NORTEREVISTA HISPANO-AMERICANA Cuarta Época No. 443/444 Enero-Abril 2005 Publicación del Frente de Afirmación Hispanista, A.C.

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REVISTA NORTE y ,,.^,....^^, Fundador ^^klilll:llllli)IIIW.L -^.^ `^lf1L113lll11r ^ ^uíl'941'I:IIWIlIlI1$IIIrl9ItpIEIU '111lii.ll' IIIUi' Alfonso Camín Meana ' L ltlfl44 ((^ü(L^(((1?UI/^Jl/l11/l1//l%I!%^'^ ► , ► IL ►►► a. ► t., i ► ,tá,., , ► ,^,^^^\O^lSllill[(IiS!( ('I)!%JI/11I1/^%l/^ ^a11^► 111UYSIb1'P.f^ll(^f(((G/^1^^! 1^^^1P¡ - 1HIII1Wli Ii(Uffi!!tb

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SUMARIO EL MAMÍFERO HIPÓCRITA XV Arquetipos Cósmicos asociados al fuego, al ojo y a la piedra (Sexta Parte)

FREDO ARIAS DE LA CANAL 3

EL DISCURSO DE LA MUERTE EN STORNI, PIZARNIK, BRUNA Y OTRAS ALUCINACIONES

GLORIA MENDOZA BORDA 4

POETAS INCLUÍDOS EN ESTE ESTUDIO 80

Portada y contraportada: Caridad Mercedes Bello Avenida 23 No. 609 e/ 6 y 8 33100, Nueva Paz, La Habana, Cuba.

ARQUETIPOS CÓSMICOS ASOCIADOS AL FUEGO, AL OJO Y A LA PIEDRA

(Sexta Parte)

Fredo Arias de la Canal EL DISCURSO DE LA MUERTE EN STORNI, PIZARNIK, BRUNA Y OTRAS ALUCINACIONES

por Gloria Mendoza Borda

Yo quiero que me dejen morir sobre los campos. Alfonsina Storni

Me rememoro al sol de la infancia, infusa de muerte, de vida hermosa. Alejandra Pizarnik

Pero yo estoy demasiado sola, quiero morir, quiero ser despedida. Quiero dejar de estar disponible, quiero dejar de respirar, y respirar, y respirar. Carmen Bruna

El hombre es el resultado de un principio y fin, de la vida y la muerte, de la aurora y la noche estrellada; en el transcurso de la vida se suscitarán una serie de constelaciones, de luchas inconmesurables, de tragedias y victorias, de penas y alegrías. Me instalo en el tratamiento de la muerte que dan tres escritoras argentinas. Alfonsina Storni (1892-1938), nacida en el mar o en Suiza, está bien, pero ella se sintió siempre argentina, nació un 29 de mayo de 1892, la llevaron a vivir a las montañas a un pequeño poblado de San Juan. La situación se puso mala para los Storni y a los 12 años Alfonsina tuvo que ponerse a trabajar. Estudió en la Escuela Normal de Coronda donde egresó como la mejor alumna con el título de maestra rural. Tenía necesidad de trabajar. Viaja a Buenos Aires, consigue trabajo, pero allí como poeta tiene que enfrentarse a una promoción inmensa de poetas varones donde la mujer era ninguneada como escritora. Estoy ubicándome en 1916 y Alfonsina consigue despertar interés en poetas, plásticos, músicos y demás intelec- tuales hasta que en 1918 publica El dulce daño , luego Irremediablemente , y Languidez. Es la iniciadora de la poesía moderna en Argentina. Amiga personal de Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral, hace periodismo, escribe cuentos breves, da conferencias. Al parecer plani- fica su muerte poética. Tiene varios poemas que tienen que ver con la muerte como La muer- te de la loba; Morir sobre los campos ; Si la muerte quisiera ; Letanías de la tierra muer- ta; El muerto huyente y otros. Su hijo Alejandro Alfonso Storni dice: «Cuando la mañana del 25 de octubre de 1938 un mar casi en calma, tras la noche de horror, devuelve su joven cuerpo de 46 años, su rostro tiene una expresión serena». Alfonso, único hijo de la poeta, colaboró con el escritor mexicano Fredo Arias de la Canal para la edición de la antología El protoidioma en la poesía de Alfonsina Storni (FAH, México 1991), que en este caso es uno de mis refe- rentes. Recordemos un fragmento del poema Si la muerte quisiera de la poeta, evidentemente su concepto de la muerte no es el concepto de la muerte de la Pizarnik. Nos habla de la muerte en una límpida comunión con la naturaleza y no de manera trágica: 4 Oh, viajero, viajero, conversa con la muerte cinación de su vida fue la poesía. Lectora de Rimbaud, y dile que no impida mi camino, de suerte alucinada por este poeta que perteneció a la genera- que me allegue a la roca, que conozca la gruta, ción de los «malditos» de Francia. Pizarnik lee a los que retorne a mis labios el sabor a fruta. surrealistas, a los simbolistas. Alucina con la palabra, vive mundos más allá de los sueños, viaja a París. En En otro poema: Morir sobre los campos , nuestra poeta sus lecturas se acerca a poetas que tienen que ver con rememora nuevamente la naturaleza, ella vivió su ni- la demencia y la locura, es una alucinada, una poeta ñez en las montañas y esta experiencia jamás podrá que rompe con la tradición, una poeta distinta. Alejan- salir del ejercicio creador: dra Pizarnik sufre, piensa constantemente en la muer- te, en actitud semejante a la Storni, piensa en una muer- Yo quiero que me dejen morir sobre los campos te poética, enigmática, espeluznante. Alejandra tendido el cuerpo enfermo. Pizarnik terminó con su vida un 25 de septiembre Me traiga el sol sus lampos. de 1972, acababa de salir de una clínica psiquiátrica, dicen que murió por tomar una dosis fuerte de barbitú- La muerte y sol serán una constante en su poesía, posi- ricos. Así una vez más una poeta expresa en su poesía blemente esta influencia recibió su compatriota Ale- sus traumas, habla de la muerte constantemente, y jandra Pizarnik (1936-72), las mismas son sus preocu- muere como solamente ella quiso morir a los 36 años paciones, pero distintas maneras de tratar un mismo de edad; como sabemos, Storni murió a los 46 años. A tema. El sol para Pizarnik es huir, ocultarse, buscar la Storni la podemos ubicar en las primeras décadas del luna, la noche, las estrellas y para Storni el sol es ir al siglo XX, en cambio se dice que es difícil encasillar la encuentro de la claridad; es ver su maravilloso brillo, obra de Pizarnik en una generación o dentro de una es sentir el perfume de las flores y aspirar la fragancia escuela o tendencia literaria. Que sí, y que no. Pizarnik de las frutas. es una real precursora de la poesía actual, un canto Alejandra Pizarnik nació en la ciudad en que pasó demoníaco, un ser desde un subterráneo, una poeta ilu- la mayor parte de su vida Storni, Buenos Aires, un 29 minada por astros oscuros. Los críticos en Argentina de abril de 1936, provenía de una familia también de la sitúan en la Generación del 60 cuando la poeta ten- inmigrantes del este de Europa. Siempre he pensado dría un poco más de veinte años. Pero veamos ¿qué que cada ser humano es una historia, cada poeta es pasa en Argentina los años 60? Se dice que había un una vida con una historia particular que empieza con renacimiento, una nueva vida, un nuevo respiro, una esa infancia desbordante y eterna, todos vivimos con nueva libertad, pues la revolución cubana y Fidel Cas- un niño adentro. Y en la literatura ese niño nos sacude tro habían sacudido a los jóvenes, los jóvenes abrazan con sus ángeles y demonios. Se dice que Alejandra con pasión esta experiencia, muchos se definen socia- desde niña hizo conocer su imaginación fuera de lo listas, esa era la época de la juventud de Pizarnik. Apa- común y que la hacía vivir más allá de la realidad; una recen muchas revistas literarias en Buenos Aires y en niña que desbordaba fantasía, alucinación, sueños casi todas escribe la joven poeta. Durante esos años imposibles, seguramente por ello a medida que pasa- surge su amistad con poetas contemporáneos anterio- ban los años se convirtió en una joven silenciosa, res como Enrique Molina, Olga Orozco, Silvina introvertida, sin embargo poseía riqueza interior mu- Ocampo. Pizarnik reconoce y estudia a Octavio Paz, cho más que los simples mortales. Dicen que su «in- Cortázar, Borges, Rulfo, pero no constituyen su punto fancia estuvo atravesada por hechos oscuros, cuya na- principal. Ella se inscribe más dentro de una línea poé- turaleza es difícil de esclarecer, hasta tal punto que en tica surrealista de moda esos años. Precisamente Olga una ocasión ella calificó a este etapa de su vida de Orozco (1920-99), poseedora de muchos premios na- ilícita». A los dieciocho años ingresó a la Facultad de cionales e internacionales, será una poeta de marcada Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires tendencia surrealista que influyó a Pizarnik. La crítica para estudiar Filosofía. Se retiró. Luego empezó a es- literaria Graciela de Sola, en su trabajo Proyecciones tudiar Letras, también se retiró. Finalmente se puso a del surrealismo en la literatura argentina la ubica estudiar pintura con el pintor surrealista uruguayo Juan como post-surrealista. Y en Argentina esos años los Battle Planas, participó en una exposición colectiva poetas se definieron en dos grupos, aquellos que abra- como pintora, hay cuadros suyos, pero la principal fas- zaron la causa socialista y los poetas que nada tenían

5 que ver con el cambio social, los surrealistas o los poe- Está absorta en un mutismo inapelable, está oculta tas que buscaban nuevos moldes estéticos. Además acompañada solamente del poema, la música ya no es Alejandra Pizarnik escribió ensayos sobre Bretón, su patria: Antonin Artaud. Ello nos respondería también a su opción poética. Pizarnik es una precursora de las nue- Yo quería que mis dedos de muñeca vas generaciones. penetraran en las teclas. Después de su muerte en 1972, Alejandra Pizarnik Yo no quería rozar, como una araña, es una lectura obligatoria en nuevos poetas, la tienen el teclado. como a su bandera negra, como una nueva manera de Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, escribir poesía desde los acantilados de la tristeza, de petrificarme. las soledades con sabor a muerte, se dice que la figura Yo quería entrar en el teclado de la Pizarnik está entre celebridades como Frida Kahlo para entrar adentro de la música, y con las poetas suicidas como Sylvia Plath y Ann para tener una patria. Sexton. Pizarnik trascendió con su lirismo en el trata- Pero la música se movía, se apresuraba. miento de la soledad, de la muerte, el fracaso. Sylvia Plath (1933-63), exactamente a los 30 años de edad Amaba tanto la música pero ya no puede penetrarla dejando a sus dos pequeños hijos metió la cabeza en el como en otro tiempo en sus máximas interioridades. horno y puso punto final a su historia; Sylvia Plath fue Cuando cree que todo está perdido, que la vida no tie- una poeta angloamericana, apasionada, contradictoria ne sentido, despide a su gran amiga la música: y brillante, dijo que morir era un arte. Alejandra Pizarnik publicó: La tierra más ajena Entonces abandoné la música y sus traiciones (1955), cuando tenía apenas diecinueve años, luego La porque la música estaba más arriba o abajo, última inocencia (1956); Las aventuras perdi- pero no en el centro, en el lugar de la fusión das (1958); Árbol de Diana (1962); Los trabajos y y del encuentro. las noches ( 1965); Dominios ilícitos y la condesa -Tú que fuiste mi única patria sangrienta ( 1967); Extracción de la piedra de la lo- ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema cura ( 1968); Nombres y figuras (1969); El infierno que estoy escribiendo. musical (1971), su último libro cuando estaba en vida, y luego vendrán innumerables antologías como El de- Cada artista es una historia en particular. Esta historia seo de la palabra (antología personal, 1975). La poe- muchas veces nos acosa, es una especie de subterrá- sía de Pizarnik es de autodestrucción, construye sus neo interior. Hay que tener mucho cuidado por esta demonios, sufre en la soledad pero también la disfruta, historia. Esta historia es la historia de muchos, enton- se va contra las gestas. Una de las grandes poetas de ces estaríamos hablando también de un inconsciente Latinoamérica Olga Orozco y Ana Bécciu, editaron colectivo en la voz de Alejandra Pizarnik. Esta histo- Textos de sombra y últimos poemas de Pizarnik. El ria ha sido su noche intensa, su jaula, su fiera, su cu- escritor mexicano Fredo Arias de la Canal me hizo lle- chillo. En su encierro Pizarnik no hace sino escuchar gar también Antología de la Poesía Cósmica y música y volverse a sentir niña: Tanática de Alejandra Pizarnik (FAH, México 2003). Pizarnik amaba la música, era uno de sus escapes. Me alimento de música y de agua negra. Sin embargo, cuando escribe el libro El infierno mu- Soy tu niña calcinada por un sueño implacable. sical se siente defraudada y se aleja con la palabra en silencio: En el poema Exilio del libro Las aventuras perdidas habla de su tragedia pero nos habla también de las No puedo hablar para nada decir. alucinógenas amapolas: Por eso nos perdemos, yo y el poema. En la tentativa inútil de transcribir ¿Quién no goza entre amapolas? relaciones ardientes. ¿Y quién no posee un fuego, una muerte,

6 un miedo, algo horrible, Sin ti aunque fuere con plumas el sol cae como un muerto abandonado. aunque fuere con sonrisas? En el poema Artes invisibles la poeta nos presenta a En el poema del mismo libro se dirige al la muerte como en los cuadros de Ensor, una muerte Señor, que parece personalizar al Señor de arriba. Pues enmascarada con muchos rostros: su encierro es un pájaro que vuela, la poeta está agita- da, siente el delirio de la muerte: Tú que cantas todas mis muertes. Tú que cantas lo que no confías Señor, al sueño del tiempo, la jaula se ha vuelto pájaro descríbeme la casa del vacío, y se ha volado háblame de esas palabras vestidas de féretros y mi corazón está loco que habitan mi inocencia. porque aúlla a la muerte y sonríe detrás del viento Parece que Alejandra Pizarnik nos hablara desde una a mis delirios. soledad desdeñosa como James Ensor, desde una pri- sión o encierro personal, por ello nos habla de una jaula Y continúa hablándonos de una niñez donde ella se que se convierte en un pájaro, porque sus libros to- adelantó a la vida natural de los hombres, porque ella man vuelo y se posan en nuestro silencio a veces teñi- amaneció antes, allí debe encajar los traumas que arras- do de muerte. La sombra de la muerte alucina en toda tra su poetizar: la poesía de Pizarnik. Pizarnik trabaja magistralmente la imagen poética Recuerdo mi niñez que a veces se la siente visual, la palabra siempre ten- cuando yo era una anciana drá otro significado como en uno de estos últimos poe- las flores morían en mis manos mas que escribió donde el centro del poema es la mis- porque la danza salvaje de la alegría ma poeta: les destruía el corazón. El centro También los niños suelen vivir una vida de adultos, pero de un poema tiene temor: es otro poema el centro del centro Señor, es la ausencia la jaula se ha vuelto pájaro, en el centro de la ausencia ¿qué haré con el miedo? mi sombra es el centro del centro del poema. En el texto Sombra y últimos poemas hace alusiones al sol de la infancia pero con una sombra de muerte y Gratamente acabo de leer el estupendo libro Antolo- al mismo tiempo de gozo, la noche para la poeta es un gía de la Poesía Cósmica, Tanática y Alucinógena tema magistral, en su poética encontraremos siempre de Carmen Bruna por Fredo Arias de la Canal (FAH, remembranzas de una infancia triste: México 2004). El primer poema me impacta, veo la huella de Pizarnik, constato que luego de su muerte Me rememoro al sol de la infancia, Pizamik dejó una inmensa influencia en poetas argen- infusa de muerte, de vida hermosa. tinos y de América Latina no solamente de su genera- ción, sino anteriores a ella. Carmen Bruna es una es- Pizarnik conversa con un ser que está lejos El ausente critora nacida en Quilmas, provincia de Buenos Aires no sabemos qué ausente, este tema es otro de sus abis- en 1928, sin lugar a dudas es una de las más grandes mos: poetas contemporáneas de Argentina, junto a Alejan- dra Pizarnik y Olga Orozco. Surge con voz propia y con una poesía alucinante y a veces autodestructiva en

7 la línea de los poetas «malditos». Sin embargo, está La diosa de las trece serpientes (Filosalsía. La viva, tiene terror de la muerte y al mismo tiempo la Brujutrampa, 1986); Lilith (Signo Ascendente, 1987); desea. A los cincuenta y un años publicó su primer La luna negra de Lilith (Libros del empedrado, 1992); libro Bodas (1980). con el que recibió el premio de Melusina o la búsqueda del amor estraviado (Li- poesía argentina Lar7aine en 1979. estando en el jura- bros del empedrado, 1993). La encontrarnos en las más do importantes escritores de su país como Squeo Acu- importantes antologías de poesía argentina y latinoa- ña. Juan Cané y Ernesto Lissarrague. La aparición de mericana. Carmen acota: este libro no significa que apareció tardíamente en la poesía. En una entrevista especial que le hace el co- Detesto el autoritarismo. Escribo poemas no pan- lombiano Raúl Henao con el título de Carmen Bruna, fletos. Todo esto no me separa de la realidad coti- la hermana de Caín , nuestra poeta dirá: diana. Soy una más entre los vecinos de mi barrio. La única diferencia es que poseo la magia de la Mi encuentro con la poesía será muy anterior a la palabra. fecha de publicación de mi primer libro... me fui con mi enamorado a recorrer distintas provincias También en la poesía de Bruna encuentro ese hilo de como médico rural. Fue una experiencia larga, protesta por las atrocidades que se cometieron en su traumática, apasionada. Terminé con tres hijos (dos país y que todo poeta debería reflejar en su trabajo. mujeres y un varón) que quiero mucho. Conocí el Los poetas como cualquier otro ser humano no pode- incendio de todos los sentidos, me hundí en profun- mos vivir de espaldas a nuestra realidad: dos pozos de depresión y angustia. Es por eso que prácticamente separada publiqué en 1979, en ple- Allí donde todas las puertas están cerradas na época de dictadura militar, mi primer libro: Bo- nacen la crueldad y el asesinato das. allí donde la leche de los pechos de las madres torturadas brota ponzoñosa Carmen Bruna es una especie de subversiva de la pa- pendiendo como un puente quebrado labra. Antes de editar este primer libro Carmen ya ha- del gorjeo alucinante de los pájaros bía publicado en diarios y revistas, buscó un lenguaje y del hilo de saliva de los ángeles gatos. poético, lo logró, y reconoce en Pizarnik el haber roto los esquemas tradicionales: En el poema Estás muerta y te sobrevives , vuelve el tema del asesinato de la mujer, lanza su protesta más La que rompió los esquemas es Alejandra Pizarnik, allá de su opción surrealista: a la que conocí muy jovencita. Estás muerta y te sobrevives en la hoja Recordemos que Alejandra nació en 1936, el año de la te han ametrallado y has caído herida guerra civil española, y Carmen en 1928. Yo diría que en los bosques; ambas son de la misma Generación con la diferencia tu hemorragia cubrió de estrellas fugaces que Alejandra publicó tempranamente. Carmen no es las hierbas del sendero. partidaria del trabajo literario conformando grupos, nos dice: Bruna nos muestra una conceptualización del terror de la muerte y la soledad, y al mismo tiempo las añora Y los grupitos (o grupúsculos) reunidos unos con- poéticamente: tra otros en cenáculos cerrados, nada hacen para cambiar esta situación. Las perlas, Vías Lácteas opacas de tristeza, las perlas verdes como uvas espinas Tiene razón, la creación es un supremo acto solitario. reflejadas en el espejo, Al parecer Carmen perteneció a un solo grupo: Signo todo debe morir conmigo ascendente . Estaríamos hablando de una especie de porque yo estoy demasiado sola, post-surrealismo. Es autora de otros libros como porque yo estoy demasiado triste. Morgana o el espejismo (Signo Ascendente, 1983);

8 Pide que la dejen sola con sus drogas de soledad y En el libro Melusina o la búsqueda del amor extra- tiempo: viado, en el poema Las fieras se identifica con la se- ñora soledad en espera del fin, igual que la Pizarnik: Dejen que muera tranquila con mis drogas, dejen que caiga mi ser. Soledad, eres la antesala de la muerte. No, no tolero los dramas cotidianos. Yo domino las puertas de la percepción. Para la poeta las fieras que naturalmente simbolizan la destrucción son puras: Continúa y se dirige al estudioso Lacan, seguidor de la teoría de Freud, hablándonos de una autodestrucción Las fieras arrasan nuestros corazones. concientemente porque estamos hablando de una mé- Las fieras son fieras e inocentes. dico solitaria en el bullicio: Las fieras carecen de conciencia. No conocen el bien. No traigo esperanzas para nadie. No conocen el mal. Y es cierto Lacan: son puras. "La vida no quiere curarse". Ellas. Yo no quiero curarme. Las fieras. ¿Qué es la salud al fin y al cabo? Mi mejor drama En el libro La luna negra de Lilith , en el poema In- es gozar con mis propios sufrimientos. terludio a Posesión escribe:

Un poema de fuerza en el libro es Alejandra Pizarnik, Desnuda estoy que sin lugar a dudas nos manifiesta su adhesión a la mi piel se secará piadosa en el desierto. poeta que conoció tempranamente en Buenos Aires: Mi piel de rosa seca. Mi piel de mujer antigua. En el fondo de un pozo Ya estoy muerta. como una ausencia de licores No indagues o una fuente suspendida, no indagues la vergüenza atroz de mis suplicios. manando del centro de la pupila de los muertos, te fuiste sin que yo pudiera, En el poema La madre Kali nos habla de una feroz ¡oh "ángel harapiento" sacerdotisa que despierta terror y que preside la vida: besarte de nuevo! Llegaste a las moradas El corazón está solo en el silencio de la noche. donde se bebe un manantial de graves mariposas, Las mariposas han muerto como suspiros te atreviste a franquear en el diluvio amarillo a derribar las normas, orgiástico a desafiar la muerte con tu única vida peligrosa de la incandescente primavera. de pájaros desnudos y quemados. En su libro La diosa de las trece serpientes evoca Carmen Bruna en su libro Morgana o el espejismo, las palabras de Clarise Lispector (del libro Agua viva): escribe sobre Los Paraísos de Judas , aclama que nadie la ayudará en su búsqueda: No voy a morir, ¿escuchaste Dios? No tengo cora- je, ¿oíste? No me mates, ¿oíste?, porque es una Nadie me ayudará a morir infamia nacer para morir, no se sabe cuándo ni nadie estará conmigo para ayudarme dónde. a enfrentar el horror de la nada. Ciertamente a diferencia de Alfonsina y Alejandra, nuestra poeta Carmen Bruna, tiene pavor a la muerte, aunque coquetea con la misma, le saca los dientes, le

9 guiña el ojo, pero sigue aferrada a la vida para alegría nuestra, sus lectores. Así, sorpresivamente estamos ante su testimonio dramático que nos deja pasmados:

Soy la suicida que se dejará matar por el escorpión. Mi aliento huele a muerte. Mi nombre despierta todos los terrores. Mi collar es un collar de calaveras dementes. Mi camino es el camino de todos los iniciados. Soy la ferocidad, la dulzura y la luz. Alfonsina Storni Soy la insumisión.

Las dos primeras poetas buscaron su muerte poética- mente, como ellas quisieron que fuera , la última vive en Buenos Aires y tiene varios libros editados en las dos últimas décadas, y como hemos visto sus textos nos acercan irremediablemente a la muerte, a la sole- dad, la tragedia personal, el abismo. Las tres poetas argentinas rompieron con la poesía tradicional. Storni es una de las primeras poetas que inició el tratamiento de la poesía erótica y otros temas antes nunca tocados de tal manera por escritoras en Hispano- américa; las dos últimas se instalan en la autodestrucción, habitan la soledad , la muerte. Posiblemente la infancia ha jugado un papel importante en este trayecto, en este via- jar mundos imposibles para mostrarnos otros espacios, aquel mundo marginal , negro, un submundo debajo de un Alejandra Pizarnik puente de creación permanente. El tema está relaciona- do a la soledad, a la muerte . Salud por ellas que viven en nuestra memoria como mujeres que buscaron una nueva manera de ver la vida y decir las cosas con irreverencia. Todos los libros de estas dos escritoras son invadidos por la muerte.

Ahora, sigamos con nuestra colección de ejemplos de arquetipos del protoidioma de los poetas:

Carmen Bruna

10 HELCÍAS MARTÁN GÓNGORA (1920-84), co- Quien te esculpió hizo la piedra alada, lombiano: pájaro en cautiverio o mariposa, flor cardinal del hipocampo esposa, SONETOS DE PIEDRA ángel, metal o mineral bandada.

1 Con diestra mano siembras las estrellas Al pezón de la piedra el labio asido y con la otra rozas las doncellas rocío en vano busca leche o miel; que acuden a yacer en tus colinas. en vano busca el río prometido del amor, el marítimo doncel. Y en la evasión de la aborigen siesta sueñan contigo y sobre la floresta La piedra es la proclama del olvido con polen de galaxias inseminas. así, esculpan o graben a cincel, negación de los cuerpos y el latido 4 del corazón y dura madre cruel. Héroe de piedra en la desierta plaza sin lápidas, coronas y banderas, ¿Cuántas bocas presentes o futuras, te profanan las aves mensajeras una vez a la estatua y otra vez y te olvidan los hombres de mi raza. denunciarán las íntimas conjuras? Represa el tiempo y ciñe la coraza Ante el yermo o la flor de la embriaguez al noble pecho y llama a tus preceras alzará sus hieráticas figuras huestes y tras cruzar las seis fronteras la sorda piedra en su inmortal mudez. siembra un árbol de paz en nuestra casa.

2 Héroe de piedra sobre tu caballo, Angel de piedra de las catedrales centauro al sol tu esbelta sombra expandes condenado a la muerte de la estatua, sobre al país en donde yo batallo. ¿de qué planeta arribas, cosmonauta, a mis nocturnos predios literales? Fuiste el mayor en medio de los grandes y escribiste la historia con el rayo La piedra te substrae a los vitrales de tu espada, jinete de los Andes. y a la raíz tu libertad incauta y te esclaviza a la terrena pauta 5 de las profundas fauces minerales. León o buey o águila rampante, bestia sagrada o infernal serpiente, Angel de piedra: pescador, poeta, felina garra o animal prudente tañedor de campanas y profeta, responden a la piedra interrogante. guerrero arcángel, serafín sumiso... Piedra ascendida al tiempo del diamante ¡quién pudiera romper los pétreos lazos y a la cantera en detenida fuente, y devolveros a los mismos brazos para que el pez en la ecuación fluyente de Dios, en el umbral del Paraíso! conviva con el ave itinerante.

3 Convidados de piedra, en el museo Doncel de Piedra sin guerrera espada hay tanta vida, que si el sol las toca que con la ungida boca memoriosa prende en sus cuerpos llamas del deseo. proclamas la insurgencia de la rosa Si un domador detiene sus miradas, frente a la verde tribu amotinada. en el jardín zoológico de roca, sus manos quedarán petrificadas.

11 6 El meteorito Casa de piedra que el Señor habita que atraviesa el vacío desde las prehistóricas deidades, es también vacío. en remotas aldeas o ciudades, pagoda o catedral, templo o mezquita. Si una galaxia entra en el agujero negro, Bajel de piedra que la mar no agita el silencio se hace más fuerte, ni abaten las terrenas tempestades, el vacío mayor y más pequeño a la vez, árbol de fe, lección de claridades, huella de Dios sobre la tierra escrita. pero nadie lo advierte, el universo Arcos de piedra lanzan las saetas ni se inmuta. del salmo funeral o la plegaria por la ruta de luz de otros planetas. JOSEFINA MAGAÑA, mejicana: Y en el aro sin lámparas ni voces se erosiona la piedra sanguinaria en la inútil espera de los dioses. TRÍPTICO PARA SOR JUANA

7 1 Mujer de piedra por la luz tallada Andrógina mujer de punta y vuelo en sucesión de valles y colinas, en música de sexo que arrebatas alta estatua de sal y algas marinas, consustancial en rosa de sonatas isla esculpida por la marejada. por añadir a tu perfume, celo.

Mujer de piedra en desnudez sagrada Arcas de luz las franjas de tu cielo, ayuntas el rosal y las espinas resolución de estrellas con que atas mientras el vientre maternal germina partes de abril en Si de cameratas la simiente del hombre enamorada. instrumentando riesgo en tu recelo.

Mujer de piedra en espiral de vida Fuiste vigilia en tiempos pederastros, la savia de los bosques te acompaña infierno, obnulación en obsidianas, porque en la tierra tú yaces dormida. y carne de los astros.

Mas no osará la piedra contenerte Porque tuvieron sed horas profanas, cuando el hijo que brote de tu entraña arias de esperma y sol en tus catastros, derrote las tinieblas de la muerte. hembra fue el dios, la noche de tus ganas.

2 Qué tengo yo de ti, de tu locura, LUIS FERNANDO MACÍAS ZULUAGA, colom- viaje de luz, engaño acostumbrado, biano. De su libro Memoria del pez: juego de ser presagio iluminado y no fundir mi voz a tu escultura. INDIFERENCIA Qué tengo yo de ti, de tu estructura, La brújula del trozo de roca un vano tiempo acaso troquelado, en la estela del cometa disturbio en ser poniente de tu hado, enloquece polvo caduco en tu inmortal cultura. de silencio y soledad.

12 Soplo dolor cautivo y minerado, Tu imagen devora la luna, serena vanidad en ti vencida, ignorada por quien pasa; ocupación y aldaba en tu pecado, el corazón tallado en bronce vendido el antiguo nácar. por conocer perdón tu angustia ida. Y en mí tu docta muerte día nublado Ojos negros, que estremecen, por no ascender a ti tan perseguida. de cautelosos enigmas, mas que pasión un reflejo 3 de voluntad escindida. Será de amanecer para Vulcano la llama que en hierro deja huella Mujer que en mil historias y al sur del tiempo a la sitiada estrella, metes tu pluma temblando, le rendirán sonetos del arcano. dejas aroma a recuerdo de marchitados hallazgos. Vuelta la fe por el morir humano, creer el arte de sus ojos, bella, Damisela rebelde, en el reposo activo de ser ella, el infortunio ha rasgado siempre estación la tinta de su mano. ese cristal de la suerte que importunó todo cambio. Será mudez la noche en la caverna, gravitación al centro, raro infierno, cárcel su cruz, la flama donde hiberna, PEDRO MARDONES BARRIENTOS, chileno. De tiempo verbal sin humo en el cuaderno. su libro El que viene de lejos: Querrá volver sustancia tan eterna, iniciación, frente al erial moderno. OFICIO

Pude ser pájaro o rocío pero elegí este oficio TERESA MARCILLA, española. De su libro Pie- de ir conversando con las piedras dras: en recodos y caminos en un claro itinerario de armonía y belleza. Modelando palomas de alas invisibles que Cronos DAMISELA reduciría a cenizas más tarde , bebí acíbares y mieles en fuentes virginales. Damisela de otros tiempos donde burlabas la vida, Viajero insomne de nubes y estrellas sembré palabras elegante e indiscreta, en paralelos de diversas latitudes entre el polvo llena de fuerza reías. y la ceniza donde el viento y la lluvia tatuaron el alma, no todo fue organillo de fiesta Consciente dibujabas o pasajeros fuegos de artificio. La muerte otro cielo sin estrellas, cuatro veces visitó nuestra casa y vistieron con luces que bailaban de invierno mis hermanos y amigos. sobre tu magia secreta. Campana y cencerro de este tiempo Hoy damisela de cuero atravesé horas amargas con medias de seda, de lobos y sicarios huyendo entre papeles prohibidos abrumadora ironía y fui pastor infatigable de horizontes la que tus canas reflejan. entre la verde hierba

13 o en tierra baldía allá en los altos campanarios verbo conjugado en muchos tiempos hasta rendir del carbón sumergido o en las blancas fronteras al cansancio las pupilas de la arena que limitan las raíces de mi patria. porque siendo roca de duras aristas las estaciones del agua me dieron finalmente Sueño y vigilia de meses sin calendarios. las suavidades del crepúsculo, ese tono sereno del día taciturno y vehemente mi palabra fue fruto y semilla que llega a su término en paz con el mundo. según las circunstancias y la dirección del viento evangelio de paz, alucinada lámpara, alfabeto Es verdad también que encendí antorchas de batalla y cántaro saciando la sed de tanta gente. en muchas miradas adolescentes Batallando con todo y contra toda injusticia que buscaban un camino quijote sin molinos, árbol maduro de saetas a sus vidas mas en este juego de abeles y caínes contemplé el espectáculo de aquellos que huían donde no siempre las cartas de triunfo y sus perseguidores lobos hambrientos están sobre la mesa con millares de cruces a cuestas quien esté libre de culpa lance la primera piedra. alimentando con sangre Ahora observo las viejas postales del pasado, el archipiélago sombrío de su abyecta memoria. el lenguaje multicolor de voces que vienen de todos los horizontes Hijo de equinoccios otoñales fui segador donde la Rosa de los vientos estableció sus dominios. en los trigos del alba Descubro nuevos rostros con la muerte grabada y allí donde enterré blancas semillas en sus estambres el mundo alimentó maleza con la gran teleserie y figuras que arrebató el viento pardo del exilio del siglo que termina lejos de su huerto oceánico imágenes sumergidas con sus pantallas parabólicas. en la ausencia muchos metros bajo la tierra (La guerra y sus corceles de espanto entre caracolas y helechos fosilizados asolando continentes. que claman justicia. La hoguera atómica infamante Cuando llegue el momento de Hiroshima y Nagasaki la brisa depositará su camelia que ensombreció las puertas mismas del Paraíso. blanca entre mis dedos marchitos y atravesando dinteles El hombre instalado más allá de la luna en silencio escribiré con tiza mi nombre y las estrellas entre las nubes. dialogando con las constelaciones en pos del Nuevo Mundo. El carnaval frustrado del cometa Halley esperado por decenios. SERGIO MARELLI, argentino. De Casa de las El derrumbe estrepitoso de los grandes muros del Este. Américas No. 230. Enero-marzo 2003: El paranoico espectáculo sangriento de fracasados dictadores). LOS CONJURADOS Ya no cruzaré nuevos umbrales con el verbo de luz que predicara por días sin tiempo hasta el cansancio Los que con manos llenas de misterio volviendo otra vez la manzana a su sitio preciso curan el herido corazón de la tierra al territorio perdido donde desperté una mañana y a los ángeles asesinados en bandadas ignorando cuál sería mi destino a pesar de los astros resucitan con caricias de silencio. que en el nacimiento cruzaron sus caminos. Los que hacen sonar en el pecho En este oficio con algo de padre sublime un dolor viejo de campanas: multiplicador de bienes fui a veces hilo tenue el amor que nos hiere y nos salva. sonido incierto, signo y señal de rebeldía

14 Los que siguen las pisadas de la luz GABRIEL MARQUETTI ÁLVAREZ, cubano: por ciegos rumbos que no caben en el mapa, descalzos sobre espinas, sobre piedras sobre el fuego, PORQUE SOY NADA por besar la vida en la boca, poner una rosa en el pelo de la amada Es la hora en que el día ha dejado de ser o ir hasta el hombre más triste la pereza de estrellas y luna: a colgar una estrella de su ventana. en la que he de olvidar el útero de las sábanas e irrumpir en la vigía. Los que beben hasta la agonía Me quejo de la luz de quirófano que enciendo los vinos del infierno y desdibujo con los pies tejidos y fibras, y duermen abrazados arcilla y granito. a la raíz de las madrugadas con un dolor enterrado vivo en el corazón Recorro un camino de hormigas y un nombre de mujer escrito en las alas. desde el dormitorio al baño, a la cocina, al placard, mientras mis ojos imprimen las huellas Los que ganándoles a la muerte y al olvido de mis manos sobre las paredes: en un burrito de luz atraviesan la noche laberintos digitales superpuestos en un ir y venir, y la distancia, detenidos, sobre el picaporte, guardando en sus ojos una miel de atardeceres, con un suspiro aún oxigenado. cantando con ronca garganta de tierra humillada. Me invento un clon invisible naciendo de mis espaldas, Los que se parten y reparten como el pan que me lanza hacia las escaleras, en el inmenso latido del amigo hacia el ascensor, hacia la calle, y en la ternura que de mano en mano nace. hacia el desmayo de la inercia soplándome una alarma de voces Los conjurados, y nafta en el rostro, sentados alrededor del fuego absorbida por la adrenalina en mis nervios: fundaremos una ciudad, la adrenalina que desclava los pasos de ahora una tribu, un futuro, y mueve los cordeles de los próximos: derribaremos los altos muros del dolor, los pasos que me traicionan recuperaremos nuestro nombre de ser libres sin más excusa que la rutina, alzando los huesos derrotados, sin más excusa que este volver a morir de mañanas, iluminados de sueños, al encuentro de ómnibus, autos, trenes, subterráneos... protegidos por un bosque de manos. que me vomitarán una y mil veces más sobre andenes y aceras, Por fin, sabremos: al ritmo sincrónico de rojos y verdes, la muerte morirá. entre amarillos intermitentes. La vida aún no ha empezado. Es la hora de hacer lo peor que hago, de lo que mejor vivo: me he de desmembrar; y dejo los ojos y dedos y pedazos de mis sesos desparramados, derritiéndose sobre tableros, monitores y sonatas de teléfonos y declaraciones de órdenes; y dejo mis pies y vértebras en cada ínfima espera eterna,

15 desangrando las raíces que me han crecido, ¡No hay más tiempo que de dar cuerda al reloj arqueando el tallo de mi columna y el polen, como un hombre, ya se multiplicó! en cada infamia que he de tolerar; y dejo amputados mis brazos secos ¡Las ciudades dan vuelta como un kaleidoscopio y mis piernas plomizas fragmentadas bajo un pie de granito en cada jornal post-esclavista moderno, y girando, girando, de puertos, cemento y asfalto. nace del mármol una espiga de oro la sombra de una hilacha mañana es una estrella Sólo me queda el torso a fractales, y enseguida, de un canto, estrechando un corazón virtual en cuotas nace una inmensa suma de números que vuelan! y pulmones falsificados: un torso prestado por el descanso, que aguardo en el rito de lo insensible, ya mutilado con verborragias cohesivas; JULIÁN MÁRQUEZ RODRÍGUEZ , español. De la cuando es la hora en que la luna y estrellas revista Manxa No. XVI: han dejado de ser la soberbia del día y renazco, en el útero del sueño, porque soy nada otra vez. AQUEL AMOR DE HACE MIL AÑOS

Estuvo el tiempo inmóvil mientras duró aquel sueño, ni el aire se movía, sólo nosotros íbamos SELVA MÁRQUEZ. De Antología plural de la Poe- del vértigo al espasmo como incansables nómadas sía Uruguaya del Siglo XX por Washington al fuego del desierto acostumbrados. Benavides, Rafael Courtoisie y Silvia Lago: Tal como cruza un ángel de Dios el aire puro donde la inmensidad y las libélulas juegan sin fatigarse al escondite, DANDO VUELTAS así cruzó por nuestra carne núbil el agua errante del amor, despacio y de puntillas, Las ciudades dan vuelta bajo un pie de granito sin hacer ruido apenas para no despertarnos teñido de azul por nuestros pobres ojos. antes de que los ojos se anegasen de lágrimas. Ninguno de los dos nos dimos cuenta No hay más tiempo que de llenar la boca del horno. de aquel prodigio hasta que un golpe airado ¡No hay más tiempo que de hacinar en las trojes! del azar destrozó lo que tenía aquel amor de claridad intacta, ¡Apurad! ¡Apurad! ¡Apurad! de indómita pasión, de gozo insomne. Pasó por la estación de nuestras vidas ¡Un niño llora y enseguida es un hombre! como un expreso de doradas alas ¡Esta es una semilla y enseguida es un bosque! atestado de bultos y viajeros, dinámicas guitarras y juveniles cánticos. Las ciudades dan vuelta bajo un pie de granito. Aquel amor de hace mil años vuelve de nuevo al corazón: no deja nunca Una silla encerrada sueña ciervos y piojos, de acudir el amor, aun sin llamarlo. sueña trinos y rayos, vientos y topos. Fue como el fresco aroma de las rosas, efímero, pero también intenso como el dolor rebelde El metal del anillo sueña fuegos en mares, o el temporal que enturbia el rostro de la hierba. abrazado a las aguas convertidas en aire. Es el amor tan frágil como el cristal de un vaso, fugaz como los bucles del viento entre las ramas El papel de la carta sueña vientos salados, del sauce que le presta ternura y sombra al río. camisa pescadora que el tiempo hizo pedazos. Ebrios de sol y aromas, ungidos por los dioses

16 del amor caminamos precipitadamente en la oreja y no nos detuvimos a sosegar la urgencia y se apacigua después de comer cristales bajo la luna y sus estímulos. soy el que se trasmuta en cadáver Después, cuando los dioses hostiles comenzaron los peces se unen al anzuelo y el oro a hurgar en las heridas con sus oscuros dedos, es sólo un metal refractario. nuestro amor fue perdiéndose en la sombra La cara sin nombre del pordiosero como se pierde el lobo en la espesura límite de quedar apresado en el brillo de las monedas con una nueva presa entre los dientes. cuando el sol cae y ensancha los huesos. Un escalón y una cisterna para subir Hoy ha vuelto el amor con otros gestos para bajar, y otras inútiles prosopopeyas. extasiarse en el pináculo del sufrimiento. Pero es el mismo amor disfrazado de luna, Vi un bosque y un destino y un pájaro de azufre con otras nuevas galas la cara del pordiosero y yo, impávido y otras bellas palabras en la boca. detenido en la destrucción de ese segundo Regresan a los bosques del corazón los silfos volteo la cabeza y me refugio en una nube de aquel amor que dábamos por muerto. alguien soy y no el simple límite de un nombre. Resurge en otros labios parecidos a tus labios de sándalo y canela, ¿Tendrá sentido el límite de un nombre en otra piel como la tuya tacto en la soledad de la especie? la seda de tu piel inolvidable. Unos pies cortados, destrozos de un cielo visceral Amores hay tan tercamente humanos inmunológico, al borde de la mesa donde conquista que cuesta un gran trabajo distinguirlos. me suplica: yo me detuve pero no grité Sobre todo, si están hechos de fuego, vi sólo pequeñas piedras brillantes. hablan el mismo idioma Uno se pierde constantemente en lo efímero e interpretan también la misma música. descubre en lo irracional la parte de sí intrascendente Aquel amor de hace mil años vuelve nada podría compararse al rostro del pordiosero de nuevo al corazón y me recuerda que se deja caer y eyacula mentalmente aquella adolescencia brillante como un salmo, como dentro de un fósil. la carne entre las sábanas en trémulo delirio, los mordiscos, las ansias, No es ya la prehistoria de la seducción el frenesí, los besos, también lo erótico nos escruta y aniquila los brazos como sierpes, los ojos como halcones, dos realidades en un cuerpo austral. todo lo que ahora tengo y he deseado siempre, Él acaricia sus heridas el amor sin medida, sin espacio, sin tiempo, mientras yo desgasto tu lengua. su familiar latido, Él se retuerce mientras yo braceo en la resaca ese átomo de vida de lo efímero. en los paisajes de la eternidad. ¿Es humano el goce de una culpa que se complace en lo cósmico en lo intercambiable? ¿Es humano el odio?

NORBERTO MARRERO PÍREZ , cubano. Dos Descubrí en esa cara la expresión que tenías ejemplos de su libro La dicha enferma: cuando te penetraba, dos historias iguales y distantes un cuerpo resquebrajado al borde del contén el otro doble hechizado por lo efímero UN ESCALÓN Y UNA CISTERNA dos lunas borrosas en una noche donde ni la cercanía reconforta. La resaca de lo efímero me seduce Mi mano mutilada por un destino perenne yo no soy lo efímero en una irrealidad momificada. sino el asesino que guarda una escalera El sonido de las monedas cayendo al vacío

17 alquimia de lo perfecto, MARIO ANGEL MARRODÁN, español. Dos intento de comunicación con la nada. ejemplos, el primero de su libro Arte diabólica es:

CIELO LATERAL EFEMÉRIDES SIN NOMBRE

Porque la fría memoria empalaga y los versos Esferas emotivas a las que tiene acceso el ardor lasci- se resisten al peso de la noche. vo, la psicología sadista, en el repertorio repugnante ¿Qué hace un hombre solo bajo un avión del enfermo, moribundo o cadáver. En un candelero si no tiene equipaje? de estaño hay una vela cuya débil luz apenas atenúa la La memoria es el equivalente de estar preso oscuridad. En una mesita, un tintero del que asoman tendido al sol dos plumas de ganso. Se ve un espíritu que concibe, bebiendo el agua donde se hunde el cielo. una mano que crea. A veces imagino un cielo lateral lleno de estrellas y resplandores irresistibles Fechas fieles. Atributos de nubes, búsquedas , incen- la extensión de la tierra agotada. dios o delirios. Palabras temáticas sobre el mortero de ¿Qué hace un hombre solo si mañana tendrá la alquimia que se estigmatizan incontenibles. Papeles el mismo temor febriles abriéndose al vacío fríos e hipócritas hablan al inclinarse sobre la baranda del puente de tumbas egipcias pero con pertenencias de hojas de porque la memoria empalaga y la boca ya no respira? ceniza. Horas peregrinas en las búsquedas astrales, hasta el epitafio del mutismo yacente, de ahí una épo- Yo intuí el peso de esos destellos ca de felicidad para cautivar ignotamente a las mura- en la noche ascendí a lo alto del árbol llas imperiales en el laurel del alma. U otras vivencias crucé innumerables túneles de huellas errátiles bajo la elocuencia de eternidad sa- vi y escuché las confesiones. grada. No espero complacer a nadie sólo escribo lo que me dicta mi lengua Todo se hace vital en las noches y días del cosmos de en momentos intrascendentes nuestro calendario para fundir lo corpóreo en un lla- entonces me posesiono de un revólver meante ¡Hossanna! Al estar fuera de sí como sinóni- y hago disparos a una multitud invisible. mo de ultraego. Tu cuerpo me mira se desplaza haciendo círculos concéntricos se lleva los restos de sangre de mis manos lo invito a naufragar, a poseer los mismos temores De de los años: somos un cuerpo único una misma zona árida bajo el cielo. COMO UN SUSPIRO ROTO, Es otra falsa ceremonia. EL DESENGAÑO Allí nada significa conquistar, morder una soga elegir entre los animales al murciélago. Canto a tu desnudo origen de gacela Hoy lo indefinido se resiste, se multiplica con el ojo solar de sal ardiente. hay imágenes conformando un cuerpo La piel entre mis manos de vigilia donde alguien insiste en encontrar los estigmas. ígnea, en cuerpo derramado Soy real sonámbulo de amor, tan real como la piedra de semen y vagina, y la nitidez de sus manchas. se acerca a la tormenta. La picotean diluvios y volcanes de áspides dactilares. Así, pájaro en agonía de ceniza,

18 abeja siempre en fuga y holocausto MARÍA REMEDIOS MARTÍNEZ ANAYA, es- y arrastrada serpiente de diamante, pañola. De la revista Poemas 2001: pronuncian desamor: el pecho de la tierra de duración imposible rasgado por los aires LÁGRIMAS DE AFGANISTÁN ha sido mirra y volcán, barca y océano, mas hoy es el asesino del insomnio. Sería tan sencillo Tras la luna fatal que ahoga el grito soltar las riendas de la tristeza de degollado oxígeno, cabalga y dejar que las lágrimas me sumergieran por las negras estrellas del crepúsculo en la melancolía. igual que un violín lloroso de ángel triste e inicia por la espalda Sería tan fácil la alargada sombra de un viaje a los infiernos, claudicar tristes orquídeas de la danza muerta cuando no tengo rostro, como lanzas que atraviesan las entrañas. cuando la calle está deshabitada de sonrisas.

Pero yo sigo viva IVONNE MARTÍN, cubana. De su libro Con la ma- y sólo tengo que alertar los oídos dera de los sueños: para escuchar la canción de la tarde y sólo tengo que abrir los ojos del recuerdo para ver brillar los chopos bajo la luna. REGRESO Hace tiempo que aprendí Sola me he de marchar, como una ola a agarrarme a los juncos de las orillas cansada ya de tanto ir y venir: y a cruzar el río si sola me encerraron a vivir, saltando sobre las piedras. del mundo escaparé también yo sola. Hoy es un día cualquiera Soy una milenaria caracola y, como todas las mañanas, que al mar hospitalario va a dormir, hay que abrir las ventanas un barco siempre a punto de partir para que entre la luz hasta el último rincón hacia el amanecer de una amapola. del alma.

Por claro timonel llevo una estrella que guarda, como púdica doncella, su rostro de los ojos de la bruma. A. M. MARTÍNEZ BELLO, cubano. De La poesía cubana en 1936 por Juan Ramón Jiménez: Mañana, cuando el cielo me reclame y alguna nube lágrimas derrame, TERCER POEMA DE UNA VOZ se fundirá mi alma con la espuma. Te atiende la noche: la luna inclina a ti su oreja de mármol y, ante ella, dos pupilas en blanco (ciegas) lloran luz estelar. Lágrimas de un espasmo lírico salpican la violeta nocturna, y en el cóncavo pétalo se coagulan en otras mil pupilas que manan también luz.

19 Un anhelo hiere el corazón mínimo de tu boca, toda memoria de los tuyos. y la herida blanca manumite glóbulos de ritmos. Es la casa caída, el fuego devorando los estantes, Mi pecho, con filo de tu voz herido, se abre, los libros profanados por el fango, y lírica transfusión adhiere mi vida a ti. viejas fotografías Ritmos de amor se mezclan con mi sangre, que muestran el semblante de ese desconocido y, tubos melódicos mis venas, tiemblan a veces que ahora eres: como los de un órgano místico. inexorable mar de la devastación, Y vuelcan al fin sangre y acordes, hechos tiempo abolido entre tus quietas manos un solo rocío armónico, que son blanca ceniza ya, sobre un rojo botón que sueña caricia inmolada en esta ofrenda. con pétalos y acordes, invernado en mi pecho. Conoces la falaz plenitud de la materia, los ríos que se escapan por tus venas desde el ocaso mismo hacia el débil contorno de la dicha más breve. LUIS MARTÍNEZ FALERO, español. De Anuario Arrancaste los hilos que te unían valenciano, Norma 2001: a un Ser desconocido, fuiste libre un instante, pero ahora has caído en la sombra, profunda como el odio PLENITUD DE LA MATERIA o como el nombre de la impotencia o el miedo. Fuiste libre, y qué importa caer en tanta oscuridad. Abrazar en la tierra la plenitud del astro, La sinrazón se torna labio o hueso fundirse en ella para ser tierra al fin levemente apoyado sobre el polvo, (sin retorno y sin nombre), frágil legado acaso tierra de la hondonada más sombría, para vencer al tiempo que sepulta tus huellas. en donde el tiempo acecha con crepitar de incendio He aquí la mentira, tu libertad sellada bajo el muro en la carne aprisionada por su naturaleza. de una derrota más, de una herida más He aquí la maldición que pronuncia la noche, sobre tu carne yerta. he aquí el sometimiento a su ley escrita en cada gesto, En un túnel de niebla se extravían tus pasos, en cada despertar del cuerpo a un nuevo día, y sabes que eres sólo un recuerdo, en que sabes la sombra acechar desde el fondo un segmento de luz de tu propio reflejo, de la costumbre acaso que lentamente queda consumida. de morir cada instante en un sueño sin alba. Entonces, ¿qué será de la música del viento Y llegará el momento en que la materia arribe tras la puerta, a su culminación, de la lluvia en tu semblante, en otros días, con los miembros ya fríos, la mirada perdida la caricia del sol, en el lento horizonte que las aguas le marcan. otro cuerpo dormido junto al tuyo? Y habrá de ser entonces cuando sepas ¿Sabrás que eres ahora una raíz tan seca que has hallado de tanta inexistencia, como el polvo en que yaces, el fruto que ha alcanzado la sustancia del mundo. un guijarro cubierto por la arena Será quizá la noche. de otra playa imposible? Tus labios besarán la Nada y su contorno, Náufrago perdido en la noche sin fondo, tus ojos serán Nada, verán Nada, acaso peregrino por la vasta extensión tus dedos tocarán la piel de su silencio, del desconsuelo, la forma del olvido, has llegado muy tarde a ser semilla el vacío erguido ante tu rostro, la Nada que tú eres. o agua en los marjales Y desconoces cuándo y cómo este proceso donde alienta la vida que quizá en otro tiempo culminará tu historia, fuera tuya. qué tiniebla o qué luz te cegará por siempre, Así te has cubierto de sombras qué dolor o qué dicha sepultará desde el fondo del alma,

20 donde no llega el alba JOSÉ MARTÍNEZ ORTEGA, cubano. Su poema: con hondo crepitar de luces y de astros. Sólo palpas tinieblas, sólo silencio escuchas. Lejos de ti, el brillo de la tarde que declina. MI CORAZÓN Y YO (fragmento)

El sueño EMILIA MARTÍNEZ MARTÍNEZ, española. De la ¿Por qué lates tan inmenso? antología Gemma, tomo IX: Será que mis ojos te informaron del entresijo en los espejos? TENGO UN AMIGO ¿Esa luz que los párpados no apagan? ¿Quieres salir para quedar embelesado? Busco palabras, besos, busco silencios tesoros. Busco letras, -Es un mito. letras redondas, planas, letras de amores, Quedo preso de flores, de aguas . Busco peces, con los secretos que me brindan aromas, colores, inciensos. tus magos. -Tengo un Amigo- La visión me traslada convoco canciones , estrellas, con la alegría que te doy, luceros y peñones , mares azules y contigo marcho cambiantes, cielos. cuando tu ser la persigue. Convoco cascadas, torrentes, selvas, Tú mismo me impulsas amaneceres intrépidos, bellos. a enloquecerte. Convoco todas las constelaciones y los agujeros negros. -Esta revolución la has guiado, -Tengo un Amigo- señal de los astros, busco aristas perdidas, distancias descarte de mi ansiedad, siglos luz, caricias, rincones puntiagudos, guardián de mis huellas. cristales, espejos, busco nubes, palmeras, lluvias frescas, La vi, y ordenaste: ternuras muy tiernas. cuéntale tus cantos. -Tengo un Amigo- Te agitaste celoso encuentro caracolas, abrazos, para hundirme en el fracaso. sirenas, miradas, Tú consigues ahogar mis sílabas, sueños, horizontes afilados. haces de lo que veo Encuentro delfines, suaves vientos, un reloj dormido. nostalgias, rezos. -Si quieres puedes viajar sin mí. -Tengo un Amigo- Si juzgas mi indiscreción tengo un amigo y compruebo desmaya los párpados, que lo mejor y más grande de todo es... no busques verdad, ¡tener un amigo! ni sueñes, no indagues en sus ramos, ni palpes la paz.

Olvida lo extenso: los días, la historia, los eslabones. Renuncia a sus curvas,

21 a los versos de mármol. perdiendo su ser Si no quieres sentir absorbo cada reflejo desiste de mí. en la orilla a sus llegadas. El cristal medita en soledad. -Esa tortura ni la experimentaré, a nada renuncio: Sutura huellas de buitre prefiero el sinfín de tus golpes, con hilos triunfar con el fracaso. de la imaginación Contigo por siempre, que imponen la flor separar camino a su voz. de la rama del viento. Ella es mi día, penacho en el aire, Vienen los girasoles pero brillará en mis manos. de las torcidas cañadas, Ayúdame, tormenta en mi pecho, acomodando a conquistar su música. el fino engarce del aceite que en su piel -Enviaré las verdades. expurgan las hojas. Tu boca será el poemario, en los ojos los astros, Rijos que en la medialuz y en las manos la ternura; al sonrojo azotaron, haré del alma, carnes de almendra en libertad la prisión. sabidurías Voy con mi homólogo para hambrientos demonios para de ella saber. ¿estaré al don de estas locuras? Te impulso con mi fulgor. Sólo siente mi sentir Puente de duendes, cabellos y di lo que yo te digo. lloviznas, paredes de atravesar descalza ¿volverá envuelta de arrastres de donde ENRIQUE MARTÍNEZ RIVERA, cubano. De su se me fueron escapando? libro inédito Donde el perfil la ausencia: Embeleso PEREGRINA al instinto rescoldo, pido Relampaguea su rostro, de estar en las horas una mujer acostada en mis apuntes que termine al rodeo mi silla detiene el péndulo y que caiga de la noche. de lumbre en la noche. Adormece un ángel como soplo de alas peregrinas. La olla permanece desierta nadie ha cocido su fragancia.

La luna, filtra espumas descubre pupilas en las mareas: ¡vastas! Se descomponen

22 MARIO MARTÍNEZ SOBRINO, cubano. De su Crispado mirar con las luces del frío libro Helechos: huellas tal vez de los titanes.

¡Y tú, oh grito! ¿adónde van las sombras? 14 Lento y tan áspero el fuego de quimera Dime en cuál lugar ¡di desde sus cenizas, oh sombra! en cuál remota isla También tú-. en cuál de los hoteles blanqueados pueden brillar y con qué lámpara Temblor alegóricos zunzunes y miradas frescas Fractal aislado del copo de nieve al sonido de imprevistas auroras. dramaturgia en los mundos de cristal.

No padezcan testamentos o bofetadas del tiempo que anhela arcillarnos de siempres los semblantes JOSÉ ANTONIO MÁS MORALES, cubano. De su ¡si todos los astros caben libro Tono menor: en una mirada. EL CAZADOR DE SOMBRAS Lirios del campo ¡miren! Soy el cazador de sombras, Custodian nuestros ojos las noticias la lluvia en su agonía de cristal desangra marchamos tropezando los eclipses donde se gestó mi estirpe, convocados su invicta desmemoria. hacia alguna misma magnificación donde cada mirar La lluvia extravió su disfraz de manantial, cede su vida. de pez antiguo, pero arranca al cielo su lujuria virgen, -Corriente frenética en los estanques. castraciones donde tuvo inicio el tiempo. Ésa es mi Era, la confusión de trueno Nosotros y arcoiris , la solemne imprecisión del canto y el estupor de los crepúsculos. nacidos entre hadas y fantasmas hablamos de lo que no somos Ya soy sombra, por veredas y dogmas de relámpagos. utilizo la máscara total del enemigo. Soy luz y me derramo como una miel exacta, Chubasco de nubes sin piel invisible y exacta cual justicia. que nos agrieta Yo soy un mito inextricable como el hombre, más así queremos hablar un miedo visceral a ser quien soy, no importan el sudor y precisamente quien no soy. su celda o sus espejos Mis vidas completan un total de astros es sólo atardecer y devolver la noche semejante al silencio que hizo las constelaciones, traemos al mirar misterio que interroga el abismo, la nube los íntimos enigmas. de bandadas y augurios hasta aquí Cazo y acecho, colonia de vestigios rival atroz de alguna raza destronada ahora o elegida para siempre, mordida de los vientos. devoro y devoro sombras aunque no sacie mis constantes espejismos,

23 y desconozca un modo de volver hacia la luz. mi mente El único trofeo que conservo es mi sangre, es como una gaviota solitaria con ella taño diariamente el alba que recorre sin pausa para que de esa humedad renazca un sol. costas escarpadas. El oleaje susurra en mis oídos, abro los ojos y la brisa marina me transporta JOSÉ MARÍA MAS ROS, argentino. De su libro al nuevo día. Sobre la rama más alta: Atravieso lo cotidiano. Dejo atrás el tiempo y el espacio. LA VERDAD En el universo inabarcable. Mis alas brillantes La verdad no se esconde, resplandece; encandilan a cientos es un sol que la vista hasta nos ciega; de pájaros remotos. la verdad es tan real que no se niega, La travesía recién empieza no se puede tapar, siempre aparece. vivo mi cuerpo como un regalo experimento la transformación No se puede tapar, siempre aparece; de la carne, de los huesos. con su luz hasta el fondo siempre llega: Mi columna es ahora ¡la verdad no se rinde ni se entrega una escalera de delicados zafiros. cuanto más la ignoramos más nos crece! Mis alas sostienen el bagage de mis sueños de luna llena. La verdad es la gloria de la vida, Allá a lo lejos, es la madre, la novia, la simiente, sobre un peñasco, palpitando de amor estremecida. ondean los eternos jardines de flores púrpuras. La verdad no se vende ni claudica; En medio del paisaje ¡es un claro cristal tan transparente, emerge como estandarte que todo lo hace bueno y dignifica! mi palabra poética. Voy camino a ser, me he sembrado en tierras perennes. MARÍA DE LOURDES MASSIMINO, argentina. Mis raíces de ébano De la antología Homenaje a las letras hispanoame- me nutren de néctares excelsos. ricanas por Silvia Rúa Luján y Raúl López Ibañez Cuando emerja, (Pegaso Ediciones. Rosario, Argentina): mis ramas se elevarán ávidas de la claridad celeste. Daré cobijo a la ilusión en mi seno. SERENO Y al despuntar la aurora del cielo nuevo Llevo en el alma seré árbol fuerte, la pasión del vuelo sublime árbol sereno. de las ideas. Me muevo trémula entre nubes de nácar y terciopelo. Por momentos mi espíritu sube presuroso a la montaña santa

24 ANTONIO MATEA CALDERÓN, español. De su por el pequeño sol resplandeciente libro La pirámide: sobre la piedra usada por la harina y la sal de cada día. OTOÑO Brillaba el corazón de la negra madera -vivo muro del miedo y de la noche- Cuando llega el otoño en tanto que otra rosa, las tardes reflexionan, se vuelven melancólicas. tibia, engañosamente, En los bosques, el llanto, es una espesa niebla nacía de las manos, de los rostros que va tirando al suelo ángeles como hojas. que un mismo dulce fuego caldeaba entonces. Los pájaros se asombran al ver que se ha frustrado Brillaba, sí, brillaba duplicada su llama su promesa de nido, su maravilla huyente. su tranquila aventura de jolgorio, y se marchan Sólo para mis ojos se detuvo un instante. a ornar con su aleteo el fulgor de otros sitios. Hermosa lengua alzada sobre frentes de arena, Después, casi el invierno, se convierte en un látigo oh, corazón que huyes que va batiendo el barro saturado de líquenes. mientras los frutos caen de manos codiciosas Alguna vez un ojo, como un sol, sale apenas entre ritos y fábulas y signos adorados. para escapar turbado y esconderse entre nubes. Oh, destrucción, imperceptible muerte En el frío que el nublo cuando huye se hace escarcha, que devoras los días y los sueños. en niebla que, en los ojos, resbala como un llanto. Hasta que sólo quede de unos cuerpos que amaron este yerto tesoro, la ceniza. Yo no acepto el otoño como estación; mi musa, aterida, se esconde dentro de los termómetros. No llega, si la llamo, y me deja desnudo ante el musgo y la noche de las ramas sin hojas. JOSÉ MEDINA, cubano. De 107 poetas cubanos del exilio por Darío Espina Pérez (Antología Poética Llega el sol y ya existo, ya canto como un pájaro. Hispanoamericana): Ya llego a ser el duende que sonríe por nada, pero el otoño es muerte que se siembra y aturde. Es como el velo ése de la guadaña TU ADVENIMIENTO que aumenta el miedo blanco del dragón del invierno, Un día tú surgiste. ya casi mármol frío que anuncia la antesala Y, sonoro, vibrante, como un cristal sensible, de la que nos espera. se rompió mi marasmo. Y mi vida esplendió. Se esfumaron mis nieblas. Y mis dedos -crispados, homicidas y pálidos- GRACIELA MATURO, argentina. De su libro Na- desgarraron el velo de mis nostalgias negras. cer en la palabra: Tú habías llegado. ¡Y estabas ante mí!: EL FUEGO como una visión maga, irrumpiste en mi vida. Y fulgiste, El invierno soplaba su brasa oscura y sola. irradiaste en mi noche, como un astro. La llama reflejaba su destello Deslumbraste mis ojos. sobre la cabellera de los niños, Y fuiste luz. nacía de los ojos limpios, como en un juego Fuiste antorcha flamígera en mi noche sin paz. de lúcidas espadas. Sus cuerpos junto al fuego Te acercabas a mí: cedían entre sí, participaban un clamor de himnos lo llenaba todo. de una vida creada Un fulgor de soles deslumbraba, infando,

25 la atención morbosa de mi vista obsesa. Abandonados, vamos entre tanto abandono, Y, sobre la tierra, cálida y agreste, el eco del silencio, es el último eco. del camino solo, yo seguí esperando. Se busca la fatiga de los pisos más altos del acero que crece sudores para nada. Mi cuerpo tremaba: todos mis sentidos escrutaban, ávidos, Los signos más opacos, las palabras sin vuelo la línea lejana. y este acordarnos leves entre piedras calladas. Mis nervios vibraron, y mi verbo, antes mudo, floreció en cantares: El hastío asesino, nos visita por días ¡porque tú llegabas! junto al fuego , en el centro, disfrazado o desnudo

Al fin, un día, te sentí llegar. y sin nadie que pueda reclamar ser primicia Y miré tus ojos. Y miré tu boca. apagamos las puertas y cerramos el fuego. Contemplé el contorno de tu cuerpo grácil, y, vibrando siempre, vislumbré, en tus ojos, Ha crecido el silencio como acacia en la arena resplandor de estrellas. en el pecho del hombre y este mundo inmediato. Y admiré en tu risa, los hechizos pálidos de marfiles bellos. Pero el cosmos que grita encontró en los radares un perfume de oído, ya que estamos cansados. Y allí, sobre la tierra, cálida y agreste, del camino solo, ¿Será este el momento de luchar, como vino yo te amé en silencio. la adolescencia triste, enfermiza, gritona? Concentrado. ¡Fuerte! Y la nunca pasada edad del titubeo se clausura este día, súbitamente infame.

Y debemos pasearnos como rojos fantasmas JORGE MEDINA VIDAL. De Antología Plural de de lo que somos, fuimos, cloqueantes de delicias. la Poesía Uruguaya del Siglo XX por Washington Benavides y otros: Las puertas de los altos jardines se han cerrado y el olor masticable de la carne es sombrío. ELOGIO DE LA MELANCOLÍA Sonidos de urna crecen por las calles de espuma Acodados los hombres en la ciudad, dialogan mientras el astro ambiguo ilumina las frentes. mientras cruza una barca de podre , silenciosa. En la plaza desierta, arriba, los emblemas Nos vestimos con flores de granate, amarillas plurales se estremecen, significando cosas y las túnicas cubren la penetrante herida. y el movimiento queda resuelto en una estela Para tactar objetos cotidianos, los guantes que por un tiempo dice -nada más- y se esfuma, simulan imposibles epidermis sin nervio desembocando en playas sin agua y sin alciones, y el rugido y la mueca, por la ciudad se mueven, infestadas de humores , podredumbres y gritos. buscando los oídos y los ojos cansados. Si el atabal se oyera, o un timbal un rasgueo, Somos tus elegidos noble melancolía. la ilusión vencería tanta urna creciente, Somos tus elegidos noble melancolía.

26 pero Pus nos asedia, irrumpió en la llanura ni agentes representativos de la luna trazando su dominio con límites de frío. será porque hemos cumplido la tercera etapa la de caemos sin dominio en un nuevo principio. Estamos en silencio, como todo, en fracaso, ni gritamos ni huimos, no ofrecemos ni vamos,

cada uno en su gesto displicente, acodados ANTONIO ME.IÍAS. De la revista española Alhuce- en grupos que dialogan la inevitable herida. ma No. 2y 3: TRES ¿Vendrá el algo a ofrecernos otra melancolía, otro mundo sin pausa, pesado como el sueño? Déjame abieldarte como al trigo, nadar alrededor de tu silencio, Todo se lo volaron en humo y fantasía girar por tu cintura de paloma y trajeron silencio a la negra mañana. como un planeta imprevisible y ebrio que tan sólo conoce tu influencia. ¿Esto es lo que tenemos, miramos largamente y ver solo mirada? Déjame vidriar la luz de tus labios, guardar como una copa tu sonrisa. Hay veces que me miras desde lejos, distante, como si te hubieras ido HUMBERTO MEGGET . De Antología Plural de a vivir un tango doliente y turbio. la Poesía Uruguaya del siglo XX: Déjame ser el aire que te agita, amarrarme tu sombra por las venas, CUANDO NOS RECOJAN LOS FRUTOS arbolecer contigo y los granados, trepar por tu caudal hasta encielarme. Cuando nos recojan los frutos y nos pongan en el árbol colgando Déjame amanecer en tu camisa, cuando estemos corriendo por la gota de rocío ver la tierra primera en tu desnudo, y cuando nos dejemos beber por los niños el agua más antigua de los mares cuando nos volquemos furiosos sobre ciudades anterior a los barcos y a las islas. y a hojas hagamos caer con nuestro aliento será porque hemos cumplido la primera etapa Déjame proclamar tu amor paniego, la del fruto al árbol tu boca dulcedumbre humedecida la del árbol al rocío como el sol de una tarde de tormenta la del rocío al agua y el reflejo de mármol de tus hombros la del agua al viento donde empieza la luna tu escultura. y cuando las nubes se calcen nuestros zapatos y los pájaros picoteen con nuestros labios y cuando nos veamos observados por telescopios y en asfalto transportados a los nuevos edificios FERNANDO MEJÍA MEJÍA, colombiano. De la será porque hemos cumplido una segunda etapa revista Manizales (Nov. de 1999): la de nubes a pájaros la de pájaros a estrellas VERANO Y ÉGLOGA la de estrellas a ciudades y cuando ya dentro de las calles los niños no nos miren Ascendí hasta la cima delirante del viento, y cuando ya dentro de la luz del mediodía bajo un cóncavo espejo de rutilantes gemas, el alimento no se nos ofrezca a los labios y como dromedarios -los montes apacibles- y en la ciudad no seamos porteros del sol cargaban en sus lomos las primeras estrellas.

27 Fugitivas palomas de collares azules MARÍA MELECK VIVANCO, argentina. De su li- picoteaban galaxias de dormidos luceros, bro Canciones para Ruanda: y un jardín de flotantes girasoles alados emergía del mágico hontanar de los sueños. SE OYEN LE.IANOS GRITOS DE HOMBRE A lo lejos un césped de esmeraldas ardía, Y DE MUJER Y EL FUEGO QUE DEVORA y lentas gotas de oro fluían de las hojas. UN MONTE EN LA DINASTÍA Un vaho de resinas perfumaba el olvido, DE LOS PÉTALOS y una atmósfera de alas crepitaba en la sombra. La enemiga cruzaba la frontera Un vuelo de cristales adormecía el verano, iba dormida la inocente abeja. y entre pequeñas lámparas se despertaba el viento. La matriz de su ala sangraba Un relente de sauces y ambarinas abejas hilo delgado de oro fino llegaba hasta el sereno perfil de los oteros. y el sacerdote pescador hilaba perlas negras. Cama de erizos para la novia tímida, Entre un verde rumor de nacarados élitros apresurada amante de la muerte. se oía mansamente "zumbar el alto éter..." Su noche errática, Virgilio a la distancia repetía este verso, su posada de palmeras y tigres, mientras el tiempo hilaba en mis cabellos nieve. su calma mentirosa. Las sirenas. Gritan los pájaros gemelos Llegaba a mi visión de nostalgias erráticas en su pareja celestial. el rojo resplandor de una ciudad remota, Aldea, y un espejeante lago de láminas doradas virgen, Ruanda, heridas respirantes la convocan. soltaba al infinito un alba de gaviotas. Fulgores que salvan la oscuridad. Verbenas machucadas con olor de alcanfor. Abajo las palmeras combaban sus penachos Las manos, los pulmones y la sombra como ebrias cabelleras rizadas en azul, son el humo de un pez. por sus tallos de sueño subía un polen de plata Encima de la fuente agonizan los capullos del iris. que florecía en racimos -espirales de luz- La creación abre sin luna al mirto. Tatuada selva maldecida. se oía a la distancia la monodia de un río, Muertos de Ruanda descorren y el monocorde y seco violín de las cigarras, los visillos de sangre, y más allá el graznido de un pájaro salvaje miran pueblos llenos de excusas. ciego de soledad entre las hondonadas. Renegados sacramentales del azar y palpitantes sexos en la hoguera Por los collados iba distraído un guerrero quieren medir el peso de los huesos diciendo: « El viento expira y el ganado pace...». (que aquel que te acompaña te derrumba) El guerrero nostálgico era un dulce poeta mientras el alacrán del lago que se tendía a soñar sobre la hierba suave. cuida su prole hambrienta bajo las hojas amarillas. La luna amanecía en su frente de nube, y el agua lo llamaba: ¡Garcilaso...! Las aves La enemiga cargaba su fusil. sombreaban su rostro... mientras él con su flauta Iba dormida la inocente abeja. de nemorosos silbos apacentaba el valle.

Me quedé con el viento en la rocosa altura, mirando el titilar de los astros distantes... ¡De pronto el cielo abrió su topacio de sueño, y un sol evanescente despertó entre los árboles!

28 ROSARIO MELÉNDEZ GONZÁLEZ, costarri- Mi calle que predice la estatua cense. De la antología Presencia Femenina en la que mira y que no mira. Literatura de Guanacaste , Costa Rica: Donde dialoga la banca impasible, testigo sentenciado de aquel parque donde tal vez, un día de siempre, MI CALLE INVICTA una mujer, un hombre, un viaje, decidan penetrar En esta calle irrepetible, infinitamente, tímidamente con su sombra imaginada en las auroras del fin. y con su daño invicto todavía, yo corrí con la voz hecha rabia entre el fuego y la luna mordiendo RAÚL MELLADO. De Veinticuatro poetas chile- insistente mi espalda. nos por David Valjalo y Antonio Campaña:

Sí, corrí, queriendo anudar todas, todas las calles CUANDO PARTO ESTE PAN de serpientes sombrías, y convertir la rosa más celeste Cuando parto este pan que tus manos amasan en el perdido océano de mi nombre, en la mesa sencilla que iluminan tus ojos y romper sus luces suicidas me estremece un olor de recuerdos perdidos, que estallaban hacia el sol, de infancia molinera y largas lluvias y descender, alucinadamente, al calor de un brasero misterioso. a la agónica prisa Este pan que me quema las manos me remonta enclaustrada en los años. hacia el sol de remotos trigales esparcidos en la tierra regada con sangre de muchachos Esta es mi calle mentida en el sueño. arreando viejos bueyes matinales Techumbre de ocre oxidado. por rastrojos hirientes como lanzas. Lecho de aceras voraces. Esta cara de días familiar y pagano Sombra de huellas grandes y pequeñas me recuerda los pies coronados de espinas frías, lentas y azules. de Cristos al revés recién nacidos Lunar de estrellas en un calvario de terrón y piedra, tan insaciable cizaña, yerba azul y la sed del verano. como la decisiva boca Yo pienso que este pan tiene mi nombre escrito, de mi resuelto laberinto. que tus dedos quisieron modelar mis tristezas, que su olor me devuelve unos sueños tan simples Calle mendiga, como correr al viento sobre el agua calle de espejos dormidos o reír todo un día sentado en la ventana. y de risa herida en sus piedras. Este pan que partimos y damos a los hijos ¡Ah, estigma de aire convulso, lo vi nacer en medio del polvo y las poleas, devuelve mi última huella corriendo entre engranajes y las voraces tolvas por el hastío ya cegada! por escalas gimiendo bajo mis hombros niños cargados con el blanco deseo de los pobres. Esta es mi calle, tu calle, mi calle: pálido asfalto que se desliza tan interminable entre los asediados pensamientos.

29 TERESA MELO, cubana. De su libro Las altas ho- en el imaginario tentador de la cama flotante ras (Editorial Letras Cubanas, 2003): por nuestras hundiduras, alter ego las hundiduras. LOS HERMOSOS AHOGADOS Lento es, lento despeñarse. I Rocas abajo. De los mares de todas las islas, ahogados hermosos ahogados emergen para desandar III los trillos que sus propios pasos En la lechosa alfombra abrieron en la hierba. donde descansa a tramos de la ruta marítima Fueron al mar el ahogado hace su propia ruta de sal arrastrando sin saberlo la maldición del agua ruta de sedas presentidas en los animales vivientes. y como agua dócil sus cuerpos se abatieron frente a los elementos: El ahogado busca el punto de reposo no reposan, no duermen. pero sólo en el movim es capaz de mantener el recuerdo de su objetivo. Ladrones de cuerpos toman sus huesos los pasillos del cráneo y de los ojos Ahogados de las islas. y parecen animar, en breves lapsos Su hermosura es la desnudez lo que las aguas ya tomaron antes de nuestras vanidades. y fue tributo al espacio de la hierba trillada. Ahogados de la tierra. Su hermosura no existe. Hermosos ahogados de las islas La creamos a voluntad sin un pedazo de isla para los huesos para sentirnos a salvo de un destino semejante. cansados del vaivén. Pero las aguas escriben su libro inalterable en caracteres invisibles para el ojo del sol. Es posible verlos a la luz del faro como bañistas despreocupados de lo que agita Ahogados de las islas las ciudades y las oficinas y simula vida descifran en el libro la ruta venidera lejos de las pequeñas luchas como otros antes fijaron de los insectos breves. la suerte de las caravanas. Debajo y encima de las aguas. Encima de las aguas no hay aliento ya para los hermosos ahogados. Ellos son nuestro pueblo submarino lo que acaso dejemos al minucioso azar MIGUEL OSCAR MENASSA, argentino. De Las como una pieza suelta, el eslabón perdido 2001 noches No. 22: hasta la ocasión de entrar resueltos a las aguas. MIS LLANTOS 11 Sostienen la isla y la socavan. He roto tantas brisas con mi llanto, Ignoran nuestro peso en ella he llorado romper hasta el mañana si peso damos a tanta levedad. y rompiendo la mar lloré bravío Pequeños habitantes, no nos miran y el mundo conquisté con este llanto. y les pertenecemos. esperan el naufragio, el inevitable Llanto de amor, llanto de furia, tonto llanto. choque, la caída veloz: Clavado en el dolor ajeno lloré de espanto. imanes nos atraen a nuestro destino de agua. Abierto a mi dolor, vidrios lloraba. Me pongo allí Te amaba tanto, tanto, que hasta de amor lloré.

30 Y luego las vendimias, el vino turbio, Vinos oscuros, licores aromáticos, la lágrima rubí, diamante enamorado, mares embalsamados en los ojos, tu cuerpo como caído pero volando. maremotos retenidos en la mirada.

Cada llanto me recuerda un amor, Vengo desde el centro mismo del agua, todos los llantos sólo uno, llorando. a llorar un dolor tan grande como el mundo. Arranco de mis ojos las últimas perlas Hay cosas que no dejan esperanzas, y me las como para seguir llorando. son cosas como hielos frente al sol. Como querer encontrar en un mar lejano, Llorando como un buey, vaca, ternera degollada. traído por las olas, Aljibe desterrado del agua, aquel beso, de aquel amor perdido, lloro estos hierros viejos, óxidos lloro, donde aún no habíamos aprendido a llorar. lágrimas quejumbrosas rotas por el amor, como salidas de un bandonéon herido. Hoy lloraré las cosas no lloradas. Bella lágrima oculta me la guardo, Un amor, una muerte, aquella embriaguez. por si algún día alguien la necesita, Músicas del dolor, llantos amados, entonces, aunque la ame, lloraré esa lágrima. tiernas agüitas de la infancia, lago escondido entre los árboles, Y esa otra lágrima desnuda donde los enamorados se ahogan de llorar. que no desea abandonamos para ser llorada una vez más. Lágrimas como piedras despeñadas, montaña caída sobre la belleza, Amor de lágrimas, llantos de océanos, seda perforada por las balas del tiempo, cataratas de perlas desaparecidas, tapándome los ojos, ya cerrados para dormir. majestuoso río cayéndose en mis ojos. Una pequeña lágrima atraviesa el porvenir, Lágrimas del alcohol, vinagre, envenenadas, arranca un ojo de la noche lágrimas del odio hasta el asesinato, y lo aprieta con fuerza contra su corazón húmeda mortaja de cal ardiente, y la noche comienza a llorar, ojos desorbitados por la sorpresa lágrimas de un continente perdido. de verse ardiendo, vivos, en la cal. Era una lágrima fuerte la que lloraba, Llanto o mujer, lágrimas de una guerra, una muerte violenta, laberinto, agua sin retomo, lágrimas trágicas del exilio. perdida luz, Hijo, Padre, madre, todo el mundo llorando, hambre sin saciar, abierta. había en ese instante lágrimas a montones. Lloro este verso ahora A veces, para recordar haber sufrido tanto, porque termina el canto. llorábamos y llorábamos, mas sin motivos. Agua de mí, por mí, para mis cosas. Era un llorar abierto, tenía ritmo, música. Ese dolor de mí, del universo en mí. Cuando llorábamos por nada, Llanto llorado, lloro, cada lágrima tenía compasión de sí misma, por una muerte en mí, que se repite. al caer lo hacían con delicadeza, con elegancia. Nunca terminaban de caer y era hermoso verlas danzar de amor, cayendo sin caer, suave danza del sexo.

31 ROBERTO MÉNDEZ MARTÍNEZ, cubano. De en el núcleo de las lámparas, su libro Conversación con el ciervo: la mariposa nocturna en la ventana no conocía la noche, el muchacho la saludaba LOIE FULLER ARDE EN SU LÁMPARA con su bicornio rosa helado.

En el café de los fríos azules la guerra se ha detenido como el cometa en medio de la noche de Salomé, FEDERICO DE MENDIZABAL, español. De su li- nadie te esperaba, bro Canciones de luna y sol: los pies desnudos por la oleada del rojo y la tela tornasolada querían trazar para ti otro mundo NOCTURNO EN EL BOSQUE con larvas y halagos tan efímeros como el fuego pero el aire marino te devolvía al diario húmedo, -¡Tengo miedo! al muchacho afiebrado que enciende En el bosque, los faroles más allá del malecón. las ramas y las hojas Convocabas para ti las lámparas, me quieren sujetar cuando camino. querías arder, quemarte (Alguien dice palabras misteriosas en la ceguedad de la serpentina dibujada, alrededor...) en la libélula que las mujeres guardaban en un terciopelo seco. Parece que me siguen Había que oponer un poco de rosa unos pasos. a tu familia de saltimbanquis, Me nombran hacía falta amar con una flor de gelatina al Tetrarca fantasmas invisibles. mientras los pies buscaban la tibieza en los cuerpos decapitados, (El viento me ofreció su lira rota: ¿será un vals o el aliento de la nube guardado en una caja de música? -¡Salve, Poeta! -dijo. Las zapatillas de Pavlova sólo te hacían ¿Eres tú quien me invoca?) evocar Colombinas tristes. Los bohemios no querían abandonar el teatro, -¿Adónde voy? reclamaban el número final El bosque en que danzabas tu propia muerte ha olvidado sus sendas, bajo la araña que caería y en un claro los árboles se apartan. con el fantasma de la República: repetían Loie con acento belga, (¿Manos o espinas son? ¿Quién me sujeta?) te regalaban frascos de acetona, En la gran soledad el Alma, inmóvil, robaban por una onza tus mantas. se ha desnudado... y tiembla Fue la lluvia quien borró del cartel tu angustia, de pudor... fue el horror y de frío. el que asedió al amarillo y su complementario, nunca llegaste al café (La luna entre sus sábanas me espera.) de los ajenjos en canecas de barro, debía helarse solo el azul en la mesa -¿Puedo ser yo tu Amada? donde una mujer explicaba a la corneja ¡Sueña, divino!... ¡sueña! las fiebres de La Habana; fue la lluvia, la lluvia y no el fuego -¿Quién... quién? quien puso tus ojos desnudos como los pies Hay en el bosque

32 rumor de alguien que pasa las naranjas se cuelgan del recuerdo cercano, sin cesar en su camino. dulce naranja dulce luna.

(Es, en gárgolas trémulas, el agua con su tristeza gris bajo la Noche, que se arrastra... se arrastra.... JUAN MENEGUÍN, argentino . De Alguien llama, como un escalofrío, carpeta No. 12: a suicidarse luego en la cascada).

Al mirarme en su espejo, RELIGIÓN DE MISTERIOS como una imploración, me ha dicho: -¡Canta! Estuve donde estallan las estrellas , cada noche, y he visto a los cometas arder, magníficamente, -¿Quién me mira? como naves gigantescas viniéndose a pique En el bosque, dejando una estela de furor y niebla radiante unos ojos me acechan; que encendían, cada noche, no sé de quién ni dónde, pero siento el espanto de las culebras: su mirada fatal sobre la médula. nebulosas en mis ojos, Me vuelvo... nadie veo. y en este corazón sus órbitas, y en estas venas algún fotón que todavía arde ¿Es un delirio de lejano planeta y tibias alboradas. de alucinante? Cesa No hubo nadie en el mundo la angustia; aquellos ojos cuando esperé que el fuego amaneciera los descubre una nube; y sin la venda, detrás de aquellas dunas, y el sonido de aquel mar. El olor de todo un océano ¡van leyendo en mi mente mis canciones, que no descubriría con pupilas inmóviles de estrellas! hasta que los grandes cetáceos cantaran a los cometas derrotados, caídos aquí durante la noche, en que un viento de algas traería una deriva de peces luminosos GLORIA MENDOZA BORDA, peruana. De su li- y mantarrayas planeadoras. bro Dulce naranja dulce luna: Ahí conocí el incendio del cielo: en el fundamento del plancton y en el ámbar gris ALLENDE VIVÍ que cosecharan, furiosamente, los balleneros atlánticos. Veo Descubrí, maravillado, el espejo del agua por los blancos bordes donde se refleja el secreto rostro del futuro. de naranjos reventados vientos El terror vendría después, cuando comprendiera bocinas de tren que aquella maravilla era tan sólo viajeros una condena. torbellinos No había música en la visión, puente Maravillas ni palabras creadoras: la cabellera congelada sino un sonido intermitente en Chullunquiani de sustancias entrechocándose mamá Herminia y días nublados bajo un viento recitando a Barreto. que no tendría fin La luna se pierde en el agua y recorría una ciudad en ruinas,

33 y entre los escombros una resonancia de oscuras resinas, acechaba entonces el vacío. música de neblina entre árboles maduros, país migratorio con olivares que sueñan plenilunios; Estuve en estas calles desarboladas, el aire del lino me prestó estas colinas andariegas entre edificios sin voces, para que yo mismo respirara un viento celeste en cuyos retorcimientos de vigas y contrafuertes como después de una tormenta. algún pájaro se refugiaba para escapar del espanto. Supe ahí -aunque me sobraban las palabras- Pero supe de una canción que no dejaría descendencia que perdía a los navegantes salvo quizás el relámpago de un verso, uno solo, y encadenado al mástil me zambullí cuando el "Anciano de los Días" en las mareas del canto, dibujaba en el polvo buscando una nereida furtiva, un círculo y un pez y la ecuación E=mc2, la de los ojos claros como el Egeo, "y esto es lo que será", me diría y acaso pude traer un poco de esta luz mientras me iluminara su rostro de ojos vacíos en las combas "y esto es lo que fue", me dije, cuando un agosto con aromitos viendo en su rostro se despierte en niebla el vacío que devoraba a la ciudad muerta más allá del río de los últimos juncos. y la consumía como una inmensa hoguera, En aquella alineación de los planetas la tremenda bocanada del viento fui invitado al banquete de los sentidos: y el oxígeno quemándose, bestial y místico el viento como una seca inhalación me dio forma el viento de las santas herejías. que arrancaba un puñado de arena entre los dedos. Y sobreviví apenas para traer cuanto En la arena vi el destello del cuarzo pudo caber en el corazón, y en cada destello un mundo no vivido, un adagio de praderas amaneciendo en el rocío, vi el hueco de la mano donde la arena estuvo, una costa de sauces y arenales y allí el patio de la casa donde hace milenios con sus dos pinos mutilados pasan desorientados los grandes cometas. y la palabra y el abrazo ausentes. Bestial y místico, Mi cuerpo supo que el retorno no era posible, me dieron forma estos ríos que caen del trópico que la sombra no volverá al patio de los pinos, donde la Corriente del Niño desquicia solsticios, que la maldición y la caída estos puentes de fierro lanzados a la noche ya habían sido invitados presintiendo una gleba de inmigrantes ferrocarrileros, al banquete de la percepción. fuego de la estirpe, sangre de las vides, Abrí la percepción a las furias. Anduve la ciudad y no solamente aquella feroz hélice ribonucleica y anduve sobre los cuerpos, que me donó este perfil y estas barbas sofocación y lujuria flotando sobre los cuerpos; sino además estos cielos monzónicos y era un viento de arena para un grumete irredento, cuando las mojarras desovan en el arcoiris un reincidente aprendiz sin historia y sin fortuna, para hacer más verde los arrozales. una pasión libertaria que es sólo mueca, un fuego de amor que es levemente tóxico. Me dieron forma, sí, estos rompimientos del cielo, esta grieta por donde las estrellas iluminan la tierra Supo mi cuerpo del viento encendido y descienden los dioses, y la combustión abisal cansados de eternidad. abrazando en un torniquete la conjunción de las almas. Me dieron forma estos árboles donde murmuran los dioses

34 YOEL MESA FALCÓN, cubano. De La isla infi- miro dentro de ti y estás ahíto nita, -Revista de Poesía- año 3, No. 6, enero julio 2001 de juguetes y partituras, (Edit. Letras Cubanas, La Habana): el aire es una trompeta, basta que calles para que suene POEMA INTERMINABLE basta que cantes para que calle, basta que hables para que te acompañe 1 llenando tu decir con extraños sentidos. Te has escondido detrás de un árbol mientras yo lanzo una voz III que rodea tu cintura y hace que tus ojos El árbol te ha robado la sombra se vuelvan pájaros y cuando te da el sol por la espalda ¿para quién aletean? ¿quién es quién? tu cabeza se llena de trinos, ¿qué idioma habla?, no podrá gritar como yo, las aves ignoran que cantan lo que llevas dentro, no podrá suicidarse bajo los puentes, tumbas y soles nacientes desconocen no engendrará arcoiris que sus bocas se abren en tu nombre, repetirá la palabra quién todo lo que se hace es para que florezcas, hasta que aparezcan otros quiénes, para que germinen, se quedará mudo y querrá meterse en una botella para que renazcas, y ser lanzado al mar nacimiento perpetuo donde no existen aduanas pero un enjambre de mudos le dirá entre una vida y otra, que el mar está muy lejos canto que se escribe en los hombros de los tristes, abrirá su pecho y saldrá un colibrí, sonata para poner a bailar indecisos, de sus pies brotarán antiquísimos caminos, tus circunvoluciones se han llenado de hierba, te has escondido detrás de un árbol, brotan girasoles, te has vuelto tronco, Whitman y Van Gogh se tiran bolas de fango, los enamorados escribirán su nombre en tu pecho han vuelto a ser niños serás atravesado por los trenes están ahí, en tu campanario pensando que eres horizonte el nicho de las invenciones, un lucero dejará caer su semen sobre ti tú también quieres jugar y ya no sabrás cómo te llamas, pero en lugar de eso filosofas, qué día es no te vayas ni quién inventó las horas no descubrirás a Tahití, en una furia de relojes. no vendrás cargado de lienzos inmortales quédate, II quédate con nosotros en silencio, Te has escondido detrás de un árbol en la penumbra y las dos sombras son una sola la pobreza y el olvido. la sombra de árbol-tú viene a lamer mis zapatos, IV hay caminos que gimen El poema bosteza, a otros les salen ojos de sapo, quisiera abrazar al mundo otros muestran lenguas bífidas, pero sus extremidades son débiles, hay caminos que se enrollan sobre sí mismos le ha entrado sueño y quiere dormir y empiezan a hablar en la lengua de Moisés, quizás cuando despierte sobre el lucero hay un ángel con una trompeta, sus músculos estén lustrosos miro a tus ojos y se ha duplicado y pueda abrazar a un impaciente, dos trompetas de Armstrong en labios etéreos, algún desamparado, miro dentro del árbol y está hueco alguien tras las rejas condenado a la vida, (los niños vendrán a jugar) a vivir sin término,

35 a devorar la vida con todas sus mayúsculas el destrozamiento de los confines, luz en sus ojos hasta la saciedad perversa el estrangulamiento de la esperanza, luz en sus ojos hasta ser ángel prefieren apresar el minuto y exprimirlo, que no puede vivir en un inframundo, llevarlo a la boca para descubrir su jugo ácido, no tengas miedo a las sombras prefieren tatuarse el pecho con noches bonitas no son más que puertas que se abren, y promesitas de encantadores de ventanas, visitantes que llegan prefieren no preferir, atiborrar la hora de silbares la luna por sombrero despreocupantes, meter en la caja craneal una ofrenda de días muertos cuanta indiferencia puede generar el arpa, en las manos como yerbajos cualquier cosa es preferible a esa verdad, vienen a decirte con su sonrisa que no estás solo, cualquier cosa, todos los días vividos forman una orquesta, cualquier abalorio tocan algo alegre, puede adornar esta tristeza. todas las mitades que te han quitado habrán de reproducirse, VI los seudópodos volverán a crecer Alguien que te pase la mano por la cabeza y verás soles enterrados bailar de nuevo, y te pregunte dónde nace el arcoiris, te han dejado en la almendra, un aire vestido de alguien, así pasa siempre cuando es demasiado haber un desconocido que encontró tu voz en un caracol, tus plantas sobre la tierra, un tren vestido de estrellas, pero no tengas miedo, un minuto perdido en el bosque, la noche va a poner faroles en cada ansiedad una Clave de Sol en busca de su partitura, y te harás gigante, una fuente cuya agua se hace ciervo las estrellas se disputarán cada parte de ti y el cielo amó tanto su sangre que se hizo escarlata, Venus querrá aquella mañana no atardezcas, cuando los caminos empezaron a volverse poemas, mejor róbate las estrellas y échalas en un bolsillo aquel sol para jugar a las canicas, será cuerpo amante en el fragor de la luz alguien que te pase la mano por la cabeza el lucero penetrará cada uno de sus intersticios y te vuelvas un niño todas sus ventanas serán la resurrección. y todas las capas de adultez caigan al suelo como pieles pestilentes, V el bosque te rodea, Irreal es que estemos aquí cuando otros es la mañana, fueron tan reales y ya no están, un duende toca la flauta, el túmulo estuvo echando tus tesoros el pentagrama es el aire, al foso mientras reías y hacías planes quién podrá escribirte para el próximo sol, la mañana mágica hubo un próximo sol que nació congelado, el encuentro con los baúles del Universo, carámbano en la canícula, la delicia prístina, los minutos se quedaron con caras de bobo la mañana primera, mirando un porvenir que se hacía humo el sol-bebé gateando entre tus pies, sin fuego y sin señales la noche los relojes vinieron dejó sus vestiduras detrás de los árboles. a echar en un saco las horas vividas, la arena se derrama y se forma un desierto VII tan vasto como la danza de la vida y la muerte, Te llevo a mi seno y te despedazo pero no por odio, en el horizonte bailan, tan indiferente que mis ojos no ven a quien amo los que no quieren morir vuelven el rostro, inocente, inocente como un niño prefieren mirar el no-horizonte, que empuja su aro por la calle,

36 a pesar de mi devoración, MIGUEL ANGEL MEZA ROBLES, mejicano. De no soy dulce como dicen, no soy cruel como dicen, la revista Tropo a la uña No. 12: en mí no descansas en paz, no descansas, FUEGO FUSTIGADO mi rostro no es un cráneo roto o la negrura, te hice un yayay tan grande que despareciste, Purguemos de su honda blancura no estás bajo la tierra sino disuelto en el aire, al lirio que crece en la pupila de la noche no te has hecho una luciérnaga , verdecita luz miremos detrás de su aire de líquido coral tan poca cosa, los signos que erige su raíz y su diálogo de cantera. una constelación de cocuyos bajo la bandada de astros ¿Quién lanzó la primera antorcha de palabras de una noche espléndida, e iluminó el claro tobogán de los asombros? pero tampoco eres eso, el punto en que el silencio descubre su ser de arpa, Ya no gotea espesa luna esa sorpresa la vida toda tomando la forma ya nuestros ojos deshojan sus pestañas de luz. de una Clave de Sol, Su oleaje de gaviotas turbadas por el abismo la palabra tan manida, lo inefable, borra las sílabas de este sueño aquello y bautiza lentamente el grito en otro espejo. que no puede expresarse y por tanto le tapa la boca a este poema, ¿Quién escondió la voz detrás del fuego fustigado? a todos los poemas posibles. Crecimos en la corteza de esa espuma disecada miramos sus llamas de vidrio quebrarse en el tropiezo y levantamos las creencias íntimas del árbol FRANCIS MESTRIS BENQUET, de la revista me- para incinerarlas en los lindes de nuestra médula. jicana Alforja VI: ¿Quién condenó entonces al miedo a dar pábulo a la sombra? LA LLAMADA

¿Acaso un cometa originado en la constelación del Cisne ANDRÉS MIR, cubano. De su libro Los de antes me te parió, mujer de llameante cabellera? servían bien: ¿Acaso es la sangre de una estrella la que atesoras en tu diminuto frasco? XIII ¿Acaso es una llamada en llamas del espacio exterior, un mensaje, una profecía He visto de la luz el contexto, de lo que tus ojos ciegos deletrean, y en cuenta caído pitonisa habitada por rescoldos como la lluvia desciende por los hilos del aire de incandescentes super-novas? y de tal descubrimiento recurro a la soledad donde a voz de cuello se pregona el universo Y las paredes se animan homocéntrico. de espíritus comulgando Salir de la ruta, quién sabe, alguien me diga en su amor místico, cómo gozando tanta compañía y de su palpitación nacen hombres petrificados corro a mirar la oscuridad por un asombro sagrado. tras la ventana y escalan esta garganta gruñidos mudos al observar la luna irregular de una lámpara quebrada. Este misterio en que salto al polvo y aseguro ser persona

37 no me lo descifra nadie, puedo incluso volver a mentir la lluvia se ha secado escapar a hurtadillas de este lugar en finos cristales que de tocarlos hieren, al que acudo cada día el cansancio para comprobar mi nombre nada nubla aunque sea de muerte, lúgubre palabra que me dieron al soplar de la ventana la brisa me expande. para perdurar entre ustedes. Tal de sílices vuelo por el cuarto y observo mi silueta Puedo llegar a blasfemar de otros nombres tomando notas gritar aquello que nunca oí que a una respiración angustiada no logran ocultar que quizás olvidaron o prohibieron su magnitud de espuma. Caer sobre las manos, gritar no soy el papel, concentrado gesto de una palabra prófuga, nunca maravilla fui razón de al punto final atravesar los cuchillos de mí apenas sobresale este nombre cuyo vidrio, inmutable a este polvo que soy, y una sombra inerte corte mis gritos el hálito de mis días últimos. en medio de la noche y me colme los deseos del retorno. Puedo llegar a morir sin conocerlos a ustedes (Es cuando escrito está. Nadie asume sin decirles les odio tanto el hondo panal donde al tiempo calzo. lograría así una muerte ajena íntima. ¿Están seguros acaso los noctámbulos de por mi ansiedad prender una bujía? De pie sobre estas aguas Dadme la luz de cera puedo volver a decir nunca existimos que voy a espantar a mis demiurgos.) alguien se encargó de borrarnos se hundirá la isla en el error de un puente también he visto a alguien suicidarse por amor y por odio MICHAEL H. MIRANDA, cubano. De su libro Vie- bajo mi ventana. jas mentiras de otra clase:

DISCURSO DE PABLO LUIS MIRELES FLORES, mejicano. De la revista ANTE LA ISLA DE CRETA del alumnado del ITAM: Opción No. 105:

En esta isla olvidaremos la voz tendremos el silencio EL LAMENTO DEL ESCRIBA quizás como premio inútil la soledad agraviada por los torcidos límites El silencio se ha podrido en mis entrañas y el nombre de quien me ama y hoy por eso estoy cantando; para engrendrar una pared difícil. mi esófago se enrosca como sierpe estrujando con violencia De pie sobre la luna la piedra visceral atorada en mi garganta. podría decir se hundirá la isla morirán ahogados por un sueño luminoso y álgido. Y es que hoy se me ha podrido ya el silencio y por eso estoy gritando en la espesura Solo en la isla aprendo a desvanecer putrefacta con fiera algarabía; el gesto frenético y mi grito va rasgando vestiduras y una burla derritiendo la blasfemia por las calles puedo ser la sombra de un muerto más y en su ardor estalla, o de un amigo menos está estallando, está ya el odio.

38 Odio ante la mar incandescente Y escucho el beso y la caricia que la nube precipita que humedece con su esperma sobre una damisela hecha de luces, los lamentos del ocaso; se acerca para hablarme tiernamente de mi nombre, arroja su vaivén a la escollera de los ojos compasivos la sigo hasta mi alcoba y la poseo con frenesí. y así se roba el llanto de los hombres. Descanso empapado en el aliento de la savia Odio impune silencioso inerme altivo, y de lascivia; gestándose en la piel de los hermanos; recuerdo que el sonido de mi nombre retoños del mismo árbol, manaba por los poros de la musa; se estiran contrariados y molestos, y que al roce con la yema de mis dedos matándose en la lucha, su piel se hacía de fuego; por un mismo pedazo de horizonte. y hoy por eso callo y me refugio Odio por el cántico nocturno y pordiosero en el suspiro de la tenue y diminuta de aquel pequeño niño maldecido y sempiterna luz nocturna envuelto en lágrimas, que ya casi ni se ve entre tanta mierda. que grita enajenado hacia la luna: «¡Ay, mi madre! ¡En dónde está mi madre!» Y más odio, odioso, ¡oh dios descomunal! Más odio asedio para el sol JOSÉ MARÍA MILLARES SALL, canario. De su de quien se dice que nació en una colina, libro Los espacios soñados: armado, vestido y maquillado -cual guerrero- para la gran batalla. VERSOS PARA EL CAMPO Odio abismal por el silencio de los ángeles, pues callan ante el ríspido rugido cotidiano Surcos azules, de dragones con raudales de cabezas y de cuernos heridos por los arados del cielo, y ojos yermos color sangre. por los ojos desprendidos del aire, Odio al ser humano sobre praderas creciendo, agigantados, porque anhela entrar saliendo abiertos, libres, en el recinto de lo humilde como céspedes tendidos, al mismo tiempo que desdeña y quiere todo colgados mansamente sobre el espacio. diariamente enalteciendo su tortuosa soledad acompañado. Estrellas, mundos de fuego, herramientas clavadas en las manos que surcan Odio al monstruo que odia odiar, y trabajan la vida, pero está odiando con fervor al odio mismo, el prodigio del mundo, del mar odio rumiante y repentino, odio salado, y la poesía. odio solar, odio salir entre la espada y el bochorno, caos, poder, ira y miseria, vida infame, Altísimas, vivas columnas, y la ansiedad perra ansiedad, sombra de luces, dolor brutal, rencor profundo. de grises, alegres alondras que mueven el aire, que lo vuelan, y lo siembran Y es que el silencio se ha podrido en mis entrañas con sus nubes al cielo, y hoy por eso estoy cantando; hacia los largos y luminosos caminos, pero me hundo en este lodo taciturno con sus ropas de humo desnudas, mirando hacia la noche, deshojadas, y así contemplo el celo de las ánimas celestes. esparcidas al viento.

39 De manos rugosas, resecas. con sus voces medidas, contadas, que hunden sus dedos, sus negras palabras piedra a piedra, sobre las páginas ardientes del árbol donde cavan los años sus horas, de la aurora. en busca de la llama del tiempo, hacia el limpio Pobres, sedientos surcos comidos por la miseria, y generoso palpitar del corazón, que huyen perseguidos por las sordas donde habita la luz, costuras de los barrancos, los versos, hacia el canto transparente de los arroyos, los ojos desvelados de la vida. hacia las entrañas donde palpitan las hondas cordilleras de los mares, vestidos de hoguera y verde pana, con sus pies descalzos, anchos, aplastados, EDUARDO MOGA. De la revista española Ánfora hollando el pavimento de la luz, Nova No. 31-32: la viva reverberación de los espejos del sueño. I Versos de rostros enjutos, Nunca supe tu nombre, ni siquiera ojos hundidos, campesinos, que tejen cuando yacíamos, mojados de humo, con los hilos del miedo en los acantilados más oscuros. los agujeros de la muerte; Aleteaba mi saliva lenta, que se van con las piedras del silencio a levantar las paredes oscuras con inercia de fuego , a la espera de la pobreza, de la palabra que horadara el luto negros mordiscos del hambre, de tus labios. Y yo, de luz desnudo, versos de cielos inmensos que nacen y crecen, como un ángel efímero en tu cueva y se visten de olas y ventanas, y de besos, y de hombres fríos, tenaces, de ciervos y miradas . Sangre muda, clavados como raíces en tierra, pues, turbiamente acariciada. Sangre muñecos esqueléticos, en cruz, de barro y paja, anónima, lamida por la luna, custodiando el temblor creciente del aroma de una rosa, donde derrotan sílabas mortales. la avalancha suave, penetrante de la luz Sangre sin noche, en cuya arquitectura que amanece, palpitan las vocales de tu carne. que empuja al viento, que rachea, que ilumina de oro las espigas con sus hebras u de paz y ternura, Puede que aún exista, pese al barro sobre los campos tendidos como playas que soy, pese al hierro que circula enseñando sus senos de arena, por mis venas. Quizás aún intuya versos que acuden a clavar sus sílabas, una a una, dónde está el fuego , ahora derramado, sobre las hojas del libro, donde la escritura se enciende y lenta que latía en el centro de mi canto. se esparce sobre los blancos jardines del sueño, Pero ya no podré tocar la espuma para que la vida comience a rodar, de las cosas inmóviles , la pulpa a gemir. amontonando ramas, de lo eterno. Qué agónicas las manos. y troncos sobre la tierra, para levantar la casa, libre, Cómo callan los ojos. Cuántas piedras de la poesía, haciendo estallar sus hojas, entran en mí, desnudan la sangre, oyen sus verdes, encarcelados gritos, las sombras inaudibles, se encadenan sobre el rostro cansado de la esperanza,

40 al aire. Las aristas de la noche Si ahora es una ráfaga de rayo en la siembra me vacían. Del río que fui queda Dios te bendiga, dice una ardiente lujuria. una sed, una máscara, un nombre. Soy realidad narrativa de alta tónica atónito de tanto mirar la herida de ser. Hablemos, pues, de ese primigenio cansancio que fue cualquier incendio antes de saberlo VÍCTOR MON.IARÁS. Del periódico mejicano de antes de que la garganta pudiera cantarlo poesía Deriva No. 2: sobre los cuerpos como escupitajo rancio.

Y entonces, rasante, lo llamáramos incendio EN ESTE SILENCIO INICIO sin lógica y ladrido morir sin remedio. UN CAMBIO DE HUESOS Encontrados en el fuego de cada día, camino en el que no sabemos si esto es un exterminio. Silencio, pequeñas vegetaciones reverberan a pesar de la luz sucia de ciudad. Anoche o antier cabalgando lo que el dolor puede y, por palabra los ojos duelen en cada adrede. La pureza -encubierta- asoma por la ventana Doliéndome porque la violeta de genciana y muestra su infinita luminosidad. doliéndome porque en verdad es liviana. Llega la paz. Es mi llanto entre luces. Porque no hay mayor suplicio que saber ese dolor esdrújulo entre costilla y correr A lo lejos -hace 20 años un piano para conseguir la muerte de entrever. «Sun King Janis Bay». En blanco se agudiza el abismo y el salto es túnel de bugambilias de lúmen alto. Hablemos, pues, del primer incendio. Dolor en las calles y en el vientre un ofidio, ¿Fue ese grito humano, masculino-femenino? dolor para que los ojos no sean fastidio. ¿Es la seca humareda llamada ciudad? ¿Será la oscura manera de imaginarlo? Va y viene el viaje venidero en su ignorancia ¿Ardiente humedad iluminada por la oscuridad? implícita del incendio y engrandece su ancia. ¿Quién iba a saber del fuego Entonando un tino tonado crápula y fájico cuando apenas llegábamos? palpando la luz que socava la baba socúbica ¿Cómo iba a haber un principio del improperado jalón de la ese mayúscula si estábamos empezando? siempre brújula Moby Dick tan redonda como ¿Y si ya estaban paredes, casas, catedrales, la curva en la carretera impávica de la huida torres de Babel? con el vacío entre las orejas y París París ¿Si el frío ya era un río sucio y sin chamarra? abre otra vez su arco trifúrico por desconocido Entonces, ¿ese incendio que atormenta? y la noche tiene ora un aliento ora un vacío ¿Dónde andaba mientras tanto, tanto? un vacío que depara el ruido del silencio. ¿Mientras uno ni siquiera era sonido en las bocas? Es, pues, el aire sobre los cráneos viajeros cuando ya no hay nada qué hacer que hacer Hacia adentro y hacia fuera sino despeinarse sin que nadie se dé cuenta incinerados en el pedazo de vida cuando en la socavida suponiendo algún incendio benéfico se hace un hoyo, de paupérrima que nadie entiende sino nadie. perra nuequez que nadie adoraría por enésima rima, Hacia los cometidos esdrújulos en vida y así un beso se echa para atrás incólumes de vallejear en la lluvia hundido en sí, otro en la casa y en los muertos en la vida como tanta oquedad se asienta en esa explanada para entonces llorar en silencio de ida. que en verdad arde como el primer incendio con toda su tecnología eléctrica

41 y gas sobre el pasto Orfeo, lo que en él sueña (si sueña repleto de seres encerrados en su pequeño amor, la palabra de tanto destino, en su grandioso amor perpetuo ¿quién la recibe ahora de rodillas? y sus fiestas y sus infieles creencias en la suerte, Solo, con su perfil en mármol, pasa apiñonada en el mantel gritón. por nuestro siglo tronchado y derruido Y el incendio adquiere potencia de verdad bajo la estatua rota de una fábula. desde esa hondonada Viene a cantar (si canta) a nuestra puerta, que perfora cada corazón, cada entendimiento ante todas las puertas. Aquí se queda, tan sutilizado por la incoherencia del nacimiento aquí planta su casa y paga su condena y así. así las cenizas empiezan a adquirir porque nosotros somos el Infierno. una sensata pesadez de incendio volátil que ingresa en tus ojos y me dices que soy tu amor que sigan cantando los trovadores ANTONIO MONTERO CRIADO. De Cuando el y que la luna me hace lobo otra vez para ti, no más. amor se hace verso, antología de poetas canarios 2000: Ardiente ardid para seguir ardiendo como sabemos que cualquier sonoridad sonoardorosa puede NAVIDAD EN TENERIFE incluirse entre tu boca y el estruendo rumoroso que algunos llaman estallido, vísceras, también sol El Teide una cosa y la otra, juntas por el alarido incendiario toca las palmas de ser también palabra y espacio de libertad al compás de los luceros, inmediata. y un roque tez morena espigado y cancionero Métete a tu muerte. rompe con su voz la bruma La luna llena saca la lengua para que llegue hasta el Cielo, y el perro se arrastra impávido mientras que una piedra pómez sobre sus cuatro patas despreocupado. se viste su traje nuevo. Y con esa luz de luna entonces, Los azulejos, se abre otra flor de higos repican, que es una sierra en la nariz. con sones de alabardero, y en Izaña, seis Civiles Yo quiero ser una persona . Silencio. los seis y un cabo primero, Otra pared. El tabernáculo intercraneano. formaban guardia a la luna que lucía su traje lleno. Y bailaban siete magos a la vera del sendero, EUGENIO MONTERO, venezolano. De su libro al compás de una guitarra Tiempo transfigurado: que pulsa un viejo gomero.

Un drago ORFEO que peina canas, con sus ojos de hechicero Orfeo, lo que de él queda (si queda), da un ¡olé! de campanillas lo que aún puede cantar en la tierra, con acento de extranjero ¿a qué piedra, a cuál animal enternece? a una palmera de plata, Orfeo en la noche, en esta noche con cintura de torero, (su lira, su grabador, su casete), que baila para la luna ¿para quién mira, ausculta las estrellas? que le sonríe en el Cielo.

42 En las montañas de Anaga, Árboles milenarios desde su primer segundo en la vida, mirando al puerto, árboles fijos en su plataforma fidelísima de rocas; os sereno, pregunto si los pegasos del huracán favorecen hoy los un tamarindo de gala ecos de mi rezo o he de seguir buscando otra maravilla le hace guiños al farero, más redonda, otra ocasión más propicia para y el faro, impulsarme sobre mi cuerda floja hilada con miradas devuelve el guiño ancestrales. de rebote hasta un lucero. Y una caracola roja Sigo a pie, dejo atrás el tapete de huellas tejido por que resopla un marinero, otros buscadores de copal fosforescente . Me detengo rasga el viento en Punta Hidalgo a paso de quien vuela sin tocar sus huellas y en segui- y se oye el Arico Viejo. da reemprendo mi dolida procesión; la procesión de un hombre solo que ve fugarse ante su vista altares licuescentes, reclinatorios de bruma trenzados con lar- guezas al deseo desnudo. MARCO ANTONIO MONTES DE OCA, mejica- no. De su libro Migraciones y vísperas: Leguas arriba ya no recuerdo a qué vine ni a quién invoco. Todo es inútil. Cuando la montaña no quiere el agua no fluye. Cuando la fiesta nos rechaza, es vano MARCHA DE UN SOLO DÍA recomponerse las pedradas del sombrero. Vana se vuelve la súplica de hombres de treinta años a quienes ¡Gran momento! Frescor indecible. Descenso a un piso la divinidad no concede la suerte de nacer. Duele la del ser cuya existencia han predicho los manejadores conciencia, cuerno desflorado; duele demasiado, ca- de faros y tormentas. Ahí la tierra es granulación de racol en un desierto de sal . Aún así busco luciérna- cobre recién pulido, miel congregada en alaridos de gas presas en sollozos vitrificados . Busco un clima color que embisten exclusas del tiempo y las rebasan. de tórrida orfandad para decir la vieja oración que no recuerdo y que me ha olvidado. Ya no soy oscuro trotamundos confinado a un metro de tierra exasperada. Estrecho filas conmigo mismo; No se me olvidan rosarios de burbujas que a pesar del penetro con gozosa precisión nuevos límites del ser, uso y del abuso nunca se rompieron, sino hasta ahora, avenidas que me llevan adonde la más tierna, la más cuando herido en el centro de mis sueños me vuelvo a íntima edad de oro juega a ocultarse y a nunca desapa- todas partes acribillado por certeros reflectores. Como recer del todo. ayer, ahora no me rindo. No me rindo aunque hileras de calvarios dispersen fuegos eremitas o echen a re- Ahí la baraja irrumpe con oros molidos, copas rotas; es- mojar mis barbas de profeta sordomudo. padas roídas por incertidumbres de una partida que ja- más termina. Un afilado naipe se acerca planeando y yo Palacios atomizados alfombran la jornada. Han caído lo asgo entre mis dedos; voy a mostrarlo, pasaporte ofi- ya los más fuertes y los menos desdichados. Atletas cial ante los astros ; voy a esconderlo, salvoconducto para leprosos que habían batido marcas innumerables cruzar esos valles increados que ya verdean entre muerden hoy el corazón del polvo. ¿Quién, si no la farallones fantasmas de la vida venidera. pureza, es culpable de tamaña mortandad?

En realidad, mi fatiga mortal me da cuerda para ir más Aquellos que polinizan abismos se han perdido entre aprisa. No caeré mientras recuerde al espejo marañas de verdor indescifrado. Ingenuo es alzar un incandecido , lustrado con el sudor de mi pecho y que dedo humedecido para saber qué imprevistas decisio- un día ardió mis tetillas orlándolas con grandes luna- nes animan al viento . Intentar el regreso es empresa res calcinados. Hasta entonces, hasta no ver a mi es- tan idiota como cobarde. Seguir aquí, entre obeliscos pejo entre dunas que no pierden arena cuando el vien- de podredumbre, entre montañas de buitres en des- to se subleva, pondré fin a mi aciaga caminata. composición , es enojoso y dilatorio.

43 Un día semejante a ningún otro, el caos advertirá que sobre soles y sombras, sus aurigas desvelados ya no gobiernan el polvo ni a llegó a la tierra, sus pálidas colmenas . Un día el temor que azota alian- entonces fue cuando resurgió la vida zas devotas, irá de menos a menos hasta que su violen- porque renació la poesía cia amordazada no acierte a mover una cortina de tul. y el mundo volvió a girar.

Quizá cuando ya no lo espere, los diamantes de mi comitiva brillen y brillen hasta ensordecer a la no- che. Quizá mis carromatos con ruedas de piedra cru- BERT MORAEL, español. De su libro Matad a los cen muy pronto escarpaciones infranqueadas. Quizá poetas: llegue a mi meta precisamente ahora, cuando se cree con tanta necedad que este mundo y el otro están per- didos. PALABRAS DE LOS DIOSES

Quiero contaros la historia de hombres infinitos danzantes de los pálidos fuegos EGLIS MONTOYA. De la antología Homenaje a Mi- de estrellas muertas guel Hernández por Silvia Rúa Ibañez y Raúl López en la rodante piedra de los inmaculados Ibañez (Pegaso Ediciones): ciegos de los tiempos futuros.

CENIZAS Y LUCES Que la guerra se detenga y los hermosos y crucificados El ángel de la luz plegó sus alas, lloren por todos los muertos en la paz. desde la cuadratura del universo contempla el vientre estéril del mundo. Mendigos y traviesos corruptos El viento gélido barrió los sueños danzan la furia del fuego desnudo. hacia la nada. La tierra gira en las cunas del tiempo. Se apagan las estrellas ... caen cenizas. El banquero compra almas con el espíritu del dinero. El gris cubre la vida de hastío Colgarán al chutador de caballo la humanidad está inerte. rayas de espada blancas Los seres sólo son estatuas de piedra, y la vena sin hálito de vida, sin razón, sin amor. y la sangre Las flores perdieron su color, y el semen. sólo son pétalos negros. Penetrará en el ojo del hombre infinito El canto de los pájaros, el amor verdadero de las mujeres limpias. el susurro del follaje, los ríos... Nunca más lo sagrado se comprará en las calles. silenciosos caen en abismos profundos. A nuestro hermano Jesús El planeta detuvo sus giros... lo mataron de sobredosis los camellos El mal pasea su corte de ignominia en los supermercados de la felicidad vacía. porque en este átomo de tiempo, sucedió, Caballos de fuego devoraron a tus hijos ante tanto dolor y soledad... la raza de los leones sin garra. que los poemas llegaron al suicidio... El ciervo asesinará a la pantera que fornicó murieron las palabras... como semillas arrojadas con el soldado a la aridez del erial... y vislumbrará por fin a los hombres el ángel de la luz tuvo piedad, que gobiernan, desplegó sus alas, por fin reinarán las mujeres dio vida al alma del poeta. y los hombres daremos a luz Una siembra interminable de luces... hermafroditas de mundos diferentes como collares de estrellas multicolores los niños crecerán

44 y los árboles deshojados huirán por las colinas hay un dolor de siemprevivas y las madres llorarán hijos nacidos para contar al mundo la parábola del buen vecino de padres sin pene. que aplastó la luz recién nacida. Dejadme dormir Muchachita de paz, en este jardín exigiste la fruta, el huerto, el asta de tu sombra de mis amigos el festín y el muro... el muro blanco... el muro rubio corpóreo de meteoros y moradas. -su carta fraternal... Punta del Este- deshilvanó tu esencia, derramó su cauce, Dejadme dormir gemías, Panamá, como un maizal en llamas. en el círculo escrito en negro ¿Quién me pide cortinas y mis buenos amigos para azular la piel quemada de estas sienes esperándome en las moradas de las que jamás pensaron en tirar un jazmín estaciones del espíritu, a las alondras? mis buenos amigos ¿Quién reclama la sílaba final de un corderito sin brazos ni piernas para ensayar un apretón de manos mi voz infinita en otros universos. aquí, donde quedó sin gasa el hospital para cubrir la fuga de amapolas? ¿Quién, quién se atreve a rezar: Tío Sam, Santa Claus, Cuerpo de Paz DIANA MORÁN. De Poesía Panameña contempo- -Arca de las Alianzas, Consuelo del Afligido- ránea por Luis Carlos Jiménez Varela: el corazón agujereado cicatriza con verdes papelillos? ¿Quién me pide que sufra, SOBERANA PRESENCIA DE LA PATRIA que suframos de amnesia, que le demos a Fleming tres medallas Es enero en las calles donde ruedan los gritos, y con Bogarta bailemos tamborito nueve o diez en la carne, en la súplica radial por la amistad del tiburón de un arroyuelo rojo para soldar los nervios, y el anzuelo en las sardinas? es la fecha de un pueblo que encontró su camino. ¡No! El sol no despierta para ustedes, Escuchen lo que digo usureros del aire. con una braza de odio Ese disfraz de oveja, hermano lobo, en el pájaro dulce que habitaba mi seno, ya no engaña el candor de las violetas. aunque la barba de Walt Whitman hable ¿Ahora cómo bautizar esta maniobra? de familias de hierba y moral manzanera. ¿Juegos de patos? La patria se fue, como siempre se ha ido, ¿Operación amiga en Canal Zone? con su camisa blanca ¿Pildoritas "Johnson" para el subdesarrollo? y la corbata azul de adolescencia, Estos brazos que buscan una forma de niña, con el civismo juvenil de su paso un latido de novia, una frente en los libros, y el fértil batallón de sus arterias película no son para soldados morfinómanos. a enarbolar el vuelo allí donde cortaron La viudez de estos cuartos las alas tricolor de sus emblemas. no se venden en "Coca Cola". Escuchen lo que digo. El salitre escapado de la herida en desvelo con la capilla ardiente del rencor más viejo; no es negocio de chicles o zapatos. mi patria, cántaro de amor en todo idioma, Este nueve de enero no es cera de museos, que ofrece su agua buena al peregrino, no es moneda de cambio ha arrastrado sesenta calendarios ni tiene la firma de Bunau Varilla. sin derecho a la fruta, al árbol de su huerto, Yo tengo que gritar, sagrada en la bondad de su cintura. -Oh, prendida garganta de mis muertos En cada sitio de mi cuerpo con su polen de incendio-

45 yo tengo que gritar, sembradores de olivo; en los cuatro puntos de la rosa del aire del hijo acribillado retoñan muchos hijos, donde soltó la UPI sus vampiros. del obrero en el polvo mil obreros regresan, ¿Qué palabra del semen inmolado toda cuna germina. qué palabra por más sucia que sea ¡Las tumbas pregonan! ¡Se desclavan las cruces! no resulta flor para escupir el rostro ¡De la cal del pueblo el pueblo resucita! de búfalo en conserva? Y tú, pequeña patria gigante de esta fecha, ¡Qué adjetivo no es ángel para pintarte buitre, esculpida en la roca de tus muertos si por cada paloma que la mano te ofrece para nacer definitivamente asesinas la mano, la sal y la paloma! abrirás tus alas agredidas No hay lago, frontera axila que no lleve en el dolido cofre de tus peces. el tatuaje de tus colmillos roedores de luceros. ¡Hasta el último niño en presagio de mieles ¡Malditos de ayer! ¡Asesinos de hoy! ofrendará su pálpito de auroras ¡Herodes de siempre! por la libre heredad de sus estrellas Los huesitos de Chapultepec... hoy, mañana, siempre! los huesitos de Atitlán... los huesitos de Hiroshima... la carne, los huesitos de mi patria molidos con repiques de metralla. JEAN MOREAU, alemán. De su antología Del cenit Mi cielo violado, como una niña ciega, al nadir (1988-1993): en la torturada inocencia de su pubis, las venas sacadas de su casa joven los hijos deshojados, lirios secos, XIV la última estrofa del "Canto a la Bandera" en el frío ruiseñor de la mirada Espectros de sal salen a tu encuentro y el llanto, el llanto maternal sin una explicación coherente en sus ojos -oh vaso ardiente que no sea la de conservar intacta sangriento memorial de labio en labio. la llama azulada de la luna. Yo tengo que gritar: mis muertos son vivas sembraduras, Luces extrañas enciendes a tu paso ataúdes que nutren la esperanza caminando a través de tibias laderas con el ritmo ascendente de la lucha. que no conocen ser vivo aún En las cuencas de Rosa revienta las espigas, ni tienen sentido de lo que es el cielo. en la espalda de Ascanio se arman las legiones los fémures de Alberto, Teófilo y Rogelio, Mareas negras de sufrimiento te bañan son astas invencibles otra vez en el muro. y a través de tu vaporosa piel penetran Los ojos de Ricardo, los labios de Rodolfo, dentro de un fondo vacío y oscuro las células de Víctor, los dedos de Carlos, más allá del grito de los perdidos. las piernas mordidas , sus núcleos morados, sustancias nacionales, patrimonios se han vuelto. Sangrantes corales extingue tu persona La sangre de los hombres es historia viviente cayendo en bellas simas sin fondo savia que de la muerte se incorpora que ocultan verdades absolutas soberana presencia de la Patria. entre absurdos puntos de vista de todos los colores. El gorrión machacado en la lengua de un héroe fertiliza el reposo de su hielo Nubes de aromas en noches calenturientas y hace nido en la marcha su clarín de conciencia. esperan tras el recodo de tu cerebro Escuchen lo que digo, hoy nueve de enero, a que ilumines pétreos sentires a ustedes tragalunas del mundo, y musites clemencia entre paraísos perdidos. a ustedes que asesinan los dedos

46 El fin intuido se acerca inexorable JOSÉ MORENO DÁVILA-HERNÁNDEZ. Toma- descubriendo la última respuesta: do de la revista Manxa No. XI: es el mar el que te invita a seguirle siempre tras el murmullo de las olas infinitas del ayer. PIEDRA Y TIEMPO 1 Nace el sol sobre los campos, RICARDO MORELLI, argentino. De su libro Los allí donde la piedra inmortal tiene su cuna. 22 arcanos: Nace el recuerdo, el mar sobre la espiga, el dulce día, memoria de un pasado y un futuro. EL LOCO Castilla: llana muralla de infinito perdida, manos envueltas en crisol y fuego. El viejo Shin Mar lejano, rumores de sus ríos, -al que siempre proteja la estrella- tiempo cayendo, levantando vidas. ambula sin detenerse por la tierra. Silencio y silencio, intocable silencio, murmullo de tu ser, tu alma canta. Sobre el frío mármol de las ciudades Vid y más vid que de tu piel se cubre, y la verde hierba de los campos imborrable tersura que en tu tierra clama. su pie vacilante Sueños, delirios de grandeza, traza borrosas y extrañas figuras enmarañada palabra que de tus versos suenan. sus manos (como gaviotas espantadas) mancha, lugar y piedra, en amplios ademanes recogen entraña de la luz, sabor y cima. los diversos vientos que arroja la noche Libre paisaje, piedra y madera esculpida, y los guarda en su cabeza lluviosa, allí donde el agua juguetea, donde dormitan en silencio arrasa y aletea, corre bulliciosa; todos los misterios del mundo. sueños de la tierra que el viento azota. Infantes, refugio del caminante, Lleva en los ojos piedra y madera encontrada el terrible resplandor de los abismos en el albor de la mañana, y en el pecho fugaz estrella de Castilla, insigne Mancha. el permanente movimiento de los astros. II ¿Cuál es tu rumbo, viejo Shin? Madre tierra, ojos de luz, ¿Hacia qué inciertos y remotos parajes manos cansadas de deambular por España. te lleva tu destino ambulante Encuentros y llanos sentimientos en la boca, y en qué aguas de espanto hasta ti llegué después del delirio y del mar, vas a sumergir tu cabellera de fuego? como un hijo acosado, como un cansado caminante. ¡Oh, soplo incesante, Y vi paz, silencio; y me perdí en él, ante tu paso inclino mi frente y empecé a vivir, y con mis labios resecos la vida es un canto de silencio, beso tu pie manchado con la sal del Infierno! una contemplación del aire, un esperar la sangre. Y llegué como un pájaro que busca su nido, donde el cielo inmenso arropa su canto. Pasión, dulce perfume de flor de primavera, alma salida del mar, de las profundidades; allí donde la espuma besa al tiempo. Pensar que Don Quijote cabalgó deshaciendo entuertos,

47 donde Quevedo quemó sus últimos instantes, Junto al paso del agua sobre la espada hundida donde Machado pinto su piel para vivir silencio. se oía el tintineo de escudos y armaduras, Y es aquí donde el tiempo es eterno, el redoblar de bélicos tambores cuando hay tanta memoria, tanto beso, y el grito desgarrado de mujeres y niños; tanta luna, tanta palabra y tantas noches. y al inclinarme sobre la tersa superficie Exhalo brisa, deseos de corazones, del río se irritaron mis ojos con el humo aliento de amor, frente rodando, de ciudades enteras arrasadas. fiel amante de tu brillo enloquecido. Truenan los campos y se llenan de salpicada agua, No he turbado a la espada de su sueño sumergido, el cielo nos acaricia con su mano, pues, antes de marcharme horrorizado, nos pinta de verde, nos da sus límites, pude ver esculpidos en su puño nos acurruca, nos une y nos aventa. mi nombre y mi linaje. Es la clara tarde que estaba dormida, como banca casa enjalbegada, lluvia y frescor de los rosales, inevitable huella donde gritan las miradas. EMILIO MOZO, cubano. De su libro En el ala del Salgo a pasear en la calma, mosquito: siento ojos contemplándome tras los cristales, tras las rejas, tras los balcones y detengo el paso, miro al cielo, la impresencia, En el ala del mosquito la humedad que se adhiere a mi piel, quiero ser tu hermano respiro profundo la destinada bocanada ser Abel de olor a un dulce sollozo. arrojar la piedra Me perdí en entrañas de corazones, olvidar no sé de dónde soy, sé cómo respiro, culpas cómo mi cuerpo se funde entre la gente, remordimientos donde busco mi sino y donde estrecho mi mano. ser. Sé darle calor donde derramo el gemido por la tierra. Quiero ser siempre ser joven no llorar JOAQUÍN MORENO PEDROSA, español. De la gruesas tormentas revista Alhucema No. 7: llevar camisa y pantalón.

HADO Ser la piedra la otra orilla Hay un río que cruza las montañas tierra y monte y va a morir a un lago escondido entre los árboles, siempre ser como un espejo de ónice y basalto gozar que aprisiona la luna cada noche. poder contemplar En su lecho de cieno, yace muerta ser y estar. una espada de hoja amenazante; yo he visto reflejarse en su filo plateado A voces ser la unión incestuosa del padre con la hija, obrero los cuerpos mutilados de guerreros, trabajar retraído y espectros de caballos que iban a la guerra orgulloso comprar montados por doncellas fantasmales: suspirar y sudar y había lanzas en sus frías manos. compartir mi cansancio.

48 No tener Ser pastor brillantes deseos ser mujer recelosa ser odioso y extraño ser terciopelo mendigar con los ojos descansar atemorizar al reír ser depósito odiado y extraño. ser un día luminoso ser clavel Me gustaría ser viento un árbol frondoso batir la calma tener color y aroma ser extraño invierno sin lluvia ser oveja ser gruesa tormenta de verano ser verde hierba frío y gris ser lozano hacer la neblina hervir temblar de alegría en junio ser. ser gozar Quiero llevar bolígrafo y gorra tener quince tener barba ser libre encargar y ordenar estar libre escribir. de ángeles exterminadores enemigos de poemas cortos. No quiero ser rígido corresponder obstinado Ser ser hijo de nadie hombre mujer animal libre de polvo no ser viejo Abraham sentimental ni puerta todo. ni sentarme en sillas llenar gavetas de ilusiones Ser llama ni revolver telas de silencio estrella en el cielo rumiar los recuerdos. ser tu hermano dejar la piedra caer No quiero ser ser siempre ser el otro estar. ni un hijo muerto un sostén no robar o matar no vergüenza sangre o sudor no ADRIÁN MUÑOZ, mejicano. De la revista del ser nada alumnado del ITAM: Opción No. 105: una historia no.

Ser TU NOMBRE la piedra en la otra orilla ser Me dejaste mirando tu nombre en el agua del cielo arroyo arrullo con esperanzas de contestación, ser monte y luna miramar de madrugada. ser mozo Tu nombre que es otro nombre ojos curiosos. tu nombre que esconde todos los nombres.

49 Te presentaste tal cual, confirmación etérea. así como el azar opera sus designios En cada beso renombramos las estrellas. sin la meta de clavarme el nombre en el cerebro, tu verbo en la mirada. Fue un Sábado de Gloria Habrá que recordarlo cuando cayó el pétalo en mis arterias, el indigente soportará el vinagre santificado sea el sábado por la venia por la única gota dulce. de tu nombre. Gloria al nombre tuyo, Será en el siglo que empiece que es palabra de Dios y cielo en celo. a escalar tu trayectoria Dios, a veces tu reino sí es de este mundo. el instante en que robe de tu voz un adjetivo, que hurte un acento deleitoso, mi nombre pronunciado cuando sepa que habré perdido SANTIAGO MUTIS, colombiano. De Segunda an- la cordura y el exilio. tología de Poesía y Pintura (Correo de la Poesía No. 68, Valparaíso, Chile): Inesperadamente y sin saberlo entraste a un jardín agonizante. No advertiste que tus pies acariciaron PAOLO UCCELLO pétalos famélicos y sedientos. Lechuza, dime, ¿existe en verdad ilusión Un navío portugués alguna justificada ¡antiguo artificio humano! con esperanza realizable en los palacios del canario? Le teme al lugar en donde los vientos despiertan sombras Pronuncié tu esencia, la repetí, la repetí y la repetí. y en una nueva floración ¡celeste! Permanecí asombrado, acechando en una nube Naufraga la Estrella Polar. aguardando el momento en que tu voz se descuide para lazarla con un suspiro. «Uccello, amigo mío, mi quimera». Exhalo tu nombre y se colma el mundo. Te llamas Alma, Estela, Luna de poesía Naves antiguas bajo el silencio del cielo Helena de Troya con toda su hermosura buscan el límite de la estrella resplandeciente desde un planeta no rastreable en donde están el nombre antorchas hay bajo tu voz, fulgor del más allá. y las murallas de una ciudad. Niña, muchacha, señora de esmeraldas alcancía universal de estrellas codiciadas. Paolo, Uccello, Eres todas las mujeres, infinita mujer, rosal. ahí vienen los navegantes Todas son tus nombres, universo, te llamas todo. por la palma del mundo « llena de luna»: la luz rayada por la roja noche del hombre. Inhalo tu nombre y vuelvo a nacer con otras alas, las golondrinas soñando sobre las olas. En su armadura El arcoiris contradiciendo el círculo cromático un hombre viaja por el fuego y los sueños en la lejanía se escuchan los gestos de una hoguera. con los ojos abiertos. Te lluevo caricias sobre tu espalda de menguante luna La luna-luciérnaga extraes mi aliento y me prolongas cada beso. deja una estela que canta el agua y crece en cada fruta y se oculta En tu nombre elevé las avispas del sonido, en el deseo en tu nombre me abriré paso entre sarcófagos, que deslumbra como una piedra solar por tu nombre buscaré un bautizo nuevo, desangrándose

50 en la leyenda que un pájaro cuenta -muriendo- El silencio; la bruma lo que ha oído cantar a los astros: parecía una cosa incierta.

la batalla es la constelación Bajo el manto de la noche en donde Dios lee nuestro nombre, cuajada de mil estrellas, criaturas por cuya sangre corren luz recuerdo tu traje blanco, y distancias. flotando por la pradera. Y venías tan ansiosa, Paolo, Uccello, en remolino de sedas, desde que te fuiste con la cara y los brazos el mundo es una madeja blancos como la azucena. que se deshace hacia una gota de sangre. Allá en lo alto la luna daba brillo a tu cabellera, flotando suelta en el aire, YLONKA NACIDIT-PERDOMO, dominicana. De flotando por la pradera. su libro Papeles de la noche: Tu traje de gasa blanca ceñía tu frágil silueta, SOLEDAD cuando de mí te alejabas en aquella noche fresca. La soledad es una aurora esperando con reservas mis preguntas. Te vi flotar en el aire, Es como el azar. saltando de piedra en piedra, Una estrella de bondad, con tu risa silenciosa un rincón de enjutas hierbas. juguete de las estrellas, Cuando llego de la montaña oteando la ternura: me dijiste: la soledad arde en fiebre, «¡hasta mañana!», levanta sus brazos abandonada Con tu voz suave, queda, a las aspas inmóviles de las espigas, lo susurrabas tan bajo rumorosa en un caracol, que era un tocar de trompetas, delirando por la triste tristeza martilleando mis sienes, con mustiedad de alga y el rostro amusgado. y mis ojos como hogueras, En los días siguientes (para no morir tal vez) abrasaban tu figura devoraba arbustos de cerezas, y quemaban tu silueta. hablaba en las quebradas del viento con ojos de ternura Tú ignorabas que así y en los escombros de un viejo olmo te mirara. rozando las sombras. Hoy sin saber por qué vuelven a mí los recuerdos... no sé si la luna... HERMINIA NARANJO HERNÁNDEZ, canaria. de o la noche de encajes hecha. su libro Ecos del alma: Te siento en el aire, te veo por la pradera, NIEBLA flotando estás ante mí ¡niebla!

En penumbra la casita recortaba su silueta.

51 CAROLINA NIÑO PANTOJA, colombiana. De la CARMEN NOEL, española. De La caña y el ven- antología Homenaje a Federico García Lorca por daval No. 22: Silvia Rúa Luján y Raúl López Ibañez (Pegaso Edi- ciones, Argentina, 2000): Yo sé que harás que la noche PIANOFORTE se columpie hasta su vértice y que vuelva. En la columna Si no es por ti, la luna inyectó su simiente ¿por quién será que se desnude el alba? Cuba, España y Nueva York fueron testigos Yo no sé qué metal partido desde su centro unas migajas de sangre en las raíces del sueño he visto brotar a gotas sobre tu llanto. bastaron para que la hormiga y el gusano asesino de hombres La blanca espuma de nube se hizo un caballo de mar. y el ala perdida por los suburbios de la mina y esos niños enterrados con silencios El ángel negro, bajo tus cejas, migratorios en el vientre trae caliente la mirada, despertaran con todo el sabor de bosque en la boca. y húmeda. Alza tus ojos y mírame. Mancebo adolorido por la carne de los musgos Hazme saber que el viento soy yo látigo que continúa sigue gestando sus hijos. el vaticino del jaramago No todo está perdido. la lupa que alcanza a ver la bala Si me miras yo lo sabré por tus ojos. en las escamas del árbol Allí se gesta la noche. porque me estiro en el borde de una gota Tus ojos despeinada por los siglos donde un universo entero no basta para colmarlos. y veo apenas el viso de un segundo fuerte como el relámpago ocupando los veintidós dedos que me miden y los ochenta y seis que me medirán después EUGENIO DE NORA. De Poesía española contem- ¡Federico! ¡Federico! poránea (1939- 1980) por Fanny Rubio y José Luis Han hecho una feria con tus restos, Falcó: te han disecado, te han clavado el alfiler hasta la feliz intimidad de tu sexo, El silencio pesado, te lo arrancaron la música, y el tiempo que hace ahí fuera, y en el formol ya no grita la gente de las calles con uniforme o luto, el vértigo indeciso de cielos obstinados, las cicatrices que miro en tantas almas, lámina en el lomo de una vaca muerta el sol rojizo iluminando cárceles, que ya no grita, ruinas, y ciertos muros, ah, ciertos terraplenes pero vendré, en los que se incrustaron balas tibias con sangre, ya te lo dije con mis espinas con sorpresas de sangre visitada de pronto: a bordar las bocas que no huelen a pasto las condecoraciones, las banderas, fabricante de esperma verde los hombres más providenciales, y los menos, a atracar en su tristeza la derrota de la estirpe. las noticias que no traen los periódicos, y otras interminables, infantiles, anonadantes cosas de diferente especie, me sitúan en mí, sin libertad posible, como una oruga entre batallas: no hay ojos, pies o manos,

52 palabras, violines, Enjambres de recuerdos y con los que ver, tocar, pisar en firme, miles de estrellas acechando, escuchar un latido: encantos de mármol, al combatido corazón de la vida, tus ojos sin vida. sostenerse en el lomo de ballena furiosa que revuelven estas cosas que pasan. Palpo tu cuerpo de cartón piedra Yo bien quisiera rosáceas hendiduras me hieren. hablar con voz más pura de la luna y las flores, Nada me estremece. o descifrar en versos mágicos el color de los ojos de la mujer que amo: pero ahí está lo otro, un oleaje, una salva de aplausos y disparos, FABIÁN NÚÑEZ BAQUERO, ecuatoriano. De su el mar ronco en las calles. libro De par en par:

Yo fui aquél que silenciosamente besa las rosas y contempla el cielo: TALISMÁN CINOCÉFALO pero aquí están los años enemigos, amargos de odio, abiertos como heridas, No pueden espiar por mis palabras desfallecidos de belleza aguda. encontrarán basalto ¡Aquí está el alma llena de cadenas, y un caballo desbocado. el ciego sol sobre la mar sin nadie, tanta espada de música en mi pecho! Mis ojos desnudos Mirad la gente consumiendo vida: tienen un niño desde el fin del mundo el que trabaja, el que digiere en calma, y por eso no aceptan la hecatombe el que afila las armas, el que escupe; de ese banquero pisoteando rosas. todo lo dicho y más interminable. ¿Cómo puedo aceptar esa manera Y entre tantos oficios yo soy aquél que mira, que tienen de meterse tras mis huesos? aquél de quien se pide que atestigüe y declare. Quieren encontrar fuego y salamandras la sonrisa del Grial o el llanto del verdugo.

PILAR NOUVILLAS LARRAT, española. De la re- Lo que jamás podrán beneficiarse vista Amics de la poesía No. 14: es de un eco sin pulpa de un fiel bibliotecario. No tendrán para siempre DE LA CRUELDAD DE LOS NIÑOS el talismán cinocéfalo Y LOS POETAS de un hombre hecho tan sólo de palabra. Bajo la lluvia beso, tus labios de papel, No. La vida trasciende mi costado muñeca rota, tiene trenzas de acero espejo de la locura. un círculo de uranio un cincel de fotones Deshacedora de inéditos sueños. que taladran el ojo del planeta. Me rindo perversa niña.

53 Con frío lanzallamas Entrad por sus esquinas y rayos verticales bajo los techos elegíacos de septiembre. avanzo en la hecatombe Romped toda su pena. como tranquilo minero sin luz Tengo un rincón de amable costurero con hambre para ordenar sollozos, en busca de un diamante. donde miro pasar las gaviotas cuando me invento el agua. Mientras escribo versos, navegante de adiós cruza noviembre. TERESA NÚÑEZ GONZÁLEZ . De Suma de los Tal vez al filo de la noche premios Río Ungría. Río Henares: de puntillas invada este cuarto la luz de algún reloj. Y yo busque recuerdos, HOGAR DE ISLA Y PIEDRA y para descansar junto a la leña acaricie maderas que me huelen Mi casa está donde las islas, a las alas cansadas de los pájaros. donde es otoño y las tinieblas Quizá si no sorprendo las palabras recogieron la luz de las ventanas: y el sol no llegue venid a verme. a tiempo de empaparme, mi desdicha no sepa lo que hacer Qué tristísimas tardes me pronuncian. con este gozo que me hiere el pecho. Qué crujiente limón acaricia mis hombros. Mas ahora que es larga La noche la soledad, es una inmensa herida melancólica el ojo que sube a los dinteles para amar, abre a la tarde su cinturón de lluvia y canta. y todas las historias se han quedado vacías y temblando, ¿No tiene un viento estremecido ahora que los pozos están secos el aroma que exudan los magnolios? y sólo queda del verano una guitarra rota, Y la tristeza, ¿no la oís podrá llover el frío recorrer las galerías , sobre el inmenso carro el alto invernadero, las terrazas, de los días. y deshacer Podrá la sed alojarme luciérnagas poco a poco sus vestes de uralita? en el vientre. Estallarán los juncos Entra el mar y bajará la nieve hasta mi pabilo desde imposibles sitios para envolver las gotas de rocío y asciende hacia las tapias como un pez que tirita en medio de la luna. que clausuró septiembre. ¿Quién mora estas huertas? Pero nada ¿Qué enigmática mano -perros hambrientos o alacranes, como escoba de brisa cometas que se apagan y torres derruidas- ha venido a limpiar los dientes de los árboles? podrá deshabitarme de este hogar, donde tan lejos suena el metal de la muerte. Esta es la casa, plantada de jacintos y verbenas. Desnudadla.

54 ENRIQUETA OCHOA, mejicana. Tomado de la re- NACIMIENTO vista Universidad de México No. 556: Venimos de atmósferas veladas. Tibiamente nos aposentamos ÓRBITA DEL TIEMPO en el estanque luz verde tierna del vientre materno. EL VIAJE El relámpago con que salimos a la vida es un resorte de espanto Éramos sólo un átomo que arranca el desolado grito disparado a la deriva al entrar al mundo deslumbrante del ruido. desde el pulso de Dios. Exhaustos, pero inabatibles, Éramos el compás inalterable recogidos en nosotros mismos, con que palpita el universo. recuperando fuerzas, distendemos los sentidos; Fuimos fuego, sólo se pide dormir, hidratarse, el agua que nos apagaba, sacudirse el plomo del cansancio. el aire batiendo la luz. El sueño es una fina música, En los infinitos océanos del misterio un silencio de oros diminutos el viaje se iniciaba. donde tibios rostros de ajenos orbes Arrastrada por el viento nos visitan; iba la simiente en vísperas se puebla la sonrisa de una leve sedosidad. que en un instante dado Los mayores no entienden el enigma, desalojó la atmósfera porque se ha borrado la huella del viaje y principió su travesía de millones de años. en la memoria Cruzó constelaciones, remolinos de sombra, se ha roto el cordón de luz que aún ata nebulosas. al recién nacido a otros mundos. Recorrió los ciclos de las edades y fue la tortura quieta de la piedra. INFANCIA Pobló de algas marinas los rastros de la aurora; Danza la luz en la blancura. fue manto de yerba azul, helecho, tronco Los ojos son el puro deslumbramiento. ramajes navegando en las alturas... Oscilan entre la gracia del asombro instintiva criatura; y la curiosidad despiertas. toda esa amalgama que se pliega Por el tobogán de la inocencia, en los estratos de la tierra, los días se deslizan. hasta que una lechosidad cristalina Bruscamente nos detiene el golpe seco llenó la bolsa fetal de una palabra, donde fructificó la esencia el entrecejo de una autoridad, y nació el hombre. la tira de una regla que mide y que deforma. Se le impuso la verticalidad le desdoblaron la memoria El no, el sí y fue la mañana de nupcias el sujetar la carne tierna entre el tiempo y el espacio. con el cinturón de lo establecido. El blanco copo de flor que somos El hombre palpitaba se viene deshojando, como un follaje tierno. mientras nos anudan ciegamente Habíamos, al fin, realizado el viaje. los finos pies al centro de la Tierra.

55 ADOLESCENCIA Los hombres trepamos el risco de la existencia plantando en las alturas la bandera Voy deshojando sueños nos arremolinamos para la noche de la Creación. sobre la hierba descalza Nos perseguimos atropelladamente de una adolescente. nos encontramos exaltándonos en el frenesí. Invulnerables al tiempo, Es la hora de la indagación, ajenos a la muerte. de la magia sorpresiva, del desorden en las filas hormonales. Pareciera que en un tramo de mar se repitiera La hora del músculo fértil la noche de nupcias de los calamares. y el ondulante paso femenino En su danza de luz en que una turba alada los calamares cohabitan, desovan, asciende las escalinatas del primer amor. cubren con sus cuerpos la vida Entonces, oscuros laberintos embrollan los senderos. de sus futuros vástagos. Así nos derrumbamos por el golpe Los hombres, ávidos, de una decepción temprana. nos perdemos en un fulgor alucinado. Y sin embargo, Es orgasmo el poder, la ambición, el cuerpo en celo. Nunca serán más bellos los paisajes, Vamos cegados tras el resplandor la luna, la comba nocturna goteando estrellas. que nos permita ser, Esa vital pulsación saber que existimos nos conduce por las aguas de lo exaltado. entre la caverna marina de unos muslos, De este mar emergen las palabras «Siempre...», en el redondo abismo de una moneda, «Nunca...». en el pedestal del poder: Todo adolescente toca la entraña del misterio asiento de efímeras luciérnagas. porque se alimenta del amor. Los rostros son un continuo cambio, MADUREZ son la ansiedad, el desafío, la locura, el inefable gozo, En esta hora grave el rostro mudable de los días; en donde mece el viento las dunas de ceniza, las temperaturas de la noche, la mañana estamos en muchas partes, y el atardecer juntos. grabamos sobre la piedra de la descendencia nuestro signo para no perdernos; Nadie sufre tanto como un adolescente, imaginamos, retrocedemos confundidos nadie alcanza mayores raptos de alegría. lloramos sobre la cicatriz del tiempo. Son la médula que corre por la espina dorsal Ahora nos preguntamos de la existencia, ¿con qué equipaje llegaremos la luz arrodillada frente a la flama y hacia qué puertas? de la esperanza ¿Qué tren nos llevará, a dónde? porque el adolescente siempre sueña, Desfallecidos, desde la ventanilla, sueña, sueña. miramos correr la llanura de niebla interminable. Nos asentamos en torno a las últimas pavesas

EDAD ADULTA a calentar el ánimo dolido, luego salimos a campo despoblado Flamea el verano su encendido aliento, envueltos en la frazada de esperanza revienta la vida en el centro de los frutos. y vamos recogiendo estrellas como espejos Oh, edad adulta, abriéndote paso para mirar en ellos el recuerdo a codazos por entre las multitudes. sabemos que alrededor de nuestro cuerpo ¡Cómo trasciende tu vigor! está el halo temblando cada vez más pequeño

56 y nos recogemos en el horizonte EDUARDO OLEA MORENO, chileno. De Anto- para prender fuego logía de escritores aconcagüinos contemporáneos a los últimos jirones del atardecer. por Andrés Morales: Permanecemos con el oído atento pegado al muro de lo desconocido que se avecina ya. CANTO A CARIÑO BOTADO Cercados por las púas de los años, tersamos la textura de nuestros actos, Hito de corvos y espadas surtimos las alacenas del alma con premura, en los faldeos andinos para los días aciagos; cuando en Cariño Botado nos ungimos de aceite generoso la cueca pulía espuelas ante la inminencia del avance y el grito de los patriotas mientras el ocre de la soledad hacía ondear los pañuelos pinta los muros y las ramas crujientes y el Orto se estremecía entran por las ventanas al galope guerrillero. con su brazo de hojas incendiadas. Chasquido de besos tenues VEJEZ trepaban cumbres de estrellas y en la noche reventaban Hoy los copos de nieve caen la sangre de los claveles, venciendo el resorte de las articulaciones. salpicando de arreboles Corro hacia el rumor de un jardín lejano los abismos, los caminos en donde amanecían las flores nítidas y el corvo de lengua fina del ciruelo, cuando la infancia... mordía carne extranjera.

La vejez tiene un aliento de harapo perdido Tertulias de otras edades en el ojo vacío de algún páramo. iluminaron sus ranchos Aquí se redondea, sabiamente, la quietud mientras la luna bailaba y bajo esas altas bóvedas sobre el agua del estero. oramos, Piafar de caballos broncos, porque la soledad es arisca, risas, voces de guerrero, muerde, lenguaje fragante y fino arranca el pedazo de vida que nos queda en labios de las guitarras y lo sacude con su gran hocico, y la mistela encendiendo lo triza con sus garras su antorcha de fuegos nuevos. y uno es tan pequeño, tan desvalido en esta hora ¡Ay! Mi Cariño Botado en que se extingue la mirada, en tiempos del guerrillero se difumina el contorno de las cosas, en que la Patria lloraba en que tiembla como junquillo endeble sobre una cruz de romero! el sostén de las piernas, Y había huella de rosas en que el dolor y el frío hienden los huesos de Rancagua hasta Mendoza, como cuchillo de sirena ululando en la niebla. heridas de sangre fresca He aquí cómo regresamos en las miradas patriotas hechos un andrajo de la gran contienda buscando en las altas torres limpiando con lentitud nuestra ancha sombra, su bandera de esperanzas. rompiendo ligaduras conscientes de que ha concluido Y fue en Cariño Botado este ciclo de obligada línea. donde estalló como un trueno

57 la voz de Manuel Rodríguez: FELIPE OLIVA ALICEA, cubano. De su libro En- portador de buenas nuevas: tre tus piernas:

"Ya remontamos las cumbres BRUJA argentinos y chilenos... Libertad, dice la espada Solitaria desde el monte a la llanura. con el cuerpo deforme Libertad, escribe un ángel por el peso de las frustraciones en la comba de los cielos. la bruja de la luna negra Libertad, dicen los remos prepara su última hechicería de los rabiosos corceles". en la inmensa taza de la madrugada.

Viejo Cariño Botado... Escarabajos qué roncas voces de bronce inconfesables sueños obscenos. tienen tus voces antiguas, Lágrimas de escorpión y qué felinos los pasos zumo de estrellas exprimidas de tus morenas mujeres en la desfondada vasija de la melancolía. que beben rocío claro Rosas machacadas para ambientar adioses. en esas copas de antaño. Fuegos fatuos cosechados en la irrealidad de los cementerios. Hoy que recorro tus pasos Un manojo de octubres buscando huellas del tiempo... inflados en un sapo sin suerte. te dejo, ahí, mi guitarra, Doce plegarias por lo bello. mi lazo, espuela y chamanto, Cuatro pelos de gracia eterna un gajo de Nomeolvides y orina de recién nacido al Rodríguez guerrillero... componen su menjunje afrodisíaco. mi corvo de duro filo... la espada que me dejaron Obsesiva y virginal la heredad de mis abuelos. la enigmática bruja de la luna negra bate su desconcierto de mujer Que el clarín del ventisquero, mientras siente el amor arrebujado en la historia, atisbándola vaya extendiendo silencio desde el campanario de unos ojos por los picachos andinos; que doblan a muerto. y que en Cariño Botado, terruño de mi provincia, el viento lleve en sus manos espada de luna y hielo ALEJANDRO OLIVEROS, venezolano. Fragmen- porque en la noche se escucha to de su poema tomado de Antología de la Poesía His- a Rodríguez guerrillero. panoamericana Moderna , II (Monte Ávila latinoa- mericana, Venezuela): "Libertad, dicen los montes, los caminos, la montaña... y en la cima de Los Andes, FRAGMENTOS I-XXV Libertad, canta un lucero". XIII A lo largo del valle florecen las últimas copas del verano: varios samanes,

58 algunas acacias y su presencia es semejante; y un apamate tardío. así somos y dejamos de ser, en la mirada y el recuerdo. Con la lluvia volverá el verde a los cerros y campos calcinados. JOAQUÍN OLLERO. De suplemento Árbol de fue- Inundaciones y sequías go No. 199: se suceden mientras pasamos con la memoria LA CORZA RÚSTICA amarillenta en los costados. 1 Y regresan las aguas De aguas que reflejan y estamos de nuevo la primera luz de la mañana en Caicara y Maripa beben mis labios. y los grandes ríos En la bella aurora de rocío, se ensanchan mis pasos sigilosos, con la bruma negra por sendas que conducen que desaparece a bosques de hojas recortadas. en las orillas primitivas. Asciendo a las haldas del momento sagrado coronado de nieve. Un año después, los reflejos del Caura II nos hacen agua El sol me ama, y barro y espeso follaje. entorno mis ojos heridos por tanta luz. El asombro es el mismo Sé que tú me amas, sol. y diferente. Un año después son tantos años y ninguno, Soy la graciosa corza doce lunas una sola que sube a la tierra más alta bajo el cielo rozante para sentirte. de las aguas silenciosas. Como la flor llamada de nieve, pero que es amada Hemos así contado con rayos de tu luz. el paso de los astros, Soy el agua que salta y ahora la sangre del cordero con ímpetu de roca, alumbra lentamente el agua que se adentra la sabana y su carne en el abismo de luces irisadas. es propicia sobre Me hice de tormenta, la leña del manteco y ahora silenciosa camino y el humo hacia la luna como la princesa de las nieves. en creciente es celebración que surge de la muerte en este espacio de piedras sin edad.

No aparece esta vez sobre las ramas el martín-pescador

59 PEDRO DE ORAÁ, cubano. Dos ejemplos, el pri- En fresco y transparencia confabula la aurora mero tomado de su libro Umbral: sus tules inminentes.

PASEO De la antología Poesía Joven de Cuba por Roberto Se encienden las primeras luciérnagas Fernández Retamar y Fayad Jamís: en los bordes del terruño somos el fuego fatuo que prorrumpe en distantes quietudes LLUEVE y recorre la boca pespuntada de la costa. Ha cesado la pesadilla de lo reemplazable Pronuncia el trueno, acaecimiento, decrece el todavía llegamos trama del cielo imanta la bahía plagada de aerolitos inmóviles, la reciente penumbra interrumpe el cuarto, vibrátiles. y la paz simultánea, incierta, la luz nívea, Es la hora sofocada por otro crepúsculo trueca esa acechanza, despide las auras, hacia la noche única reúne el temor del polvo en aire redondo, penetramos la inocencia terrígena en triste irremediable desamparo. de la ciudad desconocida nombrada en vecindad, Pronunciamiento de las aguas, escuchamos las perpetuas narraciones ya coral abismo vuelca su garganta, de aquel río para aquellos puentes inicia la contaduría en el turbado alero, que llevan a sus puertas. cuya lengua volada bébele el tiempo, Pisamos en firme, salvamos la raya de tiza el frío recuerdo de su ruido. de otro sueño el punto de transición de la aventura. ¡Ah, desnudez, trama extendida, Nuestra algarada desflora el aire de barriadas y la suerte pavorida del rayo crucial, dormidas, toca los aldabones, su borde en el instante en potestad lumínica, escupe las ventanas abiertas, sube a las tejas y el incipiente río sumiso, agobiadas de sol y de luna provocado de especies en destino mínimo! y esa uña plateada sobre la techumbre, ese ojo insomne de los altos ramajes, Afinan su grisado juramento en mi alma, salta lentamente la desmedida bóveda, establecen el templo, se hunde su nevado guiño en el opuesto ¡ah, templo de las aguas! extremo del horizonte. La madrugada asperja su agua fina, Desde qué rostro, lejano y desmedido, se aguza el asombro, tanto cruel descendimiento. el deseo divagante, Total, plateado, transido rostro, exploramos recodos taciturnos, hondonadas en los rizos del río cuchicheantes, arrastra los sollozos, callejuelas que dan al final de la realidad abandona el espejo débil de la mirada. y la mentira. Daoiz y Tirry soplan al oído el instante La siesta encima su pañuelo, y el absurdo impensado de nocturnidad, procura el lecho de pétalos polvosos, la pantalla risueña de la cafetería en lo oscuro hojas humadas, persiste contra el relente, el destinatario de cegada flora y tierra láctea. estallan sus burbujas tardías, las fauces del prostíbulo vomitan el linaje Sequía fina, inviolable, de los defraudados. el rasgo del huyente pico declara su tensión desértica, y el guarecimiento de las testas ínfimas su llama.

60 Imperiosa nada, tanda insombre, llenando el mar, una morada de palabras traza la densidad en confusiones, pompas y destellos, y la espléndida explosión de la orquídea los palomares de pared crispada en el filo de su violáceo amanecer. consumen la ebriedad del castigo, y en sus cuencas magras Tuve el privilegio de ti. De tu fluir y de tu talle penetra el silencioso instante. como un trazo de sándalo y arco. Tu voluntad de metal y la imperceptible impresión Ardentía festiva, si al licuar sus pliegues de bajorrelieve de tus manos en el aire. la niebla febril asciende, y sus grietas despiden Una certidumbre, un desplegar, la ceniza augusta, la remota suave transparencia. una aleación de lo tierno y el coraje, como la cálida y honorable campana de tu privilegiada resonancia.

MANUEL ORESTES NIETO, panameño. De Anua- rio de Poesía 1994 (UNEAC, La Habana, 1994): .LUAN OROZCO OCAÑA, español. Dos ejemplos, el primero de Ronzales para un destierro: EL CRISTAL ENTRE LA LUZ (fragmentos) IV FIGURA DE TIERRA MADRE Descansa también esta noche. El día vendrá de relevo Triste te levantas, figura indomable, y apagarás la lámpara. fiera como tú sola contra el negro de la noche, Hay suficiente bálsamo como tú sola la selva entera; en las botellas y agua en las cantimploras. y en la selva chisporrotea De la piel y el hilo haremos tus zapatos un crujir de dientes mutilados, para el polvo. Será como partir. heridos de tus ojos que ahora sangran, Como recordarse con los años. dolidos de tus manos De tus diamantes los mejores se cortaron que en el corazón del día tiemblan de tus lagrimas. Y de tus adioses y se hacen trizas al rozar el cristal de ese corazón, perdurarán, sobre todo, las instrucciones que se derrama por tus manos, para el viaje. entre escombros, y tu espalda.

Descansa también este día. Caída en tierra te desatas, La noche vendrá a cascadas moribunda de piedra pómez y arenisca; y las luciérnagas seguramente estarán allí. (¡Animal acosado! ¡Canto que rueda: España!). De los millones de estrellas escogeremos De un salto te levantas y de pie te lanzas un astro guía y de la luna el entorno a recoger los trozos astillados y juntarlos: de su espesura. Será como seguir. ¡sola, sola por la tierra entera y llorando! Como proponerse lo cierto. Cosimos a tiempo tu sonrisa en la transparencia A través de los días y los años, y la bienvenida en el pecho a través del surco que el viento ha labrado de quienes te aguardan. en tu rostro mutilado y mustio, desollado no menudo entre las manos. V Por entre el viento deshuncido de las estaciones, Tuve el honor de tus ojos . Dos documentos impresos cansado de dar sueños de desmantelada sangre, donde pudo leerse por siempre desesperado y harto de gritos infecundos; la coronación de lo vivo. de dar grandes bramidos que son cortados Un enjambre de estrellas, una bandada de gorriones no más llegar a juveniles formas de muchacho.

61 ¡Como grano, como obliguos nuevos árboles Tú que bañaste tu piel con la sangre de los tuyos son cortados! has llorado tanto, tanto y tanto sus exequias ¡Como cosechas derrumbados, en muda balada esbelta sin voz ni palabras... como enteras ciudades llameantes! ¡todos eran tus hijos! Hijos que fueron cercenados, obnubilados, bajo este tórrido sol Y tu vientre seco y mustio. que nos consume ¡Agarrotado de entregar carne a la tierra igual que a ráfagas tristes al tercer encendido; hedionda y petrimuerta, espera! y nos descubre, que en término no somos nada Lleno de nada y vacío de quimeras, más que un ridículo átomo sueña indolencia. en la vastedad del infinito, una ceniza apenas hacia la noche hambrienta Tú, sólo tú, moribunda de piedra ; tú sola, donde perdernos como náufragos inéditos. sabes de ese dolor que te atormenta y calla en penumbra opaca y malva que no habla y quema Así, tú, figura indomable, ¡España!, y te desgasta. Tú, tú sola y tu entumecida carne, Recortada sobre el ciclo indeciso de septiembre, y tu tierra callada que no dice sepultada, nos recuerdas, desaparecidos para nunca más volver por los años inmensos, sepultada, a este campo de batalla diaria sin memoria sin copas, sin alas, por el que damos la sangre y hasta la médula. atada de redes diversas que te atan la sangre dolorida del cansancio. Dolorida de la espera y su agonía, de todo tiempo en vilo, expectante y en sospecha: De su libro De la voz humana: sendas de luz, cami- ¡es tan grande el dolor, que te dejó muda el alma, nos: tan espeso que no deja de correr sus aguas GAVIOTAS en lágrimas! Blancas gaviotas cabalgan por el cielo, Tú, animal acosado por los años, en tropel, al son de un bajel constelado. tú y todo el peso de tus hombros Como hoja al viento, su pausado vuelo que se desvencija desde tu espalda corva rizado, igual que lucero amado, ¡amado! y mancillada; que se llega a las veredas reales Batir de equilibrio, equidistante anhelo, y en ellas levanta la vista a la distancia sereno al claro mar y al viento soleado. esperando un extraviado ángel de tu cuerpo; Flecha de nieve , proyectil de pétreo hielo, una esperanza en fin, remota de madre. transparente disco etéreo y blanco alado. Un minúsculo hilo de tu sangre que se regrese a los brazos, y en ellos, incruste su holgura extraña ¡Al viento sois, oh vosotras, oh dichosas! para no volver ya más Al viento de todos los mares sagrados, al polvo del camino sin mañana. como nubes pequeñas y vaporosas.

Tú, ¡canto que rueda -rueda que canto-!, Y en vuestra vista, cerca el perfil deseado entre los triples días del pasado silencioso de las costas firmes, sólidas, calmosas: donde el fuego deliró entre los campos, ¡sois señales para el marino cansado! arrojó el estiércol gris de los erizos blancos como velamen fúnebre de barcos surcando cielos, surcando el luto y el llanto en todos los espacios; de Norte a Sur, por tus hijos derramados. De Este a Oeste hasta la carne de tu carne que surcó el lago del olvido hacia la muerte.

62 JOSÉ ORPÍ GALÍ, cubano. De su libro Atravesan- ERNESTO ORTIZ , cubano. De la revista cultural do el río del infierno (inédito): Cauce No. 1, año 4:

FÁBULA DEL CIERVO EN LA MONTAÑA CAFÉ COLOMBIANO

Cuando tuvo sed Al fondo de la taza, le dieron a beber sólo vinagre tomando café, una tarde, y arrastrando piedras con su pecho herido creí de pronto ver la luna llegó hasta el monte. (en cada ojo afiebrado multiplicada). Eleggua le abría unos caminos O era una várice de porcelana, pero una parca le cerraba otros. la huella de Armstrong, Cuando quiso cantar la cal reciente -húmeda- en la tibia tumba, le clavaron espinas en la frente la última mejilla que besó el Emperador de China, y ángeles pervertidos era la hoja en blanco -doncella y temible- ante mí, que hicieron el amor sobre su rostro ante Mallarmé (una cara del dado); lo dejaron ciego. o era el cráneo cándido Una noche interrogado por Hamlet, el frasco más allá del cansancio y la derrota que Julieta apuró, la de núbil ardor; descifrando en el cielo o es que imagino la pasión las señales que van junto a los astros en la mirada degustando, la complicidad vio a Dios y le confió sus versos: de los sabores fue dueño y guardián del laberinto (los cuerpos quietos, contenidos, donde se cuecen los secretos haciendo sólo el gesto de quien toma su café, filtros de la eternidad. tranquilo). Pero quedó definitivamente solo. Sin más resguardo que su poesía. Veanlo allá. Ahora canta una canción sin espejismos. CONCEPCIÓN OSORIO , española. De la revista Ahora sube como un verso de luz Artistas del Vértigo No. 8: la sagrada montaña de los dioses dispuesto a enfrentar la soledad y el viento. LA LLUVIA SOBRE TUS O.IOS Poeta tú que bebiste No presagia un desgraciado fin, la sangre majestuosa del ensueño roca insoslayable, ante la adversidad y alzaste al sol de un andar inseguro, al unísono, tu desnudo cuerpo sin edad, sincopado en silencios. No anuncia piensa que hoy la fase oculta de una luna de miel, en este mismo sitio vergonzosa mirada, quebrada hojuela donde la tierra cubre tus dorados huesos victoriosa, apenas degustada con pasión. crece una flor Tus párpados se estrellan contra lo posible, que abonan los deseos divagar entre orillas desamuebladas, para aplastar la muerte aceptan el bautismo de fuego en la derrota, contra tu corazón de ciervo. tornasoladas gotas, rocío nutricial, visten el cuenco ácido del labio, ansían la profundidad donde surgieron, el contacto perfecto del ojo y de la luz.

63 LUIS OSSA GUAJARDO, español. De su libro Alzo ELIO OTINIANO MAURICCI, peruano. De la an- la voz: tología Trinos y aleteos de Chilalos por José Guillermo Vargas: BARCA DEL SUEÑO NAUFRAGIO Hermanos, yo anhelé bajo este siglo fatigado, en la barca del sueño, para mis labios sedientos, Después de cabalgar mucho sobre el lomo del tiempo una cálida canción. venciendo soles y soles bajo a esta corola finita y taciturna Era dulce el trino en mi huerto, poblado de lúgubres y congeladas distancias el lauro ceñía mi frente, sin ánimo para cortar las superficies vestidas de gris la aurora besaba mis pies. ni las flores muertas que empañan la voz. La luz flota en un pantano de mariposas oscuras Los pájaros sus nidos eternos tejieron y a veces se hunde como un pez calladamente en mi sangre. hasta el centro del silencio y la angustia El limonero entregó su canción. o llora interminablemente como un barco que se hunde. Quise refrescar al mundo en su abismo de horror. Miro las gastadas olas del mar desvanecerse como un débil sueño de vaporosas nostalgias Es dura la piedra en la tierra desierta. mientras cae la bondad Al hórrido beso de triste mascarada o los colores de la tarde sin ojos van las sombras conducidas furtivamente. ya sin pulpa para hacer vibrar al metal.

Llora el universo; Eso me duele el alma que no vibra, una mortaja vierte. me duele mucho como ecuación filuda y cósmica sorda al piano del alba que toca en las ventanas. Bajo los arcos duros... Por eso muero resistiendo el barro de las horas vi pupilas de acero. la estatua de viento de un pan adolescente y la cuchara oxidada sobre un plato de sombra. El hombre es un lobo en el desierto, un águila feral de ágil vuelo; hosca carne que la envidia hereda. MANUEL PACHECO, español. Dos ejemplos de su libro El cine y otros poemas: Venid y arrojad conmigo esta sucia miseria, LA YEGUA BLANCA la turbia palabra y la mirada obscena. Venid y arrojad conmigo Cae lenta el orgullo que a la tierra ha nutrido, sobre la yegua blanca la ascendente lujuria la nube negra. y estos harapos fieros. En las entrañas de la cueva, en el hueco del humo, en las quijadas azules de la piedra, cae lenta, lenta, lenta sobre la yegua blanca la nube negra. La sangre es como un hilo de lágrimas de estrella, la sangre es una mano flotando entre la niebla,

64 la sangre es un ejército de manos Estoy cantando el ala de una nave violeta que cercan a la yegua. que no he visto, pero tengo en mi casa estrellas repartidas, La piedra negra, y ratones de aire, la piedra seca, y mariposas de papel que caen como nieve el polvo de serpiente de la piedra, sobre el cristal de las ventanas. ha golpeado al niño indio. Algo suena en mis noches sonámbulas, Muerte en forma de manos cercan la luz del alba. algo guía mis pasos hacia el balcón El niño es una piel de pájaro quemado, donde el planeta rojo la madre es un quejido y el hechicero tiembla pone un guiño de infancia y la luna se parte sobre el juguete azul de mi poesía. como el cristal de un río: Gotea intensamente una gotera Sangre de mano oculta y los mares de Venus acarician mi frente. huye hacia la tiniebla, deja la yegua blanca, corre hacia la culebra y que la vida salte por las venas del niño. DELLY PADILLA, portuguesa. De la revista Pen Club No. 78: Por el monte galopa la yegua blanca VANIDAD con una estrella. Golondrina en estrellas ciega ¿qué buscas? Tu vida esté entre muertos y árboles de lluvia LA LUZ DE LOS PLATILLOS donde el sol se hiela y la piedra sangra y el gusano se nutre de entrañas. Anillo azul de humo, No tienes cabida en la luz nuestra, fibra de luz dormida en el espacio, son turbias tus plumas, retorcidas tus alas, círculo victorioso que refleja en sus caras por ojos llevas sombras y corcho por lengua, las lentas luces de la Tierra, miserias te abrigan, disco de una materia que desconoce el hombre compasión te prestan las tumbas heladas. y que gira quemando música de colores. Regresa al misterio con tus esqueletos, te darán refugio en un nicho abierto. ¿De qué color de vuelo tienen el corazón Golondrina ciega. los hombres que te montan? ¿Vienen hacia la Tierra para sembrar en sus cloacas los jardines del alba? ¿Vienen hacia la Tierra a detener el crimen, JUSTO JORGE PADRÓN, canario. Dos ejemplos la injusticia y las guerras? de su Antología poética (B. B. Canaria No. 40): ¿Vienen a poner en el corazón de los hombres la paz, el pan y la libertad? ORIGEN DEL ASOMBRO Estoy interrogando el color de un sonido, la estela de una estrella de cristal, La deseaba bella como un hacha. los círculos del viento Tan firme como el pedernal o el arabesco que hacen las hojas del otoño para que fuese altiva, inquebrantable. al caer sobre las frentes de las estatuas. Siempre la imaginaba aparecer

65 cuando la presentía en la quietud. Templo, sí, isla tú, astro primero y último Y no sé cuántos años tuve que ejercitarme surcando el oleaje del espacio en el hábito extraño de una insólita espera. en la luz augural del universo. Allí estaba de pronto tendida entre las hojas. ¿Acaso no es verdad que eres ahora, Viva, deshabitada, en tu hechizo entregado, el júbilo y su música, sola como al principio de los tiempos. el fértil movimiento de este inmenso designio? Oí su corazón hiriendo el aire, sonando por mis venas hasta casi estallar Tu claridad me enlaza, me inclino en su corola. la piel entera de mis sueños. Soy parte de tu fuerza, ascua tenaz de un fuego Y deslicé mis manos por su cuerpo, que nace en tus orillas sosegadas, mis ojos se bañaron en sus labios. en tu inquietud perpetua consumiéndose, Sin embargo, no pude despertarla, encenderla. sumándose a tu sangre desde esta voz en fuga Imploré ante la noche. que palpa y huele y vive y ama y canta Sólo la desazón del silencio crecía. la alegría de ti, tu ser entero. Caí exhausto, vencido junto a ella, y entre un sopor de sombras escuché Sueño en tus piedras soy, y en tu mañana crezco. un atronar de cascos por la fría llanura. Isla que me une al Cosmos, Desde las nubes, desde la rosa de los vientos, imán que acerca todas las fronteras, desde los claros mares coralinos, aquí tus manos, tu aire, tu mirada, desde los perfumados bosques de las estrellas, tan dentro de los ojos de mis horas desde lo oscuro indómito, dándome estas palabras que me crean. resplandecientes , libres, hermosísimos, venían galopando hacia mí los caballos. Para calmarlos apagué sus crines. Até sus largas colas a aquél cuerpo dormido, RAMÓN PALOMARES, venezolano. De Antología y en su sexo de sombra una hoguera encendí. de la Poesía Hispanoamericana Moderna , II (Mon- Nuevamente prendió el fuego la inquietud, te Avila Latinoamericana, Venezuela): la sed de vértigo de los caballos. Y cada uno, invocando sus orígenes, LA CASA se dirigió hacia su destino de aguas con un ímpetu tal que, lentamente, Eternamente advertidos: al desplegar sus colas, despertaron no permanecerías más, casa. aquél esbelto cuerpo. No tendrás más tus horcones en tierra. Y como árbol de luz, No estarías como asentamiento de tierra. una fuente desnuda o la única mujer erguida frente al sol, La casa estaba girando, girando, así se puso en pie por vez primera igual que viento: mi palabra. cargada por aves. Por las rojas gallinas, el gallo de cola extensa y azul, ISLA DEL COSMOS las perdices mínimas en la hierba, los cardenales de encanto. Soy yo el papel, la blanca llamarada Toda removida la casa. que te incita y te otorga el oído del mundo, Desprendiéndose de la tierra, ese pequeño oído tuyo en el que percibes subiendo, con alas, con vuelo. y sueñas su grandeza, su entorno desplegado: árboles, mares, soles creciendo en sus laderas Y lentamente, igual que alzada por un bebedor. con un fervor unánime que a todos nos alcanza. Su techo dando al muro del cielo, sus paredes para el límite de la luz.

66 Igual que de una mujer del roce del odio? arrancada de su asiento por un jinete celeste. Los extraños abrirán la puerta, Contra los rayos, la de aldabas brillantes. hurgando hacia arriba; Penetrarán. bella en su vuelo como si se asentara con lentitud. Allí la casa. Allí, huida. Halada por las aves Más triste que el humo de los vestidos huye. Sus piernas más nunca aquí. del desposorio quemados por el viudo. Asciende, ligera, cruzando el sol, internándose como un cuchillo, Y de bandeja lanzada al aire, como la piedra que rompe las telas al día. de copa arrojada, Extraños penetrarán a su zaguán, de pocillo alzado para tomar, pero si palpan sus piedras se volverán perros, la casa de antes, arrastrada por las aves, si se toca su zócalo se tornará sangre. halada por otro poder, Los extraños, vestidos de telas primorosas, subiendo, subiendo, subiendo. con amplios ojos para abrir las gladiolas, Pero todo estaba advertido. con sueños para desenterrar las monedas allí habidas. Todo previsto. Pero las cortinas de la sala estarán quemadas, azules de sombra las rejas. La casa se fugaba Ni una rosa fresca. porque la casa era para no tenernos. Ni una violeta dulce al corazón. La casa para la huida, la huida de siempre. Como una carrera. Como inventada Sus techos allí, detenidos, en las frías estrellas, para desilusión. a la llegada de los inviernos; bajo lluvias o sobre los caballos de nube. Como un polvo que atraviesa con esplendor Las aves detenidas. e ilumina, hecho palmas, a la media noche.

No ríe. No ama la noche. Las gentes Huye. Arrancada. no comen allí. No están de protectoras. Llevada como un palio en lo alto. Antes era un lago. Antes era No son las aves. un amplio patio para jugar. No son las estrellas. Donde se reía y lloraba. Sus matas están cubiertas por trapo oscuro. Y tampoco se asentará más allá. El altar está sin velas. Todos advertidos: ¿Qué fue de aquellos ojos, aquella mano se va la casa. Huye. velada tras la celosía, encubierta por amor No estará más asentada en tierra. al extraño, echada después al olvido? Es igual que humo. ¿Qué fue de aquel jarrón de regalo, Cruza, extraña al peligro, transportado desde tierras de otra maravilla, igual que una lanza tirada para siempre, cubierto por temor a su pérdida? fija en el vuelo hacia el blanco; la casa que huye ¿Qué fue de los domésticos? como un esplendor hacia otras noches. ¿Y el calor de los fogones, las llamaradas cuyo gasto hizo algún claro del monte? ¿Qué del azar allí corrido, jugado allí por fuertes y hambrientos? ¿Qué de los esplendores, de los asesinatos de la pasión,

67 ESTRELLA PALOMINO RUIZ, española. De la el crujir de sus aletas. revista Arboleda No. 53: Caballo o pez, yegua entre aguas y arena. La ciudad es el charco donde se refleja. Ciñe el corsario su figura, FRAGUA DE AMOR SINCERA santuario ha hecho de su presa.

Hay un toro negro que se mira en el agua estancada, sus ojos con los del lagarto FRANCISCO PAMPLONA, mejicano. De su libro lagrimean y de resucitar no dejan. Aproximaciones: Me han mirado y sus miradas se van al cielo, caricias que suben lentas, se han invitado buscando caminos, EL VIAJE donde hallar perlas frescas. Serán blancas y claras como la luna, Yo que no quiero pensar en todo lentejuelas en sus labios que son finezas. pienso en nada Plata y luna, perfil de fortaleza, (¿y si pensara en algo de qué serviría?) abiertas las alas de sus extensas cejas, Pienso en los ventanales que dan en mí un recuerdo donde seguridad privilegiada de hombre y hembra un fruto, miro el girasol , veo la luz de antes. procrean en sus lineales pertenencias. Doy una vuelta sobre mis pies Su nariz mojada se perfila en el agua para ver la infancia perdida que por fin amo y la luna enseña toda su cara y mi ciudad -la veo-. para ser ella el pañuelo a donde el toro se seca. La mira y la besa. A veces sueño sin saber qué supe Levantando sus astas echa a volar peces con aletas. sueño lo que a veces creo Mirándole tan cerca, lo que termina siempre por dejarme al mundo quiere invitar. Desnudando sus ojos, (siempre termina por dejarme). piedra y hierba. Yo sueño pavorosos médanos Este cortejo tan noble que rubrica en la naturaleza. barcos que van de lejanía en lejanía ¡Esa piel dura y compañera! buscando un sol ¡Galopa como un caballo una luz en esta oscuridad y se contonea como una estrella! Hay un brillo en su mirada y soñando en lo que pude ser pienso que me llena de fortaleza. en lo que pude soñar Bronceada está su silueta. en lo que debí amar despierto Junto a él corren y chorrean nuestras chorreras porque el amor en mí decía y el cortejo, sin oprimir lo deleitan. en mí dejaba su luto, el miedo de morir. Al mirarme descubre mis flaquezas y comienzan de nuevo ¿Y por qué he de terminar aquí bajo esta ausencia? a enamorarse en imprevisibles saetas. Quiero arrancarme los ojos y tirarlos al mar Negro terciado, sudor de perlas, al universo donde florecen estrellas donde el amor se esfuerza arañarme la piel para quedarme en carne viva en llenar de savia sus piezas. para sentir más este calor que ahoga Bendita razón me lleva, para que mis vísceras sincera me conduce y vive el arte y me festeja. fecunden un límite en la sangre. ¡Compañera de sutilezas y perpleja! La luna vive y el toro la revolotea. No deseo despertar Tan cerca del charco anda el ave la luna es hermosa que se oye en un ventanal con rocas doradas como soles.

68 La luna es el amor porque bajo tus poros me sacuden y la sed los relentes que bajan del desierto; y es hambre de seguir, de continuar ahora. porque el calor de Saggarah me abruma La luz de luna se derrama en mi saliva hirviendo bajo tu lacia cabellera sucia; regresa a mí, soy uno de sus puertos vuelve a la frontera que soy porque me brama tu silencio de ahora cuando me duermo y ardo bajo las oquedades de la sangre, siempre regresa a ver las ruinas y tu sangre atropella mis arterias los alambres quemados de mi sueño. de tan feroz aún.

No quiero pensar en todo Por todo esto y porque todavía; sólo en ti para tocarte, morder las aristas porque desde el adobe hiciste piedra los ángulos filosos de tu piel, amarte y de lo horizontal una subida por lo que nunca pude ser soñando para tus pies de tigre; por lo que fui siendo mientras el sol regresa. por las aristas de tu tumba que subo con la mirada tramo a tramo; No quiero darme tregua por la cima que el sol corroe ; porque porque en verdad (¿la verdad, la vida?) lo escrito ya está hecho; Porque estoy solo en este viaje porque siento como un árbol lo que tengo por la caliza que nos cierra el valle, y quisiera arrancarme las raíces y porque tu mirada me perdura partir al mar a verte. sobre tus limos, por la destrucción de las edades; Pero no iré, más delante está el abismo. A mi pesar, con qué palabras. por todo esto aún y otras raíces Tengo aún cigarros -prendo uno- que el océano primordial nos nutre, ya lo sé, ya lo sé y por tu amor de una mañana larga, mañana es una luz , una pequeña brasa solar como la furia, al fondo en la oscuridad del cuarto. te incrusto con su aliento que es el mío en lo más hondo de mi palpitar.

ARCADIO PARDO, español. De su libro Plantos de lo abolido y lo naciente: ALDO PARFENIUK, argentino. De la antología Poe- sía hacia el nuevo milenio , tomo II:

Por tu rostro de bruto maltratado, TRENES POR EL CIELO por la ferocidad de tus mejillas que la piedra atenúa, Después de la lluvia por tus espesas cejas de leopardo; nos poníamos a cortar a mano el arcoiris porque desde tus ojos las estrellas para pintarnos el cuerpo. me son fraternas como la sequía, por tus ojos de córneas destruidas, Ya habíamos bailado por tu olfato abolido; sobre la piedra más alta con espíritu indígena la danza del agua, untados en barro,

69 coronados de sauce. Aureolados BENJAMÍN J. PAULÓS. De la revista Grupo por el resplandor de la vida Erato, «52 Aniversario»: silvestre y jugosa. DECEPCIÓN Y salíamos a cazar frutos dorados por las quintas ajenas. Lanzados Yo vi crecer la luna , como esfera de fuego, a la conquista de un territorio formidable y maligna, naranja desvelada, que esconde fabulosos tesoros. de amenaza y audacia, en dramático juego, ascendiendo en un cielo de estrellas asustadas. O esperábamos al pie de los grandes pinos que el sol de enero actuara milagrosamente En turno de la noche, silencioso navego, sobre el colchón de hojas secas. Despertando y un ascua parecida en mi mente asomada; el sueño de los hongos, sus legendarias batallas a la que fuera blanca, descarnado trasiego, entre gnomos y gigantes. un ingente granate sobre el alma asombrada.

Al final, Sorprendente sortija, soberbia y misteriosa, ya casi noche y tendidos sobre el pasto, como un rubí tremendo, engarzado en diamantes, mirábamos pasar los trenes por el cielo: inquietante presencia de cuidado y recelo. las estaciones, los campamentos, las poblaciones perdidas; Algo hiere de muerte a la abeja hacendosa, y más allá, al oro de su polen y a mieles abundantes. las inmensas ciudades donde un día Yo vi la luna llena, rosa blanca del cielo. también nosotros seríamos los encargados de encender todas las luces y hacer pasar los trenes por el cielo como estrellas de pasajeros ERNEST PÉPIN, cubano. Dos ejemplos tomados de errantes su libro Remolino de palabras libres: que esperan encontrar en nuestros sueños sus estaciones de arribo. SED

La sed de estar en el portal de las islas el incandescente sol HUGO PATUTO, argentino. De su libro Como po- en dulces palabras fosforescentes dría decirse del viento: en la aurora que sonríe ante las fauces de lo oscuro.

VENDAVALES La sed de desenterrar (fragmento) exámenes nocturnos la perla del alba. Desde que ruge la sal crispada por ventanas del sur aquel fuego somete presagios, La sed de hacer fundir insiste como verdugo la nieve endurecida de la duda este quemar de brusca savia jugando roca en metales de primavera desatándose del mar, estrella sin ojos. vendrá serpenteando Golpea detrás de la historia para negar sus venas la verdad su gratuito abandono formidable y secreto nada más que la verdad a medida que repite viejos nombres, madera con sus pulmones nuevos de toda lucha, de todo pan, de todo riesgo. henchidos de soledad y su luz de amarguras

70 su cinta de sol amazona sobre los arreos de lo azul. y su silencio de sangre. Reinado del silencio Vendrá también en las tetas del sueño el penacho de las cañas como un niño para la dulzura del día que en breve crepitar. duerme y sueña el silencio y su andar de felino hambriento. La sed de las bailarinas usando zapatillas de lunas El silencio y su abrigo de pieles interiores y bailando como un adorno de exorcismo. sobre el hilo del futuro. Escucho la lencería fina de tu voz bailando en la red del silencio. Vendrá la cruz roja del alba Escucho la proa del silencio para decir que ha llegado la hora cuando la noche quema sus naves de estar solamente a la hora para una mayor claridad del alma. de una mirada de amor. II SAMBA Leona, la sabana está de fiesta bajo sus oros de crines 1 y tu rostro duerme Nocturnamente, como una gota nocturna. en un balbuceo de cometas ebrios, Leona, la presa es una sonrisa casarse con el embrión que abre su flor en el pico del rayo. de los sueños más claros en la cuna de aguardiente Es una flecha con punta de tizón, y limón tejido en tus ojos de fuente. con punta de sol fundido. hay una flecha de viento pleno, Frente a tu rostro de negra luna llena, una flecha con vaivén de golondrina exorcizar soledades refractarias capturadas con trayectoria de misil en la trampa de las selvas vírgenes y con tiro al blanco de senos nuevos. para abrirlas en la tala Ella atraviesa tu rocío de las más dulces palabras. y su silbido de samba sondea los riñones de los sueños invertidos en tus ojos. Dejemos, música, que tomen la medida de los astros Leona, aquí está el hueco de mi mano y los conduzcan sobre un puente a la altura del diluvio nocturno puntuado por las notas luminosas y aquí está la canción de cuna de nuestros corazones que bendeciremos ofrecida al oído nacarado con leyendas marinas. de las caracolas musicales.

Mi dulzura al final del día, III la mano sublime de la noche La cepa del canto pega su grito de clarinete ebrio y toda la orquesta de los insectos y solidariamente ofrece sus diamantes sobrevolando la noche. al beso de la espera. Los árboles madurando canciones y gustando del alba en tu voz. Sobre tus labios desde el azul de las palabras Un racimo de soles en la junta de la ribera, hasta las alas de orquídeas acompañan canción de piedras pulidas la oración del mar. en donde bailan las raíces encendidas. Reinado de carne Las islas como fangales de tierra con su corona huracanada posándose para el velamen de tu voz

71 ritmo de mar bogaba por el insondable abismo. que estalla en olas, músicas, Las idílicas flores de X-42 ritmo de mar, se mecían a los vientos del polvo solar, de mineral salado respiraban neutrinos, comían... astronautas. como una sangre grácil en la hora grave de las reglas.

IV GABRIEL PÉREZ, cubano. De su libro Canción de Tu voz grabada en las olas, amor para el fin de los siglos: tu voz en la cesta virada de los cerros, tu voz para desbrozar la manigua del cielo, tu voz con cabeza de cerro, NECRO tu voz de brazo de mar, tu voz de ojos de ciclón, Como cuerpos que acaban de morir tu voz de muslos de río, descendimos sin miedo a los sepulcros. tu voz de pies de mango, El viento retumbaba tu voz es un país. sus brazas de aire tibio buscaban refugiarse V en oscuros rincones del silencio. Y canta mujer No pudiendo alejar las tentaciones una canción a contrapelo de las siembras tristes me abrigué al instante bajo tu sobretodo. de la muerte, una canción a contrapelo de los hornos astrales, Como dictamen del oráculo una canción a contrapelo de los guardabosques lejos del pacto antiguo con la tierra y el mar de la vida, ante la muchedumbre nos hallamos. una canción a contrapelo A pesar de las lluvias de las prisiones de papel moneda. en un intento inútil de deshacer ciudades y países sigues siendo la misma persona: Canta mujer las manos que protegen el cielo de su isla, con las crines al viento los ojos que guían mi paso asustadizo. con las crines ardiendo, La muerte nos ampara, nos viste de guerreros, canta con todos los velámenes nos brinda habitaciones de la vida, cuando los cementerios dejan salir a sus ángeles canta en el fuego campestre de tu júbilo. y yo logro convencerte de que también soy un ángel lleno de fuerzas que danzan en eterno réquiem. Un ángel que se eleva FRANCISCO PERALTO, español. De su libro So- y desciende en espirales truncas nata Cósmica: en diásporas de seres que regresan desde el fondo de los tiempos.

LA IDÍLICA FLOR DE COBALTO Han querido cortarme las manos y los brazos (siempre apartando espectros Vivían con un azul oscuro que acechan el más leve parpadear de tus ojos, en su mirada se reflejaban los dos soles, tus ojos que al abrirse uno rojo como sangre de toro recuerdan los amaneceres de Idumea otro, horrible, glauco, frío. y al cerrarse tristísimos crepúsculos). El asteroide del cuarto planeta Cuántas piedras he logrado lanzar una roca gris de cenefa, después del muro.

72 Cuántos muros para guardar tu pálida memoria MARIELA PÉREZ-CASTRO, cubana. Dos ejem- de rey tendido, inexorablemente hacia otro siglo. plos de su libro Divertimentos para juglar solo:

Han removido la tierra que nos cubre y no es bueno que conozcan YO, DESCARTES, PIENSO, LUEGO EXISTO el nicho donde duermes ni que en las madrugadas Amar yo arranco una violeta de tu pecho la brújula y por su olor me salvo. ineficacia en los escondites No es bueno que descubran este oficio de abrigar corazón que bajo la ciudad construimos nuestra casa. dolor de orto Después de haber perdido es como apresurarse a bienvenidas. los caminos que llevan hacia el sol Bramidos por el alma hicimos esta casa bajo el polvo desperdigada en todos los andamios como arquitectos que fundaran una Acrópolis: anulada en el canto bajo un lecho de rocas de la ciudad descabellada y gris con la belleza helena de los templos. saco de desperdicios y mansiones ciudad de parapeto campanas avatares ORESTES A. PÉREZ, cubano. De su libro Burbu- dolencia para atar. jas de ensueño: conmoción repartida quimera donde latir preceptos de moral y concordia AQUELLA TIBIA NOCHE paz una risa cáustica Como frágil barquilla a merced de los vientos, delicia en locos naufragaba mi vida sin rumbos ni puertos. muralla a quien la intente. Dialogar con los ojos Como busca el marino el anhelado faro, los otros que no existen más allá del espejo así buscó mi amor en tu ternura, amparo. en una dirección se arrastran los que gritan interrogan Cual onda marina contra la roca erguida, exigen tu sincera presencia estremeció mi vida. nadie tendrá valor de responder acasos y quedarán Murieron para siempre pesares y abrojos con todo y un refulgor alegre iluminó mis ojos. absolutos señores del silencio. Elevar los tentáculos Un helado invierno se tornó primavera dónde y la extinguida llama revivió en la hoguera. nadie lo sabe en gesto de creer La estrella más oculta en el oscuro cielo, darse cuenta enseguida resplandeció feliz compartiendo mi anhelo. un minotauro infla dientes enterarse, no hay Dios Y hasta la errante ave, quiso estar conmigo que el cielo está vacío aquella tibia noche que viví contigo. para el que ose clamar. Falso terrible es el planeta unidad de mentiras

73 un papel de copiar apostasía y señales Retornar al amor rásquese uno acatar mandamientos del que tal vez existe y vivirá la sarna para toda la historia. es oficio de humanos Grazne el cuervo, pues, sobre el planeta no es de todos siempre quedará un faro. alguno sentirá que con el odio Hacia el último abismo se rodará se le marcha la sal. qué idioma Siempre hacia el norte no va a ser amable hacia el polo más fiel comenzará a expandirse, siempre el camino enorme a la ciudad sólo lo sabe el Diablo, siempre hacia el mismo centro. mientras tanto, Tarde no será nunca para abrirnos el campo. tampoco aquí podremos susurrar Universos que la estrella se mueve. iremos al encuentro del hombre más temible Imposible domeñar consecuencias desastroso para el que trame augurios o villa acorazada, en la carne dorada de la espuma. es sencillo apuñar en el pecho, Vida para los justos de blanco corazón. decir: soy muro Yacer queda prohibido desde hoy a las doce un poco de alimañas sobre el campo una señal dirá y nada quedará ceda la zarpa no más salir veremos cómo corren. esta isla es vedada para el odio. Juegos para escolares en domingo son las alarmas, he visto a una mujer cerrar los ojos, AZAR DE LA BARAJA no pensar en los hijos o en el canto, sólo le queda el miedo, Una dama se iguala, como otros ignora cómo se tornará de carne el espantajo a los ripios de viento que ella acribilla. y no existe a través del calendario Larga será la vida de esa forma. antes ya fue la vida cual silbo de animal, Mientras el agua corre nos peleamos alguien ha recorrido medio astro. mordemos Saber de antaño el descanso feroz tres incriminaciones a lo oscuro olvidado en soñar más aventura o nido ojo con la palabra, vale cara, es un poco alargarse hasta adentro eleve su clamor a santa anuencia virgen como vivir el trino y el relámpago, todo a una voz, señores, como inventar lo nunca discrepar no es salud. y entonces la primicia no es bendita. Nigromantes culpables de la ira, Una dama es la roca donde tallar el escorzo insensibles tremendos apretado en la flama de no visión esperadores de la voz de lo alto, algo de oscuridad basta especie. como los ojos mismos del crepúsculo, Ondear en estos cienos es lo justo. resuena en tanto oído repujado de viento, Pedir lo que el juglar queda entonces el cavilar, y nada, cataclismo que espante nada para ser dama consecuente tener valor de aullido cuando no hay madrugada decir que el hombre o blanco desprovisto. no es un peldaño más de la escalera Dónde augurar el atrio deber ser la medalla. mientras nada sospecha Quizá maduremos el limpio y el triunfar de lo campo azar queda y no sirve y no será ya más del minotauro y no retorna el vuelo del albatros la campanilla sorda. con su ausencia de aire

74 su tumba insospechada místicos colibríes, corales papagayos. nunca alivia la dama Canariera encendida al amor de los ángeles. el piar de los senos machucados en mirra nunca hiere por sí, Catedral en la sombra como un manto de noche, sino por otros, libro astral, los interpretadores, pájaro de oro, los animales mansos, solidez del aire, las opíparas bestias, hija de una doncella perseguida por un unicornio, ¿de qué nos sirve en tanto infinita como el grito de Dios, el izarnos los tronos e invocar? arco iris, Una dama a la vera de los ases de oro manantial ascendente, nada indica. ternura del granito, barco.

Un obispo yacente cuenta a su perro exánime, RAFAEL PÉREZ ESTRADA, español. De la revista cómo, en tiempos de códices y reyes, Turia No. 42: sembraron en su base dos estrellas gemelas.

Circo de San Cristóbal, levantador de niños, CANCIÓN DE ATARDECER minueto de las Once Mil Vírgenes, PARA UNA CATEDRAL recreo de los Santos Inocentes, (Catedral de León) gimnasio de la Legión Tebana.

Fósil de fuego, Atrio de la Gaya Ciencia, un cisne herido vuela sobre el norte. atrio de los poetas Nora y Cremer; Las alas encendidas de un arcángel, Gamoneda y Mestre; Colinas, Alonso y Pereira. la piedra combustible, Torre de los alejandrinos, el sueño vertical. balcón de los versos libres, lujo de las metáforas que el alba hace suyas. Fisiología del mármol, el aliento de un niño malabarista la sostiene. Bestiario luminoso de azules y números impares, prisma más alto que la lluvia, Trapecio de la luz. exactitud del sueño, vértigo de un instante perpetuo. Ninguna mariposa, ninguna forma alada y narcisista soportará el esplendor de los gules, Tienen las catedrales al atardecer el polen iridiscente del magenta, tristeza de elefante, el beato fulgor del malva, el mar del índigo, soledad de plaza de toros en invierno, el misterio litúrgico del púrpura. sequedad de garganta y herrumbre vertical. Paraíso de ecos y de pájaros, jardín de crecidas palmeras, Desmemoria de la muerte que danza. árbol de fuego permanentemente florecido, Frente a la Catedral, la tímida arquitectura locura del espectro solar. de una repostería y el silencio en que habita Serafines equilibristas en las graves agujas el ácaro de la piedra. señalan los puntos cardinales. Palomar de ángeles de colores, ángeles góticos, ángeles abanicos,

75 JOSÉ PÉREZ OLIVARES, cubano. De su libro A Mudo silencio sumergido en el secreto imagen y semejanza: transfinito del todo y la nada.

Viajera de alas blancas, tímida confidente MUCHACHAS DE ARGEL como las horas fijas de la noche.

Esas muchachas, exóticas como espectros, Luz; espejo sideral donde se mira el hombre no son las de Argel. enamorado, lirio azul de húmedos besos nacarados.

Detrás del velo Luna ; luz enjoyada, reguero de estrellas vi unos ojos anchos igual que el Sahara, en vergüenza, farol impenitente anclado una boca no tan sensual, en el secreto de la noche. unos dientes que mordían palabras dichas en otra lengua. Eva luna ; ensoñación, diosa una, única diosa, Tú que las pintaste en la intimidad de sus casas, hembra, mujer perfecta. nada sabes de la ciudad más blanca del planeta. Allí las mujeres no son meretrices sino obreras de un pequeño mundo de cristal. Si quieres tocarlas, hazlo levemente, REYNALDO PÉREZ SO, venezolano. De su libro siempre será el extranjero Solonbra: que recuerda el espanto.

Contémplalas: pertenecen a otra raza. Hierve hierve en la olla Otro cielo alumbra sus cabezas. el agua y la leña se prende Se llaman Djamila, Leilah, Nedjma. y el calor es suave Fueron violadas en los cuarteles. al cuerpo No te molestes aunque el viento sople si odian el olor que emana de tu cuerpo, no es suficiente. si escupen en el sitio po donde ahora -sin pena ni gloria- Soy apenas un niño acabas de pasar. y contra las llamaradas relucen formas de manos, boca y huesos cuando me tropiezo con la sombra de humaredas JOSÉ PÉREZ SALGUEIRO, cubano. De Aguama- en mis ojos empañados. rina No. 38: Mañana no habrá día EVA LUNA me voy diciendo ante el hombre tal vez un pequeño refugio Eva Luna: nocturnal soledad errante y fría que me tome de trasnochados párpados y nítida pureza. de la mano como un amigo contra la muerte. Líquido cósmico de sueños y esperanzas, congelada ilusión en espacio y tiempo. Hay acantilados encima donde las retamas Alcancía vacía: cóncavo cristal azogado florecen y el mar de sonámbulos sueños repetidos. que rompe murmura y grita junto a las pardelas en tanto el sol se eleva

76 y apenas la luz de amanecer y en la materia nos dicen y el viento se anudan que no hay salvación! abajo están las piedras los malpaíses, la espuma II de las olas. Piedra... materia... ¡qué ritmo más puro, Tenemos un tiempo suave qué ligereza! cuando se siente el perfume de las calas azahares y no vengan a decir Elíptica y suave, que el día no es nuevo rodada y entera. que hasta el halcón se para en la altura bien quieto sin mover las alas Piedra. azul de cielo y montaña oscura casi Petrificado fuego, al gris inverosímil escultura. y están los susurros de golpe disminuyendo, ¿Es que no hablas? ¿No tienes olor llegando de las lomas del barranco que reconozca mi niebla? silbidos de fantasmas en las hendiduras de los morros Piedra... materia... euforbias tras los grajos. tan viva eres, que cuando caes y golpeas oigo tu grito de flor roja que se agosta Aquí entre los dos y sobre el suelo se deshace tú y yo, abuelo en sucia mancha derribada. de un lado al otro Algo en mí se rompe, algo se quema arriba del mar donde los hombres nacen y mueren cuando polvo te haces en pleno centro en que el padre sin dios que redima tu eterna muerte de piedra. se queda mirando la tierra que ahora los dos lejanamente III venimos haciendo. Piedra... taciturna y muda, descolgada vociferación acechante y viva, JOSÉ MANUEL DE LA PEZUELA, español. Dos tú, que sabes mirar, ejemplos de su libro Los móviles del fuego: mira mi quiebra.

¡Oh, tú me comprendes! ORACIÓN DE LA PIEDRA Tan dentro estás de mí, que son todos mis huesos 1 nubes y ríos dormidos de piedra. Hambriento, loco de luz estoy... poseso, sí... vivo Iv y premuerto... ahogado ¡Oh, piedra! en mi propia cárcava podrida, atenazado por el látigo ¿De qué roca inmensa, irrespirable y fétido. de qué bloque aterrador, audazmente erguido, ¡Qué crimen perpetuo, qué matanza los dos tenemos la esencia? interminable! ¡La muerte tiene siempre su hora,

77 ¿Cuál era nuestra líquida forma ¡Instrúyeme en la verdad de este mundo en la ardiente masa confusa -que consiste en no tenerla- del primer mar de cera? y dame fuerzas para vivir a la altura de estas verdades de tierra! ¡Oh, piedra ! ¿Es que no ves a la obscena? ¡La Muerte está viva, VI la muerte bloquea! ¡Oh, piedra! ¡La Muerte está viva, ¡Tú me comprendes! la Muerte nos quema! ¡Yo también me siento materia! ¡Yo sé que redentores y ascetas ¡Oh, piedra! -si niegas mi esencia- te han hecho largas promesas ¡Tú sabes que es muy difícil de viñas gozosas, de mieses eternas! sentirse sólo materia, que es muy difícil ¡Oh, piedra! vivir como hiedra ¡Niégate a salvarte temblando de espanto, si has de vivirte de frío, de miedo, quemando mi roca de nada y culebras! de polvo y de greda! ¡Oh piedra! ¡Oh piedra! Tú, que sabes mirar, ¡Oh carne serena! mira la quiebra.

¡Tú, que sabes mirar, ¿Es que no ves que el sol viaja sin luz mira mi quiebra! por mares inmensos de musgo y tinieblas? V «Dios Hiedra, piedra, hombres y tierra. todo ¡Todo materia, en todos» niégate a salvarte si no se salva contigo mi quiebra! ¡No! ¡Dios todo en todo, ¡Oh, piedra! piedra, ¡Reza, ora o blasfema, hiedra, para que se salve contigo hiena, todo el Sistema! hombre y poema! ¡Para que si algo, o alguien, se salva, si algo, o alguien, es llevado Tal vez la Creación entera más allá de la brecha, lanzada esté que todo, todo se salve hacia la salvación total del Sistema, en las luces más ebrias! hacia el vivísimo foco de luz, Teilhard, de algún punto Omega. ¡Que todo, todo se salve en el día difícil ¡Jamás lo sabremos! de la resurrección de mis piernas! ¡Oh, piedra!

78 VII Cuando el vientre insepulto ¡O, hiedra, hombre, se abra al cuchillo perro, hambre y carnes de tierra! del más largo vuelo.

Tal vez volvamos a encontrarnos ¡Ay, morirme quisiera! de nuevo Morirme viviendo. -hambrientos Lúcidamente, salvaje y entero. locos de luz- en el día (Cuando ya los ojos podridos glorioso se quiebren comiendo el cieno...). de la resurrección de las piedras. II Tal vez la Creación entera Cuando búho nocturno agonice lanzada esté sin que la luna verdosa hacia la salvación total del Sistema, quebrante su horrible silencio. hacia el vivísimo foco de luz, Teilhard, de algún punto Omega. Cuando la oscura lechuza restalle sus plumas y llame a las moscas ¡Jamás lo sabremos! que engendran los muertos. ¡Oh, piedra! ¡Oh, carne serena! Cuando la nube de vidrio ¡Tú sabes que es muy difícil ruede su nudo de viaje y estiércol. sentirse sólo materia, que es muy difícil Cuando el cadáver robado vivir como hiedra entregue su bolsa temblando de espanto, a punta de miedo. de frío, de miedo, de nada y culebras! ¡Ay, morirme quisiera! Morirme mintiendo. ¡Oh, piedra! Lúcidamente, salvaje y entero. ¡Instrúyeme en la verdad de este mundo -que consiste en no tenerla- (Cuando el sol sea negro, y dame fuerzas para vivir a la altura y el fuego y la sangre de estas verdades de tierra! vomiten la última náusea del perro).

EL GRAN EMBUSTERO

Cuando el hachero preciso corte mis huesos Fredo Arias de la Canal y pode mi sangre.

Cuando el barco partido zozobre sumergiendo en los aires mi último cuerpo.

79 Helcías Martán Góngora Michael H. Miranda Manuel Pacheco Luis Fernando Macías Zuluaga Luis Mireles Flores Delly Padilla Josefina Magaña José María Millares Sall Justo Jorge Padrón Teresa Marcilla Eduardo Moga Ramón Palomares Pedro Mardones Barriento Víctor Monjarás Estrella Palomino Ruiz Sergio Marelli Eugenio Montejo Francisco Pamplona Gabriel Marquetti Álvarez Antonio Montero Criado Arcadio Pardo Sela Márquez Marco Antonio Montes de Oca Aldo Parfeniuk Julián Márquez Rodríguez Eglis Montoya Hugo Patuto Norberto Marrero Pírez Bert Morael Benjamín J. Paulós Mario Angel Marrodán Diana Morán Ernest Pépin Ivonne Martín Jean Moreau Francisco Peralto María Remedios Martínez Anaya Ricardo Morelli Gabriel Pérez A. M. Martínez Bello José Moreno Dávila-Hernández Orestes A. Pérez Luis Martínez Falero Joaquín Moreno Pedrosa Mariela Pérez-Castro Emilia Martínez Martínez Emilio Mozo Rafael Pérez Estrada José Martínez Ortega Adrián Muñoz José Pérez Olivares Enrique Martínez Rivera Santiago Mutis José Pérez Salgueiro Mario Martínez Sobrino Reynaldo Pérez So José Antonio Más Morales Ylonka Nacidit-Perdomo José Manuel de la Pezuela José María Mas Ros Herminia Naranjo Hernández María de Lourdes Massimino Carolina Niño Pantoja Antonio Matea Calderón Carmen Noel Graciela Maturo Eugenio de Nora José Medina Pilar Nouvillas Larrat Jorge Medina Vidal Fabián Núñez Baquero Humberto Megget Teresa Núñez González Antonio Mejías Fernando Mejías Mejía Enriqueta Ochoa María Meleck Vivanco Eduardo Olea Moreno Rosario Meléndez González Felipe Oliva Alicea Raúl Mellado Alejandro Oliveros Teresa Melo Joaquín Ollero Miguel Oscar Menassa Pedro Oraá Roberto Méndez Martínez Manuel Orestes Nieto Federico de Mendizabal Juan Orozco Ocaña Gloria Mendoza Borda José Orpí Galí Juan Meneguín Ernesto Ortíz Yoel Mesa Falcón Concepción Osorio Francis Mestres Benquet Luis Ossa Guajardo Miguel Angel Meza Robles Elio Otiniano Mauricci Andrés Mir CÍRCULOS

La época. El humo del café la tiranía. Tu nariz de blanca princesa prisionera. La sombra. Los azotes.

Yo voy y vengo en mí, y pienso en círculos, mientras llegan fúnebres noticias al hotel.

Y está la ausencia donde debían estar tus manos.

Esperanza, ¿todo será papel, inútiles palabras? ¿Todo será Luis y Carilda una hoja de angustias disecadas el día de mañana?

Sinfonía de puertas que se cierran de un momento a otro estallará la madrugada, aullarán de miedo los esbirros.

Esperanza: hoy no hallé tu rostro en el humo del café que concedes a los desposeídos. Y siento que es sólo la penumbra quien ahora me brinda esos pechos sin sangre.

Luis Suardíaz

Luis Suardíaz (Camagüey. 1936-2005). Poeta, crítico, ensayista e investigador. Graduado de Ciencias Sociales. Se desempeñó como coordinador provincial de cultura en Camagüey, director de Literatura y Publicaciones. Fue periodista de Granma , asesor cultural de Bohemia y Director de la Biblioteca Nacional "José Martí".