Reino Unido. Don Quijote innamorato; de ahí que, en la evocación de este Romántico. –5. Quijotismo y cervantismo victorianos. universo de ficción realizada por el cura en el es- –6. La novela y el mito: Don Quijote en el siglo XX. crutinio de la librería del hidalgo, vuelva a trazar- Los estudios sobre la recepción del Quijote en la se una semblanza de Renaldos ajustada a su pa- literatura británica suelen partir del tópico de la trón más conocido: “Ya conozco a su merced – primacía del Reino Unido frente a las demás na- dijo el cura–. Ahí anda el señor Reinaldos de ciones europeas acuñado por Fitzmaurice-Kelly en Montalbán con sus amigos y compañeros, más la- su estudio pionero sobre el tema. Tras pasar revis- drones que Caco y los Doce Pares, con el verdade- b ta a una serie de testimonios que se extienden por ro historiador Turpín” (I-VI, 163 ). Dispuesto se los siglos XVII, XVIII y muy brevemente por el mostraba a indultarlo si el libro apareciera en ita- XIX, Fitzmaurice-Kelly concluía que Inglaterra liano, porque no quería saber nada del romancea- fue el primer país extranjero en que el Quijote se miento del Orlando furioso. mencionó, tradujo y editó decentemente en lengua Por último, hay que recordar que “Reynaldos” original, el primero que produjo una biografía de es una de las figuras centrales de La casa de los Cervantes así como un comentario y una edición celos (!), segunda de las comedias que Cervantes crítica de la obra, añadiendo que durante tres si- imprime en 1615 y en la que se refiere la disputa glos artistas y críticos ingleses habían dado cons- que mantienen este Reynaldos y Roldán por An- tantes pruebas de una admiración unánime por la gélica cuando esta doncella se ofrece a sí misma obra cervantina. Pese a que este tópico ha sido re- en premio a quien derrotara a su hermano Argalia. petido una y otra vez por diferentes estudiosos y a Cualquier excusa era buena para que combatieran que los datos que ofrecía Fitzmaurice-Kelly son los principales paladines de la caballería carolin- objetivamente ciertos, pueden dar una idea enga- gia y pudieran contrastarse sus recursos y sus ñosa del desarrollo y extensión de la recepción fuerzas. cervantina en el Reino Unido. El Quijote, como BIBLIOGRAFÍA argumentó Knowles en la visión de conjunto fun- CORFIS, I.A., «Chivalric Lexicon in Renaldos de Montal- van», en Two Generations: A Tribute to Lloyd A. Kas- damental sobre el tema, no fue inicialmente reci- ten(1905-1999), ed. de F. Gago Jover, New York, 2002, bido como la obra maestra en que luego se convir- págs. 37-54. | GARZA MERINO, S., La Trapesonda. Guía de tió y su prestigio e influencia fue creciendo de lectura, Alcalá de Henares, 2002. | GERNERT, F., El Baldo. forma gradual y paralela a como su interpretación Guía de lectura, Alcalá de Henares, 2001. | GÓMEZ RE- fue evolucionando a lo largo de una serie de eta- DONDO, F., Renaldos de Montalbán (Libros I-II). Guía de pas. El siglo XVII lee la obra como una farsa có- lectura, Alcalá de Henares, 2011 | —, «11.4.7: Renaldos de mica, el XVIII detecta la sátira seria tras la come- Montalbán», en Historia de la prosa de los Reyes Católi- cos: el umbral del Renacimiento, Madrid, 2011, págs. dia, el período Romántico desprecia la comedia y 1893-1915 | LANGLOIS, E., Table des noms propres de tou- la sátira para centrarse en la significación espiri- te nature compris dans les chansons de geste [1904], New tual o simbólica, y el resto del XIX y el XX se ca- York, 1971. | Libro del noble y esforçado & inuencibble racterizan por su eclecticismo, por adoptar las cauallero Renaldos de Montaluan, ed. de I. A. Corfis, New posturas previas en más justa proporción y ver en York, 2001. | LUCÍA MEGÍAS, J. M., Imprenta y libros de la obra un clásico de compleja naturaleza. El bos- caballerías, Madrid, 2000. | MELZI, G., Bibliografia dei romanzi e poemi cavallereschi italiani, Milán, 1838. | quejo de Knowles sigue siendo válido en lo esen- PANTOJA RIVERO, J. C., Espejo de caballerías. Segunda cial, aunque su partición por siglos no responde parte. Guía de lectura, Alcalá de Henares, 2007. | Renaut del todo a la realidad y sus generalizaciones re- de Montauban, ed. de J. Thomas, Genève, 1989 | La Trape- quieren precisiones como resultado de la adición sonda, Sevilla, Juan Cromberger, 1533 (Bil. Mazarine, Rés. de nuevos materiales: el siglo XVIII es mucho 369A) más complejo en la variedad de respuestas, el si- Fernando Gómez Redondo. glo XIX no ha sido lo suficientemente explorado y → Espejo de caballeros. | casa de los celos, La. el XX es prácticamente territorio virgen.

Reino Unido. Don Quijote 1. Don Quijote en el teatro: la visión cómica 1. Don Quijote en el teatro: la visión cómica. –2. De la comedia a la sátira: la visión neoclásica. –3. Sátira y La historia de la andadura de Don Quijote por sentimiento: Don Quijote en la novela. –4. El Quijote las Islas Británicas empieza en los escenarios y de forma un tanto misteriosa. El misterio radica en

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Reino Unido. Don Quijote que, antes de que apareciera en 1612 la primera la obra dramática pudo influir en una breve paro- traducción del Quijote al inglés, un autor del que dia de los libros de caballerías aparecida el mismo no se tiene evidencia de que supiera español –de año en que se publicó, la Moriomachia (1613) de hecho la evidencia apunta a lo contrario– escribió Robert Anton, cuyo protagonista, Tom Pheander, una obra de teatro cuyas afinidades con la novela es designado en cierto momento knight of the cervantina no dejan lugar a dudas sobre su paren- burning pestle y comparado con don Quijote, y tesco. Si a ello se añade que la obra se escribió y cuya relación con Cervantes fue ya detectada por representó casi con total seguridad en 1607, es Becker. decir, sólo dos años después de la publicación de La obra de Beaumont plantea de forma sintética la primera parte del Quijote, resulta que los ingle- las cuestiones que deben ser tenidas en cuenta por ses fueron los primeros no sólo en todas las tareas cualquier estudio sobre la recepción del Quijote de recepción reproductiva del Quijote que enume- en el arranque mismo de tal recepción: literalidad ra Fitzmaurice-Kelly, sino también en las produc- y profundidad, imitación y afinidad, huella e in- tivas de imitación o recreación de la obra, pues de fluencia. El caballero combina quijotismo literal y recreación más que de imitación puede calificarse profundo de tal forma que el primero parece una The Knight of the Burning Pestle [El caballero del huella tan evidente del Quijote que sugiere la imi- pistadero ardiente], escrita por Francis Beaumont tación, pero las circunstancias externas hacen du- y publicada en 1613. Las afinidades entre El ca- dosa la influencia, de modo que podría ser simple ballero y Don Quijote vienen dadas no sólo por la afinidad, aunque paradójicamente ésta es mucho presencia de una figura explícitamente quijotesca, más significativa que la de otras imitaciones lite- un tendero aficionado a la lectura de libros de ca- rales posteriores. En cualquier caso, el hecho de ballerías que decide convertirse en caballero an- que la influencia no pueda atestiguarse no signifi- dante y se ve envuelto en una serie de aventuras ca que deba descartarse: existe la posibilidad de de clara raigambre quijotesca; sino, sobre todo, que Beaumont no sólo supiera del Quijote de oí- por el hecho de que el tendero es en realidad un das (reforzada por la existencia de una expedición aprendiz que está interpretando ese quijotesco pa- diplomática inglesa al mando de Charles Howard pel a instancias del matrimonio de comerciantes a Valladolid en 1605, que pudo llevar la obra re- londinenses que son sus jefes. Éstos, alarmados cién publicada a Inglaterra o al menos noticias de por el carácter anti-burgués y anti-mercantil que la misma), sino de que hubiera leído la traducción reconocen en la obra dentro de la obra de la que manuscrita. Tal posibilidad se encuentra enuncia- son espectadores –“The London Merchant”–, la da en el prefacio de la traducción de la primera interrumpen con escenas de esta otra obra caballe- parte del Quijote realizada por Thomas Shelton y resca que van improvisando –“The Knight of the publicada en Londres en 1612 con el título de The Burning Pestle”– para contrarrestar tal carácter e History of the Valerous and Wittie Knight-Errant, incluso influir en su desarrollo, aunque a la postre Don Quijote of the Mancha, la primera traducción fracasan en su intento y lo que producen es una en lengua inglesa –paradójicamente realizada por parodia de las obras en que se inspiran. La confu- un irlandés cuya familia parece haber tenido sim- sión entre ética y estética, literatura y vida, reali- patías nacionalistas–. En él cuenta Shelton que dad y ficción, que caracteriza el comportamiento redactó la traducción cinco años antes, es decir en de los comerciantes, los convierte en auténticos 1607, en sólo cuarenta días, para un amigo que Quijotes, si bien con un quijotismo menos obvio quería leer el Quijote, y luego se olvidó de ella pero más profundo que el de su aprendiz, y a la hasta que otros se interesaron y le animaron a pu- obra en una interesante reflexión sobre estas cues- blicarla, lo que decidió hacer a condición de que tiones. Por ello, El caballero es no sólo la más alguien la revisara. El prefacio de Shelton apunta temprana recreación del Quijote de la literatura así no sólo a la posible circulación manuscrita de europea, y posiblemente universal, sino la más su- la traducción antes de su publicación, sino tam- til y refinada del siglo XVII inglés, lo que la con- bién a los defectos de la misma que han sido seña- vierte en un caso extraordinario y sintomático del lados por sus críticos. Sea a causa del descuido brillante porvenir que aguardaba a la novela cer- dado por la celeridad o simplemente de un insufi- vantina en el Reino Unido. De manera inmediata, ciente conocimiento del español, la versión de

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Reino Unido. Don Quijote Shelton se caracteriza por su oscilación entre pa- Quijote no puede ser así más desafortunada, pues ráfrasis muy libres y literalidad excesiva (cuando lo equipara con Amadís, una equiparación que traduce ciertas palabras por términos homófonos Jonson repitió en The Alchemist (1610), y es por pero de diferente significado, los llamados falsos tanto sintomática de la ignorancia o falta de en- amigos). A su favor Peers ha señalado el encanto tendimiento más que del conocimiento del libro y sabor que le da el haber vertido a Cervantes a la por parte de Jonson y muchos de sus contemporá- lengua de su época y el poseer la riqueza y sono- neos, que metieron al Quijote en el mismo saco ridad del inglés isabelino, o el hecho de que pare- que las obras que parodiaba, como ha explicado ce no estar influida o distorsionada por una inter- Knowles. Una de las pocas excepciones fue Ro- pretación particular de la novela cervantina, como bert Burton, que alude al Quijote diferenciándolo ocurrirá con las traducciones posteriores, por lo de los libros de caballerías en su enciclopédica que su presentación de don Quijote y Sancho es Anatomy of Melancholy (1621), como hará más bastante fiel. La vergüenza por los posibles erro- tarde el filósofo Thomas Hobbes, quien sí supo res pudieron hacer que Shelton decidiera no in- ver la crítica del Quijote a los romances que él cluir su nombre en la portada (aunque sí firma la mismo formuló en Human Nature (1650) y Levia- dedicatoria), como ha sugerido Peers, pero es más than (1651). Aunque referencias posteriores pare- extraño que el nombre de Shelton no apareciera cen sugerir que Jonson cambió su percepción y por ninguna parte en la traducción de la segunda empezó a distinguir la parodia cervantina de su parte publicada en 1620, lo que, unido a las revi- blanco paródico, el caso de Jonson muestra de siones operadas en una segunda edición de la pri- nuevo cómo el terreno de las afinidades es en es- mera aparecida ese mismo año y otros factores, ha tos primeros años más fructífero que el de la alu- conducido a algún estudioso a afirmar que esta sión y la imitación. Efectivamente, la crítica ha segunda parte no es obra de Shelton, como se ha- señalado que Jonson, al igual que Cervantes, cen- bía supuesto tradicionalmente. En cualquier caso, suró tanto los libros de caballerías desde posturas ambas partes se imprimirían de forma conjunta humanistas como el teatro que contravenía los por primera vez en 1652 y luego en 1675. presupuestos clasicistas desde posturas aristotéli- El hecho de que la traducción de Shelton pudie- cas. A ello puede unirse la visión cómica del ser ra ser leída antes de su publicación podría explicar humano como víctima de obsesiones o monoma- el temprano conocimiento de Cervantes no sólo nías que definen su identidad y comportamiento, por parte de Beaumont sino también de otros lo que permite vincular la locura quijotesca con dramaturgos. Como prueba de ello, se ha señalado los humores que dominan a los personajes de las a menudo desde que lo hiciera Fitzmaurice-Kelly, comedias de Jonson. Las similitudes apreciadas la aparición en 1607 de la expresión “luchar con por algún especialista entre la pareja protagonista un molino de viento” en la obra de teatro The Mi- de Bartholomew Fair [La feria de San Bartolomé] series of Inforst Marriage [Las miserias del ma- (1614) y don Quijote y Sancho no sería sino la trimonio impuesto] de George Wilkins, y su punta del iceberg de esta afinidad profunda. reaparición al año siguiente en Your Five Gallants En este terreno de las afinidades puede también [Vuestros cinco galanes] de Thomas Middleton, vincularse a Cervantes con el otro genio dramáti- aunque la expresión no es necesariamente una co de la época, , a través de alusión al Quijote, pues proverbialmente el mo- concomitancias que van desde paralelismos entre lino de viento había sido un emblema de locura. personajes como Sancho y Falstaff, pasando por Por eso la primera referencia indudable y explícita el tratamiento del tema de la locura o la utiliza- al Quijote en la literatura inglesa, presente en to- ción del romance, hasta la presentación de la dos los repertorios desde Koeppel y Schevill en realidad de forma dialógica y desde la ambigüe- adelante, se encuentra en el acto IV de Epicoene dad o el escepticismo. Al igual que en Jonson, el (1610) de Ben Jonson, cuando Truewit exhorta a contacto estaría atestiguado también por una hue- Sir Dauphin a que cambie de modo de vida y deje lla cervantina, en este caso más contundente pero de vivir en su habitación, donde acostumbra a en- igual de vaga, pues se trata de una obra y no una cerrarse todo un mes leyendo Amadís de Gaula o simple alusión, pero perdida y de cuya existencia Don Quijote. La primera referencia inequívoca al sabemos sólo por testimonios. Parece que Sha-

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Reino Unido. Don Quijote kespeare pudo escribir en colaboración con John teatral de sus tramas) como de aquél pudo radicar Fletcher Cardenio, basada en el personaje homó- también en la falta de traducción inglesa (la de las nimo que aparece en la primera parte del Quijote, Novelas Ejemplares no llegaría hasta 1640 por y que la obra se representó en la corte en 1613, obra de James Mabbe) pero sí francesa (de las pero sólo nos ha llegado de ella una adaptación Novelas desde 1614-15, del “Curioso impertinen- realizada en el siglo XVIII por Lewis Theobald, te” desde 1608, cuando se traduce por separado al Double Falsehood (1727). De la historia del cu- francés seis años antes que el Quijote). A princi- rioso impertinente se había servido antes Fletcher, pios del siglo XVII un grupo de populares drama- amigo y colaborador de Beaumont, en uno de los turgos ingleses en busca de argumentos, con co- episodios de The Coxcomb (1609) [El petimetre] y nexiones personales entre sí y en un conexto el anónimo autor de The Second Maiden’s Tra- político que daba un interés adicional a la temáti- gedy (1611) [La segunda tragedia de la doncella], ca española (como ha explicado también Darby), que podría haber sido Philip Massinger, amigo y recurrieron a las novelas cortas cervantinas porque colaborador de Fletcher, aunque recientemente eran desconocidas para el público inglés, fácil- Thomas Middelton parece ser la opción más facti- mente adaptables por su extensión y atractivas por ble. Hay también huellas menos claras del curioso sus contenidos. impertinente en la obra de Nathan Field, Amends Por las mismas razones, adaptar el Quijote era for Ladies (1612) [Desagravios para damas], aun- tarea más difícil y, tras el genial destello de Beau- que éstas bien podrían proceder de Massinger, con mont, sólo se tomaron préstamos episódicos de el que Field colaboró en ocasiones. los que dio cumplida cuenta Knowles. Alrededor El panorama de la recepción del Quijote en de 1620, tal vez antes (auque la publicación es del Gran Bretaña antes de la publicación de la prime- año siguiente), Fletcher y Massinger escribieron ra traducción incluye, por tanto, no sólo alusiones The Double Marriage [El doble matrimonio], que sino también préstamos e imitaciones, y, junto a hace uso del episodio cómico del banquete de estas imitaciones de carácter menor, la más creati- Sancho como gobernador, en el que la víctima es va de Beaumont y las afinidades con autores ma- ahora el personaje Castruccio, a lo que habría que yores que no imitaron a Cervantes pero posible- añadir la semejanza anotada por Koeppel entre mente se reconocieron en él. Aunque las vías de Sancho y el criado Geta de The Prophetess [La transmisión son inciertas, la huella cervantina es profetisa] (1622), escrita por Fletcher y Massin- indudable en este círculo de dramaturgos unidos ger. En The Cruel Brother (1630) [El hermano por relaciones tanto profesionales como persona- cruel] D’Avenant utiliza la pareja protagonista del les, entre los que pudo circular la traducción de Quijote, al caracterizar inicialmente a Lothario Shelton, aunque ello parece harto improbable. Sea como un estúpido noble rural con delirios de como fuere, el caso es que tanto las dudosas alu- grandeza y a su criado Borachio (borracho) como siones de Wilkins y Middleton como los présta- una campesino amante de los refranes y preocu- mos episódicos de Fletcher, Massinger / Middle- pado por medrar, aunque pierden pronto el escaso ton y Field o la reelaboración integral de parecido con don Quijote y Sancho. Finalmente, Beaumont, además de los ecos y analogías que éstos hacen una breve aparición en la masque o pueden descubrirse en Jonson y Shakespeare, pantomima de Shirley The Triumph of Peace muestran el terreno en el que el Quijote causó su (1633) [El triunfo de la paz], en la que un caballe- primer impacto en suelo inglés: el teatro. Ello tal ro y su escudero atacan primero un molino y luego vez explique por qué el impacto de un relato breve a un señor y su criado, aunque éstos repelen la de contenido romántico como es el del curioso agresión y los primeros salen escaldados. En estas impertinente fue mayor en un principio que el del obras el Quijote se utiliza como fuente de episo- extenso y anti-romántico de don Quijote que le dios o motivos cómicos que se insertan en un uni- sirve de marco, lo que se vería confirmado por los verso diegético que tienen poco que ver con el aún más numerosos préstamos de las Novelas Quijote. La obra de teatro History of Donquixiot, Ejemplares tomados por los mismos autores (so- or, the Knight of the Illfavoured Face [el caballe- bre todo Fletcher, Middleton y Rowley). El atrac- ro de la triste figura], de cuya existencia se sabe tivo tanto de éstas (que Darby cifra en el potencial sólo por los anuncios de su inminente publicación

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Reino Unido. Don Quijote del editor Nathaniel Brooke entre 1658 y 1661 bierno insular. James Ayres en Sancho at Court; (una vez más exhumados por Knowles), pudo ser or the Mock-Governor (1742) [Sancho en la corte; la primera adaptación dramática de conjunto del o el falso gobernador] combina, como D’Urfey, Quijote a los escenarios ingleses, pero, no habien- de manera libre historia principal y tramas amoro- do llegado a nosotros ninguna copia de la misma, sas interpoladas, de modo que Sancho toma parte habrá que esperar a finales de siglo, cuando tal en un conflicto de enamorados en el que también adaptación llegará de la mano de Thomas D’Urfey participa su hija, a la que llama Mary –como había y su The Comical History of [La his- hecho D’Urfey–. Y Frederick Pillon declara en el toria cómica de Don Quijote] (I y II: 1694; III: prefacio de Barataria, or Sancho Turn'd Gover- 1695, en este caso la publicación siguió al año si- nor (1785) [Barataria, o Sancho convertido en go- guiente). bernador] que la materia de su farsa está tomada Se trata de una obra musical (con algunas can- de la segunda parte de La historia cómica, como ciones compuestas por Henry Purcell) cuyas tres confirma el tratamiento bufonesco de Sancho y el partes conforman una especie de trilogía en la que tipo de humor de que hace gala la obra –en la que las diferentes piezas toman diferentes episodios también, por cierto, aparece Mary, convertida así del Quijote –tanto de la historia principal como de en constante dramática–. Flores también ha co- las intercaladas–, combinándolos de diferente ma- mentado la deuda de la anónima Squire Badger nera a como aparecen en el Quijote para darles (1772) y de The Sot [El borracho] (1775), de T. A. una mayor trabazón o unidad. Como el título pone Arne, con la adaptación dramática del Quijote de de manifiesto, estamos ante una comedia, pero de referencia en el el siglo XVIII, Don Quixote in una vulgaridad, procacidad y chocarrería que poco , de Henry Fielding, de la que me ocuparé tiene que ver con el sutil humor cervantino, y que más abajo y que poco o nada tiene que ver con de hecho mereció la agria censura de Jeremy Co- D’Urfey. llier en su conocido panfleto A Short View of the The Comical History es la culminación de la lí- Immorality and Profaneness of the English Stage nea de imitación teatral y utilización cómica de (1698). Así lo subraya el prefacio a la tercera par- Don Quijote característica del siglo XVII inglés y te, en la que D’Urfey da mayor protagonismo a apreciable en Beaumont, Fletcher, Massinger, Sancho para narrar el matrimonio de su hija Mary, D’Avenant o Shirley, pero, lo que es más impor- lo que podría explicar su fracaso frente al sonado tante, es sintomática de la degeneración de esta éxito de las partes precedentes. En él explica el visión cómica que convierte Don Quijote en una autor que si los personajes en ocasiones exceden farsa y a su protagonista en un bufón. Esta inter- los límites del decoro es porque se ha visto obli- pretación había cristalizado a mediados de siglo gado a hacer hablar a cada cual según su naturale- gracias en gran parte al comentario de Gayton y se za y condición, y que el lenguaje grosero es nece- había consolidado en la nueva traducción de Phi- sario para los fines cómicos de la obra y es propio llips. En 1654 Edmund Gayton había publicado de la farsa y la comedia baja. Don Quijote conclu- sus Pleasant Notes upon Don Quixot [Notas joco- ye así su periplo por el siglo XVII en el mismo lu- sas sobre Don Quijote] (Festivous Notes on the gar donde empezó con Beaumont, en los escena- History and Adventures of the Renowned Don rios y en una comedia, pero el contraste no puede Quixote en las reimpresiones de 1768 y 1771), ser más grande. La obra de D’Urfey es la imita- que son efectivamente notas a la obra, concreta- ción más literal posible, pues es una adaptación de mente a la edición de 1652 de la traducción de la obra cervantina, pero no sólo carece de la pro- Shelton, pero no de índole filológica o crítica, fundidad que tenía la más libre recreación de sino, como indica el título, cómica o burlesca. Beaumont sino que es una vulgarización y degra- Gayton toma el texto cervantino como pretexto dación del modelo. Tiene el mérito, sin embargo, para, capítulo a capítulo, hacer comentarios joco- de iniciar la serie de adaptaciones del Quijote a la sos sobre pasajes seleccionados, a veces insertan- escena del siglo XVIII de las que ha dado noticia do chistes, chanzas o chascarrillos a propósito de Flores, las cuales siguen la línea cómica marcada los mismos, a veces aplicándolos al contexto con- por D’Urfey, aunque rebajando su procacidad y temporáneo. De ello resulta una paráfrasis de la centrándose en Sancho y el episodio de su go- obra que es de hecho una reescritura porque la

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Reino Unido. Don Quijote convierte en una farsa que degrada y envilece a to superficial del Quijote que caracteriza la prime- sus personajes, prácticamente irreconocibles, par- ra mitad del siglo, en la que tiende a confundirse ticularmente al hidalgo. No contento con despro- la obra con los libros de caballerías y a ignorarse veerlo de su dimensión seria o idealista para dejar el nombre de su autor (como avalan las casi sólo la cómica o ridícula, Gayton lo convierte en ochenta alusiones hasta 1660 descubiertas por cobarde, mentiroso, vagabundo, hipócrita y la- Knowles), se pasa a un conocimiento distorsiona- drón. Lo curioso es que los poemas laudatorios do y empobrecedor. Como apostilla Knowles, tal iniciales escritos por amistades del autor conside- panorama contrasta con el que ofrece la recepción ran la paráfrasis superior al original y le atribuyen de Cervantes en Francia durante el mismo perío- el mérito de haberlo hecho más comprensible, o, do: frente a las cuatro ediciones de traducciones lo que es lo mismo, más adaptado a un tipo de inglesas (las tres de Shelton más la de Phillips), se sensibilidad. Fruto de esta misma sensibilidad y cuentan catorce producidas en Francia, donde la de la misma visión del Quijote es la traducción de obra fue leída, entendida y analizada con seriedad John Phillips publicada en 1687 con el título de por los escritores más importantes. El contraste es The History of the Most Renowned Don Quixote más grande si se compara la pobreza y tosquedad of Mancha, que, como apunta Knowles, es más de las imitaciones dramáticas inglesas que sacan bien una travestización, es decir, una transforma- pobre partido de la obra cervantina con las imita- ción estilística de lo elevado y digno en grosero y ciones narrativas más sutiles y creativas del siglo bajo que Phillips manejaba bien por haber tradu- XVII francés, en especial las de Sorel, Furetière y cido e imitado al maestro de este estilo, el francés Scarron. En tales imitaciones la figura quijotesca Paul Scarron. Eso fue lo que hizo Phillips con la se utiliza desde una perspectiva igualmente cómi- traducción de Shelton, cambiando radicalmente el ca, pero al servicio de un propósito paródico y sa- sentido de la obra, como reconocería años más tírico que demuestra una comprensión de la di- tarde Motteux, quien comentaría en el prefacio a mensión seria del Quijote. su traducción que Phillips había convertido, por En la literatura inglesa del XVII sólo se encuen- una parte, los pasajes serios y conmovedores en tra algo parecido de forma excepcional y a partir ridículos y, por otra, tanto la geografía como la de 1660, que es la fecha de la Restauración de la lengua de los personajes en ingleses, confundien- monarquía Estuardo tras el Interregno Puritano, do así países y personajes, añadiendo obscenidad cuando se produce el regreso del rey Charles II y y jocosidad. A partir de la traducción de Phillips, su corte del exilio y se abre un nuevo período tan- y como si ésta hubiera abierto la veda para que to en términos políticos como literarios. Los nue- otros realizaran labores de adaptación, aparecerán vos aires se dejan sentir en el teatro, que se bene- cuatro versiones resumidas del Quijote, como ha ficia de la nueva relajación moral y de costumbres informado Knowles. Y con ella queda configura- tras el fundamentalismo Puritano, y que sigue do el eje Gayton-Phillips-D’Urfey, que incluye nuevas pautas dramáticas que vienen de Francia, tres formas básicas de recepción –traducción, co- lo que da lugar a un tipo diferente de dramaturgia, mentario y adaptación– y que articula la interpre- en particular de comedia. En este nuevo contexto tación del Quijote como comedia –pero de un se explica la diferente forma de utilizar la fuente humor burdo y grosero– y de don Quijote como cervantina favorita de los dramaturgos ingleses personaje ridículo e innoble, objeto de burla y del XVII, la historia del curioso impertinente, en desprecio. obras como The Amorous Prince; or, the Curious La recepción del Quijote durante el siglo XVII Husband (1671) [El príncipe amoroso] de Aphra puede caracterizarse por su carácter eminentemen- Behn, The Disappointment; or, The Mother in te teatral, más atenta a la historia como fuente de Fashion (1684) [La decepción] de Thomas South- incidentes o episodios que a otra cosa, y, en gran erne, The Married Beau; or, the Curious Imperti- medida como consecuencia de ello, por su con- nent (1694) [El galán casado] de John Crowne y, centración en la dimensión cómica de la novela ya en los albores del XVIII, The Fair Penitent [La cervantina, que algunos autores transforman en bella arrepentida] (1703) de Nicholas Rowe. De comedia baja y farsa a costa del personaje quijo- Francia llegan también nuevos principios litera- tesco y su degradación burlesca. Del conocimien- rios, los que configuran el movimiento literario

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Reino Unido. Don Quijote conocido como Neoclasicismo, con nuevos mode- cirse de la nueva interpretación del Quijote, que los y preferencias genéricas, entre las que ocupan convive primero con la dominante del siglo XVII, un lugar privilegiado la sátira y las formas burles- se convierte ella misma en dominante en la prime- cas, y una visión de Cervantes como maestro en ra mitad del XVIII y sigue todavía presente cuan- estos géneros. Es al amparo de tales paradigmas do otra nueva pasa a dominar la segunda mitad. literarios, que incluyen el Quijote como modelo Butler combina la visión cómica dominante en paródico y satírico, pero también de la nueva si- su época con la neoclásica emergente al contar la tuación de rechazo no sólo de la ideología purita- historia de un caballero que se lanza a los caminos na sino de toda forma de desafío a la ortodoxia a lomos de un rocín y acompañado de un criado política o religiosa, como Samuel Butler reinter- para defender su fe religiosa puritana y combatir preta el Quijote en Hudibras, una sátira de los Pu- todo aquello que atenta contra la misma, lo que da ritanos en tres partes (1663, 1664 y 1678) a la lugar a una serie de cómicas y quijotescas aventu- manera de Cervantes, es decir, a través de una fi- ras. Si Cervantes pretendía parodiar los libros de gura quijotesca. Tal figura, tanto por sus caracte- caballerías, Butler pretende satirizar el Puritanis- rísticas como por el estilo utilizado, se presenta mo, pero, a diferencia de Cervantes, su sátira no desde la perspectiva cómica y degradada propia sólo destruye lo que la figura quijotesca represen- del siglo XVII, lo que permite entender la obra ta, sino al propio personaje, que carece de cual- como la expresión en el campo de la recepción quier cualidad noble o positiva, del idealismo, productiva de la misma visión que el eje Gayton- bondad o discreción del hidalgo, y es presentado Phillips-D’Urfey articula en la reproductiva: es el como un canalla egoísta, hipócrita y cobarde. La don Quijote convertido en un bellaco o rufián de obra de Butler es significativa además porque, por Gayton, en el estilo bajo e indigno de Phillips y primera vez, formula en el plano de la creación la que el mismo D’Urfey retomará en una continua- ecuación entre quijotismo y lo que se conocía en ción escrita por él tras la muerte de Butler titulada la época con el término entusiasmo –el seguimien- Butler’s Ghost; or, Hudibras, the Fourth Part to fanático de una creencia religiosa asociado en (1682) [El fantasma de Butler; o, Hudibras, la ese momento con los Puritanos–. Paulson recoge cuarta parte]. Pero tal figura quijotesca no enca- el testimonio de autores como Thomas Hobbes o beza el reparto de una farsa dramática, sino que Henry More, que habían descrito el entusiasmo protagoniza una obra narrativa satírica, iniciando como fruto de una imaginación excesiva que anu- así el camino que conduce a la recepción del Qui- laba la razón y los sentidos y hacía concebir al in- jote característica del siglo XVIII. Por ello, bien dividuo una falsa imagen de sí mismo como inspi- puede afirmarse que la obra de Butler es un cruce rado. Tal caracterización, unida a su carácter de caminos, en lo que a la recepción de Cervantes obsesivo o absorbente así como al hecho de estar se refiere, no sólo entre la inglesa y la francesa, en muchas ocasiones originado por la lectura de sino también entre la de los siglos XVII y XVIII. libros inadecuados, lo hacía fácilmente asimilable a la locura quijotesca, una asimilación que hará 2. De la comedia a la sátira: la visión neoclásica efectiva Butler. El entusiasmo religioso de Hudibras inicia una interpretación del Quijote Hudibras es efectivamente quijotesco por la ma- en el Reino Unido que se impondrá en el siglo nera en que le hace malinterpretar la realidad y en XVIII y que ve la obra ante todo como una sátira. que aparece ligado a sus pedantes y librescos sa- En realidad tal interpretación podría caracterizarse beres, así como por la forma que adopta de cruza- como neoclásica por ser particularmente evidente da caballeresca, lo que configura un triple blanco en el período denominado Augústeo (1700-1745) satírico –religioso, erudito, romántico–. El estilo que marca el apogeo del Neoclasicismo inglés, de la obra, además, puede considerarse también aunque éste empieza a configurarse en el período cervantino en cuanto que, si bien en verso (los pa- anterior de la Restauración (1660-1700) y a desin- reados de cuatro pies que se conocerán a partir de tegrarse en el posterior, conocido como de la Sen- entonces como hudibrastic), se basa en la discre- sibilidad (1745-1790). Si el Neoclasicismo es en pancia paródica entre materia y tratamiento cono- el primero sólo emergente, en el segundo domi- cida en la época como burlesque, con la que se nante y en el tercero residual, lo mismo puede de- asociará posteriormente a Cervantes. Butler inter-

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Reino Unido. Don Quijote preta el Quijote como modelo paródico y satírico cellanea, The Second Part (1690, ed. rev. 1692), y el quijotismo como entusiasmo y pedantería, Sir William Temple, una de las figuras más desta- sentando así las bases de lo que será la visión cadas y respetadas de la vida política e intelectual neoclásica de la obra cervantina. inglesa de la época, ofrece testimonio de la nueva La influencia de Hudibras en la recepción de interpretación satírica de la obra así como de su Cervantes fue grande y casi inmediata, como ates- creciente prestigio como clásico moderno. Por un tiguan las abundantes reediciones y continuacio- lado, y citando como fuente a “un Ingenioso espa- nes de la obra (entre ellas la de D’Urfey), en par- ñol en Bruselas”, Temple afirma que Don Quijote ticular dos obras narrativas que son las únicas había sido la ruina de la monarquía española, pues imitaciones en prosa del Quijote publicadas en el la obra puso en ridículo los valores románticos – XVII. Se trata de la anónima Don Quixot Redivi- amor, valor, honor– por los que los caballeros es- vus Encountering a Barns-Door (c. 1673) [Don pañoles se conducían hasta su aparición, tras lo Quijote redivivo enfrentándose a la puerta de un cual se empezaron a avergonzar y reír de los mis- establo], un breve panfleto que narra los distur- mos, siendo ello la causa del fin de la grandeza y bios provocados en Andover por una milicia re- el poder de España. Temple, por tanto, no sólo clutada contra los Puritanos, pero caracterizando a convierte el blanco paródico de la obra (los libros uno de los líderes de la milicia, el Capitán Brai- de caballerías) en satírico (la caballería y los valo- nes, de forma quijotesca, como una especie de res caballerescos), sino que además sobredimen- Hudibras de signo contrario, aunque ello de forma siona sus efectos hasta el punto de hacerla respon- muy episódica, y sirviéndose en algún momento sable de la decadencia española. Por otro lado, en del estilo épico burlesco. La otra es The Essex otro lugar del mismo libro, Temple sitúa a Cer- Champion; or, The Famous History of Sir Billy of vantes entre “los grandes Ingenios Modernos”, Billerecay, and his Squire Ricardo (c. 1690) [El junto a Bocaccio, Maquiavelo, Rabelais, Mon- paladín de Essex], de William Winstanley, tal vez taigne, Sidney, o Bacon, y dice preferir la sátira la imitación más fiel del Quijote hasta el momen- cervantina a la de Rabelais, por carecer de su tono to, pues narra en algo más de setenta páginas có- malicioso, obsceno e irreverente, declarando que mo la lectura de romances hace concebir al prota- su humor satírico “parece ser de la mejor o más gonista, el hijo de un labrador, las más alta calidad que se alcanzó o alcanzará nunca en extravagantes ideas, que pone en práctica lanzán- esa variedad”. Similares argumentos pueden adi- dose a una serie de cómicas aventuras –muchas de vinarse tras los elogios del filósofo John Locke en ellas tomadas directamente del Quijote– con un “Some Thoughts Concerning Reading and Study escudero que se parece a Sancho y enamorado de for a Gentleman” [Algunas ideas sobre lecturas y una moza a la que se refiere como su Dulcina, y estudios para un caballero] (escrito en 1703 e in- acaba siendo encerrado por loco. En ambas obras cluido en ediciones posteriores de su obra más la figura quijotesca se presenta de forma ridícula y conocida An Essay Concerning Human Un- negativa, en la línea rebajadora característica del derstanding), donde el Quijote aparece de nuevo XVII, pero al servicio de una intención seria, satí- en compañía de los clásicos por su “utilidad, en- rica o paródica. La línea rebajadora se deja sentir tretenimiento y constante decoro”, es decir, por todavía a principios del XVIII en la obra de un se- las virtudes neoclásicas básicas. Temple inicia una guidor de Butler, Ned Ward, que tradujo la prime- línea de apreciación de Cervantes como escritor ra parte del Quijote en versos hudibrásticos y la satírico con rango de clásico que será dominante publicó en 1711. Las afirmaciones de Ward en la en el XVIII y que aparece formulada con especial dedicatoria a propósito de que don Quijote era el claridad en el prefacio de la traducción del Quijo- Hudibras español o declarando la fama de Cervan- te con la que arranca el nuevo siglo. tes no inferior a la de Butler, muestra hasta qué No me estoy refiriendo a la traducción del capi- punto éste influye en la recepción inglesa de tán John Stevens publicada en 1700 (y reeditada aquél. en 1706), que en realidad era una revisión de la de La nueva forma de percibir el Quijote inaugura- Shelton y cuyo valor fundamental radica en haber da por Butler puede apreciarse también en los incluido en un tercer volumen publicado en 1705 comentarios críticos. A finales del XVII, en Mis- la primera traducción inglesa del Quijote de Ave-

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Reino Unido. Don Quijote llaneda, sino a la del francés Peter Motteux, cuyos tiría en moneda de curso corriente en la primera dos primeros volúmenes aparecen en 1700 (el III y mitad del XVIII, como demuestran los ecos de la IV en 1703) con el título de The History of the misma discernibles en numerosos autores. Curio- Renown’d Don Quixote de la Mancha, y cuya samente, se pueden rastrear estos ecos a través de gran influencia queda atestiguada por su populari- un tejido de relaciones que no son sólo de afini- dad casi inmediata: en 1719 iba por la cuarta edi- dad intelectual sino también de contacto personal. ción, que fue revisada por John Ozell, quien tam- Motteux era amigo de Richard Steele, el autor de bién añadió numerosas notas a la séptima de uno de los periódicos más famosos del siglo 1743, y aún tendría al menos cuatro más en el XVIII, The Tatler [El chismoso] (1709-11), en XVIII y doce en el XIX; y ello a pesar de que hay cuyo número 178 (1710) puede leerse que, a pesar serias dudas de que Motteux tradujera directamen- de que todo lector percibe la locura de don Quijo- te del español (pudo utilizar tanto a Shelton como te, “tenemos multitudes entre nosotros víctimas de la versión francesa de Filleau de Saint-Martin) o una locura tan visible como la suya, aunque no se incluso de la certeza de que no fue el único res- les reconoce estar en esa condición”; y de ello ponsable de la traducción. Si bien la crítica ha si- echa la culpa a los periódicos, que, con su forma tuado la versión de Motteux todavía en la línea contradictoria y especulativa de narrar y comentar cómica rebajadora del XVII (lo cual no es de ex- la actualidad, excitan la imaginación de los lecto- trañar si tenemos en cuenta que Motteux tradujo a res y causan trastornos similares a los de los libros Rabelais y fue él mismo autor de comedias), en la de caballerías en el hidalgo, si bien de naturaleza introducción que la precede se desmarca clara- política en vez de romántica. En el número 219 mente de esta línea, al censurar a Phillips preci- (1710) Steele se hace de nuevo eco de la opinión samente por su bufonesca y grosera forma de ver- de que “la historia de Don Quijote destruyó com- ter al inglés el original cervantino, lo cual, aun pletamente el espíritu de la galantería en la nación cuando él incurra a veces en el delito censurado, española” y predice que el hábito de ridiculizar o es ya indicativo de un cambio de sensibilidad. Es- satirizar a los demás (el tipo de discurso denomi- te se ve confirmado cuando Motteux habla de la nado ridicule en inglés) dañaría a Inglaterra como maestría de Cervantes, de la calidad del libro co- había dañado a España. El nombre de Steele va mo “espejo exacto de la Humanidad” y, sobre to- unido al de Joseph Addison, del que fue amigo y do, cuando subraya la dimensión seria y universal colaborador en diferentes empresas literarias, en- de la obra. Motteux argumenta que todo hombre tre ellas The Tatler o el periódico que ocupó su tiene algo de don Quijote, y que todas las épocas lugar, The Spectator [El espectador] (1711-12). producen Quijotes en religión o en política, aso- En éste último Addison deja clara su visión del ciando así la locura quijotesca con el entusiasmo Quijote como obra satírica, proponiéndolo en el político o religioso, como había hecho ya Butler, y número 227 (1711) como cura para el amor por su apuntando su adaptabilidad a otros contextos; con ridiculización de sus extravagancias, en el 446 ello no hace sino subrayar el potencial satírico del (1712) como modelo para una novela en la que se Quijote, si bien con la peculiar concepción del ridiculizaran los excesos del teatro de la época a blanco cervantino y sus efectos que veíamos en través una figura quijotesca, o en el 249 (1711) Temple, pues reproduce la opinión de que la de- como paradigma de un tipo de ridicule (de ahí cadencia española se debía a que Cervantes no só- nuestro énfasis en la palabra), el high burlesque, lo ridiculizó el amor romántico o la aventura consistente en el tratamiento elevado de una mate- errante, sino valores más universales como el ho- ria prosaica o vulgar. Ideas similares pueden en- nor y el valor. contrarse en la “Miscelánea V” de las Characte- De esta forma Butler, Temple y Motteux confi- ristics (1711), del ensayista conde de Shaftesbury, guran un segundo eje en la recepción de Cervan- en las Memoirs of Captain Carleton (1728) del tes que se podría caracterizar como de transición, novelista Daniel Defoe, o en las palabras escritas todavía anclado o ligado al siglo XVII pero con por el político Lord Carteret en la dedicatoria de una nueva visión del Quijote como sátira de la ca- la edición del Quijote en español, que él mismo ballería y del quijotismo como emblema de exce- promovió y patrocinó aunque fue preparada por sos ideológicos de diferente índole, que se conver- Peter Pineda, publicada en Londres en 1738 con

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Reino Unido. Don Quijote el título de Vida y hechos del ingenioso hidalgo mo satírico creado por Swift y adoptado en 1709 Don Quixote de la Mancha. Tanto o más signifi- por Steele como editor del Tatler para firmar sus cativo que la visión satírica de la obra cervantina contribuciones a este periódico. El camino abierto aparente en la dedicatoria, es su tratamiento de por este seguidor de Steele, que tal vez pueda clásico, puesto de manifiesto en las características considerarse el primer imitador del Quijote en Ir- de la edición: cuatro volúmenes de cuidada pre- landa, fue seguido por los anónimos autores de sentación, que incluyen abundantes ilustraciones otros textos, como el citado por Burton “A Para- (la mayoría realizadas por John Vanderbank), la llel between Don Quixot and Furioso the Modern primera biografía de Cervantes (escrita por Grego- Patriot” (Gentleman’s Magazine, 1731), el firma- rio Mayáns y Siscar) y su primer retrato publicado do por “Philonauticus Antiquixotus” y titulado (grabado por George Vertu siguiendo el original The Rule of Two to One: Or, the Difference bet- de William Kent). wixt Courage and Quixotism (1745), del que ha Muchos de estos testimonios tienen en común dado noticia Motooka; o Tarrataria: or, Don su procedencia de autores de la órbita política li- Quixote the Second (1761), Fizgig, or the Modern beral –whig–, como ha subrayado Paulson, quien Quixote (1763), A Bristol Oddity (1772) y The relaciona la visión del Quijote como saludable sá- Country Quixote (1785), de los que dio noticia tira de la caballería española con la crítica de po- Small. Todos ellos dan voz a polémicas hoy olvi- siciones conservadoras y nostálgicas del pasado, dadas y son sin duda la punta del iceberg de lo aunque la interpretación satírica desborda este que pudo ser un rico corpus de piezas breves o marco en términos tanto cronológicos como polí- panfletos satíricos quijotescos. Esta utilización sa- ticos y sigue apareciendo en autores y textos pos- tírica del quijotismo con móviles ideológicos ca- teriores e ideológicamente heterogéneos, por racterística del período augústeo y subrayada por ejemplo en un artículo de Lord Bolingbroke pu- el título se transferirá a la novela en el último blicado en The Craftsman en 1727, en una oda de cuarto de siglo, a partir de Richard Graves y su William Collins de 1747, o en una carta de Hora- The Spiritual Quixote, como veremos más abajo. ce Walpole de 1774. La utilización política del Sin duda la figura en la que cristaliza de forma Quijote, sin embargo, será una constante en todo más creativa y acabada esta apropiación política o el siglo XVIII y se hace particularmente visible en ideológica de la sátira cervantina característica del una serie de panfletos satíricos en los que se deba- período augústeo es el genial autor irlandés Jona- ten asuntos candentes de la realidad inmediata, than Swift, poco o mal estudiado en su relación utilizando el símil quijotesco ya desde el título con Cervantes, salvo por Paulson. Swift fue secre- mismo, que suele incluir la palabra Quijote acom- tario de Temple y empezó su actividad literaria en pañada de un adjetivo alusivo a su actualización o Londres vinculado al círculo de Steele y Addison, modernización. La estrategia, inventada por el pero acabó distanciándose del mismo y gravitando Quixote Redivivus del XVII, es recuperada en un hacia posiciones conservadoras –tories–, lo que panfleto del mismo título publicado en Londres en no es sorprendente pues, antes de ello, había utili- 1710 con el subtítulo de The Spiritual Knight zado el modelo cervantino para llevar a cabo una Errant [El caballero errante espiritual] y en Du- sátira no de lo viejo y caduco, sino de lo nuevo y blín el mismo año con el título de A Character of moderno. En 1704 Swift había publicado A Tale Don Sacheverellio, Knight of the Firebrand [el of a Tub [Un Cuento de una barrica], una obra en caballero de la tea] (lo que se explica por tratarse la que tomaba partido en la polémica literaria en- de un ataque contra Thomas Sacheverell a propó- tre Antiguos y Modernos –aunque con implica- sito de un sermón pronunciado por éste en 1709 e ciones políticas por su asociación con posturas impreso después, como ha explicado Motooka). conservadoras y liberales, respectivamente–, que El panfleto presenta a Sacheverell como un loco en Inglaterra había enfrentado a su maestro Tem- quijotesco que hace peligrar la monarquía y la ple con William Cotton y Richard Bentley, en de- Iglesia de Ingaterra con su encubierto jacobitismo fensa de los primeros. Para ello satirizaba a los y catolicismo y, lo que es muy significativo, está segundos a través de un autor que, siguiendo su presentado en forma de carta dirigida desde Irlan- ejemplo, intenta producir un nuevo sistema filosó- da a Isaack Bickerstaff Esq., que era el pseudóni- fico lleno de descubrimientos y superior a cual-

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Reino Unido. Don Quijote quier producción de los Antiguos, aunque, por moirs of the Extraordinary Life, Works, and Dis- supuesto, lo que finalmente produce no es tal cosa coveries of Martinus Scriblerus [Las memorias de sino su parodia, quedando así caracterizado de la extraordinaria vida, obras y descubrimientos de forma quijotesca como víctima de un similar deli- Martinus Scriblerus] son el ejemplo paradigmáti- rio imitativo y literario (tanto en sus orígenes, la co de sátira de erudición a través de un pedante lectura, como en sus frutos, la escritura). Swift quijotesco, en realidad de dos, Martinus y su pa- utiliza la locura no sólo para caracterizar los abu- dre Cornelius. La erudición de éstos se asemeja a sos de erudición representados por el narrador, la locura del hidalgo por su carácter literario –de sino también los de religión representados por los nuevo tanto en sus orígenes, las arcanas y arcai- personajes de su narración, que son víctimas de zantes lecturas que son su fuente, como en sus re- formas de entusiasmo religioso que remiten a sultados, la escritura en que articulan sus sistemas Butler. Y algo parecido hace con el protagonista y teorías– y absorbente o exclusivo –contemplan de su obra maestra, Gulliver’s Travels (1726) todo desde el prisma de su erudición y actúan [Los viajes de Gulliver], aunque de modo más siempre en función de la misma–; ello los lleva a episódico, pues hay que esperar al final del libro acometer empresas o acciones igualmente desca- para verlo caracterizado como una figura quijo- belladas e insensatas, si bien de naturaleza erudita tesca. Cuando Gulliver vuelve a Inglaterra tras su en vez de caballeresca; y además éstas son narra- estancia en el país de los caballos parlantes, la das con la misma gravedad fingida con que Cer- admiración que siente por éstos como represen- vantes cuenta las de don Quijote, conformando de tantes de una racionalidad absoluta lo induce a hecho una especie de romance burlesco. Esta imitar no sólo sus ideas sino también sus hábitos, misma línea de sátira de erudición en forma de tanto su forma de pensar como de actuar (carente romance burlesco se observa también en una obra de sentimientos), caminar (trotando) o hablar (re- anónima –aunque atribuida a Arbuthnot en el linchando). Ello lo convierte en una figura ridícu- XVIII– de clara inspiración cervantina (detectada la y alienada de la realidad que recuerda a don por Fitzmaurice-Kelly), The Life and Adventures Quijote por su imitación formal y demente de un of Don Bilioso de L’Estomac (1719), una sátira de ideal impracticable. A ello hay que añadir que, de las ideas de un médico de la época, John Wood- nuevo, es el propio Gulliver quien narra sus des- ward, que había postulado un año antes que el propósitos con toda seriedad, al igual que ocurría origen de todas las enfermedades se encontraba en en A Tale, de lo que resulta una parodia similar, el estómago. El narrador de Don Bilioso dice ha- en este caso de los libros de viajes, tan populares ber descubierto que la obra de Woodward es un en la época como los de caballerías en la de Cer- plagio de un antiguo romance español del que ha vantes. Ambas obras están enunciadas por narra- encontrado una traducción al francés y que apare- dores quijotescos, víctimas de un similar desvarío ce mencionado en la biblioteca de don Quijote, de sus facultades racionales que los conduce a que Woodward habría leído al tomar en serio el imitar modelos inadecuados de forma fallida, y comentario del Dr. Sydenham sobre Don Quijote ambas hacen uso de la ironía cervantina consisten- como el mejor libro de medicina; y para demos- te en la enunciación de tal desvarío con toda se- trarlo da los títulos de sus capítulos, que resumen riedad. sus contenidos y aluden a la obra de Woodward. Parece muy probable que Swift empezara a na- Finalmente, la sátira de erudición ocupa también rrar los viajes de Gulliver pensando en los de un lugar prominente en la obra de Pope The Dun- Martinus Scriblerus, el protagonista de una obra ciad [La zopenquiada], en forma de las anotacio- en cuya escritura Swift había participado entre nes realizadas al poema por un pedante quijotes- 1714 y 1727 pero que no vería la luz hasta 1741, co, atribuidas al propio Martinus, pero también en en el segundo volumen de las obras de Alexander la del protagonista del mismo, que en la primera Pope (donde se atribuye a éste y a John Ar- versión (1728 y 1729) era un trasunto de un erudi- buthnot, aunque también contribuyeron los demás to de la época, Lewis Theobald. A ello hay que miembros del Scriblerus Club, Swift en especial, unir que The Dunciad es la obra maestra de la pero también Thomas Parnell y John Gay), y cuya épica burlesca, el género característico del high filiación cervantina sugirió ya Becker. The Me- burlesque, cuyo modelo para Addison, como he-

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Reino Unido. Don Quijote mos visto, era Cervantes, pues se basaba en el tra- muy rígida y acartonada, lo que no le impidió im- tamiento heroico y grave de un tema cómico y an- primirse al menos seis veces durante el siglo ti-heroico. La conexión la explicita el propio Pope XVIII y muchas más posteriormente. El libro in- cuando, en el epílogo a su traducción de la Odi- cluía la biografía de Mayáns y las ilustraciones de sea, escribe que Don Quijote es “la perfección de Vanderbank que habían aparecido ya en la edición la épica burlesca”, o Richard Owen Cambridge en en español de Carteret, pero añadía una introduc- el prefacio de su The Scribleriad (1752) al indicar ción a los romances de caballerías escrita por Wi- que un poema épico burlesco “debería ser serio de lliam Warburton, amigo y editor de Pope, lo que continuo, porque los originales son serios; por sugiere una mayor conciencia de la dimensión pa- ello nunca se debería ver reír al autor, sino adop- ródica de la obra, en perfecta sintonía con la lectu- tar constantemente la ironía grave que sólo Cer- ra del Quijote como épica burlesca (presente tam- vantes ha preservado de modo inviolable”. bién en el texto de Mayáns, que consideraba el Si tenemos en cuenta que el tratamiento grave Quijote como una imitación cómica de la Ilíada). de una materia ridícula no sólo caracteriza a la Ello se ve confirmado por el prefacio, en el que épica burlesca sino, como acabamos de ver, tam- Jarvis critica a Motteux por convertir el texto cer- bién a las sátiras de Swift, a quien el propio Pope vantino en un comedia de estilo bajo, algo total- relaciona con Cervantes al atribuirle en el prefacio mente ajeno a la intención de Cervantes, cuyo de The Dunciad “el aire serio de Cervantes”, se rasgo distintivo cifra en una gravedad que mantie- puede ver en los autores del Scriblerus Club una ne de modo consistente a lo largo de toda la obra, concepción de la sátira cuya conexión con el autor “adecuada a la solemnidad de un español y en la español hasta ahora ha pasado casi desapercibida. que sin duda se encuentra el verdadero espíritu de Este tipo de sátira es cervantina por servirse tanto su sátira –ridicule–”. Jarvis recupera en su traduc- de una ficción quijotesca –bien en la acción, bien ción la ironía grave o solemnidad cómica obser- en la narración, un Quijote personaje o un Quijote vable en las obras de Swift o Pope –no en vano narrador– como de la ironía grave que tanto ellos fue amigo de ambos y es el autor de conocidos re- como sus contemporáneos identificaron como la tratos del segundo–, llevando su visión de Cervan- quintaesencia del humor cervantino. tes al terreno de la traducción, como hicieron pri- Así lo muestran varios testimonios de esta iden- mero Phillips con la de Gayton y D’Urfey y luego tificación que aduce Paulson: Thomas Warton en Motteux con la de Butler y Temple, o como haría The Adventurer 133 (1754) califica a Cervantes más tarde Tobias Smollett con la de Henry Fiel- de superior a Luciano por “su aire solemne e im- ding y Corbyn Morris. portante con el que se relatan las acciones más tri- Frente a la visión del Quijote como una obra ex- viales y ridículas”, Joseph Warton en su Essay on clusivamente cómica o humorística característica Pope (1756) se refiere a “la ironía solemne de del teatro del siglo XVII, la visión neoclásica atri- Cervantes, que es el padre y modelo sin rival de la buye a este humor una seriedad dada tanto por su verdadera épica burlesca”, y Laurence Sterne propósito satírico, que trasciende la parodia de los menciona la “gravedad cervantina” en Tristram libros de caballerías para ridiculizar la caballería Shandy (1759-67), describiendo además en una de misma y sus valores de modo tan contundente que sus cartas el humor cervantino como la descrip- causó la decadencia española, como por su carác- ción de “acontecimientos nimios y triviales con la ter grave, basado en una solemnidad o gravedad pompa y circunstancia de los grandes”. Esta idea irónica que lo contrapone al de Rabelais y lo em- de gravedad cervantina parece haber orientado parenta con el high burlesque. Tal visión convier- también la traducción que pone el colofón a esta te a Cervantes en modelo de la sátira augústea, y fase de la recepción del Quijote y que llevaba por en especial de la scribleriana, que caracteriza los título The Life and Exploits of the Ingenious excesos de cualquier índole, particularmente de Gentleman Don Quixote de La Mancha, obra del erudición o de religión, como una forma de locura pintor Charles Jarvis (o Jervas) y publicada en y los encarna en figuras quijotescas, siguiendo así 1742 (pero realizada mucho antes). La traducción en la estela de Butler; pero, a diferencia de éste y ha sido caracterizada por la crítica como fiel pero en consonancia con la nueva visión, lo hace con poco inspirada, muy literal y exacta pero también seriedad irónica, combinando locura quijotesca

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Reino Unido. Don Quijote con gravedad cervantina. Don Quijote es asimila- 3. Sátira y sentimiento: Don Quijote en la novela do a los valores del Neoclasicismo, tanto en lo re- productivo, por su tratamiento como un clásico El mismo año en que se publicaba la traducción poseedor de las virtudes literarias requeridas por del Quijote de Jarvis aparecía la primera novela de la poética neoclásica, como en lo productivo, por Henry Fielding, The History of the Adventures of su utilización para satirizar desvíos de la norma, la Joseph Andrews, and of his Friend, Mr. Abraham razón y la ortodoxia en términos literarios, ideoló- Adams (1742), que llevaba como subtítulo “Writ- gicos o históricos. La nueva interpretación del ten in Imitation of the Manner of Cervantes”. Esta Quijote sigue caracterizando el quijotismo en tér- obra inaugura una nueva fase en la recepción del minos radicalmente negativos, como locura o en- Quijote en el Reino Unido, caracterizable por la tusiasmo, como una subversión o amenaza al or- aparición de un nuevo quijotismo en un nuevo den intelectual, religioso, político, pero se puede contexto literario –la novela– que permite desarro- encontrar el germen de una visión diferente del llar el legado cervantino más allá de tal quijotis- mismo en las figuras quijotescas creadas por mo. Con Fielding aparece un nuevo tipo de Quijo- Steele y Addison, ambos alejados de esta visión te benevolente, imbricado en nuevas tendencias conservadora, que no dejaron huella inmediata pe- no sólo literarias sino también ideológicas, que ro sí una semilla que germinaría años más tarde. transforman la visión de la figura quijotesca y En Biddy Tipkin, la protagonista de la obra de culminan en su sentimentalización y heroiciza- teatro The Tender Husband (1705) [El marido ción, dejándola así a las puertas del Quijote Ro- tierno], Steele –con la colaboración confesa de mántico; pero, a diferencia de éste, está todavía al Addison– crea la primera mujer Quijote de la lite- servicio de una intención satírica, si bien, como ratura inglesa, descrita como “perfect Quixote in consecuencia de sus nuevas características, la sáti- petticoats [enaguas]” por la forma en que sus ilu- ra cambia de dirección y se dirige contra el mundo siones románticas sobre la vida y en especial el circundante y no contra la figura quijotesca, que amor están moldeadas por los romances que ha pasa así a ser instrumento en vez de blanco satíri- leído, lo que la hace cómica pero no despreciable, co. Esta transformación tiene lugar en el género pues no podemos evitar sentir simpatía por una emergente del siglo XVIII inglés, la novela, el joven idealista rodeada de personajes deshones- medio natural en el que tal figura fue concebida tos. Algo similar ocurre con Sir Roger de Cover- por Cervantes pero no imitada por los ingleses – ley, el viejo aristócrata rural que aparece en dife- que habían preferido el teatro y la sátira– y que rentes números del Spectator escritos sobre todo sólo ahora pasa a ser protagonista de la recepción por Addison pero también por Steele, quienes lo cervantina, para no dejar ya nunca de serlo. Los caracterizan de forma quijotesca –por su adheren- novelistas ingleses –y no hablo de figuras meno- cia a códigos y costumbres periclitados, su aliena- res, como bastantes imitadores previos, sino de ción del lugar y el tiempo en que vive y su obse- los más importantes del XVIII– toman de Cervan- sión por una viuda que lo rechazó hace años– para tes no sólo las figuraciones quijotescas que apare- satirizar a los Tories, pero desde una cierta simpa- cen por doquier sino, aún más importante, una tía que lo convierte en una figura amable. Ambos forma de concebir y ejecutar la novela decisiva en personajes quijotescos tienen una función satírica la conformación del nuevo género en las Islas Bri- acorde con la visión dominante del Quijote, pero tánicas y en el continente. A partir de ahora, el le- no son ni bufones o rufianes como los Quijotes de gado cervantino no consiste sólo en el quijotismo D’Urfey y Butler, ni locos o pedantes como los de de personajes y episodios, sino también en el cer- Swift y Pope, lo que da lugar a un tipo de sátira vantismo de una teoría y práctica de la novela (uti- diferente, no sólo por su blanco sino también por lizando la distinción formulada por Britton y desa- su manera más amable, y que puede relacionarse rrollada por Pardo en sus estudios sobre la con la diferente ideología subyacente. Frente al tradición cervantina en la novela inglesa del siglo autor moderno de Swift o Pope, Addison y Steele XVIII y Henry Fielding en especial), como se ob- proponen a su anticuado caballero, que mira a serva ya perfectamente en el Joseph Andrews de Fielding; frente a los pedantes scriblerianos, a su Fielding. Quijote femenino, que mira a Lennox. Lo primero que llama la atención de la novela es

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Reino Unido. Don Quijote su utilización de la dimensión paródica de la obra cas del Quijote desde D’Urfey a Pilon, pero que cervantina, que desde la recreación pionera de Fielding lleva más allá del teatro para convertirla Beaumont había prácticamente desaparecido. En en la base estructural de Joseph Andrews y de lo el primer libro de los cuatro de que consta la no- que denomina en el prefacio de la novela romance vela, Joseph aparece caracterizado como lector cómico, consistente en la inmersión o adaptación quijotesco de las cartas de su hermana, Pamela de los personajes y la trama característicos del Andrews, que componían Pamela; or, Virtue Re- romance –la historia de Joseph y su enamorada warded (1740) de Samuel Richardson, novela Fanny– en un contexto realista y anti-romántico. epistolar que Fielding ya había parodiado en Sha- Si en Joseph Andrews tal contexto es de naturale- mela (1741), pero que ahora parodia a la manera za quijotesca, en Tom Jones (1749) es más bien cervantina, es decir, sometiéndola a la prueba de picaresco, pues protagonista y acción combinan lo la realidad: Joseph intenta seguir el modelo litera- romántico y lo picaresco, una yuxtaposición que rio de su hermana pero, como le ocurre a don Qui- sigue siendo cervantina aunque el quijotismo esté jote con sus modelos caballerescos, el resultado es ausente. En esta obra Fielding elabora un tipo de radicalmente diferente, lo que demuestra la false- novela dual basada no sólo en el contraste entre dad del mismo. Al final del libro I, sin embargo, romance y realidad anti-romántica, sino en una se- Fielding deja de lado esta línea paródica para ini- rie de contrastes dialógicos entre personajes mo- ciar una sátira que llevará a cabo también de ma- delados sobre el de don Quijote y Sancho. Ade- nera cervantina, al emparejar a Joseph con el au- más, el narrador distanciado e irónico que téntico Quijote de la obra, Abraham Adams, y reflexiona sobre la propia novela en los capítulos lanzarlos a un cervantino viaje por los caminos y iniciales de cada libro y pone al descubierto su na- ventas de Inglaterra. Adams es quijotesco por po- turaleza ficticia, está también construido sobre seer una idea del mundo basada en modelos litera- Cide Hamete y los narradores del Quijote. Fiel- rios, en este caso los clásicos y especialmente la ding parte así de los hallazgos cervantinos en el Biblia, a los que Fielding de nuevo aplica el co- arte de la novela para desarrollarlos más allá de su rrectivo de la realidad en la serie de aventuras na- modelo, lo que explica el reconocimiento de sus rradas en los libros II y III; pero la transformación contemporáneos como el “Cervantes inglés”. de estos modelos en referentes éticos y de la locu- La elaboración del personaje quijotesco y de la ra caballeresca en excentricidad benevolente (una novela cervantina llevada a cabo por Fielding será forma singular e idiosincrásica pero inocente e in- tremendamente influyente y de hecho se dejará genua de ver el mundo y de actuar), hace que ese sentir de forma casi inmediata en dos mujeres no- correctivo se vuelva contra la realidad misma en velistas. Sarah Fielding, la hermana de Henry, vez de contra el personaje o sus ideas. Adams se presenta en The Adventures of David Simple utiliza para poner de manifiesto la degradación de (1744) y su secuela Volume the Last [El ultimo un mundo que no está a su altura, como ha indi- volumen] (1753) un personaje cuya decisión de cado Staves, quien ha subrayado también la recu- partir en busca de un amigo de verdad se caracte- peración en él de las dos facetas de don Quijote, riza de forma explícita en términos quijotescos y el bufón ridículo y el noble idealista, que aparecen da lugar a que otros personajes de la novela lo por separado antes y después de Fielding, respec- tomen por loco. La verdadera amistad que busca tivamente. Esta nueva concepción de la figura David aparece como un ideal equiparado con la quijotesca y de su función satírica se remonta a la Dulcinea de don Quijote y fundado en una idea obra de teatro de Fielding Don Quixote in Eng- errónea –pero noble y positiva– de la realidad, land (publicada en 1734, pero escrita entre 1728 y como la de Adams, con el que comparte también 1729), donde el autor trasladaba al mismo don una ingenuidad e inocencia que revela la deprava- Quijote creado por Cervantes –y no una figura- ción del mundo y se convierte así en instrumento ción basada en él mismo– a suelo inglés para en- satírico, aunque tal idea en este caso no procede frentarlo a la corrupción política. En esta obra, de la literatura, sino de su juventud e inexperien- además, puede observarse la superposición de la cia. La juventud pero también sus lecturas con- trama quijotesca cómica con una romántica amo- vierten a Arabella, la protagonista de la novela de rosa que es la marca de las adaptaciones dramáti- Charlotte Lennox The Female Quixote (1752) [El

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Reino Unido. Don Quijote Quijote femenino], en un personaje quijotesco o noble de don Quijote por parte de Fielding. De que, siguiendo el ejemplo de la Biddy Tipkin de hecho, Sarah fue la primera que en The Cry Steele (y tal vez también de la La Fausse Clélie (1754) [El grito] llamó la atención sobre la di- [1670] de Adrien Thomas Perdou de Subligny, mensión admirable de Adams, frente a la mayoría traducida al inglés como Mock-Clelia; or Mada- de los críticos de la época que sólo habían visto la me Quixote en 1678), se ha forjado una idea del ridícula, como ha recordado Tave, comparándolo mundo basada en los romances heroicos franceses además en esa combinación de lo ridículo y admi- del siglo XVII y cuyas expectativas románticas rable con don Quijote, al que caracteriza por su dan lugar a una serie de aventuras cómicas. Len- “locura en un punto y extraordinario buen sentido nox utiliza el Quijote como modelo paródico, al en todo lo demás”. Tal visión de don Quijote es la igual que Fielding, pero, al hacer de su Quijote que había propuesto Corbyn Morris en su Essay una heroína romántica superior a la mayor parte towards Fixing the True Standards of Wit, Hu- de los que la rodean, incorpora también algo de la mour, Raillery, Satire and Ridicule (1744), donde sátira a la manera de Fielding y, sobre todo, de su lo caracteriza como humourist. El humor, explica concepción del romance cómico, pues en Arabella Morrris, es “cualquier rareza o manía caprichosa se cruzan las dos tramas romántica y quijotesca que aparece en el temperamento o la conducta de representadas por Joseph y Adams en Joseph An- una persona en la vida real”, es decir de un humo- drews. La feminización de Lennox de la figura rista, al que describe no tanto en términos negati- quijotesca, unida al precedente sentado por Steele vos –aunque apunta el orgullo como principal de- en The Tender Husband, dio lugar a la aparición fecto– como positivos: su integridad –tiene el de una serie de Quijotes femeninos en el teatro de coraje y la honestidad de denunciar los fraudes y la época rescatados por Small, como la protago- vicios del mundo– y benevolencia –da muestras nista de la anónima Angelica; or Quixote in Petti- de sentimientos generosos que lo hacen acreedor coats [Angélica; o el Quijote con enaguas] de nuestra estima–. Ahí radica la diferencia entre (1758), cuyo título evoca la caracterización de los humoristas de Ben Jonson, de naturaleza odio- Biddy Tipkin, la de la obra de George Colman Po- sa, y los que presenta Morris, en los que la risa y lly Honeycombe (1760), o la Lydia Languish de la el afecto se dan la mano, por ejemplo el Falstaff comedia de R. B. Sheridan The Rivals [Los riva- de Shakespeare, el Sir Roger de Coveley de Addi- les] (1775). La novela tomará el relevo del teatro a son y el don Quijote de Cervantes. Morris descri- partir de los noventa, aunque pueden encontrarse be el humor de don Quijote como la fantasía de Quijotes femeninos como personajes secundarios creerse obligado a intentar empresas esforzadas y en novelas quijotescas anteriores (por ejemplo en perseguir románticas aventuras, que lo convierten David Simple) e incluso algunos que lo son avant en objeto de ridículo, al tiempo que es digno de la lettre. Tal es el caso de la Pamela de Richard- aprecio por las virtudes inseparables de su humor son, cuya visión de mundo y escritura, aunque no –sensatez, juicio, conocimientos, buenas maneras, derivadas o asociadas a un género preciso de ro- cortesía, valor, honor, generosidad y humanidad–, mance, están claramente orientadas por el idea- todo lo cual le hace referirse a él como amiable lismo romántico, detectado por algunos persona- character. De esta forma, la locura quijotesca se jes que la acusan de escribir un romance en sus transforma en humor, excentricidad, manía, una cartas (la misma acusación implícita en la parodia debilidad en un personaje que en conjunto es vir- de Fielding), si bien a la postre su romantización – tuoso y admirable, y don Quijote queda converti- o quijotización– de la realidad acaba imponiéndo- do en lo que Tave ha llamado amiable humorist (o se. Skinner original). El personaje cervantino ha de- Tanto Charlotte Lennox como Sarah Fielding jado así de ser entusiasta para ser humorista, y someten la figura quijotesca a una romantización ello en un sentido positivo y no en el negativo que que la transforma de un anti-héroe viejo en un hé- tenía en Jonson, alguien no de quien sino con roe o heroína joven, un proceso que culminará en quien reírse. O, en otras palabras, al cambiar la vi- los Quijotes heroicos de Smollett, Brooke y Mack- sión del humor –un proceso, perfectamente des- enzie, pero que realmente había empezado con el crito por Tave, iniciado ya a finales del XVII con redescubrimiento de la dimensión seria, inocente autores como Temple o Congreve, que lo valoran

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Reino Unido. Don Quijote positivamente como la excentricidad asociada tra- fía de Mayáns y que ha estudiado Burton. Lo más dicionalmente al carácter inglés– cambia también interesantes es que tal heroicización va unida o al la del quijotismo tradicionalmente asociado a él. menos discurre paralela a la de don Quijote que Lo sorprendente es que Morris no aluda a Fiel- empieza con los Fielding, Henry y Sarah, y culmi- ding, que había articulado en el terreno de la crea- na en la siguiente novela de Smollett, Launcelot ción la reinterpretación de la figura quijotesca que Greaves (1760-61). Su protagonista es un “Don él enuncia de forma explícita en su comentario. Quijote moderno”, tal como se lo califica en la Tal reinterpretación no tarda en llegar al terreno obra, al que un desengaño amoroso impulsa a ves- de la traducción de la mano de Tobias Smollett, tirse y actuar como un caballero andante, pero que que completa este nuevo triunvirato no sólo con posee todos los atributos de un héroe romántico y, su traducción del Quijote publicada en 1755 y ti- de hecho, se enfrenta con éxito a desafíos y aven- tulada The History and Adventures of the Renow- turas en su cruzada contra la corrupción del siste- ned Don Quixote, sino también por su emulación ma político y judicial, que su idealismo quijotesco de Cervantes en sus novelas anteriores y sobre to- sirve para satirizar a la manera de Fielding. Smo- do posteriores. Efectivamente, antes de la traduc- llett proyecta en Launcelot la dimensión heroica ción Smollett había ya publicado romances cómi- de don Quijote prescindiendo de la cómica, que cos como Roderick Random (1748) y Peregrine aparece en el otro Quijote de la obra, el capitán Pickle (1751), en los que combinaba una trama Crowe, separando así en dos figuras lo que en romántica con una picaresca, de manera similar a Cervantes –o en Fielding– aparecía combinado en como había hecho Fielding en Tom Jones, y en los una. Esta proliferación de figuras quijotescas es que aparecían algunas figuras quijotescas secun- también una característica de la última novela de darias que podrían caracterizarse como humoris- Smollett, su obra maestra, que puede considerarse tas amables. Aunque la autoría y hasta el conoci- una especie de suma tanto del quijotismo como miento del español por parte de Smollett fueron del cervantismo del XVIII. La galería de Quijotes cuestionados desde su misma aparición y parece de Humphry Clinker (1771) incluye un pedante no que en efecto está basada en la de Jarvis, esta tra- sólo quijotesco sino de quijotesca estampa –el te- ducción es mucho más libre y superior estilística- niente Lismahago–, un entusiasta religioso aunque mente, de modo que podría caracterizarse, al revés benevolente –Humphry Clinker– y un humorista que la de Jarvis, como poco fiel y muy inspirada. amable disfrazado de misántropo –Matthew Bra- En los materiales preliminares añadidos por Smo- mble–. Smollett, además, experimenta con la yux- llett (que incluyen una biografía de Cervantes) taposición cervantina de lo romántico y anti- pueden apreciarse además los cambios de inter- romántico a través del romance cómico, así como pretación que la orientan y en ellos, curiosamente, con la presentación dialógica de la realidad a tra- se hace eco de dos ideas que había formulado su vés del método epistolar, de forma que las cartas crítico William Windham, como ha explicado de los diferentes corresponsales que conforman la Burton. En primer lugar, Smollett insiste en que novela le permiten articular un diálogo de diferen- Don Quijote es una parodia de los libros de caba- tes puntos de vista o visiones de mundo de rasgos llerías y no una sátira de la caballería y los valores netamente cervantinos. caballerescos, dando así un giro radical a la inter- Smollett sintetiza en Humphry Clinker no sólo pretación de la primera mitad de siglo y alineán- diferentes tipos de experiencia quijotesca sino di- dose con la recuperación de la parodia y la exalta- ferentes aspectos del arte cervantino de la novela, ción de los valores representados por la figura y en ambos terrenos puede discernirse la influen- quijotesca de Fielding y Morris. En segundo lu- cia no sólo de Fielding sino también del tercer gar, Smollett utiliza como argumento para su vi- gran novelista cervantino del siglo XVIII, Lauren- sión paródica y no satírica de la obra la vida del ce Sterne, cuya obra maestra, Tristram Shandy propio Cervantes, en la que ve un temperamento (1759-67), había sido publicada unos años antes heroico y una inclinación a la caballería (y por que Humphry Clinker. Como ésta, Tristram tanto mal podía criticar en su obra lo que defendió Shandy incluye una galería de Quijotes: Yorick es en su vida), produciéndose así una heroicización quijotesco de modo literal, por su estampa, los de Cervantes que había empezado ya en la biogra- Shandy de forma desplazada, por sus hobby-

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Reino Unido. Don Quijote horses, aficiones o manías convertidas en mono- por su naturaleza dialógica y autoconsciente, pero manías u obsesiones que determinan su forma de que mira más allá de Cervantes a la novela del si- ver y actuar y, como tales, dan lugar no a una serie glo XX. de aventuras en el camino, en el ancho mundo, En Tristram Shandy hay, además, un elemento sino a pequeños incidentes en el ámbito domésti- nuevo que es resultado directo del culto a la sen- co, por lo que pueden considerarse una domesti- sibilidad –entendida como la capacidad de expe- cación de la locura quijotesca, como ha indicado rimentar refinados sentimientos de amor y amistad Reed. El hobby-horse de Walter es la erudición, lo hacia los demás, especialmente ante sus desgra- que hace de él un pedante quijotesco claramente cias, así como de aliviarlos en forma de lágrimas y inspirado en el padre de Martinus Scriblerus, Cor- de expresarlos con acciones generosas– que em- nelius, y el de Toby la historia y la estrategia mili- papa no sólo la literatura sino otras áreas de la tar, aunque posee además un carácter benevolente cultura inglesa –y europea– de la segunda mitad que lo convierte en el tercer gran humorista ama- del siglo XVIII. La exaltación de la benevolencia ble quijotesco del siglo XVIII, junto con Adams y que articulan las figuras quijotescas a partir de los Bramble. Como resultado de esta proliferación y años cuarenta es uno de los síntomas de ese culto, desplazamiento de figuras quijotescas, se produce y Sterne le da entrada en el universo quijotesco al la aportación más significativa de Sterne en lo que teñir la benevolencia de Toby de sentimentalismo, al quijotismo se refiere, cual es la universalización creando así una asociación entre ambos que será del mismo, la articulación en el terreno de la fic- muy fructífera. El primero en recoger esta heren- ción de la idea de que todos somos Quijotes en cia es Oliver Goldsmith, quien crea en el protago- mayor o menor medida. Tal idea había sido ya nista de The Vicar of Wakefield (1766) [El Vicario formulada a mediados de siglo por William Mel- de Wakefield], el Dr. Primrose, otro humorista moth “Fitzosborne” en una de sus Letters on Se- amable de corte sentimental (como Toby e incluso veral Subjects (1748) y por Samuel Johnson en el Bramble) cuya excesiva inocencia (que recuerda a número 2 de The Rambler (1750), donde, tras re- la de Adams) no sólo es el origen de su benevo- ferirse a las fantasías caballerescas y sueños de lencia sino la causa de una percepción errónea de grandeza del hidalgo, declara que pocos lectores la realidad que da lugar a una sucesión de desas- podrán negar haber tenido visiones similares, si tres a punto de causar su ruina y la de su familia. bien no tan desaforadas o inadecuadas a sus me- El propio Sterne desarrolla en su última novela, A dios, y concluye: “Cuando lo compadecemos [a Sentimental Journey (1768) [Un Viaje sentimen- don Quijote] reflexionamos sobre nuestras propias tal], los rasgos sentimentales de Toby proyectán- decepciones; y cuando reímos nuestro corazón dolos ahora en Yorick, en el que el sentimentalis- nos dice que él no es más ridículo que nosotros mo ya no es sólo condimento de la benevolencia, mismos, excepto en que él nos dice lo que noso- sino que asume las funciones del hobby-horse tros hemos sólo pensado”. Se llega así a una in- shandiano o de la locura quijotesca para conver- terpretación del quijotismo que está en las antípo- tirse en una forma de ver y de actuar, creando el das de la que lo veía como locura o entusiasmo y paradigma del Quijote sentimental, pero desde que va más allá de la que lo ve como humor o ex- una distancia irónica dada por la comicidad, lo centricidad: no es la ruptura de la norma sino la que lo diferencia de otros Quijotes sentimentales norma misma. La otra gran aportación de Sterne totalmente serios. El primero de éstos es Harry se produce en el terreno del cervantismo estudiado Moreland, que protagoniza la novela de Henry por Pardo y viene dada por un tercer Shandy, el Brooke The Fool of Quality (1764-70) [El necio narrador, cuya quijotesca aspiración de contar su de calidad], cuyo título naturalmente es irónico y vida de modo exhaustivo resulta en una parodia alude al hecho de que Harry es un tonto para el del género novelesco que reflexiona de forma au- mundo donde su idealismo e ingenuidad no tienen toconsciente precisamente sobre la imposibilidad cabida, pero que le impulsan a llevar a cabo con- de tal tarea. Sterne dramatiza la imposibilidad de tinuas acciones generosas en socorro de los nece- la aspiración mimética que define al nuevo género sitados. Ello lo caracteriza como un héroe quijo- al mismo tiempo que desarrolla una nueva forma tesco y, de hecho, la obra hace alusión de forma de mímesis en la que late la herencia cervantina explícita al hidalgo, pero exclusivamente en su

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Reino Unido. Don Quijote dimensión heroica, dejando de lado la cómica o original sino, sobre todo y por primera vez, profu- ridícula. El segundo es Harley, protagonista de samente anotada, obra del reverendo John Bowle, The Man of Feeling [El hombre de sentimiento] que culmina el proceso de canonización tanto del (1771), del escocés Henry Mackenzie, que es no Quijote como de Cervantes. Más interesante que sólo el paradigma del héroe sentimental en su va- la edición misma, por su carácter sintomático de riante seria, como lo es Yorick en la cómica, sino la recepción cervantina en este tramo final del si- la apoteosis del héroe quijotesco formulado por glo, es acaso la carta publicada en 1777 a propósi- Brooke, aunque Mackenzie no lo relaciona de to de la misma –“A Letter to the Reverend Doctor forma explícita con don Quijote, como sí hacían Percy concerning a new edition of Don Quixote”– Sterne o Brooke. Con él culmina el proceso de he- . En ella Bowle pone de manifiesto su profundo roicización de don Quijote iniciado con David conocimiento e interés por los libros de caballe- Simple e impulsado por Launcelot Greaves, así rías, del que era partícipe su destinatario, el bi- como la transición de una visión de la figura qui- bliófilo y medievalista Thomas Percy, quien como jotesca fundamentalmente cómica a una trágica. erudito cervantino poseía una colección de tales Todos estos personajes hacen gala de un nuevo ti- libros citados en el Quijote y ayudó a Bowle en po de heroísmo que es quijotesco porque sus vir- sus esfuerzos editoriales. La actitud de Bowle, tudes heroicas, en vez de promoverlos a la cúspide Percy, o Johnson hacia los libros de caballerías del mundo, los ponen en conflicto con él, y por- forma parte de una nueva tendencia de valoriza- que poseen un idealismo que los aliena o aísla de ción del romance medieval caballeresco, que ha- una sociedad prosaica y ruin, lo que los sitúa en la bía iniciado Richard Hurd con sus Letters on Chi- antesala de la visión Romántica de don Quijote. valry and Romance (1762) [Cartas sobre la En esta misma órbita, aunque con matices dife- caballería y el romance] y que culmina Clara renciales por tratarse de un cuento filosófico en la Reeve en The Progress of Romance (1785) [La tradición instaurada por Voltaire, se puede situar evolución del romance]. Esta tendencia hay que The History of Rasselas, Prince of Abisinia entenderla dentro de la emergente estética prerro- (1759), de Samuel Johnson, un asiduo lector de mántica, con su gusto por lo medieval, lo gótico y Cervantes (y de libros de caballerías) que utiliza lo primitivo, pero también de la nueva visión ro- aquí el patrón instaurado por Fielding (y por Vol- mántica tanto de Cervantes como de don Quijote, taire, como indica Staves) del idealista ingenuo que esconde una curiosa paradoja. Tal paradoja la cuyos viajes y encuentros con diferentes persona- formula explícitamente Reeve en su obra cuando jes, unido al contrapeso escéptico que en este caso afirma que se puede admirar tanto el Quijote co- representa su tutor Imlac, muestan los límites de mo los romances que ridiculizó y justifica tal po- una cierta idea del mundo al tiempo que se con- sición vinculando éstos tanto con el autor como vierten en una herramienta satírica contra el mis- con el personaje, al argumentar que Cervantes fue mo. autor de romances –la Galatea y el Persiles– y Al igual que ocurre con la heroicización, la sen- sugerir que don Quijote es un héroe de romance timentalización de la figura quijotesca corre para- (mediante la pregunta retórica de si el hidalgo no lela a la de su autor, como ha detectado Burton en es más respetable y admirable que las personas los prefacios de dos traducciones de la época que inmersas en empresas bajas, afeminadas y merce- eran en realidad revisiones de otras previas. Me narias, sin asomo de virtud ni en lo privado ni lo estoy refiriendo a la traducción de George Kelly, público, y de pensamientos y deseos egoístas). aparecida en 1769, en realidad una reimpresión de Don Quiote vuelve así a identificarse con los li- la de Motteux con las notas de Jarvis, y a la de bros cuya parodia fue la mecha que encendió la Henry Charles Wilmot de 1774, una versión posi- invención cervantina, aunque por motivos diame- blemente basada en Jarvis y Smollett. Por eso, tralmente opuestos a los de la primera mitad del realmente, el acontecimiento más relevante del úl- XVII. timo tercio del XVIII en lo que a la recepción re- La caracterización de Reeve está de nuevo mi- productiva se refiere es la aparición en 1781 de la rando al Quijote de los Románticos, pero reducir Historia del Famoso Cavallero Don Quijote de la el último tercio de siglo a esta interpretación sería Mancha, edición en seis tomos no sólo en lengua una simplificación. En 1773 aparece The Spiritual

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Reino Unido. Don Quijote Quixote, de Richard Graves, donde el quijotismo roe imbuido de ficción sentimental que se lanza a del protagonista vuelve a encarnar el blanco satí- los caminos para acometer todo tipo de empresas rico, en este caso los excesos del Metodismo y sus filantrópicas como las de sus modelos literarios. predicadores itinerantes, volviendo así a la tradi- En estas novelas, particularmente las dos prime- ción del Quijote como entusiasta religioso inicia- ras, el quijotismo es de nuevo utilizado con el da por Butler y Swift, como han apreciado acerta- propósito de encarnar ideas o ideologías que se damente Staves y Ziolkowski, quien además consideran subversivas para el orden político, so- añade otro precedente en una obra francesa de cial o intelectual, desde posiciones claramente Pierre Quesnel traducida al inglés en 1755 como conservadoras, como pone de manifiesto el “En- The Spiritual Quixote; or the Entertaining History sayo sobre el quijotismo” que Graves inserta en of Ignatius Loyola (1755), en la que el blanco crí- medio de su obra. Por ello, este tipo de Quijote tico son los excesos del Catolicismo. Pero, a dife- ideológico, como lo ha denominado Staves por rencia de estos precedentes, la novedad de Graves oposición al literario (basado en la lectura de fic- es que su protagonista es heroico y no anti- ción), se demostrará muy útil para combatir las heroico, lo que denota la influencia de Lennox y nuevas ideas políticas que empiezan a diseminarse los demás Quijotes románticos –y en última ins- por el Reino Unido a raíz de la Revolución Fran- tancia de Fielding y su romance cómico–. Efecti- cesa y que marcan el período Romántico inglés, vamente, la novela se basa en la yuxtaposición de como veremos. una trama romántica con una quijotesca en un Es importante no omitir a estos Quijotes ideoló- mismo personaje, que puede actuar simultánea- gicos del cuadro general porque son la prueba de mente como Quijote satírico y como héroe román- la pervivencia de interpretaciones quijotescas pre- tico porque su quijotismo está radicalmente des- vias y de la convivencia en el tercio final del siglo vinculado de su esencia romántica. La obra de XVIII –también en el inicial del XIX– de dos ten- Graves es la primera de una serie de novelas satí- dencias extremas, la satírica y la heroica. Ambas ricas en la que el quijotismo de sus protagonistas son una simplificación de lo que era complejo en encarna diferentes vicios o males de la sociedad Cervantes, quien funde en don Quijote lo ridículo inglesa del momento, y en cuyo título la palabra y lo admirable, y tal complejidad es la que se en- Quijote va acompañada de un adjetivo que indica cuentra en figuras quijotescas mayores como la fuente o naturaleza de su quijotismo. En una Adams, Toby o Bramble, que no son ni bufones o primera fase, esta serie incluye la anónima The entusiastas ni héroes románticos o sentimentales, Philosophical Quixote; or, Memoirs of Mr. David sino una síntesis de ambos, o sea, humoristas Wilkins (1782), en la que la figura quijotesca se amables. Esta reinterpretación sintética que resulta utiliza para satirizar las ideas de la Ilustración y en de la reivindicación de la dimensión seria o heroi- particular sus aspiraciones científicas, encarnadas ca de la figura quijotesca así como su utilización en este caso por una figura anti-heroica cuyo afán para satirizar el mundo circundante puede consi- por realizar algún descubrimiento científico capi- derarse lo distintivo de este período, aunque en úl- tal para la humanidad lo arrastra a una serie de tima instancia es la que da lugar al quijotismo disparatados y fallidos experimentos; la también Romántico emergente que convive a finales de si- anónima The Amicable Quixote; or, The En- glo con un quijotismo neoclásico residual. Por thusiasm of Friendship (1788), en la que se vuel- ello puede considerarse el medio siglo que va de ve al héroe romántico aunque quijotesco debido a 1740 a 1790 como el período central de la recep- su exagerado entusiasmo por la amistad, que lo ción del Quijote en el Reino Unido, pues en él no hace presa de un desmedido afán por buscar y ha- sólo se produce la transición del Quijote cómico y cer amigos, una especie de David Simple pero neoclásico al trágico y Romántico, sino que se desde una perspectiva cómica; y William cruzan y sintetizan todas las posibilidades inter- Thornborough, the Benevolent Quixote (1792), pretativas posibles. Es también crucial porque los atribuida a las hermanas Jane y Elizabeth Purbeck, grandes novelistas, Fielding, Smollett y Sterne, así que también satiriza el mismo culto a la sensibili- como otros no tan importantes pero de considera- dad, si bien dirigiéndose de forma más directa ble popularidad o impacto como Lennox, contra sus exponentes literarios, a través de un hé- Goldsmith o Graves, utilizan el Quijote como

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Reino Unido. Don Quijote modelo para configurar la naciente novela inglesa. particular las dos grandes líneas del último tercio. Por mediación de estos autores se produce la natu- Por un lado, hay un tipo de Quijote que es román- ralización del Quijote como novela inglesa, su tico porque está en línea tanto con la interpreta- apropiación por parte de lectores y de autores co- ción y valores de los Románticos como con la ro- mo parte integrante del canon literario inglés, no mantización de la figura quijotesca que la sólo durante el siglo XVIII sino especialmente, convierte en héroe o heroína de romance. Por otro como veremos, durante el XIX. lado, hay un tipo de ficción satírica y/o paródica que se sirve de un Quijote anti-romántico, es de- 4. El Quijote Romántico cir, de una figura que representa el mal o exceso Knowles caracterizó la recepción del Quijote objeto de censura –el propio romance cuando el durante el período Romántico –que en el Reino blanco es la ficción, las ideas revolucionarias Unido suele situarse en los cincuenta años que cuando se trata de Quijotes ideológicos–. Si los van de la última década del XVIII a la cuarta del primeros reflejan la interpretación distintiva y XIX– por un descubrimiento de nuevas virtudes dominante del período Romántico, los segundos en la obra procedente de Alemania, que minimiza son paradójicamente más numerosos y más evi- su dimensión de farsa o sátira para poner en pri- dentemente quijotescos, por lo que podría decirse mer término su patetismo y carácter triste o trági- que el Quijote Romántico es tanto romántico co- co; también por el hecho de que, con la excepción mo anti-romántico, tal como fue el período en su de algunas obras menores, “el período de los prés- conjunto y como se refleja sus dos grandes nove- tamos directos parece haber terminado, dando pa- listas –Walter Scott y Jane Austen–. El carácter so de modo gradual a ensayos interpretativos en cervantino de ambos, finalmente, pone de mani- publicaciones periódicas”. Aunque tal caracteriza- fiesto que el Quijote no sólo dejó su impronta en ción es acertada en líneas generales y llama la obras de creación menores. atención sobre el importante papel jugado por El primer vislumbre de quijotismo en la ficción Alemania en la conformación de la nueva visión Romántica se produce en el género de romance Romántica, similar al de Francia para la visión que había desplazado al heroico francés y sus de- neoclásica, habría que precisar que las nuevas vir- rivaciones inglesas en el gusto popular y cuyo tudes no son del todo nuevas, pues habían empe- apogeo se produce en la última década del siglo zado a descubrirse ya en la segunda mitad del si- XVIII, algo que podría parecer sorprendente pero glo XVIII en el Reino Unido, y no son tan que es perfectamente coherente con el proceso de universalmente reconocidas como podría en un romantización quijotesca descrito. El romance gó- principio pensarse, pues la continuidad con el si- tico había nacido en 1764 con The Castle of glo XVIII se manifiesta también en la pervivencia Otranto de Horace Walpole, aunque pasarían tre- de una interpretación antagónica. Efectivamente, ce años hasta que Clara Reeve siguiera sus pasos si, como afirma Knowles, los grandes autores del en The Old English Baron (1777) y otros diez Romanticismo inglés, en su mayoría poetas o en- hasta que Sophia Lee los recondujera hacia la no- sayistas, y tal vez precisamente por ello, dejaron vela histórica en The Recess, or a Tale of Other testimonio de su admiración por Cervantes en Times [El escondite] (1783-85). Esta obra está na- forma de comentarios más que de préstamos o rrada por dos supuestas hermanas gemelas de Ma- imitaciones, no es menos cierto que éstos pueden ría Estuardo, la reina de Escocia ajusticiada por encontrarse en novelas de autores menos relevan- Isabel I, que narran sus infructuosos intentos por tes para el movimiento Romántico o incluso anta- recuperar el trono inglés y las góticas tribulacio- gónicos del mismo, quienes ofrecen un testimonio nes a que dan lugar, pero que, al hacerlo, romanti- no desdeñable de una forma diferente de entender zan hechos históricos bien conocidos. Tal roman- el Quijote, y por tanto de un cierto divorcio entre tización podría atribuirse a la autora de la obra si la recepción reproductiva y la productiva. De este no fuera porque ésta se ocupa de dejar clara su modo, junto a la interpretación Romántica de don raíz literaria y de incluir visiones alternativas que Quijote por parte de poetas y ensayistas, pueden la ponen en cuestión, convirtiéndolas así, según el identificarse una serie de Quijotes en la ficción de análisis de Gordon, en Quijotes femeninos que la época que siguen las pautas de la del XVIII, en perciben y relatan su experiencia a través del ro-

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Reino Unido. Don Quijote mance sin ser conscientes de ello (lo mismo que les conduce al aislamiento, de un idealismo abs- ocurría con Pamela en la obra homónima de Ri- tracto de orígenes librescos, aunque posee tam- chardson). Gordon llega a similares conclusiones bién un componente de cruzada moral. En Falk- respecto a la protagonista de The Mysteries of ner (1837) los dos personajes principales, Rupert Udolpho [Los misterios de Udolpho] (1794), obra Falkner y Gerald Neville, obedecen a similares pa- de la gran maestra del género gótico, Ann Radclif- rámetros, con el primero representando más cla- fe, que retrata de nuevo la conciencia quijotesca ramente la dimensión moral de defensa de menes- de una heroína a la que en principio el lector no terosos y oprimidos. Este quijotismo explícito identifica como tal, lo que le induce a asumir su como ideal de conocimiento y filantropía hace po- experiencia gótica –miedo y suspense ante lo si- sible postular un parentesco cervantino menos ob- niestro y sobrenatural– como si fuera real, para vio con el protagonista de la primera novela de acabar descubriendo que es en gran medida fruto Mary Shelley, Frankenstein (1818), que es a la de su imaginación. Estamos ante una forma de postre la que le ha otorgado la posteridad literaria quijotismo femenino encarnada por heroínas ro- a su autora. Victor Frankenstein, identificado en el mánticas y consistente en una romantización invo- subtítulo de la obra como el “Prometeo moderno”, luntaria de la realidad que no sólo carece de im- podría entenderse como una curiosa variante fáus- plicaciones paródicas, sino que no es ni siquiera tica de este tipo de héroe romántico quijotesco por condenada, siguiendo así la línea abierta por Pa- su idealismo a ultranza al que está dispuesto a sa- mela. Para encontrar un equivalente masculino en crificar todo, que es tanto abstracto (ansia de co- esta misma vena romántica, hay que acudir a otra nocimiento) como moral (afán filantrópico) y que autora del género gótico, Charlotte Smith, a la que tiene orígenes en lecturas cuyo anacronismo se sólo Staves ha puesto en conexión con Cervantes. subraya. Si a ello se une que, años más tarde, En The Old Manor House [La vieja casa señorial] Mary publicaría una biografía de Cervantes en sus (1793) y The Young Philosopher [El joven filóso- Spanish and Portuguese Lives (1837), donde pro- fo] (1798), Smith utilizó un quijotismo de diferen- fundiza en la romantización del autor y de don te naturaleza para atacar la corrupción de las insti- Quijote iniciada ya por Smollett y Reeve, respec- tuciones y el sistema legal inglés y para defender tivamente, tenemos un testimonio concluyente de sus ideas radicales en sintonía con las de la Revo- un trato asiduo de la autora con Cervantes (con- lución Francesa. Los protagonistas de estas nove- firmado por cartas y diarios), en virtud del cual la las son héroes que protagonizan una trama amoro- analogía entre la figuración Romántica del hidal- sa típica del romance y que de forma romántica e go observable en su biografía del alcalaíno y el idealizada representan tales ideas, especialmente moderno Prometeo de su novela no parece desca- en la segunda. Su quijotismo no consiste en una bellada. Esta cobra aún más fuerza por la presen- percepción errónea de la realidad, sino que, al cia en Frankenstein no sólo de una alusión a San- contrario, poseen una lucidez que choca con la vi- cho en el prólogo sino de la historia interpolada sión dominante pero degradada de otros persona- de Safie, muy semejante a la de Zoraida en el Qui- jes: no es error epistemológico sino idealismo mo- jote, y por la narración del libro a través de dife- ral con una fuerte carga romántica e ideológica, rentes relatos enmarcados y voces, un recurso pa- aunque aprendido de los libros y en conflicto – tentado por Cervantes, aunque utilizado aquí con moral, no epistemológico– con un mundo en el propósitos y efectos bien diferentes. Esta media- que no hay sitio para tales ideales. ción múltiple tiene una raigambre más claramente En una esfera diferente de este involuntario o cervantina, por ir unida al recurso del manuscrito sutil quijotismo rescatado por Gordon y Staves se hallado (que Shelley utilizará en The Last Man [El sitúan los personajes quijotescos de dos novelas último hombre], 1826) y arropada por varias refe- poco conocidas de la que es posiblemente la auto- rencias al Quijote, en la obra que es la suma del ra gótica de mayor fama universal, Mary Shelley. género gótico clásico, Melmoth the Wanderer En Lodore (1835), dos personajes son calificados (1820), escrita por el irlandes Charles Maturin. o caracterizados como quijotescos por la voz na- El mismo conflicto entre ideal y realidad obser- rrativa, Fanny Derham y Horatio Saville, a causa vable en los jóvenes héroes de Smith o Shelley de una compulsiva búsqueda de conocimiento que puede encontrarse en el gran novelista Romántico

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Reino Unido. Don Quijote por excelencia, Walter Scott, aunque con la mayor sino también de ficción narrativa, a veces deno- conciencia de inadecuación epistemológica carac- minada romance histórico para poner de manifies- terística de los Quijotes góticos femeninos. Al to su componente romántico, pues suele situar un inicio de su primera obra narrativa, Waverley personaje o trama románticos en mitad de una se- (1814), con la que arranca la serie de novelas his- rie de personajes y acontecimientos históricos. Se tóricas que le harían famoso en toda Europa y trata, a fin de cuentas, del emplazamiento de la acreedor al título de “Cervantes de Escocia”, el historia en la Historia que define a la novela his- narrador describe la infancia de su protagonista tórica. como la de un lector empedernido y enumera sus Walter Scott no sólo cita el Quijote en numero- abundantes lecturas de índole romántica, para es- sos prefacios y escritos (especialmente en sus bio- pecificar acto seguido que no está escribiendo grafía de novelistas ingleses), o evoca la figura “una imitación del romance de Cervantes”, pues quijotesca en otros personajes de sus novelas co- no pretende “describir una tan total perversión del mo Jonathan Oldbuck en The Antiquary (1816), intelecto que distorsiona los objetos que se pre- quien entronca con la figura dieciochesca del pe- sentan realmente a los sentidos, sino la más co- dante quijotesco, sino que parece que leyó la obra mún aberración del sentido común que percibe las en español y en algún momento se planteó tradu- cosas como realmente ocurren, pero las tiñe de un cirlo, pero traspasó el encargo de preparar una tono y coloración románticos”. Scott transforma el nueva edición de la obra en inglés a su yerno y quijotismo en una coloración romántica juvenil primer biógrafo, John G. Lockhart, quien utilizó que habitualmente se supera con la experiencia y la traducción de Motteux –parece que la preferida crea así el patrón del héroe romántico pero inade- de Scott–, a la que añadió una introducción y no- cuado –por su entorno o por sus propias caracte- tas. En su introducción a History of the Ingenious rísticas– que madura como resultado de su con- Gentleman, Don Quixote de la Mancha (1822), frontación con la realidad, recurrente en sus obras Lockhart rechaza la idea del Quijote no sólo como y en toda la novela decimonónica, como ha indi- parodia de los libros de caballerías sino también cado con acierto Welsh. Scott además se refiere al como sátira de la caballería, yendo un paso más Quijote como romance, lo que puede considerarse allá en el proceso de ampliación progresiva del re- el último paso en el proceso de valorización del ferente de la locura quijotesca para convertirla en género iniciado por Hurd y del que vimos testi- encarnación de la imaginación en pugna y con- monios en Percy, Bowle y Reeve, que acaba con- traste con la realidad, representada por Sancho, y virtiendo el Quijote en el tipo de obra que paro- formulando así la lectura simbólica característica diaba de manera similar a como convierte a su del Romanticismo que sustituye a la satírica del protagonista en el tipo de héroe que imitaba de XVIII. Lockhart, además, reacciona contra la vi- forma fallida. La opinión de Scott, que era un ex- sión cómica de la figura quijotesca, declarando perto conocedor y admirador no sólo del Quijote que, aunque a veces ciertas situaciones producen sino también de los libros de caballerías, se justi- risa, “sentimos reverencia por… el noble espíritu fica sin embargo por su visión del romance como del caballero castellano”, al que considera un au- un género en que se dan la mano lo maravilloso y téntico caballero pese a su locura –como Scott lo real, y por tanto que no excluye la realidad, consideraba el Quijote un auténtico romance–. El como la novela de Cervantes no excluye lo ro- de Lockhart es uno de los comentarios más exten- mántico. En este sentido, el Quijote sería una sos y representativos de la visión Romántica del combinación modélica de romance y realismo, y Quijote en lengua inglesa, además del más tem- así lo vieron efectivamente los autores de roman- prano, pues aparece un año antes que las traduc- ces cómicos del XVIII como Fielding o Smollett a ciones al inglés de las historias literarias de los que Scott también admiraba y conocía bien (y Bouterwek y Sismondi que diseminaron la visión cuya inspiración es evidente en Waverley). Por Romántica del Quijote por toda Europa. A él hay ello no es de extrañar que éste adoptara a Cervan- que unir el que ofrece posteriormente la biografía tes (y también a sus emuladores ingleses del ya citada de Mary Shelley y, este mismo año, el XVIII que actúan de intermediarios) como ejem- libro de viajes de Henry David Inglis Rambles in plo para modelar no sólo un nuevo tipo de héroe the Footsteps of Don Quixote [Andanzas tras los

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Reino Unido. Don Quijote pasos de Don Quijote] (1837), cuya primera ver- lo que se necesitan uno a otro para estar comple- sión reducida y en cuatro partes había aparecido tos. Queda así articulada la estrategia hermenéuti- en la Englishman’s Magazine en 1831. Inglis es- ca característica de los Románticos, consistente en taba siguiendo la tradición inaugurada por John prescindir de los rasgos quijotescos externos o li- Talbot Dillon en 1781 con sus Letters from an terales que se consideran secundarios en favor de English Traveller in Spain [Cartas de un viajero una esencia que se interpreta en términos simbóli- inglés en España], cuyo largo subtítulo especifica cos. Como en otras esferas de su vida intelectual, la fecha –1778– y el tema de las mismas –el ori- Coleridge trajo tanto la estrategia como las ideas gen y evolución de la literatura española, con re- de Alemania, que posiblemente diseminó de for- flexiones sobre las costumbres y con “ilustracio- ma oral, como era su costumbre, entre su círculo nes del romance de Don Quixote”–. Dillon de amigos. combinaba el comentario literario con el relato de No es de extrañar, por tanto, que ambas puedan un viaje por lugares ligados a los autores comen- discernirse en los comentarios más breves de en- tados, ocasionalmente a Cervantes y a ciertos epi- sayistas y poetas Románticos cercanos a él, empe- sodios quijotescos. Sobre este patrón de reminis- zando por el de Hazzlitt, quien, tres años antes, cencia topográfica quijotesca, Inglis superpone un había escrito en “Standard Novels and Romances” patrón dialógico cervantino a través de un perso- (1815) que era un error considerar el Quijote una naje, Lázaro, supuesto descendiente del barbero sátira cómica de la caballería porque era un ro- del Quijote y devoto admirador de la obra, con el mance que exaltaba el espíritu de la caballería, que el autor viaja y dialoga, y de tales diálogos dando así la vuelta a la visión del XVIII que veía a emerge el comentario de la misma. En él reapare- Cervantes como responsable de la decadencia es- cen los lugares comunes de la visión Romántica pañola, para afirmar que si algún día reviviera tal formulados ya por Lockhart como la nobleza, espíritu romántico en España sería gracias a Cer- idealismo y caballerosidad de don Quijote, la na- vantes. Hazzlitt detecta eso que luego se ha dado turaleza seria y la grandeza trágica de la novela, o en llamar la quijotización de Sancho y destaca la la mayor importancia, frente a las aventuras cómi- veneración y amor que el lector siente por don cas, del diálogo y el contraste entre el hidalgo y su Quijote como dechado de virtudes, lamentando escudero, personajes que se interpretan en térmi- por ello que provoque risa cuando debería produ- nos simbólicos como la parte intelectual y animal cir lágrimas. Esta idea reaparece junto con otras de nuestra naturaleza. afines en el breve comentario sobre el Quijote in- En realidad algunos de estos lugares comunes serto por Lord Byron en cuatro estrofas del canto habían sido puestos en circulación en suelo britá- XIII de su Don Juan (1819-1824), donde, sin em- nico por uno de los grandes poetas Románticos bargo, vuelve a la noción augústea de que “Cer- ingleses, Samuel Taylor Coleridge, en una confe- vantes smiled Spanish chivalry away” (lo que no rencia pronunciada el viernes 20 de febrero de debe sorprender, pues Byron y su Don Juan tienen 1818 de la que dio cuenta el New Times en su mucho de augústeos); y será retomada por el en- número del lunes siguiente. Del cruce de la cróni- sayista Charles Lamb en “Barrenness of the Ima- ca periodística de la misma con las notas de Cole- ginative Faculty in the Productions of Modern ridge se deduce que éste admitía la dimensión pa- Art” (1833). Lamb ve al hidalgo como un héroe ródica de la obra, pero relegándola a un papel admirable y afirma que la obra se escribió para las secundario y atribuyendo su universalidad a otros lágrimas, no para la risa, y también que prefiere la motivos. Para Coleridge, que traza el paralelismo primera parte a la segunda porque en ésta don entre Shakespeare y Cervantes tan del gusto de los Quijote es humillado por personajes inferiores, Románticos, don Quijote ejemplifica la perversión especialmente por Sancho, que le pierde el respeto del entendimiento y el juicio pero preservando la y se convierte en auténtico protagonista, lamen- razón y el sentido moral, lo que explica que, a pe- tando que en los tiempos que corren Sancho tenga sar de su locura, sea admirable y un perfecto caba- más seguidores que don Quijote. Finalmente, el llero; y Sancho es lo contrario, el sentido común gran amigo y colaborador de Coleridge, el otro lí- desprovisto de razón o imaginación, de forma que der del Romanticismo poético inglés, William los dos juntos conforman el intelecto perfecto, por Wordsworth, introduce a don Quijote en el libro

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Reino Unido. Don Quijote V de su poema autobiográfico The Prelude [El jotesco, como confirman las fechorías y desmanes Preludio] (escrito en 1805 pero no publicado, re- que comete; y el último es apenas una caricatura visado, hasta 1850), al asociarlo de forma explíci- quijotesca con fines propagandísticos –la obra es ta con el Árabe al que ve en sueños. Esta figura, un panfleto de setenta páginas– que lleva al ex- por su misión de preservar un orden ideal más allá tremo la misma táctica de atacar las ideas destru- de lo sensible así como por su carácter visionario yendo al personaje que las sustenta. más que loco, acaba siendo un símbolo de la ima- Por otra parte, se publican una serie de novelas ginación, la facultad poética fundamental para los con el propósito de parodiar diferentes obras y Románticos, lo que explica la identificación del géneros narrativos de la época, protagonizadas por poeta con él. Wordsworth, en el terreno de la Quijotes femeninos. La primera es The Victim of creación poética, marca así el clímax de la entro- Fancy [La víctima de la imaginación] (1787), de nización de la figura quijotesca como héroe y Elizabech Tomlins, a la que siguen la anónima símbolo Romántico que formulan otros autores en Susanna; or Traits of a Modern Miss (1795), sus comentarios y algunos novelistas a través de “Angelina or L’Amie Inconnue” (1801), un relato nuevas figuraciones quijotescas. Esta visión he- incluido en los Moral Tales [Cuentos morales] de roica, trágica y simbólica del Romanticismo se si- Maria Edgeworth, y Romance Readers and Ro- túa en las antípodas de la interpretación bufonesca mance Writers [Lectores románticos y escritores y cómica del siglo XVII, conformando así las dos románticos] (1810), de Sarah Green. Todas ellas posiciones extremas en la recepción del Quijote están protagonizadas por una heroína que, a raíz que se han caracterizadas en tiempos recientes de su lectura de romances góticos, sentimentales o como blanda y dura respectivamente. de otro tipo, desarrolla una serie de expectativas Pero junto a esta interpretación característica del románticas sobre el mundo y recibe el correctivo Romanticismo que es más reproductiva que pro- de la realidad habitual en la novela quijotesca, ductiva, existe una recepción anti-romántica que aunque el extremismo de tales expectativas y el es productiva y no reproductiva, y que tiene lugar grado de simpatía hacia la heroína es variable y en un tipo de novela satírica que hunde sus raíces determina tanto su grado de atractivo, su carácter en el siglo XVIII. Por una parte, aparecen una se- romántico o anti-romántico, como su castigo final. rie de obras protagonizadas por Quijotes ideológi- Posiblemente la culminación, en cuanto que la úl- cos que ofrecen el contrapunto conservador a los tima y más cervantina de estas parodias, además de Smith. Se trata de The History of Sir George de la más popular de la época, fue la escrita por el Warrington; or the Political Quixote (1797), de irlandés afincado en Londres Eaton S. Barrett y ti- Jane Purbeck (quien había escrito con su hermana tulada The Heroine; or Adventures of a Fair Ro- Elizabeth, William Thornborough, the Benevolent mance Reader (1813). Barrett narra las aventuras Quixote); The Infernal Quixote; a Tale of the Day de una joven –Cherry Wilkins, alias Cherubina– (1801), del irlandés Charles Lucas; y The Political que se cree la heroína de un romance gótico, si- Quixote; or the Adventures of the Renowned Don guiendo en gran medida las pautas de Lennox, pe- Blackibo Dwarfino and His Trusty ‘Squire, Sedi- ro sacándola del ámbito doméstico propio de los tiono (1820), de George Buxton. Todos tienen en Quijotes femeninos para situarla en el ancho común la sátira de las ideas políticas revoluciona- mundo y en una serie de aventuras de más clara rias o jacobinas que sus protagonistas encarnan e raigambre quijotesca, lo que acerca el libro más a intentan propagar de forma quijotesca, aunque Cervantes. En un cierto momento, el comporta- con notables diferencias entre ellos: el primero es miento de Cherry adquiere tintes subversivos en el héroe joven y atractivo, benevolente y bienin- términos políticos, lo que nos remite de nuevo al tencionado pero ofuscado por una serie de lectu- debate entre jacobinos y loyalistas del que dan ras que lo arrastran a una ideología perniciosa, pa- testimonio los Quijotes ideológicos masculinos ya tentado por Graves; el segundo es un villano reseñados. En este debate se encuadra plenamente hipócrita cuya cruzada en defensa de las ideas de la novela de Elizabeth Hamilton Memoirs of Mo- Godwin, Paine o Wollstonecraft enmascara su dern Philosophers [Memorias de filósofos mo- propio beneficio e intereses, como ocurría en dernos] (1800), que presenta no una sino dos lec- Butler, y tiene por tanto en el fondo poco de qui- toras quijotescas, Julia Delmond y Bridgetina

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Reino Unido. Don Quijote Botherim (esta última tanto una parodia de la qui- nica, pero en Northanger Abbey explicita su raíz jotesca protagonista de Memoirs of Emma Court- quijotesca. Curiosamente, en esta transformación ney como una sátira de su autora, Mary Hays), co- Austen muestra una inesperada afinidad con rrompidas por unas lecturas que las echan en Scott, pues éste se sirve de un tipo de héroe simi- brazos de la nueva filosofía de Paine, Wollestone- lar en su quijotismo romántico asociado a la lectu- craft o Godwin, como le ocurrirá un año más tarde ra pero, sobre todo, a la inexperiencia, en conflic- a la protagonista de la anónima Dorothea; or, A to con la realidad histórica y a resultas del cual se Ray of the New Light (1801), atribuida luego a produce un proceso de aprendizaje o maduración, una tal Mrs. Bullock (al igual que la citada Susan- aunque en ese conflicto Scott parece sentir más na). La obra de Hamilton es un testimonio más de simpatía por el polo romántico que Austen. Am- la enorme ductilidad y versatilidad del Quijote bos autores siguen el ejemplo de Cervantes o de femenino que germina a partir de Lennox y que los autores cervantinos del XVIII para crear un ti- culmina en una de las novelistas más importantes po de ficción que está a las puertas del bildungs- en lengua inglesa. roman, la novela de formación que será uno de Podría pensarse que Jane Austen se inspiró en la los géneros más característicos de la narrativa vic- novela de Barrett para escribir Northanger Abbey toriana. En este sentido, podría matizarse la acer- [La abadía de Northanger] (1818), su versión de la tada afirmación de Lukács en su Teoría de la no- heroína que se cree protagonista de un romance vela sobre Don Quijote como nexo de unión entre gótico, pero en realidad Austen había escrito la la épica y el bildungsroman, señalando a Scott y novela mucho antes, en 1798. La autora parece Austen como el nexo de unión entre Don Quijote haberse inspirado más en Lennox o incluso tal vez y este tipo de novela. en Fielding que en Cervantes mismo, pero su uti- En la novela del período Romántico conviven lización de un personaje, Catherine Morland, que dos tradiciones –romántica y anti-romántica– en la modela la realidad en función de la literatura (de interpretación de Don Quijote, observables (con nuevo el romance gótico) tanto para desacreditar matices) en los dos novelistas más relevantes e in- tal literatura como para reforzar la impresión de fluyentes, Scott y Austen. Aunque éstos represen- realidad creada por su propia novela, así como pa- tan dos posiciones diferentes frente al romance y ra tejer una serie de contrastes dialógicos a su al- frente al Quijote, ambos se sirven de un tipo de rededor, sitúa a la novela en la tradición cervanti- héroe/heroína quijotesco, joven y romántico, que na. Sus novelas posteriores, en particular Sense se había ido configurando en la novela del XVIII and Sensibility [Sentido y sensibilidad] (1811), y reaparecerá en la victoriana. Ello no quiere decir Pride and Prejudice [Orgullo y prejuicio] (1813) que el Quijote anti-heroico desaparezca por com- y Emma (1816), cuya filiación cervantina apenas pleto, y de hecho puede encontrarse en uno de los ha sido estudiada, siguen girando en torno a este personajes más populares de la época, Dr Syntax, cervantino tema de la percepción errónea del creado por William Combe en una serie de narra- mundo –el conflicto entre ilusión y realidad– que ciones en verso hudibrástico realizadas a partir de recibe un similar tratamiento dialógico a través de las ilustraciones de Rowlandson y siguiendo el pa- visiones contrastivas, pero desarrollan más el pro- trón de los humoristas amables dieciochescos: The ceso de maduración o aprendizaje y el blanco pa- Tour of Dr Syntax in Search of the Picturesque ródico literario desaparece poco a poco: la heroína (1809-11), The Second Tour of Dr Syntax in que actúa de acuerdo con cierta idea quijotesca – Search of Consolation (1820) y The Third Tour of esto es, romántica y literaria– de la realidad (ob- Dr Syntax in Search of a Wife (1821) [El primer, servable todavía en Sense and Sensibility y ya segundo y tercer viaje del Doctor Syntax en busca muy difuminada en Pride and Prejudice) evolu- de lo pintoresco, consuelo y esposa, respectiva- ciona a la que lo hace con una idea simplemente mente]. Una visión menos amable pero igualmen- errónea –resultado de exceso de imaginación y te anti-heroica de la figura quijotesca puede en- falta de experiencia– de la realidad (en Emma). contrarse en la poco conocida Sancho; or, the Austen, siguiendo los pasos de Lennox, transfor- Proverbialist (1816), de John W. Cunningham, en ma a Cervantes para formular un tipo de heroína y la que aparece una mujer Quijote que remite al de conflicto característico de la novela decimonó- pedante dieciochesco por su tendencia a reducir la

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Reino Unido. Don Quijote complejidad de la realidad a una serie fija e infle- En 1837, cuando se produce el acceso al trono xible de ideas, en este caso en forma de prover- de la reina Victoria que marca el inicio de una bios, que el protagonista de la obra asume al igual nueva época a la que la longeva reina dará nombre que Sancho asimila las nociones caballerescas de (1837-1901), se publica una obra que puede con- don Quijote, es decir, de modo imperfecto e in- siderarse también el inicio de una nueva etapa de teresado, lo que demuestra ese nuevo predicamen- la recepción de Cervantes, pues en ella puede en- to de la figura de Sancho del que hablaba Lamb. contrarse prefigurado el nuevo espíritu con que se Y la misma visión crítica del Romanticismo que lee y recrea el Quijote. En su Introduction to the puede detectarse tras el quijotismo del Dr. Syntax Literature of Europe, publicada en cuatro volú- y su ataque al culto de lo picturesque en la prime- menes entre 1837 a 1839, Henry Hallam dedica ra entrega de sus viajes, se encuentra en Nightma- unas páginas al Quijote, en las que parte de la in- re Abbey [La abadía de la pesadilla] (1818), de terpretación Romántica de la obra en términos Thomas L. Peacock, en la que aparece un persona- simbólicos y del personaje como perfecto caballe- je, Scythrop, trasunto literario del poeta Percy B. ro, para acto seguido ofrecerle un correctivo: “Un Shelley, al que se caracteriza de manera quijotesca observador flemático podría contestar que el mero para satirizar los excesos estéticos y sobre todo entusiasmo por hacer el bien, si nace de la vani- ideológicos del Romanticismo, al igual que ocurre dad y no va acompañado de sentido común, rara- con otros personajes de la novela inspirados en fi- mente será de mucha ayuda a nosotros mismos o a guras del Romanticismo (Coleridge, Byron) que otros”; y a ello añade que en realidad el tipo de poseen ciertas reminiscencias del pedante quijo- héroe representado por don Quijote es el que libe- tesco del XVIII. Pero la contribución distintiva y ra a fieras y criminales mientras causa daño a decisiva del período es la transformación del qui- inocentes a los que confunde con criminales, por jotismo en una coloración romántica juvenil, y por lo que no está de más ridiculizarlo un tanto, a pe- tanto en algo universal e inherente a la condición sar de su benevolencia. Hallam contempla el he- humana, pues viene dado por la juventud y la roísmo quijotesco desde el punto de vista de la inexperiencia, aunque sea alimentado por la lectu- sociedad y no del de la figura quijotesca adoptado ra; se otorga así a la peripecia quijotesca otra di- por los Románticos, aunque encuentra justifica- mensión simbólica que unir a las formuladas por ción a este último en la segunda parte de la obra y los Románticos en sus comentarios y que se desa- distingue el don Quijote loco de la primera del rrollará narrativamente como el proceso de ilusión “acabado modelo de la mejor caballería” de la se- y desilusión recurrente en la novela decimonóni- gunda, para concluir insistiendo en la lectura pa- ca. Por ello, puede afirmarse que los rasgos defi- ródica de la novela frente a la simbólica. Se puede nitorios de la novela victoriana y su utilización de caracterizar el punto de vista típicamente victo- Cervantes son alumbrados en el período Románti- riano respecto al Quijote como el de ese flemático co, pues en él se encuentran las dos figuraciones observador, sensible a las virtudes y benevolencia quijotescas –el Quijote heroico (o héroe quijotes- quijotescas pero también a sus carencias, que no co) y el anti-heroico (anti-héroe quijotesco)– que se deja llevar por el entusiasmo de los Románticos reaparecerán en autores como Dickens, Thack- y modera sus excesos en una visión sintética, más eray, o Meredith. Si a ello se une que es en este equilibrada y objetiva, más propia de un experto momento cuando surge la interpretación simbólica que de un diletante. A esto apunta el subtítulo de que está detrás de muchas interpretaciones del si- la primera biografía victoriana de Cervantes, la glo XX, no parece descabellado afirmar que el publicada por Thomas Roscoe en 1839, Life and Romanticismo inaugura la modernidad en la re- Writings of Saavedra: “Con cepción de Cervantes, como hace en otras muchas ilustraciones literarias e históricas tomadas de do- facetas. Nos guste o no, sin la visión Romántica cumentos auténticos proporcionados por los bió- de Don Quijote no pueden identificarse ni enten- grafos españoles y otros editores de sus obras”. Y derse figuraciones quijotescas posteriores como la misma actitud se encuentra, por ejemplo, en el tales. epistolario de Edward Fitzgerald, traductor y hombre de letras, que no sólo leyó el Quijote al 5. Quijotismo y cervantismo victorianos menos cinco veces a lo largo de su vida, sino que

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Reino Unido. Don Quijote lo hizo con conciencia filológica, como demues- ciertas cosas, más ofensivos”. Ruskin apunta así a tran ciertas indagaciones en torno a la obra narra- los diferentes niveles de significación de la obra, das en sus cartas. Las cartas revelan también que una idea que desarrolla en una nota a pie de pági- Fitzgerald comparte la visión Romántica del hi- na del primer volumen de Modern Painters dalgo como caballero y prefiere por ello la segun- (1843), donde los resume como la comedia, la se- da parte a la primera, pero es consciente de que la riedad de la sátira por encima y, todavía más arri- dimensión ridícula de la figura quijotesca está ba, la tragedia y los valores intemporales (o sea, más presente en la primera parte. Y, además, las tres lecturas de la obra que hemos visto en la muestran la completa integración del Quijote en la recepción británica hasta ahora, otra prueba del cultura inglesa, siendo interesante a este respecto afán sintético victoriano). Ruskin formula también el testimonio que ofrece del conocimiento de la de forma implícita otra idea central de la visión obra por parte de uno de los grandes poetas de la victoriana cuando, en la segunda conferencia de época que era su amigo, Alfred Tennyson –el otro sus Lectures on Architecture and Painting (1854), gran poeta victoriano, Robert Browning, hace una habla de la necesidad de conservar el impulso ro- alusión al Quijote al principio de su poema narra- mántico y la imaginación, pero aliados con el jui- tivo Sordello (1863)–. cio y la prudencia, defendiendo un idealismo de lo Pero, más que los poetas, son los grandes ensa- posible y no de lo imposible, al que se refiere co- yistas victorianos que los sustituyeron como voz y mo quijotismo o utopianismo. El testimonio de conciencia de la época quienes ofrecen ejemplos todos estos lectores victorianos nos muestra un más numerosos de tal integración y del enorme Cervantes entronizado como clásico inglés, una entusiasmo que los victorianos sentían por el Qui- aculturación total también evidente en obras cer- jote. El historiador Thomas Macaulay escribió en vantinas no estudiadas hasta ahora, como la nove- una carta de 1815 que nunca leería esta obra si no lización de su vida realizada por la escritora Ame- era en lengua original, lo que hizo al menos en lia B. Edwards y publicada en 1862, The Story of cinco o seis ocasiones, según confiesa en sus me- Cervantes; o una curiosa recopilación de los re- morias, refiriéndose a ella en una carta de 1833 franes de Sancho (con traducción al inglés, notas como “la mejor novela del mundo, más allá de to- e introducción), realizada por Ulrick Ralph Burke da comparación”, y en otra de 1834 como una de y publicada en 1872 como Sancho Panza’s Pro- las pocas obras famosas, junto con la Divina Co- verbs, de cuya popularidad dan prueba una segun- media, que no defraudó sus expectativas y le pa- da edición en 1877 (titulada Spanish Salt) y una reció “prodigiosamente superior a lo que había tercera de 1892. imaginado”. Y el polígrafo Thomas Carlyle expli- Como se desprende de todos estos comentarios, ca en sus memorias que durante el invierno de la época victoriana lleva a cabo una síntesis entre 1828 leyó Don Quijote en español, como Fitzge- los extremos representados por las visiones cómi- rald y Macaulay, idioma que se sabe por una carta co-satírica y trágico-romántica del Quijote, que de ese año que estaba aprendiendo. Tales testimo- habían sido ya integrados durante los años centra- nios confirman la condición del Quijote de clásico les del XVIII, caracterizables como de transición que formaba parte necesaria del bagaje cultural de entre una y otra; pero tal síntesis se realiza ahora todo victoriano instruido, aunque con la ventaja en sentido inverso, pues parte de la visión Román- de ser una obra apta para menores, como muestran tica, a la que no puede sustraerse, para someterla a los casos del pensador John Stuart Mill, quien las exigencias de la realidad objetiva o de la expe- cuenta en su autobiografía que lo leyó en una co- riencia histórica –como ocurre también en otros pia que su padre pidió prestada para él porque terrenos de la actividad literaria e intelectual, por apenas tenía novelas, o del ensayista John Ruskin, ejemplo en la poesía o la novela de la época–. quien narra en sus memorias cómo después de la Ello explica que, a la hora de trasladar esta sínte- cena su padre le leía en voz alta a su madre y así sis a la ficción, se recupere la visión integradora él oyó todo Don Quijote. En tales memorias des- del período central del XVIII, tanto en lo que se cribe el Quijote como “un libro favorito de mi pa- refiere al quijotismo como al cervantismo. El qui- dre, y con el que me pude reír hasta el éxtasis; jotismo victoriano se basa en la lectura Romántica ahora me resulta uno de los libros más tristes y, en que considera los rasgos quijotescos literales co-

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Reino Unido. Don Quijote mo accidentes y prescinde de ellos en favor de al que Weller, tal vez la mejor y más original una quintaesencia quijotesca dominada por la di- transposición de Sancho de toda la literatura in- mensión moral –el idealismo superior a la reali- glesa, como se desprende del análisis de Flores, dad– frente a la epistemológica –la percepción actúa como contrapeso realista. La novela está distorsionada de la realidad–; pero la presenta construida sobre principios estructurales cervanti- desde la perspectiva no de la subjetividad román- nos, por una parte el patrón de aventuras en el tica sino de la norma social, lo que añade una más camino, por otra el contraste entre dos formas an- aguda conciencia de la imposibilidad o inadecua- tagónicas de ver la realidad, y tales principios, al ción de tal idealismo –carente de sentido práctico igual que la caracterización quijotesca de Pi- o impracticable, mal dirigido o engañado– tanto ckwick como humorista amable, remiten no sólo a en su figuración heroica como anti-heroica. Tam- Cervantes sino a los autores cervantinos favoritos bién en esto último la ficción victoriana parte del de Dickens –Fielding, Smollett y Goldsmith–, por patrón Romántico de héroes y anti-héroes quijo- lo que la obra en su conjunto se acerca al pastiche tescos, o de héroes quijotescos jóvenes y viejos, de la novela del XVIII (hasta el punto de que pue- como lo ha formulado Welsh. Pero en los Quijo- de aseverarse, como ha hecho Reed, que transcu- tes anti-heroicos la huella del XVIII es más que rre en un mundo no tanto contemporáneo como evidente en forma de humoristas amables (algu- pretérito). Dickens inicia su carrera como novelis- nos estudiados por Tave o Welsh), como también ta con un homenaje a los maestros que leyó de ni- lo es en lo que se refiere al cervantismo. A este ño porque estaban en la biblioteca de su padre – respecto hay que dejar constancia de que la pervi- Avalle-Arce menciona una carta en la que cuenta vencia del Quijote como modelo novelístico no su experiencia como lector niño de Don Quijote y proviene de una influencia tanto directa como in- cómo proyectaba quijotescamente sus lecturas a directa, a través de los autores cervantinos del su alrededor– para tomar enseguida derroteros XVIII –sobre todo Fielding– y también, una vez propios, aunque el quijotismo permanecerá en una más, de principios del XIX –Austen y Scott– que nueva figuración observable ya en su siguiente conforman el crisol del que emerge la novela vic- novela, Oliver Twist (1737-38). Se trata no de un toriana. Por último, el término cervantismo puede viejo que por su inocencia y desconocimiento del utilizarse en esta época con un sentido adicional, mundo parece un niño, sino de un niño en el que para referirse al estudio especializado de Cervan- tales cualidades son resultado de su edad, pero tes cuyo precedente es Bowle y cuyo descendiente que representa igualmente el idealismo maltratado será el cervantismo académico moderno. Tal estu- y apaleado por un mundo hostil al que es clara- dio especializado se desarrolla sobre todo en torno mente superior. De hecho Dickens, en un texto a las tres traducciones de finales de siglo y puede publicado en Household Words en 1853 y titulado considerarse la culminación de la actitud más “Where We Stopped Growing”, vincula el univer- equilibrada y de la aspiración sintética que carac- so infantil con la imaginación alimentada por la li- terizan esta época. teratura y con la falta de sentido de la realidad La primera novela quijotesca victoriana es The propio del universo normativo adulto, en términos Posthumous Papers of the Pickwick Club [Los que hacen pensar en don Quijote. En este sentido, papeles póstumos del Club Pickwick] (1836-37), puede decirse que son quijotescos los protagonis- que es también la primera novela de uno de los tas inocentes, llenos de ilusiones y fantasías de las novelistas victorianos más conocidos y represen- dos grandes novelas de formación de Dickens, tativos, Charles Dickens. La pareja que la prota- David Copperfield (1849-50) y Great Expecta- goniza, integrada por Samuel Pickwick y Sam tions [Grandes Esperanzas] (1860-61), en las que Weller, está claramente diseñada sobre la de don pueden discernirse elementos autobiográficos, so- Quijote y Sancho: el quijotismo de Pickwick no bre todo la primera, en la que Dickens transfiere consiste en una locura de orígenes literarios, sino al protagonista no sólo sus lecturas infantiles, in- en una percepción distorsionada de la realidad re- cluido el Quijote, sino también su forma quijotes- sultado de su ingenuidad e inocencia, de una ho- ca de leer. nestidad y benevolencia que lo convierten en ca- Podría considerarse esta nueva forma de quijo- balleresco defensor de una serie de causas, frente tismo infantil o juvenil como algo ligado al fenó-

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Reino Unido. Don Quijote meno de atracción de lectores jóvenes hacia la errores del propio personaje) y también por la na- obra cervantina, del que dan testimonio no sólo la turaleza de las empresas a que lo arrastra (que da- experiencia lectora de Dickens, Ruskin o Mill, rán lugar a su trágica caída y una muerte que re- sino también la aparición de ediciones de la obra cuerda a la de don Quijote). Thackeray lleva así a adaptadas para tales lectores y hoy olvidadas, a cabo una adaptación de la figura quijotesca a la saber, The Story of the Don: rewritten for our cultura victoriana, pero tal aculturación está cla- young folks… (1870), Don Quixote for Boys ramente inspirada por los autores del XVIII que (1871), The Wonderful Adventures of Don Quix- son los favoritos del coronel, de forma que éste ote and Sancho Panza, abridged and adapted to desciende directamente de los excéntricos benevo- youthful capacities (1872) y The Adventures of lentes, no sólo de Addison sino también de Fiel- Don Quixote, adapted for young readers (1883). ding o Goldsmith: es un humorista amable con- La atracción del Quijote a este ámbito, que es la vertido en caballero victoriano. Newcome es el prueba definitiva de su aculturación, se ve con- único Quijote victoriano que, junto a Pickwick, ha firmada por su presencia bajo diferentes figura- recibido atención crítica como tal (en Reed y ciones en obras escritas para el mismo, como los Welsh), pero la misma genealogía cervantina die- libros de Alicia de Lewis Carroll –Alice in Won- ciochesca se observa de forma más diluida en el derland [Alicia en el país de las maravillas] protagonista de la novela de Anthony Trollope, (1865) y Through the Looking-Glass [A través del The Warden [El Rector] (1855). El reverendo espejo] (1871)–, que, aparte de tratarse de relatos Harding, guiado por sus férreos principos, renun- iniciáticos sobre el paso de la inocencia a la expe- cia de forma voluntaria a una cómoda sinecura riencia, están aderezados con reminiscencias qui- eclesiática como rector del hospital para ancianos jotescas (el viejo Caballero Blanco) y ecos cer- de Barchester, cuando este privilegio es cuestio- vantinos (Alicia entra en el mundo maravilloso de nado por la opinión pública, ante la incredulidad sus lecturas infantiles de forma similar a como de sus parientes y conocidos, que califican abier- don Quijote accede al suyo en la cueva de Monte- tamente como quijotismo un idealismo tan extre- sinos). En el mismo territorio literario se localizan mo y disonante que les parece demencia. La músi- obras posteriores en las que algunos críticos han ca en la que Harding se refugia de ese mundo oído ecos cervantinos: Flores en The Lord of the hostil que ni entiende ni lo entiende, y concreta- Rings (1954-55), de J. R. R Tolkien, y Mancing mente ese violonchelo imaginario que toca en si- en The Once and Future King (1958), de T. H. tuaciones de máximo apuro, cual si de una coraza White. protectora se tratara, redondean su perfil quijotes- En Dickens se observa perfectamente la duali- co con el toque de excentricidad propio de los dad en las figuraciones quijotescas característica humoristas amables dieciochescos, algunos de del siglo XIX –el Quijote viejo y el joven quijo- ellos hombres de iglesia como él (los de Fielding tesco– pero su expresión más acabada se encuen- y Goldsmith). tra en otros novelistas. El Quijote más explícito y Si el coronel es el Quijote victoriano por exce- representativo de toda la novela victoriana es el lencia, el héroe quijotesco más característico pue- coronel Newcome que protagoniza The Newcomes de encontrarse en The Ordeal of Richard Feverel [Los Newcome] (1853-55) de William M. Thack- [La prueba de Richard Feverel] (1859), de George eray, que no sólo es comparado frecuentemente Meredith, una novela de formación en el sentido con el hidalgo sino que parece haber modelado su más estricto del término, pues narra la educación vida siguiendo su ejemplo, pues para él don Qui- del protagonista de acuerdo con el “sistema” idea- jote –también Sir Roger de Coverley– es el mejor do por su padre, Sir Austin Feverel, cuyas piedras caballero del mundo. Newcome es caracterizado angulares son la castidad y el aislamiento. Richard por esa gentility que en la época designaba las vir- es caracterizado por un idealismo romántico que tudes del caballero victoriano –honorabilidad, in- él concibe en clave literaria y le hace verse como tegridad, cortesía, generosidad– pero que resulta un caballero errante medieval dispuesto a embar- quijotesca por su alienación de la realidad (conse- carse en todo tipo de aventuras y peligros por su cuencia tanto de su discrepancia con el mezquino dama, Lucy, pero también por otras damas a las mundo circundante como de la excentricidad y que intentará socorrer a lo largo de la novela,

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Reino Unido. Don Quijote aunque de forma fallida, pues su trayectoria es entre personajes. En estos dos últimos aspectos, una sucesión de errores que culminan en el fraca- de nuevo el nombre de Trollope va unido al de so final. Richard es la variante juvenil del idea- Thackeray (por el que el primero sentía una con- lismo engañado, mal dirigido o inefectivo obser- fesa admiración), pues algo similar puede obser- vable en Newcome, y ambos –también Pickwick y varse en la que es sin duda su primera gran nove- Harding– articulan a la perfección la concepción la, Barchester Towers [Las torres de Barchester] del quijotismo como idealismo inadecuado o alie- (1857). El hecho de que los contrastes dialógicos nado característica de este período. Algo similar que dan forma a estas novelas se hallen a veces si- podría decirse de Sir Austin, si bien éste represen- tuados en diferentes líneas de acción, y por tanto ta un tipo de quijotismo diferente, intelectual en de que se utilicen diferentes tramas argumentales vez de romántico, el insensato sometimiento de la para hacer dialogar diferentes perspectivas y vi- complejidad y vastedad de la realidad a una idea siones de la realidad, sugiere la dimensión cervan- en vez de un ideal. Ello lo convierte en un claro tina subyacente de este tipo de novela multilineal descendiente de pedantes quijotescos del XVIII característica de la época victoriana, y así lo pone como Cornelius Scriblerus y Walter Shandy, que de manifiesto George Eliot, quien inicia el segun- también planeaban minuciosamente la educación do capítulo de Middlemarch (1871-72), otra nove- de sus hijos a través de eruditas teorías y fracasa- la multilineal cervantina, con una cita del Quijote, ban porque la vida los superaba; pero, de nuevo, precisamente la del episodio del yelmo de Mam- se ha producido una aculturación de tales figuras a brino considerado por la crítica el emblema del una época victoriana dominada por el espíritu perspectivismo cervantino. científico, la autoridad patriarcal y la represión La novela de Eliot, sin embargo, es también sig- sexual claramente representadas por Sir Austin. nificativa en lo referente al quijotismo, pues está En la novela de Meredith conviven tanto la va- protagonizada por una heroína quijotesca, Doro- riante joven y romántica como la madura y anti- thea Brooke, cuya cabeza está llena de filantrópi- romántica de la figura quijotesca, si bien ésta no cos proyectos y que, junto con la Maggie Tulliver en su versión amable sino pedante (lo que hace que protagoniza una novela anterior de Eliot, The más llamativo el olvido de esta obra en los reper- Mill on the Floss [El molino junto al Floss] torios sobre la recepción inglesa del Quijote), y a (1860), conforman el prototipo del quijotismo fe- ello hay que unir un tratamiento de tales materia- menino victoriano. Eliot lo concibe como el con- les que podría calificarse de cervantino. Lo es tan- flicto entre los ideales y aspiraciones de una mujer to por su carácter anti-literario –la historia se narra lectora y una realidad anti-romántica y patriarcal en clave épico-romántica pero a la manera burles- que las limita y frustra, y lo desarrolla desde una ca o cómica– como dialógico –la presencia de una perspectiva no tanto epistemológica (una percep- serie de figuras que actúan como contrapunto an- ción errónea de la realidad) como axiológica (una ti-romántico del héroe y encarnan una mentalidad valoración negativa de la realidad), aunque culmi- alternativa–. Ambos aspectos remiten a una con- na en un error epistemológico cuando las aspira- cepción cervantina de la novela que puede tam- ciones románticas de la heroína se proyectan en bién apreciarse en Vanity Fair [La Feria de las va- un hombre que no está a su altura. En esta dimen- nidades] (1848), la obra maestra de Thackeray y sión epistemológica, más desarrollada en Middle- posiblemente la cima de la novela cervantina en el march que en The Mill, las heroínas de Eliot deri- siglo XIX. En ella no hay una figura quijotesca van de las heroínas falibles y engañadas de clara, pero en su lugar aparecen los rasgos carac- Austen y experimentan un similar proceso de edu- terísticos del realismo cervantino (aunque de nue- cación y maduración, de curación de sus ilusiones vo mediatizados por un autor del XVIII, en este románticas; pero poseen además ese añadido axio- caso Fielding): desde el marcado talante anti- lógico de mujeres críticas, descontentas, insatisfe- romántico anunciado ya en el subtítulo –novela chas, cuyos ideales son ahogados por un entorno sin héroe– a las intervenciones autoconscientes de opresivo y represivo. Ello remite en última instan- un narrador que pone al descubierto el artificio y cia a la Madame Bovary (1857) de Flaubert, el pa- la ficcionalidad de la novela, pasando por la es- radigma decimonónico del quijotismo femenino tructura dialógica basada en una red de contrastes como discrepancia trágica entre la imaginación

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Reino Unido. Don Quijote romántica y la realidad, aunque en Eliot posee una volencia –la visión negativa de don Quijote desa- dimensión idealista y moralizante ausente en parece casi por completo, algo que no ocurrió ni Flaubert, una dimensión que, curiosamente, es la siquiera en el período Romántico– pero su idea- que había aportado Elizabeth Braddon en su rees- lismo es censurado y corregido por su falta de critura inglesa de la novela francesa, The Doctor’s sentido de la realidad. La novela muestra también Wife [La mujer del médico] (1864). El conflicto cómo la influencia directa cervantina se difumina, epistemológico que se planteaba y solventaba de de manera análoga a como lo hacen los rasgos forma cómica en Austen se introduce ahora en un originales quijotescos, y en su lugar cobra prota- terreno axiológico que le hace bordear la tragedia, gonismo la mediación de los autores cervantinos cuando no caer abiertamente en ella. Este quijo- ingleses del XVIII y principios del XIX, aunque tismo femenino de contornos trágicos puede tam- tal mediación va unida a un proceso de acultura- bién rastrearse en las heroínas idealistas y puras ción o adaptación a la mentalidad y los valores de Charlotte Brontë –Jane Eyre (1847)–, Eliza- victorianos así como al contexto ideológico de la beth Gaskell –Ruth (1853)–, Henry James –The época. Portrait of a Lady (1881)– o Thomas Hardy –Tess Tal proceso puede observarse también en la tra- of the D’Urbervilles (1891)–, pero es en su va- ducción de Alexander J. Duffield publicada en riante cómica donde aparece con mayor claridad tres volúmenes en 1881, la primera traducción en Donna Quixote (1878-79), del escritor y políti- significativa del Quijote del siglo XIX, pues la de co irlandés Justin McCarthy, una obra olvidada (y Mary Smirke de 1818 en realidad era una refundi- rescatada del olvido por Huffman) que muestra las ción de las de Shelton, Motteux, Jarvis y Smollett implicaciones ideológicas subyacentes en una y (como ella misma explica en el prefacio), elabora- otra variante. La novela examina el quijotismo da para acompañar los grabados de su padre, Ro- femenino, no desde las posiciones reivindicativas bert Smirke, y la de J. W. Clark de 1864-67 hacía o protofeministas de Eliot, sino desde las más algo parecido para cumplir una función similar conservadoras de Barrett, a través de la figura ro- con los grabados de Gustave Doré. Al valorar a mántica de Gabrielle Vanthorpe. Ésta posee no los traductores previos en los preliminares, Duf- sólo el afán filantrópico sino también la indepen- field escribe que “las madres inglesas no tenían un dencia y los medios de los que carecían las heroí- Don Quijote inglés completo apto para poner en nas de Eliot para poner en práctica similares aspi- las manos de sus hijas”, revelando así su voluntad raciones, pero su fracaso, desilusión y matrimonio de corregir la excesiva concentración de éstos en final ponen de manifiesto su error y, aún más, la la dimensión burlesca o satírica de la obra, de pu- necesidad de guía masculina para canalizar ade- rificarla de obscenidades o bajezas y de hacer bri- cuadamente su loable idealismo. El mensaje de la llar su decoro y castidad, para lo cual convierte obra hay que situarlo en el contexto del debate tanto a Cervantes como a su héroe en los persona- victoriano sobre el papel de la mujer y expresa la jes idealizados propios de la visión Romántica, reacción patriarcal a la creciente agitación del según Peers, o en representantes de las virtudes movimiento en defensa de sus derechos, reacción victorianas, como ha argumentado Huffman. La de la que surge otra “Donna Quixote”: una mera traducción de Duffield es en este sentido poco viñeta literaria de una página, acompañada de una fiel, pero su extenso estudio preliminar y sus co- gráfica, publicada en Punch el 28 de abril de mentarios denotan un afán de análisis exhaustivo 1894, y que responde claramente a los recelos de la obra que se convertirá en la marca de las despertados por la llamada new woman en el or- otras dos traducciones victorianas mucho más ri- den victoriano. gurosas aparecidas en la misma década. En 1885 La novela victoriana, de cuyas conexiones tanto John Ormsby publicaba en Londres la que durante quijotescas como cervantinas se acaba de ofrecer mucho tiempo sería considerada por muchos críti- una visión de conjunto inédita, ofrece amplias cos la mejor traducción del Quijote, que iba ade- pruebas tanto de la vocación sintética como del más precedida de una introducción en la que se peso de la visión Romántica que caracteriza la re- ponía al día la biografía de Cervantes y se ofrecía cepción cervantina de la época. Los Quijotes vic- un completo y sensato comentario de la obra que torianos se caracterizan por su idealismo y bene- rebatía las exageraciones Románticas, profusa-

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Reino Unido. Don Quijote mente anotada y con tres apéndices como colofón. sólo se publicaron siete de los doce volúmenes En la obra se daban la mano el afán por ofrecer planeados). Con Fitzmaurice-Kelly arranca el cer- una traducción exacta y fiel tanto en el vocabula- vantismo académico del siglo XX, pero éste hun- rio como en la sintaxis, con el de ofrecer una edi- de sus raíces en las dos últimas décadas del XIX. ción con riguroso aparato crítico para permitir un Knowles ha descrito tales décadas como de una mejor entendimiento del texto. Este segundo pro- intensa actividad crítica preparatoria del tercer pósito parece dominar en la traducción de Henry centenario de 1905, añadiendo que apenas hay E. Watts publicada en 1888 en cinco volúmenes, ejemplos notables de imitación. Todo depende de uno más que la de Ormsby, lo que se explica por- lo que consideremos como notable, pues ejemplos que el primero estaba dedicado a una extensa bio- hay en abundancia. De hecho, se produce en las grafía de Cervantes que, junto a las notas y cinco dos última décadas del siglo XIX una extraordina- apéndices sobre diferentes cuestiones, ofrecía a ria floración de obras que incorporan en su título los estudiosos de la obra todos los conocimientos la palabra Quixote, algo desconocido desde el fe- cervantinos disponibles y actualizados. Watts in- nómeno análogo del último cuarto del XVIII, y tentaría más tarde difundir a un público más am- que, en conjunción con el cervantismo que aca- plio sus investigaciones rescribiendo su sesuda bamos de repasar, permiten hablar de un renaci- biografía, que se publicaría como Life and Wri- miento cervantino finisecular que ha pasado desa- tings of Miguel de Cervantes (c. 1895) y desapa- percibido a la crítica, al igual que una buena parte recería por ello de una segunda edición de la tra- de la recepción productiva del Quijote en la época ducción en cuatro volúmenes de ese mismo año; y victoriana. Sin duda, el ejemplo de McCarthy y su un similar afán divulgativo había llevado también Donna Quixote, así como las tres traducciones a Duffield a publicar en 1881 Don Quixote: His mencionadas, tienen mucho que ver en la apari- Critics and Commentators, un estudio descrito en ción de otras dos novelas protagonizadas por Qui- la página del título como A Handy Book for Gene- jotes filantrópicos olvidadas hasta el momento. La ral Readers. El año anterior había aparecido en la primera es A Modern Don Quixote (1889), de E. serie Foreign Classics for English Readers de la M. Alford, y gira en torno a las peripecias de Dud- editorial Blackwood un volumen dedicado a Cer- ley Trevaine, un profesor de Oxford que, al recibir vantes de la escritora Margaret Oliphant. Y en una herencia, da un giro radical a su vida y, guia- 1899 ve la luz el primer estudio iconográfico cer- do por un idealismo que es repetidamente califi- vantino en inglés, An Iconography of Don Quixo- cado de quijotesco a causa de su carácter excén- te: 1605-1895, de Henry Spencer Ashbee. Tales trico (por inadecuado primero y por testimonios indican no sólo el clímax de la cano- incomprendido después), la dedica a ayudar a los nización del Quijote y su incorporación a la cultu- desfavorecidos, culminando con su ordenación ra inglesa que caracteriza la recepción victoriana, como sacerdote. La segunda es Quixote, the Wea- sino sobre todo el inicio de su estudio especiali- ver [Quijote, el tejedor] (1892), de Catherine zado, que culmina con su academización o incor- Grand Furley Smith, en la que el quijotismo se poración al ámbito universitario. Este tiene lugar concibe igualmente como filantropía alienante, en con la figura señera de James Fitzmaurice-Kelly, principio no religiosa sino industrial, pues su pro- autor en 1892 de Life of Miguel de Cervantes Saa- tagonista es un empresario textil que, de forma al- vedra (que merecerá numerosos elogios, por truista, pone en práctica sus ideas avanzadas y re- ejemplo los de otro biógrafo de la época, Albert F. formistas, pero ello le granjea la hostilidad de su Calvert, en su The Life of Cervantes de 1905, y entorno y lo acaba convirtiendo en una especie de que se reeditará revisada en 1913 como Miguel de Mesías industrial finalmente crucificado. En am- Cervantes. A Memoir) y profesor de la primera cá- bos casos se observa la atracción de la figura qui- tedra de español en suelo británico, la de la Uni- jotesca a la órbita religiosa, el fenómeno que versidad de Liverpool. En 1898 Fitzmaurice-Kelly Ziolkowski ha denominado la “santificación de publica A History of Spanish Literatura, en 1898- don Quijote” y cuyo mayor exponente decimonó- 99 produce en colaboración con Ormsby una edi- nico es El idiota de Dostoievski. ción crítica del Quijote y en 1901-1902 edita las Además de los Quijotes de McCarthy, Alford y obras completas de Cervantes en inglés (aunque Smith, hay rastros cervantinos en otros territorios

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Reino Unido. Don Quijote creativos. Huffman ha exhumado un relato publi- Smith) se observa la persistencia de la interpreta- cado en 1887 en la revista Temple Bar, “A Rus- ción Romántica de la figura quijotesca que obvia sian Don Quixote, Being the Story of an Ugly importantes aspectos de su personalidad y de la Man” [Un Quijote ruso, siendo la historia de un obra, mientras la crítica especializada intentaba hombre feo], firmado por Elsa D’Esterre-Keeling, justamente lo contrario, dar cuenta de todos sus que en cierta manera es otro testimonio de la san- aspectos. En este sentido, anuncian el divorcio en- tificación de la figura quijotesca ya comentada. tre la novela y el mito que caracteriza al siglo XX, Algo semejante se observa en la introducción a la o, en otras palabras, la forma en que el personaje adaptación teatral de G. E. Morrison Alonzo Qui- ha cobrado vida propia más allá de la novela y ha xano, otherwise Don Quixote [Alonso Quijano, generado un mito basado no sólo en el texto ori- por otro nombre Don Quijote] (1895), en la que ginal sino en las sucesivas representaciones quijo- Morrison afirma que Cervantes se sentó a escribir tescas de otros textos, particularmente la Román- las payasadas de un lunático pero “no se levantó tica, que ha acabado suplantando a la novela. En hasta que no había creado al Cristo de la ficción”. la afortunada formulación de Canavaggio, el per- La insistencia tanto del prólogo como de la obra sonaje se ha liberado del relato, del libro, para ins- en la bondad del hidalgo es sintomática de la vi- talarse en el terriorio del mito. sión positiva dominante, que en este caso es abier- 6. La novela y el mito: Don Quijote en el siglo XX tamente Romántica (o “reverencial”, como la cali- fica el propio Morrison), tal vez por influencia del Es difícil ofrecer una visión de conjunto de la que pudo ser su modelo, Don Quixote; or, The recepción cervantina en el siglo XX por la simple Knight of the Woeful Countenance. A Romantic razón de que es esta la primera tentativa de hacer- Drama, in Two Acts (1833), de George Almar, lo, a lo que hay que de unir la mayor escasez de aunque Morrison no cita esta dramatización (y sí estudios sobre este período y la falta de perspecti- dos contemporáneas de las que no nos ha llegado va o distancia suficientes. Aun con estas limita- testimonio escrito). Mancing ha dado noticia de ciones, se puede afirmar que si lo característico de Sir Quixote of the Moors [Sir Quijote de los pá- la época victoriana es una aspiración sintética, ramos] (1896), la primera novela del que sería aunque dominada por la visión Romántica, tanto luego popular autor de thrillers, John Buchan, que en la recepción reproductiva como en la producti- narra las aventuras en Escocia de un caballero va, en el siglo XX éstas tienden a separarse, de francés cuyo carácter quijotesco viene dado por su forma que la síntesis queda para la primera más exacerbada y radical concepción del honor en un que la segunda, aunque en ambos casos todavía entorno carente del mismo y conducente a una de- pueden percibirse ecos de la visión Romántica. En cisión final que puede considerarse tanto triunfo el terreno productivo tiene lugar una apropiación del idealismo como alienación de la realidad. Si la de la figura quijotesca desde muy diferentes ámbi- conexión con la novela de Cervantes se hace aquí tos y perspectivas, una utilización muy dispar y ya lejana, es casi inexistente en una obra que se heterogénea de la novela cervantina aunque a ve- escapa por poco del período victoriano, A Burgher ces también epidérmica o decorativa: la presencia Quixote [Un Quijote bóer] (1903), de Douglas cervantina es intensa y las referencias muy abun- Blackburn, obra ambientada en Sudáfrica y narra- dantes, pero la huella está más diluida y es menos da por una figura muy similar a un pícaro que, sin profunda que en períodos anteriores. La visión embargo, se considera a sí mismo un Quijote, un cómica y burlesca –dura– queda definitivamente testimonio indudable del proceso de lexicaliza- descartada y es sustituida por una visión trascen- ción del personaje cervantino. Y es posible que dente tanto del personaje como de la novela, en aún queden por descubrir otros ejemplos de estos cuanto que privilegia la dimensión seria o heroica Quijotes lexicalizados en la época victoriana, co- –blanda– del primero y atiende a la significación mo inducen a pensar los que he localizado recien- para la posteridad literaria de la segunda, situán- temente en la Bodleian Library de Oxford y que se dose en ambos terrenos más allá de las intencio- mencionan más abajo por pertenecer al siglo XX. nes de Cervantes. Frente a ello, la recepción re- Curiosamente, en las obras de Morrison y Bu- productiva, y en especial la procedente del ámbito chan (como en las novelas quijotescas de Alford y universitario, lleva a cabo una profundización en

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Reino Unido. Don Quijote la obra y una exploración de sus diferentes face- caballería romántica preserva la esencia caballe- tas, incluida la cómico-burlesca o intencional des- resca bajo otras formas, insiste en la dualidad de aparecida de la creación, que parte de la crítica la novela porque parodia el romance caballeresco académica se ha empeñado en restaurar. Se ha al tiempo que lo conserva en el espíritu de don producido así una separación entre la elucidación Quijote y en los relatos románticos intercalados, de la novela cervantina por parte de los cervantis- destacando la imposibilidad de reducir su varie- tas y la elaboración del mito por parte de los crea- dad y mezcolanza de tonos, líneas y actitudes a dores. Tal explicación, sin embargo, no deja de una sola. En un artículo publicado en 1916 y lue- ser una simplificación, pues el mito ha influido en go reimpreso en Some Authors (1923), Walter Ra- los comentarios, especialmente cuanto más aleja- leigh parte de nuevo del propósito paródico de la dos se encuentran del ámbito académico o más obra para cuestionar acto seguido que fuera el cercanos al creativo, y las creaciones no se han único o principal y añadir que “el libro tiene tan- limitado a desarrollar el mito a través de nuevas tas caras que toda clase de gustos o creencias figuraciones quijotescas, sino que han desarrolla- pueden encontrar en él acomodo. Su alma es una do también el arte cervantino de la novela en nue- ironía tan profunda que pocos de sus lectores la vos tipos de ficción. Por ello pueden discernirse han explorado en profundidad”. A continuación dentro de la recepción productiva cervantina dos analiza tal ironía y sus diferentes niveles, subra- líneas básicas que nos envían a la misma polari- yando su doble filo que critica tanto al hidalgo lo- dad entre el mito y la novela, aunque en una for- co como al mundo ruin, y hace lo mismo con la ma diferente, como quijotismo y cervantismo: la relación entre don Quijote y Sancho, afirmando primera, más presente en la primera mitad de si- que todos tenemos tanto una vena quijotesca co- glo, ve en don Quijote el antecedente de un tipo mo otra panzaica y comparando a don Quijote con de heroísmo moderno; la segunda, característica un santo. Finalmente Herbert Grierson, en un en- de la segunda mitad, ve en Cervantes el progenitor sayo publicado en 1921 con el título de “Don de la novela posmoderna. La recepción del Quijo- Quixote, Some Wartime Reflections on its Cha- te en la novela británica del siglo XX podría ca- racter and Influence”, se centra en la dualidad racterizarse así por la presencia en ella de un cier- Quijote-Sancho y la ambivalencia quijotesca entre to tipo de (anti)heroísmo quijotesco y de el loco y el héroe, aunque es este segundo término (meta)ficción cervantina. el que domina en un análisis en el que, como en Los inicios del siglo XX ofrecen abundantes tes- Raleigh, se advierten claros ecos Románticos, ca- timonios en la recepción reproductiva de una nue- racterizando al hidalgo como santo y como el va forma de leer el Quijote que engloba las ante- idealista ajeno a la realidad pero cuya fe no es ca- riores pero enfatiza la dualidad, ambivalencia y paz de destruir desilusión alguna. Grierson insiste complejidad de la obra, al tiempo que privilegia de nuevo en su carácter representativo de la hu- su dimensión seria o trascendente, sin duda más manidad así como en una idea apuntada por Ker, cercana a la sensibilidad moderna, desde la que se la de que el Quijote trasciende las intenciones de atiende especialmente a la ironía cervantina, a los su autor, siendo la primera novela moderna y el rasgos universales del ser humano representados modelo de muchas posteriores. en el quijotismo y al carácter de la obra como pa- Después de Grierson toma el relevo el cervan- radigma de la novela moderna. Se trata, en suma, tismo académico iniciado con la biografía de de una lectura más atenta a la significación de la Fitzmaurice-Kelly, que intenta aportar el estudio obra para el autor o lector del siglo XX que a su especializado y la perspectiva histórica ausente en significado intencional. Ello puede observarse estos comentarios iniciales, aunque en diferente perfectamente en los comentarios de profesores medida o con diferentes énfasis. Tras el libro pio- universitarios pero no hispanistas o especialistas nero de William J. Entwistle, Cervantes (1940), en Cervantes. En 1908 W. P. Ker pronuncia una aparece en 1962 uno de los cuatro o cinco libros conferencia sobre Don Quijote que se publicaría capitales para el entendimiento cabal del Quijote, luego en el segundo volumen de sus Collected Es- Cervantes’s Theory of the Novel, escrito por Ed- says (1925), en la que, partiendo del análisis del ward Riley. Riley parte del estudio contextual de Quijote de Hegel como obra que al reírse de la las ideas sobre la narrativa vigentes en la época de

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Reino Unido. Don Quijote Cervantes para acabar formulando una teoría de la este intento de reducir el sentido del Quijote al novela basada en un brillante análisis crítico de la que tuvo para los primeros lectores de la obra. obra que, de nuevo, trasciende las intenciones y el Efectivamente, son opiniones como las de Ker, contexto del autor. Esta combinación de rigor his- Raleigh y Grierson las que marcan la visión do- tórico pero también crítico con un interés por el minante en el siglo XX, y acentos similares pue- género y por explicar la esencia del Quijote como den discernirse en los comentarios de una serie de novela, evidente de nuevo en su Don Quixote creadores durante la primera mitad de siglo. En un (1986), puede también apreciarse en The Halfway artículo publicado en 1901, “The Divine Parody House of Fiction: ‘Don Quixote’ and Arthurian of Don Quixote”, el novelista y brillante polemista Romance (1984), escrito por el sucesor de Riley G. K. Chesterton vio en la tensión no resuelta o el en la cátedra de Edimburgo, Edwin Williamson. equilibrio perfecto entre el misticismo quijotesco Otro discípulo de Riley, Anthony Close, desde su y el racionalismo panzaico una imagen perfecta de cátedra de Cambridge, y antes de él Peter Russell un mundo en el que compiten diferentes verdades desde la de Oxford, reaccionaron contra lo que que se contradicen, de la ambivalencia y la duali- consideraban la tendencia imperante de proyectar dad que caracterizan a la vida y la condición hu- en la obra cervantina ideas o enfoques ajenos a mana. El escritor de relatos fantásticos Arthur Cervantes e intentaron contrarrestarla en sus ar- Machen dedica algunas páginas del ensayo en que tículos y libros, especialmente en el estudio sobre formula su particular teoría de la literatura, Hie- los excesos hermenéuticos de la crítica cervantina roglyphics (1902), a explicar los diferentes nive- que hunde sus raíces en la visión Romántica, The les de significado de Don Quijote, que van de la Romantic Approach to Don Quixote (1978), escri- búsqueda de lo desconocido y el infinito a la pa- to por Close, quien recientemente ha formulado su rodia de los libros de caballerías, pasando por el visión del Quijote como obra fundamentalmente conflicto entre lo temporal y lo eterno, lo corporal cómica en Cervantes and the Comic Mind of his y espiritual. El poeta y traductor de la Numancia Age (2000). Riley y Close son sin duda los dos cervantina Roy Campbell, en su autobiográfica cervantistas británicos más importantes del siglo Broken Record [Anales incompletos] (1934), di- XX y los representantes de dos formas de aproxi- vide a la humanidad en Quijotes y Sanchos –la marse al Quijote que trascienden el ámbito britá- imaginación y la idea frente a la cosa y la ciencia– nico: desde el significado intencional y contextual y se alinea con los primeros, aunque posterior- o desde su significación más allá del mismo. En mente reivindicará también a Sancho y reconocerá un sentido y sincero homenaje necrológico al pro- que éste es el componente fundamental de los se- fesor Riley publicado en la revista Cervantes res humanos, particularmente de los ingleses, si (2002), Close comparaba esta diferencia con las bien todos llevan dentro un Quijote reprimido. El que se producen entre don Quijote y Sancho: Ri- polifacético Wyndham Lewis compara a Cervan- ley creía que los molinos son tales considerados tes con Shakespeare en su ensayo sobre este últi- desde un punto de vista histórico, pero que el he- mo, The Lion and the Fox (1927), porque en am- cho de que la posteridad los hubiera visto como bos se puede observar el mismo conflicto entre el gigantes es parte de su significación potencial, espíritu caballeresco o místico medieval y el espí- mientras que para Close son exclusivamente mo- ritu científico del mundo moderno, que Lewis en- linos. La imagen es elocuente pero tendenciosa, carna, respectivamente, en el león y el zorro que pues asocia la visión de Riley con la locura quijo- dan título al libro. Lewis también reivindica el tesca. Teniendo en cuenta que esta visión está más análisis del Quijote del Romántico Schelling, se- próxima a la que ha dominado en la recepción gún el cual la obra articula la dualidad del ideal y cervantina del siglo XX, que en el ámbito no aca- lo real, la vida y el sueño, y para quien el heroís- démico se ha decantado exclusivamente por los mo quijotesco consiste en la devoción por una gigantes, tal vez es Close en su cruzada por res- Idea a pesar de la derrota. Tal concepción está en taurar la visión del pasado el que representa la la base del ensayo del poeta W. H. Auden titulado tendencia quijotesca. Así lo parecen confirmar los “The Ironic Hero: Some Reflections on Don argumentos que contrapone Canavaggio, tras su Quixote” y publicado en la revista Horizon largo recorrido por cuatro siglos de recepción, a (1949), donde distingue el héroe quijotesco de

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Reino Unido. Don Quijote otro tipo de héroes y lo caracteriza por su fracaso decisión de reducir al mínimo las notas a pie de a la hora de imitar el modelo heroico caballeresco. página para no lastrar la lectura, justo lo contrario El fracaso, sin embargo, deja intacta su fe en el que en las traducciones victorianas, y en sus indi- mismo, lo que lo asemeja al santo cristiano, pues caciones sobre los aspectos de la obra que chocan posee una idea que colisiona continuamente con con el gusto contemporáneo o sobre pasajes que el mundo empírico y lo conduce al sufrimiento y podrían directamente saltarse, lo que, unido al he- la derrota, pero en la que persiste, a la que no re- cho de ser la primera traducción publicada en nuncia, de la que nunca desespera. formato de bolsillo, explica la amplísima difusión El papel jugado por la traducción en el siglo XX que ha tenido. Un propósito similar de adecuar la a la hora de moldear la interpretación del Quijote obra al lector del siglo XX era apreciable en las ha sido menor que el de los comentarios o que el traducciones publicadas en la misma época en los de traducciones anteriores, pero se caracteriza Estados Unidos, en la de Samuel Putnam de 1949 igualmente por el intento de adaptar la obra a la (1953 en Gran Bretaña) y sobre todo en la del his- mentalidad de la época, si bien en términos lin- panista irlandés Walter Starkie de 1964 (de la que güísticos más que culturales –si es que ambos había aparecido ya una versión abreviada en pueden separarse– o, en otras palabras, utilizando 1954), que, pese a ser más rigurosa y posiblemen- un lenguaje contemporáneo pero sin renunciar al te mejor que la de Cohen, tuvo una difusión me- rigor traductológico que impusieron los traducto- nor, como se deduce del estudio de Allen. Otro res victorianos o, ya antes de ellos, Jarvis. Ello se hispanista, John Rutherford, es autor de la traduc- aprecia particularmente en la traducción realizada ción que finalmente ha sustituido a la de Cohen en por J. M. Cohen y publicada por la editorial Pen- la misma colección de Penguin en el año 2000 guin en 1950, que fue la traducción de referencia (con una edición revisada en el 2003). Rutherford para la segunda mitad de siglo en el Reino Unido, intenta recuperar la alegría perdida, es decir, la pues durante la primera se siguieron leyendo las dimensión cómica de la obra que tuvo en las pri- victorianas y la de Robinson Smith. Ésta, habi- meras traducciones y reivindicada por Russell y tualmente olvidada en los repertorios de traduc- Close, frente a la solemnidad que ve en los traduc- ciones al inglés, se publicó primero en Londres en tores del XIX e incluso del XX influidos por la vi- fecha no declarada (posiblemente alrededor de sión Romántica, pero con el rigor de éstos y sin 1910) con el título de That Imaginative Gentle- los excesos de aquéllas. La de Rutherford está man Don Quijote de la Mancha, pero en la biblio- llamada a convertirse en la traducción de referen- teca de la Universidad de Cambridge hay también cia del siglo XXI, aunque en dura competencia una tercera edición de 1932, que cambia el título a con las norteamericanas de Burton Raffel (1995) The Visionary Gentleman Don Quijote de la y, sobre todo, de Edith Grossman (2003, 2004 en Mancha, restituye las historias intercaladas (aun- Gran Bretaña), igualmente concienzudas y en in- que no las poesías) suprimidas en la primera e glés moderno. identifica al traductor como miembro de la Hispa- El panorama de la recepción reproductiva del nic Society of America, donde se localiza esta Quijote en el Reino Unido durante el siglo XX se edición, lo que gugiere que Smith podría ser el completa con obras que en cierta manera compar- primer traductor norteamericano del Quijote. ten el mismo propósito divulgativo que las traduc- Frente a Smith, un erudito cervantino que declara ciones, pero que están a medio camino entre lo su deuda con Watts y Ormsby y se inscribe clara- reproductivo y lo productivo. Se trata de dos li- mente en esa tradición victoriana (sigue incluyen- bros que aparecen a mediados de siglo, separados do introducción, biografía de Cervantes, apéndi- por apenas tres años, The Quest for Quixote [En ces y abundantísimas notas), Cohen declara desde busca de Don Quijote] (1959), de Rupert Croft- la primera página de The Adventures of Don Cooke, y The Shadow of Cervantes [La sombra de Quixote su voluntad de reconciliar la fidelidad a Cervantes] (1962), de D. B. Wyndham Lewis. Cervantes con la lengua inglesa del siglo XX, si Ambos pertenecen al género de los viajes cervan- bien a menudo es la primera la que sale perdien- tinos fundado por Inglis, es decir, del viaje por do. La preocupación de Cohen por el lector ordi- España con reminiscencias quijotescas, aunque nario o no especialista se observa también en su más el primero, que sigue fielmente el itinerario

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Reino Unido. Don Quijote de las tres salidas de don Quijote y va identifican- nando a lo largo del siglo XX. do los lugares de la obra, que el segundo, pues, Pese a la gran variedad y heterogeneidad de ta- aunque empieza como tal viaje por España, deriva les figuraciones, éstas tienen el común denomina- pronto hacia la biografía de Cervantes, que es lo dor de dar prioridad al héroe frente al loco, al que ofrece básicamente en un formato muy origi- idealismo frente a la inaptitud, aunque ésta es un nal. Más recientemente, Nicholas Wollaston, en elemento importante, pues introduce matices que Tilting at Don Quixote [Justando con Don Quijo- dan lugar a un tipo de héroe diferente y caracterís- te] (1990), ha utilizado el patrón del viaje cervan- tico del mundo moderno, acaso porque es el único tino para contar, no la vida de Cervantes, sino la posible en él. El quijotismo se ha convertido en el suya propia, que parece concebir en términos qui- siglo XX en paradigma de una forma de heroísmo jotescos, y Miranda France ha vuelto a utilizar el moderno que se distingue del tradicional por su Quijote como guía de sus viajes por España en inadecuación y/o alienación y porque desemboca Don Quixote’s Delusions: Travels in Castilian en derrota y fracaso, lo que hace de los ideales he- Spain (2001). A estas curiosas obras que hasta roicos una cuestión de voluntad o de fe. Tal he- ahora no han sido tenidas en cuenta en el estudio roísmo es una elaboración del mito quijotesco de la recepción cervantina en el Reino Unido, porque parte de la visión Romántica más que de la puede sumarse un relato del novelista Anthony cervantina, como se observa especialmente en una Burgess, “A Meeting in Valladolid” (1989) [En- serie de obras que no crean figuraciones sino que cuentro en Valladolid], incluido en el libro The hacen uso de la figura quijotesca original (desen- Devil’s Mode, en el que recrea una entrevista en- terradas del olvido por Mancing en su Enciclope- tre Shakespeare y Cervantes que podría haber te- dia cervantina, una valiosa fuente de referencias nido lugar en Valladolid en 1605 (durante la ex- cervantinas en la literatura en lengua inglesa, es- pedición de Lord Howard mencionada más arriba, pecialmente para el siglo XX). Ello ocurre en la una hipótesis ya formulada por Astrana Marín). adaptación dramática de Mabel Dearmer Don Un encuentro similar tiene también lugar en la Quixote: A Romantic Drama, publicada en 1916 novela sobre la vida de Cervantes escrita por el pero escrita antes de la muerte de su autora en norteamericano Stephen Marlowe (aunque publi- 1915; en la apoteosis literal del hidalgo en el rela- cada por vez primera en Londres en 1991), The to de Kenneth Morris “The Last Adventure of Death and Life of Miguel de Cervantes, narrada Don Quixote” (1917); o en las apariciones episó- por el propio Cervantes tras su fallecimiento y de dicas de don Quijote en la obra de teatro de J. B. un carácter mucho más imaginativo que las bio- Priestley Johnson over Jordan [Johnson sobre el grafías novelizadas de Amelia Edwards en el siglo Jordán] (1939) y en la novela Catalina (1948) de XIX y Rafaello Busoni en el XX, The Man Who Somerset Maugham. Todas comparten una visión Was Don Quixote: The Story of Miguel de Cer- heroica o romantizada de la figura quijotesca, que vantes (Nueva York, 1958). Todas ellas ponen de es la que sirve también de base a las figuraciones, manifiesto un renovado interés por la todavía hoy que llevan a cabo un desplazamiento de tal figura misteriosa vida de Cervantes, así como la emer- al desposeerla de sus rasgos quijotescos literales, gencia de Norteamérica como centro privilegiado como ocurría ya en la época victoriana (aunque el de los estudios cervantinos –algo de lo que dan hiato entre figura y figuración tiende ahora a ser también prueba las biografías de William Byron más grande), y al desarrollarla en direcciones pro- (1978), Melveena McKendrick (1980), o, más re- pias del siglo XX (añadiendo ese nuevo énfasis en cientemente, Donald P. McCrory (2002), además la alienación, el fracaso y la fe que tan bien expli- de las traducciones ya reseñadas y de abundantí- ca Auden). Tales direcciones pueden reducirse a simas monografías académicas–. Sería posible dos, una más subjetiva o existencial y otra más describir la mayoría de estas estas obras como una ideológica o social, que se corresponden en térmi- extensión hacia el autor de la lectura mítica o mi- nos generales con las tendencias modernista y an- tificadora del texto cervantino que ha caracteriza- timodernista (realista) en la literatura inglesa del do la recepción productiva, y que puede apreciarse siglo XX. aún más claramente en las figuraciones quijotes- El héroe quijotesco paradigmático de la primera cas que los novelistas británicos han ido desgra- es tal vez el personaje que da nombre a la novela

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Reino Unido. Don Quijote de Joseph Conrad, Lord Jim (1900). La vocación pues efectivamente el alcoholismo es el equiva- marinera de Jim es fruto de la lectura y de su ima- lente de la locura quijotesca en cuanto que distor- ginación, que le hace verse realizando todo tipo siona su percepción de la realidad (alucinaciones de hazañas y actos de valor y sacrificio como los incluidas) y lo aliena de los que lo rodean, sus que ha leído; sin embargo, cuando, finalmente, amigos y su mujer, Yvonne, que intentan salvarlo ávido de aventuras en las que cumplir sus expec- del naufragio existencial que describe la novela. A tativas literarias y sus ilusiones románticas, se ha- diferencia de Conrad, Lowry subraya la conexión ce a la mar, ni la realidad ni, lo que es peor, él cervantina salpicando la novela de alusiones a mismo, están a la altura de sus sueños. Jim falla Cervantes y don Quijote, algunas referidas al cón- cuando llega la oportunidad de demostrar su valor sul, quien tiene una figura del hidalgo en su casa y y arrastra ese fallo como una cruz durante el resto se ve a sí mismo en tales términos, así como de su vida, como un fantasma en gran medida creando otros personajes quijotescos, sobre todo producto de su idealismo y sentido del honor, que el padre de Yvonne, un proyectista quimérico, antes convertía la realidad en un sueño y ahora en fracasado y demente, uno más de los personajes una pesadilla, y que acaba destruyéndolo, pese a derrotados que pueblan la novela y con los que que consigue redimirse. El carácter quijotesco de Lowry espesa su visión del quijotismo como nau- Jim viene dado por el fracaso de sus aspiraciones fragio. En este sentido, es sintomático lo que pasa románticas, combinado con el vínculo literario de con el Quijote femenino en la obra de teatro de las mismas y con la alienación de la realidad a que William Gerhardie Perfectly Scandalous [Perfec- dan lugar, creando así una concepción del quijo- tamente escandaloso] (1927), cuya protagonista, tismo como heroísmo fallido, como fracaso y nau- Mrs Brandon, es una mujer de cincuenta y siete fragio, y una transformación del héroe quijotesco años a la que un personaje describe como Donna desilusionado del XIX en el fracasado del XX. Un Quixot porque necesita hacer cosas tontas e inúti- año antes, Conrad había explorado en Heart of les y a la que se caracteriza como una persona an- Darkness [El corazón de las tinieblas] un similar ticuada y fuera de lugar, inmersa en una cruzada idealismo caído pero que, en lugar de redimirse moral contra el vicio y otros males de los tiempos tras la caída, se hunde más y deriva hacia la locu- modernos. Poco a poco, sin embargo, va apare- ra. Kurtz viaja al Congo guiado por su altruismo ciendo su desengaño y desilusión, su desolación y filantrópico, como sugiere un informe escrito por amargura por la esterilidad y el fracaso de su vida, él, pero en algún momento renuncia a ello y es que ha pasado defendiendo quijotescamente dife- presa de la demencia y la barbarie en que aparece rentes causas y ha desembocado en la soledad, sumido al final. Además de esta condición de como explica antes de morir en una escena que idealista frustrado que no es capaz de poner en hace pensar en la muerte de don Quijote. práctica sus ideales, se ha comparado también a Los personajes de ciertas novelas de Wyndham Kurtz con don Quijote por la naturaleza paradóji- Lewis como Tarr (1918), The Revenge for Love ca de su locura, en la que la elocuencia aparece [La venganza por amor] (1937) y Self Condemned emparejada con la demencia, o por su devoción a [Autocondenado] (1954) son calificados de quijo- una dama cuya idealización e incorporeidad re- tescos por su carácter de soñadores e idealistas cuerdan a Dulcinea. Kurtz está más cerca del Qui- maltratados por la realidad y condenados a la de- jote anti-heroico que del héroe quijotesco, y ése es rrota o el aislamiento, pero también por su condi- también el caso del cónsul Geoffrey Firmin de la ción de defensores de causas en diferentes ámbi- novela Under the Volcano [Bajo el volcán] tos –artístico, político-bélico o intelectual, (1947), en la que Malcolm Lowry da otra vuelta respectivamente– frente a un mundo hostil que es de tuerca al idealista alienado y sobre todo frus- el blanco de la crítica. Ocupan por ello un lugar trado de Conrad. Firmin es un Jim que no se re- intermedio entre las figuraciones de la tradición dime, y de hecho se lo compara con él por un os- modernista y las de la antimodernista, no centrada curo incidente marítimo durante la guerra que tanto en la subjetividad quijotesca como en el empañó su brillante pasado al servicio del Imperio mundo al que ésta se enfrenta. En esta tradición la Británico y lo llevó a un similar consejo de gue- figura quijotesca representa determinadas ideas o rra; o un Kurtz alcoholizado en vez de demente, causas en conflicto no sólo con la realidad sino

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Reino Unido. Don Quijote con una sociedad específica, y es utilizada para que se caracteriza de nuevo por su ingenuidad, comentar condiciones históricas, cuestiones ideo- benevolencia e idealismo, y del ex-alcalde comu- lógicas o problemas sociales, por lo que sus ante- nista del pueblo, Enrique (apodado Sancho) Zan- cedentes no se encuentran tanto en el Quijote cas, unos viajes en los que se recrean numerosos Romántico como en su transformación victoriana motivos, episodios y personajes cervantinos, de influida por la visión del XVIII y en particular por forma que la novela puede considerarse la actuali- la figura del humorista amable, cuya huella se si- zación más completa del Quijote en el siglo XX. gue así dejando sentir en el siglo XX. Su primer En el curso de los mismos, se produce un diálogo exponente aparece en una novela de Chesterton continuo entre los dos personajes, en el que discu- que deja clara su naturaleza quijotesca desde el tí- ten sobre diferentes temas desde sus respectivas tulo mismo, The Return of Don Quixote [El regre- creencias y visiones de mundo (en gran medida so de Don Quijote] (1925-26). El excéntrico y be- las de las dos Españas que se enfrentaron en la nevolente bibliotecario Michael Herne, que pasa Guerra Civil) y en virtud del cual éstas son cues- su vida entre libros y en medio de eruditas inves- tionadas. Tal cuestionamiento nace tanto del pun- tigaciones, y al que se identifica con don Quijote to de vista del otro como de la propia heterodoxia de forma explícita desde su presentación física, de cada uno, que se escapa al carácter monolítico adopta la quijotesca misión de restaurar el pasado y autoritario de las ideologías que en principio re- y los valores caballerescos de la Edad Media fren- presentan, sobre todo en el caso del padre Quijote, te a la deshumanización y mecanización del mun- que desafía la autoridad del obispo y cuestiona así do moderno. Chesterton presenta tal tarea como la dimensión institucional de la Iglesia. La idea algo positivo y valioso, pero muestra también que orienta la novela de Greene, como explica conciencia de sus límites o carencias, por lo que Ziolkowski, es que, en un mundo sin religión y sin coloca junto a Herne el contrapeso irónico de fe, ésta se ha convertido en una forma de quijo- Douglas Murrell, creando así una dicotomía entre tismo, sobre todo si es vivida de manera pura y al medievalismo romántico y escepticismo moderno, margen de la jerarquía, si se rige por principios aunque ambos comparten un común sustrato qui- morales y no por normas institucionales. Greene, jotesco. Al final de la obra, Herne decide lanzarse como Chesterton antes, recupera la dimensión a los caminos de Inglaterra a lomos del caballo de cómica y dialógica del Quijote al servicio de la un carruaje y vestido de caballero con su lanza en crítica social y la discusión de ideas, y eso mismo la mano, dispuesto a ser un nuevo Quijote del si- puede observarse en la novela quijotesca de John glo XX, y en compañía de un Murrell que se hace B. Priestley, The Image Men [Los hombres de la llamar Sancho Panza. Este final es aún más signi- imagen] (1968), protagonizada por una cervantina ficativo si tenemos en cuenta que es también el fi- pareja, Cosmo Saltana y Owen Tuby. A través de nal de la carrera de Chesterton como novelista, sus andanzas por Inglaterra en pos de la quimérica pues esta fue su última novela (aunque todavía creación de un Instituto de Imaginística Social, se publicaría libros de narraciones más cortas); y lo satiriza la sociedad de la época, y su raigambre es todavía más si se añade que había empezado tal cervantina se hace explícita por el hecho de que el carrera con otra pareja cervantina, la conformada primero lleva siempre consigo una copia de la por Wayne y Quinn en The Napoleon of Notting obra de Cervantes en español. Hill [El Napoleón de Notting Hill] (1904), su La presencia de parejas inspiradas por la de don primera novela publicada, donde tales personajes Quijote y Sancho en las novelas de Chesterton, representan la tensión entre idealismo y realismo Greene y Priestley (también en The Childermass que será una constantes de su obra y cuyos oríge- [Los santos inocentes] (1928) de Wyndham Lew- nes cervantinos se explicitan en el título de su úl- is, donde aparece la pareja formada por Pullman y tima novela. Satters), ausente en Conrad, Lowry y Gerhardie (o En otra novela quijotesca, Monsignor Quixote en las otras novelas de Lewis), apunta a una re- (1982) de , el caballo es sustituido presentación dialógica de la realidad, es decir, a por el seiscientos y medievalismo por catolicismo través del diálogo de visiones antagónicas o alter- para contarnos los viajes del padre Quijote, cura nativas, que nos lleva más allá –o más acá– del del Toboso y descendiente directo del hidalgo, al mito para devolvernos al terreno de la novela. En

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Reino Unido. Don Quijote este terreno, la huella cervantina no consiste en la de un modelo heroico-literario, para afirmar así presencia de una figuración quijotesca deudora de las diferencias entre éste y la realidad histórica; en figuraciones previas sino de una concepción nove- segundo lugar, por la forma en que hace dialogar lesca que remite a Cervantes, y ello se observa en dos visiones de mundo que pueden calificarse de la que es tal vez la novela más importante del si- quijotesca y panzaica, la de Stephen que represen- glo XX, Ulysses (1922), donde James Joyce no ta la idea, el intelecto, la literatura, y la de Bloom recrea el mito quijotesco sino el del personaje que gira en torno al cuerpo, los sentidos, la vida, homérico, pero lo hace desde postulados cervanti- aunque no de forma dialogal, sino por medio de la nos. La obra nos da la pista a seguir cuando, en el alternancia de sus monólogos interiores. El pers- curso de la sección novena, un grupo de intelec- pectivismo cervantino se transforma en el moder- tuales habla de la posibilidad de escribir un Quijo- nista, que presenta la realidad escindida en dife- te irlandés, haciéndose así eco de las ideas de rentes percepciones subjetivas de la misma y John Eglinton, quien efectivamente sugirió en uno postula así su carácter relativo y fragmentario, de sus escritos a Cervantes como ejemplo a seguir culminando con ello un largo camino iniciado en para un poema cómico-épico en prosa ambientado el Quijote. La afinidad con la novela cervantina es en Irlanda. Eglinton no fue el único que durante el muy profunda, pero no es evidente a primera vista renacimiento literario irlandés de principios del por la enorme distancia que marcan las innovado- siglo XX vio en el Quijote un paradigma tanto li- ras técnicas narrativas de Joyce, lo que explica terario como nacional para la Irlanda emergente. que apenas haya sido comentada. Así lo hizo también, por ejemplo, Lady Gregory, En Ulises, además, aparecen una serie de estra- para quien la auténtica identidad irlandesa estaba tegias metaficcionales que son diferentes a las formada por el binomio Quijote-Sancho, es decir, cervantinas, pero que ponen igualmente al descu- por una simbiosis del idealismo asociado a la tra- bierto el artificio y la ficcionalidad del texto, y dición gaélica, aristocrática y heroica (que ya ha- que anticipan por ello las que caracterizarán a la bía caracterizado de modo quijotesco a principios novela posmodernista. Uno de los primeros expo- del siglo XIX Lady Morgan en The Wild Irish nentes de este tipo de novela fue de nuevo un ir- Girl: A National Tale), con el sentido común y el landés, Samuel Beckett (amigo personal y en cier- realismo del pueblo irlandés ordinario. Esta idea to modo discípulo de Joyce), aunque escribió la aparece reflejada en su adaptación dramática del mayor parte de su obra en francés. Las afinidades Quijote, Sancho’s Master [El señor de Sancho] entre Beckett y Cervantes pueden cifrarse, además (1927), en la que transforma la obra cervantina en de en esta dimensión metaficcional, en el gusto una metáfora de la dominación colonial británica por la subversión paródica de las formas y géneros sobre Irlanda, especialmente a través de los episo- narrativos previos, el tratamiento de temas como dios en el palacio de los Duques, donde tanto el la locura, la monomanía y la disolución de la idealismo como el realismo de don Quijote y San- realidad, o el empleo del viaje, el diálogo y la pa- cho –del pueblo irlandés– son ridiculizados por el reja de personajes con visiones discrepantes pero poder –colonial– de los Duques. Pero es el Ulises complementarias como patrones narrativos recu- de Joyce, escrito lejos de Irlanda, el auténtico Qui- rrentes. Estas analogías pueden rastrearse espe- jote irlandés en el que efectivamente se lleva a ca- cialmente en novelas de Beckett como Murphy bo una yuxtaposición de lo ideal y lo real, aunque (1938), Molloy (1951), Malone Meurt (1951), no al servicio de la causa identitaria o nacionalis- L'Innommable (1953), Watt (1953) o Mercier et ta, sino para crear la novela paradigmática de la Camier (escrita en 1946 pero publicada en 1970), modernidad literaria. Joyce sigue el patrón cervan- aunque algún crítico ha detectado su presencia tino, en primer lugar, por la forma en que sumerge también en su obra dramática En attendant Godot un modelo épico-romántico, en este caso la Odi- (1953), por la que es más universalmente conoci- sea, en una realidad contemporánea prosaica y do; pero, de nuevo, no son explicables por el prés- vulgar, y se inscribe así en esa tradición de épica tamo o la influencia directa, sino que son el testi- cómica en prosa que arranca de Cervantes y se monio de la transformación del Quijote en un desarrolla luego con Fielding o Thackeray, consis- paradigma literario o narrativo, en la novela para- tente en el tratamiento anti-heroico y anti-literario digmática del siglo XX, cuyo patrón puede dis-

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Reino Unido. Don Quijote cernirse tras autores tan dispares y alejados de cervantina (rescatada, una vez más, por Mancing) Cervantes como Joyce y Beckett. Y en este senti- es fundamental pero la novela es poco significati- do de paradigma novelístico, Cervantes es el mo- va. Ésta cuenta la historia de un novelista, James delo indiscutible de la metaficción posmoderna Golightly, quien, inseguro sobre el final de la no- escrita en la segunda mitad del siglo XX. vela que ha escrito, invoca a Cervantes como Así lo reconoce el novelista David Caute en un ejemplo de final improvisado o casual pero cohe- ensayo titulado The Illusion (1971), que es la se- rente, para formular así una teoría sobre los fina- gunda parte de una trilogía titulada The Confron- les narrativos que se pone en práctica en el final tation y en cuya significación para la recepción de ambas novelas (la de Golightly y la de posmoderna del Quijote no se ha reparado hasta el Hartley), entre las que existen numerosos parale- momento. Caute cuestiona la tradicional alianza lismos. Por supuesto, la alargada sombra de Cer- entre arte comprometido y realismo literario para vantes se proyecta sobre muchas novelas británi- postular un arte político pero también experimen- cas que utilizan estrategias metaficcionales, pero, tal, que utilice recursos de distanciamiento al ser- a diferencia de lo que ocurre en Norteamérica, el vicio de una escritura dialéctica (la influencia de parentesco no suele ir avalado por la cita o la hue- Brecht es indudable), e invoca el ejemplo de Cer- lla cervantina. Algo similar ocurre con un tipo de vantes en el capítulo final sobre la novela dialécti- Quijote posmoderno, también prefigurado en la ca. Ahí afirma que “la primera piedra de la novela Sarah de la novela de Fowles, que construye tex- moderna es una de las obras maestras de la aliena- tualmente la realidad utilizando la literatura de la ción dialéctica”, y lo demuestra mediante un breve que es lector o autor, que se fabrica identidades o análisis de las estrategias metaficcionales del Qui- mundos a través de diferentes tipos de discurso o jote, particularmente la interrupción de la historia de textualidad, con los que urde ficciones sobre sí y la intrusión autorial en el capítulo 9, a través de y sus circunstancias, y del que hay ejemplos en la cual “Cervantes se las arregla para recordarnos, personajes de novelas de la segunda mitad del XX mientras mantiene descaradamente lo contrario, –tal vez las más conocidas y representativas sean que Don Quijote es una criatura de ficción”. Cau- las de David Lodge, y en particular Therapy: A te, tras citar a Fielding y Sterne como autores que Novel (1995)–. Aunque a ninguno se lo relaciona escribieron en esta tradición, pone como ejemplo con don Quijote, no es descabellado afirmar que del resurgimiento de la misma en el siglo XX a éste ofrece un modelo no sólo para el individuo John Fowles y su novela The French Lieutenant’s alienado típico del Modernismo, sino también pa- Woman [La mujer del teniente francés] (1969), y ra el individuo textualizado del Posmodernismo, cita la interrupción de la historia y la intrusión au- lo que refuerza su carácter de paradigma universal torial del capítulo 13, en la que se desvela que Sa- no sólo como novela sino también como mito. rah, la protagonista, y todos los demás personajes, Junto a este quijotismo que no se nombra pero son criaturas de ficción. Caute explicita así la co- está ahí y que es la aportación más distintiva y va- nexión entre el Quijote y la novela autoconsciente liosa del siglo XX, se puede citar otro que se posmoderna, una conexión que, en el caso de Fo- nombra pero es poco significativo, el de los pro- wles, se ve reforzada por otros rasgos cervantinos tagonistas de una serie de obras hoy olvidadas, del narrador de tal novela así como por los rasgos que se califican de Quijotes en el título de las quijotescos de sus protagonistas femenino y mas- mismas pero que hasta el momento no han apare- culino (vía Flaubert y Dickens). Pero, aparte de cido en ningún repertorio ni han sido estudiados. Fowles, hay pocos ejemplos significativos de me- A primera vista se trata de textos con poca cone- taficción que hagan referencia directa o indirecta a xión con Cervantes, salvo en su uso del término Cervantes: tan sólo la novela que forma la tercera en que se ha lexicalizado el quijotismo, una ten- parte de la trilogía de Caute, The Occupation dencia cuyos orígenes se remontan a finales del (1971), que es la puesta en práctica de las teorías XIX y que continúa a principios del XX con A formuladas en The Illusion, pero en la que las re- Quixotic Woman (1905) de Isobel Fitzroy, Quixo- ferencias cervantinas son poco significativas; y la te of Magdalen (1909) de Mary Joan H. Ker- de L. P. Hartley, The Love-Adept [El Adepto al nahan, South Sea Foam: The Romantic Adventu- amor] (1969), en la que, a la inversa, la referencia res of a Modern Don Quixote in the Southern

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Reino Unido. Don Quijote Seas (1919), de A. Safroni-Middleton, o A Quixo- a Cervantes. Salman Rushdie salpica de referen- te against his Will (1933) de Annabel Lee. Don cias cervantinas su novela The Moor’s Last Sigh Quijote también aparece en los títulos de poema- [El último suspiro del moro] (1995), en lo que es rios, por ejemplo en Don Quixote and other Son- no sólo un homenaje a Cervantes sino también nets (1924) de Grace Tollemache, Don Quixote una forma de sugerir que el tipo de escritura hí- and other Poems (1939) de D. S. Savage, y brida que Rushdie practica, en la que se dan la Quixotic Perquisitions (1939) de George Reavey. mano Oriente y Occidente, lo real y lo maravillo- De entre este corpus de títulos quijotescos, sobre- so, la historia y las ficciones del pasado –es decir, salen dos obras breves por razones opuestas. Una las dualidades que caracterizan a la literatura pos- es el relato titulado “The Quixotes”, publicado en colonial, el realismo mágico y la intertextualidad enero de 1932 por R. C. Hutchinson (y que dará posmoderna, respectivamente–, tiene su primer título a la edición de los cuentos completos de es- precedente en la dualidad sobre la que se funda el te autor en 1984), porque en él aparece una con- Quijote, la realidad histórica de la España del cepción dieciochesca del quijotismo, pues se XVII relatada por un imposible y mentiroso histo- enuncia de forma explícita como el seguimiento riador arábigo y el mundo maravilloso de los li- fanático, intransigente y orgulloso de una idea o bros de caballerías evocado intertextualmente co- sistema a cualquier precio, incluido la deshumani- mo si fuera real. La reescritura de textos zación, el fracaso y la destrucción propia o del canónicos desde otros puntos de vista es otra co- otro, y se ilustra mediante un padre y un hijo (lo rriente posmoderna que se deja sentir en la obra que de nuevo es un eco de textos anteriores vistos de James Saunders, The Travails of Sancho Pan- más arriba). El otro, al contrario, ofrece una actua- za: A Play for the Young [Las tribulaciones de lización tan original del quijotismo que éste puede Sancho Panza] (1969), que es una adaptación pasar desapercibido pese al título, “The New dramática del Quijote, pero dando prioridad al Quixote”, una comedia en un acto escrita por el punto de vista de Sancho, que se erige en prota- conocido dramaturgo Michael Frayn, representada gonista, con toques adicionales del absurdo y de con otras tres del mismo autor en 1970 como The temática contemporánea. Y Robin Chapman ha Two of Us. A su protagonista, de manera análoga hecho algo parecido con el punto de vista de la a don Quijote (quien en función de sus lecturas Duquesa en The Duchess’s Diary [El Diario de la caballerescas reconoce el romance escondido bajo Duquesa] (1980), convirtiéndola en un personaje las apariencias de la realidad), le es revelada gra- histórico en el que supuestamente se inspiró Cer- cias a la lectura de Freud la realidad reprimida que vantes y en cuyo diario narró la estancia de éste en se esconde bajo las apariencias del comportamien- su palacio, jugando así a diluir los límites entre to humano, de manera que interpreta los actos y historia y ficción, un juego muy posmoderno pero las palabras de los demás como lo contrario de lo también muy cervantino. Esta combinación de la que aparentemente significan. En estas circuns- vida de Cervantes con los personajes históricos en tancias, la realidad pierde su estabilidad para con- que supuestamene se inspiró para escribir el Qui- vertirse en oscilante, sobre todo cuando la Dulci- jote debió de servir de inspiración a Julian Brans- nea de la historia se apropia de la estrategia ton para su primera novela, The Eternal Quest quijotesca en su beneficio (como hacían algunos (2003, 2005 en Estados Unidos, con el título Til- personajes del Quijote) y moldea a su antojo la ting at Windmills). En ella narra las aventuras del realidad, que se disuelve y es reemplazada por la supuesto modelo de don Quijote (igualmente loco textualidad, por el discurso que la construye y pero investido con un aura sobrenatural que pare- desconstruye, para perplejidad del nuevo Quijote. ce ampararlo, otorgarle lucidez en sus jucios y di- La obra aborda así un tema propio de la posmo- rigir sus acciones) de manera paralela a las de Ce- dernidad y, aunque Frayn lo trata de manera dis- vantes mientras escribe el Quijote (que incluyen tanciada y cómica, el resultado es el único Quijote de nuevo una relación con una atractiva y poco posmoderno británico que declara su filiación creíble aristócrata, en este caso una marquesa), cervantina de forma inequívoca. para hacer converger ambas líneas al final, cuando Finalmente, hay otras tendencias de la escritura el hidalgo ayuda a salvar a Cervantes de las ma- posmoderna que han evocado o utilizado también quinaciones de un rival literario. Chapman ha

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Reino Unido. Don Quijote vuelto al Quijote en su última novela, Sancho’s del siglo XIX y el siglo XX con diferentes énfasis Golden Age (2004) [La Edad Dorada de Sancho], y en diferentes proporciones, aunque casi siempre para ofrecernos el punto de vista de dos persona- con el dominio de la blanda sobre la dura. Los jes aún más marginales que la Duquesa, Rocinan- cien años que van de 1740 a 1840 pueden consi- te y el Rucio, a través del cual se narra, siguiendo derarse la edad dorada del Quijote en el Reino un método dialógico evidentemente inspirado en Unido, pues la obra no sólo se consolida como un Cervantes, lo acaecido tras la muerte de don Qui- clásico y se naturaliza como parte de la cultura in- jote, las andanzas de Sancho y el barbero como glesa, sino que además da lugar a una enorme pastores en Sierra Morena y la historia de Sanchi- cantidad y variedad de respuestas, tanto en lo pro- ca. La de Chapman es también una novela auto- ductivo como en lo reproductivo, constituyéndose consciente en la más pura tradición cervantina y así en un crisol en el que de una u otra manera es- esa autoconciencia se dirige en ocasiones al Qui- tá incluido todo lo de antes y todo lo de después. jote mismo. En una reflexión sobre su moderni- En esta época, además, la obra cervantina, que dad, Chapman habla de la realidad oscilante y de había empezado leyéndose como un romance si- la forma en que Cervantes crea un sólido mundo milar a los que parodia, tras pasar por el teatro, material para luego cuestionarlo a través de la vi- donde debuta en un papel cómico, y la sátira, sión de don Quijote, introduciendo la duda en el donde por vez primera es tomada en serio, se con- lector como la introduce en Sancho, convirtiendo vierte en modelo para los novelistas que harán de el mundo en una pregunta imposible de contestar ella el paradigma de la novela moderna y se trans- y la ambigüedad en la única certeza: “las aventu- forma en el mito que al irse alejando poco a poco ras de Don Quijote de la Mancha son el relativis- del libro ha llegado a ser independiente de él. Na- mo campando a sus anchas”, escribe Chapman. Y turalmente, esta visión de conjunto es una simpli- añade que, no contento con esto, Cervantes intro- ficación de la complejidad de la realidad literaria, duce algo aún más subversivo, pues socava la en la que hemos visto cómo visiones emergentes realidad del mundo que está creando al inventar el conviven con otras dominantes o con las residua- concepto de “autoría no autoritaria”: a partir del les que ya lo han sido. Pero, si algo llama podero- capítulo 9 la historia es narrada por un mentiroso, samente la atención a lo largo de los casi cuatro traducida por encargo y editada por una figura tras siglos que van de Beaumont a Chapman, es la la que se esconde el autor, para luego ser leída an- adaptabilidad y versatilidad del Quijote, del que tes de que esté concluida por sus propios protago- sucesivas tendencias o movimientos literarios y nistas. Así es como, a principios del siglo XXI, culturales británicos se han ido apropiando para Chapman sintetiza en su novela tanto de forma sus fines, dando lugar a una sucesión de interpre- teórica como práctica los dos ejes esenciales de la taciones de la novela y de elaboraciones del mito visión del siglo XX sobre el Quijote como novela de increíble y fascinante riqueza. El Quijote tiene paradigmática, su carácter dialógico y su dimen- algo que decir a todos y todos sacan partido de él. sión autoconsciente, de los que resulta esa con- Adenda (2006) cepción relativa y escéptica de la realidad. Con las pruebas de imprenta de esta ya larga en- Con Chapman termina, por el momento, la his- trada corregidas, ha aparecido una tercera novela toria de las andanzas de don Quijote en tierras bri- de tema cervantino escrita por Robin Chapman, tánicas, una trayectoria que va de la visión dura Pasamonte’s Life (2005), que conforma así lo que del siglo XVII que lo considera un bufón ridículo se denomina ya en la contraportada de la misma sólo apto para la farsa a la blanda del Romanti- trilogía del Quijote. Depués de la Duquesa y las cismo que lo transforma en un héroe admirable de monturas de la pareja cervantina, ahora le toca a dimensiones trágicas y simbólicas; el siglo XVIII, Ginés de Pasamonte ofrecer su punto de vista en primero con la interpretación que reconoce la sáti- un relato autobiográfico que posee dos partes bien ra seria tras la comedia, y luego con la que reco- diferenciadas: una primera en la que se cuentan noce al héroe noble y amable tras el bufón, actúa todas las peripecias vitales de Pasamonte anterio- como transición entre ambas visiones; y finalmen- res al encuentro con el hidalgo –una autobiografía te son combinadas y sintetizadas durante el resto picaresca al uso que incluye diferentes trabajos y

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Reino Unido. Don Quijote aventuras– y una segunda en la que se reescriben rrespondientes) para centrarnos exclusivamente en los episodios quijotescos en los que figura Pasa- estudios de conjunto (un período más o menos monte (los galeotes, el robo del rucio, el retablo largo, varios autores u obras), hay que dar fe de la de maese Pedro). Si en la entrega previa Chapman aparición de un abundante número de libros sobre ofrecía una continuación o secuela y en la primera la recepción de Don Quijote en el Reino Unido, una precuela, ahora realiza una amplificación bien como tema exclusivo, bien en el contexto de desde dentro de la historia que, como en los casos su recepción europea y hasta universal. anteriores, acaba siendo más un homenaje que una Entre los primeros destacan el valiosísimo in- subversión o cuestionamiento del universo cer- ventario de referencias a la obra recopilado por D. vantino. Si a la novela de Chapman se añaden las B. J. Randall y J. C. Boswell, Cervantes in Seven- recientes traducciones norteamericanas de Tom teenth-Century England: The Tapestry Turned Lathrop (2005) y James H. Montgomery (2006), (Oxford, 2009), las recopilaciones de artículos de no hay prueba mejor de la inagotable productivi- diferente autoría editadas por J. M. Barrio y M. J. dad y la permanente vitalidad del Quijote, que se- Crespo (La huella de Cervantes y del “Quijote” guramente habrá hecho obsoleto este estudio en la cultura anglosajona, Valladolid, 2007) y por cuando llegue a manos del lector. En el tiempo J. A. Garrido (The Cervantean Heritage: Recep- que medie entre esta revisión y su publicación, tion and Influence of Cervantes in Britain, Lon- aparecerán sin duda nuevas obras cervantinas, po- dres, 2009), así como la monografía de M. Bor- niendo así de manifiesto una de las grandes ver- ham Quijotes con enaguas (Valencia, 2015). dades enunciadas en el Quijote y en la tradición Entre los segundos es obligado empezar, a causa cervantina que inaugura: la realidad sobrepasa de su amplitud y extensión, por los cuatro volú- siempre nuestros quijotescos –o shandianos– es- menes compilados por H. C. Hagedorn y publica- fuerzos por atraparla mediante la literatura y la es- dos en Cuenca por la Universidad de Castilla-La critura. Mancha: Don Quijote por tierras extranjeras (2007), Don Quijote, cosmopolita (2009), Don Adenda bibliográfica (2016) Quijote en su periplo universal (2011) y Don Qui- jote en los cinco continentes (2016). A ellos hay En los más de diez años transcurridos desde la que unir otras cuatro compilaciones, la de E. Mar- redacción de este artículo, que tuvo lugar durante tínez (Cervantes y el “Quijote”, Madrid, 2007) y el cuarto centenario de la aparición de la primera las tres de C. Mata (Recreaciones teatrales y ale- parte del Quijote, hasta su publicación, que parece gorías cervantinas, Recreaciones quijotescas y por fin cercana desde este mes de abril en que ce- cervantinas en la narrativa, Recreaciones quijo- lebramos el cuarto centenario del fallecimiento de tescas y cervantinas en la poesía y el ensayo, to- su autor, las principales novedades se han produ- das publicadas en Pamplona en 2012, 2013 y cido en el terreno de la crítica más que en el de la 2015, respectivamente). En los libros de Barrio creación. En este último de las fuentes primarias (2007), Hagedorn (2011) y Mata (2013) pueden hay que registrar una nueva aportación del autor encontrarse por separado algunas partes que apa- que se ha convertido en el referente de la reescri- recen reunidas en esta entrada. A todo ello hay tura posmoderna del Quijote, Robin Chapman. En que unir los útiles repertorios bibliográficos de A. el 2011 apareció Shakespeare’s Don Quixote, su Pano y E. J. Vercher, Avatares del “Quijote” en reconstrucción del Cardenio perdido de Shakes- Europa (Madrid, 2010), centrado en las traduc- peare y Fletcher, con la peculiaridad de que tanto ciones a las lenguas europeas, y de A. Jurado, Re- estos como Cervantes asisten a una representación corridos del “Quijote” por Europa (siglos XVII y imaginaria del mismo y sus diálogos no tienen XVIII). Hacia una bibliografía (Kassel, 2015), desperdicio. En lo que a las fuentes secundarias se que tiene también en cuenta las recreaciones e refiere, y respetando el criterio seguido en la bi- imitaciones, aunque se restringe a menos lenguas bliografía de esta entrada, esto es, dejar de lado y a dos siglos. Y deben mencionarse, por último, los demasiado numerosos estudios sobre Cervan- dos monografías que están en prensa en el mo- tes y un autor específico (muchos de los cuales, mento de redactarse esta adenda: la de Alfredo además, aparecen en las voces individuales co- Moro, Transformaciones de la novela cervantina

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