duermen los árboles? “Cuando los deja el viento dormir”, dijo la brisa. Y cómo nos precede, brisa inquieta y gris, el perro fiel cuando vamos a ir de madrugada adonde sea, alegres o pesados; él lo hace todo, triste o contento, antes que nosotros. Yo puedo acariciar como yo quiera a un perro, un animal cualquiera, y nadie dice nada; pero a mis semejantes no; no está bien visto hacer lo que se quiera con ellos, si lo quieren como un perro. Vida animal, ¿hermosa vida? ¡Las marismas llenas de hermosos seres libres, que me esperan en un árbol, un agua o una nube, con su color, su forma, su canción, su jesto, su ojo, su comprensión hermosa, dispuestos para mí que los entiendo! El niño todavía me comprende, la mujer me quisiera comprender, el hombre…no, no quiero nada con el hombre, es estúpido, infiel, desconfiado; y cuando más adulador, científico. Cómo se burla la naturaleza del hombre, de quien no la comprende como es. Y todo debe ser o es echarse a dios y olvidarse de todo lo creado por dios, por sí, por lo que sea. “Lo que sea”, es decir, la verdad única, yo te miro como me miro a mí y me acostumbro a toda tu verdad como a la mía. Contigo, “lo que sea”, soy yo mismo, y tú, tu mismo, misma, “lo que seas”, ¿El canto? ¡El canto, el pájaro otra vez! ¡Ya estás aquí, ya has vuelto, hermosa, hermoso, con otro nombre, con tu pecho azul, gris cargado de diamante! ¿De dónde llegas tú, tú en esta tarde gris con brisa cálida? ¿Qué dirección de luz y amor sigues entre las nubes de oro cárdeno? Ya has vuelto a tu rincón verde, sombrío. ¿Cómo tú, tan pequeño, dí, lo llenas todo y sales por el más? Sí, sí, una nota de una caña, de un pájaro, de un niño, de un poeta, lo llena todo y más que el trueno. El estrépito encoje, el canto agranda. Tú y yo, pájaro, somos uno; cántame, canta tú, que yo te oigo, que mi oído es tan justo por tu canto. Ajústame tu canto más a este oído mío que espera que lo llenes de armonía, ¡Vas a cantar! toda otra primavera, vas a cantar. ¡Otra vez tú, otra vez la primavera! ¡Si supieras lo que eres para mí! ¿Cómo podría yo decirte lo que eres, lo que eres tú, lo que soy yo, lo que eres para mí? ¡Como te llamo, cómo te escucho, cómo te adoro, hermano eterno, pájaro de la gracia y de la gloria, humilde, delicado, ajeno; ángel del aire nuestro, derramador de música completa! Pájaro, yo te amo como a la mujer, a la mujer, tu hermana más que yo. Sí, bebe ahora el agua de mi fuente, pica la rama, salta lo verde, entra, sal, rejistra toda tu mansión de ayer; ¡mírame bien a mí, pájaro mío, consuelo universal de mujer y hombre! Vendrá la noche inmensa, abierta toda en que me cantarás del paraíso, en que me harás el paraíso, aquí, yo, tú, esperanza; nunca te he comprendido como ahora; nunca he visto tu dios como hoy lo veo, el dios que acaso fuiste tú y que me comprende. “Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tienes tú.” ¡Qué hermosa primavera nos aguarda en el amor, fuera del odio! ¡Ya soy feliz! ¡El canto, tú y tu canto! El canto…Yo vi jugando al pájaro y la ardilla, al gato y la gallina, al elefante y al oso, al hombre con el hombre, cuando el hombre cantaba. No, este perro no levanta los pájaros, los mira, los comprende, los oye, se echa al suelo, y calla y sueña ante ellos. ¡Qué grande el mundo en paz, qué azul tan bueno para el que puede no gritar, puede cantar; cantar y comprender y amar! ¡Inmensidad, en ti y ahora vivo; ni montañas, ni casi piedra, ni agua, ni cielo casi; inmensidad, y todo y sólo inmensidad; esto que abre y que separa el mar del cielo, el cielo de la tierra, y, abriéndolos y separándolos, los deja más unidos y cercanos, llenando con lo lleno lejano la totalidad! ¡Espacio y tiempo y luz en todo yo, en todos y yo y todos! ¡Yo con la inmensidad! Esto es distinto; nunca lo sospeché y ahora lo tengo. Los caminos son sólo entradas o salidas de luz, de sombra, sombra y luz; y todo vive en ellos para que sea más inmenso yo, y tú seas. ¡Qué regalo de mundo, qué universo inmenso, dentro, fuera de ti, segura inmensidad! Imágenes de amor en la presencia concreta; suma gracia y gloria de la imajen, ¿vamos a hacer eternidad? ¡Vosotras, yo, podemos crear la eternidad una y mil veces, cuando queramos! ¡Todo es nuestro y no se nos acaba nunca! ¡Amor, contigo y con la luz todo se hace, y lo que amor, no acaba nunca!

( Tercera antología poética, 1957 )

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